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(i)
BENJAMIN DOMB
(*) Publicado en "Más allá del falo...". Buenos Aires: Lugar Editorial; 1996.
Si elijo este lugar amplio para volcar mis reflexiones, es porque considero
que estas cuestiones trascienden el marco de una Escuela, implican a la
comunidad psicoanalítica en general y repito, al futuro del psicoanálisis.
No diré con Lacan que la I.P.A. que él describe en 1956 y que permanece
en gran medida hasta nuestros días igual, sea el producto sólo del querer
de Freud, es en parte cierto y se trata de los obstáculos en la teoría
provocados por "las cosas del querer", pero también es efecto de los
límites en la teorización de Freud, hay algo en la enseñanza freudiana que
conduce a la burocracia institucional: la conceptualización referida al
Edipo, al complejo de castración girando enteramente fundamentalmente
en la función del padre, que conduce al amor al padre impiden finalmente
con él. El análisis freudiano es interminable. Entonces la I.P.A. es el
resultado de una impasse en la teoría freudiana, que terminó degradando
el propio descubrimiento de Freud, produciendo su retroceso.
Por ahora diré que el estado actual de las cosas seguramente no es ajeno
ni a lo uno ni a lo otro. Lo más complicado va a ser encontrar los impasse
de su teoría, para eso va a ser necesario reinterrogar todo lo que Lacan
ha producido, es la tarea que nos espera.
Bien, Lacan que no hizo el pase, decía que se las pasaba pasando el pase,
tenía él una posición analisante en su seminario y una posición de analista
en su práctica, -yo no he sido su analisante, pero lo supongo-.
No voy a insistir con este desarrollo, sólo quiero señalar que la proposición
está fechada, fue propuesta ese día y ese año.
Quiero señalar que a esa altura Lacan no tenía ni los cuatro discursos, ni
las fórmulas de la sexuación que producen una modificación en el
fundamento del psicoanálisis -"No hay relación sexual"- es decir, que va
más allá del complejo de Edipo, no se confunde este nuevo fundamento
con la conocida interdicción del incesto, hay una distancia entre ellos, hago
esta aclaración porque en algunas oportunidades se lo confunde.
Hasta ahora lo que hemos hecho, fue forzar la cuestión para intentar
mostrar que no hay contradicción, todo lo contrario, cierto estilo de lectura,
me llevó a mi a demostrar que todo lo que vino después era para
corroborar los términos de la proposición; que se insistía con lo mismo en
términos de los cuatro discursos, aún en términos borromeanos, que no
hay contradicción, aunque haya habido en este recorrido nada menos que
un cambio en el fundamento del psicoanálisis.
Esto recuerda los intentos, aún hoy en curso, de tratar de hacer coincidir a
Freud con Lacan en todo, incluso de encontrar no a Freud en la obra de
Lacan, sino la obra de Lacan en los textos de Freud, se trata de quedar
siempre bien con los Padres, Freud ya lo sabía todo y Lacan por lo tanto
es igual a Freud.
Lo primero que vamos a destacar es el final del análisis, esto es, lo más
importante y lo más problemático. Toda la teoría lacaniana en esto es,
valga la redundancia, terminante, coherentemente terminante, si Lacan no
estaba equivocado, si lo Real, exsiste como lo escribe Lacan, incluso
aunque la mujer no exista y por ello: hay final del análisis.
Esto quiere decir: el analista sólo se autoriza por él mismo, es decir que
cuando está con su paciente está solo y en todo caso lo que lo autoriza es
su analisante otorgándole el lugar en la transferencia. Quiero decir, se trata
de su responsabilidad, que no hay Otro del Otro.
Retomando la cuestión del final del análisis, que es la apuesta más fuerte
y la que realmente justifica todo trabajo, retomo una pregunta de Lacan:
¿"Puede el pase poner efectivamente de relieve ante quien se ofrece al él,
el pasante cómo es capaz un relámpago, con una luz totalmente distinta
cierto sector de sombras de su análisis?" (3) y concomitantemente me
pregunto: ¿es el pase con la consecuente nominación la que hace del fin
de análisis un acto? ¿Qué pone fin a lo que bien podría volverse una
interrogación infinita?
Dos testimonios acerca del fin del análisis parecen confirmar esto último,
el de José Zuberman que habiendo atravesado la experiencia del pase
dice: "En mi experiencia mi análisis terminó más que en la última sesión,
en el dispositivo del pase", y agrega más adelante "mi análisis termina en
verdad con la nominación, que pasa a resignificar pasajes enteros de mi
análisis. Fue la primera ocasión en que sentí que no me volvería a analizar
más". (4) El testimonio de Linda Clifton, quien sin haber atravesado la
experiencia de pase, relata su fin de análisis en dos tiempos donde el
segundo tiempo sin el analista, es el que precipita el final de su análisis.
(5) Será necesario una serie más amplia que lo reafirme o niegue esta
cuestión.
Con esto quiero señalar que el modo de reclutamiento que Lacan utiliza y
señala en su proposición es contradictorio con su propuesta misma. El
produce las primeras nominaciones entre el grupo que eligió su enseñanza
a las ventajas ofrecidas por la I.P.A. y señalando el valor de apuesta, de
esta elección fundamental. Sin embargo nada había allí de fin de análisis,
ni tampoco consecuentemente de "el hecho de imputárseles ser de
aquellos que pueden testimoniar de los problemas cruciales en los puntos
cruciales en los que se encuentran para el análisis" fueron también las
cosas del querer, esta vez de Lacan. Es a partir de allí que no pueden
cumplir con su función, una de las razones de este fracaso. De ellos
dependía también la designación de los pasadores a partir de su condición
impuesta de A.E. Sobre todo esto hay bastante escrito.
El fin del análisis tiene que ver con la posibilidad para un sujeto que
sirviéndose de su análisis pueda alcanzar a penetrar en lo real que le
concierne y es en la misma medida en que habiendo alcanzado ese trozo
de real, prescinde de su análisis, es una operación borromeana sin resto.
El objeto a junto con el saber supuesto caen y es la falta del Otro, lo que
denominamos en la teoría S(A) lo que está en juego. En el límite nos
encontramos con un sujeto que representado por un significante nuevo
pero ya no para otro significante, como sería en toda operación metafórica
o metonímica, sino que en esta ocasión el significante nuevo representa al
sujeto, en el fin del análisis, en relación a la falta del Otro y es en este lugar
que se produce la invención que no es lo mismo que la metáfora, es decir,
que no se trata de una operación de sustitución, ya que no habría nada
que sustituir.
Las cosas serían más fáciles si obviáramos las nominaciones, pero esta
nominación es el acto, la sanción del jurado, lo que le da trascendencia
pública en este caso no es del orden de dar un nombre, no tiene que ver
en este caso con el nombre del padre, no se trata de un patronímico. Se
nomina a alguien como lo dice el diccionario: en sus dos acepciones 1)
Designación. Acción de nombrar a alguien para un empleo. 2) Título.
Documento en que consta haber sido nombrada cierta persona para
determinado cargo.
NOTAS
REFERENCIAS
4) Zuberman, José El dispositivo del pase: Fin de análisis más allá del
analista, en los límites del psicoanálisis.