GREGORIO SALVADOR
JUAN R. LODARES
HISTORIA DE LAS LETRAS
EsrasA. & MINORINDICE,
PROLOGO.
Aa Lareina del abecedario
Bb Lavor de los corderos
Ce Historia de una inquietwd
Ch LI Dos letras que no lo son
Dd Lapuerta del alfabeto
Bee de top sr
FF Una letrade ida y vuelta
Gg Viejos inventos
Hh Onvogratia fatidiea
Ti Minima, sutl y subversiva
Jj Lavigjera holandesa
Kk Lamalquerida
LI Liquids y camtarina
‘Mm Enlacrestade la ola
Nn Ciencias exactasNn Unaletra emblemética
0.0 Gjosque no ven
Pp Eleanto de los pajaros
Qq Latina y académica
Rr Una eira que vale por dos
Ss Sillbante y serpenteante.
Ts Mastllo del abecedario
Un (Quémiedo!
Vv Tradicién obliga
Ww Enel nombre de los reyes
Xx Matematica, enigmatica y aristocitica
Vy Blatho! de Pitégoras
Zz Un funeral en la antigua Roma
BIBLIOGRAFIA
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PROLOGO
ALA
PRIMERA EDICION
Hari cosa de un aio, algunos directivos de la Editorial
Espasa Calpe me solicitaron que les preparara una historia de
las letras, bien solo, bien en colaboracién. Conocian mi dis.
‘curso de ingreso en la Real Academia Espartola, Sobee la letra
sq, que les habia Hamado la atencién, e igualmente los ar
ticulos que yo habia escrito con respecto a la reonlenacién de
la ch y de ia I, acordada por las Academias de la Lengua en
su iltimo Congreso, y sobre la 8, puesta en emtredicho por la
industria informatica europea; y consideraban que eso me
‘avalaba como ta persona idénea para hacer la historia com-
peta del abecedario, porque supontan, generosa y temeraria
‘mente, que para mi lode escribir unas cuantas paginas con los
‘avarares de cada una de sus letras debia ser asunto de coser y
‘cantar, Pero nada més lejos de la realidad. Arduo y trabajoso
‘me habia resultado conducir a término mi discurso sobre la,
y nada sencillo llevar la voz cantante en el ltigio pluriacadé-
‘mico de los dos digrafos mencionados y haberla tomado para
9‘mediar aclaratoriamente en el confuso alboroto a que habia
da, Casi me habia propuesto no vol
dado lugar la 8 arena
ver a ocuparme de cuestiones alfabéticas, les expliqué, pero,
on fin, podria buscar tres o cuatre colaboradores que se repar-
tieran el abecedario,intercalar también lo ya hecho por mie
incluso tratar yo de alguna otra letra, coordinar ef trabajo y
redactar la introduccién, No era fel obtener asi una media
tua coherencia en el planteamiento de la historia particular de
‘cada signo, la Editorial urgia una solucién y un compromiso
me instaba a reducir la autorta a dos nombres, el mio y el del
colaborudor que yo buseara
Asi las cosas, Juan Ramin Lodares, profesor titular de
Lengua espaiiola en la Universidad Autinoma de Madrid,
‘acepts el reto y se puso a ello, con notable alivio por mi parte.
Porque Lodares y yo congeniamos bastante y nos pusimos de
tacwerdo en seguida acerca del tono que la obra debia tener: un
libro para el gran piiblico, sin enredos eruditos, slide y fu
ddamentado en sux bases, pero tiviano y aneedotico en su de-
sarvolle. Lodares se sentia con dnimos y saberes suficientes
‘para acometer con solvencia y desparpajo el cuento de cada
tuna de tas veinticinco letras disponibles, encajar las cuatro
‘nas — dos verdaderas y dos falsas—en el conjunto y dejar et
testo aparejado para que yo to revisara, lo completara en 10
‘que me pareciera y le pusiera esta introduccién que estoy
tseribiendo, Juan Ramin Lodares fue alumno mio en ta
Universidad Complutense, luego discipulo y hoy maestro que
‘me pasa con sus muchos saberes y me ilustra y me sorpren
com informaciones que a mi no se me habian aleancado. He
lei, pues, la historia de su letras con mas placer que énimo
irector, si alguna cosa he retocado 0 aadido, con su bene
pacito, ha sido mus bien para justificar la colaboracién que
porque el original lo necesitara. La hemos hablado bastante
la obra, esa si, pero he de manifestar que, aparte las excep-
ProLoce
ciones sehaladas, a autoria es mucho mas suya que mia, yes
justo que eso se dia.
Letra es, en su primera acepcién académica, «cada uno de
ls signos grdficos con que se representan los sonidos de un
idioma», pero también, segin advierte la acepeién segunda,
«llamabase asa cada uno de estos sonidos». Llamiibase y atin
se sigue llamando, diria yo, no por los lingistas 0 los rami
ticos, acaso ni siquiera por las personas cultas, pero si por el
pueblo llano, que habla de saber o no saber pronunciar la zeta
‘ola uve a la erve, Y, en cualquier caso, no hay modo de hacer
la historia de esos signos grificos sin referirse a los sonidos
(que pudieron represeniar en su origen, a los que luego han
representado en lenguas diversas y a las varios, incluso, que
les puedan corresponder en espaiiol
Porque es el abecedario de nuestro idioma el que vamos
4 historiar, ef alfabeto latino, em definitiva, el més universal
de tos uilizados en el mundo, con las incorporaciones que lo
than enriquecido: la K, la Y y 1a Z, que eran letras griegas,
ya en latin; la 3, que le nacié por partenogénesis: ta N.
