Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Por su parte, desde el punto de vista normativo y constitucional, no existe mayor interés en
el estudio del concepto de nación en este acápite. La idea de nación –como comunidad
humana natural, sobre bases culturales, religiosas o raciales- es del mayor interés para la
filosofía política pero no para el derecho constitucional en lo referente a la nacionalidad y
la ciudadanía, tal como veremos.
El diccionario RAE señala que nacionalidad es el “estado propio de una persona nacida o
naturalizada en una nación” y nación es “conjunto de personas del mismo origen étnico y
que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común”.
1
BIDART CAMPOS, GERMAN J. Manual de Derecho Constitucional Argentino. Ediar, Argentina,
1981, páginas 91 y siguientes.
1
Esta es una visión sociológica, pues desde el punto de vista jurídico la situación es algo
diferente, pues se trata de una forma de relación que establece derechos y obligaciones de la
persona con un Estado.
Así, para algunos la nacionalidad tiene una doble acepción. La primera, es sociológica y no
depende de norma positiva alguna, asociándose a la idea de nación. La segunda tiene
relación con el derecho positivo y el Estado, pudiendo o no coincidir su origen con una
determinada concepción de la idea de nación. Esta última, distinta de la primera, es
denominada por algunos autores “nacionalidad política”.
Desde otro punto de vista, pueden existir nacionales con ciudadanía y sin ciudadanía, en la
medida que se cumplan los requisitos adicionales para tener el carácter de ciudadano.
Por su parte, según las distintas soluciones del derecho comparado, la noción de pueblo –en
el sentido de cuerpo electoral- podrá estar formado por ciudadanos e incluso por extranjeros
con derecho a voto. Por su parte, en dicha acepción, no todo nacional será parte del pueblo.
Se tiende a evitar los apátridas y en efecto, tanto la Declaración Universal de los Derechos
Humanos como la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
establecen que toda persona tiene derecho a una nacionalidad. Existen tratados al respecto,
lo que en opinión de Silva Bascuñan, al tratarse la nacionalidad de un vínculo jurídico y no
de un derecho emanado de la condición humana, no se trata de aquellos convenios que
limitan la soberanía en los términos del artículo 5 de la Constitución Política de la
República. Esta tesis es coincidente con la idea de que la nacionalidad es un vínculo entre
la persona y el Estado y que, por ello, depende de la existencia del derecho positivo y no
emana naturalmente de la condición humana.
2
otorgaba la nacionalidad hasta cumplir con el requisito de la residencia y, por su parte, el
ius solis de algunos países europeos no otorgaba la nacionalidad. Por ello, se trataba de
personas apátridas, a menos que incurrieran en los costos de avecindarse en Chile un año.
Esta situación se remedió en términos generales en la reforma del 2005 por la vía de
eliminar el requisito del avecindamiento, ampliando como contrapartida los requisitos para
el ejercicio de la ciudadanía o derechos políticos asociados a la nacionalidad.
Por su parte, el artículo 22 establece cargas públicas especiales que pesan sobre los
chilenos, tales como honrar a la patria, preservar la soberanía, seguridad nacional y
los valores esenciales de la tradición chilena. Por su parte, se indica que los chilenos
en estado de cargar armas deben encontrarse inscritos en los registros militares.
- En cuanto a los derechos civiles: El artículo 57 del Código Civil señala que no hay
diferencias en relación a “la adquisición y goce de los derechos civiles”. Hay
excepciones en el mismo Código Civil, como su artículo 15, pues los derechos y
obligaciones civiles siguen sólo a los chilenos en cualquier lugar del mundo en lo
relativo al estado de las personas y su capacidad para ejecutar actos que puedan
tener efectos en Chile y las obligaciones y derechos que emanen de las relaciones de
familia, pero sólo respecto de sus cónyuges y parientes chilenos.
