Sei sulla pagina 1di 21

1

NADA NOS PODRÁ SEPARAR DEL AMOR DE CRISTO

Romanos 8:35-39 (RVR1960)


35
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada?
36
Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero. m
37
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni
lo presente, ni lo por venir,
39
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en
Cristo Jesús Señor nuestro.

Nada nos podrá separar del amor de Cristo

En cinco ocasiones, en Romanos 8, el apóstol Pablo ha hecho preguntas que dirigen nuestra atención
hacia los sorprendentes privilegios de pertenecer a Jesucristo. Verso 31: “Si Dios está por nosotros,
¿quién estará contra nosotros?”. Verso 32: “¿cómo no nos concederá también con El todas las cosas?”.
Verso 33: “
¿Quién acusará a los escogidos de Dios?”. Verso 34:
“¿Quién es el que condena?”.
Y hoy en el verso 35: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?”.

Las respuestas son tan evidentes y tan poderosas, que Pablo nos deja responder y regocijarnos en ellas.
Verso 31: Nadie puede estar contra nosotros y tener éxito (ni siquiera los terroristas). Verso 32: “Dios
suplirá todo lo que necesitamos, aun cuando todo parezca perdido. Verso 33: Nadie puede levantar
cargos en nuestra contra en la corte celestial, no importa quién nos acuse. Verso 34: Nadie nos puede
condenar. Y hoy, en el verso 35: Nadie, ni nada nos podrá separar del amor de Cristo.
2

Y lo que hace que este texto sea tan relevante en vísperas del aniversario del 11 de septiembre es que
Pablo declara el tipo de cosas que no nos podrán separar del amor de Cristo, y son el tipo de cosas que
ocurrieron ese día: “¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada?”. Y Pablo escoge mencionar cosas tan terribles para asegurarse de que comprendiéramos que
él no estaba diciendo: «Bien, hay algunas cosas tan horribles que realmente pudieran alejarnos del
amor de Cristo». No, nada nos podrá separar del amor de Cristo.
NOTE TRES COSAS EN EL VERSO 35
1. Cristo nos está amando ahora
Una esposa pudiera decir de su esposo fallecido: nada me separará de su amor. Y estará queriendo
decir que la memoria del amor de él será dulce y poderosa mientras ella viva. Pero esto no es lo que
Pablo quiere decir aquí. En el verso 34 él dice claramente: “Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún,
el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros”. Y
Pablo puede decir que nada nos podrá separar del amor de Cristo porque Cristo está vivo y todavía nos
ama. Él está a la diestra de Dios y está, por tanto, gobernando para nosotros. Y está intercediendo por
nosotros, lo que significa que Pablo ve que la obra de redención consumada nos salva realmente en
cada momento y nos lleva seguros hacia el gozo eternal. Su amor no es una memoria. Es una acción
de cada momento que el Hijo Omnipotente de Dios que vive para siempre realiza para llevarnos hacia
el gozo eterno.
2. Este amor de Cristo es efectivo para protegernos de ser separados de él, y por tanto no es un amor
universal por todos, sino un amor específico por su pueblo –aquellos que, según Romanos 8:28, aman
a Dios y son llamados conforme a su propósito.
Este es el amor de Efesios 5:25: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia
y se dio a sí mismo por ella”. Es el amor de Cristo por la iglesia, su novia. Cristo ama a todos, y tiene
un amor especial, salvador, y preservador por su novia. Usted sabe que es parte de esa novia si confía
en Cristo. Cualquier persona –sin excepciones- cualquiera que confía en Cristo puede decir: soy parte
de su novia, de su iglesia, de sus llamados y escogidos, de aquellos sobre los que dice el verso 35 que
son guardados y protegidos para siempre, no importa qué venga.
3. Este amor omnipotente, efectivo, no nos libra de las calamidades de esta vida, sino que nos lleva
seguros hacia el gozo eterno con Dios.
3

Pablo lo explica claramente en el verso 35: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o
angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?”. Nadie podrá separarnos. Sin
embargo, alguien pudiera decir: «Pero lo que él quiere decir es que Dios no dejará que estas cosas
sucedan a su novia».
Hay dos pruebas de que en este caso no es así.
Una es la referencia que se hace de la muerte en el verso 38: “ni la muerte [...] nos podrá separar del
amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. La muerte nos llegará, pero no nos separará. Así
que cuando Pablo dice en el verso 5 que la “espada” no nos separará del amor de Cristo, quiere decir:
aun si fuéramos asesinados no seremos separados del amor de Cristo.
La otra prueba es el verso 36 donde Pablo cita el Salmo 44:22 y se lo aplica a sí mismo y a los cristianos
en general: “Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos
considerados como ovejas para el matadero”. Esto significa que el martirio tiene que ver con el
cristianismo normal. Está sucediendo en todo el mundo: Pakistán, Nepal, Sudán, Indonesia, Vietnam...
se estima que este año morirán unos 164 mil cristianos a causa de su fe (www.gem-werc.org). El
martirio es lo que Pablo tiene en mente. Y es lo que Jesús quiso decir cuando dijo: “Pero seréis
entregados aun por padres, hermanos, parientes y amigos; y matarán a algunos de vosotros, 17 y seréis
odiados de todos por causa de mi nombre”. (Lucas 21:16-17), Nuestra temporada de paz y tolerancia
en los Estados Unidos de Norteamérica es un suceso anormal y debiera llevarnos a ocuparnos más en
atender a la iglesia sufriente (Hebreos 13:3). Vea http://www.persecution.com.
Así que esta es la conclusión del verso 35: Jesucristo está amando poderosamente a su pueblo con un
amor omnipotente y permanente que no siempre nos rescata de la calamidad, pero siempre nos
preserva para el gozo eterno en su presencia aun a través del sufrimiento y la muerte.
Permitamos ahora que Lisa Beamer testifique de este amor soberano. Su esposo Todd estuvo en el
vuelo 93 que se estrelló en Pensilvania. Él fue uno de los que dijo: « ¡Vamos!».1 Al morir dejó atrás
a Lisa y tres niños pequeños (uno nació en el pasado mes de Enero).
AQUÍ TENEMOS DIEZ LECCIONES QUE LISA NOS DA EN SUS PROPIAS PALABRAS.
1. Aceptar La Soberanía De Dios Trae Fortaleza Y Esperanza
Lisa: «Dios conocía las terribles decisiones que los terroristas tomarían y que Todd Beamer moriría a
consecuencia de ellas. Conocía a mis hijos que quedarían sin padre, y a mí que quedaría sin esposo...
4

