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DIÓCESIS DE ZIPAQUIRÁ

SEMINARIO MAYOR SAN JOSÉ

CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO


(CELAM)

DEPARTAMENTO DE CATEQUESIS – DECAT

Ma. Oliva Gutiérrez M.


2012

1
TESTIGOS Y SERVIDORES DE LA PALABRA

MANUAL DE FORMACIÓN CATEQUÉTICA - DEPARTAMENTO DE CATEQUESIS –


DECAT

PASTORAL PARA LA EVANGELIZACIÓN LIBERADORA EN AMÉRICA LATINA - PELAL

ÍNDICE GENERAL

Presentación
Introducción
Siglas

I PARTE
LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA REVELACIÓN

1. Dios se nos comunica


Introducción
1.1. La Palabra de Dios y la Revelación
1.2. La Revelación es un acto de comunicación
1.3. Jesús, comunicador pleno del Padre
1.4. La Iglesia, mediadora de la Revelación
1.5. Dimensiones de la Revelación
1.6. Consecuencias para la catequesis.
Síntesis. Para profundizar

2. Las fuentes de la Catequesis


Introducción
2.1. La fuente viva es la Palabra de Dios
2.2. Las fuentes de la catequesis
Síntesis. Para profundizar

3. Catequesis y comunicación del mensaje


Introducción
3.1. El contenido de la catequesis
3.2. Criterios para la comunicación del mensaje
Síntesis. Para profundizar

II PARTE
LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA FE

4. Nacimiento y desarrollo histórico de la catequesis


Introducción
4.1. La catequesis en la Iglesia apostólica
4.2. El catecumenado primitivo
4.3. La educación de la fe en la Edad Media
4.4. La catequesis en la época renacentista
4.5. La catequesis pretridentina en Europa
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4.6. La catequesis tridentina en Europa
4.7. La catequesis en el Nuevo Mundo
4.8. La catequesis en Europa entre los dos Concilios Vaticanos
4.9. La catequesis desde la independencia americana hasta el Concilio Vaticano II
4.10. El Magisterio catequético universal postconciliar
4.11. La catequesis postconciliar en América
Síntesis. Para profundizar

5. Identidad de la catequesis
Introducción
5.1. La naturaleza de la catequesis
5.2. La especificidad de la catequesis
5.3. La finalidad y las tareas de la catequesis
5.4. La catequesis como proceso catecumenal
5.5. La catequesis de iniciación y la catequesis permanente
5.6. La catequesis como iluminación de la experiencia humana
Síntesis. Para profundizar

III PARTE
LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA EVANGELIZACIÓN

6. Los agentes de la catequesis


Introducción
6.1. La catequesis es una tarea común, pero diferenciada
6.2. La comunidad cristiana, primera responsable de la catequesis
6.3. El obispo es el primer catequista
6.4. Los presbíteros colaboran con los obispos
6.5. Los padres de familia: catequistas insustituibles
6.6. Las personas de vida consagrada
6.7. Los catequistas laicos
Síntesis. Para profundizar

7. La formación de los catequistas


Introducción
7.1. Importancia y finalidad de la formación
7.2. Las dimensiones de la formación: el ser, el saber y el saber hacer
7.3. La formación bíblica de los catequistas
7.4. El Catecismo de la Iglesia Católica y el Directorio General para la Catequesis,
instrumentos fundamentales de formación
7.5. Diversos niveles de formación
7.6. El formador de catequistas
7.8. La espiritualidad del catequista
Síntesis. Para profundizar

8. Los catequizandos
Introducción
8.1. Los catequizandos según las distintas etapas de la vida
8.2. Los catequizandos según las situaciones especiales y los distintos ambientes
8.3. Los catequizandos en su contexto sociocultural
8.4. Los catequizandos en su contexto socio-religioso
Síntesis. Para profundizar

9. Ámbitos de la catequesis
Introducción
3
9.1. La familia: Iglesia doméstica
9.2. La comunidad cristiana
9.3. La comunidad parroquial
9.4. La comunidad diocesana
9.5. Las comunidades eclesiales de base
9.6. Los grupos y movimientos apostólicos
Síntesis. Para profundizar

IV PARTE
LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA EDUCACIÓN EN LA FE

10. La catequesis es comunicación


Introducción
10.1. El fenómeno de la comunicación humana
10.2. Los diferentes lenguajes de la catequesis
10.3. La catequesis en la cultura mediática-digital
Síntesis. Para profundizar

11. La pedagogía de la fe
Introducción
11.1. La pedagogía de Dios: fuente y modelo de la pedagogía catequística
11.2. La pedagogía catequística
11.3. La catequesis, acción educativa
11.4. Los aportes de las Ciencias de la Educación
11.5. La metodología catequística
11.6. Elementos de didáctica catequística
Síntesis. Para profundizar

V PARTE
LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO ECLESIAL

12. El ministerio específico de la catequesis en la pastoral orgánica


Introducción
12.1. La catequesis y la pastoral orgánica
12.2. La planeación de la pastoral catequística
12.3. La organización diocesana de la pastoral catequística
12.4. La relación de la catequesis nacional con el nivel regional latinoamericana
12.5. El servicio de la Santa Sede
Síntesis. Para profundizar

13. La catequesis y la Educación Religiosa Escolar


Introducción
13.1. Una mirada al pasado de la Educación Religiosa Escolar
13.2. La identidad de la Educación Religiosa Escolar
13.3. Peculiaridades de la ERE
Síntesis. Para profundizar

BIBLIOGRAFÍA NECESARIA

 CATECHESI TRADEADAE (Lectura obligatoria, con guía)


 CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
 CELAM, La catequesis en América Latina. (Lectura obligatoria, con guía)

4
 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis. (Lectura
obligatoria, con guía)
 CONGREGACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN DE LOS PUEBLOS, Guia para los
catequistas. (Lectura obligatoria, con guía)
 DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II.
 EVANGELII NUNTIANDI (Lectura obligatoria, con guía)
 REDEMPTORIS MISSIO.

ALBERICH, E. (1983). Catequesis y praxis eclesial. Madrid: Central Catequística Salesiana.


