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MODELO DE FORMACIÓN DE PROCESOS Y

VALORES CRISTIANOS

TALLER
Fecha última actualización
Versión 5.0 Página 1 de 2
17/02/ 2015

DIAGNÒSTICA: _____ PARCIAL: FINAL: OTRA: TALLER

CIENCIAS SEXTO SEMESTRE FECHA:


ÀREA: GRADO: _______
SEGUNDO
SOCIALES :
MONICA PAOLA VENTE
ESTUDIANTE: MAESTRO (A):

CRITERIOS DE DESEMPEÑO VALORACIÓN

Desarrollar el Pensamiento sistémico y reflexivo

1. Lee atentamente.
2. Escribe en tu cuaderno 10 ideas principales del texto
3. Busca en el diccionario las palabras subrayadas
4. ¿Venimos realmente de África?, ARGUMENTA TU RESPUESTA

¿Venimos realmente de África?


El monogenismo es la teoría científica sobre el origen del ser humano que disfruta de mayor
aceptación desde la época de Darwin. En El origen del hombre (1871) el inglés escribía que “los
naturalistas, que admiten el principio de la evolución, como la mayoría de los más modernos,
no encuentran dificultad alguna para reconocer que todas las razas humanas provienen de un
tronco único primero”.

Smithsonian Museum
Consistentemente con esta visión, en los años setenta del siglo pasado se puso de moda la
llamada “hipótesis sobre el origen africano reciente”, según la cual un relativamente pequeño
grupo de humanos geográficamente localizados en África empezó a extenderse hace unos
50.000 años hacia partes de Asia, Europa y Oceanía. Los participantes en este éxodo habrían
reemplazado, bien mediante la guerra o mediante otros mecanismos de sustitución por
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selección natural, a los homínidos existentes fuera de África dando lugar a los humanos física,
genética y conductualmente modernos. La llamada “teoría del reemplazo”.

Desde luego, este relato científico encajaba bien con el tranquilizador relato religioso sobre un
origen edénico del hombre. Ya la alusión a una “Eva mitocondrial” que dos célebres genetistas
situaban en algún lugar de la sabana africana hace 200.000 años denunciaba esta afinidad
espiritual.

Pero este cuadro sobre los orígenes del hombre, aunque edificante, tiene el inconveniente de
que con toda probabilidad es inexacto o erróneo.

Africanos, en la mayor parte

No hay un único “jardín del Edén” desde el que surgieron los humanos modernos. De una
versión fuerte sobre el origen africano reciente hemos pasado sucesivamente y en unas pocas
décadas a versiones más graduales, hasta alcanzar lo que el propio Chris Stringer (uno de los
más destacados defensores de la hipótesis africana) llama “origen africano coalescente”, en el
que varias partes de África y distintas poblaciones de homínidos contribuyeron al nacimiento del
humano moderno. Stringer aún cree en el origen africano del hombre, pero matiza sobre sus
orígenes: en su mayor parte africanos. Y esta parte “no africana”, según otras aproximaciones,
es importante.

El ser humano “moderno” que abandonó el continente africano no reemplazó simplemente a los
homínidos que ya habían tenido éxito colonizando territorios fuera de África. Nuevas técnicas
con el análisis de ADN desarrolladas este milenio han permitido averiguar que nos mezclamos
-no sabemos si como resultado de la guerra y el rapto, o de intercambios sexuales pacíficos-
con al menos los neandertales en Eurasia y con los denisovanos en Australasia hace
aproximadamente 30.000 años. Ambas especies serían linajes descendientes del Homo
Heidelbergensis, una especie antecesora de la humanidad evolucionada hace 600.000 años
cuya extinción por lo visto es mucho más reciente de lo que se pensaba.

Más que al relato bíblico, en definitivas cuentas la historia de la evolución humana se parece a
los relatos de ciencia ficción protagonizados por mutantes de éxito. Los euroasiáticos tenemos
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realmente un genoma en parte “neandertal” y es muy probable que los africanos tengan un
genoma híbrido fruto de la mezcla genética con otros homínidos arcaicos procedentes del
Heidelbergensis. Por poner un toque de morbo étnico, se han identificado incluso signos
específicos de hibridación en las poblaciones de vascos y sardos actuales (Patterson et al.,
2012).

Nótese que, en cualquier caso, categorías como “euroasiáticos” o “africanos” no coinciden


exactamente con clasificaciones raciales habituales como “blancos” y “negros”. Para poner un
ejemplo, los afroamericanos contemporáneos se calcula que tienen hasta un 20% de genes
europeos, por lo que es posible que muchos de ellos tengan también “genes neandertales”.

Los científicos, no las diferencias, han sido superficiales

Parece ser cierto en general que la diversidad genética ha disminuido desde el éxodo Africano,
debido a lo que llaman “efecto del poblador” tras la “gran expansión humana” (Henn et al., 2012),
pero por desgracia para los relatos devotos, las pequeñas diferencias podrían ser más
significativas y menos superficiales de lo previsto.

El “éxodo” humano en los últimos 10000


años. Henn et al., 2012
Frente a la hipótesis del origen africano puntuado, otros sugieren un modelo de evolución
“multirregional” que se aviene peor con las antiguas visiones devotas. Pese a todo la nueva
ciencia de la evolución humana habría descartado un sólo origen africano (Eswaran et al., 2005):
“los humanos modernos emergieron alrededor del mundo desde poblaciones regionales
arcaicas que siempre estuvieron enlazadas por flujos genéticos”. Aunque es cierto que los
humanos modernos surgieron por primera vez en África “las poblaciones humanas actuales
llevan dentro de ellos una herencia genética substancial que posee orígenes arcaicos no
africanos”.
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Gregory Cochran y Henry Harpending, que defienden el caso a favor de la evolución humana
reciente y diferenciada, en los últimos 10.000 años, también han explicado los mecanismos
evolutivos que podrían estar detrás de estos cambios genéticos. Para ellos, tras los cambios
culturales asociados a la agricultura y el nacimiento de los estados, subyacen cambios genéticos
que podrían estar asociados con la hibridación. Estos cambios podrían no suponer daptaciones
humanas complejas, pero aún así acarrear diferencias significativas en rasgos evolucionados
localmente que dependen de modificaciones en pocos genes, desde la resistencia a la malaria
o la diabetes a, quizás, la inteligencia general. El “robo” de genes procedentes de otras
especies, o introgresión, habría permitido a los humanos del éxodo hacerse rápidamente con
alelos beneficiosos en un contexto ambiental y cultural nuevo e inesperado.

Aunque suena a paradoja, los humanos modernos se separaron drásticamente de los demás
linajes en la “revolución humana” tras la agricultura y en parte pudieron deber su adaptación a
las nuevas circunstancias a la mezcla con homínidos más arcaicos dentro y fuera de África. La
hibridación podría haber sido una parte fundamental de lo que nos aúna como humanos
modernos y también de lo que nos diferencia.

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Tomado de: Revista digital Cultura 3.0


http://www.terceracultura.net/tc/?p=6465

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