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CENA
Por Joseph Prince
CONTENIDO
Introducción
Capítulo 1: La Santa Cena – Un canal de Dios para la Sanidad Divina
Capítulo 2: Como discernir el Cuerpo del Señor
Capítulo 3: No temer a participar de la Santa Cena
Testimonios
Oración de Salvación
Oración de la Santa Cena
SALUD Y PLENITUD A TRAVES DE LA SANTA
CENA
Como un joven cristiano en una iglesia tradicional, lo que me afectaba más acerca
de la Santa Cena era el juicio de Dios. Yo creía que a menos que confesara todos mis
pecados antes de compartir la Mesa del Señor, yo traería condenación y juicio sobre
mi.
Al principio, trataba de confesar cada pecado, pero después me di cuenta que era
más fácil no tener la Santa Cena. Creo que muchos creyentes tienen ese mismo
temor. Y el creyente promedio tiene muchas preguntas sin respuesta y muchas
preocupaciones con respecto al juicio sobre uno mismo. Algunos creyentes se
preguntan si deben participar de la Santa Cena si aún no se han bautizado. Mientras
que otros están inseguros si deben ir a una clase antes de participar de la Mesa del
Señor. Cuando empecé a pastorear y tuve que ministrar la Santa Cena, mi búsqueda
por estas respuestas me guió a ver el corazón amante de Dios expresado en la Mesa
del Señor. Y descubrí que la Santa Cena no es un ritual más para ser observado, sino
una bendición para experimentar – la bendición de la salud y la Plenitud.
Cuando tomas el pan en tus manos, vas a tener contacto con la más grande expresión
de Su amor. Este amor le hizo resistir a Jesús los crueles látigos en su espalda y le
causó a él sujetar su cuerpo a ser golpeado, torturado y quebrado para que el tuyo
sea sano. Y cuando tomas de la Santa Cena, tú celebras y sueltas tu fe para usar –
experimentar su Salud y Sanidad intercambiada por tus dolores y enfermedades.
Cuando tomas del vino, recuerdas que la sangre del hijo de Dios sin-pecado no solo
trajo tu perdón – eso te hizo por siempre justo, santo y sin mancha. Así que hoy
tienes la perfecta posición ante el Padre y sus oídos están atentos a tus más suaves
señales. Mi oración es que este libro te ayude a remover todos tus temores cada vez
que vas a la mesa y sueltas tu fe para recibir la bendición de la Salud y la Plenitud
por medio de Su cuerpo y Su sangre.
CAPÍTULO 1
LA SANTA CENA – UN CANAL DE DIOS PARA LA
SANIDAD DIVINA
CAPÍTULO 2
COMO DISCERNIR EL CUERPO DEL SEÑOR
Una vez establecido que la Santa Cena es el canal de Dios para la salud y la plenitud
de su pueblo, ahora es el momento de empezar a experimentar la vida divina que
viene a través de discernir el cuerpo del Señor. Ten en cuenta que Pablo dijo que no
fue el error “discernir la sangre”, sino fue el error de “discernir el cuerpo” que hizo
que las personas sean débiles y enfermas, y muriesen antes de tiempo. 1 Corintios
11:29-30 Nueva Versión Internacional (NVI)
29 Porque el que come y bebe sin discernir el cuerpo,[a] come y bebe su propia
condena. 30 Por eso hay entre ustedes muchos débiles y enfermos, e incluso varios
han muerto.
Sin embargo, cuando yo estaba creciendo como cristiano, me enseñaron que los dos
elementos de la Santa Cena deben ser agrupados. Así que solía creer que el cuerpo
y la sangre eran tanto para el perdón de mis pecados. Dios me mostró que el cuerpo
y la sangre no deben ser entendidos como uno solo. Hay dos elementos, porque no
es una aplicación de dos veces en la Santa Cena. El vino, que es su sangre, es para
nuestro perdón. Y el pan, que es su cuerpo, es para nuestra sanidad.
Los corintios, al igual que la mayoría de los cristianos de hoy, no tuvieron problemas
al discernir la sangre. Las epístolas de Pablo hacen que sea muy claro que la sangre
de Jesús trae el perdón de pecados. Colosenses 1:14 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
“en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”
Efesios 1:7 Nueva Versión Internacional (NVI) “En él tenemos la redención
mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la
gracia”
Debido a que el Hijo de Dios, pagó el castigo de tus pecados con su sangre sin
mancha, puedes irte libre, e impune cuando pones tu confianza en su sangre para
salvarte. Al participar del vino, reconoces que fuiste perdonado y has sido
constituido justo. La sangre de Jesús te ha dado la correcta posición ante Dios, de
modo que puedes acercarte confiadamente a Su presencia. Y al orar, puedes estar
seguro de que Él te escucha.
De hecho, yo creo que cuando Jesús dijo, “toma, come; esto es mi cuerpo” (Mateo
26:26), los discípulos no necesitaban ninguna explicación como la que di.
Ellos sabían que él quería impartirles Su vida, Su salud y Su plenitud. Estos hombres
estuvieron con él todos los días y no hubo ningún momento en el que lo vieron
enfermo. No hubo ningún momento en que lo notaron ni con fiebre, tos, ni con dolor
de estómago. Él nunca tuvo que decirles a ellos, “Puede algunos de ustedes predicar
el sermón del Monte por mi? No me siento bien hoy” El Señor Jesús nunca estuvo
enfermo.
