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Sobre el origen del cosmos.

Empezaré aclarando qué es esa cosa a la que siempre he creído que debemos llamar dios, a
pesar de que hoy sé que esa cosa no es un dios porque todos los dioses son invenciones de
la mente humana.

En este ensayo haré una clara diferenciación entre la "esencia primigenia" y "dios" cuyas
naturalezas difieren de una forma parecida a la que la intangibilidad y la abstracción
difieren una de otra.

Personalmente le llamo esencia primigenia a la causa de todo; aquello de lo que salió el


universo. En mi mente, la esencia primigenia es esa "cosa" a la que toda la existencia y la
no existencia le deben su propia existencia; es la oposición de la nada (diferente de la no
existencia) que probablemente surgió como una negación de ésta, pues la nada, no puede
"ser" y por lo tanto la esencia primigenia "es" o "fue"...

Sin ella no hay siquiera la capacidad de que existan o que no existan los universos, sin ella
habría nada, pero nada no puede ser ni por sí misma ni por ausencia de algo, porque la
misma ausencia la convierte en algo (vacío por ejemplo).

No estoy diciendo que esa esencia sea un individuo, no estoy diciendo que siga existiendo y
no estoy diciendo que está consciente o alguna vez lo estuvo. Ni siquiera estoy diciendo
que haya sido un "poder superior" (al contrario, pudo haber sido inferior al principio de su
existencia). Es simplemente aquello a lo que todos le debemos nuestras vidas, por ser lo
que desencadenó la historia del cosmos.

Puedo poner un ejemplo muy simple si me permito creer en la hipótesis de la sopa


primigenia, pues a esa sopa le debe su vida cada uno de los organismos que vive hoy en la
tierra. De ese "caldo" carente de conciencia regido por las leyes físicas del universo,
surgieron los seres vivos, que en un proceso que duró millones de años, dieron origen a los
ecosistemas, al mundo de los humanos e incluso el mundo abstracto que se expresa en
nuestras mentes (aunque ciertamente no le dio origen al mundo intangible). Sin embargo el
día de hoy esa sopa ya no existe pues es sólo la causa, que dio pie a las trasformaciones de
las que dependen todos los seres vivos que se conocen de manera oficial en el planeta y la
gran maravilla es que debido a esa sopa los individuos de este planeta trascendieron el nivel
material.

La esencia primigenia es algo similar, pero en una escala incognoscible que engloba la
nada, la existencia, la no existencia, el espacio-tiempo, el no-espacio-tiempo, la infinidad
positiva y la infinidad negativa; en resumen es el origen de todo lo que podemos y no
podemos concebir; el cosmos.

Es muy misteriosa, tanto que sólo podemos dilucidar poco de ella. Apenas podemos
reconocer su existencia y nada más. La más suprema y la más pequeña de las existencias...

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Netzi Salcedo 2017
En contraste, dios es una concepción humana que surgió de la abstracción de los seres vivos
que surgimos del mundo material y tenemos acceso al mundo intangible por medio de la
abstracción (¿o será al revés?). Dios es por tanto un sujeto de estudio ideal para los
humanos, pues surgió de nuestras mentes y de nuestra necesidad intrínseca de darle una
explicación a nuestra paradójica existencia.

Aquellos que carecemos de la necesidad de rendirle culto a un poder superior, podemos


reconocer en la esencia primigenia la figura de dios. De hecho, al ser tan misteriosa, desde
nuestro nivel podemos substituir fácilmente la una por el otro. Si definimos a dios como la
causa de todo, entonces la esencia primigenia es dios.

Pero a pesar de los esfuerzos por definir a la deidad suprema, el consenso siempre nos ha
eludido y muy a pesar de los ortodoxos de todas las religiones, la definición de la deidad
suprema siempre es personal e intransferible. La esencia primigenia no necesita más que de
la nada para negarla, mientras que dios es algo muy humano y muy personal.

La principal diferencia entre los dos, es que los dioses que concebimos no existen fuera de
la experiencia humana, mientras que la esencia primigenia sí.

La lógica nos ha llevado a estimar la probabilidad de que todo tiene un origen definido, lo
cual es válido dentro de nuestro universo, si bien no sabemos si esa misma lógica mantiene
su validez fuera de éste. Sin embargo es esa misma lógica la que nos ha llevado a deducir
que la pegunta sobre el origen de la primera "cosa" que existió no puede responderse desde
nuestro nivel y nos imaginamos que al "principio" no existía nada y que súbitamente algo
comenzó a existir.

Pero nada puede salir de la nada; la nada es inexistente por su propia naturaleza. Lo único
que puede salir de la ella es su negación, pero como la nada no es capaz de contenerse a sí
misma, esa negación sólo puede expresarse de manera intangible, la intangibilidad absoluta
que es análoga a un cero, un cero que todo lo contiene, ese cero es la esencia primigenia.

Es por eso que los herméticos dicen que todo es mente, que todo es conciencia, que estamos
inmersos en el océano de la mente infinita.

El cero tiene muchas particularidades en el mundo de las matemáticas y puede considerarse


el origen de todos los números. No podemos decir en dónde acaban los números, porque
por medio de la abstracción hemos deducido que son infinitos. Pero podemos saber que el
origen de todos ellos es cero. En la recta numérica, podemos darnos cuenta de que la
infinidad positiva y la infinidad negativa convergen en cero y que cualquier número que
queramos expresar podemos sacarlo de ahí haciendo su respectiva operación matemática.
Los sabios de la humanidad sostienen que esa convergencia se extiende más allá de la
abstracción, no es sólo un cero abstracto, es un cero más profundo que la abstracción,

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Netzi Salcedo 2017
intangible incluso para la intangibilidad, más absoluto que la existencia, más grande que
cualquier dios, más misterioso incluso que las razones que de existir tendrían éstos...

La esencia primigenia es la base de la imaginación de dios; es la cama sobre la que


descansa el océano de la mente infinita. La esencia primigenia es a dios lo que nuestro
cuerpo es a nuestra mente.

Puede ser que de esta esencia haya surgido un verdadero dios, un dios capaz de reconocerse
a sí mismo, un dios que le haya dado origen a lo que los humanos llamamos realidad. Ese
sería un dios verdadero y no un dios humano, pero llegamos al mismo obstáculo que con la
esencia primigenia; el dios verdadero es demasiado misterioso como para describirlo
siquiera. Ese dios es al que desesperadamente los humanos hemos tratado de rendirle culto
y siempre hemos fallado. Es el dios al que los católicos han llamado Padre, al que los
musulmanes han llamado Alá y al que los judíos han llamado El Altísimo.

La existencia de dios puede discutirse, negarse o a firmarse. La existencia de la esencia


primigenia no está en discusión. Estamos completamente seguros de que existió (aunque no
de que siga existiendo), no es una cuestión de fe, es una cuestión de conocimiento. La fe es
para los dioses, para la supervivencia de la conciencia más allá de la muerte, para darle un
sentido a nuestra vida, no para saber que existimos.

Supongamos pues, que ese dios verdadero existe. Desde nuestro punto de vista podemos
afirmar que siempre ha existido y siempre existirá, por el simple hecho de que nuestra vida
empezó con el universo y acabará con él, mientras que los otros aspectos de la realidad que
no forman parte del universo seguirán existiendo con o sin nuestra ayuda, especialmente
aquellos que se mueven en un ambiente intangible y/o atemporal, separados de la
causalidad del universo que nos engendró, "inexistentes" si se observan desde nuestro nivel,
pero reales para sí mismos; aunque a la vez todos seamos igual de inexistentes dentro de
esa negación de la nada, ese cero absoluto que es una fuente inagotable de "números", la
potencialidad de la que todo ha surgido.

La materia es el ejemplo perfecto para esto. Definitivamente, por sus propiedades, la


materia necesita un origen, pero sabemos que nada puede salir de la nada, así pues,
llegamos a la deducción de que la materia no tiene una existencia real en los niveles
superiores a ella; un punto a favor de aquellos que sostienen que vivimos en una
simulación. El nivel al que nos encontramos la hace real para nosotros, lo cual a la vez nos
confirma que existen niveles superiores e inferiores a ella.

Si es que existe, el dios verdadero se enriquece a sí mismo, tiene tanta existencia en su


interior como nosotros podamos darle, pues al ser parte de su mente y al vivir nuestras
vidas, estamos viviendo Su vida. Ese dios es la conciencia del universo y la esencia
primigenia es (o fue) su cuerpo. Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba.

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Netzi Salcedo 2017
Pero antes de hablar de ese enriquecimiento debemos hacer un viaje hacia la filosofía que
rige el grueso de la vida humana, pues la religión es una gran parte de lo que un humano es,
aunque no hayamos podido ponernos de a cuerdo, tampoco, en qué es lo que somos

Y la entrega del conocimiento debe hacerse teniendo en mente los niveles básicos,
conociendo las diferencias entre la religión y la espiritualidad, para que puedan ser
aprovechadas en la introspección del ser. Pues ¿de qué serviría saber todas tus oraciones si
tu corazón no está en el lugar correcto? o ¿qué propósito tendría saberse conocedor de un
fragmento de la verdad y no compartirla? La educación universitaria es precedida por la
educación básica y superada por los posgrados. De la misma forma nuestra educación
esotérica-religiosa debe pasar por diferentes etapas para obtener aquello por lo que vivimos:
un sentimiento.

También debo aclarar que la abstracción es el proceso mental por el cual comprendemos el
significado de las cosas. Es un proceso físico que carecería de significado si no se expresara
en el plano de la intangibilidad, el cual es simplemente un aspecto de la realidad que no
necesita ni de la materia ni de la energía para expresarse ni para validar su existencia.

Bajemos pues, al mundo de los humanos, al mundo de biblias y reglas, de pecados y


arrepentimientos, un mundo familiar en el que los humanos vivimos.

Sobre la religión

Muchas personas me han asegurado fervientemente que dios existe y los ayuda en sus vidas
diarias. Por supuesto, si me doy la oportunidad de creerles, pues no tienen razón alguna
para mentir, es fácil deducir que para mí ese dios no es la esencia primigenia, ni el dios
verdadero, sino una entidad con afinidad por los humanos que actúa desde un plano
intangible a nuestro nivel, pero que sigue siendo real dentro del universo.

Así pues, asumiré por el bien de este texto y de los puntos que quiero abordar, que hay un
"dios menor" que nos cuida y/o un dios superior que diseñó el universo en el que vivimos
de manera consciente y aunque sé que es poco probable, es una posibilidad intrigante.

Me justificaré diciendo que la búsqueda de la verdad subjetiva nos orilla a lo inverosímil y


al buscarle sentido a la existencia nos preguntamos muchas cosas.

¿Qué es lo que dios pensó cuando creó el mundo? ¿Por qué dios permite que la maldad y el
sufrimiento corran desenfrenados en su creación? ¿Por qué es así el mundo?

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Netzi Salcedo 2017
(Diagrama problema de Epicuro)

La religión siempre nos ha enseñado que los rezos y los sacrificios a dios pueden hacer que
él se apiade de nosotros y nos preste ayuda para nuestros problemas… pero si el invierno
no se apiada del rosal ¿por qué habría dios de apiadarse del humano?

¿Será porque el invierno no tiene sentimientos y dios sí los tiene? ¿Cómo sabemos que los
tiene? ¿Cómo sabemos lo que actualmente es dios?

La mitología (sustentada por la lógica) de las religiones de la antigüedad indica que el dios
supremo estableció las reglas bajo las que se mueve el cosmos. Siempre se asume que dios
es un ser consciente que sabe lo que está haciendo. Pero si dios es la simple negación de la
nada, también cabe la posibilidad de que al principio de su existencia no estuviera
consciente y que poco a poco se reconoció a sí mismo; como un bebé que nace con la
potencialidad de desarrollar sus capacidades cognitivas.

En todo caso estamos viviendo en un lugar del cosmos que se derivó de la esencia
primigenia, supiera ésta de su propia existencia o no… No hemos descubierto nada que
haya cambiado eso desde los tiempos de Epicuro. Ese razonamiento es lo más lejos que
hemos viajado en ese respecto; es hasta donde la lógica puede llevarnos. A partir de este
punto sólo la fe y la imaginación son capaces de abrirnos un (siempre falso) panorama que
se ajuste a nuestro nivel de entendimiento.

Los humanos somos entidades híbridas, compuestas de dos partes principales que forman
nuestra existencia: la primera es nuestro cuerpo y la segunda nuestra mente. El primero es
completamente material y de él surge la mente, la cual tiene sus partes funcionales en esa
materialidad y sin el cerebro no existiría. El cerebro a su vez, trasciende la materialidad por
medio de la abstracción y no limita su existencia al plano físico, pues sus pensamientos y
sus emociones, que lo convierten en un individuo, se expresan no sólo en el plano físico,
sino también en el intangible.

Reconociéndonos como un ser híbrido que es un puente entre la materia y la intangibilidad,


es fácil deducir que nuestra parte material siempre ha existido en el universo, desde el
hipotético Big Bang hasta nuestros días, transformándose una y otra vez hasta el presente,
en el que esa cosa a la que llamamos materia, formó esa otra cosa a la que llamamos
consciencia que en conjunto e inevitablemente nos otorgaron la individualidad.

Por lo tanto, no somos sino una pequeña individualización de un todo más grande que
nosotros, probablemente más vivo, definitivamente más complejo y abrumadoramente
misterioso, pues la existencia de la existencia misma, no tiene explicación.

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Netzi Salcedo 2017
Es mi creencia personal que el universo del que surgimos nos contiene en forma de
individuo cuando tenemos cuerpo, en forma de potencialidad antes de tenerlo y en forma
abstracta después de perderlo. El "otro mundo" del que hablan las religiones y éste mundo
son lo mismo, porque el uno salió del otro y nunca han estado separados.

Dicho de otra forma: nosotros como seres vivos que surgimos del universo, permanecemos
en él durante nuestra vida y a su final nuestra materia vuelve a disgregarse en ese mismo
universo. En ningún momento esa materia estuvo viva en el plano físico y tampoco perdió
la capacidad de transformarse y formar parte de un individuo.

Sin embargo nuestro proceso abstracto es lo que nos da una verdadera individualidad. Un
átomo puede substituir a otro pero un individuo siempre será único. Lo cual nos lleva de
nuevo a una de las preguntas más importantes ¿Qué es lo que somos?

No hay respuesta, las grandes mentes de la humanidad han encontrado su propia respuesta
individualmente.

No sé lo que somos y tampoco puedo decir con seguridad lo que no somos pero hay ciertos
niveles a los que podemos acceder y deducir por lo menos lo básico:

No somos los átomos que nos forman, no somos las células que nos forman, pero estamos
hechos de átomos y células. Hay quienes piensan que somos el cerebro, pero existen
muchas personas a las que se les ha quitado parte del cerebro y no han dejado de ser
individuos por eso. Uno deja de ser un individuo cuando pierde su cuerpo entero, pero
incluso después de perderlo es posible que no pierda su parte intangible, pues, ni la muerte
puede quitarnos la individualidad y nuestra esperanza reside en el hecho de que no sabemos
si la destrucción del cuerpo físico, que destruye el proceso de abstracción al apagar el
cerebro, destruya a su vez la parte intangible. El cerbero simplemente crea los impulsos de
los que surge la abstracción, pero no es la abstracción misma, del mismo modo que todos
formamos parte del todo, pero no somos el todo.

¿Somos esa abstracción? Sí ¿Somos esas células? Sí ¿Somos esos átomos? Sí. Pero acabo
de decir que no lo somos ¿cierto?

Todo depende del nivel al que hablemos.

