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Juan Pablo Padilla

Ensayo bibliográfico para la Maestría de Literatura en Español


8 de diciembre de 2012
Dra. María Fernández Lamarque

La identidad del mexicano en el pensamiento de Octavio Paz

Octavio Paz (1914-1998), quien ganó el Premio Nobel de Literatura en 1990,

escribió un ensayo titulado El laberinto de la Soledad (1950), que le ganó fama

internacional. En ese ensayo, Paz habla de la identidad del mexicano y afirma que es

compleja por ser mestizos y haber surgido de una conquista.

Paz menciona varios elementos que conforman dicha identidad y afirma que los

mexicanos viven inconscientemente en un conflicto interno entre dos civilizaciones: la

indígena y la española. Según este autor, a la española se le odia y a la indígena se le

rechaza y se ve con vergüenza. El propósito de este ensayo bibliográfico es hacer una

revisión de la crítica y sus aproximaciones en torno a esta obra. Alguien que ayuda a ver

el contexto de El laberinto de la soledad de Paz es Claudia Montoya, quien en, El luto

humano, una visión mitificada del mexicano y de su historia (2008), afirma que escritores

mexicanos contemporáneos a Paz son Samuel Ramos (1897-1959), El perfil del hombre y

la cultura en México (1934); Emilio Uranga (1918-1989), Ensayo de una ontología del

mexicano (1949), Análisis del ser mexicano (1952) y El pensamiento filosófico (1960); y

Leopoldo Zea (1912-2004) Conciencia y posibilidad de mexicano (1953), El Occidente y

la conciencia de México (1953), Dos ensayos sobre México y lo mexicano (1952). El que

los antecede es José Revueltas (1914-1976), con la novela El luto humano (1943). Estos

autores tienen la misma preocupación histórica y el mismo afán pragmático de Paz al

tocar la influencia indígena en la formación de la identidad del mexicano.


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La propuesta que hace Montoya es más que deshacerse del pasado precolombino,

aceptarlo para que México pueda entrar a la civilización sin amarras que lo detengan en

el pasado. Montoya habla del sentimiento de fatalidad, de determinismo que marca la

existencia del mexicano sin que éste pueda escapar. La Revolución Mexicana (1910-

1924) no hizo otra cosa que perpetuar el sistema político que tiene sus raíces en el mundo

prehispánico. Paz analiza el tema de la identidad del mexicano en El laberinto de la

soledad partiendo de su experiencia de haber vivido en los Ángeles, California, en

Estados Unidos y haber observado y analizado al “pachuco”. Paz tuvo que vivir en

Estados Unidos debido al exilio que su familia sufrió por haber apoyado al líder de la

Revolución Agraria, Emiliano Zapata, quien fue asesinado en 1917.

Paz comienza analizando el fenómeno de un tipo de méxico-americanos de los

Ángeles, los “pachucos” (43-50). Los pachucos son uno de los extremos a los que puede

llegar el mexicano. Ellos no reivindican su raza ni la nacionalidad de sus antepasados. No

quieren ser como los demás. No quieren volver al origen mexicano; tampoco quieren ser

americanos. Son impulso que se niega a sí mismo, nudo de contradicciones y enigma.

Además, los pachucos son incapaces de asimilar una civilización que los rechaza.

Afirman sus diferencias, las subrayan y las hacen notorias. Su conducta es anárquica. Son

denuncia de una sociedad incapaz de asimilarlos. Se obstinan en ser distintos. El pachuco

ha perdido toda su herencia: lengua, religión, costumbres, creencias. Usa un disfraz que

lo protege y al mismo tiempo lo destaca. No es un uniforme, sino una moda. Es estético e

impráctico, negando así la practicidad de las modas norteamericanas.

El pachuquismo es rebeldía ante la sociedad. Se separan de la sociedad, pero

construyen grupos más cerrados para afirmar su singularidad. El pachuco es un payaso


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impasible y siniestro, que en lugar de hacer reír, aterroriza. Ésta es una actitud sádica en

la que se alía su deseo de autohumillación y de provocación. Juega un papel de víctima al

hacerse perseguir al provocar el escándalo para así ocupar un lugar en esta sociedad que

lo ignora. Pasará como un héroe maldito.

El pachuco vive un ciclo: comienza con la provocación, realiza el crimen y lo

atrapan y lo apresan. Es producto de esta sociedad que lo ha convertido en paria y así será

su hijo. En resumen, el pachuco es un no-ser. Está desprendido de su cultura tradicional.

Reta y niega la sociedad norteamericana. En el fondo muestra lo que es, una herida que se

exhibe, una llaga que se muestra. La persecución lo redime y rompe su soledad: su

salvación depende del acceso a esa misma sociedad que aparenta negar.