Más que eso, él era vibrante, lleno de vida y de salud. Cuando los que no tenían
manos ni pies eran llevados a Él, y estos eran hechos perfectamente completos. La
parte del cuerpo que ellos necesitaban era impartida a ellos desde el almacén
celestial cuando lo tocaban a Él.
El cuerpo de Jesús estaba tan lleno de vida que incluso su ropa impartía Su Salud.
Su cuerpo estaba tan lleno de vida que incluso su ropa impartía Su Salud. La Biblia
dice una mujer con flujo de sangre por 12 años vino a Él sabiendo que él era su única
esperanza. (Marcos 5:25 – 34) Ella tuvo que gastar todo su dinero y sufrir muchas
cosas por muchos doctores. Y cual era el resultado? Ella no mejoraba, sino que
empeoraba! Pero, con un solo toque del borde del manto de Jesús, ella fue
inmediatamente sanada de su aflicción. Si el borde de su manto estaba empapado
de Su Salud, podrías imaginarte Su cuerpo?
Por ello, no me sorprende que Lucas dijera, “Y toda la multitud buscaba tocar a
Jesús, ya que poder salía de él y sanaba a todos” (Lucas 6:19) Cuando un doctor, y
Lucas era un doctor, dice eso, tú sabes que eso es real. No había ninguna necesidad
de decirle a los discípulos cuando Él dijo, “Toma, come; esto es Mi cuerpo”, Él estaba
impartiendo Su vida, Salud, y Plenitud hacia sus cuerpos. Ellos sabían mejor que
nadie que comer el pan significaba recibir y experimentar Su Salud en sus cuerpos
mortales.
Por ahora, debe quedar claro que la sangre y el cuerpo tiene dos aplicaciones
diferentes. Esto es consistente en toda la Biblia. El profeta Isaías dijo: "Ciertamente
llevó él nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores..." (Isaías 53:4, NVI) La
traducción Literal de Young o de la Biblia YLT ofrece una traducción más exacta
de las palabras "enfermedades" y "dolores", afirmando que "Sin duda, nuestras
enfermedades llevó él, y nuestros dolores - Se los ha llevado..." Del mismo modo, en
el Evangelio de Mateo, este versículo fue interpretado como "Él mismo tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades". (Mateo 8:17) En el griego,
"enfermedades" o astheneia significa debilidades corporales. Así que podemos ver
muy claramente que Isaías estaba diciendo que el Mesías iba a tomar sobre su propio
cuerpo, nuestras debilidades corporales, enfermedades y dolores. En otras palabras,
Jesús cargó no sólo con nuestros pecados, sino también con nuestras debilidades
corporales, enfermedades y dolores. Esto es lo que algunos escritores de himnos de
antaño llamaban la "doble cura".
Esta doble cura es evidente en la Pascua. La Cena del Señor se celebró por primera
vez en el mismo día de la Pascua, ya que es la verdadera Pascua.
Lucas 22:15-20 - Traducción en lenguaje actual (TLA)
15 Jesús les dijo: «He deseado muchísimo comer con ustedes en esta Pascua, antes
de que yo sufra y muera. 16 Porque les aseguro que ya no celebraré más esta cena,
hasta el día en que comamos todos juntos en el gran banquete del reino de Dios.» 17
Luego tomó una copa con vino, le dio gracias a Dios y dijo: «Tomen esto y
compártanlo entre ustedes. 18 Porque les aseguro que, desde ahora, no beberé más
vino, hasta que llegue el reino de Dios.»
19 También tomó pan y le dio gracias a Dios; luego lo partió, lo dio a sus discípulos
y les dijo: «Esto es mi cuerpo, que ahora es entregado en favor de ustedes. De ahora
en adelante, celebren esta cena y acuérdense de mí cuando partan el pan.»
20 Cuando terminaron de cenar, Jesús tomó otra copa con vino y dijo: «Este vino es
mi sangre, derramada en favor de ustedes. Con ella, Dios hace con ustedes un nuevo
pacto.
El Antiguo Testamento es la sombra, el Nuevo Testamento es la sustancia real. Jesús
es el cordero verdadero, perfecto, sin mancha, santo de Dios. Así que la Pascua es
un tipo de la Cena del Señor. Durante la primera Pascua, mataron al cordero y
pusieron la sangre en los postes. Esto hizo que el destructor pasara por encima de
sus familias, porque Dios dijo: "Y cuando yo vea la sangre, pasaré por encima de
ustedes, y la plaga no será para ustedes, para destruirles..." (Éxodo 12:13) La sangre
era para el perdón de la gente. La sangre cubría los pecados del pueblo y aplacó los
requerimientos justos de Dios. Pero, ¿qué hicieron ellos dentro de la casa? Éxodo
12:8 - Nueva Traducción Viviente (NTV) 8 Esa misma noche, asarán la carne al
fuego y la comerán acompañada de hojas verdes y amargas, y pan sin levadura. Si
el cuerpo de un "cordero que era sombra" podría traer resultados tan sobrenaturales,
¡cuánto más el cuerpo del "cordero que es la sustancia" verdadera, nuestro Señor
Jesucristo! Se comieron el cordero asado y el pan sin levadura. Esto era para darles
fuerza para el viaje. No era una fuerza natural lo que ellos recibieron. Sino una
sobrenatural. Es por eso que no hubo "... ningún enfermo". (Salmo 105:37) Se
necesita una obra sobrenatural de Dios para que 2,5 millones de personas sean
completamente saludables. Sabemos que este cordero era una mera sombra de la
verdadera sustancia. Así que si el cuerpo de un "cordero sombra" podría traer
resultados tan sobrenaturales, ¡cuánto más el cuerpo del verdadero "cordero
sustancia", nuestro Señor Jesucristo! Aquí, de nuevo, la doble cura estaba en obra -
la sangre era para el perdón, y el cuerpo y el pan eran para la fortaleza divina. No es
de extrañar que cuando salieron de Egipto, no había ninguno débil o enfermo entre
ellos.
