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1. INTRODUCCIÓN
La adquisición de la primera lengua se inscribe en el campo de investigación de
la Psicolingüística Evolutiva, a partir de la hipótesis de que el lenguaje es una facultad
innata y no un conjunto de habilidades adquiridas culturalmente, por lo que no se
distingue de otras facultades biológicas propias de los humanos. Esta facultad innata
podría ser llamada “facultad del lenguaje” con la que cada recién nacido humano
parece ir equipado, aunque por sí sola no es suficiente.
Así, como facultad genética innata, es una experiencia común a todos los niños,
que se produce sin enseñanza explícita e independientemente de las grandes
diferencias existentes en cuanto a nivel social y factores culturales y con una rapidez
no equiparable a la incorporación de otros aspectos del conocimiento.
2. REQUISITOS BÁSICOS
Durante los dos o tres primeros años de vida, un niño necesita interactuar con
otros usuarios del lenguaje para hacer que esta facultad del lenguaje sea operativa en
una lengua determinada.
También hay que tener en cuenta que el niño debe ser físicamente capaz de
enviar y recibir señales lingüísticas. Todos los niños hacen ruidos durante los primeros
meses de vida, pero para que un niño llegue a hablar una lengua debe poder oír a
personas que utilizan esa lengua. El requisito crucial parece ser, pues, la oportunidad
de interactuar con los demás a través del lenguaje.
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3. ETAPAS DE LA ADQUISICIÓN
Todos los niños normales, sin importar a qué cultura pertenecen, desarrollan el
lenguaje más o menos al mismo tiempo, pasando por las mismas etapas. Se afirma
entonces que las etapas biológicas de desarrollo del niño están ligadas a la
maduración del cerebro del niño y al proceso de lateralización. El niño parece adquirir
activamente el lenguaje extrayendo las regularidades de lo que oye y aplicando esas
regularidades a lo que dice.
4. ALGUNAS CONTROVERSIAS
Por ejemplo, hay estudios que demuestran que el entorno de un niño pequeño
difiere considerablemente de una cultura a otra. Por consiguiente, los descubrimientos
de la investigación sobre el proceso de adquisición en culturas de habla inglesa de
clase media podría no parecerse a los estudios hechos en otras culturas.
También causa cierta controversia la cuestión del componente “innato”. Noam
Chomsky ha propuesto describir el desarrollo del lenguaje como “crecimiento del
lenguaje”, lo que subestima la importancia que otros investigadores conceden al
contexto y a la experiencia en el desarrollo lingüístico del niño.
El estilo simplificado tan característico que adoptan aquellos que pasan mucho
tiempo interactuando con niños pequeños se llama habla del cuidador. Una de las
características de este tipo de habla es la formulación frecuente de preguntas, a
menudo con una entonación exagerada. En las primeras etapas, este tipo de habla
también incorpora muchas formas asociadas con el balbuceo.
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Los sonidos pre-lingüísticos de las etapas más tempranas de la adquisición del
lenguaje del niño se llaman simplemente balbuceos. El periodo que va desde los tres a
los diez meses se caracteriza normalmente por tres estadios de producción de sonidos
en el repertorio del niño en desarrollo.
Entre los doce y los dieciocho meses, los niños empiezan a hablar utilizando
unidades simples reconocibles. Este periodo, llamado la etapa de una palabra, se
caracteriza por un habla en la que se emplean los términos simples que se refieren a
los objetos cotidianos.
Las formas únicas empleadas para los objetos también pueden ser producidas
en circunstancias que sugieren que el niño está ya ampliando su uso. Una cama vacía
puede evocar el nombre de la hermana que normalmente duerme en esa cama,
incluso si la persona nombrada está ausente.
Esta etapa puede empezar alrededor de los veinte meses. Hacia los dos años,
aparecerán varias combinaciones de palabras parecidas a nene silla, mami come. La
interpretación que de estas combinaciones haga el adulto está muy ligada, desde
luego, al contexto en que sean dichas.
Entre los dos y tres años, el niño empezará a producir un mayor número de
expresiones cuya característica más notable deja de ser el número de palabras y pasa
a ser la variación en las palabras que empiezan a aparecer. De un interés especial es
la secuencia de morfemas flexivos que aparece en esta etapa.
