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El Colegio de México
Centro de Estudios de Asia y África
Senado de la República
De la Umma:
el islam, la política y el terrorismo
en el sudeste asiático
El Colegio de México
Centro de Estudios de Asia y África
Senado de la República
Primera edición, mayo 2003
Senado de la República
ISBN: 970727019-5
Capítulo I
DE LA UMMA 37
La Umma y su sentido unitario 38
Asia: Darul Islam 39
El epicentro poblacional de la Umma 41
El sudeste de Asia: una región de contrastes 44
socio-religiosos
Del Islam… 45
Islamismo en el sudeste de Asia 50
Capítulo II
FILIPINAS: NACIONALISMO ISLÁMICO Y RADICALISMO ISLAMISTA 59
MNLF y FMIL: dos corrientes del nacionalismo islámico 60
Abu Sayyaf y el extremismo islámico 66
La nueva relación de fuerzas en el territorio bangsamoro 71
Capítulo III
MALASIA: ¿AMENAZAS ISLAMISTAS O INTOXICACIÓN INFORMATIVA? 75
El extraño caso de Al ma’unah 76
El sainete del Kumpulan Mujahedin malaysia 85
La “red internacional terrorista” 90
Capítulo IV
INDONESIA:NACIONALISMO ISLÁMICO, ISLAMISMO 99
PARROQUIAL E ISLAMISMO INTERNACIONALISTA
El nacionalismo islámico achejnese 100
Aceh y los holandeses 102
Aceh y la República de Indonesia 104
Gerakan Acheh Merdeka y la independencia de Aceh 107
Aceh y los gobiernos reformistas 111
El entendimiento conjunto para una pausa humanitaria 112
en Aceh
La Ley sobre la Autonomía Regional 113
El gobierno de Megawati Sukarnoputri ante Aceh 114
Jemaah Islamiyah: un proyecto de construcción 116
progresiva de la sociedad islámica
Los orígenes de Jemaah Islamiyah 122
El proyecto islamista transnacional 129
Capítulo V
EL TERRORISMO EN ASIA DEL SUDESTE 135
Los atentados terroristas en Filipinas 137
Los atentados terroristas en Indonesia 139
El bombazo de Bali 146
Una oleada de declaraciones infundadas 146
Las dificultades del gobierno indonesio 150
Los hechos fehacientes del atentado 152
Amrozi y la ¿fábula? de la autoría del atentado 156
Otras hipótesis sobre los autores del atentado 161
Conclusiones 165
Anexo Estadístico
Cuadro 1. Población mundial total y población mundial 171
musulmana, 2001
Cuadro 2. Población total y población musulmana en Asia, 172
2001
Cuadro 3. Población total y población musulmana en 174
África, 2001
Cuadro 4. Población total y población musulmana en 176
Europa, 2001
Cuadro 5. Población total y población musulmana en 178
América, 2001
Cuadro 6. Población total y población musulmana en 180
Oceanía, 2001
Cuadro 7. Atentados terroristas en Filipinas, 20 181
septiembre de 2000 a 20 de octubre 2002
1
De acuerdo con los discursos pronunciados por George W. Bush en dife-
rentes momentos, las organizaciones o los militantes afiliados a al-Qaeda
estaban presentes en 40 o más de 60 países.
con nosotros, está con los terroristas”, como eje rector de la
política exterior estadounidense, provocaron un cambio de
actitud de los gobiernos de los países musulmanes, con res-
pecto a las corrientes islamistas, fueran o no radicales.
El gobierno pakistaní es la prueba más fiel de ese cambio:
habiendo patrocinado con recursos financieros y con pertre-
chos militares provenientes de Estados Unidos a los estu-
diantes pashtun de las escuelas coránicas (conocidos como
talibán),2 de la noche a la mañana se convirtió en el aliado
regional de la administración Bush y apoyó sin reservas la
intervención militar contra al-Qaeda y el régimen del mulah
Omar, en Afganistán.
En el sudeste de Asia, aprovechando la campaña de George
W. Bush contra el terrorismo, los gobiernos de Singapur,
Malasia y Filipinas denunciaron públicamente la existencia
de organizaciones locales supuestamente afiliadas a al-Qaeda,
reprimiéndolas de manera implacable. El presente trabajo está
dedicado a estudiar las principales de esas organizaciones y a
demostrar que, en la mayoría de los casos, los gobiernos no
han podido acreditar de modo convincente el carácter terro-
rista de las mismas pero, en cambio, han utilizado la campaña
del gobierno estadounidense para ajustar cuentas con las co-
rrientes islamistas de oposición.
El combate contra el “terrorismo” y contra los “regímenes
dotados de armas de destrucción masiva”, emprendido por el
gobierno estadounidense, se ha saldado, en el plano global,
con el desmoronamiento del sistema jurídico internacional,
de las instituciones multilaterales y del sistema internacional
de seguridad de la posguerra; en los diversos planos naciona-
les del sudeste asiático aquí estudiados, ese combate ha tras-
2
La palabra, de origen pashtun, proviene de talib (estudiante), cuyo plural es
talibán (estudiantes); de allí que las voces “talibán” y “talibánes” usadas en
español para designar el singular y plural resulten inadecuadas.
14
tocado radicalmente las relaciones entre gobernantes y go-
bernados, debilitando la frágil cohesión social característica
de esas sociedades.
3
De acuerdo con el Diccionario de la lengua española, atentado significa: “delito,
principalmente el cometido contra el Estado o una persona constituida en
autoridad.”
16
...en nombre del pueblo estadounidense, agradezco al
mundo por sus expresiones de apoyo. Estados Unidos
nunca olvidará las notas de nuestro himno nacional in-
terpretado en el Palacio de Buckingham, en las calles
de París y en la Puerta de Brandenburgo de Berlín.
No olvidaremos a los niños surcoreanos reunidos para
orar afuera de nuestra embajada en Seúl, o las oracio-
nes de simpatía ofrecidas en la mezquita de El Cairo.
No olvidaremos momentos de silencio y días de luto en
Australia, África y América Latina.4
10
Idem.
11
Idem.
12
Idem.
22
La campaña antiterrorista enunciada se desarrollaría en dos
ámbitos: el primero abarcaba a los sesenta y tantos países,
incluidos los mismos Estados Unidos, donde los servicios de
inteligencia habrían detectado la presencia de al-Qaeda; los
medios de combate anunciados eran la infiltración y las ope-
raciones encubiertas, sin parar mientes en las violaciones de
los derechos humanos y de las libertades políticas que impli-
ca el terrorismo de Estado. El segundo ámbito correspondía
a los gobiernos que ofrecían refugio a los miembros de la “red
radical de terroristas.” Contra ellos, el recurso sería la inter-
vención militar directa.
La comunidad internacional, por su parte, se solidarizó con
los estadounidenses luego de los trágicos acontecimientos del
11 de septiembre. El cúmulo de sentimientos diversos expe-
rimentado por la humanidad entera parece haber obnubilado
la razón de los responsables políticos del mundo, influyendo
en la decisión política de sancionar legalmente la campaña
contra al-Qaeda y el régimen talibán en Afganistán. Permi-
tiendo una intervención militar para derrocar un régimen, el
CS-ONU contribuyó a liquidar el resquebrajado orden mundial
resultante de la Segunda Guerra Mundial; en efecto, la sim-
biosis político-religiosa existente entre los seguidores de ben
Laden y los del mulah Omar orilló a los gobiernos asociados
en la ONU a ignorar que:
• La intervención militar encabezada por los estado-
unidenses violaba los principios de no-intervención y
de autodeterminación de los pueblos.
• La administración Bush, luego de la destrucción del
gobierno talibán, proseguiría contra los regímenes que,
según sus criterios, ofrecen refugio a los terroristas in-
ternacionales.
23
D EL COMBATE CONTRA EL TERRORISMO AL DERROCAMIENTO
DE REGÍMENES HOSTILES
13
George W. Bush: State of the Union Adress, 29 de enero de 2002; http://
www.whitehouse.gov/news/releases/2002/01/print/20020129-11.html
24
dicas internacionales y los principios que habían regido hasta
entonces la coexistencia de los Estados nacionales. El “com-
bate contra el terrorismo” había sido transformado en un com-
bate contra los gobiernos que no se sujetan a las normas de
conducta política establecidas por el mismo Sr. Bush.
En el discurso de enero de 2003 sobre el estado de la Unión,
el Presidente estadounidense establecía un balance somero
del combate contra el terrorismo:
14
George W. Bush: State of the Union Adress, 28 de enero de 2003; http://
www.whitehouse.gov/news/releases/2003/01/print/20030128-19.html
25
volvía a la carga contra los gobiernos del “eje del mal”, con-
centrando su ataque sobre el régimen iraquí:
27
La crisis del CS-ONU provocada por la intervención militar
unilateral en Irak es la crisis de los sistemas jurídico, político
y de seguridad, sobre los cuales se había regido el orden mun-
dial de la posguerra. Con la decisión de George W. Bush de
intervenir militarmente en Afganistán, con el aval del CS-ONU,
y en Irak, sin el aval del organismo multilateral:
• La Carta de las Naciones es ahora letra muerta; por lo
tanto, el gobierno estadounidense y cualquier potencia
suficientemente fuerte para hacer valer sus intereses pue-
den esgrimir el derecho a defenderse de o a prevenir
agresiones exteriores y llevar a cabo operaciones mili-
tares en sus respectivas áreas de influencia.
• El multilateralismo, propio del funcionamiento de la
ONU, ha sido suplantado por el unilateralismo, basado
en la imposición del interés del más fuerte. Con ello,
Bush ha hecho retroceder a los Estados Unidos y al
mundo al estado de naturaleza de Hobbes.
• El sistema mundial de seguridad, basado en el estable-
cimiento de consensos a partir de la conjugación de las
diversas razones de Estado, ha sido sustituido por deci-
siones personales, fundadas en el principio paranoide que
asevera: “quien no está conmigo, está contra mí.”
La ley dialéctica de la unidad de los contrarios se ha im-
puesto con toda crudeza: el terrorismo internacional fue con-
siderado como una amenaza universal y se otorgó plena liber-
tad al gobierno de George W. Bush para combatirlo; así, el
Presidente estadounidense fue inicialmente reconocido como
el líder de la cruzada antiterrorista; ahora, al actuar sin limi-
tación alguna, Bush ha demostrado, en los hechos, que él tam-
bién es una amenaza real para la permanencia de las institu-
ciones internacionales y que una sociedad global, estructurada
sobre los principios liberales de la igualdad y la libertad, no
puede funcionar bajo la hegemonía de una sola potencia.
28
El orden unipolar organizado sobre la base del predominio
económico, político y militar de Estados Unidos recibió el
tiro de gracia con la oposición a los designios de George W.
Bush, por parte de tres de los miembros permanentes del CS y
por gobiernos como el chileno y el mexicano.
El orden internacional de la posguerra ha completado su
ciclo; se inicia uno nuevo que exige el respeto de los principios de
libertad e igualdad tanto entre individuos como entre Estados; se
trata de una libertad y una igualdad en el sentido en que éstas son
entendidas por los clásicos de la filosofía política y no en el de la
interpretación maniquea de los ideólogos estadounidenses.
30
Abbu Sayaf, secuestró a un grupo de turistas
anglosajones y de trabajadores malasios; tomándolos
como rehenes, los islamistas filipinos los trasladaron a
la isla de Jolo (sur de Filipinas) y, desde allí, negociaron
las condiciones de su liberación.16
• El 3 de julio de 2000, el grupo denominado Al-Maunah
asaltó el cuartel militar de Grik (Perak, Malasia), y se
apoderó de un arsenal que, según el gobierno malasio,
planeaba utilizar en ataques contra objetivos militares
y civiles.17
• La víspera de la Navidad de 2000, diez ciudades loca-
lizadas en seis provincias de las islas indonesias de
Sumatra, Java y Lombok registraron explosiones de
bombas colocadas en iglesias católicas y protestantes;
luego de las primeras explosiones, la policía indonesia
fue capaz de desmantelar algunos de los artefactos co-
locados en iglesias o enviados al personal de las mis-
mas.18
• En junio de 2001, el gobierno malasio anunció la de-
tención de nueve personas ligadas al Parti Islam
SeMalaysia (PAS), acusándolas de pertenecer al grupo
Kumpulan Mujahedin Malaysia (KMM) y de preparar activi-
dades tendientes a desestabilizar el país, con miras a esta-
blecer un Estado islámico. Los detenidos -entre los cuales
figuraba un hijo del principal dirigente del PAS- 19 habían
combatido en Afganistán y/o en Ambón, Indonesia.
16
Asunción Benítez-Rush, “Las Filipinas”, en: Asia Pacífico 2001, Núm 8. Progra-
ma de Estudios APEC, CEAA, El Colegio de México, México 2001, pp. 97-116.
17
Juan José Ramírez Bonilla, “Malasia”, en: Asia Pacífico 2001, Núm 8. Programa
de Estudios APEC, CEAA, El Colegio de México, México 2001, pp. 211-244.
18
ICG: Indonesia: Violence and radical muslims; International Crisis Group,
Jakarta/Bruselas, 10 de octubre de 2001.
19
Se trata de Nik Adli Nik Abdul Azis, hijo de Nik Azis Nik Mat, guía
espiritual del PAS malasio (Kyodo News: Malaysian islamic militancy said to
31
Una vez que la administración Bush hizo a un lado la de-
fensa de los derechos humanos como ejes de su política exte-
rior, gobiernos como los de Singapur, Malasia y Filipinas se
cobijaron con la sentencia de George W. Bush: “Cada nación,
en cada región…: o está con nosotros, o está con los terroris-
tas.” Los gobiernos de la región aprovecharon el clima gene-
rado por los ataques suicidas de Nueva York y Washington
para ajustar cuentas con las corrientes islámicas tradiciona-
listas locales.
No obstante, sólo los filipinos lo hicieron para combatir
terroristas domésticos como Abu Sayyaf. En el caso de los
singapurenses, la represión contra Jemaah Islamiyah tomó vi-
sos de una acción preventiva tendiente a evitar el desarrollo
de esa organización que agrupa militantes islamistas, con pro-
gramas de acción que van desde el autoaislamiento, social y
político, de sus miembros, hasta la planeación de atentados
contra intereses estadounidenses en la isla-Estado.20 En
Malasia, en cambio, la denuncia de “complots terroristas” sir-
vió de pretexto para ajustar cuentas con los opositores políti-
cos del gobierno.
En todo caso, las denuncias de complots terroristas y la
adjudicación de la responsabilidad de los mismos a redes te-
rroristas regionales que actuaban de acuerdo con los desig-
nios de Osama ben Laden y en relación estrecha con al-Qaeda,
fueron magnificadas por los medios internacionales de comu-
nicación; éstos tejieron historias que, a veces, rayaban en lo
33
destaca la región centro-sur de Asia como epicentro de la
Umma y el sudeste asiático como la segunda región en impor-
tancia. Esta relevancia de la región, por sí misma, justifica
abocarse al estudio de los procesos sociales ligados al desa-
rrollo de corrientes islamistas en la zona.
El trabajo, en modo alguno pretende ser exhaustivo; em-
prende el estudio de las corrientes islamistas más significati-
vas de la región, ya sea porque sus proyectos de instaurar una
sociedad islámica en sus áreas de asentamiento datan de tiem-
po atrás o porque los medios de comunicación las han
destacado como instrumentos del “complot terrorista in-
ternacional”. Así, en el segundo capítulo se estudia la
lucha del Frente Moro de Liberación Nacional, del Frente
Moro Islámico de Liberación y de Abbu Sayyaf para instaurar
un Estado islámico en el sur de las Filipinas, región denomi-
nada por los moros Bangsamoro, o nación moro.
El tercer capítulo está centrado sobre las tentativas del go-
bierno malasio de generar desconfianza entre la población
hacia las corrientes islamistas que se apartan de la versión
gubernamental del Islam (como en el caso del extraño grupo
Al Ma’unah) y de desprestigiar a la oposición islámica
institucional, representada por el Parti Islam Se-Malasia (PAS
o Partido Islámico de la Malasia Unitaria), asociándola a gru-
pos islamistas radicales, cuya existencia no ha sido del todo
probada (como Kumpulan Mujahedin Malaysia).
El cuarto capítulo analiza el Gerakan Aceh Merdeka (Movi-
miento por Aceh Libre) y su proyecto de independencia polí-
tica con respecto a la República de Indonesia, fundado en
una identidad nacional consolidada a lo largo de siglos y con
una férrea voluntad de no someterse a poderes externos;21
también estudia la organización Jemmah Islamiyah, destacada
21
El autor agradece a Atzimba Luna Becerril su contribución al presente
trabajo, con la elaboración del esbozo histórico del Gerakan Acheh Merdeka.
34
por los gobiernos de Singapur y Malasia así como por los
medios internacionales de comunicación como el instrumen-
to regional de Osama Ben Laden; el análisis hace énfasis en
el desarrollo histórico de la organización y en su evolución,
de un islamismo parroquial a uno internacionalista; asimis-
mo, subraya el método de acumulación progresiva de adeptos
dispuestos a vivir bajo el régimen de la sharia y al margen de
las leyes y de las instituciones seculares.
El quinto capítulo propone una definición del terrorismo
y, a partir de ella, estudia algunos de los casos más importan-
tes de terrorismo sistemático en las Filipinas e Indonesia, con-
trastando la información fidedigna con las construcciones
artificiosas de los medios internacionales de comunicación y mos-
trando la estrategia de desinformación que éstos han practicado.
En las conclusiones se destaca el peligro que representan
las actitudes de los gobiernos del sudeste asiático contra los
procesos de democratización locales. Así, la actual política
exterior estadounidense puede ser considerada como un fac-
tor que ha permitido redorar los blasones de regímenes políti-
cos que antaño eran considerados como verticales y autorita-
rios.
Finalmente, el trabajo es también una invitación a los lec-
tores a practicar la duda metodológica, como principio fun-
damental del racionalismo, para no someterse de manera
acrítica al influjo de los medios de comunicación comercia-
les. Con los sistemas de comunicación modernos, todos tie-
nen a su alcance fuentes alternas de información que permi-
ten, a quienes lo deseen, pensar de manera independiente.
35
Capítulo I
DE LA UMMA
38
cas importantes: siendo los musulmanes los países más po-
bres del orbe, una cuantificación de la población al alza per-
mite a los gobiernos respectivos justificar la necesidad de re-
cursos financieros internacionales para programas de ayuda y
de cooperación; por otro lado, desde los puntos de vista ideo-
lógico y propagandístico, tiene más impacto decir que los
musulmanes representan poco más de la cuarta parte de la
población mundial, en vez de poco más de una quinta parte.
A lo largo de esta sección, será analizada la distribución
geográfica de la población musulmana; en un primer momento,
los grandes continentes serán considerados como unidades
de análisis, a fin de mostrar el peso gravitacional que ejercen
Asia y África; posteriormente, el estudio se centrará sobre la
distribución de la población musulmana en las subregiones
asiáticas, para destacar el peso primordial de la población re-
sidente en las regiones centro-sur y sudeste de Asia; final-
mente, el análisis hará énfasis en la distribución de la pobla-
ción musulmana en el sudeste asiático, con miras a mostrar
que la región, considerada la periferia del mundo islámico es,
en términos poblacionales, mucho más importante que, por
ejemplo, el Medio Oriente.
39
cuantitativas se limitan a variaciones porcentuales mínimas:
• En Asia se concentra el 68.1% o el 69.3% de la po-
blación mundial musulmana, de acuerdo con las fuen-
tes generales o las islámicas.
• En África, las proporciones respectivas son 27.7% y
26.9%.
• En Europa, América y Oceanía las cifras correspon-
dientes serían 3.6% y 3.24%, 0.57% y 0.59%, 0.02% y
0.02%.
En Asia, en consecuencia, reside el 95.8% o el 96.2% de la comu-
nidad islámica internacional. Mientras, en los otros tres conti-
nentes, sólo vive el 4.2% o el 3.8% restantes.
La perspectiva es totalmente diferente cuando se considera
el peso de la población musulmana en la población total de
cada continente:
• En África predomina la población musulmana. Sin
embargo, de acuerdo con las fuentes generales, ese pre-
dominio es tan sólo relativo: el 47.9% de la población
total es musulmana; en contraste, sobre la base de las
fuentes islámicas, el predominio es absoluto: el 53.4%
de la población profesaría el Islam.
• En Asia, la población musulmana constituye un gru-
po socio-religioso cuyo peso representa el 25.8% o el
30.2% de la población total. Por supuesto, en este caso
el carácter minoritario de las poblaciones musulmanas
de China y de la India (3.0% y 14.0% de las poblacio-
nes totales respectivas) “empuja hacia la baja” las ci-
fras continentales.
• En Europa, el peso es todavía más reducido, pues
oscilaría entre el 7.0% y el 7.2%.22
22
Sin embargo, cabe notar que los países con mayor proporción de pobla-
ción musulmana están localizados en la región de los Balcanes: Albania
(70.0%), Bosnia-Herzegovina (60.1%), Macedonia (30.0%), Yugoslavia
40
• En América y Oceanía, las poblaciones musulma-
nas son, en términos cuantitativos, minorías margina-
les.
Por supuesto, en África existen diferencias subcontinentales
sustanciales; sin embargo, dado que el mayor número de mu-
sulmanes se concentra en Asia y debido a que el mismo
representa allí un componente de un complejo mosaico
socio-religioso, en el apartado siguiente se analizará con
mayor detalle la distribución regional de la población musulmana.
41
56.4% (o el 53.7%) de la población total musulmana del con-
tinente y, por el otro, el 35.9% (o el 40.1%) de la población
total regional.
Como ya se ha señalado, el tamaño de la población total de
la India, combinado con el carácter minoritario de los musul-
manes indios (14.0% de la población total), incide sobre las
últimas cifras citadas en el párrafo anterior. De igual manera,
vale la pena señalar que en nueve países de la región, la pro-
porción de musulmanes, con respecto a la población total, va
del 75.0% (Kyrgystán) al 100.0% (Maldivas); en cuatro de
los cinco restantes, el rango varía entre el 3.8% (Nepal) y el
14.0% (India). 24 En el último de los países (Kazajstán), la
población musulmana representa el 47.0%.
• La región del sudeste está integrada por 11 países, con
una población total de 518.6 millones de personas, la cual
solo representa el 13.9% de la población continental. Tam-
bién en este caso, las poblaciones varían entre extremos que
van de 0.3 (Brunei Darussalam) a 206.1 (Indonesia) millones
de personas.
La población musulmana totaliza 206.6 (o 218.5) millones
de personas; estas cifras representan, por un lado, el 21.5% (o
el 19.4%) del total de musulmanes presentes en el continente
y, por el otro, el 39.8% (o el 42.1%) de la población total
regional. Es decir, aunque se trata de la región que detenta el
segundo lugar en términos del tamaño de la población musul-
mana, la incidencia social del Islam es, en ella, superior a la
de la región centro-sur de Asia. Por lo tanto, el sudeste asiático
difícilmente puede ser considerado como la periferia última del mundo
islámico; antes bien, la región forma parte del primer círculo que
rodea su epicentro poblacional.
