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OPERACIÓN CESÁREA (LAPAROHISTEROTOMIA)

La técnica quirúrgica cesárea en bovinos está indicada cuando la expulsión del producto por vía
vaginal es difícil, imposible o cuando el proceso del parto no puede llevarse a cabo a menos que se
sacrifique la vida del becerro y que exista riesgo de causar daño irreparable en el conducto vaginal
de la vaca durante el parto. Todas estas indicaciones incluyen desde luego a las distocias
originadas por desproporción feto-pélvica; dilatación incompleta del cérvix de la vagina o vulva,
torsión del útero durante la gestación, así como algún traumatismo causado antes o durante el
parto en la pelvis, así como la existencia de porciones blandas en el canal del parto. Durante la
gestación se puede llegar a presentar algún tipo de desorden como lo es la momificación del feto,
hidropesía de los sacos fetales, inanición por cetosis, prolapso de la vagina o cérvix,
reticuloperitonitis traumática sucesos que provocan cierto malestar en el bovino, ya que el
volumen del útero va en aumento conforme la gestación va avanzando y más aun en vacas
nulíparas ó multíparas pequeñas que han sido receptoras en la transferencia de embriones para
las cuales el feto es muy grande, por lo que se recomienda la extracción del feto por medio de la
cesárea con la finalidad de disminuir el peso en la cavidad abdominal y mejorar el estado de salud
del bovino. En nuestros días el médico veterinario realiza la operación cuando existe un producto
vivo, muerto y/o en descomposición, para lo que se debe considerar si el riesgo de complicaciones
posteriores en las incisiones abdominal, uterina y la posible formación de adherencias es menor
en la cesárea a las producidas después de una fetotomía ya que se ha observado que las
adherencias formadas entre el útero y otros órganos abdominales se presentan entre el 22 al 50%
de los casos, sin embargo, estas parecen no influir en la futura función reproductora del animal.
Los cirujanos tienen un mayor éxito cuando realizan la cesárea dentro de las 18 h después de la
etapa de expulsión del parto y el feto se encuentra aun con vida o recientemente muerto. La tasa
de mortalidad de la vaca en tales casos es del 2 al 15%. Si se realiza después de las 18 h de la etapa
de expulsión cuando el feto se encuentra en descomposición o el útero esta atónico e infectado y
la vaca se encuentra postrada sin fuerzas para culminar con el parto, la tasa de mortalidad
materna puede alcanzar del 18 al 38% o más.

Si la cirugía se lleva a cabo dentro de las 48 hrs o más después del trabajo de parto el puerperio y
el periodo interparto se prolongan, pero la subsecuente tasa de concepción puede ser similar a la
de las vacas que paren en forma normal. En la práctica de campo varios autores mencionan que
del 52 al 75% del ganado al que se le practica la operación cesárea se vuelve a cruzar quedando
gestante del 60 al 80%, cabe mencionar que solo del 5 al 9 % de los casos presentan aborto
durante las subsecuentes gestaciones. Top y Verdonck (1971) encontraron que el 82% de las
vaquillas y 72% de las vacas se vuelve a preñar después de 2.46 a 3.0 servicios respectivamente, de
las cuales el 72% pare de forma normal, el 22% requiere de otra cesárea y el 5% aborta. Además la
tasa de dilatación incompleta del cérvix o de contracciones uterinas débiles se incrementa en los
siguientes partos después de realizar una cesárea. Esto es debido a la interrupción de las fibras
miometrales normales que conforman la incisión uterina y a las adherencias periuterinas.

