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CAPÍTULO 1

INCONSCIENTE ESCINDIDO, TERCERA TÓPICA Y VULNERABILIDAD.

[…] Pero lo más significativo de ese tercer acto es la


redacción de su última obra, El esquema del
psicoanálisis. […]Tal vez en ningún otro lugar el estilo de
Freud alcanza ese nivel de síntesis y de lucidez. El
Esquema es un digno epílogo, un broche de oro. En este
texto, al reformular la noción de Spaltung. con esta
escisión podemos hablar de una tercera tópica, aquí solo
esbozada.

Emilio Rodrigué, Freud en sus 150 años


Agenda Imago, Junio 2006, www.elsigma.com

1. Introducción general

1.1 En Mayo de 2006 –cuando la primera edición de este libro se


comenzaba a distribuir en Buenos Aires- Emilio Rodrigué escribe su homenaje a
los 150 años del nacimiento de Freud. Allí describe los lugares sagrados que “nos
contemplan al ser contemplados” que “precisan de un atalaya, un punto
privilegiado que oficie de mirador”. Y en la vida y obra de Freud-según Rodrigué-
hubieron tres atalayas : el primero fue la Acrópolis y La interpretación de los
sueños, “un genial monolito que estaba ahí para dar testimonio”. El segundo “[…]
se sitúa en la Estatua de la Libertad, en el puerto de Manhattan” donde “Freud le
dice al oído de Jung: ellos no saben que les traemos la peste”. Y la tercera atalaya
“[…] ocurre en el río Támesis. En el silencio de la madrugada del 5 de junio de
junio Freud atraviesa el canal de la Mancha en ferry” y allí escribe su gran obra
final donde –como se cita en el epígrafe- se esboza una tercera tópica.

En la década del 80´ surgió en nosotros la necesidad de revisar


críticamente el valor universal del aparato psíquico freudiano construido a partir de
las psiconeurosis. Las variaciones significativas en las presentaciones clínicas, las
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críticas epistémicas al psicoanálisis, las insatisfacciones terapéuticas, los avances


de otras disciplinas y los profundos cambios sociales, económicos y tecnológicos
crearon una atmósfera propicia para la investigación conceptual. De este modo-
apoyados en la última concepción teórica freudiana de la mente (1933) nos
planteamos:

a) Estudiar los conceptos teóricos freudianos no integrados tópicamente en su


modelo teórico final
b) Valorar la suficiencia de los conceptos explicativos freudianos existentes para
condiciones psicopatológicas no neuróticas-no psicóticas
c) Evaluar los conceptos nuevos postfreudianos en su poder explicativo para
aquellas condiciones
Así fue que a partir de los datos que ofrecía la clínica, las producciones teóricas
de distintos autores – que se mencionan más adelante- y la relectura de textos
freudianos, desarrollamos la noción de tercera tópica cuyo núcleo duro es lo
inconsciente escindido y cuya derivación clínica es la noción de vulnerabilidad.
1.2 .El psicoanálisis –como es sabido- nace de la histeria. Esta „madre‟
fundacional del descubrimiento freudiano ha sido reconocida, valorada y
convertida en el epígono carismático de un pensamiento que cambió la forma de
conocer al sujeto humano. Pero como toda madre omnicomprensiva ha hecho
también estragos. Planteada la historia como un cuento, resulta que Madre
Histeria es muy atractiva, y junto con sus primas Neurosis Obsesiva y Fobia
constituyen una familia representativa y significante. Y esta familia se invistió como
la familia rica con la riqueza propia de ese inconsciente reprimido que retorna en
sus formaciones, y que el analista arqueólogo descubre. Y como toda familia rica
tiende a ocultar algo de sus orígenes- los parientes pobres- que podrían perturbar
su prestigio. Y esta parentela pobre y necesariamente olvidada la constituyen sus
hermanas Neurosis Actuales. En los inicios de sus estudios psicopatológicos
Freud planteó con toda claridad que en toda neurosis de transferencia existía un
núcleo de neurosis actual. Es decir: en toda manifestación de alta jerarquía
simbólica hay algo “inadmisible a la simbolización”, es decir algo no interpretable
en el sentido de no descifrable porque nunca se cifró. Pero los modelos freudianos
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del aparato psíquico no parecieron incluir ese núcleo que tan tempranamente
Freud había alertado en su clínica porque en realidad hasta 1927 existió un
inconsciente único basado exclusivamente en la dinámica de la represión. Esto no
se modificó ni con la introducción del narcisismo ni con el más allá de 1920.Pero
ya por esa fecha la positividad de aquella familia neurótica se ve afectada no solo
por aquellos parientes pobres, sino por una prima lejana y negativa: la Perversión.
Y con ella aparecen la formulación freudiana de la escisión y la coexistencia.
Ahora spaltung no separa solo un “arriba de un “abajo” sino que plantea
existencias simultáneas en un mismo plano.

1.3. Consideramos entonces que independientemente de cómo se


establezca su origen se trata de la “coexistencia de dos posturas psíquicas” una
que gira alrededor del Ideal del Yo donde opera la represión y es la fuente de la
intersubjetividad y otra –apartada, escindida- que es la sede de la desmentida
radical y a su vez ha sido constituida por ella: el Yo Ideal permanente, monádico,
duplicante y de pura descarga que no reconoce la alteridad.

Y con esto queremos decir que en todo acto psíquico, en todo producto de
la subjetividad y en su misma construcción, conviven constantemente el
enmascaramiento represivo y la eficacia de lo no representable asociado a la
pregnancia inevitable del narcisismo tanático. Desde allí conviene recordar que
entre la primera y segunda tópica Freud introdujo el narcisismo pero que este no
tuvo su figuración tópica. Pero desde el momento que es posible diferenciar un
Ideal del Yo y su sesgo imaginario y simbólico, .de un Yo Ideal inscripto en el
orden de lo Real, están dadas las condiciones para revisitar la tópica freudiana en
línea con Freud. Aquí es importante hacer una lectura de acuerdo a lo que
entendemos como “lógica de autor” Así es que cuando Freud descubre la
represión lo que describe al principio es solo un mecanismo de defensa de ciertas
enfermas llamadas histéricas. Luego resulta ser también el mecanismo de defensa
de ciertos enfermos obsesivos y fóbicos. Y finalmente es la noción estructurante e
universal del psiquismo humano. La misma lógica se percibe cuando describe la
escisión como el mecanismo de defensa de los fetichistas. Luego lo planteará no
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solo para esas patologías sino también para la psicosis. Y finalmente como
mecanismo general del Yo “joven” frente al trauma y en las neurosis en general.
Por esto pensar la escisión no solo como un mecanismo de defensa, sino también
como un mecanismo estructurante y universal solidario de la represión primaria, es
una posibilidad que entendemos de valor heurístico. Es un apartamiento que
permite un diferenciación Para aceptar esta caracterización hay que estar de
acuerdo también en que en Freud la posibilidad de ligadura representacional se
establece en condiciones económicas definidas por el principio de constancia.
Tanto la pulsión con su anclaje somático, como la condición siempre in-justa del
objeto auxiliar inexorablemente generan magnitudes no ligables que dejan huellas
activables pero no evocables. Esto significa que tanto vía naturaleza y vía cultura
hay carencias y hay excesos Esto implica que coexistirá para siempre aquello que
ingresa en la órbita del deseo y la castración, es decir las leyes del Edipo, con
aquello que queda apartado, no reprimido, es decir lo que llamamos escindido.