24
Los otros dos países con minorías musulmanas cuantitativamente mar-
ginales son Bhutan (5.0%) y Sri Lanka (7.05). Cfr. Anexo estadístico.
42
• La región occidental, generalmente considerada como
el centro religioso del mundo musulmán, está conformada
por 18 países, con una población total de 192.9 millones de
habitantes, que representan tan sólo el 5.19% de la población
asiática; los musulmanes, por su parte, totalizan 173.7 millo-
nes de personas y representan, por un lado, el 18.1% (o el
15.5%) de la población musulmana continental y, por el otro,
el 90.1% de la población total regional.
En este caso, las variaciones en los tamaños de las pobla-
ciones son menos drásticas que en los casos anteriores: osci-
lan entre 0.6 (Qatar) y 66.3 (Turquía) millones de personas.
En 13 de los 18 países integrantes de la región, los musulma-
nes representan más del 90% de la población total. En Líba-
no, la proporción se eleva al 70.0%, mientras que en Armenia,
Israel, Georgia y Chipre, los porcentajes varían entre el 3.0%
y el 23%.
La región, en consecuencia, destaca por la fuerte incidencia
del Islam en la composición socio-religiosa de la población.
• La región oriental abarca ocho países, con una pobla-
ción total de 1,503.4 millones de personas; ésta representa el
40.4% de la población total continental. Con respecto a la
población musulmana, en este caso se presenta la mayor dis-
crepancia: las fuentes generales la estiman en 38.6 millones
de personas y las islámicas en 128.2 millones de habitantes.
Por supuesto, la diferencia se explica por la actitud de las auto-
ridades chinas que minimiza la presencia de musulmanes en el
territorio de la República Popular China y la tendencia de los
organismos musulmanes a exagerar el número de los mismos.
De cualquier manera, es un hecho tangible que la pobla-
ción musulmana es una minoría marginal que representa, por
un lado, el 4.0% (o el 11.4%) de la población musulmana
continental y, por el otro, el 2.6% (o el 8.53%) de la pobla-
ción total regional.
43
EL SUDESTE DE ASIA: UNA REGIÓN DE CONTRASTES
SOCIO-RELIGIOSOS
25
Indonesia sólo es superada por China (1,273.3 millones), India (1,033.0
millones) y Estados Unidos (284.5 millones). Cfr. Anexo estadístico.
26
En orden de importancia, le siguen India (144.6 millones), Pakistán (144.6
millones) y Bangladesh (117.9 millones).
44
escala citada en el párrafo anterior. En el país, la población
musulmana es de 13.4 millones de personas, que representan
el 59.0% de la población total.
• Países donde la población musulmana es minoritaria:
• Singapur cuenta con un total de 4.1 millones de habitan-
tes, pero sólo el 16.0% practica el Islam.
• Filipinas tiene una población total de 77.2 millones de
personas, de las cuales sólo el 7.0% es musulmana (5.4 millo-
nes de personas).
• En Tailandia (62.4 millones de habitantes), Myanmar (47.8
millones de habitantes), Camboya (13.1 millones de habitan-
tes) y Timor Lorosae (0.8 millones de habitantes), la propor-
ción de musulmanes es del 4.0%.
• En Vietnam (78.7 millones de habitantes) y Laos (5.4 mi-
llones de habitantes), en contraste, la proporción de musul-
manes se reduce a 0.7% y 1.0%, respectivamente.
DEL ISLAM...
Para los observadores acostumbrados a la separación de la reli-
gión (considerada como algo individual y privado) y de la vida
política (entendida, en un sentido amplio, como la esfera donde
los individuos establecen, entre ellos, las relaciones sociales signi-
ficativas) resulta difícil comprender el alcance práctico del Islam:
46
el bienestar individual y colectivo como la finalidad suprema,
y de dotarse de instituciones como medios para alcanzarla.
Para Aristóteles, en consecuencia, todas, absolutamente to-
das, las instituciones son políticas:
• Los humanos, como los animales, se aparean para pro-
crear; sin embargo, sólo aquellos se unen en matrimonio y
establecen familias, donde están perfectamente definidos los
derechos y las obligaciones entre marido y esposa, entre pa-
dres e hijos.
• La libertad y la igualdad entre los miembros de la polis, de
la misma manera, no son valores abstractos sino institucio-
nes que descansan sobre relaciones de propiedad y funciones
sociales perfectamente definidas; de allí que, en la sociedad
griega clásica, los esclavos quedaran fuera de la sociedad po-
lítica, siendo reducidos a objetos de propiedad, en el mismo
rango que las cosas y los animales.
La capacidad de crear instituciones, por tanto, es conside-
rada como el rasgo distintivo del animal político. Ahora bien,
en la perspectiva aristotélica, las instituciones son el resultado
de un proceso natural: el de la libre asociación de los indivi-
duos; en ese sentido, ellas constituyen la esencia misma de
los animales políticos, son una naturaleza social, que los
eleva por encima de la “naturaleza natural” característica
de los animales.
El conjunto de instituciones encuentra su expresión sintéti-
ca en la forma de gobierno instituida por los individuos asocia-
dos libremente. Se trata, por ende, de una forma que preserva
los intereses privados, conjugándolos de manera armónica con
los generales y que adquiere su legitimidad mediante dicha
conjugación.
Con la revelación del Islam, la instauración de la Umma –es
decir de la comunidad islámica- adquiere una connotación
sagrada. La religión revelada establece una unidad indisolu-
47
ble entre lo mundano y lo divino;28 siendo Dios el Creador, su
obra es sagrada, incluidos los individuos, sin importar la reli-
gión a la que se adhieran. En ese sentido, el Islam es una
religión natural y todos los individuos, al nacer, son muslim;
las circunstancias los vuelven paganos, judíos, cristianos o
adherentes a cualquier otra religión.
Ahora bien, el Creador exige la aceptación voluntaria del
individuo de los principios del Islam, mediante la profesión
de fe; una vez formulada ésta, el individuo es reconocido
como parte integrante de la Umma, la que, así, es distinguida
del resto de la humanidad como “la mejor comunidad.”
Sobre estos principios descansan las instituciones islámicas
que rigen la vida individual y social de los miembros de la
Umma.
Para el Islam (como en Aristóteles) el respeto piadoso (cí-
vico) de las instituciones divinas (mundanas) garantiza un
bien supremo; para el Islam, el bien supremo trasciende este
mundo, pues el respeto de las instituciones islámicas garanti-
za el paraíso, después de esta vida. Para el estagirita, siendo
material y moral, el bien supremo es, por esencia, mundano.
Por otra parte, aun cuando la instauración de la Umma de-
pende de un acto voluntario de sus miembros, expresado a
través de la profesión de fe, ella depende, en última instancia,
de la voluntad divina, pues la divinidad deja al libre albedrío
de los individuos adherir o no a la comunidad; una vez hecha
la profesión de fe, el musulmán se obliga a someterse a los
designios del creador. El libre albedrío parecería suprimido,
sin embargo, es mantenido en la medida en que el individuo
28
De la misma manera que en el judaísmo y el cristianismo, el Islam parte de
un principio teológico fundamental: “...Dios es Creador, o si se quiere el
Creador. (...) Reconocer a Dios como creador quiere decir que a Él debe la
vida y la existencia misma, y que sin Él no existiría nada”. (Manuel Ruiz
Figueroa, La religión islámica: una introducción; El Colegio de México, 2002, pp.
35-36).
48
es confrontado en permanencia a la disyuntiva que le aleja o
le mantiene dentro de las normas prescritas por la divinidad.
El sometimiento a la voluntad de Alá determina el ser mu-
sulmán y define las relaciones del musulmán con los otros.
Esa relación, en primera instancia, es doble: por un lado, da
cuenta de los vínculos con otros musulmanes y, por el otro,
contempla los nexos con los no-musulmanes.
La relación musulmán-musulmán descansa sobre la igual-
dad de todos los fieles ante el Creador; esa igualdad está de-
terminada por la profesión de fe, por la práctica de las obliga-
ciones rituales y por la adopción de las normas de conducta
establecidas por la Divinidad; sin tener en cuenta criterios
materiales (raza, status económico o social, nacionalidad de
sus integrantes), la Umma funda su unidad en la relación que
mantiene con el Creador, trascendiendo fronteras y sistemas
políticos; en ese sentido, la naturaleza de la Umma es, como
la de la Divinidad, unitaria.
La difusión de la educación, de los valores sociales y de las
estructuras políticas de las sociedades no musulmanas en la
Umma pone en tensión su unidad básica: por un lado, quienes
son consecuentes con los principios de la religión revelada
tienden a rechazar los elementos exógenos a la misma y a
reivindicar una tradición que, por ser de origen divino, es pe-
renne; éstos suelen ser definidos como fundamentalistas o
integristas; sin embargo, para evitar la carga peyorativa que
los términos conllevan, aquí se prefiere usar el sustantivo “tra-
dicionalista”. Por otra parte, quienes aceptan elementos
socioculturales exógenos tienden a limitar el imperio de la
religión al ámbito estrictamente personal, sometiendo la or-
ganización de la vida social a reglas de manufactura humana;
a éstos, por oposición a los tradicionalistas, en ocasiones se
les ha designado como “modernistas”; no obstante, el binomio
“tradicionalista/modernista” transmite juicios que valoran de
49
manera diametralmente opuesta a cada uno de los factores: el
modernismo es considerado como sinónimo de progreso, de
cambio; el tradicionalismo es equiparado al atraso y al inmo-
vilismo. Con el afán de evitar los esquemas valorativos, el
segundo grupo es designado con el término “no-tradiciona-
lista”.
50
tas, como en Malasia e Indonesia. En ambos países, la pobla-
ción musulmana es mayoritaria y el poder político lo ejerce
una elite de origen musulmán. No obstante, en Malasia el
Islam es la religión de Estado, mientras que en Indonesia el
Estado es oficialmente laico, aun cuando descansa sobre una
ideología nacional que exige a los ciudadanos la adscripción a
una religión monoteísta.
En Malasia, la competencia entre la corriente islámica tra-
dicionalista institucional (el PAS) y la elite política musulma-
na no tradicionalista (organizada en la United Malay National
Organization, UMNO) ha empujado a ésta a declarar al país
como un Estado islámico; esa definición, por supuesto, es
rechazada por los tradicionalistas, pero permite entrever la
peculiaridad del conflicto entre dos corrientes islámicas. Cier-
to, las instituciones estatales se rigen por preceptos islámicos,
pero éstos son establecidos de acuerdo con una interpreta-
ción gubernamental de la ley islámica; esa interpretación rige
como norma oficial y quienes se apartan de ella son declara-
dos, como en los casos de Al Ma’unah, del Kumpulan Mujahedin
Malaysia y de Jemaah Islamiyah-Malaysia, “desviacionistas”. Con
el intento de imponer una versión oficial del Islam y de hacer-
la valer a través de las instituciones estatales, el gobierno
malasio rompe con una de las tradiciones fundamentales del
Islam sunita: ante la voluntad divina, no puede haber ningu-
na otra voluntad que se imponga sobre los individuos.
La incomprensión de este principio explica los
malentendidos abundantes en los medios de comunicación
internacionales: el Estado islámico es quizá el equívoco más
grande; pero también lo es calificar a los imam como clerics o
como scholars. En el Islam simplemente no existe una estruc-
tura clerical similar a la de la Iglesia católica; por tanto, el
nombre de cleric es incorrecto a todas luces; por otra parte, es
cierto que los imam son doctos en la ley islámica y que fungen
51
como mentores en las madrazas, pero el término scholar no da
cuenta de las funciones múltiples desempeñadas por ellos:
interpretan y aplican la ley coránica, por lo tanto detentan un
ascendiente moral sobre los individuos comunes y son el ele-
mento social que da cohesión la célula básica de la sociedad
islámica: la comunidad (jemaah), organizada en torno a un
imam; la sociedad islámica, en consecuencia, está compuesta
por el conjunto de esas pequeñas comunidades y es regida
por una suerte de colegio de imam; entre éstos, algunos pue-
den tener mayor preeminencia que otros; esa relación de pre-
eminencia está basada en el conocimiento de la ley y en la
capacidad para aplicarla y no en un principio de autoridad
definido por el lugar ocupado en una nomenclatura. De allí
derivan las fricciones permanentes y las confrontaciones oca-
sionales entre un gobierno, como el malasio, que desea impo-
ner el principio de autoridad en el campo de la religión y las
corrientes tradicionalistas que no aceptan un mecanismo con-
siderado extraño al Islam. En sentido estricto, el calificativo
“desviacionista” convendría más a la elite malayo-musulma-
na que ejerce el poder gubernamental, que a los musulmanes
tradicionalistas.
En Indonesia, la clase política que controla las institucio-
nes gubernamentales es predominantemente musulmana; sin
embargo, desde la declaración de Independencia del país, esa
clase optó por un proyecto gubernamental laico, en aras de
superar una contradicción estructural de la sociedad indonesia:
por un lado, como se ha señalado, cerca del 90% de la pobla-
ción profesa el Islam, factor que garantiza cierta forma de
unidad nacional; por el otro, la composición étnico-cultural
de la población es extremadamente diversificada y torna, en
extremo, frágil la unidad nacional. El binomio homogeneidad
religiosa-heterogeneidad étnica da lugar, por un lado, a formas di-
versas de entender y practicar la religión que hacen vívido y
52
rico al Islam indonesio; por el otro, genera expresiones de
solidaridad islámica que trascienden las diferencias étnicas y
restablece el sentido de comunidad religiosa: las rebeliones
de Darul Islam o las movilizaciones para apoyar material y/o
moralmente a los musulmanes de Maluku (islas Molucas) o
del Medio Oriente, Afganistán, Bosnia y Chechenia están allí
para probarlo; cierto, tales movilizaciones desembocan en
ocasiones en actos de violencia; pero, para el observador ad-
vertido no es posible reprobar a priori tales actos; necesita,
antes que nada, ubicarlos, cada uno, en su contexto corres-
pondiente.
En Indonesia, las relaciones entre musulmanes son todavía
más complejas, pues involucran tres actores genéricos: los
musulmanes tradicionalistas, los musulmanes no tradiciona-
listas y los musulmanes que optaron por el proyecto político
laico.
En el capítulo IV se pone énfasis sobre dos corrientes tradi-
cionalistas de Indonesia, el Gerakan Acheh Merdeka y Jemaah
Islamiyah; sin embargo, la diversidad social del país sirve de
caldo de cultivo para el desarrollo de innumerables corrientes
tradicionalistas que, como las aquí estudiadas, también aspi-
ran a implantar una sociedad islámica.
Entre las corrientes no tradicionalistas destacan las repre-
sentadas por las dos organizaciones islámicas más importan-
tes del país: Nahdlatul Ulama (NU o Despertar de los Ulama)
y Muhammadiyah (Camino de Mohamad); ambas han sancio-
nado la existencia de los poderes políticos seculares tanto
durante los últimos años de vida colonial como a lo largo de
la vida independiente. Reconocen y aceptan, por lo tanto, la
división de la sociedad en las esferas pública y privada, como
condición necesaria para garantizar la existencia del Estado
nacional indonesio y la convivencia de todos los grupos so-
cio-religiosos existentes. Ese reconocimiento y esa acepta-
53
ción, sin embargo, no implican la renuncia al proyecto de ha-
cer de Indonesia una sociedad islámica; simplemente han
optado por una estrategia de cambio por la vía institucional.
En todo caso, el carácter mayoritario de estas corrientes no
tradicionalistas ha permitido, hasta ahora, mantener un equi-
librio socio-político que inhibe la expansión de la influencia
de los tradicionalistas.
Los musulmanes que se pronunciaron a favor del proyecto
político laico fueron considerados por los tradicionalistas y
los no tradicionalistas como aliados contra los comunistas
locales durante los años sesenta. Con el tiempo, la imposi-
ción de sus intereses sobre el conjunto de la sociedad fue
percibida no sólo como una traición sino, también, como una
transformación en enemigos del Islam; se trata de unos ene-
migos que, de manera similar a los malasios, intentan impo-
ner la autoridad de las instituciones gubernamentales sobre
las instancias islámicas tradicionales. Nótese que ha sido uti-
lizada la noción “enemigos del Islam”, empleada por los tra-
dicionalistas para designar a los miembros de la elite política;
la elección del término ha sido cuidadosa: siendo, en princi-
pio, musulmanes, al aplicar medidas consideradas anti-
islámicas, lindarían en la apostasía; ahora bien, la apostasía
es no sólo un pecado mayor sino, también, un acto de auto-
exclusión de la Umma; por consiguiente, el musulmán piadoso
se siente exento de someterse a la autoridad laica y, llevadas las
cosas al extremo, también se siente obligado a combatirla. La
relación tradicionalistas-laicistas es, por lo tanto, extremada-
mente frágil y fuertemente conflictiva; las corrientes islámicas
no tradicionalistas permiten mantener un equilibrio inestable
que, a veces, llega a romperse en algún punto del vasto archi-
piélago indonesio.
Los movimientos islámicos independentistas moros ilustran,
en el caso de las Filipinas, la relación entre musulmanes y no
54
musulmanes, es decir, la relación entre fieles e infieles, en el
marco de una entidad política instituida; más aún se trata de
una relación en la cual los infieles detentan la autoridad polí-
tica y los fieles musulmanes ocupan una situación subordina-
da. Ante una situación semejante, los últimos se ven con-
frontados a las siguientes posibilidades:
• Reconocen la autoridad de los infieles y los ulama, a tra-
vés de una fathwa, deben declarar el territorio nacional propi-
cio para la convivencia de las comunidades islámicas y la so-
ciedad de los infieles. En Indonesia, Nahdlatul Ulama, por
ejemplo, recurrió a este expediente jurídico durante el perío-
do colonial y durante los primeros años de la independencia;
algunos observadores externos han interpretado la obedien-
cia del canon islámico como una actitud oportunista de la
organización, tendiente a permitirle ocupar espacios políti-
cos. Los ulama, sencillamente, actuaron en consecuencia con
los preceptos islámicos.
• Desconocen la autoridad de los infieles y los ulama decla-
ran que el país no es propicio para la convivencia de fieles e
infieles; en esas condiciones, se abren dos opciones:
• La primera impone la obligación de emigrar a un territorio
reconocido como Darul Islam, es decir, tierra del Islam, como
sucedió luego de la división de la India que dio origen a
Pakistán; en cierta forma, la emigración a Malasia de los diri-
gentes de Jemaah Islamiyah también se apega al cumplimiento
de esta obligación.
• La segunda también impone como obligación combatir a
los infieles, para convertir los territorios propios en Darul Is-
lam; el combate, por necesidad, es considerado como una
guerra santa, jihad. Las rebeliones de Aceh, Java del Oeste y
Sulawesi del Sur son expresiones de esta obligación, en el
marco de un Estado dominado por musulmanes laicistas; los
moros del sur de las Filipinas también ilustran el cumplimien-
55
to de esa obligación, pero en el contexto de instituciones po-
líticas dominadas por cristianos.
La adopción de cualquiera de estas posibilidades no depen-
de exclusivamente de la voluntad de los ulamas más influyen-
tes sino de las relaciones entre fieles e infieles. Una actitud
moderada de unos y otros es propicia para la convivencia; las
actitudes agresivas de unos u otros obligan a la emigración o
a la guerra santa. Por lo tanto, fieles e infieles son correspon-
sables de las formas que adoptan las relaciones entre ellos
mismos. Así, el Frente Moro de Liberación Nacional, el Frente
Moro Islámico de Liberación, Abu Sayyaf, el Gerakan Acheh
Merdeka y Jemaah Islamiyah no se explican por un pretendido
fanatismo religioso; más bien, son el resultado de la conjuga-
ción de una comprensión tradicional del Islam y de la con-
ducta hostil de los gobiernos indonesio y filipino29 hacia co-
munidades islámicas que defienden su identidad y que tratan
de vivir de acuerdo con lo estipulado por la religión, como se
verá a lo largo de este trabajo.
La preservación de la comunidad islámica, mediante su
adaptación a un contexto institucional a-islámico o a través
de su afirmación como entidad independiente es, en todos
los casos y en todas las circunstancias, el objetivo último de los
musulmanes, ya sean tradicionalistas o no tradicionalistas. Lo que
diferencia a unos y otros son los medios utilizados para alcanzar el
fin señalado. Las corrientes estudiadas o evocadas en este texto
permiten establecer las diferentes estrategias utilizadas:
• Jemaah Islamiyah ha optado por la organización de peque-
ñas comunidades que, con el tiempo, habrían de extenderse a
todo el organismo social y, de manera pacífica, permitirían
29
Llevada la corresponsabilidad más lejos, debe recordarse que, en las gue-
rras contra los comunistas locales, los gobiernos del sudeste asiático recibie-
ron un fuerte apoyo del estadounidense; éste pasó por alto, casi siempre, los
excesos de sus aliados contra grupos sociales específicos de la población.
56
instaurar una sociedad islámica, no sólo en Indonesia, sino en
el área geográfica alcanzada por la influencia de las jemaah.
• GAM, FMLN, FMIL y Abu Sayyaf, ante la renuencia de
las autoridades nacionales a concederles una autonomía que
permitiese la permanencia de las comunidades musulmanas
dentro del Estado nacional, optaron por la violencia como
medio para alcanzar la independencia política y conciben a
ésta como una precondición necesaria para instaurar la socie-
dad islámica. La guerra, con frecuencia, ha rebasado los lími-
tes de un conflicto civil entre dos bandos militarizados; tanto
los ejércitos nacionales como las fuerzas rebeldes han come-
tido actos de violencia excesiva contra la población civil; los
excesos, a su vez, han contribuido a exacerbar los conflictos
y a llevarlos a situaciones prácticamente sin salida. Una vez
en el impasse, corrientes como Abu Sayyaf han recurrido al
expediente de secuestrar civiles no filipinos, llevando el con-
flicto a una nueva fase que trasciende el ámbito nacional y
que desemboca en el uso de la violencia contra objetivos
indiscriminados, configurando un prototipo del terrorismo is-
lámico.
Entre estos dos extremos, pueden ser ubicadas estrategias
intermedias como las del PAS malasio o de Nahdlatul Ulama
y Muhammadiyah quienes, a través de un cambio institucional,
promovido a través de partidos políticos,30 buscan la instau-
ración de la comunidad islámica.
Teniendo en cuenta estos elementos y que el terror, en el
sentido que se le otorga en el presente trabajo, implica ejecu-
ciones por motivos políticos, resulta difícil calificar a las co-
rrientes islamistas señaladas simplemente como terroristas.
Cierto, en Aceh y en Bangsamoro, los combatientes musulma-
30
Partai Kebangunan Bangsa (PKB o Partido del Despertar Nacional), en el
caso de Nahdlatul Ulama, y Partai Amanat Nasional (PAN o Partido del Man-
dato Nacional), en el de Muhammadiyah.
57
nes han ejecutado civiles considerados cómplices de los go-
biernos centrales; sin duda, han recurrido ocasionalmente a
prácticas terroristas; pero, con frecuencia, ese recurso ha sido
la respuesta a la represión gubernamental sobre la población
civil; por lo tanto, es necesario reconocer que el terrorismo
ocasional de los nacionalistas musulmanes ha tenido como
correlato el terrorismo de Estado; sin embargo, éste ha sido
pasado por alto por quienes dirigen la “cruzada contra el eje
del mal”.
