Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
L A P R O D U CC I Ó N D E L A S U B - A L T E R I DA D
I N D Í G E N A E N PAT R I A Y L I B E R TA D ( D R A M A I N D I O )
DE JOSÉ MARTÍ
JUAN BLANCO
S E R I E F OTOG R Á F I C A
SANDRA MONTERROSO
306.05
R454 Revista Voces / Universidad Rafael Landívar, Instituto de Investigación y
Proyección sobre Diversidad Sociocultural e Interculturalidad (ILI). --
Guatemala : URL, Editorial Cara Parens, 2016.
xviii, 164 p. ; ilus. (Revista Voces. Segunda época, año 10, número 10 - 2016)
Anual
ISSN: 2223-3024
SCDD 21
REVISTA VOCES
SEGUNDA ÉPOCA, AÑO 10, NÚMERO 10 - 2016
D. R. ©
Instituto de Investigación y Proyección sobre Diversidad Sociocultural e Interculturalidad -ILI-
Editorial Cara Parens de la Universidad Rafael Landívar
Vista Hermosa III, Campus Central, zona 16, Edificio G, oficina 103
Apartado postal 39-C, Ciudad de Guatemala, Guatemala 01016
PBX: (502) 2426-2626, extensiones 3158 y 3124
Correo electrónico: caraparens@url.edu.gt
Sitio electrónico: www.url.edu.gt
AUTORIDADES DEL I N S T I T U TO D E
INVESTIGACIÓN Y PROYECCIÓN SOBRE
DIVERSIDAD SOCIOCULTURAL E
INTERCULTURALIDAD -ILI-
L A PROD U CC I Ó N D E LA SU B - A LT ER I DA D I N D ÍG E NA E N PATRI A Y
L I BERTA D (D RAM A I N D I O ) D E JO SÉ M A RT Í 1
CAPÍTULO 1.
H AC I A U N A H E R M ENÉU T I CA NI H I LI STA - D ECO LO NIAL 15
CAPÍTULO 2.
M ART Í Y E L M U ND O M O D ER NO/ CO LO NI A L 55
CAPÍTULO 3.
LA P ROD U CC I ÓN DE LA SU B - A LT ER I DA D I ND Í GE NA E N PATRI A Y
LIB E RTA D (D RA MA I N D I O ) 109
RE FERE N C I AS 152
AJ C AM I S E L / M ATA D O R
Huipil de San Juan Chamelco y playera intervenida con serigrafía.
Medidas variables.
Ciudad de Guatemala, 2008. xi
L A D E M O L E D ORA
Registro de acción.
200 cm x 100 cm (framed). Colografía negra sobre papel algodón
al 100 %. Monotipio.
Ciudad de Guatemala, 2010. 13
L A D E M O L E D ORA
Registro de acción.
200 cm x 100 cm (framed). Colografía negra sobre papel algodón
al 100 %. Monotipio.
Ciudad de Guatemala, 2010. 14
AJ C AM I S E L / M ATA D O R
Tinta sobre papel acuarela de huipil de San Juan Chamelco.
Dos tirajes.
Ciudad de Guatemala, 2008. 53
CÓ D I C E D E L A COT I D I A NI DA D
Documento de acción. Seis tablas de picar encontradas en el
Mercado Central de Guatemala, impresas lado a lado, tal y como
se encontraron, sobre papel de algodón.
Medidas: 12 x 20 plg. cada módulo (doce módulos). Dos tirajes.
Edición 1/6 + 2 P/A, 2011. 54
RE S PI RAC I Ó N D EL ES P Í R I T U
Video performance, 2 P/A + 1/6.
Duración: 4: 14 min.
2016. 107
RE SP I RAC I Ó N D E L ESP Í R I T U
Video performance, 2 P/A + 1/6.
Duración: 4:14 min.
2016. 108
XYI R I YAJ I L
Foto fija de instalación.
Soho Otakrin. Viena, Austria, 2015. 162
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
xiii
P R E S E N TAC I Ó N
SOBRE LA REVISTA
SOBRE EL CONTENIDO
¿Cuál es el camino que hemos recorrido para llegar al conocimiento que hoy tenemos
de los pueblos y colectivos que configuran la sociedad guatemalteca? ¿Qué pasa si
en el presente regresamos a uno de los trayectos que formaron ese camino y lo
distorsionamos?
Pocas veces nos detenemos a reflexionar con seriedad sobre las prácticas discursivas
predominantes en estos entornos nuestros, y sobre el horizonte de sentido en que
estas se articulan. Blanco nos incita a hacerlo con un texto que, dialogando desde su
entorno intelectual y político presente, busca dilucidar el horizonte de sentido que
subyace a la obra teatral Patria y libertad (drama indio) escrita por José Martí en 1877,
cuando vivía en Guatemala. Su examen de la obra parte de una comprensión de las
condiciones históricas en las que fue escrita, para llevarnos a interpretar críticamente
la visión sobre el indígena que el cubano plasmó en ella. El objetivo de Blanco es
situar la visión martiana subalterizante del «indio» en el horizonte de pensamiento
–hoy conceptualizado– moderno/colonial.
Cada quien piensa desde las posibilidades que su época da. Unos pocos logran ser
innovadores. Algunos de ellos analizados a posteriori, como José Martí, lo fueron
menos de lo que suponíamos. Este es el argumento que desarrolla Blanco en los
siguientes dos capítulos. Martí escribió conforme a lo que era admitido en la época
en que vivió en Guatemala. Para argumentarlo, en el segundo capítulo, el autor
reconstruye el entorno intelectual del cubano. Comienza con el horizonte macro
del pensamiento civilizatorio latinoamericano del siglo XIX, expuesto a través
del pensamiento del chileno Francisco Bilbao, como ejemplo del evolucionismo
racionalista superorgánico, y del peruano Manuel González Prada, quien escribe en
el marco del pensamiento eugenésico finisecular, si bien poniéndolo ya en cuestión.
Continúa con los pensadores y políticos guatemaltecos con los que el cubano tejió
relación y dialogó. En pocas palabras, nos cuenta con quiénes conversaba José Martí
cuando vivió en Guatemala e hizo parte de la sociedad literaria El Porvenir.
Martí. Una imagen que combinó la negación con la ficción del «indio ideal» que
convenía al Estado y a la economía en camino de consolidación. La crítica de Blanco
refiere también a la imagen del mestizo ideal que se formulaba en ese entorno y época.
Los criollos con los que Martí conversaba parecen borrados de la escena teatral,
aunque Blanco no analiza esta ausencia. Para cerrar su escrito, el autor reconoce las
innovaciones que José Martí propuso en sus escritos posteriores a Guatemala. Refiere
a las intuiciones intelectuales que permitieron al cubano tomar alguna distancia del
pensamiento moderno/colonial y comenzar a imaginar a América Latina de otra
manera, más volcada hacia su realidad plural.
Esperamos que este escrito de Juan Blanco provoque debate y anime a colegas
y amigos a compartir sus voces con nosotros y a través de Voces con varios más.
Esperamos que nos anime a pensar más acerca de cómo pensamos.
Las siguientes fotografías provienen del registro de la acción Demoledora, del año 2010.
Formas demolidas de ollas metálicas utilizadas en Guatemala para la preparación de
una comida tradicional conocida como tamales, engendran la obra. El registro evoca
tanto el peso como la negación de los roles atribuidos e impuestos a las mujeres.
El poder patri(falo)arcal es aquí desafiado a través de la exposición de sus efectos.
Demoledora es una respuesta a la «colonialidad del ser», en específico, a la tradición del
«escepticismo misógino colonial» guatemalteco. Le siguen una variación de la serie
Aj Camisel / Matador, de 2008, y Códice de la cotidianidad, de 2011. El huipil expuesto
en Aj Camisel / Matador carece de la variedad cromática y densidad tradicional.
El color negro y la urdimbre derruida manifiestan la experiencia del lado oculto
de la modernidad: la «colonialidad del poder del ser y del saber». Los hilos rojos
colgantes, formados por distintas frases trilingües, tales como «He is drunk and strikes
the house/Laj Kalajenaq naxpojpojil li kab’l»/El bolo golpea la casa», parecen un delgado
y casi imperceptible derrame de sangre proveniente de la interioridad del huipil: el
fruto de la «lógica de la colonialidad». Códice de cotidianidad semeja un códice maya
de gran formato, cuyo contenido son varias figuras producidas por la impresión de
multiformes tablas de maderas utilizadas como base para cortar carne, vegetales u
otros alimentos, de ahí las cicatrices de la madera. En este códice cotidiano, que
emerge tras el uso de objetos casuales, no deja de asomarse la violencia claro-oscura
del ordinario mundo colonial local.
En Musiq Spiritual Breathing/ Respiración del Espíritu, una de sus obras más recientes
(2016), la evidencia de la inserción de Monterroso en la tradición del pensamiento
decolonial es explícita. Una figura femenina, vestida con un traje maya-q’eqchi’ ocupa
el centro de uno de los espacios negados por siglos a las mujeres: la escuela, el salón
de clases. De pie, la mujer profetiza, con el auxilio de una exhalante e inhalante bolsa
de papel, una bilingüe buena nueva decolonial: «El racismo es una herida colonial
que se puede sanar/ Racism is a colonial wound that can be healed». A diferencia de
otras obras, aquí la esperanza ocupa un lugar central. En ella se pasa de la denuncia
del mundo colonial al anuncio de la decolonialidad en marcha.
Una mujer parada con los ojos cerrados está dentro de un paralelepípedo de
acrílico transparente, adentro está lleno de plumas negras, ella está atrapada
ante la imposibilidad de poder salir, su cuerpo se tiñe de negro, al mismo
tiempo que lo transparente se va volviendo opaco. Allí en esa opacidad está
la frontera de las verdades.
LA P R OD U CC I Ó N DE L A S UB - A LT ERIDA D
IN D ÍGE N A E N PATR I A Y L I B ERTAD
(DRAM A IN D I O ) DE J O S É M ART Í
JUAN BLANCO
I NT R O D U CCI Ó N
Patria y libertad (drama indio) es un texto teatral, compuesto de dos actos, escrito por
José Martí [1853-1895] durante su estadía en tierras guatemaltecas, elaborado a partir
de la solicitud que le hiciera Antonio Batres en ocasión de la conmemoración del
día de la independencia. El drama tuvo “una única representación […] en la Escuela
Normal de Guatemala” (Corleto, 1996, p. 27). A dicha representación asistirían
estudiantes y miembros del Gobierno de Justo Rufino Barrios. La relevancia del
documento estriba en el hecho de que es uno de los pocos trabajos dramatúrgicos
elaborados por el intelectual cubano.
martiano sobre el indígena con la «colonialidad del poder, del saber y del ser»1 ha
sido la estrategia seguida.
1 Para facilitar la lectura comprensiva es necesaria la siguiente aclaración. Las comillas inglesas (“”) son utilizadas para las
citas textuales, siempre acompañadas de referencia bibliográfica. Las comillas españolas («») se emplean para señalar un
concepto o idea de determinado autor que no requiere referencia bibliográfica, pero que es identificado y/o explicado
en un momento anterior o posterior. El uso de cursivas tiene el objetivo de acentuar una expresión o idea. Los corchetes
([]) se integran para establecer fechas relevantes (de autores, del año de edición original de un texto, etc.), así como para
agregar modificaciones en algunas citas.
2 Para mayor información sobre datos biográficos y la producción intelectual de este autor consultar: http://
artsandsciences.sc.edu/dllc/Spanish/faculty/facdocs/camacho.html [fecha de consulta: 25/04/2016].
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
3
Una breve investigación bibliográfica demostró el escaso interés por una versión
crítico-decolonial de la visión martiana sobre el indígena. Los trabajos de Camacho
–si bien fuera del horizonte decolonial– y el nuestro son un intento de presentar a
un José Martí víctima y victimario de su época, quien secunda el reforzamiento de
la imagen sub-alterizada y anti-moderna impuesta al indígena por el pensamiento
finisecular. Otros trabajos, como bien se sabe, enfatizan el deseo de mostrar una
perspectiva casi idílica del intelectual cubano; esto debido al andamiaje teórico de
interpretación. La perspectiva aquí propuesta devela a un José Martí atrapado en
los discursos étnicos de su época. Esta lectura pretende ser, de forma indirecta, un
llamado de atención a nosotros, académicos, y nuestros buenos propósitos de liberar
al oprimido, tomando para ello un papel protagónico en el proceso de liberación y
considerándonos representantes de las necesidades del sub-alter3. Además, nuestra
perspectiva intenta articular y recoger la imagen del indígena que el pensamiento
(político, estético, económico, etc.) predominante generó y reforzó hacia fines del
siglo XIX. Hacia el final de esta investigación, el lector verá un esfuerzo por develar
una visión otra de la imagen martiana del indígena. Dicho intento nos ha permitido
establecer una ambigüedad o ambivalencia martiana ante la colonialidad; ambigüedad
a la que le hemos dado el nombre, como señalamos antes, de «metamodernidad».
3 El término «sub-alter» lo tomamos de Nelson Maldonado-Torres (2008). A diferencia del término subalterno,
que enfatiza la clase y el estatus, sub-alter remite a las dimensiones existenciales y ontológicas de la dominación (cfr.
Maldonado Torres 2008: 282, nota 24)
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
4
4 Para una introducción al pensamiento decolonial puede consultarse Santiago Castro-Gómez (2005b), Castro-Gómez y
Grosfoguel (2007), así como Restrepo y Rojas (2010). “Fue el antropólogo colombiano Arturo Escobar (2003), durante el
Tercer Congreso de Latinoamericanistas en Europa en Ámsterdam en el 2002, quien catalogó como “programa de investigación
modernidad/colonialidad” el trabajo teórico de [algunos…] intelectuales que serán mencionados en [este trabajo…]. En
sus inicios, los referentes teóricos del grupo modernidad/colonialidad fueron el sociólogo peruano Aníbal Quijano, quien
acuñó las nociones «colonialidad», «colonialidad del poder» y «patrón colonial de poder»; el filósofo argentino-mexicano
Enrique Dussel (1994, 2005, 2007, entre otros), quien aportó al proyecto tanto la crítica al «mito de la modernidad» a partir
de la «exterioridad» de la alteridad, así como el concepto «transmodernidad»; el argentino Walter Mignolo, quien introdujo
las nociones «hermenéutica pluritópica», «pensamiento fronterizo», «diferencia colonial», «desobediencia epistémica»,
entre otras. Los principales aportes de éste al proyecto aparecen en su trilogía The Darker Side of the Renaissance ([1995]2010),
Local Histories/Global Designs (2000) y, el más reciente, The Darker Side of Western Modernity (2011). A esta trilogía también se
suma The Idea of Latin América (2005). Del colectivo también forman parte, por mencionar sólo algunos, los colombianos
Santiago Castro-Gómez –cuyo libro La hybris del punto cero (2005a) es frecuentemente citado–, Eduardo Restrepo y Arturo
Escobar; el venezolano Fernando Coronil, la ecuatoriana-estadounidense Catherine Walsh y los puertorriqueños Ramón
Grosfoguel y Nelson Maldonado-Torres –quien introdujo la categoría «giro decolonial» (2008) y desarrolla el concepto
«colonialidad del ser» (2007)– y el antropólogo venezolano Fernando Coronil. Debe mencionarse, además, el abundante
número de publicaciones individuales y colectivas que ha ido consolidando la identidad teórico-crítica del grupo. La
bibliografía citada a lo largo de esta sección es una muestra de la extensa y consolidada perspectiva de investigación y
pensamiento. Entre algunas de las primeras y fundadoras publicaciones colectivas del grupo se encuentran: Pensar (en)
los intersticios. Teoría y práctica de la crítica poscolonial (1999); La reestructuración de las ciencias sociales en América Latina (2000) y
La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales (2000). Una visión del desarrollo y producción bibliográfica del grupo
modernidad/colonialidad, que además ofrece una introducción a la más reciente categoría de análisis -«decolonialidad»-,
se encuentra en el prólogo a El giro decolonial (Castro-Gómez y Grosfoguel 2007). Puede consultarse también Restrepo y
Rojas (2010)” (Blanco 2016a, p. 39, nota 65).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
5
Teniendo en cuenta los referentes teóricos anteriores podemos elaborar, para iniciar,
una lectura crítico-decolonial del título del texto teatral. Patria y libertad (drama indio),
nos daría una primera idea de lo que aquí queremos dejar asentado. «Patria» y «libertad»
–términos profundamente enraizados en la tradición liberal decimonónica–, tendrían
como resultado lo sugerido entre paréntesis: «drama indio». Para el efecto, la palabra
«drama» no debería ser comprendida en su referencia literaria-teatral, sino en otra
de sus connotaciones tradicionales: como hecho de la vida real que nos conmueve
por la dureza, violencia o rigor con que se lleva a cabo. En este sentido, el «drama»
vivido por el «indio» sería el consecuente producto de la discursividad imperante
–productora y producto de la colonialidad– que sostiene ideas tales como «patria»
y «libertad». Estas últimas toman sentido a partir del proyecto liberal predominante
en la época y sociedad en la que Martí escribe su obra. Proyecto liberal, además,
que habría de continuar con la expropiación de tierras comunales indígenas a partir
de la Reforma liberal de 1871, llevada a cabo por Justo Rufino Barrios; proyecto
que vió en la forma de vida indígena un obstáculo al progreso y desarrollo de la
nación; proyecto que asumiría la anulación y sometimiento del otro –a través de la
5 “Lo que teóricos provenientes de las ex-colonias europeas en Asia y el Medio Oriente como Said, Bhabha, Spivak,
Prakash, Chatterjee, Guha y Chakrabarty empezaron a mostrar es que el colonialismo no es solamente un fenómeno
económico y político sino que posee una dimensión epistémica vinculada con el nacimiento de las ciencias humanas, tanto
en el centro como en la periferia. En este sentido cabría hablar de colonialidad antes que de colonialismo para destacar la
dimensión cognitiva y simbólica de ese fenómeno” (Castro-Gómez, 2005c, pp. 19-20).
6 “Escribir era un ejercicio que, en el siglo XIX, respondía a la necesidad de ordenar e instaurar la lógica de la ‘civilización’
y que anticipaba el sueño modernizador de las élites criollas. La palabra escrita construye leyes e identidades nacionales,
diseña programas modernizadores, organiza la comprensión del mundo en términos de inclusiones y exclusiones”
(Castro-Gómez, 2005c, p. 148).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
6
Como hemos dicho, y queremos insistir en ello, dicho texto es solo un pre-texto para la
labor hermenéutica aquí emprendida. No interesa únicamente des-ocultar la imagen
del indígena propiciada por los discursos martianos, sino, con ello, caracterizar
dicha imagen como el resultado de una mentalidad epocal –la del mundo moderno/
colonial– introyectada por los intelectuales decimonónicos que reproducen la
«colonialidad del poder, del ser y del saber».
Este es el contexto de referencia de cuyo seno nacen los textos martianos de juventud.
Un contexto que imprime su sino en las producciones discursivas decimonónicas, un
sino que si bien tuvo repercusiones positivas para criollos y mestizos –la modernidad–
subyugó, a su vez, a los indígenas del continente –la colonialidad–. Este fue el sino
epocal martiano.
Parecerá que nuestras pretensiones con dicha literatura son demasiado ambiciosas.
Para evitar una posible dispersión, sin perder la flexibilidad, establezcamos entonces
unos alcances y límites prudentes. La investigación-ensayo tiene como punto de
referencia histórico los años de estancia de José Martí en tierras guatemaltecas (1877-
1878); como punto de referencia literario comprenderá el análisis y la interpretación
de la producción martiana durante dicha época. Para el efecto, se toma en cuenta,
fundamentalmente, el texto dramático Patria y libertad (drama indio), así como el
contenido de las crónicas y correspondencia epistolar elaboradas por el intelectual
cubano durante dichos años. Aunado a esto, nos tomamos la libertad de considerar la
producción martiana de los años posteriores a los de nuestro interés, sobre todo en las
últimas secciones del tercer capítulo en el que indagamos la ambigua reconfiguración
de la visión del indígena por parte de Martí. Sin embargo, y podemos adelantar esto,
lo anterior nos servirá para reconocer que la comprensión martiana del indígena no
sufrirá cambios significativos a la establecida durante su estancia en Guatemala.