sin embargo, en su soberanía, y en su perspectiva superior, supo que era mejor que los eventos se
desarrollaran como lo hicieron antes que redirigir los planes de Todd para evitar la muerte... No puedo
ver todas las razones por las que lo permitió cuando sé que pudo detenerlo... No me gusta la manera
en que su plan luce según mi perspectiva actual, pero saber que él me ama y que puede ver el mundo
desde el principio hasta el fin me ayuda a decir: ‘Está bien’» (Reformación Moderna, 24-25).
«Si creyéramos sinceramente de todo corazón, en cada momento, que nuestro destino descansa en las
manos de Jesucristo él que tiene el amor y poder supremos-, ¿Por qué nos preocupamos? Por supuesto,
nuestra humanidad empaña esa verdad, pero aferrarnos por momentos a ella ayuda a que todo
permanezca en perspectiva (Reformación Moderna, 31).
2. No Presuma Conocer Mejor Que Dios Cómo Funciona El Mundo. Eso Es Orgullo
Lisa: «Mi fe no estaba establecida en los gobiernos, en la religión, en los edificios elevados o en la
gente frágil. Al contrario, mi fe y mi seguridad estaban en Dios. Un pensamiento me golpeó. ¿Quién
eres tú para cuestionar a Dios y decir que tienes un plan mejor que el suyo? Tú no tienes la misma
sabiduría o conocimiento que él tiene, tampoco puedes tener su misma perspectiva» (Mundo, 25).
«Tampoco compartimos el conocimiento de la perspectiva que Dios tiene ni debiéramos clamar
conocer mejor que él qué debiera suceder y qué no... Fe significa que, a pesar de las circunstancias,
creemos su Palabra de que nos ama y nos llevará hacia un buen fin si solo confiamos y le obedecemos.
Obviamente, las implicaciones de este entendimiento han sido tremendas para mí desde el 11 de
septiembre» (Reformación Moderna, 25).
3. Dios Tiene Un Buen Propósito En Todas Las Cosas Difíciles Que Suceden A Sus Hijos.
«La soberanía de Dios se me ha mostrado con claridad. Cuando siento la tentación de enojarme y
preguntar ¿qué hubiera sucedido si...? y ¿Por qué nosotros? Dios dice: ‘El 10 de septiembre yo lo
sabía, y pude detenerlo, pero tengo un plan para un bien mayor que no puedes siquiera imaginar’. Yo
no conozco el plan de Dios, y honestamente, ahora mismo no me gusta mucho. Pero confío que él es
fiel a su promesa de Romanos 8:28: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas
cooperan para bien”. Mi única responsabilidad es amar a Dios. Él hará el resto» (Decisión, 8). Debajo
de su firma Lisa escribió Génesis 50:20: “Vosotros pensasteis hacerme mal, peroDios lo tornó en bien”
(Reformación Moderna, 30).
4. La Muerte Y Los Sufrimientos Afirman En Nosotros La Perspectiva De La Eternidad.
5

Lisa: «El 11 de septiembre me ha mostrado enérgicamente la realidad de la eternidad durante estos


últimos meses. Cuando me siento abrumada con la tristeza por lo que he perdido en mi vida, Dios se
apresura a mostrarme su perspectiva eterna. ‘Lisa, la vida es tan solo un punto luminoso comparado
con tu futuro junto a mí en el cielo’. Me dice: ‘Lo mejor que puedes imaginar en la tierra es basura
comparado con lo que te espera’» (Decisión, 8).
5. La Distribución Divina De Los Sufrimientos No Es Equitativa, Y Una Situación Difícil Nos Pudiera
Preparar Para Otra.
Cuando Lisa tenía 15 años, su padre sufrió de aneurisma en su trabajo y murió a la mañana siguiente
en el hospital. Lisa: «Cuando mi padre murió, la fe ya no era algo fácil... dedique cinco años a
preguntarme por qué, expresando mi ira y diciendo que no era justo. Ante Dios esto me ayudó a
percatarme de que Él Es quien Es en todo tiempo –en las buenas circunstancias y en las malas. Él es
Todopoderoso y Todo-Amoroso, pero eso no significa que como ciudadanos de este mundo caído él
nos protege de cualquier evento malo» (Reformación Moderna, 25).
¡Qué gran testimonio de la bondad y soberanía de Dios se hubiera perdido el mundo hoy si Dios no
hubiera preparado a Lisa Beamer con la muerte de su padre para esta pérdida!
6. El Amor De Dios Nos Cuida Ahora En Nuestro Sufrimiento, No Solo Después De Que Todo Pasa.
Lisa: «Él sabe que ahora mismo estoy herida y necesitada. Cada día me da ánimo y recursos solo para
mí. Las pequeñas cosas me muestran que él está conmigo: un texto de las Escrituras con las palabras
exactas que necesitaba escuchar, la llamada de un amigo cuando me siento solitaria, la ayuda con una
tarea que no puedo hacer sola, o un abrazo y un ‘te amo’ de uno de mis niños. El amor de Dios
ciertamente es suficiente para satisfacer cualquier necesidad que yo tenga» (Decisión, 8-9).
7. La Calamidad Es Un Llamado Que Convoca Al Amor Práctico E Inmediato, Como Las Comidas,
Y El Cuidado De Los Niños.
Lisa: «La imagen de la iglesia como las manos y pies de Cristo, con cada persona teniendo un don
especial me ha sido bien demostrada en estos últimos meses. En el principio, fue la ayuda inmediata y
práctica que yo necesitaba –la comida, el cuidado de los niños, la atención de las llamadas telefónicas,
y el correo postal. Ahora que pasamos el momento de la crisis tenemos la ayuda que necesitamos para
reedificarnos –consejería, palabras de ánimo, oración» (Reformación Moderna, 28).
6

