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Los cinco historiales mayores de Freud: saga psicoanalítica y conjunto de

enseñanzas.

Por Gloria Gitaroff


Analista en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Sánchez de Bustamante 2311 (C1425DUU)
gitaroff@fibertel.com.ar
Sé muy bien que una cosa es expresar una idea bajo
la forma de una pasajera observación y otra
tomarla en serio, conducirla a través de todos los obstáculos y
conquistarle un puesto entre las verdades reconocidas.
S. Freud, (1914d p.1900 )

Introducción.
La intención de este trabajo es la de revisar los historiales freudianos en su
conjunto. A mi modo de ver, constituyen un capítulo aparte, si bien íntimamente
relacionado con el resto de la obra freudiana. Me baso en que Freud creó para ellos un
estilo que se diferencia netamente del de los escritos técnicos o metapsicológicos que he
dado en llamar “novela freudiana”, designando con esto no sólo la autoría sino la
creación de un género1. (Gitaroff, 2003)
Además de esclarecer una determinada patología, los historiales tenían por
finalidad relatar de manera vívida los avatares de su quehacer clínico, dar a conocer
sus descubrimientos en cuanto al método, la técnica y la apoyatura metapsicológica en
que los basaba, acorde a la definición clásica de psicoanálisis. (Freud, 1923a p.231) 2
Por último buscaba partir de la clínica, eje de la relación de ida y vuelta entre la
teoría y la práctica, para difundir la nueva ciencia de la que había sido su creador.
Planteo que, por otra parte, los historiales constituyen en su conjunto una saga,
por lo cual nos brindan la posibilidad de seguir la secuencia y el derrotero de las ideas
freudianas, un testimonio vívido de su clínica y un valioso instrumento de aprendizaje,
que no ha perdido su interés a pesar del tiempo transcurrido.

1
Utilizo el témino “freudiana” como adjetivo que designa un estilo, del mismo modo como se habla de
influencia “borgeana”, “kafkiana”, etc.
2
Psicoanálisis es el nombre: 1º. De un método para la investigación de procesos anímicos capaces
inaccesibles de otro modo. 2º. De un método terapéutico de perturbaciones neuróticas basado en tal
investigación; y 3º. De una serie de conocimientos psicológicos así adquiridos, que van constituyendo
paulatinamente una nueva disciplina científica.

1
Espero que los estudiantes noveles encuentren un punto de partida para acercase
a los historiales freudianos y que los analistas que vienen estudiando a Freud desde hace
largo tiempo descubran algunas facetas interesantes en un tema tan vasto como
apasionante. Me sentiría muy complacida si, para unos y otros, este trabajo les resultara
un estímulo para contribuir con sus propias presentaciones clínicas a continuar la saga
psicoanalítica iniciada por Freud.
Finalmente, me pareció útil agregar como un apéndice a la bibliografía una
enumeración de los historiales freudianos, con los títulos que recibieron en las
traducciones de que disponemos en inglés y en español y los nombres con que se
conocen habitualmente.

Los cinco psicoanálisis3


Antes de referirme a los historiales freudianos en su conjunto, daré un breve
panorama de cada uno de ellos en relación al desarrollo teórico y técnico alcanzado en el
momento en que fueron escritos.
Tradicionalmente se consideran cinco los historiales mayores de Freud, aunque
sólo analizó por sí mismo a tres de sus protagonistas; había visto a Freud en contadas
ocasiones, y fue por intermedio del padre que lo analizó; en cuanto a Schreber, se valió
de su autobiografía. Los cinco pertenecen a momentos tempranos de su práctica y
cada uno de ellos busca esclarecer una patología distinta: la histeria en Dora, la fobia en
Juanito, la neurosis obsesiva en el Hombre de las Ratas, la paranoia en Schreber y la
indagación de una histeria de angustia infantil transformada en neurosis obsesiva en la
adultez, en el Hombre de los Lobos. Presenta estos propósitos en cada uno de los títulos
que elige para distinguirlos. (Gitaroff, 2007).
A partir de ahí y tal como venía haciéndolo hasta entonces, la alusión a la clínica
siembra su obra pero bajo la forma de viñetas, o de reiteradas menciones a los
historiales ya publicados. Por otra parte es en este período temprano en que crea las
principales ideas que van a constituir el núcleo a complejizar y desarrollar en el futuro.
(Stratchey, 1980)
Ahora bien, resulta difícil considerar como historial al relato sobre la joven
homosexual, que escribe más adelante (Freud, 1920a), si bien tiene algunos puntos en
común con Dora, por ser una joven de 18 años traída a consulta por sus padres y su