Al nivel de los átomos somos los átomos, al nivel de las células somos las células y al nivel
del individuo somos el individuo. Nuestra mente tiene la tendencia, el don y la capacidad
de abstraer toda la complejidad en niveles. Incapaces de saber lo que se mueve por debajo
de nuestro umbral de conciencia, y nuestra capacidad de atención (los cuales son de corta
duración) no nos complicamos sino con el resultado macroscópico de la complejidad que
nos conforma.

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Somos un ejemplo perfecto de un ser híbrido; un ser que es a la vez un individuo y no lo es,
un ser que es a la vez un puente y un destino, un ser que es consciencia, subconsciencia,
inconsciencia, intuición, imaginación.... Los niveles de complejidad humana se escapan de
la capacidad humana para comprenderlos en su totalidad; se puede argumentar que el
estado intermedio en el que nos encontramos es más importante que el anterior y el
subsiguiente, pues al primero lo supera y al segundo lo construye; ese es el verdadero valor
de la abstracción.

Una de las características más importantes del ser humano es su capacidad para distinguir
entre lo racional y lo irracional. E incluso la irracionalidad sigue un curso lógico; todos los
dioses humanos son parte del mundo abstracto pues han sido creados por medio de él. Al
día de hoy no sabemos si hay un dios humano que supere la abstracción y llegue a tener una
existencia individual en el plano de la intangibilidad.

El verdadero dios definitivamente no es una abstracción y probablemente tampoco sea parte


de lo intangible, no sabemos si es algo inferior o algo superior, pero definitivamente es algo
diferente. Y es por esta misma razón por la que los dioses que "conocemos" son todos
humanos y se les pueden pedir favores.

Aunque muchas veces se haga de forma incoherente, pues “Hágase tu voluntad en la tierra
como en el cielo” contrasta fuertemente con “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy y
líbranos del mal” Porque ¿Qué tal si la voluntad de dios es no darnos el pan o no librarnos
del mal?

El problema de Epicuro nos ha sido legado a través de las épocas de una manera
prácticamente indiscriminada, al igual que lo ha sido el padre nuestro y la religión. Sin
embargo la distribución del mensaje del primero se limita a las personas que saben hacer
algo que la gran mayoría no sabe; leer y entender un texto, mientras que para la segunda
sólo se necesita tener un corazón con la capacidad de soñar; algo que todos tenemos como
humanos, sobre todo en nuestra infancia.

Debo decir en defensa de la religión que es una promesa perenne, un baluarte


inquebrantable, un refugio siempre seguro. La promesa de la religión es como una chispa
que enciende la yesca de una hoguera, la cual ilumina la noche de la incertidumbre y otorga
calor al frio intelecto en nuestra mente.

Pero los halagos acaban ahí. Este calor y seguridad son análogos al vientre materno; para
experimentar el mundo que se encuentra en su exterior, debemos abandonarlo entre llanto y
dolor. Sólo así se puede tener una vida nueva.

Todos los humanos tenemos nuestro miedos; los unos lo tenemos a cambiar, los otros lo
tenemos a mejorar, o como hoy lo llaman “a salir de nuestra zona de confort” pero casi

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todos lo tenemos a morir; los menos maduros por el hecho de sufrir o desaparecer, los más
iluminados por el hecho del dolor que causará en otros nuestra partida.

La experiencia humana se extiende siempre en las más variadas direcciones, pero todos
tenemos algo en común; queremos saber nuestro origen, nuestro propósito y nuestra
vocación. ¿Qué es lo que vinimos a hacer a este mundo? La religión tiene todas las
respuestas. Han tenido milenos de práctica para convencer incluso al más incrédulo de los
ignorantes.

Lo cual nos trae al verdadero problema en las religiones: todas son falsas.

Cualquiera de ellas, no hace falta nombrarlas, es una burda interpretación humana de la


realidad, son mitos que no deben tomarse por ciertos bajo ninguna circunstancia. Todos los
dioses que se han derivado de ellas son de invención humana, hechos a nuestra imagen y
semejanza, en una reciprocidad irónica que se ha presentado desde el principio de la
humanidad.

El problema de Epicuro lleva milenios dándonos la respuesta, pero para acceder siquiera a
él se requiere de una mente crítica. Tal cosa no era mucho pedir de una persona que supiera
leer en esa época. Pero hoy que casi todos saben descifrar las letras (más no entender
realmente), parece ser evidente que es una habilidad escasa entre los humanos.

Los esfuerzos colectivos de la humanidad nos heredaron una civilización "utópica" en la


que “todos” estudian de forma “gratuita” y aquellos con un trabajo formal tienen seguridad
social. Esto sacaría de sus casillas a las personas de hace 1000 años, no creería lo
afortunados que somos de vivir en ésta época, sería para ellos una verdadera Utopía.

Todo parece ir miel sobre hojuelas cuando vemos el mundo de esta forma… Pero a pesar de
estos esfuerzos masivos, la cultura, la verdadera cultura, aquella que se adquiere sólo a
través de la lectura y de la abstracción, se ha quedado siempre en manos de pocos y muchas
veces ha tenido que ocultarse para no ser perseguida por la fachada condenadora de la
sociedad (la mayoría de las veces disfrazada de religión). En todas las épocas han sido
escasos aquellos que se interesan por la cultura del conocimiento.

Como es inevitable que una sociedad tenga cultura, nosotros tenemos una… una cultura
superficial, virtual, basada en las apariencias. Lo cual no es nada nuevo en este mundo;
siempre ha sido así para la humanidad. Y la "verdadera" cultura ha quedado relegada al
plano abstracto, debido en gran parte al colosal cúmulo de conocimientos que hemos
adquirido. Sin embargo la cultura real, es aquella de los sentimientos nobles y los ideales
inalcanzables.

La cultura de la que hablo es una cultura del conocimiento y nunca se adquiere por el
simple estudio o memorización de datos; los sentidos y los sentimientos juegan un papel
importante en nuestro entendimiento sobre cualquier tema; nuestro cuerpo, conjunto de una

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programación basada en el ADN y una educación desarrollada en la infancia temprana,
inclina la balanza de nuestra mente hacia un espectro de la gama de actividades humanas a
las cuales se les da un objetivo y un propósito en el plano intangible de la realidad.

Así como no existe un dios que no sea imaginario en el mundo de los humanos, tampoco
existe una autoridad que no sea imaginaria, ni una frontera que separe un país de otro.
Incluso el amor, el cual siempre nace de los sentimientos generados por el cuerpo, no se
consuma ni adquiere significado sino en el plano intangible de la realidad; se ennoblece con
las intenciones de quienes lo sienten, se exalta con el ideal.

Siendo así, algunos encuentran placer y vocación en la música, otros en la cocina, en los
deportes, en la espiritualidad, en la medicina, en la ciencia, etc. y al parecer la mayoría de
los humanos, independientemente de nuestras actividades, encontramos placer en la
religión y en servir un propósito mayor a nosotros mismos.

Ser útiles a nuestros semejantes y/o servir a nuestros superiores es en general el propósito
que le encontramos a nuestra vida.

En un nivel más profundo, ese ser superior cuya aprobación buscamos como si se tratara de
un padre y del cual depende nuestra satisfacción, generalmente no es humano y se
manifiesta como una abstracción en nuestra mente y engloba ideas como la ciencia, la
patria y en la mayoría de los casos “dios” en cualquiera de sus presentaciones. El caso es
que sin los demás no sólo no existiríamos, sino que no tendríamos ningún propósito; todos
validamos nuestra existencia mutuamente, entre humanos, entre cuerpos y mentes, en el
plano físico y abstracto…

Con dios la relación es aún más profunda y más importante en cuanto a la validación de
nuestra existencia mutua. Sin nosotros el dios humano no existe, porque nosotros lo
creamos en nuestra mente y probablemente sin él nosotros no existiríamos, porque en caso
de que él exista, seríamos simbiontes mentales de un dios que no está atado a la causalidad;
en una extraña reciprocidad de cualidad atemporal en la que profundizaré más adelante.

La esencia primigenia por su parte, a la cual podríamos llamar el verdadero dios si lo


definimos como el origen de todas las cosas, es tan misteriosa que no tiene caso siquiera
abordarla, basta decir que lo que todas las religiones llaman dios no es sino un aspecto que
surgió de ésta. Y tampoco está de más decir que ninguno de nosotros ni ninguna de nuestras
religiones es capaz de rendirle culto directamente, aunque somos libres de creer que lo
hacemos (como ejemplo perfecto tenemos a Alá).

La religión es una relación con dios de fácil acceso, sólo es necesario tener imaginación y
sentimientos para expresarla, las cuales son características inmanentes a la existencia
humana. El mensaje que otorgan es tergiversado progresivamente a través de las eras y se
adapta a las necesidades del individuo, nuestras religiones evolucionan con nosotros; su

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severidad es mitigada por la mediocridad a la vez que su extremismo es domado por la
bondad de los individuos que la siguen...

Afortunadamente la gran mayoría de los religiosos no sabe leer ni entender un texto, lo


cual, a grandes rasgos, ha resultado benéfico para la civilización humana.

Y digo que esto porque sus libros “sagrados” están llenos de reglas muy claras sobre quién
debe morir y cómo por tener ciertas conductas consideradas inmorales por las sociedades
primitivas de aquellas épocas.

Incontables son los casos en los que una persona medianamente consciente ha utilizado la
religión para manipular la mediocridad de las multitudes y alcanzar sus objetivos; negocios
enteros y la vida de incontables personas dependen de esa mediocridad (incluyendo la mía
y la tuya); la religión es una fuerza inamovible y niveladora que resiste los embates tanto
del bien como del mal.

Ejemplos de esta conducta se encuentran en la vida diaria, desde aquellos que fingen seguir
la religión por simple costumbre, pasando por los "chacas" que encuentran una identidad en
San Judas, hasta los terroristas suicidas del Islam.

Generalmente es en el islam en el que el espectro de la mediocridad degenera en


subnormalidad y se engendran mentes que carecen del privilegio de lo que llamamos
objetividad. Estos subnormales de colmillos afilados difieren de los mediocres que pastan
apaciblemente de la misma forma que los lobos difieren de las ovejas. Sin embargo también
es justo señalar que en todas las religiones y no sólo en el islam se encuentran los fanáticos.

Los extremistas no carecen de conciencia; de hecho es la conciencia misma la que los orilla
a tales conductas. De lo que carecen es de una mente crítica y ese es un don que no se
puede adquirir a lo largo de la vida. Inevitablemente naces con ella o no, es como la raza
que sólo se puede obtener al momento de la concepción, no es una cualidad que pueda
aprenderse; pero a diferencia de la raza, la mente crítica surge espontáneamente entre los
individuos de una población independientemente de su origen; como un accidente, como
una variación natural, que entre mediocres significa una desadaptación al medio; nace
como un respiro de aire fresco, como una fuerza que empuja la balanza del progreso hacia
el perfeccionamiento de un ideal. Sus poseedores se encuentra en cualquiera de las cumbres
alcanzadas por la humanidad; la ciencia, el arte, el heroísmo o la santidad.

Fueron muchas de estas mentes las que crearon a los dioses. Es fácil deducir que toda
"escritura sagrada" ha sido escrita por la mano del hombre y los humanos con el tipo de
mentalidad necesaria para hacer esas escrituras siempre han sido capaces de mejorarse a sí
mismos. Son los que giraron el timón del barco para dirigir la humanidad hacia el destino
que ellos querían. Las escrituras son evoluciones de ideales, que se habían plasmado con
anterioridad, son reglas impuestas por aquellos privilegiados que tenían una educación.

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Y es que la religión ha sido desde siempre un ideal en evolución y por poner ejemplos
podemos revisar escuetamente su historia, empezando por el catolicismo:

Yahvé es la evolución del pensamiento abstracto en los humanos. Antes de él se le rendía


culto a un sinnúmero de dioses, pero por medio de la pujanza de la lógica se reconoció que
debía existir uno supremo, uno originario (una esencia primigenia). Y así desde que el dios
al que los católicos hoy llamamos “Padre” se concibió en la mente de los sabios, los demás
dioses pasaron a ser menores o inexistentes, no son dignos de alabanza y mientras menos se
les mencione mejor. Yahvé es la respuesta a las plegarias de los hombres primitivos, una
unificación inevitable de mitos que se traduce en reglas para un pueblo, el pueblo elegido.
Un dios para esclavos y dueños; para campesinos y peones, para hombres que dejan de ser
salvajes y apenas tienen civilización.

Jesús viene después como el padre del cristianismo; una secta que (como el judaísmo en su
tiempo), es la respuesta a los deseos de unificación del paganismo que lo rodeaba. Y por
supuesto, inevitablemente el hijo de Yahvé, Jesús fue la respuesta para una religión de
épocas más civilizadas. Él es como el fragmento de un sueño que se derramó sobre la
realidad para darle forma y moldearla. La tolerancia y la equidad que hemos ganado en los
últimos dos siglos han surgido, en gran parte, de su figura abstracta y su mensaje de
esperanza.

En el islam no existe un dios tan amigable y mucho menos humano. Alá es el producto del
razonamiento en su más alta abstracción, en realidad si se piensa detenidamente, el islam es
la única religión en el mundo que le rinde culto al dios más cercano al ideal (aunque no
llega a rendirle culto al verdadero dios y mucho menos a la esencia primigenia). No existe
otro dios más digno de alabanza, pues él es el más supremo de los dioses que ha podido
concebir el ingenio humano. Y no se equivocan, pues a pesar de la incapacidad de nuestra
mente para comprenderlo, podemos reconocer al menos su existencia, aunque ésta sea sólo
un mito.

El budismo se atrevió a ir más allá del bien y del mal, negando la eternidad de todo y
enseñando que los dioses se crean en la mente cuando el miedo se apodera de los humanos.
Su regla más alta es la causa y el efecto; las dependencias. No creen en un dios, sino en el
estado del Nirvana, que es en resumen, ser uno con el todo después de cumplir el ciclo del
Samsara.

Mientras tanto el hinduismo está aquí y allá y también acullá, no se sabe si es progresista o
está estancado en épocas pasadas. Son politeístas, pero tienen un dios supremo, Brahman.
Hay tantas variaciones de hinduismo que es una religión prácticamente sin reglas, en la que
todo puede pasar y cualquier interpretación es válida; nos cae muy bien a los que buscamos
de manera consciente e inconsciente pistas sobre el significado de los descubrimientos de la
ciencia; porque cuando encontramos coincidencias podemos exclamar ¡los hindúes ya lo

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habían dicho con otras palabras! pero a final de cuentas resulta un poco cómica pues por
cada acierto hay otras mil interpretaciones totalmente erróneas. Ellos también creen en el
ciclo del samsara y pueden salir de él al llegar al final de éste, si su dharma (sus acciones
buenas) pesa más que su karma (el efecto de sus elecciones) en la balanza cósmica.

El samsara para ambas religiones (hinduismo y budissmo) es un ciclo de reencarnaciones


en cuyo final el individuo se une con dios, o el todo.

Ciertamente aquí los únicos que se salen de la regla son los budistas, que se saltan el
problema de explicar el origen de la esencia primigenia argumentando que el universo nace,
se destruye y vuelve a formarse y esto siempre ha pasado y siempre pasará por lo cual no
tiene caso preguntarse sobre su origen.

Yo soy un buen ejemplo de aquellas personas a las que Buda consideraba necias, pues él
mismo dijo que “pensar en estas cosas solo causa aflicción y locura”. Y ciertamente la
existencia misma es una locura, por lo cual debo hacerme muchas preguntas sobre ella.

En este respecto existen muchos niveles; los ignorantes son los más felices, pues no se
detienen a pensar en nada, pero también son los más engañados por esa misma razón. Los
que sabemos unas cuantas cosas somos más infelices y ni siquiera sabemos lo suficiente
para sentirnos seguros de lo que sabemos, pero por tal razón somos los menos engañados.

