Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017 • ISSN 1666-8987 • Nº 14.

192 • AÑO LV • ED 272

Director:
Guillermo F. Peyrano
Consejo de Redacción:
Gabriel Fernando Limodio
Daniel Alejandro Herrera
Nelson G. A. Cossari
Martín J. Acevedo Miño

D i a r i o d e D o c t r i n a y J u r i s p r u d e n c i a

EL VALOR DE LAS SENTENCIAS DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS Y SU INCIDENCIA EN EL DERECHO ARGENTINO

Análisis y proyecciones a partir del caso “Fontevecchia”
Sumario: I. Introducción. El nuevo orden interno
argentino a partir de la reforma constitucional de
1994. – II. La Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos (Corte IDH) como intérprete del Pacto de San
José de Costa Rica y el carácter vinculante de sus
fallos. – III. Breve evolución de la interpretación de
la primacía del derecho internacional de los DD. HH.
por la CS y el impacto de los fallos de la Corte IDH en
casos significativos contra la Argentina. – IV. El fa-
llo “Fontevecchia” ante la Corte Suprema argentina:
¿Corte vs. Corte? – V. ¿Puede la Corte IDH ordenar
dejar sin efecto una sentencia de la CS? – VI. Hacia
una ampliación de los principios de derecho público en
la Argentina. – VII. Reflexiones finales y proyecciones.
I regionales, el Estado argentino ha aceptado, libre y sobe-
Introducción. El nuevo orden interno argentino a
partir de la reforma constitucional de 1994
La reforma constitucional operada en 1994 sirvió sin
dudas para definir nuevos paradigmas sobre la base de
fuentes que debían ser renovadas, adaptando nuestra Carta
Magna y, por lo tanto, al derecho argentino, a horizontes
fortalecidos desde el respeto universal y regional por de-
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes tra-
bajos publicados en El Derecho: El nuevo Reglamento de la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos, por Rolando E. Gialdino, ED,
200-903; El agotamiento de los recursos internos en la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (1981-2006), por
Sebastián Alejandro Rey, ED, 217-608; Conversación sobre la jurispru-
dencia actual de la Corte Suprema y el control de constitucionalidad,
por Mirtha Abad, EDCO, 2015-539; La Corte Suprema, guardiana de
la Constitución: división de poderes, independencia judicial y protec-
ción de los derechos constitucionales, por Juan Santiago Ylarri, EDCO,
2015-601; El derecho al recurso contra la sentencia absolutoria revo-
cada. Nuevo panorama a partir de los fallos de la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos en los casos “Mohamed vs. Argentina” y
“Mendoza vs. Argentina”, por Laura Isabel Ayala, EDPE, 02/2015-5;
El rol de la Corte Suprema en el cumplimiento de las obligaciones
internacionales por parte del Estado argentino, por María del Rosario
de la Fuente, ED, diario nº 14.124 del 15-2-17; Ejecutando sentencias
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: una contestación de
oficio muy especial, por Estela B. Sacristán, EDCO, diario nº 14.145
del 20-3-17; ¿Puede válidamente la Corte Interamericana obligar a que
una Corte Suprema nacional deje sin efecto una sentencia suya?, por
Néstor Pedro Sagüés, ED, diario nº 14.155 del 4-4-17. Todos los artícu-
los citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
CONTENIDO
DOCTRINA
Análisis y proyecciones a partir del caso “Fontevecchia”, por Marcelo Trucco.............................................................................................................................................. 1
El caso “Fontevecchia” y sus interrogantes, por Luis Emilio Ayuso............................................................................................................................................................... 4
El impacto del derecho internacional de los derechos humanos en el ordenamiento jurídico argentino, por Alejandrina Belén Raduan............................................................... 5
Consideraciones acerca del fallo “Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto s/informe de sentencia dictada en el caso ‘Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina’
FRANQUEO A PAGAR
por Marcelo Trucco
rechos humanos fundamentales orientados a resguardar la
dignidad humana.
El fenómeno de internacionalización de los derechos
humanos, edificado a partir de mediados del siglo XX co-
mo respuesta a las masivas violaciones experimentadas
en la Segunda Guerra, implicó un consenso general sobre
reglas, principios y valores, que, desde allí en adelante,
todos los Estados debían tener en cuenta a los efectos de
garantizar derechos a todas las personas sujetas a su juris-
dicción. Es así entonces que este nuevo escenario proyec-
tado por el derecho internacional de los derechos humanos
se fue irradiando hacia el interior de los países a medida
que los Estados fueron ratificando los compromisos inter-
nacionales, potenciando y enriqueciendo la protección ya
prevista por las normas domésticas.
Desde la reforma de 1994 y la recepción de instrumen-
tos internacionales de derechos humanos universales y
ranamente, un orden interno que ya no puede concebirse
desligado o separado de las obligaciones convencionales
asumidas. Todo forma parte de un nuevo escenario que de-
be apreciarse de manera armónica por el intérprete al mo-
mento de definir soluciones justas. Estamos frente a un Es-
tado constitucional y convencional de derecho que obliga
a una lectura “aggiornada”, actualizada, de los principios
que deben inspirar nuestras normas y políticas, reafirman-
do el protagonismo y centralidad de la persona humana en
las decisiones que deben tomar los poderes del Estado.
La decisión de vincular al país con este orden interna-
cional implicó aceptar reglas de juego coherentes con este
nuevo escenario, en el que los tratados internacionales de
derechos humanos cuentan con órganos propios para inter-
pretar la correcta aplicación a nivel interno de los derechos
garantizados. Así, “las condiciones de vigencia” con que
deben leerse las obligaciones convencionales implican sin
duda resguardar especialmente los estándares pronuncia-
dos por las instancias internacionales, especialmente aque-
llas derivadas de las sentencias emitidas por la Corte IDH.
Ya casi finalizando la segunda década de este siglo
XXI, y a partir del reciente fallo de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación (CS) con relación a dar cumpli-
miento a lo decidido por el tribunal regional en el caso
“Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina” (EDCO, diario
nº 14.145 del 20-3-17), recrudecen nuevos debates que
parecían haberse superado. La relación entre el derecho
interno y el derecho internacional, dualismo vs. monis-
mo, la supremacía constitucional, el orden de prelación
de fuentes, el valor vinculante de los fallos de la Corte
IDH, cuestiones que, repetimos, parecen retrotraer polé-
micas vigentes antes de la reforma constitucional. Será
entonces el objetivo de este breve trabajo reforzar algunos
fundamentos de defensa y vigencia de este orden consti-
tucional y convencional de derecho, reafirmando el valor
de las decisiones de la Corte IDH y desvirtuando algunos
fundamentos dados por la CS que intentan, creemos, restar
eficacia y verdadero valor a dichos pronunciamientos. Fi-
nalmente, esbozaremos algunas proyecciones que pueden
derivarse de esta sentencia, advirtiendo algunos conflictos
y avizorando sus posibles soluciones.
II
La Corte Interamericana de Derechos Humanos
(Corte IDH) como intérprete del Pacto de San José
de Costa Rica y el carácter vinculante de sus fallos
Al momento de ratificar la Convención Americana de
Derechos Humanos (CADH) en 1984, el Estado argentino
no solo se obligó a respetar y garantizar los derechos con-
tenidos en el pacto y demás obligaciones convencionales,
sino que además aceptó la competencia de la Corte IDH,
tribunal regional creado por la Convención. Desde aquella
ratificación, nuestro país aceptó que sea la Corte IDH la
intérprete auténtica, legítima del Pacto. Recordar esto re-
sulta importante, pues conforme la doctrina del control de
convencionalidad, nacida y construida por la propia juris-
prudencia del tribunal interamericano, los tres poderes del
Estado deberán ajustar cualquier regla jurídica doméstica,
decisiones judiciales y demás prácticas estatales no solo a
las normas establecidas en la Convención, sino también a
los estándares de interpretación señalados por la Corte IDH.
En este orden de ideas, resulta que la CS será el máxi-
mo tribunal a nivel nacional, mientras que la Corte IDH lo
será a nivel del sistema de protección interamericano. Esta
interpretación hace que los fallos dictados por la Corte
Suprema nacional haga cosa juzgada en sede local, en un
sentido formal, mas no material, pues, como veremos, en
caso de que esa decisión judicial, aun dictada por la máxi-
ma instancia nacional, viole derechos reconocidos en la
Convención, la Corte Interamericana podrá obligarla a de-
jar esa sentencia sin efectos. De ser así, el fallo de la Corte
IDH hará cosa juzgada internacional.
En relación con el carácter vinculante de los fallos de
la Corte IDH, la CADH es clara cuando dispone en el art.
68.1 que “los Estados Parte en la Convención se compro-
meten a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en

por la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, por Carlos Manuel Abrach Fernández...................................................................................................................... 8
CUENTA Nº 13.547

JURISPRUDENCIA
Corte Suprema
Abogado: Honorarios: créditos. Intereses: Tasa pasiva: art. 61 de la ley 21.839; constitucionalidad (CS, marzo 14-2017)............................................................................... 10
Penal
Recurso de Casación: Inadmisibilidad: cuestiones de hecho y prueba; juicio abreviado; sentencia condenatoria. Reincidencia: Solicitud de declaración de inconstitucionalidad:
CASA CENTRAL
ARGENTINO
CORREO aplicación pactada con antelación (CNCasación Crim. y Correc. de la Capital Federal, Sala de Turno, marzo 27-2017)................................................................................ 11
 2 Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
que sean partes”. Es decir que la obligación de cumplir
con los fallos del tribunal regional es una obligación con-
vencional que ha asumido el Estado argentino. Asimismo,
no debe olvidarse que, conforme el art. 26 de la Conven-
ción de Viena sobre Derecho de los Tratados de 1969, todo
tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido
por ellas de buena fe, regla internacional conocida como
pacta sunt servanda.
El cumplimiento de los fallos de la Corte IDH debe ser
íntegro, total, esto es, el Estado debe cumplir con todas las
medidas de reparación ordenadas por la Corte IDH, sin
poder alegar como excusa atribuirlos a cuestiones internas
del país que le impiden dar cumplimiento a dichas deci-
siones.
A su vez, debe recordarse que las sentencias de la Corte
IDH también tienen un efecto erga omnes, es decir que la
interpretación que el tribunal regional hace de un determi-
nado derecho resulta luego obligatoria como “norma inter-
pretada” para todos los demás Estados parte de la CADH,
de allí la lógica del art. 69 del Pacto, que obliga a notificar
el fallo no solo a las partes en el caso, sino también al
resto de los Estados parte en la Convención a fin de que
estos también tomen conocimiento del caso tratado y en
adelante ajusten sus interpretaciones domésticas conforme
la orientación señalada por la Corte. En este sentido opina
Ayala Corao que “además de los primeros efectos direc-
tos e inmediatos, las sentencias de la Corte Interamericana
también surten efectos indirectos para todos los Estados
parte en la Convención Americana y evidentemente para
las otras víctimas que no hayan sido partes del proceso. En
efecto, las sentencias de la Corte Interamericana estable-
cen interpretaciones auténticas de la Convención Ameri-
cana (y de otros tratados de derechos humanos), las cuales
pasan a formar parte integrante de la Convención misma,
ya que en lo sucesivo esta debe ser leída conforme a la in-
terpretación establecida en dichas decisiones”(1).
La ventaja del sistema interamericano de derechos hu-
manos, a diferencia de otros sistemas regionales y univer-
sales, es que, una vez dictada la sentencia, la propia Corte
IDH tiene competencia para supervisar el cumplimiento
íntegro de ella por parte de los Estados.
De nada serviría obtener sentencias reparadoras, si no
se estableciera conjuntamente un procedimiento para velar
por su cumplimiento efectivo. Dijo la Corte IDH: “Sos-
tener lo contrario significaría afirmar que las sentencias
emitidas por la Corte son meramente declarativas y no
efectivas. El cumplimiento de las reparaciones ordenadas
por el Tribunal en sus decisiones es la materialización de
la justicia para el caso concreto y, por ende, de la juris-
dicción; en caso contrario se estaría atentando contra la
raison d’être de la operación del Tribunal”(2).
Advertimos que a lo largo de la existencia de la Corte
IDH, los Estados han aceptado de buen grado esta función
de supervisión, lo que configura una opinio juris commu-
nis en ese sentido. Como confirmó la propia Corte IDH en
numerosos fallos, la referida opinio juris communis se ha
manifestado en que dichos Estados han mostrado una ac-
titud generalizada y reiterada de aceptación de la función
supervisora de la Corte, lo cual se ha visto clara y amplia-
mente demostrado con la presentación por parte de estos
de los informes que la Corte les ha solicitado, así como
con la observancia de lo resuelto por el Tribunal al impar-
tirles instrucciones o dilucidar aspectos sobre los cuales
existía controversia entre las partes, relativos al cumpli-
miento de las reparaciones(3).
III
Breve evolución de la interpretación de la
­primacía del derecho internacional de los DD. HH.
por la CS y el impacto de los fallos de la Corte
IDH en casos significativos contra la Argentina
La recepción y el efecto vinculante de las sentencias
de la Corte IDH fueron bastante dispares en la jurispru-
(1) Ayala Corao, Carlos M., La ejecución de sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en Estudios constitucionales, Tal-
ca, Universidad de Talca, 2007, año 5, nº 1, pág. 134.
(2) Trucco, Marcelo, La protección transnacional de los derechos
humanos. El valioso aporte de la Corte Interamericana, en Tratado de
los tratados internacionales comentado, Buenos Aires, La Ley, 2011, t.
II, págs. 545 y 546.
(3) Corte IDH, caso “Velásquez Rodríguez”, cumplimiento de senten-
cia, 10-9-96; caso “Godínez Cruz”, cumplimiento de sentencia; caso
de la “Panel Blanca” (“Paniagua Morales y otros”), cumplimiento de
sentencia, del 27-11-03, entre otros.
dencia nacional. Poco antes de la reforma constitucional
de 1994, en el célebre caso “Ekmekdjian c. Sofovich”,
la CS pareció orientar su doctrina a la recepción amplia
de la jurisprudencia internacional, dejando bien a salvo
la primacía con que deberían interpretarse los tratados de
derechos humanos cuando entraran en colisión con las
normas locales. Así, en aquella oportunidad estableció
que “la interpretación del Pacto debe además guiarse por
la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, uno de cuyos objetivos es la interpretación del
Pacto de San José”(4). Al respecto opina Bazán: “La Corte
proporcionó una solución de avanzada y sentó una lauda-
ble doctrina jurídica y axiológica en la materia, que situó a
nuestro país en la vanguardia en Latinoamérica en lo rela-
tivo al nivel de avance jurisprudencial en torno al derecho
internacional de los derechos humanos, su aplicación en
el derecho interno y el seguimiento de los pronunciamien-
tos de la Corte IDH (en casos contencioso u opiniones
consultivas)”(5).
A los dos años de la sentencia “Ekmekdjian”, la CS
parece haber querido dejar a salvo la primacía del orden
constitucional sobre los tratados internacionales ratifica-
dos por la Argentina, al indicar en los casos “Café La Vir-
ginia” y “Fibracca” que los tratados gozaban de jerarquía
superior a las leyes una vez resguardados los principios
de derecho público establecidos en la Constitución Nacio-
nal(6).
Al año siguiente de aprobarse la reforma constitu-
cional, la CS interpretó en “Giroldi”(7) y “Bramajo”(8)
que las “condiciones de vigencia” con que los tratados
de derechos humanos gozan de jerarquía constitucional
“significa(n) el modo como ellos efectivamente rigen en
el ámbito internacional y considerando particularmente
su efectiva aplicación jurisprudencial por los tribunales
internacionales competentes para su interpretación y apli-
cación”; agregó también que “la aludida jurisprudencia
debe servir de guía para la interpretación de los preceptos
convencionales en la medida en que el Estado argentino
reconoció la competencia de la Corte Interamericana para
conocer en todos los casos relativos a la interpretación y
aplicación de la Convención Americana”.
Nótese que, si bien la CS reconoce el carácter obligato-
rio de las sentencias de la Corte IDH, las expresiones uti-
lizadas de “guía para la interpretación” fueron valoradas
por la doctrina como una mención no muy contundente
y un tanto débil del nivel de acatamiento interno del que
debían gozar los pronunciamientos emanados del tribunal
regional.
Sin embargo, a partir del año 2003, con una renovación
importante de los magistrados de la CS, el máximo tribu-
nal local parece, en reiterados casos, reforzar en forma
contundente el carácter vinculante de los fallos de la Corte
IDH. Así, en “Simón” (2005) y más tarde en “Mazzeo”
(2007), la CS no dudó en sostener que la jurisprudencia
de la Corte Interamericana e incluso las directivas de la
Comisión Interamericana constituyen una “imprescindi-
ble pauta de interpretación de los deberes y obligaciones
derivados de la Convención Americana de Derechos Hu-
manos”. Es decir que, desde estos antecedentes hasta el
presente año 2017, parecía que la jurisprudencia de la CS
había evolucionado en el claro e indubitable sentido de re-
conocer categóricamente la obligación de aplicar con va-
lor vinculante los estándares fijados por la jurisprudencia
de la Corte IDH y que tal obligación derivaba claramente
del mandato convencional establecido en la propia CADH.
Por otra parte, en camino de insistir en la necesi-
dad de reivindicar y dejar bien sentado la obligación de
cumplir con las reparaciones que la Corte IDH ordena a
nuestro país a través de sus sentencias, se pueden citar,
a modo de ejemplo, numerosos ejemplos y antecedentes
(4) CS, “Ekmekdjian c. Sofovich s/derecho a réplica”, 7-7-92, Fa-
llos: 315:1492, consid. 21.
(5) Bazán, Víctor, El derecho internacional en la jurisprudencia de
la Corte Suprema de Justicia, con particular énfasis en materia de dere-
chos humanos, Buenos Aires, La Ley, Suplemento Extraordinario Consti-
tucional 75 Aniversario, 2010, pág. 7.
(6) Estas limitaciones establecidas por la jurisprudencia de la CS
promediando la década del noventa resultan significativas porque en
el reciente antecedente “Fontevecchia” regresa un planteo similar al
sostenido en aquel entonces, esta vez, como analizaremos, referido
a la necesidad de que las sentencias de tribunales internacionales no
avasallen esos principios de derecho público constitucional.
(7) CS, “Giroldi, Horacio y otros s/recurso de casación”, 7-4-95,
Fallos: 318:514.