3 Con este nombre se editan en conjunto en Francia, desde 1909

2
tratamiento también se interrumpe, sólo que por decisión de Freud, ya que accede a la
consulta para complacer a sus padres, pero no desea cambio alguno en ella. El mismo
Freud (op.cit. p.146) dice que, de las dos fases que constituyen este análisis (la de la
investigación del analista sobre el paciente, y la del trabajo con el paciente sobre lo ya
investigado) “no fue proseguido más allá de comienzo de la segunda”.
Podría considerarse una continuación clínica del estudio del fenómeno de la
homosexualidad que a Freud le interesaba en esos tiempos, y que había explorado en
su trabajo sobre Leonardo (1908c). La sexualidad femenina es considerada más
profundamente que en los trabajos más tempranos, y allí afirma lo tendencioso del
concepto de un tercer sexo innato que obvia la bisexualidad y el hecho de que los
homosexuales comienzan siempre por una intensa fijación al progenitor del sexo
opuesto. Freud aprovecha las dificultades técnicas que le presenta el material para
realizar una valiosa reflexión técnica sobre las circunstancias adversas para la realización
de un análisis.
Considero que el caso de la joven homosexual no constituiría en rigor un historial,
si definimos a éste como un relato pormenorizado, basado en la totalidad de la
experiencia clínica con un paciente, a fin de dar a conocer lo que el analista ha
comprendido de ese análisis, junto con las hipótesis clínicas y teóricas manejadas para
abordar al paciente (Mijolla – Mellor, 1985).
Por otra parte, parecería que Freud mismo estableciera una diferencia de los
calificados como tales, ya que no le adjudicó un nombre supuesto, (salvo Schreber, que
había publicado el libro con su propio nombre) o un apodo, como le otorgó al Hombre de
las Ratas o al Hombre de los lobos.
Como antecedentes a los cinco historiales podemos mencionar, en épocas del
método catártico, el de “Anna O”, escrito sólo por Breuer (AE II, 47) y también los que
conforman los Estudios sobre la histeria, (1895d) en que se va marcando la evolución del
método (Breuer y Freud, 1895d) en un caso descrito por Breuer y cuatro por Freud, el
último de los cuales es el de “Emmy von N.” que él mismo califica de “primer relato largo
sobre la histeria” y es el que más se aproxima a los historiales llamados “mayores”. En
todos ellos se perfila el estilo freudiano de presentación de la clínica, muy distinto de los
“casos” de los médicos de la época. En cuanto al método, abandona la hipnosis y
modifica el método catártico con la implementación de la asociación libre que venía
aplicando en su autonálisis y en el Libro de los sueños, oponiendo la teoría de la defensa
a la teoría de los estados hipnoides de Breuer.