1.4 Por supuesto que no se trata aquí de hacerle decir a Freud lo que no dijo,
pero sí de valorar un estilo de revisión y desarrollo típicamente freudiano desde la
clínica (vg. fetichismo, psicosis) hacia una primera teorización y luego hacia una
segunda teorización póstuma e inconclusa donde afirma que “(la escisión) no
merecería tal importancia si no se confirmara también en estados semejantes a las
neurosis y finalmente también en estas últimas” (Freud, 1938). Existe una lógica
en el descubrir cuestiones humanas y universales a partir de patologías y además
–como es sabido- Freud inaugura con la teoría del sueño o del chiste el estudio de
lo normal donde lo inconsciente reprimido es propio de la cotidianeidad habitual.
La pregunta que surge entonces es si lo escindido es también parte de esa
cotidianeidad y no solo un mecanismo de defensa como ha sido descripto por
diversas corrientes psicoanalíticas. En realidad los mecanismos de defensa
primitivos descriptos por la escuela inglesa –los mecanismos esquizoides- tienen
un valor estructurante, pero se plantean desde una perspectiva psicopatológica del
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mismo modo que el mecanismo de desmentida asociado a la escisión y a lo


traumático.1

Pero conviene tener en cuenta que la concepción freudiana ha sido entendida


como una teoría motivacional de la memoria, a partir de un inconsciente dinámico
que funciona con reglas propias de la represión. Pero hoy en día la canónica
concepción sobre las memorias como sistemas diferentes y disociables algunas
de ellas explícitas o declarativas (semántica y episódica) y otras implícitas
(procedimentales, emocionales, priming), ha problematizado la concepción
homogénea de un sistema inconsciente único producido por la represión. Como
señala R.Pally (1998) es clara en las neurociencias la existencia de un doble
circuito del procesamiento emocional integrado por un circuito que pasa por la
corteza e involucra al hipocampo y por otro que pasa por la amígdala cerebral y
que es capaz de producir reacciones emocionales sin posibilidad de recuerdo
consciente (memoria emocional). W.Bucci (2001) dentro de su teoría de los
códigos múltiples sostiene que existe “[…] un procesamiento subsimbólico
sistemático y organizado que opera junto a sistemas simbólicos a lo largo de la
vida adulta normal y racional”.(La cursiva es nuestra).

Por otra parte las críticas más serias a las teorías psicoanalíticas del
inconsciente provienen de la neurociencia cognitiva donde se señala que “[…] la
existencia del inconsciente cognitivo2 no apoya con claridad, e incluso arroja
alguna duda sobre la existencia del inconsciente psicoanalítico de Freud”
(Grünbaum,A.), Pero también las teorías cognitivas de la mente evolucionaron
desde la concepción computacional en serie hacia la concepción conexionista en
paralelo. Esta concepción encontró mucho apoyo a partir de las importantes
investigaciones sobre la memoria procedimental. Como señala Díaz Benjumea
(2004) “[…] hoy vemos que hay toda una parcela de funcionamiento psíquico que

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Lo mismo se daría con el clásico concepto de “parte psicótica de la personalidad”
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M. Froufé ( 1997) ha desarrollado exhaustivamente esta noción. Lo que genera cierto problema
es el uso del adjetivo “cognitivo” intentando legitimar o no al llamado inconsciente “psicoanalítico”.
Creo que es mejor decir que existen importantes investigaciones de las ciencias cognitivas y del
psicoanálisis sobre la noción de inconsciente que poseen convergencias y divergencias.
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funciona por el propio automatismo de la memoria, y no está causada por


motivación alguna”. (La cursiva es de la autora). De todos modos agrega:

[…] algunos autores abogan por la necesidad de un doble nivel para explicar por
una parte los procesos subsimbólicos característicos de los sistemas conexionistas,
y otro nivel de funcionamiento que explique el pensamiento lógico y racional, lo que
no deja de plantear dificultades. Parece evidente que la mente no sólo funciona del
modo descrito con los sistemas conexionistas, no consta sólo de memoria
procedimental..(La cursiva es nuestra).

Es decir que se puede hipotetizar que las memorias implícitas (automáticas)


correspondan a un tipo de inconsciente y las memorias declarativas
(motivacionales) y sus derivaciones cognitivas, correspondan a otro tipo de
funcionamiento inconsciente y que ambos operen simultáneamente. En este
sentido si se entiende ahora la escisión no solo como un mecanismo de defensa
subsidiario en última instancia de las reglas de la represión (evitar el displacer),
sino también como un apartamiento originario y permanente de la tramitación
representacional declarativa, es posible pensar en la existencia de lo que se
puede formular como un inconsciente escindido, correlativo a las memorias
implícitas que a su vez incluyen distintos tipos de procesamientos y redes
neuronales. Si esto es así se plantea para el psicoanálisis un interesante problema
tópico, dinámico y económico que necesitaría de una revisión metapsicológica del
último modelo freudiano de instancias referenciadas solo en la represión.

1.5. Esto implica también que existe desde el vamos una heterogeneidad
inconsciente radical, es decir distintos modos de procesamientos inconscientes en
la patología, en la salud y en la cotidianeidad de las memorias declarativas y las
implícitas, del recuerdo narrado y de la memoria del cuerpo. Esta coexistencia de
lo reprimido con lo inconsciente escindido, es lo que sintéticamente entendemos
como “tercera tópica”. Esta revisión metapsicológica implica a su vez un punto de
articulación posible –y complejo- tanto con las neurociencias como con las
llamadas disciplinas de la subjetividad. Se trata de una concepción teórico-clínica
de tres espacios psíquicos que extiende la noción de inconsciente dentro de una
tópica de sesgo freudiano sosteniendo la universalidad y la coexistencia de
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procesos inconscientes que determinan que todos sus productos sean “mestizos”
En ella además describimos tres dinamismos: el clásico de la represión que
determina qué accede y cómo a la conciencia, el de la escisión como vaivén que
determina el predominio en la percepción de aquello expresable en el orden de la
palabra y/o de aquello inefable propio del orden somático y del acto, y finalmente
la dinámica vinculante de los procesos terciarios que ponen en relación a esos
dos órdenes. Esta última dinámica constituye la articulación de lo representable y
la riqueza fantasmática del Prec. con lo que se encuentra escindido: es justamente
el campo donde se desarrolla lo que denominamos el potencial heurístico del
sujeto a través del lazo social con el otro, es decir el campo de la creación de lo
nuevo. Esto significa que el modelo de la tercera tópica intenta integrar
concepciones pulsionalistas y relacionalistas sin jerarquía teórica a priori. Además
no se trata aquí solo de descifrar sino de crear, de inventar un sentido, de generar
una narrativa verosímil y compartida, lo que es posible solo en transferencia con
un vínculo significativo. La importancia -a nuestro modo de ver- de introducir lo
escindido como fundante y estructurante es jerarquizarlo como apartamiento o
separación originaria, universal y persistente que implica la posibilidad de puentes
no reduccionistas con otras disciplinas que se ocupan de la mente y de la
construcción de subjetividad. En esta concepción no hay un centro y por tanto no
hay bordes sino que el descentramiento y la complejidad es intrínseca al
funcionamiento psíquico. Así es que planteamos una tercera tópica como un
articulador heurístico de distintas teorías psicoanalíticas abierto a la investigación
conceptual y empírica dentro del psicoanálisis y en la interdisciplina.

2. Antecedentes de la tercera tópica


2.1. Nuestra formulación de una tercera tópica fue desarrollada a fines de
la década del 80 y presentada por primera vez en el VII Symposio de la AEAPG
de 1990. Posteriormente –en 1992- fue publicada en un libro, en la Revista de
Psicoanálisis, en la Revista de Psicología y Psicoterapia de grupo y aceptada para
su presentación en Amsterdam en el 33º Congreso Internacional de Psicoanálisis,
IPA. En 1996 en la segunda edición del libro del 92, Acto Bulímico y Tercera
tópica, se realizaron modificaciones y actualizaciones, y luego fue publicada en
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Aperturas Psicoanalíticas (www.aperturas.org).Obtuvo una mención especial en el


III Congreso Argentino de Psicoanálisis, fue parte de un nuevo libro en 1999 (
Psicoanálisis, Tercera tópica y Vulnerabilidad somática) y una nueva versión fue
aceptada para su presentación en Niza en el 42º Congreso Internacional de
Psicoanálisis, IPA (2001). En el 2005 se actualizaron algunos aspectos del modelo
como parte de la primera edición de Procesos Terciarios: de la vulnerabilidad a la
resiliencia, y en el 2009 como parte del libro editado por IPA sobre la escisión del
Yo en Freud.
2.2. Antecedentes de la noción de “inconsciente escindido”

En la historia del psicoanálisis han habido numerosas menciones a lo que


entendemos como inconsciente escindido y sus producciones. En su modelo
traductivo de 1896, Freud afirma que “los signos de percepción”, que constituyen
la primera inscripción de las percepciones (y por lo tanto aún no están
“traducidos”) están ordenados según asociaciones de simultaneidad que implican
la existencia de algo inconsciente no reprimido. En esa época inicial plantea que
el “núcleo de neurosis actual” de las psiconeurosis (1895) no corresponde a lo
reprimido y en el segundo período de su obra afirma que “la compulsión de
repetición” (1920) no entra en la zona de los impulsos eróticos reprimidos. En la
etapa final de su producción (1927-1938) reintroduce el concepto de escisión o
clivaje de acuerdo a una lógica que señalamos anteriormente, que va de la
perversión a la psicosis y de ésta a la neurosis, lo que permite darle ahora una
dimensión estructural.