Esta es también una investigación documental. Los textos elaborados por Martí
durante su estancia en Guatemala (1877-1878) serán la fuente básica para nuestro
análisis. En todo caso, y como nuestra perspectiva de abordaje es la de una
hermenéutica, la utilización de fuentes de y sobre dicha época permitirá elaborar
una determinada interpretación de los textos martianos. Una fuente relevante para
nuestra investigación ha sido el contenido recogido en el periódico guatemalteco
decimonónico El Porvenir, homónimo de la sociedad literaria de la que Martí formó
parte activa (cfr. 2.3.1.). La consulta y trabajo sobre dicho periódico nos ofrece
elementos de interpretación para la comprensión del proyecto de nación requerido
por los criollos y sus intelectuales orgánicos, la mentalidad de la época y, con ello, la
configuración sub-alterizante del indígena expuesta en sus páginas. De todo esto ha
quedado registro en el segundo capítulo de nuestra investigación-ensayo. Hacemos
también uso de algunos estudios contemporáneos que buscan la comprensión de la
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
10
Nos permitimos utilizar ahora y únicamente aquí la primera persona del singular para
agradecer a colegas y amigos que cuidadosa y profesionalmente leyeron versiones
preliminares de este trabajo. Debo mencionar a la escritora, intelectual y poeta Aida
Toledo, quien me animó a la publicación tras la lectura de un primer borrador del
trabajo. Al educador e intelectual Juan Pablo Escobar, quien revisó con detenimiento
el documento y evidenció el carácter interdisciplinario del mismo. Con la historiadora
Regina Fuentes también me siento agradecido por animar y celebrar la socialización
del contenido que sigue. A mis colegas del Instituto de Investigación y Proyección
sobre Diversidad Sociocultural e Interculturalidad, la historiadora y politóloga María
Victoria García y la psicóloga comunitaria Dina Elías, les agradezco el arduo trabajo
de lectura, corrección del texto y sus pertinentes comentarios. A Juventino Gálvez,
vicerrector de Investigación y Proyección, por estimular y propiciar la reflexión y la
producción de conocimientos en el ámbito de los estudios humanísticos en el país
y la región mesoamericana, manifiesto mi gratitud. A la investigadora del Centro
de Estudios Martianos de la Habana, Mayra Beatriz Martínez Díaz, quien siempre
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
11
C A PÍTULO 1 .
H ACIA U NA H E R M E N É UT I C A NIHIL ISTA -
D E COLONI AL
…el progreso deja de tener sentido, como dogma de
sentido de la historia, porque es la historia misma
como curso lineal unitario lo que se vuelve inconcebible,
si no es al precio de una grave violencia ideológica…
Gianni Vattimo
1. 1. L I N DE R O S DE LA H E R M E NÉUTIC A
CON TE M PO RÁ NE A
Para la hermenéutica moderna, la experiencia del intérprete con los textos tenía como
objetivo el establecimiento de la transparencia del sentido implícito a los mismos. El
origen del quehacer hermenéutico era el «malentendido» al que quedaba expuesto
un texto ante su lector. En virtud de esto, Friedrich Schleiermacher estaba motivado
por la premisa según la cual el intérprete podía conocer tan bien, e incluso mejor,
el sentido de los textos que el autor mismo. Por lo tanto, la hermenéutica aplicaba
estrategias gramaticales referidas al texto, así como estrategias psicológicas aplicadas
al autor. En palabras del filósofo alemán Hans-Georg Gadamer (2005, pp. 240-241):
[C]ada individualidad es una manifestación del vivir total y que por eso «cada
cual lleva en sí un mínimo de cada uno de los demás, y esto estimula la
adivinación por comparación consigo mismo». Puede decir así que se debe
concebir inmediatamente la individualidad del autor «transformándose
uno directamente en el otro». Al agudizar de este modo la comprensión
llevándola a la problemática de la individualidad, la tarea de la hermenéutica
se le plantea como universal.
7 Recordemos que Dilthey fue uno de los miembros ilustres del movimiento alemán de finales del siglo XIX conocido
como «historicismo alemán» (cfr. Reale y Antiseri, 2002, pp. 404-405).
8 Para Dilthey, “[n]osotros comprendemos los hechos sociales desde su interior, hasta cierto punto nos es posible
reproducirlos en nosotros mismos, basándonos en la observación de nuestros propios estados, y al intuirlos acompañamos
la representación del mundo histórico con el amor o el odio, con todo lo que representan nuestros afectos” (en Reale y
Antiseri, 2002, p. 407).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
18
En la primera mitad del siglo XX, específicamente 1927, el filósofo alemán Martin
Heidegger [1889-1976], a través de su compleja obra Ser y Tiempo, establece una
forma alternativa en la comprensión de la hermenéutica. Ya Edmund Husserl había
adelantado las propuestas teóricas relativas a la «vivencia intencional» de todo sujeto
desde un «mundo vital» específico. Este «mundo vital» u «horizonte del mundo»
está siempre presupuesto en toda experiencia histórica. Para Husserl, “toda vivencia
implica horizontes anteriores y posteriores y se funde en última instancia con el
continuum de las vivencias presentes del antes y después, en la unidad de la corriente
vivencial” (Gadamer, 2005, p. 308). Esto hace irreconciliable cualquier pretensión
de universalidad de los mundos vitales, misma que Schleiermacher y Dilthey
detentaban. Teniendo en cuenta esto, Heidegger consideraría a la hermenéutica no
como método, sino como «condición existencial». Envuelto el Dasein en la urdimbre
de interpretaciones presentes en el horizonte de sentido en el que cada Dasein yace
arrojado, la hermenéutica es comprendida como una estructura ontológica existencial.
No utilizamos la hermenéutica como método para el conocimiento, sino que el ser
humano es un ser hermenéutico. Nuestro conocimiento del mundo es interpretativo.
Heredamos un mundo articulado por los demás. Somos seres arrojados en una trama
de vinculaciones con sentido que paulatinamente vamos incorporando y del cual
llegamos a formar parte. Nuestra experiencia del mundo es, entonces, hermenéutica.
La condicionalidad histórica de cada comprensión de la realidad es fundamental para
el proyecto heideggeriano. Estamos surcados por la historicidad, el mundo de sentido
es finito, situado en una tradición particular y abierta a proyectos posibles en virtud
de las posibilidades que el mundo histórico mismo nos entrega. Para Heidegger, en
palabras de Gadamer (2005, pp. 325-326),
9 Exponiendo Vattimo (1991, p. 63) a Gadamer afirma que “[l]a hermenéutica, situándose en contra de la pretensión
(aunque sólo sea implícita) de neutralidad positivista y estructuralista, reivindica la pertenencia del «sujeto» al juego de
la comprensión y al evento de la verdad, pero en vez de encuadrar este evento, como ocurría con Hegel, en un proceso
regido por el telos de la autotransparencia, considera la pertenencia, el jugar siendo jugado, como una fase definitiva que
no es superable en un momento final de apropiación y de consumación de lo propuesto, por parte del sujeto”.
10 La compleja dinámica es expuesta por Gadamer (2005, pp. 335-336) de la siguiente manera: “Pero esta receptividad no
presupone ni «neutralidad» frente a las cosas ni tampoco autocancelación, sino que incluye una matizada incorporación
de las propias opiniones previas y prejuicios”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
20
11 El proyecto tardo-moderno ha sido posible por una serie de autores que pueden considerarse “hermeneutas” en el
amplio sentido de la palabra. Quienes han hecho posible la experiencia interpretativa del mundo post-estructural son:
“Gadamer, Pareyson, Ricoeur, Jauss o Richard Rorty […] Karl Otto Apel y el último Habermas, Foucault, y […] Derrida
[…]” (Vattimo, 1991, p. 118).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
21
12 Como ejemplo de esta diversidad pueden consultarse, entre otros, el trabajo de Jean-François Lyotard (2006) y el de
Jürgen Habermas (1997).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
22
no hay una historia única, [ya que] hay imágenes del pasado propuestas
desde diversos puntos de vista, y es ilusorio pensar que haya un punto
de vista supremo, comprensivo, capaz de unificar todos los restantes.
(Vattimo, 1990, p. 76)
13 Por «occidente» entendemos aquí, en palabras de la antropóloga maorí Linda Tuhiwai Smith (1999, pp. 42-43), quien
parte a su vez de las reflexiones de Stuart Hall: “an idea or concept, a language for imagining a set of complex stories, ideas, historical
events, and social relationships. Hall suggests that the concept of the West functions in ways which (1) allow ‘us’ to characterize and classify
societies into categories, (2) condense complex images of other societies through a system of representation, (3) provide a standard model
of comparison, and (4) provide criteria of evaluation against which other societies can be ranked. These are the procedures by which
indigenous peoples and their societies were coded into the Western system of knowledge”.
14 Un valioso ejemplo de esta deconstrucción de la historia desde la filosofía latinoamericana, en el ámbito de la filosofía
política crítica, es Enrique Dussel (2007).
15 La idea de “supervivencias” –survivals– culturales, desarrollada por Edward Burnett Tylor a finales del siglo XIX, tenía
como presupuesto la noción progresiva de la historia de las culturas. Al respecto, el antropólogo británico afirmaba:
“Existen procesos, costumbres, opiniones, etc., que sólo por la fuerza del hábito han pasado a un nuevo estado de la
sociedad, diferente de aquel en que tuvieron su origen, y así constituyen pruebas y ejemplos permanentes del estado
anterior de la cultura, que por evolución ha producido este nuevo” (en Harris, 2005, p. 141). Todo esto responde a una
“colonización del tiempo”, que niega la contemporaneidad de otras formas de vida y las sitúa en un momento anterior al
moderno (cfr. Mignolo, 2011, pp. 152-158).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
23
Llegados aquí, no hay que caer en la trampa, moderna por cierto, de considerar este
«fin de la modernidad» como una «superación de la modernidad». Y esto porque
16 Condiciones actuales que hacen referencia a “la caída de las condiciones políticas de un pensamiento universalista: el
final del colonialismo [político, fundamentalmente], la toma de la palabra por parte de otras culturas y, paralelamente a
ella, la constitución de la antropología cultural, el descrédito –también en este caso más práctico que teorético- (Primera
Guerra Mundial) del mito del progreso unidireccional de la humanidad guiada por el más civilizado Occidente” (Vattimo,
2004, p. 103).
17 Al respecto puede consultarse el libro de José Bengoa (2007) titulado La emergencia indígena en América Latina. Para el
caso guatemalteco pueden consultarse Bastos y Camus (2006), Demetrio Cojtí (1997) y Víctor Montejo (2005).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
24
18 Esta noción heideggeriana es central en el pensamiento vattimiano. Para una aproximación a la interpretación y uso
que Vattimo da y hace de este término, vinculado a su vez con la idea de “filosofía del mañana” de Nietzsche, ver el último
capítulo de El fin de la modernidad (Vattimo, 1994, pp. 151-153).
19 Por An-denken se entiende “la memoria”, el “rememorar” (Vattimo, 1986, p. 118), pero de un modo bastante particular,
como más adelante quedará precisado.
20 Esto es importante aquí, pues muchos críticos de la posmodernidad caen siempre en una trampa moderna: la
esencialización de la misma. En este sentido, quizás sea necesario hablar de posmodernidades, en plural, pues la diversidad
de perspectivas de esta posmodernidad, dijimos, no es unívoca. Por ello, es necesario señalar que lo que en esta propuesta
estamos entendiendo por posmodernidad es únicamente la versión vattimiana de la misma.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
25
Por otro lado, dicha relación distorsionante con el pasado es posible a través de una
forma particular de pensarlo. Esta particular perspectiva será la que proporciona
el «pensamiento Andenken», el pensamiento rememorante no «presentificante»21
heideggeriano. Hay que tener en cuenta que la constitución del propio «mundo»,
del propio horizonte interpretativo, donde los entes toman sentido debido a su
adscripción al mismo, está vinculado siempre a lo «anteriormente» vivido, al conjunto
de significaciones conformadas en el pasado y de las que aún dependemos para
configurar nuestro presente. Estas configuraciones del mundo son históricas, es
decir, mantienen con el pasado una correspondencia configurante y finita. Lo vivido
en el pasado hace factible el presente, de tal modo que en dicho presente la carga
de “ecos, resonancias de lenguaje, de mensajes provenientes del pasado, de otros
individuos” (Vattimo, 1995a, p. 29), posibilitan la propia realidad. La huella de lo
vivido sigue presente en las configuraciones mundanales. El pensamiento Andenken
o rememorante asume esta heredad histórica sin por ello quedar atrapado en la
misma; es decir, considera “el pasado heredado como posibilidad abierta, no como
rígido esquema determinado y determinante” (Vattimo, 1995b, p. 140). El pasado es,
entonces, posibilitante, no absolutamente determinante.
21 Para una reflexión pormenorizada de este concepto heideggeriano retomado por el filósofo turinés, ver Vattimo (1986,
p. 119). Sinónimos de este término son: «pensamiento rememorante», «pensamiento posmetafísico», «pensamiento no-
fundamentador», «pensamiento débil», «pensamiento secularizado» (cfr. Vattimo, 1991, pp. 15-48).
22 En alemán «fundamento», «razón», «causa», «principio».
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
27
1. 2. 2. H E R M E NÉ UT ICA DISTORSIONANTE DE
TE XTO S M O NUME NTA LE S
La hermenéutica nihilista posmoderna, que como hemos dicho no pretende
abandonar la modernidad ni tampoco quedar atrapada en sus discursos, mantiene
con esta una relación An-denken, es decir una relación de rememoración, con una
actitud distorsionante –verwindend– de los «discursos» que nos ha transmitido la
época metafísica del pensamiento, de la cual la modernidad es una de sus etapas.
Esta relación rememorante y distorsionante con el pasado pone a lo heredado dentro
del juego hermenéutico, reapropiándolo así en un sentido festivo, lúdico23. Esta es
la actitud posmoderna o débil en relación a la cual se apropia y considera el pasado.
Otra forma de vincularse con el pasado es asumiéndolo acríticamente como Tradition
(en alemán), es decir, como una especie de determinante histórico, fijo, estable,
cerrado. En la Tradition lo heredado se esencializa o se dogmatiza, pues el sentido del
pasado pasa a ser único y definitivo.
23 “El pensamiento es ‘fiesta de la memoria’ o, como dice más explícitamente Heidegger, An-denken, rememoración”
(Vattimo, 1991, p. 44).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
28
¿De qué está conformado el pasado si no de una serie de huellas monumentales que,
en diferentes momentos y debido a diversas concretizaciones históricas de sentido,
nos han llegado como referentes de un momento anterior? Estos textos, obras de
arte, «héroes», monumentos, siguen ofreciendo sentido en virtud de la conformación
posibilitante que representan para nosotros. Por este influjo de referencias, por el que
las huellas del pasado nos interpelan con sus mensajes, es que seguimos ocupándonos
de lo «siendo-nos-sido». A su vez, nuestro horizonte vuelve relevante los monumentos
heredados a partir de la apropiación de lo que sigue ofreciéndonos sentido a través
de ellos (todo un patrimonio de sentido). Seguimos, según la hermenéutica nihilista,
articulándonos desde nuestro horizonte a través de una «constitución» crítica de la
Tradition, contra todo tradicionalismo: las posibilidades heredadas son reconocidas en
su finitud (historicidad, contingencia, multiplicidad) y convertidas en objeto de una
decisión, de una elección” (Vattimo, 1991, p. 180).
Debe entenderse aquí que el pensamiento que se vincula libremente con el pasado
es el rememorante-distorsionante. Vattimo (1991, p. 43) dirige una pregunta, fundamental
para nuestra reflexión: “¿qué significa pensar, cuando el pensamiento no resulta ya
concebible como fundamentación, ni en el sentido metafísico clásico, ni en el sentido
«epistemológico» moderno?”
24 «Pietas» es para Vattimo una determinada actitud que vuelve factible “la atención devota que merecen cabalmente
todas las huellas de vida de los similares a nosotros. Tal pietas no obedece ciertamente a ningún principio, no se rige por
ningún imperativo categórico metafísicamente fundado y necesario” (Vattimo, 1991, p. 11).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
29
Tal vez pietas sea otro término, que junto, a An-denken y a Verwindung, sirva
para caracterizar el pensamiento débil de la ultrametafísica [...]. Pietas es un
vocablo que evoca, antes que nada la mortalidad, la finitud y la caducidad.
(Vattimo, 1991, p. 33)
Si el pensamiento débil hace referencia al pensar el ser –es decir, cualquier referente
absoluto, léase en literatura el canon– como «evento histórico-contextual» por medio
del An-denken, este pensar seguirá siendo débil incluso en su labor hermenéutica.
Su tarea no será la de construir definitivamente estructuras teóricas que posibiliten
un proyecto o ideal humano claro y preciso, con un fin necesario, que se realiza
paulatinamente en un proceso de perfección «en» y «hacia» el cual nos dirigimos
desde estratos inferiores a uno totalmente superior25. La tarea será, más bien, la
de articular interpretaciones que pretenden validez “hasta la presentación de una
interpretación competente que la desmienta” (Vattimo, 1995b, p. 46). Es decir,
el valor de las interpretaciones que elaboramos “estriba en la capacidad de hacer
posible un marco coherente y compatible, a la espera de que otros propongan un
marco alternativo más aceptable” (Vattimo, 1995b, pp. 48-49).
25 Afirma Vattimo (1992, pp. 10-11): “Tengo miedo de que la idea de que la filosofía enseña algo a los hombres, algo
decisivo para cambiar su condición, sea aún parte de una ideología que concibe la filosofía en términos de hegemonía, una
enésima transformación del poder de los filósofos de Platón”. “Creo que la filosofía no puede ni debe enseñar a dónde
nos dirigimos, sino a vivir en la condición de quién no se dirige a ninguna parte”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
30
Nótese que desde la primera a la tercera implicación se nos refiere una hermenéutica
articulación de la verdad, para diferenciarla de la verdad entendida como adequatio, de
la cual la posmodernidad parece despedirse: “una despedida de la verdad como reflejo
«objetivo» de un «dato» que, para ser descrito de forma adecuada, debe fijarse como
estable, es decir, como «dado»” (Vattimo, 2010, p. 16). No quiere esto tampoco decir
que lo conocido hoy es más verdadero que lo del pasado y menos que lo por-venir.
Lo que quiere decir es, más bien, que la verdad se muestra como tal en virtud del
marco de significación en el que acontece (cfr. 1.3.2.). Así, la supuesta universalidad
necesaria de la verdad parece desvanecerse. En todo caso, cuando esta universalidad
se ha impuesto en la historia del pensamiento ha sido en virtud del entramado de una
época que, podemos afirmar, ya no es tal. Vattimo (1991: 215) piensa que
26 En referencia a este aspecto del encuentro con lo verdadero, Vattimo nos dice también que “la persuasividad que una
tal ‘fundamentación’ rememorativa pretende tener es una persuasividad ‘hermenéutica’, que se mide, esto es, en términos
de capacidad de atender las llamadas que se le dirigen y, sobre todo, de responder a ellas con discursos que susciten
ulteriores respuestas” (Vattimo, 1991, p. 46).
27 Ahora bien, para Vattimo (1991, p. 51), “tampoco la verdad, bajo la forma secularizada que únicamente puede resultar
responsable para la filosofía no-metafísica tiene los caracteres de la evidencia alcanzada en un acto puntual, sino aquellos
otros propios de la persuasividad de un sistema de referencias, o de un ‘trasfondo’ determinante”.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
31
El pensamiento que no supera el pasado, pues no piensa que lo nuevo sea «lo
mejor», es el pensamiento rememorante-distorsionante de lo vivido, y de esto, tanto aquellos
elementos hegemónicos que hicieron época, como también el resto de huellas que
pasaron inadvertidas bajo la sombra de lo hegemónico. En este resto yace también
una verdad por-venir.