‘genuina creacién espaftola, y la germdnica W, que el inglés
‘se hu encargado de propagar por doguier. Vebuisiete letras
las que tenemos disponibles, pues aunque el Diccionario
‘acailémico, en su vigésima primera edicion, que es la iltima
publicada, diga de la letra Z. que es la evigésima novena y
tltima letra del abecedario espaitol», lo cierto ¢s que cont:
dba ain como tales a dos combinaciones de letras, la ch y la I
—dos digrafos, que decimos los lingtstas—, a las que les
otorgé tal caricter en 1803, pero va a hacer tres aos que la
Aciudemia enmendé esa anomalia contable y nos quedan
veintsiete grafemas simples, las veinisieteteclas literales de
nuestros teclados mecanogréficos 0 informéticos, et onlen
OWERTY, tan inexorable ya para los habitos digitales como
eLABCDario para los mentales
uSon veinticuato los fonemas de la lengua espafiola, segtin
dejo bien semado, hace ya aftos, Emilio Alarcos Llorach, cinco
socal y diecinueve consondnicos: pero hay dos fendmenos
Imuy extendidos, el seseo y el yetamo, que reducen a diecisiete
los consondnticos para la mayor parte de los hispanohablantes,
‘a tieciocho para otra porcién, convirtiendo en escasa mino-
via ef grupo de los usuarios de los diecinueve, es decir, aque-
Hos, rdos esparioles, que distinguen la z dela sy la Il de lay
Lo cual no quiere decir que los confundidores no tengan con-
ciencia de su existencia y diferencien con la escritura lo que
Jinicamente se les escape. Como por otra parte nox ocuare a
todos con otras letras que se reparten fa representacién de un
fimema nico en el sistema de la lengua, come la by lav, pon-
‘amos por caso.
No es una lengua analfabeta la nuestra ni tampoco una
lengua de escritura arcaizamte, alejada de la pronunciacin
Tenemos una ortografia envidiabl, casi fonolgica, y las esca
sus anomalias existenes —si as eomparamos con las de otras
Tenguas préximas como el inglés 0 el francés— acaban resul-
‘and fancionates en esa otra dimensién del idioma, cultural
‘mente nsostavable, que es ta lengua eserita cada vez mds pre-
sente para todos, El sistema fonoldgico equilibra la lengua y
‘mantiene su coherencia y unidad, pero ta norma ortogréfica,
cuando estd cerca de él y no es aberrante, que es ef caso del
‘espaol apona ese equilibrioy lo potencias y marca la pauta
de la promunciacién, actéa sobre la lengua hablada,sefrenande
sus naturales tendencias evolutvas, que pueden Hevar a ta
dlivgregacién
Si comtamos con veimisier signos y el mdsimo de fonemas
‘actuantes es veinicuatro, como hemos dicho, es evidente que
ran letras 0 que nos podriamos arveglar con menos, pero
ahi estan y ya inn ustedes viendo tas razones de que estén.
Racones histiricas esenciabmente, Como ta diferencia, por
exceso, silo es de tres, podriamos resolver simplificadamente
la cuestion dciendo que dos de ells, lak y la w, son declara
damente extranjeras y relativamemte recientes ¥, salvo para
respetar la adecuada eseritra de nombres forineos, matdita
1a fala que nos hacen, yque la tercera, tradicional latina, ta
hes muda hoy en nuestra lengua, aunque no siempre lo haya
sido, com lo cual seria igualmente prescindible. Con veinticua
tro grafemas y otros tantos fonemas todo pareceria estar
resuelto € idealmente ajustado, pero sabemos que no es ast
Por to pronto, los das digrafos a los que la Academia les ha
‘concedido, durante ciento noventa ais, estatus de tras, la ch
1’ la I, merecieron tal prerrogativa porque con ellos se repre
sentan unitariamente, en la escritura, ds de nuestros fonemas
consonénticos, la che y la elle, es decir, el fonema prepalatal
Africado sordo y el palatal lateral fricativo sonore, aunque este
segundo sea uno de los que se esta perdiendo en amplios terri-
torios y en grandes masas de hablantes, al naufragar su late-
realidad e igualarse con el fonema palatal central que repre
Senta en la escritura la y consondinrica. Este hecho desequilibra
de nuevo el correlato numérico de letras y fonemas, y afada.
‘mos todavia ef hecho de la existencia de una letra, lat, que
tmas veces doblindose y otras sin doblarse, representa, segin
mas reglas ortogréficas precisas, a otros dos fonemas det
lenco, el apicoatveolar vibrante simple y el apicoalveolar
vibrante miiiple. La ch, la Wy la rr nos devuelven, pues, al
punto de partida y seguimos con un superdvit de tres grafemas.
{Cimo se explica tal demasia? Por lo pronto la b y la ¥
representan un inico fonema, el bilabial oclusivo(o fricative)
sonoro, que se distribuyen ortograficamente, sin mas orienta
cin que la etimoldgica y esa con frecuencia —todo hay que
decirlo— bastante desnoriada, He aki, pues, un grafema
Sobrante, elde lav, al que los reformadores ortograficos se la
swelen tener jurada, mientras que algunos celosos pedagogos
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