ALBERICH, E. (1991). La catequesis en La Iglesia. Madrid: Editorial CCS
ALBERICH, E. Y BINZ, A. (1994). Catequesis de adultos. Madrid: CCS.
ALBERICH, E., Y BINZ A. (1996). Formas y modelos de catequesis con adultos. Madrid:
Central Catequística Salesiana.
CAÑIZARES, A. — DEL CAMPO, M. (Eds.) (1999). Evangelización, Catequesis, Catequistas.
Una nueva etapa para la Iglesia del Tercer Milenio. Madrid, Ed. EDICE.
CAÑIZARES, A. Y DEL CAMPO, M. (EDS.) (1999). Evangelización, Catequesis, Catequistas.
Madrid: EDICE.
CELAM, (1999) Orientaciones generales para la Educación Religiosa Escolar en América
Latina y el Caribe. Santafé de Bogotá: Centro de Publicaciones del CELAM.
CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. (1992) Orientaciones pastorales y contenidos
de los programas de enseñanza religiosa escolar. Santafé de Bogotá: Editorial Kimpres Ltda.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA (1999). Guía para el estudio del DGC. Madrid:
EDICE.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA (1999). Orientaciones pastorales sobre la
Enseñanza Religiosa Escolar. Madrid: Ed. Renovada.
DECAT—CELAM (1999), La Catequesis en América Latina. Orientaciones comunes a la luz
del DECOS-CELAM (1997), Comunicación: misión y desafío. Manual de Pastoral de la
Comunicación. Santafé de Bogotá: Centro de Publicaciones del CELAM.
DECOS-CELAM, La cultura digital- Rito pastoral. Bogotá, D.C.: Centro de Publicaciones del
CELAM.
DICCIONARIO DE CATEQUÉTICA. MADRID, ESPAÑA: CCC.
DICCIONARIO TEOLÓGICO ENCICLOPÉDICO. Estella: Editorial Verbo Divino.
INSTITUTO INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA A DISTANCIA (1997). Catequética
diferenciada. Madrid, España: IITD.
LANGER W. (1977). Catequesis bíblica. Madrid: Marova.
MAYMÍ, P. (1998). Pedagogía de la fe. Madrid, España: Instituto San Pio X.
NUEVO DICCIONARIO DE CATEQUÉTICA. Madrid, San Pablo, vol. I y II.
PUJOL, J, ET AL. (2001). Introducción a la pedagogía de la fe. Pamplona: EUNSA.
RESINES, L. (1992) Catecismos Americanos del siglo XVI. Junta de Castilla y León:
Consejería de Cultura y Turismo.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO (2002). EI presbítero, pastor y gula de La
comunidad parroquial.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS (2000). Directorio para él Ministerio
Pastoral de los Obispos. Santafé de Bogotá: Centro de Publicaciones del CELAM.
VALLEJO, L. (1990). Jesús el Maestro. Pastoral Catequética. Santafé de Bogotá; Ed. USTA.

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SIGLAS
Documentos del Concilio Vaticano II

AA Apostolicam Actuositatem, (18 noviembre 1965).


AG Ad Gentes, (7 diciembre 1965).
DV Dei Verbum, (18 noviembre 1965).
GS Gaudium et Spes, (7 diciembre 1965).
LG Lumen Gentium, (21 noviembre 1964).
SC Sacrosanctum Concilium. Constitución sobre la liturgia, Concilio Vaticano II.
PO Presbyterorum ordinis, decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros
UR Decreto unitatis redintegratio sobre el ecumenismo
IM Decreto inter mirifica sobre los medios de comunicación social
DH Declaración conciliar «dignitatis humanae» sobre libertad religiosa.
GE Declaración gravissimum educationis sobre la educación cristiana
NAe Declaración nostra aetate sobre las relaciones de la iglesia con las religiones no cristianas

Otros documentos de la Iglesia

CAL La Catequesis en América Latina, (1999).


CEC Catecismo de la Iglesia Católica, (11 octubre 1992).
CIC Código de derecho canónico
ChL Chistifideles Laici. Exhortación apostólica, (30 diciembre 1988).
CT Catechesi Tradendae. Exhortación apostólica, (16 octubre 1979).
DEC Departamento de Educación del CELAM
DECAT Departamento de Catequesis del CELAM
DECOS Departamento de Comunicación Social del CELAM
DeV Dominum et vivificatem. Carta encíclica, (18 mayo 1986).
DM Documento de Medellín. II Conferencia del CELAM
DP Documento de Puebla, (1983). III Conferencia del CELAM
DQ Documento de Quito, (1982). I semana LA de catequesis.
DSD Documento de Santo Domingo, (1993). IV Conferencia del CELAM
EAm Ecclesia in America. Exhortación apostólica, (22 octubre 1999).
EN Evangelii Nuntiandi. Exhortación apostólica, (8 diciembre 1975) Pablo VI
ERE Educación Religiosa Escolar
FD Constitución apostólica, El Depósito de la Fe. Juan pablo II
GCM Guía para los catequistas, (3 diciembre 1993).
ICLA Instituto Catequístico Latinoamericano
IITD Instituto Internacional de Teología a Distancia, Madrid España.
ITEPAL Instituto Teológico Pastoral para América Latina
MEDA Materiales audiovisuales de Auto aprendizaje
MPD Mensaje al Pueblo de Dios –Sinodo dobrtre la catequesis en neustro tiempo-1977.
NMI Novo Millennio Ineunte. Carta apostólica, (6 Junio 2001).
PDV Exortacion apstilica Pastores Davo Vobis, Juan Pablo II.
PNUD Programa de las Naciones unidas para el desarrollo
RICA Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (1972)
RM Redemptoris Missio. Carta encíclica, (7 diciembre 1990).
SCALA Sociedad de Catequetas Latinoamericanos.
UNESCO Organización de las naciones unidas para la ciencia y la cultura.

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PRESENTACIÓN

En los planes de formación de los pastores del Pueblo de Dios, Ia Catequética es parte integrante del
Currículo. No puede ser de otra manera, porque esta ciencia-arte de Ia catequesis es herramienta
imprescindible para el sacerdote, ya que ministerio sacerdotal y catequesis son inseparables.

Los calificativos de "imprescindible" e "inseparables" no son un adorno Iiterario, meros adjetivos, sino
términos sustanciales que explican Ia relación estrecha y vinculante entre el sacerdote y Ia catequesis.
La tarea catequizadora del presbítero brota el mismo Orden Sacerdotal, que Io constituye en educador
de la fe (cf. DGC, 24; PDV, 12).

