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I - INTRODUCCIÓN
1
conllevan al establecimiento de regímenes de verdad que están referidos a la
constitución misma de sus criterios.
2
Desde una perspectiva histórica, si bien la consideración de la ideología se
hallaba ya presente en la Antigüedad en los pensamientos de Platón y Aristóteles,
corresponde a la modernidad la sistematización del concepto1, sobre todo a partir
del siglo XVIII. Ya a mediados del XIX, Marx comienza la difusión de su pensamiento
[1845 Tesis sobre Feuerbach; 1846, junto con Engels, La ideología alemana]. En el
pensamiento de ambos, lo “ideológico” tiene una connotación más amplia que la
“ïdeología”. “En el Estado -escribe Engels2 - toma cuerpo ante nosotros el primer
poder ideológico* sobre los hombres.”
3
reales de existencia,” acompañando la definición con dos tesis. La primera alude a
que la ideología representa la relación imaginaria, y no las relaciones reales, de los
individuos con sus condiciones reales de existencia. La segunda tesis postula la
existencia material de la ideología dentro de un «aparato». Introduce la noción de
«aparatos ideológicos del Estado», indicando su multiplicidad y especificidad:
religioso, escolar, jurídico, sindical, de información y cultural5. Al decir de Althusser,
estos «aparatos» tienen sus propios mecanismos de coacción para modelar y dirigir
el acontecer social. Nosotros pensamos que en el seno del capitalismo tardío, cada
vez más los mecanismos de coacción son reemplazados por mecanismos de control
social, en los cuales se acentúa aún más que “lo propio de la ideología es imponer,
sin que lo parezcan, las evidencias como evidencias, que no podemos dejar de
reconocer. El anverso es la función de desconocimiento, puesto que lo que ocurre
dentro de la ideología parece ocurrir fuera de ella.”6 Volveremos sobre este punto.
4
2 - genético o social, que pone en relación el contenido teórico y los
intereses, aspiraciones e ideales de clase condicionada históricamente por el lugar
que esa clase ocupa respecto al poder y al sistema de relaciones de producción.
5
destaca dos elementos constitutivos: el carácter de falsedad y su determinación
social, que han dado lugar al planteo de diferentes relaciones entre ambas10.
6
noción de falsedad nos aproxima a una nueva noción de falsedad por la que “el
juicio de valor puede ser una falsa motivación, que enmascara los motivos reales
de la dominación o la obediencia”. Queda así señalada la naturaleza social de la
ideología, pues involucra a todos los hombres en tanto que sujetos sociales cuyos
comportamientos se establecen en una situación de poder.
13 Foucault, Michel; Vigilar y castigar, nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Buenos Aires, 1989, pp. 227-9.
7
de «régimen de verdad», Foucault se refiere a la capacidad que tiene el poder para
producir realidades, discursos y rituales de verdad propios. Este planteo nos
permite considerar un juego de relaciones entre el régimen social imperante, el
funcionamiento de los discursos del poder en torno al estatuto de la verdad y los
procedimientos científicos seleccionados para la obtención de la verdad.
14 Foucault, Michel; “Verdad y poder”, en: Microfísica del poder, Las ediciones de La Piqueta, Madrid, 3ª. ed. 1992, pp. 175-
189.
8
negativas] a solicitudes de presupuesto para diferentes tareas docentes e
investigativas así como a las fundamentaciones que las acompañan.
Que los físicos se ocupen de los átomos, los biólogos de las células, los
médicos de hacer recetas y los psicólogos de las neurosis. Para pensar en la
economía están los economistas, para pensar las cuestiones políticas están los
políticos, y para pensar la ética están los comités y los órganos oficiales. En síntesis,
para «pensar» las articulaciones -y cómo mantenerlas alejadas de la superficie-
está la clase dominante. Todo está previsto y [falsamente] solucionado de
antemano [para anular la participación y el movimiento]. De nada hay que
preocuparse, «los expertos lo harán todo», el resto no debe dispersarse con estas
cuestiones, pues a cada uno se le paga para que se ocupe «de lo suyo».
