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Terapia
familiar
feminista
Thelma Jean Goodrich
Cheryl Rampage
Barbara Ellman
Kris Halstead
Terapia Familiar
PAIDOS
Terapia familiar feminista
Grupos e instituciones / Terapia familiar
Terapia familiar
feminista
PAIDOS
Buenos Aires - Barcelona - México
Título original: Feminist Family Therapy. A casebook
W. W. Norton & Co., New York, London
© Copyright 1988 by Thelma Jean Goodrich, Cheryl Rampage, Barbara Ellman, and Kris
Halstead
ISBN 0-393-70050-X
la . edición, 1989
I^a reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, idéntica o modificada, escrita a
máquina, por el sistema “multigraph”, mimeógrafo, impreso, por fotocopia, fotoduplicación, etc., no
autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada.
1. El feminismo y la familia..................................................... 19
Los estereotipos de los roles de los géneros y la familia ...23
La ideología de la familia “normal” .....................................26
El planteo feminista............................................................. 27
4. El matrimonio empresarial................................................... 63
Linda y Ricardo................................................................... 65
La consulta.......................................................................... 68
El análisis...................................................... ;.................. 71
El tratamiento...................................................................... 76
Ricardo y Linda...................................................................78
Fernanda y Javier............. ...................................................79
Los riesgos.......................................................................... 84
Rachel T. Hare-Mustin
Noviembre de 1987
PREFACIO
T. J. G.
C. R.
Karp y SusanThal, que supieron excusar las citas incumplidas, las fechas
canceladas y las llamadas telefónicas sin respuesta. Y porúltimo, a mis
vecinas, Nancy George y Sue Kellogg, que hicieron de familia ampliada
ayudando a mi familia cuando yo no estaba.
B.E.
K. H.
C a p itu lo i
EL FEMINISMO Y LA FAMILIA
Jcssie Bemard,
Women and the Public Interest
1En su libro Feminism Unmodified, Catharine A. MacKinnon (1987) afirma que los
hombres, el genero dominante, asumieron el poder para definir tanto la diferencia como
la diferencia que determina el género. Como nuestros conocimientos de las diferencias
sexuales son conceptos masculinos, aunque se presentan normalmente como teorías vy
descubrimientos objetivos, esta autora llega a la conclusión de que lo biológico y lo social
son inseparables en este ámbito. No obstante, para nuestros objetivos, seguiremos
empleando el término sexo para referimos a la categoría biológica, y género para
referimos a la categoría social.
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 25
EL PLANTEO FEMINISTA
Rachcl Harc-Mustin,
Family Therapy of the Future:
A Feminist Critique
1 Parte de nuestro análisis concuerda con los análisis hechos por otras terapeutas
feministas de la familia, los cuales a veces son coincidentes entre sí. Para no hacer citas
reiterativas, enumeramos todas las referencias pertinentes más adelante en este mismo
capítulo bajo la denominación de recursos para la capacitación.
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 33
hogar y tenga la parte del león en lo que se refiere al ejercicio del poder.
La distribución del poder no es un suceso casual ni un asunto interper
sonal. Es un asunto de clases y está predeterminado estructuralmente: la
clase de los hombres domina a la clase subordinada de las mujeres. Los
terapeutas de la familia generalmente han hecho caso omiso de este
diferencial de poder, incluso algunos han recomendado trabajar dando
por sentado que los hombres y las mujeres tienen igual poder hasta que
se compruebe lo contrario (Pittman, 1985). Sin embargo, la prueba de
que la distribución del poder es desigual no parece haber apuntado nunca
a una modificación de la teoría. Cada incidente es tratado como un hecho
único, o tal vez un hecho natural, que no acrecienta nunca la opresión de
las mujeres. Piénsese en el poder económico, donde el diferencial entre
las mujeres y los hombres es tan tremendo. La mayoría de los terapeutas
de la familia no han incluido esta realidad en sus formulaciones, y han
guardado silencio sobre los efectos que tiene en la interacción familiar.
Como observa Goldner: “Las mujeres han estado siempre enterradas
en la familia...” (1985a, pág. 45). Las mujeres también han estado
enterradas en la terapia familiar. Los obstáculos psicológicos, legales y
sociales que se han opuesto al logro de la igualdad de las mujeres —in
cluso en la familia misma— han estado ausentes en la teoría, la práctica
y la capacitación correspondientes a este campo.
LA TEORÍA
LA PRÁCTICA
LA CAPACITACIÓN
El contexto
El sistema dentro del cual se imparte la capacitación debe estar
organizado de una manera que no reproduzca el mismo modelo opresivo
y sexista que la terapia familiar feminista trata de corregir. Para empezar,
el programa debe contar con igual número de mujeres que de hombres en
los puestos de autoridad y en los cargos docentes. Debe brindar los
beneficios buscados en el mundo de los negocios: un horario flexible,
licencia por maternidad y por paternidad, ayudas especiales para los
progenitores únicos y para las mujeres que ingresan en el mercado de
trabajo a una edad mayor. Tiene que tener como primer lenguaje, y no
como segundo, el análisis feminista. Su característica ha de ser la
existencia de una interacción respetuosa y esclarecedora. .
Para poder comprender la importancia de lo que decimos, pasemos del
nivel del contexto al nivel de la conducta personal. En su artículo sobre
la capacitación profesional, Caust, Libow y Raskin se refieren a las
“tendencias de las mujeres, en general, y de las estudiantes de los cursos
de terapia feminista, en particular, a evitarla confrontación, minimizar
su autoridad y relacionarse con los supervisores de un modo estereotipa
do y sumiso, así como también a emplear estrategias de poder encubier
tas...” (1981, pág. 441). Si bien coincidimos con esa observación,
queremos hacer ver un aspecto diferente del que señalan estos autores.
Las conductas que ellos describen son estrategias de supervivencia de los
subordinados. Se trata de tendencias de las mujeres en general porque
ellas son subordinadas. Cuando no lo son (por ejemplo, con sus propios
niños o cuando desempeñan el rol de maestras) abandonan esas conduc
tas y adoptan exactamente las opuestas. En otras palabras, la capacidad
de ser exigentes y cuestionadoras depende de las necesidades propias del
ambiente.
A diferencia de lo que ocurre con las mujeres, prácticamente todos los
ambientes se caracterizan por la expectativa de que los hombres actúen
mandando y confrontando. Si esas conductas son deseables para las
mujeres que son terapeutas, lo que debe programarse de otra manera es
el medio donde se desarrolla la capacitación y no las mujeres. La
expectativa que tiene una mujer de sí misma es parte del cambio que debe
producirse, pero no es el punto por donde debe empezarse. Primero el
contexto debe hacerse seguro para que las mujeres manifiesten una gama
más amplia de conductas y sólo entonces éstas emergerán.
Existen varios factores que complican el intento de modificar el con-
50. TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA: HACIA UNA REFORMA
El contenido
En el programa debe figurar la enseñanza de la teoría feminista. Se
debe informar a los alumnos sobre el sistema patriarcal bajo el cual todos
nosotros crecimos y en el cual están insertas todas las familias de manera
explícita y formal; no basta con esperar que cada uno lo capte como una
iluminación súbita. El programa de capacitación tiene que dar a los
discípulos los conceptos necesarios para realizar el análisis de los roles
basados en géneros que hemos explicado en el apartado anterior. Los
estudios feministas brindan una gran riqueza de recursos (de Beauvoir,
1964; Chesler, 1972; Chodorow, 1978; Dinnerstein, 1976; Ehrenreich y
English, 1978; French, 1985; Gilligan, 1982; Lemer, 1986; Miller, 1976;
Oakley, 1974; Rich, 1976; Thome, 1982); como también lo hacen
muchas obras literarias escritas por mujeres (Atwood, 1986; Bemikow,
1980; Brownmiller, 1984; Gilman, 1973 b; Gould, 1976; Griffin, 1978;
Griffith, 1984; Morgan, 1968; Pogrebin, 1983; Rich, 1986; Walker,
1982; Woolf, 1929).
Además, deben producirse otros cambios en el contenido. Los docen
JERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 51
El proceso
El respeto es el rasgo definitorio básico del proceso entre docentes y
alumnos que exigimos para los programas de capacitación en terapia
familiar feminista. Puesto que esta palabra tiene un significado general,
la especificaremos con respecto a determinadas aplicaciones:
— Es respetuoso enseñar la teoría y el método con claridad, en lugar
de hacerlos confusos e inaccesibles como indicadores jerárquicos.
— Es respetuoso determinar las competencias, afirmar las mejoras,
apoyar la individualidad y prestar colaboración.
