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IMPRESIONES SOBRE EL LIBRO

LA TEORIA DEL ORGASMO


DE WILHELM REICH

por SARAI COSTAS

Empezaré por el principio, mi cuerpo escogió este libro en cuanto oyó la palabra “orgasmo”
contenida dentro del título, aun así, mi mente, ojeó los otros dos que teníamos para elegir y
decidió coincidir con mis primeros intuición y deseo con el razonamiento de que, éstos otros,
se fundamentaban básicamente en las divisiones del carácter y su disección, mientras que, el
elegido, se basaba en el mundo entero, literalmente, desde la sociología hasta la fisiología,
pasando por el psicoanálisis, así que le pareció más interesante y original.

Empecé a leerlo hace unos meses. No me gusta hacer las cosas rápidamente y por obligación
así que necesitaba ver cómo estaba escrito y medir su complejidad, y así, asegurarme de tener
tiempo suficiente para dar espacio a mi motivación e inspiración intermitentes.

Lo empecé varias veces por diferentes puntos e hice algunas proyecciones prejuiciosas hacia el
autor y sus circunstancias; me molestaba, por un lado, lo que me parecía ser una necesidad de
autoafirmación por su parte (que me parecía patéticamente familiar) y, por el otro, que se
dedicara tan detalladamente a explicar todas las citas leídas y cada uno de los pensamientos
que le llevaron a cualquier hipótesis o conclusión, así como, todas las controversias que iba
teniendo por parte de sus colegas y superiores. Tengo que aclarar que yo esperaba leer un
ensayo, nunca me gustaron demasiado las biografías, y menos la de un personaje que
evidencia, a primera vista, la lucha perdida contra un sistema demoledor de la que empiezo a
estar harta. Aunque me desencantara por mi propia subjetividad, empaticé con él des del
principio por ir concienzuda e inflexiblemente en contra de este sistema, sus herramientas de
control y por mi propia vivencia como pez pequeño entre las mandíbulas del grande.

Denoto claramente mi proyección inicial porque he gastado mucha energía, desde pequeña,
tratando de convencer sobre mis puntos de vista y de hacer entender mis teorías (sin ninguna
base científica), y me doy cuenta de que sólo lo entiende quién vibra con esto, y quién se
opone, normalmente, es quien necesita mantener su seguridad en el confort establecido.
Luego hay otros que critican constructivamente ciertas partes y me sirven para mejorar. Al
final veo que no sólo se trata de lo que dices y cómo lo dices, sino también, de cómo llega a los
demás, y en eso último, por mucho razonamiento científico que demuestres (como en el caso
de W. Reich), no tienes ningún control. Cada uno tiene sus propias necesidades, intereses y
convicciones y veo que es estúpido e irreal pretender que todo el mundo, ni tan siquiera, se
quiera dar el tiempo para entender las mías.

También ocurría otro fenómeno que me dificultaba su lectura y es que, todo lo que extraía en
sus párrafos sobre la vida y la libertad (que es mucho), me daba más ganas de vivirla que de
leerlo.

Hasta que empecé por el capítulo “La irrupción en el dominio de lo vegetativo” (que para mí
sonó a “la liberación sexual”) no me lo leí con una curiosidad y fascinación total. Su forma de
“contar” me gustaba des del principio (por ser llana y bastante asequible) pero en este punto
me empezó a encantar lo que decía, me di cuenta de que estaba explicando científicamente la
base fundamental de lo que yo había aprendido en “chino” (yin-yang, kyo-jitsu, ki…) durante
mis estudios de Shiatsu. Su descripción sobre el masoquista (con fantasía de explotar) me
cuadró totalmente, la vejiga viva me empezó a emocionar por denotar su confianza en la
pulsión natural expansiva y auto-reguladora del organismo. Luego entró en más detalles a nivel
de fisiología que me interesaban por profundizar y especificar las funciones del cuerpo… Poco
a poco me fue cautivando.