Laplanche (1990) busca integrar en la tópica freudiana “clásica”, neurótico-


normal, una tópica del clivaje, indispensable para enmarcar no sólo las
problemáticas de la psicosis, los casos límite, las psicopatías y las perversiones,
sino también fenómenos que son propios de la normalidad. Todo ello preservando
al inconsciente sexual de toda desexualización y planteando un “inconsciente
enclavado”.

Rousillon (2007) –que acuñó el término “inconsciente anterepresión”-


escribe que el concepto de clivaje del Yo debe poder ser desprendido de la simple
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clínica del fetiche, para recibir un estatuto teórico más considerable. El clivaje
concierne a la patología del ser, no a la del tener, concierne a la falta en el ser y
no a la falta como organizadora del deseo y de la pulsión.

Green, (2000) considera la escisión como una actividad fundamental del


psiquismo porque con la escisión comienza justamente la diferenciación. La
posibilidad de escindir el universo en dos es el primer acto psíquico por el cual
este puede ser significado. Ya en 1977 había señalado que: “[...]la escisión es
indispensable para el trabajo psíquico que no debe ser recargado por la tensión
[...] es un proceso normal [...] es uno de los dos mecanismos básicos”(p 109)
(1990). Por otra parte ocupándose de su discusión con Marty ( ver capítulo 3),
plantea que:

[…] Fue necesario que alguien describiera las cosas como lo ha hecho Marty , es decir
que adoptara como punto de vista una especie de referencia o de causalidad
biológicoapara encarar las funciones del psiquismo elemental que yo llamo
“prepsíquico”. Este término vago involucraría un estado mítico donde solo actuaría el
representante psíquico de la pulsión, disociada (esta) del encuentro con la
representación de objeto o de cosa o disociada entes de ese encuentro.

Y ya en 1975 a partir de su clásica investigación sobre los estados limítrofes


Green ha insistido en el valor estructural de la operación psíquica llamada
“escisión o clivaje”. Este autor señala que “[…] en la represión, la relación del Yo
como representante de la realidad y las demandas pulsionales como
representantes del placer es vertical […] en la escisión esta relación es horizontal.
La razón del Yo y la razón de las demandas pulsionales coexisten en el mismo
espacio psíquico” (la cursiva es mía). Estas afirmaciones muestran que desde la
patología borderline se tiende a construir una concepción global del
funcionamiento psíquico.

Destacamos a estos autores franceses por su explicitación acerca del valor


teórico del clivaje o escisión como mecanismo estructural pero es posible inferir
desarrollos teóricos que entendemos aluden a un inconsciente no reprimido
utilizando otras terminologías. En Bion los elementos y pantalla beta como
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aglomeración no integrada y el “terror sin nombre” , el terror al derrumbe como


signo-huella que no pudo simbolizarse en Winnicott, lo Real como fuera del
lenguaje e inadmisible a la simbolización en Lacan, lo originario y el pictograma en
Aulagnier, el teatro de lo imposible y la histeria arcaica en McDougall, la escisión
esencial en M‟Uzan, los dinamismos paralelos en Marty, lo no representable en
Missenard, lo ignoto, incognoscible en Rosolato, lo arcaico y la negatividad radical
en Kaës, la delegación de lo no figurable en Botella, la idea de lo “prepsíquico” y el
trabajo de lo negativo en Green, lo “sabido no pensado” en Bollas, el lugar del
doble inmortal en Aragonés y el inconsciente originario en Bleichmar.
Recientemente Cabré (2011) ha planteado el papel pionero de Ferenczi al señalar
que este autor escribe que “[…] además de la función tradicional del sueño de
realización de deseos, la otra función del sueño sería, la de crear imágenes que
pudieran colmar el vacío de la no representación” y que “[…] este sería el punto de
conexión entre las aportaciones de Ferenczi y los desarrollos actuales sobre el
inconsciente no reprimido”.

Es además importante tener en cuenta que la teoría psicoanalítica se ha


visto enriquecida a partir de los puentes que se construyeron con la psicología
cognitiva y las neurociencias, lo que ha permitido dar un nuevo sustrato al
concepto de escisión y de coexistencia de dos modos de funcionamiento psíquico.
En este sentido Riera (2011) señala que Kandel postula que no somos
conscientes de los contenidos de la memoria implícita, pero al mismo tiempo hace
una clara distinción entre los contenidos implícitos y el inconsciente
dinámico (generado por la represión) que describió Freud. Así por ejemplo
sabemos que en el hemisferio derecho predominan los circuitos neurales que
regulan los afectos y la expresión no verbal (memoria implícita), mientras que en el
hemisferio izquierdo predominan los circuitos que organizan las relaciones causa-
efecto y el lenguaje verbal (memoria explicita).

Cyrulnik (2007) señala que el inconsciente denominado cognitivo y el


llamado inconsciente freudiano son
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[...]dos lógicas de inscripción diferentes que sin embargo participan en la construcción


del mundo psíquico de una misma persona [...] Existe una memoria sin recuerdos que
crea en la persona sensibilidades preferidas y habilidades para relacionarse no
conscientes , una especie de memoria del cuerpo. […].Esta memoria prehistórica no
necesita recurrir a la represión para frenar los recuerdos. (p.124)

Diaz Benjumea (2002) enfatiza el concepto de coexistencia cuando


describe la memoria emocional o asociativa, que difiere de la declarativa pero que
evidentemente actúa en paralelo conectada a todos los demás sistemas. Señala -
siguiendo a Le Doux- que la percepción emocional es previa a la ideativa, y no
implica toma de conciencia, de modo que pueden ponerse en marcha mecanismos
defensivos para evitar esa emoción antes de tener conciencia de la misma. Es
evidente que ya no estamos en el terreno de la represión ni de la inscripción
simbólica pero si de una inscripción emocional vía circuito amigdalino.

Edelman (2000) describe los tres sistemas motivacionales del


funcionamiento mental que corresponden al cerebro reptiliano ( motivaciones
fisiológicas de autoconservación), al cerebro mamífero ( motivaciones sociales de
apego, cuidado, competencia y juego) y al cerebro humano ( motivaciones de
comprensión, autoorganización, y procesamiento cognitivo) que operan
simultáneamente en paralelo, esto es sin toma de conciencia, en la que se
perciben solo operaciones de un sistema a la vez, el predominante.