8. La Confianza Serena En El Poder De Dios Y En Su Bondad En Medio Del Sufrimiento Produce


Ocasiones Ideales Para Testificar.
9 Confiar En El Cuidado Soberano De Dios En Todas Las Circunstancias Nos Libera Del Orgullo Y
Libera Amor Para Otros.

El dinero comenzó a llegar a Lisa Beamer. Algunas cartas simplemente decían, para Lisa Beamer,
New Jersey, y aunque no tenían la dirección correcta le llegaron.

Lisa: «No me sentía cómoda quedándonos con el dinero para nosotros mismos cuando hay tantas
familias desconocidas con las que debiera compartirlo». Así que fundó la Fundación Todd M. Beamer
para asistir a los niños que perdieron a alguno de sus padres en la catástrofe del 11 de septiembre
(Reformación Moderna, 30).
Su libertad para otros apareció de otro modo: «Mi familia y yo aquel día lloramos profundamente por
la pérdida de Todd... y todavía lo hacemos. Pero por la esperanza que tenemos en el Señor, sabemos
sin lugar a dudas que un día volveremos a ver a Todd. Siento dolor por las personas que no tienen la
misma esperanza, y oro para que vean algo en nuestra familia que los anime a confiar en el Señor».
La manera de Lisa de animar a las personas a confiar en el Señor es, en ocasiones, tan directa que el
periódico semanal de noticias la describió como una forma “austera e incluso un poco grotesca”. Ella
escribió en sus memorias: «Ustedes piensan que se merecen una vida feliz y se enojan cuando no
siempre sucede así. De hecho, ustedes son pecadores y solo merecen la muerte ¡El hecho de que Dios
les ofreciera esperanza de vida eterna es sorprendente! Deberían estar abrumados con gozo y gratitud»
(Noticiario Semanal, 42).
10. Sin Dios El Mundo Está Sin Esperanzas
Junto a otros cientos de personas ella asistió a la actividad Memorial en Shanksville, Pensilvania en el
lugar donde el avión se estrelló y su esposo murió. El culto cristiano en memoria de Todd había sido
el domingo, el día antes, y la había fortalecido. «Ay lunes,» dijo «mientras escuchaba a los oradores
bien intencionados, que hacían su mejor esfuerzo para consolarnos, pero con muy poca referencia, si
es que hubo alguna, al poder de Dios para sostenernos; mientras los escuchaba sentía que me estaba
deslizando sin posibilidad de ayuda por la pendiente de una montaña hacia una grieta profunda. Así
7

como aprecio la bondad de las maravillosas personas que trataron de animarnos, esa tarde fue
realmente uno de los puntos en que mi dolor alcanzó su nivel más profundo. No fueron las personas,
o el evento, o el lugar. Lo que pasó fue que me sorprendió cuán grande es la desesperación del mundo
cuando Dios es eliminado de la ecuación» (Mundo, 26).
Así que junto a Lisa Beamer, el apóstol Pablo, y el mismo Jesucristo, les imploro que no eliminen a
Dios de sus vidas, o a Jesucristo quien murió y resucitó y reina e intercede por todos los que confían
en él, para que podamos tener gozo eterno con él en la presencia de Dios.
Segunda parte
Título: el amor de Dios
Tema: ¡más que vencedores!

Texto bíblico: BASADO EN ROMANOS 8: 35 – 39

INTRODUCCIÓN:
A continuación, algunos concejos del apóstol Pablo aquí en este pasaje bíblico para ser más
que vencedores. Veamos cuáles son.
1. PARA SER MÁS QUE VENCEDORES NO DEBEMOS SEPARARNOS DEL AMOR DE
CRISTO (VS. 35)
A. LOS INTERROGANTES DEL APÓSTOL PABLO (VS. 35)
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o
desnudez, o peligro, o espada?
8