En el caso de Abu Sayyaf, a partir de la embestida guberna-
mental contra el grupo provocada por los secuestros en
Malasia, la situación cambió radicalmente: la relación con-
flictiva entre el gobierno y la guerrilla islamista se crispó al
extremo, llevando la violencia a un nivel superior, en el que
los atentados con explosivos contra objetivos civiles han co-
brado decenas de víctimas o las campañas militares en las
zonas de influencia del grupo islamista se han saldado con
severas pérdidas civiles. Con esto, el grupo rebelde traspasó
la tenue barrera entre la violencia inherente a una confronta-
ción militar y la violencia contra objetivos civiles
indiscriminados, característica del terrorismo sistemático
moderno; el gobierno filipino, a su vez tampoco se ha privado
de utilizar los medios militares tradicionales y las tácticas del
terrorismo de Estado. Se impone, por ende, la necesidad de
encarar este fenómeno, a partir de los hechos fehacientes; a
esta tarea estará abocado lo que sigue.
58
Capítulo II
FILIPINAS:
NACIONALISMO ISLÁMICO Y RADICALISMO ISLAMISTA
60
de 1969, los inmigrantes no musulmanes, solapados por las
autoridades centrales, organizaron partidas paramilitares. Al-
gunos miembros de la aristocracia musulmana, como Salamat
Hashim, se radicalizaron y, utilizando sus conexiones políti-
cas internacionales organizaron, con el auxilio de Tun Mustafá,
gobernador del estado malasio de Sabah, el entrenamiento de
grupos de jóvenes moros, para la guerra de guerrillas en terri-
torio malasio, durante 1970.34 Entre los reclutas figuraba Nur
Misuari, profesor de la Universidad de Filipinas; durante el
retiro en Sabah, los reclutas se abocaron a organizar la direc-
ción central de lo que más tarde sería anunciado públicamen-
te como el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN).
Luego de los primeros enfrentamientos de los guerrilleros
musulmanes con tropas regulares y paramilitares, el gobierno
de Ferdinand Marcos decretó, en septiembre de 1972, el esta-
do de emergencia en las regiones más beligerantes. Lejos de
apaciguar los ánimos, la medida gubernamental llevó el con-
flicto a un nivel superior: los musulmanes se rebelaron abier-
tamente y sus representantes más radicalizados formularon
las primeras demandas a favor de la autodeterminación y la
independencia.
El FMLN, conformado por militantes provenientes de di-
ferentes regiones del sur de las Filipinas y de diversos grupos
étnicos, se destacó en la rebelión y, a través de Nur Misuari,
definió las grandes líneas del proyecto político del FMLN:
“sólo a través de un Estado libre e independiente, los musul-
manes podrán liberarse a sí mismos de los dirigentes corruptos
y poner en práctica las instituciones islámicas”.35 Dicho pro-
yecto descansaba sobre la Bangsamoro, organizada bajo la for-
ma de una república.
34
Fuente: Página oficial del Moro Islamic Liberation Front, http://
www.lewaran.com/pages/history.htm/
35
Christos Iacovou, Op. cit.
61
Los enfrentamientos armados tuvieron un fuerte saldo
cruento, desfavorable para el movimiento independentista;
eso propició la intervención de las organizaciones islámicas
internacionales, como la Organización de la Conferencia
Islámica (OCI), agrupación de los gobiernos que se recono-
cen a sí mismos como islámicos. La mediación de la comuni-
dad islámica internacional propició, en diciembre de 1976, el
Acuerdo de Trípoli, firmado por el gobierno de Marcos y el
FMLN, para cesar las hostilidades y para garantizar la auto-
nomía política de las 13 provincias donde radica la mayoría
de la población musulmana.
En la medida en que la dirección del FMLN se esforzó en
contemporizar con el gobierno central, sustituyó la demanda
de un Estado islámico independiente por la autonomía, pero
jamás abandonó la aplicación del Islam en la vida social de la
región autónoma. Así, mientras que los parágrafos 1 y 2 del
Acuerdo de Trípoli especifican que la política exterior y la
defensa nacional son del dominio exclusivo del gobierno cen-
tral, en los párrafos subsecuentes estipula:
62
“7. Las autoridades de la autonomía en el sur de las
Filipinas deberán gozar del derecho de representación
y participación en el Gobierno Central y en todos los
otros órganos del Estado...
“8. Fuerzas Especiales de Seguridad Regional serán or-
ganizadas en el área de la autonomía para los musulma-
nes, en el sur de las Filipinas.
“9. Una Asamblea Legislativa y un Consejo Ejecutivo
deberá ser formado en las áreas de la autonomía para
los musulmanes...”36
36
1976 Trípoli Agreement. El acuerdo empieza con la frase ritual islámica:
“En Nombre de Dios, el Omnipotente, el Misericordioso”.
63
en el abandono de la lucha por la independencia y por el esta-
blecimiento de un Estado islámico.37
Las diferencias políticas, religiosas y de clase entre Hashim
y Misuari, orillaron al primero, en diciembre de 1977, a rom-
per con el FMLN y fundar el Frente Moro Islámico de Libera-
ción (FMIL).
La división de los representantes moros fue aprovechada
por el gobierno de Marcos para eludir el cumplimiento del
Acuerdo de Trípoli y para mantener la represión contra los
movimientos independentistas. La instauración de la Repú-
blica Islámica en Irán modificó las relaciones de fuerza entre
las facciones independentistas y el gobierno filipino. En efec-
to, Khomeini, personal y abiertamente, respaldó al FMLN,
indicando que “la victoria de la Revolución Islámica en Irán
no será completa hasta que los musulmanes de Bangsamoro
alcancen la victoria”.38 El respaldo iraní se tradujo, en la prác-
tica, en un embargo de las exportaciones de petróleo destina-
das a las Filipinas y en el reconocimiento del FMLN como
representante auténtico del pueblo moro.
Luego de la caída del gobierno de Ferdinand Marcos, en
1985, el gobierno central siguió practicando una política hos-
til a los independentistas; éstos, por su parte, al mismo tiem-
po que mantenían la lucha armada, empezaron a establecer
organizaciones populares de respaldo político. La negativa
gubernamental para poner en práctica el Acuerdo de Trípoli
justificó el giro político del MNLF para dar marcha atrás en la
aceptación de la autonomía regional y volver a acuñar la de-
manda de independencia política.
En esas condiciones, la confrontación moros
independentistas/gobierno se mantuvo larvada hasta 1996,
cuando el FMLN y el gobierno central firmaron el 1996 Peace
37
Idem.
38
Idem.
64
Agreement with the Moro National Liberation Front. Este nuevo
acuerdo fue el resultado de negociaciones difíciles, reanuda-
das en 1992 y plasmadas en las declaraciones de entendi-
miento (Statement of Understanding) firmadas en Trípoli (Libia,
3 de octubre de 1992), Cipanas (Java del Oeste, Indonesia,
14 de abril de 1993), que tuvieron como eje central las moda-
lidades de la implementación del Acuerdo de Trípoli.39
Luego de esos primeros contactos, un comité mixto se en-
cargó de realizar el grueso del trabajo sobre los tópicos contro-
vertidos del Acuerdo, a lo largo de nueve rondas de discusión,
efectuadas en Filipinas e Indonesia. Con el camino desbrozado
por el comité, ambos contrincantes sostuvieron cuatro rondas
de negociaciones en Yakarta (Indonesia, 25 de octubre-7 de
noviembre de 1993, 1-5 de noviembre de 1994, 27 de no-
viembre-1 de diciembre de 1995, 9 de agosto de 1996), las
que desembocaron, el 2 de septiembre de 1996, en la firma
del Acuerdo de Paz de 1996.40
En términos generales, el nuevo acuerdo contemplaba dos
fases para poner en práctica la autonomía de la bangsamoro. La
primera duraría tres años, contados a partir de la fecha en que
fue firmado el Acuerdo de Paz; mediante un decreto presi-
dencial (executive order) se establecería la Zona Especial de
Paz y Desarrollo (ZEPD), el Consejo del Sur de las Filipinas
para la Paz y el Desarrollo (CSFPD) y la Asamblea Consulti-
va de la futura región autónoma; también empezaría la fusión
de los combatientes del FMLN con las Fuerzas Armadas y la
Policía Nacional de las Filipinas.
La segunda fase empezaría en septiembre de 1999; durante
ésta, el Congreso filipino debería revisar la Ley Orgánica RA
6734 sobre la Región Autónoma del Mindanao Musulmán
39
Preámbulo del 1996 Peace agreement with the Moro National Liberation Front.
40
Idem.
65
(RAMM); después de revisada, la ley sería presentada a los
habitantes de las áreas interesadas para que, mediante plebis-
cito, determinaran el establecimiento del nuevo gobierno au-
tónomo y los límites específicos del área autónoma.41
El trabajo político diplomático del FMLN, de nueva cuen-
ta, se saldó con un reforzamiento de su ascendiente político y
con una nueva fractura del Frente.
41
“I. Implementing structure and mechanism of this agreement”, en: 1996
Peace agreement with the Moro National Liberation Front.
42
En árabe: “Los portadores de la espada”.
43
Véase por ejemplo el informe titulado: Rebel and separatist groups of the
southern Philippines, en: http://www.seasite.niu.edu/Tagalog/Modules/
Modules/Separatist_Groups/rebel_and_separatist_groups.htm
66
grupo se limitaba a escasos 200 hombres mal armados y 600
simpatizantes. Si los recursos financieros hubieran fluido con
cierta liberalidad, el número de hombres armados hubiera sido
mayor y la calidad del armamento sería mejor. Por supuesto,
los nexos con otras organizaciones islamistas de otros países
no están excluidos, pero ellos no son razón suficiente para afir-
mar categóricamente el financiamiento externo de Abu Sayyaf.
En 1991, cuando el FMLN y el gobierno volvían a tantear
el terreno para reanudar las negociaciones para la pacifica-
ción de bangsamoro, Janjalani, como antes los fundadores del
FMIL, tomó distancia de la dirección del Frente, acusándola
de haber abandonado la lucha por la independencia y por el
establecimiento de un Estado islámico. Reivindicando la in-
dependencia y el Estado islámico, Abu Sayyaf volvía a los
orígenes del FMLN y se ubicaba en el mismo plano que el
FMIL; en esa perspectiva resultan, por lo menos, extraños
comentarios como el siguiente:
68
centro de la ciudad de Ipil, Mindanao, el grupo organizó un
raid que tuvo como saldo 53 muertos, entre militares y civi-
les.45
Durante la segunda mitad de los 90, los secuestros y aten-
tados siguieron marcando las actividades del grupo islamista
y ocupaban las páginas de los diarios locales filipinos. Los
medios internacionales les prestaban atención generalmente
cuando las víctimas eran extranjeros. La nueva ola de atenta-
dos provocada por Abu Sayyaf era vista como un problema
interno, derivado de la incapacidad del gobierno filipino para
estabilizar un país sometido a una violencia endémica.
La actitud de los medios internacionales cambió radical-
mente en abril de 2000: Abu Sayyaf sorprendió al mundo al
secuestrar a 21 turistas y trabajadores del centro turístico de
la isla de Sipadan, perteneciente al estado malasio de Sabah,
en Borneo. Luego del raid en territorio malasio, los rehenes
fueron trasladados a la isla de Jolo, en el sur de Filipinas,
reducto de los secuestradores.
Por primera vez, un acto de un grupo islamista trascendía
las fronteras filipinas: era el primer paso hacia la regionalización
de una confrontación hasta entonces marcada por un carác-
ter doméstico.
Hasta la primera semana de junio, los secuestradores esta-
blecieron las condiciones para liberar a los rehenes: exigían
un millón de dólares por cada uno de ellos. El portavoz del
grupo no precisaba quién debía pagar los rescates, pero se
esperaba que fueran los gobiernos de los países a los que per-
tenecían los rehenes. A pesar de que el gobierno filipino man-
tiene una política oficial de no ceder al chantaje económico
de los secuestradores, el Ministro de Asuntos Exteriores,
45
Fuente: Al-Harakatul Islamia: Abu Sayyaf Group; http://www.ict.org.il/
inter_ter/orgdet.cfm?orgid=3
69
Domingo Siazon, indicó que Manila no se opondría al pago
de los rescates, con tal de salvar la vida de los secuestrados.46
Las informaciones sobre las condiciones y las cantidades
pagadas para liberar a los cautivos son poco claras. Las fuen-
tes filipinas señalan que, para el 7 de agosto de 2000, el gru-
po islamista ya había recibido 5.5 millones de dólares (245
millones de pesos filipinos).47
El 5 de agosto, el periódico libanés Al-Nahar anunció que
el gobierno de Libia estaba dispuesto a fungir como interme-
diario para negociar la liberación de los rehenes, mediante el
pago de 25 millones de dólares. Seif Al-Islam, hijo de
Mohamad Kaddafi, era señalado como el encargado de la
negociación.48 Sin embargo, fue otro funcionario libio quien,
a través de la embajada de Líbano en Tokio, anunció que el
gobierno libio estaba dispuesto a pagar un millón de dólares
por la liberación inmediata de Marie Moarbes, ciudadana fran-
co-libanesa, y a negociar el pago de otros 24 millones de dó-
lares por la libertad de los rehenes restantes.49
El periódico francés Le Canard Enchainé señaló que “Yves
Aubin de la Messuzière, director de los Asuntos de Africa del
Norte y Medio Oriente, del ministerio francés de asuntos ex-
teriores, visitó Trípoli a principios de agosto para negociar los
términos de la ayuda libia para liberar a Sonia Wendling y
Stéphane Loisy. En principio, (el funcionario francés) estaba
autorizado para decir que esa ayuda sería retribuida con ‘un
fuerte gesto político.’ El informe (del periódico) afirmaba que
este gesto podría tomar la forma de una invitación oficial
para que Kaddafi asistiera, en junio, a una reunión cumbre en
46
Yael Sahar: Libya and the Jolo hostages: seeking a new image or polishing the old
one?; ICT Organization, 20 agosto de 2000.
47
Testimonio del Jefe de las Fuerzas Armadas Filipinas, General Angelo
Reyes; The Manila Times, 7 de agosto de 2000.
48
Citado por Yael Sahar, Op. cit.
49
Idem.
70
Marsella, así como la asistencia francesa para levantar las san-
ciones de las Naciones Unidas contra Libia”.50
Más allá de las motivaciones del gobierno libio, de las can-
tidades pagadas por la liberación de los rehenes y del origen
del dinero pagado, la disponibilidad de recursos financieros
abundantes cambió radicalmente las condiciones de implan-
tación del grupo islamista: antes del golpe en Sipadan, las
agencias de contrainsurgencia evaluaban en no más de 200
hombres armados y 600 simpatizantes las fuerzas de Abu
Sayyaf; con la publicidad y el dinero abundantes, para agosto
del 2000, el coronel Romeo Tolentino, jefe de operaciones en
Jolo, señalaba que el número de reclutas podía haber aumen-
tado hasta tres mil hombres, la mayoría de ellos dotados con
armamento nuevo y con retribuciones económicas notables
para las condiciones de pobreza que privan en el reducto del
grupo guerrillero.
Por si fuera poco, una de las “condiciones” negociadas por
los mediadores libios consistía en que parte del rescate sería
destinada a “obras de carácter social”. Ya sea a través de la
distribución directa o indirecta de dinero o mediante la dota-
ción de servicios sociales, la población de Jolo se habría be-
neficiado del golpe audaz de Abu Sayyaf, restaurando la ima-
gen del grupo, a la manera de los narcos mexicanos en los
poblados que ellos controlan.
52
Inquirer News Service: Nur Misuari drawn to pact with Moro Islamic Liberation
Front; 31 octubre 2001; http://www.inq7.net/reg/2001/oct/31/text/reg_1-
1-p.htm
73
crímenes, hasta que estas actividades criminales termi-
nen en las áreas del FMIL.53
53
Comité Central del FMIL: Resolution to reiterate MILF policy strongly
and continously condemning all kidnap-for-ransom activities in Mindanao
and everywhere, and to take drastic action against the perpetrators of this
heinou crime in all MILF areas, 26 de febrero de 2002. http://
www.cyberdyaryo.com/statements/st2002_0311_01.htm
74
Capítulo III
MALASIA:
¿AMENAZAS ISLAMISTAS O INTOXICACIÓN
INFORMATIVA?
76
dos y armados como militares, sustrajeron, de acuerdo con
los informes oficiales, “100 rifles de asalto [un número in-
definido de] lanza-rockets y ametralladoras ligeras”.54 Los
informes noticiosos también daban cuenta de “miles de
cargadores”. Siempre de acuerdo con las fuentes oficiales,
el comando utilizó tres jeeps modelo “Pajero” [los cuales son
apenas un poco más grandes que las pequeñas camionetas
“Tracker” de la General Motors] para trasladarse y escapar,
junto con el arsenal sustraído.
El campamento del comando fue “descubierto casualmen-
te” por un campesino, quien notificó a las autoridades. Éstas
se apresuraron a enviar cuatro negociadores, quienes fueron
hechos rehenes por los rebeldes que se negaron a cualquier
transacción. Las autoridades, en consecuencia, se vieron obli-
gadas a intervenir militarmente y, el 6 de julio, 2,000 soldados
lograron someterlos, arrestando a 24 personas y descubriendo
que dos de los cuatro rehenes habían sido liquidados.55 Más
tarde, la cifra total de arrestados aumentaría hasta 29. Las au-
toridades se apresuraron a afirmar que los detenidos pertene-
cían a Al Ma’unah y que su objetivo era derrocar al gobierno.
Hasta ahora, el grupo Al Ma’unah mantiene una página en
internet.56 Se trata de una organización que en septiembre de
1998 fue reconocida como No Gubernamental por las autori-
dades malasias. Asegura tener alrededor de mil adherentes en
Malasia, Brunei, Singapur, Egipto y Saudí Arabia. La agrupa-
ción pretende seguir las enseñanzas del Corán y de Amin
Razali, quien estudió ciencias paranormales en Indonesia;
asímismo, “es una organización involucrada en la enseñanza
de las artes marciales, particularmente el desarrollo del poder
54
Zhihui.com.cn: 24 arrested in malaysian cult sweep, 10 de julio de 2001. http:/
/www.zhihui.com.cn/storydb/cults/0710.htm
55
Idem.
56
Véase: http://al_maunah.tripod.com/
77
interno personal, y la práctica de la medicina islámica tradi-
cional”.57 Los objetivos de la organización son:
78
Los informes oficiales señalan que, una vez substraídas las
armas, el comando se dividió en dos: un grupo se dirigió ha-
cia Kuala Lumpur y, luego de recorrer 350 kms., atacó una
fábrica de cerveza y un templo hindú, lanzando granadas;60 el
otro grupo se refugió en la selva y, a través de un emisor
militar de radio, conminó al primer ministro a dimitir.61 A pesar
del énfasis puesto sobre este último punto, la acusación principal
contra los 29 detenidos no fue el supuesto complot para derro-
car al gobierno, sino “hacer la guerra contra el Yang di Pertuan
Agong”, el sultán que ejerce rotativamente el cargo de rey y, por
ende, de jefe del Estado. El cambio podría explicarse porque la
guerra contra el rey se castiga con muerte o con prisión perpetua.
Durante el juicio, diez de los detenidos se declararon culpa-
bles de “preparar la guerra contra el rey” y fueron castigados
con diez años de prisión; luego de apelar el veredicto, dos
obtuvieron una reducción de la pena a siete años.
Los 19 detenidos restantes fueron declarados culpables de
hacer la guerra contra el rey y, el 27 de diciembre de 2001,
Mohamad Amin Mohamad Razali (considerado el jefe del gru-
po), Zahit Muslim y Jamaludin Darus fueron sentenciados a
muerte; los dieciséis restantes fueron castigados con cadena
perpetua. La agencia Reuters señaló:
62
Malaysian muslim sect rebels face gallows or life prison. http://
www.hrwf.net/newhrwf/html/malaysia2001.html
63
En un país donde la diversidad étnica implica un problema político de
primer orden, los procedimientos policiales exigirían que en las intervencio-
nes contra criminales de un determinado orígen étnico (o religioso), partici-
pen policías del mismo origen o de la misma religión.
80
afirmado que la mayoría de los miembros de Al Ma’unah tam-
bién eran miembros del PAS.
Las reacciones de la oposición institucional no se hicieron
esperar. El presidente nacional del Democratic Action Party
(DAP) envió a la prensa un comunicado en el que denuncia-
ba la renuencia de la Dewan Rakyat (Asamblea del Pueblo, el
parlamento) a discutir el caso de Al Ma’unah:
81
Pmiembro del PAS estaba involucrado en el asunto. Sin em-
bargo, Zacaria Dagang, jefe de la sección juvenil del PAS en
el estado de Trengganu, declaró que Kamarudin Mustafa, uno
de los 29 detenidos, había sido obligado a renunciar al comité
juvenil del partido, en junio, cuando descubrieron que era
miembro de Al Ma’unah; insistió en señalar que, ese mismo
mes, la asamblea del PAS decidió no reconocer al grupo a
causa de sus enseñanzas “desviacionistas.”66
Queda una duda sobre la transparencia con la que fue trata-
do el asunto dentro del PAS: resulta incomprensible que, dado
el clima político, el comité juvenil no hubiera informado a la
dirección nacional de lo acontecido. Parecería que se impuso
la lógica “los enemigos de mis rivales son mis amigos”; pero,
la dirección del PAS simplemente fue desmentida por uno de
sus comités subordinados.
Sin parar mientes en la degradación de sus relaciones con
los partidos de la oposición institucional, el Primer ministro
no se privó de hacer comentarios que motivaron reacciones
airadas de la oposición no institucional. Así, el 30 de agosto
de 2000, durante el discurso oficial del Día de la Independen-
cia, afirmó:
news12.htm
68
IslamOnline.net: Malaysia: controversial security law best tool against
terror; http://198.65.147.194/English/News/2001-10/26/article3.shtml
83
Poco antes del asalto al cuartel de Grik, el gobierno anun-
ció que estudiaba la posibilidad de abolir la ISA. Luego del
incidente, Mahathir señaló que, cada vez que el gobierno in-
tentaba abordar el tema de la abolición de la ley, algo sucedía
y había que dar marcha atrás. Con los affaires de Al Ma’unah,
Kumpulan Mujahedin Malaysia (KMM) y Jemaah Islamiyah
(JI), la posición gubernamental de mantener la ISA fue con-
fortada y, luego del 11 de septiembre de 2001, Mahathir llegó
incluso a ufanarse de la disponibilidad de tal ley para comba-
tir el terrorismo:
70
El doctor Fernández era miembro del parlamento del Estado de Kedah,
por parte del Malaysian Indian Congress (MIC); se trata del partido político
que agrupa a los malasios de origen tamil y que forma parte del Barisan
Nasional (BN, o Frente Nacional), coalición gobernante, en la cual predomina
la UMNO (véase supra nota 64). Fue asesinado el 4 de noviembre de 2000.
85
templo hindú, y volvió a señalarlos como responsables de la
muerte del doctor Joe Fernández.