15 Las demarcaciones territoriales de los saberes mediante la barra, generalmente de inspiración positivista, que las más de las
veces se acompañan de un tono despectivo alusivo a todo lo que «cae por fuera» de su esquema, incitan a interrogarse por su
pretendida certeza, por sus motivaciones y sentidos.
16 Lyotard, Jean François; La condición postmoderna, informe sobre el saber, Planeta-Agostini, Barcelona,
1993, pp.98 y 100.
9
aparatos para saber la verdad, sino para incrementar el poder. (...) La
gestación de los fondos de investigación por parte de los Estados, las
empresas y las sociedades mixtas obedece a esta lógica del
incremento del poder. Los sectores de la investigación que no pueden
defender su contribución, aunque sea indirecta, a la optimización de
las actuaciones del sistema, son abandonados por el flujo de los
créditos y destinados a la decrepitud.
IV - EL «SABER - MERCANCÍA»
10
al golpe de Estado, estaban claramente marcados a nivel político, económico e
ideológico. Una vez más la ideología dominante, esta vez al desnudo, se ocupó de
invertir las realidades. Así el discurso militar apuntó a suprimir la realidad vivida
socialmente, sin escatimar para lograrlo asesinatos, desapariciones ni violaciones
de todo tipo. A través de una serie de complejos mecanismos de sobrecodificación
(que por razones de espacio no podemos desarrollar aquí) y con el soporte de los
medios de comunicación masiva y la complicidad silenciosa 17 de importantes
sectores de la población, la realidad vivida fue negada y sustituida por otra
«producida por el poder», como medio eficaz de imponer un nuevo «orden»
económico-político. Esta «nueva» realidad se erigió como ÚNICA, VERDADERA, BUENA y
JUSTA. Y esto tuvo vigencia también para el saber, que cayó bajo la acción de la
censura, la sustitución o el vaciamiento de contenidos.
Una vez más, y tal como hemos enunciado con anterioridad, la ideología
impuso las evidencias como evidencias que no pudieron dejar de ser reconocidas, y
paralelamente con su función de desconocimiento, hizo aparecer lo que ocurría
dentro de ella como si ocurriera fuera. En un breve pero revelador párrafo, Lyotard 19
sintetiza este estado de cosas:
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De esta manera, la producción social del conocimiento se ha alejado de la
función social del saber, pues los productos de tal práctica, transformados en
mercancías controladas por monopolios empresariales, sólo son asequibles para unos
pocos, en tanto que una mayoría abrumadora de la población se ve privada del
mínimo beneficio. El saber que se ha transformado en mercancía tiene a partir de
entonces «propietarios privados», y su «posesión» o no divide las aguas. Pero también
el régimen de los discursos se ha transformado, culpabilizando a los desocupados, los
pobres, los enfermos y los muertos de sus situaciones, pues no se «reconvierten» de
acuerdo a los planteos de la economía de mercado. Todo se plantea como una
cuestión [falsamente] individual en la que cada uno es dejado librado a su suerte. Pero
de esto ya ni siquiera se habla.
20 Marí, Enrique; El honor de la ciencia a fines del milenio, s/l, s/f. Pág. 3
12
El sistema capitalista actual, en una nueva demostración de la impresionante
plasticidad constitutiva que lo caracteriza, ha puesto de manifiesto su capacidad
autotransformadora para lograr su perpetuación, sin importar que el costo humano
de tal «triunfo» crezca de modo salvaje y alarmante. He aquí el «fin de las
ideologías» del que los capitalistas con «su» ideología, pretenden hoy
convencernos.
21 Citado por Enrique Marí en “El honor de la ciencia a fines del milenio”, s/f, s/l, pág. 3 .
13
informática de la realidad social, de la cual tanto las ciencias [duras y blandas] como la
filosofía, no están exentas de las imbricaciones del poder ni de responsabilidades
propias.
