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Los psicólogos pueden usar distintas estrategias para cambiar nuestro comportamiento.
La conducta, que es la conexión establecida entre la respuesta del organismo y una situación
ambiental concreta, puede resultar, en ocasiones, desadaptativa.
Existe un amplio abanico de estrategias con las que bien se puede incrementar o fomentar
conductas deseables, bien reducir o eliminar las disfuncionales. Entre ellas encontramos las
siguientes.
1. Reforzamiento de conductas
En primer lugar, se deben escoger adecuadamente. Para ello, hemos de tener en cuenta que
deben ser proporcionales al esfuerzo de la conducta a desarrollar. Asimismo, resulta preferible
que posean una naturaleza intrínseca (cuyo valor de reforzamiento viene definido por la propia
persona) y sean emitidos por las propias contingencias naturales de las actividades realizadas, es
decir, que sea el ambiente quien refuerce.
En cuanto a cuándo aplicarlos, el intervalo de tiempo transcurrido entre la emisión de la conducta
y la obtención del reforzador ha de ser tenido en cuenta. Los reforzadores aplicados
inmediatamente resultan más eficaces para adquirir rápidamente la conducta deseable, entre
otras cosas porque queda más claro qué acción ha hecho que aparezcan.
Sin embargo, para su consolidación y mantenimiento a largo plazo, es preferible que este intervalo
aumente de forma progresiva. De este modo, poco a poco se va dependiendo menos de ese plan
de reforzamiento, hasta que la conducta ya queda asimilada y forma parte de los propios hábitos.
2. Moldeamiento
Para una buena aplicación del mismo, han de concretarse tanto la conducta final (para conocer
qué comportamiento se persigue emitir una vez finalizado el proceso), como la conducta inicial
(para conocer la línea base de la que parte la persona), los pasos a seguir durante el proceso y el
ritmo del progreso.
Por otro lado, el enfoque de modificación de la conducta mediante moldeamiento tiene mucho en
común con el concepto de andamiaje con el que trabajó Lev Vygotsky.
3. Aprendizaje
El aprendizaje por modelos (también conocido como modelado o aprendizaje por imitación) se
adquiere por medio de la observación del comportamiento de otra persona.
El aprendiz ve el refuerzo que el modelo consigue por realizar su acción y tratará de imitarlo
siempre que se desee el mismo refuerzo. Un ejemplo es el aprendizaje de conductas prosociales y
cooperativas.
El proceso de modelado consta de una fase de aprendizaje y otra de ejecución, que pueden darse
con mayor o menor eficacia en función de variables como las características del modelo, del
observador y la situación, en la primera fase, o de la motivación, la calidad de la ejecución y la
generalización, en la segunda.
1. Extinción
La extinción consiste en la retirada de los refuerzos que previamente sostenían una conducta. De
este modo, se inicia un proceso gradual de debilitación de la misma hasta que termina por
desaparecer.
Por ejemplo, un profesor que atiende a los niños que preguntan sin levantar la mano en clase,
cuando decida prestar atención únicamente a los que cumplen las reglas establecidas, disminuirá
las conductas de hablar de forma espontánea de sus alumnos.
Para su aplicación, es necesaria la identificación previa del reforzador que mantiene la conducta
disfuncional y su naturaleza (no basta con eliminar cualquier reforzador que acompañe la
conducta, sino aquel que la está manteniendo).
Hay que tener en cuenta que, en ocasiones, la conducta indeseada puede verse incrementada
inicialmente en el proceso. Este incremento puede mantenerse durante largos periodos de tiempo
(especialmente si la conducta ha sido mantenida por un reforzador intermitente, lo que supone
una mayor resistencia a la extinción), pero posteriormente se debilitará hasta quedar eliminada.
2. Saciación
Por ejemplo, un niño que nunca come verdura porque siempre quiere pasta. Si se alimenta
únicamente con macarrones durante varios días seguidos terminará por aborrecer el plato,
resultándole desagradable.
Pueden distinguirse dos modalidades en esta técnica: la saciación del estímulo y la saciación de la
respuesta.
Para aplicarlas es necesario, en primer lugar, detectar las conductas indeseables. Una vez
identificadas y escogida la modalidad de saciación, debemos ofrecer un conducta alternativa a la
persona (para que sustituya por la disfuncional) y conseguir su mantenimiento.
Referencias bibliográficas:
Mairal, J.B. (2014). Técnicas de modificación de conducta: una guía para su puesta en práctica.
Síntesis.
Tipos de respiración (y cómo aprenderlos en meditación)
Las diferentes formas de respirar, explicadas para que sea fácil realizarlas meditando.
Imagen: Pexels
Todos sabemos que respirar es una actividad vital para los seres humanos, y no solo porque
permita mantenernos con vida. Existen otros modos en los que esta actividad tan cotidiana nos
influye.
Sí, somos seres aerobios y tenemos la necesidad de captar oxígeno del ambiente e intercambiarlo
por dióxido de carbono en nuestros pulmones, pero no hay una única forma correcta de inspirar y
de expirar. Existen tipos de respiración alternativos.
Es posible hacer uso de distintos criterios para definir tipos de respiración. Por ejemplo, podemos
diferenciar por el componente principal que se capta de la atmósfera, o clasificarlo según el
mecanismo que se utiliza para proceder al intercambio de gases. Pero en esta ocasión hablaré de
las diferentes técnicas de control de la respiración y sus beneficios sobre nuestra salud.
Con el actual ritmo de vida no somos conscientes de que realizamos una respiración incorrecta.