3
- Derechos políticos: Por regla general sólo se reconocen a los chilenos. La
Constitución Política de la República de 1980 reconoce ampliamente el derecho a
sufragio, bajo ciertas condiciones, a los extranjeros con más de 5 años de residencia
en Chile, a diferencia de la Constitución de 1925 donde sólo se les permitía votar en
elecciones de regidores, concepto similar a la elección de alcaldes.
Esto se explica por la importancia que tiene la materia de la nacionalidad en relación a una
serie de derechos civiles y políticos que dependen de ella. No obstante ello, Constituciones
como la española de 1978 remiten en su artículo 11 la regulación de esta materia,
derechamente, al legislador lo que nos parece inconveniente desde el punto de vista de la
estabilidad de las normas y especialmente, en lo relativo a la conformación del cuerpo
electoral.
Alguna doctrina tiende a sindicar el ius sanguinis como una forma poco democrática de
estructurar la nacionalidad frente al ius solis, sobre la base que este último efectivamente
reconoce la nacionalidad con base en una cultura común más que en la raza o la sangre.
Debe señalarse, en todo caso, que la reforma constitucional del 2005 tiende a reforzar el ius
sanguinis, motivado no tanto por razones raciales sino por la necesidad de solucionar la
situación de los apátridas, como se explicó previamente.
II Fuentes de la nacionalidad
4
Las fuentes de la nacionalidad son los medios o causas –hechos o actos, naturales o
jurídicos- que otorgan a una persona determinada nacionalidad. Dentro de los hechos
naturales se encuentra la filiación o el nacimiento y dentro de los actos jurídicos la carta de
nacionalidad y la nacionalidad por gracia.
Hacemos presente que pueden existir ciertos requisitos especiales para acceder a la
nacionalidad por estas fuentes, los que se traduce en que la misma no se adquiera
necesariamente al nacer. Tal era el caso, por ejemplo, del ius sanguinis antes de la
reforma del 2005 que, en ciertas condiciones, requería del avecindamiento en el
país.
A. Fuentes originarias
El gran principio constitucional es el que declara como chilenos a todos los nacidos en el
territorio de Chile.(número 1 del artículo 10), con dos excepciones:
i) los hijos de extranjeros -basta que uno de los padres lo sea- que se encuentren en
Chile al servicio de su gobierno. Al respecto, la jurisprudencia estima que debe
tratarse del gobierno del Estado al que pertenecen, es decir, del que son nacionales y
no otro, caso en el que no opera la excepción, y;
ii) los hijos de extranjeros transeúntes, esto es, que se encuentran de paso sin
residencia permanente, debiendo ambos padres encontrarse en tal calidad. Por ello,
5
si uno de los padres no es transeúnte, el hijo adquiere la calidad de nacional chileno
por ius solis.
Esta noción de territorio debe ampliarse no sólo a la tierra, sino también al subsuelo,
espacio aéreo, mar territorial –esto es el mar adyacente a la costa hasta doce millas marinas-
naves o aeronaves chilenas en alta mar o cielos libres y nave o aeronave de guerra en
cualquier lugar del mundo, incluso en el territorio de otro Estado.
Como puede apreciarse, la norma chilena del ius solis es bastante amplia y, a diferencia de
lo que sucede en otros países, no contiene mayores exclusiones. Esta norma no sufrió
modificaciones en la reforma de 2005.
Esta norma sufrió una importante modificación en la reforma de 2005. Antes de dicha
fecha, la norma consideraba chilenos a los hijos de padre o madre chileno (originario o
adquirido) nacidos en territorio extranjero, encontrándose cualquiera de estos en actual
servicio de la República, los que se consideran nacidos en territorio chileno lo que era
relevante para los efectos del antiguo artículo 25 de la Constitución Política de la
República, el que requería haber nacido en territorio chileno para ser Presidente de la
República. A modo de ejemplo, esta norma se aplicaba a una madre francesa al servicio de
Chile en Argentina, si el padre era chileno. La noción de “actual servicio” era amplia e
incluía becas de estudio otorgadas por organismos estatales.