Ministerio Sacerdotal y Catequesis se enriquecen mutuamente. Por una parte, Ia vitalidad de la


catequesis depende en gran medida de los sacerdotes. Ellos son sus animadores y los formadores de los
catequistas en las diversas comunidades eclesiales. Por otra, la catequesis, en cuanto ministerio de Ia
Palabra, es una expresión del oficio sacerdotal.

Los futuros sacerdotes, por tanto, han de adquirir una formación catequética que los ayude ante todo a
comprender la catequesis como momento privilegiado del proceso evangelizador, no como un acto
puntual, limitado, que comienza y termina en sí mismo.

La catequesis abarca la vida humana por edades y la vida cristiana por niveles, desde la iniciación hasta
la madurez. Se desarrolla como camino o itinerario pedagógico, formador de los creyentes en Cristo. Es
de tal manera fundamental con la evangelización que sin ella no hay auténticos cristianos.

Pero faltaba en los seminarios de América Latina y el Caribe un instrumento al servicio de los
formadores y seminaristas. Esta laguna viene a ser llenada por este manual “Testigos y servidores de la
Palabra” (Cf. Lc 1,2).

Desde el CELAM saludamos con esperanza este Manual de Catequética y nos congratulamos con sus
autores. Lo ofrecemos no sólo a los Seminarios, sino a las Iglesias Particulares y lo ponemos bajo la
maternal bendición de María, Madre de Cristo y de la Iglesia y primera evangelizadora del continente.

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I. LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA REVELACIÓN

1. Dios se nos comunica


2. Las fuentes de la Catequesis
3. Catequesis y comunicación del mensaje

Muchas veces y de muchas maneras habló Dios.


Antiguamente a nuestros antepasados
Por medio de los profetas. Ahora, en estos últimos tiempos,
Nos ha hablado por media del Hijo
(Hb 1, 1-2 a)

1. DIOS SE NOS COMUNICA

INTRODUCCIÓN

MARAVILLA incomparable de nuestra fe es el hecho de que Dios, trascendente y omnipotente, se


haya querido comunicar con sus hijos, los hombres y mujeres de todos los tiempos. En efecto, el Dios
en quien creemos los cristianos es un Dios-persona, que habla a les seres humanos, se comunica con
ellos, se revela a Si misma. Esta auto-manifestación y auto-donación de Dios al género humano se
designa en la Iglesia y en Ia teología con el término de Revelación. Este es un hecho real y gratuito de
parte de Dios. Quiso Dios con su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su
voluntad (DV 2).

En su comunicación con su pueblo Dios ha actuado como el mejor pedagogo. Se ha revelado de


muchas maneras y por etapas: primero, de modo imperfecto por medio de los profetas; por último,
plenamente en su Hijo Jesucristo. Por eso, Él es la Palabra de Dios (Ap 19,13; Hb 1,1-3; Jn 14,8-9).

Dios continúa hoy revelándose a todos los seres humanos por medio de la Sagrada Escritura, la Iglesia
y los acontecimientos de la historia. Mediante la evangelización y la catequesis la Iglesia hace llegar la
Palabra de Dios, la Revelación, a todas las personas. Para comprender la naturaleza, la finalidad, los
sujetos y los ámbitos de la catequesis es necesario profundizar las relaciones que existen entre, la
Revelación y la Catequesis.

1.1. La Palabra de Dios y la Revelación

Hay que tener en cuenta que la Revelación se entiende hoy en la Iglesia como un diálogo entre Dios y
la humanidad, que alcanza su punto culminante en la persona de Jesucristo. Es Dios mismo el que se
comunica. El ser humano entra en contacto con un Dios personal. No solo conoce verdades acerca de
Dios sino a Él mismo.

No siempre se ha entendido a Revelación como ese diálogo interpersonal entre Dios y el ser humano.
EI Magisterio de la Iglesia y la Teología han ido aclarando cada vez más el concepto de Revelación. Es

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interesante, por ejemplo, ver la diferente concepción que tienen de la Revelación el Concilio Vaticano I
y el Concilio Vaticano II.

Desde el siglo XIX el concepto de Revelación cristiana ha ido evolucionando gracias a una mejor
comprensión de la Sagrada Escritura. Se ha pasado de una concepción en clave neótica (comunicación
de verdades) a una concepción en clave interpersonal, de diálogo, en la que juega un papel
determinante la categoría "palabra".

Se dice, con el mismo sentido, que Dios se revela, que se comunica o que habla. Así decían los profetas
(Jr 1,8; Ez 2,7; Is 1,10); así también el Nuevo Testamento:

En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los
profetas. Ahora, por último y definitivamente, nos ha hablado por su HIJO, mediante el cual creó los mundos y al
cual ha hecho heredero de todas las cosas. EI es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios
es y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa (Hb 1,1-3).

La Sagrada Escritura llama a Jesucristo "Palabra", por cuanto Él nos revela a Dios, nos dice quién es
EI, cómo es y cómo actúa en Ia creación y en Ia historia. En el término "Palabra" resuena toda la acción
creadora de Dios (Gn 1,1-26; Si 33,6), su palabra reveladora (Sal 33,4; 119,89), su palabra salvadora
(Sal 107,20) y Ia personificación de su divina sabiduría (Pr 8,22-31; Sb 8,6; 9,9).

EI Concilio Vaticano II interpreta este fenómeno de la palabra, aplicado a Cristo, a partir del misterio
de la Encarnación:

La Palabra de Dios, expresada en lenguas humanas, se hace semejante al lenguaje humano, como la Palabra del
eterno Padre asumiendo nuestra débil condición humana, se hizo semejante a los hombres (DV 13).

EI término "palabra" no significa, pues, conjunto de sílabas; Dios no tiene palabras como nosotros. Su
palabra es una sola que, como quede dicho antes, se ha manifestado en el tiempo de diversas maneras,
pero que en definitiva es una persona, Jesucristo.

Aquí puede surgir una pregunta: si Dios no tiene palabras, ¿Cómo se comunica o revela a los seres
humanos? La Constitución Dogmática sobre Ia Divina revelación (3), expresa:

Dios, creando y conservando el universo por su Palabra (Jn 1,3), ofrece a los hombres en la creación un
testimonio perenne de sí mismo (Rm 1, 19-20); queriendo además abrir el camino de la salvación sobrenatural, se
reveló desde el principio a nuestros primeros padres.

EI Catecismo de la Iglesia Católica (35), en esta misma línea del Concilio, comenta:

Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocería existencia de un Dios personal. Pero para que el hombre
pueda entrar en su intimidad, Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa
Revelación.