— No es respetuoso emplear un estilo de interacción que resulte
autoritario, seductor, paternalista, astuto, hostil o mistificador.
— No es respetuoso realizar análisis entrelazados con bromas sexis
tas, supuestos sexistas sobre el problema de la familia y lenguaje sexista.
— No es irrespetuoso en sí que los alumnos exhiban su trabajo y los
supervisores no lo hagan. No es irrespetuoso en sí considerar que los
supervisores saben más que los alumnos. La falta de respeto se produce
cuando los supervisores se toman la libertad, como suele suceder, de
regañar, molestar ^sultar o confundir a los alumnos con respecto a su
apariencia, su estile singular, su desacuerdo o su objeción a causa de que
se encuentran en una posición más alta o tienen más conocimiento, en
especial cuando a esa situación se agrega el hecho de que el supervisor
es homUe, y la alumna, mujer.
— No es irrespetuoso en sí que sea necesaria la aprobación del
supervisor para progresar. Lo que puede ser irrespetuoso es lo que se
necesite para conseguir esa aprobación. ¿El temario real es la devoción
del esclavo, la copia o la obediencia ciega? ¿Se recompensarán los
aportes originales y el pensamiento crítico? ¿Cómo verán los superviso
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 53
res el caso de una joven creativa, que hace aportes y también cuestiona?
¿Es una buena idea que las mujeres superen lo que Caust, Libow y Raskin
(1981) explican como su motivación “especialmente fuerte” para obte
ner aprobación, antes de que conozcan la respuesta de la pregunta
anterior?
— No es irrespetuoso en sí utilizar el teléfono para hacer llegar un
mensaje a la sala de terapia o interrumpir una sesión para guiar a un
alumno. Algunas maneras respetuosas que puede adoptar el supervisor
son las siguientes: abstenerse de intervenir durante el tiempo necesario
para permitir que la familia y el terapeuta establezcan una relación; pedir
permiso antes de entrar en la habitación donde se desarrolla la terapia; ya
sea en su momento o después, fundamentar la elección de la sugerencia
ofrecida y del momento para ofrecerla; demostrar que está dispuesto a oír
algo diferente y a experimeniar con alternativas.
Dado que los significados y aplicaciones del respeto son complicados,
difíciles de predecir y peligrosos de abordar explícitamente desde una
posición inferior, recomendamos que cada equipo de supervisor y
supervisado tenga asesores de su proceso para examinar la política
sexual de la diada. Los asesores pueden ser un equipo de trabajo, otro par
de supervisor y supervisado o un grupo completo de capacitación.
Asimismo recomendamos que los supervisados puedan trabajar con un
hombre y con una mujer en el rol de supervisor en algún momento del
curso.
A continuación deseamos hacer algunas advertencias directamente a
las mujeres que en la actualidad están siguiendo un curso de capacitación
o que podrían llegar a hacerlo:
Cuidado con el simbolismo. No a todas las mujeres que ocupan una alta
posición en los programas de capacitación se les dará la autoridad y
aceptación necesarias para llevar a cabo lo que parece ser responsabili
dad suya. En la medida en que falten esa autoridad y esa aceptación, los
esfuerzos que haga usted para alinearse junto a ella o para verla como un
modelo le producirán confusión. Una confusión semejante puede creár
sele si no se da cuenta de que no toda docente o autora es feminista.
en un modelo que tiene que ver con el modo en que los hombres lo hacen.
Averigüe exactamente qué es lo objetable en su manera de poner en
práctica esas cosas. Lea lo que escribe Jean Baker Miller (1976) sobre el
poder y el enojo para recordarse a usted misma que ni los hombres ni las
mujeres se caracterizan por manifestar el poder y el enojo de maneras
eficaces y seguras para la humanidad.
TRABAJO FEMINISTA,
PROCESO FEMINISTA
Susan Griffin,
Wornan and Nature
EL MATRIMONIO EMPRESARIAL
Alexis de Tocquevillc,
Democracy in America
LINDA Y RICARDO
LA CONSULTA
personal (“Lindo color, pero realmente no debe usar las faldas tan largas,
la hacen parecer más baja”); sobre su vida personal (“¿Va a ir a París en
julio? Pero, ¡va a estar atestado de gente!”), e incluso insinuaciones de
que la terapeuta no estaba muy al corriente con sus lecturas (“¿Todavía
no ha leído este libro? ¡Oh, pero tiene que leerlo!”).
Linda también trató de comprometer a la terapeuta en una coalición
contra Ricardo, aludiendo con frecuencia a que ellas pertenecían al
mismo género o compartían el interés por la psicología. Guiñadas de ojo,
sonrisas conocedoras de un lenguaje técnico eran usadas para subrayar
estas similitudes y la consiguiente distancia de Ricardo. Cualquier plan
para un tratamiento futuro tendría que incluir formas de evitar estas
maniobras.
Desde la perspectiva de la terapeuta, Linda era la esposa empresarial
por antonomasia. Cuando era joven, fue cortejada con la promesa de
éxito que creía que podía obtener Ricardo y que sabía que no podría
asegurarse sola. Ella hizo su parte para administrar la casa mientras él
mataba dragones empresariales. A medida que pasaban los años y los
hijos se hacían demasiado grandes e independientes para seguir propor
cionándoles un terreno común a ellos dos, Linda tuvo cada vez menos
cosas en común con Ricardo. En un principio ella estuvo de acuerdo en
separar sus ámbitos a fin de crear una familia segura y lograda desde el
punto de vista económico; ahora se encontraba con la realidad de que ella
y su marido eran dos galaxias muy distantes entre sí.
Ricardo coincidía con el estereotipo del hombre empresarial que tenía
la terapeuta; él aceptaba los valores de la empresa acríticamente, creía
que su mujer le debía devoción porque él la mantenía, y no demostraba
interés alguno en compartir su vida emocionalmente, ni tenía mucha
capacidad para hacerlo. Esta situación planteaba un desafío a la terapeuta
y aunque sabíamos que sería difícil, subrayamos la necesidad de que ella
se conectara con Ricardo encontrando algún aspecto positivo, no este
reotipado, en su vida. Además sugerimos que la terapeuta evitase tratar
con Ricardo de la manera en que lo hacía Linda. La terapeuta, como
Linda, había intentado ayudar a Ricardo a superar su incapacidad para
expresar sus puntos de vista. Y, al igual que Linda, llegó a frustrarse en
ese intento.
Durante la sesión de consulta, se pasó bastante tiempo discutiendo si
la terapeuta podía y debía aceptarlas condiciones del contrato conyugal
de sus pacientes. Ricardo y Linda seguían juntos básicamente para
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 71
EL ANÁLISIS
Los costos del marido. Los hombres pagan un precio elevado por el
poder, el status y el dinero que obtienen de su puesto en la estructura em
presarial. Hay luchas, incertidumbres, decepciones y competitividad a
diario que no sólo resultan difíciles de enfrentar sino que también son
precursoras o incluso productoras de diversas “enfermedades de ejecu
tivos”, sobre todo dolencias cardiovasculares (Friedman y Roscnman,
1981). Otros riesgos para la salud relacionados con los altos puestos
directivos son la adicción al tabaco y al alcohol, y un índice más elevado
de suicidios con respecto al de las mujeres de la misma edad.
74 EL MATRIMONIO EMPRESARIAL
Los costos de la mujer. Si bien los costos del hombre son pesados, la
mujer por lo general paga todavía más. “Las empresas no han sido
amables con las mujeres. Su crueldad ha provenido tanto del machismo
como de la malicia” (Seidenberg, 1973, pág. vii). Las esposas son
tratadas como si fuesen juguetes y sirvientas tanto por la compañía como
por el hombre que trabaja en ella. En un estudio en el que se ofreció a los
ejecutivos la oportunidad de describir el rol de la esposa empresarial, los
investigadores descubrieron que los términos usados eran los que ordi
nariamente se emplean al referirse a las recepcionistas u otras empleadas
subordinadas. Ninguno de los ejecutivos participantes mencionó rasgos
como, por ejemplo, la inteligencia, la independencia o la riqueza de
recursos. En realidad, todos coincidieron en que la esposa empresarial
ideal específicamente no debería tener nada que ver con ningún aspecto
del mundo empresarial que requiriese el empleo de su mente (presentado
en Seidenberg, 1973, págs. 72-74).