La novedad del anuncio fue que, por primera vez y antes
del 11 de septiembre, un representante gubernamental vincu-
laba a un grupo local con organizaciones extranjeras:
81
Asian Wall Street Journal: “Asian militants with alleged al-Qaeda ties are
accused of ploting against embassies”, 7 de enero de 2002; http://
www.singapre-window.org/sw02/020107aw.htm
82
The Age: “Doubt mount over malaysian claims of Al Qaeda links”, 17 de
enero de 2002; http://singapore-window.org/sw02/020117ag.htm
91
(alias Nurjawan y/o Hambali, como ha sido publicitado por
los medios internacionales) y Mohamad Iqbal Rahman. Fue
hasta entonces que la policía malasia dio importancia al arresto
de Iqbal Rahman, realizado en junio de 2001. Vale la pena
referirse en detalle a las declaraciones de Norian Mai:
• Durante diciembre, la policía malasia arrestó a 23 mi-
litantes musulmanes; de ellos, cuatro eran indonesios,
tres singapurenses así como 16 malasios; siete tenían
grados universitarios de Malasia y cinco de Estados
Unidos o Gran Bretaña.
• Diecinueve fueron entrenados militarmente en
Afganistán o en Mindanao, en los campos del FMIL.
• Los detenidos estaban relacionados con JI, descubier-
ta por las autoridades singapurenses.
• El objetivo de los militantes era establecer “una espe-
cie de hermandad islámica” (a sort of brotherhood of is-
lam) en la región; además, concebían “su papel en una
perspectiva amplia, regional, no sólo en Malasia”.
• El grupo de detenidos en diciembre era diferente al
arrestado entre junio y septiembre de 2001. Mientras
que éste estaba ligado al PAS, aquél no tenía relaciones
con el partido islámico.83
A mediados de enero de 2002, ya empezaban a manifestarse
las deficiencias de las investigaciones y las inconsistencias en-
tre las declaraciones de las diversas fuentes gubernamentales:
En primer término, no quedaban claras las relaciones entre
JI y KMM: de acuerdo con los singapurenses, Abu Bakar Bashir
sería el principal dirigente de JI; siguiendo al jefe de policía de
Malasia, Abu Bakar Bashir tenía como lugartenientes a
Hambali e Iqbal, este último detenido desde junio de 2001.
83
Kyodo: “Malaysian islamic militancy said to originate in Indonesia”, 28 de
enero de 2002; http://www.findarticles.com/cf_0/m0WDQ/
2002_Jan_28/84013712/print.jhtml.
92
Por tanto, sería de esperar que, cuando menos, Iqbal, señala-
do como dirigente de JI y como parte del grupo del KMM
arrestado en junio, tuviera conocimiento de las actividades
del grupo de KMM arrestado en diciembre. En esas circuns-
tancias: o bien, no existía ninguna relación entre ambos
grupos y, por lo tanto, la teoría del complot del KMM se
derrumbaba, o bien, los métodos policiacos de investiga-
ción dejaban mucho que desear, pues la policía habría sido
incapaz de sustraer información a Iqbal, el único de los diri-
gentes de JI y de KMM arrestado. Por eso, no deja de sorpren-
der otra declaración de Norian Mai, recogida por The Manila
Times: “creemos que estas alas [del KMM] no se conocían y
ésta puede ser una táctica de sus líderes para continuar con
su lucha, si uno de ellos era arrestado”.84
En segundo lugar, la eficiencia de la policía malasia quedó
en entredicho por haber seguido de manera inercial a las au-
toridades singapurenses. Abdullah Bawadi, viceprimer minis-
tro de Malasia, se vio obligado a admitir que habían fallado
en localizar lo que llamaban de manera grandilocuente “un
gran stock de armas químicas” (a large stockpile of weapons
chemicals): las cuatro toneladas de abono se habían esfuma-
do85 o, tal vez, habían sido utilizadas en los padi...
En tercera instancia, Mohamad Mahathir, por su parte, de-
claró de manera enfática: “Lo que sabemos es que esta gente
admitió haber sido entrenados en Afganistán por los talibán y
por el grupo de Osama ben Laden. De acuerdo con lo que
conocemos, sus intenciones son muy malas, tratan de crear
problemas y de derrocar al gobierno”.86 En realidad, la única
84
The Manila Times: “Malaysia rebs’ tie to Minda groups bared”, 6 de enero
de 2002; http://www.manilatimes.net/2002/jan/06/top_stories/
20020106top2.html
85
Fuente: Idem nota 82.
86
Idem.
93
prueba fehaciente sobre las relaciones entre algunos miem-
bros de JI que operaban en Singapur era un video encontrado
por los estadounidenses en un campo de al-Qaeda, en
Afganistán, que mostraba los lugares de Singapur donde se
planeaban los atentados contra intereses de Estados Unidos.
Sobre esa base, no era fácil acusar de manera indiscriminada
a todos los miembros de JI y de KMM de mantener nexos con
al-Qaeda. Por otra parte, como era de esperarse, el Frente
Moro Islámico de Liberación, a través de su portavoz en Kuala
Lumpur, se apresuró a refutar al jefe de policía Norian Mai:
“el FMIL es transparente en su funcionamiento y no mantie-
ne nexos con ninguno de los grupos de la región”.87
En cuarto, la acusación de querer derrocar al gobierno, for-
mulada por M. Mahathir, contrasta con la afirmación de Norian
Mai sobre el proyecto de instaurar una especie de hermandad
islámica regional. Todo indica que el jefe de la policía tenía
razón: JI, como organización, buscaba recrear la Umma, des-
de abajo y de manera progresiva, mediante el convencimien-
to de nuevos adeptos; esto suponía, por supuesto, negarse a
aceptar las reglas que rigen el funcionamiento de las institu-
ciones políticas no islámicas, pero en modo alguno implicaba
su destrucción violenta. Abu Bakar Bashir, por lo tanto, pre-
tendía seguir las enseñanzas de Hasan al-Banna y de los her-
manos musulmanes egipcios de la época de ese personaje. El
proyecto de Bashir no garantizaba que algunos de los miem-
bros de su sociedad islámica mantuvieran nexos con otras
organizaciones islamistas y que adoptasen medios violentos
para alcanzar el mismo fin.
Finalmente, el mismo M. Mahathir tuvo que admitir que las
operaciones de los miembros del KMM no habían sido clara-
87
Utusan Melayu: “MILF denies knowledge of KMM members trained in
its camps”, 28 de enero de 2002; http://www.ahrchk.net/news/
mainfile.php/ahrnews_200201/2326/
94
mente establecidas por las autoridades: “Si ellos se han con-
vertido en una célula [de JI o de al-Qaeda] en Malasia o no, o
si han trabajado de manera independiente, eso no lo sabe-
mos”.88
Ante todas estas inconsistencias, fuentes gubernamentales
que mantuvieron el anonimato declararon al reportero de la
influyente Far Eastern Economic Review, algo que el jefe de po-
licía ya había señalado:
88
Idem.
89
Far Eastern Economic Review: “Wrong Target”, 18 de abril de 2002;
http://singapore-window.org/sw02/020418f1.htm
95
Sin embargo, la prensa internacional, al hacer suyo el dis-
curso alarmista sobre la presencia del terrorismo internacio-
nal en el sudeste asiático, extendió la intoxicación a todo el
orbe. Time, por ejemplo, durante varias semanas dedicó ex-
tensos artículos a demostrar que Malasia era una cuna del
terror,90 o a mostrar una complicada red de relaciones entre
organizaciones islamistas del sudeste asiático y de otras re-
giones del mundo.91 Particularmente notorio es el artículo
sobre Hambali, el único miembro de la supuesta dirección de
JI, hasta ahora no localizado por ninguna autoridad, y, por
tanto, incapaz de comentar la historia tejida por el correspon-
sal de Time en Kuala Lumpur.92 En contraste, las referencias
a Iqbal, el único supuesto dirigente de KMM y de JI prisio-
nero, son escasas.
Otras instituciones, consideradas serias, también hicieron
suyos los argumentos rocambolescos de los gobiernos malasio
y singapurense. Así, a pesar de que Norian Mai, el jefe de la
policía malasia, había sido enfático al señalar que tanto Bashir
como Hambali se encontraban prófugos, un organismo tan
serio como el Center for Contemporary Conflict no tuvo em-
pacho en publicar un artículo que afirmaba: “el gobierno
[malasio] arrestó a Nurjaman Riduan Isamudin, líder del
Kumpulan Militan/Mujahedin Malaysia (KMM), y a un estu-
diante del clérigo (sic) Abu Bakar Bashir. Hambali está direc-
tamente relacionado con los ataques del 11 de septiembre”.93
90
Véase Time: “Malaysia: staging ground for terror?”, 2 de febrero de 2002;
http://www.time.com/time/world/printout/0,8816,198859,00.html;
también véase: “Eye of the storm”; http://www.time.com/time/asia/
features/malay_terror/cover.html
91
Véase Time: “Untangling the web”; http://www.time.com/time/asia/
news/magazine/0,9754,197713,00.html
92
Véase Time: “Asia’s own Osama”; http://www.time.com/time/asia/
features/malay_terror/hambali.html
93
Gaye Christoffersen: The war on terrorism in South East Asia: searching for
partners, delimiting targets; Center for Conteporary Conflict, marzo de 2002;
96
La ligereza con que fueron aceptados los argumentos de las
autoridades malasias y singapurenses lleva al autor a afirmar
que “el KMM busca un Estado islámico que cubriría Malasia,
Indonesia y el sur de las Filipinas”; en sentido estricto, el go-
bierno singapurense acusaba a JI de ese pecado; en contraste,
los representantes del gobierno malasio tronaban contra el
KMM porque éste pretendía derrocarlos.
En medio de esa confusión, para algunos premeditada y para
otros involuntaria, pocos fueron los medios que, como la Far
Eastern Economic Review, intentaron mantener la imparcialidad:
http://ccc.nps.navy.mil/rsepResources/si/mar02/eastAsia.asp. De acuer-
do con la presentación del propio Center for Contemporary Conflict, éste es
el área de investigación del Departamento de Asuntos de Seguridad Nacio-
nal, de la Escuela Naval de Posgrado, ubicada en Montrey, California.
94
Far Eastern Economic Review: “Wrong Target”, 18 de abril de 2002; http://
singapore-window.org/sw02/020418f1.htm
97
del día fatal, trató de congraciarse con el gobierno estadouni-
dense que había sido un crítico acervo de las medidas adop-
tadas contra el Viceprimer ministro Anwar Ibrahim y que acep-
taba a regañadientes las campañas contra el PAS.
En el segundo caso, ante las únicas evidencias concretas de
acciones terroristas, el gobierno singapurense actúo preventi-
vamente. La campaña antiterrorista, por otra parte, le permi-
tió reforzar sus relaciones con sus aliados estadounidenses y
distraer la atención de una población afectada por las dificul-
tades derivadas de la recesión global del 2001.
Finalmente, si bien es cierto que la historia del KMM pare-
ce insostenible, la de JI se antoja interesante, no tanto por su
participación, no probada, en los complots terroristas, sino
por su proyecto de crear una “especie” de hermandad musul-
mana internacional.
98
CAPÍTULO IV
INDONESIA:
NACIONALISMO ISLÁMICO,95 ISLAMISMO PARROQUIAL E
ISLAMISMO INTERNACIONALISTA
100
gada de los europeos a la región. Esta importancia estuvo
determinada por la función económica desempeñada por los
comerciantes árabes, quienes controlaban el tráfico de espe-
cias entre Asia y Europa e introdujeron el Islam en el sudeste
asiático.
Samudra Pasai fue el primer reino de la región en adoptar el
Islam. Las fuentes señalan que, siendo ya un sultanato, se
consolidó como un centro islámico de primero orden:96 los
primeros ulamas97 achejneses provenían del Medio Oriente,
India y Persia; todos poseían una formación religiosa estricta
y dominaban el árabe; ellos hicieron de Aceh el centro a par-
tir del cual se difundió el Islam en el sudeste asiático. Con el
tiempo, los musulmanes de la península malaya, del sur de
Sumatra y de otras islas se acostumbraron pasar algún tiempo
en las prestigiosas madrazas de Aceh, para profundizar su for-
mación religiosa; igualmente, allí solían recibir una prepara-
ción especial antes de iniciar la peregrinación obligatoria a La
Meca. Ese prestigio religioso se mantiene hasta la actualidad.
La conquista del puerto de Melaka, en 1511, por los portu-
gueses marcó la llegada de los europeos al sudeste de Asia,
estableciendo una competencia múltiple entre dos culturas
radicalmente diferentes:
• En lo comercial, Melaka se convirtió en el principal
competidor de Aceh; los flujos comerciales controla-
dos por los europeos se concentraban en el primero de
los puertos, mientras que los árabes preferían el segun-
do.
• En lo político, Aceh perdió Melaka como estado tri-
butario y, conforme crecía la influencia europea, las
relaciones con los estados de la península malaya fue-
96
SABY, Yusny: “The Ulama in Aceh: a brief historical survey”, en: Studia
Islamika, Indonesia Journal for Islamic Studies, No. 1, 2001, p. 12.
97
Es el equivalente en Indonesia a los imam de los países árabes.
101
ron degradándose, en detrimento de los achejneses.
• En lo militar, las tentativas de los portugueses de ocu-
par Aceh desembocaron en una confrontación directa
entre unos y otro.
• En lo religioso, la voluntad de los portugueses de im-
plantar el catolicismo en los territorios bajo su tutela
orilló a los achejneses a considerar la lucha contra los
lusitanos como una guerra santa, jihad, que entraña una
obligación para todos los musulmanes.
102
La guerra se prolongó hasta 1903, cuando el sultán de
Aceh se rindió.
Los ulebalang, la elite económica achejnes, desempeñaron
una función de primer orden en las primeras fases de la guerra
contra los holandeses. Sin embargo, pronto fueron relevados
por los ulama, quienes dieron un tinte religioso a la guerra;
ésta inspiró una vasta literatura que instaba a la población a
morir como mártires de la jihad.98 Los ulama organizaron la co-
munidad, a través de las reuniones religiosas de los viernes en
las mezquitas y de las escuelas coránicas. Entre los ulama des-
tacó la figura de Tengku Chik Di Tiro Dayah Cut, ancestro
del actual dirigente del Gerakan Aceh Merdeka (GAM).
De acuerdo con los registros históricos, los holandeses per-
dieron dos mil hombres en batalla y 10,500 por enfermedad.
Para los achejneses las pérdidas humanas fueron mayores: de
una población total estimada en 750 mil habitantes, entre 60
y 70 mil perecieron en combate, entre 10 y 20 mil se vieron
obligados a emigrar a la península malaya;99 los kampung100 y
la infraestructura de riego fueron arrasados; finalmente, Aceh
perdió totalmente el comercio de la pimienta.
La victoria acarreó múltiples dificultades a los holandeses,
pues tuvieron que mantener una fuerte presencia militar para
someter a los achejneses; el control sobre otras regiones de la
colonia, en consecuencia, se relajó y acarreó nuevos proble-
mas políticos al gobierno colonial. Éste, no obstante, pronto
cobró conciencia de la oposición de intereses entre los
ulebalang y los ulama y, para asentar su dominio, instaló a los
primeros en los puestos de la administración colonial.
98
De ese período datan dos obras épicas ampliamente difundidas entre la
población achejnese: Hikajat Prang Sabil y Hikajat Prang Kompei, que instaban
a la población a hacer el jihad contra los kafir (infieles) holandeses.
99
Siegel, James: Shadows and sound. The historical thought of a sumatran people.
The University of Chicago Press, Chicago, 1979, p. 229.
100
Asentamientos rurales de población.
103
El breve período de 1903-1942, durante el cual los
achejneses perdieron su independencia, estuvo marcado por
una división profunda de la sociedad: de un lado se encontra-
ban quienes, junto con los ulebalang, acabaron sometiéndose
al sistema colonial; del otro estaban los ulama y los que consi-
deraban necesario mantener la resistencia contra los holan-
deses.
104
rante los años de guerra entre los holandeses y los represen-
tantes de la República de Indonesia. Todavía más, los recur-
sos económicos de Aceh fueron utilizados para apoyar a los
nacionalistas y los ulama llamaron a la población a una nueva
jihad contra los holandeses. Así, combatientes, armas y dine-
ro provenientes de Aceh llegaban al sur de Sumatra, a Java y
al resto del archipiélago para ayudar a los nacionalistas en la
lucha contra los holandeses.
El 2 de noviembre de 1949, los holandeses terminaron por
firmar el Acuerdo de la Haya, mediante el cual reconocían la
independencia de Indonesia. A pesar de que jamás recupera-
ron el control sobre Aceh, no tuvieron empacho en someterlo
a la jurisdicción del gobierno republicano.
No obstante, de motu proprio, los achejneses adhirieron a la
nueva república, esperando obtener un tratamiento especial,
como recompensa de los servicios prestados durante la gue-
rra de independencia. Esperaban obtener la autonomía en las
áreas de religión, educación y cultura; una autonomía que
permitiría mantener y reforzar la identidad achejnes. Durante
los primeros años de la República de Indonesia, de 1945 a
1953, Aceh mantuvo cierto grado de autonomía y fue consi-
derado, de facto, como una provincia.
Con el tiempo, la actitud del gobierno central con respecto
a Aceh cambió: refugiándose en los Pancasila,101 consideraba
(y sigue juzgando) que otorgar privilegios a Aceh (o a cual-
101
La palabra Pancasila proviene del sánscrito (panca = cinco y sila = princi-
pio). Los cinco principios que entraña forman la ideología oficial que sirvió
de base para la Constitución de 1945. El lema de la República de Indonesia,
“Unidad en la diversidad”, pone énfasis en las características comunes de
“todos los indonesios”, a pesar de las múltiples diferencias entre ellos. Así,
el primero de los cinco principios establece la “creencia en un solo Dios” y
reduce al Islam (la religión profesada por la inmensa mayoría de las poblacio-
nes achejnese e indonesia) a una de las cinco religiones reconocidas oficial-
mente como monoteístas.
105
quier otra provincia) ponía (y pone) en riesgo la frágil cohe-
sión existente en un archipiélago extremadamente diverso.
La negativa a satisfacer las expectativas de autonomía estuvo
acompañada de medidas políticas contrarias a los intereses
de los achejneses; el gobierno central:
• Impuso un sistema político laico; el sistema educati-
vo fue diseñado sobre la base del laicismo y de la difu-
sión del Bahasa Indonesia como lengua nacional.
• Retuvo el control administrativo del puerto, despo-
jando a los ulebalang de su principal recurso productivo.
• Designó a no achejneses en los principales puestos
administrativos.
• Buscó, en 1950, diluir Aceh en la provincia de Sumatra
del Norte.
Un ulama, Tengku Mohamad Daud Beureu, encabezó la lu-
cha por obtener el reconocimiento legal de Aceh como una pro-
vincia autónoma, dentro del marco de la República de
Indonesia; a pesar de todos los esfuerzos realizados, en enero
de 1951 la provincia de Aceh fue disuelta. Las fricciones en-
tre el gobierno central y los achejneses volvió a hacer aflorar
las divisiones socio-políticas de los últimos: los ulebalangs se
alinearon con el gobierno central, con la esperanza de verse
favorecidos como lo fueron en otro tiempo por los holande-
ses; los ulama consideraban las decisiones del gobierno cen-
tral como una amenaza para su ascendiente moral sobre la
mayor parte de la población.
Sin una solución satisfactoria para los autonomistas
achejneses, Daud Beureuh se vio obligado, el 21 de septiem-
bre de 1953, a proclamar el establecimiento del Negara Islam
Indonesia.102 Fue el inicio de una revuelta armada, encabezada
por Daud Beureuh contra el gobierno central.
102
Es decir, el Estado Islámico de Indonesia.
106
Los ulama volvieron a recurrir a la figura de la jihad para
movilizar a la población; la renuencia del gobierno central a
reconocer la autonomía de Aceh, hizo que los achejneses
llevaran el conflicto a un nivel superior: la proclamación del
Negara Islam Indonesia abogaba por la islamización de todo
el naciente país. La revuelta pasaría a los anales históricos
indonesios con el nombre de Darul Islam,103 la cual sería secun-
dada por levantamientos armados contra el gobierno central,
encabezados por dirigentes musulmanes, en Java y en Silawesi.
Las rebeliones fueron reprimidas violentamente por el ejér-
cito indonesio; sin embargo, fue hasta enero de 1957 que el
gobierno central logró establecer un acuerdo con los ulebalang,
mediante el cual se garantizaba a Aceh el estatuto de Propinsi
Khusus Istimewa Aceh;104 el carácter especial se refería particu-
larmente al mantenimiento de Aceh como una entidad dife-
renciada del resto de las provincias de Sumatra y a la autono-
mía religiosa y cultural. A cambio, los ulebalang reconocieron
la autoridad del gobierno central, rechazaron la islamización
de Indonesia y obtuvieron puestos en la administración de la
provincia. A pesar de haber sido marginados del acuerdo, gra-
cias a la autonomía religiosa y cultural negociada, los ulama
pudieron mantener las instituciones que les permitían ejercer
su influencia sobre la comunidad.
105
Tengku Hasan M. di Tiro: Declaration of independence of Acheh-Sumatra;
Acheh, Sumatra, 4 de diciembre de 1976.
108
Di Tiro presentaba la declaración de independencia “en
nombre del soberano pueblo de Acheh”106 y en calidad de
“Presidente del Frente Liberación Nacional de Acheh”, el cual,
con el tiempo, se convertiría en el Gerakan Acheh Merdeka
(GAM o Movimiento por Acheh Libre). En la declaración,
Di Tiro evocaba el hecho de que, durante siglos, “Acheh ha
sido un Estado independiente”, con “una tradición histórica
y cultural única.”
Aun cuando la población achejnes consideraba que sus as-
piraciones no habían sido colmadas por el régimen central,
otorgó un apoyo muy restringido al movimiento
independentista; la mayor parte de los miembros del GAM
eran jóvenes intelectuales, dotados de un equipamiento mili-
tar extremadamente limitado. A pesar de la debilidad del
movimiento, la respuesta de Yakarta fue rápida y aplastante,
obligando a Di Tiro a exiliarse en Suecia, en 1979. Allí esta-
bleció el “Autogobierno Achehnese en exilio”.107
Antes de exiliarse, Di Tiro dejó en Tengku Abdullah Syafi’I
la pesada carga de continuar con la lucha armada; esa lucha,
por la necesidad de las condiciones, se convirtió en una gue-
rra de guerrillas que había sido prácticamente liquidada en
1982 y que fue mantenida con muchísimas dificultades du-
rante la década de los 80. Mientras los partidarios de Di Tiro en
el exilio y en Aceh se esforzaban en mantener un movimiento
carente de apoyo popular, los contextos local e internacional de
los años 80 permitieron crear las condiciones que modificarían
sustancialmente la lucha por la independencia de Aceh:
106
Para diferenciarse, Di Tiro prefirió utilizar la forma en que los achejneses
suelen escribir el nombre de la provincia (Achej), en vez de su escritura en
bahasa indonesia (Aceh).