Extraordinaria fue la experiencia que tuvo de Dios el pueblo de Israel, de la cual da testimonio la
Biblia. Tal experiencia histórica permanece hasta hoy como modelo de búsqueda de Dios. Pero no fue

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Israel el que encontró a Dios, sino Dios el que encontró a Israel. La iniciativa de Ia Revelación partió
de Dios y alcanzó su culmen en Ia persona de Jesucristo (Tt 3,4-7).

Jesucristo con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte
y gloriosa resurrección, y con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la Revelación (DV 4).

Para revelarse a nosotros Dios ha usado una pedagogía. La Iglesia enseña que Dios nos comunica su
designio de amor, sirviéndose de acontecimientos y palabras humanas y lo hace progresivamente por
etapas. La historia bíblica nos muestra como Dios dispuso Iargamente a los interlocutores de su Palabra
para una mayor comprensión de su voluntad (DGC 38).

— Jesucristo, de un modo especial, en el trato con las multitudes y sobre todo con los apóstoles, uso
esta pedagogía. Así los discípulos, a través de sus palabras y acciones, que culminaron en su muerte y
resurrección, fueron descubriendo el misterio de su Persona como imagen (ícono) del Padre y su
significado para toda la humanidad.

— Esta buena noticia de la salvación (Evangelio), por el propio deseo de Jesucristo, debe llegar a
todos. Por eso dejó a sus discípulos la gran misión de evangelizar a todos los pueblos. A través del
mismo proceso pedagógico de palabras y obras sus seguidores han de transmitir Ia Revelación y
anunciar Ia salvación.

— La Iglesia está al servicio de la Palabra de Dios, Para llevar a cabo su misión evangelizadora se vale
de muchos ministerios pastorales, siendo uno de ellos el Ministerio de la Palabra. La catequesis forma
parte de este ministerio, pues continuamente actualiza Ia Palabra de Dios al mundo de hoy. A este
respecto, dice el DGC (39):

La catequesis, por su parte, transmite los hechos y las palabras de la Revelación: debe proclamarlos y narrarlos y
al mismo tiempo, esclarecer los profundos misterios que contienen. Aún más, por ser la Revelación fuente de luz
para la persona humana, la catequesis no solo recuerda las maravillas de Dios hechas en el pasado sino que, a la
luz de la misma Revelación, interpreta los signos de los tiempos y la vida de los hombres y mujeres, ya que en ellos
se realiza el designio de Dios para la salvación del mundo.

— El catequista posee la Palabra de Dios en su boca y en su corazón (Rm 10,8-9) en la medida en que,
siendo dócil oyente de la Sagrada Escritura y de las enseñanzas de la Iglesia y testimoniando su fe en el
seno de la comunidad, transmite a sus hermanos su profunda experiencia de Dios. En este sentido el
catequista es un profeta, pues comunica la Palabra de Dios, hace eco en el hoy de su comunidad a Ia
misma palabra pronunciada en el pasado haciéndola comprensible a sus hermanos. El término
catequesis significa justamente en su origen (Kata echen) "resonar". La catequesis de hecho hace que
resuene la Palabra de Dios en los hombres y mujeres de hoy.

— La Revelación es una iniciativa divina. A nosotros nos corresponde dar una respuesta de fe.

A Dios que se revela se le debe la obediencia de la fe, por la cual el hombre se adhiere libremente al Evangelio de
la gracia de Dios’ (Hch 20,24), con asentimiento pleno de la inteligencia y de la voluntad. Guiado por la fe, don
del Espíritu, el hombre llega a contemplar y gustar al Dios del amor que en Cristo ha revelado las riquezas de su
gloria (DGC 45 b).

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1.2. La Revelación es un acto de comunicación

La comunicación es a todos los niveles una categoría fundamental de la Revelación cristiana. Es decir,
la Revelación es en sí misma un acto de comunicación.

El primer nivel de comunicación es el que se produce en el seno de la Santísima Trinidad


(comunicación ad intra). Las tres Personas divinas son, por igual y de manera mutua, emisoras y
receptoras de conocimiento y amor (Mt 11,27; Jn 6,65; 10,14-17).

Un segundo nivel es la revelación-comunicación hacia fuera de la Trinidad, a los seres humanos. Este
paso se da, porque Dios es Amor (1 Jn 4,8.16) y el amor es esencialmente comunicación.
El momento culminante de esta comunicación divina ad extra es, como ya se dijo, la encarnación de la
Palabra de Dios (Jn 1,14), la cual se hace a los ojos de los hombres imagen visible del Dios invisible
(Col 1,15; cf. Jn 14,17). En esta cultura audiovisual del mundo contemporáneo, Jesús aparece como el
más perfecto audiovisual que se pueda imaginar. Para comunicarse con la humanidad, y para que esta a
su vez pueda comunicarse con El, Dios se hace "audiovisual".

Un tercer nivel es la comunicación eclesial de la Revelación mediante la evangelización y la catequesis.


Esta comunicación tiene también su origen en Dios. El ser humano, por ser creado a imagen y
semejanza de Dios, es un ser para la comunicación. A ella lo impulsa el Espíritu de Dios. Este impulso
a comunicar lo que lleva dentro es también punto de partida de la acción evangelizadora. El gran
evangelizador, san Pablo, narra su propia experiencia interior al sentirse urgido a evangelizar y
exclama: ¡Ay de mi si no evangelizo! (1 Co 9,17-18).

1.3. Jesús, comunicador pleno del Padre

El Concilio Vaticano II, después de describir el hecho de la Revelación como la automanifestación del
mismo Dios y de poner de relieve el modo o la pedagogía con que la realiza, declara que Jesucristo es,
al mismo tiempo, su mediador y su plenitud (cf. DV 2 b; 4 b). Él es el comunicador pleno y definitivo
del Padre, el acontecimiento hacia el cual convergen todos los acontecimientos de la historia de
salvación (DGC 40 b).

Jesucristo es la plenitud de la Revelación porque es la Palabra de Dios y no solo un profeta o el más


grande de los profetas. Por lo tanto, el revela todo lo que el Padre ha decidido que debe ser revelado. La
verdad de Dios queda avalada por el hecho de que el que habla es el Hijo de Dios.