Para el cirujano de campo siempre ha sido importante saber que su trabajo es realizado de una
manera adecuada y aun mas sabiendo que en los procedimientos quirúrgicos se corren muchos
riesgos, ya que ningún caso es siempre igual, por lo que cabe mencionar que durante la operación
cesárea una de las acciones que son de suma importancia es el manejo que se le da al útero de la
vaca, ya que si es realizado de manera inadecuada puede traer consigo problemas secundarios.
Las suturas que se realizan en el útero tienen la característica de ser invaginantes y seguras para
evitar desgarres uterinos, ruptura del material de sutura y así evitar posibles infecciones en el
órgano y cavidad abdominal, para evitar este tipo de problemas en Bélgica particularmente en la
Universidad de Gent el profesor Jozef Laureyns realiza un patrón de sutura diferente a la que los
médicos realizamos en México y que por comunicación personal me dio a conocer. Este patrón de
sutura es no perforante y está indicado para su colocación sobre órganos huecos, ya que la aguja
quirúrgica involucra únicamente las capas serosa y muscular del útero, sobre el cual se realizan
dos hilvanes por encima de los bordes de la herida. Su finalidad es cerrar el útero e invertirlo
abarcando un mayor diámetro en la incisión para obtener un cierre fijo, fuerte y seguro en un
órgano tan grande como lo es el útero de una vaca, se recomienda utilizar este tipo de sutura
cuando existe la presencia de becerros muertos y/o en descomposición, enfisematosos o
normales.

OPERACIÓN CESÁREA POR EL FLANCO IZQUIERDO CON LA VACA DE PIE

Indicaciones

Este procedimiento se emplea para fetos vivos o muertos, pero no para los descompuestos.

Procedimiento preoperatorio

Se coloca al animal por su costado de lado derecho contra la pared o manga de manejo. Si no se
cuenta con una manga de manejo se recomienda utilizar una sujeción adecuada para evitar que el
animal caiga sobre su lado izquierdo. Para tranquilizar al animal es conveniente utilizar
propionilpromazina al 1 % (10 ml aprox) IM o IV dependiendo de la actitud del animal. Una dosis
completa de una droga espasmólítica como el lactato de isoxsuprina a una dosis de 2 mg (20 ml)
por vía intramuscular o 0.7 mg (7 ml) intravenoso, 15 min antes de iniciar lacesárea con la finalidad
de reducir el tono miometral y facilitar la exteriorización del útero. La región operatoria es toda la
fosa del ijar izquierda, se rasura un área lo mas amplia posible el flanco izquierdo, se le enjabona y
cepilla enérgicamente para embrocarle después tintura de yodo al 5%. Para la anestesia regional
se recomienda el bloqueo paravertebral distal aunque también se puede utilizar el paravertebral
proximal y “L” invertida aplicando 10 ml de lidocaina al 2% por cada punto, se debe utilizar
analgesia epidural a una dosis de 5 a 7 ml de lidocaína al 2 % para prevenir la defecación y el
tenesmo, no aplicar mas de esta cantidad para evitar que se caiga la vaca. Procedimiento La región
operatoria se cubre con un campo quirúrgico para animales grandes. Se hace una incisión vertical
cutánea de hasta 25 cm de largo en el flanco izquierdo iniciándola aproximadamente de 8 a 10 cm
ventral al extremo de la apófisis transversa lumbar y dirigida para que pase aproximadamente a 5
cm caudal al punto más caudal de la última costilla. Debido a que las hemorragias pueden
controlarse con facilidad por medio de las pinzas hemostáticas, sólo se presenta poca necesidad
de ligar los vasos sanguíneos. Se hace una pequeña incisión a través de los músculos abdominales
utilizando un bisturí agrandándola con tijeras de punta roma o debridando con las propias manos
del cirujano siguiendo la dirección de los musculos. El músculo transverso abdominal y el
peritoneo en seguida se hacen por medio de dos pares de pinzas de Allis y perforados a través de
estas con un bisturí. La salida del aire de la cavidad peritoneal indica que el peritoneo ha sido
perforado y las vísceras abdominales subyacentes se levantan. La incisión se agranda con las
tijeras. El acceso al útero se obtiene por desplazamiento hacia adelante de la porción caudal del
rumen y la extremidad dorsal del gran omento en dirección ventral, ahora debe realizarse el
alineamiento del feto. En la mayoría de los casos el útero puede ser exteriorizado en la porción
más caudal de los pies del becerro junto con la sección de pared uterina que le cubre y jalándolos
a través de la incisión Así, el miembro pélvico es exteriorizado en el caso de presentación cefálica y
uno torácico en el caso de presentación caudal del feto. Cuando el útero no puede ser
exteriorizado por esta vía, se debe realizar un intento de pasar una mano por debajo del cuerno
uterino gestante y levantarlo hacia la incisión mientras se mantiene la extremidad del becerro con
la otra mano. Tan pronto como el útero esté lo suficientemente exteriorizado, se le asegura con un
par de pinzas uterinas aplicadas por arriba del nivel de los pies del becerro. Entonces se hace una
pequeña incisión con un bisturí a través de la pared uterina que cubre el espacio interdigital del
becerro. La incisión se agranda con las tijeras hasta 25 a 30 cm dependiendo del tamaño del feto,
teniendo cuidado de no cortar los placentomas. Después de cambiar las pinzas uterinas, se aplican
cadenas obstétricas a las extremidades y el becerro se extrae por medio de tracción.