(8) CS, “Bramajo, Hernán J.”, 12-9-96, Fallos: 319:1840.
de normas, prácticas institucionales y aun de decisiones
judiciales que la Argentina tuvo que dejar de aplicar en
virtud de medidas de reparación ordenadas por la Corte
de Costa Rica. Así, por ejemplo, debe recordarse el caso
“Espósito”(9), derivado de la sentencia de la Corte IDH en
el caso “Bulacio”(10), en el que la Corte regional ordenó a
nuestro país dejar sin efecto la decisión pasada en autori-
dad de cosa juzgada a nivel interno de mantener firme la
prescripción de la acción penal, ordenando la reapertura
de la investigación por entender que el Estado argentino
había fallado en su obligación de investigar seriamente los
hechos. Al volver las actuaciones a la CS, esta estableció
que las decisiones de la Corte IDH resultaban de cumpli-
miento obligatorio para el Estado argentino, por lo cual la
CS debía subordinar el contenido de sus decisiones a las
de dicho tribunal internacional.
A su vez, hubo casos contra la Argentina en los que la
Corte IDH la obligó a adaptar normas o procedimientos
judiciales para ajustarlos al cumplimiento de las garantías
del debido proceso, o bien a dejar sin efecto disposiciones
del Código Penal local por delitos que implicaban cer-
cenar o violar el derecho a la libertad de expresión, tal
lo resuelto en “Kimel” en el año 2008(11). Asimismo, en
“Mendoza”(12), la Corte IDH obligó al Estado nacional a
no aplicar en el futuro penas de reclusión perpetua a me-
nores.
Todos estos ejemplos demuestran el impacto y valor
que ha tenido para el país el cumplimiento de sentencias
de la Corte IDH. Muchas prácticas injustas y arbitrarias,
muchas leyes contrarias a derechos garantizados en tra-
tados internacionales, muchas situaciones de abuso insti-
tucional hubieran quedado “firmes” en nuestro país si no
hubiera sido por la intervención de la Corte IDH en su rol
de legítima y final intérprete de la CADH.
IV
El fallo “Fontevecchia” ante la Corte Suprema
argentina: ¿Corte vs. Corte?
Conforme adelantamos en la introducción del presente
trabajo, el fallo de la CS dictado el pasado 14-2-17, en
tanto rechaza dar cumplimiento a ciertas obligaciones de
reparación ordenadas por la Corte IDH, reaviva el debate
sobre los alcances y la obligatoriedad de las decisiones
tomadas por el tribunal regional.
Vale recordar que la CS resolvió dejar firme en el año
2001 la condena civil contra Jorge Fontevecchia y Eduar-
do D’Amico, responsables editoriales de la revista Noti-
cias, por los daños y perjuicios ocasionados al expresiden-
te Carlos Menem, por haber violado su intimidad y pri-
vacidad, originados en publicaciones aparecidas en dicha
revista en la que se hablaba de la existencia de un hijo no
reconocido del entonces expresidente argentino(13).
Agotadas las instancias internas, el caso fue remitido
al sistema interamericano de derechos humanos y en el
año 2011 la Corte IDH determinó(14) que la condena civil
impuesta contra los periodistas confirmada por la CS vio-
laba el derecho a la libertad de expresión receptado por el
art. 13 del Pacto de San José de Costa Rica y ordenó, entre
otras medidas de reparación, dejar sin efecto la sentencia
judicial. A raíz de este mandato internacional, el Ministe-
rio de Relaciones Exteriores argentino envió el caso a la
CS para que el tribunal nacional cumpliera con lo estable-
cido por la Corte IDH.
En forma sorpresiva, la CS entendió que la Corte IDH
no puede ordenarle a la Corte nacional dejar sin efecto una
sentencia que pasó a ser cosa juzgada. Parece ser que el
caso plantea, más allá de algunos fundamentos que anali-
(9) CS, “Espósito, Miguel Ángel s/incidente de prescripción de la
acción penal”, 23-12-04.
(10) Corte IDH, caso “Bulacio vs. Argentina”, Fondo, Reparaciones
y Costas, del 18-9-03, Serie C, Nº 100.
(11) Corte IDH, caso “Kimel vs. Argentina”, Fondo, Reparaciones y
Costas, del 2-5-08, Serie C, Nº 177.
(12) Corte IDH, caso “Mendoza y otros vs. Argentina”, Excepciones
Preliminares, Fondo y Reparaciones, del 14-5-13, Serie C, Nº 260.
(13) Entendió la CS que la difusión de ciertas notas periodísticas
vinculadas con la presunta existencia de un hijo no reconocido de Me-
nem había lesionado en forma ilegítima su derecho a la intimidad, tute-
lado por el art. 19 de la CN, por los arts. 17, párrs. 1º y 2°, del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y 11, párrs. 2° y 3º, de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otras normas, y
confirmó la condena pecuniaria dispuesta por la Cámara Nacional de
Apelaciones, reduciendo los montos de condena.
(14) Corte IDH, caso “Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina”, Fon-
do, Reparaciones y Costas, del 29-11-11, Serie C, Nº 238.

zaremos a continuación, una especie de tensión entre am-
bas cortes: ¿quién tiene la última palabra al momento de
interpretar derechos: la CS o la Corte IDH? En su deci-
sión, daría la impresión de que la Corte argentina pretende
defender su soberanía y su imperium, apoyada en el senti-
do literal del art. 108 de la CN que reza: “El Poder Judicial
de la Nación será ejercido por una Corte Suprema, y por
los demás tribunales inferiores que el Congreso estable-
ciere en el territorio de la Nación”. Entonces, en aras de
defender su “carácter supremo”, la CS puso límites en el
acatamiento de medidas de reparación señaladas por el
tribunal interamericano.
V bunal regional tiene atribuciones para ordenar a un país,
¿Puede la Corte IDH ordenar dejar sin efecto una
sentencia de la CS?
Uno de los principales fundamentos que utiliza la CS es
sostener que la Corte IDH se ha excedido en su competen-
cia, pues no estaría dentro de sus facultades el poder orde-
nar a un tribunal superior de un país dejar sin efecto una
sentencia. Textualmente, sostuvo el voto de la mayoría:
“Por otra parte, la Corte Interamericana, al ordenar dejar
sin efecto la sentencia de esta Corte pasada en autoridad
de cosa juzgada, ha recurrido a un mecanismo restitutivo
que no se encuentra previsto por el texto convencional”
(consid. 12).
Ante todo conviene dejar bien en claro que la Corte
IDH no es un tribunal de apelación que pueda revisar con-
denas dictadas por órganos judiciales internos sin que me-
dien violaciones a derechos o garantías establecidos en la
CADH. En la misma Convención se establece el carácter
subsidiario y complementario del sistema interamerica-
no de derechos humanos. Desde sus primeras sentencias,
la propia Corte IDH ha aclarado que no es una “cuarta
instancia”. La fundamentación de la protección interna-
cional de los derechos humanos radica en la necesidad de
salvaguardar a la víctima del ejercicio arbitrario del poder
público. De ninguna manera la Corte IDH se erige como
ámbito de apreciación de responsabilidades individuales
por la comisión de delitos(15), “no conoce de la inocencia
o culpabilidad del imputado, pues un pronunciamiento de
esa naturaleza compete al tribunal penal interno”(16). Su
función solo se limita a determinar si el Estado violó o no
normas de la CADH, de forma que la Corte IDH no debe
ser confundida con una nueva instancia que pueda revisar
la sentencia de la última instancia nacional(17).
Respecto a la cuestión de la competencia, advertimos,
ante todo, que la CS incurre en un grave error al querer de-
terminar o discutir en una instancia nacional o doméstica
la competencia de un tribunal internacional. No hay discu-
sión en relación con que son los tribunales internacionales
los que fijan su propia competencia y eventualmente “juz-
gan” sus límites y alcances, por lo tanto, una Corte local
no puede decidir lo que un tribunal internacional puede o
no hacer. En numerosos casos la Corte IDH ha reafirmado
la posición de que “la Corte, como todo órgano con fun-
ciones jurisdiccionales, tiene el poder inherente a sus atri-
buciones de determinar el alcance de su propia competen-
cia (…) no puede abdicar de esta prerrogativa, que además
es un deber que impone la Convención Americana, para
ejercer sus funciones según el art. 62.3 de la misma”(18).
En igual sentido, en el caso “Cantos vs. Argentina”, la
Corte IDH señaló que, “en virtud de la regla de la ‘compe-
tencia de la competencia’, establecida tanto en la jurispru-
dencia de esta Corte, como por una práctica arbitral y ju-
dicial uniforme y constante, esta Corte es competente para
conocer del presente caso”. Al respecto agrega Faúndez
(15) Trucco, Marcelo, La protección transnacional…, cit., pág. 509.
(16) Caso “Suárez Rosero”, del 12-11-97, Serie C, Nº 35, párr. 37;
caso “Castillo Petruzzi y otros - Excepciones preliminares”, del 4-9-98,
Serie C, Nº 41, párr. 84.
(17) Cardona Llorens, Jorge, La función contenciosa de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Consideraciones sobre la na-
turaleza jurídica de la función contenciosa de la Corte a la luz de su
jurisprudencia, en Memoria Seminario: El sistema interamericano de
protección de los derechos humanos en el umbral del siglo XXI, 2ª ed.,
San José de Costa Rica, Corte Interamericana de Derechos Humanos,
2003, 750 págs.
(18) Corte IDH, caso “Baena Ricardo y otros vs. Panamá”, Excep-
ciones Preliminares, del 18-11-99, Serie C, Nº 61, párr. 70; Corte IDH,
caso “Hilaire vs. Trinidad y Tobago”, Excepciones Preliminares, del
1-9-01, Serie C, Nº 80, párr. 80; Corte IDH, caso “Constantine y otros
vs. Trinidad y Tobago”, Excepciones Preliminares, del 1-9-01, Serie C,
Nº 82, párr. 71; Corte IDH, caso “Cantos vs. Argentina”, Excepciones
Preliminares, del 7-9-01, Serie C, Nº 85, párr. 21.
Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
Ledesma que “además el citado tribunal entiende que esta
regla ha sido incorporada en el art. 62.3 de la CADH”(19).
Quizás hubiera sido procesalmente correcto que los
abogados representantes del Estado argentino hubieran
discutido la competencia de la Corte IDH para disponer
tales medidas de reparación en el juicio internacional lle-
vado a cabo en Costa Rica, pues allí era el “ámbito” y la
oportunidad procesal para plantearlo. El Estado argentino
no lo discutió en el juicio internacional, por lo tanto, dis-
cutirlo ahora en el ámbito doméstico resulta absolutamen-
te inapropiado.
Ahora bien, una vez aclarado que la CS no pudo ha-
ber discutido la competencia de la Corte IDH, analicemos
igualmente si, en el marco del art. 63 de la CADH, el tri-
como medida de reparación, dejar sin efecto una senten-
cia judicial(20). Recordemos que el art. 63.1 del Pacto reza:
“Cuando decida que hubo violación de un derecho o liber-
tad protegidos en esta Convención, la Corte dispondrá que
se garantice al lesionado en el goce de su derecho o libertad
conculcados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente,
que se reparen las consecuencias de la medida o situación
que ha configurado la vulneración de esos derechos y el
pago de una justa indemnización a la parte lesionada”. Si
la CS busca encontrar “literalmente” la posibilidad de dejar
sin efecto sentencias judiciales como una facultad reme-
dial del tribunal, no lo va a encontrar. Sin embargo, dicha
posibilidad puede claramente inferirse y considerarse im-
plícita, especialmente si la sentencia o el fallo dictado por
el tribunal nacional generó la violación de algún derecho
contemplado en el Pacto, tal cual es la situación en “Fon-
tevecchia”. Entonces, no solo la Corte IDH puede ordenar
dejar sin efecto una sentencia de la CS, sino que ya lo ha
hecho en varias oportunidades, incluso, como observamos
anteriormente, en varios casos contra la Argentina.
VI
Hacia una ampliación de los principios
de derecho público en la Argentina
Otro de los fundamentos utilizados por la CS en “Fon-
tevecchia” radicó en que “dejar sin efecto la sentencia de
esta Corte pasada en autoridad de cosa juzgada es uno
de los supuestos en los que la restitución resulta jurídi-
camente imposible a la luz de los principios fundamenta-
les del derecho público argentino. Desde esta perspectiva
constitucional, el art. 27 de la Carta Magna prescribe ‘el
Gobierno federal está obligado a afianzar sus relaciones
de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio
de tratados que estén en conformidad con los principios
de derecho público establecidos en esta Constitución’. Es-
tos principios reseñados se traducen en el modo en que
deben ser interpretadas las obligaciones asumidas por el
Estado argentino. El constituyente ha consagrado en el art.
27 una esfera de reserva soberana, delimitada por los prin-
cipios de derecho público establecidos en la Constitución
Nacional, a los cuales los tratados internacionales deben
ajustarse y con los cuales deben guardar conformidad (Fa-
llos: 316:1669; entre otros)”(21). Inmediatamente, la Corte
argentina agregó que “entre dichos principios inconmo-
vibles se encuentra, sin duda alguna, el carácter de esta
Corte como órgano supremo y cabeza del Poder Judicial,
conforme surge del art. 108 de la Constitución Nacional
(Fallos: 256:114; 289:193; 318:986; 319:1973; 328:2429;
329:3235, 5913; 330:49, 251; 338:1575; entre muchos
otros). Revocar la sentencia firme dictada por este Tribu-
nal implica privarlo de su carácter de órgano supremo del
Poder Judicial argentino y sustituirlo por un tribunal in-
ternacional, en clara transgresión a los arts. 27 y 108 de la
Constitución Nacional”(22).
(19) Faúndez Ledesma, Héctor, El sistema interamericano de protec-
ción de los derechos humanos: Aspectos institucionales y procesales,
3ª ed., San José de Costa Rica, Instituto Interamericano de Derechos
Humanos, 2004.
(20) Dijo la CS: “Se encuentra fuera de discusión que las sentencias
de la Corte Interamericana, dictadas en procesos contenciosos contra
el Estado argentino son, en principio, de cumplimiento obligatorio para
este (art. 68.1, CADH) (conf. doctrina de Fallos: 327:5668, voto de la
jueza Highton de Nolasco, considerando 6°). Dicha obligatoriedad, sin
embargo, alcanza únicamente a las sentencias dictadas por el tribunal
internacional dentro del marco de sus potestades remediales. En efecto,
es con ese alcance que el Estado argentino se ha obligado internacio-
nalmente a acatar las decisiones de la Corte Interamericana”.
(21) Consid. 16 del voto de la mayoría.
(22) Consid. 17.
3
Puede apreciarse, por un lado, que la CS renueva con
mayor énfasis el carácter supremo de sus decisiones apo-
yándose en el citado art. 108. Al respecto, reiteramos que
no puede sostenerse que la orden de dejar sin efecto la
sentencia doméstica implique, bajo ningún punto de vis-
ta, el reemplazo de la Corte nacional por un tribunal in-
ternacional, tal como se sostiene en el fallo. Insistimos
en el carácter complementario y coadyuvante del sistema
interamericano de derechos humanos, por lo que nunca
estuvo en la finalidad de la Corte IDH ejercer ese tipo
de “influencia” ante los tribunales nacionales. Respecto
al citado art. 108, la intención de la CS de “protegerse” o
“resguardarse” frente a posibles embates de tratados inter-
nacionales no tendría “el escudo” del art. 75, inc. 22, de la
CN, pues, en este caso, los tratados con jerarquía constitu-
cional podrían derogar o afectar normas contenidas en la
segunda parte de la Constitución. El art. 108 se encuentra
precisamente en esta segunda parte.
Pero, por otro, también resulta discutida la invocación
que realiza nuestro Máximo Tribunal en relación con que
aceptar lo dictado por la Corte IDH implicaría afectar
principios de derecho público reconocidos por la propia
Constitución. Parece ser entonces que se renuevan o re-
crean algunos de los debates, ya anticipados, en la juris-
prudencia nacional meses después de la reforma de 1994:
en aquel momento orientados a indagar sobre los límites
de la jerarquía de los tratados internacionales en el orde-
namiento argentino; ahora, los límites en relación con los
alcances de la jurisprudencia obligatoria de la Corte IDH.
La CS recurre como respaldo de su fundamento a una
interpretación histórica de la Constitución originaria de
1853, apoyándose en doctrinas de vieja data, tal la invo-
cación a Luis María Drago o a Joaquín V. González.
La referencia a dichos autores intenta rescatar el espíritu
originario de la Constitución de resguardar principios in-
franqueables de derecho público. Lógicamente, este fun-
damento de nuestra Corte merecería un análisis más de-
tallado, que excede el propósito de este breve comentario,
no obstante puede y debe señalarse que, a nuestro criterio,
la mayoría de la CS recepta en su interpretación la idea
de una Constitución “estatua”, o “testamento”, al decir de
Néstor Sagüés. Para este autor, “el intérprete pasa a ser
una suerte de albacea, en el sentido que únicamente será
leal con la Constitución desde el momento en que cumpla
a pie juntillas las ideas del autor del documento, o sea,
el constituyente histórico”(23). No pensamos que en 1853
el constituyente originario haya tenido especialmente en
cuenta tratados de derechos humanos, ni menos la posi-
ble limitación a pronunciamientos que provengan de tri-
bunales o cortes internacionales. Mas parecería ser que la
previsión del art. 27 se inspiró en limitar la aprobación o
eventual aplicación de tratados de comercio o navegación
que en la época pudieran comprometer aspectos muy sen-
sibles a la soberanía nacional. No obstante, igualmente,
desde 1980 se encuentra vigente la Convención de Viena
sobre derecho de los tratados adoptada en 1969, la cual
sostiene también en su art. 27 la imposibilidad para los
Estados parte de un tratado de poder invocar disposiciones
de su derecho interno para justificar el incumplimiento de
un tratado. Por lo que, aplicando un rápido silogismo, si la
obligación de cumplimiento íntegro de las sentencias de la
Corte IDH está expresamente contemplada en la CADH,
decir luego que no se puede cumplir parte de aquel porque
en ese caso afectaría una norma prevista en la Constitu-
ción argentina, generaría la responsabilidad internacional
de Estado por incumplimiento de la Convención de Viena.
Por el contrario, creemos que los principios de dere-
cho público se han ido renovando, enriqueciendo, ensan-
chando a partir del paso del tiempo, especialmente por el
aporte de nuevos valores y principios receptados por el
país en los tratados internacionales de derechos humanos
y en la jurisprudencia de la Corte IDH. No dudamos de
que los principios de derecho público son muchos más
que los pensados en 1853 como “inamovibles”. Podríamos
pensar: el principio de no regresividad de los derechos
humanos, el principio pro persona, interés superior del ni-
ño, entre tantos otros, ¿no integran también los principios
de derecho público que resguarda nuestra Carta Magna?
Es más, podríamos preguntarnos: ¿la obligación de cum-
plir con las sentencias de la Corte IDH no estaría también
comprendida dentro de los principios de derecho público?
(23) Sagüés, Néstor P., La Constitución bajo tensión, Querétaro,
Instituto de Estudios Constitucionales de Querétaro, 2016, pág. 27.
