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Juan Calduch
Título: Temas de Composición Arquitectónica: Posmodernidad y otros epígonos.
Fotos Portada:
Escuela de Arquitectura de Alicante, (Dolores Alonso, arq.) fotos de la autora.
I.S.B.N.: 84-8454-112-6
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5
inmaterialidad.................................................................................. 65
3.5.4.3.- Características comunes. .................................................... 69
3.5.5.- La situación actual de la arquitectura...................................... 70
6
1.- INTRODUCCIÓN: LA CRISIS ACTUAL DE LA
ARQUITECTURA.
1
Sobre este concepto véase: DELEUZE, Gilles, GUATTARI, Felix, RIZOMA (UNA
INTRODUCCIÓN), pre-Textos, València, 1997.
2
DELEUZE, Gilles, GUATTARI, Felix, ¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?, Anagrama, Barcelona, 1993,
pág. 114.
7
que está deviniendo)3. Las bases epistemológicas y teóricas son lo que nos
permite entender todo este proceso. Éste sería, en mi opinión el papel que
juega la enseñanza de la Composición Arquitectónica. Un papel que se
convierte en el elemento dialéctico de la práctica. Pero, además, un papel
que sólo adquiere sentido en ese proceso dialéctico, y por lo tanto que no se
puede establecer con independencia o al margen de esa práctica.
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Es pues sobre esta idea, la de la crisis de la modernidad que arrastra consigo
la crisis de la arquitectura moderna, sobre la que voy a centrarme. Una
situación que se plantea desde los supuestos, los fracasos y las
consecuencias de la cultura moderna intentando sustituirla, y que por lo
tanto, sólo se puede entender en relación con esa modernidad y nunca al
margen de ella. Es pues una situación posmoderna, en el sentido que sólo es
explicable como alternativa a la modernidad. Y en este mismo sentido, una
arquitectura posmoderna que únicamente adquiere sentido en relación con la
arquitectura moderna.
5
JENCKS, Charles, EL LENGUAJE DE LA ARQUITECTURA POSMODERNA, Gustavo Gili,
Barcelona, 1980; ARQUITECTURA TARDOMODERNA Y OTROS ENSAYOS, Gustavo Gili,
Barcelona, 1982; MOVIMIENTOS MODERNOS EN ARQUITECTURA, Hermann Blume, Madrid,
1983; por citar los títulos más conocidos existentes en su traducción castellana. El calificativo
posmoderno en relación con la arquitectura lo utilizó Jencks en 1977 aunque él mismo cita antecedentes.
Usa este calificativo entre otros posibles que baraja (como tardo-moderno, neo-moderno, etc.) para
designar un tipo de arquitectura en la que tienen relevancia los aspectos formales que se remiten a
lenguajes históricos. Siguiendo lo señalado por LLORENS, Tomás, PIÑÓN, Helio en su artículo
“Eclecticismo e ideología” (ARQUITECTURAS-BIS, núm. 8, julio 1975) yo llamo a esta arquitectura
neoecléctica.
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2.- LA CRISIS DE LA MODERNIDAD
6
En relación con este enfoque me remito a la abundante bibliografía existente de autores como
HABERMAS, TOURAINE, VATTIMO, WELLMER, etc. y de la que al final del tema se recogen
algunos títulos.
7
Theodor W. ADORNO y la escuela de Frankfurt serían los primeros pensadores en centrar su análisis
en este sentido.
11
sociedades igualitarias (socialistas o comunistas) pero que compartían con
las sociedades capitalistas, al menos como principios básicos de unas y otras,
los valores modernos de racionalidad, igualdad, progreso, crítica
sistemática, libertad. Es evidente que estos valores planteaban conflictos
entre sí (libertad con igualdad, racionalidad con progreso, etc.) pero esto se
interpretaba como situados en otro plano que era necesario abordar de
manera particularizada. Era esto, precisamente, lo que daba pie al
surgimiento de regímenes políticos distintos y enfrentados. Valores
modernos incuestionados, y estrategias o modos de aplicarlos diferenciados
es lo que se producirá como resultado de aquella contienda en las sociedades
más desarrolladas.