Con esa afirmación el Concilio quiere decir que todo lo que los hombres y mujeres necesitan de Dios
para ser salvados, se encuentra en Jesucristo y lo descubren por el testimonio que de él dejaron los
apóstoles. En efecto, los evangelios son el testimonio principal de Ia vida y doctrina de Ia Palabra
hecha carne, nuestro Salvador (DGC 41).

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La Revelación divina se despliega históricamente desde la aparición de Cristo (cf. Tt 2,11-14) hasta la
desaparición de los apóstoles. Después de Él y sus apóstoles no debe esperarse ninguna otra Revelación
pública (DV 4 b), que se considere indispensable para la salvación del mundo.

EI contenido de la Revelación fue entregado totalmente por Cristo y con El quedó cerrada toda
Revelación salvífica. Sin embargo —advierte el Catecismo de la Iglesia Católica— aunque la
Revelación esté acabada no está completamente explicitada (N° 66). Los apóstoles no tuvieron tiempo
de explicitar todo el contenido de la Revelación. Esa tarea corresponde ahora a la Iglesia hasta el fin de
la historia. De aquí que el contenido de la Revelación es captado por las personas de cada época
conforme a su horizonte de comprensión y al despliegue evangelizador de la Iglesia. Por tanto, el
dinamismo de la Revelación se mantiene vivo. La Revelación no es simple fidelidad al pasado; es
también y sobre todo apertura al futuro, actualización del mensaje cristiano.

A mí, el menor de todos los santos, me fue concedida esta gracia: Ia de anunciar a los gentiles Ia insondable
riqueza de Cristo y esclarecer como se ha dispensado el misterio escondido desde siglos en Dios, creador del
universo, para que la multiforme sabiduría de Dios, sea ahora manifestada a los principados y a las potestades en
los cielos, mediante Ia Iglesia, conforme al designio eterno realizado en Cristo Jesús (Ef 3,8-12).

1.4. La Iglesia, mediadora de la Revelación

La Constitución Dogmática sobre la Iglesia (LG 8) al exponer el misterio de la Iglesia, asamblea visible
y comunidad espiritual, la compara, por una notable analogía, al misterio del Verbo encarnado. Ella es
prolongación histórica del misterio de la encarnación.

Cristo —dice también la LG-, el único mediador instituyo y mantiene continuamente en la tierra a su Iglesia santa,
comunidad de fe, esperanza y caridad, como un todo visible, comunicando mediante ella la verdad y la gracia a
todos.

La Iglesia, por tanto, no opaca Ia mediación única de Cristo (cf. 1 Tm 2,5), sino, por el contrario, está a
su servicio. Por otra parte, Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad (1 Tm 2,4). De esta voluntad salvífica universal de Dios se sigue el mandato de que su divina
Revelación se transmita a todas las personas de todos los tiempos y culturas.

La Iglesia 'sacramento universal de salivación’, movida por el Espíritu Santo, transmite la Revelación mediante la
evangelización: anuncia la buena nueva del designio salvífico del Padre y en los sacramentos, comunica los dones
divinos (Directorio General para la Catequesis 45).

Tanto la Sagrada Escritura como el magisterio de la Iglesia nos aseguran que la Iglesia, en dependencia
de Cristo, es mediadora de la Revelación en cuanto que anunciar el evangelio o evangelizar constituye
para ella su vocación propia y su identidad más profunda (EN 14).

El ministerio de la Palabra y la catequesis son elementos fundamentales del proceso evangelizador y de


la mediación de la Iglesia. Otro elemento constitutivo de esa misma mediación es el magisterio eclesial.
A él le corresponde (...) interpretar auténticamente la Palabra de Dios oral o escrita (...) Pero el
Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su silencio para enseñar puramente lo
transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente,
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lo custodia celosamente, lo explica fielmente (DV 10). La Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto,
conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree (DV 8).

1.5. Dimensiones de Ia Revelación

La grandeza y sublimidad de la divina Revelación, tal como fue entendida por el Concilio Vaticano II,
se esclarecen más cuando se analizan sus diferentes dimensiones:
 personal,
 comunitaria,
 social,
 cristológica,
 dinámica,
 histórica y liberadora.

1.5.1. Dimensión personal

o La primera característica de Ia Revelación es su dimensión personal. Dios no nos revela


verdades sobre Él, sino que se comunica a Sí mismo. Tal comunicación es un acto de amor y, por lo
tanto, es muy personal. (Dios invisible), movido de amor habla a los hombres como amigos, trata
con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía (DV 2).
o La Revelación divina es relación interpersonal entre Dios y la humanidad. Más que enseñarnos
una doctrina, Dios se manifiesta a sí mismo, revelando a los seres humanos el misterio de su amor.
o El Dios trascendente e infinitamente santo vive entre nosotros, entra en nuestra vida y en
nuestra historia. Él toma la iniciativa y abre el diálogo con los seres humanos. Habla con ellos como
un amigo con sus amigos, como Io hizo con Abraham, con Moisés, con David, con los apóstoles.
Jesucristo, plenitud de Ia Revelación, es la Palabra única, perfecta y definitiva del Padre (CEC 65).
o Jesucristo vino a vivir entre nosotros y a ofrecernos su amistad para llevarnos a la comunión de
pensamiento y amor con la Santísima Trinidad. He venido para que tengan vida y Ia tengan en
abundancia (Jn 10,10).
o Así Dios revela lo que Él es: amor. Ofrece la salvación a todas las personas como don de su
gracia y de su misericordia que implica la liberación de la esclavitud del mal, del pecado, de la
muerte. De esta manera queda manifiesta la verdadera vocación y dignidad de cada persona humana
(DGC 37).

1.5.2. Dimensión comunitaria

• Dios se manifestó primeramente a un pueblo, no a personas particulares. Si, como acontece muchas
veces en la Biblia, Dios se comunica con personas particulares, es para que ellas sean portavoces de su
voluntad para los otros; de allí el concepto de PROFETA. Profeta es aquel que habiendo tenido una
profunda experiencia de Dios, transmite esa Revelación a sus hermanos.

• Este es, precisamente, el carácter comunitario de la Revelación. Jesús se reveló e instruyo de modo
particular a los apóstoles, para que ellos, como núcleo fundamental de esta nueva comunidad,

13
anunciasen a todos los pueblos las maravillas del Dios de Jesucristo. Por eso se habla también del
carácter universal de la Revelación.