Por supuesto hay que tener precaución con los niveles de incredulidad que manejamos,
pues pueden dejarnos ciegos ante la verdad que se despliega frente a nosotros.

Existen niveles entre los creyentes de las religiones. Hay excelentes personas en todas ellas
y generalmente son los que saben que su religión no es verdadera. No saben los cristianos si
Jesús existió, ni los musulmanes están seguros de la existencia de Alá, ni los hindúes de sus
numerosos dioses, ni los budistas de que el universo siempre haya estado en un ciclo; por
eso necesitan la fe. De hecho ya sabemos que todos estos dioses y todas estas creencias son
falsas, pero significativas, así como en su tiempo Thor, Anubis y Quetzalcóatl fueron tan
reales como hoy lo son Yahvé, Jesús, Alá y Brahman.

Pero una simple mente humana lo máximo a lo que puede aspirar es a servir a estos dioses
falsos, pues otorgan un mensaje de esperanza ante el abismo de ignorancia y desesperación.
Desde el punto de vista de una persona normal sería una estupidez no seguirlos.

A todos los que creen en el dios supremo, se les enseña que su plan divino es infalible y
según sus escrituras respectivas, él (o ellos) tiene un propósito maravilloso que aún
desconocemos. Al hacer su voluntad (manifiesta en las escrituras) seremos recibidos en un
paraíso y dejaremos atrás todo dolor terrenal y en el caso de los budistas tendremos una
“alegría eterna” siendo parte del todo.

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Netzi Salcedo 2017
Del otro lado del espectro, para los que tenemos una mente crítica no nos es tan fácil creer
tales cuentos. Siempre existe la duda, para nosotros no es una cuestión de ¿Cuál será la
verdadera religión? Sino que sabemos que todas son falsas y no existe la necesidad de
rendirle culto a nada. Si además estamos educados en la ciencia moderna, pensamos que
estas pobres personas viven engañadas.

Personalmente pienso que ese autoengaño no es tan malo para un humano, pues para el
nivel que llegamos a alcanzar, lo máximo a lo que podemos aspirar es a respetar aquello
que se escapa de nuestras posibilidades. La única diferencia es que los que tenemos el
privilegio de poseer una mente crítica, nos damos cuenta de nuestro autoengaño cuando nos
llega el momento.

Cada experto en un tema inclina su cabeza ante el experto en otro; pues se sabe superado
por él en ese terreno. Todos los humanos independientemente de nuestro nivel, vivimos
ignorantes de lo que no conozcamos personalmente y podemos ser fácilmente engañados.

Por supuesto los religiosos pueden decir lo mismo de nosotros, que vivimos engañados,
porque desde su punto de vista, se escapa de nuestras posibilidades seguir tales creencias
(que yo más bien llamo mentiras antidepresivas) hasta sus consecuencias más hermosas y
más terribles; no comprendemos su fe, así como ellos no comprenden la mente crítica.

Podemos estar de acuerdo en no estar de acuerdo.

Pero ahí no termina la participación de los críticos que son considerados la oveja negra del
rebaño, ni de los visionarios que inevitablemente cambiaron la historia; son estas mentes
que desarrollaron una conciencia propia, una individualidad más pronunciada que los que
los rodeaban, a las que les fue otorgado el don de la razón y el liderazgo.

Sus mentes son las entidades abstractas que moldean a todas las demás, lo hagan de un lado
del espectro o de otro, cada uno sigue e impone su agenda, como si de una competencia se
tratase. Se han dado cuenta que siempre se puede manipular a las masas, porque no son
individuos.

Los humanos en conjunto son masas en varios sentidos, masas para moldearlas, masas para
trabajarlas, para endurecerlas en el horno del trabajo, de la cultura y del ocio para crear una
escultura llamada sociedad; masas que se endurecen para formar los cimientos de un
edificio en el que se alojarán sus privilegios, sin importar qué tan torcidos o socavados sean
los unos o los otros.

Las masas de la pobreza se arremolinan en torno a la religión; los más incautos (que son la
gran mayoría) aceptan las cosas tal como se les dice que son, sin aplicarle antes el filtro de
una crítica o conocimientos anteriormente adquiridos. Esto es por supuesto la manifestación
de que en primer lugar, no tenían una mente crítica y tampoco ningún conocimiento previo
con el cual contrastar lo que se les presenta. Este grupo es completamente justificable, pues

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Netzi Salcedo 2017
al ser personas sin educación, no se les puede pedir gran cosa; existen para formar el cuerpo
de la sociedad, para reproducirse en gran número, multiplicando la mano de obra disponible
para los grandes proyectos de la entidad abstracta de la que todos somos esclavos: la
civilización, que utiliza nuestras energías para crecer y nos desecha cuando ya no le
servimos (tanto en lo bueno como en lo malo; como es arriba, es abajo).

Los pobres en conjunto, le sirven a aquellos que le dan un propósito más grande a su
existencia; son la expresión más baja de los humanos y en muchos casos son los más
felices, pues su vida tiene el potencial de transcurrir ejemplarmente como la de un rebaño
de ovejas, si es que tienen la suerte de ser guiados por un buen pastor.

Hay un segundo grupo menos excusable que el primero, que es la llamada clase media, de
la cual se esperaría que fuera la más numerosa debido al estado de la civilización en el que
nos encontramos pero ciertamente no lo es, por el simple hecho de que las diferentes
sociedades están torcidas por capitalismos e impregnadas de esclavitud. Sin embargo estos
humanos que se encuentran en un nivel social por encima de los pobres, sin llegar a ser
ricos, son los que verdaderamente representan la parte educada de la población, casi todos
ellos han tenido una educación formal, pero no todos ellos tienen una mente crítica que
busque la objetividad. Son como un cimiento sin casa, son una oportunidad aprovechada y
a la vez desperdiciada, pero una oportunidad a final de cuentas y el desperdicio no le es
ajeno ni al planeta ni a la civilización humana.

La tercera clase es la alta. Podría parecer que ellos son los más educados, pero lo único que
necesitan saber es manejar el negocio del que son herederos y manipular a la gente con su
dinero; por un sueldo miserable compran vidas, como arañas que tejen su red y dependen
de la cantidad de insectos pequeños que caigan en ella. Nacieron en la punta de la pirámide
económica y sus preocupaciones son pocas si carecen de enemigos; son ellos los
principales promotores de la teoría darwinista, pues fingen que es más que suerte haber
nacido en ese nivel; yo lo llamaría inevitabilidad. Porque para esa gente, es más valioso
para su supervivencia un corazón pequeño y desconfiado que una apertura sincera, pues sin
ese estado mental, perderían su estatus rápidamente. Es aquí donde se encuentra el mismo
nivel de incultura que en la clase baja, pero con la soberbia agregada del poder que otorga
el dinero sobre los demás.

Existe una cuarta clase, la privilegiada, aquellos que se encuentran por encima de la ley,
que están, según ellos, más allá del bien y del mal, que manejan imperios y mueven los
hilos de las marionetas a las que llamamos presidentes, políticos y narcotraficantes. Pero
esta clase es la más peligrosa, pues sus pocos miembros tienen un control real sobre la vida
de millones de personas; aunque sólo sea por medio del dinero.

Las sectas proliferan en los dos niveles más altos, algunas veces son ridículas pero la
mayoría de las veces son peligrosas... Seguir cualquier la religión es mil veces mejor que

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Netzi Salcedo 2017
caer en la trampa de cualquiera de estas sectas dedicadas casi en su totalidad a hacer el mal
disfrazándolo de bien.

Por supuesto hay que admitir que ni las sectas ni la religión tienen la respuesta, todos
anhelamos lo mismo. Tal vez la clase media es la única que pueda darse el lujo de no creer
en ningún dios, pues los pobres y los ricos lo necesitan para soportar las dificultades de su
propia vida. Porque dios se encuentra siempre como una figura abstracta en todos los
niveles de la actividad humana y el sufrimiento es abundante en este mundo.

Incluso podemos argumentar que los que separamos el mundo en clases sociales nos
estamos engañando a nosotros mismos, pues nunca existe una clara división entre ellas y
para el infortunio de los teóricos sociales, las creencias dependen de los individuos, pues
sin importar su clase social, hay quienes se dan cuenta del engaño y se sienten superiores
por ello. En realidad son los más desafortunados, pues son ciegos parciales, que atisbaron la
luz pero en ningún momento tuvieron la capacidad de comprenderla. No reconocen que la
fe es un tesoro personal, son enanos mentales que no se dejan engañar por el misterio del
cosmos ni engatusar por la improbabilidad de su existencia. Debemos darle las gracias a
C.S. Lewis por su atinada alegoría de los enanos, al final de su libro "La última batalla"
sobre los peligros de "no dejarse engañar".

La alternativa al engaño es el sufrimiento, el cual personalmente he aceptado de manera


cándida, pero eso no quiere decir que todo sea desesperación. Ciertamente yo también
tengo mis fantasías reconfortantes. La única diferencia entre mis fantasías y las de los
religiosos es que yo reconozco que las mías son pura ficción.

La ciencia ha intentado muchas veces explicar tanta religiosidad por medio de la evolución,
argumentando que los religiosos han tenido mayor éxito reproductivo por su optimismo y
por jamás dejar de luchar. Puede ser que tengan razón, pero yo creo que lo único que la
religión tiene que ver con lo biológico es la capacidad de nuestros genes para estructurar un
cerebro que puede formular preguntas sobre sí mismo.

La religión es más propia de la conciencia que del cuerpo en el que se formó esa
conciencia.

Todos los seres que hemos alcanzado cierto nivel, nos hacemos las mismas preguntas y
estoy seguro que todas las otras especies inteligentes del universo tienen religiones muy
parecidas a las nuestras, o por lo menos reconocen la existencia de lo que los humanos
llamamos Alá y/o esencia primigenia.

La razón por la que las personas creen en las religiones, que bien podrían confundirse con
cuentos infantiles, no es su falta de educación, sino porque la estructura cerebral que da
origen a nuestra conducta está formada de tal manera que nos podemos preguntar sobre el
origen del universo. No me cansaré de decir que somos híbridos entre lo material y lo

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Netzi Salcedo 2017
intangible, no somos exclusivamente una entidad abstracta que ha acumulado el esfuerzo de
muchas mentes a través de las eras; todas las experiencias deben vivirse en carne propia
para realmente conocerlas; ahí se encuentra la clave y la esperanza y nuestra más grande
limitante; sin cuerpo no hay individuo.

Somos un pequeño animal con funciones cerebrales "superiores", pero un animal al fin y al
cabo. Nuestro cerebro primitivo no puede, ni debe, ser detenido pues de éste se derivó la
capacidad de raciocinio que nos separa de los animales.

Civilización, lenguaje estructurado, tecnología… Son algunas de las cosas que nos separan
de los animales, todos los demás comportamientos se encuentran en el mundo natural. Los
impulsos sexuales que inevitablemente nos llevan a reproducirnos son lo que nos ha
permitido existir en grandes números y eso nos ha llevado muy lejos. Nuestro número ha
crecido tan explosivamente que la civilización obtuvo la energía necesaria para crecer
exponencialmente.

¿Importa acaso que la humanidad no sea capaz de gobernarse a sí misma? ¿No es acaso el
propósito de la vida el reproducirse a sí misma? Para engendrar nuevos individuos hay que
pagar un precio muy bajo a nivel energético, que sin embargo es muy alto a nivel
planetario… Unas cuantas muertes por muchos nacimientos pero muchas otras muertes por
el mantenimiento de una vida humana.

La vida y el mundo es tan cruel como nosotros mismos; por eso somos humanos. Nuestra
arrogancia, nuestra presunción y nuestra vanagloria también es parte de lo que nos define
como humanos; toda la experiencia humana está englobada a la vez por nuestros atavismos
y nuestros más sublimes pensamientos. Sin los segundos no seríamos más que un animal;
necesitamos creer que somos especiales, que tenemos la capacidad de darle un propósito a
nuestras vidas aún cuando sabemos que la existencia misma carece de propósito.

El caos que se deriva de nuestra naturaleza da pie a un sinnúmero de atrocidades y crueldad


en el mundo, pero también de él han surgido todas las expresiones de arte y cultura ¿De
dónde saldría el mundo abstracto sin un individuo que lo formara? El mundo abstracto
depende de nuestra vida como especie, como animales, como biósfera, como planeta. La
supervivencia del cuerpo es lo que más nos debe preocupar al principio; no hay individuo
sin cuerpo y no hay razón para ser un individuo si no se es único, ni hay mundo abstracto
sin los cerebros de los individuos… Aunque prácticamente puedo garantizar que el mundo
intangible ya haya existido antes de lo que llamamos vida.

Idealmente ya siendo viejos y sin nada que perder podemos acercarnos a la espiritualidad.
Pero el mundo nunca es tan gentil como para permitir que todos lleguemos a esa edad, ni la
vida es tan fácil como para esperar tanto tiempo a acercarnos. La urgencia de satisfacer los
apetitos más inmediatos sobrepasa al ideal de la verdadera religión, que es la que satisface
nuestras necesidades espirituales como individuos.

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Netzi Salcedo 2017
La gente se droga, destruye la naturaleza, se regodea de su decadencia y contamina todo lo
que toca. Por un lado unos padres abortan por conveniencia, mientras que hay otras parejas
que luchan por su embarazo y sus bebés salen del vientre para morir en unas horas; su
existencia aniquilada por los horrores del mundo en el que inevitablemente nacieron y
murieron.

Un mártir puede dar su vida por una causa, sólo para que su recuerdo sea profanado por la
próxima generación que no tenga recuerdo de su lucha. Un santo predica con el ejemplo e
intenta convertir a las masas, sólo para ser odiado por el pueblo, para morir crucificado y
solo en su causa, incomprendido por sus “fieles” seguidores, que sólo son capaces de
fanatismos, de hogueras e inquisiciones… pero aún así de nada habría servido el mártir ni
el santo sin todos los demás que los rodeaban. Sus ideas mantienen despierta la esperanza.

Se nos ha enseñado que todo esto parte de la creación suprema de dios, que nosotros somos
los herederos de su legado, los seres a los que creó a su imagen y semejanza, aquellos de
los que los ángeles estaban celosos porque nos otorgó el don del libre albedrío. Sin falla la
providencia de su voluntad se cumple al pie de la letra, en este plan que apesta a maldad y
sufrimiento.

Todo esto nos deja tres opciones: luchar contra la corriente, aprovechar sus altibajos o
suicidarse para no tener que hacer ninguna de las anteriores. Nadar con la corriente nunca
es una opción para los que poseen una mente crítica unida a la voluntad de lucha.

Un pez que vive en el río no puede hacer nada para cambiar el curso de la corriente; sólo
puede saltar fuera del él para evitar ser arrastrado por ésta. Pero después del salto acaba de
regreso en ella, o muere asfixiado en la orilla por atreverse a ir tan lejos…

Estamos atrapados en nuestro universo regido por sus leyes; pero sin esas leyes ni siquiera
habríamos tenido la oportunidad de existir... Todo es inevitable... Por lo tanto debemos
mantenernos optimistas, incluso si el futuro del universo es la inactividad absoluta. Porque
eso significa ser un individuo, un humano, eso significa ser fuerte y digno. La esperanza es
la respuesta más sensata de la naturaleza humana ante la inevitabilidad de la muerte y la
aparente pasividad de los dioses ¿Y qué es la religión sino una gran esperanza? ¿Qué
importa que sea ilógica?

Epicuro por supuesto, nos tiene las respuestas lógicas ya listas: “dios no es bueno” o “ si es
bueno, entonces no es impotente”. Simple lógica básica, que se le escapa a casi la
humanidad entera y prueba fiel de que no somos inteligentes, ni como individuos ni como
especie.