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Los valores modernos se reformulan entonces como contravalores: la
igualdad, por ejemplo, se convierte en la reivindicación de la diferencia; el
progreso de toda la humanidad es sustituido por algo así como una caridad
internacional a traves de ONG’s y otras instituciones similares. Todo esto lo
que evidencia es que, a pesar de todo, la cultura actual sigue teniendo, como
punto de referencia, la cultura moderna para negarla, superarla o
transgredirla. Será, por lo tanto, una cultura posmoderna que se presenta
como anti-moderna, contra-moderna, sobre-moderna, super-moderna, neo-
moderna, ultra-moderna. En cualquier caso, siempre como fondo, la cultura
moderna y la conciencia de su fracaso. Marc Jiménez escribe:
8
JIMÉNEZ, Marc, ¿QUÉ ES LA ESTÉTICA?, Idea Books, Barcelona, 1999, pág. 286.
13
artes, de las tecnologías, del conocimiento y de las libertades sería
beneficioso para el conjunto de la humanidad”.9
9
LYOTARD, Jean François, LA POSMODERNIDAD (EXPLICADA A LOS NIÑOS), Gedisa,
Barcelona, 1990, pág. 91.
10
MANCHÁN FIZ, Simón, ‘LA CONDICIÓN POSMODERNA’ DE LA ARQUITECTURA,
Universidad de Valladolid, Valladolid, 1982. Este título alude al libro de LYOTARD sobre la ‘condición
posmoderna’.
14
Si la razón y la racionalidad (paradigmáticamente expresada por la
racionalidad científica) era prácticamente el único criterio de valoración y de
juicio del hombre moderno en su búsqueda de la verdad, en su evolución
histórica, esa racionalidad (científica, económica, social) ha sido
paulatinamente puesta al servicio de unos fines irracionales. Una Razón (con
mayúscula hegeliana) que se antepone así a los propios hombres sometidos a
‘razones´ políticas, económicas, productivas. En el momento en que se
someten medios racionales y eficaces (científicos, técnicos, productivos) a
fines no racionales (el poder, la dominación, la explotación, la destrucción),
la razón moderna queda reducida a una razón instrumental.11. La guerra
científica, desde la II Guerra Mundial a las guerras cibernéticas actuales,
sería el ejemplo más flagrante de una racionalidad de medios eficaces
puestos al servicio de fines no racionales e incluso ilícitos. Pero no es el
único. La destrucción científica y sistemática del planeta (fauna, flora,
reservas naturales, capa de ozono...) puesta al servicio del despilfarro
energético de unos pocos a costa de la supervivencia de la mayoría, es otro
ejemplo ampliamente conocido. En definitiva, el fracaso de la racionalidad
moderna es consecuencia de su puesta al servicio de fines no racionales, de
su transformación en una racionalidad instrumental.
15
“todos los animales son iguales, pero hay unos que son más iguales que
otros” (George Orwell, Rebelión en la granja, 1946), aunque referida al
estalinismo, se ha convertido hoy en una trágica realidad. Lyotard escribe:
Ante la evidencia del fracaso las preguntas que surgen son: ¿No eran válidos
los valores e ideas sobre los que se asentaba la cultura moderna? ¿Eran
válidos para ya no lo son? ¿Siguen siéndolo? ¿Por qué han fracasado? Todo
esto nos conduce a plantear los términos en los que se ha concretado la
12
LYOTARD, J. F., op. cit., pág 92.
13
Ibídem, pág. 92
16
crítica a la modernidad. Una crítica centrada en desvelar los aspectos
utópicos que se encierran en la cultura y el proyecto modernos. Lyotard
escribe:
Una manera nueva de vivir y pensar que se enlaza con la convicción de que
alumbrará un mundo y una sociedad mejor a los que se llegará gracias a la
racionalidad, la tecnología y el progreso. Ese mundo y esa sociedad mejor es
posible anticiparlo hoy mismo acelerando el cambio, avanzando en la
transformación de la situación actual, en definitiva construyendo hoy el
futuro. Recordemos la idea del arte defendida por Schiller15: el arte libera al
hombre porque le anticipa el mundo libre futuro.16 En definitiva, la
modernidad plantea siempre su meta a alcanzar en el futuro y aquí está
precisamente su utopía puesto que para planificar el futuro sólo disponemos
de las herramientas (conceptuales, sociales, económicas, culturales,
políticas) del presente. El futuro se presenta así, y no puede ser de otra
manera, como una simple proyección lineal del presente. Se pretende
imaginar ese futuro a partir de las imágenes, los ideales y los valores del
presente, de forma que se interpreta como un presente idealizado. Todo lo
actual queda condicionado a esa imagen del futuro que, en realidad no puede
ser más que un presente ideal. Según Colin Rowe y Fred Koetter, en la
cultura moderna:
Pero proyectar linealmente los valores del presente hacia el futuro significa
negar la posibilidad de que el futuro pueda elaborar sus propios valores. Esta
es la clave para entender el utopismo y el fracaso del proyecto moderno.