 4 Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
Compartimos nuevamente con Sagüés que a la idea
de interpretar la Constitución como estatua, o testamento,
debe oponerse claramente la idea de analizar o interpre-
tar nuestro texto constitucional a modo de “Constitución
viviente” (“living constitution”), tesis que supone “rom-
per definitivamente con el textualismo y el originalismo
revisando el concepto mismo de Constitución y el de in-
terpretación constitucional. En concreto, postula la inde-
pendencia de la actual comunidad, tanto del texto original
como de las valoraciones e intenciones del constituyente
histórico. Y en cuanto a la ‘interpretación’, entiende que
en realidad no se trata de ‘interpretar’ un documento –lo
que supone hallar en él el sentido que debe dársele a la
Constitución–, sino de elaborar respuestas jurídicas cons-
titucionales conforme a las necesidades del presente y a
las valoraciones y creencias de la sociedad actual”(24).
En definitiva, pensamos que los “principios de derecho
público” deben estudiarse y analizarse a partir de los nue-
vos paradigmas y de los preceptos actuales por los que se
desenvuelven las normas y reglas jurídicas, esto es, en este
nuevo escenario constitucional y convencional de derecho.
VII
Reflexiones finales y proyecciones
Al haber analizado sucintamente el valor de las senten-
cias de la Corte IDH en el orden interno argentino a la luz
de la reciente sentencia de la CS en “Fontevecchia”, aporta-
remos a modo de conclusiones algunas reflexiones finales:
• Debe quedar claro que las sentencias de la Corte IDH
son obligatorias, vinculantes para el Estado argentino, tal
cual surge expresamente de la CADH y de la aceptación
de la competencia del tribunal regional efectuada por el
Estado argentino al momento de ratificar el Pacto. La
obligación de cumplimiento de dichos fallos es total. No
obstante, y para descartar su aplicación “autómata”, siem-
pre conviene recordar que el principio pro persona sigue
siendo un remedio muy importante para ponderar la me-
jor aplicación e interpretación de derechos reconocidos en
fuentes locales e internacionales, solución incluso prevista
expresamente en el art. 29 de la CADH.
• El actual Estado constitucional y convencional de dere-
cho exige apreciar los principios de derecho público desde
el convencimiento de que estamos frente a una Constitución
viviente, que va mutando y enriqueciendo sus preceptos a
partir de las transformaciones culturales, sociales, históri-
cas, circunstancias que deben ser especialmente tenidas en
cuenta por el intérprete al momento de analizar las dimen-
siones de su texto literal. Los principios emanados del de-
recho internacional de los derechos humanos sin dudas han
reconfigurado y adaptado con nuevos matices los principios
de derecho público originalmente concebidos por el consti-
tuyente originario. La reforma de 1994 implicó, entonces,
aceptar nuevos paradigmas que deben “vivificarse” y acep-
(24) Ídem.
El caso “Fontevecchia” y sus interrogantes
Sumario: 1. Introducción. – 2. El caso. 3. – La pri-
macía limitada. – 4. Consideraciones finales.
1
Introducción
La relación entre el derecho interno de un Estado y el
derecho internacional ha sufrido tensiones a lo largo de la
historia.
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes tra-
bajos publicados en El Derecho: El nuevo Reglamento de la Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos, por Rolando E. Gialdino, ED, 200-
903; Conversación sobre la jurisprudencia actual de la Corte Suprema
y el control de constitucionalidad, por Mirtha Abad, EDCO, 2015-539;
La Corte Suprema, guardiana de la Constitución: división de poderes,
independencia judicial y protección de los derechos constitucionales,
por Juan Santiago Ylarri, EDCO, 2015-601; El rol de la Corte Supre-
ma en el cumplimiento de las obligaciones internacionales por parte
del Estado argentino, por María del Rosario de la Fuente, ED, diario
nº 14.124 del 15-2-17; Ejecutando sentencias de la Corte Interameri-
tarse no solo en las normas o reglas jurídicas, sino funda-
mentalmente en las decisiones adoptadas por los tres pode-
res del Estado, en forma especial, el Poder Judicial. Estos,
en definitiva, son los que expresan en la práctica cotidiana
la voluntad del Estado en el cumplimiento de los compro-
misos internacionales libre y voluntariamente asumidos.
• Deberá pensarse a qué reglas quedó comprometido el
Estado argentino al momento de decidir la recepción en la
Constitución Nacional de los principales tratados de dere-
chos humanos. Al respecto compartimos con Midón que
“incorporar a la Constitución un tratado internacional de
derechos humanos significa atar a la comunidad política a
las definiciones en materia de derechos humanos conteni-
das en la convención internacional. Y ¿qué significa esto
más precisamente? Como mínimo que las autoridades lo-
cales no pueden decidir discrecionalmente que la conven-
ción internacional sea seguida solo en los casos puntuales
los que el sentido de sus normas les resulte adecuado”(25).
• El derecho internacional en general y en particular el
derecho internacional de los derechos humanos deben su
efectividad a la acción de los Estados en su orden interno.
De allí el desafío, como bien sostiene Sagüés, de ver el
Pacto de San José como un “manual de buenos modales” o
bien tenerlo como norma jurídica exigible(26).
• El fallo de la CS en “Fontevecchia” implica un lamen-
table retroceso en relación con el acatamiento que has-
ta este momento habían tenido las decisiones de la Corte
IDH por la jurisprudencia nacional y un debilitamiento de
la doctrina del control de convencionalidad. Nuestro país
había logrado consolidarse en el escenario interamericano
como un Estado cooperador y receptivo del sistema, inclu-
so las propias decisiones adoptadas por la CS al receptar
con generosidad la doctrina del control de convencionali-
dad merecieron la admiración y elogio de distintos tribu-
nales latinoamericanos.
• Habrá que seguir con atención la actitud de la Corte
IDH cuando analice, dentro del marco del mecanismo de
supervisión de sentencias, la negativa de la Corte argenti-
na a cumplir con la integralidad de su fallo. No hay duda
de que, a pesar de esta resistencia, la Argentina sigue in-
curriendo en responsabilidad internacional por incumpli-
miento de una sentencia internacional y, por ende, de la
CADH. En otras palabras, para que el caso “Fontevecchia”
se “cierre” en la instancia internacional, deberá dejarse sin
efecto la condena civil decidida en el ámbito nacional.
• Habrá que esperar a los próximos pronunciamientos
de la CS para saber si el precedente sentado en “Fontevec-
chia” obedece a un claro giro en el modo de interpretar el
acatamiento de los fallos de la Corte IDH, si se trató de un
“lapsus” en el que se eligieron mal los fundamentos para
dejar sentada alguna postura, o bien si esta interpretación
(25) Midón, Mario, Control de convencionalidad, Buenos Aires,
Astrea, 2016, pág. 26.
(26) Sagüés, Néstor P., ¿Puede válidamente la Corte Interamericana
obligar a que una Corte Suprema nacional deje sin efecto una senten-
cia suya?, ED, diario nº 14.155 del 4-4-17.
por Luis Emilio Ayuso
A los fines de su resolución se ha recurrido, por vía in-
terpretativa, a las teorías dualistas y monistas, aun cuando
la primera se refiere a un problema de validez más que de
supremacía(1).
En lo que aquí interesa, ya antes de la reforma constitu-
cional de 1994, esta discusión fue zanjada a favor de una
postura monista con primacía de la Constitución Nacional
por sobre el derecho internacional, pero de este sobre las
demás normas del derecho interno(2), a la que denominare-
mos “teoría de la primacía limitada”.
cana de Derechos Humanos: una contestación de oficio muy especial,
por Estela B. Sacristán, EDCO, diario nº 14.145 del 20-3-17; ¿Puede
válidamente la Corte Interamericana obligar a que una Corte Suprema
nacional deje sin efecto una sentencia suya?, por Néstor Pedro Sagüés,
ED, diario nº 14.155 del 4-4-17. Todos los artículos citados pueden
consultarse en www.elderecho.com.ar.
(1) Ver, al respecto, Toricelli, Maximiliano, Manual de derecho cons-
titucional, Astrea, 2016, pág. 27.
(2) Esta solución fue consagrada en una serie de fallos de la
Corte nacional, tales como “Ekmekdjian c. Sofovich”, Fallos:
se proyecta en el futuro alcanzando ya no solo las senten-
cias de la Corte IDH, sino replanteando la aplicación a
nivel interno de todos los tratados internacionales.
• Un aspecto muy importante para destacar es que, con
su decisión de no querer cumplir con parte de la sentencia,
el Estado argentino está comprometiendo en gran medi-
da el derecho de acceso a la jurisdicción internacional.
Porque el mensaje que se proyecta es que se podrá re-
currir a las instancias internacionales peticionando contra
probables violaciones a derechos humanos fundamentales,
pero quizás, luego, aun cuando se obtengan decisiones fa-
vorables en sede internacional, después dependerá de la
“buena voluntad” de la justicia argentina para efectivizar
las reparaciones que puedan ordenarse. Al respecto y en
relación con la afectación del acceso a la justicia interna-
cional, tiene dicho la propia Corte IDH que “en las sen-
tencias sobre el fondo y las reparaciones y costas, la Corte
Interamericana decide si el Estado es responsable interna-
cionalmente y, cuando lo es, dispone la adopción de una
serie de medidas de reparación para hacer cesar las conse-
cuencias de la violación, garantizar los derechos conculca-
dos, y reparar los daños materiales e inmateriales que las
infracciones produjeron. Como fue expuesto anteriormen-
te (supra párrs. 61 y 62), los Estados responsables tienen
la obligación de cumplir con lo dispuesto en las decisiones
del Tribunal y no pueden invocar razones de orden interno
para no ejecutarlas. Si el Estado responsable no ejecuta en
el ámbito interno las medidas de reparación dispuestas por
la Corte estaría negando el derecho de acceso a la justicia
internacional”(27).
• Finalmente, no puede nunca perderse de vista que es-
tamos analizando derechos humanos fundamentales de las
personas y que estos siempre deben constituir la defensa
y protección efectiva por parte de los Estados. Es así que
debe insistirse en que el principio pro persona siga siendo
la pauta de ponderación para definir situaciones en las que
surja alguna aparente tensión “entre lo nacional y lo inter-
nacional”. Sería una pena reducir el debate a una cuestión
de qué es lo más importante o qué tribunal se impone fren-
te al otro. El planteo de “Corte vs. Corte” debe ser supera-
do y entendido en el sentido de “Corte junto a Corte”. En
ese objetivo, deberán estar comprometidas las instancias
nacionales e internacionales, y ese, en definitiva, debe ser
la guía que ilumine el diálogo entre las jurisdicciones que
conduzca a construir soluciones justas, armónicas, pensa-
das por y para la gente, destinataria final de la protección.
VOCES: CORTE SUPREMA DE LA NACIÓN - DERECHO IN-
TERNACIONAL PÚBLICO - DERECHOS HUMANOS
- ORGANISMOS INTERNACIONALES - TRATADOS
INTERNACIONALES - SENTENCIA - CONSTITU-
CIÓN NACIONAL - DERECHO CONSTITUCIONAL -
ESTADO NACIONAL - DERECHO POLÍTICO - TRA-
TADOS Y CONVENIOS - PRENSA
(27) Corte IDH, caso “Baena Ricardo y otros vs. Panamá”, Compe-
tencia, del 28-11-03, Serie C, Nº 104.
Ahora bien, luego de la reforma constitucional de 1994
se inicia un proceso tendiente a lograr la plena vigencia
del derecho internacional de los derechos humanos.
En el marco de dicho proceso, la jurisprudencia de la
Corte nacional dejó la tesis de la primacía limitada del de-
recho internacional para encaminarse hacia una primacía
absoluta del derecho internacional por sobre el derecho
interno, incluso por sobre la Constitución Nacional(3).
Sin embargo, luego del cambio de composición de la
Corte nacional, se generó el interrogante de si dicho pro-
ceso de primacía del derecho internacional se consolidaría
o si sufriría alguna modificación(4).
Este interrogante toma más fuerza a partir del dictado
del fallo en comentario, dado que se desconoce si estamos
en presencia de un simple parate del proceso antes des-
cripto o si comenzamos un nuevo proceso.
315:1492; “Fibraca”, Fallos: 316:1669 y “Cafés La Virginia”, Fa-
llos: 317:1282.
(3) En apoyo a esta postura pueden mencionarse los casos “Girol-
di”, Fallos: 318:514; “Arancibia Clavel”, Fallos: 327:3294; “Simón”,
Fallos: 328:2056; “Mazzeo”, Fallos: 330:3248; “Rodríguez Pereyra”,
Fallos: 335:2333 y “Codina”, Fallos: 337:1403.
(4) Este interrogante se generó por la propia posición sobre la cues-
tión de los nuevos miembros de la Corte nacional.

Ante esta situación, trataremos de desentrañar dicho di-
lema sin desconocer que, para ello, se deberá seguir aten-
tamente cuál será el rumbo que adopte la Corte nacional
en sus nuevos fallos.
2
El caso
A los fines de despejar los interrogantes planteados re-
sulta necesario describir brevemente los antecedentes.
En el año 2001 la Corte nacional confirmó la sentencia
de Cámara que condenaba a los periodistas D’Amico y
Fontevecchia y a la Editorial Perfil por los daños y per-
juicios causados al expresidente Menem por la difusión
de ciertas notas periodísticas vinculadas con la presunta
existencia de un hijo no reconocido (posteriormente reco-
nocido legalmente).
Ante ello y al haberse pagado la indemnización fijada,
los condenados sometieron el caso al sistema interame-
ricano de protección de derechos humanos en el enten-
dimiento de que la sentencia de la Corte nacional había
vulnerado el derecho a la libertad de pensamiento y de
expresión (art. 13, CADH), lo que generaba la responsabi-
lidad internacional del Estado argentino.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos declaró
que el Estado argentino había violado el derecho a la liber-
tad de expresión de los peticionantes (art. 13, CADH), al
declarar que su propia sentencia implicaba una forma de
reparación del derecho per se y dispuso, además, que el
Estado argentino debía:
a. dejar sin efecto la condena civil impuesta a Jorge
Fontevecchia y Héctor D’Amico, así como todas sus con-
secuencias;
b. publicar un resumen oficial de su sentencia elabora-
do por la Corte Suprema, por una sola vez, en el Diario
Oficial y en un diario de amplia circulación nacional, así
como publicar la sentencia completa de la Corte Interame-
ricana en la página del Centro de Información Judicial de
la Corte Suprema; y
c. entregar las sumas reconocidas en dicho fallo, com-
prensivas del reintegro de los montos de condena, como de
las correspondientes a las reparaciones admitidas en su de-
cisión internacional (daño material, gastos derivados del trá-
mite del proceso interno y del procedimiento internacional).
Resulta oportuno recordar que en el proceso ante la
Corte Interamericana solo intervienen los denunciantes y
el Estado argentino, no el beneficiario de la sentencia local
(Menem).
En virtud de esta sentencia, el Estado argentino inició
internamente el proceso de su cumplimiento al haberse
cumplido lo exigido en el punto b. mencionado y estar en
proceso de cumplimiento el punto c.
El impacto del derecho internacional de los derechos humanos
en el ordenamiento jurídico argentino
Sumario: I. La reforma constitucional de 1994 y el
derecho internacional de los derechos humanos. – II.
La recepción de los tratados internacionales en la ju-
risprudencia de la CS. – III. Los pronunciamientos de la
CIDH. – IV. La aplicación del derecho internacional de
los derechos humanos en la jurisprudencia de la CS. –
V. Reflexiones finales.
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes tra-
bajos publicados en El Derecho: El nuevo Reglamento de la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos, por Rolando E. Gialdino, ED,
200-903; El agotamiento de los recursos internos en la jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (1981-2006), por
Sebastián Alejandro Rey, ED, 217-608; Conversación sobre la jurispru-
dencia actual de la Corte Suprema y el control de constitucionalidad,
por Mirtha Abad, EDCO, 2015-539; La Corte Suprema, guardiana de
la Constitución: división de poderes, independencia judicial y protec-
ción de los derechos constitucionales, por Juan Santiago Ylarri, EDCO,
2015-601; El derecho al recurso contra la sentencia absolutoria revo-
cada. Nuevo panorama a partir de los fallos de la Corte Interameri-
cana de Derechos Humanos en los casos “Mohamed vs. Argentina” y
“Mendoza vs. Argentina”, por Laura Isabel Ayala, EDPE, 02/2015-5;
El derecho de acceso a la información pública en la jurisprudencia de
Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
A su vez, respecto del punto a. –dejar sin efecto la de-
cisión judicial anterior de la Corte nacional–, dado que no
estaba dentro del margen de sus atribuciones, el Ministerio
de Relaciones Exteriores realizó la presentación judicial
para ello, lo que motivó el dictado de la resolución en co-
mentario.
La resolución fue dictada por mayoría, cuatro (Loren-
zetti, Highton, Rosenkrantz en conjunto y Rosatti por su
voto) rechazando la posibilidad de revocar la sentencia
anterior de la Corte y uno a favor (Maqueda).
Los fundamentos brindados para denegar el pedido de
revocación fueron de dos órdenes, uno internacional y otro
interno.
El argumento de fuente internacional fue que lo resuel-
to por la Corte Interamericana de Derechos Humanos ex-
cedía su competencia remedial que establece la Conven-
ción Interamericana de Derechos Humanos (consids. 12
a 14 del voto de la mayoría), y se consagró una cuarta
instancia revisora no prevista.
Y el argumento de fuente interna fue que la decisión de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos de ordenar
a la Corte nacional que dejara sin efecto una sentencia con-
tradice los principios de derecho público argentino, en espe-
cial el art. 108 de la CN en cuanto consagra que la Corte na-
cional es suprema (consids. 16 a 19 del voto de la mayoría).
En definitiva, entendió de imposible cumplimiento la
revocación ordenada a la luz del ordenamiento jurídico
interno, más precisamente de la Constitución Nacional.
En cambio, la minoría entendió que correspondía de-
jar sin efecto la sentencia anterior de la Corte porque los
fallos de la Corte Interamericana resultaban obligatorios
para el Estado argentino sin cortapisas (consids. 3º y 4º).
3
La primacía limitada
Del análisis del voto mayoritario surge la consagración
de una primacía limitada del derecho internacional.
Ello así porque, si bien se reconoce la obligatoriedad
de las decisiones jurisprudenciales de los organismos in-
ternacionales como intérpretes de las normas del derecho
internacional (consid. 6º), se lo hace limitado a que esas
decisiones, en lo que aquí interesa, no vulneren los princi-
pios de derecho público argentino.