Siempre nos dejamos llevar por la corriente, pero no puede ser de otra forma, pues
nosotros, así como la materia le responde a las leyes físicas sin falla, obedecemos las leyes
de la vida sin excepción alguna y ésta reclama que la mediocridad impere sobre los

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Netzi Salcedo 2017
aspectos más profundos de la existencia, siendo la principal manifestación de ésta el dios
creado a la imagen y semejanza de los humanos que lo siguen. Un dios blanco para
hombres blancos, un dios oriental para hombres orientales, un dios negro para hombres
negros; una virgen morena para un pueblo moreno.

Los mediocres no tienen una fe propia, sino que copian aquella que es más aceptada entre
sus iguales. Es fácil descubrir a los mediocres de la fe; creen por conveniencia, por
seguridad propia, como aquel que lleva un paraguas en el bolso en caso de que llueva, pero
de una forma más absurda, como si una persona que se fuera a dormir, llevara un
paracaídas y cuando alguien le pregunta ¿Por qué llevas un paracaídas? Responde ofendido
que es porque tal vez lo necesite si se cae de la cama.

No creen por convicción propia, creen por inercia generacional, por imitación, por
inclusión en un grupo, por miedo, por ignorancia; porque no saben leer y comprender un
texto. No saben ver dentro de sí, sólo saben ver hacia afuera y medir el valor de sus
acciones a través de la opinión y los ojos de los demás.

Contrastan fuertemente con aquellos que creen por esperanza, por sufrir persecución, por
tener ganas de superarse. Esos idealistas de la fe merecen el respeto de los demás, porque
tampoco a ellos se les puede pedir que piensen en algo más que lo urgente, lo apremiante;
su desesperación justifica su fe, de igual forma que el pensamiento justifica la existencia.

Es de esperarse que en una especie de animales precavidos como nosotros, la mayoría de


las personas crea por precaución. Pero estas personas, si no se encuentran en situaciones
extremas, deberían preguntarse primero si es importante para ese dios tan sabio y tan bueno
que un humano les rinda culto de tal o cual manera.

Sin embargo todo esto queda ya de más; Epicuro nos ganó a todos, su lógica es más antigua
y más aplastante; el asunto quedó zanjado para la historia de la humanidad hace más de
2,200 años. Nosotros somos los que seguimos aferrados a esas ideas infantiles. Nosotros
somos los que no recibimos el mensaje del filósofo nunca, ni nos interesó recibirlo, aunque
ha estado al alcance de todo tipo de público en los libros de los dos últimos siglos y hoy en
internet ¡La respuesta ha estado ahí todo el tiempo!

La religión realmente no está ahí para controlarnos, sino que estamos tan perdidos que
nosotros mismos buscamos quién nos controle. Inevitablemente encontramos lo que
buscamos, la religión que más se ajuste a nuestras creencias, a nuestra comodidad o a
nuestra familia, pues somos “tierra fecunda para germinar su semilla”. Incontables han sido
las vidas que jamás despertaron, no porque no tuvieran la oportunidad, sino porque no
tenían la mentalidad orientada hacia ese fin, carecían de la mente crítica que nos tortura y
nos eleva, sus inclinaciones naturales eran distintas, no por eso eran inferiores, pero es
prudente mencionar que a pesar de su gran corazón, la mayoría de ellos no sabían leer ni
entender un texto.

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Netzi Salcedo 2017
La importancia de la lectura y de las matemáticas siempre ha sido y siempre será
infravalorada. Lo que importa hoy y siempre ha importado es la imagen que emitas al
mundo. Todos los humanos en algún momento se quejan de que es una pena que así sea,
pero no hacen nada para cambiarlo, la mayoría se alegra para sus adentros, pues del
sentimiento del tabú se deriva un placer (ligado a la sexualidad) del hecho mismo de saber
que está mal y aún así hacerlo.

El valor de las cosas o de las personas siempre es subjetivo de los individuos de cada nivel
expresado. La inmensa mayoría de las personas están buscando conocimientos someros,
objetos materiales difíciles de obtener (en nuestra época sería un carro, una computadora o
un iPhone) y viven para la sombra que proyectan sobre los demás, la imagen corporal y la
apariencia de abundancia monetaria es lo más importante para ellos.

Para los humanos que evolucionamos y ascendemos de un nivel a otro durante toda nuestra
vida, tales conductas nos parecen risibles, pero no por eso dejan de ser peligrosas trampas
emocionales. Esa actitud de comprar-tirar-comprar deja de ser irrelevante cuando todos a tu
alrededor basan sus decisiones en estereotipos; son éstas a final de cuentas, las ideas más
poderosas que moldean la realidad tanto de aquellos que las apoyan tanto de aquellos que
las repudiamos.

El fingir, sin embrago, también es un don y un talento. Los humanos tenemos una
característica peculiar y muy importante; se puede fingir ser algo hasta que se consigue ser
ese algo. Es el antiguo proverbio del deseo y el poder de la mente sobre la realidad. "Si
deseas algo con muchas ganas, seguramente se hará realidad".

Así es como las personas consiguen su lugar en la jerarquía de la sociedad, fingen ser algo e
inevitablemente terminan siéndolo realmente. Si siempre finges felicidad encontrarás
felicidad fingida y al final tú mismo te convencerás de que fuiste feliz. Porque los humanos
somos así, generamos nuestra propia felicidad, estemos donde estemos. Así de fuertes (y a
la vez patéticos) somos.

Todos siempre encontramos lo que buscamos; si queremos encontrar razones para


deprimirnos encontraremos muchas, si queremos encontrar razones para ser felices
encontraremos muchas otras, si nos parece cómodo no pensar seremos engañados por
cualquiera, incluyendo aquellos que más nos aman; nuestros seres más amados
envenenarán nuestra vida con sus mejores deseos para nosotros. Nos transmitirán sus
prejuicios, sus hábitos, su mediocridad, su practicidad y su religión, la gran mentira que nos
da un propósito para hacer las cosas; pero también por otro lado, la gran verdad en la
abstracción del ser que somos; porque sin religión la mayoría de los humanos carecerían de
identidad.

Todos los humanos necesitamos que nos transmitan esa complejidad; si creciéramos
carentes de esos prejuicios, mañas, complejos y altibajos no seríamos un individuo

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Netzi Salcedo 2017
realmente complejo ni verdaderamente individual, lo cual es lo más importante que
poseemos. La individualidad es algo que nadie puede quitarnos, es el "alma" de los seres
vivos. Todos somos individuos y la mente crítica sólo nos abre el camino para poder
observar un espectro más amplio de sus complejidades.

Tal espectro, en ambos extremos nos otorga un valor subjetivo; si aprecias la verdad y no te
falta nada, encontrarás las mentiras e inconsistencias de la vida. Si la verdad no fue gentil
contigo, si tienes alguna discapacidad o dificultad que se escapa de tus posibilidades, o
simplemente temes desaparecer al final de tu vida, entonces apreciarás el apoyo que otorga
la religión. Si solo estás pastando como una oveja, la hierba bastará para saciarte. La
religión siempre tiene algo para todos, la elección de seguirla o no es inevitable; se podría
decir que no elegimos nuestra relación con la espiritualidad, sino que viene codificada en
nuestros genes y fue inevitablemente inclinada hacia la religión por los seres que nos dieron
la existencia y sus similares (nuestros padres y las personas que nos criaron).

Pero en aras de la religión somos como las hojas que se lleva el viento, sin control alguno
sobre nuestro destino. Entonces lo más lógico sería salirse de su influjo, dejar de seguir la
religión y buscar la verdad por otros medios. Entonces sí seremos dueños de nuestro
destino ¿cierto?

No. Un pez que vive en el río no puede cambiar el curso de la corriente.

No somos dueños de nuestro destino y nunca lo seremos, puesto que el universo en toda su
complejidad es incomprensible a nuestro nivel y las situaciones que encontraremos a lo
largo de nuestra vida harán reaccionar a nuestra mente de una forma u otra y no tenemos
control sobre cómo sucederán tales situaciones... Estas simples deducciones básicas nos
indican que todo es inevitable; a esta inevitabilidad los religiosos le llaman providencia.

En el mundo de las ideas siempre podemos darle la vuelta a las cosas. Como seres atados a
la causalidad del mundo que nos engendró, no podemos salirnos del ciclo marcado para
nosotros. En el mejor de los casos podemos estar orgullosos de ser la parte pensante del
universo; un universo que se experimenta a sí mismo por medio de nosotros (aunque esto
no quiere decir que sea la única forma en la que se experimenta a sí mismo).

Pero no hay que desesperarnos, pues el no saber nuestro destino es una "bendición", porque
en este nivel podemos ser felices y elegir realmente lo que queramos. Que el libre albedrío
sea una ilusión nacida de nuestra ignorancia no anula ni su validez ni su utilidad.

Podemos elegir tener una vida tan auténtica o falsa como nuestra templanza nos permita y
aunque sea simulada al principio, la dicha que se destila de ella puede llegar a ser auténtica.
Para los que gozamos de las ventajas y sufrimos de las desventajas de poseer una mente
crítica, existe la posibilidad de elegir seguir ese camino o saltar fuera del río; así como al
salir del vientre materno era inevitable y nos causó un gran sufrimiento, también fue

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Netzi Salcedo 2017
inevitable salir de la comodidad de la religión a una vida más cercana a la verdad. Sufrimos
más, pero podemos llegar a ser más auténticos.

Por supuesto, aquí está encerrada la complejidad de la existencia humana, pues los
innumerables matices que la componen, son los bloques que construyen la civilización que
nos ha otorgado una alta calidad de vida. Aunque está de moda decir “sólo sé tú mismo”,
ese nunca es un buen consejo para el mundo en el que vivimos, pues hacerlo es una idea
opuesta a la introspección, a la cual en primera instancia le debemos la existencia de la
civilización.

Viéndolo así puede ser que no sea tan malo dejarse llevar por la corriente y fingir nuestra
felicidad hasta que ésta se convierta en realidad. Pero vuelvo a hacer hincapié en mi punto
anterior, nuestra naturaleza nos inclina a no dejarnos llevar y para los que nos consideramos
mejores, fingir la felicidad nunca es una opción.

Fingir que hay un dios que nos cuida y nos protege no nos ayuda en nada, no nos podemos
engañar a nosotros mismos. Fingir que dios mandó a su hijo a morir para perdonarnos a
nosotros es completamente ilógico y no podemos convencernos de que esa historia es más
que un mito. Un padre no manda a su hijo a expiar los pecados de un criminal que cometió
una ofensa predeterminada desde antes de que existiera el tiempo, una ofensa que sólo es
ofensa ante sus propias reglas. Tendría más lógica que un dios humano sacrifique a su
encarnación para liberar a la humanidad de sí misma o de otra entidad que le hizo daño...
Pero claro, a los mitos no hay que explicarlos, basta con tener fe en ellos.

Debemos considerar que (si es que acaso existió) Jesús mismo trascendió su religión. Al
final de su vida no era un judío ni un cristiano... O tal vez se pueda decir que fue el primer y
el último cristiano.

Además, toda esta palabrería es inútil, porque lo más probable es que su vida entera sea una
mentira.

El hecho de que muy probablemente Jesús no haya existido es una simple verdad más de
este mundo; no es razón para alarmarse siquiera, pues todas las religiones son una
fabricación humana (aunque vuelvo a afirmar en apología de ellas que son mejor que nada).

Somos seres apenas conscientes, solos en la obscuridad apremiante del universo y


aguijoneados por la certeza de la muerte. La religión es la luz que iluminó el camino en las
épocas obscuras. Es la gran división que existe entre el mundo animal al que pertenece el
humano y el mundo abstracto, que se expresa en los cerebros de los humanos; o para
decirlo de forma más simple, la religión es lo que verdaderamente separa a los humanos de
los animales.

Sólo los seres que gozan de una conciencia desarrollada "superior" pueden tener religión.
Es una evolución del pensamiento nacida de la contemplación de la naturaleza; es la

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esperanza que une a los individuos sin importar lo diferentes que sean. Y la evolución de la
religión y sus ideales ha sido un camino tortuoso.

La religión católica ha tenido una relación agridulce con la humanidad. Primero fue un
movimiento político para unir a diferentes pueblos, después se convirtió en verdadera
esperanza, luego fue una amenaza para el progreso y una herramienta de conquista. Hoy es
una broma de mal gusto que se le juega a la gente pobre o que carece de acceso a internet y
es una trampa sentimental para todos los demás.

Siempre ha sido una trampa para aquellos que carecen de una mente crítica. Aquellos que
no saben leer y entender un texto, aquellos que temen la abstracción del pensamiento y
cuya vanidad les impide ver el simio debajo del humano, el animal que acecha en el
subconsciente.

La iglesia es peor; es un abismo para aquellos cuya apatía les impide sentir lo sublime de la
abstracción al separarse de la materia e incluso les impide "contemplar la luz del alma
alzándose sobre el mundo material" que su religión promete. A la mayoría de las personas
los árboles no les dejan ver el bosque; las imágenes de cerámica no los dejan alejarse de la
idolatría, la "palabra sagrada" no les deja abrir su mente a otras posibilidades o a otros
estilos de vida, las iglesias les piden asistencia porque en ella va implícita la limosna que
las mantiene. A los menos hábiles en cuestiones religiosas, les encanta creer que tienen la
capacidad de comprarse con una moneda (o unos costales de billetes) su lugar en el paraíso.

Pero en realidad no son todas estas cosas las que "no los dejan", sino que son ellos mismos
los que se aferran a ellas y no las abandonan. Los mediocres de la fe son seres trágicos,
pues su animalidad los separa del mundo abstracto y al mismo tiempo su iglesia los separa
de su religión, evitando que satisfagan su espiritualidad.

Nosotros que estamos por encima de esos rígidos dogmas y religiones decimos “pobres de
los que las siguen, ellos no tienen la culpa de ser mediocres” pero siempre existirá un dejo
de desprecio en nuestra comprensión, porque para ellos decirles esto es equivalente a
decirles “eres idiota pero no te culpo” y es justamente eso lo que desprecian de nosotros.

Ellos por su parte, si nos quieren se lamentan por nosotros pues nos ven como unos pobres
incrédulos que no podemos ver más allá de nuestras narices, no apreciamos la gran obra
que dios creó para nosotros y cuando llegue el momento de la muerte, no saben qué hará su
dios con nosotros. Si no nos conocen, simplemente se sienten superiores; tener un poder así
respaldándote te da una gran ventaja psicológica. Pues todos ellos se ayudan diciendo "Si
dios está conmigo ¿quién contra él?"

Ah pero otra vez nos acercamos a otra pregunta incómoda. ¿Quién contra él? "el diablo"
para empezar, pero hay un montón de problemas con esa rama de pensamiento que mejor
dejamos para otro momento. Por ahora, sólo cabe resaltar los niveles a los que se

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Netzi Salcedo 2017
encontrarían esos seres, en caso de existir: dios en el nivel más alto, "el diablo" debajo de él
y más abajo aún los humanos.

Y de nuevo llegamos a un pensamiento incómodo, que nos sitúa en diferentes niveles,


jerarquías, poderes, clasificaciones, discriminaciones buenas y malas... pues los humanos
no consideramos iguales ni siquiera a nuestros semejantes y las amistades que formamos,
son siempre con nuestros similares. Esto habla mucho de nuestra relación con dios y los
seres que consideramos inferiores, sean estos realmente inferiores o no.

No puede existir una verdadera amistad entre seres de diferente nivel. Puede sin embargo
existir el amor y el respeto, así como el odio y la indiferencia. Aspectos todos de ese dios
que aparece en las escrituras sagradas de cada religión. Aspectos todos que compartimos
los humanos, pues un dios humano necesita forzosamente ser creado por humanos.