No se deben realizar intentos por extraer las membranas fetales y ninguna porción protruida.
Entonces el útero se fija con 2 pares de pinzas uterinas (una a cada extremo de la incisión), las
cuales se sostienen por un ayudante mientras se cierra la incisión con una fila de sutura continua
modificada de inversión con un material de sutura catgut crómico del Núm. 3 o dexón Nùm. 2 o 3.
Para realizar el primer punto después del anclaje la aguja penetra a una distancia no mayor a 1cm
de lado derecho a la incisión saliendo medio centímetro más o menos abajo y a la derecha de la
incisión de manera oblicua, ahora, el segundo punto se realiza al introducir la aguja a la misma
altura que el primer punto solo que del lado izquierdo de la incisión para salir medio centímetro
debajo de manera oblicua de este mismo lado de la incisión, una vez terminados ambos puntos se
tensa el material de sutura para que la herida se invierta y así sucesivamente hasta lograr el cierre.
Se deben de introducir en el útero de 2 a 4 bolos uterinos con tetraciclinas de 5 a 10 gr, un poco
antes de terminar la primera fila de sutura esto es una medida preventiva de gran importancia
cuando se ha realizado una operación cesárea antes del momento normal del parto, se espera la
retención de membranas fetales. El útero se lava después con solución salina fisiológica normal
tibia y se aplican 100 unidades de oxitocina repartidas en el útero para ayudar a la pronta
involución uterina y finalmente se regresa en su posición normal a la cavidad abdominal.

Para llevar al mínimo la formación se adherencias, se recomienda la administración de


dexametasona o flumetazona por vía intraperitoneal.

La cavidad abdominal puede cerrarse por uno de los siguientes métodos. Primero, el peritoneo y el
músculo transverso del abdomen se cierran con una sutura simple continua usando catgut
cromado del Núm. 3. Los dos músculos oblicuos se cierran en forma similar con una segunda hilera
de sutura, tenga cuidado de tomar ésta con la línea de sutura subyacente para eliminarlas
aberturas. En la vaca con mucho tejido graso, una tercera hilera puede usarse para la grasa
subcutánea. La piel se cierra con una sutura de colchonero interrumpida vertical usando un
material sintético y resistente. Las suturas de la piel se retiran del 12º al 14º día.

Dentro del tiempo postoperatorio se recomienda aplicar antibióticos ya sea por vía intramuscular
o intravenosa durante 5 a 10 días de preferencia utilizar oxitetraciclinas. Se deberá tomar la
temperatura diariamente durante 8 días, si es ≥ 40◦ C conviene cambiar de antibiótico.

LITERATURA CONSULTADA.

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5. Martínez AP, Atlas de Suturas Quirúrgicas, 1ª. Edic, Zacatecas México 2004
DENTRO DE LOS ABORDAJES TENEMOS

Abordaje Paralumbar o Del Flanco en Estación

se realiza una incisión vertical de piel de 25 a 30 cm en la mitad de la fosa paralumbar izquierda


(Figura 1), comenzando aproximadamente 10 cm por debajo del proceso transverso lumbar
(Frazer y Perkins, 1995). Se continúa con el tejido subcutáneo y músculos oblicuos interno y
externo incididos con bisturí. Con tijera se secciona el peritoneo y el músculo transverso (Fubini y
Ducharme, 2005).