Como el marido está ausente gran parte del tiempo, la esposa em
presarial tiene la responsabilidad prácticamente exclusiva del cuidado de
los hijos. El aislamiento que puede resultar de esta situación se ve
disminuido a menudo por su participación en actividades comunitarias;
empero, las frecuentes mudanzas requeridas por la empresa se traducen
en la pérdida de credenciales, contactos y status, es decir, los beneficios
precisamente ganados en las actividades comunitarias y que constituyen
su recompensa. Muchas esposas empresariales se refugian en el trabajo
de la casa para llenar el vacío que les produce su aislamiento de los
recursos de la cultura, la comunidad y la oportunidad de crecimiento.
Puesto que el trabajo de la casa no puede cumplir esa función, las esposas
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 75
Los costos de la sociedad. Si bien son muchos los costos que debe
pagar la sociedad, nos limitaremos a mencionar sólo dos. El primero se
refiere a la cultura empresarial. La definición empresarial del éxito:
trepar alto en la escala jerárquica, hacer muchísimo dinero, ejercer poder
económico y poder de decisión sobre los demás, y gozar de una vida de
despilfarro consumista. Mientras esta definición tenga vigencia y las
empresas que la encaiíian sigan ejerciendo la misma influencia actual,
seguiremos viviendo en un medio caracterizado por la manipulación
política en lugar de la colaboración consensual, por la insistencia en la
instrumentalidad no corregida por los valores expresivos y espirituales,
y por la asociación del éxito con el dinero.
El segundo costo relacionado con el primero se refiere a la rígida
diferenciación de roles que está expresada, demostrada y bendecida tan
claramente en el matrimonio empresarial. Este rasgo contribuye al hecho
de que ni los hombres ni sus mujeres desarrollan una personalidad rica
y floreciente. Para subrayar este punto, citamos a Margarct Mead:
EL TRATAMIENTO
Los objetivos
En el momento de nuestra reunión, la terapeuta no espera volver a ver
a Ricardo y Linda en la terapia. No obstante, elaboramos objetivos para
el tratamiento y un plan para lograrlos en el caso de que Ricardo y Linda
regresaran, y una guía para nuestro trabajo futuro con parejas empresa
riales. Nuestros objetivos básicos eran los siguientes:
El plan
El contexto. En la bibliografía relativa a la terapia familiar se ha
ignorado en gran medida el efecto que ejerce el contexto empresarial en
la vida familiar de los ejecutivos. Hay tan sólo un artículo en el que se
abordan directamente las circunstancias especiales de la familia empre
sarial (Gulotta, 1981). A diferencia del enfoque que recomendamos aquí,
Gulotta desalienta específicamente en los terapeutas de la familia la
discusión de las limitaciones que la empresa impone a la vida de la
familia y también advierte a los terapeutas que no traten de modificar el
nivel de participación del marido en la familia. En cambio, la responsa
bilidad del cambio recae en la mujer, que ni siquiera tiene el privilegio
de comprender las limitaciones de su poder. Desde una perspectiva
feminista, esta postura es inevitablemente mistificadora e injustamente
pesada para las esposas de estas familias.
Al planear cómo ayudar a Ricardo y Linda a comprender el contexto
de su matrimonio, sabíamos que teníamos que evitar que la empresa
apareciera como culpable, con lo cual se impulsaría una defensa de la
empresa. Para seguir un camino diferente, la terapeuta podría persona
lizar el análisis enseñando y conectando de a poco, a medida que los
distintos puntos resultasen personalmente importantes para Ricardo y
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 77
RICARDO Y LINDA
más tarde, Linda supo que él había tenido una relación con su secretaria
durante algún tiempo y, probablemente, había estado saliendo con ella,
mientras se desarrollaba la terapia conyugal.
Al año siguiente trabajé con Linda mientras daba los primeros pasos
tentativos para crearse un futuro. En la actualidad está divorciada, trabaja
para un grupo de diseñadores de interiores y se ha unido a un grupo de
apoyo para personas separadas y divorciadas que funciona en su iglesia.
Su definición de sí misma se ha extendido mucho más allá de lo que ella
sabía como esposa empresarial y cuenta que le gusta mucho cómo es
ahora.
Ricardo se ha casado con su secretaria, con quien había estado sa
liendo mientras estaba casado con Linda. En el mundo empresarial,
donde los hombres pasan más tiempo con sus secretarias que con sus
esposas, donde los viajes requeridos por la empresa brindan un ambiente
propicio, donde a menudo se utilizan “animadoras femeninas” para
ayudar a conquistar clientes y recompensar los esfuerzos extra, y donde
la empresa piensa muy poco en las esposas, salvo cuando se trata de
promover las carreras de sus maridos, no debe sorprendemos que Ricar
do fuese infiel. Es así pero no debe ser.
Si bien la solución de Ricardo y Linda fue poner término a su relación,
otras parejas podrían optar por preservarla atenuando el malestar. Esta
opción está ejemplificada por otra parej a empresarial, Javier y Fernanda.
FERNANDA Y JAVIER
LOS RIESGOS
mucha claridad era que Paulina estaba muy ansiosa por hablar con
alguien. Dijo que pensaba que era el momento de recurrir a la ayuda de
un profesional.
La descripción que Paulina me había hecho del maestro de Beto me
hizo pensar que para ella la raza era un aspecto importante cuando se
trataba de establecer una relación que brindara ayuda. En consecuencia,
le dije que conocía una terapeuta negra que tenía bastante experiencia
con adolescentes y sus familias, y me ofrecí para recomendarla. Sin
vacilar no aceptó, diciendo que prefería trabajar conmigo y que Beto
aceptaría esa decisión. Concertamos una cita para un día de esa semana
y la invité a traer a toda la familia.
afuera, Beto quedaba a cargo de los otros tres niños, pero todos ellos
estuvieron de acuerdo en que básicamente cada uno cuidaba de sí mismo.
Sobre todo, Paulina no tenía quejas sobre el comportamiento de los niños
en casa. Dijo que también estaba orgullosa de su conducta en la iglesia
donde ellos, junto con Paulina, asumían el rol de líder. Mi impresión era
que ella adoraba a sus hijos y que ellos le pagaban con la misma moneda.
El rol especial de Beto en la familia parecía el de ser el compañero de
su madre. Las tres noches por semana que ella asistía a la escuela, él la
esperaba levantado y cuando llegaba a casa se quedaban conversando, y
a veces jugaban a las damas. Cuando se retrasaba, Beto se preocupaba
pensando que podrían haberla asaltado, y los días de lluvia temía que
tuviese problemas al conducir por las calles resbaladizas.
Toda la información que estaba obteniendo en la terapia me llegaba
como hilos que me costaba trabajo entretejer. Parecía haber muchas
posibilidades para determinar la causa del síntoma de Beto, pero me
resultaba difícil verificar cualquiera de ellas. Decidí intentar una inter
vención conductista que pensé que podría dar resultado independiente
mente del objetivo o la etiología del síntoma de Beto. Quería abordar el
problema presentado por Beto directamente, mientras que a la vez, des
viaba el centro de atención de él.
Me reuní con los niños en grupo y establecí un plan de recompensas
para quien hiciese bien su tarea escolar. Cada uno de los niños acumulaba
puntos para obtener una recompensa (una moneda o una gaseosa) por
hacer su tarea de manera satisfactoria. El plan funcionó durante un
tiempo, pero enseguida empezó a complicarse debido a tareas que no sé
ajustaban a los parámetros dados, o a maestros que se olvidaban de firmar
los trabajos. Entonces renegociábamos, proceso que los chicos disfruta
ban, pero cada versión sólo nos servía durante una o dos semanas y volvía
a complicarse otra vez. El otro problema de esta determinación era que
no parecía producir mucha diferencia con respecto al trabajo de Beto en
el aula ni en el ánimo de nadie sobre el problema.
Pedí entonces ver a Paulina y a Beto individualmente. Durante las
sesiones familiares, me había parecido que a Paulina le gustaba hablar
me, y había dicho varias cosas que me hicieron pensar que se identificaba
mucho conmigo en su carácter de madre sola y mujer profesional.
Empero, cada vez que parecía qué íbamos a trabajar sobre cualquier otro
tipo de problema que no fuese Beto como, por ejemplo, su matrimonio
o los planes para su propia vida, la conversación se apagaba y terminaba
92 LA FAMILIA DE UN SOLO PROGENITOR
Eso bastó. Cada vía que había seguido hasta ahora me había condu
cido a un callejón sin salida. La razón de Beto para volver a repetir el
quinto grado ahora era clara y razonable. Me dejó sin un objetivo claro
para la terapia. No se me ocurría qué hacer. Llevé mi dilema al grupo de
consulta.