107
Robinson, Geoffrey: “Rawan is as rawan does. The origins of disorder
on New Order Aceh”, en: Anderson, Benedict R. (editor): Violence and the
State in Suharto’s Indonesia; Studies on South East Asia, No. 30, Cornell
University Press, New York, 2001, p. 223.
109
• Como tantos otros pueblos musulmanes, los achejneses
participaron en la guerra contra los soviéticos en
Afganistán; el retorno al país de combatientes experi-
mentados nutrió las escasas fuerzas del GAM.
• La participación de un número creciente de comba-
tientes musulmanes ejerció una gran influencia sobre
los ulama que, al principio, se habían mantenido al mar-
gen del GAM. Gracias a ellos, la lucha por la indepen-
dencia adquirió un cariz religioso y ganó un apoyo po-
pular que no había tenido antes.
• El gobierno central quiso sacar partido del cambio
cualitativo en las fuerzas del GAM, para presentarlas
como “peligrosos fanáticos musulmanes”; la propagan-
da gubernamental fue redituable en el extranjero; en
Aceh, en cambio, fue contraproducente: la tentativa de
denigrar a los combatientes musulmanes achejneses des-
pertó mayores simpatías hacia ellos entre la población.
• El gobierno llevó el conflicto a una etapa superior en
1989, cuando declaró a Aceh una Daerah Operasi Mili-
tar (DOM o Zona de Operaciones Militares) y envió
contingentes militares que llegaron a totalizar 12,000
soldados a mediados de los 90. La ferocidad de las ope-
raciones militares distanció todavía más a la población
del gobierno central, acercándola al GAM.
110
necesario para alcanzar la independencia; para la gente en
Suiza, la independencia formal permitiría preservar la identi-
dad de los achejneses y promover una distribución más equitativa
de la riqueza de la región; para los combatientes musulmanes, la
independencia permitiría reorganizar la sociedad a partir de los
principios religiosos del Islam.
111
caso de Timor. Amien Rais, ex Presidente de Muhammadiyah y
Presidente del Partai Amanat Nasional (PAN o Partido del
Mandato Nacional) adoptó una actitud intermedia: abogaba
por el abandono de la república unitaria para instaurar una
república federal, donde cada región gozaría de un amplio
margen de autonomía.
Para los achejneses, la propuesta de Wahid era la más satisfactoria
y la consulta popular directa fue enarbolada como su demanda in-
mediata. Después de Timor, Habibie ya no tuvo ningún respaldo
para repetir la experiencia del referéndum. Una vez en la presidencia
de Indonesia, Wahid también se vio impedido por las corrientes
nacionalistas y por las fuerzas armadas para poner en práctica el
proyecto que había formulado desde la oposición; basado en su
prestigio como ulama, Wahid buscó la negociación, por un lado, con
los representantes del GAM, de un acuerdo para pacificar la provin-
cia convulsionada y, por otro, con los partidos políticos, un proyecto
de ley sobre la autonomía regional.
108
Discurso de Hassan Wirajuda durante la firma del Joint Understanding on
Humanitarian Pause for Aceh, Suiza, 12 de mayo de 2000. Fuente: Department
for Foreign Affairs of the Republic of Indonesia, Yakarta.
113
hacia el fortalecimiento económico de la región: el gobierno
regional tendría la capacidad de administrar el 15% de los
ingresos petroleros, 30% de los derivados del gas y 80% de
los resultantes de los productos forestales, mineros y
pesqueros.
Con la ley de autonomía regional, el gobierno local dispon-
dría de una mayor cantidad de recursos, pues tan sólo recibía
un 5% de los ingresos generados por todas las actividades
productivas de la región y que eran cedidos por el gobierno
central bajo la forma de “subsidios”.
114
Durante el primer semestre de 2002, las agencias informa-
tivas estiman alrededor de 600 los muertos de ambos bandos.
Reportan la destrucción completa de kampung, la desapari-
ción de sospechosos de espionaje (para uno u otro bando) y
la tortura frecuente de los prisioneros (de ambos bandos).
Los achejneses reivindican su derecho a la independencia
sobre la base de una identidad nacional, forjada a través de
largas luchas contra aquellos que quisieron someterlos y fun-
dada en el Islam como factor de cohesión social. Su adhesión
voluntaria al proyecto de la República Unitaria de Indonesia
se saldó con el incumplimiento permanente de los privilegios
demandados por los achejneses y otorgados por el gobierno
central. Las desventajas de las relaciones político-económi-
cas entre la provincia y el gobierno central, primero, y, luego,
la feroz represión a la que han sido sometidos desde la segun-
da mitad de los años setenta orillaron a los achejneses a
abandonar la lucha por el reconocimiento de la autonomía
dentro del marco de la República de Indonesia y a exigir la
independencia total.
La radicalización de la demanda fundamental del GAM sólo
tuvo como respuesta un incremento de la violencia oficial
contra el movimiento y contra la población civil. Para los
achejneses, por tanto, la espiral de la violencia sólo podrá ser
interrumpida cuando el gobierno central carezca de una justi-
ficación legal para intervenir en los asuntos internos de la
región, es decir, cuando Aceh sea reconocido como una enti-
dad política independiente.
Los gobiernos recientes han demostrado que no están dis-
puestos a llevar la reforma política tan lejos como para reco-
nocer la independencia de otras regiones, ni siquiera han vuelto
a tocar el tema de la república federal, por temor a provocar
las reacciones de quienes ejercen el poder real detrás de los
políticos civiles: los militares. En esas condiciones, el con-
115
flicto en Aceh permanecerá larvado durante un tiempo inde-
finido; a menos que el gobierno central y, por supuesto, los
militares, estén dispuestos a dar la prueba máxima de buena
voluntad: retirarse del territorio, para dejar al GAM ejercer
las labores de mantenimiento del orden interno y permitir a la
población organizar la vida pública como mejor le parezca.
Lamentablemente, una solución de este género no se vislum-
bra en el corto plazo.
116
el Departamento de Seguridad Interior (DSI) empezó
las investigaciones sobre JI, después de que una fuente
singapurense informó que Mohd Aslam Bin Yar Ali
Khan tenía vínculos con al-Qaeda...
b. El 9 de diciembre de 2001, el DSI detuvo el primer
grupo de seis personas para interrogarlas y catear sus
casas y oficinas. La vigilancia llevó al arresto de los
otros. La última persona fue arrestada el 24 de diciem-
bre de 2001.
c. El 14 de diciembre de 2001, el DSI informó a socios
extranjeros acerca del caso [JI]. Sólo entonces el DSI
fue informado sobre el descubrimiento, en Afganistán,
de un video e informes escritos, los cuales fueron reci-
bidos el 28 de diciembre de 2001. Por lo tanto, no exis-
te base alguna para decir que los arrestos de los miem-
bros de JI se debieron a la información provista por las
fuentes de Estados Unidos. No obstante, el video con-
firmó lo que Khalim [Jaffar] dijo al DSI, el 22 de di-
ciembre de 2001, que él y Hashim Abas vandalizaron
la estación Yishun del Metro, en 1997/1998, y [el vi-
deo también confirmó] que Khalim se había entrevis-
tado con los líderes de al-Qaeda en Afganistán en 1999.
Hashim también admitió ante el DSI, el 26 de diciem-
bre, su papel en el video. Estos [hechos] son útiles para
la investigación, en la medida en que forman parte de
la evidencia concluyente en contra de los miembros de
JI arrestados.110
117
Hashim bin Abas realizaron un reconocimiento detallado de
la estación Yishun del Metro en 1997/98 y prepararon un
video del reconocimiento, con un comentario en inglés...”111
El comunicado estaba acompañado de sendas fichas biográ-
ficas de Hashim bin Abas y de Mohamed Khalim bin Jaffar.
Hashim bin Abas, de nacionalidad singapurense y de raza
malaya, siguió cursos religiosos, impartidos por Ihbrahim
Maidin y, ocasionalmente, por Hambali e Iqbal, dos de los
supuestos líderes máximos de JI.112 Hashim y Khalim forma-
ban parte de la misma célula de JI y, juntos, siguieron un cur-
so de entrenamiento para sobrevivir en la selva, en un club de
Malasia. Hashim fungía como tesorero y secretario de la red
local de JI y en ocasiones proporcionaba a los miembros de JI
artículos, como binoculares de visión nocturna y walki-talkies,
como los confiscados en el cateo de la casa de Khalim.113
Mohamed Khalim bin Jaffar, de nacionalidad singapurense
y de raza javanesa, siguió los mismos cursos religiosos que
Hashim; él fue quien, en 1997, pensaba atacar un autobús
utilizado para transportar personal militar estadounidense; para
ello, junto con Hashim, estableció un sistema de vigilancia y
videograbó los desplazamientos del autobús. El plan del ata-
que fue presentado por él mismo a los líderes de al-Qaeda, en
1999, cuando recibió entrenamiento militar en Afganistán,
de septiembre de 1999 a abril de 2000, en calidad de respon-
sable de la formación militar de la célula local de JI. En con-
secuencia, él era el responsable de entrenar a los miembros
selectos de JI en materia de condición física, sobrevivencia
en la jungla y lectura de mapas.114
111
Idem.
112
De acuerdo con los informes de prensa del momento, Hambali se encon-
traba prófugo, pero Iqbal había sido mantenido bajo arresto en Malasia,
desde junio de 2001. Véase supra, capítulo III, pp. 92-93.
113
Idem nota 108.
114
Idem.
118
“La evidencia concluyente en contra de los miembros de JI
arrestados” no parece serlo tanto:
-El entrenamiento para sobrevivir en la selva fue tomado
en un club malasio; este tipo de formación es ofrecido por
empresas a quienes desean hacer turismo fuera de los cauces
normales; la sobreviviencia en esas condiciones es ahora algo
tan banal que algunas televisoras organizan concursos sobre
el tema.115
-Los binoculares de visión nocturna pueden ser comprados
en cualquier buena tienda de campismo; los walkie-talkies es-
tán al alcance de cualquier persona, pues pueden ser adquiri-
dos en cualquier lugar.
-La lectura de mapas podría ser la única actividad que diera
motivo para pensar en actividades terroristas, pero también
podría estar ligada al entrenamiento para sobrevivir en la selva.
En conclusión, los videos de la estación del Metro y del
autobús de transporte militar, así como las relaciones con
al-Qaeda serían las evidencias más sólidas; sin embargo, los
resultados de los atentados terroristas planeados sólo confir-
man un acto de vandalismo en el Metro; por otra parte, el
lapso transcurrido entre las fechas en que los acusados vigila-
ron los movimientos del autobús militar y el momento en que
fueron detenidos, indicaría que los supuestos patrocinadores
de la red internacional de terroristas no consideraron relevan-
te la propuesta de los miembros de JI-Singapur. Éstos, por lo
tanto, sólo podrían ser calificados como aspirantes a terroris-
tas que, por suerte, nunca recibieron el bautismo de fuego.
La reacción de las autoridades singapurenses podría pare-
cer desmedida; sin embargo, es necesario reconocer que ellas
se distinguen por su capacidad para adelantarse a los aconte-
115
Un ejemplo de este tipo de emisiones es el programa Kolanta, presentado
por la televisión francesa durante el verano de 2002.
119
cimientos y por adoptar medidas radicales cuando la seguri-
dad interna se ve amenazada. En ese sentido, la razón de
Estado permitiría justificar la detención de un grupo de per-
sonas, con nexos aparentes con organizaciones como al-
Qaeda, sin importar, en primera instancia, si es el grupo, en
conjunto, o si sólo son algunos individuos, en lo personal,
quienes mantienen tales nexos.
Lo que no se justifica es la desinformación promovida
-¿intencionalmente?- por los medios de comunicación. Re-
vistas con una difusión internacional amplia, se han encarga-
do de establecer juicios rápidos y, muchas veces, infundados
acerca del control de al-Qaeda sobre la red terrorista del su-
deste asiático:
116
Time: “Asia’s own Osama”, http://time.com/time/asia/features/
malay_terror/hambali.html
120
logía militante del Kumpulan Mujahedin/Militan Malaysia, la
supuesta rama malasia de JI; esos predicadores fueron señala-
dos como Bashir, Hambali e Iqbal.117 En contraste, el corres-
ponsal de Time ponía a JI bajo el mando de Hambali.
Secundo, ni Abu Bakar Bashir, ni los detenidos negaron la
existencia de JI; por el contrario, en reiteradas ocasiones con-
firmaron su participación en la sociedad islámica; no obstan-
te, los medios les atribuían afirmaciones nunca hechas: por
ejemplo, la agencia Kyodo titulaba un comunicado “Detained
members admit terror network exists in S.E. Asia”; en el texto, la
información iba totalmente en contra de lo indicado en el
título: “Abdullah Daud, profesor universitario de 48 años, y
Abdullah Minyak Silam, comerciante de 36 años, indicaron a
la Comisión [de investigación] que son miembros de Jemaah
Islamiyah, pero negaron cualquier participación en un com-
plot para derrocar al gobierno [de Malasia] usando medios
militares”.118 La organización, por lo tanto, existe, como bien
afirma el corresponsal de Time, pero sus actividades terroris-
tas no han sido probadas hasta ahora.
Tertio, Abu Bakar Bashir ha declarado que el objetivo de
Jemaah Islamiyah es establecer una sociedad islámica y los
medios de comunicación pasan por alto que Jemaah Islamiyah
significa precisamente “comunidad islámica”. Ahora bien, la
sociedad islámica es el objetivo de cualquier musulmán dis-
puesto a someterse a Alá; la diferencia entre las diversas ten-
dencias islamistas estriba en los medios utilizados para alcan-
zar el objetivo y Bashir ha señalado estar en contra de los
métodos violentos utilizados por Osama ben Laden. Su pro-
117
Véase supra, capítulo III, pp. 91-92.
118
Kyodo: “Detained members admit terror network exists in S.E. Asia”;
Kuala Lumpur, 24 de junio de 2002. http://www.findarticles.com/cf_0/
m0WDQ/2002_June24/87697108/p1/article.jhtml?term=Jemaah+Islamiyah
121
yecto se basa en la constitución de pequeñas comunidades
organizadas a partir de la sharia y que, con el tiempo, crecen
hasta abarcar la sociedad entera. Cierto, la presencia de esos
núcleos islámicos subvierte el orden político secular, en la
medida en que, sometiéndose a la sharia, rehusan ceñirse a
las legislaciones laicas; el trecho que lo separa de los islamistas
radicales es, en consecuencia, extremadamente amplio. Re-
conocida la existencia de Jemaah Islamiyah y en ausencia de
pruebas concretas sobre su naturaleza “terrorista”, se impo-
ne la necesidad de analizar las características de la sociedad
islámica.
122
Abdullah Sungkar.120 Apresurados en poner de realce la natu-
raleza “terrorista” de la red de comunidades islámicas funda-
da por Bashir, pasaron por alto su historia, ignorando que
fue, de alguna manera, el producto de las políticas represivas
de Suharto, durante el Nuevo Orden. No se trata, por ende,
de un puñado de islamistas radicales, sino de:
121
Ibid. p. 1.
123
bos se dedicaron al proselitismo islámico (dakwah). En 1967,
se asociaron con un personaje llamado Hasan Basri, para fun-
dar la Radio Dakwah Islamiyah Surakarta, en Solo. En esa ciu-
dad, en 1971, fundaron la Pesantren al-Mu’min, la que fue tras-
ladada al poblado Ngruki, en las afueras de Solo, en 1973; a
partir de entonces la pesantren fue conocida como Pondok
Ngruki. Después de la muerte de Sungkar, en 1998, Bashir se
convirtió en el personaje con mayor influencia en la pesantren
y el grupo de individuos organizados en torno a ella.
En noviembre de 1978, Sungkar y Bashir fueron arresta-
dos, a consecuencia de los encuentros que sostuvieron con
Haji Ismail Pronoto122 y, durante el proceso, las autoridades
indonesias empezaron a mencionar, por vez primera, a Jemaah
Islamiyah, vinculándola a un supuesto Komando Jihad, encabe-
zado por Pronoto y abocado a establecer un Estado Islámico,
sobre las bases ideológicas de la rebelión Darul Islam. Sungkar
admitió haber recibido en su casa a Pronoto, en 1976, y haber
aceptado formar una jemaah para afrontar el resurgimiento
del comunismo en Indonesia, después de la derrota estadouni-
dense en Vietnam. Las acusaciones gubernamentales en contra de
Sungkar y Bashir se concentraban sobre los llamados a descono-
cer la Constitución indonesia porque era de manufactura humana,
la negativa a izar la bandera nacional en la pesantren, el rechazo de
los Pancasila. También fueron acusados de difundir el libro Jihad
dan Hijrah, de Abdul Qadir Baraja,123 profesor de Pondok Ngruki.
El título es significativo, pues sintetiza la estrategia utilizada para
122
Haji Ismail Pranoto nació en Brebes, en los límites de Java Central y Java
del Oeste; participó en la rebelión de Darul Islam, como uno de los coman-
dantes militares de las fuerzas que apoyaron el levantamiento de Sekarmadji
Maridjan Kartosuwirjo; fue arrestado en enero de 1977 y juzgado en 1978,
acusado de trabajar desde 1970 en el reagrupamiento de los rebeldes de
Darul Islam para derrocar al gobierno. Véase: ICG, Op. cit., p. 5.
123
Baraja fue arrestado en 1978 y permaneció en prisión hasta 1982, acusado
de pertenecer a JI; en mayo de 1985 volvió a ser arrestado, acusado de haber
124
construir la jemaah islamiyah: la hijrah evoca el retiro de Mohamad
de La Meca a Medina, durante el cual se conformó la Umma
primigenia, y, en sentido figurado, expresa la decisión de los miem-
bros de la jemaah de alejarse de las instituciones seculares para
vivir bajo el régimen de la sharia. El jihad es entendido tanto en el
sentido estricto de la guerra santa contra los infieles, como en el
sentido amplio, de combate contra los enemigos del Islam que se
niegan a aplicar la ley islámica; el jihad, por tanto, es circunscrito al
contexto particular de Indonesia: un país con una población
mayoritariamente musulmana, dirigido por una elite política mu-
sulmana inclinada al mantenimiento de un Estado laico.
Durante el tiempo que permanecieron detenidos, algunas
personas ligadas, directa o indirectamente, a Pondok Ngruki
estuvieron involucradas en actividades delictivas:
-En enero de 1979, el rector de la Sebelas Maret Universitas
(Universidad 11 de Marzo) fue asesinado por haber informa-
do a las autoridades la existencia de JI; considerado responsa-
ble de la detención de las figuras más prominentes de la jemaah,
fue ajusticiado por un grupo conformado por Musa Warman
(mafioso relacionado con militares), Abdullah Umar (profe-
sor de Pondok Ngruki), Hasan Bauw y Farid Ghozali.
-El 15 de enero, Faridh Ghozali murió cuando las autorida-
des estaban por capturarlo.
-El 17 de enero, Hasan Bauw fue liquidado por el grupo
encabezado por Musa Warman, acusado de haber denuncia-
do a Ghozali y a Abdul Qadir Baraja.
-El 1 y 21 de marzo, Warman y Umar llevaron a cabo sen-
dos asaltos, bajo pretexto de recabar fondos mediante ata-
ques a los enemigos del Islam.
comprado los explosivos utilizados en los atentados contra una iglesia en
Malang (diciembre de 1984), el templo de Borobodur (21 enero de 1985) y
un autobús, en Java del Este. Fue sentenciado a 15 años de prisión; liberado
a finales de los 90, volvió a integrarse al grupo de Ngruki y participó en el
primer congreso del Majelis Mujahedin Indonesia, en agosto de 2000. Véase:
ICG, Op. cit., p. 8, nota 31.
125
Esos acontecimientos se debieron más a la iniciativa de los
involucrados, que a directivas de la jemaah. Las autoridades,
por supuesto, aprovecharon la ocasión para acreditarlas a la
agrupación y desvirtuarla ante el público.
Al terminar la primera etapa de la existencia de JI se podría
decir que era un grupo de islamistas organizados a partir de
Pondok Ngruki; el grupo estaba relacionado, a través de
Pronoto, con los antiguos rebeldes de Darul Islam; en torno a
él giraban individuos con perfiles muy diferentes y con un
amplio grado de autonomía para tomar iniciativas al margen
de la jemaah.
Abdullah Sungkar y Abu Bakar Bashir fueron juzgados en 1982
y sentenciados a nueve años de prisión, bajo el cargo de subver-
sión. A finales de ese año, ganaron la apelación del veredicto; la
condena fue reducida a tres años y diez meses, equivalentes al
tiempo que habían pasado en prisión desde su detención y, por
lo tanto, fueron liberados. Mientras que los fiscales apelaban la
reducción de la condena, ambos regresaron a Ngruki, donde se
dedicaron a organizar una red de pequeñas comunidades aboca-
das a practicar la ley islámica.
De acuerdo con los testimonios de quienes participaron en
esas comunidades, los miembros debían prestar un juramento de
obediencia a Abu Bakar Bashir en todo aquello que no contravi-
niese la voluntad de Alá y recibían instrucciones para formar
grupos de ocho a 15 personas en los sitios de residencia o de
trabajo, abocados a seguir la ley islámica y a vivir de acuerdo con
ella. Los preceptos islámicos que debían regir la vida de las pe-
queñas comunidades islámicas fueron resumidos por Bashir en
un manual titulado Usroh y escrito a partir de las enseñanzas de
Hasan al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes de
Egipto. Entre las obligaciones prescritas por el manual destacan:
evitar las instituciones no islámicas (escuelas o cortes, por ejem-
plo) y desobedecer cualquier ley que no sea la sharia.
126
El islamismo practicado por Abu Bakar Bashir puede ser
calificado como un islamismo parroquial, en la medida en
que parte de la influencia personal de los promotores de las
jemaah islamiyah sobre su entorno inmediato. El método para
instaurar la sociedad islámica dista mucho de ser violento; se
basa, sobre todo, en la acumulación progresiva de individuos
dispuestos a someterse a la voluntad de Alá, formulada a tra-
vés del proyecto de Bashir. Por otra parte, éste ha insistido
siempre en que pretende instaurar la sociedad islámica y en
que rechaza los medios violentos utilizados por organizacio-
nes como al-Qaeda.
Por supuesto, el proyecto de Bashir carecía de medios para
evitar que los miembros de las jemaah o de las organizaciones
de la red que convergía en Pondok Ngruki optasen por otros
medios para instaurar la sociedad islámica. Así, por ejemplo,
Andi Mohamed Taqwa, un estudiante de Pondok Ngruki, sir-
vió de conducto para poner en relación a Abdullah Sungkar
con Sanusi Daris, uno de los lugartenientes de Kahar
Muzakkar,124 cuando, en 1984, decidió volver a la vida políti-
ca pública. A través de esos contactos, ambos personajes de-
cidieron trabajar conjuntamente para recuperar y poner en
práctica el proyecto de la Republik Persatuan Indonesia (Repú-
blica Unitaria de Indonesia), constituido por la fusión de las
regiones que habían participado en las rebeliones de Darul
Islam: Java del Oeste, Sulawesi del Sur y Sumatra del Sur.125
Este proyecto, orientado hacia la instauración de un Estado a
124
Muzakkar fue el dirigente de la rebelión Darul Islam en la región de
Sulawesi del sur.
