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LA TRANSICIÓN ADOLESCENTE Peter Blos

LA TRANSICIÓN ADOLESCENTE
Peter Blos

1) REALIDAD Y FICCIÓN DE LA BRECHA GENERACIONAL

Blos plantea que es necesario distinguir entre brecha generacional y conflicto


generacional

CONFLICTO GENERACIONAL:

Tarea normativa de la adolescencia.


Sin este conflicto no habría reestructuración psíquica adolescente
Supone un segundo momento de individuación
Es esencial para el crecimiento del self y de la civilización
Este conflicto es tan antiguo como las generaciones mismas, porque la madurez
física y emocional del niño determinan su dependencia de la familia y
consecuentemente establece los modelos esenciales de relaciones de objetos.
Las instituciones psíquicas (yo- syo- ideal del yo) se originan en la interiorización
de las relaciones de objetos. Cuando se instaura la individuación adolescente, los
conflictos suscitados por las adaptaciones regresivas (que lo impulsan a lo infantil)
y progresivas (que lo conducen al desarrollo) enfrentan al niño en proceso de
maduración sexual con desafíos y alternativas abrumadoras. Allí radica
el CONFLICTO ENTRE GENERACIONES, el cual es generado por una
desvinculación emocional respecto de lo antiguo y un acercamiento a lo nuevo que
solo puede alcanzarse a través de la gradual elaboración de una solución
transaccional o transformación: la estructura psíquica no se modifica, pero en
cambio se alteran radicalmente las interacciones entre las instituciones
psíquicas. El syo sigue existiendo y funcionando pero la influencia crítica del yo y
su creciente autonomía alteran el absolutismo superyoico y modifican su cualidad,
así como su influjo en la personalidad.
Estos logros del desarrollo estabilizan la autoestima en consonancia con la
condición física del individuo, su capacidad cognitiva y un sistema de valores que
trasciende la ética familiar buscando una base más amplia para su concreción en
la sociedad y en la humanidad.
Solo a través del conflicto puede
alcanzarse la madurez
Este conflicto aparece con un correlato en lo afectivo: angustia y depresión

La tolerancia a estos estados dolorosos no se adquiere en la adolescencia sino en


el período de latencia en donde las perturbaciones adolescentes quedan
olvidadas.

BRECHA GENERACIONAL:

Blos afirma que en lo subjetivo se utiliza la brecha generacional como mecanismo


de distanciamiento, a través del cual los conflictos internos y el desapego
emocional son reemplazados por separaciones espaciales e ideológicas. El
resultado es una detención en el nivel adolescente a causa de la evitación del
conflicto; se pierde así la maduración que da lugar a la resolución del conflicto.

Cuando se establece la brecha generacional como mecanismo prolongado de


distanciamiento, en términos de un desapego total del individuo respecto de su
contexto original, el conflicto generacional resulta débil, carente de estructura y de
elaboración.

En cambio, si se afirma este conflicto, que actúa con miras a la individuación y a la


diferenciación, la brecha generacional, en cuanto estilo de vida, no encuentra
terreno fértil en el cual crecer y sostenerse, resultando así transitoria y tendiente a
la autoeliminación.

2) REFEXIONES SOBRE LA JUVENTUD MODERNA La agresión reconsiderada

El alarmante aumento de la agresión adolescente en todos los sectores de la


vida, obligó a Blos a reconsiderar aspectos de la teoría psicoanalítica para poder
comprender esta clase de conducta adolescente.

Enlaza la agresión adolescente con los destinos de la pulsión agresiva, la cual


aparece con toda su intensidad en la adolescencia bajo múltiples y cambiantes
formas que van :
-De la mentalización a la acción, y
-Del sueño y la fantasía al asesinato y suicidio

La pulsión agresiva persigue sus propias metas independientes como resultado de


una mezcla insuficiente entre libido y agresión. En los puntos extremos se sitúa la
agresión, apoyada por toda suerte de ideologías y razones. La agresión se vuelve
contra uno mismo, contra el objeto o contra el ambiente humano, indicando un
desequilibrio o desmezcla fatal entre las dos pulsiones básicas.