Por su parte, hasta el 2005 la norma consideraba también chilenos a los hijos de padre o
madre chilenos, nacidos en el extranjero, por el hecho de avecindarse más de un año en
Chile. “Avecindarse” es un traslado material con ánimo de permanencia y no presupone
residencia, pues esta última en una noción jurídica. El problema que creaba esta norma y
que motivó la reforma constitucional era que muchos hijos de chilenos, nacidos en el
extranjero, por ejemplo, con motivo del exilio, eran apátridas. En efecto, no adquirían la
nacionalidad chilena salvo que asumieran el costo de avecindarse un año en Chile y, por su
parte, tampoco accedían a la nacionalidad de su país de residencia por no existir el ius solis
y privilegiarse el ius sanguinis.
6
En virtud de todo ello, la actual norma se limita a decir que son chilenos los hijos de padre
o madre chilenos, nacidos en el extranjero en la medida que alguno de sus ascendientes en
la línea recta de primer o segundo grado, es decir, padres o abuelos, haya adquirido la
nacionalidad por ius solis, carta o ley. De esta forma, se intenta asegurar algún grado de
vinculación real de la persona con el país, evitando por ejemplo que nietos de chilenos por
ius sanguinis adquieran la nacionalidad.
Se constata que ya no existe el requisito del avecindamiento en estos casos, lo que como se
verá se debe a que el mismo es ahora un requisito para el ejercicio de la ciudadanía, es
decir, para el derecho a voto. Sobre este punto, en la actualidad se discute la forma en que
se permitirá el ejercicio del derecho a voto de los chilenos en el extranjero, lo que podría
repercutir en una revisión de esta norma, contenida en el artículo 13 de la Constitución
Política de la República.
B. Fuentes derivadas
En este caso y a diferencia de las fuentes originarias, se adquiere la nacionalidad por hechos
que determina la Constitución Política de la República o la ley. Ellos son la “carta de
nacionalización” y la “Nacionalización por gracia”.
1. Carta de nacionalización.
Hasta la reforma del 2005 el requisito constitucional para obtener esta carta era renunciar
expresamente a la nacionalidad anterior pero hoy no se señala nada al respecto y la materia
se remite al legislador. Este requisito de renuncia no se exigía a los nacidos en país
extranjero que por un tratado conceda el mismo beneficio a los chilenos, como el caso de
España.
En razón de ello, puede apreciarse que se han ido ampliando paulatinamente las hipótesis
de doble nacionalidad. La reforma de 2005 eliminó de la Constitución Política de la
República derechamente el requisito de la renuncia previa de la nacionalidad anterior y,
consecuente con ello, eliminó como causal de pérdida de la nacionalidad la
“nacionalización en país extranjero”. Hoy, el número 3 del artículo 10 se limita a remitir a
la ley todo lo relativo a la obtención de la carta de nacionalización.
7
Los requisitos legales para obtener la carta de nacionalización son:
i) Haber cumplido los 21 años de edad, salvo que se trate de hijos de extranjeros
nacionalizados, donde bastan los 18 años de edad.
ii) 5 años de residencia continua en Chile. El Ministro del Interior tiene facultades
concedidas por la ley 18.005 para decidir si dicha residencia continuada se ha visto
alterada por viajes esporádicos al extranjero.
Según dispone el artículo 14, las personas que hayan obtenido la carta de nacionalización
sólo pueden optar a cargos públicos de elección popular luego de cinco años en posesión de
sus cartas de nacionalización. Por ello, atendido que según la ley requieren 5 años previos
de residencia continua para adquirirla, se cumplen 10 años hasta que pueden optar a ser
electos.
8
2. Nacionalización por gracia por ley.
Este beneficio se otorga a los grandes servidores del país y es una especie de
reconocimiento público y honorífico.
El número 5 del artículo 63 señala que es materia de ley “las que regulen los honores
públicos a grandes servidores” como este caso. Al tratarse de una ley, no procede el recurso
de reclamación de nacionalidad del artículo 12, pues el mismo sólo se prevé contra actos de
la autoridad administrativa.