Antes de estudiar este desarrollo, debemos hacer notar que hay una etapa que
se suele describir como habla telegráfica. Está caracterizada por cadenas de
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morfemas léxicos. El niño ha desarrollado claramente alguna capacidad para construir
oraciones y puede ordenar las formas correctamente. Al mismo tiempo que se produce
esta etapa, comienza a aparecer flexión gramatical en algunas palabras y también las
preposiciones simples.
7. EL PROCESO DE ADQUISICIÓN
Una visión realista sería pensar que el niño está elaborando activamente, a partir
de lo que se le dice, formas posibles de usar la lengua, La producción lingüística de los
niños es en su mayor parte una cuestión de probar construcciones y ver si funcionan o
no.
Desde luego el niño repite versiones de lo que dicen los adultos y pasa por un
proceso de adoptar buena parte de su vocabulario. Sin embargo, los adultos no
producen los tipos de expresiones que aparecen en el lenguaje de los niños.
Tampoco parece que las correcciones del adulto sean un determinante efectivo
de cómo habla el niño. Incluso cuando se intenta corregir de forma sutil, el niño
continúa usando la forma que ha construido, a pesar de la repetición del adulto de la
forma correcta.
8. MORFOLOGÍA
Hacia los tres años, el niño supera la etapa del habla telegráfica incorporando
algunos morfemas flexivos que indican las funciones gramaticales de los nombres y
verbos utilizados. La adquisición de estas formas está acompañada del proceso de
sobre-generalización. El niño generaliza la regla evidente, por ejemplo la que forma
plurales a partir de la adición de una –s, hablando también de foots y mans en inglés
aun cundo su plural sea feet y men.
9. SINTAXIS
Un niño de dos años al que se le ha pedido exactamente que repita lo que ha
oído, seguramente dirá una versión parecida. Es decir, está claro que el niño entiende
lo que el adulto le está diciendo, simplemente tiene su propia forma de expresarlo.
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Ha habido muchos estudios sobre el desarrollo de la sintaxis en el habla infantil.
Sin embargo, debemos limitarnos a ver dos características que están muy bien
documentadas y que parecen adquirirse de forma muy regular. Nos centraremos,
pues, en la formación de preguntas y en la utilización de la negación, donde se
distinguen tres etapas:
Preguntas:
Negación:
10. SEMÁNTICA
La mayoría de las anécdotas que los padres explican sobre las primeras
expresiones de sus hijos se refieren a ejemplos de extraños usos de palabras
concretas. Parece que durante la etapa holofrástica muchos niños utilizan su limitado
vocabulario para referirse a un gran número de objetos dispares.
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brillantes”. Este proceso se llama sobreextensión y el patrón más común es el de los
niños que sobreextienden el significado de una palabra a partir de similitudes en
cuanto a forma, sonido y tamaño de varios objetos, y en menor medida, por parecido
en movimiento y textura.
A pesar del hecho de que el niño todavía está adquiriendo aspectos de su lengua
materna durante los últimos años de la infancia, se asume normalmente que hacia los
cinco años el niño ha completado la mayor parte del proceso de adquisición básica del
lenguaje. De acuerdo con algunos estudios, el niño está entonces preparado para
empezar a aprender un segunda lengua.
11. BIBLIOGRAFÍA
BELINCHÓN, M.; RIVIÈRE, A.; IGOA, J.M. (19942): Psicología del lenguaje.
Investigación y teoría. Madrid: Trotta.
BOSCH, L. (1985): “El desarrollo fonológico infantil: una prueba de su evaluación”. In:
M. SIGUÁN (comp.): Estudios sobre psicología del lenguaje infantil. Madrid:
Pirámide, pp. 33-57.
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(comp.): Panorama de la lingüística moderna de la Universidad de Cambridge. Vol.
III. El lenguaje: aspectos psicológicos y biológicos. Madrid: Visor, pp. 123-150.
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GARRETT, M.F. (1992): “Procesos en la producción del lenguaje”. In: F.J.
NEWMEYER (comp.): Panorama de la lingüística moderna de la Universidad de
Cambridge. Vol. III. El lenguaje: aspectos psicológicos y biológicos. Madrid: Visor, pp.
91-121.