¿Podrá algo separarnos del amor de Cristo? Ni las dificultades, ni los problemas, ni las persecuciones,
ni el hambre, ni la desnudez, ni el peligro ni tampoco la muerte (PDT)
Reflexión: ¿Tenemos motivos, razones, situaciones, circunstancias o algo más que nos pueda separar
del amor del Señor o del señor y su amor”?” ¡Dios quiera que no! Y si los hay no dejemos que nos
separen de nuestro Señor y Dios ni de su amor.
B. UNA LISTA QUE HACE EL APÓSTOL PABLO DE LAS POSIBLES COSAS,
SITUACIONES O CIRCUNSTANCIAS QUE PUEDEN SEPARAR A UN CREYENTE DEL
AMOR DE CRISTO PERO QUE NO DEBEN SEPARARLO (Vr. 35)
Tribulación o angustia: Sufrimientos, dificultades (DHH), problemas (PDT), conflictos, adversidad,
calamidad, padecimiento, quebranto.
Persecución: Aflicción, opresión, tribulación, perseguir.
Desde los tiempos del Antiguo Testamento el pueblo de Dios sufrió persecución (Éxodo 1: 8-22; 2: 1-
25; 3: 7-22; 5: 1-23; 12: 40; Jeremías 11: 21; 20: 7-18; 26: 8; 32: 2; 37: 16-21; 38: 4-13; 43: 1-7; Daniel
1: 1-25; 3: 1-30; 6: 1-28; Mateo 14: 1-12; Hechos 4: 13,18; 7: 54, 57-60; 9: 16; 12: 1; Romanos 8: 35-
39; 2 Corintios 11: 22-33; Hebreos 11: 35-38).
Hambre o desnudez: La falta de alimento, vestido, indigencia (NVI), necesidad, crisis, situación
económica difícil.
Peligro o espada: Muerte violenta (DHH), violencia (NVI).
El apóstol Pablo experimentó todos estos sufrimientos (Romanos 8: 35-39) y otros (2 Corintios 11:
22-23), sin embargo; nunca se apartó, alejó ni separó del amor de Cristo o de Cristo y su amor.
Reflexión: Por ningún motivo, razón, situación o circunstancia debemos separarnos del amor de Cristo
en esta vida. ¡Separados de Él nada podemos hacer! (Juan 15: 5-7).
2. PARA SER MÁS QUE VENCEDORES DEBEMOS CREER LO QUE DIOS Y SU
PALABRA DICE QUE SOMOS: “MÁS QUE VENCEDORES” (Vr. 37)
“Más que vencedores” (gr. Hupernikao). De huper (sobre y por encima de) y nikao (conquistar,
conquistador). Describe uno que es victorioso en grado sumo, que gana una victoria más que ordinaria,
uno que está en condiciones de triunfar en forma absoluta. Superar las dificultades, sujetar o rendir al
enemigo, triunfar, triunfador, triunfante, victorioso, ganador, exitoso, conquistador, campeón. ¡Si lo
crees así será!
9

A. UNA PROMESA DE VICTORIA EN MEDIO DE LAS SITUACIONES,


CIRCUNSTANCIAS ADVERSAS, DIFÍCILES Y DESFAVORABLES (Vr. 37)
“Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Vs. 37)
“Más bien, en todo esto salimos más que victoriosos por medio de Dios quien nos amó” (PDT).
Se está refiriendo a las cosas y situaciones que ya analizamos anteriormente: Tribulación, angustia,
persecución, hambre, desnudez, peligro y espada (Vs. 35-37).
Reflexión: Somos lo que la Biblia y Dios dice que somos y no lo que dicen las circunstancias, el
hombre ni Satanás. “Aunque las circunstancias, el hombre, Satanás digan lo contrario estamos en
victoria”
B. EL SECRETO DE LA VICTORIA ES EL AMOR DE DIOS Y CRISTO (Vr. 37)
El amor de Dios padre y el amor de Dios hijo conquistó la muerte y debido a ese amor o por su amor
somos hupernikao (más que vencedores); es decir, la victoria de Cristo en la cruz del calvario es
nuestra victoria y porque Él venció nosotros también vencemos. ¡ALELUYA!
No son las capacidades, virtudes, el don, talento, ministerio, cargo, apellido, nombre, estrato, lo que
nos hace más que vencedores; sino el amor de Dios y el de su hijo Jesucristo que siempre está presente
en cada momento de la vida del creyente.
Reflexión: Este no es un lenguaje arrogante sino de confianza, fe en Dios y su palabra. Debemos
creerlo y estar seguro de ello, más que de emociones.
3. PARA SER MÁS QUE VENCEDORES DEBEMOS ESTAR SEGUROS QUE NADA NI
NADIE PODRÁ SEPARARNOS DEL AMOR DE DIOS (Vr. 38, 39).
A. ESTA ERA LA SEGURIDAD DEL APÓSTOL PABLO (Vr. 38)
La palabra “seguro” viene del hebreo “Peídso” que significa descansar mediante certeza, sentir,
confianza, convencido (DHH), tener la certeza de algo.
B. EL APÓSTOL PABLO HACE UNA NUEVA LISTA DE LAS POSIBLES COSAS
QUE PUEDEN SEPARAR AL CREYENTE DEL AMOR DE DIOS PERO QUE NO DEBEN
SEPARARLO (Vr. 38, 39).
Ni la muerte ¡Que hermoso saber por las escrituras que la muerte no nos separará del señor y su amor;
¡al contrario, cuando un creyente parte de este mundo va a la presencia del Señor nuestro Dios!
10

Ni la vida ¡Que bendición que nada de lo que nos esté pasando o sucediendo en la vida no debe separar
del amor de Cristo!
Ni ángeles ¡Que bello que los ángeles tampoco podrán alejarnos del señor y su amor!
Ni principados ni potestades ¡Que maravilla que no hay fuerza extraña, contraria y espiritual (DHH),
ni poderes diabólicos (PDT), ni los demonios (NVI) que pueda separarnos del amor de Cristo o de
Cristo y su amor!
Ni lo presente (lo actual) ni lo porvenir (lo futuro). ¡Que importante, que nada de lo que está pasando,
sucediendo en nuestra vida, hogar, familia, país ni lo que pueda venir, suceder, acontecer nos separará
del señor y su amor!
Ni lo alto ni lo profundo (ni las alturas ni las profundidades, ni lo de arriba ni lo de abajo). ¡Que
interesante que las situaciones extremas y críticas en la vida tampoco deben separarnos del amor de
Dios!
Ni Ninguna Otra Cosa Creada (por Dios) o Cosa Alguna en Toda la Creación (NVI). ¡Que dicha
que ni lo que Dios ha creado tampoco debe separarnos del amor de Cristo o de Cristo y su amor (DHH)!
¡ALELUYA!
Reflexión: Estamos seguros que nada de estas cosas nos separará del amor de Cristo o de Cristo y su
amor ¡Que así sea con la ayuda divina!
CONCLUSIÓN: He aquí algunos concejos y principios bíblicos que nos servirán para ser más
que vencedores. De hecho, esta es la voluntad y el deseo de Dios; como lo sigue expresando en su
Palabra: “Más gracias sean dadas a Dios que nos da la “victoria” por medio de nuestro Señor
Jesucristo” (1 Corintios 15: 57). “Más a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en “triunfo” en Cristo
Jesús” (2 Corintios 2: 14).
Por otro lado, es importante resaltar que el hecho de ser más que vencedores no quiere decir, que no
vamos a tener dificultades, problemas, situaciones adversas y desfavorables. Recuerde, que la vida
cristiana no es nada fácil (Mateo 10: 38; 16: 24; Juan 16: 33). Pero con CRISTO SOMOS MÁS QUE
VENCEDORES. ¡AMEN!