1.5.3. Dimensión social

• Las palabras y obras de Dios, repercuten profundamente en la vida social de las personas y de los
pueblos. La predicación y las acciones de Jesucristo, por ejemplo, tienen consecuencias claramente
sociales: Jesús, con su praxis de solidaridad con los pobres y los débiles, denunció y combatió la
marginación social (leprosos), la discriminación de género (mujeres) y las divisiones raciales
(samaritanos).

• Si por un lado Dios se nos revela en cuanto comunidad, también la respuesta de la fe tiene un aspecto
social. Se le busca y se le responde a Dios, juntos, aquí ahora, en el trabajo cotidiano, en la historia.

1.5.4. Dimensión cristológica

• Cristo es el centro de la Revelación. Jesucristo es la expresión máxima de la Revelación. Se presenta


a sus seguidores como el Camino, la Verdad y la Vida y nadie va al Padre sino por El, pues quien lo ve,
ve al Padre; es la imagen del Dios invisible, la más perfecta imagen del Padre (Jn 14,5-11; Col 1,15).

• La encarnación del Verbo, su nacimiento, vida, muerte y resurrección, son los acontecimientos
centrales de la Revelación divina. La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre que
transmite dicha Revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda la Revelación (DV 2).

• Jesucristo ocupa en la Revelación divina un lugar absolutamente central como palabra suprema y
definitiva, punto culminante de la manifestación de Dios y de su proyecto para la salvación de la
humanidad.

· Todo lo que el Padre tenía que revelarnos nos lo manifestó en Cristo Jesús, de modo que ya no
esperamos ninguna otra Revelación. Con la muerte de los apóstoles, testigos de la resurrección de
Jesús, termina la Revelación constitutiva. Es también el mismo Jesús el que nos entrega al Espíritu
Santo, que opera en nosotros para conducirnos personal y socialmente a la verdad total (Jn 14, 25).

1.5.5. Dimensión dinámica

• El acontecimiento Cristo es definitivo: se realizó una vez por todas, en un momento determinado de la
Historia. Mientras misteriosamente, por la acción del Espíritu dicho acontecimiento se va haciendo
presente en Ia vida de cada persona, de cada grupo humano, de toda sociedad que se abre a la acción de
la gracia divina. Es el dinamismo de la Revelación que se va enriqueciendo con las manifestaciones de
la fe y la vivencia del misterio de Cristo en las diferentes culturas, en los acontecimientos, en las
exigencias y en las aspiraciones de nuestros tiempos.

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• Así la experiencia cristiana va haciendo que la verdad revelada sea cada vez mejor percibida, mejor
entendida y mejor expresada. Este crecimiento se extiende hasta el fin de los tiempos. A medida que
comprendemos y vivimos Ia riqueza infinita del misterio cristiano (Jn 14,15-17).

1.5.6. Dimensión histórica

• Contrariamente a lo que muchos piensan, el proceso de la Revelación o comunicación de Dios con


nosotros no se realiza por medio de una simple transmisión oral. Dios se revela en la historia por obras
y palabras intrínsecamente ligadas (DV 2): es el carácter histórico de Ia Palabra de Dios. Su
manifestación acontece dentro del camino histórico de la humanidad. HISTÓRICO aquí significa
aquello que pertenece a nuestra realidad: no es un mito o una realidad que esta fuera de nosotros. Es
también el principio de la encarnación: Ia Palabra (Verbo) se hizo carne.

• EI binomio obras y palabras es fundamental para entender este carácter histórico de la Palabra de
Dios. A través de los acontecimientos de nuestra historia, Dios va dando a conocer su voluntad, su
designio de amor. Aquéllos que poseen esta profunda experiencia de Dios en sus vidas, guiados por el
Espíritu Santo, van hablando a sus hermanos, van indicando su presencia en nuestra vida. Son las
palabras de los profetas. Iluminan los acontecimientos de la vida. En la Biblia el concepto de
PALABRA DE Dios es el conjunto de estos dos elementos (palabras y acciones) íntimamente unidos
(en hebreo: dabar).

• En este sentido también Jesús de Nazaret es el punto culminante de la Revelación. En primer lugar es
una persona, un acontecimiento: principalmente a través de sus acciones, actitudes, gestos y prodigios,
revela Ia presencia de Dios en nuestro medio. Su palabra (discursos, parábolas, enseñanzas, doctrina...)
va iluminando el sentido de sus gestos. Así, Jesús es el profeta por excelencia y la clave definitiva de
interpretación de la vida y de la historia.

• En una palabra, todos los misterios revelados tienen una dimensión existencial y toda existencia
puede ser iluminada por el mensaje revelado.

1.5.7. Dimensión liberadora

• EI acontecimiento fundante de Israel como Pueblo de Dios, a través del cual Dios se reveló, fue el
ÉXODO. Siendo esclavos en Egipto, por la poderosa mano de Dios, liderados por Moisés, se liberaron
del Faraón, atravesaron el Mar Rojo y alcanzaron le tierra prometida. Fue a través de este hecho, bien
concreto e histórico, que este pueblo oyó la Palabra de Dios.

• Desde entonces, esta palabra divina es siempre liberadora. Figura del misterio pascual, el verdadero
éxodo de le humanidad aconteció en Jesucristo: murió por nuestros pecados y resucitó para nuestra
justificación (Rm 4,25).

• La Palabra de Dios posee fuerza transformadora y libertadora y es, ante todo y principalmente,
liberación de la esclavitud radical del pecado. Compromete a los cristianos activamente en la
construcción del Reino de Dios, para que viva la libertad de los hijos de Dios.
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1.6. CONSECUENCIAS PARA IA CATEQUESIS

Hoy dos temas importantes relacionados con la catequesis y la Revelación. Uno es el principio de
interacción entre fe y vida; el otro es la inculturación.

1.6.1. Interacción entre fe y vida

Conforme a lo dicho hasta ahora, no basta repetir y explicar el mensaje bíblico de manera abstracta e
impersonal. Las señales de Ia Revelación del pasado solo tendrán valor y credibilidad hoy, si son
anuncio de una BUENA NOTICIA que resuene en sus vidas y una interpretación de los
acontecimientos que hacen nuestra historia, de tal modo que ellos adquieran un significado. Todo ha de
ser iluminado, interpretado y comprendido a la luz de Ia Palabra de Dios.