Esta lista no pretende ser exhaustiva ni estricta pero alude a las diversas
consideraciones en la literatura psicoanalítica y no psicoanalítica, acerca de lo que
está funcionando en un orden no representacional .En este sentido creemos que
el término “escindido” alude a un concepto en principio prefreudiano, pero luego
desarrollado por Freud con gran sentido explicativo pero no integrado en su obra.
Esto significa que, al integrarlo, le atribuimos valor heurístico suficiente para
plantear una modificación del último modelo freudiano usando las categorías
utilizadas por Freud. Por otra parte, desde el momento que lo escindido -desde
nuestra perspectiva psicoanalítica- se corresponde con las memorias implícitas
donde se constituyen todas las operatorias de distinto nivel, es de hecho condición
necesaria para el funcionamiento psíquico normal.
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2.3. Antecedentes del término “tercera tópica”

El término tercera tópica como tal fue utilizado por primera vez por André
Green (1975) cuando -en una conferencia en homenaje a Winnicott- señala que
“[…] en realidad estamos hoy frente a una tercera tópica en función del self y del
objeto”. Christoph Dejours (1986) es quien desarrolla un modelo gráfico utilizando
la noción de escisión y en nuestro país la propuesta de una tercera tópica fue
realizada por Norberto Marucco,(1999), Eduardo Raggio (1989), César Merea
(1994) y Elsa Rapaport de Aisemberg (2001 ). Marucco y Raggio han enfatizado
sobre lo escindido mientras que Merea lo ha hecho principalmente sobre lo
intersubjetivo, existiendo además autores como Kaes (1989) y Brusset (2006) que
han reclamado por una revisión metapsicológica desde esta última perspectiva.
Accioly Lins (1994) la ha planteado desde un enfoque winnicottiano y Aragonés a
partir de una matriz narcisista que diferencia el doble ideal del doble inmortal.

Cabe recordar aquí que Laplanche y Pontalis (1968) definen como “tópico”
el punto de vista que supone una diferenciación del aparato psíquico en cierto
número de sistemas dotados de características ó funciones diferentes y
dispuestas en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlo
metafóricamente como lugares psíquicos de los que es posible dar una
representación espacial figurada. Es así que si alguna noción teórica se presenta
como tópica alude a funciones que se representan en el espacio.

En Freud es claro que son los datos clínicos provenientes del estudio de los
sueños y de las psiconeurosis los que originan las tópicas. Su modificación y el
pasaje de la primera (1900) a la segunda (1923) depende de esos observables.
Conviene tener en cuenta que previamente al desarrollo de la primera tópica
existen algunos indicadores clínicos que provienen de las neurosis actuales que
no adquieren status metapsicológico como las psiconeurosis de defensa que se
explican perfectamente con las categorías de este primer modelo. Existen además
en la obra freudiana numerosos avances teóricos, entre la presentación de las
tópicas primera y segunda y con posterioridad a esta última, que no tuvieron una
integración coherente en los modelos como los conceptos de doble elección
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objetal y la dinámica del Ideal, los fenómenos vinculados con el doble y lo


siniestro y fundamentalmente la noción de escisión del yo. Esta última noción
desarrollada en un trabajo inconcluso de 1938 y en el Compendio de
Psicoanálisis (1938), es diferente de otras spaltung freudianas y postfreudianas.
Obsérvese inclusive que el aparato psíquico que Freud describe en 1933, no da
cuenta del fetichismo presentado en 1927 y el concepto de escisión del yo que lo
caracteriza, no tiene cabida en el modelo final integrativo de 1933, del mismo
modo que las dinámicas narcisistas no lo tuvieron en la segunda tópica de 1923.

Es importante destacar que cuando se utiliza el sustantivo “tópica” se


alude a una representación gráfica, es decir a un diseño en un espacio plano que
metaforiza funcionamientos que justamente no se localizan en un espacio tangible.
La utilización del adjetivo ordinal “tercera” implica además un posicionamiento en
línea con la enumeración freudiana. Estas dos precisiones son necesarias para
comprender que en la historia del psicoanálisis existen diversas concepciones
sobre el aparato psíquico, el funcionamiento mental y la construcción de la
subjetividad de gran riqueza heurística. Pero para ser consideradas tópicas deben
ser pasibles de una metáfora gráfica y para tener una calificación ordinal –en pos
de una higiene conceptual- deberían respetar las convenciones freudianas.

3. Modelo de la tercera tópica

3.1. Es teniendo en cuenta estas nociones que hemos realizado una revisión del
último modelo de aparato psíquico freudiano, pues creemos que es natural a la
lógica freudiana – y al pensamiento científico en general- reconsiderar las distintas
categorías metapsicológicas a la luz de los avances dentro del corpus
psicoanalítico y de los aportes de otras disciplinas. Esta revisión condujo a lo que
entendemos como tercera tópica como un modelo universal de la mente.

La tercera tópica constituye la representación gráfica metafórica de la


heterogeneidad y coexistencia de funcionamientos psíquicos inconscientes de
estructura representacional (representación de cosa y representación de palabra)
y no representacional. Se trata de un modelo del aparato psíquico, entendido
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como la construcción del psiquismo entre soma y otro, caracterizado por la


introducción en la segunda tópica freudiana de la escisión como mecanismo
universal y estructurante que permite la coexistencia universal de dos grandes
modos de funcionamiento psíquico, cada uno de los cuales puede estudiarse
desde distitas perspectivas. (Zukerfeld,R.,1992,1993,1994,1996,1998,1999;
Zukerfeld,R. & Zonis Zukerfeld,R., 1989,1999, 2001)
La escisión estructurante es representada tópicamente (ver figura 1) como
barra vertical perpendicular a la barra horizontal que desde la segunda tópica
representa metafóricamente a la represión y junto con ella ordena el encuentro
entre dos exigencias de trabajo, una de carácter biológico (I) y otra de orden
vincular (II) y (III). Esto quiere decir que este modelo intenta integrar las
concepciones pulsionalistas y las relacionales sin establecer un orden jerárquico,
de modo que en todos y en cada uno de los funcionamientos psíquicos hay algo
del orden somático y algo del orden vincular.

3.2. Desde el punto de vista económico se diferencian en el modelo dos


derivaciones simultáneas de lo pulsional (I) y de lo vincular como exigencias de
trabajo para la constitución del psiquismo.

(a) Esta derivación implica cargas que se ligarán a la representación de


cosa y de palabra ofrecidas por el vínculo con otro (II). En el primer caso las
primeras ligaduras son las de la represión primaria y las fijaciones , punto de
partida de la tramitación representacional que sigue las reglas del principio del
placer-displacer freudiano. Green (1975) señala con claridad que “la
representación de cosa capta, limita, transforma la energía pulsional [...] no puede
ligar por sí sola todo cuanto forma parte del representante psíquico”. (la cursiva es
nuestra)

(b) Esta derivación corresponde justamente a catexias no ligadas que


producen huellas activables pero no evocables(Ha), correspondientes a las
magnitudes no representables tanto de la fuente pulsional (biológica) como de la
fuente vincular (III). Parte de ellas puede implicar un efecto de lo traumático
(intrusión, identificación patógena) asociado a lo que Green (1975) señala como
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“{…] los bien conocidos efectos del afecto sobre el cuerpo (o del cuerpo sobre el
afecto). De ahí también las descargas por la reacción somática o el pasaje al
acto”. Asimismo las nociones de “introducto”( Benyakar,2006) , de “identificación
primaria pasiva” y de “huella ingobernable”, (Marucco,1999 ) y la de “imposición”
(Berenstein, 2001 ) son teorizaciones íntimamente vinculadas a las vicisitudes
citadas.

3,3. Desde el punto de vista dinámico se describen en este modelo tres


dinamismos:

(1) el de la represión y sus procesos de investidura y desinvestidura ,


progresivos y regresivos propios del conflicto ( movimiento “vertical”) que implica la
fluidez de desplazamientos y condensaciones, y que ordena –de acuerdo a las
legalidades del deseo y la interdicción- que es lo que se hace o no consciente con
mayor o menor enmascaramiento.

3
(2) el de la escisión que determina predominios con fluidez y alternantes
en P-CC de procesos de tramitación representacional y/o de activaciones de
huellas ( movimiento de vaivén horizontal o barrido) y de este modo ordena el
interjuego diferenciado de todas las manifestaciones que adquieren la cualidad de
la conciencia, que no significa necesariamente la de la palabra.