22 Bourdieu, Pierre; Sobre la televisión, Anagrama, Barcelona, 1997. Pág. 8. También Lipovetsky, Gilles; op. cit. p.236.
23 Sobre la falta neutralidad de la técnica y las imágenes formando parte del poder puede consultarse “El travelling de Kapo”; de
Serge Daney, en Perseverancia, Reflexiones sobre el cine, El Amante, Buenos Aires, 1998, parte primera, pp. 19-44.
24 Cabría aquí ampliar la explicación pues se trata de un fenómeno sumamente complejo que involucra lo sociológico, lo
psicológico y lo estético. No lo hemos hecho porque su desarrollo excede los fines de este trabajo.
25 A este respecto también tomamos en consideración lo dicho por:
Daney: “...asistimos al desarrollo de todas las retóricas del individualismo que pasan por la publicidad y que reivindican
continuamente su poder. Así, el sujeto estético es el individuo, aquel que hay que reformatear, y la publicidad es el instrumento de
ese reformateo.” Daney, S.; op. cit., pág. 159; y por Ralph Miliband: “(...) El Estado en la actualidad manipula cada vez más las
noticias, sobre todo en tiempos de tensión y crisis, lo cual quiere decir, en relación a la mayoría de los principales países
capitalistas, que lo hace casi permanentemente; y cuanto mayor es la crisis, tanto más deliberada es la manipulación, los
escamoteos de la verdad, las semiverdades y las francas mentiras.” Miliband, R.; op. cit., p. 224
14
patentes, etc.]. Un cuarto efecto se refiere a la banalización [equivalente al
vaciamiento de sentidos] de los conocimientos, mediante la creación de opinión,
implementada a través del mecanismo tendiente a hacerle creer a la audiencia
[cautiva de los media] que puede opinar sobre «todo» [el universo
hegemónicamente constituido por los temas que los medios indiquen], por
supuesto a partir de información [transformada en noticia] y creando un juego
[catártico] de ilusoria participación [desde el banco de la cocina o el sillón del living]
tendiente a instaurar la certeza de que se ha cumplido con un deber ciudadano
[cuando en realidad es justamente esta posibilidad la que ha sido desactivada].
Así los media27, capturados por el poder, pierden todo el potencial que podría
contribuir a desarrollar en los planos informativo y educativo, para constituirse en
potentes controladores cuando no destructores del pensamiento singular y
reflexivo, capaz de concebir aproximaciones a las realidades complejas.
b) La informática.
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pues, así como el capitalismo ha adquirido una dimensión planetaria, aquella ha
mundializado la circulación de las informaciones. Pero, al igual que cualquier
innovación tecnológica, plantea diversas cuestiones que es necesario considerar.
¿Pero qué ocurre entonces con aquel saber que, ya sea porque su propio
objeto de estudio no puede soportar semejante violentación, o porque quienes lo
producen no están dispuestos a admitirla, no «entren» en el circuito informático?
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lenguaje de máquina.”30 En esta frase podría leerse una prescripción respecto del
modo en que la ciencia debe producir los conocimientos, y no pareciera responder
al azar sino a una lógica interna que ese “modo de producción” que las ciencias
deben adoptar, tenga tantas coincidencias con el modo de producción capitalista
y sus valores.
«saber-mercancía».
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El tema ético aparece ocupando un lugar destacado en los diferentes ámbitos
científicos, políticos y, por supuesto y sobre todo, mediáticos. Y decimos el tema
porque la presentación de la ética forma parte de las noticias del día.
Podría pensarse que por fin salen a la luz las inquietudes y cuestionamientos
referidos a los alcances y límites de los actos humanos. Sin embargo, la
observación de la experiencia cotidiana indica que el fenómeno tiene otras
características, que se aproximan más a lo que podría ser denominado la ética
como espectáculo. Un espectáculo [servicio] destinado a «limpiar eficazmente»
historias y conciencias, que gracias a los medios es brindado en el domicilio del
consumidor y por el mismo precio.