3
Los historiales freudianos tenían diversos objetivos; no sólo buscaban esclarecer
una determinada patología, sino también acompañar sus descubrimientos.
Así, en tiempos de las investigaciones sobre la histeria, Freud (1905e) especifica
como objetivo para escribir y luego publicar el historial de Dora el de mostrar que los
fenómenos patológicos constituyen la actividad sexual de los enfermos, con lo cual en
Dora convergen la histeria, los sueños y la sexualidad, que hasta ese momento habían
sido investigaciones aparentemente separadas. Tan es así que en un primer momento
había pensado para este historial el nombre de “Sueños e histeria” (carta a Fliess 14-10-
1900).
Se podría decir que con Dora aporta la clínica a los sueños y a su vez, lo que
Freud aprendía de su interpretación lo aplicaba a los síntomas.
“Dora”, una desdichada joven de 18 años, rehén de la patología de los adultos
que la rodeaban fue tratada por Freud en 1900 durante 11 semanas. El análisis de sus
dos sueños instala la importancia de los sueños para la clínica, y revela una complicada
red de emociones (amor, odio y celos), es decir sentimientos profundamente reprimidos
del Complejo de Edipo. Entre los múltiples detalles técnicos, Freud ahonda en la
búsqueda de los “falsos enlaces” que lo conducen a lo inconsciente. Es interesante ver
que al referirse al cuadro clínico, recomienda prestar atención a quienes rodean al
enfermo, no sólo a los padres, sino a las demás personas significativas para él. (Op.cit.
p.940)
En el intervalo de cuatro años entre la publicación de Dora y la de Juanito, sus
investigaciones se centraron en la sexualidad y en la psicopatología de la vida cotidiana,
otorgando significación a los lapsus y al chiste como manifestación inconsciente. Dora
es el eslabón intermedio con las futuras investigaciones contenidas sobre todo en Tres
ensayos para una teoría sexual. (1905d)
“Juanito” era un chico de 5 años que sufría un temor tan intenso a los caballos
que le impedía salir para no encontrarse con ellos. Fue tratado en 1908 por Freud a
través de los relatos que le hacía el padre del niño, por lo cual puede considerarse una
suerte de supervisión de las notas que aquél tomaba. Además de la investigación de la
fobia, constituyó el primer informe del proceso psicoanalítico de un niño. Freud le
escribió con satisfacción a Jung (4-6-1907) que “nunca había logrado una compresión
más sutil del alma de un niño”, y sentó las bases del psicoanálisis infantil. Para Freud
significó una excelente ocasión de comprobar con observaciones directas sus
revolucionarias ideas sobre la sexualidad infantil, porque hasta entonces las había

4
teorizado a partir del análisis de pacientes adultos, de los que había deducido la
existencia del Complejo de Edipo y de las teorías sexuales infantiles.
Fue un complemento del historial de Dora, y al mismo tiempo una oportunidad
para rectificar algunos errores cometidos en aquel tratamiento, cuando estaba centrado
en analizar sus sueños para corroborar su teoría. Escuchó más atentamente los dichos
del niño de lo que había escuchado a Dora y le advirtió al padre de Juanito, que no
convenía estar más comprometido con la teoría que con el paciente (Borgogno, 1999) y
evitar la consecuencia de no haber escuchado a Dora tanto como ella hubiera
necesitado, es decir el abandono del tratamiento.
En la época en que Freud estaba abocado a las investigaciones sobre el erotismo
anal y la psicopatología ligada a la neurosis obsesiva, escribió el historial de “El Hombre
de las Ratas”, un abogado quien lo consultó por primera vez en 1907, a la edad de 29
años, porque sufría de temores obsesivos de que a su padre (aunque ya había muerto)
y a su amada, se les aplicara el terrible tormento de las ratas que le habían narrado (de
ahí el nombre del historial) y tenía impulsos violentos, como cortarse con una navaja de
afeitar. Según Freud (1909b, p. 123) “el tratamiento duró un año y el paciente recobró su
salud mental y la cancelación de sus inhibiciones.” Quizás su entusiasmo sobre el
resultado fue excesivo debido a su deseo de captar la adhesión de sus nuevos
seguidores.
La intención al escribirlo era dedicarse a “la génesis y el mecanismo más fino de
los procesos anímicos obsesivos” (Freud op. cit. p 123).
Sin embargo, a lo largo del historial hace también constantes comparaciones con
la histeria, tanto desde la técnica como desde la teoría, como cuando puntualiza que, en
lugar de olvidar el trauma, el obsesivo lo despoja de su carga de afecto.
Sigue indagando sobre la sexualidad infantil y el simbolismo de los sueños para
desentrañar el proceso de la idea obsesiva del paciente.
Freud se volvió después a los problemas más oscuros, los de la psicosis, y se
encontró con los escritos del Dr. Schreber, que había sido juez de apelación de la corte
en Dresden y padecía severos delirios paranoides, por los cuales había sido internado.
Había escrito y luego publicado un libro que probablemente le sirvió de cierto grado de
elaboración de de su enfermedad y le valió salir de la clínica, pero recayó y fue
nuevamente internado y permaneció en ella hasta su muerte.
El análisis de sus Memorias de un neurópata publicado en 1903 le interesó
particularmente a Freud para conectar la paranoia y la homosexualidad reprimida