Para Vattimo, Andenken, Verwindung y «pietas» –junto a los cuales podría tenerse en
cuenta la idea nietzscheana de «la muerte de Dios»–, son los elementos teóricos de
referencia que hacen posible la co-dependencia distorsionante entre posmodernidad
y modernidad, entre posmodernidad y la monumental herencia metafísica: una
conciliación interpretativa, abierta, inconclusa, lúdica, nihílica28. El término
«pensamiento débil» describe, de una forma singular, el pensamiento pertinente a
la época de la disolución de la metafísica –con sus respectivos metarrelatos, que no
quedan aniquilados por un nuevo y más verdadero metarrelato, sino debilitados–, de la
época del final de la modernidad. Así, se anuncia una forma diferente de la actividad
filosófica –y de cualquier otra actividad reflexiva: para nuestro caso la vinculación
hermenéutica con los textos monumentales del pasado. La tarea filosófica consiste
en “rememorar, construyendo y reconstruyendo la continuidad entre presente y
pasado” (Vattimo, 1991, p. 49).
28 En otro lugar, afirma Vattimo (2010, p. 106): “La metafísica no nos deja del todo huérfanos: su disolución (si se quiere,
la muerte de Dios de la que hablaba Nietzsche) se muestra como un proceso dotado de una lógica propia de la que pueden
extraerse también elementos para una reconstrucción; nos referimos a lo que Nietzsche llama nihilismo, que no es sólo el
nihilismo de la disolución de todos los principios y valores, sino que también es, como nihilismo «activo», la posibilidad
de iniciar una historia diferente”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
32
Llegados aquí no podemos negar absolutamente dichos proyectos, sino que los
debilitamos, pues no mostramos su «falsedad», sino la trampa, ambición y violencia
discursiva y política que contienen. Esta es la tarea de «fabulación» nietzscheana.
Según Nietzsche, una vez que «Dios ha muerto», la expectativa de fundamento y del
«mundo verdadero» se convierte en una fabulación. Para Nietzsche, en palabras de
Vattimo (1991, p. 44),
Si se asume que los horizontes de sentido histórico-cultural son posibles por una
determinada transmisión y acogida de los mensajes que llegan del pasado, de los
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
33
ecos pretéritos del lenguaje común, esto tiene como consecuencia el debilitamiento
del pensamiento que continuamente busca fundamentos absolutos que permitan la
explicación de la totalidad de la realidad. Esta ha sido la dinámica del «pensamiento
metafísico». Esta tiene aún un lugar, pues forma parte de nuestra heredad. Ahora
bien, la metafísica ha sido puesta en su lugar: una configuración de sentido entre otras.
Si las realidades sociales, políticas, económicas, antropológicas, etc., carecen de un
fundamento único y estable ¿qué nos queda?: la heredad que nos ha permitido tener
un –y por ende no el- horizonte de interpretación de la realidad. Dicho horizonte es
contextual, histórico, finito, situado: posibilidad.
29 El libro aquí utilizado –con fecha 1941– está recogido en Ficciones, publicado en 1944, que recoge también el libro
Artificios –con fecha 1944.
30 Cursivas en el original.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
34
estructura policial del relato es un mero pretexto para la exposición de las ideas que
aparecen en el cuento –la parte– y que constituyen lo sustancial del libro –el todo–.
Los tres temas que conforman –entre otros, claro está– el sentido de los textos
compilados en el libro parecen ser los siguientes: la reflexión acerca de la temporalidad
(no sólo del tiempo), la co-formación de mundo y, finalmente, una aguda exposición
sobre la historicidad de la epistemología, de cualquier fundamentación definitiva del
saber. Cada uno de estos remite al otro y, a su vez, al otro, y luego al otro, etc.,
estableciendo así una circularidad laberíntica, donde la apertura de sentido tiene su
fundamento: un «fundamento nihílico», claro está (Heidegger, 1998, p. 302). Si el
fundamento de la circularidad no fuera nihílico no habría «posibilidades» y tampoco
laberinto, biblioteca, libro, dioses, Tlön.
¿Qué hemos olvidado? Lo mismo que el mago del cuento Las ruinas circulares, quien
sueña al hombre para que este exista sin darse cuenta que también él ha eclosionado
de un sueño. Sobre la develante experiencia del mago dice el narrador: “Con alivio,
con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro
estaba soñándolo” (Borges, 2008, p. 65).
Me detuve, como es natural, en la frase: Dejo a los varios porvenires (no a todos)
mi jardín de senderos que se bifurcan. Casi en el acto comprendí; el jardín de senderos
que se bifurcan era la novela caótica; la frase varios porvenires (no a todos) me
sugirió la imagen de la bifurcación en el tiempo, no en el espacio. La relectura
general de la obra confirmó esta teoría. En todas las ficciones, cada vez
que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina
las otras […]. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también
proliferan y se bifurcan. (Borges, 2008, pp. 112-113, cursivas en el original)
En El jardín de senderos que se bifurcan –tanto en el todo (el libro) como en la parte (el
cuento)– Borges parece comprometido con la reflexión del tiempo. En diferentes
momentos del todo y de la parte, se reafirma esta preocupación borgiana. En la
parte, dice Albert de T’sui Pên: “Sé que de todos los problemas, ninguno lo inquietó
y lo trabajó como el abismal problema del tiempo”. Más adelante agrega: “El jardín
de senderos que se bifurcan es una enorme adivinanza, o parábola, cuyo tema es el
tiempo” (Borges, 2008, p. 115). La característica de este tiempo no es la linealidad
y la pureza, sino la pluralidad, la bifurcación, la impureza. La multiplicación de
temporalidades –temporalidades en las cuales se conforman distintos mundos,
distintas epistemologías, otros cánones– es la preocupación subyacente al libro. En
la constatación: “No existimos en la mayoría de esos ejemplos [de las diversas y
divergentes temporalidades]; en algunos existe usted y no yo; en otro, yo, no usted; en
otros, los dos” (Borges, 2008, p. 116), este usted y este yo son significantes que pueden
significar diversas posibilidades existenciales, precisamente en virtud de lo que cada
configuración mundanal establezca como tal.
El tiempo por el que Borges apuesta es el tiempo circular, entendido como una
opción que hace implosionar al tiempo lineal, es decir: un tiempo otro. Este era el
tiempo que Nietzsche expuso a través de Zaratustra, y del que Vattimo afirma (2002,
pp. 59-60):
Esto parece ser básicamente lo expuesto en el cuento El jardín de senderos que se bifurcan.
En este Yu Tsun tiene la infundada certeza de la circularidad del tiempo. En una
frase, que ya hemos citado, expone: “todas las cosas le suceden a uno precisamente,
precisamente ahora. Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos”
(Borges, 2008, p. 102), es decir, en el presente se sueldan el pasado y el futuro, ambos
convergen y se redefinen en el presente, presente fluyente, distorsionante. Más
adelante, mientras piensa en el laberinto construido por su ancestro, Yu Tsun medita:
“Pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarca el
pasado y el porvenir. […] Me sentí por un tiempo determinado, percibidor abstracto
del mundo” (Borges, 2008, p. 107). Sólo así puede percibirse la totalidad, siendo
a-histórico y, por lo tanto, olvidando que soñamos. Hacia el final de la narración
afirma Yu Tsun: “–El porvenir ya existe” (Borges, 2008, p. 117). La conciencia de
esta circularidad temporaria de los hechos es una constante en el cuento y el libro
borgiano. En el presente confluyen el pasado y el futuro, inter-determinándose: “la
relación de recíproca determinación entre pasado y futuro se hace posible sólo desde
el presente como momento de la decisión.” (Vattimo, 2002, p. 60) Las acciones de
Yu Tsun –quien asesina a Stephen Albert– ya han ocurrido –“Trece años dedicó [el
ancestro de Yu Tsun] a esas heterogéneas fatigas, pero la mano de un forastero lo
asesinó”–, pero estarán determinadas a su vez, para la repetición-distorsionante, por
el futuro: el bombardeo de Alemania sobre Inglaterra. La circularidad del tiempo se
nos echa encima y no volvemos a ser los mismos al notarlo.
Veamos una última cita de Vattimo (2002, p. 61), quien parafrasea a Nietzsche, acerca
del tema:
En La Biblioteca de Babel se afirma: “La Biblioteca es una esfera cuyo centro cabal es cualquier
hexágono, cuya circunferencia es inaccesible” (Borges, 2008, p. 88, cursivas en el original).
Por esto es que hemos hablado de un mundo, una epistemología, un canon –“Hablar
es incurrir en tautologías” (Borges, 2008, pp. 97-98)– y una temporeidad circular. El
centro, es decir el núcleo del mundo y la epistemología, será un centro. En virtud del
mismo, dichos mundo, epistemología, verdad o canon se convierten en un todo que
impide reconocer el laberinto, impide reconocer que somos lo que somos porque
hemos olvidado el laberinto.
32 Además de las ideas de Mignolo, la propuesta del intelectual portugués Boaventura de Sousa Santos (2006), referida a
una «sociología de las ausencias» puede ser útil en la traducción y complementariedad latinoamericana del pensamiento
débil vattimiano. Este vínculo deberá ser practicado en otro lugar.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
43
33 Mignolo actualiza el momento liberador entrevisto por Borges (2008, p. 28): “Recordaron que todo sustantivo […]
sólo tiene un valor metafórico”.
34 Y con él el conjunto de intelectuales del «grupo modernidad/colonialidad» (cfr. Castro-Gómez y Grosfoguel, 2007,
pp. 9-13).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
44
35 Para Aníbal Quijano (2007, pp. 93-94), “[l]a colonialidad es uno de los elementos constitutivos y específicos del patrón
mundial de poder capitalista. Se funda en la imposición de una clasificación racial/étnica de la población del mundo
como piedra angular de dicho patrón de poder, y opera en cada uno de los planos, ámbitos y dimensiones, materiales
y subjetivas, de la existencia cotidiana y a escala social. Se origina y mundializa a partir de América. Con la constitución
de América (Latina), en el mismo momento y en el mismo movimiento histórico, el emergente poder capitalista se hace
mundial, sus centros hegemónicos se localizan en las zonas situadas sobre el Atlántico –que después se identificarán
como Europa–, y como ejes centrales de su nuevo patrón de dominación se establecen también la colonialidad y la
modernidad. En otras palabras: con América (Latina) el capitalismo se hace mundial, eurocentrado y la colonialidad y la
modernidad se instalan, hasta hoy, como los ejes constitutivos de este específico patrón de poder”.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
45
Cualquier otro territorio que quisiera alcanzar el nivel de desarrollo civilizatorio que
el viejo continente ostentaba debía transitar –linealmente, claro está– por el proceso
de desarrollo evolutivo, cuya finalidad consistía en alcanzar los niveles de vida y
la instauración de instituciones presentes en Europa (posteriormente en Estados
Unidos) y, con ello, modernizarse. La modernidad, entonces, fue identificada como
una etapa de plenitud a la cual tienden las sociedades en su decurso histórico. Este
«mito de la modernidad» fue difundido ampliamente hacia finales del siglo XVII. En
palabras de Castro-Gómez (2005b, pp. 45-46):
38 Como lo entendía el mismo Karl Marx: “Para Marx el colonialismo no era otra cosa que el pasado de la modernidad y
desaparecería por completo con la crisis mundial que daría paso al comunismo” (Castro-Gómez, 2005b, p. 19). Marx
piensa el colonialismo a partir del metarrelato eurocéntrico de la modernidad, y esto porque, según Castro-Gómez (2005b,
p. 19), “Marx permaneció aferrado a una visión teleológica y eurocéntrica de la historia para la cual el colonialismo es un
fenómeno puramente aditivo –y no constitutivo- de la modernidad.”
39 Cursivas en el original.
40 Castro-Gómez (2005b, pp. 19-20), respecto a la dimensión epistémica de la colonialidad, afirma: “Lo que teóricos
provenientes de las ex-colonias europeas, en Asia y el Medio Oriente como Said, Bhabha, Spivak, Prakash, Chatterjee,
Guha y Chakrabarty empezaron a mostrar es que el colonialismo no es solamente un fenómeno económico y político
sino que posee una dimensión epistémica vinculada con el nacimiento de las ciencias humanas, tanto en el centro como en
la periferia. En este sentido cabría hablar de colonialidad antes que de colonialismo para destacar la dimensión cognitiva y
simbólica de ese fenómeno.”
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
47
los criollos y sus intelectuales a través de siglos de colonización41. Por esta razón es
que, según Mignolo, «modernidad/colonialidad» constituye una co-determinación
histórica. La supuesta modernización de los espacios coloniales implicó siempre una
oculta colonialidad.
Las ciencias sociales y, como veremos, la literatura (cfr. caps. 2 y 3), fungieron
como bastiones justificantes de la modernidad. Ellas harían posible y legítimo
seguir reproduciendo ontológica y epistémicamente al sub-otro del mundo colonial.
Como parte de la modernidad, las ciencias sociales, y quizás en mayor medida la
antropología, reprodujo y justificó «científicamente» los metarrelatos productores
de sub-alteridad (cfr. Blanco, 2016a, cap. 2). La presencia de un buen número de
metarrelatos caracterizó a la modernidad, los mismos serían utilizados por las ciencias
sociales y la literatura en la comprensión y configuración de sus objetos de estudio y
motivos de creación. Algunos de estos metarrelatos son:
La comprensión lineal de la historia, por ejemplo, fue posible debido a una estratégica
“colonización del tiempo” (Mignolo, 2001, p. 25)42 y el correspondiente desecho
de otras comprensiones culturales de la temporalidad. ¿No es esto el producto del
olvido que nos sugería El jardín de senderos que se bifurcan (cfr. 1.3.)? Desde esta lógica,
41 Según Mignolo (2007a, p. 81): “La historia de «América Latina» posterior a la independencia es la historia variopinta
de la comunión voluntaria o involuntaria de las élites locales con la «modernidad», que entrañó el empobrecimiento y la
marginación de los pueblos indígenas, africanos y mestizos.” Ahora bien, hoy sabemos que también algunos indígenas
aprendieron a negociar y mimetizarse con la «modernidad» (cfr. Esquit, 2010). Agradezco a María Victoria García esta
última acotación, válida al menos para el caso guatemalteco.
42 O en palabras del antropólogo Johannes Fabian: la “negación de la coetaneidad en el tiempo” (en Castro-Gómez y
Grosfoguel, 2007, p. 15).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
48
los pueblos no occidentales con los cuales interactuó occidente estarían estancados,
aunque con posibilidades de redención, en un momento anterior del devenir de la
historia. Esto haría legítima la misión de modernizar a los pueblos y hacerles avanzar
al eterno presente de la civilización europea. Para ello, sería recomendable someter
y tutelar con el fin de inculcar los conocimientos pertinentes de la civilización,
eliminando los propios como requisito para la modernización de sus cosmovisiones.
Cualquier otro conocimiento elaborado por los pueblos originarios estaría sometido
al escrutinio del «verdadero conocimiento», determinado por el patrón epistémico
del colonizador (la teología, las ciencias naturales o sociales, etc.). De este modo, los
saberes de los pueblos originarios fueron convertidos en exóticos objetos de estudio,
en folklor, en prácticas consuetudinarias, en síntesis: en saberes inferiores respecto
a los del colonizador. El rol colonial de las ciencias sociales y de las producciones
literarias de finales del siglo XIX –rol asumido por la teología en los albores del
mundo colonial– consistió en sub-alterizar los modos de habitar el mundo de los
pueblos conquistados, exotizándolos y negándoles coetaneidad.
43 “La colonización del ser consiste nada menos que en generar la idea de que ciertos pueblos no forman parte de la
historia, de que no son seres” (Mignolo, 2000, p. 30). Leopoldo Zea (cfr. 1978, pp. 9-31) hablaba al respecto del “regateo
de humanidad” por parte de occidente.
44 Para Arturo Escobar: “Los antropólogos [y puede decirse también “la literatura”] han sido cómplices de la
racionalización de la economía moderna al contribuir a la naturalización de los constructos de la economía, la política, la
religión, el parentesco y similares, como los bloques primarios en la construcción de la sociedad. La existencia de estos
dominios como pre-sociales y universales debe ser rechazada. Por el contrario, debemos interrogarnos sobre los procesos
simbólicos y sociales que hacen que estos dominios aparezcan como auto-evidentes y naturales” (en Lander, 2005, p. 33).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
49
[e]n América Latina, las ciencias sociales, en la medida en que han apelado
a esta objetividad universal, han contribuido a la búsqueda, asumida por
las élites latinoamericanas a lo largo de toda la historia de este continente,
de la “superación” de los rasgos tradicionales y premodernos que han
obstaculizado el progreso, y la transformación de estas sociedades a
imagen y semejanza de las sociedades liberales-industriales […]. A partir
de caracterizar las expresiones culturales “tradicionales” o “no-modernas”,
como en proceso de transición hacia la modernidad, se les niega toda la
posibilidad de lógicas culturales o cosmovisiones propias.
Los modos otros de habitar el mundo fueron negados e invisibilizados por los
discursos epistemológicos y ontológicos que «hicieron época». Estos mundos otros
son las «huellas», “las ruinas acumuladas por la historia de los vencedores” (Vattimo,
1995, p. 41)46. Las genealogías desarrolladas por Walter Mignolo sobre estos saberes,
son también una muestra de que en la apertura del pasado encontramos las huellas
“humanas demasiado humanas” de lo vivido. Al respecto dice Mignolo (2003, p. 54):
45 Con buena razón afirma Castro-Gómez (2005c, p. 147), comentando a Immanuel Wallerstein: “El nacimiento de las
ciencias sociales no es un fenómeno aditivo a los marcos de organización política definidos por el Estado-nación, sino
constitutivo de los mismos”.
46 Respecto a la sociología de las ausencias antes señalada, Boaventura de Sousa Santos (2006, p. 23) nos dice: “La Sociología
de las Ausencias es un procedimiento transgresivo, una sociología insurgente para intentar mostrar que lo que no existe
es producido activamente como no existente, como una alternativa no creíble, como un alternativa descartable, invisible
a la realidad hegemónica del mundo”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
50
47 La secularización es otro de los sinónimos con que Vattimo se refiere a su propuesta de “pensamiento débil”. Para
una verificación de dicho sinónimo ver el Capítulo 2 de su Ética de la Interpretación, que precisamente lleva el nombre de
La secularización de la Filosofía (Vattimo, 1991, pp. 37-53).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
51
[U]na vez descubrimos que todos los sistemas de valores no son sino
producciones humanas, demasiado humanas, ¿qué nos queda por hacer?
¿Liquidarlos como a mentiras y errores? No, es entonces cuando nos resultan
todavía más queridos, porque son todo lo que tenemos en el mundo, la única
densidad, espesor y riqueza de nuestra experiencia, el único «ser».
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
52
Aquí no haremos decir al otro, eso también es colonizador. Lo que nos proponemos
es re-leer nihilista-decolonialmente la herencia de los intelectuales latinoamericanos.
Martí es asumido desde esta hermenéutica, es decir, buscaremos dejar noticia de
la reproducción de la sub-alteridad indígena en los textos martianos. Intentamos
develar la imagen que del indígena guatemalteco elabora Martí, junto a los letrados
de su época, durante su estancia en Guatemala (1877-1878). Con esto estableceremos
las consecuencias de dicha imagen, los vínculos con el poder y la reproducción de la
«lógica de la colonialidad» en los textos martianos.
¿Con ello habremos encontrado la verdad de los textos martianos? No, si por «verdad»
comprendemos la adecuación absoluta y definitiva de una constatación de hecho.
Sí, si por «verdad» entendemos una “labor hermenéutica […] labor de montaje, de
composición y diseño estilizado a partir de plurales materiales entresacados de sus
contextos originales y ensambladas en nuevas figuras significativas antes inesperadas
y también manipulables” (Teresa Oñate, en Vattimo, 1998, p. 26).
C A PÍTULO 2 .
MA RTÍ Y EL M U N D O M O DE R NO/ COLONIA L
2. 1. E L H O R IZO NT E DE LA MODERNIDAD/
COLO NIA LIDA D DE L S A B E R LATINOAMERIC ANO
En el capítulo anterior afirmamos que la colonialidad continuó siendo reproducida
en el período [post-]independiente latinoamericano. Para ello, el rol de los
intelectuales sería fundamental. Por un lado, el discurso intelectual justificaría las
prácticas establecidas por los poderes decimonónicos. Por otro, la invención de
Latinoamérica estaría supeditada al modelo del «mundo verdadero» de la civilización
euro-norteamericana finisecular48. El proyecto de la modernidad inspiraría la
pluma de los pensadores intelectuales del siglo XIX. El deslumbrante destello de la
Ilustración europea obnubilaría a los arquitectos de la identidad latinoamericana. La
apuesta por el proyecto moderno tendría como consecuencia la reproducción del
olvido y ocultamiento de los modos de habitar el mundo de los pueblos originarios
y afrodescendientes del continente. Europa sería el horizonte aspiracional; las
tradiciones otras, la huella a borrar. América será para las letras decimonónicas la
realidad a conformar a partir de los elementos civilizatorios de la Ilustración europea.