Para arribar a dicha conclusión utilizada, más allá de
la fuente internacional, el voto se basó en dos normas del
derecho interno, una el art. 27 de la CN, el cual entiende
que, lejos de haber sido alterado por la reforma de 1994,
fue reafirmado en cuanto a que los principios de derecho
público establecidos en la norma fundamental resultan
un valladar infranqueable para los tratados internaciona-
les (ver consid. 19 del voto de la mayoría), y otra, el art.
por Alejandrina Belén Raduan
I cional, la Argentina había ratificado la Convención Ameri-
La reforma constitucional de 1994 y el derecho
internacional de los derechos humanos
Con la reforma constitucional de 1994 nuestra Constitu-
ción Nacional (CN) asignó como atribución del Congreso
Nacional, por medio del art. 75, inc. 22, la posibilidad de
aprobar o desechar tratados, otorgándoles, en el caso de su
aprobación, jerarquía superior a las leyes. En ese mismo
artículo enumeró una serie de instrumentos internacionales
de derechos humanos (declaraciones, pactos y convencio-
nes universales y regionales), a los cuales les asignó jerar-
quía constitucional, es decir, dentro de nuestra pirámide
jurídica se encuentran por encima de los tratados comunes
(o cualquier tratado que no sea de derechos humanos).
Asimismo, en la última parte del mencionado inciso se
dispuso abrir la posibilidad de que en el futuro otros tra-
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, por Marcelo Trucco,
ED, 268-880; Ejecutando sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos: una contestación de oficio muy especial, por Estela
B. Sacristán, EDCO, diario nº 14.145 del 20-3-17. Todos los artículos
citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
5
75, inc. 22, en cuanto la jerarquización constitucional de
los tratados de derechos humanos, entre ellos la Conven-
ción Interamericana de Derechos Humanos, no implica
derogación de artículo alguno de la primera parte de la
Constitución Nacional y, por ende, primacía automática
del derecho internacional por sobre el derecho interno, por
lo cual el intérprete debe armonizar las normas en juego
(ver consid. 4º del voto del Dr. Rosatti).
Esta primacía limitada del derecho internacional, en-
tendemos, es la que mejor se adecua a la norma constitu-
cional, en especial al art. 75, inc. 22, dado que si el cons-
tituyente hubiese querido plasmar la primacía ilimitada
del derecho internacional, lo hubiera realizado, pero ello
no fue así en virtud de que mantuvo la preeminencia de la
Constitución.
Esta solución coincide con el propio preconstituyente,
quien excluyó de la reforma el art. 27 de la CN(5).
4
Consideraciones finales
Al dejarse de lado la teoría de la primacía ilimitada del
derecho internacional(6), la pregunta es si esta primacía
limitada implica una vuelta a la etapa anterior a la reforma
constitucional(7) o si implica una nueva etapa.
La respuesta parecería ser que comenzamos una nueva
etapa en la que las normas del derecho internacional ya
no tendrían una primacía automática por sobre el derecho
interno, sino que será necesario buscar una solución ar-
moniosa con el texto constitucional en cada caso, siempre
debiendo tenerse en la mira la protección efectiva de los
derechos humanos.
Ello será tarea del Poder Judicial, especialmente de la
Corte Nacional, quienes deberán fijar los justos límites
en materia de derechos humanos sin que ello implique un
retroceso en las políticas públicas.
VOCES: CORTE SUPREMA DE LA NACIÓN - DERECHO IN-
TERNACIONAL PÚBLICO - DERECHOS HUMANOS
- ORGANISMOS INTERNACIONALES - TRATADOS
INTERNACIONALES - SENTENCIA - CONSTITU-
CIÓN NACIONAL - DERECHO CONSTITUCIONAL -
ESTADO NACIONAL - DERECHO POLÍTICO - TRA-
TADOS Y CONVENIOS - PRENSA
(5) En este sentido, Toricelli, Maximiliano, Manual de derecho...,
cit., pág. 34.
(6) Esta postura toma fuerza luego de la reforma constitucional de
1994 y a partir de la interpretación realizada por la Corte nacional
en materia de juzgamiento de los crímenes de la última dictadura, en
especial en “Arancibia Clavel”, Fallos: 327:3294; “Simón”, Fallos:
328:2056 y “Mazzeo”, Fallos: 330:3248.
(7) En especial la doctrina de los casos “Fibraca”, Fallos: 316:1669
y “Cafés La Virginia”, Fallos: 317:1282.
tados y convenciones sobre derechos humanos adquieran
también rango constitucional en virtud de la aprobación
de una mayoría especial de ambas Cámaras. En definitiva,
lo que hizo el constituyente de 1994 fue traer a nuestro
derecho local el derecho internacional de los derechos hu-
manos.
Cabe destacar que mucho antes de la reforma constitu-
cana sobre Derechos Humanos (CADH), nacida en el año
1969 (conocida como Pacto de San José de Costa Rica),
aprobada mediante la ley 23.504 del año 1983. Este tra-
tado resulta fundamental para el esquema interamericano
(regional), pues no solo enumeró una serie de derechos
humanos protegidos, sino que, además, reguló dos órganos
de protección de esos derechos, la Comisión Interamerica-
na de Derechos Humanos (CIDH), ya existente, y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), crea-
da en dicho instrumento.
En virtud de los mencionados organismos, junto con
los comités del sistema universal de derechos humanos (es
decir, aquellos que se encuentran bajo la órbita de Nacio-
nes Unidas), se fue desarrollando el derecho internacional
de los derechos humanos, con tal importancia que nuestra
Corte Suprema ha ido elaborando gran parte de su juris-
prudencia en virtud de lo expresado por ellos, más aún por
la Corte IDH, a tal punto de expedirse, por ejemplo, sobre
la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Fi-
nal o la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humani-
dad, entre otros.
 6 Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
Debe advertirse que históricamente se sostenía la tesis
de la supremacía constitucional, es decir, que se priorizaba
ante todo la Constitución Nacional sobre los tratados in-
ternacionales de derechos humanos. Tesis que actualmente
no encuentra adherencias dentro del derecho internacio-
nal. En efecto, en la actualidad, “un derecho internacio-
nal de los derechos humanos mucho más actualizado, y
prácticamente aceptado hoy día, propone la primacía del
‘mejor derecho’, en el sentido de hacer prevalecer la regla
más favorable al individuo (principio pro persona), sea esa
norma doméstica o internacional. Este postulado es una
directriz tanto de preferencia de normas como de preferen-
cia de interpretaciones”(1).
Esta nueva y actual interpretación de la Constitución en
relación con el derecho internacional de los derechos hu-
manos “conduce a encontrar un nuevo diseño de la Cons-
titución, que pasa a ser, de la ‘constitución nacional’, a la
‘constitución convencionalizada’. La constitución conven-
cionalizada es la Constitución Nacional con dos notas de
actualización: a) depurada de sus cláusulas radicalmente
opuestas a derecho internacional de los derechos huma-
nos, y en particular, del Pacto de San José de Costa Rica
y de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos, que pasan a ser reglas no operativas de la
constitución; b) reciclada conforme aquellos parámetros,
mediante interpretaciones aditivas, sustractivas o mixtas
del contenido del texto constitucional, que la conformen
con aquellos parámetros internacionalistas.
”La constitución convencionalizada, vale decir, confor-
mada, adaptada, completada e integrada, es móvil, desde
el momento que su contenido material (no necesariamente
su texto formal), fluctúa en función de los tratados interna-
cionales que suscriba el Estado y de la jurisprudencia de
la Corte IDH, que generalmente está ampliado el cupo de
derechos del Pacto de San José de Costa Rica, mediante
despliegue y desarrollo de los allí enumerados. Inclusive,
deberá absorber los cambios jurisprudenciales de dicho
Tribunal Regional. Ello impone a los operadores del sis-
tema una constante actualización normativa y jurispruden-
cial (...) La constitución convencionalizada, por último, es
el material que debe trabajar el operador local cuando rea-
liza el control interno de constitucionalidad. En efecto, pa-
ra determinar si una ley, reglamento, decreto o resolución
es o no constitucional, no debe partir de una constitución
autista, sino de la constitución nacional combinada con los
tratados y la jurisprudencia interamericana a que hicimos
referencia. Solamente así podrá emitir un juicio completo
y actualizado de constitucionalidad, respecto del derecho
subconstitucional”(2).
Es decir, con la reforma de 1994 la Constitución Nacio-
nal incorporó con su misma jerarquía, ciertos tratados in-
ternacionales referentes a derechos humanos, lo que gene-
ró su aplicación a cuestiones de derecho interno, abriendo
un panorama jurídico hasta ese momento completamente
desconocido y comprometiéndose a su respeto y aplica-
ción por parte de sus operadores jurídicos, siempre toman-
do como fuente de interpretación el derecho internacional
de los derechos humanos. Y, a su vez, al haber decidido
formar parte del sistema interamericano de derechos hu-
manos, con la adhesión a la Convención Americana de De-
rechos Humanos y la Declaración Americana de los Dere-
chos y Deberes del Hombre, y al aceptar la competencia
contenciosa de la Corte IDH, se obligó a recepcionar la
jurisprudencia de esta última, con su inmediata aplicación
a la jurisprudencia nacional, no solo por la Corte Suprema,
sino también por los demás tribunales nacionales y provin-
ciales y por todos los demás órganos del Estado.
II
La recepción de los tratados internacionales
en la jurisprudencia de la CS
La Argentina ha ratificado muchos tratados internacio-
nales sobre derechos humanos, tanto del sistema universal
como del sistema regional (aquellos que se encuentran den-
tro de la OEA). En lo referente al sistema universal, no nos
detendremos específicamente en su análisis, no obstante
destacar que la CS cita en forma los tratados ratificados en
(1) Sagüés, Néstor P., Derechos constitucionales y derechos huma-
nos. De la Constitución Nacional a la Constitución “convencionaliza-
da”, trabajo insertado en el programa de investigaciones de la Fa-
cultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario de la Universidad
Católica Argentina.
(2) Ídem.
dicho ámbito y también refiere muchas veces, por ejemplo,
a jurisprudencia de otros sistemas regionales, tal el caso de
la jurisprudencia emanada del Tribunal Europeo de Dere-
chos Humanos. El análisis de este trabajo se centrará en el
sistema regional, es decir en la competencia de la CIDH y
de la Corte IDH, de la aplicación de su jurisprudencia y del
acatamiento de sus decisiones respecto de nuestro país.
Debe partirse de la situación de que hasta el año 1984
no contábamos con la CADH. Luego, cuando se retoma la
democracia, se aprueba dicha Convención. Con esa apro-
bación se reconoce la competencia de la Corte IDH en lo
referente a la interpretación y aplicación de la CADH.
Ahora bien, la CADH establece en su art. 68, inc. 1º:
“Los Estados Parte en la Convención se comprometen a
cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean
partes”. Asimismo, el art. 62 establece que los Estados
deben aceptar expresamente la competencia de la Corte
IDH, es decir, “no basta con haber ratificado la CADH
para someter un caso ante la Corte IDH. Por ser la compe-
tencia del Tribunal voluntaria, los Estados deben aceptar
expresamente dicha competencia para que la Corte IDH
pueda intervenir en un caso que se somete a su jurisdic-
ción. Dicha aceptación, puede realizarse por medio de una
declaración al momento del depósito del instrumento de
ratificación o adhesión, o bien, por una convención espe-
cial. Cabe precisar que un Estado no puede retirar solo
la aceptación de la competencia de la Corte IDH y seguir
obligado por la Convención en su conjunto”(3).
Es decir, el Estado primero debe aceptar la competencia
de la Corte IDH, pero, una vez efectuada la aceptación, el
Estado se compromete a cumplir con lo decidido por di-
cho tribunal en los casos en que el país sea parte. Respecto
a este punto, se ha discutido si la CS solo debe seguir la
jurisprudencia de los fallos en los cuales la Argentina es
parte, o bien si también debe respetar la jurisprudencia de
la Corte IDH en general, y se ha entendido, y hasta ahora
la CS no ha dicho lo contrario, que deben seguirse los
lineamientos de la Corte IDH en general, es decir, aun en
aquellos casos en que nuestro país no sea parte del caso.
“En este orden de pensamiento resulta preciso acotar
que el postulado de la buena fe impuesto por el art. 31.1
de la Convención de Viena, dispone que si un Estado firma
un Tratado internacional –particularmente en el ámbito de
los derechos humanos–, tiene la obligación de realizar sus
mejores esfuerzos para aplicar los pronunciamientos de
los órganos supranacionales correspondientes (arts. 1º.1 y
2 de la CADH). Empero, lo cierto es que –como ya quedó
dicho– ninguna norma del Pacto de Costa Rica le da en
forma expresa el carácter extensivo, válido para todos los
asuntos a los decisorios de la Corte IDH. Salvo –reitera-
mos–, para el caso concreto (arts. 62 y 68 del Pacto de San
José). Por ello, para resolver este desideratum es preciso
acudir a la interpretación de los principios y postulados
que reinan en el derecho internacional de los derechos hu-
manos y de la Corte Interamericana.
”La Corte IDH en tiempos cercanos ha abordado nue-
vamente la problemática del efecto vinculante –erga om-
nes– de sus pronunciamientos. El 20 de marzo del año
2013, en la Supervisión del caso Gelman vs. Uruguay,
donde a nuestro modo de ver dio un paso más, llegando
a la conclusión de que sus fallos son también obligatorios
para los Estados que ‘no fueron parte’, con lo que final-
mente terminó por reducir al mínimo lo que se ha dado en
llamar el ‘margen de apreciación nacional’. En el asunto
de marras el excelente voto razonado del juez Eduardo
Ferrer Mac-Gregor Poisot explica este tema al votar en
la Supervisión de Cumplimiento del expediente Gelman
c. Uruguay –ya nombrado–, reiterando lo dicho por sus
colegas añadiendo –con profundidad– sus propias argu-
mentaciones. Alude a la eficacia objetiva de la sentencia
interamericana ‘como norma convencional interpretada’
con una vinculación indirecta erga omnes, esto es, como
estándar interpretativo mínimo de la efectividad de la nor-
ma convencional, siguiendo en parte algunos basamentos
del expresidente del Tribunal, Antônio Augusto Cançado
Trindade, para referirse al efecto de los fallos de la Corte
en asuntos en los que el Estado no fue parte del pleito. El
Voto Razonado aludido pone de relieve la proyección de
la eficacia hermenéutica erga omnes que tiene la sentencia
(3) Trucco, Marcelo (dir.), Convención Americana sobre Derechos
Humanos - Pacto de San José de Costa Rica - Comentada y anotada.
Con mención de jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, Rosario, Juris, abril 2017, pág. 130.
con respecto a todos los Estados que se han plegado al
sistema interamericano. Ello significa –dice– que la tota-
lidad de las autoridades domésticas deben aplicar no solo
el principio convencional –que surge del Tratado–, sino la
norma convencional interpretada (res intrepretata). Esto
es –valga la redundancia–, la hermenéutica que de la mis-
ma ha hecho la Corte IDH (art. 62.1, CADH) que resulta
atrapante (arts. 1.1 y 2º, CADH). Además, el citado sufra-
gio habla de la ‘efectividad mínima’ como piso de marcha
del modelo, ya que del art. 29 del Pacto de San José señala
que si en el ámbito interno surge una protección mayor (es
decir más eficaz) debe ponerse en juego el esquema local
y no el internacional.
”Queda claro entonces que esos decisorios originan –en
principio– efectos no solamente para el país condenado
(vinculación ‘directa’, inter partes), sino también hacia
los Estados que no intervienen en el pleito internacional
(vinculación ‘relativa’, erga omnes), pero solo en la medi-
da de la norma interpretada, no así en la totalidad del fallo.
Salvo que no exista –ya lo dijimos– una interpretación
local más favorable al ser humano en cuya hipótesis vale
la más ventajosa (art. 29, CADH). En suma, según este
elevado criterio –que compartimos– las sentencias del Tri-
bunal Interamericano originan dos tipos de consecuencias,
a saber: una de vinculación ‘directa’ –y obligatoria– para
el país condenado (arts. 62 y 68, CADH); y otra de vincu-
lación ‘relativa’ –erga omnes– para todos los miembros
del modelo interamericano, que no participaron del pro-
ceso. Es por ello que la norma interpretada en la decisión,
no puede ser controvertida en el ámbito doméstico, y que
de serlo, tolera el control de convencionalidad secundario
(subsidiario) por vía de la Corte IDH, que debe declararla
‘inaplicable’, es decir ‘inconvencional’”(4).
Ahora bien, resulta fundamental analizar cuál ha sido
la postura de nuestra CS respecto a las resoluciones de la
CIDH y cómo ha aplicado el derecho internacional de los
derechos humanos en su jurisprudencia.
Cabe recordar que nuestro país ha reconocido expresa-
mente la competencia de la Corte IDH y, a su vez, al ratifi-
car la CADH, ha aceptado que antes de acceder a la Corte
IDH debe recurrirse previamente a la CIDH, ya que solo
la CIDH y los Estados pueden acceder a la Corte IDH;
por ello, resulta evidente que las decisiones que elabore
la CIDH deben ser acatadas y cumplidas por el Estado
argentino, pues sino ningún efecto tendría haber aceptado
su competencia.
Antes de comenzar el análisis, resulta conveniente men-
cionar que los Estados deben adaptar sus normas internas a
los tratados internacionales que ha ratificado, más aún cuan-
do estos tienen jerarquía constitucional, como sucede en
nuestro país. En efecto, todos los órganos del Estado se en-
cuentran obligados a realizar el “control de convencionali-
dad”, es decir, deben analizar en cada caso, ya sea en forma
preventiva o a posteriori, que la norma que deban aplicar no
viole ninguna disposición de las convenciones ratificadas;
incluso el Poder Legislativo al crear una ley debe efectuar
en forma preventiva el control de convencionalidad.
III
Los pronunciamientos de la CIDH
La CIDH no es un órgano judicial, por lo tanto, no dicta
sentencias, sino que emite informes, conclusiones, reco-
mendaciones. Por supuesto que estas tienen un enorme
valor jurídico y moral, pero no resultan ejecutables. Esto
ha generado un gran debate, en el que hay quienes entien-
den que dichas recomendaciones son obligatorias y quie-
nes entienden que esto no es así. De todas formas, resulta
importante mencionar que en muchas ocasiones la CIDH
ha establecido indemnizaciones para las víctimas por vio-
laciones de derechos humanos, es por ello que en cierto
modo podría verse que ejerce funciones jurisdiccionales,
pero, claro está, tal como ya se dijo, estas decisiones no
son ejecutables.
Ahora bien, ¿qué ha sucedido con los pronunciamien-
to de la CIDH en el Estado argentino? La CS en el caso
“Jáuregui” (Fallos: 311:274) había analizado el requisito
de la doble instancia regulado en el art. 8.2.h de la CADH
y entendió que se hallaba satisfecho por la existencia del
(4) Hitters, Juan C., La reforma de la Constitución Argentina de
1994 y los tratados sobre derechos humanos a 20 años de su vigen-
cia, Homenaje al Vigésimo Aniversario de la Reforma Constitucional de
1994, revista Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales,
UNLP, 2014, págs. 11 y 12.