Porque hemos de señalar que las diferencias cualitativas entre hablar y decir
son profundas, pues lo primero no remite a un compromiso: “se dice”, “dice Fulano”
o “la noticia dice”; en tanto que lo segundo plantea un posicionamiento ético: “yo
digo...” Respecto al tema que nos ocupa la consideración pasa porque demasiados
hablan, pero muy pocos dicen.
32 Marí, E.; “Etica y capitalismo: El jardín de los senderos que se bifurcan”, en Papeles de Filosofía II, p. 222.
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ideología legitimante ya no se hace reposar en el velo de la
ignorancia. La estrategia cambió de sentido y, en consecuencia,
también lo hizo el régimen de los discursos. Las barreras psicológicas
aptas para disimular las condiciones reales de vida se han levantado
para dar paso a la admisión más explícita y transparente de que el
sacrificio, el pauperismo y la muerte eventual de millones de seres,
sin empleo o con él, están plenamente justificados por carecer de
coordinación con la marcha del mercado, sus reglas de eficiencia y
productividad.
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círculos de «expertos», evidencian también una ideología de tinte desideologizante.
En este sentido, resultan esclarecedores los postulados de Lipovetsky34:
¿No resulta ser esta canalización especializada una metodología eficaz del
sistema para mantener las cosas en «su» lugar evitando la articulación social? ¿O
es acaso desconocido el hecho de que en tanto se discute en los comités de ética,
congresos, universidades, etc.; acerca de la eutanasia, la fertilización asistida, la
contaminación y demás cuestiones, esos mismos profesionales efectúan prácticas
muchas veces reñidas con cualquier ética?
He aquí la otra cara del discurso postmoderno con su «fin de las ideologías»
que, gracias al súperdesarrollo alcanzado por las ciencias y la tecnología, dice poder
20
prescindir de aquellas. Es que la única posibilidad de mantener el sistema
capitalista, es «extirpando» la discusión y el cuestionamiento acerca de sus
fundamentos y estructuras, declamando, con claro tinte reformista y conservador:
«dentro del capitalismo todo, fuera del capitalismo nada».
Es en este mismo sentido que Sánchez Vázquez expresa que “dicha doctrina
[de la «neutralidad ideológica»] viene a soldar en una y la misma persona su
irresponsabilidad como científico y su responsabilidad como ciudadano.”36 Porque
no hay posibilidad de transformación ética alguna si no es a partir de la
recuperación de la conciencia política y la reorganización social; no hay posibilidad
35 Pavlovsky, E. “¿Qué hacemos con lo que sabemos?’, En Lo grupal 1, Buenos Aires, Búsqueda, 1983, pp. 119-121.
36 Sánchez Vázquez; op. cit. pág. 308.
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de que el hombre pueda devenir ético en tanto la ética sólo sea una materia de
estudio o discusión. No puede haber una bio-ética real sin una verdadera bio-
política.
He aquí el desafío humano que está planteado para el tercer milenio, frente
al cual los intelectuales no podrán mantenerse al margen.
VII - CONCLUSIONES
Los apuntes han encontrado su final. No así las motivaciones que generaron
su elaboración, que siguen vigentes y en busca de producir nuevos
descubrimientos.
22
Se han señalado los aspectos fundamentales de cada uno de los temas
tratados. Respecto a «ideología, verdad y poder en la producción científica» han
quedado explicitado las concepciones: de hombre como sujeto social, de los
orígenes políticos de la investigación como elemento fundamental de las ciencias
empíricas y del análisis disciplinario como predecesor de las ciencias del hombre.
Así mismo, han sido desplegadas las relaciones entre los regímenes de verdad, la
ideología y el poder, para luego analizar el estado actual de la producción científica
argentina actual desde la perspectiva marxista.
Son estas cuestiones las que se plantean, a espaldas de los pueblos, como
desafío para un mundo de pobreza globalizada y de riqueza súperconcentrada. Un
mundo gobernado por la dictadura del capital, cuyos amos y sirvientes de turno
plantean el «fin de las ideologías y de la historia» en virtud de haber alcanzado la
humanidad «un grado de perfección insuperable».
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