David describe la doble cura de esta manera, "Bendice al Señor, alma mía, y no
olvides ninguno de sus beneficios: él es quien perdona (sangre) todas tus
iniquidades, el que sana (cuerpo) todas tus dolencias". (Salmo 103:2-3) Tenga en
cuenta que sus beneficios incluyen el perdón de nuestros pecados, así como la
sanidad de nuestras enfermedades.
La sanidad, como el perdón, no es una promesa. Es un derecho de los cristianos
comprado por sangre! Cuando Jesús tomó nuestro castigo en la cruz, no sólo nos
trajo el perdón, sino que también nos trajo la sanidad. La mayoría de la gente,
cuando se le pregunta si están seguro de su perdón, dicen que sí lo están. Ellos saben
que Dios ya los ha perdonado a causa de la cruz. Pero cuando se les pregunta si
están seguros de su sanidad, dicen no estar seguros.
Quiero que sepas que en la cruz, Jesús cargó con nuestros pecados y nuestras
enfermedades. Entonces, la sanidad, como el perdón, no son una promesa. Es el
derecho de los cristianos comprada con la sangre! Debido a lo que Él hizo en la cruz,
no sólo tenemos el perdón, también tenemos la sanidad. El perdón y la sanidad van
de la mano. La fe que tienes para el perdón es la misma fe que la sanidad fluya.
Jesús nos dijo que tengamos La Santa Cena con frecuencia. Así que debe haber algo
poderoso al respecto. ¿Crees que Dios nos haría hacer algo a menudo sin tener en
cuenta nuestra bendición? Aquellos que creen en el poder de ese único sacrificio
perfecto en la cruz, saben que sus bendiciones como la salud, la plenitud y provisión
abundan en su mesa. Una vez que eres un creyente, eres es un sacerdote. (1 Pedro
2:9) Así que puedes participar de la Cena del Señor, e incluso ministrar a los demás.
Tú no necesitas un pastor para hacerlo. Ten La Santa Cena Con La Frecuencia Que
Lo Necesites En la iglesia, nosotros, los pastores lo hacen porque nosotros somos la
representación de la autoridad espiritual sobre la gente, y debe haber orden en
nuestra forma de hacer las cosas. Pero fuera de la iglesia, tú, como un sacerdote real,
estás calificado para participar por tu cuenta. Haz lo que Jesús dijo - hazlo con
frecuencia. "¿Con qué frecuencia?" Tú puedes preguntar. Tan a menudo como sea
necesario. Depende de la cantidad que desees Su salud y plenitud.
No estoy diciendo que debes participar de la Cena todos los días. Pero si estás
enfermo, te recomiendo que tengas comunión-Santa Cena diaria. Sé de gente que es
tan radical que lo toman como la medicina - tres veces al día. ¿Y sabes qué? Se
obtienen resultados radicales. Algunas personas dicen, "Pastor Prince, no sea
extremista" Aquellos de nosotros que confiamos en Dios y en la obra perfecta de su
Hijo en el Calvario somos extremistas - extremadamente bendecidos. Así que
participa, porque la Santa Comunión-Cena es el canal de Dios para la salud y la
plenitud para ti.
CAPÍTULO 3
NO TENGAS MIEDO DE PARTICIPAR DE LA
SANTA CENA
Dios ha hecho que caminar en Salud Divina sea verdaderamente fácil para su
pueblo. Sólo necesitamos venir a Su mesa, poner nuestra fe en su cuerpo quebrado
por nuestra sanidad y participar. Es tan simple, a la vez, tan poderoso. Eso es el
“porque” el diablo ha tratado de robarle a la Iglesia haciéndole creer que el creyente
no debe participar de la Santa Cena. Y él lo hace haciéndoles creer que ellos son
indignos para venir a la mesa del Señor. Este pensamiento errado es debido
principalmente a una mala interpretación de los versos siguientes: 1 Corintios 11:29-
30 Nueva Versión Internacional (NVI) 29 Porque el que come y bebe sin discernir
el cuerpo,[a] come y bebe su propia condena. 30 Por eso hay entre ustedes muchos
débiles y enfermos, e incluso varios han muerto. Cuando era un joven cristianos, me
dijeron, “No vengas a la mesa del Señor si tienes pecado en tu vida. Si eres indigno
y participas de la Mesa, tú eres culpable del cuerpo y la sangre, y tomarás juicio
contra ti mismo”. Yo no estaba seguro lo que todo eso significaba pero sí estaba
seguro que eso me daba temor. Y me dijeron también, “asegúrate de examinarte a ti
mismo para ver si tienes algún pecado en tu vida. Y asegúrate de confesar todos tus
pecados antes de venir”. Yo nunca me atreví a participar de la mesa porque siempre
me preguntaba, “hay algún pecado que no he confesado?” Y no es que yo vivía en
pecado, sino que no quería tomar el riesgo. Qué si olvidé confesar un pecado? Juicio
caería sobre mi, verdad? Y mi mamá seguro que no resucitaría a un tonto. Así que
escogí no participar de ella, para estar seguro. Cada vez que los elementos de la
Santa Cena pasaban ante mi, yo no los tomaba. Pensé que era mejor no participar de
ellos. Pero irónicamente, por no venir a la mesa del Señor. Me estuve robando a mí
mismo de la fuente de Salud, sanidad y bendición para mí. La enseñanza legalista y
errada es muy dañina porque eso nos mantiene lejos de recibir y experimentar lo
que Dios tiene para nosotros.