recurso extraordinario ante la Corte (CS). Mucho tiempo
más tarde, en el caso “Maqueda” (Informe de la Comisión
Interamericana, Caso 11.086, 9-2-94), la CIDH dejó sen-
tado que el Estado argentino había violado el art. 8.2.h y, a
la par, el art. 25 de la misma Convención, habida cuenta de
que el recurso de marras no resultaba apto –se dijo enton-
ces– para satisfacer la doble instancia, postura que ratificó
en los casos “Giroldi”, “Abella” y posteriores(5).
En el caso “Giroldi” (Fallos: 318:514), la CS entendió
que “el remedio federal no constituye un remedio eficaz
para la salvaguarda de la garantía de la doble instancia que
debe observarse dentro del marco del proceso penal como
‘garantía mínima’ para ‘toda persona inculpada de delito’
(art. 8º, párr. 2º, apart. h], Convención Americana sobre
Derechos Humanos). Asimismo, dijo: “La jurisprudencia
de los tribunales internacionales competentes para la inter-
pretación y aplicación de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos debe servir de guía para la interpreta-
ción de los preceptos convencionales en la medida en que
el Estado argentino reconoció la competencia de la Corte
Interamericana para conocer en todos los casos relativos a
la interpretación y aplicación de la Convención Americana
(confr. arts. 75 de la Constitución Nacional, 62 y 64 Con-
vención Americana y art. 2º ley 23.054)”. “Para la Corte
Interamericana ‘garantizar’ implica el deber del Estado de
tomar todas las medidas necesarias para remover los obs-
táculos que puedan existir para que los individuos puedan
disfrutar de los derechos que la Convención reconoce. Por
consiguiente, la tolerancia del Estado a circunstancias o
condiciones que impidan a los individuos acceder a los
recursos internos adecuados para proteger sus derechos,
constituye una violación del art. 1.1 de la Convención”.
Asimismo, en el caso “Bramajo” (Fallos: 319:1840), la
CS reconoció expresamente que “resulta de significativa
importancia la opinión de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos al fijar las pautas a tener en cuenta al
reglamentar el ‘plazo razonable de detención sin juzga-
miento’”. Es decir, en este caso se tiene en cuenta, e inclu-
so se aplica, lo dictaminado por la CIDH.
En el caso “Abella”, la CIDH, en su Informe del 18-11-
97, dijo que, si bien la Constitución Nacional no impone la
doble instancia –recordemos que ya había sido modificada
en 1994–, sí lo hace el Pacto de San José de Costa Rica
en el art. 8.2.h, que en virtud de dicha reforma adquirió
jerarquía constitucional (art. 75, inc. 22). Reiteró en él la
Comisión que el recurso federal no es idóneo para la doble
instancia, pues, por regla, no admite el control de los he-
chos ni de la valoración de la prueba(6).
Luego, en “Acosta” (Fallos: 321:3555), la CS, por ma-
yoría, cambió su criterio y entendió que, “si bien por el
principio de buena fe que rige la actuación del Estado ar-
gentino en el cumplimiento de sus compromisos interna-
cionales, aquel debe realizar los mejores esfuerzos para
dar respuesta favorable a las recomendaciones efectuadas
por la comisión, ello no equivale a consagrar como deber
para los jueces el de dar cumplimiento a su contenido,
al no tratarse aquellas de decisiones vinculantes para el
Poder Judicial. Es que la jurisprudencia internacional, por
más novedosa y pertinente que se repute, no podría cons-
tituir un motivo de revisión de las resoluciones judiciales
–equiparable al recurso de revisión–, pues ello afectaría la
estabilidad de las decisiones jurisdiccionales, la que, en la
medida en que constituye un presupuesto ineludible de la
seguridad jurídica, es exigencia del orden público y posee
jerarquía constitucional”.
En el caso “Felicetti” (CS del 21-12-00), la CS, por ma-
yoría, reiteró lo resuelto en “Acosta” citándolo expresa-
mente: “Esta Corte ha reconocido que la jurisprudencia de
los tribunales internacionales competentes para la interpre-
tación y aplicación de las convenciones incorporadas a la
Constitución por el art. 75, inc. 22, segundo párrafo ‘debe
servir de guía para la interpretación de los preceptos con-
vencionales’ (consid. 10). Sin embargo, en relación a las
recomendaciones de la Comisión Interamericana agregó
que ‘si bien por el principio de buena fe que rige la actua-
ción del Estado argentino en el cumplimiento de sus com-
promisos internacionales, aquel debe realizar los mejores
esfuerzos para dar respuesta favorable a las recomendacio-
(5) Hitters, Juan C., ¿Son vinculantes los pronunciamientos de la Co-
misión y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos? (control de
constitucionalidad y convencionalidad), Revista Iberoamericana de De-
recho Procesal Constitucional, nº 10, julio-diciembre 2008, pág. 138.
(6) Ídem.
Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
nes efectuadas por la comisión, ello no equivale a consa-
grar como deber para los jueces el de dar cumplimiento a
su contenido, al no tratarse de decisiones vinculantes para
el Poder Judicial’, y que ‘la jurisprudencia internacional,
por más novedosa y pertinente que se repute, no podría
constituir un motivo de revisión de las resoluciones judi-
ciales –equiparable al recurso de revisión–, pues ello afec-
taría la estabilidad de las decisiones jurisdiccionales, la
que, en la medida en que constituye un presupuesto inelu-
dible de la seguridad jurídica, es exigencia del orden pú-
blico y posee jerarquía constitucional’ (considerando 13).
”7º) Que, por otra parte, en el voto de los jueces Bog-
giano y Bossert expedido en la misma causa, se expuso
–en términos que esta Corte comparte– que la ya aludida
recomendación de la Comisión ‘en modo alguno puede
interpretarse como una recomendación para que se aplique
retroactivamente a las personas involucradas en este caso.
La expresión «en lo sucesivo» no deja lugar a dudas en ese
sentido’.
”8º) Que los criterios jurisprudenciales expuestos se
corresponden con la opinión de la propia Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos, órgano este que, al pro-
nunciarse en la opinión consultiva 13/93 solicitada por la
República Argentina y la República Oriental del Uruguay,
señaló que ‘... la atribución otorgada a la Comisión para
formular recomendaciones a los Estados Miembros para
que adopten medidas progresivas en favor de los derechos
humanos dentro del marco de sus leyes internas y sus pre-
ceptos constitucionales o el compromiso de los Estados
de adoptar las medidas legislativas necesarias para hacer
efectivos los derechos y libertades garantizados por la con-
vención con arreglo a sus procedimientos constitucionales,
no le dan a la Comisión facultad para calificar el cumpli-
miento por el Estado de los preceptos constitucionales en
la elaboración de normas internas...’.
”9º) Que resulta evidente, pues, que la recomendación
de la Comisión Interamericana, cuyos términos fueron re-
producidos en la nota del 11 del mes en curso, no habría
justificado la revisión solicitada por los condenados en la
causa, pues en modo alguno pueden fundar la revisión de
sentencias pasadas en autoridad de cosa juzgada”.
Por último, en el caso “Carranza Latrubesse” (6-8-13)
la CS reconoció la obligatoriedad de las recomendaciones
de la CIDH y del art. 51.2 de la Convención Americana
formuladas en el informe de la Comisión “si dicho resul-
tado es el que impone el ‘sentido’ que debe atribuirse a los
términos de dicho precepto tanto en el ‘contexto’ específi-
co cuanto en el general en que están insertos, atendiendo al
‘objeto y fin’ del régimen de peticiones y de la Convención
Americana en su integralidad y es el que mejor correspon-
de al principio de ‘buena fe’ y al ‘efecto útil’ de dicho ré-
gimen, evitando así el ‘debilitamiento’ del sistema, cuando
no, del propio ser humano al cual está destinado a servir”.
Asimismo, entendió que corresponde rechazar los agravios
del Estado Nacional si, “en virtud del principio de buena
fe, consagrado en el art. 31.1 de la Convención de Vie-
na sobre el Derecho de los Tratados (1969), si un Estado
suscribe y ratifica un tratado internacional, especialmente
si (se) trata de derechos humanos, como es el caso de la
Convención Americana, tiene la obligación de realizar sus
mejores esfuerzos para aplicar las recomendaciones de un
órgano de protección como la Comisión que es, además,
uno de los órganos principales de la Organización de los
Estados Americanos (OEA) (...) la conducta del recurrente
durante los largos años que transcurrieron desde la fecha
del (...) Informe Nº 30/97, no se ha dirigido a dicho objeto
en manera alguna. Tampoco ha alegado la existencia de
obstáculos fácticos o jurídicos en tal sentido. Su defensa
residió, y reside, en ignorar las recomendaciones en juego
y escudarse en que estas carecen de carácter vinculante”.
En virtud de lo desarrollado ut supra, queda claro que las
recomendaciones, informes y conclusiones emanadas de la
CIDH tienen carácter vinculante para el Estado firmante de
la CADH y, más aún, para los jueces que deben aplicar el
derecho interno, pues si estos solo las aplican cuando con-
sideren conveniente según el caso, se estaría desvirtuando
la razón de ser misma del sistema interamericano, abriendo
paso a arbitrariedades y decisiones que pueden atentar con-
tra los derechos humanos de los ciudadanos, reconocidos
en dicho instrumento jurídico para el cual fue creado.
De todas formas puede verse que nuestra CS entendió
que dichos pronunciamientos son “guías interpretativas”,
pero cuesta que reconozca el carácter vinculante u obliga-
torio de ellas.
7
FONDO EDITORIAL
Novedades 2017
María Elisa Petrelli
(coordinadora)
Manual de derecho
de familia
ISBN 978-987-3790-51-5
456 páginas
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IV
La aplicación del derecho internacional de los
derechos humanos en la jurisprudencia de la CS
Debe analizarse ahora cuál fue la postura de la CS ini-
cialmente respecto a los tratados internacionales. En el caso
“Ekmekdjian c. Neustadt” (Fallos: 311:2497, del 1-12-88),
la CS sostuvo una postura dualista, es decir que una norma
de derecho internacional debe ser transformada en norma
de derecho interno para poder ser aplicada en nuestro orde-
namiento jurídico. Más tarde, en “Ekmekdjian c. Sofovich”
(Fallos: 315:1492, del 7-7-92), la CS cambió radicalmente
su jurisprudencia, adoptando una posición monista, es decir
que las normas del derecho internacional y las del derecho
interno forman un único sistema jurídico. Y así lo entendió
al disponer la aplicación directa de la CADH respecto al
derecho de rectificación o respuesta, expresando que “la vio-
lación de un tratado internacional puede acaecer tanto por el
establecimiento de normas internas que prescriban una con-
ducta manifiestamente contraria, cuanto por la omisión de
establecer disposiciones que hagan posible su cumplimien-
to. Ambas situaciones resultarían contradictorias con la pre-
via rectificación internacional del tratado…” (consid. 16).
Luego de estos precedentes, y ya vigente la reforma
constitucional de 1994 en “Giroldi” (Fallos: 318:514, del
7-4-95), la CS sostuvo que la expresión “en las condicio-
nes de su vigencia”, bajo la que adquiere jerarquía cons-
titucional la CADH, significa el modo como ella “efecti-
vamente rige en el ámbito internacional y considerando
particularmente su efectiva aplicación jurisprudencial por
los tribunales internacionales competentes para su inter-
pretación y aplicación” (consid. 11, párr. 1º), de ahí que “la
aludida jurisprudencia deba servir de guía para la interpre-
tación de los preceptos convencionales en la medida en que
el Estado argentino reconoció la competencia de la Corte
IDH para conocer en todos los casos relativos a la interpre-
tación y aplicación de la CADH” (consid. 77, párr. 2º)(7).
En el caso “Cantos” (Fallos: 326:2968, del 21-8-03),
la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a
la República Argentina por violentar los arts. 1.1, 8º y 25
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, al
perjudicar el acceso a la justicia del reclamante, y ordenó
fijar nuevamente de manera razonable los gastos de un
pleito por considerar que los determinados con anteriori-
dad implicaban limitaciones económicas para el acceso a
la justicia. Sin embargo, luego de la condena, el órgano
nacional no dio íntegro cumplimiento al decisorio, invo-
cando razones de “derecho interno” por haberse vulnerado
elementales garantías constitucionales de los peritos invo-
lucrados, quienes no fueron parte del proceso desarrollado
en instancia interamericana(8).
Al año siguiente, en el caso “Espósito” (Fallos:
327:5668, del 23-12-04), la CS retomó el cumplimiento
de los fallos de la Corte IDH, considerando que resultaban
de cumplimiento obligatorio para el Estado argentino (art.
68.1, CADH). Ello en virtud del caso “Bulacio” (Corte
(7) Bazán, Víctor, El derecho internacional de la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia, con particular énfasis en materia de
derechos humanos, Buenos Aires, La Ley, suplemento extraordinario
constitucional, 75 aniversario, agosto 2010, págs. 1 a 17.
(8) Vega, Lorena A. - Vega, Gustavo J., Obligatoriedad de los pre-
cedentes en el sistema argentino, Id SAIJ: DACF150649, 1-6-15.
 8 Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
IDH, caso “Bulacio vs. Argentina”, sentencia de fondo,
reparaciones, y costas, 18-9-03, serie C, Nº 100), en el que
la Corte IDH condenó a la República Argentina por violar
los arts. 4º, 7º, 8º, 25 y 1.1 de la Convención. En este caso
ordenó que se investigara, sancionara a los responsables e
indemnizara a los familiares, sin que pueda obstaculizarse
el cumplimiento de la decisión por disposiciones internas
del Estado, relacionadas con la prescripción de la acción
penal, “pues de lo contrario se restaría eficacia a los me-
canismos de protección internacional de los derechos hu-
manos que los Estados Parte en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos se han obligado a respetar”.
En el caso “Mazzeo” (Fallos: 330:3248, del 13-7-07),
la CS se refirió al control de convencionalidad que deben
llevar adelante los jueces locales respecto de la normativa
local que apliquen, tomando en consideración para ello
no solo el articulado de la CADH, sino también el modo
como esta es interpretada por la Corte IDH(9).
Asimismo, en la causa “Mohamed”, por la cual la Ar-
gentina resultó condenada nuevamente por la Corte IDH
en el año 2012 por violación del derecho del señor Oscar
Alberto Mohamed a recurrir un fallo condenatorio de la
sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Cri-
minal y Correccional, emanado del art. 8.2.h de la Con-
vención Americana, la Corte nacional afianzó esta línea
que venía sosteniendo, al dictar una nueva resolución, el
25-3-15, señalando que “a partir de la reforma constitu-
cional de 1994, y de acuerdo con lo dispuesto en el art.
75, inc. 22, de la norma fundamental, las sentencias de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos pronunciadas
(9) Ídem.
Consideraciones acerca del fallo “Ministerio de Relaciones
Exteriores y Culto s/informe de sentencia dictada
en el caso ‘Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina’
por la Corte Interamericana de Derechos Humanos”
Sumario: I. Introducción. – II. Temas que están fuera de
la discusión. – III. La inexistencia de caso, causa o con-
troversia. – IV. La competencia de la Corte IDH. – V. El
ejercicio deferente de competencias. – VI. Conclusiones.
I de apreciación nacional–, competencias de las cortes y qué
Introducción
El fallo en comentario presenta diversas complejidades
jurídicas que hacen imposible su análisis exhaustivo en un
trabajo de esta extensión(1).
Nota de Redacción: Sobre el tema ver, además, los siguientes traba-
jos publicados en El Derecho: El nuevo Reglamento de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos, por Rolando E. Gialdino, ED, 200-903;
El agotamiento de los recursos internos en la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (1981-2006), por Sebastián Ale-
jandro Rey, ED, 217-608; Conversación sobre la jurisprudencia actual
de la Corte Suprema y el control de constitucionalidad, por Mirtha Abad,
EDCO, 2015-539; La Corte Suprema, guardiana de la Constitución:
división de poderes, independencia judicial y protección de los dere-
chos constitucionales, por Juan Santiago Ylarri, EDCO, 2015-601; El
derecho al recurso contra la sentencia absolutoria revocada. Nuevo
panorama a partir de los fallos de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en los casos “Mohamed vs. Argentina” y “Mendoza vs. Argen-
tina”, por Laura Isabel Ayala, EDPE, 02/2015-5; El derecho de acceso a
la información pública en la jurisprudencia de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, por Marcelo Trucco, ED, 268-880; Ejecutando
sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: una con-
testación de oficio muy especial, por Estela B. Sacristán, EDCO, diario
nº 14.145 del 20-3-17; ¿Puede válidamente la Corte Interamericana
obligar a que una Corte Suprema nacional deje sin efecto una sentencia
suya?, por Néstor Pedro Sagüés, ED, diario nº 14.155 del 4-4-17. To-
dos los artículos citados pueden consultarse en www.elderecho.com.ar.
(*) Abogado. Profesor adjunto de Derecho Constitucional, Derechos
y Garantías Constitucionales y Derecho Político de la Facultad de Dere-
cho y Ciencias Sociales del Rosario de la Universidad Católica Argen-
tina (UCA). Jefe de Trabajos Prácticos de Derecho Constitucional de la
Universidad Nacional de Rosario (UNR).
(1) Estas quedan expuestas en la enorme cantidad de artículos aca-
démicos y opiniones publicadas en torno suyo que reflejan reacciones
de lo más diversas.
en causas en las que el Estado argentino sea parte deben
ser cumplidas por los poderes constituidos en el ámbito de
su competencia y, en consecuencia, son obligatorias para
la Corte Suprema de Justicia de la Nación”(10).
Finalmente, en el reciente caso “Fontevecchia” (CS, del
14-2-17), la CS entendió que no podía dejar sin efecto (tal
como lo ordenó la Corte IDH) un fallo anterior porque
“implicaría transformar a dicho tribunal [haciendo refe-
rencia a la Corte IDH], efectivamente, en una “cuarta ins-
tancia” revisora de las sentencias dictadas por esta Corte,
en clara violación de los principios estructurantes del sis-
tema interamericano y en exceso de las obligaciones con-
vencionalmente asumidas por el Estado argentino al ingre-
sar a dicho sistema”, entre otros argumentos utilizados. Es
decir, que la postura actual de la CS de no acatar en forma
íntegra las sentencias de la Corte IDH, entendemos, resul-
ta una clara violación a la CADH, instrumento con jerar-
quía constitucional en el ordenamiento jurídico argentino.
V
Reflexiones finales
Puede verse que la reforma constitucional de 1994 ha
generado en nuestro derecho un enorme avance en materia
de derechos humanos, pues, en efecto, al haber otorgado
jerarquía constitucional a tratados internacionales referen-
tes a derechos humanos ha colocado, a nivel normativo,
a nuestro país en un estado de absoluto respeto hacia los
seres humanos y a sus ciudadanos en particular. Lo cual
solo puede hacerse en un Estado de derecho de avanzada.