Porque supone hacer un traslado determinista e ingenuo de la historia que, en
última instancia, se revela como ineficaz. Rowe y Koetter escriben:
17
anticipada.” Y por lo tanto esa fusión “... entre utopismo e historicismo
sólo puede actuar para restringir cualquier evolución progresiva,
cualquier emancipación genuina”. 18
“ ... en épocas anteriores esto era raro: el futuro era algo que, de todos
modos, iba a ocuparse de sí mismo”.19
18
Ibídem, pág. 122.
19
Ibídem, pág. 99.
20
Ibídem, pág. 99.
18
Todo esto hace que el purismo y la creencia en los principios (la fe en la
razón y la ciencia) se transforme en puritanismo moral y ética del sacrificio,
el racionalismo se convierta en utilitarismo al servicio de fines irracionales,
el igualitarismo se convierta en xenofobia o racismo, la libertad quede
constreñida al orden vigente.
19
valor difundido); valoración de lo impresentable y de lo no
representable; ironía; hibridación; parodia; travestismo; pastiches (la
reducción del pasado al presente y la reproducción de la
equitemporalidad heideggariana en clave irónica y postmoderna);
carnavalización (la vida como juego, el antifaz y la fiesta); protagonismo
y participación (la ciudad como work in progress abierto a los
significados de cada uno); subjetivismo (la primacía de la construcción
individual, el individuo partidario de sí mismo, coexistencia de diversas
hipótesis, incluso en conflicto, del mundo); casualidad y estocástica
(caída de la previsibilidad y de la predeterminación, primacía de la
casualidad y de la probabilidad)”.21
21
AMENDOLA, Giandomenico, LA CIUDAD POSTMODERNA, Celeste, Madrid, 2000, pág. 72,73
22
Estoy siguiendo lo señalado por ROWE, Colin, KOETTER, Fred en el libro anteriormente citado.
20
quiere son órdenes). Refiriéndose a esta actitud en el campo de la
arquitectura, pero extrapolable a otros campos de la actividad social, Rowe
escribe:
“Es difícil decir hoy cual de estas dos perspectivas programáticas –el
despotismo (... moderno...) de la ‘ciencia’ o la tiranía (... posmoderna...)
de ‘la mayoría’- es la más revulsiva (...) También parece superfluo decir
que estas alternativas –dejemos que la ciencia construya la ciudad o
dejemos que la gente construya la ciudad- son profundamente
neuróticas”.24
23
Ibídem, pág. 97, 98.
24
Ibídem, pág. 12.
25
Ibídem, pág. 70.
21
prisionero. Borges aludía a esta sensación cuando decía que estamos
condenados a ser contemporáneos sin poder rechazar la modernidad por lo
que no nos queda mas que reinterpretarla. Este es el sino del hombre actual:
reinterpretar la modernidad, revisándola o criticándola (posmodernidad),
negándola o rechazándola (antimodernidad), exasperándola y llevandola
hasta el límite (sobremodernidad), buscando una continuidad que supere sus
contradicciones (neomodernidad). Desde todas estas posturas, lo que resulta
evidente es que estamos en una especie de fin de fiesta que dura ya más de
cuarenta años. Montaner, refiriéndose a la arquitectura posmoderna actual
escribe:
26
MONTANER, Josep Maria, “L’ombra del moviment modern” en: MONTANER, Josep Maria (ed.),
LA CRISI DEL MOVIMENT MODERN (QÜESTIONS D’ARQUITECTURA
CONTEMPORÀNIA), Barcanova, Barcelona, 1992, pág. 151.
27
MARCHÁN FIZ, S., op. cit., pág. 9, 10.
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