(3) el de la vinculación que pone en relación a las tramitaciones (a) con las
activaciones (b) constituyendo procesos terciarios (Zukerfeld & Zonis
Zukerfeld,2002, ver capítulo 4) Estos procesos fueron descriptos por Green (1972)
como “[…] aquellos procesos que ponen en relación los procesos primarios y
secundarios de tal manera que los primarios limitan la saturación de los
secundarios y los secundarios la de los primarios” y que “[…] merecen ser
aislados en el plano conceptual como procesos de relación”, de modo que “[…] (el
pensamiento) consagrado al ejercicio de los procesos secundarios, sigue abierto a
unos procesos primarios que aseguran la irrupción de la intuición creadora en el

3
La permanente y fluida dinámica es la propia del funcionamiento normal-neurótico y se asocia a la dinámica
de la vinculación (3), mientras que los predominios cristalizados (sin fluidez), la rigidez o la ruptura de la
escisión, representarían a las configuraciones patológicas como se observa en la figura 2.
16

momento mismo de ejercerse la mas rigurosa racionalidad”. En nuestra


concepción pensamos que además de la relación entre procesos primarios y
secundarios, que generan la riqueza creativa preconciente, los procesos terciarios
construyen un sentido secundario a lo escindido irrepresentable gracias a un
vínculo intersubjetivo, siendo el mecanismo de la creación de lo nuevo. ( Figura 1,
de * a ** )

3.4. Desde el punto de vista tópico y de acuerdo a los mitos fundantes del
psicoanálisis se describe un espacio de producción intersubjetiva con sus
diferenciaciones e instancias constituyendo una estructura edípica conflictiva
(EEC) donde se encuentra el ideal del Yo, y otro espacio donde se asienta el Yo
ideal como parte de una estructura narcisista nirvánica (ENN) sede de la
desmentida radical, la duplicación y la descarga. P.Marty (1990) señala que:

[…] el Yo Ideal representa la desmesura [...] se lo siente desde afuera como un


sentimiento de omnipotencia del sujeto frente a sí mismo como llegando al caso ,
frente al mundo exterior, [...] no es el retoño de represiones [...] se presenta
clínicamente como un poderoso rasgo de carácter y de comportamiento [...] Al
representar un todo de invulnerabilidad o nada [...] resulta eminentemente
mortífero. (La cursiva es nuestra)

De este modo se plantea una tópica del narcisismo y de los ideales donde en
términos de Green los aspectos tróficos son parte del conflicto coexistiendo con
los aspectos tanáticos escindidos. Este punto de vista asume la noción de
„estructura‟ solo en sentido metapsicológico y no en sentido psicopatológico ya
que todo síntoma, trastorno o rasgo incluye algo de ambas estructuras o modos
de funcionamiento.
17

O T R O

(II) P-CC (III)


(3)
EEC ENN
* **
Prec.

(1 )
Ideal Yo Ideal
(2)
del

Yo
Rc Ha
Inc. Reprimido Inc. Escindido
(a) (b)

(I)

S O M A

(1) Dinámica de la represión (2) Dinámica de la escisión (vaivén) (3) Dinámica vinculante
(procesos terciarios) (I) Magnitud pulsional : a) magnitudes ligadas (b) magnitudes no
ligadas (II) Relación intersubjetiva (III) Imposición

3.5. De esta manera el aparato psíquico freudiano final de 1933 pasa a ser
un modo –también universal- de funcionamiento psíquico que coexiste con otro
que corresponde a lo inconsciente escindido. Esta última noción constituye el
“núcleo duro” de la tercera tópica y creemos que es el que mejor da cuenta de
este funcionamiento por tres motivos:

a) Jerarquiza el mecanismo de escisión como apartamiento o separación


originaria, global y persistente que se corresponde con las investigaciones en
neurociencias que deslindan y estudian las articulaciones entre sistemas luego de
comprobar que son disociables como sucede con los circuitos del hipocampo y la
amígdala cerebral (Bechara, Damasio,et al,1995). De este modo el concepto
18

„escindido‟ es también consistente con un modelo modular de la mente, con


sistemas motivacionales en paralelo.
b) Enfatiza su dimensión estructural que a nuestro modo de ver sigue en la
trayectoria freudiana el mismo recorrido de la represión que primero fue una
defensa histérica y luego un mecanismo universal. Como señala Green (1998) en
la cita inicial de este capítulo, la escisión implica diferenciación lo que inclusive es
una necesidad desde un punto de vista de la evolución4. Es claro ya desde las
primeras teorizaciones económicas freudianas que para que exista articulación
entre afecto y representación es necesario que no se sobrepase una cierta
magnitud que debe permanecer constante. Esto implica un “espacio” de descarga
para que sea posible dicha articulación lo que justifica la “expansión” de dicho
espacio por efecto de lo traumático. Obsérvese además en la Figura 1 que esta
“expansión” se representaría gráficamente por un “corrimiento a la izquierda” de la
barra de la escisión que “aplastaría” al preconciente5..

c) Lo desvincula de cualquier énfasis en lo patológico ya que se trata de un


sistema constitutivo, permanente y económicamente necesario como ya planteaba
Bateson ( ) en la década del 70 cuando a propósito de los hábitos y las
destrezas afirmaba que “ningún organismo puede permitirse ser consciente de
asuntos que puede manejar en niveles inconscientes”. Y se trata de “asuntos” que
no son parte de un conflicto aunque no son absolutamente autónomos pues
secundariamente pueden quedar capturados en la dinámica conflictiva. En
realidad corresponden a todo el campo de lo que se entiende como memorias
implícitas y un aspecto importante a determinar es la relación entre estos procesos
inconscientes no solo con los comportamientos más o menos automáticos o
procedimentales, sino con los mecanismos neurovegetativos. En este sentido el
inconsciente que denominamos escindido comprende a funcionamientos propios
de los circuitos amigdalinos–hipotalámicos que están en la base de la respuesta
psiconeuroinmunoendocrinológica. En términos metapsicológicos hablamos de

4
Ciertas concepciones de la evolutionary psychology podrían dar cuenta de ello.
5
En las neurociencias se correspondería con el deterioro del hipocampo por las hormonas del stress repetido.
19

magnitudes no ligadas a representaciones que se descargan y vehiculizan en


conductas motoras y respuestas somáticas de distinto nivel.

En forma sintética planteamos que lo que llamamos inconsciente escindido


– es decir lo apartado estructuralmente de la trama representacional ordenada por
la represión- puede ser caracterizado de distintas maneras de acuerdo a distintas
teorías psicoanalíticas, investigaciones de las neurociencias, de la psicología
cognitiva y de las disciplinas de la subjetividad . Dentro del psicoanálisis para las
teorías pulsionalistas lo escindido se corresponde con el campo de la descarga, de
lo tanático o de lo negativo; para las teorías del narcisismo con el lugar del teatro
de lo Imposible (Mc Dougall,1991 ) y la sede del Yo Ideal o del doble inmortal
(Aragonés,1999) ; para las teorías de la identificación con las identificaciones
primarias pasivas ( Marucco,1999 ) , inscripciones patógenas ( Bleichmar 1999).
Para las disciplinas de la subjetividad lo escindido correspondería a lo
irrepresentable y a lo transubjetivo. Para la psicología cognitiva sería el
inconsciente cognitivo y el espacio de los procesos subsimbólicos, y en general
para las neurociencias el lugar de las memorias implícitas ( procedimentales,
emocionales y priming) con sus diferentes redes neuronales.