125
Taqwa, por su parte, siguió buscando contactos con los sobrevivientes de
las rebeliones islamistas; en 1985, se entrevistó con Daued Beureueh, diri-
gente de la rebelión en Aceh. En 1986 se reunió con Sungkar y Bashir, en
Malasia, y trabajó en el reclutamiento de voluntarios para combatir en
Afganistán.
127
partir de un área geográfica determinada, contrasta con el
proyecto amplio y laxo de construir progresivamente una so-
ciedad islámica, promovido por Bashir.
Durante los años que siguieron a la liberación de Sungkar y
Bashir, tanto el contexto internacional como el ambiente nacio-
nal, por otra parte, favorecieron la fermentación del islamismo
en Indonesia. La revolución iraní generó nuevas expectativas
entre quienes aspiraban a la islamización de un Estado indonesio,
percibido como un ente anti-islámico; en efecto, Suharto esco-
gió una coyuntura poco propicia para aplicar su política llamada
azas tunggal (principio básico), la que pretendía la adopción obli-
gatoria de los Pancasila como la ideología política de todas las
organizaciones sociales con reconocimiento oficial. La renuen-
cia a aceptar la imposición de la ideología oficial generó una
escalada de violencia: las protestas de los musulmanes fueron
reprimidas, degenerando en motines en algunas ciudades del país.
El activismo político islamista se intensificó y la ciudad de
Yogyakarta se destacó por el papel desempeñado tanto por
las universidades locales como por algunas mezquitas donde
predicaban ulama tradicionalistas. La Mezjid Sudirman desta-
caba, en general, por ser la sede de destacados oradores y, en
particular, porque algunos de ellos habrían de desempeñar un
papel importante en Jemaah Islamiyaah: Irfan Suryahardy,126
Fikiruddin Muqti127 y Muchliansyah.128
Irfan Suryahardy publicaba, en 1981, ar-Risalah, un boletín que
difundía tanto las ideas de Khomeini como entrevistas de los
antiguos dirigentes de Darul Islam y críticas contra el gobierno
126
También llamado Irfan S. Awwas, Suryahardy es hermano de Fikiruddin
y actualmente preside el Comité ejecutivo de Majelis Mujahedin Indonesia.
127
También conocido como Abu Jibril y como Mohamad Iqbal bin
Abdurrahman, Fikiruddin fue señalado por las autoridades malasias como
uno de los dirigentes de la red internacional de JI (las otras dos personas
eran Bashir y Hambali); es el único detenido, desde junio de 2001, en Malasia.
128
También conocido como Solihin.
128
de Suharto; en 1982, dirigía el Badan Koordinasi Pemuda Mesjid
(Cuerpo Coordinador de la Mezquita Juvenil); desde esa organi-
zación, publicó las audiencias del juicio contra Sungkar y Bashir
y tejió una amplia red de relaciones con organizaciones musul-
manas estudiantiles y juveniles; desde esa época data su relación
estrecha con Agus Dwikarna.129 En 1986 fue arrestado, juzgado
y condenado a 13 años de prisión bajo cargos de subversión.
Fikiruddin y Muchliansyah, por su parte, serían dos personajes
importantes durante la estancia de Sungkar y Bashir en Malasia.
132
Véase nota 124.
133
Mientras tanto, Fikiruddin y Muchliansyah siguieron manteniendo la
idea de una sociedad islámica basada en las experiencias de las rebeliones de
Darul Islam y tendiente a islamizar Indonesia.
130
algunos de los exiliados, entre los que se encontraban
Fikiruddin, Abdullah Anshori y Faiq Hafidz participaron, a
finales de los 80 y principios de los 90, en el jihad afgano.
Pese al exilio, la jemaah seguía manteniendo nexos estre-
chos con la red de conexiones organizadas en torno a Pondok
Ngruki y, a través de ellos, ejercía una influencia política e
ideológica sobre la misma. Por lo tanto, insistieron en conti-
nuar con la construcción de las jemaah islamiyah, en las áreas
donde estuvieran implantados los adherentes a la red.
Los exiliados regresaron a Indonesia después de la renuncia
de Suharto, en mayo de 1998, y encontraron un país en plena
fermentación política; el ambiente de reforma política per-
mitió el desarrollo de nuevas corrientes y la reorganización
de las antiguas. Sungkar murió un mes después de regresar a
Indonesia; Bashir volvió a Pondokl Ngruki; Muchliansyah se
instaló en Kalimantán (Borneo) y Nursalim en Bandung (Java
del Este). Visiblemente, la idea era continuar con el proseli-
tismo a favor de las jemaah islamiyah, extendiéndolas hasta
donde permitiera la capacidad física de sus miembros.
Los días 5, 6 y 7 de agosto de 2000, los miembros de la red
organizaron en Yogyakarta el Mujahedin Kongres (Congreso
Mujahedin) y reunieron a los más comprometidos en la adop-
ción de la sharia como canon organizativo de las vidas indivi-
duales y social. El congreso concluyó con la instauración del
Majelis Mujahedin Indonesia (MMI o Consejo Mujahedin de
Indonesia):
132
una organización con una apertura tan amplia que acoge a
todas las corrientes del islamismo, sin adoptar necesariamen-
te los medios utilizados por ellas. JI se ha distinguido por su
estrategia para construir la sociedad islámica (parroquial, na-
cional o internacional) y la misma la distingue de las corrien-
tes con las que interactúa cotidianamente y con las que ha
instituido el Majelis Mujahedin Indonesia. Jemaah Islamiyah dista
mucho de la imagen que los medios internacionales han cons-
truido sobre ella.
133
Capítulo V
EL TERRORISMO
EN ASIA DEL SUDESTE
136
LOS ATENTADOS TERRORISTAS EN FILIPINAS
140
autoría intelectual de estos atentados; si ese fuera el caso,
habrían sido aclarados crímenes que costaron la vida a 18
personas y que provocaron serios daños físicos a otras 36;
entre los muertos y heridos de esos atentados estuvieron al-
gunos de los fabricantes y de los encargados de colocar las
bombas en los lugares escogidos. La simultaneidad de las ex-
plosiones en diez ciudades de seis provincias localizadas en
las islas de Sumatra, Java y Lombok es una evidencia irrefu-
table de un plan concertado. El azar permitió la detención de
algunos individuos involucrados en los atentados:
a. Alguno de los sobrevivientes de una explosión prema-
tura, según la policía, poseía un celular, cuya memoria re-
gistraba llamadas a Malasia y Afganistán. Esto, en sí mis-
mo, no es una prueba contundente de nexos terroristas
internacionales, pero deja abierta la posibilidad de ello.
b. En Bandung, Java del Este, la explosión de una bom-
ba durante su montaje permitió a la policía capturar a
cuatro miembros del grupo terrorista, entre ellos esta-
ba una persona de nombre Iqbal, señalada por los in-
formes periodísticos como un religious teacher y como el
dirigente del grupo; quedaría por saber si religious teacher
significa, en este caso particular, ulama. Los informes,
por otra parte, no daban cuenta de ninguna filiación
organizativa del grupo.
c. En Medan, Sumatra del Norte, la policía capturó al
responsable del montaje y del envío de bombas a igle-
sias de Sumatra del Norte y de la provincia de Riau. De
acuerdo con los informes policiales, el prisionero afir-
mó que un representante del GAM habría pagado 2,800
dólares por preparar y enviar las bombas.
d. El 22 de julio de 2001, en la zona este de Yakarta,
dos bombas explotaron en una iglesia católica y otra
protestante, con un saldo de cinco heridos en un caso,
141
y de 64, en el otro. Una semana después, en un centro
comercial de la zona central de Yakarta, otra bomba
estalló prácticamente en las manos de quien la transpor-
taba, hiriendo a otras cinco personas. La policía indonesia
adjudicó el atentado al GAM y arrestó a 57 achejneses,
señalados como sospechosos de participar en el atenta-
do. El gobierno malasio, no obstante, identificó al herido
como Taufik Abdul Halim, también conocido como
Dani, y como miembro de Mujahedin Malaysia (no con-
fundir con Kumpulan Mujahedin Malaysia, mencionado en
el capítulo III de este ensayo), un grupo de nueve perso-
nas comprometidas con el jihad en Indonesia. Algunas
semanas después, la policía capturó 13 personas, una de
ellas de nacionalidad malasia, que practicaban técnicas
militares y de autodefensa en la provincia de Banteng. El
grupo se hacía llamar Forum Studi Kajian Islam (Foro de
Estudios Islámicos); algunos de ellos admitieron haber
participado en los atentados de la navidad de 2000, uno
indicó haber combatido contra los cristianos en Ambon,
Molucas, y otros señalaron que esperaban trasladarse a
Ambon después de terminado el entrenamiento.137
143
Jihad (el grupo de combatientes islamistas que ha apoyado
abiertamente a sus correligionarios de Ambon) dan cuenta
de las condiciones materiales dramáticas en que trabajaban
los militantes de la organización; téngase en cuenta es ésta la
que realizó un gran esfuerzo material y humano para sostener
la “guerra santa” en las Molucas y, a pesar del supuesto apoyo
recibido de los militares, los recursos materiales fueron exi-
guos;138 si es posible establecer una analogía entre Laskar Jihad
y Jemaah Islamiyah sobre la disponibilidad de recursos finan-
cieros, es difícil aceptar que JI haya apoyado financieramente
a al-Qaeda.
5. La relación entre al-Faruq y Agus Dwikarna. La re-
ferencia a esa relación es, por demás, tendenciosa. Como se
ha mencionado anteriormente, Agus Dwikarna es un perso-
naje con una importancia considerable dentro de los medios
tradicionalistas: presidió el Laskar Jundullah, servicio de se-
guridad del Comité para la Aplicación de la Ley Islámica, en
Makasar, y fue designado secretario del Majelis Mujahedin
Indonesia, pero también ocupa un espacio político importante
en los medios musulmanes no tradicionalistas: es muy cerca-
no a Amien Rais (presidente tanto del MPR –o Consejo Con-
sultivo Popular, la máxima autoridad constitucional del país-
como del PAN) y esa cercanía le valió ser designado tesorero
del partido de Rais.
Dwikarna fue detenido en Filipinas, en marzo de 2002, acu-
sado -junto con otros dos indonesios, llamados Abdul Jamal
Balfas y Tamsil Linrung- de viajar con documentos falsos y
de introducir explosivos al país. Desde el principio, los tres
detenidos insistieron en que los explosivos les habían sido
“plantados” por las autoridades filipinas de migración. En
138
Algunas fuentes señalan que detrás de Laskar Jihad se encontraban mili-
tares solidarios con los musulmanes de Ambon y deseosos de evitar el
surgimiento de un nuevo movimiento regional secesionista.
144
abril, Balfas y Linrung fueron liberados simplemente por fal-
ta de evidencias.139 El 12 de julio, en cambio, Dwikarna fue
declarado culpable de posesión ilegal de explosivos y conde-
nado a 17 años de prisión. Otros cargos presentados fueron
la participación en los atentados de diciembre 2000, en Manila,
y contra la embajada de Filipinas en Indonesia, ese mismo
año; por las características técnicas, los investigadores del
atentado de Bali relacionaron éste con el bombazo contra la
embajada filipina. Además, se le acusó de mantener relacio-
nes con Fathur Rohman al-Gozhi, prisionero en Filipinas y
confeso de haber organizado el atentado múltiple del 30 de
diciembre de 2000. La captura de al-Gozhi se produjo gracias
a la infor mación proporcionada por las autoridades
singapurenses a las filipinas; por tanto, se le ha achacado ser
uno de los expertos en explosivos de Jemaah Islamiyah.
La detención y condena de Dwikarna tiene los visos de una
revancha política contra Amien Rais y el PAN. En la elección
general de 1999, el Partai Demokrat Indonesia-Perjuangan obtu-
vo una mayoría relativa en la DPR (Casa de Representantes o
parlamento); su presidenta, Megawati Sukarnoputri, era con-
siderada como la candidata más fuerte para ocupar la presi-
dencia de la República de Indonesia. Durante la reunión del
MPR, ya entonces presidido por Rais, éste organizó el “axe
block”, bloque de partidos políticos de filiación islámica,
opuesto a la designación de Sukarnoputri como presidenta; el
candidato del bloque a la presidencia del país fue
Abdurrahman Wahid (ex Presidente de Nahdlatul Ulama y di-
rigentes espiritual del partido fundado por esta organización,
el Partai Kebangunan Bangsa –PKB o Partido del Despertar
Nacional), quien finalmente fue designado para ocupar el car-
go. Andando el tiempo, el bloque de partidos islámicos exigió
139
BBC News: “Second jail term for Indonesian ‘terrorist’,” 19 de abril de
2002.
145
la adopción oficial de la Carta de Yakarta, según la cual la sharia
tendría validez oficial para los musulmanes indonesios. Dwikarna,
por lo tanto, reúne todas las condiciones necesarias para presen-
tar a Amin Rais y al PAN como proclives al islamismo radical.
EL BOMBAZO DE BALI
Durante la noche del sábado 12 de octubre de 2002, la
afluencia de visitantes extranjeros al Sari Club (ubicado en
Jalan Legian, del poblado de Kuta, en Bali) presagiaba ingre-
sos interesantes para los administradores. Unos minutos des-
pués de las once de la noche, la diversión se tornó en tragedia:
una ligera explosión fue seguida de otra mucho más potente;
las risas se tornaron en llantos de dolor o en gritos de histeria
de quienes tuvieron la suerte de sobrevivir a uno de los aten-
tados más atroces. La onda de choque sacudió al mundo: los
primeros informes daban cuenta, en números redondos, de
180 muertos y un número indeterminado de heridos y desapa-
recidos. Tres semanas después, el balance era de más de 200
muertos, cientos de heridos y cerca de 200 desaparecidos.140
148
mente un comentario del General, que aceptaba implícita-
mente la investigación sobre los dos militares sospechosos:
“Había miles de personas en esta isla cuando ocurrió la ex-
plosión, por lo tanto, no debemos concentrarnos únicamente
en estas dos personas [los Generales]”. Finalmente, el diario
indonesio ponía de realce que, de acuerdo con el General
Aritonang, los investigadores trataban de identificar al pro-
pietario de la minivan Mitsubishi L-300, destruida por la ex-
plosión, pues “los números de identificación del motor y del
chasis fueron borrados”.147 Unos días después, esta informa-
ción soltada por el portavoz del equipo de investigación a los
periodistas sería la clave que permitiría capturar al primero
de los “autores” del bombazo.
En los medios musulmanes tradicionalistas también empe-
zaron a formularse hipótesis y surgió el rumor de que el gobierno
estadounidense estaba detrás del atentado. La mayoría de los
argumentos usados eran inverosímiles y, como todos los demás,
fueron ampliamente difundidos por la prensa local. Ante el
riesgo de acentuar más la animadversión en contra de los
Estados Unidos, durante una visita al lugar de la explosión, el
embajador en Indonesia solicitó ecuanimidad... a los
indonesios:
147
The Jakarta Post: “2 RI generals possible suspects in Bali probe”, 29
octubre de 2002.
148
ummahnews.com: “U.S., Indonesia army denies involvement in Bali carnage”,
31 de octubre de 2002; http://www.ummahnews.com/viewarticle.php?sid=12
149
LAS DIFICULTADES DEL GOBIERNO INDONESIO
151
no pudo superar la competencia entre sus diferentes integran-
tes. Así, las filtraciones de información que apuntaban hacia
militares podían provenir tanto de los miembros extranjeros
del equipo (sin filiaciones políticas domésticas) o de la Polri, en
competencia permanente con los militares. Esa competencia en-
tre las instituciones domésticas fue más que evidente y el periódi-
co singapurense The Straits Times se encargó de sacarlas a la luz:
152
The Straits Times: “Turf battles derail probe on Bali blasts”, 25 de octubre de 2002.
152
partir de ella, los especialistas pudieron establecer el perfil
general de los autores del atentado:
1. El Sari Club era un centro nocturno únicamente para
extranjeros.153 El objetivo del atentado, por lo tanto, fue es-
cogido con cuidado. Los musulmanes tradicionalistas, por su
parte, desde hace algún tiempo ejercen represalias contra “cen-
tros de vicio” que permanecen abiertos los viernes (día de
oración en la tradición islámica) o durante el Ramadán (mes
de ayuno tradicional). Este tipo de represalias, sin embargo,
se había producido en las ciudades de Java, pero nunca en
Bali, donde la filiación religiosa de la población local es
hinduista y donde el turismo representa un ingreso más que
considerable.
2. Las bombas que estallaron fueron dos. El detalle es
importante, pues la información inicial hablaba de tres bom-
bas. Una de ellas fue colocada dentro del Paddy’s Café y estaba
compuesta de 500 gramos de TNT. La otra fue dejada frente
al Sari Club y, dada la destrucción de un vehículo señalado
como una miniván Mitsubishi L-300, se supuso que fue colo-
cada en el interior del mismo;154 la Agencia Nacional de Inte-
ligencia (BIN), señaló en sus primeros informes que en la
manufactura de la segunda bomba se utilizó el plástico explo-
sivo conocido como C4, compuesto de Ciclotrimetilene-
trinitramina (RDX), de sus variantes HBX y nitratos, combinados
con plastificadores.155 Más tarde se precisaría que fueron em-
pleados entre 50 y 100 kilogramos de explosivos.156
3. Los explosivos utilizados son de uso altamente res-
tringido. The Jakarta Post citó el testimonio de Mark Ribband,
director de una empresa británica que elabora el explosivo
153
The Jakarta Post: “Bali bomb perpetrators still an enigma”, 22 de octubre de 2002.
154
Idem.
155
The Jakarta Post: “Explosive used in Bali blast contains RDX:
investigators”, 17 de octubre de 2002.
156
Idem.
153
C4; de acuerdo con Ribband: “C4 es un explosivo plástico...
muy potente, manufacturado principalmente en los Estados
Unidos, pero ampliamente distribuido a las fuerzas militares
alrededor del mundo”; “C4 es usado solamente por los mili-
tares aunque tiene algunos pequeños usos civiles”; “si uste-
des encuentran C4 en los inventarios militares de otros países
es porque allí ha habido una influencia americana...”; “C4 es
difícil de comprar; la mejor analogía es que está todavía más
controlado que la heroína, pero si se desea comprar heroína,
es posible obtenerla. Como todo [C4 y heroína], están al al-
cance mediante [el pago de] un precio”.157
4. Los artefactos pudieron haber sido detonados a dis-
tancia. La noche del 12 de octubre, una tercera bomba esta-
lló en las instalaciones del consulado estadounidense en el
distrito de Renon, Denpasar, Bali. Los investigadores encon-
traron evidencias de que los fabricantes de la misma utiliza-
ron un teléfono celular para hacerla estallar; por lo tanto, es
muy probable que hayan utilizado el mismo sistema en las
bombas del distrito de Kuta.
5. Las características de los artefactos exigen capacidades
técnicas complejas de quienes planearon y llevaron a cabo el
atentado. Brett Swan, de la Policía Federal Australiana y miembro
del equipo internacional de investigación, señaló que el atentado
sólo pudo ser llevado a cabo por perpetradores “altamente organiza-
dos”, que buscaban maximizar el número de víctimas.158 Más tarde,
el General Aritonang, en una conferencia de prensa, indicaba que
“atendiendo a la manera en que ellos trabajaron –usando TNT y
RDX como ingredientes explosivos y también los horarios de las
explosiones para lograr el mayor número de víctimas–, concluimos
que estos tres hombres [anunciados como sospechosos durante la
conferencia de prensa referida] son profesionales. Basados en esta
conclusión, nos coordinamos con otros cuerpos de inteligencia, in-
157
Idem.
158
Idem.
154
cluidos los militares, para elaborar una lista de sus expertos en bom-
bas, incluidos aquellos que han desertado de sus unidades”.159
6. La explosión de Bali sólo puede ser relacionada con
el atentado contra la embajada filipina, en 2000. Los in-
formantes señalaban que, de los “cientos” de atentados con
explosivos que se registraron en Indonesia, únicamente en el
de la embajada filipina se utilizó el mismo tipo de explosivos.160
Los hechos desmintieron los juicios apresurados de los pri-
meros días que siguieron a la explosión. Las bombas de la
Navidad de 2002 y de julio de 2001, primero, fueron atribui-
das al grupo Forum Studi Kajian Islam, por la policía indonesia;
luego, fueron adjudicadas por la CIA, según Time, a al-Faruq;
más tarde, el General Da’i Bachtiar, jefe de la Polri, las endilgó
a Hambali, indicando las similitudes con las de Bali. Ahora
bien, mientras que aquellas fueron elaboradas artesanalmente
por aprendices de terroristas, a quienes sus obras les estalla-
ron en las manos en repetidas ocasiones, las de Bali fueron
obras de profesionales altamente calificados, dotados de
recursos económicos considerables y de conexiones
importantes con los medios militares.
Una operación como la de Bali, señalaba un miembro activo de
la Kopassus (fuerza especial del ejército), experto en antiterrorismo,
requiere de “cientos de millones de rupias” y abundaba:
162
The Jakarta Post: “Military ‘knows’ the bombers, police don’t”, 25 de
octubre de 2002.
163
Véase, supra, nota 149.
156
(sic) de los bombazos de Bali”; de acuerdo con el funcionario:
“se han establecido conexiones entre las evidencias encon-
tradas en el sitio del atentado con las evidencias recolectadas
a partir de otras fuentes”. Por su lado, el inspector general I
Made Mangku Pastika, jefe del equipo interinstitucional de
investigación, confirmó la declaración del jefe de la policía:
“estamos persiguiendo a este hombre [el señalado por el Ge-
neral Bachtiar]. Él es indonesio y es el principal actor (en el
bombazo), así como el que fabricó [made] la bomba”.164
Con estos anuncios, empezó una segunda ronda de declaracio-
nes apresuradas que eran corregidas, sobre la marcha y sin justi-
ficación plena. Así, el miércoles 6 de noviembre, la policía detu-
vo a un individuo llamado Amrozi, de 40 años, egresado de una
escuela secundaria islámica; la detención fue realizada en su casa,
localizada en Paciran, Lamongan, Java del Este. El General
Aritonang indicó que era el propietario de la miniván Mitsubishi,
L-300, utilizada en el atentado. Asimismo, siempre siguiendo la
exposición del General Aritonang, proporcionó informaciones
derivadas de la reconstrucción del atentado y de las primeras
pesquisas después de haber detenido al sospechoso:
-La policía cateó varias casas en Denpasar (Bali) y en
Lamongan (Java del Este). En una de las casas de Denpasar,
encontró residuos de los materiales para elaborar las bombas.
-La policía interrogó a Mohamad Zakaria, director de Pondok
Al Islam, donde Amrozi estudió, así como a un individuo
llamado Silvestre Tandean, a quien Amrozi compró alrede-
dor de una tonelada de sustancias químicas para hacer bom-
bas; de acuerdo con informes periodísticos, la policía tendría
las facturas de compra como pruebas de la adquisición de los
explosivos en el comercio.165
164
The Jakarta Post: “Main suspect in Bali blasts identified, police say”, 30 de
octubre de 2002.