LO QUE SIGNIFICA PARTICIPAR INDIGNAMENTE
Entonces leamos por nosotros mismos lo que Pablo dijo para que podamos
participar de una manera digna. 1 Corintios 11:27-29 Reina-Valera 1995 (RVR1995)
27 De manera que cualquiera que coma este pan o beba esta copa del Señor
indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. 28 Por tanto,
pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa. 29 El que come
y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
Primeramente, en el verso 29, él dice que si tú comes y bebes indignamente, tú traes
juicio (condenación) contra ti mismo. Aclaremos una cosa. La palabra
“indignamente” es un adverbio, lo cual significa que eso modifica al verbo. En este
caso, “indignamente” describe la acción de comer y beber. No está describiendo a la
persona que está comiendo y bebiendo. Así que Pablo no está diciendo que si eres
una persona indigna, no participes de la Santa Cena o de la Mesa del Señor. Aún, la
Iglesia de alguna forma ha malinterpretado aquella enseñanza y ahora, los cristianos
están diciendo, “Si tú eres indigno, no participes” ellos dicen, “Si tienes pecado en
tu vida, no vengas a la mesa del Señor, a menos que quieras debilitarte, enfermarte
y morir prematuramente”. Ellos han encontrado que algo que se suponía ser una
bendición se transformó en una maldición. En todo caso, todos nosotros quienes
venimos a la mesa del Señor somos indignos y somos hechos dignos por Su sangre.
Sólo es la muerte de Jesús que nos califica para participar. Pablo no estaba diciendo
que no debíamos participar si somos indignos. Él estaba diciendo que no debemos
participar de una manera indigna. Qué significa participar INDIGNAMENTE? Lee
el verso 29 y concluirás que si fallas en discernir o entender el significado del cuerpo
de Cristo, tú estás comiendo y bebiendo de una manera indigna. Participar
indignamente significa no reconocer que el cuerpo quebrado del Señor era para traer
Salud y Plenitud. Los corintios participaban indignamente porque ellos no
reconocían que el cuerpo destruido del Señor era para traerles Salud y Plenitud. Y
por tratar a la Santa Cena como un ritual, ellos se perdían de la bendición. Ellos no
entendían el significado del Pan. Ellos no sabían porque ellos estaban participando
de ello. Esto es lo que significa participar INDIGNAMENTE. La manera en que
participemos determinará si experimentamos los beneficios del Cuerpo de Cristo. Si
nuestra actitud es, “Es solo un pedazo de pan” entonces es eso lo que será. Y nos
estaremos robando a nosotros mismos de los vivificantes efectos del pan de la Mesa
del Señor. Pablo describió en grandes detalles la manera en que los Corintios
participaban. Hagamos una pequeña mirada.
En tercer lugar, el "juicio" (en el versículo 29) no significa que es la ira de Dios o la
ira, como yo pensaba. En algunos círculos, la gente todavía cree que la sentencia se
refiere aquí a Dios, enviando al infierno. Esa es una interpretación incorrecta. La
palabra griega usada aquí es krima, lo que significa sentencia divina. Cuando Adán
pecó contra Dios, una sentencia divina cayó sobre la raza humana. La debilidad, la
enfermedad y la muerte son algunos de los efectos de esa sentencia divina. La Cena
del Señor es la forma como Dios nos ayuda a contrarrestar el proceso de
envejecimiento y caminar en salud divina. Mientras estamos aquí en la tierra,
nuestros cuerpos están sujetos al proceso de envejecimiento, que es parte de la
sentencia divina. Todos nuestros cuerpos están decayendo cada día. Nuestras
células cerebrales están muriendo todos los días. La Santa Cena es la solución de
Dios para nosotros, para compensar la decadencia. Y aún tus amigos verán los
resultados. Ellos comenzarán a preguntarte: "Oye, ¿por qué pareces lucir más joven
y más joven? Tú nunca pareces envejecer! Un día, cuando lleguemos al cielo,
tendremos cuerpos nuevos que nunca envejecerán, nunca se cansarán y nunca se
enfermarán. Mientras tanto, la Cena del Señor es como Dios nos ayuda a
contrarrestar este proceso de envejecimiento y caminar en salud divina. Cada vez
que participamos, estamos revirtiendo los efectos de la maldición o juicio divino en
tu cuerpo.