PASTORA EDITH CRUZ


Tema: “! ¡Más Que Vencedores Por Medio De Aquél Que Nos Amó!” Romanos 8:35-39
11

Las Escrituras no están basadas en cómo los seres humanos aman al Señor, sino que ellas se
basan claramente en el amor del Padre para con nosotros. Si pudiéramos medir y pesar en una
balanza el amor que nosotros tenemos por el Señor y lo comparáramos con el amor que Él nos
tiene a nosotros ¿crees que la balanza quedaría nivelada? Claro que no. Su amor es muy
especial. Pero aun así, tenemos nosotros que tener la meta de luchar todos los días hasta el
final para amarlo con todas nuestras fuerzas.
El amor que sentimos por Jesús no puede ser en términos medios. En ocasiones, oímos a
personas diciendo que no pueden terminar con lo que les atormenta (el alcohol, las drogas, la
lujuria, etc.) ¿Sabes por qué? Porque, por lo general, el amor del ser humano hacia Dios es
tibio. Si nuestro amor fuera fuerte todo aquello de la carne que le atrae moriría, pues el amor
débil es el que no permite terminar con el mal de nuestro cuerpo. Debemos

corresponderle al Padre quien dio lo mejor que tenía por amor a nosotros, envió a su único
Hijo. Sin embargo, nosotros devolvemos con un amor débil, pobre, escaso y mediocre. El
amor de Dios hacia nosotros es total. Si le amaramos como Él merece hubiese en nosotros
mucha fuerza y mucha determinación, no tanto titubeo. Así seríamos fieles a Dios.

Pablo le escribe a los cristianos de Roma (Romanos 8:35-39) y les dice que aún si ellos pasaran
por tribulación, por angustia, por persecución, por hambre, por desnudez o espada, nada les
debe sacar de la fe del Hijo de Dios. Es claro para Pablo que ninguna de estas cosas nos pueden
separar de Cristo. Sólo la incapacidad de amar a Dios es lo que nos puede separar de Él. No
hay ninguna circunstancia en nuestras vidas que sea más grande que este amor.
Pablo estaba a menudo en cárceles y en tribulaciones. Su amor a Cristo le hacía padecer por
Él. Por eso tenemos que saber que cuando venimos a Dios nosotros también tenemos una
muerte día tras día, pues somos muertos todo el tiempo. Romanos 8: 36 Pablo tenía todo lo
difícil sobre él, persecución, tribulación, angustia, aflicción (dolor que arropa nuestro cuerpo
y nuestra mente) porque estaba dispuesto hasta a morir. (2da Timoteo 4:5-7) El apóstol Pablo
12

fue más que vencedor, pues somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó. (Romanos 8:37)
Nuestra carne tiene que morir todo el tiempo para amarlo a Él. Dios nos da el espacio y el
tiempo para que nuestra carne muera y vayamos delante de Él en perfección . (2 Corintios 7:
1) Por eso, iglesia, muere día a día y será para bien, mientras más tú mengües, más Cristo crece
en ti. (Juan 3:30; Gálatas 2: 20) Somos como ovejas llevadas al matadero. Por eso tenemos
que guardar silencio (Hechos 8: 32) y como ovejas no tenemos que defendernos nosotros
mismos utilizando nuestras fuerzas humanas. (Lucas 12: 11) Cuando nos defendemos con
nuestros débiles recursos humanos, entonces sí que las cosas se nos ponen difíciles. Él nos
llamó, nos escogió desde el vientre de nuestra madre y el día que respondimos su
amor, ¡comenzó a darnos la victoria, la que nos da fuerza para perseverar y durar hasta el final,
hasta la eternidad! Pablo fue más allá de lo natural, él fue más allá de lo que es
terrenal (Romanos 8:38), pues entendía que lo que nos puede separar del amor de Dios es la
carnalidad.
Nada tiene derecho a separarnos de Él, ni ángeles, ni principados, ni aquello que Satanás pueda
planificar en nuestra contra. Pues no hay nada más grande que Él. Ni lo que vendrá mañana,
ni lo alto, ni lo profundo, ni todas las fuerzas ocultas nos podrán separar de este amor, pues
ninguna cosa creada puede destruir nuestras vidas. Considera que aquello que es tentación y
hoy se te ofrece en “bandeja de plata” mañana se pudre. Pero tú eres el que decide, si quieres
vida o muerte. Recuerda que después de la muerte ya no se puede hacer nada. (Hebreos 9:
27) ¿Qué verdad nos conviene más que ésta? Jesús nos ama con un amor limpio que viene
exclusivamente del Padre para ser entregado a hombres y a mujeres que le buscan. Por eso es
imposible para mí apartarme de ese amor, pues no hay ninguna circunstancia que sea más
grande en mi vida que este enorme amor. Nada nos puede separar de Él, ni la vida, ni lo que
me pueda ofrecer el futuro, ni la vanagloria de la vida, ni aún lo que soplen los vientos mañana,
ni aún la muerte, pues, al contrario, ésta nos lleva a mayor plenitud, a su presencia en el
Cielo. Hermano, no hay razón para vivir en derrota, pues puerta que se abre aquí es puerta
abierta en el Cielo, puerta cerrada aquí es puerta cerrada en el Cielo. Por eso iglesia, ámalo
con todas tus fuerzas y verás el bien en tu casa, en tu isla y en Mega Zoé.
13

Piensa en todo lo que nos espera en el Cielo, un nombre nuevo, el árbol de la vida, una morada,
y sobre todo la vida eterna. Por eso, aunque seamos contados como oveja día tras día, tenemos
que morir a la carne, pues todo se hace pequeño ante tan grande amor. Un amor que trae paz y
mucha oportunidad, pues, aunque el diablo busque mil formas para separarme de Él todas ellas
me acercan más, pues soy y somos más que vencedores. Acuérdate de esta palabra ¡somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó! Amén.