5
pasiva, apoyado en la franqueza y el detalle con que Schreber relataba sus fantasías y
alucinaciones. Freud tenía también otros objetivos: quería asentar más sólidamente su
teoría de las pulsiones, continuar elaborando la teoría del narcisismo y construir una
teoría de las psicosis, por la cual los delirios lejos de carecer de sentido, encierran un
núcleo de verdad histórica, y son un intento de curación. (Nasio, 2005 p. 46)
El Hombre de los Lobos es el historial más largo, complicado y famoso de todos
los casos freudianos. Es también el más completo de los cinco. El paciente era un
adinerado joven ruso de 23 años que padecía de una neurosis extremadamente grave y
había sufrido cuando niño de un miedo histérico a los lobos y también de obsesiones
religiosas; fue tratado por Freud durante 4 años y medio; la revolución rusa le privó de
sus bienes y se vio precisado a huir a Viena, Freud lo atendió nuevamente durante 4
meses pero por no por la patología inicial sino por una constipación histérica.
Uno de los rasgos cardinales del caso es una serie de complicadas reacciones
defensivas contra una tendencia excesivamente poderosa a resolver de una manera
homosexual la situación edípica, y en cuanto a la técnica, Freud tomó una resolución
discutible, la de solventarle el tratamiento.
Freud escribió este historial para refutar con pruebas concluyentes las críticas de
Adler y Jung al psicoanálisis, quienes decían ejercerlo aunque negaban la esencia sexual
de la libido, y por ende echaban por tierra uno de sus pilares, la sexualidad infantil.
Con este historial, el último que escribe, pareciera cerrar el círculo iniciado con
Dora, ya que centra el tratamiento en el análisis detallado de las implicancias de la
sexualidad infantil en el sueño que le da el nombre al historial, como si volviera al
principio, aunque renovado después de un largo recorrido. También y de alguna forma,
centra el interés por la teoría, que el paciente le permitía corroborar. Aquí también se
juega la interrupción del tratamiento, pero con un recurso técnico inédito que introduce
Freud: un elemento de presión temporal, el de anunciarle la fecha de la finalización.
Buscaba de ese modo levantar las intensas resistencias que habían hecho que,
a pesar de que durante meses y años, el paciente hablaba pero no aportaba nada en sus
sesiones. Ese elemento era en cierto sentido arriesgado, ya que le hace decir a Freud la
frase que luego se hizo tan conocida, acerca de que el león salta una sola vez, produce
un efecto tal que el paciente se hace cargo de su análisis. La eficacia de este recurso
sigue resultando discutible, como lo fuera para el propio Freud.
El estilo de los historiales

6
Para apoyar la afirmación de que los historiales constituyen un capítulo aparte
dentro de la obra freudiana, resultará útil detenerse en el estilo particular que Freud creó
para ellos, ya que, si bien todos contenían observaciones metapsicológicas que podrían
entrar dentro de la calificación de ensayos, (y en esto se emparentan con el resto de la
obra) se diferencian precisamente en su estilo. Un estilo nacido del hecho de que Freud
se apartó de la medicina tradicional inaugurando una manera nueva de escuchar a los
pacientes, para encontrar las raíces inconscientes de sus relatos. Mientras en medicina
un caso remitía a un sujeto anónimo representativo de una enfermedad, para Freud (y
para nosotros) un historial se refiere a la singularidad misma de un sujeto que sufre y de
lo que le habla. (Nasio, 2005, p. 15).
Por este motivo tuvo que ser un innovador al escribir sus historiales, para lo cual
se sirvió de la novela llamada “psicológica” del siglo XIX, caracterizada por indagar en
los sentimientos de los personajes a partir de la observación, la intuición y la propia
experiencia.
Sobre esa base, Freud creó un género nuevo, que podríamos llamar literario-
científico, en que la narración incluye su análisis e interpretación. (Mahony, 1987) Se
anticipó de este modo, a la así llamada “novela erudita”, salida de los claustros
universitarios como por ejemplo El nombre de la rosa, de Umberto Ecco (1980) que
introdujo reflexiones que provienen de la crítica literaria, o de materiales no literarios, tales
como disquisiciones teológicas, temas complejos de física o de política medieval, que sin
embargo se convierten en literarios a partir de su inclusión en la trama narrativa.
Entre los elementos no literarios que incluía en sus historiales, estaba, además de
los tramos de ensayos metapsicológicos, lo que luego se denominó “metanovela”,4 por la
cual el escritor y la literatura se convierten en inusitados protagonistas de la narración. De
este modo iba reflexionando y haciendo participar al lector de la manera como resolvía
los problemas de escritura que se le presentaban relación a la peculiaridad de lo que
5
necesitaba relatar. Las soluciones que Freud iba encontrando para el complejo
problema de verter la experiencia clínica en un escrito son para nosotros valiosas
indicaciones de las dificultades con que se encuentra un analista cuando escribe sobre su
práctica, y también de la manera de abordarlas.
Estas puntualizaciones, que desarrollé extensamente en otro trabajo (Gitaroff,
2003) me permiten considerar a los historiales como “novelas freudianas.”