Estas causales son de derecho estricto pues son penalidades, por lo que no se aplican por
analogía y se deben interpretar restrictivamente. La ley no puede crear causales de pérdida
de nacionalidad, pues se trata de una materia de reserva constitucional.
9
Como una forma de respetar el principio general de evitar apátridas, se reconocía que no
bastaba la simple renuncia para que operara la causal anterior, debí adquirirse
efectivamente una nueva nacionalidad.
En la constitución de 1925 existía esta causal pero requería condena por traición
a la patria, a diferencia de hoy donde la aplica la autoridad administrativa.
Pese a ser una noción jurídica, para los efectos de la presente norma la doctrina
se inclina por considerar que basta que haya un estado de guerra, pese a no haber
tal jurídicamente, en la medida que hay guerras que no se declaran jamás, como
por ejemplo la de Vietnam. En nuestra opinión, no es conveniente la conclusión
de la doctrina mayoritaria, pues podría afectar la seguridad jurídica y tratarse de
una sanción que presupone pleno conocimiento del alcance de los actos por
parte de quien será sancionado.
10
declarada por el Presidente de la República autorizado por ley y luego de haber
oído al Consejo de Seguridad Nacional, y guerra interna. En este último caso, el
Presidente de la República puede, con acuerdo del Congreso, declarar todo o
parte en estado de sitio.
Se trata de un Decreto Supremo que así lo hace en caso que se haya expedido
mal la carta o se hayan perdido las condiciones para acceder a ella, etc. Bajo la
constitución de 1925 no procedía esta cancelación si una persona se encontraba
en ejercicio de un cargo de elección popular, pero ahora no existe esa norma por
lo que sí procedería.
El decreto requiere la firma y acuerdo de todos los ministros y tiene que ser
fundado en las siguientes causales:
Según Silva Bascuñan, esta norma debe interpretarse en el sentido de que si una
persona obtuvo la nacionalidad por gracia no le resultan aplicables las demás
causales, principalmente, pues no puede modificarse una ley por otra fuente que
no tenga igual rango.
11
El recurso, más bien la acción constitucional, se refiere tanto a la privación como al
desconocimiento de la nacionalidad. Es una acción pues activa la jurisdicción y no procede
contra sentencias de los tribunales de justicia.
Este recurso contra procede contra un acto o resolución de la autoridad administrativa que
prive o desconozca la nacionalidad. Lo puede interponer la persona o cualquier tercero en
su nombre.
Se presenta ante la Corte Suprema, que conoce como tribunal pleno y como jurado, es
decir, aprecia la prueba en conciencia y falla en conciencia.
La interposición del recurso suspende los efectos del acto recurrido, por lo que la persona
deberá seguir siendo considerado chileno en el evento que el caso se refiera, por ejemplo, a
la cancelación de la carta de nacionalidad.
V Ciudadanía
Los textos del derecho comparado dan cuenta del fenómeno relativo a que mientras más se
avanza en el derecho igualitario entre las personas, sin distinguir nacionalidad, más
relevancia toma la ciudadanía –o el ejercicio de sus derechos- como instituto jurídico,
mientras la pierde la nacionalidad.
2. Haber cumplido 18 años de edad: La constitución de 1925, hasta el año 1970 donde
fijó la edad en 18 años, hablaba de 21 años. La norma de los 18 años es bastante
universal. Pese a ello, en Brasil la edad es de 16 años.
12
3. No haber sido condenado a pena aflictiva. Esto es diferente a no haber sido
condenado por delito que merezca pena aflictiva, tal como veremos. La pena
aflictiva es aquella igual o superior a 3 años y 1 día.
1. Derecho a sufragio.
2. Derecho a optar por cargos de elección popular, tales como los de concejales,
diputados, alcaldes, presidente, etc., cumpliendo los demás requisitos que se
señalen.
Se debe tener presente que conforme el número 4 del artículo 10, los nacionalizados por
carta no pueden optar a estos cargos hasta luego de 5 años de tenencia de la misma.
Hay ciertos cargos que por ley requieren ser ciudadano chileno, como los jueces.
13