La esperanza de que haya un dios que nos cuide se desvanece con cada avance de la
ciencia, con descubrimiento, las memorias de aquellos tiempos en los que dios hablaba con
la humanidad han quedado sepultadas en la obscuridad del tiempo, pero aún así el
“espíritu” humano busca incansablemente a dios, al Dios con mayúscula que es digno de
toda admiración.

Así como para nosotros los humanos, siempre es una buena idea adoptar una religión y
seguirla; siempre es también una mala idea adoptar una religión y no seguirla. Por eso es
nuestro deber moral con nuestros semejantes el advertir sobre el peligro de las religiones
antiguas y contemporáneas, pues todas ellas son un mito, los dioses nórdicos, los aztecas,
Alá, Yahvé, Jesús... Por más que duela aceptarlo, ninguno de ellos existió.

Esas creencias ridículas pertenecen sólo a seres ridículos… ah, pero por supuesto… los
humanos somos todos unos ridículos… La broma se cuenta sola… Un dios ridículo para
unos seres ridículos.

Cabe mencionar, por supuesto que esto no es un problema, sino un estabilizador, e


irónicamente es una gran suerte para la estabilidad de la civilización que la vida de la
mayoría de las personas gire en torno a la religión y no en torno a la búsqueda de la verdad.

Es en el plano intangible en el que nos realizamos como individuos; pero la mayoría de los
religiosos relegan ese éxito propio a una fe infructífera, no se realizan nunca en la vida
colectiva y menos en el pensamiento objetivo, pues las religiones sólo permiten que los
pensamientos crezcan hasta cierto punto; si están por debajo de la media los eleva, si están
por encima los hunde, es el estabilizador perfecto, la panacea mental para los dolores y las
rebeldías de este mundo. Un cuento de hadas con un final feliz, un dios amoroso que
perdona todo lo que hiciste, que te permite cometer los peores crímenes y salir triunfante al
darte cuenta de tus errores, siempre y cuando te arrepientas de verdad.

El ateísmo no espera ni promete nada; la religión promete todo y más.

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Netzi Salcedo 2017
Es estúpido no creer en ella.

Y si creemos en ella, toda lógica podemos tirarla de una vez por la ventana.

Hagamos eso, tiremos la lógica y supongamos que dios es como nos lo contaron, un ser
contradictorio que ama incondicionalmente, excepto cuando destruye el mundo con un
diluvio, supongamos que es infinitamente superior a los humanos, perfecto en su plan y su
existencia, que sin necesitar hacernos de cualquier forma nos hizo para que disfrutáramos
de su creación y entremos de una vez en lo que puede estar pensando dios al permitir que el
caos reine en este mundo.

Sobre las razones de dios.


Incontables han sido las veces en las que he escuchado a la gente celebrar la bondad de dios
cuando un familiar se cura de una enfermedad o se salva de un incidente que pudo
ocasionarle un daño. Incontables veces he suspirado de resignación ante esta descarada
trasgresión a la lógica más básica.

Digamos que la existencia de un dios consciente es un hecho, sin preguntarnos el cómo o el


porqué. Vamos a limitarnos simplemente a tratar de comprenderlo basándonos en la
premisa de "la mayoría" y aquellos "pequeños milagros" que vemos día a día.

Mi premisa a partir de aquí es la siguiente: Dios existe y nos pone a prueba. Todo lo que
pasa en los diferentes niveles de existencia es parte de su plan divino.

Suena ridículo, lo sé, pero hagamos una "suspensión de la incredulidad" momentánea para
seguir con esta línea de pensamiento.

Ese mismo dios, tan generoso, que nos permitió curarnos de la enfermedad, determinó con
anterioridad que la sufriríamos y también que nos recuperaríamos de ella. ¿Cómo lo sé?
simplemente porque sabemos que siendo omnipotente y omnisciente, todo es parte de su
plan divino y estoy tomándome la libertad de creer que dios lo sabe todo, que está en todas
partes, que está consciente, que él controla todo y ayuda a los humanos; siendo así no
necesitamos más justificación.

Aunque a mi parecer la biblia nos enseña que dios sólo ayuda a sus elegidos o a aquél que
se lo pide, debo enfocarme más en esta época, en la que el dios en el que cree la gente
ayuda a todos indiscriminadamente, sean su pueblo o no, se lo pidan o no. El mensaje que
uno encuentra hoy es que dios (o Jesús) te ama incondicionalmente, aunque tú mismo no te
ames ni nadie más lo haga. Los drogadictos y los criminales encuentran consuelo en este
hecho y son nivelados hacia una vida más "normal". Cuando la gente "normal" encuentra el

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Netzi Salcedo 2017
mensaje, comprende el valor de las vidas propias y ajenas. Todo esto es muy bueno y sí, se
lo debemos a la religión, le pese a quien le pese aceptarlo.

Los humanos aprendemos a respetar la vida de otros humanos, cuando ésta misma nos
"golpea". La experiencia que surge del simple hecho de estar vivo nos empuja hacia la
conclusión de que hay un ser superior cuidándonos, porque no morir en la lucha ya es
ganancia. Pero basta un poco de lógica para comprender que no es que un ser superior nos
esté cuidando, sino que nuestros movimientos como individuos son limitados, nuestra
energía finita, nuestra precaución es buena y nuestro instinto de supervivencia rige supremo
entre todos los demás.

Las calamidades a las que nos enfrentamos a diario son simples consecuencias inevitables
de la historia del universo. Es esa misma historia la que engendró a Hitler, a San Agustín a
Newton, a Platón, a Darwin, a Napoleón, a ti y a mí, a aquellos que amamos y aquellos que
despreciamos. Todo sucedió inevitablemente, porque la inevitabilidad, la "providencia" del
cosmos así lo marca.

Como ya mencioné, no se puede escapar a la conclusión de que el libre albedrío existe sólo
en nuestro nivel; por lo cual sólo en él es válido.

La lucha constante por la supervivencia, el odio, las enfermedades, la muerte, toda la


historia natural de la humanidad nos orilla y (casi) nos obliga a creer en dios, a pedirle
ayuda a quien quiera que esté escuchando, si es que hay alguien escuchando.

Si estás enfermo es por una razón específica, una razón desconocida o totalmente fuera de
tu control, sea cual sea tu situación, la creencia en dios te permite descargar las emociones
acumuladas por el sufrimiento que la enfermedad causa. Muchos religiosos enfermos se
consuelan con variaciones de las siguientes palabras: "Dios me mandó la enfermedad para
que sufriera, y ese sufrimiento contiene un propósito que no me será revelado mientras
viva".

Debo dirigir al lector de nuevo al diagrama de Epicuro del capítulo anterior y destacar que
la probabilidad de tener un dios maligno es alta... si es que queremos creer que dios creó
todo conscientemente o si está siquiera ahí para observarnos.

Personalmente, me niego a creer que un dios consciente pueda ser tan vano, que nos hizo
para que día y noche estuviéramos alabándolo. ¿Qué tan ridículo tiene que ser dios para
ponernos piedras en el camino y darnos la capacidad de saltarlas para después decir
“gracias a dios he saltado esta piedra”? Un dios que haga eso no es un dios superior, es un
niño inseguro de sí mismo, que necesita la aprobación de otros para validar su existencia,
así como los humanos necesitamos de los demás para validarnos y así como todos los
dioses han sido creados por nosotros.

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Netzi Salcedo 2017
Un dios que pone a prueba a su creación, no puede ser un dios omnisciente, pues no sabe
quién se salvará. O si sabe quién se salvará puede ser que sólo quiera que se salven aquellos
que son similares a lo que a él le gusta, convirtiéndolo en un dios discriminador de seres
inferiores a él, que creó a los malos para moldear a los buenos, siendo los malos las sobras
que se tiran a la basura y son olvidados cuando ya no son necesarios. Lo cual es cruel y una
pérdida de tiempo, pues bastaría crear a los que se salvan directamente sin causar tanto
sufrimiento... Pero en caso de que exista, probablemente ya esté haciendo exactamente
eso... causando el menor sufrimiento posible... Es desquiciante, pero probable...

Dicen los cristianos que dios da y dios quita, que él les impone pruebas difíciles a las
personas fuertes. Pero es ridículo tener un dios con esas características, ese dios no es el
gran dios digno de alabanza. Es un manipulador de los hilos que utiliza seres inferiores para
afianzar su propia vanagloria (ante otros de su nivel probablemente).

Sin embargo, ese dios, si es que existe, me permitió escribir este texto para poner en duda
su obra y a ti te permitió leerlo, para derribar o afianzar tus creencias, ambos resultados son
aceptables para aquellos que conocemos el valor del plano intangible y podemos reconocer
los tesoros que otorgan tanto la mente crítica como la fe.

Pero siendo fiel a la verdad debo aclarar que esa fe puede ser manipulada fácilmente y la
prueba está en que la mayoría de las personas acaba siendo de la misma religión que sus
padres.

Así pues la religión que nos inculquen sigue siendo la mayor influencia a la hora de medir
nuestras vidas y el valor y el propósito que tienen. Ciertamente los humanos cuando
alcanzamos la mayoría de edad mental nos preguntamos muchas cosas, incluso nos damos
cuenta de la mentira de la religión, sin embargo es muy fácil regresar a creer lo que una vez
supimos que era un simple mito. Los golpes que le da la vida a la razón de las personas no
son pocos, ni son leves. En verdad el humano completo que alguna vez fuimos ha dejado de
existir; ha sido eliminado antes incluso de que pudiera desarrollarse y supiéramos que
existía. La sociedad nos mata, nos nivela, la misma agua que apaga el fuego de nuestra
pasión y que entibia nuestro potencial, suprime nuestras tendencias animales y regula
nuestra conducta para causar el menos daño posible a nuestros similares en nuestro paso
por la vida.

La educación religiosa forma una gran parte de este proceso de estira y afloja al que están
sujetos nuestras mentes y egos. La mayoría de las veces la persona cae en la trampa y se
deja llevar por el mito, por las supersticiones, por la facilidad de saber que las respuestas
están ahí esperándolo y no hay una incertidumbre que los carcoma toda la vida.

Muchas veces cuando buscamos la religión de forma consciente, acabamos eligiéndola


basándonos en la nostalgia y no en la razón... Incluso esa razón se puede pervertir pues
existe el autoengaño que nos imponen los sentimientos y nuestra propia esperanza. Hay

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Netzi Salcedo 2017
sectas específicamente dedicadas a hacer que todo parezca completamente lógico y
completamente real, claro siempre con tu voluntaria aportación económica... los que
sabemos diferenciar tales conceptos por lo menos podemos defendernos de los farsantes
más descarados, tanto las iglesias como las sectas son imanes que explotan la parte racional
de las personas; una prueba más de que no importa qué tan inteligente seas, siempre puedes
cometer errores emocionales por muy estúpidos que parezcan desde el exterior.

No todos nacen con la mente crítica ni con la capacidad de defenderse de esos ataques
emocionales de los que se valen las sectas para engancharlos. Para una persona normal lo
único que importa es lo que les enseñaron en su infancia o alternativamente lo que
escucharon y les causó alguna emoción positiva, todo lo demás les parece falso, como si un
mito fuera más verdadero que otro... No se dan cuenta de que todos los mitos son falsos por
igual, ni necesitan saberlo.

A los católicos, en el catecismo se nos enseña que debemos tener fe en dios, en que todo es
parte de su plan y en que él quiere que estemos a su lado cuando llegue el final de los
tiempos (el arrebatamiento). Esas descaradas mentiras son hilarantes vistas con una mente
crítica, pero son reconfortantes vistas desde el punto de vista de un ser material que se
enfrenta a la desaparición, no solo suya, sino de todos y todo lo que ama.

Sí, es preferible pensar en que todo eso es verdad, es sentimentalmente correcto asumir que
es cierto, es mejor tomar la precaución de llevar un paracaídas a la cama por si nos caemos,
que caer sin estar preparado... No tenemos alternativa, no si queremos sobrevivir a la
muerte y que aquellos que nos importan también lo hagan... claro, siempre y cuando se
hayan cumplido los preceptos marcados por la religión, que claman ser la verdad de dios
que se manifiesta en el mundo.

Por supuesto los que tenemos luces en la mente nos hemos dado cuenta que si dios
realmente nos otorgó el libre albedrío, entonces él no es nadie para juzgarnos, porque dejó
ese privilegio en nuestras propias manos y sin el derecho de juzgarnos tampoco tiene el
derecho de castigarnos ni recompensarnos.

Lamentablemente no existe el paraíso ni siquiera para aquellos que creen en él...

Simplemente podemos hacer que todo esto encaje con la visión del humano promedio si
aceptamos que la religión es el código de conducta para entrar en un lugar específico que en
este caso sería el paraíso, otro lugar aislado del mundo.

Así es, podemos interpretar al paraíso como una gran bendición, pero también podemos
interpretarlo como si nos estuviéramos ganando el derecho de entrar en la jaula de oro que
dios construyó para aquellos que le son absolutamente obedientes. Dentro de esa prisión de
luz, sólo pueden pasar cosas específicas, no existe el mal, y siendo que el mal no existe en
él, tampoco existe un aspecto de dios y dios por lo tanto no está ahí completamente... Al

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Netzi Salcedo 2017
entrar al paraíso, nos alejaríamos del él, o mejor dicho del todo que ha sido interpretado
como dios.

Volvamos de nuevo al problema de Epicuro... Si todo lo creó dios, entonces también creó el
mal, porque tenemos que aceptar que si su propósito no fuera crear el mal, entonces no
habría creado así el universo y si su propósito en realidad no fue crearlo, entonces no es
omnisciente porque la existencia del mal es algo que él no quería... Además tampoco es
omnipotente, porque no pudo crear un universo sin mal. Si el mal no proviene de él,
entonces no es omnipresente, porque no es el todo y sabemos que el mal es parte del todo.

Con esto, lógicamente podemos asumir que el dios verdadero y la esencia primigenia son
cosas muy distintas y que ambos son aún más distintos de lo que los humanos llamamos
"dios" el cual pertenece al mundo de la abstracción.

Incontables niveles y mitología se juntan en este pensamiento de lo que debiera ser dios, y
el paraíso que nos espera si obedecemos su palabra milagrosamente inspirada en los
escribas...

Así pues, pasemos a discutir lo que es dios realmente y qué mejor lugar para empezar que
con mi propia religión:

A los católicos se nos enseña que dios está formado por la trinidad, que se separa a sí
misma en tres “personas” distintas por su propia voluntad, cada una de las cuales tiene bajo
su mando ciertos niveles de la realidad (o poderes para decirlo de una manera más
fantástica) pero mantienen su unidad por lo que son lo mismo y no al mismo tiempo.

Y no se te ocurra preguntar cómo es esto posible pues el misterio de la trinidad es


incomprensible para la mente humana: "toda el agua del mar cabría en un pequeño hoyo en
la arena antes de que tú comprendieras el misterio de la Santísima Trinidad con tu pequeña
inteligencia" (San Agustín y el niño junto al mar).

Otra trasgresión a la lógica, pero aceptable en el contexto de hablar del incognoscible poder
del creador. Un ser sobrenatural puede ser lógicamente ilógico y con este conveniente
arreglo, tanto los politeístas como los monoteístas pueden quedar satisfechos.

A mí me gusta llamar a estas tres "personas" los aspectos de dios. En cuanto a sus poderes,
son incognoscibles pero podemos deducir a grandes rasgos cuáles son sus roles divinos
desde las "sagradas escrituras":

Dios Padre o El Altísimo tiene el poder absoluto, él creó el cosmos y determinó un plan que
será llevado a cabo sin alteración alguna. El plan es sólo conocido por él y no por sus otros
dos aspectos.