Una significativa parte del imaginario latinoamericano sería víctima de la verdad
absoluta del espíritu moderno euro-norteamericano.
48 Al respecto afirma el historiador de las ideas Carlos Beorlegui (2004, p. 169): “los próceres de las diferentes repúblicas
pretendían conseguir para sus diferentes países una modernización económica, política y cultural, imitando a las naciones
europeas que gestaron el movimiento ilustrado, y también los Estados Unidos de Norteamérica, como fruto más logrado
de aquella política, y ejemplar más directo a seguir por los americanos del centro y del sur”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
56
El otro elemento a considerar es que «la masa de indígenas» –tuteladas aún por el poder
eclesial y, por ende, sometidas al influjo católico–, cuya sub-alterizada imagen estará
supeditada al ideal del «sujeto moderno» (laico, blanco, urbano y emprendedor), sería
sometida al escrutinio intelectual y, a su vez, remitida al proceso de «domesticación»
moderna. Este proceso domesticador justificará violentas acciones ejercidas por el
Estado, los criollos y mestizos sobre los indígenas. Beorlegui (2004, p. 173) sintetiza
de la siguiente manera el vínculo triádico barbarie/catolicismo hispánico/indígenas: “Se
pensaba [en la primera mitad del siglo XIX] además que el subdesarrollo en el que
se hallaba [Latinoamérica] era debido a la influencia de la conquista hispana, a la
composición étnica de la mayoría de la población, o al modo en que se había dado
la independencia”.
2. 1. 1. E L S UJ E TO M O DE R NO : CONDIC IÓN
D E P OS I B ILIDA D PA RA LA CO NSTRUCC IÓN Y
VA L I D E Z DIS CURS IVA DE LA R EALIDAD
La forma primordial por medio de la cual el hombre se significa a sí mismo es el
lenguaje, pues, en palabras de Peter Sloterdijk (2006, p. 42), “la vida como tal es ya
hermenéutica”. El lenguaje nos permite generar y mediar la realidad y a nosotros
mismos. La modernidad establecerá los criterios de configuración de lo real a través
del ánfora racionalista-discursiva. El culto a la razón por parte de los intelectuales del
siglo XVII –la segunda modernidad– haría factible que la naturalización teológica
de la realidad –paradigma que desde la antigüedad prevaleció en la configuración
de la realidad y que la Edad Media seguiría reproduciendo: la «teopolítica del
conocimiento»– diera paso al develamiento de la esencia de la misma por medio
del racionalismo moderno. El criterio de verdad estaría desde entonces supeditado
a los principios que la razón pudiese descubrir por medio del «examen objetivo» de
la realidad. La argumentación racional –argumentación que desdeña los principios
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
59
Este sujeto hace factible el desarrollo de un proyecto de nación inspirado en los valores
inmanentes que racionalmente pueda descubrir. El protagonismo que adquiere el
sujeto moderno a partir de esta construcción discursiva desde sí, hace deseable y posible
fundar un Estado autónomo que cohesione a individuos autónomos, demiurgos de
su propio horizonte, activos participantes en la construcción del Estado deseado
(nacional, liberal, eurocentrado, moderno, etc.). La referencia fundamental en la
construcción de la realidad social, política, económica, y ahora también religiosa50,
a un sujeto autónomo y autorreferente, vuelve factible movilizar la dinámica de la
historia a partir de la propia capacidad de comprometerse voluntariamente con el
devenir histórico, un devenir que es fruto de la propia decisión e iniciativa, de un
sujeto, además, cohesionado con otros a través del derecho natural, en un Estado
autónomo que, a su vez, dirige la marcha hacia la conformación progresiva de una
convivencia armónico entre iguales.
49 Esta cita proviene de la introducción elaborada por Manuel Jiménez Rendo a la traducción al español de Habermas
(2000, p. 11).
50 Recordemos que este supuesto ideológico del sujeto cartesiano permite asir todo un horizonte epocal que se
configuraba ya en el Renacimiento europeo. La Reforma protestante de Lutero también tiende a la potenciación de un
sujeto autónomo capaz de interpretar, según su libre arbitrio, las escrituras. Lo mismo puede afirmarse del apuntalamiento
de la autonomía individual basada en la meditación introspectiva a la que invita el discernimiento ignaciano (cfr. Estrada,
1996, pp. 76-80).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
60
El teólogo alemán Hans Küng (2002, p. 101) describe la situacionalidad del sujeto
moderno en los siguientes términos:
Este perfil inventivo que caracteriza al sujeto moderno, nos pone al tanto del
fundamental rol discursivo que empiezan a jugar los intelectuales en el emergente
horizonte secular. Estas narrativas racionalistas no sólo describen condiciones
humanas, sino que están orientadas a construir condiciones existenciales. Esta
labor del sujeto moderno hace que sus discursos se vuelvan indispensables para la
configuración de lo real. Se pone en marcha un letrado proceso de invención de sí y
de los demás.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
61
Esta visión evolutiva del devenir del espíritu humano tendrá gran influencia en el
modo de interpretación histórica sobre los pueblos originarios elaborada por los
intelectuales latinoamericanos en el siglo XIX. Consideremos un ejemplo, elaborado
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
63
Llegados aquí es importante aclarar que la discursividad del siglo XIX no puede ser
considerada como un todo homogéneo. ¿Por qué? Durante este siglo se desarrollaron
dos referentes interpretativos para hablar de civilización: a) el superorgánico de la
primera mitad, y b) el de la eugenesia finisecular. Tal como afirma el antropólogo
Marvin Harris (2005, p. 23):
Lo propio del siglo XVIII fue que en él se elaboró una versión concreta
del proceso evolucionista superorgánico que no sólo influyó a todas las
doctrinas subsiguientes del evolucionismo cultural, sino que además iba a
canalizar el evolucionismo biológico cuando al fin, tardíamente, surgieran,
orientándolo por rutas enteramente inadecuadas.
Esto mismo es lo que también describe Michel Foucault (2002, p. 67), en relación al
segundo referente interpretativo:
51 Ahora bien, no debe perderse de vista que, en palabras de Maldonado-Torres (2007, p. 133), “se puede hablar de una
semejanza entre el racismo del siglo XIX y la actitud de los colonizadores [desde el siglo XVI] con respecto a la idea
de grados de humanidad. De algún modo, puede decirse que el racismo científico y la idea misma de raza fueran las
expresiones de sujetos colonizados y esclavizados en las Américas y en África, a finales del siglo XV y en siglo XVI”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
64
de los que miran la instrucción general, la educación del pueblo, como uno de los
objetos más importantes […] como una necesidad primaria y urgente; como la base
de todo sólido progreso” (Bello52, [1843]2003, p. 30).
No quiere el boletinista hablar de cosas tristes, por más que sea para él día
oscuro el día en que ve vagando por las calles grupos acusadores de infelices
indios, masa útil y viva, que se desdeña como estorbo enojoso y masa muerta.
Y es que hacen dolorosísimo contraste la mañana, nacer del día, y el indio,
perpetua e impotente crisálida de hombre. Todo despierta al amanecer, y el indio
duerme: hace daño esta grave falta de armonía […]. ¿Qué ha de redimir a
esos hombres? ¿La enseñanza obligatoria, cuyos beneficios no entienden y
cuya obra es lenta? No la enseñanza solamente: la misión, el cuidado, el
trabajo bien retribuido. En la constitución humana, es verdad que la redención
empieza por la satisfacción del propio interés. Dense necesidad a estos seres:
de la necesidad viene la aspiración, animadora de la vida […] Se tiene en gran
parte un pueblo de bestias […]” (OC, tomo II, p. 794)55
[L]a diferencia está, pues, que en los pueblos no católicos y libres, el hombre es
soberano y respeta la soberanía de su semejante. No hay infalibles que suban al
poder, y todos tienen fe en la ley que garantiza el derecho, y en el voto de todos,
que no puede ir contra el derecho. (Bilbao, [1862]2003a, p. 234)
56 Al respecto, el historiador de las ideas Carlos Beorlegui comenta (2004, p. 284): “La sociedad peruana quedó
traumatizada [por la guerra contra Chile de 1879], preguntándose por las razones y los culpables del desastre. Es el
momento en el que surge la figura de Manuel González Prada […] como líder moral que intenta remover a la sociedad y
empujarla por el camino de su reconstrucción”.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
69
Educación secular que atienda los progresos de las ciencias positivas, es la estrategia
para civilizar a un Perú al cual Chile le hizo sentir su superioridad cultural por medio
de la guerra. Pero este proyecto sólo puede asumirlo, y posteriormente defenderlo,
un sujeto autónomo que se ha desligado del escrutinio de la religión, de una religión
para la cual
Debido a este ideal de construcción del subjectum moderno –liberado de las ataduras de
cualquier sujeción religiosa y política, etc.– es que Bilbao y González Prada arremeten
contra el catolicismo dogmático. Parece ser, entonces, que ambos consolidan una
tesis común: el catolicismo representa un grave obstáculo para que el sujeto moderno
surja en Latinoamérica.
sus perspectivas teóricas con el determinismo biológico de finales del siglo XIX.
Para muchos letrados latinoamericanos, como lo hemos señalado antes –entre
ellos José Martí–, el indígena representaba un problema para el progreso, para
la instauración de la civilización. La supuesta incapacidad biológica del indígena
de devenir «sujeto» autónomo sería la justificación para su tutelaje y, sobre todo,
aniquilación. El mismo González Prada ([1905]2003b, p. 370) refiere la violencia
de la que es objeto el indígena:
Esta defensa del «indio» es una denuncia a las contradicciones reales que la supuesta
civilización peruana propone. Al respecto, apunta Beorlegui (2004, p. 286):
57 Citando a Émile Durkheim, propone González Prada ([1905]2003b, p. 364): “No conocemos ningún fenómeno social
que se halle colocado bajo la dependencia incontestable de la raza”. Seguidamente cita la idea de Jacques Novicow -cuyo
nombre en ruso es Yakov Aleksandrovich Novicov: “[…] la raza, como la especie, es, hasta cierto punto, una categoría
subjetiva de nuestro espíritu, sin realidad exterior”. Agradezco a Gustavo Sánchez esta referencia.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
71
2. 2. M A RT Í E N GUAT E MA LA 58
Este apartado tiene como objetivo establecer la correspondencia del discurso de
José Martí con el liberal finisecular guatemalteco. El tópico de consideración será
el indígena. Nuestra investigación-ensayo tiene como finalidad hermenéutica la
«distorsión» de la Tradition [cfr. 1.4.2.]. El libre y situado vínculo con el pasado –
58 Algunas ideas de esta sección y del tercer capítulo han sido publicadas con anterioridad (cfr. Blanco, 2008).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
72
Los insumos adquiridos en el resto del capítulo servirán para la elaboración de una
interpretación «distorsionante» del texto dramático martiano Patria y libertad (drama
indio).
59 Agradezco a la historiadora Regina Fuentes la facilitación, en formato fotográfico, de la colección completa, en cinco
tomos, de los distintos números del periódico “El Porvenir”. La referencia bibliográfica es la siguiente: “El Porvenir”.
Periódico quincenal de la sociedad literaria del mismo nombre. Literatura, Ciencias, Arte. I-V. Cada tomo corresponde a un año
diferente. En adelante: EP, Tomo, número de publicación, número de página. La fecha del documento será referida
cuando sea pertinente. El primer número de “El Porvenir” vio la luz el 20 de mayo de 1877. Para este trabajo hemos
consultado únicamente las publicaciones correspondientes a los años en que Martí vivió en Guatemala, 1877-1878. En
cada una de las citas de esta publicación respetamos la ortografía original.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
73
Por aquellos años, el intelectual Ramón A. Salazar erigía esta elegía a la razón, la
civilización y el progreso:
José Martí, como muchos de los intelectuales latinoamericanos de los siglos XIX y
buena parte del XX, será seducido por el paradigma epistémico-cultural del «viejo
mundo», introyectando y reproduciendo de esta manera la «colonialidad del ser
y del saber». Aquellas realidades de ultramar serán en el espíritu del joven Martí
el referente intelectual y cultural desde el cual serán confrontadas y evaluadas las
realidades americanas. Era de la consideración común, por aquellos años, el que si
algo se reflejaba en América de Europa, cuna de la civilización occidental, aquella
entonces estaba en el camino correcto, en la vía-modelo que todos los pueblos
debían seguir. Y todo ello porque “la vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer
deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo” (OC, tomo II, p.
287, Los Códigos Nuevos).
60 Como bien lo señala Peter Sloterdijk (2004, p. 15): “La gran consecuencia del viaje de Colón fue la objetivación de la
Tierra y del género humano en imágenes y conceptos europeos”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
74
Hacia 1878, Martí escribe, en su texto Guatemala, expresiones que muestran la huella
de una modernidad seductora de intelectuales. Por ejemplo, cuando se refiere a la
necesidad de conocer de un modo más adecuado la «laguna» de Amatitlán, se muestra
aquí el anhelo de posesión de la técnica moderna para su estudio, ya que “se desea
la ciencia para conocer hondamente el raro misterio” (Martí, 1998, p. 51). También
exalta los logros que se han llevado a cabo trocando la religión y sus enseñanzas a
través de los nuevos principios del liberalismo moderno.
Hacia 1878, en las páginas del periódico El Porvenir se asoman las palabras de un
corresponsal guatemalteco en Francia, Federico de la Vega, cuyo sentido es el mismo
que el de las martianas:
¡Ya acaban las ruinas y comienzan los cimientos! Pierden las poblaciones
su aspecto conventual, su tinte apático, su enfermizo matiz, y cobran, al
ruido de las centrífugas, entre los pámpanos frondosos, entre los aromáticos
cafetos, los colores de la juventud y las revelaciones de la vida. La libertad
abrió estas puertas. (Martí, 1998, p. 32)
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
75
Y en otro lugar afirma: “[e]s rica una nación que cuenta muchos propietarios. No es
rico el pueblo donde hay algunos hombres ricos, sino aquel donde cada uno tiene un
poco de riqueza” (Martí, 1998, p. 47).
Este compromiso martiano con la modernidad occidental pudo haber derruido las
grandes intuiciones posteriores; sin embargo, paulatinamente sus discursos tomarán
un rumbo más crítico de su época (cfr. 3.4.-3.5.). La modernidad marcará a Martí,
pero no le atará a un sempiterno vasallaje acrítico. Con todo, en buena parte de su
trabajo se trasluce lo que con razón arguye Jorge Camacho (2006): “la hegemonía de
lo visual que se impone en las crónicas martianas remite necesariamente a un mundo
ya establecido, positivamente ordenado, el cual sólo falta revelarle al lector de una
forma artística”.
61 En este contexto toma relevancia la metáfora que elabora Martí para caracterizar el papel de la Iglesia y la monarquía
en las colonias: “Cobán tiene ahora lindas cosas: torre airosa de arte moderno, celebrada iglesia –que nunca faltan en los
pueblos hispánicos, iglesia y castillo, -cárcel y cárcel,-[…]” (Martí, 1998, p. 42, énfasis añadido).
62 La siguiente referencia es un claro ejemplo del influjo cultural europeo sobre los intelectuales del siglo XIX: “José
Batres nació en Guatemala. Supo francés e italiano, leyó a los enciclopedistas y a Casti […] sufrió como Bécquer, amó
como Heine […] ninguna consonante le arredra, y de intento como Bretón, los amontona difíciles, y como Bretón,
triunfa después de ellos” (Martí, 1998, p. 58).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
76
Todo ello porque Martí es un hombre de su tiempo. Es decir, como explica Ortega
y Gasset:
En consonancia, el filósofo alemán Peter Sloterdijk (2006, p. 19) nos enfrenta a esta
situación existencial:
[S]i hay algo que no somos es hojas en blanco. A partir del primer aliento,
incluso desde los primerísimos estadios de la noche intrauterina, toda vida
es tan receptiva a la escritura como una tablilla de cera, tan permeable como
una película a la luz.
Esta constitución epocal tuvo en Martí gran influencia en sus escritos. Martí está
inserto en una época latinoamericana que se valora no en virtud de lo que reconoce
como más propio, sino en la medida que emula el progreso obtenido por Europa,
y que termina constituyendo el modelo a repetir en sus discursos, producciones
culturales y valoraciones.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
77
63 Severo Martínez (1994, pp. 566-567) afirma que, hacia el siglo XIX, dicho grupo constituía el 65 % de la población
guatemalteca.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
78
alma de poeta está presente en su prosa, pero también dicha creatividad vuelve
contradictorias sus propuestas. Por lo anterior, se vuelve necesario insistir que las
propuestas de Martí lindan la beneficiosa ambigüedad de un intelectual decimonónico
que comienza a des-ocultar los peligros del etnocentrismo europeizante y trasluce
paulatinamente las posibilidades que lo propio tiene.
64 Una amplia descripción del trabajo, carácter e influjo de Justo Rufino Barrios en la sociedad guatemalteca finisecular
se encuentra en Santacruz Noriega (1996)
65 Al respecto nos cuenta el historiador Santacruz Noriega (1996, p. 55): “Martí había llegado a Guatemala en los
primeros días de abril, procedente de México donde don Porfirio Díaz le había oscurecido el horizonte y, atraído por la
falsa imagen de liberal que Guatemala proyectaba en el exterior, y según sus propias palabras, ‘por los ánimos amistosos’
que le dio el ministro guatemalteco en México, don Ramón Uriarte, y quien además lo recomendó ‘espléndidamente’ con
el entonces canciller, don Joaquín Macal, y huyendo del ‘porfiriato’ se vino a topar con que Guatemala, según sus propias
palabras, era una ‘gran hacienda’ donde todo obedecía ‘al látigo de un caprichoso mayoral’(…)”.
66 Afirma David Vela (1953, p. 357): “En Guatemala [Martí] encontraría afinidades con el régimen establecido por la
revolución del 71, si bien contiene expresiones de elogio por temor de ser confundido con serviles que comerciaban
con la lisonja. Es bien recibido, desde luego, por el elemento liberal y funcionarios de gobierno, formando en ese círculo
muchas de sus opiniones sobre Guatemala”.
67 Al respecto puede consultarse a Soto Hall (1966, pp. 51-72).
68 En línea. Disponible en: http://www.lehman.cuny.edu/ciberletras/v19/camacho.html [Fecha de Consulta: 18/03/09].
Agradezco al autor del texto la facilitación del mismo. En adelante, para referirnos a dicho documento, sin paginación, se
citará únicamente el apellido del autor seguido de s. f. (sin fecha).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
80
Sobre las virtudes del liberalismo, en el mismo texto, afirma Martí (1998, pp. 23-24):
69 Esta ubicación de clase y, como se establecía al fines del siglo XIX, de raza, nos permite comprender la apuesta por
la hegemonía cultural del grupo considerado “superior”. El intelectual del siglo XIX, Juan F. Rodríguez, en su texto
“Civilizacion de los indios”, describe la composición binaria de las naciones americanas: “La poblacion americana, y
especialmente la guatemalteca, está compuesta de dos elementos distintos una parte de sus habitantes pertenece á la raza
puramente americana, que todavía conserva muchos rasgos característicos que la distinguen perfectamente de la otra
parte llamada criolla, y á cuyos índividuos se designa vulgarmente con el nombre de ladinos” (EP, T2, núm. 37, p. 197).
70 Énfasis añadido.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
81
2. 3. 1. J O S É MA RT Í Y LA S OC IEDAD LITERARIA
« E L P ORV E NIR»
La sociedad literaria «El Porvenir» será, entre otras instancias, quien dará una sincera
acogida al cubano, incluso será presentado a los guatemaltecos en una de sus veladas
culturales en el Teatro Nacional de Guatemala (cfr. Soto Hall, 1966, pp. 63-67), que
tuvo lugar el 23 de julio de 1877. En la crónica de esa noche, publicada el 6 de agosto
de 1877, se lee: “y á continuacion el Sr. Ldo. Don José Martí, que tan aventajado
paladín es en el arte del bien decir, pronunció un elocuente discurso, que agradó
muchísimo a la concurrencia” (EP, T1, núm. 6, p. 82). La vinculación de Martí con
esta sociedad literaria queda reflejada, como veremos a continuación, en los textos
martianos.