Creo que durante mucho tiempo, el diablo ha tratado de cegar a la iglesia del poder
del cuerpo del Señor. Y eso es porque él sabe que no es rival para los que tienen fe
en el poder del cuerpo quebrado de Jesús. Déjeme darte un ejemplo de cómo un
miembro de la iglesia enfrentó un ataque espiritual, pero lo superó a través de la
Cena del Señor. A finales de 2003, mi iglesia organizó muchos viajes a Israel. Cada
grupo de turistas constaba de 120 personas. En total, tuvimos 1.500 personas que
visitando la Tierra Santa. En uno de los viajes, una señorita de unos veinte años,
Suwen, desarrolló una trombosis venosa profunda durante el vuelo con destino a
Israel.
Esta es una condición poco común que resulta de un coágulo en una vena profunda
situada en el muslo o la pierna. Se le llama el "síndrome de la clase económica",
porque algunas personas desarrollan esta condición al viajar usando asientos
pequeños con el nivel de humedad baja. Se forme un coágulo que, si se abre camino
a los pulmones, puede causar insuficiencia respiratoria. Y cuando esto sucede, se
puede producir la muerte. Suwen sintió un dolor en la pantorrilla derecha durante
el vuelo. A medida que fue bajada del avión, de repente se derrumbó. Sus ojos se
pusieron en blanco y empezó a echar espuma por la boca. El personal de la aerolínea
fue muy profesional y de inmediato llamaron a una ambulancia para llevarla al
hospital. En el camino al hospital, su corazón se detuvo de repente. El coágulo había
viajado desde la pierna a su corazón y, finalmente, a uno de sus pulmones, causando
un paro cardíaco. Cuando la ambulancia llegó al Centro Médico Assaf Harofeh, ella
ya se había vuelto azul. La llevaron es la silla de ruedas a la sala de emergencias y
accidentes, donde trataban de reanimarla – resucitarla. Los médicos llamaron a sus
familiares porque creían que no iba a sobrevivir. Estaban a punto de pronunciar su
muerte, pero milagrosamente, después de un intento de última hora, se las
arreglaron para revivir su corazón. Sin embargo, ella estaba en un estado muy
crítico, ya que el coágulo dificultaba la respiración. Ella estaba inconsciente y había
todo tipo de tubos que atravesaban por la nariz y la garganta. Los médicos le estaban
siguiendo de cerca, por temor a que el coágulo puede provocar insuficiencia
respiratoria.
Esa misma noche, su marido, su hermana y su cuñado, que son firmes creyentes en
el poder del Cuerpo del Señor para sanar, participaron de la Cena del Señor juntos,
hablando de la salud y la Plenitud de su cuerpo. Yo estaba con mis líderes en otra
parte de Israel en ese momento y sólo se podía llegar a donde ella estaba cuatro días
después. Cuando llegamos al hospital, los médicos informaron a la familia que su
condición había empeorado. Mis líderes y yo participamos de la Santa Cena, y
pronunciamos los beneficios del Cuerpo quebrado del Señor sobre Suwen. El día
siguiente, ella recuperó la consciencia y los doctores que mantenían un cuidado muy
cercano en el coágulo notaron que no podían encontrarlo más! Ellos no sabían qué
pensar ni atreverse a ser tan optimistas. La tuvieron en observación, pero día tras
día, a pesar de que buscaban el coágulo, no podían encontrarlo. Al mismo tiempo,
ella comenzó a ponerse más fuerte. Después de una semana, la dieron de alta. Una
vez que salió del hospital, se unió al grupo de turistas que y visitaron la tumba del
jardín, donde la resurrección del Señor se llevó a cabo. Los miembros de su familia
compartieron después de todo el episodio que ellos inicialmente se asustaron
mucho. Sin embargo, debido a la enseñanza que ellos habían recibido, ellos sabían
que esa situación no era la obra de Dios, sino un ataque del enemigo.
Ellos fueron extremadamente animados cuando recordaron el testimonio de la
mamá del hno Alberto que fue sanada cuando ella comió del Pan y del Vino en el
ICU. Así que ellos se fortalecieron por participar de la Mesa del Señor, la salud y la
plenitud se manifestaría sobre Suwen.
Ahora participemos de la Santa Cena del Señor y soltemos nuestra fe por el perdón
y la Sanidad. Antes que compartas de ella, solo recuerda que Dios quiere
“prosperarte en todas las cosas y seas saludable, así como prospera tu alma” (3 Juan
2) Prepara el pan y el vino, y no te apresures. Recuerda, esto no es un ritual. Sino
que estás a punto de experimentar personalmente de nuevo Su amor por ti.
Escúchalo a Él decirte, “recibe, come. Este es mi cuerpo, el cual es quebrado por ti”.
Mira sus ojos ardiendo de amor cuando te habla, “esta copa es el Nuevo Pacto en mi
sangre, que es derramada por ti” Mira al Señor llevando en su cuerpo tus pecados y
enfermedades. Él tomó tus pecados en su cuerpo en la cruz. Míralo tomando en su
cuerpo tu condición física también. Si tienes un tumor, mira ese tumor en su cuerpo.