LA CONSULTA
EL ANALISIS
escasos. Esto es así porque el proceso de consultas con sus hijos le da una
mayor sensación de poder y competencia de la que tendría si fuese la
esposa de alguien que no sólo dominase a sus hijos sino también a ella
(Brandwein y otros, 1979; Cashion, 1982). En cuanto a los niños, la
mayor responsabilidad que tienen en estos hogares es recompensada por
un mayor poder: por ejemplo, intervienen más para decidir dónde va la
familia a divertirse, cómo pueden dividirse las tareas y qué horarios se
adaptan a sus necesidades.
Estas conclusiones sugieren algunos supuestos alternativos que
deben hacerse elementos importantes de la estructura y la función de la
familia:
Aunque Moynihan admite que los problemas que tienen los negros en
Estados Unidos son complejos, afirma empero que “la debilidad de la
estructura familiar” se encuentra en el “centro de la maraña de la
patología” (1965/1971, pág. 142). Moynihan ilustra esta debilidad seña
lando la frecuente inversión de los roles entre la mujer y el marido, la
educación superior de las mujeres negras comparada con la de los
hombres negros, la ausencia del padre como jefe de la familia y la
configuración matriarcal que predomina en las familias negras. La
solución que él propone para los problemas de los negros norteamerica
nos es fortalecerla familia: establecer una estructura familiar que siga las
pautas de la familia norteamericana blanca de clase media de la década
de., 1950, en la cual predominaba una jerarquía regida por el padre.
Ya hace más de veinte años que se ha publicado el Informe Moynihan.
Muchas de sus conclusiones han sido refutadas y se han cuestionado sus
supuestos básicos. La familia norteamericana blanca de clase media que
usaba como punto de referencia ha sufrido cambios. En la actualidad, es
la cambiante familia blanca la que tiene mucho que aprender de la familia
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 103
EL TRATAMIENTO
Los objetivos
El plan
Te respeto tanto. Has logrado salir adelante en un mundo que pertenece a los
hombres y tienes hijos que estás educando sola, y siempre eres tan cordial y,
realmente, te admiro. Yo también deseo lograr lo que busco, pero cuando era una
niña siempre me decían que todo lo que podía llegar a ser era una sirvienta. Estoy
esforzándome mucho para ser algo más, y me estoy esforzando mucho también
con mi familia. No sé lo que está pasando con nuestras familias negras. Es como
una plaga que las ha atacado: los hombres se van y no tienen nada que ver con
sus hijos y no nos mantienen económicamente. Me imagino que no tengo nece
sidad de sentir miedo; he logrado salir adelante sola durante dos años.
LOS RIESGOS
LA PAREJA CORRIENTE
GABRIEL Y JULIA
Gabriel le pedía a Julia que explicase cada queja y luego le recordaba que
él era tímido o que era diferente de ella o que estaba tratando. Nunca se
enojaba, disgustaba o desesperaba. Cuando sugerí que podría estar
sintiendo cualquiera de esas emociones, me contestó: “No, no lo creo”.
Estas conversaciones caracterizaron la interacción en todo el curso de la
terapia. Julia se comportaba como la mujer “histérica” estereotípica,
mientras que Gabriel se comportaba como el estereotipo del hombre
“obsesivo”. Ella gritaba, lloraba, amenazaba y reaccionaba espontánea
mente, mientras que Gabriel permanecía contenido y controlado, reac
cionando sólo ante interpretaciones literales después de largos silencios
o, con mucha frecuencia, semanas más tarde. Cualquiera que fuese el
contenido de las sesiones, el proceso se centraba en tratar de “ayudar a
Gabriel a sentir”, o bien en aplacar los arranques emocionales de Julia
durante el tiempo suficiente para investigar qué pensaba.
Le sugerí a Gabriel que él había elegido a Julia por su energía,
emocionalidad e impredecibilidad, para experimentar una vida más
plena de la que su propio estilo le permitía. Y le sugerí a Julia que ella
había elegido a Gabriel por su estilo reservado, su calma y su predicibi-
lidad, para equilibrar su propia emotividad y sentirse más segura. Los dos
se brindaban mutuamente una vida más rica. Aunque usé esta interpre
tación como una síntesis de su relación y como un reencuadre para cada
situación que traían a la terapia, nunca englobó suficientemente lo que yo
había observado ni sirvió para mitigar la gran aflicción manifestada por
Julia. A pesar de algunos períodos en los que la tensión y la hostilidad
disminuían, lo cual parecía ser una consecuencia positiva de nuestras
sesiones, Julia siguió sintiéndose sola mientras que Gabriel manifestó
satisfacción por la calma que reinaba en su casa.
Cada uno de ellos parecía ser el extremo opuesto de todas las
características del otro. ¿Se habían casado para completar alguna defi
ciencia que encontraban en sí mismos y habían llegado a despreciar las
mismas cosas que los habían llevado a casarse? Si todas las quejas
procedían de parte de ella, ¿quería decir que él era feliz? ¿condescendien
te? ¿ajeno? Esta pareja estaba demostrando complementariedad y, de ser
así, ¿qué presagiaba eso para cada uno de ellos? Yo había tratado de
emplear el concepto de complementariedad para explicar sus interaccio
nes, pero parecía insuficiente. ¿Qué se me había escapado? Julia y
Gabriel, como casi todos nosotros, habían aprendido algo sobre las
relaciones a través de la relación que habían tenido con sus madres.
120 LA PAREJA CORRIENTE
LA CONSULTA
EL ANÁLISIS
La acusación a la madre
EL TRATAMIENTO
Los objetivos
Nuestros objetivos para Julia y Gabriel eran los siguientes:
El plan
JULIA Y GABRIEL
cómo su madre la había hecho sentir mal cuando ella tenía algún logro
o mejoraba después de una enfermedad, diciéndole a Julia: “Mira, era
completamente posible. No fue tan difícil”. Nos iba mejor cuando la
ayudaba a recordar su pasado a fin de que comprendiera sus interpreta
ciones y reacciones en el presente.
Gabriel afirmó que nunca se había sentido culpable ni avergonzado
y estas ideas le resultaban muy ajenas. Le dije a Gabriel que la batalla que
le tocaba librar a él era contra el hecho de sentirse inadecuado, sentimien
to que hacía casi cualquier cosa por evitar. Le dije a Gabriel que su
“paralización”, su mutismo o la inexpresividad de su rostro se producían
cada vez que él determinaba que no podía responder suficientemente
ante una tarea. Gabriel estuvo de acuerdo con esta apreciación, citando
numerosos ejemplos de su casa o el trabajo en los que toda su motivación
tenía que ver con sentirse inadecuado.
Julia comenzó a hablar sobre su temor de que Gabriel la abandonara
como manifestación de su “no” definitivo. Sospechaba que ningún ser
humano podía seguir obteniendo tan poco de una relación y soportarla.
Cuando ella amplió su explicación sobre este temor, yo percibí huellas
de la relación de Julia con su madre. Le sugerí que hablara sobre la
experiencia que había tenido del abandono de su madre. Al principio,
Julia tuvo cierta dificultad con mi sugerencia puesto que su madre nunca
la había abandonado físicamente. Después que hube legitimado sus
“sentimientos de abandono durante la niñez”, Julia fue capaz de expresar
su tristeza y dolor con respecto a la relación existente con su madre. Su
mayor batalla, sin embargo, era rechazar la voz de su madre que seguía
diciéndole que ella se autocompadecía, que no tenía derecho a quejarse
y que su niñez había sido maravillosa y su vida, estupenda. En estas
sesiones, Gabriel la ayudaba con alegría a detectar y acallar esa voz.
Al mismo tiempo que estaban haciendo este trabajo, Julia descubrió
el libro Women who love too much (Norwood, 1985). Como les sucedió
a muchas mujeres en 1987, este libro le hizo sentir que había sido escrito
para ella. El libro pareció hacerle muy evidente que ella había errado el
camino al tratar de hacer que Gabriel llenara su vacío; que tratar de
cambiar a Gabriel para sentirse ella más plena no daba resultado.
Alentada por mí, Julia se unió a un grupo de apoyo basado en este
modelo, que centraba su atención en la sobreinversión que las mujeres
hacen en sus relaciones con los hombres. Esto sirvió como un excelente
aditamento al trabajo que desarrollábamos juntas.
138 I.A PAREJA CORRIENTE
LOS RIESGOS
relación básica para la mayoría de las mujeres, los maridos son los
principales beneficiarios de esta habilidad. La mujer como dispensadora
de los cuidados y perpetua anfitriona de las necesidades del marido es el
acuerdo que examinaremos aquí.