(10) Ídem.
por Carlos Manuel Abrach Fernández(*)
Estas complejidades se reflejan en los distintos enfo-
ques que ha hecho la doctrina al analizarlo, ya que, además
de las temáticas que son enumeradas en los considerandos
del fallo (tales como supremacía constitucional, control de
constitucionalidad y control de convencionalidad –ambos
con sus correspondientes subtemas, por ejemplo, margen
órgano tiene la facultad para analizarlas), también se han
propuesto como temas dentro del debate el de la legitimi-
dad democrática de ambas cortes(2), cuestiones procesales
tales como la ausencia o no de caso(3), el procedimiento
de ejecución de sentencias internacionales(4), los derechos
procesales de quienes no fueron parte del procedimiento
internacional ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (Corte IDH)(5), la superposición de jurisdiccio-
nes de ambas cortes(6), entre tantos otros.
Procuraremos en este artículo analizar solo algunos de
estos problemas y esbozar un comentario en cuanto al que
creemos sería el adecuado límite en que se debe entender el
fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CS), y
también cómo ambas cortes podrían haber ejercido sus res-
pectivas competencias otorgando un trato deferente a la otra.
No obstante, antes de entrar en ello, vale hacer una acla-
ración. En el conflicto entre Constitución Nacional y trata-
dos de derechos humanos, control de constitucionalidad y
(2) Gargarella, Roberto, La autoridad democrática frente a las deci-
siones de la Corte Interamericana, La Ley, 23-2-17.
(3) Sacristán, Estela B., Ejecutando sentencias de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos: una contestación de oficio muy especial,
EDCO, diario nº 14.145 del 20-3-17, pág. 2.
(4) Zuppi, Alberto L. - Dellutri, Rodrigo, Comentario a un diálogo
entre quienes no se escuchan. La decisión de la Corte Suprema en el
caso “Fontevecchia y D’Amico c. República Argentina”, La Ley, 23-2-
17, pág. 22.
(5) Gelli, María A., Los alcances de la obligatoriedad de los fallos
de la Corte Interamericana y la reivindicación simbólica de la Corte
argentina, La Ley, 23-2-17, pág. 5.
(6) Pizzolo, Calógero, ¿Ser “intérprete supremo” en una comunidad
de intérpretes finales?, La Ley, 23-2-17.
Ahora bien, la CS, como máximo intérprete de la CN,
es quien se encarga de aplicar las normas contenidas en
ella para que la CN sea una constitución viviente y no algo
estático, sin valor y sin progreso. Es por ello que preocupa
rotundamente la postura actual de la CS, pues, justamente,
nuestro Máximo Tribunal se caracterizaba, antes del 2017,
por ser un fuerte receptor de los pronunciamientos de los
tribunales internacionales en materia de derechos huma-
nos, por respetar los tratados internacionales firmados y,
más aún, por citar en sus sentencias jurisprudencia de la
Corte IDH, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos,
así como también instrumentos internacionales protectores
de los derechos humanos.
Es por ello que se espera que la CS, con su conforma-
ción actual, revea este criterio sostenido actualmente en el
fallo “Fontevecchia” y recuerde que “la Constitución, con
la magnitud normativa que le es inherente, y los instru-
mentos internacionales sobre derechos humanos confor-
man un cuerpo jurídico que orienta su vigencia hacia un
idéntico sustrato axiológico: la protección y la realización
de los derechos fundamentales”(11). Porque, al fin y al ca-
bo, recordemos que los instrumentos internacionales men-
cionados tienen un único fin, la protección de los derechos
fundamentales de las personas humanas.
VOCES: CORTE SUPREMA DE LA NACIÓN - DERECHO
COMPARADO - DERECHOS HUMANOS - ORGA-
NISMOS INTERNACIONALES - TRATADOS INTER-
NACIONALES - SENTENCIA - CONSTITUCIÓN NA-
CIONAL - DERECHO CONSTITUCIONAL - ESTADO
- DERECHO POLÍTICO - PRENSA
(11) Bazán, Víctor, El derecho internacional..., cit.
control de convencionalidad hallamos en la doctrina algu-
nas posiciones muy firmes y opuestas(7) que son defendi-
das con una pasionalidad tal vez un poco exacerbada, que,
naturalmente, dificultan el debate y que Sagüés las deno-
mina, por un lado, “constitucionalismo nacional absoluto”
y, por el otro, “internacionalismo fundamentalista, intransi-
gente o talibánico”(8). Trataremos de evitar estos extremos.
II
Temas que están fuera de la discusión
Previamente y a los fines de despejar algunas incer-
tidumbres, queremos reseñar ciertas cuestiones que con-
sideramos no fueron puestas en discusión por la CS en
este fallo, a pesar de que en los dos primeros puntos que
mencionaremos se configura un cambio de enfoque en la
doctrina que esta estaba sosteniendo hasta el momento.
En primer lugar, no se encuentra en cuestión la jerar-
quía constitucional de los tratados de derechos humanos
enumerados por el art. 75, inc. 22, de la CN, como los
jerarquizados con posterioridad a la reforma de 1994.
No obstante, sí sostiene la CS que estos tratados no
derogan artículo alguno de la primera parte de la Consti-
tución (consid. 19 del voto de la mayoría), o que no se los
puede hacer prevalecer automáticamente sobre el ordena-
miento constitucional sin escrutinio alguno (consid. 5º del
voto del Dr. Rosatti), marcando una variación en el criterio
de primacía absoluta del derecho internacional(9) que sos-
tuvo hasta el reciente cambio de composición(10).
En segundo lugar, tampoco niega el carácter vinculante
de las sentencias de la Corte IDH en los procesos conten-
ciosos en que el Estado argentino sea parte, el cual reitera
en los consids. 6º y 20 del voto de la mayoría, pero lógica-
mente limitado a las competencias materiales propias de la
Corte IDH.
Y, en tercer lugar, no se cuestiona en el fallo la interpre-
tación del derecho de fondo que realiza la Corte IDH, reco-
nociéndole sin miramientos sus facultades como intérprete
final de la CADH (consid. 8º del voto del Dr. Rosatti).
(7) Al estilo del “clarismo” expuesto por Diego Gambetta (cfr. “¡Cla-
ro!”: Ensayo sobre el machismo discursivo, en Elster, Jon, La democra-
cia deliberativa, Barcelona, Gedisa, 2000).
(8) Sagüés, Néstor P., ¿Puede válidamente la Corte Interamericana
obligar a que una Corte Suprema nacional deje sin efecto una senten-
cia suya?, ED, diario nº 14.155 del 4-4-17, pág. 4.
(9) Cfr. Ayuso, Luis E., El caso “Fontevecchia” y sus interrogantes,
en este mismo diario, pág. 4.
(10) Por ejemplo, en los casos “Arancibia Clavel”, Fallos: 327:3294;
“Simón”, Fallos: 328:2056; “Mazzeo”, Fallos: 330:3248, entre otros.

III
La inexistencia de caso, causa o controversia
De los temas señalados en la Introducción nos vamos a
centrar en las dos cuestiones que nos llamaron la atención
desde la primera lectura que hicimos del fallo.
La primera, referida a la inexistencia de caso, causa o
controversia, que desarrollaremos en este punto, y la se-
gunda, referida al alcance de la competencia de la Corte
IDH, que analizaremos en el punto siguiente.
Como sabemos, conforme el art. 2º de la ley 27, la CS
“solo ejerce jurisdicción en los casos contenciosos en que
es requerida por instancia de parte”, e interpretando es-
ta disposición, ha dicho que, para poder expedirse, debe
presentarse ante sus estrados y para su resolución, un ca-
so, causa o controversia, el cual debe reunir los siguientes
requisitos: a) la existencia de dos partes con intereses con-
trapuestos, b) que busquen la resolución de un conflicto ju-
rídico y c) que la cuestión por resolver no sea una facultad
privativa de otro de los órganos de gobierno (o cuestión
política no justiciable), puesto que se encuentra debatido
si la legitimación procesal activa forma parte o no del con-
cepto de caso, ya que la jurisprudencia de la CS no es li-
neal en este sentido y en doctrina las voces son dispares(11).
La decisión(12) tomada por la CS en “Ministerio” se ori-
gina por un oficio que recibe el 29-11-11 proveniente de
la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Re-
laciones Exteriores y Culto, en el cual se le hacía saber al
Máximo Tribunal que la Secretaría de Derechos Humanos
le pedía que diera cumplimiento, “en lo que corresponda
y de conformidad con la competencia asignada”, a la sen-
tencia dictada por la Corte IDH en el caso “Fontevecchia y
D’Amico vs. Argentina”, ya que dicho oficio es una misi-
va oficial del Ministerio a la CS(13).
La CS le corrió vista de las actuaciones a la Procura-
ción General de la Nación, luego se le corrió traslado a
Carlos S. Menem (por haber sido el actor del caso que
motivó luego la intervención de la Corte IDH, atento los
efectos que podría tener el fallo de la CS sobre sus dere-
chos), quien contestó el traslado afirmando que “no había
sido parte en el juicio internacional” y, cumplida esta sus-
tanciación, la CS entendió que los autos se encontraban en
condiciones de resolver(14).
Aplicando el criterio antes reseñado de la CS sobre los
requisitos para la existencia de “caso”, vemos que no se
cumple con el primero de ellos, o sea, no hay dos partes
con intereses contrapuestos, ya que, por un lado, tenemos
al Ministerio de Relaciones Exteriores, que origina las
actuaciones pretendiendo que la CS exprese cómo va a
cumplir con la sentencia de la Corte IDH, y por el otro,
el aparente contradictor sería Carlos S. Menem, quien no
manifiesta interés en la resolución que tomará la CS.
No obstante, entendemos que la CS corrió traslado a
Carlos S. Menem a los efectos de subsanar la ausencia
de contradictor, en una situación similar a la que se había
presentado en el caso “Prestaciones Médicas Asistencia-
les S.A.”(15).
Por lo tanto, consideramos que la CS podría haberse
limitado a responderle el oficio al Ministerio de Relacio-
nes Exteriores, indicándole cuáles son los límites de su
actuación, esto es, que solo podría analizar la forma de dar
cumplimiento a la sentencia de la Corte IDH frente al pe-
dido de parte interesada dentro de un proceso contencioso.
Al haber dictado esta sentencia/resolución/decisorio cae
en una paradoja, ya que se niega a aplicar el fallo de la Cor-
(11) Cfr. Toricelli, Maximiliano, Organización constitucional del po-
der, Buenos Aires, Astrea, 2010, t. I, pág. 96.
(12) No es sencillo enmarcar jurídicamente la actividad desarrolla-
da por la CS en el fallo en comentario y, en consecuencia, determinar
frente a qué tipo de acto jurídico nos encontramos. Por esta indetermi-
nación optamos por el vocablo “decisión” en lugar de “resolución”,
“fallo” o “sentencia”.
(13) Cfr. Sacristán, Estela B., Ejecutando sentencias…, cit., pág. 4.
(14) Sacristán hace un análisis de la competencia ejercida por la
CS y resume las hipótesis en las siguientes: a) contestación de un oficio,
b) resolución de un recurso, c) conocimiento originario y d) resolución
de una cuestión de competencia no penal, considerando que la opción
más viable sería la c).
(15) Fallos: 319:1363. En este caso, la parte actora –Prestaciones
Médicas Asistenciales S.A.– buscaba determinar si tenía validez la
renuncia de una persona a la que le realizaran transfusiones de sangre
por motivos religiosos; el juez de primera instancia le corrió traslado al
paciente, el cual no era contradictor, ya que su pretensión era idéntica
a la de Prestaciones Médicas. A pesar de esto, la CS considera que
con el traslado corrido al paciente se cumple el requisito de “existencia
de partes”, con votos en disidencia de los Dres. Moliné O’Connor, Pe-
tracchi y Bossert, quienes sostuvieron la ausencia de caso.
Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
te IDH atento a que se excedió en sus competencias, exce-
diéndose ella misma al actuar fuera de un caso judicial.
No obstante, y a los fines prácticos, al estar dictada y
firme la sentencia dentro del caso “Ministerio”, poco im-
portan ahora, a los efectos prácticos, estas consideraciones
teóricas.
IV
La competencia de la Corte IDH
El argumento central del voto de la mayoría gira en
torno de la competencia de la Corte IDH para ordenar que
se deje sin efecto una sentencia de la Corte nacional, sos-
teniendo que esta facultad escapa a la “competencia reme-
dial” que establece la Convención Americana de Derechos
Humanos y que, así, se convertiría en una “cuarta instan-
cia” de revisión, situación no prevista ni querida por la
Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) ni
por la Corte IDH(16).
Sagüés explica que, “en materia de competencias, es el
propio órgano actuante (dicha Corte Interamericana) el a
su vez competente para entenderlas e interpretarlas, según
doctrina aceptada por el derecho internacional”(17).
Volviendo al desarrollo argumentativo de la CS, añade
otro fundamento basado en el derecho interno sosteniendo
que el art. 27 de la CN establece que los tratados interna-
cionales que suscriba el Estado argentino deben respetar
los principios de derecho público de la Constitución(18),
entre los que se encuentra el carácter de suprema de la CS
que le asigna el art. 108 de la CN, el cual perdería si se
le reconociera a la Corte IDH la facultad de revocar sus
sentencias.
No obstante, frente al argumento del art. 27 de la CN,
se responde tradicionalmente con el art. 27 de la Conven-
ción de Viena de los Tratados (CVT), en cuanto prohíbe a
los Estados negarse a cumplir los tratados suscriptos ale-
gando disposiciones de derecho interno –concepto que por
supuesto incluye a las constituciones nacionales–, salvo
grave incompetencia a la hora de celebrarlo(19).
Y, a su vez, el contraargumento radica en el segundo
párrafo del art. 75, inc. 22, de la CN, que establece que
los tratados en general tienen jerarquía superior a las leyes
pero infraconstitucional, y siendo la CVT un tratado “co-
mún”, no jerarquizado constitucionalmente, se encuentra,
por lo tanto, subordinado a la Constitución Nacional(20).
Frente a esto, Sola, González Tocci y Caminos ob-
servan que ambos son “[argumentos] completamente cir-
culares. Para romper esa circularidad, es necesario recurrir
a argumentos externos, tanto a la Constitución Nacional
como al Derecho Internacional, que nos permitan expli-
car la jerarquía entre ellos…” y que “la cuestión es la de
establecer cuál de los dos procesos de toma de decisiones
en juego, el nacional o el interamericano, está en mejo-
res condiciones para producir decisiones definitivas res-
petuosas de los derechos humanos en la solución de casos
concretos”(21).
El art. 62.3 de la CADH establece: “La Corte tiene
competencia para conocer de cualquier caso relativo a la
interpretación y aplicación de las disposiciones de esta
Convención que le sea sometido”.
De allí se desprende que las decisiones de la Corte IDH
deben limitar sus efectos al “caso”, concepto al que le po-
demos dar el mismo alcance que el reseñado en el punto
anterior. En consecuencia, los límites subjetivos de la sen-
tencia estarán dados por quienes intervinieron en el proce-
dimiento internacional.
Por su parte, el art. 63.1 de la CADH dice: “Cuando de-
cida que hubo violación de un derecho o libertad protegi-
dos en esta Convención, la Corte dispondrá que se garanti-
ce al lesionado en el goce de su derecho o libertad concul-
cados. Dispondrá asimismo, si ello fuera procedente, que
se reparen las consecuencias de la medida o situación que
ha configurado la vulneración de esos derechos y el pago
de una justa indemnización a la parte lesionada”.
(16) Consids. 11 y 12 del fallo comentado.
(17) Sagüés, Néstor P., ¿Puede válidamente…, cit., pág. 3 y nota
al pie 13.
(18) Así, de este art. 27 de la CN podría extraerse el principio de
“margen de apreciación nacional” a favor del Estado argentino al mo-
mento de aplicar un tratado internacional.
(19) Art. 46 de la CVT.
(20) Santiago, Alfonso, ¿Desobediencia debida? ¿Quién tiene la
última palabra?, LL, 2017-A-472.
(21) Sola, Juan V. - González Tocci, Lorena - Caminos, Pedro A.,
La Corte Suprema y la Corte Interamericana, La Ley, 23-2-17, pág. 20.
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En el caso “Fontevecchia”, al encontrarse violada la
libertad de expresión, consideramos que la sola declara-
ción por parte de la Corte IDH de que las sentencias de
los tribunales nacionales aplican erróneamente los prin-
cipios de la CADH resulta suficiente para garantizar el
derecho, ya que esta declaración implicaba la nulidad por
inconvencional de las sentencias, y con una indemnización
integral a favor de los damnnificados quedan reparadas las
consecuencias de esa vulneración al compensar la indem-
nización que pagaron los demandados dentro del proceso
nacional y los gastos y costas que debieron afrontar por
esta condena.
En consecuencia, la Corte IDH, al ordenar “que el Es-
tado debe dejar sin efecto dichas sentencias en todos sus
extremos, incluyendo, en su caso, los alcances que estas
tengan respecto de terceros…”(22), se excedió de las facul-
tades que le reconoce la CADH, al extender los efectos de
la sentencia a quienes no fueron parte del caso internacio-
nal y al decidir que se revoquen las decisiones de las sen-
tencias nacionales porque van más allá de la reparación de
las consecuencias generadas por estas últimas.
V
El ejercicio deferente de competencias
Creemos que ambas cortes podrían haber emitido resolu-
ciones más respetuosas a su par, lejos del conflicto y dialo-
gando en cuanto a la mejor forma de efectivizar los derechos
conculcados a Fontevecchia, D’Amico y Editorial Perfil.
Por el lado de la Corte IDH, debemos tener en cuenta
que, si actúa dentro de “casos”, el efecto de sus decisiones
debería tener solo alcance a las partes del caso internacio-
nal y no involucrar a terceros que puedan haber sido parte
en los procedimientos locales (por ejemplo, Menem en
el caso “Fontevecchia”), porque de esta manera se termi-
na violando el derecho (constitucional y convencional) de
­defensa en juicio de estos terceros.
Al ordenar “que el Estado debe dejar sin efecto dichas
sentencias en todos sus extremos, incluyendo, en su caso,
los alcances que éstas tengan respecto de terceros…”(23),
le está exigiendo al Estado argentino que viole su Cons-
titución y la CADH, lo cual podría entenderse como una
“sentencia aberrante”, en terminología de Sagüés(24), o de
imposible cumplimiento.
Por otro lado, exigirle a la cabeza del Poder Judicial
de un Estado democrático que deje sin efecto sus propias
decisiones no demuestra un trato respetuoso hacia ese Es-
tado sino, más bien, una desconfianza a su capacidad para
respetar y hacer cumplir los derechos de la CADH, y se
inmiscuye en la estructura interna de los poderes del Esta-
do. Este accionar se podría justificar frente a Estados con
democracias débiles (por ejemplo, Perú durante el gobier-
no de Fujimori), pero resulta cuestionable frente a Estados
con democracias e instituciones más consolidadas.