Afirma que en la pubertad (o sea, en la maduración sexual) se intensifican de igual


manera las pulsiones agresivas y libidinales
La pulsión agresiva, en su forma primaria, es cualitativamente diferente de la
agresión empleada con fines defensivos. Para asumir una función defensiva la
pulsión agresiva primero debe ser modificada y adaptada a los intereses del yo.

La agresión es un medio que permite al individuo injerirse en el ambiente a fin de


moldearlo de modo de salvaguardar apropiadamente su integridad psíquica, su
autoestima y su integración social

Con su conducta inadaptada el adolescente nos está manifestando el desorden de


las funciones sociedades. El adolescente expresa este estado de cosas, auque es
incapaz de dar expresión a la verdadera naturaleza de sus causas o a las medidas
necesarias para la regeneración de la sociedad

El avance a la genitalidad saca a la luz los antecedentes pulsionales de la niñez y


sus relaciones objetales predominantes. Entre las relaciones objetales infantiles
reactivadas por la maduración sexual, durante mucho tiempo cumplió un papel
importante el vínculo edípico positivo; solo más tarde y en forma gradual, hallaron
un lugar de singular importancia en la teoría de la adolescencia el compl.. de edipo
negativo y las relaciones objetales preedípicas.

El desarrollo adolescente progresivo procede siempre por vías regresivas, es decir,


la genitalidad sólo se alcanza por el rodeo de un nexo de investiduras con posturas
pulsionales pregenitales, incluyendo sus respectivas relaciones de objeto
preedípicas y edípicas. En esta regresión forzosa, sin la cual es imposible
alcanzar la madurez emocional, radica el mayor peligro de la integridad de la
organización psíquica: la intensificación de la pulsión sexual (pregenital y genital),
la cual en la pubertad no representa por sí misma la fuente exclusiva de los
peligros psíquicos conocidos como angustia edípica y culpa sexual.
La singularidad del desarrollo adolescente se destaca en que ese desarrollo
progresivo depende de y está determinado por la regresión, su tolerancia y su
empleo en pro de la reestructuración psíquica.

Normalmente el avance hacia la genitalidad es acorde con el yo, y cuenta con el


apoyo social de los pares y la sanción del modelo parental respecto de la unión
sexual y la paternidad o maternidad. En este camino, los obstáculos están dados
por las fijaciones pulsionales y la angustia superyoica.
La regresión constituye una fuente de conflictos, angustia y culpa. Esta regresión
a la pregenitalidad y a sus respectivas relaciones de objeto posee un carácter
desacorde con el yo, tiende a disminuir la autoestima, a no ser que alcance el
estado de megalomanía infantil

La regresión es ilimitada e interminable, en tanto que el proceso solo es asegurado


por la creciente delimitación del self. En su derrotero final, la regresión da paso a
la megalomanía y al narcisismo primario, mientras que el progreso desemboca en
una afirmación del principio de realidad y en la aceptación de la muerte.

La regresión hace operar al yo evolucionado, dotado de las capacidades propias


del período posterior a la latencia, sobre los conflictos, la angustia y la culpa
infantiles que el débil y limitado yo de años anteriores era incapaz de resolver,
neutralizar o despojar de su carácter nocivo. Esas tareas han pasado a ser el
mandato del yo adolescente. Un yo capaz de hacer frente a esas tareas tiene las
propiedades de lo que puede denominarse “yo adolescente”.
La regresión adolescente apunta a resolver las dependencias infantiles porque
estas son inconciliables con las relaciones objetales adultas y la autonomía del
yo. Sumamente característico de las relaciones objetales infantiles es su
ambivalencia que afirma la dependencia del objeto tanto en términos de agresión
como de libido. El temor a la pérdida de amor y la angustia de castración provocan
una tenue mezcla de ambas. Bajo la influencia de la regresión adolescente, esta
fusión se anula parcialmente, y la ambivalencia primaria ( que incluye el amor
incondicional y el odio irreconciliable), invade las relaciones del adolescente con
los objetos, los símbolos, las representaciones y el self.
Los estudios sobre la niñez han permitido averiguar que la mezcla de pulsiones en
relación con un mismo objeto puede ser eludida dividiendo al objeto, o escogiendo
un objeto parcial para amar y otro para odiar, uno para poseerlo y otro para
destruirlo. Esta solución arcaica del conflicto de ambivalencia durante la
adolescencia tiene el efecto de primitivizar las relaciones objetales