ESTEBAN Y SANDRA
LA CONSULTA
terapeuta hacía todo lo que podía para ayudar a Esteban, pero cuando él
persistía en rechazar esa ayuda, o cuestionaba su utilidad, ella se irritaba
con él. Sin atacar la relación positiva que la terapeuta había entablado con
Sandra, decidimos defender la posición de Esteban, abrigando la espe
ranza de sacar a la terapeuta de su alienación desequilibrada. Nos
imaginamos con la terapeuta la tremenda frustración que debía sentir
Esteban por no ser comprendido por su esposa (o su terapeuta). Reencua-
dramos esta resistencia, definiéndola no como una lucha con su terapeu
ta, sino como la manifestación de su inútil esfuerzo para comprender su
aterradora situación. Esto logró que la terapeuta pudiese sentir más
empatia con la situación de Esteban.
Con respecto a la actitud “escurridiza” de Esteban cuando se trataba
de definir el problema, supusimos que Esteban sentía una gran ansiedad
cada vez que la terapeuta proseguía con el análisis de temas más allá del
punto en que podían ser desviados con sus respuestas defensivas. En esos
momentos, Esteban mitigaba su ansiedad cambiando abruptamente de
tema. Para terminar con este modelo de intercambio, alentamos a la
terapeuta a mantener su propio centro de atención en la terapia conyugal
y buscar la forma de llevar a Esteban hacia ese centro siempre que
pudiera.
Al analizar el objetivo que podrían cumplir los síntomas de Esteban
en ese matrimonio, tuvimos en cuenta dos posibilidades principales.
Primero, nos preguntamos si Esteban estaba tratando de liberarse del
matrimonio pero, por alguna razón, necesitaba que Sandra fuese la que
“tomase la decisión”. Segundo, nos preguntamos si los problemas
básicos de-este matrimonio tenían que ver con la dependencia.
Cuando examinamos los detalles del caso, decidimos que Esteban
estaba muy interesado en su matrimonio y, a pesar de su hostilidad, no
tenía la intención seria de dejarlo. A nuestro juicio, su hostilidad tenía
que ver con la dependencia. Esteban se veía a sí mismo como alguien que
contaba con Sandra para tener estabilidad emocional e, incluso, seguri
dad física. Al mismo tiempo, sus fantasías indicaban que esa dependen
cia lo enojaba. Sandra era la dispensadora de cuidados en la relación. A
pesar de todas sus frustraciones, hasta ahora no se le había ocurrido la
idea de ser menos servicial con Esteban, ni siquiera para aliviarse de la
tensión que estaba sumando problemas a la relación.
Decidimos con la terapeuta que el primer objetivo debía ser modificar
el acuerdo que Esteban y Sandra tenían en su matrimonio. Recomenda
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 147
Sandra y Esteban
mas eran tan graves que tenían que seguir siendo el centro de atención de
la terapia así como también del matrimonio. Afirmó que Sandra no
estaba haciendo una tarea tan sobresaliente para satisfacer sus necesida
des y con demasiada frecuencia veía cosas sólo desde la perspectiva de
cómo la afectaban a ella. La obligación que presentó Sandra a la inter
vención fue más dramática, porque a ella le preocupaba el hecho de que
sin su constante vigilancia y ayuda Esteban terminaría suicidándose: en
realidad, dijo que ésta era la única razón por la cual no lo había dejado
en los momentos en que actuaba como un loco y un abusivo con ella.
Esteban se sorprendió mucho ante esta declaración de Sandra y ensegui
da afirmó que no era suicida y que nadie tenía que preocuparse por él en
ese aspecto.
En el transcurso de las siguientes semanas, comenzaron a producir
se algunos cambios interesantes en el matrimonio. Sandra vino a las
sesiones diciendo que estaba siguiendo fielmente mis instrucciones y
que había dej ado de tratar de resolver los problemas de Esteban. Además,
cuando Esteban le planteaba un problema que ella no tenía energía
suficiente para escuchar, le aconsejaba que lo dejara para la sesión de
terapia. También comenzó a percibir que Esteban no estaba dispuesto en
absoluto a escuchar sus problcm as y que por lo general los desechaba por
considerarlos triviales, situación que luego llegó a molestarle. Esteban
estaba notablemente consciente de que Sandra estaba cambiando, y para
él se trataba de un cambio perjudicial. Dijo que ella reiteradamente lo
evitaba cuando trataba de contarle sus problemas y percibía esta actitud
como egoísta y punitiva de parte de ella.
Empezaron a producirse peleas peores que de costumbre con una
frecuencia alarmante. Al dejar Sandra de actuar como la parte que
absorbía las conmociones emocionales de la pareja, los cónyuges se
encontraron en igualdad de condiciones uno frente al otro con todas las
frustraciones y resentimientos acumulados durante años de matrimonio.
Las acusaciones de egoísmo y falta de cariño se cruzaban en ambas
direcciones. Como las fantasías violentas de Esteban también cesaron en
este momento, consideré las peleas como una señal de que el conflicto,
que había estado encubierto y sin posibilidad de solucionarse mientras
los dos se encontraban bloqueados en sus roles de paciente/terapeuta,
ahora había salido a la luz, y abrigué la esperanza de que saliese algo
bueno de todo esto. El resultado fue que Esteban parecía y se sentía
menos enloquecido y liberó a Sandra de tener la atención fija en los
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 149
problemas de él. En las sesiones yo trataba que cada uno de ellos hiciese
afirmaciones en primera persona sobre sus frustraciones. Era inevitable
que estos intentos terminaran en algo parecido a “pienso que eres
egoísta”. Los dos daban la impresión de estar estancados en la visión del
otro como si fuese el centro malévolo de sus propias vidas.
Por último se desató una crisis. Estalló una pelea de extraordinaria
violencia en la cual se arrojaron objetos y acusaciones mutuamente. Con
su hijito muy asustado como testigo, Esteban y Sandra se empujaron uno
al otro y rompieron las posesiones más preciadas de cada uno. La pelea
se detuvo cuando se dieron cuenta del terror que estaban provocando en
su hijito. Esteban se fue de la casa y pasó esa noche en lo de un amigo.
Cuando regresó a la mañana siguiente, él y Sandra fueron capaces de
mantener una larga y dolorosa discusión, pero que resultó finalmente
útil, sobre los problemas de su matrimonio y su compromiso de solucio
narlos. En la sesión siguiente, Esteban y Sandra me comunicaron que se
sentían reconciliados después de su pelea más reciente y que hacía
muchas semanas que no se habían sentido tan bien uno respecto del otro.
Se sorprendieron de que yo insistiera en que hablásemos más del asunto.
Les pedí una descripción detallada de la pelea. Los dos se mostraron
incómodos cuando dije que había sido una pelea violenta y peligrosa. Les
dije que estaba molesta por la falta de voluntad que tenían para reconocer
la violencia o el peligro implícito en ella. Parecía que la enorme violencia
de las fantasías de Esteban los había vuelto a los dos menos capaces para
reconocer la violenci a real en su vida. Les recordé que la violencia tendía
a intensificarse con el tiempo y les advertí que si no cesaba no estaría
dispuesta a seguir trabajando con ellos, ya que yo no deseaba participar
en ella.
Esta conversación tuvo efecto calmante en Esteban y Sandra. A ellos
no les gustaba pensar que su relación era violenta y estaban tan impre
sionados por mi evaluación de la gravedad de la situación que convinie
ron en no tener ningún tipo de contacto físico durante discusiones. No
obstante, me preocupaba la intensidad de las peleas y decidí hacer otra
consulta.
LA SEGUNDA CONSULTA
EL ANÁLISIS
se aplica no sólo a las esposas sino también a las mujeres que cumplen
roles profesionales de servicio. Esteban manifestaba esta expectativa
con la terapeuta cancelando citas, llegando tarde a las sesiones y tratando
luego de prolongar el tiempo que le correspondía llamándola de noche,
suponiendo en cada ocasión que sus circunstancias y deseos eran los
importantes y legítimos, y que la terapeuta perdonaba, limaba asperezas
y complacía. Cuando ella se mantenía en sus límites, él siempre se sentía
conmocionado y traicionado. Después de las sesiones de la terapia solía
quejarse de que la terapeuta le había prestado mucha más atención a
Sandra que a él. Esto también lo sentía como una traición. Si él no
conseguía todo, no conseguía nada.
Es común entre los hombres dividir a las mujeres entre la Madre
Tierra absolutamente pródiga y la arpía mezquina y reticente. Esta
imagen de la mujer como la que todo lo da o la que todo lo quita también
la tienen las mujeres. Y complica la relación entre ellas, incluso la
relación entre la terapeuta y la paciente.