Estudio de Lázaro

La Resurrección de Lázaro
Milagros de Jesús

Juan 11: 1-45. Jesús es consciente del valor de la vida frente a la eternidad y la muerte.

Del santo Evangelio según san Juan 11: 1-45

En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana


Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El
enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron a decir a Jesús: “Señor, el
amigo a quien tanto quieres está enfermo”.Al oír esto, Jesús dijo: “esta enfermedad no acabará en la
muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. Jesús
amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo,
se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: “Vayamos otra
vez a Judea”. Los discípulos le dijeron: “Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte ¿y tu
14

vas a volver allá?” Jesús les contestó: “¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no
tropieza, porque ve la luz de este mundo, en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta
luz”. Dijo esto y luego añadió: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a
despertarlo.” Entonces le dijeron sus discípulos: “Señor, si duerme, es que va a sanar”. Jesús hablaba
de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente:
“Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado ahí, para que crean. Ahora, vamos
allá”. Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: “Vayamos también
nosotros, para morir con Él”. Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania
quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a
Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba,
salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado
aquí , no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le
pidas”. Jesús dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Ya sé que resucitará en la resurrección
del último día”: Jesús le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, no morirá para
siempre. ¿Crees tú esto? Ella le contestó: “Sí, Señor, creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios, el que tenía que venir al mundo”. Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana
María y le dijo en voz baja:”Ya vino el Maestro y te llama”. Al oír esto, María se levantó en el acto y
salió hacia donde estaba Jesús, porque Él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar
donde marta lo había encontrado. Los judíos estaban con María en la casa, consolándola, viendo que
ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar ahí y la siguieron. Cuando
llegó Mará adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: “Señor, si hubieras estado aquí,
no habría muerto mi hermano”. Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban,
se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?” Le contestaron: “Ven, Señor, y
lo verás”. Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: “De veras ¡cuánto lo amaba!”. Algunos
decían: “¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?”.
Jesús profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva sellada con
una losa. Entonces dijo Jesús: “Quiten la losa”. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le
replicó: “Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días”. Le dijo Jesús: “¿No te he dicho que si crees,
verás la gloria de Dios?” Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: “Padre, te
15

doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a
causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado”. Luego gritó con
voz potente: “¡Lázaro, sal de ahí!”. Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara
envuelta en un sudario. Jesús les dijo: “Desátenlo, para que pueda andar”. Muchos de los judíos que
habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en Él.

Reflexión
Estas palabras surgen como fruto directo de la contemplación de este pasaje en el que Jesús, frente al
sepulcro de su amigo Lázaro, derrama lágrimas que aparecen expresamente en el evangelio.

Jesús es consciente del valor de la vida frente a la eternidad y la muerte. Sabe que el alma de Lázaro
reposa esperando, como la del resto de los hombres, el momento sublime de la redención. Sin embargo,
Jesús también es un hombre. Lo que en un primer momento no le cuesta aplazar cuatro días, más tarde
se transformará en lágrimas y llanto: la contemplación del sepulcro de su amigo.

El regreso a la vida de Lázaro es un anticipo, una profecía, de lo que será en el futuro la resurrección
de los muertos. Los amigos de Jesús, sus íntimos, sus más queridos, volverán a la vida ante el asombro
de sus enemigos y las miradas mezquinas de los que en vida no acogieron a Jesús en su corazón.

Pidamos a Cristo en este día que guarde un puesto para nosotros en su corazón. Digámosle con todo
nuestro ánimo que queremos ser sus amigos y sus íntimos.
Jesucristo, nuestro Salvador

Jesucristo es el Salvador del mundo y el Hijo de Dios. Él es nuestro Redentor. La Santa Biblia nos
enseña que la madre de Jesucristo fue María, que Su padre en la tierra fue José, que nació en Belén y
creció en Nazaret, y que trabajó como carpintero con José. Cuando cumplió los 30 años, empezó un
ministerio de tres años durante los que enseñó, bendijo y sanó a las personas de la Tierra Santa.
Asimismo, organizó Su Iglesia y dio a Sus apóstoles “poder y autoridad” (Lucas 9:1) para ayudarle en
Su obra.
16