Figura 1. Abordaje Paralumbar o Del Flanco

Este abordaje es la vía más común para retirar fetos viables de gran tamaño o muertos
recientemente y no contaminados. También es de elección para las vacas con gran desarrollo de la
vascularidad ventral y que son capaces de tolerar la cirugía de pie. En casos de líquidos infectados,
no pueden ser eliminados, contaminando toda la cavidad abdominal (Turner y Mcilwraith, 1988;
Arthur y col., 1991).

Cuando el ternero está vivo, hay poca dificultad para manipular el cuerno grávido en la zona de la
incisión y para mantenerlo allí mientras se abre el útero y se aplican las cadenas de tracción a las
extremidades del ternero (Horney, 1989). En animales muy nerviosos como es el caso de ganado
de carne es muy dificultosa (Walker y Vaughan, 1986), y no se recomienda en animales exhaustos,
con parálisis del nervio obturador, hipocalcemia o toxemia por la alta probabilidad de caerse
durante la cirugía (Frazer y Perkins, 1995).

En el caso de que nos encontremos con un feto enfisematoso y nos resulte imposible exteriorizar
el útero, debemos traerlo lo más cerca posible a la incisión de la pared y la incisión del útero
puede ser realizada en su cara dorsal, removiendo el feto y limitando la contaminación de fluídos
fetales a la cavidad abdominal. Muchas veces por la posición del feto la incisión uterina se realiza
en una ubicación donde no se puede exteriorizar el útero, en éstos casos la incisión se sutura
dentro del abdomen, no habiendo riesgo de contaminación en el caso de una cría viable y un útero
normal (Wolfe y col., 1993).

El acceso en estación por el flanco puede ser realizado ya sea del lado derecho o izquierdo,
aunque hay una preferencia de los cirujanos por este último, ya que el rumen previene la
evisceración de los intestinos y se evitan las dificultades asociadas al epiplón mayor en el lado
derecho (Horney, 1989; Newman y Anderson, 2005). La cesárea por flanco izquierdo es la realizada
con mayor frecuencia en el ganado lechero (Kersjes y col., 1986).

En algunas situaciones particulares se indica la cesárea por el flanco derecho, cuando existe una
marcada distención ruminal, la presencia de un feto grande localizado en el cuerno derecho, en
casos de hidropesías como el hidroamnios o hidroalantoides, torsión uterina irreducible o la
existencia de adhesiones en flanco izquierdo por una laparotomía anterior que impiden la
manipulación uterina (Wolfe y col., 1993). Recordemos que retener los intestinos dentro de la
cavidad abdominal puede ser muy dificultoso (Turner y Mcilwraith, 1988; Weaver y col., 2005).
Frazer y Perkins (1995) mencionan que la mayor desventaja del abordaje derecho, es que en caso
de existir prolapso intestinal puede originar un trauma y contaminación, predisponiendo a la vaca
a peritonitis e íleo. Este riesgo se minimiza al tener un asistente capacitado para ayudar en la
manipulación del útero y el contenido abdominal, asegurándose que la incisión de la piel se realice
en el tercio superior de la fosa paralumbar derecha.

En resumen, las ventajas del abordaje a través del flanco izquierdo son que se realiza con el
animal de pie con cierta comodidad del cirujano (Posadas y col., 1984), requiere mínima asistencia
y no se necesita anestesia general, el rumen actuaría como barrera para los intestinos y en caso de
haber torsión uterina se corregiría fácilmente (Dietz y col., 1975; Pardo y Saelzer, 2006). Por el
lugar anatómico donde se realiza la cesárea se evitan la mayoría de los nervios, el compromiso
circulatorio es mínimo, la incisión es muy distensible, hay escasa dehiscencia operatoria (Pardo y
Saelzer, 2006) y el grado de cicatrización tiende a una menor inflamación (Posadas y col., 1984).