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Netzi Salcedo 2017
Dios hijo es Jesús, encarnado para sacrificar su vida para sí mismo (el padre), o más
específicamente, para derramar su sangre sobre la tierra, para el perdón de los pecados
pasados y futuros de la humanidad, pues hay que recordar que Yahvé sólo acepta redención
a través del derramamiento de sangre. Jesús es el dios al que le rendimos culto los
cristianos, por lo cual se nos puede considerar politeístas, al separarlo del Padre y del
Espíritu Santo. Sus poderes son el de curar a los enfermos, transmutar la materia y realizar
milagros en general. Si se pone atención a la simbología que lo acompaña, se puede deducir
que Jesús representa al sol en el firmamento, sus doce discípulos son las doce
constelaciones principales que lo acompañan en su viaje sideral para darnos a todos el
mensaje (la buena nueva) del Gran Padre Celestial, pero esto nunca se dice de manera
explícita pues acercaría a la gente al paganismo...

Dios espíritu santo es el más ambiguo de todos, pero se puede deducir que él es el
responsable de la vida como la conocemos, él es el soplo divino, el don de la vida que
otorgó Yahvé sobre el universo, la parte de dios que se encarga de animar todas las cosas,
todo lo que se manifiesta por medio del espíritu. Al parecer los creyentes se vuelven
creyentes gracias a él (más aún si son apologistas). En la mitología cristiana, la virgen
María se embarazó de Jesús por medio del espíritu santo y es así como Jesús forma parte de
la trinidad.

Todo esto es por supuesto un mito inventado por la humanidad y refinado a través de la
historia por aquellos que tenían que equilibrar el poder político con la esperanza verdadera,
lo cual es la principal diferencia entre una secta y una religión. Por consecuencia, este mito
es uno de los más avanzados que hemos concebido. Abre la posibilidad de considerar a dios
como una unidad, aún cuando puede separarse en diferentes partes; un concepto holístico
que resuena muy bien con mis propias creencias: "El Todo en Uno, el Uno en Todo",
"Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba".

Separarse a sí mismo sin perder las propiedades que lo componen es algo que sólo los
"organismos" masivos pueden lograr y siempre hay un precio que pagar para hacerlo.

Dicen algunos teóricos matemáticos que si al infinito se le resta un número cualquiera, éste
sigue siendo infinito, pues le puedes restar números infinitamente y nunca podrías
disminuirlo (algo así como el dios de la trinidad). Hay otros teóricos matemáticos que dicen
que si le restas una sola unidad al infinito, ésta deja de serlo, pues le falta esa unidad para
ser un infinito completo. Yo estoy del lado de estos últimos teóricos.

Siendo así, creo que si a la eternidad se le substrae un solo momento, deja de ser eternidad
y de igual forma la entidad conocida como dios, dejó de ser un dios "absoluto" al separarse
a sí mismo; la entidad perfecta que esperamos de una deidad creadora, dejó de existir en el
momento en el que se separó a sí mismo, perdiendo varios "poderes" y explicando así no

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Netzi Salcedo 2017
sólo su comportamiento errático en las escrituras, sino la existencia de cosas que no un dios
bueno no desearía sobre su creación.

Dilucidamos así pues, que dios mismo está disminuido, en espera de saber si vamos a elegir
salvarnos y debido al orden cronológico de los acontecimientos, que está, si no dominado
por el tiempo, por lo menos atado a él. Pero claro, el misterio es demasiado profundo para
dilucidarlo exclusivamente desde este planeta.

Lo que ningún cristiano que en realidad crea en lo que profesa, puede negar hoy es que
Jesús, tuvo un cuerpo físico y que al menos por 33 años (número mágico) estuvo sujeto al
influjo del tiempo que otro aspecto de sí mismo creó. Fue un niño que lloró, jugó y tomó
leche de los pechos de su madre. Fue un adolescente que tuvo necesidades sexuales y un
adulto que amó a una mujer, la Magdalena que le causa aprensión a los más santurrones.

Si creemos en Jesús debemos aceptar que era un ser humano que comía y defecaba, que se
cansaba y tenía sueño igual que nosotros. Esa es la atracción de Jesús, el punto de partida
para acercarnos de manera personal a la divinidad "yo soy el camino, la verdad y la vida,
nadie viene al padre sino por mí". Jesús es el padre, es el hijo, es un humano como
nosotros... Pero todo mundo sabe que dios no necesita un cuerpo para experimentar su
propia existencia ¿Verdad?

Continuemos con esta curiosa visión con la que he crecido: Separados, ahora esa entidad es
tres dioses menores al supremo en el nivel de la realidad en el que se manifiesta ante
nosotros (aunque en los niveles superiores no se haya separado). Por supuesto Yahvé sigue
siendo el de mayor jerarquía y no está muy claro quién está en segundo lugar, pero no
importa pues son lo mismo.

¿Qué pasaría si ese dios tuviera más divisiones? ¿Podría ser que aún dividiéndose
infinitamente nunca disminuyera? ¿O es que acaso ya no es dios desde el momento que se
dividió por vez primera? ¿La respuesta se encuentra de igual forma que la de la existencia
del libre albedrío? ¿Con niveles?¿Está dios completo en un nivel e incompleto en otro?

El verdadero dios, aquello que los sabios de todas las eras han llamado "La Esencia
Primigenia" no es un dios e incluso lo que yo llamo "verdadero dios" podría no serlo. No,
de hecho ya sabemos que no es un dios, porque todos los dioses han sido creados en la
mente humana. Simplemente no sabemos lo que es, pero eso se sale aún más de nuestra
concepción del mundo.

A final de cuentas no importa si la esencia primigenia es un dios o no, pues es el origen de


todo (incluyendo el verdadero dios) y en nuestra concepción primitiva de dios creíamos que
él era el origen.

Sería maravilloso que un dios supremo existiera y que su razón para crearnos fuera algo
más que su propia vanagloria o entretenimiento, porque el dios verdadero es inconcebible y

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Netzi Salcedo 2017
por lo tanto no puede ser nuestro dios. Nosotros somos humanos; necesitamos un dios
humano. Necesitamos ser creados por un dios menor que a su vez sea capaz de ser creado
por nosotros.

Los antiguos se dieron cuenta de esto y le dieron una solución al problema. Juntaron los
mitos más antiguos de los que había memoria y de ahí formaron el pentateuco. Con sus
orígenes anteriores a Mesopotamia olvidados y aprovechando una ola creciente de
monoteísmo en Egipto, con la premisa de ser textos de inspiración divina, avalados y/o
escritos por Moisés, nacieron la Torá y el judaísmo.

Y así fue como la semilla metafórica del árbol planetario en el que hoy vivimos fue
plantada.

La Torá por supuesto, se escribió a través de muchos años por unos sabios cuyo nombre se
ha perdido en la obscuridad del tiempo pues para el tiempo de moisés (quien probablemente
tampoco existió), ellos ya llevaban varios siglos muertos.

Desde que los humanos somos humanos, existen aquellos que claman que dios les ha
hablado directamente… Y no sabemos si todos ellos mienten pero de acuerdo a nuestros
conocimientos actuales, podemos asegurar sin miedo a equivocarnos que todos estaban
mintiendo. Dios no se comunica con nosotros porque lo que llamamos dios no existe.
Estamos buscando en el lugar equivocado.

Al día de hoy creo que no nos hemos podido comunicar con “dios” por dos principales
razones. La primera es que no tenemos la tecnología adecuada para detectar conciencias
masivas y comunicarnos con ellas y la segunda es que, desde nuestro marco de referencia,
aún no acabamos de crear al dios humano.

¿Pero por qué los humanos habríamos de crear a dios y no dios a nosotros? Por la simple
razón de que la individualidad que nos distingue del resto del universo es consecuencia
directa de las acciones que se llevaron a cabo en el plano físico y si algo hemos aprendido
es que en este universo específicamente, todo tiene un origen. Dios podría ser la conciencia
la que surge del esfuerzo colectivo humano, de lo que va quedando en el plano intangible,
cuando nuestra parte tangible ha dejado de "animarnos". Éste por supuesto es un
pensamiento "new age" pero vamos a analizar cuáles serían sus consecuencias.

De acuerdo con este pensamiento, la creación de un verdadero dios humano ha sido un


esfuerzo masivo que ha tomado la vida de cada uno de los humanos que han existido. Ha
tomado a cada científico, a cada agnóstico y a cada uno de los fieles y fanáticos, aquellos
que ignoran toda prueba, que desechan toda razón que pueda alterar sus fantasías… Somos
los bloques de construcción de ese dios, que se hace más grande en el plano intangible,
mientras más humanos se unen en él; por eso es deseable tener hijos, para aumentar la
cantidad de individuos que se unen en esa consciencia masiva y (sorpresa) enriquecerla.

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Netzi Salcedo 2017
Parece que en verdad todos han copiado de los herméticos y tergiversado descaradamente
su filosofía para sus propios negocios que tienen la temeridad de llamar religión...

Más bien parecen las fantasías de unos patéticos seres que no saben siquiera lo que es la
existencia...

Pero ¿no es acaso la fantasía la que guía nuestras vidas? ¿Lo que les da sentido?

No.

La fantasía difiere de la imaginación de la misma forma en que la vanidad difiere del amor
propio.

Y es en la imaginación en la que podemos encontrar una respuesta simple a nuestro


problema: Dios no es un individuo, ni es el creador del todo, ni es el todo. Es la causa de
todas estas cosas, pero no es ninguna de ellas. Hay quienes dirían que esto es la creencia en
un poder superior. Pero yo ni siquiera lo considero un poder. Es la causa inevitable de la
existencia. No sé siquiera si está consciente.

Además, existe la posibilidad de que dios sea sólo supremo para su creación pero que en lo
que respecta a la gran extensión del todo, solo sea un aspecto derivado de la esencia
primigenia, la cual precede incluso al "verdadero dios", incognoscible para los humanos.

Sin embargo, como bien lo demostró San Agustín, no podemos comprender tales cosas.

Así que sólo podemos dilucidar sus razones regresando a un nivel que podemos
comprender, ayudándonos de la imaginación y la propiedad más importante que hemos
aprendido en esta existencia híbrida. A través del mundo de la abstracción; se puede
trascender el nivel que nos dio origen.

Hagamos un ejercicio mental:

Imagina que eres dios. Que tienes el poder ilimitado de crear lo que se te ocurra. Que
aquello que imagines se vuelve realidad con solo pensarlo. Que tu creación obedezca cada
uno de tus pensamientos. Sería muy divertido, siempre creando universos, haciendo un
mundo tras otro, cada uno más extraño y más próspero que el anterior.

Sigue imaginando que eres dios. Que sabes todo lo que va a pasar, que eres un ser
atemporal el cual ya acabó de crear todos los mundos que su infinito “corazón” deseaba.
Acabaste de construirlos incluso antes de empezar a hacerlos. Sabes todo lo que pasa en
cada uno de ellos en cualquier momento dado. Tu conciencia es tan masiva que todas las
potencialidades se han cumplido, se están cumpliendo y se cumplirán al mismo tiempo.

Nada se te escapa, nada es nuevo, nada es impredecible, no hay nada ya qué hacer porque
todo lo has hecho, todo lo has experimentado. No queda ya nada que conocer, nadie que

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Netzi Salcedo 2017
conocer, ningún ser con el cual convivir a tu nivel, nada que te sorprenda, que te entristezca
o alegre, nada que te haga vivir. Todo es tan maravilloso que inmediatamente deja de ser
maravilloso. Aquí acaba el ejercicio mental.

No tiene caso vivir en un universo en el que todo lo que quieres se vuelve realidad con solo
pensarlo.

Una consciencia así, sin importar lo masiva que sea, no puede obtener un sentido de
satisfacción. No existe un propósito para tal existencia; más le valdría no existir, pues un
dios eterno y omnisciente, estría eternamente aburrido.

Esto es lo que yo propongo: La esencia primigenia dio origen al TODO, del cual el dios
verdadero forma parte y de él se derivó nuestro universo, en el cual pudimos evolucionar
hasta crear un dios humano.

Este dios humano fue ganando conciencia a través de las eras, pues su existencia estaba
sujeta al tiempo mientras estaba siendo creado y al final de ese tiempo, trascendió su nivel
y se convirtió en lo que los humanos llamamos dios (en el futuro para nosotros).

Las primeras lecciones de geometría sagrada nos enseñan que dios era una consciencia
ilimitada, absoluta, nada existía más que él. Antes de que existiera el tiempo, dios creó un
punto de referencia sobre el cual se pudo mover, sujetándose a sí mismo al espacio que
había creado. Optimizó su superficie y formó la primera esfera de la creación sobre la cual
basó sus movimientos para crear las otras 6 esferas que se describen en los mitos de la
creación del mundo. Como mencioné anteriormente, puede ser que al principio no fuera
omnisciente y eso respondería muchas preguntas.

Tal vez, su consciencia y su poder progresivamente se volvieron más absolutos. Y poco a


poco se empezó a dar cuenta de la tragedia de su existencia.

Y lo repito: no tiene caso vivir en una realidad en la que lo único que puedas experimentar
es lo que piensas.

Así que para tener una existencia gratificante, para tener una vida que valiera la pena
vivirse, se "reinventó" a sí mismo en una especie de "suicidio" universal, en el que la
existencia de la existencia tuvo la oportunidad de no sentirlo todo al mismo tiempo.

Cuando uno niega algo está afirmando negativamente, lo contrario a la afirmación y a la


negación es la duda. De igual manera cuando uno asevera la inexistencia, está afirmando la
falta de algo (un vacío), lo contrario a la existencia y la inexistencia es la nada.

Si lo contrario a la afirmación es la duda, cabría preguntarse si análogamente, dios se regaló


a sí mismo un poco de duda para soportar su propia existencia o un poco de nada para
olvidar que esa existencia era insoportable.

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Netzi Salcedo 2017
Y le llamo suicidio por la simple razón de que la vida absoluta dejó de existir, pero
incontables vidas se han derivado y se siguen derivando de esa reinvención. Al bajar de
nivel, al estar menos vivo, está más vivo y al dejar de ser absoluto se otorgó a sí mismo el
regalo de la incertidumbre.

Esta reinvención divina para nosotros se expresa como una emisión, un Big Bang, que lo
priva de su vida absoluta y sin cambios, en la cual accede a olvidar su propia omnisciencia
y le permite disfrutar su propia existencia, pero que al cambiar, deja de ser suya y se
convierte en la de todos los que la formamos.

Para que cualquier cosa tenga sentido, se necesitan de los polos, de las ganancias y de las
pérdidas, se necesita a la muerte, se requieren las dificultades y aquellas piedras que “dios”
pone en nuestro camino para saltar. Se requiere del mal y del bien, de la luz y la
obscuridad, pues sin una cosa la otra nada significa.

Muchos sabios han llegado a la conclusión de que la ignorancia es una bendición. Puede ser
que el sabio supremo se haya dado cuenta de lo mismo y se hizo ignorante a sí mismo para
hacer su omnisciente existencia más tolerable, menos aburrida; para agregarle variedad y
sabor a su vida.

Lo que yo creo es que un dios atemporal y omnisciente, encuentra exasperante su propia


existencia, pues nada puede superarlo, simplemente no existe nada más grande que él,
porque en su caso particular se expresa una realidad que no existe en nuestro nivel: al todo,
a un dios supremo, nada puede agregársele y nada puede quitársele.

Y digo que el dios de los humanos no es ni la esencia primigenia ni un verdadero dios, pues
entonces sería lo contrario a la resta de la unidad del infinito. Sería una suma al todo
absoluto.

A nuestro nivel podemos siempre sumarle una unidad a un infinito (o restársela). Incluso
podemos poner un infinito detrás de otro para sumarlos o restarlos. Pero en ese nivel eso no
puede hacerse: porque el todo es absoluto.

Y es tan absoluto que una infinita cantidad de infinitos caben en él. Por lo tanto si ese dios
“absoluto” tiene una conciencia similar a la nuestra, debió aburrirse inmediatamente.