Por otra parte puede resultar útil incluir aquí la noción de déficit desarrollada
por Killingmo como el producto de las “fallas en la capacidad de feedback
emocional del cuidador que provocan incapacidades estructurales en el infante”
(p.172), las que describe como mentalización deficiente. Así es que caracteriza al
déficit como un modo de funcionamiento psíquico que gira alrededor de la
necesidad de afirmación del sí mismo – que se corresponde con una concepción
de raigambre kohutiana dentro del psicoanálisis- y por la dificultad en la
mentalización de los afectos, donde no existe una intencionalidad primaria que se
traduce en la presencia de ansiedad difusa con escasa actividad fantasmática y
la conformación de mecanismos defensivos monótonos. Esto implica que además
del conflicto las patologías se explicarían por funcionamientos deficitarios de
distintas características que a nuestro modo de ver coexisten con los ccnflictivos.
20

En relación a este último aspecto, se puede considerar a toda manifestación


clínica como mestiza y lo que hemos denominado vulnerabilidad sería una
condición que expresa el predominio de lo deficitario, que entendemos escindido,
es decir apartado de la tramitación representacional. Rodriguez Sutil (2009)
plantea que “en el adulto los dos procesos se nos presentan en forma simultánea
en el aquí y ahora” y señala que “parafraseando a Balint, podemos hablar de “el
ámbito edípico” y “el ámbito de la falta básica” (p.21). El uso del término escindido
reconoce numerosos antecedentes terminológicos en casi todos los autores
postfreudianos y modernamente se corresponde con lo que el Boston Change
Process Study Group (2009) plantea cuando señala que:

[...] el concepto de conocimiento relacional implícito mantiene la idea de que los


procesamientos inconciente dinámico (reprimido) y no-conciente son centrales en la vida
afectiva y relacional, a la vez que nos libera de un modelo del inconciente dinámico
como la única o necesaria manera de comprender la esfera intrapsíquica (p.226).

El uso del término “no conciente” es habitual como estrategia de diferenciación de


modos de funcionamiento. Leffert (2010) señala que:

El término no-conciente es usado para referirse a las funciones mentales descriptas


como implícitas o no declarativas. El término inconsciente se refiere al concepto usual de
inconsciente dinámico con el que el psicoanálisis tiene una prolongada y ambivalente
problemática.(p.127)

4. Sobre psicopatología: ni la ‘ansiedad’, ni el ‘atracón’ ni la ‘depresión’


existen.
Así es que lo inconsciente escindido implica reformular la posición
psicoanalítica frente a la patología de modo de poder pensar que en todo síntoma
hay algo inefable y que en todo lo inenarrable hay algo sintomático. Y que el
analista lidia siempre simultáneamente con el [su] conflicto y el [su] déficit. En este
sentido las clínicas del desvalimiento, de los excesos, del acto, de las toxicidades
no serían ni bordes ni límites a la acción psicoanalítica porque aunque no lo
veamos la carencia o el acto siempre está en cualquier expresión neurótica y el
deseo y sus vicisitudes se infiltra también en las llamadas patologías no neuróticas
21

El modelo de la tercera tópica radicaliza entonces la noción de mestizaje de


las manifestaciones sintomáticas ya presente en las teorizaciones freudianas. Si
entendemos lo Real como lo que está fuera del lenguaje y es inadmisible a la
simbolización –como define el último Lacan- se puede entender su sede en las
manifestaciones del Inc. Escindido. Pero además es necesario comprender que
esta inadmisibilidad es constitutiva y se expresa desde el buen andar en bicicleta
hasta el conocimiento relacional implícito, desde el hábito al goce y desde la
eclosión somática hasta la irrepresentabilidad de la vivencia traumática. Por otra
parte no constituye un límite al psicoanálisis sino más bien un obstáculo para los
psicoanalistas, en especial para los que no han podido aún pasar de una escucha
monoaural a una escucha estereofónica.

Esto se plantea así porque “lo inadmisible a la simbolización”, lo


irrepresentable, acompaña siempre a lo simbolizable y simbolizado. Se trata de
una lógica de coexistencia y predominios que puede llegar a cristalizarse, es decir
perder la dinámica de la fluidez. Esta forma de pensar implica que no existe
manifestación clínica homogénea, ya que se trata de predominios, de modo que el
constructo „ansiedad‟ incluye –por ejemplo- un “ansi” producido por la represión y
un “edad” efecto de una descarga automática escindida. Por lo tanto cuando la
clínica evidencia ansied/ad no es lo mismo que si fuera an/siedad. En este último
caso la psiquiatría actual tal vez hablaría de un “ataque de pánico”. Otro ejemplo
habitual se plantea en un episodio bulímico que consiste en una manifestación de
atracon/es o de at / racones o tal vez de atra / cones pero nunca de „atracones‟. Es
interesante el caso del señor A. quien es un hombre de 55 años, técnico industrial,
que relata ser el mayor de tres hermanos quienes trabajan en la empresa que
fundó el padre, un importante ingeniero, que falleció hace cinco años. Desde ese
entonces él debe hacerse cargo de otras funciones “y hace un tiempo se
generaron problemas que no me dejan dormir”. Describe entonces episodios de
insomnio con angustia que atribuye a las exigencias laborales. En un momento de
la entrevista los ojos se le llenan de lágrimas: “discúlpeme doctor-¿o licenciado?-
pero me cuesta hablar de mi separación. Ella tuvo razón en dejarme porque la
verdad, quien puede estar con alguien como yo...“Decía que estaba cansado de
22

alguien tan rígido. Me quedé solo...pero estaba bien. Ahora no se que me pasa, no
tengo hambre; en realidad no tengo ganas de nada, a veces pienso que lo mejor
sería morirse...” Relata que su madre falleció cuando el tenía cinco años y su
padre no tuvo mas ganas de vivir y lo medicaron con antidepresivos al igual que a
un tío suyo que se suicidó. “Hizo bien, cuando uno no quiere vivir ¿por qué tiene
que seguir?”. ¿Usted quiere saber si yo me quiero suicidar? Ya otras veces lo
intenté y me internaron. Hoy no sabía si venir aquí o irme con el auto por la
Panamericana...” .

¿Se puede decir que el señor A. padece una „depresión‟ con todo el sentido
homogeneizante que posee el término?. De acuerdo a lo aquí desarrollado
sucintamente en el señor A. encontraremos momentos de de / presión, mejorando
hacia la depre / sión y empeorando hacia la d / epresión donde reina el predomino
absoluto de lo escindido con sus riesgos y la necesidad de la intervención
psicofarmacológica. Pero el analista aún se vincula con esa „de‟ que representa la
circulación de una palabra que quizás devele el significado de “licenciado-doctor”
en la historia de “técnico-ingeniero”, o la pérdida de esa esposa-madre y esa
identificación paterna. Y el analista además debe y puede soportar la / presión
de lo Real presente tal vez en una genética peculiar. Y el analista que trabaje en
estereofonía escucha simultáneamente ambos parlantes y habla, y al hacerlo se
ofrece y al ofrecerse no solo habla. Esto implica que la “escucha estereofónica” es
el corolario clínico del modelo teórico de coexistencia planteado. Así es que en
toda presentación clínica es posible determinar lo que proviene de lo reprimido, lo
que proviene de lo escindido y sus particulares combinatorias.

Las patologías cristalizadas, es decir las que suelen ser incluídas en


taxonomías variadas que van desde los DSM hasta la sacralización de las “tres
estructuras”, también son consideradas desde el modelo de la tercera tópica como
se observa en la figura 2. Allí se aprecia la existencia de los tres espacios
(preconsciente, inconsciente reprimido e inconsciente escindido) delimitados por la
barra horizontal de la represión y la vertical de la escisión. A partir del gráfico
universal “normal-neurótico” de espacios similares para la dinámica de lo reprimido
23

y de lo escindido y fluidez de “vaivén” entre ambos, se observa la cristalización a


“derecha” en la patología psiconeurótica, la rigidez disociativa de las perversiones,
las diferentes rupturas de la barra delimitatoria de la escisión en las psicosis y la
cristalización a “izquierda” en todo lo abarcado por la definición de vulnerabilidad.

Esto significa que en principio en las constelaciones patológicas


consolidadas se ha perdido la fluidez (dinámica del vaivén y procesos terciarios).
En la psiconeurosis el predominio represivo y conflictivo restringe y contamina
notablemente todo el funcionamiento psíquico implícito y procedimental, es decir
los diversos recursos yoicos incluyendo mecanismos de defensa. La perversión
implica la disociación radical y la psicosis la desorganización radical por ruptura de
la escisión de origen somático o vincular. Y a continuación veremos lo que
consideramos el predominio y cristalización de lo escindido, es decir la condición
vulnerable, que no es ni neurótica ni psicótica.