En el ensayo La niña de Guatemala, el idilio trágico de José Martí, Máximo Soto Hall
nos informa sobre el ambiente intelectual71 que encuentra Martí en su llegada a
Guatemala, principalmente el que florece entre los integrantes de la sociedad literaria
«El Porvenir»72, dentro de la cual el cubano encontraría un nido de vinculaciones
con los responsables de la configuración política y sociocultural del imaginario de
la nación emergente73. Martí tendría tan honda vinculación con el proyecto de este
grupo74 que llegaría incluso a ser su vicepresidente (cfr. Soto Hall, 1966, p. 68)75.
Esta relación profunda de Martí con aquel ilustrado y moderno grupo intelectual
guatemalteco queda demostrada por Soto Hall (1966, p. 178) al referirnos la siguiente
anécdota, fruto de su encuentro con Martí en la ciudad de Nueva York en 1892:
71 Otra relevante referencia acerca del ambiente intelectual guatemalteco a la llegada de Martí la ofrece David Vela (cfr.
1953, pp. 283-290) en su texto Martí en Guatemala. En él también se proporciona la lista de intelectuales con los cuales
Martí se relacionó durante su estancia en la tierra del quetzal (cfr. Vela, 1953, pp. 399-474).
72 Esta no fue el único refugio de intelectuales. David Vela menciona dos más: la sociedad “literoestudiosa, bajo la égida de
Pallas Atenea”, fundada en mayo de 1875; y la Academia científico literaria dada a conocer por el medio escrito llamado
El Pensamiento, cuyo primer número fue publicado el 25 de julio de 1877 (Vela, 1953, p. 286). En todo caso, la sociedad El
Porvenir será la principal acogedora del intelectual cubano.
73 El proyecto político-intelectual moderno de la sociedad literaria «El Porvenir» se manifiesta en las publicaciones de
prensa de aquellos años. Lo anterior a contrapelo de lo expuesto en el primer número por uno de los miembros con
seudónimo “BLASILLO”: “dicha Sociedad no tiene carácter alguno político y menos relijioso, estando prohibido a sus
miembros ocuparse de esas materias” (EP, T1, núm. 1, p. 16). Hubert J. Miller (1976, p. 366) da noticia acerca de la visión
que sobre la educación tenía esta sociedad literaria: “El papel de la educación como uno de los caminos básicos para el
progreso fue reiterado en la páginas de El Porvenir, que llamó al progreso material ideal absoluto, fuerza efectiva de todos
los lugares y tiempos, y la génesis constante del hombre que trabaja, piensa y ama”.
74 Este proyecto lo explica Lorenzo Montúfar de la siguiente manera: “Su objeto son las letras, su fin reunir todo lo
bello de nuestro poeta (sic), todo lo importante de nuestros literatos, estimular á la juventud inteligente de ambos sexos
á contribuir á la formación de una literatura nacional” (EP, T1, p. 1, 20 de mayo de 1877).
75 En un artículo, titulado “La Revista Guatemala”, correspondiente al 5 de abril de 1878, Domingo Estrada relata: “José
Martí, el jóven é ilustrado vice-presidente de ‘El Porvenir,’ se propone establecer un periódico mensual, cuyo prospecto ha
visto ya la luz pública.” (EP, T1, núm. 22, p. 342, énfasis añadido).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
82
F L (¿Francisco En la sentida muerte de la Señorita María G. Granados T2, núm. 25, pp. 398-399
Lainfiesta?) Recuerdo T2, núm. 27, pp. 46-47
J. A. B. (¿Juan Arzú Batres?) A la muerte de la Señorita Maria Garcia Granados T2, núm. 25, pp. 399
Sobre el significado epocal de la sociedad literaria «El Porvenir», dice Soto Hall
(1966, p. 52):
Este “espíritu que la inspiraba”, al cual hace referencia Máximo Soto Hall, es
evidentemente el espíritu ilustrado de los pensadores liberales del siglo XIX; un
espíritu insuflado por una modernidad que aspira a regenerar la sociedad y llevarla
por el camino de las luces y, por ende, del progreso humano que ya las sociedades
europeas habían alcanzado, convirtiéndolas en modelo de civilización76. De este
espíritu Martí llena su discurso77.
¿Quiénes eran los participantes de la sociedad literaria «El Porvenir»? Soto Hall (cfr.
1966, pp. 53-57) clasifica a sus miembros en tres categorías:
a. Los jóvenes, grupo conformado por Manuel Valle, Miguel Ángel Urrutia,
Ramón Antonio Salazar, Juan Arzú Batres, Guillermo Hall y Domingo
Estrada (amigo predilecto de Martí).
b. Los que pasan los treinta años de edad: Antonio Batres Jáuregui78, Fernando
Cruz, Salvador Falla, Ricardo Casanova y Estrada y Juan Fermín Aycinena79.
c. Los que han logrado ya consagrar su labor intelectual: Lorenzo Montúfar,
Ángel María Arroyo, Antonio Machado y José Milla y Vidaurre.
76 Juan Arzú Batres se expresa así: “Los Estados Unidos, Suiza y Alemania que sirven hoy de modelo al mundo” (EP,
T1, núm. 1, p. 11).
77 “Aunque muchos biógrafos de Martí la han reconocido, todavía no ha sido apreciada en toda su magnitud la influencia
que ejerció Guatemala sobre el pensamiento y la obra del gran cubano […] un hombre así, decimos, aprovecharía ese
descanso material y moral, para ordenar muchos pensamientos, para observar con curiosidad, meditar con calma y
precisar algunos conceptos que iban a constituir más tarde verdaderas directivas de su pensamiento […]”. Con estas
palabras David Vela (1953, p. 292) resalta el influjo guatemalteco en el pensamiento martiano. Un influjo que también
tiene todo el peso del mundo moderno/colonial local.
78 Sobre este personaje resalta Casaús (2007, p. 62, nota 68): “el importante papel que jugó como intelectual orgánico del
liberalismo y del pensamiento racial positivista a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, con la propuesta de latinizar
a los indígenas, equivalente a la de Domingo Faustino Sarmiento, en su época acerca de la necesidad de civilizar a los
indígenas en Argentina en su obra, Facundo: civilización y barbarie”. En otro lugar Casaús (2007, p. 93) también informa:
“fue un destacado abogado, historiador, filólogo y político de la época, además de testigo presencial y protagonista de
importantes hechos históricos. Tal vez lo más importante de su obra fue el intento de relatar la historia política de un siglo
muy convulso y conflictivo con una gran objetividad, tratando de no tomar partido por uno de los bandos en pugna.”
79 Sobre éste nos dice Casaús (2007, p. 75): “fue un ilustre literato, académico de la lengua, diputado y consejero de
Estado de varios gobiernos a lo largo del siglo XIX”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
86
Por otra parte, en un texto del primer número de la sociedad literaria –publicado
el 20 de mayo de 1877–, firmado con el seudónimo “BLASILLO”, se presenta la
siguiente clasificación de los socios para entonces inscritos (cfr. EP, T1, núm. 1, pp.
16-17)80:
Por aquel entonces, la Junta Directiva –que debía estar compuesta exclusivamente
por “socios asistentes”– estaba constituida de la siguiente manera: Vicente Carrillo
(presidente), Antonio Batres (vicepresidente), Pedro Molina Flores (primer vocal),
Domingo Estrada (segundo vocal), Manuel Montúfar (secretario), Juan Arzú Batres
(tesorero) y, finalmente, Manuel Arzú Saborio (subsecretario).
Como miembro de esta sociedad intelectual, Martí refleja y reproduce en sus escritos
el «espíritu» de la mentalidad finisecular y, con él, la sub-alteridad del indígena
guatemalteco. Los adjetivos, prejuicios e imágenes del indígena de los que Martí hace
80 Transcribiremos los nombres con la ortografía utilizada por el autor del documento finisecular.
81 Justo Rufino Barrios.
82 Nos dice Soto Hall (1966, p. 68) que “ya en mayo de 1877, aparecía el nombre de José Martí como uno de sus
componentes”.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
87
[…] nuestro porvenir está en todo lo que tienda á fecundar nuestros campos,
á descuajar nuestro montes, á poblar el desierto. […] en aprovechar los
inmensos tesoros que una naturaleza sonriente nos brinda por todas partes,
y en remover los obstáculos que á ello se opongan.
Allí está el valdío, -esa desidia política. –según la expresión de Jovellanos, que
deja sin dueño ni colono una inmensa porción de tierra cultivable.
83 Resulta reveladora la siguiente afirmación martiana dirigida al ministro de relaciones exteriores Joaquín Macal, pues
desde la misma puede establecerse su complicidad con el pensamiento de la época: “nunca turbaré con actos, ni palabras,
ni escritos míos la paz del pueblo que me acoja. Vengo a comunicar lo poco que sé, y a aprender mucho que no sé
todavía” (OC, tomo II, p. 287, Los Códigos Nuevos). Esta es una corroboración de la participación martiana en los valores
del mundo moderno/colonial guatemalteco de aquellos años.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
88
raza á que una mano estraña, una mano aleve toque el árbol que él no ha
plantado, el árbol que no ha caído ni visto crecer.
Pero una voz poderosa, con fé inquebrantable en el progreso dijo: abajo las
carcomidas instituciones de la edad pasada; tomad á precios cómodos tierras feracísimas,
y fecundadlas con el trabajo, y el censatario se convierte en propietario, y el indio
coadyuva al cultivo, y la tierra comunal se subdivide y se pone al alcance del empresario.
[…] se vé erguirse la barnizada pirámide del cafeto, que presajia en la brillantéz de
sus hojas la brillantéz del porvenir de su afamado cultivador.
Pobre del indio, -esclama el sentimentalismo, generoso pero estéril é irreflexivo,-pobre del
indio á quien privais del terreno que ha poseido en comun de generacion en
generacion y que ama y venera con mas respeto que su propiedad individual,
llevado por el espíritu de nacionalidad y decidida autonomía que anima esas
razas gregarias!
Los intelectuales decimonónicos fungen como brazo ideológico para justificar, por
un lado, la expropiación de las tierras comunales indígenas y, por otro, el trabajo
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
90
forzado exigido a los indígenas para el bien de la nación y como camino para su propia
redención. La supuesta ausencia del discurso político, propuesto por “BLASILLO”
en el primer número, se desvanece. El entusiasmo por el progreso hará echar mano
de lo que se cuenta para lograrlo: las tierras comunales y la mano de obra indígena.
No extraña que la confianza de Martí por este tipo de discurso lo vuelva cómplice de
la gestión de la sub-alteridad del indígena y, además, de la legitimación de cualquier
estrategia de sometimiento que coadyuvara a su redención. Para esto último, la
educación será fundamental; sin embargo, los beneficios supuestos para el indígena
nunca llegarán. La supuesta preocupación por la redención del «indio» –la «retórica
de la modernidad»– justifica la opresión, ocultando la «lógica de la colonialidad». Las
fincas de café, símbolo de la civilización, serían lugares de explotación y esclavitud
del indígena.
El periódico El Porvenir, entonces, funge como uno de los bastiones del mundo
moderno/colonial guatemalteco. La comunión con el Gobierno de Justo Rufino
Barrios es muestra de ello. Ignacio Gómez se refiere a Barrios de la siguiente manera:
“Guatemala, Señor Presidente, tiene para con vos, grandes motivos de gratitud,
y, si no la presente generación, porque las repúblicas nunca son agradecidas, la
posterioridad sabrá desempeñar la deuda que la patria ha contraído para con vos”
(EP, T1, núm. 3, p. 34). Este tipo de halagos le valdría el beneplácito de la Presidencia.
De hecho, el Gobierno de Barrios estableció un acuerdo gubernativo en beneficio
de «El Porvenir»:
84 Lorenzo Montúfar afirmaba por aquellos años: “Todos saben que la literatura ha tenido grande influencia en la suerte
de las naciones.” Y más adelante: “es indispensable que una literatura nacional nos anime, nos deleite, nos enseñe” (EP,
T1, núm. 1, pp. 1-2).
85 Salvador Falla exponía al respecto: “El pobre extranjero que recibis con agasajo, si está contento, borrajeará una carta á
sus amigos para informarles de lo que come, de lo que viste, de la hospitalidad que le habeis dado; y el pedacito de papel,
mensajero de una idea, revolucionario sin armas, irá á hacer mas prosélitos a favor de la emigracion que todos nuestros
esfuerzos para protejerla” (EP, T1, núm. 21, p. 324).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
92
Sobre los indígenas dice Martí: “La mejor revolución será aquella que se haga en el
ánimo terco y tradicionalista de los indios” (p. 294). Más adelante agrega:
Es evidente aquí la sintonía con el discurso de Salvador Falla (cfr. 2.3.1.). Si bien Martí
reconoce que este modo de ser del indígena ha sido el resultado de los constantes
abusos a los que ha estado sometido, la transformación de los mismos tiene como
finalidad última el hecho de que, una vez instruidos, estos “serán el más potente apoyo
de la civilización de que son hoy la más pesada rémora” (p. 296). Para solucionar este
problema, Martí recomienda acerca de los ladinos: “Debe aconsejárseles suavidad y
calma: –y que para asegurar mejor sus intereses los sepan por algún tiempo contener”
(p. 296). El proyecto liberal que tiene entre sus fines el mejoramiento de la raza
indígena encuentra en el discurso martiano un importante aliado.
proyecto de la nación civilizada y moderna. Todo lo que por ellos pueda hacerse con
el fin de que aporten al proyecto de nación establecido por los criollos y ladinos es
importante. Los escritos martianos reproducen el lado más oscuro de la modernidad:
la colonialidad.
2. 4. 1. LA «R E TÓ R ICA DE LA MODERNIDAD» :
E D U C A R A L «INDIO »
Empeño por la educación, afán de reforma agraria, mejoramiento del indígena y
una actitud anticlerical, toman la preocupación intelectual del discurso martiano
por aquellos años. A estos elementos distintivos de la retórica liberal habría que
añadir uno más: la configuración del sujeto moderno. El individuo libre, propietario,
emprendedor, trabajador, regido por las leyes seculares, intelectual –deseable–, será el
punto de partida para llevar a cabo las grandes empresas propuestas por el proyecto
liberal. En su breve libro Guatemala, Martí (1998, p. 31) afirma:
86 Esta antropología política tiene como aliada a la educación. El proyecto liberal verá en la educación una posibilidad de
construcción del “hombre moderno” con el que pueda echarse a andar el progreso. En Guatemala se hicieron los esfuerzos
necesarios, enmarcados en una estrategia de antropológica política, que haría nacer al hombre moderno: “Como parte
del programa para asimilar a los indios a la vida nacional, el 13 de octubre de 1876, Barrios declaró ladinos a los indios de
San Pedro Sacatepéquez si usaban el traje ladino […]. La Administración de Barrios trataba principalmente de convertir
a los indios en un factor más productivo de la economía nacional” (Miller, 1976: 372, nota 105). Para llevar a cabo con
plenitud dicha aspiración el gobierno de Barrios fundará una escuela en Quetzaltenango para indios, el 9 de febrero de
1880, llamado el Colegio de Indígenas de Quetzaltenango (cfr. Miller, 1976, p. 419).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
95
Martí asume el proyecto del progreso civilizacional que oculta la colonialidad como
condición de posibilidad. En Martí queda vislumbrada la actitud humanística que
Peter Sloterdijk (2001: 32-33) denuncia:
Forma parte del credo del humanismo el convencimiento de que los hombres
son «animales sometidos a influencia» y que es por ello indispensable hacerles
llegar el tipo correcto de influjos.
Jorge Camacho (2006) describe el discurso del Martí sobre el indígena del siguiente
modo:
Todo despierta al amanecer, y el indio duerme: hace daño esta grave falta
de armonía […]. ¿Qué ha de redimir a esos hombres? ¿La enseñanza
obligatoria, cuyos beneficios no entienden y cuya obra es lenta? No la
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
96
El texto hace comprensibles las palabras de Martí, escritas en 1878, que justifican
la expropiación de las tierras comunales indígenas por parte del gobierno liberal.
La justificación: los beneficios del progreso y de una modernidad impedida por la
condición de la raza indígena que no parece buscar el “propio interés”, que no posee
la “necesidad” que produce la “aspiración”:
Los indígenas son quienes menos beneficios obtuvieron de las reformas liberales
encomiadas por Martí. El cultivo de café y el establecimiento de unas condiciones
políticas, legales y económicas que propician el desarrollo de dicha actividad, son
fuentes de referencia imprescindibles para la comprensión de la importancia del
proceso de expropiación de las tierras comunales indígenas y de la legislación –a
la que parece referirse Martí al afirmar: “el gobierno a sembrar la obliga”–, que
permitirá a los cafetaleros contar con suficiente mano de obra para desarrollar el
cultivo y cosechar el grano.
87 Esta tendencia discursiva sigue predominando durante su estancia en Guatemala. En carta a Manuel Mercado, con
fecha 21 de septiembre de 1877, Martí le encomienda a su amigo: “A Peón que se prepare a leerme el nuevo drama. –A
Sánchez Solís, que he de hacer una de las obras de mi vida, escritas y prácticas, de la regeneración de los indios. –Esta es
una obligación que tengo con mi alma y con su bondad” (Martí, 1993, p. 88). Por la relevancia para nuestro argumento,
hemos realizado aquí una duplicación de esta cita.
88 ¿Habrá sido a este párrafo al que se habrá referido Martí en su carta a Manuel Mercado del 9 de enero de 1878? “Ahí
le envío el resto del libro: corríjamelo con cuidado, y adivine lo que no entienda, que V. sabe de eso. –Cuídeme el párrafo
de los pobres indios–” (Martí, 1993, p. 108). Quizá Martí se refiera a este otro: “El porvenir está en que todos lo desean.
Todo hay que hacerlo: pero todos, despiertos del sueño, están preparados para ayudar. Los indios a veces se resisten; pero
se educará a los indios. Yo los amo, y por hacerlo lo haré” (Martí, 1998, p. 83).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
97
89 Al respecto nos cuenta Villamar (1971, p. 8): “de la última anotación hecha [en el cuadro del decrecimiento de la
demanda de la grana] para el año 1860, al siguiente, cuando Rafael Carrera presentó su informe al Congreso advirtió
sobre las malas cosechas y la baja en los precios internacionales, mismos conceptos que habría de repetir de su informe
siguiente -1862-. Ya para 1863, los precios internacionales habían descendido tanto que los cultivadores se apresuraban a
vender, llegando el precio de una manzana de nopal a los $ 300”.
90 Pueden consultarse en Villamar (1971, pp. 10-11) los beneficios, en rápido aumento, que dicho cultivo y su exportación
rendían desde 1850.
91 Afirma Martí: “‘En América, pues, no hay más que repartir bien las tierras, educar a los indios donde los haya, abrir
caminos por las comarcas fértiles, sembrar mucho en sus cercanías, sustituir la instrucción elemental científica, y esperar
a ver crecer los pueblos’” (en Vela, 1953, p. 143).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
98
92 Esta misma es la lógica seguida por la colonialidad, recordémosla: “La lógica de la colonialidad opera en cuatro
dominios de la experiencia humana: (1) económico: apropiación de tierra, explotación de la mano de obra y control de las
finanzas; (2) político: control de la autoridad; (3) social: control del género y la sexualidad, y (4) epistémico y subjetivo/
personal: control del conocimiento y la subjetividad” (Mignolo, 2007a, p. 36).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
99
Muchos de los decretos de 1877, año en el que Martí entraría en contacto con
Guatemala, buscaban reafirmar y legalizar el proceso iniciado en los primeros años
de la década del setenta. Tanto el decreto 170, correspondiente al 8 de enero, como
el 177, del 3 de abril, complementan el proceso de consolidación de la república
cafetalera guatemalteca. Acerca de las implicaciones prácticas del primer decreto,
dice Castellanos Cambranes (1985, p. 355):
93 Por esos años escribía Martí: “‘Amatitlán reparte tierras; Cobán recibe solicitudes incesantes; Sololá ha medido y
distribuido 144 caballerías, baldías hasta hoy’; y despierta su optimismo observar que, ‘elógianse las leyes sobre distribución de
los terrenos, como si ya los pueblos comprendieran que la distribución de la propiedad, y el cambio de tierras productivas,
aunque lastima preocupaciones de partido y añosos intereses tradicionales, es causa de la inmediata riqueza del país’” (en Vela, 1953,
p. 145, énfasis añadido).