Entre las desventajas encontramos la posibilidad de que la vaca se caiga durante la intervención
que suele ocurrir en un 2 a 3% de los casos (Dietz y col., 1975), dificultad de exteriorizar el útero
(Wolfe y col., 1993; Pardo y Saelzer, 2006), la posible distención ruminal que bloquea al útero o
cause prolapso de éste a través de la incisión y la dificultad de traer a la incisión el cuerno gestante
derecho (Campbell y Fubini, 1990).
El abordaje a través del flanco izquierdo en decúbito lateral derecho debe realizarse cuando se
produjo una distocia prolongada o hubo intentos repetidos e inútiles de tracción forzada. A su vez
la pérdida de líquido amniótico y el inicio de la involución uterina hacen muy dificultosa su
manipulación, por lo que en estos casos colocando el animal en decúbito lateral y planificando el
lugar de la incisión se asegura una correcta exposición del útero (Horney, 1989). Está indicada
cuando hay un feto vivo excesivamente grande, vaca con tendencia al decúbito, marcada
vascularización abdominal ventral o feto de gran tamaño en cuerno derecho. La técnica es muy
similar a la realizada en estación, con la salvedad que la incisión se inicia mas a ventral teniendo
cuidado de evitar la vena subcutánea abdominal. Entre las desventajas del abordaje se encuentra
posible distención ruminal que nos impida exteriorizar el útero, acentuándose si el ternero se
encuentra en presentación caudal (Campbell y Fubini, 1990).

La Celiotomía Oblicua Izquierda

se prefiere a otros abordajes en los casos de gran tamaño fetal y feto muerto. Se realiza con el
animal en estación por lo que se evita el uso de sedación. La anestesia local de la pared es
proporcionada mediante un bloqueo paravertebral o bloqueo de conducción (Parish y col., 1995).

La incisión cutánea comienza a 8-10 cm en craneal y 8-10 cm en ventral de la zona más craneal de
la tuberosidad coxal. Extendiéndola hacia cráneo ventral, en un ángulo de 45 grados y finaliza a 3
cm hacia caudal de la última costilla. Se incide con bisturí tejido subcutáneo y músculo oblicuo
abdominal externo. Los músculos oblicuo abdominal interno y transverso son abiertos en dirección
de sus fibras, y el peritoneo es levantado con pinza y es seccionado (Fubini y Ducharme, 2005) .

Parish y col. (1995) encontraron en la mayoría de las 18 vacas intervenidas con dicho abordaje,
una persistencia de la anestesia en la pared abdominal ventral a la incisión. La principal ventaja de
la técnica es que el ápex del cuerno uterino gestado es manipulado sin esfuerzo y el útero se
exterioriza fácilmente, porque la incisión de la pared abdominal es larga y se extiende más hacia
craneal y ventral que el abordaje por flanco. Se considera menos traumática porque secciona solo
el músculo oblicuo abdominal externo y usa una disección roma para dividir el músculo oblicuo
abdominal interno y el músculo abdominal transverso (Parish y col., 1995).

El abordaje Ventrolateral Oblicuo (técnica de Goetze)

en decúbito lateral se indica cuando la vaca tiene tendencia al decúbito, cuando se presentan
anomalías fetales o el feto se encuentra enfisematoso con un útero friable e incapaz de soportar
excesivas manipulaciones (Campbell y Fubini, 1990). La vaca se sujeta en decúbito lateral derecho
y el miembro posterior izquierdo es elevado y sostenido. La incisión cutánea se realiza paralela a la
vena mamaria superficial, angulándola en la ubre. La incisión aguda se continúa a través del tejido
subcutáneo y los músculos oblicuos abdominales aponeuróticos. El músculo transverso y
peritoneo son seccionados perpendiculares a las fibras musculares (Fubini y Ducharme, 2005).

