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PRIMERA CLASE
INTRODUCCIÓN A LA "LITURGIA"
A mediados del siglo XIX, con el surgimiento de la «escuela histórica de la teología rusa» se despertó
un nuevo interés respecto a la evolución del culto. Los que impulsaron este interés se inspiraron por
un deseo de «elevar nuestra piadosa y subconsciente admiración hacia la ceremonia de la Iglesia a
un nivel de entendimiento histórico y de apreciación consciente.» Este estudio de «La historia del
culto» formó un fundamento sólido de lo que posteriormente se llamaría «Teología litúrgica». En
Occidente el interés histórico y arqueológico por el culto había despertado antes: desde el siglo XVII.
Sin embargo, en las categorías teológicas hasta el Siglo XIX, algo disimulaba la importancia de la
tradición litúrgica y bloqueaba su desarrollo en una comprensión teológica. Seguramente una de las
razones de esta insensibilidad de la teología hacia la liturgia se atribuye a la insensibilidad aun más
profunda de la Teología escolástica hacia el tema de la Eclesiología: para poder concebir la adoración
como algo más que un «culto común» es necesario percibir la Iglesia como algo más que «una
sociedad de creyentes». Por lo que, el resurgimiento de un interés teológico en la tradición litúrgica
ha acompañado a la revivificación de la Eclesiología, un retorno genuino hacia la Iglesia que ha
marcado las últimas décadas:
2. El movimiento litúrgico
Este movimiento litúrgico –que según el último análisis ha conducido también a la institución de la
Teología litúrgica– empezó simultáneamente en diferentes partes del mundo cristiano en los años
El artículo es traducción sintetizada del primer capítulo The Task and Method of Liturgical Theology, del Libro de
Alexander Schmemann, Introduction to Liturgical Theology, St Vladimir´s Seminary Press, New York 1996
El movimiento litúrgico no fue teológico en el sentido de que haya formado una elucidación e
interpretación sistemáticas y realmente teológicas de la tradición litúrgica. Sus esfuerzos principales
se dirigieron hacia una convivencia práctica de la vida de la Iglesia, dando al culto su lugar y sentido
verdaderos. Sin embargo, creó las condiciones necesarias para una Teología litúrgica, ya que se
enfocó en la adoración, en la experiencia del culto como el centro de la vida total de la Iglesia.
Es preciso mencionar que aun el movimiento que no haya sido ortodoxo puede ser considerado
como una especie de movimiento «ortodoxo» ya que en cierto modo es restauración de lo que se
había perdido en las énfasis y categorías de la cristiandad occidental. Un historiador de Occidente
escribe: «La Iglesia Ortodoxa ha preservado el espíritu litúrgico de la Iglesia primitiva y ha seguido
viviendo en él y sacando vida de sus fuentes.» Es el interés especial que Occidente ha mostrado en la
tradición litúrgica de la Ortodoxia: una simpatía natural.
Esto no quiere decir que debemos adoptar ciegamente todo lo que se ha hecho y se hará en este
campo en Occidente. Antes que nada, debemos saber cómo discernir lo que puede tener respuesta
nada más en la plenitud de la perspectiva ortodoxa, dado que solamente «la memoria interna de la
Iglesia trae plenamente a la vida la evidencia silenciosa de los textos», como dice Florovsky.
Así que la continuidad de la tradición litúrgica en la Iglesia Ortodoxa de un lado y el intenso interés y
búsqueda litúrgicos del Occidente del otro lado forman dos bases de la determinación creativa de la
Teología litúrgica ortodoxa.
Es la elucidación del sentido profundo del culto. Su misión consiste en dar la base teológica para la
explicación del culto y de toda la tradición litúrgica de la Iglesia.
Si bien la Teología litúrgica empieza de una comprensión del culto como la acción comunitaria de la
Iglesia, su meta final será explicar cómo la Iglesia se expresa y se realiza en esta acción.