Lo que Esteban y Sandra trajeron a la terapia eran los síntomas de
Esteban que describieron como aterradores y fuera de control, circuns
tancias que indicaban falta de culpa y enfermedad. A juicio de los dos,
estas razones resultaban aceptables para exigir más cuidados. Ni la
condición del hombre y de la mujer, ni el acuerdo sobre la prodigación
délos cuidados tenían que ser cuestionados. Vimos que Sandra y Esteban
eran incapaces de considerar legítimas las necesidades de dependencia
de sí mismos y del otro. Por consiguiente, estas necesidades no podían
expresarse abierta y directamente. En consecuencia, se producía la
frustración y la hostilidad. En nuestro trabajo con Esteban y Sandra
seguíamos pasando el marco de referencia de la enfermedad a la
dependencia. Si su conducta anterior resulta un buen indicio, podríamos
prever que a medida que se expresen más abiertamente, sus síntomas
disminuirán. Empero, el conflicto entre los dos se intensificará, porque
tendrán que encararlas condiciones del acuerdo sobre la prodigación de
los cuidados.
Nuestra perspectiva como feministas es que tanto los hombres como
las mujeres valoren la prodigación de los cuidados en la pareja como una
actividad digna y que consideren las necesidades propias y las de los
otros como fundamentos válidos para buscar una respuesta adecuada.
Queremos rescatarla dependencia como un aspecto previsible, deseable
y recíproco de las relaciones. Con ese fin, nos inspiramos en la definición
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 155
de dependencia que da Stiver como “un proceso por el cual contamos con
la ayuda de otras personas para poder hacer frente física y emocional
mente a las experiencias y tareas con que nos encontramos en el mundo,
cuando no tenemos la suficiente capacidad, confianza, energía o tiempo”
(1984, pág. 10). Una característica importante de su definición es la
palabra “proceso”, la cual señala que la dependencia “no es estática sino
que cambia de acuerdo con las oportunidades, circunstancias y luchas
interiores” (1984, pág. 10). Cuando la dependencia es recíproca y cam
biante, entonces puede fortalecer, enriquecer y crear un clima sano en el
cual pueden prosperar la alegría, la práctica de compartir, el compañe
rismo y la intimidad.
EL TRATAMIENTO
Los objetivos
El plan
SANDRA Y ESTEBAN
contacto con los dos hijos mayores desde entonces. No había intentado
comunicarse con Esteban porque él siempre había parecido “pertenecer”
a su madre. Esteban se enteró también de que ninguno de los hijos
mantenía una comunicación regular con su madre. Su hermano le dijo
que él siempre se había sentido malhumorado y triste cuando se encon
traba cerca de su madre y que, por eso, era más fácil mantenerse alejado.
Esteban manifestó una extraña sensación de alivio al darse cuenta de que
sus sentimientos con respecto a su madre eran similares a los de su
hermano.
Para mí, hacer el trabajo sobre la familia de origen con la pareja fue
con mucho la parte más gratificante de la terapia. Cada contacto con sus
familias parecía producir nueva información que hacía que su singular
acuerdo conyugal fuese más comprensible para ellos y para mí. Cada una
de sus familias había exagerado la típica división masculino-femenino
con respecto a los cuidados y la dependencia. La competente madre de
Sandra había cuidado a su esposo y sus hijos durante años sin emitir una
queja, sin siquiera darse cuenta de sus propias necesidades y deseos. En
la familia de Esteban, un padre abusivo, y luego completamente ausente,
contrastaba con la intensa participación de su madre y abuela.
Poco a poco las cosas comenzaron a mejorar para Esteban y Sandra.
Los ataques de ansiedad de Esteban se hicieron menos frecuentes y
menos aterradores para él. Mejoró la relación con su hijo y se sintió más
confiado en el trabajo. Entre Esteban y Sandra se produjeron pequeños
cambios. Ella empezó a dedicar un tiempo para sí de manera regular, sin
Esteban y sin el bebé, para “gratificarse”. Esto primero fue una tarea
asignada en la terapia pero luego llegó a ser parte de la semana de Sandra.
Los dos hicieron grandes progresos en cuanto a escuchar al otro con
simpatía, sin sentirse urgidos a resolver todos los problemas del otro. Les
asigné la tarea de tener peleas más pequeñas y frecuentes, y les enseñé
técnicas de pelea limpia. Sus peleas se volvieron menos explosivas y
dejaron de contener violencia física.
Traté de redefinir la dependencia a Esteban y Sandra de todas las
maneras que pude. Analizamos la capacidad de ser a veces vulnerables
y dependientes del cónyuge como una capacidad de supervivencia y una
virtud. Les di tareas que requerían que los dos dependiesen del otro en
pequeños grados. A veces les pedía que invirtieran temporariamente sus
roles predominantes: para Sandra, que tratara de mostrarse dependiente
y para Esteban, que practicase el rol de protector. En otras ocasiones, los
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 161
LOS RIESGOS
LA PAREJA LESBIANA
1 Usamos el termino lesbiana en este capítulo para referimos a mujeres que lo han
adoptado para sí mismas.
164 LA PAREJA LESBIANA
LA CONSULTA
Por ser terapeutas feministas, sabemos que las mujeres suelen recibir
el rótulo de patológicas simplemente porque su conducta, valores o
sentimientos no se adaptan a las expectativas de los teóricos y clínicos del
sexo masculino. Puesto que nosotras hemos asumido el compromiso de
comprender a nuestras pacientes libres del prejuicio sexista, nos preocu
166 LA PAREJA LESBIANA
^ LA SEGUNDA CONSULTA
Cada una de ellas dijo que deseaba hacer lo que era mejor para sí pero sin
lastimar a otra; si otra manifestara sufrimiento o desaprobación, entonces
el objetivo sería rehacerla decisión original hasta que pudiera encontrar
se una situación mutuamente aceptable.
Una vez más, tanto las consultoras como las terapeutas luchábamos
con el fundamental desafío que esto representaba para nuestros modos de
pensar habituales, tanto en lo personal como en lo clínico. Cuando
tratamos de buscar ayuda en la terapia familiar, nos dimos cuenta de que
nuestra formación haría que viésemos límites inadecuados en este
sistema y aplicásemos el término fusión a la relación de estas mujeres.
Empero, sabemos que la teoría determina lo que puede verse y si
adoptábamos una teoría diferente, veríamos algo completamente dife
rente. Por ejemplo, los límites podrían perder importancia y lo rclacional
emerger con más fuerza.
Nos encontramos con un problema similar sobre la teoría cuando
tratamos de aplicar el concepto de los triángulos a estas relaciones. Según
el uso corriente en terapia familiar, los triángulos constituyen los
esfuerzos de una diada para evitar el conflicto directo, haciendo interve
nir a un tercero como ali ado o como chivo expiatorio. Era cierto, sin duda,
que los miembros de este sistema no resolvían bien su conflicto, pero
¿obedecía esto a que participaban más de dos personas en sus intentos?
A las terapeutas se les presentó una situación que les daba la
oportunidad de proseguir indagando en estas cuestiones. Inmediatamen
te antes de la consulta, Cata y Ruth llamaron a las terapeutas, cada una
por su cuenta, para pedir sesiones individuales. Analizamos si este
pedido significaba un progreso hacia el reconocimiento de las necesida
des individuales o un intento de atraer a un tercero (la terapeuta) para
aliviar un conflicto con otro miembro del grupo. Puesto que no teníamos
pruebas de que las pacientes estuviesen teniendo logros en el abordaje
directo de los conflictos, nos decidimos por la segunda interpretación.
Por el momento aconsejamos a las terapeutas que insistiesen en que los
temas referidos a las relaciones del grupo siguiesen tratándose en el
grupo.
Cuando comenzamos a hacer el plan de tratamiento para las sesiones
siguientes, las terapeutas evaluaron que lo mejor que habían hecho era
mantener una posición de no interferencia en el sistema durante bastante
tiempo para permitir que surgieran algunas pautas. Había sido una
actitud difícil de mantener porque las terapeutas en realidad observaron
170 LA PAREJA LESBIANA
EL ANÁLISIS
Heterosexismo/homofobia
La cultura norteamericana es heterosexista. Las discusiones sobre la
bisexualidad universal, el determinismo hormonal o la naturaleza versus
la cultura oscurece este punto fundamental: la heterosexualidad sirve de
eje a la estructura y el funcionamiento patriarcales de nuestra sociedad.