4
La metanovela es una derivación de la novela psicológica.
5
A modo de ejemplos, se pueden citar el comienzo del historial de Dora, o la epicrisis del de Isabel de R.

7
Alguna vez Freud le comentó a Stekel (1995) que tenía deseos de escribir una
novela, pero que lo dejaría para más adelante. Quizás llegó a hacerlo porque de alguna
manera, había cumplido su deseo en estos historiales que considero como “novelas”
freudianas.

La saga psicoanalítica
Podemos considerar que cada uno de los historiales, a la vez que constituyen una
unidad en sí mismos, integran una saga en la que el personaje principal y también relator
es Freud quien va, con cada paciente, desarrollando a lo largo del tiempo junto a la
instancia clínica, ideas teóricas y metapsicológicas.
Esta idea de la particular relación entre ellos permite una lectura secuencial tanto
de la teoría como de la clínica y el método freudianos, tal como hemos visto en la breve
semblanza de cada uno de ellos realizada más arriba.
De acuerdo con la definición de la Real Academia, la palabra “saga” tiene dos
acepciones. La primera está relacionada con el mito y con cada una de las “leyendas
poéticas” contenidas en “colecciones de primitivas tradiciones escandinavas”,y la
segunda, de relato novelesco que abarca las vicisitudes de dos o más generaciones de
una familia.
Según Borges (1951) que se interesó por el tema, la saga como género literario es
una epopeya en prosa nacida en el siglo X, que deriva de ese arte oral “de las largas
veladas de Islandia”, y agrega que la palabra es afín a los verbos sagen y say (decir y
referir) en alemán e inglés.
Es decir que la saga no es un relato que empieza y termina en sí mismo, sino que
sigue las vicisitudes de sus sucesivos personajes, en este caso las de Freud, en su
relación con cada paciente, desde 1901 en que escribe “Dora”, a 1914 en que, a poco de
terminado el tratamiento del Hombre de los Lobos, redacta su historial.
Como las sagas, los historiales tienen su origen en el intercambio entre paciente y
analista que, como sabemos, se desarrolla en el terreno de la oralidad, y los
conocimientos adquiridos en ese análisis podrán ser vertidos, en un caso a su vida, y en
el otro a la comunidad psicoanalítica.
Se trata de una saga que sin embargo no concluye con Freud, sino que continúa
con los analistas narradores de historiales que lo sucedan, algunos de los cuales
alcanzaron ya su lugar en la literatura psicoanalítica.