Todos necesitamos del azar en nuestras vidas aunque tal cosa no exista en los niveles
superiores. Por eso yo creo que dios creó límites para sí mismo. La existencia en un marco
de referencia es el regalo que dios se otorgó a sí mismo para escapar su “muerte en vida”.
Creó al universo para experimentarlo.

La vida de un dios que es el todo, es muy triste. El todo no es susceptible de aumentar…


Por lo tanto su vida carece de propósito. Justo como la nuestra, vista desde el nivel
superior. Sin embargo también podemos darle la vuelta al asunto: el todo tal vez no sea

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Netzi Salcedo 2017
capaz de recibir nada nuevo, pero tiene la capacidad de transformarse, de evolucionar, tal
vez hacia un nivel superior a sí mismo, hacia un plano que no forme parte del todo, sino de
otro aspecto nacido de la esencia primigenia.

Imagínatelo, el todo cambiando a otra cosa aún más absoluta que su existencia actual… Los
humanos sólo nos podemos limitar a crear dioses a nuestro nivel, nunca al de la verdadera
esencia primigenia. Los sabios de épocas pasadas siempre estuvieron en lo correcto: el
hombre hizo a dios a su imagen y semejanza…

Pero desde un punto de vista holístico, en el que podemos acompasar la historia de la


creación en el punto de vista humano, no es dios el único que nos salva a nosotros, también
somos nosotros los que lo salvamos a él. Lo salvamos de una vida eternamente aburrida, de
un estado estático, atemporal, que no guarda ningún secreto, que no tiene ninguna sorpresa.

Si dios buscara una razón para crearnos sería ésta.

Sólo un dios sujeto al razonamiento de un ser individual, por su propia naturaleza, desearía
crearnos. Y el único dios que pudiera tener tales razones es un dios humano porque su
consciencia es similar a la nuestra.

Tenemos una relación atemporal con él. Al dios humano (que salió del dios absoluto y éste
a su vez salió del todo que proviene de la esencia primigenia), lo estamos creando con cada
una de nuestras creencias, porque él nos dio el poder de hacerlo, porque para que él exista,
nosotros debemos crearlo. No importa el orden en el que sucedan las cosas, en cuanto ese
ser alcanza el nivel de la atemporalidad, se libera de la causalidad que lo ataba a este
universo y por lo tanto, no necesita de un origen causal.

Dicho de otra forma: las cosas atemporales no necesitan un origen concreto (como el
cosmos por ejemplo). Ese dios ya no necesita crearnos a nosotros para que lo creemos a él,
pues su propia atemporalidad lo hace inmune a la causalidad; es un verdadero ser
sobrenatural desde nuestro punto de vista.

Incluso ese dios puede traer materia desde el futuro hacia el pasado, por el simple hecho de
que en el futuro del que salió, la materia ya existía...

Por lo tanto podemos deducir, para deleite de los creacionistas, que nuestro origen como
universo, tampoco es causal, pues trasciende el nivel del tiempo y sólo conocemos el
tiempo gracias a que somos seres vivos que experimentamos lo que dentro de él se
manifiesta y siempre permaneceremos ignorantes del "exterior", el cual es incognoscible
para los que estamos en este nivel.

El dios humano trasciende la temporalidad del universo, pero aún sigue las reglas de la
providencia del cosmos que le dio origen y el cosmos engloba todos los aspectos que se
derivaron de la esencia primigenia.

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Netzi Salcedo 2017
Lo que he llegado a creer a través de mis esporádicos acercamientos a las conciencias
superiores, las cuales me han mandado señales en momentos importantes de mi vida
(aunque no sé si siquiera existan o me hayan llegado por algún otro mecanismo), es que de
momento ese dios no existe y que a pesar de no necesitar crearnos, de cualquier forma
eligió hacerlo, porque estamos creando un dios sabio, un dios que puede “regresar en el
tiempo” y salvar nuestras conciencias individuales de la destrucción de nuestros cuerpos.
Hemos creado un dios que salva indiscriminadamente la individualidad de cada ser que
existe en el planeta.

De ser así, nuestra existencia sería la prueba de que ese dios ya existe, siempre ha existido y
siempre existirá, por lo menos visto desde nuestro nivel el cual se encuentra regido por el
tiempo. Es probable que aún ese "dios" pueda morir de otra causa no relacionada con el
tiempo. Y cabe por supuesto preguntarse ¿qué puede matar a un ser atemporal? Obviamente
puede morir debido a un peligro no relacionado con el tiempo, que se encuentra a su mismo
nivel o a un nivel mayor al suyo.

Mi creencia personal es que si alguna vez existió un dios absoluto, éste realizó una
“emisión” de su ser, creando así a los universos y disgregándose a sí mismo entre todos
ellos (así como la trinidad no deja de ser un solo dios por separarse en 3 personas). En
nuestro universo esa emisión resultó en un sometimiento de sí mismo a uno de sus mejores
inventos; el tiempo. Eso explicaría el por qué existe el mal si dios está consciente. Dios,
cuyo origen somos todos, necesita de todos para existir, así como todos nosotros
necesitamos de él para el mismo propósito.

En su nivel atemporal dios existe y sabe todo lo que ha pasado y pasará en este universo,
pero a su nivel de existencia en este universo, todavía no está formado sino que está en
proceso de formación. Estamos viviendo la época que le dio origen. Nuestro universo aún
es joven.

Por supuesto, su parte atemporal puede intervenir en este universo en cualquier momento,
haciendo válidos y efectivos los rezos y los holocaustos ofrecidos en su honor. Pero yo creo
que por respeto a su creación, a sí mismo, a su propia vida y a las nuestras, elige no hacerlo.
Dios elige no intervenir, nunca ha cambiado el plan divino, nunca ha intervenido más allá
de lo planeado. Y nunca lo hará por una simple razón: engañarse a sí mismo es de idiotas y
quiero creer que dios no es un idiota. Hacer trampa en un videojuego sólo es divertido las
primeras veces, después se vuelve una trivialidad.

Nuestra vida y su vida no es un juego, no es una farsa, aún si todo esto fuera una
simulación. La consciencia es infalsificable, porque siempre está sujeta a la subjetividad de
los individuos que la experimentan y es real dentro de su propio contexto, sin importar que
el contexto sea "falso" en un nivel superior. Pienso, por lo tanto existo.

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Netzi Salcedo 2017
Que el mal exista es prueba suficiente para tener fe en que éste universo es valioso para
dios, que no es un universo que elija borrar de la existencia sin romper sus propias reglas.
Dios necesita imponerse reglas y seguirlas; si las rompiera todo carecería de sentido. Su
vida no sería seria para él mismo y si su vida no fuera seria para él, tampoco lo sería para
nosotros, podría borrarnos en un capricho, como cuentan las leyendas mesopotámicas del
gran diluvio.

La existencia es equivalente a la conciencia: se valida a sí misma.

Si ese dios existe, entonces somos parte de una consciencia masiva que aspira a convertirse
en individuo al juntar todas nuestras existencias en una sola y ese es un objetivo digno de
alcanzarse (por lo menos durante algún tiepo).

Esa consciencia es tan individual como nosotros, al igual que nuestro cerebro, lo que
llamamos “yo” no surge de la nada ni funciona por sí solo. Es el cuerpo, las neuronas, el
cerebro y sus partes individuales lo que la forman. En el caso del dios absoluto sería el
cosmos mismo el que cumpliría la función de ser su “cuerpo”.

De igual manera esa conciencia masiva a la que los humanos podemos llamar dios (un dios
menor por supuesto) debe de estar formada por el conjunto de las demás consciencias.
Nunca solo, nunca aislado, nunca sin partes funcionales definidas que le permitan llamarse
“yo” cuando medite sobre sí mismo. Las emociones de tal conciencia evidentemente
trascienden la abstracción (pues carece de cuerpo físico) y probablemente se sitúa en un
nivel incluso más profundo que la intangibilidad en la realidad del universo.

Lo repito: dios es tan real para el universo como la mente es real para nuestro cuerpo. Una
célula puede decir que no cree en la mente, pero la mente no puede decir que no cree en las
células, porque de ellas surgió, lo máximo que podría hacer la mente en ese sentido es
ignorar la existencia de las células pues son tan pequeñas que sólo en la historia reciente de
la humanidad fueron descubiertas.

La esperanza, la ignorancia y el hecho de que la mente sea más que la suma de sus partes,
son las razones por la que es tan fácil otorgarle nuestras características a un dios fabricado
en nuestra mente.

Es probable que esa conciencia exista, aunque no tenga los poderes que se le achacan, ese
dios sería siempre humano, siempre animal, siempre vegetal, siempre biósfera, producto
indiscutible de la irritabilidad de la materia sobre sí misma, igual que nuestro cerebro.
Siempre en un nivel superior a éste, pero surgido de él.

Ya lo he dicho antes: la esencia primigenia, es la causa del cosmos, pero no es el cosmos;


los átomos son la causa de nuestras moléculas pero no son las moléculas; nuestro cerebro es
la causa de nuestra consciencia, pero no es nuestra consciencia; es probable que el dios
humano sea producto de nuestras consciencias, pero no sea nuestras consciencias.

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Netzi Salcedo 2017
Niveles y niveles... todos unos sobre otros, algunos obvios pero la mayoría ocultos a lo que
nuestra individualidad y nuestra conciencia nos limita.

Son las complejidades de la vida las que le dan un sentido a toda la existencia, incluyendo
las superiores a la nuestra. No vale la pena vivir en un mundo que no cambia ni es
susceptible de mejorar.

En la mitología judeocristiana el fruto de la sabiduría nos hizo abrir los ojos y darnos
cuenta de que estábamos desnudos. Nuestro cerebro es ese fruto, ofrecido por una serpiente,
a la que hoy llamamos columna vertebral, que tentó a Eva, nuestra curiosidad la cual a su
vez tentó a Adán, nuestra esencia... Si no lo hubiéramos comido, seríamos como los
animales, sin saber diferenciar el bien del mal. Seríamos incapaces de mejorar.

Imaginemos por un momento que el cuento del génesis es literal e imaginemos las
consecuencias que hubiera tenido la obediencia de Adán. Si él no hubiera comido de ese
fruto, la humanidad no estaría "vestida con pieles (cuerpos)", no tendría que "volver a la
tierra" después de morir ni trabajarla para comer de ella. No seríamos como dioses, no
seríamos capaces de distinguir el bien del mal... El cuento nos obliga a reflexionar que en al
menos eso, somos igual a dios, el cual curiosamente se refiere a sí mismo con pronombres
plurales.

Imaginemos que Adán hubiera obedecido a dios ¿Qué habría pasado con Eva? ¿Seríamos
un animal que no sólo no se da cuenta de que está desnudo, sino que tampoco tiene
curiosidad? La "serpiente" de esta historia nos hizo un favor al despertarnos, un favor que
vino acompañado de un gran daño.

Al comer del fruto del conocimiento del bien y del mal, nos volvimos incompatibles con el
Edén, nosotros intentamos vestirnos con hojas, pero sólo dios tuvo el poder de vestirnos
con cuerpos físicos, multiplicó el sufrimiento de la mujer, la supeditó al hombre y maldijo
la tierra... El más grande de los dioses maldijo la tierra... Me causa risa pensar que si esta
historia es real, tal vez por eso el mundo está de cabeza...

Dejando de lado las absurdas consecuencias de no haber "probado el fruto", pasemos al


hecho de que dios nos echó del edén por precaución, no fuéramos a comer también del
árbol de la vida eterna y nos convirtiéramos en algo semejante a él... Esto se puede
interpretar de dos maneras, dios no quiere rivales o él es un ser inmortal, con una
conciencia semejante a la nuestra y sabe que eso es algo terrible. Puede ser que el dios del
cuento haya probado ya los dos frutos y no quiera hacernos pasar por los mismo.

Ese fruto es la bendición de la razón, pero esta razón debe tener un fin o se convertirá en un
infinito sufrimiento.

Por supuesto esto es sólo una alegoría y un mito, que nos advierte que a pesar de que Adán
era un alma viviente, al abrir los ojos invitó a la muerte. Y si la muerte es el precio que hay

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Netzi Salcedo 2017
que pagar por abrir los ojos, es preferible pagarlo a permanecer inconscientes eternamente.
Si el dios absoluto existe, entonces conoce este hecho.

Y es fácil deducir que también conoce el hecho de que vivir como un individuo
eternamente es fastidioso. Si viviéramos eternamente como individuos, llegaría un
momento en el que nos hastiemos de vivir y prefiramos la muerte. Como ya he
mencionado, sin la muerte la vida no tiene caso alguno.

Imagina que eres inmortal, lo divertido que sería, siempre teniendo nuevas experiencias,
conociendo nuevos lugares y personas, en un viaje interminable en el que verías todo el
universo. Probablemente los primeros 10 millones de años serían muy divertidos, pero
llegará una época en la que (como probablemente dios lo hizo por su parte en su momento),
ya hayamos experimentado todo lo que podamos, y nuestras relaciones y actividades sean
repeticiones eternas.

Con este tipo de pensamiento, pasamos de la inocente pregunta de ¿Qué voy a hacer
mañana? o ¿Qué voy a estar haciendo en diez años? A la ridiculez de ¿qué voy a estar
haciendo en quinientos mil millones de años? ¿Voy a sobrevivir más allá del universo?

Los individuos mortales son la herramienta perfecta para enriquecer los universos que los
contienen en el plano físico y abstracto.

Cuando se forma nuestro cuerpo nos transformamos desde una base material y por medio
de la abstracción, en individuos intangibles. Al convertirnos en individuos no abandonamos
aquello de lo que ya éramos parte; al surgir nosotros, el todo permaneció inalterado como
siempre lo ha estado, sin embargo, el universo propio del que surgimos se transformó,
donde solo existían potencialidades empezaron a existir las realidades, el todo se
enriqueció.

La formación de individuos que lo enriquezcan se hace con el simple propósito de aportar


combustible para el esfuerzo que realiza el universo para evolucionar, ya sea a otro nivel
dentro del todo, o directamente en un esfuerzo (del universo) por trascender su propia
existencia.

En algún momento de esa evolución universal debemos de dejar de ser individuos y qué
mejor momento para dejar atrás nuestra individualidad que justamente cuando morimos,
cuando regresamos a la fuente que nos otorgó la posibilidad de existir individualmente; y lo
mejor de todo es que no dejamos de ser individuos cuando nuestro cuerpo deja de
funcionar.

Sin embargo, la muerte es el momento perfecto para saltar del nivel individual al nivel
colectivo en el plano intangible de la realidad. Un mundo más evolucionado, más libre y
con mayores posibilidades, pero inexistente sin aquel mundo que le dio origen; el físico.

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Netzi Salcedo 2017
Hay muchos religiosos que se empeñan en desdeñar el cuerpo como algo transitorio que
carece de valor. Pero no pueden estar más equivocados, pues es exactamente este cuerpo el
que nos otorgó la individualidad. Este es un hecho innegable independientemente de lo que
pueda suceder después de la muerte. Incluso aunque dios se encargue de salvar las
conciencias de aquellos que existieron someramente en este mundo y no tuvieron la
oportunidad de desarrollarla (por ejemplo los bebés abortados); es mi creencia que por
respeto a todas las vidas, dios no interfiere en ellas.

Porque interferir, cambiaría el curso del plan, el cual fue determinado por la providencia del
cosmos desde que el dios supremo existió. Hoy nos agrada decir que el "hubiera" no existe,
lo cual es otra fuente de esperanza y desesperanza a la vez. Llegamos de nuevo a la
deducción de que si ese dios absoluto existe, debe imponerse y seguir sus propias reglas
para jugar su propio juego de una forma interesante y sin trampas.

Y no hay juego más interesante que aquél en el que las decisiones que tomas son
irrevocables y permanentes.