Entre las ventajas se encuentra la mínima contaminación uterina ya que se tiene acceso a ambos
cuernos uterinos y se aproximan a la incisión fácilmente con excelente exteriorización del cuerno
uterino por lo que es ideal para fetos enfisematosos y la sujeción mediante la anestesia epidural
alta es sencilla (Campbell y Fubini, 1990; Fubini y Ducharme, 2005; Pardo y Saelzer, 2006). En caso
de un gran tamaño fetal hay menor dificultad para manejar el útero y se evita la musculatura bien
vascularizada del flanco (Weaver y col., 2005).

Como desventajas la incisión al ser extensa y en una región vascularizada, es dificultoso abrirla y
cerrarla, hay mayor dehiscencia de la sutura debido a la mayor carga que ha de soportar la sutura
con riesgo de eventración, formación de edema y seroma postoperatorio (Dietz y col., 1975;
Schultz y col., 2008; Rivas, 2012), el prolapso intestinal es muy frecuente, el cierre requiere
múltiples capas lo cual consume tiempo, compromiso circulatorio aumentado y posible
meteorización ruminal por decúbito prolongado (Pardo y Saelzer, 2006), no se puede usar
grampas en la piel (Alexander, 1989; Fubini y Ducharme, 2005). El animal al estar tumbado
lateralmente necesita una buena sujeción mediante cuerdas y correas y disponibilidad de
asistentes, esta posición es incómoda para el cirujano ya que debe llevarla a cabo de rodillas y
desfavorable para el proceso de cicatrizacion de la herida con mayor probabilidad de infección
(Fubini y Ducharme, 2005; Weaver y col., 2005).

El Abordaje Por Línea Media Ventral

es una buena zona quirúrgica en el caso de vaquillonas jóvenes de raza carnicera (Fuentes y
Tellez, 1976) o difíciles que no toleran un procedimiento por flanco en estación (Fubini y
Ducharme, 2005), también en el caso de que el útero se encuentre muy distendido y séptico
(Weaver y col., 2005). El abordaje evita una excesiva manipulación de vísceras (Posadas y col.,
1984).

Se ubica a la vaca en decúbito dorsal y se realiza una incisión por línea media en piel de 40 cm
comenzando en la ubre y extendiéndola hasta el xifoides, seccionando tejido subcutáneo y línea
Alba . El peritoneo se levanta con una pinza y se secciona con tijera (Fubini y Ducharme, 2005).
Figura 4. Abordaje Por Línea Media Ventral

Se produce una mínima cicatriz postoperatoria por lo que la comercialización puede ser rápida.
Este abordaje se considera adecuado para vaquillonas de feedlot con mínima vascularización, por
el contrario no se recomienda para vacas en alta producción de leche y ubres grandes, con
abdomen de gran tamaño que ejercen presión sobre la incisión ventral (Campbell y Fubini, 1990).
El tamaño del animal es importante a la hora de tomar la decisión de que abordaje elegir, vacas
excedidas de peso no se recuperan de la misma manera que animales más livianos (Walker y
Vaughan, 1986).

En cuanto a la facilidad para exteriorizar el útero, la bibliografía no es clara, algunos autores,


Walker y Vaughan (1986), Posadas y col. (1984), Frazer y Perkins (1992), Parish y col. (1995),
afirman que este procedimiento permite una mejor exteriorización del útero previniendo la
contaminación abdominal, mientras que Campbell y Fubini (1990) afirman lo contrario. Si antes de
la cirugía hubo un prolongado trabajo de parto, con pérdida de fluídos fetales y un útero
contraído, el cirujano puede no ser capaz de exteriorizar el útero a través de la incisión.

Una dificultad de la técnica es ubicar a la vaca en decúbito dorsal, se necesita una muy buena
sujeción y considerable mano de obra, sumado a la deficiencia respiratoria y cardiovacular que
sufre la vaca (Fubini y Ducharme, 2005; Weaver y col., 2005). Otras de las desventajas son la
probabilidad de hernia (Campbell y Fubini, 1990; Rivas, 2012), timpanismo y prolapso de asas
intestinales (Dietz y col., 1975). Algunos autores recomiendan utilizar cinta umbilical por su gran
resistencia y mínima reacción inflamatoria, evitando así hernias (Posadas y col., 1984).

BIBLIOGRAFÍA

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