8
Hay algo muy interesante que también dice Borges (1978. p. 87) acerca de que
en las sagas, como en la realidad, hay hechos que al principio son oscuros y que luego
se explican y hechos que parecen insignificantes y luego cobran importancia"
Esto coincide con dos principios que también están en la obra de Freud (1920a
p.158) quien en reiteradas ocasiones advierte que en el estado de su ciencia hay hechos
oscuros y confía en aclararlos, refiriéndose a la actividad consciente. Pero también y
aludiendo a la actividad inconsciente afirma que es llamativo que haya tantos fragmentos
significativos de la vida sexual de los hombres que permanecen ocultos para su
conciencia.
En esta lectura secuencial es interesante ver cómo Freud abrió un abanico de
patologías que acompañaban sus descubrimientos, así como el orden en que los iba
haciendo, la manera como a partir de aquella primera vez que una paciente, Emma de N.
le dijo “déjeme hablar” empezó a escuchar más que a presionar a que los pacientes
hablaran, y de cómo los sucesivos cambios técnicos derivaron de su clínica y alentaron
modificaciones en la teoría.
Dos preguntas finales
Como psicoanalistas que somos, es importante interrogarse desde nuestra lectura
de Freud, sobre cuestiones relativas a la teoría, para seguir manteniéndola viva y en
movimiento.
Cabe preguntarse entonces por qué Freud no escribió nuevos historiales a partir
de 1914 y no tengamos otro recurso para conocer el desarrollo de análisis suyos de
épocas posteriores que el de los testimonios de pacientes, como el de Hilda Doolittle
(1979) o de Smiley Blanton (1974), por mencionar sólo algunos.
Podría deberse entre otros motivos a que suele suceder que las ideas tempranas
de un pensador sientan las bases para las ideas futuras. Sabemos por otra parte que,
cuando los escribió, necesitaba difundir y convencer acerca de sus descubrimientos,
cosa que empezó a multiplicarse por otras múltiples vías. (el Hombre de las Ratas llegó
a analizarse habiendo ya leído un libro de Freud, por ejemplo). 6
Además, a partir de 1920 su recorrido metapsicológico hizo un vuelco hacia el
instinto de muerte (y las duras consecuencias de la insensatez humana colectiva
expresada en las guerras) acompañado de cierto recorrido filosófico en los llamados

6
Psicopatología de la vida cotidiana, según lo comenta Freud (1909b AE X, 1 p.127) en nota al pie, al inicio
del historial. Por eso, el paciente situó en primer plano entre otras preocupaciones, la de su sexualidad.

9
“escritos sociales” así como recopilaciones de sus conocimientos, entre ellos las dos
series de las Conferencias.
Sin dejar de escribir sobre la clínica, ya no la reflejó en nuevos historiales,
profundizó la metapsicología y consideró de importancia para el psicoanálisis que se
ocupara de revelarse como un instrumento para investigar los vericuetos del pensamiento
y las acciones de los hombres y la sociedad.
Tal vez haya considerado que la saga estaba ya escrita, y lo que quería decir a
través de ella estaba dicho y era suficiente para sus fines, por lo cual no se ocupó de
nuevos historiales sino de adicionar sucesivas notas aclaratorias a los ya escritos para
mostrar cómo había evolucionado su pensamiento, aunque sin abandonar los principios
que había planteado como fundamentales.
Otra pregunta que podemos hacernos es por qué a pesar del tiempo transcurrido,
los historiales freudianos siguen estando vigentes y suscitando interés. No alcanza para
responder esta respuesta el hecho general de que la clínica, fuente de intercambio y
conocimiento para los analistas, es siempre convocante como un modo de aprendizaje y
reflexión sobre una tarea que se realiza en soledad.
En primer lugar, un factor que nos acerca a esos historiales es el compromiso
personal, que Freud ha puesto en ellos al basarse en la realidad de un análisis, aunque
es sabido que un relato es siempre en alguna medida una ficción, la apoyatura que
respiran en la realidad de lo sucedido lo exime de ser una ficción pura. Este compromiso
se había iniciado con la exploración de su propia historia en La interpretación de los
sueños. Aún sabiendo cuánto se exponía, lo hizo valientemente, convencido de que era
un modo de desentrañar el mecanismo de los sueños. Después tomó sobre sí la
responsabilidad de referirse a su pacientes, con todos los riesgos y dificultades de dar a
conocer un tratamiento, esto es hacer público lo que pertenece a un ámbito privado, que
lo llevaron a aplazar la publicación de Dora durante 5 años, y allí de nuevo primó su
convencimiento de que entre los deberes del científico está el de dar a conocer los
descubrimientos alcanzados por su ciencia (Freud, 1905e, p.934).
Convengamos que los historiales no muestran tratamientos que satisfagan el Ideal
del yo. "Dora" no es necesariamente un ejemplo arquetípico de interpretación de los
sueños o de una neurosis histérica, ni el "Hombre de las Ratas" el cuadro obsesivo más
rotundo y llamativo.
En ese sentido cabe mencionar a “Irma” (AE IV,127) una viñeta como puente
entre “La interpretación de los sueños” y los historiales, que, sin ser tampoco ideal, tiene