Es decir, la heterosexualidad ha sido “impuesta, administrada, organiza
da, propagandizada y mantenida por la fuerza...” para asegurarse que las
mujeres dependan física, emocional y económicamente de los hombres
(Rich, 1980, pág. 649). Las mujeres que se apartan de las filas de lo
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 171
La comunidad lesbiana
Las integrantes de la comunidad lesbiana bien pueden constituir el
contexto interaccional primario de la pareja lesbiana. En la terapia (y en
las visitas hospitalarias, las pólizas de seguro, los tribunales, los funera
les, los bancos, etcétera), no suele prestarse atención a la importancia de
estas amigas. Nosotras señalamos su significación porque sirven no sólo
de relaciones primarias sino además de refugio e identificación.
Cualquier lugar en el que se reúnen las lesbianas puede llegar a ser un
refugio: un concierto de música de una mujer, una reunión política, una
librería para la mujer. La cantidad crea momentáneamente la sensación
de estar en un lugar donde la mayoría heterosexual no está invadiéndolas,
observándolas y pronta a condenarlas, y posiblemente a perseguirlas.
Como todas las personas oprimidas usan su adhesión al grupo para poder
existir en un mundo hostil, las lesbianas también adoptan la identidad de
su grupo para sobrevivir al odio. Se crean una identidad orgullosa
recurriendo a las características que las hacen singulares y fuertes, y
buscan imágenes positivas en las canciones y la literatura de las mujeres.
Las mujeres lesbianas recurren a la comunidad lesbiana para buscar
compañerismo, fraternidad, familia y espíritus afines. Las mujeres más
174 LA PAREJA LESBIANA
EL TRATAMIENTO
Los objetivos
Nuestros objetivos para el grupo en tratamiento eran los siguientes:
1) Ayudar a cada una de las mujeres a identificar sus necesidades
individuales. ¡.
2) Investigar con cada una de ellas qué significaría encargarse de sus
necesidades individuales y las consecuencias que podría acarrear
les esa actitud.
3) Normalizar el conflicto, acrecentar su tolerancia y ampliar los
recursos para resolverlo.
4) Alentar a las mujeres para que negocien reglas explícitas relativas
a las pautas de interacción que les convinieran, en especial con
respecto a definir el carácter de las relaciones primarias y las ex
pectativas sobre los quehaceres, el dinero, el sexo y la intimidad.
5) Apoyar a las mujeres en lo relativo a la confianza que depositan en
los recursos disponibles en la comunidad lesbiana.
El plan
Las necesidades individuales. Una importante manera de ayudar a las
mujeres a reconocer sus necesidades es identificar algo en lo que ellas ya
están diciendo y haciendo como la manifestación de una necesidad
individual. Esta manifestación puede ser descripta como exagerada,
subestimada o encubierta, pero contribuirá a legitimar la manifestación
directa el hecho de que las terapeutas señalen que ya existe alguna
manifestación y les demuestren que es inevitable que exista cierta
manifestación de las necesidades. Las terapeutas pueden pedir una
declaración directa de la necesidad identificada y trabajar con las propias
reacciones de la paciente para hacer esta afirmación más directa aun.
penoso. Una de las terapeutas dijo que ella sí tenía una hermana y también
se desesperaría si no pudiera contar con ella en momentos especiales o
mantener con ella largas conversaciones hasta bien entrada la noche
durante el resto de su vida.
Cora y Cata parecían conmovidas por la idea de verse como hermanas
y les encantaba la perspectiva que daba a su futuro. Se preocuparon luego
porque, dado que no eran hermanas biológicas, los demás podrían no
comprender o apoyar el deseo constante de que la otra ocupase un lugar
tan central en la vida de cada una. Cora dijo que ella ya había tenido
problemas, y explicó que las mujeres con las que había salido reciente
mente se sentían amenazadas por su relación con Cata y desconfiaban,
a pesar de que ella les decía que no se trataba de una relación sexual.
Nosotras comprendimos este problema y dijimos que aun cuando existe
el vínculo biológico, como en el caso de nuestras hermanas, suele haber
problemas, pues nuestros maridos y amantes se habían sentido celosos
de este vínculo. En la comunidad lesbiana, observamos, el problema
evidentemente es más complicado. Puesto que la comunidad es tan
pequeña y el riesgo de exponerse a un extraño, tan elevado, las mujeres
por lo general salen con sus amigas y la línea que separa a la amiga de la
amante suele trasponerse a menudo. Las instamos a pensar para la
semana siguiente en otras dificultades que pudieran imaginar. Ellas
sugirieron incluir a Rita en la tarea e invitarla a venir a la sesión siguiente.
Nosotras aceptamos.
Las tres mujeres vinieron a la sesión siguiente. Cada una de ellas
describió diversas dificultades que imaginaban en las relaciones futuras,
y nosotras observamos que estas dificultades tenían una causa común: la
ambigüedad de las expectativas en las relaciones. Aquí había otra
versión del problema que habíamos trabajado durante toda la terapia.
Esta vez lo expresamos como ambigüedad con respecto al compromiso.
En respuesta ellas comenzaron a hablar de la “opresión del matrimonio”.
Les pedimos que especificaran más lo que decían y las tres se pusieron
a hablar a la vez, completando una las frases de la otra como si hubiesen
discutido este tema muchas veces. Hablaron del poder desigual entre
marido y mujer, la falta de mutualidad en las tareas y la prodigación de
los cuidados y el requerimiento de encontrarla satisfacción de todas las
necesidades dentro del matrimonio. Nosotras señalamos que todo eso
tenía que ver con el heterosexismo y no con el compromiso en sí. Les
preguntamos: “¿Si fueran libres para distribuir su compromiso entre
188 LA PAREJA LESBIANA
LOS RIESGOS
LA RELACION ABUSIVA
Búrlate de mí
Y hiéreme
Engáñame
Abandóname
Soy tuya hasta la muerte
Tan enamorada
Tan enamorada
Tan enamorada estoy de ti,
Mi amor.
Kate, en “K issM eK ate”
Colé Porter
ANGÉLICA
1 Del mismo modo, la conducta sádica de Horacio era una ampliación del rol
proscripto y aplicado por la cultura a los hombres, más conocido como machismo.
Nuestro objetivo en es te capítulo será explicar el contexto psicológico y social de la mujer.
Véase una explicación del contexto de los hombres en Ehrenreich (1983) y Miller (1976).
194 LA'RELACION ABUSIVA
LA CONSULTA
pensaba que podría tener opciones en su trato con Horacio, pero no había
seguido una sola de ellas. Cada vez que parecía que Angélica veía la luz
que encendía la terapeuta, yplvía con algo que anulaba lo que había dicho
antes, al parecer llegando a la conclusión de que el amor encendía una luz
más brillante y cálida: Descubrimos también en la consulta que la
terapeuta estaba sintiendo una gran identificación con Angélica, porque
Angélica le evocaba recuerdos de antiguas relaciones suyas con hombres
en las que ella misma había permanecido durante demasiado tiempo,
trabajando demasiado duro y tolerando demasiadas cosas.
Pudimos legitimar fácilmente la identificación de la terapeuta con la
paciente así como también la frustración de sus esperanzas con respecto
a Angélica. Como integrantes de un grupo de terapeutas feministas de la
familia que comparten la idea de las relaciones igualitarias, reconocimos
pronto la causa de la fuerte reacción ante Angélica: Angélica es un
penoso recordatorio para todas nosotras del rol —no igualitario— muy
difundido y esperado de las mujeres en sus relaciones con los hombres.
Además, a Angélica se le ha enseñado —al igual que a nosotras y a casi
todas las mujeres— a poner su energía, valor y poder al servicio del buen
funcionamiento de una relación.
En esta etapa inicial de la consulta decidimos que una de las integran
tes del equipo se uniera a la terapeuta para entrevistar a Angélica. La
intención de la terapia seguía siendo la misma: liberar a Angélica del
dominio de la relación con Horacio. Pero sugerimos un cambio de
enfoque, proponiendo que la consultora emplease la estrategia paradó
jica de llevar los supuestos de Angélica al extremo describiendo con
exageración, pero apoyándola, su conducta actual. Abrigábamos la
esperanza de que Angélica se opondría a esa versión de su vida y por lo
tanto saldría sola de su posición.