Además de lo expuesto, si consideramos que el efecto
de la sentencia de la Corte IDH es la nulidad de la norma o
acto inconvencional, resulta innecesario que la CS revoque
(22) Corte IDH, “Fontevecchia y D’Amico vs. Argentina”, Fondo,
Reparaciones y Costas, del 29-11-11, Serie C, Nº 238, párr. 105.
(23) Ídem.
(24) Sagüés, Néstor P., ¿Puede válidamente…, cit., pág. 3 y nota
al pie 18.
10 Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017
su sentencia porque se debe considerar como si nunca hu-
biera existido(25), o sea, no hay nada que revocar y la orden
de la Corte IDH en este sentido es absurda.
En relación con la CS, como ya expusimos en el punto
III, no tendría que haber dictado sentencia en el presente
al no configurarse caso judicial.
Podemos agregar, como sostiene Gargarella, que co-
mo parte del diálogo que propone Rosatti, habría sido más
coherente “reconocer el valor de lo dicho por la Corte Inte-
ramericana en relación con el caso ‘Fontevecchia’ (…) [y]
debió ‘revocar’ su sentencia anterior, pero no por la ‘orden’
recibida desde la Corte Interamericana, ni por ser un tribu-
nal ‘sometido’ a la autoridad suprema de aquella. Debió
hacerlo porque la Corte Interamericana afirmaba algo razo-
nable, que el propio derecho argentino hoy reconoce como
razonable, en relación con el carácter impropio de lo deci-
dido originariamente por el máximo tribunal argentino, en
torno a la ‘condena civil’ que se le impusiera a Fontevec-
chia. ¡De eso se trata el diálogo! Se trata de aceptar el peso
de lo dicho por nuestro interlocutor, cuando él nos ofrece
un argumento razonable, y modificar en consecuencia la
propia postura. De lo contrario, decimos que dialogamos
pero en realidad mostramos que estamos por completo in-
dispuestos a cambiar nuestra postura, aun cuando la sabe-
mos equivocada. Esa actitud sería justamente la contraria
a la actitud propia del diálogo judicial que invocamos”(26).
No obstante, esto no elimina el problema de cómo ex-
tender el efecto de las sentencias internacionales a terceros
que no fueron parte de estos procesos sin violar su derecho
de defensa en juicio.
VI
Conclusiones
El fallo comentado ha generado polémicas, comenta-
rios muy críticos y fervorosos defensores, producto de un
sobredimensionamiento de sus posibles efectos en casos
posteriores.
La CS claramente estableció la jerarquía constitucional
de los tratados de derechos humanos y la vinculación de
las sentencias de la Corte IDH.
Sin perjuicio de esta afirmación, también es claro que
quiso salvaguardar su autoridad de la expansión que esta úl-
tima viene realizando de sus propias competencias, que no
se muestra respetuosa de las instituciones locales y que, a
su vez, compromete derechos constitucionales y convencio-
nales de terceros que no han sido parte del proceso interna-
cional y no han tenido derecho a ser oídos ni de defenderse.
No obstante, consideramos que no se deben sobredi-
mensionar los efectos de la sentencia de la CS y arribar
a consideraciones catastróficas afirmando que, a partir de
ella, la Corte nacional se niega a cumplir con los compro-
misos internacionales asumidos por el Estado argentino.
No es el primer caso en el mundo en que una corte na-
cional haya “desafiado” a una corte supranacional, existen
sobrados ejemplos en el resto de América y también en
Europa, sin que por esto se haya visto en jaque la protec-
ción internacional de los derechos humanos, ya que, de
hecho, ayudó a enriquecer el debate en cuanto al alcance e
interpretación de estos derechos(27).
En esto creemos que la CS ha marcado un tope razona-
ble a la competencia de la Corte IDH, sin desconocer la
validez y obligatoriedad de sus decisiones.
Ahora, deberán determinar ambas cortes mediante un
diálogo jurisprudencial cuáles son las competencias de ca-
da una y cómo se puede compatibilizar la ejecución de
sentencias de la Corte IDH que buscan asegurar derechos
humanos con el respeto a las constituciones e instituciones
nacionales en materia no cedida a la jurisdicción interna-
cional (por ejemplo, la división de los poderes, las com-
petencias reconocidas a cada uno, el sistema de control
de constitucionalidad optado, los procedimientos internos,
etc.), para así consolidar el sistema interamericano de de-
rechos humanos eliminando los puntos de conflicto entre
sus distintas fuentes.
Nuestro ordenamiento constitucional es un buen ejem-
plo, ya que busca compatibilizar las disposiciones nacio-
nales con las internacionales de derechos humanos al re-
conocerles idéntica jerarquía. No hay superioridad de nin-
(25) Sola, Juan V. - González Tocci, Lorena - Caminos, Pedro A., La
Corte Suprema…, cit., pág. 21
(26) Gargarella, Roberto, La autoridad democrática…, cit., pág. 4.
(27) Cfr. Santiago, Alfonso, ¿Desobediencia debida?…, cit., pág.
17.
guna de ellas, no debe prevalecer una sobre otra, sino que
deben formar en conjunto un sistema complementándose.
En consecuencia, los órganos creados por ambas nor-
mas, para asegurar la vigencia efectiva, se encuentran en
la obligación de diseñar mecanismos para complementar
sus funciones de manera armónica, sin rivalidades ni pre-
tensiones de mezquina superioridad, a través de un diálo-
go institucional que permita el desarrollo de los derechos
sin última palabra, ya que el debate debe ser permanente
dentro de la comunidad.
VOCES: CORTE SUPREMA DE LA NACIÓN - DERECHO
COMPARADO - DERECHOS HUMANOS - ORGA-
NISMOS INTERNACIONALES - TRATADOS INTER-
NACIONALES - SENTENCIA - CONSTITUCIÓN NA-
CIONAL - DERECHO CONSTITUCIONAL - ESTADO
- DERECHO POLÍTICO - PRENSA
JURISPRUDENCIA
Abogado:
Honorarios: créditos. Intereses: Tasa pasiva:
art. 61 de la ley 21.839; constitucionalidad.
1 – En virtud de lo resuelto por esta Corte en la causa “Gar-
gano, Diego c. Banco de la Nación Argentina s/ejecución de
honorarios”, fallada con fecha 26-4-11, a cuyos fundamentos
y conclusiones cabe remitir, en lo pertinente, por razones de
brevedad, cabe revocar la sentencia que declaró la inconsti-
tucionalidad del art. 61 de la ley 21.839, que fija que la ac-
tualización de deudas por honorarios regulados devengarán
intereses equivalentes a la tasa pasiva promedio que publique
el Banco Central de la República Argentina.
2 – El planteo de inconstitucionalidad del mentado art. 61 de la
ley 21.839 no puede tener andamiento, no solo porque se ha
introducido tardíamente, sino porque la determinación de la
tasa de interés por aplicar no constituye una cuestión federal
susceptible de habilitar la instancia extraordinaria, ya que
queda ubicada en el espacio de la razonable discreción de
los jueces de la causa que interpretan dicho ordenamiento.
Máxime si, como en el caso, se trata de una tasa de interés
moratorio determinada por las leyes especiales (cf. art. 768,
inc. b], cód. civil y comercial), ya que admitir su revisión
conduciría a la paradoja de que la razonable discreción del
legislador en la elección de la tasa sería pasible de contralor
en esta instancia, en tanto la determinada por los jueces de la
causa no sería susceptible de una análoga intervención juris-
diccional (del voto de la doctora Highton de Nolasco).
3 – A los fines de evaluar la constitucionalidad del art. 61 de la
ley 21.839, que fija que la actualización de deudas por hono-
rarios regulados devengarán intereses equivalentes a la tasa
pasiva promedio que publique el Banco Central de la Repúbli-
ca Argentina, cabe tener presente que dicha tasa es la adopta-
da por la Corte para las causas que tramitan en su instancia
originaria (cf. “Serenar S.A. c. Buenos Aires, Provincia de s/
daños y perjuicios”, del 19-8-04), a la que se consideró ade-
cuadamente satisfactoria del menoscabo patrimonial sufrido
por el acreedor de créditos provisionales de naturaleza alimen-
taria, y también para las deudas en concepto de retención de
cuota sindical (del voto de la doctora Highton de Nolasco).
4 – Cabe dejar sin efecto la sentencia que declaró la inconsti-
tucionalidad del art. 61 de la ley 21.839, que fija que la ac-
tualización de deudas por honorarios regulados devengarán
intereses equivalentes a la tasa pasiva promedio que publique
el Banco Central de la República Argentina, pues la cuestión
materia de debate guarda en lo sustancial analogía con lo
resuelto por la Corte en el precedente “Gargano, Diego c.
Banco de la Nación Argentina s/ejecución de honorarios”, en
el cual, compartiendo el criterio del Ministerio Público Fis-
cal, ese tribunal confirmó la sentencia apelada que rechazó
el planteo de inconstitucionalidad de la norma en cuanto dis-
pone la aplicación de la tasa de interés pasiva al honorario
en mora de pago (del voto de la Procuradora Fiscal que la
Corte comparte y hace suyo). R.C.
59.486 – CS, marzo 14-2017. – B., M. N. c. Telecom Argentina S.A.
y otro s/part. accionariado obrero (CSJ 1186/2012 [48-B]/CS1).
Dictamen de la Procuradora Fiscal ante la Cor-
te: I. La Sala VIII de la Cámara Nacional de Apelaciones
del Trabajo declaró la inconstitucionalidad del artículo 61
de la ley 21.839 –sustituido por el art. 12 inc. q de la ley
24.432– y dispuso la aplicación de la tasa activa del Banco
de la Nación Argentina a los créditos por honorarios (fs.
532/535). Para así decidir, el tribunal expuso que la nor-
ma provoca una notoria desvalorización de tales créditos
y ponderó que mantener la tasa de interés pasiva en las
condiciones económicas actuales atenta contra el derecho
de propiedad. Además, consideró que era un deber de la
justicia desalentar las prácticas evasivas y dilatorias.
II. Contra esa decisión el Estado Nacional –codeman-
dado– interpuso recurso extraordinario (fs. 543/550), que
fue contestado (fs. 554/568) y concedido (fs. 561). Sostie-
ne que la decisión es equiparable a definitiva pues pone fin
al pleito e impide el replanteo de la cuestión en otro juicio,
causando un gravamen de imposible, insuficiente o tardía
reparación ulterior. Ello, en el marco en el que se discute
sobre la constitucionalidad de una norma de carácter fede-
ral. A su vez, expone que la decisión es arbitraria. En este
aspecto, arguye que no contiene una exposición suficiente
y clara de las razones que le dan sustento y que no consti-
tuye una derivación razonada del derecho vigente. Agrega
que la decisión recepta un planteo inoportuno en tanto la
norma se encontraba vigente al inicio del proceso. Mani-
fiesta que el Tribunal se apartó de la doctrina de la Corte
que considera adecuada la tasa pasiva aun para las causas
con prestaciones de carácter alimentario. Finalmente, ale-
ga gravedad institucional pues la proyección del caso pro-
ducirá una indebida disminución del erario público.
III. La cuestión materia de debate guarda en lo sustan-
cial analogía con lo resuelto por la Corte en los autos S.C.
G 196 L. XLVI “Gargano, Diego c/ Banco de la Nación
Argentina s/ ejecución de honorarios”, sentencia del 26 de
abril de 2011, a cuyos términos y consideraciones corres-
ponde remitir, en lo pertinente, por razones de brevedad.
En dicho precedente, compartiendo el criterio de este Mi-
nisterio Público Fiscal, esa Corte admitió el caso y confir-
mó la sentencia apelada que rechazó el planteo de incons-
titucionalidad de la norma en cuanto dispone la aplicación
de la tasa de interés pasiva al honorario en mora de pago.
IV. Por lo expuesto, opino que cabe admitir el recur-
so extraordinario interpuesto, dejar sin efecto la sentencia
apelada y remitir los autos al tribunal de origen para que
dicte una nueva con arreglo a derecho. Buenos Aires, 19
de noviembre de 2014. – Irma A. García Netto.
Buenos Aires, 14 de marzo de 2017
Vistos los autos: “B., M. N. c/ Telecom Argentina S.A.
y otro s/ part. accionariado obrero”.
Considerando:
Que los agravios del apelante suscitan una cuestión sus-
tancialmente análoga a la resuelta por esta Corte en la causa
CSJ 196/2010 (46-G)/CS1 “Gargano, Diego c/Banco de la
Nación Argentina s/ ejecución de honorarios” fallada con
fecha 26 de abril de 2011, a cuyos fundamentos y conclusio-
nes cabe remitir, en lo pertinente, por razones de brevedad.
Por ello, y concordemente con lo dictaminado por la
señora Procuradora Fiscal, se hace lugar al recurso ex-
traordinario y se revoca la sentencia apelada. Con costas.
Vuelvan los autos al tribunal de origen para que, por quien
corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arre-
glo a lo expuesto. Notifíquese y devuélvase. – Ricardo L.
Lorenzetti. – Elena I. Highton de Nolasco (por su voto). –
Juan C. Maqueda. – Carlos F. Rosenkrantz.
Voto de la señora vicepresidenta doctora doña
Elena I. Highton de Nolasco
Considerando:
1º) Que la Sala VIII de la Cámara Nacional de Apela-
ciones del Trabajo declaró la inconstitucionalidad del art.
61 de la ley 21.839 –texto según el art. 12, inc. q, de la ley
24.432– y dispuso la aplicación de la tasa activa del Banco
de la Nación Argentina a los créditos por honorarios de los
letrados de la parte actora.
Para decidir de esa manera, el tribunal sostuvo que la
norma provocaba una notoria desvalorización de los ci-
tados créditos; que mantener la tasa pasiva en las condi-
ciones económicas actuales atentaba contra el derecho de
propiedad y que era un deber de la justicia desalentar las
prácticas evasivas y dilatorias.
2º) Que contra dicho pronunciamiento, el Estado Na-
cional dedujo el recurso extraordinario de fs. 543/550, que
fue concedido a fs. 561.

El recurrente señala que la decisión adoptada, además
de vulnerar el derecho de propiedad al obligar al Estado
Nacional a pagar una suma de dinero que resulta improce-
dente; resulta arbitraria pues carece de fundamentación en
el derecho aplicable; y que el planteo de inconstitucionali-
dad del art. 61 de la ley 21.839 deviene inoportuno pues el
letrado conocía o debía conocer su contenido al deducir la
demanda.
Sostiene que el a quo, al declarar la inconstitucionali-
dad de la citada norma, se ha apartado de la jurisprudencia
reinante en la materia y de los recientes pronunciamientos
de la Corte Suprema que han considerado que la tasa pa-
siva resulta ser la adecuada, incluso en casos en los que se
encuentran en juego prestaciones de carácter alimentario.
Añade que la tasa activa está integrada no solo por la
renta y la depreciación de la moneda sino también, y en
gran medida, por el costo generado por la intermediación
financiera, circunstancia que no debe ser soportada por el
deudor, siendo que la tasa pasiva resulta suficientemente
compensatoria; que ambas son positivas, es decir, están
por encima de la inflación operada en cada período men-
sual, y que pretender, con carácter de compensatorias, ta-
sas que solo están justificadas bancariamente, implica un
enriquecimiento injustificado para el acreedor a costa del
deudor, que no encuentra fundamento económico, moral
o legal.
3º) Que aun cuando es un principio asentado que las de-
cisiones adoptadas en la etapa de ejecución no configuran
la sentencia definitiva requerida en el art. 14 de la ley 48,
ello admite excepciones cuando lo decidido pone fin a la
discusión y causa un gravamen de imposible reparación
ulterior (Fallos: 323:3909 y sus citas).
Dicho extremo se verifica en autos, toda vez que el pro-
nunciamiento recurrido puede asimilarse a esa categoría
en cuanto admite el planteo de inconstitucionalidad de la
norma citada, lo que se deriva en un gravamen de imposi-
ble reparación ulterior para el obligado al pago.
4º) Que, asimismo, el recurso extraordinario es formal-
mente admisible pues se halla en tela de juicio la validez
constitucional de una norma –art. 61 de la ley 21.839– y la
decisión ha sido contraria a ella (art. 14, inc. 3º, de la ley
48). Los agravios vinculados con la alegada arbitrariedad
de la sentencia guardan estrecha relación con la cuestión
federal, motivo por el cual ambos temas serán tratados en
conjunto.
5º) Que, en primer lugar, corresponde poner de relieve
que –como lo señala el recurrente– el planteo de inconsti-
tucionalidad del mentado art. 61 de la ley 21.839 no puede
ser atendido en la medida en que se ha introducido tardía-
mente. Ello es así, pues la cuestión constitucional debe de-
ducirse en la primera oportunidad posible en el curso del
proceso (Fallos: 297:285; 298:368; 302:346, entre otros),
situación que –dada la naturaleza de la normativa impug-
nada–, en el caso, se presentó con el inicio de su actua-
ción profesional en este juicio, ya que desde ese momento
constituyó una contingencia previsible que se aplicase el
texto legal impugnado, vigente a la época de promoción
de la demanda (arg. causas CSJ 1959/2004[40-L]/CS1
“Loustau Bidaut, Juan Carlos c/ Buenos Aires, Provincia
de s/ acción declarativa de inconstitucionalidad –sellos–”
y CSJ 1326/2008 [44-A]/CS1 “Asociación de Fotógrafos
y Operadores de Video Profesionales de Parque Iguazú c/
Misiones, Provincia de y otros s/ acción declarativa de cer-
teza”, sentencias del 11 de febrero y del 6 mayo de 2014,
respectivamente).
6º) Que, aun soslayando –por hipótesis– el óbice antes
señalado, tampoco tendría andamiento el planteo de in-
constitucionalidad sub examen. En efecto, este Tribunal
tiene reiteradamente dicho que la determinación de la tasa
de interés a aplicar –en los términos del art. 622 del códi-
go civil, por entonces vigente– no constituye una cuestión
federal susceptible de habilitar la instancia extraordinaria,
sino que queda ubicada en el espacio de la razonable dis-
creción de los jueces de la causa que interpretan dicho or-
denamiento, en tanto sus normas no imponen una versión
reglamentaria única del ámbito en cuestión (cfr. Fallos:
317:1809; 323:2122; 325:2652; 326:244; 329:5467), a lo
Interior: Bahía Blanca: Notas Jurídicas: Tel. (0291) 4527524 / La Plata: Eliana Roca Tel. (011) 1522570080 / Mar del Plata: Jorge Rabini Tel./Fax (0223) 4893109 / Córdoba: Alveroni Libros Jurídicos (0351) 4217842
Mendoza, San Juan, San Luis: José Graffigna Tel. (0261) 1534849616 / S. S. Jujuy: Librería Universitaria Tel./Fax (0388) 4237963 / San Miguel de Tucumán: Bibliotex Tel. (0381) 4217089
Noreste: Jorge Thea Tel. (011) 1564660335 / Patagonia: Nelson Ramírez Tel. (011) 1564629553
Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017 11
que cabría agregar el carácter eminentemente contingen-
te y variable de los niveles que alcanzan dichas tasas en Recurso de Casación:
función de los períodos temporales en que se comparan.