Nos acercamos a un punto muy importante; la existencia de las realidades alternas. Existen
teóricos físicos que creen en la existencia de incontables universos paralelos en los que
cada una de las elecciones que hacemos en nuestras vidas crean un nuevo universo que
sigue ese camino. Y aunque eso es perfectamente factible, yo personalmente no creo que
sea así, porque para dios, al igual que permanecer como un individuo, también esto
carecería de sentido.

Entendámoslo de una vez: no tiene caso vivir una vida sin el sentido trascendental que le da
su temporalidad y la muerte; así como no tiene caso vivir una vida en la que todos tus
deseos se vuelven realidad con solo pensarlos; así como tampoco tiene caso que todas las
elecciones generen un universo alterno pues eso le quitaría completamente el valor a
cualquier elección que hagamos…

Tiene lógica pensar que la teoría de los universos paralelos infinitos es cierta, porque desde
el punto de vista del dios absoluto, habría incontables versiones de un mismo individuo y
cuando llegue el momento de trascender hacia el siguiente nivel, ese ser habría vivido todo
lo que le haya sido posible vivir y su existencia no dejaría lugar a arrepentimientos ni
posibilidades no realizadas.

Pero es exactamente esa la razón por la que no tendría caso vivir esa vida. Porque ninguna
elección importó, a final de cuentas todo se vivió. Si todo lo que puede pasar, pasa,
entonces nada vale la pena, ningún cuidado, ningún sentimiento, ningún triunfo es un
verdadero triunfo, desde mi punto de vista esa vida sería una tediosa repetición de lo que
los otros mil millones de seres casi iguales a mí hicieron.

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Netzi Salcedo 2017
Los dones del espacio que sirve como punto de referencia para moverse, del tiempo que
hace los acontecimientos suceder en secuencias causales, la muerte que hace significativa la
vida y la incertidumbre que se deriva de la ignorancia sobre el futuro, son regalos de dios
para sí mismo y no los va a mancillar con sinsentidos; el mar no está hecho exclusivamente
de sal, sino que sólo es salado por las moléculas disueltas en él.

El dios que bebe el agua salada debe disfrutarla, no vivir perpetuamente hastiado de ella:
demasiada sal arruinaría la experiencia, muy poca también; debe existir un balance en el
que ese dios al que no se le escapa nada y ese todo al que no se le puede agregar nada,
obtengan un enriquecimiento, un propósito, una felicidad, un sentimiento, o algún un
beneficio en especie para sí mismos al contener los universos, aunque ese beneficio sea
desaparecer liberándose a sí mismos de una existencia fastidiosa.

“Ayúdate y yo te ayudaré” nosotros no podríamos salvar a dios si su plan no fuera


justamente ese. Otro punto más para justificar la visión en la que dios es el todo y deja de
ser todo para “emitirse” y darnos origen.

Puede ser incluso que esto haya ya pasado antes, pues la unificación de las conciencias es
una consecuencia lógica de tal modelo de "crecimiento cosmológico" Hoy ya es evidente
que si el universo va a sobrevivir, no lo hará en el plano físico, pues las leyes de la
termodinámica lo obligan a, por lo menos, congelarse y no interactuar jamás. El único
camino que se conoce en esta época para sobrevivir esa congelación universal, es el plano
abstracto, donde el sol puede brillar eternamente y las flores jamás se marchitarán.

Los herméticos dicen que existen niveles de conciencia más profundos que la nuestra, y en
cada nivel se alejan de lo que nosotros llamamos el mundo real, el cual es el mundo físico,
siendo cada nivel progresivamente más intangible.

Sobre nuestro nivel está la mente de la mente y después la mente de la mente de la mente y
así sucesivamente, hasta llegar a la negación de la nada, que es el nivel de dios, el cero que
contiene todas las potencialidades en su interior y del cual se pueden extraer números
infinitamente, es inexistente desde nuestro punto de vista, por ser un cero absoluto, pero es
la negación perfecta de la nada, pues sin necesitar contener algo, la niega completamente.
Le vacío también es la negación de la nada.

Es el cero de donde infinitas cosas pueden salir... Una infinidad absoluta a la que sólo se le
pueden restar números, una infinidad tan absoluta que al restarle números se vuelve más
grande... Todo lo que logra alcanzar ese nivel enriquece la existencia de dios, agrandando
lo inagrandable, en una especie de macro organismo sobrenatural que se crea a sí mismo.

Incluso si esto no fuera verdad, podemos suponer que la unificación de las conciencias en
un individuo es algo que a largo plazo no es deseable. Pues sabemos que la omnisciencia
acaba en aburrimiento.

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Netzi Salcedo 2017
Yo propongo que la consciencia perfecta omnisciente del todo no existe, pues cada vez que
ha alcanzado ese nivel, ella misma decide “emitirse”, para dividirse en incontables seres y
volver a unificarse, cada vez más enriquecida de individualidades, pues no le queda ya nada
más que hacer. El “suicidio” por medio de la emisión es el mayor favor que una conciencia
de esas características puede hacerse a sí misma para librarse de su aburrida existencia.

Pero como el suicidio le es imposible (pues la nada no puede existir), hace la siguiente cosa
más parecida, en un ciclo inconmensurable del cual ha habido incontables iteraciones… El
todo, sin capacidad para crecer, mejorar, o reproducirse, es un campo estéril desde cuyo
punto de vista nada sucede. Es por eso que el todo deja de ser todo en cuanto cobra
consciencia de sí mismo, pues se sabe inútil y desea hacer algo con su propia existencia, la
cual es la vida más absoluta que puede existir.

La vida del todo es la verdadera, es una vida que sobrepasa toda definición; vida que
trasciende todo nivel, vida parecida a la irritabilidad, vida que es cobrar consciencia, vida
que es saberse “yo”. Así como nosotros podemos reconocer la inutilidad de la vida sin la
presión de la muerte, cuando el todo se reconoce a sí mismo, sabe que su vida no tiene
sentido, si no le llega su “muerte” a tiempo... El universo mismo “morirá” y el tiempo
dejará de existir cuando eso pase.

Estoy bastante seguro de que si ese dios absoluto en el que la gente cree existe, ni siquiera
él desea la vida eterna; incluso puede ser posible que esa sea la razón por la que hoy no es
dios y por la que cuando vuelva a unificarse será un dios completamente distinto del que
murió para darnos origen.

Un ser infinito necesita de un entretenimiento infinito. Pero si se piensa a fondo, aunque los
universos lleguen más allá de la abstracción a la que nosotros llamamos números,
ciertamente no sobrepasan la abstracción a la que llamamos infinidad.

Si dios se regaló el espacio-tiempo a sí mismo entonces éste debe tener un valor para él y
ciertamente sabemos que en el futuro tendrá un fin por las leyes que lo rigen. La realidad
que experimenta dios también debe cambiar en cada iteración del ciclo, si quisiéramos
durar para siempre, nos sería imposible hacerlo en el plano físico causal pues el tiempo se
acabaría antes de que cada una de las partículas que se encuentran en él pudiera
experimentar cada una de sus potencialidades (incluso con la existencia de los universos
múltiples).

Por lo tanto podemos deducir por medio de la abstracción, que ningún individuo soporta la
eternidad, por el simple hecho de que las cosas que se pueden experimentar en cualquiera
de los universos, no son infinitas.

Aunando esta razón a la necesidad de tener un universo único en cada iteración de las
emisiones de dios y que en algún momento de la historia del universo, la conciencia

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Netzi Salcedo 2017
universal ganará la habilidad de recordar todo lo que pasó en sí misma. Llegamos a la
conclusión de que nuestras vidas no sólo tienen un propósito definido, sino que trascienden
la infinidad por medio de la mente del creador.

Por supuesto, todo esto se viene abajo con un simple pensamiento: en el plano divino sí
existe la eternidad y ningún ser se cansa de estar vivo.

¿Pero qué es lo que queremos creer? No nos ha demostrado el universo una y otra vez que
es demasiado complejo? Incluso si alguna de las religiones de la tierra fuera verdadera, eso
no le restaría misterio al propósito divino. ¿Cuál es el propósito de todo esto?

Es la pregunta más importante y también es la que estamos más lejos de contestar. No creo
que el creador mismo pueda contestarla… Si se le preguntara para qué hace las cosas, no
habría respuesta, o tal vez sería “porque puedo” o "porque me divierte". A diario se lo
preguntamos al universo y el universo nos responde siempre con su indiferencia.

La nada no puede ser, por lo tanto algo tiene que existir. La paradoja suprema que también
se viene abajo con un simple pensamiento: dios surgió de la nada.

Pero nosotros en nuestro nivel sabemos que nada proviene de la nada, por lo tanto dios
tiene que ser la nada, la cual no es nada, sino que está llena de existencia, de la cual
formamos parte y los herméticos reconcilian la paradoja con el cero que todo lo contiene.

Tal vez exista una nada exterior a la esencia primigenia, pero no nos es posible imaginarla
porque estamos “dentro” de dios, sólo nos es posible deducir su existencia por medio de la
imaginación.

Ahora, con esto en mente, podemos comenzar a hablar no de individuos, sino de


conciencias compuestas y macro organismos abstractos que se mueven en el plano
intangible de la realidad.

Si la existencia no se soporta a sí misma como un individuo, se necesita del nivel no-


individual para seguir existiendo. Cualquier organismo, al perder su cuerpo, pierde la parte
que le dio origen a su individualidad y se renueva en el proceso. Todo en la naturaleza se
mueve por ciclos. La abstracción es la misma, pero se expresa en incontables individuos
cada vez que, en su ciclo, regresa al origen.

Para pensar y para sentir los humanos necesitamos de nuestro cerebro. Cuando éste
desaparece se pierde aquello que nos otorgó la individualidad que se formó a través de las
leyes de la vida, pero no se pierde la esencia que nos formó como tales; nuestra parte
intangible probablemente permite continuar nuestra existencia. La potencialidad de la
materia para convertirse en individuo ya existía antes de nosotros y continúa existiendo
después de nuestra muerte. No es algo que se encuentre sólo en nosotros, es algo que se
encuentra en toda la materia de todo el universo. Siempre cortejando la vida, siempre en un

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Netzi Salcedo 2017
vaivén en el intersticio entre la consciencia masiva a la que llamamos materia y la
consciencia individual a la que llamamos vida.

Sin embargo también he recibido señales que no dejan lugar a dudas. Una parte del
individuo sobrevive a la muerte; mi creencia es que nos unimos a la conciencia planetaria y
podemos funcionar tanto como individuos como bloques de construcción para la
consciencia súper masiva que se enriquece con el ejercicio del mundo abstracto en nuestras
mentes.

De la misma forma en la que el nivel atómico toma las propiedades del mundo subatómico
para darse forma, también el mundo de la vida toma la preexistencia del mundo molecular
para formar algo que lo trasciende.

El nivel del espíritu, si es que existe, debe de ser igual; usa las leyes de la vida para
trascenderla y formar nuestra consciencia desarrollada en materialidad pero consumada en
intangibilidad.

Si yo fuera dios, habría elegido no permitir la existencia de todos los universos paralelos.
¿Cuál es el propósito de permitir las elecciones si esas elecciones dan lo mismo si se hacen
o no se hacen? Qué significado puede tener la decisión de un leve movimiento del que
depende la vida de muchas personas si en el universo contiguo la elección “correcta” es
tomada.

La vida es valiosa porque es única, el tiempo es invaluable porque nunca se repite. Si se


socava tal cualidad, también se socava la validez y el valor de la vida.

Para que nuestras existencias sean valiosas para nosotros mismos o para dios, la realidad
debe de ser una sola e irrevocable, un universo con leyes predefinidas e inmutables es
necesario para que sus habitantes tengan algún valor fuera de sí mismos.

Una molécula de agua no se da cuenta de nuestro toque, nosotros somos los que nos damos
cuenta del toque de ella pero somos incapaces de sentir una sola, sólo sentimos un conjunto
masivo de ellas. Es posible que nosotros seamos como esa gota de agua tocando la piel de
dios, no sabemos reconocerlo por su magnitud, pero él se regocija al tocarnos a nosotros.

Pudo ser otra gota, pero fuimos nosotros y siempre en conjunto. Nunca individualmente.

El hecho de que nuestra existencia sea única es importante. Si existieran otros incontables
seres iguales a nosotros ¿Qué importaría que uno se perdiera?

Para el dios que he inventado en mi mente, nuestra individualidad es más importante que su
entretenimiento, pues le da un valor de irrepetibilidad a las cosas. Es mejor tener una sola
experiencia satisfactoria, que tener incontables experiencias tan parecidas una a la otra que
es difícil encontrar las diferencias entre un universo y otro.

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Netzi Salcedo 2017
Mi dios no es tan aburrido como para pasar una eternidad experimentando una y otra vez el
mismo tiempo, la misma vida, la misma muerte, que carecería de significado si el individuo
es salvado en su totalidad, si no pierde individualidad, si no se une a otra conciencia masiva
en la intangibilidad.

Si existe la reencarnación, en la que una esencia utiliza muchos cuerpos para alcanzar el
siguiente nivel, entonces esa conciencia debe de ser nuestro verdadero yo, una existencia
que no es individual; como tampoco lo es mi dios.

El cuerpo que nos forma en esta vida, según marca concepción hinduista se convierte en un
instrumento de esta esencia. La herramienta por la cual se experimenta el mundo físico y la
elección de ser mejor se encuentra presente como potencialidad en todos los seres. El
karma se convierte en la justicia ineludible que claman aquellos que fueron devastados, que
se les hizo un daño o un mal en este mundo.

De existir esto, también debe de ser que dios tenga sus propias “reencarnaciones” pero en
su caso son emanaciones de existencia, realidad y materia en cada uno de los universos.

Es exactamente esa la razón por la que dios no debe moverse en universos infinitos, ni debe
ser omnisciente, ni debe ser omnipotente, ni atemporal, ni intervenir en nuestras vidas,
porque de ser así todo carecería de significado, incluyendo su propia existencia.

Si dios fuera un tramposo, un farsante o un charlatán ¿en qué creeríamos nosotros? ¿En
eso? No… Dios no puede ser ninguna de esas cosas. No es por su sabiduría ni por su poder,
ni por su omnisciencia, sino por respeto a su propia existencia y a todas aquellas a las que
dio origen que dios es consistente consigo mismo.

Aún si él es el origen del mal. Eso sólo comprueba que es consistente con su propia
existencia y que todos los que participamos de ella, la enriquecemos.

La vida es transitoria, toda ella, incluyendo incluso la de dios... Probablemente... Pues por
qué habría de ser la vida de dios eterna si se sujetó a sí mismo al tiempo y éste tiene un
final... ¿o por qué habría de ser individual si su propósito es salvarnos?...

La esperanza siempre permanece, esclava de la emoción, aunque no siempre amiga de la


verdad. Esa emoción que tenemos los humanos es validada por su propia existencia, es esa
voz que grita "todo esto vale la pena" mientras el velo de la termodinámica la apaga y la
obscuridad del tiempo la aleja...

Un pez que vive en el río no puede hacer nada para cambiar el curso de la corriente; sólo
puede saltar fuera del él para evitar ser arrastrado por ésta. Pero después del salto acaba de
regreso en ella, o muere asfixiado en la orilla por atreverse a ir tan lejos…

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Netzi Salcedo 2017
Ciertamente, un pez no puede cambiar el curso de la corriente, pero puede saltar en el lugar
y momento oportuno para caer en otra corriente. Puede incluso saltar varias veces de una
corriente a otra, antes de alcanzar el mar. Tal vez en uno de sus saltos un "águila" lo lleve al
cielo y pueda observar el "panorama" antes de ser devorado.

El viaje no acaba cuando uno encuentra la verdad; sólo comienza.

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Netzi Salcedo 2017

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