ConsultoralTerapeuta/Paciente
LA SEGUNDA CONSULTA
A pesar de lo que pareció ser un logro inicial con este nueVo enfoque,
todas nosotras —tanto las consultoras como la terapeuta— nos dimos
cuenta de que no podíamos mantener esta estrategia. No podíamos crear
una posición paradójica suficientemente exagerada para vencer lo absur
do de la posición real de la sociedad.2Este intento hace que la terapeuta
se convierta en la portavoz de la sociedad, instando a seguir los mismos
principios y acciones que deplora. Las prescripciones paradójicas, para
evitar que resulten antitéticas y punitivas, deben ser digeribles para la
terapeuta ya sea que se las acepte o se las rechace. Evidentemente, no era
éste nuestro caso. La estrategia paradójica, si bien tuvo éxito, era una
traición no sólo de los principios de la terapeuta sino también de lo que
Angélica había llegado a creer de sí misma.
Asimismo, comenzamos a cuestionar el sentido que habíamos impri
mido al trabajo con Angélica. Todo nuestro pensamiento se había
concentrado en cómo liberarla de su relación con Horacio y de todos los
supuestos que la mantenían allí. En nuestro empeño de ayudar a Angélica
a ver que el problema comienza con las expectativas de la sociedad, nos
preguntamos si no la habíamos perdido de vista a ella, su pedido inicial
y además nuestro compromiso de respaldar las diversas maneras de ser
mujer en la actualidad. Llegamos a la conclusión de que nuestro ardor
misionero había superado a nuestra sabiduría.
En la búsqueda de un nuevo comienzo, examinamos primero de qué
manera estábamos viendo a Angélica. La estábamos viendo como una
víctima atrapada y, por lo tanto, lo único que podíamos ser para ella era
sus salvadoras. Como alternativa, recordamos el modelo de la adicción.
Coneste modelo, ella seguiría pareciendo la víctima, pero no una víctima
pasiva. Este modelo podría brindamos nuevos tipos de puntos de apoyo
a ella y a nosotras.
La aplicación del modelo de la adicción nos hacía ver a Angélica
como una mujer que dependía compulsivamente de algo que era destruc
tivo para ella. Nos hacía ver que tal vez a ella le disgustaba la adicción,
pero le resultaba tan difícil abandonarla como a un alcohólico, cuyo
padre también es alcohólico, dejar el alcohol. Después de analizarlo
rechazamos este encuadre porque significaba una espera larga y necesa
ria para que Angélica “tocase fondo” antes de que pudiera surgir alguna
ayuda. A veces las mujeres llegan a estar tan atrapadas en la clase de
lucha descripta por Angélica que se encuentran demasiado deprimidas
para levantarse por las mañanas e incluso llegan a cometer suicidio.
Además, el modelo de la adicción se refiere sólo al aspecto obsesivo del
problema de Angélica pero no dirige la atención hacia sus puntos fuertes.
Había algo que queríamos decir sobre la persistencia de Angélica, pero
calificarla de adicción no era el camino que deseábamos seguir.
No queríamos seguir una dirección que bloqueara la oportunidad de
encontrar algunos aspectos positivos en la conducta de Angélica, a fin de
poder ver que ella ponía enjuego cierta fuerza. Volvimos a concentrar
nos en la firme persistencia de Angélica. Comenzamos a desarrollar el
esquema de que Angélica es la clase de persona que necesita vivir “al
TERAPIA FAMILIAR FEMINISTA 199
3 Esta idea de la mujer que soporta una relación difícil con su hombre ha sido parte
de la cultura popular durante bastante tiempo en las letras de las canciones. Un ejemplo
reciente lo constituye la omnipresente voz de Tammy Wynette urgiendo: “Quédate junto
a tu hombre”.
200 LA RELAGON ABUSIVA
EL ANALISIS
que continuasen los abusos de Horacio. Y lo que es aun peor, ella seguía
ignorando el origen de su sufrimiento. Pensaba que el problema obedecía
a sus propias deficiencias: ella no era bastante buena. Angélica no
cuestionaba el supuesto básico que la mantenía en su lugar. No tenía
miedo en dónde situarse para obtener la perspectiva de verlo como un
supuesto. Tomarlo poruña verdad fue lo que le produjo el desprecio de
sí misma y el padecimiento que la trajo a la terapia.
Lo que agravaba el problema era que Angélica no sólo definía su valor
tomando como pronóstico su capacidad para mantener una relación con
este hombre, sino que además se sentía absolutamente responsable del
éxito o el fracaso de la relación. Al estarla relación estructurada de una
manera tan unilateral, Angélica se encontraba sola, salvándola por su
tolerancia, perseverancia y fundamental responsabilidad. Cualquier
cambio leve que se produjera en la relación era mérito de ella únicamen
te. Si no había cambios perceptibles, podía esforzarse más sabiendo que
estaba comprometida en lo único digno de realizar: tener una relación
con su hombre y hacer lo que fuese necesario para mantenerla.
Esos sentimientos y conductas por parte de Angélica eran apenas
exagerados con respecto a lo que se les enseña habitualmente a las
mujeres sobre la importancia de las relaciones con los hombres. Esta
sociedad ha formado a las mujeres sistemáticamente para que se consi
deren incapaces de llevar una vida de autonomía e independencia. Para
una mujer sola estar sin un hombre es, según todas la definiciones
sociales corrientes, estar incompleta. En una sociedad así, no resulta
anormal que una mujer como Angélica sintiese la necesidad desesperada
de contar con la ayuda y la aprobación de un hombre, y de emplear un
gran cúmulo de tolerancia, perseverancia y capacidad de soportar para
mantener a ese hombre a su lado. Empero, cuando las mujeres cumplen
con las prescripciones culturales de depender de los hombres, a menudo
se les endilga el rótulo de masoquistas.
Una tendencia reciente acusa a las mujeres como Angélica de
confabulación. Un terapeuta de la familia, por ejemplo, podría decir que
hay una evidente circularidad en la situación de Angélica. La conducta
agresiva de Horacio la intimidaba y le hacía manifestar una conducta
pasiva; a la vez, la conducta pasiva de Angélica permitía que la conducta
agresiva de Horacio persistiese. Cuanto más soportaba ella, tanto más
creaba él para que ella soportara; cuanto más creaba él, tanto más
soportaba ella. Como lo expresarían muchos escritores, Horacio y
Angélica estaban produciendo esta danza juntos.
202 LA RELACION ABUSIVA
EL TRATAMIENTO
Los objetivos
En consecuencia, la cuestión no estriba en determinar si hay maso
quismo o desviación, sino, en cambio, en definir la normalidad. Si
Angélica seguía viéndose a ella y a su vida con los lentes que le habían
enseñado a usar, no podía hacer otra elección que la que ya había hecho.
Empero, si se le daba una nueva manera de verse, podría tener mejores
opciones.
Nuestros objetivos para la terapia de Angélica eran los siguientes:
El plan
Autodeterminación. Para que Angélica hiciese una opción con cono
cimiento de causa sobre su relación era necesario que:
ANGELICA
LOS RIESGOS
SU PARTICIPACION EN LA REFORMA
Susan B. Anthony,
Uistory ofWonum Suffrage
2) ¿Con qué tipos de mujeres y hom brcs se siente más cómoda cuando
los trata como pacientes? ¿Con qué tipos de mujeres y hombres se
siente menos cómoda cuando los trata como pacientes? Pídale a
alguien que la ayude a evaluar lo que indican sus respuestas sobre
su propio camino hacia la liberación.
5) Alquile la vieja película Gaslight. Mírela una y otra vez hasta que
esté segura del significado del verbo “to gaslight”.
Observe cómo se lo aplica en la vida real, en especial en el lengua
je de profesores, supervisores y teóricos que tienen una posición
de autoridad con respecto a usted.
12) Suscríbase a la revista Ms. Observe las partes que más le de
sagradan. Pregúntese por qué. Suscríbase a Cosmopolitan. Ob
serve las partes que le gusten más. Pregúntese por qué.
23) Ponga atención a las metáforas que usted, sus colegas y sus
pacientes usan. ¿Qué se dice en realidad sobre los hombres y las
mujeres?
25) Vaya a almorzar con alguien sexista. Pídale que le relate algún
caso interesante que tenga en ese momento en tratamiento. Plantee
preguntas que confundan y aclaren.
26) Cuando lea un artículo o libro que sea especialmente bueno para
quebrantarlas ideas consolidadas, hágalo circular entre sus cole
gas y profesores; anónimamente, si fuese necesario.
28) ¿En su archivo de recursos para uso de las pacientes figuran los
refugios para las mujeres golpeadas, una ginecóloga feminista,
una abogada feminista, la coordinadora de estudios sobre la mujer
de la universidad más cercana, la línea telefónica local de apoyo
para las crisis provocadas por violaciones, el grupo de apoyo a las
mujeres más próximo?
(Puede solicitarse al Stone Center for Developmcnlal Services and Studies, Welles-
ley, MA)
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222 REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
PAIDOS