Puede surgir la pregunta: ¿Cómo esta situación de extremo de estos méxico-

americanos, los “pachucos”, se ve reflejada en otros mexicanos que viven aquí en

Estados Unidos? ¿Por qué no regresar a las raíces de los antepasados mexicanos? ¿Es

cuestión de rechazo, de ignorancia, de no ver la utilidad de recuperar esa identidad? ¿En

qué radica que los mexicanos no valoren la cultura de sus ancestros? Paz definitivamente

apunta su reflexión a lo que puede estar ahí, en lo profundo de la identidad del mexicano

y ve que en primer lugar existe un sentimiento de inferioridad, dice: “La existencia de un

sentimiento de real o supuesta inferioridad frente al mundo podría explicar, parcialmente

al menos, la reserva con la que el mexicano se presenta ante los demás y la violencia

inesperada con que las fuerzas reprimidas rompen esa máscara impasible. Pero más vasta

y profunda que el sentimiento de inferioridad, yace la soledad. Es imposible identificar

ambas actitudes: sentirse solo no es sentirse inferior, sino distinto.” (p.51)


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Otro elemento de la identidad del mexicano es la del hermetismo, recurso del

recelo y la desconfianza. Esto lo apunta Paz en el capítulo 2 del Laberinto, cuando habla

de las “máscaras”. Paz al hablar del hermetismo, dice: “Muestra que instintivamente

consideramos peligroso el medio que nos rodea. Esta reacción se justifica si se piensa en

lo que ha sido nuestra historia y en el carácter de la sociedad que hemos creado.” (59). El

hermetismo del mexicano es algo mecánico e instintivo, por lo que éste reacciona con

desconfianza y hostilidad.

¿De dónde viene ese hermetismo? Paz lo analiza y ve que puede venir de la

concepción que el mexicano tiene de la vida como una lucha, lo cual acentúa el carácter

defensivo y repele el ataque. El macho es hermético, encerrado en sí mismo, capaz de

guardarse y guardar lo que se le confía. “La hombría se mide por la invulnerabilidad ante

las armas enemigas o ante los impactos del mundo exterior.” (60). Como parte de ese

carácter cerrado que tienen los mexicanos está la simulación, la mentira. “Mentimos por

placer y fantasía, sí, como todos los pueblos imaginativos, pero también para ocultarnos y

ponernos al abrigo de intrusos.” (66-67). Con la mentira no es que el mexicano engañe a

los demás, sino que se engaña a sí mismo. Parte de esa simulación y mentira son sus

“máscaras”. “A cada minuto hay que rehacer, recrear, modificar el personaje que

fingimos, hasta que llega un momento en que realidad y apariencia, mentira y verdad, se

confunden.” (67).

Paz cree que ese ser disimulado del mexicano pudo haber nacido en el tiempo de

la Colonia, en el que indios y mestizos tenían que cantar quedito para que no se

escucharan sus palabras y no pudieran entender sus palabras de rebelión. Desapareció el

mundo colonial, pero no el temor, la desconfianza y el recelo. (69).


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En el capítulo de los hijos de la Malinche, Paz habla de la moral de siervo que

tiene el mexicano, opuesta a la moral del señor. La manera de plasmarlo son: “La

desconfianza, el disimulo, la reserva cortés que cierra el paso al extraño, la ironía, en fin,

las oscilaciones psíquicas con que al eludir la mirada ajena, nos eludimos a nosotros

mismos, son rasgos de gente dominada, que teme y que finge frente al señor.” (92) Paz ve

que en la historia de México se explica este carácter del mexicano: comienza con esa

actitud cerrada e inestable que viene del tiempo colonial. La psicología servil puede

referirse a la historia de México como nación independiente, y finalmente, el

escepticismo y la resignación del pueblo, son parte de las desilusiones post-

revolucionarias. La lucha del mexicano no es contra una realidad concreta, sino contra

entidades imaginarias, dice Paz, contra fantasmas que están en “nosotros mismos”. “En

realidad, estamos luchando contra nosotros mismos.” “Tenemos miedo a ser.” “Porque

todo lo que es el mexicano actual, como se ha visto, puede reducirse a esto: el mexicano

no quiere o no se atreve ser él mismo.” (94).

Un poco más adelante, Paz analiza la palabra “chingar” y dice que “para el

mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado. Es decir, de humillar,

castigar, ofender o a la inversa. Esta concepción de la vida social como combate engendra

fatalmente la división de la sociedad en fuertes y débiles.” (99). “Nuestro mundo es una

selva: hay tigres en los negocios, águilas en las escuelas o en los presidios, leones con los

amigos.” (99).

La Malinche es la que representa a la mujer mexicana, que ha sido violada,

abierta, “chingada”. En contraposición, Paz examina que está la Virgen de Guadalupe,

que es “virgen”, por tanto, no fue ni violada, ni abierta, ni, por tanto, “chingada”. Ella es
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el refugio de los desamparados, consuelo de los pobres y débiles. Madre de los huérfanos.

Es la intermediaria entre el hombre desheredado y el poder desconocido, sin rostro: el

Extraño. (104). Todorov en, The Conquest of America: The Question of the Other. (New

York: Harper and Row Publishers, 1984), también aborda el tema de ese “extraño”

indígena, y lo llama el “otro” quien sufrió la conquista y que vio un patrón repetido por

los esfuerzos europeos para erradicar lo que distinguía de la cultura de la “otra” gente y

cultura.

En definitiva, a la conclusión que llega Paz es a que el mexicano no quiere ser ni

indio, ni español. Niega su ascendencia y su ser mestizo, volviéndose un hijo de la nada.

Esto deja al mexicano en profunda orfandad, y por tanto, soledad.