94 Como justificación de este proceso de expropiación de los terrenos comunales indígenas en beneficios de los nuevos
propietarios criollos o ladinos es como debe interpretarse toda alusión martiana al tema de la propiedad.
95 Se tuvo a la vista la versión que aparece en Cambranes (1985, pp. 581-594). Sobre las repercusiones históricas de este
decreto informa Santacruz (1996, p. 165): “‘Acertada medida que dará en un porvenir no lejano los benéficos resultados
que al dictarla ha tenido en mira el Primer Magistrado de la Nación’, decían los memorialistas, para luego agregar: ‘No
carecerán ya los propietarios de brazos para sus trabajos; no se perderán ya los cuantiosos frutos por falta de jornaleros
en tiempo oportuno, y la raza indígena irá dejando, siquiera paulatinamente, aquellas costumbres tradicionales que en vez
de enriquecerla y hacerla prosperar, la degradan, empobrecen y aniquilan’”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
100
fincas no lo fuese ya!). Con estos decretos el proceso de apoderamiento tanto de las
tierras como de la mano de obra indígena queda legalizada96.
La imagen del sub-alter indígena reproducida por Martí toma sentido dentro del
proceso de gestión del mundo moderno/colonial liberal y de la legitimación de la
explotación: “Y lo que ellos, perezosos, no utilizan, él [el gobierno], ansioso de vida
para la patria, quiebra en lotes y los da.-Porque sólo para hacer el bien, la fuerza es
justa. Para esto sólo: siempre lo pensé” (Martí, 1998, p. 47)97.
96 Afirma Marta Casaús (2007, p. 127), parafraseando a su vez a Cambranes: “muchos de estos liberales de origen ladino
vuelven a los viejos prejuicios coloniales, como la inferioridad del indio, el alcoholismo, la pereza, para poder implantar el
trabajo forzado. Si durante la Colonia se había colonizado en nombre de Dios y de la Corona, ahora se haría en nombre
del progreso y de la civilización”.
97 David Vela (1953, p. 146) nos refiere de Martí esto otro: “‘De aquí estos decretos que reparten tierras, esas leyes que
aderezan para el cultivo las extensiones que antes fueron inmóvil e improductivo privilegio de ejidos y comunidades. […]
Nadie debiera resistir estas medidas, si pensara que lo que se sacrifica en bien de todos refluye luego en bien de cada uno’”
(énfasis añadido). Baste revisar el texto de Salvador Falla para reconocer las correspondencias discursivas (cfr. 2.3.1.).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
101
[Martí] piensa que, “la mansa condición de los naturales favorece este
llamamiento de la tierra”, sabe que los indios presentan algunas resistencias98–
sobre todo en defensa de sus tierras comunales, de astilleros y ejidos– y
acepta que se emplee la fuerza para hacerlos sembrar o que a todos permitan
la siembra; advierte que “lógrase ya de muchos indios que vuelvan a la
siembra del cacao, y sustituyan al rutinario maíz el café rico”.
98 Sobres estas “resistencias” puede consultarse el texto de Cambranes (1985, pp. 270-280 y pp. 364-374) y el de Severo
Martínez (2011).
99 Martí (1998, p. 41).
100 Martí (1998, p. 57).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
102
“El ‘Reglamento de Jornaleros’ […] sirvió –nos dice Castellanos Cambranes (1985, p.
266)– para fusionar las llamadas por William Z. Foster ‘tres formas de vasallaje laboral’:
esclavitud, el peonaje y el sistema salarial en el campo”. Sobres estas coordenadas ha
de comprenderse la producción martiana del sub-alter. Esta legitima los objetivos
políticos y económicos priorizados por el gobierno liberal. La red discursiva en la que
Martí está inserto lo convierte en el reproductor del mundo colonial guatemalteco,
así, sus alabanzas al progreso encubren la dominación y la violencia.
Lo que Martí afirma en 1878 pareciera ser, tras un año de introducción en la política
guatemalteca, un respaldo ciego al violento proceso liberal:
Con lo expuesto se evidencia que nunca fue la intención del proyecto liberal relegar y
desdeñar a «la raza indígena». No. Los indígenas ocupan un lugar fundamental en el
proyecto del progreso nacional. Sin ellos es imposible la modernidad guatemalteca.
Las “cargas ominosas” no abandonaron a los indígenas, todo lo contrario:
terminaron siendo legalizadas. El “ánimo terco y tradicionalista de los indios” sería
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
103
Y como nuestras tierras fueron por la naturaleza tan ricamente dotadas; como
tenemos en todas partes a la mano este agente infatigable de producción, al
progreso agrícola deben enderezarse todos los esfuerzos, todos los decretos a
favorecerlos, todos los brazos a procurarlo, todas las inteligencias a prestarle
ayuda. (OC, tomo II, p. 295)102
Desde una idealización de la «Patria», y de lo que por esta deba hacerse contra los
bienes indígenas, se vislumbran unos indicios interpretativos que nos permitirán
arrojar ciertas luces contextuales sobre el texto dramático Patria y libertad (drama indio).
Desde ya podemos presuponer el «drama» vivido por el sub-alter en pro de la patria y
la libertad, valores absolutos a los cuales debe subordinarse el «indio».
101 Martí no sale bien parado, teniendo en cuenta la información utilizada, con el presunto favor que Felipe Pazos
y Roque hace sobre el folleto Guatemala: “‘Por lo apasionado y lírico, no puede ser clasificado entre lo mejor de la
producción Martiana, pero es un magnífico exponente de su ideario económico americano’” (en Vela, 1953, p. 141, énfasis añadido).
Y no sale bien parado en virtud de lo que dicho “ideario económico” representa para los indígenas del continente: trabajo
forzado y explotación.
102 Lo fácil que le parece a José Martí la producción del café y el consecuente enriquecimiento del mismo, sin señalar las
cargas que para ello debe asumir el indígena, lo expresó de la siguiente manera: “es ir, plantar, esperar y hacerse rico. Aquí
dos, allí tres, muy rara vez más de tres años, y ya los fatigados brazos no bastan, ni aun con el ansia primeriza, a recoger
del tapizado suelo la abundantísima cosecha” (en Vela, 1953, p. 137).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
104
Si con lo escrito hasta ahora podría quedar la impresión de que fue en Guatemala
donde Martí acunó todos sus prejuicios sobre el indígena, los textos de 1875,
elaborados en México, tienen el mismo cariz. La retórica de Martí fue encontrando
sintonía y acomodo tanto en México como en Guatemala. Esta sintonía es la
de un hombre que vive, piensa y siente según su época; época que determina la
configuración del sentido, los anhelos y valores. Prueba de ello es el siguiente texto,
de 1875, escrito para la Revista Universal en México:
Este documento sintetiza quizá de forma más clara los prejuicios y estereotipos
que Martí deja traslucir en su retórica productora de sub-alteridad. La perspectiva
discriminante y devaluadora del «indio» contemporáneo a Martí confirma la manera
en la cual los intelectuales americanos abordan el tema indígena a finales del siglo
XIX. Esta acuciosa referencia al «hombre bestial», a la «raza imbécil», a la «falta de
motivación para el trabajo», la «hormiga mísera», «existencia aletargada», «indolente»,
«pequeña», «inútil», etc., reafirma que el discurso martiano sobre el indígena pende de
una modernidad intelectual que apuesta al progreso económico y produce al indígena
como obstáculo para, finalmente, hacer uso de él, justificando su tutelaje. Este
compromiso de Martí ante la modernidad le lleva a infravalorar al indígena vivo. El
indígena del pasado fue glorioso, el indígena vivo parece estar sin vida, es un ser que
linda la bestialidad. Este discurso, como lo hemos visto, es reproducido en Guatemala.
Parece que el indígena no cambia de un país a otro, pertenece a un mismo mundo,
es la misma «larva», es un ser que necesita ser redimido y convertirlo en verdadero
hombre, en hombre útil a una sociedad que ha iniciado su camino al progreso y que
encuentra en los «indios» una traba apremiante104.
Los indígenas no son «hombres». Latente yace la humanidad en ellos, pero aún como
crisálida que debe permitírsele surgir y dar a luz al verdadero hombre. Este paso no
pueden darlo por sí mismos: es una obligación moral del intelectual, del político y
del economista moderno transformarles en hombres. Esta metamorfosis que de la
bestia lleva al hombre puede ser realizada a través de una educación que le permita
aspirar a mejorar su situación, a convertirse en el hombre moderno. La educación
debe propiciar al «indio» sentir dentro de sí el inconveniente de ser quien todavía
es, la angustia de ser una raza imbécil, de sentir su inutilidad. Esta sub-alterizada
autopercepción debe ser suministrada por la educación moderna.
104 Esto coincide con la siguiente conclusión de Jorge Camacho (2006): “al igual que los reformadores, [Martí] proponía
la educación y el trabajo como formas de asimilar al indio a la cultura hegemónica occidental […]. Pedía incorporarlos
con urgencia a la nación y sacarlos de las ‘cárceles’ en que los tenían”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
106
C A PÍTULO 3 .
LA P R OD U CC I Ó N DE L A S UB - A LT ERIDA D
IN D ÍGE N A E N PATR I A Y LI B ERTAD ( DRAMA
INDIO)
La colonialidad del ser no se refiere, pues, meramente,
a la reducción de lo particular a la generalidad del concepto
o a un horizonte de sentido específico,
sino a la violación del sentido de la alteridad humana,
hasta el punto donde el alter-ego queda transformado en un sub-alter.
Nelson Maldonado-Torres
Este último capítulo recoge las consecuencias del sendero transcurrido y, en una
especie de proyecto por-venir, intenta perfilar una perspectiva menos supeditada al
mundo moderno/colonial de la visión del indígena martiano. No pretendemos con
ello salvar a Martí, sino intentar explorar el esfuerzo del intelectual cubano por ir más
allá de la producción de sub-alteridad. En todo caso, aquí hemos «distorsionado» la
imagen heroica de Martí. El objetivo: volvernos más prudentes con nuestras acríticas
listas canónicas de la literatura latinoamericana y de sus héroes. Sabemos que el
canon literario no desaparecerá, no es ese nuestro propósito. Sin embargo, el canon
sí puede ser pensado de una manera otra: no ocultar sus violentos y ocultos alcances.
Por su parte, Máximo Soto Hall (1966, p. 108) también parece apoyar esta idea:
“Pocos días después de la visita a la mansión presidencial, por conducto del licenciado
Antonio Batres Jáuregui, recibió Martí el encargo de escribir un drama cuyo tema
debía ser la independencia de Centro América (sic)”. Esta visita se llevó a cabo unos
días después de la llegada de Martí a la capital guatemalteca, es decir, en el mes abril
de 1877.
Desde el año en que Martí escribió la obra teatral, hasta 1895, habían transcurrido
18 años; sin embargo, el recuerdo no había encontrado refugio en el olvido. Esto
quizá se deba a la escasa producción dramática martiana. Antes de Patria y libertad
(drama indio), el cubano había escrito tres obras de teatro. La primera, un poema
dramático, escrito cuando el autor tenía quince años, titulado Abdala. Adúltera sería
la segunda, escrita durante la deportación de Martí a España entre 1872 y 1874. Una
tercera, elaborada en México, cuyo estreno fue en el Teatro Principal de México,
lleva el título Amor con amor se paga (cfr. Vitier, 2004, pp. 149-154)106. Después del
texto dramático escrito y representado en Guatemala, no contamos con noticia de
ninguna otra producción de este género. Es comprensible que Martí refiera de buena
memoria su escasa producción dramática en su testamento literario.
105 Lo cual demuestra el fuerte compromiso con el proyecto liberal. Soto Hall (1966, pp. 108-109) reafirma esta idea: “La
insinuación [de la escritura del texto dramático] partía del Ministerio de Instrucción pública [a cargo, en dicha época, del
Dr. Lorenzo Montúfar], pero fácil es comprender que emanaba de más arriba, ya que no se movía la hoja del árbol sin la
voluntad del jefe supremo de la nación”.
106 Al respecto comparte David Vela (1953: 158): “[Enrique] Guasp era amigo de Martí, lo mismo que la actriz Concha
Padilla, y después de actuar en Guatemala, representaron en México, en diciembre de 1875 su proverbio Amor con amor
se paga, el 19 de diciembre de 1875, considerado como un gran acontecimiento en el comienzo de la carrera literaria de
Martí en la vecina república” (énfasis añadido).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
112
Rebusqué luego para hacer unos cuantos versos dramáticos sobre el día
patriótico, la librería nutrida del señor Mariano Padilla, americanista religioso,
minucioso bibliófilo, coleccionador inteligente, y hube ocasión de asombro
con leer los más humildes papeles públicos que, por los años 15, y 19, y 21,
y 25 y 30, veían con animación hoy olvidada, la curiosa luz.
Estas referencias, sobre todo la última, podrían erróneamente hacer suponer que
la fuente principal para la redacción de su texto dramático eran documentos del
período independentista –que para entonces se contabilizaban ya 56 años–. La fuente
histórica principal para la confección de su texto dramático es la producción del
liberal Alejandro Marure. Esto lo confirma David Vela (1953, p. 316): “se efectúa
un reencuentro con la obra de Marure, por quien su admiración sube de punto. No
deja de advertirse la influencia del ambiente, grato por lo demás a sus convicciones
liberales”. De Marure sabemos también que:
En el sentido de lo expuesto por Said, habría que entender las palabras de Vela (1953,
p. 11) respecto del influjo del mundo moderno/colonial guatemalteco en José Martí:
107 Este es el influjo de Guatemala sobre Martí que Jorge Camacho (2006) en Etnografía, política y poder: José Martí y
los indígenas norteamericanos precisa. El des-ocultamiento de la producción de sub-alteridad del indígena en los textos
martianos, sobre todo de sus años de juventud –que es lo que aquí intentamos–, otorga otro sentido a la expresión: “la
hermosa presencia de Guatemala en el pensamiento y la obra martiana” (Vela, 1953, p. 12).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
114
Es en este sentido que podemos atrevemos a hablar de una invención del indígena.
Señalemos los elementos de esta invención.
Como habíamos indicado al inicio, contamos tanto con la versión original del texto
dramático que constituye “la versión –en palabras de Manuel Corleto (1996: 27-
28)– que supuestamente es la que se estrenó frente a los normalistas y funcionarios
de gobierno”; así como “el borrador dramático –con escenas y personajes que no
aparecen en la versión final–”. Para lograr nuestros objetivos, haremos uso de ambas
versiones108.
108 Cuando utilicemos la primera versión la señalaremos con vI y el número de página indicado, y vII para la segunda.
Las dos contenidas en Martí (1996).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
115
En dichas versiones se produce la ficción del «indio ideal» para el sistema dominante.
Según Santiago Castro-Gómez (2005c, p. 148), el
El indígena inventado en Patria y libertad (drama indio) tiene los siguientes rasgos: a) es
un personaje empoderado, dueño de sí y partícipe del proyecto patrio; b) anticlerical;
c) reconoce su lugar subalterno frente al bien mayor de la patria. Estas características
revelan al «indio ideal» requerido por el proyecto liberal. Si a estas ideas intentamos
hilvanar el comentario que sobre el teatro nos ofrece Martí (1996, p. 61), el efecto es
significativo:
Hay dos teatros: el social, que requiere un arte menor, local y relativo: y el de
arte mayor, el teatro de arquetipos. Como hay dos vidas, la que se arrastra, y
la que se desea.
Patria y libertad (drama indio) sería la conjugación de ambos teatros, el de carácter local
y relativo junto con el de arquetipos. Es decir, hablando de la visión del indígena en el
texto, el arquetipo del «indio» presente en la obra dramática remite a la “vida deseada”,
a un prototipo del «indio» en el que se imbrican los rasgos señalados. Demos razón de
la manera en que se configura este deseado arquetipo a lo largo del drama.
¡Un indio! ¡A nadie quede duda!/ ¡Doblada está mi espalda, mi piel negra!/
¿Ni cómo ha de estar blanca, si aquí llevo/ de cuatrocientos años la
vergüenza?/ […] La astucia de los indios no está muerta. / ¿Que mi pueblo
amenaza? ¿Que la sana/ hierve en las pobres chozas de la sierra?/ ¿Que
como rayo vengador caería/ sobre las poblaciones y las siembras?/ ¡Sobre la
lengua vil que nos infama/ como puñal atravesar debiera!/ ¡Si en un poste
la lengua te enclavase, / venenosa en redor la tierra hicieras! (vI, pp. 41-43)
Es evidente que la voz ficticia del «indio» está al servicio del proyecto liberal, y esto
de la misma manera en que están a su servicio los estereotipos que lo presentan como
«perezoso» o «rémora» para el progreso de la nación. La valiente y osada acción en
la que el indígena muestra su descontento es un elemento más de la estrategia de
invención de la alteridad que el dramaturgo utiliza como vehículo para la justificación
de la oposición a los conservadores y sus políticas. Esta misma será la estrategia
utilizada por el autor para ofrecer una imagen anticlerical del indígena.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
117
b. Anticlericalismo «indio».
En diferentes momentos del texto, el indígena muestra una aversión profunda contra
la Iglesia católica, denunciando la opresión y la complicidad de la misma con la
dominación española:
Así expone Martí al «indio» cuya conciencia, una vez despierta, acabará con la Iglesia
y sus productos. Así es como lo imagina e inventa. El «indio» es el proyecto por
hacer, su conciencia una vez despierta será anticlerical: es decir, liberal. Quizá sea
este el proyecto que tiene en mente cuando afirma Martí (1998, p. 18): “Derribaré
el cacaxte de los indios, el huacal ominoso, y pondré en sus manos abiertas el arado,
y en su seno dormido la conciencia”109. El apoyo del cubano a la legislación emitida
por el Gobierno liberal, y con ella la política de expropiación y trabajos forzados, es
109 Si leemos esta afirmación a partir de lo que implicó para los indígenas este “pondré en sus manos abiertas el arado”,
no podemos obviar la promoción martiana de las violentas disposiciones legislativas de Barrios: “Con esa certeza de lo
lento del caminar de la Sociedad [de Inmigración –cuya finalidad era atraer mano de obra extranjera-], y ante la palpada
predisposición empresarial de los que llegaban por propio impulso, Herrera no vio otra opción para ampliar la fuerza
laboral, que apretar más a los indígenas emitiendo para ese fin, un ordenamiento preciso de cómo debían de explotarse.
Para el caso los juristas del ministerio elaboraron un ‘reglamento de jornaleros’ con la directa injerencia del Ministro,
aprovechando su vasta experiencia ‘de patrono’ a la usanza colonial. Preceptiva que el Presidente Barrios sancionó
con el argumento de que era necesario poner orden al manejo de los peones, cuyo destino, en lo sucesivo, ya no estaría
exclusivamente al arbitrio de la burocracia provincial” (Santacruz 1996, p. 164).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
118
explícito. Con esto, seguramente, se logró poner en las manos abiertas del indígena
el arado. El «indio» de Patria y libertad, entonces, parece haber ya adquirido –al menos
ficcionalmente– una conciencia profundamente anticlerical a imagen y semejanza del
proyecto liberal defendido también en otros escritos martianos.