Pero, ¿qué queremos decir cuando declaramos que Él es el Salvador del mundo? ¿El Redentor? Cada
uno de estos títulos señala la verdad de que Jesucristo es el único camino por el que podemos volver
a vivir con nuestro Padre Celestial. Jesús padeció y fue crucificado por los pecados del mundo, dando
así a cada uno de los hijos de Dios el don del arrepentimiento y del perdón. Solamente por medio de
Su misericordia y su gracia cualquier persona puede salvarse. Su posterior resurrección preparó el
camino para que cada persona pudiera superar también la muerte física. A estos acontecimientos se
les denomina la Expiación. En pocas palabras, Jesucristo nos salva del pecado y de la muerte. Por ese
motivo es, literalmente, nuestro Salvador y Redentor. En el futuro, Jesucristo volverá a reinar en la
tierra en paz durante mil años. Jesucristo es el Hijo de Dios y Él será nuestro Señor para siempre.
Lo que Jesucristo significa para nosotros
Cuando aceptamos la ayuda de Jesucristo podemos sentir paz en esta vida y volver al Padre Celestial
después de la muerte.
Dios es nuestro Padre Celestial y, al igual que cualquier padre, quiere que nosotros, Sus hijos, seamos
felices. En las Escrituras, Él nos enseña: “mi obra y mi gloria [es] llevar a cabo la inmortalidad y la
vida eterna del hombre” (Moisés 1:39). La vida eterna significa vivir en el cielo, en Su presencia y
con nuestra familia, para siempre. Dios nos ha dado mandamientos, que nos enseñan lo que es correcto
y lo que no lo es, y nos marcan un camino por la vida que nos ofrecerá la máxima felicidad. Jesús
enseñó: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Pero en las Escrituras también se
nos enseña que “ninguna cosa impura puede morar con Dios” (1 Nefi 10:21). Aunque nos esforcemos
por vivir vidas correctas, todos pecamos. Por lo tanto, ¿cómo podemos vivir en el reino perfecto de
Dios si somos imperfectos?
Dios envió a Jesucristo a la tierra para ofrecernos una manera de vencer nuestras imperfecciones.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que
en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16–17).
Dios envió a Jesucristo a la tierra para ofrecernos una manera de vencer nuestras imperfecciones.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que
en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:16–17).
17

Jesucristo sufrió por nosotros.


El Cristo Viviente
El testimonio de los apóstoles
Sin la gracia y la misericordia hecha posible por Su expiación, no podríamos salvarnos en el pecado.
Incluso antes de que Dios creara el mundo, preparó un plan que nos permite aprender y crecer durante
esta vida. Jesucristo es el centro de este plan. La misión de Cristo no consistió sólo en enseñarnos
sobre Dios el Padre y la forma en que debemos vivir, sino también en preparar una forma de que
podamos ser perdonados después de pecar. El pecado es algo más que cometer un error. Cuando
pecamos estamos desobedeciendo los mandamientos de Dios o no actuamos correctamente a pesar de
que conocemos la verdad (Santiago 4:17).
Antes de ser crucificado, Jesús oró a Dios en el Jardín de Getsemaní a nuestro favor. El sufrimiento
de Cristo por nuestros pecados en Getsemaní y en la cruz en el Calvario se denomina Expiación. Él
padeció por nosotros para que podamos limpiarnos y regresar a vivir con nuestro Padre Celestial. El
evangelio de Jesucristo es la “buenas nuevas” del sacrificio de Cristo por nosotros, que nos
proporciona un camino de regreso al Padre. “Por lo tanto, cuán grande es la importancia de dar a
conocer estas cosas a los habitantes de la tierra, para que sepan que ninguna carne puede morar en la
presencia de Dios, sino por medio de los méritos, y misericordia, y gracia del Santo Mesías” (2 Nefi
2:8).
Fe en Jesucristo.
Una creencia firme de que Jesucristo es nuestro Salvador nos inspira a seguir Sus enseñanzas.
La fe en Jesucristo nos anima a hacer buenas obras. La Santa Biblia enseña: “la fe sin obras es muerta”
(Santiago 2:20). Esto no significa que podamos ser salvos por las buenas obras, porque no hay
suficientes buenas obras que puedan limpiar nuestras almas hasta dejarlas sin rastro del pecado sin el
poder del sacrificio de Cristo. Pero aquéllos que tienen una fe genuina en Cristo desearán seguirlo y
hacer el tipo de obras que Él hizo, como ayudar a los pobres y necesitados, cuidar de los enfermos,
visitar a los que están solos y demostrar buena voluntad y amor por todas las personas.
La fe en Jesucristo es una firme convicción de que Él es quien dice ser y que Él nos ayudará si le
buscamos. La fe en Cristo significa confiar en Él, recordarle y seguir Sus enseñanzas. Es una
convicción de que es el Hijo de Dios: “el camino, y la verdad y la vida” (Juan 14:6).
18

Conforme sigamos Su ejemplo y vivamos de acuerdo con Sus palabras, sentiremos que nuestra fe
crece hasta convertirse en una fuerza activa en nuestras vidas, que nos ayudará a arrepentirnos de
nuestros pecados y a superar nuestros desafíos. La fe en Jesucristo no es una simple declaración de
creencias. Es una fuente de poder que podemos renovar cada día al estudiar Sus palabras, orar e intentar
seguir Su ejemplo con mayor firmeza.

El arrepentimiento
Quebrantar los mandamientos de Dios nos hace sentir pesar, pero Jesucristo ha preparado una forma
para que podamos ser perdonados.
Tener fe en Jesucristo nos hace desear vivir una buena vida. Cuando pecamos y nos arrepentimos,
reconocemos y sentimos un pesar profundo y sincero por lo que hemos hecho mal. Dios entendió al
crear la tierra que no seríamos perfectos y por ello nos proporcionó la manera de superar nuestros
pecados. La capacidad de arrepentirnos es verdaderamente una de nuestras mayores bendiciones.
Para arrepentirnos debemos reconocer y sentir pesar por lo que hemos hecho mal, hacer todo lo posible
por reparar el daño causado y dejar atrás nuestro comportamiento pecaminoso. El arrepentimiento
puede resultar difícil y requiere mucha honestidad, pero el gozo y la libertad que sentimos al alejarnos
de nuestros pecados merecen realmente la pena. Podemos ser perdonados cuando nos arrepentimos
gracias a que Cristo padeció por nuestros pecados. Por esa razón la Expiación es tan importante para
todos nosotros.
Creemos que la Expiación nos permite arrepentirnos y limpiarnos del pecado. Decir que debemos
arrepentirnos de nuestros pecados puede sonar como un castigo, pero el verdadero castigo consiste en
el sentimiento de culpa, el pesar y la decepción que sentimos cuando pecamos. Por lo tanto, el
arrepentimiento es lo contrario del castigo, porque nos permite limpiarnos a la vista de Dios y eliminar
el sentimiento de culpa que experimentamos cuando tomamos decisiones equivocadas.
19