Entonces el hecho de la Revelación, ya acontecida, aporta una luz a nuestra vida actual y, por otro lado,
expresamos y formulamos nuestra fe usando los elementos de nuestra experiencia de hoy. Este proceso
se llama INTERACCIÓN: consiste en la relación mutua y eficaz entre dos elementos: fe y vida. Por
una parte, la fe influye en nuestra vida iluminándola y dándole sentido; y por otra parte, la vida se abre
a la trascendencia.

En la catequesis se realiza una interacción entre la experiencia de vida y la formulación de la fe; entre
la vivencia actual y el dato pasado de la Tradición. De un lado la fe propone el mensaje de Dios y
convida a una comunión con Él, que sobrepasa la búsqueda y las expectativas humanas; de otro, la
experiencia humana es cuestionada y estimulada para abrirse a un horizonte más amplio.

Sería un error considerar cada uno de estos elementos aisladamente la Revelación (la doctrina), o la
vida (la existencia humana). Al contrario, se debe mantener siempre una perspectiva bipolar en
continua interacción.

El Papa Pablo VI se refiere al tema de la interacción entre Evangelio y vida cuando escribe:

La evangelización no sería completa si ella no tuviera en cuenta Ia interpelación recíproca que en el curso de los
tiempos se establece entre el Evangelio y la vida concreta, personal y social, del hombre (EN 29).

El principio de la interacción entre fe y vida bien manejado hace que nuestra catequesis deje de ser
discurso y palabra sin significación, para transformarse en MENSAJE, verdadera PALABRA DE Dios
que incide en la vida de las personas, llevándolas a la verdadera conversión y adhesión al Evangelio y a
la Iglesia.

1.6.2. Inculturación

El principio de la interacción entre fe y vida en la catequesis lleva a una importante conclusión:


escuchar, ver y compartir la vida del pueblo. Por eso el catequista está siempre muy atento a la cultura
de su pueblo. Aquí tomamos el término CULTURA en su significado de conjunto de todas las

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manifestaciones, costumbres, pensamiento y acción de un grupo humano. Algunos textos del
magisterio de la Iglesia pueden ayudar a profundizar lo anterior: DP 386, 387, 388 404; SD 228, 252.
Es justamente en el dinamismo de la cultura donde la Palabra de Dios debe penetrar y transformar.

EI Evangelio no está atado a una determinada cultura. Fue vivido y expresado primeramente en la
cultura semita del pueblo escogido. Sin embargo inmediatamente, al ser llevado a otras naciones,
asumió las diversas culturas y comenzó a expresarse a través de ellas. Fue un maravilloso trabajo de
INCULTURACIÓN realizado por las primeras generaciones de cristianos. La Palabra de Dios hoy
sigue actuando en las diferentes culturas y lenguajes.

La catequesis, al escrutar la acción de Dios en Ia sociedad, al discernir los signos de los tiempos,
contribuye eficazmente al proceso de encarnación de la única fe en nuevos mundos culturales. El
catequista, que es fruto de la cultura de su pueblo y vive en él, posee dos elementos esenciales para la
catequesis:

 Es capaz de comunicar el mensaje evangélico elaborado y comunicado conforme al mensaje


bíblico.
 Posee la cultura de su pueblo, su modo de ser, de pensar, de expresarse, de celebrar, entre otros.

El arte de la catequesis consiste en comunicar el mensaje evangélico conforme al lenguaje cultural de


los catequizandos, lo cual es parte del proceso de inculturación.

La catequesis verdaderamente inculturada es plenamente fiel a Jesucristo y su mensaje y al mismo


tiempo es fiel a la persona que es catequizada dentro de su contexto socio-cultural, en el sentido de que
respeta su cultura y comunica, por medio de ella, el Evangelio. La fe puede y debe encarnarse en toda
cultura; sin embargo no se ata definitivamente a ninguna cultura.

Uno de los grandes desafíos de la acción evangelizadora es introducir el fermento del evangelio en la
cultura contemporánea o postmoderna, fecundándola desde adentro y al mismo tiempo expresando la fe
a través de sus categorías.

EI DGC (110) señala algunas tareas mediante las cuales la catequesis procura la inculturación de la fe:

 Considerar a la comunidad eclesial como principal factor de inculturación y, al catequista,


instrumento eficaz de esta tarea.
 Elaborar Catecismos locales que respondan a las exigencias de las diferentes culturas.
 incorporar, con discernimiento, el lenguaje, los símbolos y los valores de la cultura en que viven
los catequizandos y/o los catecúmenos.
 Preparar a los cristianos que viven en medio de culturas paganas o pos cristianas para dar razón
de la esperanza (1 P 3, 15).

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SÍNTESIS

 La Revelación hoy se entiende en clave interpersonal: diálogo salvífico entre Dios y el ser
humano.
 Dios nos comunica su designio de amor mediante acontecimientos y palabras.
 La Revelación es en sí misma un acto de comunicación: Dios se auto comunica
 Jesús plenitud de la Revelación, es el comunicador pleno del Padre.
 La Iglesia es mediadora de Ia Revelación. Ella comunica el Evangelio del Reno.
 La catequesis como parte del ministerio de la Palabra, transmite los hechos y las palabras de la
Revelación.
 En la Revelación podemos descubrir varias dimensiones: la personal, comunitaria, social,
cristológica, dinámica, histórica y liberadora.
 Del estudio de la Revelación, como fundamentación teológica de la catequesis, se desprenden
dos grandes principios para la acción catequística: Ia interacción entre la fe y la vida, y la
inculturación.

PARA PROFUNDIZAR
1. Leer el capítulo 1 de la Dei Verbum y elaborar una síntesis de las características de la Revelación y
sus consecuencias para la catequesis.
2. A partir de las dimensiones de la Revelación, proponer las condiciones que debe tener la catequesis
para ser una mediación de Ia Revelación.
3. Consultar el CEC en los Artículos 2 y 3 (74-130) y el DGC en el Capítulo I (94-97) y establecer las
semejanzas y diferencias entre ambos textos.

BIBLIOGRAFÍA

DECAT—CELAM (1999), La Catequesis en América Latina. Orientaciones comunes a Ia Iuz del Directorio
General para la Catequesis (CAL). Bogotá, Centro de Publicaciones del CELAM.
Escalera, M. (1999), "Revelación". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San Pablo.
Fisichella, R. (1995), "Revelación". En Diccionario Teológico Enciclopédico. Estela Editorial Verbo Divino.