110 Sobre el tema, comenta Cambranes (1992, p. 309): “La titularidad de la propiedad particular sobre la tierra se
encontraba obstaculizada por los antiguos derechos que sobre ella tenían la Iglesia y las comunidades indígenas. Estos
derechos –otorgados por la Corona española durante el período de su dominación y confirmados por el régimen
conservador de Rafael Carrera– eran los que pretendían abolir los Liberales por medio de la aplicación de nuevas
regulaciones económico-jurídicas”.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
119
Durante todo el primer acto, una vez dichas estas palabras, la voz del Indio
desaparece. La auto-anulación sub-alterizante hecha por el personaje a través de la
sentencia «¡Yo, no! ¡La patria libre!», por un lado, y la posterior ausencia del mismo a
lo largo del primer acto, por otro, son indicios que insinúan una estrategia de sentido
de suma importancia. El «indio», como hemos dicho, es condición fundamental
para el proyecto de la “patria libre”; sin embargo, su lugar es secundario. Durante
el segundo acto, el papel del «indio» queda relegado a partir del momento en que
Martino ha comenzado a tener un lugar protagónico, desde la sexta escena del primer
acto. Martino es un mestizo. Si a esto agregamos que en la vII efectivamente el
Indio, una vez establecida su condición subalterna ante la “patria libre”, desaparece
de toda la representación dramática, el sentido que aquí proponemos establecer
toma fuerza. El indígena es subordinado a la patria. ¡Vaya si no lo fue a través de la
continua expropiación de tierras y el Reglamento de jornaleros de la legislación de Justo
Rufino Barrios!
del siglo XIX, más que en la ambigua mentalidad independentista de las primeras
décadas. Si a esto aunamos que a la representación del texto dramático asistirían
“funcionarios de gobierno” y que el lugar donde sería puesto en escena, la Escuela
Normal, había sido confiscado a los padres Paulinos111, el anticlericalismo del texto
se congratula con la audiencia del momento. Al respecto afirma Camacho (s. f.):
“Su crítica a la Iglesia en este escrito no puede desvincularse, pues, de la política de
Barrios, quien se enfrentó al clero, expulsó a los jesuitas, prohibió el pago obligatorio
del diezmo y les quitó sus bienes”.
111 Suceso que tiene claro José Martí (1998, p. 24) en su texto Guatemala: “Paseaban los pacíficos paulinos por largos
y desiertos corredores, y hoy les suceden animados grupos de jóvenes celosos, que llevarán luego a los pueblos, no la
palabra desconsoladora del Espíritu Santo, sino la palabra de la historia humana, los reactivos de la química, la trilladora y
el arado, la revelación de las potencias de la naturaleza”. En una nota a pie de página, presente en la edición aquí utilizada,
se nos ilustra acerca del carácter histórico del comentario martiano: “El convento de los Paulinos fue la sede de la Escuela
Normal de Guatemala, creada mediante el Decreto de 19 de enero de 1875, emitido por el gobierno liberal de Justo
Rufino Barrios” (en Martí, 1998, p. 24, nota 14). David Vela (1953, p. 237) comparte también: “La Escuela Normal fué
instalada a principios de 1875, en el edificio que perteneciera antes a los padres Paulinos y en donde estaba a la sazón el
Colegio Mayor. Fué creada por decreto gubernativo número 116, de 25 de febrero de 1874 […]. Dentro del término de
un mes debía quedar disuelto el Colegio Mayor –fundado por acuerdo de 1º de agosto de 1864-, destinando su edificio
a la Normal”.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
121
112 Sobre éstos afirma Cambranes (1992, p. 304): “Una característica de la sociedad lo constituía el creciente papel
económico y político del mestizo, debido a que la economía de plantación orientada al comercio exterior le da una
mayor movilidad social. No solamente logró el mestizo acomodarse como arriero, conductor de carretas, capataz de
haciendas nopaleras, pequeño comerciante, sino que como arrendatario de pequeñas y medianas parcelas de terrenos
comunales y privados, muy pronto llegó a convertirse en productor de cochinilla, de granos básicos y en ganadero. Se le
encontraba en todas partes, y cada vez menos como elemento marginal y de segunda categoría. Como pequeño y mediano
productor agrícola y comerciante, miembro de la intelectualidad urbana, maestro artesano, mediano y bajo funcionario
del Gobierno, persona de confianza al servicios de los grandes propietarios, etc., llegó a formar una subclase dominante
que vivía de la explotación de las masas campesinas indígenas”.
113 Este nombre aparece dos veces en el texto martiano Guatemala. Las pocas referencias que se dan de éste lo ubican en
la época independentista, lo que nos obliga suponer que se refiere a este personaje histórico: “hasta los brillantes días de
aurora en que la animada palabra del polemista y orador Barrundia, la vivaz actividad del abogado Córdova, y las duras
consideraciones de Molina, dieron en tierra con los muros y feudos coloniales” (Martí, 1998, p. 66). Más adelante, Martí
(1998, p. 67) dice de éste: “No es aún aquel movimiento del año de 1821 guiado por la palabra arrebatada del histórico
Barrundia”. En el “Índice de nombres” que aparece en la edición consultada se agregan otros datos históricos sobre el
personaje. El nombre completo es José Francisco Barrundia [1784-1854]: “Político, abogado y publicista guatemalteco.
Dirigió El Álbum Republicano. Participó desde muy joven en todos los movimientos que se produjeron en su país para
lograr la independencia. Fue presidente de la Federación Centroamericana (1829-1830); en 1852 presidió la Convención
reunida en Honduras y fue reelegido presidente. En 1854 viajó a los Estados Unidos como ministro plenipotenciario de
Honduras, llevando consigo propuesta de anexión. Murió en Nueva York, ciudad donde había nacido” (en Martí, 1998,
p. 91). Es la única referencia histórica directa que aparece en la vII, el hecho de que desaparezca en la vI nos permite
comprender el sentido histórico del documento más cercano a 1877 que al de la época de la independencia.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
122
En la vI es el Padre Antonio quien afirma esto. El efecto cambia si estas mismas son
puestas en boca de un sacerdote católico, pues contra él es quien arremete el indígena
y ve en sus estrategias históricas un arma para mantener «dormida la conciencia» de
las poblaciones indígenas. De todos modos, el prejuicio de esa violencia del «indio»
queda expreso en ambas versiones.
Sobre la ecuanimidad que se les atribuye a los mestizos en el drama comenta Vitier
(2004, p. 154), después de haber caracterizado la “irrupción ético-telúrica en la voz
del Indio”:
En cuanto al final de la vI, cuyo motivo es el abrazo fraterno entre Indiana, Coana
y su esposo Martino –“símbolos de las dos Américas” (vI, p. 57) –, Camacho (s. f.)
ofrece la siguiente reflexión:
quizá, lo que simbolice el hecho de que en el abrazo final estén presentes Indiana y
Coana, dos mujeres indígenas, y Martino, mestizo libertador. La ironía de escuchar las
palabras que anteceden al abrazo: “Patria libre… Coana… esposa mía…/ la inmensa
procesión que se levanta,/ marca la feliz ruta del futuro./ Ya veo el porvenir que se
agiganta./ Ya veo el porvenir amplio y seguro” (vI, p. 56). Estas palabras recogen la
retórica de la modernidad que oculta la lógica de la colonialidad.
Los beneficios que para criollos y mestizos trajo consigo la independencia, sólo
pudieron ser consecuentes con el mantenimiento de los indígenas en condiciones
sociales y económicas –no del todo maléficas durante la colonia–, empeoradas,
durante el régimen liberal cafetalero. Las motivaciones económicas de los criollos,
antes que sociales o políticas, se asumen en la vII, a través de lo expuesto por el
personaje Barrundia:
deben tomarse las medidas necesarias para convertirlo en parte del engranaje del
proceso económico nacional. La invención de estereotipos negativos del indígena
comulga con la invención de las características señaladas anteriormente en los textos
martianos.
La consecuencia del proceso de invención del otro por parte del intelectual americano
tiene como resultado la reproducción de la sub-alteridad. La voz del sub-alter queda
en el silencio. Lo que de él se sabe está tomado de textos tendenciosos que ven en la
producción de la imagen decadente del indígena la posibilidad de beneficios. El otro
queda «dicho», la voz de la alteridad queda anulada por la discursividad imperante de
la «mismidad». El otro es anulado por el discurso que proviene del “imperialismo del
Mismo” (Levinas, 1995, p. 109). A través del discurso, el Mismo se apodera de todo
aquello que busca y logra aprehender, dominar115. Levinas (1995, p. 88) lo dice de
esta manera:
115 “Esta relación por encima de las cosas en adelante posiblemente comunes, es decir, susceptible de ser dichas, es la
relación del discurso” (Levinas, 1995, p. 74).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
125
subordina a los intereses patrios detentados por las clases dominantes. El indígena
queda anulado, queda dicho. Martí se convierte en reproductor de la discursiva
mismidad guatemalteca.
Expuesto lo anterior, quedan, sin embargo, algunos elementos que no pueden ser
reducidos al contexto del momento, aunque quizá por esto mismo no hayan sido
expuestos a la luz pública. En una carta dirigida al director del periódico El Progreso,
Valero Pujol, aparece una indicación que podría abrir la posibilidad de considerar
que la sensibilidad de Martí (1993, p. 98) hacia los indígenas comienza a tomar
nuevos rumbos.
Volví los ojos hacia los pobres indios, tan aptos para todo y tan destituidos de
todo, herederos de artistas y maestros, de los trabajadores de estatuas, de los
creadores de tablas astronómicas, de la gran Xelahub, de la valerosa Utatlán.
La manera de celebrar la independencia no es, a mi juicio, engañarse sobre su significación,
sino completarla. (Énfasis añadido).
3. 4. P E R FILE S ME TA M O DE R NOS EN EL
D I SCU RSO DE J O S É MA RT Í S OBRE EL INDÍGENA
Si hasta ahora hemos desarrollado la visión moderna/colonial que a Martí le orilló a un
discurso que reforzaba los estereotipos decimonónicos sobre el «indio», inquiriremos
a continuación en el conjunto discursivo martiano que manifiesta intuiciones
intelectuales que insinúan una imagen otra a la del sub-alter. Paulatinamente, Martí va
reconociendo la gran riqueza de lo americano, escondida en la cultura indígena. Martí
desarrolla un gran interés por los aportes de esta cultura ancestral que le permitirá
reconocer en ella características fundamentales para la configuración de América.
Estas características pueden hacer eclosionar la novedad del continente, pueden hacer
surgir una identidad propia que no necesita de los paradigmas occidentales ajenos, de
una construcción política, económica y social que sea símil de las realidades europeas.
Estas nuevas perspectivas nos hacen pensar en el hondo proceso de reconocimiento
de la diferencia, del otro, que los escritos martianos irán mostrando.
Dicho proceso transcurrió, como hemos visto, por una etapa de seducción de la
modernidad/colonialidad, manifiesta a través de todos los prejuicios a partir de los
cuales se comprende a América y a los indígenas. Estos prejuicios arrastraron a Martí
en el sendero del racismo estatal liberal guatemalteco. Si bien esto es cierto, también
lo es el hecho de que en Guatemala obtuviese varias de las primeras intuiciones de
la compleja realidad latinoamericana, realidad que un discurso descontextualizado
podría dañar las grandes posibilidades históricas que la misma presenta.
de los esbirros de una civilización extraña. En su texto sobre Los códigos nuevos de
1877, si bien están implícitos los estereotipos antes mencionados, se traslucen algunas
intuiciones intelectuales creativas que demuestran algo de ese americanismo otro que
desarrollará el cubano posteriormente. Afirma Martí:
En Guatemala, Martí también desarrolla una labor de reflexión histórica acerca del
recelo que los indígenas sienten hacia el cambio propuesto por el Estado liberal
guatemalteco. En su texto acerca de los informes políticos que anualmente debían
presentar los jefes políticos departamentales, Martí esquematiza las causas históricas
de la desconfianza que el indígena muestra ante el cambio. Si bien en este texto todavía
se evidencia la preocupación por la actitud indígena respecto a las posibilidades que
el cambio de los mismos podría traer para el progreso agrícola del país, también
refleja el conocimiento del problema colonial que la explotación del indígena ha
provocado y cuyas estructuras siguen en el nuevo Estado. Así lo expone Martí:
indios. Dedúcese de ellos que son constantes, leales, firmes y severos; que
aman profundamente; que rechazan fieramente lo que no creen bueno […].
¿Cuándo la fidelidad, la lealtad y la constancia fueron en raza alguna, malas
condiciones? (OC, tomo II, p. 295)116
Si [los «indios»] hoy las emplean para rechazar toda mejora, es porque los
hombres que pretenden llevar las reformas a sus pueblos, son los mismos
que en otro tiempo, de generación en generación, los han venido engañando,
castigando y burlando; los que aparecen a sus ojos como hurtadores de sus
propiedades, como los seductores de sus mujeres, como los profanadores
de sus ritos, como los iconoclastas de su religión. Intereses malévolos los
mantienen en estas condiciones. (OC, tomo II, pp. 295-296)
Estas causas han provocado las actitudes de recelo que Martí reconoce en los
indígenas, lo cual constituye una denuncia compleja hacia las instituciones que
todavía, en la supuesta etapa [post]colonial, propician la explotación. Sin embargo,
esta propuesta resulta todavía muy ambigua en Martí, pues al sugerir medios más
humanos para con el trato a los indígenas, lo hace arguyendo que el beneficio, es
decir el uso que el criollo y el ladino puede hacer del indígena en la nueva nación,
puede ser mayor.
Hacernos amar de aquéllos de que nos hemos hecho odiar. Inculcar a los
ladinos conmiseración y apego a los indígenas. Probarle con actos repetitivos
que se trata de su bien […] cuando trayéndolos a los pueblos los invitemos
a los honestos goces de la vida comunal, cuando en vez de inspirarles recelo
les inspiremos con nuestra ternura para ellos, ternura y confianza, los indios
industriosos, leales, artistas, ágiles y fuertes, será el más potente apoyo de la
civilización de que son hoy la más pesada rémora […]. Debe aconsejárseles
[a los criollos y ladinos] suavidad y calma: –y que para asegurar mejor sus
intereses los sepan por algún tiempo contener. (OC, tomo II, p. 296)
116 El año del texto es dudosa. La edición crítica de las obras completas de José Martí propone 1877 como la fecha más
probable, aduciendo: “No parece probable que dicho texto, tan favorable a la gestión gubernativa de Barrios, se escribiera
hacia abril de 1878, cuando ya las opiniones de Martí acerca del primer mandatario de Guatemala, según se comprueba
en varias cartas a Mercado, habían cambiado radicalmente. Más probable parece que pertenezca a 1877, el año en que
escribió la carta a Joaquín Macal y «Los Códigos nuevos»” (Martí, 2011, p. 96, nota 1).
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
129
Estas intuiciones metamodernas, que como hemos dicho tendrán su más justo
recipiente en Nuestra América, pueden rastrearse no sólo en cuanto a lo que aquí
nos ha dado para pensar, sino también en una gama de temáticas de interés político,
social y cultural, algunos años antes de la llegada de Martí a Guatemala y de su
estancia en los Estados Unidos. En 1875 escribía Martí en la Revista Universal el
siguiente comentario:
¿Se producen las mismas cosas? ¿Están los dos países en iguales condiciones
industriales? [...]. Debe haber en la aplicación del principio económico
relación igual a la relación diferencial que existe entre los dos países. (OC,
tomo II, p. 801)
Esto fue escrito en 1875, pero es similar a lo que ocho años más tarde escribe en
Nueva York117:
En aquél mismo 1875 distante –si bien Martí parece tener presente la enorme
complejidad de la realidad latinoamericana en economía y política, pareciera que el
indígena es un tema que sólo puede ser abordado desde la perspectiva moderna/
colonial del intelectual decimonónico–, el cubano escribe la siguiente impresión
causada por indígenas mexicanos118:
Pululan por las calles; quiebran en su extensión que su cuerpo indolente cubre,
las raíces que comienzan a brotar; echados sobre tierra, no la dejan producir;
satisfacen su apetito; desconocen las noblezas de la voluntad. –Corren como los
brutos; no saben andar como los hombres; hacen la obra del animal: el hombre
no despierta en ellos […]. Y esto es un pueblo entero; esta es una raza olvidada;
esta es la sin ventura población indígena de México […]. El hombre está dormido
y el país duerme con él. –La raza está esperando y nadie salva a la raza […]. ¿Quién
despierta a ese pueblo sin ventura? ¿Quién reanima a ese espíritu aletargado?
No está muerto: –está dormido. No rehuye, espera. Él tomará la mano que
le tiendan; él se ennoblece con el conocimiento de sí mismo, y esa raza, llena
de sentimientos primitivos, de natural bondad, de entendimiento fácil, traerá
a un pueblo nuevo una existencia nueva, con todo el adelanto que ofrece la moderna
vida… (OC, tomo II, pp. 747-748, énfasis añadido)
Martí tiene la seguridad que de América pueden surgir amaneceres diversos119. Las
propuestas martianas acerca de las posibilidades de engendrar realidades alternas a
las apoteósicas manifestaciones culturales occidentales sólo pueden venir de aquellos
que tienen lo americano a flor de piel. El «indio», en particular, y lo indígena, como
referencia grupal, será la alteridad que hará posible romper con las imitaciones de
modelos europeos. La literatura, el arte, la música, la historia tienen algo peculiar
en América: ya ha sido hecha y dicha, pero es necesario volverla a decir, permitirle
que conozca el amanecer de una nueva época que provenga del interior del alma
americana. Todo ello a través del reconocimiento de la alteridad del otro.
Sin embargo, dijimos, la constante referencia al gran bagaje cultural que América
tiene escondido se conjuga con una evasión de la realidad presente. Nos referimos al
hecho de que si bien el rescate de lo autóctono representa una novedad martiana, este
rescate tiene la vista puesta en el pasado glorioso y suntuoso del indígena americano.
Esta referencia retroyectiva representa un paso a la crítica de una modernidad que
tiene la vista puesta en el progreso de la civilización occidental. Martí se da a la tarea
del rescate de aquellas raíces sobre las cuales América está fundada y que han sido
olvidadas debido a la ocupación (militar, política, epistémica, cultural y económica)
occidental. La capacidad de reconocer un pasado grandioso y descubrir que ello
forma parte de una identidad americana refleja un distanciamiento del escritor cubano
del discurso occidentalizante que en Guatemala, y en otros momentos, elaborara. El
etnocentrismo occidental comienza a ser reconsiderado en muchos de sus escritos,
pero la huella honda de la modernidad/colonialidad configura todavía gran parte de
sus juicios de valor.
119 Ello se hace cada vez más evidente en su obra Nuestra América, como más adelante veremos.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
133
120 Este discurso evolucionista se hace presente en muchos de sus escritos. Este modo de interpretación moderna hará
que Martí elabore un discurso epocal que, aunque con intuiciones metamodernas, está lleno de las determinantes de su
horizonte histórico: “La edad de piedra subsiste en medio de la edad moderna. No hay leyes de la vida adscritas a una
época especial de la historia humana. Donde quiera nace un pueblo nuevo, allí renace con él, nueva, grandiosa, y feraz,-la
vida” (OC, tomo II, p. 338).
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
134
bello y el menos repugnante”. Martí no nos dejó noticia de quiénes serían aquellos
primitivos carentes de belleza y que inspiran repugnancia. Esta complicidad martiana
permite ver en él al hombre marcado por su época, marcado por una modernidad/
colonialidad alienante que forma parte de aquellos que “amamos a los indios como
un lirio roto”121, como una carga que tuvo su gloria pasada y que hoy, desaparecida,
convierte al «indio» contemporáneo en problema.
Las interpretaciones que del discurso martiano no tengan en cuenta esta ambigüedad
corren el peligro de caer en una arbitrariedad en los juicios emitidos. Tenemos dos
ejemplos. Jorge Camacho en su texto (al que ya hemos aludido en su momento)
Etnografía política y poder: José Martí y los indígenas norteamericanos desarrolla una visión
parcial del discurso de Martí sobre el indígena. Camacho muestra a un Martí
totalmente comprometido con la figura del «indio» creado por el discurso moderno/
colonial. El punto de partida para su reflexión es un texto de 1885 titulado Los
indios en los Estados Unidos, en el cual Martí desarrolla una visión del indígena que
termina presentándolo, según Camacho, como: a) el buen salvaje corrompido por las
instituciones, b) como un infante que aspira a madurar, la infantilización del indígena
y c) ansioso de modernidad. Al respecto afirma Camacho (2006):
121 Martí, OC, tomo II, p. 342. “Autores americanos aborígenes”. 1884.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
135
Camacho tiene toda la razón al argüir esta idea que Martí elabora sobre el indígena.
Sin embargo, el error de Camacho estriba en olvidar el hecho de que Martí tiene
algunas intuiciones creativas, intuiciones intelectuales que le permiten alejarse
del pensamiento moderno occidental. De este modo, uno de los peligros que
pueden hacer de Martí sólo un pensador racista, consiste en no tomar en cuenta
la ambigüedad de un discurso que tiene la preocupación por el indígena aunque las
propuestas establecidas para abordar dicha dificultad rebosen de una modernidad
que paulatinamente irá siendo abandonada, aunque no del todo.