El bautismo

“Sed bautizados para arrepentimiento, a fin de que seáis lavados de vuestros pecados”, Alma 7:14.
Nos unimos a la Iglesia de Jesucristo mediante el bautismo.
El bautismo es una promesa o un convenio que hacemos de seguir a Jesucristo durante toda nuestra
vida. Cuando desarrollamos fe en Él y nos arrepentimos de nuestros pecados, una persona con la
autoridad de Dios para bautizar nos sumerge en el agua y nos levanta para que salgamos de ella. Esta
ordenanza o ceremonia sugiere la sepultura y un nuevo nacimiento, como símbolo del final de nuestra
vida anterior y el inicio de una nueva vida como seguidores de Jesucristo.
Cuando nos bautizamos tomamos el nombre de Jesucristo sobre nosotros. Como cristianos intentamos
seguirle en todos los aspectos de nuestra vida. Jesús fue bautizado cuando estuvo en la tierra. Él nos
ha pedido que sigamos Su ejemplo y nos bauticemos(véase 2 Nefi 31:12). Nos ha prometido que si
seguimos Su ejemplo y cumplimos con las promesas que hacemos al bautizarnos, tendremos Su
espíritu, que nos guiará durante toda esta vida. Como nuestro Padre Celestial es un Dios justo y
amoroso, todas las personas tendrán la oportunidad de aceptar a Jesucristo mediante el bautismo, en
esta vida o en la vida venidera.
20

Después que Jesús fue bautizado, una voz celestial declaró: “Tú eres mi Hijo amado; en ti me
complazco”(Marcos 1:11). Creemos que Dios también se complace cuando cada uno de nosotros
decide seguir a Su Hijo y ser bautizado. Él ve todo lo que hacemos, conoce nuestro nombre y desea
que quedemos limpios para poder regresar a Su presencia.
El don del Espíritu Santo
Dios nos consuela, guía y fortalece por medio del Espíritu Santo.
¿Cómo le ha ayudado el Espíritu Santo?
Cuando Jesús estaba en la tierra, dijo lo siguiente a un hombre llamado Nicodemo: “…el que no
naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Una vez que “nacemos
del agua”, o nos bautizamos, podemos “nacer… del Espíritu” cuando recibimos el don del Espíritu
Santo. Una persona con la autoridad de Dios pone las manos sobre nuestra cabeza y nos confiere el
don del Espíritu Santo (Hechos 8:17). Esta ceremonia se conoce con el nombre de confirmación. El
Espíritu Santo es un espíritu. Es el tercer miembro de la Trinidad, junto con el Padre Celestial y
Jesucristo. Cuando recibimos el don del Espíritu Santo y caminamos con humildad ante Dios, Él
siempre estará con nosotros. Lo denominamos don porque Dios nos da el Espíritu Santo para guiarnos
cuando enfrentamos decisiones difíciles, para consolarnos cuando nos sentimos tristes, para influir en
nuestras mentes y nuestros sentimientos y para ayudarnos a reconocer que algo es verdadero. Este tipo
de ayuda divina nos recuerda que Dios nos ama a cada uno de nosotros y desea ayudarnos a superar
los momentos difíciles de la vida.

Una constante vida cristiana


mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28
Tener fe en Jesucristo significa seguirlo durante toda nuestra vida.
Una relación con Jesucristo es como cualquier otra relación: puede empezar a desaparecer si no nos
mantenemos en contacto. Es necesario esforzarse para ejercer suficiente fe en Jesucristo, para
arrepentirse, bautizarse y recibir el Espíritu Santo, pero debemos esforzarnos por seguir a Cristo para
recibir todas las bendiciones que Dios desea darnos.
La clave consiste en considerar el evangelio de Jesucristo como un modelo de vida, no simplemente
una lista de puntos que hay que cumplir. Podemos seguir desarrollando nuestra fe en Jesucristo
21

diariamente, leyendo Sus palabras en las Escrituras y orando a nuestro Padre Celestial. Cuando
pecamos, podemos arrepentirnos cada vez con un corazón humilde porque la expiación de Jesucristo
es eterna. Podemos recordar las promesas y bendiciones del bautismo al participar de la Santa Cena
cada domingo en la capilla. Podemos seguir dependiendo del consuelo y de la guía del Espíritu Santo
conforme nos va llevando de regreso a Dios.
¿Cuál de las enseñanzas del Salvador ha influenciado su vida?

En ocasiones, aun cuando hacemos todo lo posible por seguir el ejemplo de Jesucristo, nos
encontraremos con obstáculos que pueden causarnos frustración, decepciones, e incluso,
desesperación. Muchas de las cosas de la vida que nos abruman no son resultado del pecado. Por
ejemplo, la muerte o la enfermedad de nuestros seres queridos, el estrés laboral o las dificultades para
criar a una familia pueden constituir desafíos y hacernos sufrir. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que
estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”(Mateo 11:28). En el momento en que
decidamos buscarle, sentiremos Su amor. Éste es otro de los beneficios de una constante vida cristiana:
cuanto más nos acerquemos a Jesucristo, más nos daremos cuenta de que Dios está pendiente de
nosotros en nuestras alegrías y tristezas. Podemos sentir consuelo por el hecho de que Dios tiene un
plan de felicidad para nosotros. Con la ayuda de Cristo podemos cumplir satisfactoriamente con ese
plan y regresar a vivir con nuestro Padre en los cielos. Esto nos permite tener una perspectiva más
amplia y nos ayuda a afrontar los retos de la vida.

Potrebbero piacerti anche