Cualquier enfermedad que podrías tener, míralo en Su cuerpo. Y ya no está en ti.
Mira Su Salud venir a ti. Con toda seguridad él llevó todos tus pecados y
enfermedades.
Así que mientras participas, suelta tu fe en el pan y el vino. Toma el pan en tu mano
y di esto: “Gracias Jesús por tu cuerpo destruido. Es por mi sanidad, por la de mi
conyugue y por la de mis hijos. Gracias por tus llagas, por tus heridas, por tus golpes,
por los azotes que cayeron en tu espalda, somos completamente sanados. Yo lo creo
y lo recibo. (Come el pan)” Siguiente, toma la copa en tu mano y di esto: “Gracias
Jesús por el Nuevo Pacto cortado en tu Sangre. Tu sangre me ha traído perdón y me
ha lavado de todo pecado. Te agradezco que tu sangre me haya hecho justo. Y al
tomarlo, celebro y participo de la herencia de los justos, que es la provisión, sanidad,
plenitud y prosperidad. (Toma el vino)” “Gracias Jesús, te amo porque me amaste
primero”
TESTIMONIOS
Desde julio del 2003, experimenté un sangrado (sangrado leve, esporádico), después
que mi menstruación se había terminado. Eso continuaría durante seis a siete días
más.
Presintiendo que algo andaba mal, consulté a mi ginecólogo. Me hice varios
exámenes físicos y ecografías, pero nada fue detectado. Por último, sólo se podía
atribuir la hemorragia a un desequilibrio hormonal. Yo estaba preocupada al ver que
los médicos no me podían ayudar. En algún momento a mediados de diciembre,
después de que el Pastor Prince hizo una nueva repetición de la enseñanza sobre la
importancia de la Santa Cena, mi marido, nuestras dos niñas y yo empezamos a
tomar la Cena del Señor como una familia unida diariamente. El 23 de febrero de
2004, mientras me colocaba en la mesa y sacando un poco de comida para mi hija,
expulsé un bulto de 2,5 cm de tamaño. Yo estaba un poco sorprendida y grité a mi
marido que esto debe ser un milagro. Al día siguiente, llevé el bulto al hospital para
que los médicos realizaran pruebas para determinar su naturaleza y contenido. El
informe muestra que el pólipo no era cancerígeno (véase el informe de
histopatología). Desde entonces, el sangrado fue completamente parado y yo alabo
a Dios porque a causa de su milagro, yo fui salva de un procedimiento doloroso,
donde el ginecólogo habría tenido que rascar el pólipo en las paredes de mi útero.
Alabado sea Jesús - Él llevó mis pecados y enfermedades en la cruz y al participar
de su obra terminada a través de la Santa Cena, yo soy sanada. Nuestra familia
continúa celebrando la Cena del Señor todos los días. A Dios sea toda la Gloria.
Stephanie Wong
Toda mi vida, yo sufría de calambres menstruales hasta que Dios me sanó cuando
tomé de la Santa Cena. Muchos meses atrás, cuando era el tiempo de mi mes otra
vez, fui golpeada realmente por un intenso dolor. Mis manos y mis pies se enfriaron
y se humedecieron, y mi rostro se puso blanco como una hoja. Caí en la cama,
rodando de lado a lado y gritando de dolor. Siendo una nueva creyente, no sabía
muy bien lo que Jesús hizo por mí en la cruz. Afortunadamente, estuve con mi
prometido, y él es un “creyente que cree”. Él corrió a la cocina para traer unas uvas
y pan, y tuvimos la Santa Cena. Milagrosamente e instantáneamente el dolor cesó.
Su mamá me explicó que Jesús llevó todos nuestros dolores y enfermedades en la
cruz, y eso incluye los calambres menstruales. En ese entonces, no sabía muy bien lo
que ella quería decir. Pero ahora, sí sé. Mientras asistía a la Iglesia durante todo el
año, me di cuenta con toda seguridad, no tal vez, que él se había llevado todas mis
enfermedades y dolores. Mi fe vino al oír y oír la palabra de Cristo.
Después de ese incidente donde yo fui sanada por medio de la Santa Cena, cuando
el dolor vino durante mis meses, yo decía, “Dolor, vete en el Nombre de Jesús
porque él llevó mis dolores en la cruz” después tenía la Cena Santa. Agradezco a
Jesús que ya pasó un año desde mi última experiencia de calambres. Recientemente,
me encontré con amigas de hace años y ellas compartieron que tomaban píldoras y
evadían las bebidas frías para aliviar el dolor de los calambres menstruales. Ahora
sé que hay una manera más fácil – creyendo que la obra de Jesús en la cruz también
proveyó sanidad para nosotros. Él tomó nuestros dolores porque él quiere que
nuestro gozo sea completo. Me di cuenta que su corazón tuvo que tener pena cuando
me vio en dolor. Como puede estar alegre cuando tú te estás cogiendo el estómago
por dolor? Hoy, aun tomo mis bebidas frías cuando viene mi mes y ya no
experimento ningún dolor. Gloria a Jesús! Lo que él hizo en mi vida no termina ahí.