La regresión, tal como la concibe Blos, no es de índole defensiva sino que cumple
una función adaptativa. Un yo adolescente será capaz de cumplir la tarea
regresiva si puede tolerar la angustia resultante de la regresión pulsional y del
yo. Y esto solo es posible si permanece lo suficientemente ligado a la realidad
como para impedir que la regresión alcance la etapa de indiferenciación. Si no
está preparado para dicha tarea, por fuerza evitará la resolución regresiva de los
conflictos infantiles, y no podrá consumar el desapego emocional de los lazos
familiares y de las fantasías y símbolos infantiles. Si al adolescente le es imposible
conciliar e integrar las necesidades y deseos del período infantil, tenderá a
reafirmar su libertad de las dependencias de la niñez por medio de la acción y la
imitación. Ya que no puede entablar contacto regresivamente con su mundo
infantil, desplaza el drama interior al exterior. La consecuente desmezcla de
pulsiones aumenta la intensidad de la acción y de la emoción, la resolución del
conflicto queda como tarea externa, sólo consumable mediante cambios exteriores
logrados por medio de un obrar enérgico. Esta lucha con el ambiente demora o
impide la restauración de la mezcla de pulsiones, y perjudica la concertación de
una alianza entre las pulsiones libidinales y agresivas (condición previa para el
logro de la genitalidad).
En el plano superyoico, las posturas libidinales irresueltas o inconciliables
(infantiles y puberales, dependientes y autónomas) se presentan bajo la apariencia
de elementos absolutos y opuestos: el bien contra el mal, lo nuevo contra lo viejo,
lo hermoso contra lo feo, etc.

Es la función social de la adolescencia abrazar una ideología y trasformarla en las


manifestaciones sociales y caracterológicas del hombre moral. Cuando el
adolescente trata de eludir la regresión lo seducen fácilmente las causas o grupos
sociales que definen para él lo bueno y lo malo, y él hace suyos los agravios
cometidos por esta gente. Si uno comete actos de agresión y violencia pero es
miembro de un grupo que aprueba la acción, ello tiende a neutralizar su culpa
individual. El aprovechamiento social de la agresión neutraliza la culpa individual

5) LA IMAGO PARENTAL ESCINDIDA EN LAS RELACIONES SOCIALES DEL


ADOLESCENTE

Es común observar que los adolescentes tienen tendencia a ver el mundo y a las
personas en términos de “blanco o negro”
El adolescente se percata que esta división tajante en opuestos es bastante irreal y
no puede ser sostenida. Con esta disposición anímica, atribuye a los objetos
cualidades en una forma primitiva (lo bueno y lo malo)
Originariamente en la mente del niño la madre “buena” y la madre “mala” no son
un objeto idéntico; cada una de ellas es diversa y separada de la otra. Sólo con la
formación del objeto y la constancia del self se vuelve factible la síntesis de los
objetos parciales, y puede emerger el objeto total. Sin embargo, a lo largo de la
vida nunca se extingue del todo la posibilidad de que, en situaciones de stress,
este proceso se revierta.
La elevada posición de la madre es mantenida primero mediante la escisión y
luego mediante la idealización. Las distorsiones de la realidad inherentes a ambas
reaparecen en la adolescencia, con una idealización transitoria del self y el objeto

Dentro de la cosmovisión antitética de la adolescencia, el orden más alto de


absolutos y de opuestos está dado en la polaridad de masculino y femenino, activo
y pasivo, interior y exterior.

Anna Freud ha hecho referencia al “ adolescente intransigente”, en cambio Blos ha


empleado la expresión “totalismo adolescente”. Estas expresiones aluden a un
proceso defensivo, del mismo modo que la conducta opositora y el retraimiento,
que son características normales de las relaciones de objeto durante el segundo
proceso de individuación de la adolescencia.

