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LA DOCTRINA DE LA ELECCIÓN

La elección importa en primer lugar, porque tiene que ver con el tema de la verdad de Dios. Si
la opinión agustiniana de la elección es la opinión bíblica, y si la Biblia es verdad, entonces, esa
doctrina de la elección es la verdad de Dios y todos los que son "de la verdad" tienen el deber
de adoptarla y proclamarla. Por otro lado, si la opinión agustiniana/reformada no es bíblica y/o
no es cierta, distorsiona la verdad de Dios y debe ser repudiada y abandonada.

En segundo lugar, la doctrina de la elección está vinculada a la garantía de nuestra salvación y


por ella a nuestra santificación. Cuando Pedro enuncio las virtudes que marcan el progreso de
nuestra santificación (2Pe. 1:5-7), una lista sorprendentemente similar a la de Pablo sobre el
fruto del Espíritu, añadió: "Así que, hermanos, sed tanto más diligentes para hacer firme
vuestro llamado y elección de parte de Dios; porque mientras hagáis estas cosas nunca
tropezaréis; pues de esta manera os será concedida ampliamente la entrada al reino eterno
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por tanto, siempre estaré listo para recordaros estas
cosas, aunque vosotros ya las sabéis y habéis sido confirmados en la verdad que está
presente en vosotros" (2 Pedro 1:10-12).

Este es un fuerte y sobrio llamado apostólico a la debida diligencia. Es diligencia con respecto a
la elección. Cuando un cristiano comprende la elección, la acepta y adquiere la seguridad de
contarse entre los elegidos, se encuentra firmemente sólido en la verdad de Dios – tan
establecido en esta verdad, que es liberado de la propensión a tropezar. La confianza y el
crecimiento espiritual en santidad van de la mano.

Pedro refuerza este llamado más adelante, cuando declara que Dios no quiere que ninguno
perezca (2 Pedro 3:9). "Ninguno" se refiere a la palabra "nosotros" como su antecedente, y el
"nosotros", a su vez, a aquellos a quienes se les habla en las epístolas de Pedro, es decir, los
elegidos. Este versículo, lejos de perturbar o refutar la elección como afirman los enemigos de
la elección, en realidad la confirma.

En tercer lugar, la doctrina de la elección reafirma la plena soberanía de Dios y descarta


cualquier noción humanística o pagana de que la soberanía de Dios se ve limitada por la
libertad humana. Tal opinión blasfema, coloca la Biblia al revés y hace que el hombre sea
soberano en lugar de Dios. El punto de vista bíblico es que la libertad humana es real en la
medida que se da, pero siempre está limitada por la soberanía de Dios.

En cuarto lugar, la doctrina de la elección vuelve pedazos cualquier fundamento para el orgullo
y mérito humano. En esta doctrina, la misericordia de la gracia se manifiesta plenamente
mientras la criatura se da cuenta de que no tiene nada de que presumir, porque su salvación es
un don de gracia, sin mezcla alguna de mérito humano o acción determinante.
Por último, debido a las razones anteriormente mencionadas y otras no exploradas aquí, la
excelencia y majestad de Dios son tan exaltadas que la criatura, por medio del Espíritu Santo,
despertará a la verdadera adoración. Ahora honramos a Dios como Dios y le declaramos
nuestro mayor agradecimiento.

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