Después, me leí la introducción por 3ª vez porque estoy totalmente de acuerdo con su visión
del mundo, que va desarrollando de una forma muy orgánica (y, por tanto, sana) de principio a
fin. Satisface totalmente mis intuiciones al respecto, y les añade, aparte de profundidad, una
coherencia, honestidad y firmeza que a mí me haría mucha falta. Es como si mis ideales
innatos le agradecieran totalmente la labor de haber podido encontrar la solución final y justa
a sus intuiciones y teorías, a pesar de las contrariedades. Me parece un documento
imprescindible para el cambio real que necesita nuestro mundo. Creo que es un gran
revolucionario de lo que, para mí, es la máxima realidad: la naturaleza. Y aplica el principio de
lo orgánico a absolutamente todos los estratos del ser humano con una minuciosidad
espectacular. Yo difiero mucho de él en el sentido de que, aunque pueda tener una mente más
o menos metódica, siempre he evitado dominar la técnica porque acaba validándolo todo bajo
parámetros homogéneos, y, por tanto, es la única forma en la que todos creen que pueden
juzgarte razonablemente, igual que pasa con la ciencia y las leyes. Soy mucho más de fe que de
ciencia (aunque no crea ciegamente en nada). Confío en la conciencia vital, eso sí, y sé que
tarde o temprano pone a cada uno en su lugar. De hecho, estoy enfocando todo mi trabajo
personal y profesional en entender su lenguaje.

Hace mucho tiempo que tengo debates con un amigo que estudia psicoanálisis sobre la
necesidad o no de poner límites a las personas para garantizar su salud a nivel integral. Yo
defendía, desde la propia experiencia (de algunos años de ver procesos terapéuticos tanto
míos cómo de otras personas) que, para lo único que hay que poner límites a un ser humano
es para que aprenda a escucharse y a seguir sus instintos sin miedo, que cuantas menos
etiquetas mejor y le decía que somos “buenos” por naturaleza. Siempre acabábamos chocando
porque la falta de límites, según él dice, es en muchos casos la causa de muchas enfermedades
mentales con las que se encuentra a diario, además, tiene más bien una visión hobbsiana del
ser humano (y mucha historia ganadora en la que basarse). Al final, yo siempre intentaba
argumentar, a ciegas, que todos los problemas vienen de coartar la necesidad de unión con el
Todo que tiene el ser humano (el amor), que si nunca hubiera habido el interés de dominar el
instinto de la masa, nunca habría existido la distorsión lingüística ni la represión subconsciente
que alimenta las enfermedades mentales. Pero claro, no podía demostrarle si había antes el
huevo o la gallina, y gracias a este libro, ahora tengo mucho más claro que estaba en lo cierto.
De hecho, siento que W.Reich pensaba lo mismo que yo (salvando todas las distancias)! Y
tengo la suerte de que, gracias a su disciplina científica, ha podido demostrar la veracidad de la
utopía gracias a su tangible e indivisible engranaje; el cuerpo.

No pretendo compararme con él, sé que mis maestros han bebido de sus frutos, pero sí creo
que somos del tipo de personas que creemos en la bondad original del ser humano como
garantía de la eficacia de la libertad; en contra de los que no paran de corromper nuestros
instintos sólo para simular esa libertad y, así, acabar desacreditándola. Pienso que todas las
posibles amenazas que haya tenido su trabajo provenían, sin ninguna duda, del miedo. Su
discurso es un “sí” gigante a la vida y en los tiempos que corren, aún ahora, da muchísimo
miedo. El mismo miedo que experimentaba mi familia cuando les habría posibilidades de
curación alternativas para el cáncer de mi madre (ante la derrota reconocida por parte de la
medicina alopática).

Yo empecé mi bagaje estudiantil por el cuerpo y, desde este, se hace muy evidente que todos
los problemas que tenemos a todos los niveles (también social) están paralelamente
interrelacionados. También creo que ya tenía una realidad integrada sobre el funcionamiento
energético de la vida gracias a la MTC y de sus interacciones a grande y pequeña escala. Por
eso me leo su viaje hacia el cuerpo con la curiosidad de conocer los argumentos científicos que
a veces necesito para demostrar mis creencias y experiencias sobre lo físico.