¿Cómo puede el mexicano reconciliarse con su pasado? Paz irá tocando los

diferentes eventos históricos en los que los mexicanos han buscado esa reconciliación. En

la época de la Colonia, analiza cómo los indígenas se sintieron abandonados por sus

dioses y sus jefes, lo que favoreció la conquista para los españoles. Su orfandad fue

cubierta de cierta manera por la llegada de un nuevo Dios, que les trajeron los misioneros

católicos. La Independencia no aportó tanto como la Revolución a ese sentimiento de

soledad del mexicano. “Por la Revolución el pueblo mexicano se adentra en sí mismo, en

su pasado y en su substancia, para extraer su intimidad, de su entraña, su filiación.” (160).

La Revolución da al pueblo mexicano fertilidad artística y cultural. Fue una vuelta a la

tradición, reanudación de lazos del pasado.

Terry Hoy (1924-2007), en The Search for Mexican Identity (1982), aporta una

visión seria, con una investigación exhaustiva de la historia, cultura y política de México

que a Octavio Paz le tocó vivir, de segunda mitad del siglo XX. Cita once diferentes
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estudios críticos de la organización política, social, económica y cultural de México, en

su mayoría de escritores americanos. Además de citar El Laberinto de la Soledad,

también cita otro escrito de Paz titulado The other Mexico: Critique of the Pyramid

(1972). Su punto de vista es objetivo. Articula bien y claramente los diferentes elementos

que entran en la conformación de la identidad cultural del mexicano. Su contenido es rico

e iluminador. Ayuda a comprender mejor y más sintéticamente el pensamiento de Octavio

Paz sobre este tema de la identidad del mexicano. Una de las cosas que dice Hoy sobre el

pensamiento de Paz es que este autor, en su libro de El Otro México (1972), cree que los

mexicanos deben liberarse a sí mismos de la glorificación del período Azteca, ya que no

se incluye a los demás grupos indígenas, como los zapotecas, los mayas, los otomíes. Lo

que se necesita es la auto-crítica que disuelva las imágenes y que le enseñe a esta gente a

distinguir entre los espectros de sus pesadillas y de su visión real. Esto es lo que los cura

de sus fantasías y determina el rostro de las realidades de su mundo.

Terry Hoy retoma otro de los libros de Paz, Corriente Alterna (1967) en donde

encuentra lo que éste dice sobre el asunto de la identidad del mexicano, la cual se

relaciona con la búsqueda de los valores universales. La filosofía mexicana debe tomar en

cuenta el “querer ser” que demanda reconocimiento de su individualidad, pero sólo si

dicho reconocimiento está unido a una solución universal de su problema: la alienación

histórica de los seres humanos dependientes en general. Esto significa que los mexicanos

deben enfrentar la realidad en la soledad que es común para muchos seres humanos, pero

es precisamente en esta toma de conciencia que ellos podrán descubrir la realidad que

tuvieron antes de su adaptación al pensamiento europeo. De esta manera, el mexicano sin

máscara, podrá descubrir quién es como ser humano.


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Paz, en Reflections: Mexico and the United States (1980), marca las diferencias

entre México y Estados Unidos en lo social, económico y psicológico. En este artículo

Paz hace ver que los mexicanos y los estadounidenses son dos versiones distintas de la

civilización occidental. Después, Paz hace una apreciación más profunda del país de

México que vive entre dos civilizaciones y dos pasados; en cambio, en los Estados

Unidos no hay el elemento indígena y en la opinión de Paz, ésa es la mayor diferencia

entre los dos países. Después de hacer ver el puritanismo norteamericano y el conflicto de

identidad del mexicano, Paz apunta el tipo de relación que ha habido entre los dos países,

relación que oscila entre la indiferencia y el abuso, el engaño y el cinismo. Los

mexicanos deben reconciliarse con su pasado y Estados Unidos debe regresar a sus

orígenes y reconocer a los “otros”.

Omar Astorga, en La filosofía de Octavio Paz (2006), ve la validez de hacer

aproximaciones filosóficas al pensamiento de Paz, quien gira en buen grado en torno a la

alienación del hombre moderno. Paz, según Astorga, es un crítico de la filosofía misma,

admirador de Nietzsche. Paz desarrolla una crítica radical a la modernidad, afirma

Astorga. Como ensayista, Paz trata de tejer las múltiples redes que forman el mundo

simbólico y lingüístico del imaginario desde el cual es posible describir e interpretar la

constitución de la cultura.

Por otro lado, difiriendo de Paz, Roger Bartra, en La Jaula de la melancolía:

identidad y metamorfosis del mexicano (1987), afirma que los lugares comunes del

carácter del mexicano no son otra cosa que estereotipos codificados por la intelectualidad

y que no reflejan la conciencia popular. El carácter mexicano es sólo una existencia

literaria y mitológica para este autor. México, es para Bartra un país que parece naufragar,
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azotado por las inclemencias de la crisis y sumido en el despotismo político, por lo que se

pregunta: ¿tiene sentido ser mexicano? Por tanto, se cuestionan los mitos de la identidad

nacional: se propone al lector un juego macabro: hacer la disección de un cadáver, el

mexicano inventado por la cultura dominante. El espécimen descubierto por el bisturí

resulta ser un extraño anfibio, ni primitivo ni moderno, que adopta el aspecto de un

curioso animal: el ajolote.