10
un atractivo tal que le ha otorgado un lugar propio en la historia del Psicoanálisis, en el
momento en que Freud apoyó su teoría brindándose como paciente a través del relato e
interpretación de aquel sueño suyo, referido a sus preocupaciones con respecto a una
paciente, la supuesta Irma, en la noche del 23 al 24 de julio de 1895, y lo arquetípico allí
sea que todo analista en algún momento viva preocupaciones semejantes.
Sin embargo no basta. Es posible que se trate de algo ubicable más allá, algo más
real, más ligado a lo inaugural, que hace a nuestra identidad como analistas y nuestra
filiación, así como a un real universal que nos lleve a evocar aspectos de nuestra propia
neurosis (Yafar 2004).
Por lo inaugural y lo fundacional de los historiales, se erigen en una manera de
volver al presente aquello que nos constituye como analistas.
En definitiva, leer psicoanálisis es leer sobre nosotros mismos. Podemos
identificarnos con el o la paciente, o bien con Freud y reflexionar sobre nuestra propia
manera de ser analistas.
Los historiales siembran en el camino una cantidad de preguntas sobre la clínica y
la teoría que Freud que no llegó a contestar, pero que planteó poniendo sobre el tapete
7
una serie de cuestiones – enigmas, que nos tientan a la reflexión.
Los atractivos de cada historial y de la saga que conforman son múltiples, es una
tarea imposible que sólo se resuelve en alguna medida. Es una novela que responde a
una vida real, o mejor dicho a lo que se dice de ella. Es y no es lo que se entiende como
una biografía, ya que está centrada en lo que el analista ha comprendido de la historia de
la enfermedad y de la patología del paciente y también de esa historia particular y
compartida que es la del tratamiento. Es siempre una historia sexual y prohibida que
hay que rescatar palmo a palmo de la represión. Es por otra parte una fuente de
identificación para el lector, ya sea que se ubique en el lugar del analista o del
analizando.
Es una historia de tanteos y aproximaciones donde, debajo de cada capa que se
descubre, asoma otra capa y otra más. La intriga por esa nueva capa que quizás
descubramos, es lo que también nos lleva a leerlos una y otra vez.
Por último es muy probable que el interés que nos despiertan sea el mismo que
tuvo para Freud, condensado en la frase del epígrafe, el de lograr ese pasaje de las

7
“Dice Freud con respecto a sus descubrimientos “...acaso sean retomados por el trabajo de otros
investigadores y el empeño conjunto consiga el logro que es quizás demasiado difícil para un individuo solo”
(Freud, 1909b Historial del Hombre de las Ratas, Introducción AE X, p 125) En el párrafo final de este
historial agrega que alienta esperanzas que tal cosa suceda (p.193).

11
idea incipientes e intuitivas a “verdades” es decir a la búsqueda de una metapsicología
que le vaya dando una organización, un armado a la teoría como la base de la práctica.
Por todas estas cuestiones, considero que la lectura secuencial de los historiales
freudianos considerados como una saga ligada a la historia del psicoanálisis, a su
desarrollo metapsicológico y a su método es una forma de aproximación como el que
propongo en este trabajo que es, a mi modo de ver, un abordaje que complementa y
profundiza el estudio de cada historial en forma detallada.
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Resumen
Los historiales freudianos constituyen para la autora un capítulo aparte dentro de
las obras de Freud.
Para ellos Freud creó incluso un estilo que se diferencia netamente de los escritos
técnicos o metapsicológicos y que la autora denomina “novela freudiana”. Considera que
cada historial es en sí mismo una novela, y que tomados en su conjunto constituyen una
saga con un personaje principal que es Freud, en su relación con cada paciente.
Como toda saga, se desarrolla en el tiempo, por lo cual postula una lectura
secuencial de los historiales en su conjunto, para lo cual comienza por hacer una somera
reseña de cada historial y su momento teórico; busca la conexión entre ellos, desde la
histeria de los primeros, a la psicosis en el último.
Postula que es una forma de seguir con el desarrollo de sus ideas, su método
clínico y su metapsicología y una forma de lectura que profundiza y complementa la de
cada historial por separado.
Se plantea por último dos preguntas, una relativa el hecho de que todos los
historiales sólo pertenezcan a épocas tempranas del movimiento psicoanalítico y la otra
con respecto al interés que siguen despertando a pesar del tiempo transcurrido y sugiere
algunas respuestas posibles.
Finalmente, adiciona una nota bibliográfica en la que se mencionan los nombres y
datos de los cinco historiales en la traducción de Strachey al inglés y en las dos ediciones
más utilizadas en español.