En cada tramo de su desarrollo profesional, evidencia más su rigurosidad y honestidad


científica en pro a la curación en la que muchos psicoanalistas, como él y Freud dejan patente,
ya ni tan siquiera se interesan. El psicoanálisis se fue convirtiendo en una lucha de egos
filosóficos y se perdía totalmente de vista, a nivel global, el objetivo principal de tratar con este
tipo de enfermedades, más bien, ocupaban la función de desviar la vista del problema real
ante el tema de la sexualidad, que les seguía pareciendo inmoral. W.Reich, cada vez estaba
más lejos de poder dar explicaciones simplemente basándose en lo psíquico puesto que, de
hecho, demostraba que muchas de estas patologías existían por una distorsión entre esto y su
relación con lo corporal. Yo me encuentro, justamente ahora, en que el hecho de subsistir en
base al shiatsu me pone en situaciones un poco incómodas a veces, a nivel ético. Cómo por
ejemplo, el otro día, tuve que cambiar la hora de un shiatsu acordado previamente y la mujer
me dijo que era muy urgente para ella pero yo no pude empatizar lo suficiente como para
decirle que fuera al centro igualmente para que la atendiera otro de los terapeutas que andan
por allí, por el miedo de perder una clienta y, el dinero correspondiente. Me sentí fatal luego, y
es una de las cosas por las que no quiero pasar en una profesión como la mía. Me he
empezado a plantear que ahora más que nunca, o debo confiar en la vida absolutamente o
debo buscarme una profesión alternativa que no me exija tanto a nivel personal, para
mantener mi fe en lo que hago y no caer en lo que Freud llamó, según dice Reich, “ambición
terapéutica”.

Hace muchísimos años que no me sentía limitada por no llegar a fin de mes y a pesar de estar
más o menos, confiada (y contenta por ello), también veo que en el fondo es incómodo estar
todo el rato teniendo que controlar mis actividades y temer por los contratiempos. Por eso me
estoy planteando, desde hace algún tiempo, conseguir una profesión paralela que no me pida
tanto a nivel personal para poder subsistir tranquilamente y no perder el sentido por el cual
estoy haciendo shiatsu. Lo difícil es que no sé qué o dónde buscarlo… pero sé que aparecerá
en cuanto tenga que ser.

Hablando de lleno sobre mí, quiero recordarte que tuve un proceso de duelo muy importante
durante todo este mes de agosto que se mantuvo hasta que volvió Irene de vacaciones. Al
cabo de casi un mes, más o menos, lo retomé (ya sólo la parte que hacía referencia a ella)
porque no quiso que nos viéramos más bajo mis condiciones de “no compromiso cerrado
todavía”, “necesito tiempo para recuperarme del ostión (con perdón) que me pegué los
últimos seis meses estando contigo”, “necesito clarificar de una vez por todas el porqué de
todas las dudas que he tenido siempre sobre nosotras”, etc. y habiendo sido aparentemente
todo maravilloso desde su punto de vista, decidió que prefería no verme más, porque le dolía
perderme cada vez que nos separábamos. Esta vez fue todo bastante más rápido, aunque
también intenso. De golpe me sentía loca (literalmente) por rechazar el amor incondicional
que me ofrecía sin tener la menor idea de hacia dónde se estaba dirigiendo, aún, el proceso
que me hacía rechazarlo. Sentía que la vida me pedía actuar así pero no sabía por qué ni hasta
cuándo.

Ahora justo empiezo a entenderlo. Y coincide con la última vez que me he puesto a leer este
libro y a juntar los pedazos anteriores que tenía escritos para presentarte mis impresiones.
Aunque no tiene directamente nada que ver. El caso es que, con esa sincronicidad que trae
consigo la buena vida, en el justo momento en el que Irene se apartó totalmente de mi vida,
empecé a vivir libremente las demás relaciones (de todo tipo) que tenía con las demás
personas (muchas de las cuales las tenía olvidadas y, algunas, incluso desvalorizadas
inconscientemente de forma que no molestaran mi relación con ella) e intercaladas por mis
momentos de soledad y locura por la simultaneidad de todos los procesos que estaba
viviendo. El mejunje seria: duelo, soledad, apertura, sexo, ternura, plenitud, locura, amistad,
apego, frenazo, auto-apoyo, conciencia compartida, trabajo, amor, despiste, paz, tristeza,
insomnio, cuidarme, disfrute, etc.