Otro que disiente de Paz, es William H. Katra, Ideology and Society in “El

Laberinto de la soledad” by Octavio Paz (1986), afirma que por más de cuarenta años El

laberinto de Octavio Paz ha fascinado a escritores con su discusión polémica sobre la

personalidad y la sociedad del mexicano, lo cual es irónico por la imagen negativa que

éste ofrece. El laberinto no puede ser considerado un estudio serio etnográfico del

mexicano o del pachuco de acuerdo a su expresión metafórica que va más allá de lo

formal de disciplinas como historia, literatura, filosofía, sociología y psicología. Este

autor parece no entender el género que utiliza Paz en el laberinto, el del ensayo.

Opuesto a Katra, Anthony Stanton, en Models of Discourse and Hermeneutics in

Octavio Paz´s El laberinto de la soledad. (2001), afirma que el tipo de género que

maneja Paz en El laberinto es el de un ensayo, ya que es un texto narrativo, con algo de

autobiografía e incluye algo de mito moderno. Es una deconstrucción analítica e irónica

de la identidad individual y colectiva del mexicano. Además, Stanton hace una

exploración bibliográfica de Paz que ayuda a entender sus interpretaciones de la identidad

del mexicano. Mauricio Zabalgoitia Herrera, refuerza la importancia del género literario

en Relectura de El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Reelaboración del género

ensayo desde la enunciación de un sujeto poético y el ejercicio de un estilo individual


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(2010) y hace una lectura de El laberinto basada en aspectos relacionados con las

nociones de género literario y género discursivo, para mostrar cómo en el texto de Paz, el

ejercicio y enunciación de un sujeto poético lleva a cabo una reelaboración tipológica del

genero ensayo, creando un estilo individual que penetra en la historia, en la lengua y en la

literatura de México.

Yvon Grenier, en Octavio Paz: An Intellectual and his Critics (2005) toca un

aspecto diferente del que se ha venido hablando en este ensayo. Ella apunta, en primer

lugar, a lo que significa ser intelectual. Típicamente, un intelectual es alguien a quien se

le reconoce como una fuente legítima por sus reflexiones y recomendaciones en la

política, la moral, y los asuntos económicos. Grenier ve en Paz al intelectual que México

necesitaba y quien ejerció su autoridad intelectual en la segunda mitad del siglo XX, no

sin oposición.

Rubén Gallo, comenta la crítica que hizo Vasconcelos a Paz en The First

Published Review of Octavio Paz’s “The Labyrinth of Solitude” (2006). Gallo analiza

cómo los intelectuales del tiempo de Paz no hicieron ninguna crítica a El Laberinto, cosa

que le parece como un “ninguneo” (1509). El primero en hacer una crítica seria fue José

Vasconcelos, el autor de La Raza Cósmica (1925) y de Ulises Criollo (1935) y uno de los

más influyentes y controversiales intelectuales del periodo postrevolucionario de México

escribió una crítica positiva de El Laberinto de Paz, pero terminó proyectando su propio

punto de vista de conservador, católico, pro-español, contrario a un texto que es más bien

liberal, secular y con cultura local mexicana.

Deborah Cohn en, The Mexican Intelligentsia, 1950-1968: Cosmopolitanism,

National Identity, and The State (2005) examina a un grupo de intelectuales mexicanos de
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las décadas de los cuarentas y cincuentas que promovieron el pensamiento del mexicano,

entre los que figura Paz. Cohn afirma que tanto Ramos como Paz promueven una visión

de lo mexicano destacando lo masculino. En El Laberinto de Paz, se pone al mexicano

como “hijo de la Malinche” e “hijo de la chingada”, quien deberá superar la conquista de

México a través de imponer su masculinidad y probarse a sí mismo como parte de los

“grandes chingones”. Cohn dirá que no obstante el que tanto Ramos como Paz hayan

fundado la identidad del mexicano con estereotipos masculinos, también provocaron

nuevos planteamientos de esto. Cohn también afirma que después de 1968, el debate de

nacionalismo contra cosmopolitismo, y sobre la mexicanidad fue reemplazado por el de

socialismo, revolución, democracia y la relación de los intelectuales con el estado.

Por su parte, Amán Rosales Rodríguez, en Modernidad y progreso: observaciones

sobre el escepticismo histórico en la ensayística de Octavio Paz (2007), expone y

comenta las principales opiniones de Octavio Paz sobre la relación entre modernidad y

progreso. Explica la noción de escepticismo histórico, que viene a ser una pieza clave

para entender la posición filosófica de Paz. También compara su enfoque con respecto al

de otros autores contemporáneos y da algunos comentarios críticos en relación a aspectos

ambientales en la crítica cultural del ensayista mexicano.

Uno de los intelectuales más importantes y actuales de México, Carlos Monsiváis,

quien escribió un libro titulado, Imágenes de la tradición viva (2007), toca en uno de sus

capítulos el tema de El laberinto de la soledad de Paz poniéndolo como parte de la

tradición mítica de México. Monsiváis analizó cómo esta obra de Paz casi de inmediato

se convirtió en un clásico de las indagaciones sobre Lo Mexicano. Monsiváis habla de un

auge de la “psicología del mexicano” que se dio en México por circunstancias políticas
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de 1934 y los años siguientes (la radicalización ideológica de izquierda o derecha que no

admite sectores naturales); la amenaza del nazifascismo que obliga a intensificar la crítica

al racismo; el espaldarazo a las conductas erráticas que otorga el mito de la Identidad

Nacional, la acelerada difusión internacional de las tesis de Freud; “la búsqueda del Ser

Nacional”, una manía latinoamericana. Monsiváis afirma que todo esto se da en el

terrreno de la cultura, porque a las élites les urge el convenio entre lo viejo y lo nuevo con

todo y psicologías flexibles; sin embargo, no es fácil conseguir los elementos de la

Identidad que convengan a los usuarios. Monsiváis se pregunta sobre el dónde encontrar

las claves interpretativas para la Identidad, si en la religión, en la historia, en las

costumbres, o en la impaciencia de los ignorados por las metrópolis.