Hay mucho más que él me ha dado y hecho por mi. Él me ha transformado por los
años y me ha dado mucho gozo. Él es sorprendente. Yo podría andar y comentar a
todos sus maravillas. Adelind Yeo
Mi pequeña bebe de 16 meses, Joy, había estado teniendo fiebre y un fluido mocoso
de la nariz por una semana. Durante aquel tiempo, yo la llevé al médico clínico
muchas veces, pero la medicación no ayudaba. Cuando su condición empeoró y
comenzó a vomitar, la llevamos al hospital y ellos la atendieron inmediatamente. El
diagnostico inicial del doctor era que ella tenía gripe gástrica e infección pectoral.
Esto después se cambió a insuficiencia hepática aguda. Para nuestro desconcierto,
nos dijeron que su hígado no era tan rápido que sólo tenía una probabilidad de 20
por ciento de supervivencia. Un trasplante de hígado se recomendaba pero aún con
eso, sus posibilidades de supervivencia se elevaban en sólo un 30 por ciento.
La noticia cayó como una sorpresa para nosotros. Pero hace apenas una semana
antes, todo era color de rosa. Ahora, me sentía como si todo mi mundo se había
derrumbado. La idea de perder a mi hija hizo que todo lo que había sido importante,
parecía trivial. Mi preocupación acerca de no estar en el trabajo se volvió irrelevante.
La culpa y el remordimiento se apoderaron de mí al pensar en los momentos felices
que tuvimos como familia y lo limitada que era debido a nuestros múltiples
compromisos.
En medio de toda esa confusión, decidí llamar a un amigo de la Iglesia Nueva
Creación (New Creation Church) para pedir oración a pesar de que no era cristiana
entonces. Él hizo que uno de sus pastores viniese a orar por nosotros. Ese día, 5 de
marzo de 2004, el Pastor Mark me guio a la oración de salvación. Él y su asistente,
Christina, luego oraron por mi hija Joy. Después de eso, tuvimos la Santa Cena y
proclamaron que debido a que el cuerpo de Jesús fue destruido y roto, el pequeño
cuerpo de Joy debía estar completamente sano. La esperanza creció en mi corazón
por primera vez ese día y sentí un calor reconfortante envolviéndome. Una visión
de mí llevando a Joy a la iglesia cruzó por mi mente y un pensamiento fugaz me
golpeó - Joy se sanaría y proclamaríamos este testimonio ante el mundo. No me
atrevía a compartir esto con nadie, ni siquiera a mi marido. Yo no quería levantar
sus esperanzas demasiado alto. Sin embargo, ahora me sentía como si pudiera poner
mis preocupaciones en Dios. Pero la vista de mi pequeña bebé con agujas y tubos de
todos los tamaños que sobresalían de cada parte de su frágil cuerpo fue
desgarradora. No podía soportar ver como las enfermeras venían a tientas para
insertar las agujas de nuevo en sus venas. Incluso tuvieron que recurrir a las venas
de las axilas y abrieron un pequeño agujero cerca del área de su estómago para
introducir un tubo. En el pasado, todo lo que podía hacer era quedarme parada e
indefensa, pero esta vez, tenía la oportunidad de orar. Y descubrí que la oración no
era difícil. Es un clamor natural, de corazón a mi Padre celestial.
En un principio, le rogaba a Dios que me devolviera a Joy. Le pedía que tomara mi
vida en vez que la de mi hija. Yo estaba desesperada por un milagro, pero realmente
no sabía cómo orar. Gracias a Dios que Él no respondió a esa oración. En vez de ello,
envió a Cristina para enseñarme a orar. Por ella, me di cuenta de que Dios amaba a
mi pequeña mucho más que yo. Me di cuenta que no tenía que renunciar a nada por
su sanidad, porque Jesús dio su vida misma para comprar esa sanidad para ella.
Cristina me dijo que reclame este beneficio de la sanidad de su obra perfecta en la
cruz. Ella me dijo que todos los informes negativos sobre Joy sólo eran temporales.
Pero lo que Jesús hizo es permanente. Comencé a hablar el Salmo 91 sobre Joy y aún
con valentía agradeciendo a Dios por todos los planes que había reservado para ella.
Lo que más me animó fue cuando un colega mío, también de la Iglesia Nueva
Creación, vino y declaró un versículo del Salmo 118 sobre Joy: "No morirás, sino que
vivirás, y contarás las hazañas del Señor" El sábado, la condición de Joy empeoró y
se volvió de color amarillo debido a la ictericia. Los médicos explicaron que su
hígado se estaba deteriorando hasta el punto en que sólo un trasplante podría
salvarla. Mi marido, mi hermana y yo nos habíamos ofrecido para ser los donantes.
Así que se nos dijo que vayamos a casa a descansar un poco esa noche, ya que era
necesario para ejecutar las pruebas en nosotros para el trasplante al día siguiente.
Pero el descanso que habíamos esperado nunca llegó debido a que nuestra hija
mayor Victoria, que tenía dos años y medio años de edad en ese entonces, comenzó
a mostrar los mismos síntomas que Joy tenía. Se despertó a las tres de la mañana con
fiebre y estaba vomitando. Oré, y decidimos enviarla al hospital para un chequeo.