Figura 2. Modelo de la tercera tópica y psicopatología general

“Normal-neurótico”

Esc.

Psiconeurosis Perversiones Psicosis

Es Esc.
cc Esc.
c.

Vulnerabilidad*

Esc.

* Patologías de borde, frontera, del acto, del desvalimiento, de déficit, del vacío,
narcisistas, psicosomáticas, tóxicas, normopáticas, etc.
24

5. El predominio de lo escindido: de la psicosomática a la vulnerabilidad


somática

5.1. Desde el modelo de la tercera tópica –como se puede observar en la figura


2- toda la llamada “patología de borde” corresponde al predominio de lo
escindido, incluyendo el amplio campo de la llamada psicosomática. Sin embargo
pensamos que el término “psicosomático” se mantiene en psicoanálisis más por
respeto a una fuerte tradición que como expresión de la realidad clínica y teórica
actual. No tiene la especificidad de sus orígenes y alude a un campo que implica
la involucración del cuerpo en las manifestaciones sintomáticas sin abrir juicio
sobre psicogénesis lineales. En la actualidad este campo suele definirse como el
del estudio de los factores emocionales y psicosociales vinculados al origen,
desencadenamiento, exacerbación, consecuencias, evolución, prevención y cura
de la enfermedad somática y lo que la psiquiatría denomina trastornos
somatomorfos. Estos últimos incluyen –entre otros- a dos grandes mecanismos
universales : conversión y somatización. El primero –como es sabido- constituye el
capital descubrimiento freudiano de lo inconsciente reprimido en la histeria de
conversión, y de allí el nacimiento del psicoanálisis. Se trata del paradigmático
modo de producción neurótica de síntomas. Su proverbial pregnancia en la clínica
y en la teoría minimizó los desarrollos freudianos sobre las neurosis actuales y - a
pesar ciertos desarrollos postfreudianos - el modelo de la conversión (lenguaje del
cuerpo traducible en palabras), constituyó el eje central de lo llamado
psicosomático. De este modo en realidad no se constituye estrictamente dentro
del psicoanálisis en un campo diferenciado, (no hay diferencias con las neurosis)6,
hasta las investigaciones y las publicaciones de la escuela psicosomática de
París. Estos desarrollos postulan en principio características particulares de un
funcionamiento psíquico que intentan delimitar una categoría específica 7. La ahora
necesaria diferenciación con el campo de las neurosis hace que la corriente

6
El término “órganoneurosis” lo ejemplifica. De todos modos ya en los pioneros se discutió
profundamente el problema de la simbolización como lo demuestran la escuela de Boston y la de
Chicago
7
No sorprende que los miembros de la escuela se autodenominen “psicosomatistas” y no
psicoanalistas. A.Green (1998) en su discusión con representantes de la escuela señala el olvido
de las ideas de Bion y Winnicott en relación a los estados límite.
25

lacaniana caracterice estos funcionamientos “psicosomáticos” como expresiones


de un “fenómeno”-que no es síntoma- y que permanece en un “borde” donde se
encontrará con lo fronterizo, no neurótico-no psicótico, normopático, ( J.Mc
Dougall,1982) . Y la misma terminología -el término “borde” o eventualmente
“frontera”- alude a la existencia de un “centro” que sigue siendo el de las
psiconeurosis de transferencia.

Creemos que este modelo “neuróticocéntrico” se convirtió en un lecho de


Procusto obstaculizando la percepción de la coexistencia y simultaneidad de
manifestaciones de órdenes diferentes como ya un primer Freud había percibido
(toda psiconeurosis tiene un núcleo de neurosis actual). Es así que el modelo de la
tercera tópica asentado sobre dos mecanismos estructurantes –represión y
escisión- no tiene centro ni borde porque toda manifestación clínica es mestiza por
definición. Así es entonces que los predominios y eventualmente las
cristalizaciones son las que van a definir la presentación clínica. En este sentido el
predominio de las manifestaciones de un aspecto de lo escindido –el que
corresponde a una memoria emocional no representable8- pueden expresarse –
entre otras formas- en la eclosión somática y es a este predominio al que le
atribuimos un potencial patológico, es decir una vulnerabilidad particular.

5.2. En anteriores publicaciones ( Zukerfeld & Zonis Zukerfeld,1999) hemos


definido, a este predominio y cristalización de lo escindido como vulnerabilidad, es
decir como un funcionamiento psíquico y/o una condición subjetiva cuyas
manifestaciones más habituales se expresan clínicamente por cierto déficit de la
actividad fantasmática, cierta precariedad de recursos del Yo para afrontar
sucesos vitales y elaborar duelos, y por la tendencia al acto-descarga
comportamental y/o somático. (Ver capítulo 9 )

Por eso si tuviéramos ahora que delimitar a lo llamado por tradición


“psicosomática” lo centraríamos alrededor de la noción de vulnerabilidad somática,
de modo tal que este campo sería definido como aquel donde se estudia cómo y

8
Cuyo sustrato serían las redes neuronales de los circuitos amigdalino-hipotalámicos y su
integración inmunoendócrina.
26

por qué aumenta o disminuye la vulnerabilidad de un sujeto a enfermar, es decir


como se ha constituido y opera un funcionamiento psíquico donde predomina o se
encuentra cristalizado lo que entendemos como inconsciente escindido. En la
medida que el modelo de la tercera tópica es un modelo de coexistencia, a partir
de considerar una escisión estructurante y universal, el predominio citado convive
siempre con las manifestaciones propias de lo reprimido y de esta forma se
pueden describir dos grandes modos de enfermar con diversas vicisitudes. El
término “modo” contiene –según lo pensamos- una jerarquización de la
singularidad que implica distintas maneras no excluyentes en las que el cuerpo
queda involucrado. (Ver capítulo 5)

La primera grana modalidad de funcionamiento se define por la existencia de


tramitación psíquica y en forma regresiva corresponde a lo que tradicionalmente
ha descripto el psicoanálisis freudiano y postfreudiano, - aún con notorias
diferencias- como modo conversivo de producción sintomática. Es conocido que
aquí las representaciones del propio cuerpo y los afectos concomitantes se
procesan regresivamente de acuerdo a las reglas de funcionamiento
psiconeurótico, es decir siendo parte de un conflicto reprimido regido por Edipo y
adquiriendo valor simbólico. Su predominio se manifiesta con una intensa
actividad fantasmática propia de las vicisitudes del deseo inconsciente y la
interdicción.

La segunda gran modalidad de funcionamiento se define por la ausencia de


tramitación representacional y comprende a lo que tradicionalmente ha descripto
el psicoanálisis freudiano y postfreudiano, - aún con diferencias- como el modo
somatizante de producción sintomática. Este modo implica activaciones de huellas
no evocables, que metapsicologicamente se encuentran escindidas. Las
escisiones también pueden ser defensivas e implican el desmantelamiento no
represivo de la estructura afectivo-ideativa expresado por ejemplo en la noción de
alexitimia. Aquí nos encontramos dentro de lo que hoy en día se suele considerar
como lo “psicosomático”, es decir el funcionamiento donde existe un déficit de
actividad fantasmática , que preferimos llamar de vulnerabilidad somática que es
27

donde predomina lo escindido. Desde el punto de vista de las neurociencias es


interesante señalar que el déficit señalado –como inclusive la noción de alexitimia-
podría pensarse como falta o inadecuación de lo que Damasio ( 2003 ) describió
como “marcador somático”. Estos marcadores son un caso especial de
sentimientos generados a partir de emociones secundarias y conectados,
mediante aprendizaje, a determinadas decisiones, cuya base neural reside en las
conexiones de la amígdala con la corteza prefrontal9.

Obsérvese que en realidad reemplazamos el prefijo “psico” por el constructo


“vulnerabilidad” en la medida que éste es el término que utilizamos para
denominar el predominio de un funcionamiento psíquico. De este modo el paciente
“psicosomático” es en realidad un paciente con “vulnerabilidad somática”, es decir
con cierta facilitación potencial para la patología somática.