Podría decir que, a pesar de mi recién separación, estoy viviendo exactamente lo que
necesitaba desde hace bastante tiempo y no me atrevía a querer con suficiente fuerza, que era
simplemente: obtener más de la vida. Y aquí, justamente, vuelvo a retomar el contacto con el
libro. Siento que con Irene, desde hacía tiempo, me estaba conformando hasta un punto que
era perjudicial tanto para mí como para ella y no quería admitirlo. No quería admitir lo que
para mí era otra derrota contra la “madurez” y la “estabilidad” que estaba persiguiendo y que,
finalmente, nubló todo lo demás, lo más importante. Tenía muchísimas carencias estando con
ella que, desde este último mes, estoy viviendo naturalmente con otras personas y me siento
verdaderamente agradecida a la vida, por mostrarme que sí que es posible.

Uno de los puntos que más estoy disfrutando y, además, de una forma totalmente nueva, es el
sexo y una situación emocionalmente liberal de la que no pienso salir en un tiempo. Justo
Reich me está diciendo que tener una buena sexualidad y buenos orgasmos garantiza la salud
integral y podríamos decir que me lo estoy tomando al pie de la letra… Además de leer super
atentamente su vivisección de la sexualidad para poder aprender de los fallos que veo y
experimento, me encanta que se esfuerce tanto en dejar claro tanto los “errores” como cómo
sería el funcionamiento sano completo. Personalmente estoy siendo capaz de recibir sin sentir
que me tengo que ganar nada, de disfrutar compartiendo con otra persona mi feminidad que,
hasta ahora, prácticamente sólo vivía conmigo y contadas veces. Estoy siendo capaz de
explorar la ternura sin recurrir impulsivamente al sexo y de escuchar a la otra persona a la vez
que me escucho a mí… Y todo esto sé que es en gran parte gracias al curso de Bioenergética.
Vamos, que según Reich ahora mismo disfruto de potencia orgástica y en teoría, no debería
tener ninguna neurosis (al menos en fase activa). Quizás te parecerá algo obvio pero hacía
tiempo que no tenía cosas muy básicas con mi anterior pareja (a nivel de compatibilidad física
y profesional y de contacto presente y consciente). Cada experiencia nueva que tengo, me
recuerda algo más de las cosas que sabía que me faltaban a pesar del compromiso férreo que
tenía con ella. Un gran error. Aun así, estoy orgullosa porque sé que me puedo comprometer,
mi problema es que lo hago por encima de mí misma y es justo esto lo que estoy intentando
ver a tiempo real y substituir por “darme tiempo” y “no perder el contacto con mi propio
mundo” que tanto me cuesta recuperar y mantener después de las rupturas.

No sé qué va a ser de mi vida, sé que tengo mucho que recolocar para adaptarme a las nuevas
circunstancias personales y esto me tiene el sueño bastante movido. Pero estoy contenta de
no estar totalmente “inhabilitada” y poder darme lo que sí que me aporta cosas positivas de
forma intercalada y sin sentirme mal por ello. Esto me demuestra que en el fondo estoy en paz
con mis decisiones y que soy más capaz de no irme tanto a los extremos.

Aún me quedan por leer dos capítulos y curiosamente me parecen los más interesantes: “El
desarrollo de la técnica del análisis del carácter” y “El reflejo del orgasmo y la técnica de la
Orgonterapia caractero-analítica”. Son prácticamente el porqué de escoger este libro, quería
entender que era exactamente la bioenergética. Una cosa es experienciarlo, como hicimos en
clase, y la otra, entenderlo. Y, a pesar de ya haberme quedado claro durante todo el desarrollo
del libro que es simplemente lo que su nombre indica (funcionamiento biológico de la energía
vital) supongo que, por fin, entenderé la relación entre carácter, orgasmo y orgonterapia, que
aún no tengo clara. Me parece fascinante este libro, aunque a ratos, extremadamente riguroso
(a pesar de avisar al principio que su intención era dejar claros los méritos que podemos
atribuirle a él y los que no) y, por no tener mucha idea de psicoanálisis, a ratos un poco difícil
de entender el detalle (me perdía entre psicosis, neurosis, histeria, carácter impulsivo, ello, yo
y super-yo, por ejemplo) aunque el contenido global se entiende claramente y está explicado
de forma bastante amena.

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