Concepto de medio autoplástico


Cuando el proceso adolescente revive la etapa temprana del imago parental
escindida, con su característica tendencia ambivalente, todas las pasiones y
angustias edípicas buscan expresión en el ambiente social. Así, cualquier cosa
que haga el adolescente, lo hará en forma extrema, en forma episódica, sin
solución de continuidad. Blos ha llegado a considerar el acting out como una
variedad de comportamiento adolescente específica de la fase. Este fenómeno
puede deberse al hecho que el adolescente ha revivido en forma regresiva la etapa
de la motilidad expresiva que corresponde a las fases pre verbales y a las primeras
fases verbales de la vida.
Los adolescentes exteriorizan dentro del grupo de pares los restos de la tendencia
ambivalente pre verbal infantil. Emplean un medio social creado por ellos mismos
a fin de moderar y sintetizar las imagos parentales escindidas, que a menudo
están apenas integradas, tratando con ello de separar su sentimiento de división
interior, de desarmonía e incertidumbre. Las relaciones sociales dentro del grupo
de pares adolescente tienen un sello peculiar, que Blos designa con la expresión “
medio autoplástico”. Con esto se refiere a la capacidad del adolescente para
gestar y promover un medio social con el único propósito de integrar y armonizar
los residuos de las dicotomías por escisión de objeto. Al revivir sustitutivamente
los imagos escindidas en el medio autoplástico, el adolescente instituye de manera
autónoma, un sistema social transaccional con la finalidad de modificarse a sí
mismo pero no a su ambiente. Así el adolescente establece cuasi-relaciones en el
medio autoplástico con sus pares, las cuales no son auténticas. Las relaciones de
este tipo se desvanecen sin que se sienta su pérdida ni sobreviva un claro
recuerdo de ellas
En el ambiente autoplástico se reviven los imagos parentales despreciados e
idealizados frente a sus “dobles” respectivos, creados en el ambiente de los pares,
con miras a su unificación.
8) EL SEGUNDO PROCESO DE LA INDIVIDUACIÓN DE LA ADOLESCENCIA

Si el primer proceso de individuación es el que se consuma hacia el tercer año de


vida con el logro de al constancia del self y del objeto, Blos propone que se
considere la adolescencia en su conjunto como segundo proceso de
individuación. Ambos períodos comparten la mayor vulnerabilidad de la
organización de la personalidad. Cualquiera de ellos que se malogre da lugar a
una anomalía del desarrollo (psicopatología). Lo que en la infancia significa salir
del cascarón de la membrana simbiótica para convertirse en un ser individual que
camina por sí solo, en la adolescencia implica desprenderse de los lazos de
dependencia familiares para pasar a integrar la sociedad o el mundo de los
adultos. En términos metapsicológicos: hasta el fin de la adolescencia las
representaciones del self y del objeto no adquieren estabilidad y límites firmes, o
sea no se tornan resistentes a los desplazamientos de las investiduras. El superyó
edípico pierde en este proceso algo de su rigidez y de su poder, en tanto que la
institución narcisística del ideal del yo cobra mayor influencia. Estos cambios
estructurales hacen que la constancia de autoestima sea cada vez más
independiente de las fuentes exteriores.
La desvinculación respecto de los objetos (de amor y de odio) interiorizados abre
camino en la adolescencia al hallazgo de objetos de amor y de odio ajenos a la
familia.

La individuación implica que la persona en crecimiento asuma cada vez más


responsabilidades por lo que es y por lo que hace, en lugar de depositarla en los
hombros de aquellos bajo cuya influencia y tutela ha crecido.

Afirma que la adolescencia es el único período de la vida humana en que la


regresión yoica y pulsional constituye un componente obligatorio del desarrollo
normal. La regresión normativa adolescente opera el servicio del desarrollo.

Conceptualiza como “individuación adolescente” el proceso de cambio


estructural y su logro, subrayando el prominente papel de la desinvestidura de
representaciones objetales infantiles en la reestructuración psíquica de la
adolescencia.
La regresión adolescente no cumple una función defensiva sino que es parte
inherente del desarrollo puberal. Esta regresión provoca con suma frecuencia
angustia. Si esta angustia se torna ingobernable, se movilizan secundariamente,
medidas defensivas. La regresión adolescente no es en sí misma una defensa,
pero constituye un proceso psíquico esencial, que pese a la angustia que
engendra, debe seguir su curso.

En la reestructuración psíquica adolescente no sólo observamos una regresión


pulsional sino también una regresión yoica. Esta última connota la revivenciación
de estados yoicos abandonados total o parcialmente. La regresión yoica siempre
se evidencia en el proceso adolescente, pero únicamente opera en contra de la
segunda individuación cuando actúa de manera puramente defensiva. El
desarrollo progresivo se estanca solo cuando la regresión pulsional y yoica alcanza
la inmovilidad de una fijación adolescente.