Otro intelectual importante en México es Enrique Krauze , en La Soledad del

laberinto (2003), observa en El laberinto de Paz su ensayo más original. Krauze afirma

que El laberinto es una lectura crítica de la historia de México y de su idiosincrasia, es

también una visión poética de su naturaleza más profunda. Krauze analiza que nadie en

México, salvo Paz, había visto en la palabra soledad un rasgo constitutivo y esencial de

los mexicanos. Es un pueblo en soledad. Krauze comenta cómo Paz compara el pueblo

mexicano con el estadounidense y que éste es un ser gregario, un “nosotros” antes que un

“yo”, no un átomo sino una constelación. Para Paz, según Krauze, encontrar la

mexicanidad fue una búsqueda que se propuso desde los años cuarenta. La imagen que

usó fue la de una llave capaz de abrir el laberinto y que su nombre era doloroso y

singular: soledad. Krauze hace la conexión de la búsqueda de Paz por la identidad del

mexicano con su propia búsqueda. En su vida personal, Paz sintió la orfandad por la

ausencia de su papá, Octavio Paz Solórzano, quien apoyó al zapatismo y abandonó a su


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familia. La única presencia más sentida en el crecimiento de Paz fue la de su abuelo,

Ireneo Paz, y al morir éste, dejó en él un profundo hueco. Algo más de la soledad de Paz

fue el haber crecido como hijo único y el no haber sido capaz de expresarle a su papá el

afecto que le tenía. Sin embargo, también le lastimó el alcoholismo de su padre y su ser

mujeriego; y se daba cuenta que a su madre la hería más.

Otra cosa que hace Krauze es definir a Paz con una vocación de permanente

búsqueda, con curiosidad universal. Paz era un lector voraz, un filósofo de día y de

noche, en las aulas, los cafés y el tranvía. Lo caracteriza el no tener ligereza ni humor en

su escritos, sino sentido crítico, gravedad e inteligencia. Su soledad la vive como un

proceso que le irá revelando la identidad de su propio espíritu y le irá madurando en su

ser. Krauze examina cómo El laberinto es para Paz una confesión, una búsqueda de sí

mismo. Cuando Paz llega a California, se enfrenta con la extrañeza de los méxico-

americanos “pachucos”, de alguna manera ve que lo que les pasaba a ellos, les pasa a los

mexicanos. Es por eso que inicia su libro de El laberinto tocando su realidad y

analizándola. Por otra parte, analiza Krauze que el capítulo en el que habla de “Los hijos

de la Malinche” es el más autónomo, ya que su tema es el lenguaje. Paz es muy diestro en

el uso de las palabras.

Cuando Paz toca el capítulo V, “Conquista y Colonia”, ve al pueblo azteca en

estado de radical soledad, los “dioses lo han abandonado” (6) . Después de su ruptura

cósmica adviene un orden, sustentado en la religión, la fe católica que les ofrece a los

indios un lugar en el mundo, que les devuelve sentido a su presencia en la tierra, alimenta

sus esperanzas y justifica su vida y su muerte. En cuanto al capítulo VI, “De la

Independencia a la Revolución”, Krauze comenta cómo Paz ve en el siglo XIX un desvío,


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que más bien era un desvarío, por una triple negación de la Reforma. Los principios del

liberalismo europeo eran ideas de una hermosura precisa, estéril y, a la postre, vacía. El

porfirismo no sería sino continuación extrema de esa tendencia: una máscara de

inautenticidad, la simulación convertida en segunda naturaleza y, la filosofía oficial, el

positivismo, que mostró con desnudez los principios liberales, con conceptos

inaplicables, lo que hizo que se perdiera en México la filiación histórica. El camino se

reencuentra con la Revolución según Paz y los intelectuales de su época. Krauze afirma

que las páginas más intensas y apasionadas del libro son las que Paz dedica al evangelio

del zapatismo. La Revolución era muy simple y consistía en la insurgencia de la realidad

mexicana, oprimida por los esquemas del liberalismo tanto como por los abusos de

conservadores y neoconservadores. La Revolución es el lugar histórico de una comunión,

en la que caben todas las palabras de alivio, orden y reconciliación.

Con El Laberinto, Paz llegaba a un plano de reconciliación y diálogo con sus

orígenes, es decir, con su padre; sin embargo, la visión de Paz no es estática. Krauze

afirma que no hay reposo en El Laberinto, porque Paz debe buscarse a sí mismo, no sólo

a su padre en él. Más tarde, analiza Krauze, Paz dice en Posdata (1969) que el mexicano

no es una esencia sino una historia. Paz enfrentó en su vida intelectual una tensión

irresuelta, que es insoluble, comenta Krauze, entre la gravitación de nuestro pasado y el

llamado impostergable de nuestro futuro.