Sentado ello, con mayor razón tampoco cabría admitir la Inadmisibilidad: cuestiones de hecho y prue-
revisión de la tasa de interés moratorio determinada por las ba; juicio abreviado; sentencia condenatoria.
leyes especiales (cf. art. 768, inc. b, Código Civil y Comer-
cial), ya que –de lo contrario– se conduciría a la paradoja Reincidencia: Solicitud de declaración
de que la razonable discreción del legislador en la elección de inconstitucionalidad: aplicación pactada
de la tasa sería pasible de contralor en esta instancia en
tanto la determinada por los jueces de la causa no sería
con antelación.
susceptible de una análoga intervención jurisdiccional. 1 – En razón de que en el caso: a) la voluntad de quien resultó
Por lo demás, las distinciones que pudiesen derivarse condenado no se encontró viciada, b) no existió un desfasaje
de la aplicación de la pauta legal con respecto a lo de- entre lo pactado por el imputado y por su defensor y lo re-
terminado en materia de tasas de interés por los distintos suelto por el tribunal, y c) el acuerdo incluyó expresamente
órganos jurisdiccionales, no evidencian per se arbitrarie- la cuestión relativa a la reincidencia y a la responsabilidad
dad ni una afectación de la garantía de igualdad del art. penal de los imputados, no se advierte el agravio señalado
16 de la Constitución Nacional, pues la norma en cuestión por la parte ni conculcación alguna al derecho de defensa, en
resulta de aplicación a los honorarios de la totalidad de los tanto, al momento de dictar sentencia, el tribunal no se apar-
abogados y procuradores alcanzados por el art. 1º de la ley tó de las condiciones del acuerdo suscripto en los términos
21.839. Según ha expresado esta Corte, nada impide que del art. 431 bis del cód. procesal penal de la Nación.
la legislación contemple en forma distinta situaciones que
2 – Al no haber los imputados y su defensa cuestionado la cons-
considere diferentes, de ahí que se atribuya a la prudencia
titucionalidad del art. 50 del cód. penal al tomar conocimiento
del legislador una amplia latitud para ordenar y agrupar,
de su inclusión en el acuerdo de juicio abreviado por parte de
distinguiendo y clasificando los objetos de su reglamen-
la fiscalía, y dar su conformidad para este sin ejercer preten-
tación, en la medida en que dichas distinciones no se ba-
sión alguna en tal sentido antes del dictado de la sentencia, no
sen en un propósito de hostilidad contra un determinado
hay decisión contraria a las pretensiones del recurrente en los
individuo o grupo de personas, pues nada obsta a que se
términos del art. 474 del cód. procesal penal de la Nación, por
trate de modo diferente a aquellos que se encuentran en si-
lo que el recurso de casación debe ser rechazado. 
tuaciones distintas por sus actividades específicas (Fallos:
329:304 y jurisprudencia allí citada). 3 – Corresponde declarar inadmisible el recurso de casación
Finalmente, cabe poner de relieve en este punto que el si la defensa, al cuestionar la constitucionalidad de la reinci-
principio de separación de los poderes y el necesario res- dencia, no explicó las razones por las cuales con antelación
peto por parte de los tribunales de los límites constitucio- pactó su aplicación ni los motivos por los cuales habría que
nales y legales que su competencia les impone, determina apartarse de lo que ella misma reconoció, ni por qué la sen-
que los jueces no puedan arrogarse el papel de legisla- tencia erró al aplicar el instituto, ni por qué los acusados,
dores, invadiendo la esfera de atribuciones de los otros asistidos técnicamente, reconocieron su intervención en el
poderes del gobierno federal, modificando a su arbitrio hecho, así como la calificación legal propuesta por el Minis-
la tasa de interés fijada en normas legales –evaluando en terio Público Fiscal (de los fundamentos del voto concurrente
cada caso la suficiencia de su supuesta aptitud retributiva–, del doctor Sarrabayrouse). M.E.
máxime cuando –como es notorio– sus niveles dependen
59.487 – CNCasación Crim. y Correc. de la Capital Federal, Sala
de la cambiante coyuntura económico-financiera.
de Turno, marzo 27-2017. – U., A. O. y otro s/recurso de casación
7º) Que, en lo medular, no puede perderse de vista –a (CCC 73938/2016/TO1/CNC4).
los fines de evaluar la constitucionalidad de la norma traí-
Buenos Aires, 27 de marzo de 2017
da a consideración– que la tasa que aquí se cuestiona es
la adoptada por este Tribunal para las causas que tramitan Y Vistos:
en su instancia originaria (cf. CSJ 457/1998 [34-S]/CS1 Para decidir acerca de la admisibilidad del recurso de
“Serenar S.A. c/ Buenos Aires, Provincia de s/ daños y casación interpuesto por la defensa de A. O. U. y E. G. R. a
perjuicios”, del 19 de agosto de 2004), a la que se conside- fs. 233/251 en esta causa nº CCC 73938/2016/TO1/CNC4.
ró adecuadamente satisfactoria del menoscabo patrimonial
Y Considerando:
sufrido por el acreedor de créditos previsionales de natura-
leza alimentaria (Fallos: 327:3721; 328:2824, 3041, 4044,
329:6064, 6076; 330:4862 y 331:1329, 2538), habiéndose
EDICTOS
aplicado también para las deudas en concepto de retención
CITACIONES el Sr. MOFIJUL ISLAM, nacido el día
de cuota sindical (Fallos: 329:5157). 1/1/1989 en Bangladesh ha solici-
El Juzgado Nacional de 1ª Instancia
en lo Civil Nº 16, de la Ciudad de tado la concesión de Ia Ciudadanía
8º) Que, por último, cabe señalar que este Tribunal, tras Buenos Aires, emplaza a los herede- Argentina. Se deja constancia que
deberán publicarse por 2 (dos) veces
recordar que la declaración de inconstitucionalidad cons- ros de ELDA ELVA LEONARDI, en su
dentro del plazo de quince días en el
calidad de co-acreedora, para que
tituye un acto de suma gravedad que debe ser considerado dentro del plazo de diez días com- diario El Derecho. Buenos Aires, 29
de noviembre de 2016. Ana Laura
la ultima ratio del orden jurídico, ya tuvo oportunidad de parezcan a tomar la intervención que
Bruno, sec.
le corresponda en los autos “Apar-
pronunciarse por la validez del art. 61 de la ley 21.839, tin, Aida c/ Fuentes, Fermin Ubaldo I. 31-5-17. V. 1-6-17 6065
expresando que su inconstitucionalidad importaría desco- y otra S/ Ejecución Hipotecaria”
El Juzgado Nacional de Primera Ins-
(38203/06), bajo apercibimiento de
nocer una norma federal como la ley 25.561, que establece continuar el juicio en rebeldía en los tancia en lo Civil y Comercial Fede-
autos. El presente deberá publicarse ral Nro. 8, Secretaría Nro. 15, sito
una prohibición indexatoria (causa CSJ 196/2010 [46-G]/ por dos días en el diario El Derecho. en Libertad 731, 7° piso de Capital
Federal, hace saber que a RAFAEL
CS1 “Gargano, Diego c/ Banco de la Nación Argentina Buenos Aires, 26 de septiembre de
MARIANO ALCANGEL, nacida en
2016. Lucas Rovatti, sec. int.
s/ ejecución de honorarios”, sentencia del 26 de abril de SANTO DOMINGO - REPUBLICA
I. 30-5-17. V. 31-5-17 6061 DOMINICANA, el 08 de febrero de
2011). Tal aserto se ve ratificado, en tanto los cuestiona- 1991, con D.N.I. 95.528.066 ha
El Juzgado Nacional de Primera Ins-
mientos que se formulan a la ley continúan sustentándose tancia en lo Civil nro. 99 cita y empla- peticionado la concesión de la ciu-
za por diez días a JOSÉ MARTORELL dadanía argentina, a fin de que los
en la comparación de los porcentuales de la tasa de interés BERNAD y/o sus herederos para que interesados hagan saber a este Juz-
cuestionada con respecto a la variación de los índices in- comparezca a tomar la intervención gado las circunstancias que pudiesen
que le corresponda en autos, bajo obstar a dicho pedido. Buenos Aires,
flacionarios, cuyos niveles –supuestamente– debería míni- apercibimiento de designarse al De- 22 de mayo de 2017. Miguel Augus-
to Álvarez, sec. int.
mamente compensar. fensor Oficial para que lo represente
en los autos: MERINO, CARLOS AL- I. 31-5-17. V. 1-6-17 6063
Por ello, y lo concordemente dictaminado por la señora BERTO C MARTORELL BERNAD, JOSE
SUCESIONES
Y OTRO S/ PRESCRIPCION ADQUI-
Procuradora Fiscal, se declara procedente el recurso ex- SITIVA (Expte. nro. 32562/2014). El El Juzgado Nacional de Primera Ins-
presente deberá publicarse por dos tancia en lo Civil Nº 61, Secretaría
traordinario y se revoca la sentencia apelada. Con costas días en el diario El Derecho. CABA, Única, cita y emplaza por el plazo
(art. 68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Na- 20 de abril de 2017. Guillermina de treinta días a herederos y acree-
Echagüe Cullen, sec. dores de FRANCISCO RIGANTE.
ción). Vuelvan los autos al tribunal de origen para que, por Publíquese por un día en el diario El
I. 30-5-17. V. 31-5-17 6060
quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con Derecho. Buenos Aires, 18 de mayo
CIUDADANÍA de 2017. Rodrigo E. Cordoba, sec.
arreglo a lo expuesto. Notifíquese y remítase. – Elena I. El Juz. Fed. Civ. y Com. N° 1, Sec. int.
Highton de Nolasco. N° 1 de !a Cap. Fed. hace saber que I. 31-5-17. V. 31-5-17 6064

D i a r i o d e D o c t r i n a
El juez Pablo Jantus dijo:
Contra la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal
Nº 21 de esta ciudad, que condenó, mediante el trámite
del art. 431 bis del Código Procesal Penal de la Nación, a
A. O. U. y E. G. R. a la pena de seis meses de prisión de
efectivo cumplimiento, más la declaración de reincidencia
(fs. 204/209), la defensa interpuso recurso de casación (fs.
233/251), que fue concedido por el a quo (fs. 258/259).
En lo sustancial, la defensa alegó que no se encuentra
corroborada la intervención de los imputados en el hecho
y solicitó la declaración de inconstitucionalidad del insti-
tuto de la reincidencia, sin que sus agravios incluyan argu-
mentos relativos al momento procesal oportuno para pro-
ceder de acuerdo a lo previsto en el artículo 431 bis CPPN
cuando el caso tramita bajo el régimen de flagrancia, como
sucede en este caso.
Así las cosas, entiendo que resulta de aplicación al caso
lo resuelto por esta Sala de Turno –con distinta integra-
ción–, en casos sustancialmente análogos al presente, en
cuanto a que nos hallamos ante un caso en el que: a) la
voluntad de quien resultó condenado no se encontró vicia-
da; b) no existió un desfasaje entre lo pactado por el im-
putado y por su defensor, y lo resuelto por el tribunal; y c)
el acuerdo incluyó expresamente la cuestión relativa a la
reincidencia y a la responsabilidad penal de los imputados.
Por esta razón, no se advierte el agravio señalado por
la parte ni conculcación alguna al derecho de defensa, en
tanto, al momento de dictar sentencia, el Tribunal no se
apartó de las condiciones del acuerdo suscripto en los tér-
minos del art. 431 bis del CPPN (CNCCC, “Bravo Luna,
Matías Iván”, c. 35.238/13, reg. 615/15, rta. 6/8/15).
En este sentido entiendo, como bien enseña Palacio, que
“si bien la sentencia condenatoria debe reputarse irrecu-
rrible para el imputado a causa de la ausencia de interés
jurídico derivado del acuerdo que constituye presupuesto
del juicio abreviado, tal principio cede frente al caso de
invocarse alguna causal de nulidad del pronunciamiento
(Cód. Procesal, arts. 404 y 456, inc. 2º), pues la existencia
de dicho acuerdo no autoriza a presumir una renuncia a
la aplicación de las reglas, dotadas de rango constitucio-
nal, concernientes a la efectividad del debido proceso”,
circunstancias excepcionales que no obran en la presente
causa (Palacio, Lino Enrique, “El juicio penal abreviado en
una de sus primeras aplicaciones”, LL 1997 - D587).
Además, los imputados y la defensa que los asistía,
tuvieron oportunidad útil de cuestionar la constituciona-
lidad del art. 50 CP desde el momento en que tomaron
conocimiento de la pretensión de la fiscalía y los encau-
sados dieron su conformidad al procedimiento abreviado.
En efecto, nada impedía introducir tal cuestión a partir de
entonces, puesto que el art. 431 bis CPPN sólo establece
como presupuesto que preste conformidad sobre la exis-
tencia del hecho del requerimiento, la participación que
en él se le atribuye, y sobre la calificación legal. De modo
que puesto que no han ejercido pretensión alguna en ese
sentido antes del dictado de la sentencia, no hay decisión
contraria a las pretensiones del recurrente en los términos
del art. 474 CPPN.
Por estos motivos, considero que el recurso de casación
debe ser rechazado.
El juez Eugenio C. Sarrabayrouse dijo:
Al resolver el precedente “Salto”(1) se señaló que en
los casos del art. 431 bis, CPPN, la regla debe ser la ad-
misibilidad del recurso y su inadmisibilidad la excepción.
Luego, en el caso “Choque”(2) y en referencia a la posibi-
lidad de que el imputado impugne la sentencia proveniente
de un procedimiento de juicio abreviado, señalamos que
ni de la letra de la ley, ni de la interpretación sistemática
del instituto surge que carezca de ese derecho por la sola
circunstancia de que la decisión se mantuvo dentro de lo
(1) Registro 374/2015, sentencia del 27.08.2015, jueces Bruzzo-
ne, Morin y Sarrabayrouse.
(2) Registro 510/2015, sentencia del 2.10.2015, jueces Morin,
Sarrabayrouse y Bruzzone.
Buenos Aires, miércoles 31 de mayo de 2017 Nº 14.192 AÑO LV
Primer Director: Jorge S. Fornieles (1961 - 1978)
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pactado. Es que si se acepta la constitucionalidad de este
tipo de procedimientos el corolario es que las sentencias ­COLUMNA LEGISLATIVA
así obtenidas no pueden quedar exentas de control, en la Legislación Nacional
medida que se lo provoque y se aleguen agravios concre-
Ley 27.354 – Emergencia Pública. Actividad Agrope-
tos. En definitiva, se trata del derecho a que sean revisados
cuaria. Emergencia económica, productiva, finan-
los agravios verosímiles (cfr. las sentencias en los casos ciera y social. Cadena de producción de peras y
“Castañeda Chávez”(3) y “Briones”(4)). manzanas de las provincias del Neuquén y Río
Ahora bien, en el caso particular, la defensa se ha limi- Negro. Declaración (Sanción: 26-4-17; Promulga-
tado a cuestionar la constitucionalidad de la reincidencia ción: 23-5-17; B.O. 26-5-17).
sin explicar las razones por las cuales con antelación pactó Próximamente en nuestros boletines EDLA.
su aplicación. Tampoco explica razonadamente los moti-
vos por los que habría que apartarse de lo que ella mis-
b) cuando se cuestiona, con base en una afectación a la
ma reconoció, ni por qué la sentencia cuestionada erró al
Constitución Nacional, alguna norma o, la interpretación
aplicar el instituto (tal como se planteó, por ejemplo, en el
que de ella se hace en su aplicación al caso, que aún no
caso “Guerra Gutiérrez”, resuelto por la Sala de Turno,
ha recibido respuesta por este tribunal, atento a su escaso
el 22.02.2016, registro 114/2016).
tiempo de funcionamiento, frente a planteos novedosos,
En igual sentido, la defensa se limita a expresar su dis-
sin que exista jurisprudencia consolidada al respecto”.
crepancia con la evaluación de los elementos probatorios
En el presente caso, no se da el supuesto mencionado
arrimados al proceso, sin explicar la razón por la que los
en a), y respecto de lo señalado en b), fue precisamente en
imputados, asistidos técnicamente, reconocieron su inter-
el precedente citado, donde se dio respuesta a la cuestión
vención en el hecho, así como la calificación legal pro-
de la adecuación constitucional de la reincidencia (art. 50,
puesta por el Ministerio Público Fiscal.
CP) y sus efectos, tomando como doctrina la que se ha
Por estas razones, el recurso debe ser declarado inad-
consolidado ante la CSJN, y respecto de la cual el recurso
misible.
carece de una nueva argumentación que logre alterarla.
El juez Gustavo A. Bruzzone dijo: Por otra parte, el caso, a mi criterio, tampoco presen-
En el precedente “Salto”(5), señalé, conforme también ta una cuestión de entidad que demuestre una valoración
ya lo había hecho como integrante de la Sala de Turno, que arbitraria de prueba o en la determinación de la pena, que
“si bien la aceptación del acuerdo se regía por la doctrina permita equiparar el asunto con lo resuelto por la Corte en
de los propios actos(6), con los efectos posteriores que su el fallo “Araoz”(7).
aplicación tiene para configurar el agravio y habilitar la Por ello, el recurso debe ser declarado inadmisible.
vía recursiva, ello no representaba en sí una renuncia total
Habida cuenta del resultado del acuerdo, esta Sala de
u obstáculo formal a recurrir el fallo, cuando:
Turno resuelve:
a) existe alguna alteración de los términos del acuerdo
Rechazar el recurso de casación interpuesto por la de-
que puede afectar la conformidad prestada al incluirse
fensa a fs. 233/251 (artículos 432, 444 y 463 del Código
en la sentencia consecuencias jurídicas no advertidas al
Procesal Penal de la Nación).
imputado y su defensa, y
Regístrese, notifíquese, oportunamente comuníquese
(Acordada 15/13 C.S.J.N.; LEX 100) y remítase al tri-
(3) Registro nº 670/15, sentencia del 18.11.2015, Sala II, jueces bunal de radicación de la causa, sirviendo la presente de
Bruzzone, Morin y Sarrabayrouse. atenta nota de envío. – Pablo Jantus. – Eugenio Sarraba-
(4) Registro nº 580/15, sentencia del 23.10.2015, Sala III, jueces
Jantus, Garrigós de Rébori y Sarrabayrouse.
yrouse. – Gustavo A. Bruzzone (Prosec.: Guido Waisberg).
(5) Reg. 374/2015, del 27/8/2015.
(6) CSJN, “Arduino”, 328:470 (2005), en su remisión al dictamen (7) CSJN, “Aráoz, Héctor José s/causa nº 10.410”, rta.
del Procurador Fiscal Eduardo Casal. 17/5/2011, A. 941. XLV.
FONDO EDITORIAL
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