Los estados yoicos adolescentes de naturaleza regresiva pueden reconocerse en


un retorno al “lenguaje de la acción” y en un retorno al “lenguaje corporal”, a la
somatización de los afectos, conflictos y pulsiones. Este último fenómeno es el
responsable de las numerosas afecciones y dolencias típicas de la adolescencia
(anorexia, bulimia).

17) CUANDO Y COMO SE TERMINA LA ADOLESCENCIA?

La adolescencia parece una etapa de crecimiento que uno simplemente debe


pasar. Una opinión ampliamente difundida afirma que aquella puede extenderse
indefinidamente, en cuyo caso se habla de un “eterno adolescente” .

Estamos mejor informados acerca del comienzo de la adolescencia que sobre su


culminación. Pues la iniciación coincide con hitos somáticos mensurables, tales
como los caracteres sexuales primarios y secundarios, así como las curvas de
crecimiento y los datos psicológicos confiables.
Existen criterios fenomenológicos para definir el fin de la adolescencia. Blos llama
la atención sobre la disminución gradual de los cambios de humor típicos de la
adolescencia. Las emociones ahora se ocultan de modo selectivo y discriminativo
del mundo público y se privilegia la comunicación entre amigos y amantes. Esta
capacidad para compartir ciertos aspectos del self ya sea con el sector público o
con el privado de la vida sin sentirse dividido o desgarrado constituye un signo de
que la adolescencia está pasando o ha pasado. El intento de entenderse a sí
mismo hace que la necesidad de ser entendido siempre sea menos urgente,
menos incontrolable y exaltada. Esta nueva característica de la fase de
consolidación, denominada adolescencia tardía, puede describirse también
diciendo que la posibilidad de predecir la conducta y la motivación se vuelve con el
tiempo más regular y exacta.

La formación del carácter alcanza una condición de definitiva estabilidad hacia el


final de la adolescencia, cuando la autonomía yoica, en alianza con el ideal del yo,
desafía parcialmente pero con eficacia el predominio del superyó. Esta instancia
psíquica que imperaba sin rival alguno durante la niñez y que daba pie a una lucha
interminable entre la rebeldía y la sumisión, acompañada por sentimientos de
omnipotencia, de culpa o de vergüenza, sufre durante la adolescencia una revisión
crítica dentro del sistema motivacional. En consonancia con la consolidación de la
personalidad adolescente tardía, la aparición de un plan de vida, de un estilo de
vida, de un esfuerzo orientado hacia una meta posible de alcanzar, se vuelve
factible y hasta obligatorio.

A estos signos fenomenológicos de la conclusión de la adolescencia puede


agregarse el cambio gradual en la naturaleza de las relaciones, personales o
comunitarias, hacia determinados compromisos discriminatorios y defensivos
dentro de las esferas privada y pública de las necesidades y aspiraciones
individuales.

Blos señala 4 tareas evolutivas que conducen al adolescente hacia la adultez:

1) El segundo proceso de individuación

Adoptando la terminología de Mahler en su investigación sobre la niñez temprana,


Blos ha postulado un segundo proceso de individuación en la adolescencia.
La individuación infantil se produce en relación con la persona que tiene al niño a
su cuidado, la madre. En la fase de separación-individuación, la existencia de la
madre como objeto independiente surge mediante el proceso de
interiorización. Los padres interiorizados no son cuestionados hasta la
pubertad. Durante la adolescencia, estas viejas y familiares dependencias, así
como los objetos infantiles de amor y de odio, vuelven a ocupar un lugar en la vida
emocional. La desvinculación objetal mediante la individuación en el adolescente
no ocurre en relación con objetos externos, ahora tiene lugar en relación con los
objetos interiorizados de la niñez temprana.
Un desplazamiento característico de investidura que señala esta liberación puede
observarse en la investidura libidinal del self que da como resultado el transitorio
egocentrismo y autoengrandecimiento del adolescente. Esta grandiosidad
narcisista no deja de suscitar el sentimiento contrario de nulidad, impotencia y
desesperación. Estos conocidos estados afectivos son semejantes a la manía, la
depresión y el duelo. Es decir, los cambios de humor de la adolescencia son un
colorario del segundo proceso de individuación.
La constelación conflictiva del segundo proceso de individuación puede observarse
de modo más dramático en ciertas formas de actuación. Incapaz de resolver el
estado intenso de dependencia, el adolescente recurre al mecanismo de
exteriorización con el fin de crear un mundo nuevo y perfecto, que gratifique sus
necesidades, las imperfecciones del viejo tiene que ser erradicadas por cualquier
medio que sirva para ese propósito. Tales operaciones de recate del narcisismo
infantil evitan la desilusión del self y del objeto mediante la proyección de lo malo
sobre las instituciones sociales y los mandatos concretos y simbólicos de la
sociedad.