Daniel Lorca, en El método histórico de Paz en El Laberinto (2008), pretende

explicar el tipo de historia que usa Octavio Paz en su obra El Laberinto. Ésta es una

explicación que es necesaria por su concepción de la historia, distinta de la que nosotros

tenemos por la influencia de Foucault que es post-estructuralista y que ha cambiado


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radicalmente con respecto de la que tenía Paz. La meta final de Paz en su libro es la de

ofrecer una explicación histórica de la personalidad de los mexicanos como un pensador

libre y creativo, crítico y en constante búsqueda. Paz quiere entender el porqué de ciertas

actitudes de los mexicanos desde sus raíces históricas. Algo que se tiene que tomar muy

en cuenta es que Paz escribe su libro como un ensayo siguiendo el ejemplo de los

escritores de la tradición del moralismo francés, tradición que también llegó a España con

los escritores de la generación del 98.

Lorca compara las semejanzas entre Miguel de Unamuno y Octavio Paz. Ambos

tienen la idea de que lo que importa en la historia es lo que ésta le signifique a la gente y

la entienden como una serie de creencias e ideas compartidas por el pueblo. Así como Paz

intenta explicar algunos de los mitos mexicanos (como el mito del Gran Chingón, o el del

pachuco, o el de la Malinche), el interés de Unamuno es aclarar el significado del mito

“lo castizo” en Castilla. Los dos pensadores utilizan también el mismo tipo de

psicoanálisis histórico-social. Según Paz, gran parte de los conflictos psíquicos del

mexicano se explican con lo que hizo la iglesia durante la colonia, y según Unamuno, la

forma de ser del castellano se explica en gran parte con lo que los romanos dejaron en el

inconsciente.

Para Lorca, tanto Paz como Unamuno entienden la historia con una concepción

lineal y causativa. La dependencia mutua entre el psicoanálisis y una historia lineal y

causativa no es un círculo vicioso, ni mucho menos hay evidencia independiente para

ambos, ya que son las dos caras de un método.

Posteriormente, Lorca analiza cómo el pensamiento de Foucault por su

arqueología del conocimiento esquematiza la filosofía post-estructuralista; en otras


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palabras, Foucault quiere un tipo de historia que no es teleológica. Foucault busca una

historia de cómo el pensamiento cambia en sí y para descubrir esto no puede admitir un

“horizonte preestablecido”. Primero, quiere una historia que no tenga nada que ver con

los sujetos, y segundo, no quiere una historia que sea necesariamente cíclica. Lo que le

interesa a Foucault es cómo cambian las cosas, cómo el discurso evoluciona para hacerse

diferente. En pocas palabras, afirma Lorca, Foucault descubre el cambio en la historia, y

no lo que permanece. Esto es contrario al método histórico que usó Paz en El laberinto.

Mientras que con el post-estructuralismo no entendemos la historia como un proceso

causativo, el método de Paz se basa en aceptar que en la historia es necesaria la causa y la

personalidad. Con el post-estructuralismo se intenta eliminar la subjetividad asociada con

los discursos, para Paz la historia es un proceso que se arraiga en lo subjetivo.

Alejando Rossi, en 50 años: El laberinto de la soledad (2008), escribe en la

celebración de los 50 años de haberse editado El laberinto de Paz. Rossi comenta cómo

en los años 47 a 49 Paz entró en un período de gran creatividad y mezcló su poesía con la

historia, la crítica literaria con la política. Para él, El laberinto le sirvió al año de haberse

editado como una introducción a México y a su historia, brújula que lo guió y lo orientó

por muchos años. El laberinto habla de historia, amor, religión y arte. Es un texto que

conlleva una autognosis, que desde la confusión individual quiere comenzar a ordenar el

mundo.

A diferencia de Lorca, Rossi ve que para Paz el concepto de historia no es lineal,

sino mítica. El tiempo es detenido, es un instante eterno. Rossi afirmará que una de las

instancias privilegiadas de ese tiempo detenido es el amor, tema privilegiado de Paz. Esa
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manera de ver el tiempo viene de la influencia de la filosofía francesa de Roger Caillois y

Georges Bataille de los años treinta.

Cuando Paz resalta las características de los mexicanos, analiza Rossi, lo hace con

inteligencia aguda. Paz traza esas conductas de manera estupenda y pone a los mexicanos

como elusivos, desconfiados, defensivamente corteses, inmensamente susceptibles,

herméticos, recelosos, miedosos ante cualquier apertura. Para Rossi, esas páginas de El

laberinto son como espejos implacables, de una lucidez sin amparo. Rossi observa en Paz

una búsqueda del grado de autenticidad en las diferentes etapas de la historia de México,

historia que Paz siempre ve confusa, disfrazada, enmascarada, por lo que no es

plenamente auténtica. Paz quiso que el desarrollo en México coincidiera con el

descubrimiento del alma auténtica y concluyera en un gran acto de sinceridad anímica

colectiva e individual.

Al igual que Krauze, Rossi ve que dentro de la Revolución Mexicana Paz cree

que el zapatismo es lo que más se acerca a la autenticidad que anhela el mexicano. Es en

la Revolución que se busca la fundación de un tiempo mítico anterior, ya que éste intenta

revivir la propiedad comunal. La secuencia fundamental que Rossi descubre en El

laberinto de Paz es: autenticidad, revolución, tiempo mítico, edad de oro y zapatismo.