También existe un segundo peligro: creer que el discurso sobre el indígena glorioso
sea el camino adecuado para el abordaje ecuánimemente del tema. En este otro
extremo podemos ubicar el trabajo de Luisa Rodríguez (2005), a saber “Las ruinas
indias” de José Martí: estética e identidad. El trabajo que desarrolla Rodríguez, en el texto
en cuestión, se basa en el supuesto que por el simple hecho de referirse al pasado
glorioso de los antiguos indígenas, Martí hace justicia al indígena americano viviente.
Además, la grandiosidad de la cultura aborigen parece sustentarse en el hecho de estar
a la altura de la civilización occidental, manifestando ello que el criterio subrepticio
de evaluación del progreso americano es Europa. Rodríguez (2005) nos confirma:
Y más adelante:
Es precisamente la idea que intenta demostrar que el indígena americano tiene valor
en la medida de su pasado glorioso donde yace el error del análisis. Los pueblos
indígenas son realidades presentes, no sólo pasadas. Lo glorioso es cosa pretérita, pero
el latinoamericano debería tenerlo en cuenta para configurar la propia identidad. Este
olvido del presente, debido a la insistencia retroyectiva de la grandeza pretérita, es uno
de los graves problemas del discurso de Martí, y que Rodríguez no logra vislumbrar.
La idea de que “un pasado glorioso y una cultura superior en tiempo anterior” (Martí
en Rodríguez, 2005) sea suficiente para abordar el tema indígena, también es una
postura miope, pues parece avalar la idea de que el pasado, si es glorioso, solventa el
doliente presente indígena. El indígena contemporáneo no interesa. Lo que interesa
es la grandiosidad de tiempos antiguos en donde era superior en civilización. Esto es
una característica propia del discurso evolucionista de la modernidad.
Esta metamodernidad, en todo caso, se hará cada vez más presente en el discurso
martiano de los años noventa del siglo XIX. Parece que en esa época la conciencia
americana de Martí ha madurado y que muchas dudas de lo americano han
desaparecido. Se considera ya que lo propio puede ser violentado por lo ajeno
si se le evalúa desde este último. El discurso que emerge en Nuestra América
hace relucir una cierta independencia de la modernidad/colonialidad. El «indio»
contemporáneo parece ahora tener un lugar junto a los otros. Martí ([1891]2000,
p. 12), al respecto, afirma:
con sus indios, y va de menos a más, estos desertores que piden fusil en los
ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de
menos a más!
Estas denuncias subirán de tono en contra de los intelectuales soberbios que aspiran
a realidades diversas a las americanas:
Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque
tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable
a su república nativa […]. (Martí, [1891]2000, p. 13)
Esta última denuncia parece ir hacia él mismo, si consideramos los discursos sobre la
“república nativa” ya citados. En esta acusación se trasluce la redención de un Martí
que está consciente de que el intelectual corre el peligro de constituir imaginarios
sociales que pueden hundir y obviar lo propio, pero también está cargada de la
consideración de que el intelectual puede ofrecer alternativas críticas. El intelectual es
un arma de doble filo: posibilita y destruye, propone y prejuzga, es poeta y criminal.
Martí ([1891]2000, p. 14) lo dice así:
Si bien aquí se denuncia esa “excesiva importación de ideas ajenas” que hace posible
considerar el hecho de que lo que surja en América debe tener un valor, la visión
de “la raza aborigen” sigue siendo el reflejo de la colonialidad del ser: el aletargado
carácter del indígena y la imposibilidad de configurar un proyecto político con otros
y por sí mismos. El papel del intelectual americano consiste en “desestancar al
indio” (Martí, [1891]2000, p. 23), no en reconocerlo en su configuración histórica,
no en profundizar el horizonte de sentido elaborado por este a lo largo del devenir
histórico que le posibilita ser.
Esta sombra que domina la configuración del discurso de Nuestra América, corre los
riesgos de ser interpretada a partir de un discurso moderno que hace desaparecer la
alteridad. Esta posibilidad está implícita en la ambigüedad de dicho discurso. Debido
a ello, el proyecto de Nuestra América requiere de la intervención contemporánea para
amainar toda posibilidad de reproducción de la sub-alteridad que pueda guardar.
Un llamado de atención ante el peligro que presenta la manipulación de las ideas
contenidas en el texto es expuesto por el filósofo cubano-alemán Raúl Fornet-
Betancourt (2001, pp. 73-74):
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
139
El hecho de que estos usos de las ideas martianas tengan posibilidad liberadora,
nos refiere simultáneamente al hondo problema de la equivocidad de sentidos
de la empresa de Martí. Una hermenéutica nihilista-decolonial hace posible esta
consideración. El espíritu de la época moderna sigue latente en las ideas del cubano,
pero también las posibilidades de interpretación a la luz de una metamodernidad.
Por todo ello se vuelve indispensable reargumentar y reinterpretar las intuiciones
martianas, y salvarlas de una modernidad/colonialidad que excluye y limita, que
está al servicio de las élites tradicionales de los países latinoamericanos. Esta tarea
se presenta como un reto, un reto que ya ha sido afrontado de forma preliminar.
Fornet-Betancourt (2001, pp. 74-75) escribe:
Martí busca configurar un discurso ético-político que experimenta con el más allá de
la modernidad. El indígena tiene un lugar en esta América plural, eso sí, un lugar aún
problemático que hace ambiguas las propuestas del cubano. Parece vislumbrarse en
el «indio» el medio que podría dar a “lo americano” su propio cariz, que permitiría
construir un proyecto otro al del mundo moderno/colonial. Lo propio está ahí, pero
las nuevas cruces amenazan con derruir la posibilidad de hacer surgir lo americano.
El profeta metamoderno Martí habla en nombre de una posibilidad aún débil.
Más de cincuenta años después, en las puertas del siglo XXI, se escucha decir a un
kínico alemán:
Lo que vive la sociedad es una fuga. Está saliendo de los conceptos y las
instituciones inventadas en el siglo XVII, porque ya no caben en la realidad.
Pero no sabe bien a dónde dirigirse y cómo construir los nuevos espacios
públicos. (Gutiérrez, 2005, p. 12)
¿Y qué significa esto? Simplemente aquello de lo que ya José Martí (2000, pp. 14-15)
en 1891 tenía una vivaz certeza:
Las premoniciones de aquellos tres individuos tienen algo en común: Martí lo antedijo
a finales del siglo XIX. La posibilidad de la alteridad es lo que Martí vislumbra en los
pueblos americanos recién liberados del dominio político, cultural y espiritual de las
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
142
Esta Nuestra América, para ser auténticamente «nuestra» –entiéndase otra–, debería
ostentar los siguientes rasgos:
José Martí está al tanto de estas problemáticas. Mejor dicho, ha sido cómplice de estos
esquemas interpretativos, pero también ha llegado a reconocer que los horizontes
epocales tienden, en ocasiones –y la América ha sido una de esas ocasiones por
más de quinientos años–, a la reproducción de modelos que no coinciden con las
realidades propias, puesto que dichos modelos han sido pensados para realidades
totalmente distintas a aquellas sobre las que se imponen. La sintonía martiana con
una creciente emulación finisecular de las prácticas europeas de parte de los recién
liberados territorios coloniales manifiesta la «colonialidad del poder, del ser y del
saber» impuesta por la dominación europea. Estos grilletes de la colonialidad sólo
podrían ser extirpados de las nacientes realidades políticas volviendo una mirada otra a
lo propio: una mirada decolonial. Este intento de no trocar la alteridad de los pueblos
latinoamericanos requería una enorme creatividad de las élites gobernantes y letradas.
El precio de la ceguera a las configuraciones identitarias otras es la conformación de
unos gobiernos despóticos y tiránicos, con los cuales la colonialidad sigue su curso.
Este llamado de atención de José Martí es una evidente ruptura con el mundo
moderno/colonial que, aunque presente todavía en muchos de sus escritos, representa
una conciencia otra de las posibilidades decoloniales resguardadas en los pueblos
americanos. Este intento de desprendimiento de la modernidad/colonialidad hace
de José Martí un precursor de teorías metamodernas como las de Julián Marías, o
posmodernas como las de Peter Sloterdijk y Gianni Vattimo, pero aún se queda a
medio camino de los proyectos decoloniales.
El proyecto metamoderno que Martí le propuso a América aún sigue vigente. Sus
intuiciones son todavía una prioridad por cumplir dialógicamente. Pensar la propia
realidad, las subjetividades otras y, desde ellas, esgrimir proyectos políticos, ontológicos
y epistémicos pertinentes es la tarea por-venir. El peligro de la imitación desprovista
de contextualización sigue siendo el problema de muchos pueblos y gobiernos
latinoamericanos. Este tránsito de Martí, que se manifiesta en el abandono de las
constantes referencias a la sobresaliente cultura europea y la paulatina apropiación
e interés por el estudio de las más diversas realidades autóctonas de América, es
una metoikesis122 que encamina a la salida de la modernidad/colonialidad. Esta
reconsideración de la alteridad hará de Martí un preclaro antecesor de consideraciones
que tienen actualidad para el justo abordaje de problemáticas actuales.
No podemos olvidar que en todo el siglo XX se han realizado intentos que ya Martí
vislumbraba en su época. Con ello nos referimos tanto a los efectos de racismo
del joven Martí, como los proyectos transmodernos a nivel político. Sin embargo,
gran cantidad de sus ideas, no todas o quizás no la gran mayoría, son para tiempos
venideros, sus intuiciones intelectuales parecen haber nacido demasiado temprano
(incluso, quizá, para él mismo).
122 Esta frase de Peter Sloterdijk (2001, p. 89) hace referencia a la constitutiva actitud humana que hace posible la
transformación de las referencias interpretativas que se poseen: “En la expresión metoikesis se esconde el último teorema
de Sócrates. La metáfora de movimiento ‘traslado’ deja entrever, por un instante, una tesis sobre el modo de ser del
hombre, una tesis que, si se formulara más explícitamente, podría decir: el hombre es el animal abocado al cambio de
domicilio”.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
146
A M O D O DE CO NCLUS IO NE S
Después de este «distorsionante» recorrido por los textos de José Martí, tratando de
develar en ellos los mecanismos retóricos utilizados para la producción de la sub-
alteridad del indígena, podemos establecer las siguientes consideraciones finales:
el sentido de los textos borgianos ofrecen criterios para pensar. Estos textos
ficcionales tienen una relevancia teórica que permite configurar la actitud
ético-nihilista de «soñar sabiendo que se sueña». Con esta actitud, el diálogo
con los textos se vuelve posible, pues difícilmente puede acallar el preguntar,
manteniendo en marcha la conversación. Borges, así, nos permite realizar
una traducción local de las implicaciones de la hermenéutica nihilista de
Vattimo. Pareciera, entonces, que los textos de Borges fueron pensados para
tiempos venideros: los de nuestra contemporaneidad.
3. La articulación Vattimo-Borges-«giro decolonial», de la cual resulta una
hermenéutica nihilista-decolonial, ha hecho factible una «distorsionante»
perspectiva de los textos que José Martí produjo durante su estancia en
Guatemala. Esta articulación remite a renovados contenidos teóricos que
posibilita re-pensar y des-fundar el canon literario. La libertad en la analítica
crítica que nos devela este horizonte de interpretación es valiosa para la tarea
de volver a pensar la tradición literaria; tradición que, de esta manera, no es
más pensada como un todo homogéneo, cerrado y concluido, sino como
problemática fuente de referencias que sigue transmitiendo mensajes que nos
impelen a reaccionar responsablemente. En dicha respuesta la relación con
los mensajes que provienen de la tradición –para nuestro caso, una tradición
literaria– es creativa, renovando así la herencia pasada que sigue posibilitando
el sentido de nuestro presente. Ahora bien, nuestro determinado abordaje
hermenéutico sobre la tradición no tiene una simple finalidad erudita, sino
la motivación de un proyecto futuro en donde no se repita, o por lo menos
sean menos violentas, las retóricas practicadas y legitimadas por la tradición
literaria. Desde esta perspectiva, Martí vuelve a sernos contemporáneo, su
retórica productora de sub-alteridad suministra aún la imagen que sobre
los indígenas sigue prevaleciendo en latinoamericana y en Guatemala. El
pasado sigue estableciendo influjos poderosos en el presente: nos-sigue-
siendo. «Distorsionar» esta tradición es un esfuerzo de liberación que una
hermenéutica y actitud nihilista-decolonial hace factible.
4. Lo expuesto permite afirmar que la literatura latinoamericana dispone de
una función política, cuyo profundo impacto se ha visto reflejado en la
configuración y justificación de la etno-epistemología hegemónica. La
literatura no es simple expresión lúdica y desinteresada. En sus perspectivas
interpretativas, las producciones literarias se muestran como manifestación
y, a su vez, como herramientas configurantes de la mentalidad imperante.
Ahora bien, esto mismo induce a afirmar que la literatura puede estar, a
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
148
REF E R E N CIAS
Bastos, Santiago y Camus, Manuela. (2006). Entre el mecapal y el cielo. Desarrollo del
movimiento maya en Guatemala. Guatemala: Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales.
Bengoa, José. (2007). La emergencia indígena en América Latina. 2.a edición. Santiago,
Chile: Fondo de Cultura Económica.
Bilbao, Francisco. ([1862]2003a). “La América en peligro”. En: Gómez García, Juan
Guillermo. El descontento y la promesa. Antología del ensayo hispanoamericano del siglo
XIX, pp. 225-236. Colombia: Universidad de Antioquía.
_____. ([1864]2003b). “El evangelio americano”. En: Gómez García, Juan Guillermo.
El descontento y la promesa. Antología del ensayo hispanoamericano del siglo XIX, pp.
219-224. Colombia: Universidad de Antioquía.
Camacho, Jorge. (2006) “Etnografía, política y poder: José Martí y los indígenas
norteamericanos”. Disponible en: http://www.kacike.org/Camacho.html,
fecha de consulta: 07/03/2007.
_____. (s. f.) “Liberalismo y etnicidad: las crónicas mexicanas y guatemaltecas de José
Martí”. Disponible en: http://lehman.cuny.edu/ciberletras/v19/camacho.
html, fecha de consulta: 18/03/2009.
Casaús Arzú, Marta Elena (2007). Guatemala. Linaje y Racismo. Guatemala: F&G
Editores.
Casaús Arzú, Marta Elena y García Giráldez, Teresa (2005). Las redes intelectuales
centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920). Guatemala: F&G
Editores.
Corleto, Manuel. (1996). “El teatro de Martí en Guatemala ayer y hoy”. En: Martí,
José. Patria y libertad (drama indio), pp. 27-33. Guatemala: Oscar de León
Palacios.
Dilthey, Wilhelm. (1956). Introducción a las Ciencias del Espíritu. Madrid, España: Revista
de Occidente. Traducción de Julián Marías.
_____. (2007). Política de la liberación. Historia mundial y crítica. Madrid, España: Trotta.
Esquit, Edgar. (2010). La superación del indígena. La política de la modernización entre las élites
indígenas de Comalapa, siglo XX. Guatemala: Instituto de Estudios Interétnicos-
Universidad de San Carlos de Guatemala.
Estrada, Juan Antonio. (1996). Dios en las tradiciones filosóficas. 2. De la muerte de a la crisis
del sujeto. Madrid, España: Trotta.
Foucault, Michel. (2002). Defender la sociedad (2.a ed.). México: Fondo de Cultura
Económica. Traducción de Horacio Pons.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
155
Gómez García, Juan Guillermo. (2003). El descontento y la promesa. Antología del ensayo
hispanoamericano del siglo XIX. Colombia: Universidad de Antioquía.
Harris, Marvin. (2005). El desarrollo de la teoría antropológica (14.a ed.). Madrid, España:
Siglo XXI Editores. Traducción de Ramón Valdés del Toro.
Habermas, Jürgen. (1997). Ensayos políticos (3.a ed.). Barcelona, España: Ediciones
Península. Traducción de Ramón García Cotarelo.
_____. (2000). Más allá del Estado nacional. México: Fondo de Cultura Económica.
Traducción de Manuel Jiménez Redondo.
Kuhn, Thomas. (2004). La estructura de las revoluciones científicas (2.a ed.). México: Fondo
de Cultura Económica. Traducción de Carlos Solís Santos.
Luján Muñoz, Luis. (1996). “Guatemala y José Martí”. En: Martí, José. Patria y libertad
(drama indio), pp. 9-26. Guatemala: Oscar de León Palacios.
_____. (2008). Against War. Views from The Underside of Modernity. Durham: Duke
University Press.
_____. (2001). Obras completas. Edición crítica. Tomo V. (1877-1878). México, Cuba y
Guatemala. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Martianos.
Martínez, Severo. (1994). La patria del criollo (13.a ed.). Guatemala: Ediciones en
Marcha.
_____. (2011). The Darker Side of Western Modernity. Durham y Londres, Inglaterra:
Duke University Press.
Mignolo, Walter. (comp.) (2001). Capitalismo y geopolítica del conocimiento. Buenos Aires,
Argentina: Ediciones del Siglo.
Miller, Hubert. (1976). La Iglesia y el Estado en tiempos de Justo Rufino Barrios. Guatemala:
Universidad de San Carlos de Guatemala.
Montejo, Víctor. (2005). Maya Intellectual Renaissance: identity, representation, and leadership.
Austin: University of Texas Press.
Quijano, Aníbal. (2007). “Colonialidad del poder y clasificación social” En: Castro-
Gómez, Santiago y Grosfoguel, Ramón (eds.). El giro decolonial, pp. 93-
126. Bogotá, Colombia: Siglo del Hombre Editores; Instituto de Estudios
Sociales Contemporáneos –Universidad Central; Instituto Pensar –Pontificia
Universidad Javeriana.
Reale, Giovanni y Antiseri, Dario. (2002). Historia del pensamiento filosófico y científico (3.a
ed.). Barcelona, España: Herder. Traducción de Juan Andrés Iglesias.
Rodríguez, Luisa Isabel. (2005). “Las ruinas indias” de José Martí: estética e identidad.
Disponible en: http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/ruinas.html,
fecha de consulta: 05/05/2007.
Sarmiento, Domingo. (1969) Facundo. Civilización y Barbarie (2.a ed.). Argentina: Porrúa.
Sloterdijk, Peter. (2001). Normas para el parque humano. Madrid, España: Siruela.
Traducción de Teresa Rocha Barco.
R E V I S T A V O C E S / Vicerrectoría de Investigación y Proyección
158
_____. (2002). En el mismo barco (3.a ed.). Madrid, España: Siruela. Traducción de
Manuel Fontán del Junco.
_____. (2003). Experimentos con uno mismo. Una conversación con Carlos Oliveira. Valencia,
España: Pre-textos. Traducción de Germán Cano.
_____. (2004). Si Europa despierta. Reflexiones sobre el programa de una potencia mundial en
el fin de la era de su ausencia política. Valencia, España: Pre-textos. Traducción de
Germán Cano.
_____. (2005). El desprecio de las masas. Ensayo sobre las luchas culturales de la sociedad
moderna. Valencia, España: Pre-textos. Traducción de Germán Cano.
Smith, Linda Tuhiwai. (1999). Descolonizing Methodologies. Research and Indigenous Peoples.
Londres, Inglaterra: Zed Books.
Soto Hall, Máximo. (1966). La niña de Guatemala. El idilio trágico de José Martí. Guatemala:
José de Pineda Ibarra.
______. (1992). Más allá del sujeto. Nietzsche, Heidegger y la hermenéutica (2.a ed.).
Barcelona, España: Paidós. Traducción de Juan Carlos Gentile Vitale.
______. (2002). Diálogo con Nietzsche. Ensayos 1961-2000. Buenos Aires, Argentina:
Paidós. Traducción de Carmen Revilla.
Vitier, Cintio. (2004). Vida y obra del Apóstol José Martí. La Habana, Cuba: Centro de
Estudios Martianos.
Zea, Leopoldo. (1978). La filosofía americana como filosofía sin más (6.a ed.). México: Siglo
XXI Editores.
Segunda época, año 10, número 10 - 2016 / UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR
163
COLA BORADO R E S E N E ST E NÚ M ER O