2) La continuidad yoica

Segunda tarea o desafío que el adolescente tardío debe encarar a fin de concluir el
proceso adolescente.

Para que el niño sobreviva en el mundo en que ha nacido, necesita durante


muchos años del apoyo, la guía y la orientación proporcionados por las personas
que lo tienen bajo su cuidado. En este amplio ecosistema psicológico, los padres
funcionan como extensiones del yo del niño; la adolescencia modifica este estado
radicalmente. Durante la adolescencia normal, el niño en crecimiento utiliza su
facultad cognitiva y su madurez somática mayores para obtener independencia
emocional, moral y física. Esta es la época en que se forma su propia opinión
sobre su pasado, presente y futuro. En este momento asistimos al advenimiento
del hombre conciente de sí que, por primera vez, se percata de su vida originaria y
al mismo tiempo única que se extiende entre el nacimiento y la muerte.
Las perturbaciones en la formación de la continuidad yoica o su patología clínica
se reflejan con mayor claridad en los casos que presentan un tipo especial de
distorsión de la realidad. En estos casos se provocó deliberadamente una
representación defectuosa de la realidad en la mente del niño. Como resultado el
niño aceptó como real lo que le dijeron que era real.

3) El trauma residual

La tercera tarea se relaciona con el concepto de trauma. El trauma constituye una


experiencia dañina inevitable en el período infantil. Cualquiera que haya sido la
adaptación a estos choque nocivos en el crecimiento psicológico queda al final de
la adolescencia un residuo que desafía los recursos adaptativos de la adolescencia
tardía.
El trauma residual es ese aspecto del trauma que nunca se resuelve y que, de
hecho, nunca puede resolverse. Este incentivo persistente empuja al adolescente
tardío hacia un conjunto de compromisos más o menos definitivos de índole
personal así como impersonal.
El trauma residual sirve como un organizador que promueve la consolidación de la
personalidad adulta y explica su singularidad. La socialización del trauma residual
es anunciada en terapia cuando el joven paciente asume la responsabilidad de su
propia vida, tolerando un mínimo de tensión y dejando de hacer el duelo por sus
fantasías y expectativas infantiles.

4) La identidad sexual

Cuarto y último desafío: la identidad sexual definitiva. Este concepto se distingue


de la identidad sexual original que se establece tempranamente en la vida. La
actividad sexual no constituye por sí misma un indicio de una conclusión normal de
la adolescencia y no ofrece ninguna garantía de que se haya logrado la identidad
sexual definitiva específica de cada sexo. La formación de la identidad sexual
depende de la trasmutación del componente de la pulsión sexual inadecuado al
sexo en una nueva estructura psíquica, el ideal del yo. Este es un proceso
extraordinariamente difícil y lento que requiere el abandono de las idealizaciones
infantiles del self y del objeto.
La típica regresión adolescente, que Blos llamó “regresión al servicio del
desarrollo”, incentiva la dicotomía infantil entre el objeto “todo bueno”y el objeto
“todo malo”. Este estado refleja un vínculo objetal primitivo, preambivalente. Solo
habrá una relación adulta duradera cuando el estado de ambivalencia madura se
estabilice estructuralmente en la adolescencia tardía.

Estos cuatro desafíos o tareas representan componentes integrantes de un


proceso total. Las cuatro actúan sinérgicamente y al unísono; sus resoluciones
evolutivas son globales, el uno sin el otro jamás pueden conducir a una conclusión
normal de la adolescencia
Es la integración de los cuatro desafíos lo que nos confirma que la etapa evolutiva
de la adolescencia ha llegado a su conclusión........... chan, chan!!

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