Para una mejor comprensión del pensamiento histórico de Paz debemos tener

algunas referencias críticas de México y América Latina del tiempo que le tocó vivir. Una

obra que aporta en este sentido es la de Marisa Gallego, Teresa Eggers-Brass y Fernanda

Gil Lozano, Historia Latinoamericana 1700-2005: sociedades, culturas, procesos

políticos y económicos (2006). Éste es un libro que va desde el mundo colonial

iberoamericano hasta los procesos de democratización y los nuevos movimientos sociales


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en América Latina. Es una buena referencia histórica rápida para ubicar importantes

elementos sociales, culturales, políticos y económicos en América Latina y el Caribe. Por

otra parte, Heliana Montserrat Huerta y María Flor Chávez Presa, en Tres modelos de

política económica en México durante los últimos sesenta años (2006), buscan dar a

conocer los rasgos que caracterizan a las estrategias económicas para el desarrollo

económico y social de México. Además, quieren mostrar los resultados alcanzados con su

aplicación en cuanto al crecimiento económico, generación de empleos, inflación.

Estelle Tarica, en Inner Life of Mestizo Nationalism (2008), pone la obra de Paz

como un ejemplo de humanidad para los indios y afirma que Paz construye sus

argumentos acerca del carácter nacional del mexicano en el contraste entre mexicanos y

los trabajadores de la industria. Éstos últimos han perdido su irreductibilidad, han llegado

a hacerse transparentes, abstractos y enteramente instrumentalizados por su labor. Paz

reivindica que los mexicanos fueron capaces de resistir esta instrumentalización gracias a

su opacidad enigmática que está en el corazón del carácter mexicano, un enigma que

resulta en parte por la herencia indígena.

María Aidé Hernández, en La democracia mexicana, presa de una cultura

política con rasgos autoritarios / Mexican Democracy, overcome by a Political Culture

with Authoritarism Features (2008), afirma que ha habido pocos avances en la cultura

política democrática en México. Siguen predominando características que no fomentan

una participación autónoma y propositiva. Prevalecen rasgos autoritarios y los pequeños

cambios culturales se han dado en el ámbito electoral. Ahora los ciudadanos consideran el

voto ya no como un derecho, sino como un arma política.


Padilla 19

Una vertiente importante de este ensayo bibliográfico es el de ver la situación de

los migrantes en los Estados Unidos; para esto Abigail Calleja Fernández, en La

discriminación a los mexicanos en Estados Unidos (2005), nos da datos como el de los

25 millones de mexicanos y méxico-americanos que residen en los Estados Unidos. De

esos, 10 millones nacieron en México, y la mitad de ellos son indocumentados. Los

mexicanos en los Estados Unidos son un grupo social históricamente discriminado por

razones de origen nacional, características físicas y de lengua, no obstante lo que aportan

de beneficios económicos y sociales a ambas naciones. El tema importante aquí es el de

la lucha contra la discriminación.

Raat Dirk y Michael Brescia, en Mexico and the United States: Ambivalent vistas

(2010), hacen un excelente recuento de la historia de México y de su relación con los

Estados Unidos. Se puede ver con cuánta frecuencia los Estados Unidos se han

involucrado en la historia política de México y cómo México ha sufrido por ser vecino de

una superpotencia. La mayor parte del libro es la historia con temas recurrentes,

especialmente lo que se refiere a NAFTA (North American Free Trade Agreement).

Genoveva Roldán Dávila, en su tesis doctoral, México y el TLCAN: los

condicionantes de las estrategias y políticas de integración y desarrollo económico de

cara a la migración laboral (1994-2005) (2008), aborda las teorías contemporáneas de la

migración (cap. III) y el mercado laboral México-Estados Unidos. Aspectos históricos

(cap. IV). En el capítulo V habla de la migración México-Estados Unidos, en su

integración y desarrollo. Además habla de la globalización y la trayectoria de la

migración, de la paradoja liberal renovada y la migratio hamp.


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Jorge Durand, en Tres premisas para entender y explicar la migración México-

Estados Unidos (2006), menciona que esas tres premisas son la historicidad, la masividad

y la vecindad. Éstas son lo que puede distinguir a la migración de origen mexicano de

otras tantas, que se dirigen y se han dirigido a Estados Unidos. De hecho, la migración

que ha durado más de cien años a los Estados Unidos es la de México. Este artículo

pretende definir en esencia, lo que constituye el núcleo básico de la migración México-

Estados Unidos, es aquello que lo distingue de otros procesos y, por tanto, lo define como

un fenómeno social particular y diferente.

Rodolfo Rincones, en La frontera México-Estados Unidos: elementos básicos

para su comprensión (2004), afirma que ésta es una relación compleja, de dos países muy

diferentes y que en esta última década, ésta relación no ha sido nada fácil para los

mexicanos. La frontera es lugar telúrico, poroso, vibrante, donde las constantes por parte

de los Estados Unidos de manejar al otro han sido infructuosas. En fin, la frontera es

lugar de tensiones, de encuentros y desencuentros.