Solemos respirar de forma acelerada y superficialmente, sin aprovechar al máximo nuestra
capacidad pulmonar. Asociada a este hecho está la aparición de diferentes problemas de salud
comunes en las grandes metrópolis, como el estrés y la ansiedad, las cuales a su vez dificultan aún
más el ejercicio de respiración.
Una correcta respiración es clave para tener una buena salud. En Occidente nunca se le ha dado
demasiada importancia al ejercicio de respirar que la de sustentar nuestra existencia, pero en
Oriente sí encontramos esto. Concretamente con la disciplina del yoga, donde dan gran
importancia a la correcta respiración consciente para tener una buena salud de nuestro cuerpo y
mente.
Este tipo de respiración se basa en el movimiento del diafragma, el músculo de forma cóncava que
separa la cavidad torácica de la cavidad abdominal y que es responsable de la actividad de
respirar. Al inspirar, los pulmones se llenan poco a poco de aire, empujando al diafragma, que a su
vez empuja los órganos de la cavidad abdominal, dando la sensación que se está hinchando el
vientre. Por este motivo también se conoce como respiración abdominal.
Al exhalar, los pulmones se vacían de aire y van ocupando menos espacio, quedando en una zona
más restringida. El diafragma regresa a su posición inicial. En el yoga se conoce como respiración
baja.
Se recomienda que para empezar es mejor hacerlo acostándonos boca arriba, y a medida que se
domina la técnica ir pasando a otras posturas, como por ejemplo estando sentados o de pie. Se
tiene que estar cómodo, con las manos sobre el abdomen, y realizar el ejercicio de respiración con
la nariz.
Para empezar es necesario expulsar a fondo el aire de los pulmones, para así provocar una
inspiración profunda por falta de aire.
Quédate sin aire en los pulmones por un instante, y cuando tenga la necesidad de inspirar,
repite los pasos.
Durante el ejercicio es también recomendable hablar (por ejemplo uso de la expresión OM), ya
que la vibraciones sonoras ayudan a controlar la velocidad y ritmo de las inspiraciones y las
exhalaciones, además de un efecto relajante en la caja torácica.
Beneficios sobre la salud
Este tipo de respiración permite ampliar la capacidad de llenado de los pulmones, lo que
promueve una buena oxigenación de la sangre. El impulso del movimiento que produce el
diafragma, favorece el riego sanguíneo y estimula el movimiento del corazón. La constante
actividad del diafragma realiza un buen masaje a los órganos de la cavidad abdominal,
favoreciendo el tránsito intestinal.
Además, actúa sobre el plexo solar, una red nerviosa situada al principio de la arteria aorta ventral,
haciendo un efecto relajante y disminuyendo la ansiedad y la sensación de “nudo de estómago”.
Este tipo de respiración se basa en la separación de las costillas para una expansión de la cavidad
torácica. Esto ocurre cuando se llena la zona media del pulmón, algo que se consigue una vez se ha
llenado la parte baja gracias a la respiración diafragmática. Esta clase de respiración se realiza de
forma muy frecuente sin darnos cuenta. En el yoga se conoce como respiración media.
La posición recomendable para este tipo de respiración es estando sentados, con la espalda
derecha pero sin forzar y colocar las manos sobre las costillas.
Expulsa el aire a fondo y tensa el abdomen, que ayudará a vaciar los pulmones.
Retén el aire unos instante, para seguidamente expirar todo el aire lento y continuo. Repetir
proceso.
3. Respiración clavicular
En este tipo de respiración nos centramos en la parte más alta del pulmón, que es de menor
volumen que las anteriores, por lo que capta menos aire. En la inspiración parece que se levante
las clavículas, de ahí el nombre. En el yoga es la respiración alta.
Esta clase de respiración se puede apreciar en personas que están sufriendo un ataque de
ansiedad o de nervios, teniendo unas inspiraciones y exhalaciones cortas y rápidas, ya que tienen
un bloqueo del diafragma por causas emocionales. También predomina en mujeres embarazadas,
sobre todo en los últimos meses, cuando el bebé ocupa la mayor parte de la cavidad abdominal y
no permite trabajar al diafragma de forma correcta.
Para empezar, en postura sentada, cruzamos los brazos, posando las manos sobre las costillas.
Realiza una exhalación profunda y al final de esta contraer las abdominales y realizar presión
con nuestras manos sobre las costillas.
Inspira intentando levantar las clavículas, pero no los hombros. Verás que a pesar de ser el
esfuerzo mayor que en la respiración costal, el aire captado es más bien escaso.
Esta respiración por sí sola no tiene ningún beneficio y más bien es pobre en ventilación. Pero
cobra importancia en la última técnica de control que ahora hablaré.
4. Respiración completa
Este tipo de respiración, también conocido respiración yóguica, es la finalidad del dominio de las
tres técnica antes mencionadas, y es la unificación de todas ellas, en busca de un control
consciente de la respiración.
Este ejercicio se puede hacer tanto tumbados como sentados, aunque si se es principiante siempre
es mejor hacerlo acostados. La actividad hay que realizarla de forma relajada, respirando por la
nariz, y puede ayudar la pronunciación en alto de la expresión OM.
Mantente unos segundos sin aire en los pulmones, y vuelve a empezar el ciclo.
Como has visto, este tipo de respiración se lleva a cabo en tres fases para inspirar y otras tres para
exhalar, ya que se trata de la combinación de las otras técnicas de respiración. Los expertos en
yoga recomiendan que se doble el tiempo que se lleva a cabo la exhalación en comparación con la
inspiración.
Al ser la suma de los otros tipos de respiración, los beneficios antes mencionados se mantienen, es
decir, se aumenta la capacidad pulmonar, mejor oxigenación de la sangre, se estimula la
circulación sanguínea y se tonifica el corazón.