Alrededor de las 6:45am en Domingo, después que el doctor había confirmado que
Victoria estaba muy bien, me mostraron los últimos reportes del laboratorio que
mostraban la condición de Joy. Este atento y bien intencionado doctor me llevó
página tras página sobre las malas noticias, y me dijo que un trasplante era necesario
para salvar a Joy. Pero a medida que pasaba ese reporte, yo rechazaba todos los
informes negativos en silencio en mi corazón. Recordé las palabras que Christina
dijo, esto era temporal, y que mi hija ya estaba sana. Yo había estado teniendo la
Santa Cena todos los días y declaraba la sanidad de Joy. De hecho, yo había rentado
un pequeño rincón en el hospital donde nuestros amigos y familiares se reunían para
adorar y orar. Debí de haber causado un gran revuelo, pero el personal del hospital
eran amables en todo momento. Algunos de ellos estaban preocupados de que yo
podría ser tan ruidosa por toda la oración que hacía, que cuando llegaran las malas
noticias, yo no sería capaz de enfrentarme a la realidad.
Unas persona escuchó a alguien decir: "Ella ora mucho, en realidad ella cree que va
a recibir un milagro?" Pero no me importaba. Yo sólo miraba a Jesús. Yo oraba a él
para que nos enviara a los mejores doctores, enfermeras y asistentes. Incluso oré
para que cada gota de medicamento sea administrado por el mismo Dios. Les pedía
a los ángeles que velaran por ella y agradecía a Dios por cada minuto, por la
reconstrucción de su hígado y por darle un órgano completamente nuevo. A eso de
las 10:30 de esa misma mañana, el médico de repente se presentó en la sala con un
aspecto muy sombrío. Me preparé para lo peor. Mi corazón estaba de nuevo listo
para refutar todos los informes negativos. Pero en vez de las malas noticias, dijo que
el hígado de Joy estaba rejuveneciendo. Dijo que al ritmo que ella estaba mejorando,
ella podría ya no necesitar un trasplante. Toda mi familia estaba llena de alegría.
Después de la larga lucha mental y emocional, de repente me encontré esta noticia
demasiado buena para ser verdad. Me preguntaba si me estaban diciendo eso para
hacerme sentir mejor. Le pregunté si era prudente ser demasiado optimista en este
punto. Después de todo, sólo tenía cuatro días que estaba leyendo esos informes
sombríos. Llamé a Cristina. Ella no podía dejar de alegrarse y empezó a dar gracias
a Dios por como el impacto de su obra poco a poco se introdujo en mi corazón.
Fortalecida, me dirigí a la iglesia para el servicio de las 2:00pm. La presencia de Dios
en ese lugar era increíble. El momento en que entramos, sentía el amor de Dios
lavándome. Yo sólo lloraba lágrimas de gratitud y de alegría.
Cuando llegué al hospital después del servicio, el médico vino con más
actualizaciones. Se nos dijo que Joy estaba "demasiado bien como para estar en la
lista de trasplantes"! Más tarde, el buen doctor me dijo que Joy era muy "afortunada"
porque ellos no hicieron nada especial que podría haber causado una recuperación.
Yo sabía que no era suerte, y sólo continuaba alabando y dando gracias a Dios por
el milagro! El lunes, el día programado del trasplante, en lugar de ver los
procedimientos quirúrgicos, irónicamente, fuimos testigos del retiro de las agujas y
los tubos del cuerpo de nuestra niña. Y a los pocos días, fue trasladada de la unidad
de cuidados intensivos (UCI). El miércoles, los familiares de los muchos otros
pacientes en la UCI unidad pediátrica se me acercaron para preguntar cómo se
produjo el milagro. Compartí con ellos como Dios, en Su amor, curó a mi hija y le
pedí al pastor Mark que orara por sus seres queridos. Así que él se dio fue al pabellón
para orar por los enfermos. En menos de dos semanas, mi pequeñita Joy fue dado
de alta. Toda la gloria a Jesús porque Él verdaderamente puso a Joy de nuevo en
nuestras vidas! Samantha Wong
SANIDAD DE LA PLANTA DEL PIE
Si deseas recibir todo lo que Jesús ha hecho por ti, y hacerlo tu Señor y Salvador, por
favor, haz esta oración: "Señor Jesús, gracias por amarme y por morir por mí en la
cruz. Tu preciosa sangre me limpia de todo pecado. Tú eres mi Señor y mi Salvador,
ahora y siempre. Creo que tú te levantaste de los muertos y que estás vivo hoy.
Debido a tu obra terminada, ahora soy un hijo amado de Dios y el cielo es mi hogar.
Gracias por darme la vida eterna, y llenar mi corazón con tu paz y alegría. Amén"
Toma el pan en tu mano y di esto: “Gracias Jesús por tu cuerpo destruido. Es por
mi sanidad, por la de mi conyugue y por la de mis hijos. Gracias por tus llagas,
por tus heridas, por tus golpes, por los azotes que cayeron en tu espalda, somos
completamente sanados. Yo lo creo y lo aplico ahora. (Come el pan)” Siguiente,
toma la copa en tu mano y di esto:
“Gracias Jesús por el Nuevo Pacto cortado en tu Sangre. Tu sangre me ha traído
perdón y me ha lavado de todo pecado. Te agradezco que tu sangre me haya hecho
justo. Y al tomarlo, celebro y participo de la herencia de los justos, que es la
provisión, sanidad, plenitud y prosperidad. (Toma el vino)” “Gracias Jesús, te
amo porque me amaste primero”