Manfred Liebel, en ‘Barrio gangs’ en Estados Unidos: un reto a la sociedad

excluyente (2005), toca esa realidad de las “barrio gangs”, formadas por jóvenes de

origen latinoamericano que se han convertido en una parte ineludible de las culturas

juveniles. Representan los problemas que tienen muchos jóvenes de la segunda, tercera,

cuarta y más generaciones con una sociedad que les excluye y los discrimina. De hecho,

esas “barrio gangs” son efectos del capitalismo o el neo-capitalismo y crean una pseudo-

sociedad que busca regirse a sí misma fuera de la legalidad.

En conclusión, Paz, con gran agudeza y libertad ve cómo la identidad del

mexicano hunde sus raíces en el pasado, en el tiempo de la conquista, cuando españoles e


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indígenas, sin siquiera imaginarlo, dieron origen a una nueva raza, la de los mestizos, los

mexicanos. Paz, por su bagaje cultural, influido por el psicoanálisis, el surrealismo y el

existencialismo, ve que ese surgimiento de una “nueva raza” trae de raíz un trauma, al

considerar al mexicano como un “hijo de la chingada”. Paz, no se queda ahí, su

pensamiento es dinámico y más adelante, en sus reflexiones de México y Estados Unidos,

propone que para que el mexicano avance, ha de reconciliarse con su pasado y abrirse al

mundo que le toca vivir.

Terry Hoy, además de las referencias en su artículo “The search for Mexican

Identity”, incluye The other Mexico: Critique of the Pyramid, para hacer ver la

continuidad del pensamiento de Paz sobre el tema. Además aportó las influencias

intelectuales en el pensamiento de Paz y una comprensión más profunda del contexto

socio-político del México que a Paz le tocó vivir y criticar.

Astorga ve a Paz como un crítico nato, capaz de criticar la filosofía misma. Paz

trata de tejer redes que forman el mundo simbólico y lingüístico que hacen posible la

constitución de la cultura. Dos pensadores críticos que difieren de Paz son Roger Bartra y

William Katra. El primero, Bartra, afirma que los lugares comunes del carácter del

mexicano son estereotipos codificados y que no reflejan la conciencia popular; el

segundo, Katra, critica el tono irónico y negativo hacia los mexicanos que Paz expresa en

El laberinto; además, le parece que la crítica que hace Paz no tiene nada de formal. El

punto es poder comprender el género literario empleado por Paz en el Laberinto, que

tanto Stanton como Zabalgoitia saben apreciar, el cual es el del ensayo, como texto

narrativo, con algo de autobiografía y que incluye el mito moderno, enunciado por un

sujeto poético y con estilo individual. Paz no se preocupa tanto de la formalidad del
Padilla 22

género, como de la importancia de expresar su pensamiento crítico imaginativo. Además,

un tema también importante es el del escepticismo histórico, parte fundamental de la

ensayística de Paz. Ciertamente Paz puede ser más que irónico, alguien que no se detiene

para expresar lo que piensa, cosa que puede herir susceptibilidades.

Él es un pensador crítico sumamente libre. Krauze es quizá el intelectual

mexicano que mejor ha podido entender a Paz. Krauze ve claramente la intención de Paz

de escribir El laberinto. Lo sabe apreciar como un ensayo original y ve su aporte al tocar

como rasgo central del carácter del mexicano, “la soledad”; además, relaciona esa

soledad con la de Paz mismo y analiza cómo logra una reconciliación-comunión al

valorar el zapatismo, movimiento al que se entregó su padre y por el que abandonó su

familia.

Krauze ve en Paz al intelectual que es capaz de escribir un ensayo caracterológico

e histórico de lo mexicano con gravedad e inteligencia y apunta cómo la “soledad” es lo

que ayuda a Paz a irse reconciliando consigo mismo y encontrando su propia identidad.

Lorca, por otra parte ayuda a ver cómo el concepto de historia de Paz sigue una

corriente intelectual de influencia francesa y que la generación del 98 española, sobre

todo Unamuno usa en sus escritos. Para Rossi, más que ver la concepción histórica de

Paz como lineal, la ve como mítica, detenida. Rossi llega a la conclusión de que los

conceptos que Paz maneja de manera secuencial fundamentalmente en El laberinto son

autenticidad, revolución, tiempo mítico, edad de oro y zapatismo. Estos elementos son

fundamentales para la identidad del mexicano. Son parte de su historia. Es lo que va

constituyendo su ser.
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Los mexicanos tienen el gran reto de seguirse interrogando sobre su identidad en

un mundo que les ignora y margina, pero en el que tienen oportunidades para tener un

mejor futuro para sus familias; sin embargo, sigue y seguirá latente la pregunta, ¿cómo

ser mexicanos desde una identidad reconciliada en un país que se resiste a reconocer y

aceptar al “otro”? ¿Cómo ser mexicanos valorándose a sí mismos, superando su complejo

de inferioridad, valorando su cultura y siendo propositivos en un mundo multicultural?

Además, en este ensayo bibliográfico se han incluido obras que ayuden a tener una mejor

comprensión del México de la segunda mitad del siglo XX que a Paz le tocó vivir; así

como el ver una realidad más amplia como es la de América Latina y la de las relaciones

entre México y Estados Unidos. Realidad importante de esta relación es la del tema de la

frontera entre los dos países y los factores que causan la migración de mexicanos al

vecino país.

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