En definitiva ambas modalidades generales de funcionamiento coexisten a


partir de una escisión estructural y constituyen las dos grandes formas en las que
el aparato psíquico responde a las carencias y a los excesos y ambos se
manifiestan en distintos tipos de construcciones cognitivas y comportamientos
frente a la realidad.

5.3 Por eso hoy en día adquiere relevancia determinar la existencia de


vulnerabilidad, es decir de un funcionamiento psíquico donde predomina lo
escindido. Obsérvese que aquí que el constructo „vulnerabilidad´ no es
estrictamente sinónimo de fragilidad o predisposición (que es el uso habitual del
término) sino más bien lo contrario a la noción de mentalización 10. De allí que el
síntoma psiconeurótico no expresa vulnerabilidad alguna. La mayor o menor
vulnerabilidad la entendemos directamente asociada a la intrincación entre la
adversidad histórica y actual y la existencia o no de una red vincular que brinda

9
En cierta medida sería una modalidad de comunicación subsimbólica, no mediada por palabras.
Existiría además la esperanza de que este “mensaje” sea recibido y contenido por alguien y hasta
podría suponerse que formaría parte de “planes inconscientes” (Weiss, 1993 )
10
Tanto a la noción desarrollada por Marty (1980) (calidad, cantidad y disponibilidad de
representaciones preconcientes) como la que plantea Fonagy ( 1999) ( condición de desarrollo de
la función reflexiva, es decir percibir los estados mentales propios y del otro, capacidad asociada al
apego seguro).
28

sostén y modelo identificatorios . De este modo a mayor persistencia de lo


traumático y menor capacidad de sostén de la red vincular, mayor será la
vulnerabilidad y por lo tanto las probabilidades de exacerbación y complicaciones
de patología preexistente o inclusive de generación inespecífica de enfermedad.
En cambio el predominio del modo de funcionamiento ordenado por la represión
conlleva la noción de resignificación, el desarrollo de mecanismos de defensa y el
valor simbólico de la manifestación corporal Pero lo que interesa destacar es que
la noción clínica de vulnerabilidad -en la medida que es solidaria con la noción
teórica de inconsciente escindido- es universal y no significa patología en el
sentido médico del término. Esto quiere decir que alude solamente a un
predominio de un funcionamiento psíquico que puede devenir en patología pero
puede también reintegrarse de modo homeostático o inclusive derivar en un
desarrollo resiliente11. No nos ocuparemos aquí de las variables biológicas
(genéticas,etc) y sociales (calidad de vida, ideales culturales) intervinientes pero
es importante comprender la recursividad del modelo pues en el caso de
producirse enfermedad ésta a su vez se convierte en adversidad y altera a la red
vincular del sujeto afectado con lo que puede incrementar su vulnerabilidad.

En la clínica es importante destacar nuevamente la noción de coexistencia


pues el predominio de lo escindido y sus vicisitudes (vulnerabilidad) no excluye la
existencia de síntomas neuróticos. El modelo planteado se inscribe así dentro de
la lógica sugerida por R. Bernardi (2005) de un “cuerpo único pero
suficientemente complejo”12. Por otra parte el constructo vulnerabilidad definido
como o hicimos ut supra, se torna asequible a procedimientos de investigación
empírica que pueden contrastarse con los de investigación clínica. Así es que si se
estudian los efectos de la adversidad en términos de vivencias traumáticas o
vivencias estresogénicas de acuerdo a la calidad, presencia e interiorización de

11
En este modelo “homeostático” es recuperación de un estado anterior al trauma y “resiliente” es
transformación hacia un estado diferente, en el que influyen decisivamente los vínculos
intersubjetivos significativos.
12
Este autor cuestiona la clásica división entre “cuerpo erógeno” y “cuerpo biológico” planteando
un”cuerpo viviente” y un “psiquismo encarnado” con zonas de superposición y “tierras de nadie”
29

vínculos significativos, se puede obtener un gradiente de vulnerabilidad como


modo indirecto de valorar el predominio de lo escindido.

Reflexiones finales

"Entia non sunt multiplicanda sine necessitate."

Guillermo de Ockham, 1328

Finalmente es necesario considerar lo que implica esta modelo para una


disciplina como el psicoanálisis. Para algunos autores las dos tópicas freudianas
alcanzan como modelos explicativos; para otros autores toda tópica es
intersubjetiva, otros investigadores no tienen preocupaciones tópicas, existen
topologías no freudianas y están los que enumeran tanto eclipses de las tópicas
como cuartas tópicas. Son conocidos el importante modelo modular-
transformacional de Hugo Bleichmar y últimamente el planteo de “zonas psiquicas”
(Marucco). Pero en todos ellos además de sus preocupaciones teóricas y
epistemológicas existen fundamentales intereses clínicos. En este sentido la
tercera tópica que planteamos es un modelo general y su funcionalidad está
destinada a dar cuenta de la clínica. Esto significa que -dada la complejidad de
las manifestaciones clínicas - cuando este modelo plantea la coexistencia de dos
modos de funcionamiento puede pecar de reduccionista. Sin embargo es a partir
de establecer dos grandes “géneros” que se está aludiendo a la coexistencia de
muchas “familias” de procesos y a una cantidad innumerable de “especies”
producto de la combinatoria de esas “familias”. Esto quiere decir que una
determinada manifestación clínica de un sujeto en un contexto histórico y
ambiental determinado (“especie”) es parte de “familias” (formaciones clínicas,
rasgos subjetivos, sistemas motivacionales) que por definición comparten
predominios variables o cristalizados de los dos modos (“géneros”) de
funcionamiento psíquico
30

Por otra parte es sabido que las teorías y los modelos intentan dar
cuenta de ciertas realidades complejas asumiendo una reducción de dicha
complejidad. Es conocido que el “territorio” siempre es más complejo que
cualquier “mapa” del mismo y que en él se producen relaciones dialógicas ( Morin,
2001)13. En este sentido la tercera tópica es una cartografía psicoanalítica de base
freudiana, destinada a explorar dicha complejidad. Pero fundamentalmente
creemos que vale la pena retomar ciertos conceptos del último Freud – como el de
escisión- para pensar no solo en patologías sino en el funcionamiento psíquico
global. Esta intención se fundamenta en cierta parsimonia epistemológica dado
que si un concepto freudiano no ha agotado su poder heurístico y explicativo, es
conveniente utilizarlo antes de la creación de neologismos (inconsciente
prepsíquico, anterepresión, ignoto, tras país, etc.) o de alejarlo como objeto del
psicoanálisis (inconsciente cognitivo). Por otra parte la noción metapsicológica de
inconsciente escindido, que fundamenta la noción clínica de vulnerabilidad
planteada como condición universal y permanente, permite –a nuestro modo de
ver- un planteo más preciso y abierto a la interdisciplina y a la investigación, del
llamado campo psicosomático. Así es que en este campo -que hoy en día incluye
psicocardiologías, psicooncologías y en general a la
psiconeuroinmunoendocrinología- el psicoanálisis moderno puede volver a ocupar
un lugar destacado como lo hizo en los inicios del siglo pasado. En definitiva
creemos que la noción de tercera tópica, su núcleo conceptual, el inconsciente
escindido, y su corolario clínico, la vulnerabilidad, se ofrecen para ser puestos a
prueba como articuladores de la metapsicología y clínica psicoanalítica tanto con
los avances de las neurociencias como con los desarrollos de las disciplinas de la
subjetividad. Y en este epílogo creemos que el legado freudiano -como ha escrito
Emilio Rodrigué – necesita ser contemplado desde la perspectiva que brinda un
atalaya, que en este caso constituyen sus grandes trabajos, que son como sus
hombros sobre los que nos subimos para intentar ver más lejos.

13
Entendida como una unidad compleja entre dos lógicas complementarias, concurrentes y antagonistas que
se nutren la una de la otra, se completan y también se oponen.
31

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