165
The Jakarta Post: “Experts cast doubt on police findings in Bali blast
case”, 13 de noviembre de 2002.
157
-La policía buscaba a tres hermanos de Amrozi (M. Gufron,
Ali Mirón y Ali Fauzi) y un maestro de Pondok Al Islam
(Mubarok), señalados por el detenido como sus cómplices en
el atentado.166
De acuerdo con un informe presentado por el General
Pastika a la prensa, Amrozi desempeñó tres funciones cen-
trales en el atentado:
166
The Jakarta Post: “Police claim to be close to solving Bali bomb puzzle”,
12 de noviembre de 2002.
167
The Jakarta Post: “Amrozi not Bali bomb maker: police”, 13 de noviem-
bre de 2002.
168
Idem.
158
Bashir y haber estado muy cerca de él cuando estuvo exiliado
en Malasia y después de regresar a Indonesia. La última vez
que tuvo contacto con el ulama fue seis meses antes del aten-
tado, cuando pasó a recogerlo a Pondok Ngruki, para tras-
ladarlo a la pesantren Al Islam. La policía, no obstante, fue
cuidadosa en exponer el nexo entre ambos personajes, sin
atribuir a Bashir responsabilidad alguna en el atentado de Bali.
Las condiciones en que se produjo el atentado y las opinio-
nes de los expertos contradicen todas las informaciones pre-
sentadas por la policía:
El perfil de Amrozi, de sus hermanos y del maestro de
la pesantren Al Islam no corresponde al de expertos en
el manejo de explosivos sofisticados. Los cuatro primeros
provienen de una familia muy modesta, cuyo hijo más em-
prendedor sólo pudo terminar la secundaria en una escuela
religiosa y no fue capaz de prever las consecuencias de orga-
nizar un atentado terrorista, haciendo explotar un vehículo
adquirido legalmente por él mismo y registrado bajo su pro-
pio nombre.
El programa de los “terroristas” carece de sentido.
Como bien señalaron los expertos, se necesita primero hacer
un reconocimiento del objetivo y luego una planeación detalla-
da de las operaciones, pues de la definición del objetivo dependerán
los recursos humanos y materiales necesarios para llevarlo a cabo.
Ahora bien, según la policía, los “terroristas” primero se reunieron
para planearlo; luego, sin tener un conocimiento preciso del
blanco, se trasladaron a Bali donde, deseando “matar tantos
americanos como fuera posible”, acabaron asesinando dece-
nas de australianos. Por otra parte, se supone que los “terroris-
tas” contaron con dos meses para preparar el atentado y
eso podría convencer al público que tuvieron tiempo
suficiente para prepararse técnicamente; sin embargo, de
nueva cuenta, la opinión de los expertos es contundente:
159
un bombazo como el de Bali necesita gente con ciertas
calificaciones... Si Amrozi y su grupo solo tuvieron
como tarea traer los explosivos al sitio, ello tendría sen-
tido... No es un trabajo fácil [preparar las bombas] aún
para personal militar entrenado para operaciones simi-
lares. Para ser capaz de practicar la teoría de las demo-
liciones, uno debe estudiar intensivamente por lo me-
nos un año. Un mes o dos no son suficientes.169
161
jeros y frecuentado principalmente por australianos. La cinta
de audio atribuida a ben Laden, y en la que éste menciona el
atentado de Bali no es propiamente una reivindicación, sino
una declaración sobre el resentimiento de los musulmanes
indonesios con respecto a la intervención australiana durante
la crisis de Timor Timur.
La conclusión que se impone sobre la base de los hechos
fundados es que el de Bali, con una excepción, difiere de to-
dos los atentados anteriores. En consecuencia, los grupos
islámicos tradicionalistas señalados como los autores de ésos,
difícilmente pudieron estar detrás del de Bali; entonces, pare-
cería necesario referir éste último al contexto político nacio-
nal indonesio; las hipótesis, sin embargo, no son muchas, pues
la conexión terroristas/militares es el núcleo en torno al cual
giran todas las posibilidades:
-Si se tratara de islamistas radicales; esto supondría, de cual-
quier forma, complicidades con círculos militares importan-
tes, tanto por la disponibilidad de recursos humanos y finan-
cieros, como por el acceso a los arsenales del ejército. En el
caso de Laskar Jihad, siempre se habló de un apoyo financiero
y logístico del ejército hacia los “jihadistas” de Ambon; sin
embargo, el trabajo sucio lo realizaban siempre los comba-
tientes de la “guerra santa”. En el caso de Bali, las preguntas
que se impone son las siguientes:
o ¿El trabajo sucio fue realizado por militares islamistas?
De ser así, las fuerzas armadas indonesias, caracterizadas
por defender el nacionalismo laico a ultranza, sufrirían una
seria fractura; sin embargo, parece imposible que los servi-
cios militares de inteligencia no hayan descubierto a los posi-
bles elementos radicales.
O ¿Fue obra de especialistas musulmanes foráneos? En ese
caso, ¿actuaron en complicidad con militares islamistas? O
bien ¿fueron manipulados por los militares?
162
-La mención de Generales sospechosos y de un ex coman-
dante de las milicias con una actitud en pro de Yakarta de
Timor Timur podría apuntar hacia un grupo de militares
revanchistas que todavía lamenta la pérdida de ese territorio.
La hipótesis, no obstante, tiene un flanco débil, pues el prin-
cipal objetivo sería dañar intereses australianos y no ejercer
presión sobre el gobierno de Sukarnoputri, pues ésta siempre
se pronunció en contra de la independencia de Timor Timur.
Por supuesto, queda siempre la posibilidad de que esa presión
tenga como objetivo empujar al gobierno a tomar soluciones
de fuerza en los conflictos de Aceh y de Papúa.
-El complot organizado bajo el control de los militares, desde
el principio hasta el final, no puede ser descartado.
Las tres hipótesis tienen como elemento común el interés
particular de los militares, dañado por las reformas políticas
puestas en práctica después de la renuncia de Suharto. En el
pasado reciente, cuando menos en dos ocasiones la elite mili-
tar había amenazado con desplazar a los políticos civiles para
hacerse del poder.
La primera fue durante la crisis de Timor; luego de la san-
grienta represión ejercida por los milicianos integracionistas
contra los independentistas timoreses, los militares empuja-
ron al Presidente Habibie a promulgar un decreto que
instauraba el estado de excepción y que dejaba a los militares
al frente del gobierno; las movilizaciones populares a lo largo
y ancho del país obligaron al parlamento a desechar el decre-
to y los militares dieron marcha atrás con el golpe de Estado
técnico.
La segunda tentativa de hacerse del poder se produjo du-
rante la crisis entre el Presidente Wahid y el MPR. Éste bus-
caba destituir a aquél, fincándole cargos de corrupción, pero
Wahid se negaba a dejar la presidencia. Se estableció, así, una
situación de ingobernabilidad que llevó a los militares a indi-
163
car que si los políticos civiles no eran capaces de resolver una
crisis entre ellos, estaban dispuestos a tomar las riendas del
gobierno. El establecimiento de un consenso sobre la salida de
Wahid y el nombramiento de Sukarnoputri como su sucesora
permitió resolver la crisis y obligó a los militares a contenerse.
En el contexto actual, la exposición del país ante el mundo y,
sobre todo, ante el gobierno de Estados Unidos como un nodo
en extremo peligroso de la red internacional terrorista, sólo
puede confortar la posición de los militares como los únicos
capaces de poner orden en una nación caótica. La colabora-
ción militar Macapagal-Bush para combatir a Abu Sayyaf y el
acercamiento entre dos gobiernos hostiles como el malasio y el
estadounidense, después del 11 de septiembre, parecerían ser
los ejemplos seguidos por los militares indonesios para resta-
blecer su posición dominante en la sociedad indonesia, con el
apoyo de los dirigentes de la “cruzada contra el eje del mal”.
Esta hipótesis, de ser válida, implicaría que el fin del proceso
de democratización de la sociedad indonesia impulsada por el
movimiento popular Reformasi y que el combate al “terrorismo
internacional” tendría como costo mayor suspender solucio-
nes negociadas a los conflictos presentes en Indonesia (en Aceh
o Papúa) e imponer soluciones de fuerza. La escalada de la
violencia en Bangsamoro y Filipinas, no obstante, muestra cuál
podría ser la consecuencia inmediata de las soluciones para las
cuales los militares indonesios buscan el apoyo de Bush.
El terrorismo en el sudeste asiático, aunque real, dista mucho de
tener las proporciones que le son atribuidas por la prensa interna-
cional. El respaldo estadounidense a gobiernos percibidos por los
musulmanes tradicionalistas como enemigos de la religión e inca-
paces de resolver los problemas presentes en las sociedades de la
región puede servir de acicate para que la violencia, terrorista o no,
trascienda a un plano superior. La dialéctica es implacable: el com-
bate contra “las fuerzas del mal” sólo reforzará dichas fuerzas.
164
CONCLUSIONES
166
Habibie y Wahid adoptaron una actitud conciliadora con res-
pecto a ellos; sin embargo, contaron siempre con la oposición
intransigente de las fuerzas armadas a cualquier concesión de
autonomía significativa y con la voluntad militar de recrude-
cer las hostilidades en Aceh. El ejército, así, ha demostrado
que sigue siendo un estado dentro del Estado y que represen-
ta un riesgo mayor para la consolidación de la democracia,
que cualquier organización islamista radical.
Malasia, a pesar de seguir siendo regida por instituciones
verticalistas, también conoció movilizaciones políticas a raíz,
primero, de la irritación social derivada de la detención de
Anwar Ibrahim y, luego, de la preparación de la elección ge-
neral de noviembre de 1999. La hegemonía política de la United
Malayan National Organization fue puesta en entredicho y la
elite política malaya optó por una política de descrédito y
represión de la oposición institucional, basada en la defensa
de la versión oficial del Islam. Con esto buscó matar en el hue-
vo cualquier intento de democratización del sistema político.
En un ambiente propicio para las reformas políticas de ca-
rácter democrático, es normal que los musulmanes, tradicio-
nalistas o no tradicionalistas, sean mayoría o minoría en un
país determinado, presenten y busquen poner en práctica sus
propias reivindicaciones: el PAS malasio propone un Estado
islámico unitario y busca establecerlo por los cauces
institucionales; los partidos del “axe block” indonesio exigen
la institucionalización oficial de la “Carta de Yakarta”, que
hace obligatoria la sharia para todos los indonesios musulma-
nes; el GAM, el FMLN, el FMIL y, aun a su modo, Abu Sayyaf
reivindican un principio democrático fundamental: el respeto
a la libre autodeterminación de los pueblos.
Las clases políticas dominantes, acostumbradas a un ejerci-
cio del poder incuestionable, o no han querido incorporarse
al nuevo juego de la democracia, o lo hacen a regañadientes y
167
dan marcha atrás cuando la ocasión se los permite; sobre todo,
son renuentes a discutir siquiera las demandas políticas que
ponen en riesgo una unidad nacional débil y responden con
medidas que tornan todavía más frágil esa unidad. Así, la in-
satisfacción popular derivada de un desempeño deficiente de
las clases políticas también tiende a provocar actos de exas-
peración extrema, generando espirales de violencia difíciles
de controlar.
En el sudeste asiático, el terrorismo ha germinado en un
campo abonado por las fricciones resultantes de las
movilizaciones populares que buscan una mayor participa-
ción en la vida pública y de las actitudes conservadoras de las
clases políticas dominantes. Como se ha señalado, existe una
corresponsabilidad de las sociedades y de las clases políticas
en el surgimiento y desarrollo del fenómeno.
Ahora bien, ese fenómeno se desenvuelve en un contexto
global doble: por un lado, la Umma sólo puede ser concebida
en una dimensión universal, la de la unidad de todos los mu-
sulmanes en y ante la Divinidad; por el otro, esa unidad uni-
versal es reforzada con los productos de la sociedad global:
los medios de comunicación que ponen en contacto virtual a
todos los miembros de la Umma. Por eso, nada tienen de ex-
traño ni las expresiones internacionales de solidaridad islámica,
ni su concreción en organizaciones internacionales que, de
una manera u otra, buscan reforzar la identidad y la unidad
islámica.
Las organizaciones terroristas no escapan a esa lógica, como
tampoco lo hacen los “cruzados contra el terror”, quienes,
antes de partir en guerra, se han visto obligados a construir
una coalición internacional y a obtener las sanciones legales
para iniciar un combate en la escala global.
Como se ha visto, es posible que algunos de los grupos te-
rroristas de la región mantengan nexos con organizaciones
168
similares foráneas; sin embargo, Jemaah Islamiyah, señalada por
los gobiernos de la región y por el de Estados Unidos como el
brazo local de Osama ben Laden, tiene una característica
doble: por un lado, es una organización con un perfil y un
proyecto propios; por el otro, es un punto de confluencia de
individuos con diversas filiaciones organizativas. Por esto,
siempre cabe la posibilidad de que algunos asociados a JI prac-
tiquen lo que en lenguaje de la izquierda era llamado “el
entrismo”; es decir, la entrada a una organización para hacer
proselitismo y ganar adeptos para la corriente política del
“entrista”. Una situación similar no implica necesariamente
que JI sea, en esencia, una organización terrorista internacio-
nal.
Ahora bien, el hostigamiento de los miembros tradiciona-
listas y pacifistas de JI, o de cualquier otra organización
islámica, mediante una represión promovida por los gobier-
nos de la región y secundada por la coalición internacional
“antiterrorista” sólo puede provocar nuevas reacciones de
violencia. El resultado final será, por necesidad, completa-
mente opuesto al efecto buscado con la campaña contra el
terror.
El terrorismo, en el sudeste de Asia, existe. Sin embargo,
carece de la amplitud que la prensa internacional suele adju-
dicarle; asimismo, las expresiones terroristas no provienen úni-
camente de organizaciones islamistas. En las Filipinas el poco
conocido Indigenous Federal People’s Army también ha recurrido
a él. En Indonesia, el todavía no aclarado atentado de Bali,
parece una provocación montada con la participación de al-
gunos círculos militares. En Malasia, el asalto de Al-Ma’unah
también parece tener nexos gubernamentales.
Algunos sectores particulares de las clases políticas de la
región, por tanto, han buscado aprovechar el ambiente crea-
do por los acontecimientos del 11 de septiembre para ajustar
169
cuentas con sus contrincantes, institucionales o no; para ello,
han magnificado el fenómeno del terrorismo, buscando el
apoyo externo a las medidas represivas contra pretendidos
terroristas. Esta manipulación, que en el ámbito nacional po-
dría ser explicada a partir de la razón de Estado, ha sido tergi-
versada por los medios de comunicación internacionales, para
justificar las decisiones de los dirigentes de la “cruzada con-
tra el terror”.
La “cruzada” no sólo puede extender e intensificar la vio-
lencia, también puede inhibir procesos de democratización
que apenas están en sus inicios. Resulta, por consiguiente,
paradójico que el gobierno estadounidense, habiéndose erigi-
do a sí mismo como el paladín de la democracia, ahora se
haya convertido en la principal amenaza para la democratiza-
ción del sudeste asiático.
El “combate contra el terrorismo” ha contado con un ins-
trumento eficaz de propaganda: los medios internacionales
de comunicación. Gracias a éstos, los usuarios comunes de
tales medios han sido víctimas de una intoxicación informa-
tiva que les hace ver al mundo a través de un esquema con-
trastado: blanco vs negro, buenos vs malos, sensatos vs fanáti-
cos, civilización vs Islam.
El presente ensayo tiene como intención incitar al público
a buscar fuentes de información alternas, para percibir de
manera diferente un mundo cuya riqueza depende de la co-
existencia de una amplia diversidad de grupos sociales, con
tradiciones culturales y religiosas propias. Pero, sobre todo,
desea servir para que, a partir de esa percepción, refuerce
pautas de convivencia pacífica, basadas en el conocimiento y
respeto mutuos. México, como lo prueba la práctica cotidia-
na, no está exento de la violencia provocada por la frustra-
ción y la intolerancia.
170
ANEXO ESTADÍSTICO
Cuadro 1
POBLACIÓN MUNDIAL TOTAL Y POBLACIÓN
MUNDIAL MUSULMANA, 2001
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
1. Total mundial 6136,56 1410,83 22,99 1.623,66 26,46
2. Asia 3720,11 960,20 25,81 1.124,54 30,23
2. como % de 1 60,62 68,06 69,26
3. Africa 817,90 391,41 47,86 436,59 53,37
3. como % de 1 13,33 27,74 26,89
4. Europa 726,89 50,87 7,00 52,64 7,24
4 como % de 1 11,85 3,61 3,24
5. América 840,64 8,04 0,96 9,53 1,13
5 como % de 1 13,70 0,57 0,59
6. Oceanía 31,02 0,31 1,00 0,36 1,16
6 como % de 1 0,51 0,02 0,02
Cuadro 2
POBLACIÓN TOTAL Y POBLACIÓN
MUSULMANA EN ASIA, 2001
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
TOTAL CONTINENTAL 3.720,1 959,9 25,8 1.124,5 30,2
Asia occidental 171,8 152,6 88,8 152,8 88,9
Arabia Saudita 21,1 21,1 100,0 21,1 100,0
Armenia 3,8 0,1 3,0 0,2 4,0
Azerbaijan 8,1 7,6 93,4 7,6 93,4
Bahrian 0,7 0,7 100,0 0,7 100,0
Chipre 0,9 0,2 23,0 0,2 23,0
Emiratos Arabes Unidos 3,3 3,2 96,0 3,3 99,0
Georgia 5,5 1,1 20,0 1,1 20,0
Irak 23,6 22,9 97,0 22,9 97,0
Israel 6,4 0,9 14,6 0,9 14,6
Jordania 5,2 4,9 94,0 4,9 94,0
Kuwait 2,3 2,3 100,0 2,3 100,0
Líbano 4,3 3,0 70,0 3,0 70,0
Omán 2,4 2,4 99,0 2,4 99,0
Palestina 3,3 3,2 98,0 3,2 98,0
Qatar 0,6 0,6 95,0 0,6 100,0
República Arabe de Siria 17,1 15,4 90,0 15,4 90,0
Turquía 66,3 66,2 99,8 66,2 99,8
Yemen 18,0 18,0 99,9 18,0 99,9
Asia centro-sur 1.505,2 541,0 35,9 604,0 40,1
Afganistán 26,8 26,5 99,0 26,5 99,0
Bangladesh 133,5 117,9 88,3 117,9 88,3
Bhutan 0,9 0,0 5,0 0,0 5,0
India 1.033,0 144,6 14,0 206,6 20,0
Irán 66,1 65,4 99,0 65,4 99,0
Kazajstán 14,8 7,0 47,0 7,0 47,0
Kirgistán 5,0 3,8 75,0 3,8 75,0
172
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
Maldivas 0,3 0,3 100,0 0,3 100,0
Nepal 23,5 0,9 3,8 1,9 8,0
Pakistán 145,0 140,7 97,0 140,7 97,0
Sri Lanka 19,5 1,4 7,0 1,4 7,0
Tadjikistán 6,2 5,6 90,0 5,6 90,0
Turkmenistán 5,5 4,9 89,0 4,9 89,0
Uzbekistán 25,1 22,1 88,0 22,1 88,0
Sudeste asiático 518,6 206,6 39,8 218,5 42,1
Brunei Darussalam 0,3 0,2 67,0 0,2 67,0
Camboya 13,1 0,5 4,0 0,9 7,0
Filipinas 77,2 5,4 7,0 7,7 10,0
Indonesia 206,1 181,4 88,0 181,4 88,0
Laos 5,4 0,1 1,0 0,1 1,0
Malasia 22,7 13,4 59,0 13,4 59,0
Myanmar 47,8 1,9 4,0 7,2 15,0
Singapur 4,1 0,7 16,0 0,7 16,0
Tailandia 62,4 2,5 4,0 6,2 10,0
Timor del Este 0,8 0,0 4,0 0,0 4,0
Vietnam 78,7 0,6 0,7 0,8 1,0
Este de Asia 1.503,4 38,6 2,6 128,2 8,5
China, RP 1.273,3 38,2 3,0 127,3 10,0
China, Hong Kong 6,9 0,1 1,4 0,1 1,4
China, Macao 0,4
Corea del Norte 22,0
Corea del Sur 48,8 0,0 0,1 0,4 0,9
Japón 127,1 0,2 0,1 0,2 0,1
Mongolia 2,4 0,1 4,0 0,1 4,0
Taiwán 22,5 0,1 0,3 0,1 0,3
173
Cuadro 3
POBLACIÓN TOTAL Y POBLACIÓN
MUSULMANA EN AFRICA, 2001
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
TOTAL CONTINENTAL 817,9 391,4 47,9 436,6 53,4
Africa del Norte 177,0 163,3 92,2 163,3 92,2
Argelia 31,0 30,7 99,0 30,7 99,0
Egipto 69,8 65,6 94,0 65,6 94,0
Libia 5,2 5,0 97,0 5,0 97,0
Marruecos 29,2 28,9 99,0 28,9 99,0
Sudán 31,8 23,2 73,0 23,2 73,0
Túnez 9,7 9,5 98,0 9,5 98,0
Sahara Occidental 0,3 0,3 100,0 0,3 100,0
Africa Occidental 240,0 131,9 55,0 161,2 67,2
Benin 6,6 1,3 20,0 1,3 20,0
Burkina Faso 12,3 6,2 50,0 6,2 50,0
Cabo Verde 0,4
Costa de Marfil 16,4 9,8 60,0 9,8 60,0
Gambia 1,4 1,3 95,0 1,3 95,0
Ghana 19,9 6,0 30,0 9,0 45,0
Guinea 7,6 6,5 85,0 6,5 85,0
Guinea Bissau 1,2 0,5 45,0 0,7 60,0
Liberia 3,2 0,6 20,0 1,4 45,0
Mali 11,0 9,9 90,0 9,9 90,0
Mauritania 2,7 2,7 100,0 2,7 100,0
Niger 10,4 10,1 97,0 10,1 97,0
Nigeria 126,6 63,3 50,0 88,6 70,0
Senegal 9,7 9,1 94,0 9,1 94,0
Sierra Leona 5,4 3,2 60,0 3,2 60,0
Togo 5,2 1,3 25,0 1,3 25,0
Africa Oriental 251,6 81,3 32,3 93,8 37,3
Burundi 6,2 0,6 10,0 0,6 10,0
Comoros 0,6 0,6 98,0 0,6 98,0
174
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
Djibuti 0,6 0,6 94,0 0,6 94,0
Eritrea 4,3 2,2 50,0 2,2 50,0
Etiopía 65,4 32,7 50,0 32,7 50,0
Kenya 29,8 6,0 20,0 10,4 35,0
Madagascar 16,4 1,1 7,0 1,1 7,0
Malawi 10,5 2,1 20,0 3,7 35,0
Mayotte 0,2
Mauricio 1,2 0,2 16,6 0,2 16,6
Mozambique 19,4 3,9 20,0 5,8 30,0
Reunión 0,7 0,0 2,0 0,0 2,0
Rwanda 7,3 0,3 4,6 0,3 4,6
Sechelles 0,1
Somalia 7,5 7,5 100,0 7,5 100,0
Tanzania 36,2 18,1 50,0 18,1 50,0
Uganda 24,0 3,8 16,0 8,4 35,0
Zambia 9,8 1,5 15,0 1,5 15,0
Zimbabwe 11,4 0,1 1,0 0,1 1,0
Africa Central 99,0 13,8 14,0 17,2 17,4
Angola 12,3 0,3 2,5
Camerún 15,8 3,5 22,0 3,5 22,0
Africa Central 3,6 0,5 15,0 0,5 15,0
Chad 8,7 4,4 50,0 7,4 85,0
Congo 3,1 0,1 2,0 0,1 2,0
Congo, Rep. Democrática 53,6 5,4 10,0 5,4 10,0
Guinea Ecuatorial 0,5
Gabón 1,2 0,0 4,0 0,0 4,0
Sao Tomé 0,2 0,0 0,0
Africa del Sur 50,3 1,1 2,2 1,1 2,2
Botswana 1,6 0,0 3,0 0,0 3,0
Lesotho 2,2 0,1 4,0 0,1 4,0
Namibia 1,8
Africa del Sur 43,6 0,9 2,0 0,9 2,0
Zwazilandia 1,1 0,1 10,0 0,1 10,0
175
Cuadro 4
POBLACIÓN TOTAL Y POBLACIÓN
MUSULMANA EN EUROPA, 2001
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
TOTAL CONTINENTAL 726,9 50,9 7,0 52,6 7,2
Europa del Norte 95,6 2,0 2,1 2,0 2,1
Dinamarca 5,4 0,2 3,0 0,2 3,0
Estonia 1,4 0,0 0,7 0,0 0,7
Finlandia 5,2 0,0 0,2 0,0 0,2
Islandia 0,3
Irlanda 3,8
Letonia 2,4 0,0 0,4 0,0 0,4
Lituania 3,7 0,0 0,1 0,0 0,1
Noruega 4,5 0,0 1,0 0,0 1,0
Reino Unido 60,0 1,5 2,5 1,5 2,5
Suecia 8,9 0,3 3,1 0,3 3,1
Europa Occidental 183,5 10,6 5,8 10,6 5,8
Austria 8,1 0,2 2,2 0,2 2,2
Bélgica 10,3 0,4 3,6 0,4 3,6
Francia 59,2 5,9 10,0 5,9 10,0
Alemania 82,2 3,0 3,7 3,0 3,7
Liechtenstein 0,0 0,0 3,4 0,0 3,4
Luxemburgo 0,4 0,0 1,1 0,0 1,1
Mónaco 0,0 0,0 0,5 0,0 0,5
Países Bajos 16,0 0,9 5,4 0,9 5,4
Suiza 7,2 0,2 3,1 0,2 3,1
Europa Oriental 302,6 28,9 9,6 30,7 10,1
Belorusia 10,0 0,0 0,1 0,0 0,1
Bulgaria 8,1 1,0 11,9 1,0 11,9
República Checa 10,3 0,0 0,2 0,0 0,2
Hungría 10,0 0,0 0,1 0,0 0,1
Moldavia 4,3 0,0 0,2 0,0 0,2
176
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
Polonia 38,6 0,0 0,1 0,0 0,1
Rumania 22,4 0,2 1,0 0,2 1,0
Rusia 144,4 27,4 19,0 27,4 19,0
Eslovaquia 5,4
Ucrania 49,1 0,2 0,5 2,0 4,1
Europa del Sur 145,2 9,3 6,4 9,3 6,4
Albania 3,4 2,4 70,0 2,4 70,0
Andorra 0,1 0,0 0,6 0,0 0,6
Bosnia Herzegovina 3,4 2,0 60,1 2,0 60,1
Croacia 4,7 0,1 3,0 0,1 3,0
Grecia 10,9 0,2 1,5 0,2 1,5
Italia 57,8 1,4 2,4 1,4 2,4
Macedonia 2,0 0,6 30,0 0,6 30,0
Malta 0,4 0,0 1,1 0,0 1,1
Portugal 10,0 0,1 0,5 0,1 0,5
San Marino 0,0 0,0 0,0
Eslovenia 2,0 0,0 1,6 0,0 1,6
España 39,8 0,5 1,2 0,5 1,2
Yugoslavia 10,7 2,0 19,0 2,0 19,0
177
Cuadro 5
POBLACIÓN TOTAL Y POBLACIÓN
MUSULMANA EN AMÉRICA, 2001
178
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
Martinica 0,4
Puerto Rico 3,9
San Kittis-Nevis 0,0
Santa Lucía 0,2
San Vicente 0,1
Trinidad-Tobago 1,3 0,1 8,1 0,1 8,1
América del Sur 350,3 1,0 0,3 2,3 0,7
Argentina 37,5 0,5 1,3 0,5 1,3
Bolivia 8,5
Brasil 171,8 0,2 0,1 1,5 0,9
Chile 15,4
Colombia 43,1 0,1 0,1 0,0 0,1
Ecuador 12,9
Guyana francesa 0,2
Guyana 0,7 0,1 13,0 0,1 13,0
Paraguay 5,7
Perú 26,1
Surinam 0,4 0,1 19,6 0,1 19,6
Uruguay 3,4
Venezuela 24,6 0,1 0,4 0,1 0,4
179
Cuadro 6
POBLACIÓN TOTAL Y POBLACIÓN
MUSULMANA EN OCEANÍA, 2001
Fuentes generales Fuentes generales
e islámicas
Población Población b como Población b como
total Musulmana % de a Musulmana % de a
(a) (b) (b)
TOTAL CONTINENTAL 31,0 0,3 1.1 0,6 1,9
Australia 19,4 0,3 0,5 2,4
Fidji 0,8 0,1 8,0 0,1 8,0
Guam 0,2
Islas Marshall 0,1
Islas Solomon 0,5
Kiribati 0,1
Micronesia 0,1
Nauru 0,0
Nueva Caledonia 0,2 0,0 4,0 0,0 4,0
Nueva Zelanda 3,9 0,0 0,5 0,0 1,1
Palau 0,0
Papua Nueva Guinea 5,0
Polinesia Francesa 0,2
Tonga 0,1
Vanuatu 0,2
Samoa Occidental 0,2
180
Cuadro 7
ATENTADOS TERRORISTAS EN FILIPINAS, 20 DE
SEPTIEMBRE 2000 A 20 DE OCTUBRE DE 2002
181
Índice Onomástico
184
Anshori, Abdullah: indonesio, miembro de Jemaah Islamiyah,
durante su estancia en Malasia, a finales de los 80 y princi-
pios de los 90, participó en la jihad afgana. (p. 131).