Bibliografía

Blanton, Smiley “Diario de mi análisis con Freud”. Buenos Aires, Corregidor, 1974.

Borges, Jorge Luis “Antiguas literaturas germánicas” (con la colaboración de Delia


Ingenieros) México, Ediciones del Fondo de Cultura Económica, 1951.

12
______ “Literaturas germánicas medievales” Buenos Aires, Emecé, 1978.

Borgogno, Franco “El psicoanálisis como recorrido” Madrid, Síntesis Cap 2, 1999.

Breuer y Freud, Estudios sobre la histeria 1895d AE II, 23.

Doolittle, Hilda “Tributo a Freud”, Buenos Aires, Corregidor, 1974.

Freud, Sigmund Carta a Fliess Nº 140 25-1-1901 BN, IX 3644.


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XVIII,227.
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Gay, Peter “Freud, una vida de nuestro tiempo” Cap VI Terapia y técnica, Buenos Aires,
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Gitaroff, Gloria “El lugar de la novela en el universo freudiano” en Revista de la
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_______”Dificultades en la escritura de la clínica – desde Freud a nuestros días” en
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Jones, Ernest “Vida y obra de Sigmund Freud” Cap XI Historiales clínicos, Buenos Aires,
Paidós, 1976.
Mahony, Patrick “Freud as a writer” expanded edition Nueva York International University
Press Inc. 1987.
Mijolla – Mellor, “Rendre compte d’une analyse” en Psicologie a l’Université, Paris VII, 10
Nº 40. 1985.
Nasio, Juan David (director). “Los más famosos casos de psicosis” Buenos Aires,
Paidós, 2005.
Strachey, James “Sigmund Freud. An introduction of his life and ideas” en Case Histories
II, p.20 England, Penguin Books, 1962.
Yafar,Raúl A. “Fobia en la enseñanza de Lacan”
Buenos Aires, Letra Viva, 2004.

Nota bibliográfica

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Los “cinco psicoanálisis” mayores que nos legó Freud 8
Dora (1905e) [1901]:
Fragment of an analysis of a case of hysteria (Dora) SE, VII,p.3
Fragmento de análisis de un caso de histeria (Dora) AE, VII, p.3.
Análisis fragmentario de una histeria (caso Dora) BN, III, p.933
Juanito (1909b):
Analysis of a Phobia in a Five-Year-Old boy (Little Hans) SE, X, p.3.
Análisis de la fobia de un niño de cinco años (Juanito) BN IV, 1365. / AE X, p 3.
El Hombre de las ratas (1909d):
Notes Upon a Case of Obsessional Neurosis (The Rat Man) SE, X, 155.
A propósito de un caso de neurosis obsesiva BN IV, 1441 / AE X,119.
Schreber (1911c) [1910]:
Psycoanalytic Notes on an autobiographical account of a Case of Paranoia. SE, 12, p.3
Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (“Dementia paranoides”)
descrito autobiográficamente (Caso Schreber) BN IV, 1487 / AE 12, 74.
El Hombre de los lobos (1918b) [1914]
From the History of an Infantile Neurosis (The Wolf Man) SE XVII, 3.
De la historia de una neurosis infantil (un caso de histeria de angustia infantil que se
transformó en neurosis obsesiva adulta). AE XVII, 1 BN VI, 1941

8
Los datos (fueron tomados del tomo XXIV Obras Completas de Freud, Amorrortu Editores,1976, donde el
lector interesado puede encontrar los datos del original en alemán.
Los nombres de los casos clínicos en las ediciones de AE (Amorrortu Ediciones) BN (Biblioteca Nueva) y
SE (Standard Edition) de las respectivas ediciones.

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