185
talibán, en Afganistán, y el gobierno de Sadam Hussein, en
Irak. (p. 27).
186
participó en el primer congreso del Majelis Mujahedin Indonesia,
en agosto de 2000. (p. 124).
187
ben Abdurahman, Mohamad Iqbal: también conocido con
los nombres Abu Jibril y de Fikkirudin Muqti, de nacionali-
dad indonesia y hermano de Irfan Suryahardy; de acuerdo
con algunas fuentes, a finales de los 80 y principios de los 90
participó en la jihad afgana; fue detenido el 30 de junio de
2001 por la policía malasia, en los alrededores de Kuala
Lumpur, luego de pronunciar un sermón. Pertenece al grupo
de dirigentes de la organización Jemaah Islamiyah y formó
parte del Majelis Mujahedin Indonesia (MMI o Consejo
Mujahedin de Indonesia), como responsable del Departemen
Peningkatan Sumber Daya Mujahid (DPSDM o Departamento
Encargado de Fortalecer los Recursos de los Mujahedin); aun-
que se le acusó de pertenecer al KMM, las autoridades malasias
nunca fueron capaces de ofrecer información fidedigna sobre
esa filiación, ni sobre los nexos del mismo con Osama ben Laden.
(pp. 87, 88, 92, 93, 96, 118, 121, 128, 129, 130, 131, 132).
188
Beureu, Mohamad Daud: ulama achejnes, de origen aristo-
crático, encabezó la lucha por el reconocimiento legal de Aceh
como una provincia autónoma, en el marco de la República
de Indonesia. Ante la negativa de las autoridades centrales de
reconocer la autonomía regional, se vio obligado a procla-
mar, el 21 de septiembre de 1953, el Negara Islam Indonesia o
Estado Islámico de Indonesia. Con la proclamación comenzó
una revuelta armada contra el gobierno central. (p. 106).
189
D
190
que exiliarse, en 1979, en Suecia, donde estableció el
“Autogobierno Achejnes en Exilio”. (pp. 108, 109).
191
Estrada, Joseph Ejército: Presidente de las Filipinas de mayo
de 1998 a enero de 2001. Se desempeñó como actor en pelí-
culas populares. En 1969 fue electo Presidente del gobierno
local, en su pueblo natal. Permaneció en esa función hasta
1986, cuando Ferdinand Marcos abandonó el país. En 1987
fue electo miembro del senado. En mayo 1992 fue electo Vi-
cepresidente de la República y en mayo de 1998 asumió la
presidencia. Pronto se vio envuelto en escándalos derivados
de su afición a las mujeres y de acusaciones de corrupción. Se
le fincó juicio político, acusado de haber recibido ilegalmente
80 millones de dólares; finalmente, fue destituido en enero
de 2001. (p. 166).
192
G
193
tido oficial, los Golkar, lo mantuvo como su candidato a la
Presidencia, pero fueron derrotados. (pp. 111, 112, 163, 167).
194
al Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN); en diciem-
bre de 1977, ante las divergencias políticas con Nur Misuari,
abandonó el FMLN y creó el Frente Moro Islámico de Libe-
ración (FMIL). (pp. 61, 63, 64. 73).
I
Ibrahim, Anwar: malasio de origen malayo, durante su ju-
ventud fue dirigente de la organización islamista estudiantil
ABIM; provocó una de las primeras escaladas islamizantes
que llevó a la adopción de prácticas religiosas en la vida pú-
195
blica malasia; fue cooptado e impulsado a la vida política por
Mohamad Mahathir; de manera fulgurante se convirtió en el
sucesor designado del Primer ministro, ocupando simultánea-
mente la Vicepresidencia de la UMNO, el puesto de
Vicepremier y el cargo de Ministro de finanzas. En vísperas
de la crisis asiática de 1997-1998, protector y protegido enta-
blaron una feroz competencia por el control del partido malayo
y del gobierno; la confrontación terminó con la destitución
de Anwar Ibrahim de todos los cargos políticos dentro del
partido y del gobierno y con una acusación judicial basada en
cargos de corrupción y sodomía. El arresto y el juicio levan-
taron una ola de protestas que, más tarde, fue capitalizada
electoralmente por el PAS, en la elección general de noviem-
bre de 1999. (pp. 98, 167).
196
Janjalani, Abdurajak: moro, miembro del FMLN y funda-
dor del grupo islamista radical Abu Sayyaf (Los Portadores de
la Espada). De acuerdo con algunas fuentes, no necesaria-
mente exactas, durante su estancia en Afgansitán, habría es-
tablecido contactos con organizaciones islamistas radicales;
allí mismo habría recibido apoyo financiero de Jamal Khalifa,
hombre de negocios saudita, para crear Abu Sayyaf, una co-
rriente opuesta tanto al FMLN como al FMIL, y que reivindi-
caba la independencia de la bangsamoro y el establecimiento
de un Estado islámico. (pp. 66, 67).
197
Khalifa, Jamal: saudita acaudalado que, de acuerdo con al-
gunas fuentes, habría financiado la creación del grupo radical
moro Abu Sayyaf. (p. 66).
198
Loisy, Stéphane: rehén de Abu Sayyaf, en la isla de Jolo; el
gobierno francés habría pagado el rescate exigido por el gru-
po moro militante. (p. 70).
199
Mahathir, Mohamad: Primer ministro de Malasia desde 1981
hasta la fecha. Participó como mediador activo en las nego-
ciaciones entre el gobierno filipino y el FMIL. (pp. 73, 78, 80,
81, 84, 89, 93, 94).
200
una reforma agraria profunda que jamás fue cumplida. En
1969 Marcos fue reelecto Presidente; mientras, las tensiones
políticas entre el gobierno, por un lado, y por el otro, el Parti-
do Comunista de las Filipinas y el Frente Moro de Liberación
Nacional, degeneraban en enfrentamientos militares. En 1971,
una convención de la oposición adoptó una resolución ten-
diente a impedir una nueva reelección de Marcos; éste, sin
embargo, utilizó un atentado en contra del Ministro de De-
fensa, Juan Ponce Enrile, como pretexto para declarar, el 21
de septiembre de 1972, la ley marcial; las principales figuras
de la oposición fueron arrestadas (entre ellas, Benigno Aquino)
y los periódicos hostiles al régimen fueron clausurados; en
medio de ese clima, Marcos suspendió la Constitución, alla-
nándose el camino para una nueva reelección. En 1973, una
nueva Constitución fue adoptada, permitiendo a Marcos go-
bernar por decreto y por tiempo indefinido; la represión con-
tra los opositores siguió siendo aguda y tuvo como conse-
cuencia la militarización de la vida política del país. En 1976,
la Constitución fue enmendada para permitir a Marcos seguir
gobernando por decreto, aun después de levantada la ley mar-
cial. En 1977, Benigno Aquino fue juzgado y declarado cul-
pable del cargo de subversión; aunque fue sentenciado a muer-
te, la condena jamás fue cumplida y, en 1980, fue liberado
para que recibiera tratamiento médico en Estados Unidos,
convirtiéndose en el dirigente de la oposición en el exilio. El
17 de enero de 1981, Marcos proclamó el fin de la ley mar-
cial; en julio, obtuvo una amplia mayoría en la elección presi-
dencial de ese mismo año; elección que fue boicoteada por la
oposición. En 1983, Benigno Aquino decidió volver a las Fi-
lipinas; al llegar al aeropuerto de Manila, el 21 de agosto, fue
asesinado; su asesino fue muerto en el mismo lugar del aten-
tado y, más tarde, una Comisión investigadora descubrió que
se trató de un complot organizado por militares, los cuales,
201
no obstante, nunca fueron castigados. El funeral de Aquino
abrió una nueva fase de agitación política. En noviembre de
1985, Marcos anunció una nueva elección presidencial, pro-
gramada para febrero de 1986; Corazón Aquino, la viuda de
Benigno Aquino, anunció que se presentaría como candidata
a la presidencia. En febrero de 1986, la elección fue realizada
y Marcos fue proclamado ganador; la oposición, secundada
por la Iglesia católica, movilizó a la población contra el frau-
de electoral. La presión popular orilló al Ministro de defensa,
Enrile, al subjefe del Estado Mayor, Fidel Ramos, y al co-
mandante de la policía nacional a rebelarse contra Marcos.
Sin apoyos políticos ni militares, Marcos abandonó el país el
25 de febrero de 1986. Estableció su residencia en Hawai, don-
de murió el 28 de septiembre de 1989. (pp. 61, 62, 64, 166).
202
bos personajes, Misuari y sus seguidores fundaron el FMLN,
del cual devino su principal dirigente; una vez que el gobier-
no central otorgó la autonomía administrativa a la
Bangsamoro, Misuari ocupó los cargos más importantes de la
administración provincial. (pp. 61, 63, 64, 72, 73 ).
203
de técnicas respiratorias; fue sentenciado a muerte, junto con
el principal dirigente del grupo y con otro de sus
correligionarios. (p. 79).
O
Omar, Mulah: líder religioso, considerado como la máxima
autoridad del régimen talibán, en Afganistán. (pp. 14, 23).
204
P
Parcasio, Randolph: moro, lugarteniente de Nur Musuari y, por
lo tanto, uno de los principales dirigentes del FMLN. (p. 73).
R
Rahardjo, Aris: indonesio, miembro de Jemaah Islamiyah,
participó en la reunión de fundación del Majelis Mujahedin
Indonesia y fue encargado de las comunicaciones con los
Mujahedin. (P. 132).
205
de los tres dirigentes de Jemaah Islamiyah. (p. 87, 88, 92, 93,
96, 118, 121, 128, 129, 130, 131, 132).
206
Ribband, Mark: director de una empresa británica que ela-
bora el explosivo C4; fue de los primeros en hacer declaracio-
nes sobre la naturaleza de los explosivos utilizados en el aten-
tado de Bali; de acuerdo con su testimonio, recogido por The
Jakarta Post: “el C4 es un explosivo plástico... muy potente,
manufacturado principalmente en los Estados Unidos, pero
ampliamente distribuido a las fuerzas militares alrededor del
mundo”; “C4 es usado solamente por los militares aunque
tiene algunos pequeños usos civiles”; “si ustedes encuentran
C4 en los inventarios militares de otros países es porque allí
ha habido una influencia americana...”; “C4 es difícil de com-
prar; la mejor analogía es que está todavía más controlado
que la heroína, pero si se desea comprar heroína, es posible
obtenerla. Como todo, [C4 y heroína] están al alcance me-
diante [el pago de] un precio.” (pp. 153, 154).
207
S
Siazon, Domingo: Ministro de Asuntos Exteriores del go-
bierno filipino durante la administración Macapagal-Arroryo;
tuvo un papel protagónico durante las negociaciones para la
liberación de los rehenes secuestrados por Abu Sayyaf en el
estado malasio de Sabah. (p. 70).
208
fue otorgado el grado de General de brigada. En 1963 le fue
encomendada la Formación General Táctica del Ejército
Indonesio, cuerpo especial de intervención y preparado para
la represión interna. En 1959, el Presidente Sukarno instauró
la “democracia dirigida”, basada en una relación de contrape-
sos políticos entre el ejército y el partido comunista indonesio.
Suharto y otros oficiales superiores rechazaban la nueva orien-
tación de Sukarno; en 1965, cuando éste anunció la creación
de un eje Pekín-Yakarta, Suharto y sus colegas reprimieron
sangrientamente a los comunistas y a los simpatizantes de
Sukarno. Con el apoyo de los oficiales, Suharto controló el
gobierno y, en 1967, fue designado Presidente interino. En
1968 fue electo por primera vez y ha sido reelecto en 1973,
1978, 1983, 1988, 1993 y 1998. Para consolidar su control
sobre el gobierno, en 1971 fundó el partido Golkar sobre la
base de mecanismos corporativistas; desde ese año, el parti-
do ejerce un predominio electoral total. Bautizó su régimen
con el nombre de “Nuevo orden” y, para congraciarse con los
inversionistas extranjeros, indemnizó las empresas que ha-
bían sido nacionalizadas por Sukarno. Durante los 70 y la
primera mitad de los 80, la política económica del “nuevo
orden” se basó en la explotación de los recursos petroleros.
En 1985, la caída drástica de los precios de los hidrocarburos
y de las materias primas de origen agrícola y minero obligó a
Suharto a promover la exportación de productos manufactu-
rados. Para allegarse recursos financieros del exterior, libera-
lizó la economía y otorgó concesiones a los inversionistas
internacionales. De 1985 a 1997, la participación de las acti-
vidades no agrícolas en el PNB sobrepasó la de las agrícolas;
sin embargo, una parte muy grande de la PEA todavía depen-
de de las actividades primarias. En términos sociales, la po-
blación también se benefició con el rápido crecimiento eco-
nómico. Los aspectos positivos de la política económica, no
209
obstante, se ven opacados por los negativos. Nepotismo y
clientelismo son los rasgos predominantes en el régimen de
Suharto. La fortuna de los seis hijos y de un nieto de Suharto
es difícil de evaluar; las actividades de las empresas por ellos
controladas van desde el monopolio de clavo de olor hasta
las telecomunicaciones, pasando por hidrocarburos y deriva-
dos, vidrio, cemento, construcción, automóviles, aerolíneas,
bancos, por sólo citar algunos rubros. Sus amigos coetáneos
también fueron beneficiados con concesiones económicas y
en muchos casos sus intereses se entrecruzan con los de la
familia directa de Suharto. Los lazos clientelares en el gobier-
no y en la economía constituyeron la base del poder de Suharto.
Luego de la crisis asiática iniciada en julio de 1997, Suharto
se resistió, en dos ocasiones, a poner en práctica los progra-
mas del Fondo Monetario Internacional; finalmente, ante la
agudización de la crisis, en diciembre de ese año, decidió su-
primir los subsidios a los energéticos y a los bienes de consu-
mo popular; esas medidas provocaron revueltas populares,
las cuales pronto fueron secundadas por los estudiantes
indonesios de preparatorias y de universidades; en medio de
ese clima, los principales dirigentes de oposición se unieron a
las movilizaciones dando origen a Reformasi o movimiento
por la reforma del sistema político. Desde Reformasi fueron
formuladas las primeras demandas sobre la renuncia de Suharto
a la Presidencia y, luego de violentas confrontaciones, Suharto
acabó renunciando, en mayo de 1998, y fue sustituido por
Yussuf Habibie. (pp. 30, 110, 123, 128, 129, 131, 140, 166).
210
del PDI y logró la destitución de Sukarnoputri; ella y sus seguidores
se organizaron en el Partai Demokrat Indonesia-Per juangan
(PDI-P o Partido Demócrata de Indonesia-Fracción
Combate); en la elección general de 1999, el PDI-P ob-
tuvo la mayoría relativa de los votos y se esperaba que
Megawati, su candidata a la Presidencia, fuera designada como
tal por la DPR; sin embargo, una coalición de partidos de
filiación islámica se opusieron a que una mujer ocupara dicho
cargo, y apoyaron la candidatura de Abdurahman Wahid, quien
finalmente fue designado Presidente. La incapacidad de Wahid
para resolver los problemas del país desembocó, primero, en
una parálisis gubernamental y, luego, en el cuestionamiento
de Wahid como Jefe de gobierno; ante ello, los militares ame-
nazaban con tomar las riendas del gobierno; para salir del
impasse, los políticos civiles acordaron destituir a Wahid y
encumbrar a Megawati en la Presidencia. (pp. 111, 114, 122,
145, 150, 151, 163, 164).
211
Suryahardy, Irfan: indonesio, también llamado Irfan S.
Awwas; miembro de Jemaah Islamiyah; en 1981, publicaba
ar-Risalah, un boletín difusor de las ideas de Khomeini; en
1982, dirigía Badan Cordinasi Pemuda Mesjid (Cuerpo Coordi-
nador de la Mezquita Juvenil); en este órgano de difusión
publicó las audiencias del juicio contra Bashir y Sungkar; ac-
tualmente preside el Majelis Mujahedin Indonesia (MMI o
Consejo Mujahedin de Indonesia). (pp. 128, 131).
212
T
213
W
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Wendling, Sonia: rehén de Abu Sayyaf, en la isla de Jolo; el
gobierno francés habría pagado el rescate exigido por el gru-
po moro militante. (p. 70).
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Z
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De la Umma:
el islam, la política y el terrorismo
en el sudeste asiático
de:
Juan José Ramírez Bonilla
Se terminó de imprimir en mayo de 2003,
en los talleres de Mexicana Digital de Impresión, S.A. de C.V.
Av. de la República 145-A, Col. Tabacalera, México, D. F.
Se tiraron 1,000 ejemplares en papel cultural de 45 kilogramos.
Se usó tipografía Garamond en 10 y 14 puntos.
Cuidado de la edición:
Laura Guillén
Formación
María Luisa Soler