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2. LAS FUENTES DE LA CATEQUESIS

INTRODUCCIÓN

LA catequesis forma parte viva del ministerio de palabra. Es importante, después de las
consideraciones sobre Ia Revelación, reflexionar también sobre las fuentes de Ia catequesis. En un
primer momento se retomaré el significado profundo de Ia expresión Palabra de Dios, que es Ia fuente
viva de Ia catequesis. Enseguida se trataré de las fuentes de Ia catequesis. Primero se consideraré Ia
Tradición, Ia Escritura y el Magisterio, ya que son tres realidades que están íntimamente unidas. Luego
se reflexionaré sobre los otros lugares teológicos donde resuena vibrante Ia Palabra de Dios: Ia liturgia,
el testimonio eclesial comunitario, las obras de la creación y las semillas del Verbo.

2.1. La fuente viva es Ia Palabra de Dios

 ¿Palabra es solo aquello que sale de nuestra boca?

Con frecuencia se escuchan expresiones como "Dios nos habló", "la Palabra de Dios nos fue
comunicada", "la catequesis comunica la Palabra de Dios". Pero, ¿qué significan tales expresiones?,
¿Cómo es que Dios habló o aún habla con nosotros'?

Como se vio en el capítulo anterior, no se puede tener una concepción "depositaria" de la divina
revelación, reduciendo la Palabra de Dios a un conjunto de principios y enunciados, o de textos
bíblicos, o a un cuerpo de doctrina articulado y completo. Si así fuese, bastaría en la catequesis
transmitir materialmente algunas “verdades", leer las Sagradas Escrituras o enseñar unas doctrinas para
obtener hoy la escucha de Ia Palabra de Dios. La catequesis es una realidad más profunda.

 El misterio de la Palabra de Dios

La Constitución Dei Verbum, en el número 2, nos guia en la comprensión del MISTERIO DE LA


PALABRA DE DIOS mostrando el qué y el cómo de Ia Revelación.

Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad (Ef 1,9); por
Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden los hombres llegar hasta el Padre y participar de
la naturaleza divina (Ef 2,18; 2 P 1,4).

En ese texto conciliar están resaltados el objetivo y el contenido de la Revelación, la iniciativa divina,
su finalidad salvífica y Ia dimensión trinitaria. La Revelación no es una simple comunicación verbal o
Ia palabra de una autoridad (magister dixit); se trata de un profundo encuentro entre personas, de una
intimidad entre amigos en vista de algo muy vital: Ia comunión de vida:

En esta Revelación, Dios invisible (Col 1,15; 1 Tm 1,17), movido de amor; habla a los hombres como
amigo (Ex 33, 11; Jn 15, 14-15), trata con ellos (Ba 3,38) para invitarlos y recibirlos en su compañía.

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 El binomio: obras + palabras = Palabra de Dios

A continuación, Dei Verbum menciona Ia manera como Dios realiza esta comunicación (La Economía
Divina), o sea, como Ia Palabra de Dios es pronunciada:

El plan de la Revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligados; las obras que Dios realiza en la
historia de la salvación manifiestan y conforman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez,
las palabras proclaman las obras y explican su misterio (DV 2).

Este texto posee un significado fundamental para la catequesis, pues trata del Proceso Histórico de la
Revelación, ya comentado anteriormente y, sobre todo, explica el PROCESO por el cual nos llega la
Palabra de Dios.

Ahí aparece el binomio ACONTECIMIENTOS (hechos, obras, gestos, realizaciones...) y PALABRAS


(discurso, doctrina, enseñanza, reflexión.) íntimamente relacionados. Muchas veces en la Biblia se
habla de las "maravillas de Dios" (mirabilia Dei): son justamente estos ACONTECIMIENTOS o
HECHOS las intervenciones maravillosas de Dios junto a su pueblo, manifestando como Emmanuel:
alguien que está en medio, presente en su historia, en su vida, en su caminar.

Y para los creyentes del Antiguo y Nuevo Testamento, esta es realmente la Palabra de Dios: una
presencia amorosa que se traduce en gestos salvadores. Las personas que perciben esta misteriosa
presencia salvadora de Dios en medio del pueblo, HABLAN, MUESTRAN, ACLARAN, LLAMAN
LA ATENCIÓN sobre estos hechos salvíficos. Aquí está el primer elemento del binomio:
PALABRAS, discurso, enseñanza.

Hay una relación profunda entre estos dos elementos. De hecho, las palabras pronunciadas por los
profetas aclaran el sentido de los hechos o acontecimientos. Estos, a su vez, dan fuerza y autoridad a las
palabras de los profetas. Así sucedió en la vida de Jesús: Hablaba con autoridad, y no como los escribas
(Mc 1, 22), porque sus palabras estaban cimentadas en su Testimonio de vida. Este es el otro elemento
del binomio: hechos, obras (Mc 1, 22; Mt 7, 28-29).

Este conjunto de los dos elementos (hechos y palabras) es Io que constituye verdaderamente la Palabra
de Dios. A este conjunto la Biblia lo llama Palabra de Dios (en hebreo deber). Muchas veces se piensa
que la Palabra de Dios es solamente el primer elemento y es una equivocación.

Debido a esta equivocación nuestra catequesis no siempre es Palabra de Dios: sobresale el aspecto de la
palabra, del discurso, de la doctrina, de Ia enseñanza... Faltan los hechos, o sea, el testimonio de la vida
cristiana del catequista, de la comunidad cristiana así como los gestos sacramentales, que son los
grandes acontecimientos salvíficos en la Iglesia.

 Jesucristo: Palabra suprema de Dios

La Dei Verbum termina afirmando el lugar absolutamente central de Jesucristo en la economía


(designio salvífico) de Ia revelación divina: Jesús es la PALABRA FINAL, SUPREMA Y

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DEFINITIVA de Dios, la piedra clave del proyecto salvífico del Padre. Sin embargo, el contenido
profundo de la verdad comunicada por esta revelación con respecto a Dios y de Ia salvación del
hombre se manifiesta en Cristo, que es al mismo tiempo mediador y plenitud de toda la Revelación.

Alberich, E. (2001) afirma que:

Este breve texto del Concilio resalta Ia densidad y riqueza del misterio de la Palabra de Dios en la historia
humana. Lejos de agotarse en una simple transmisión de verdades, aunque importantes, la Palabra de Dios
aparece más bien como una intervención divina, eficaz y misericordiosa, en la cual Dios se comunica a Si mismo y
nos comunica su proyecto de comunión y de salvación en favor de toda humanidad. De este proyecto, cuyo centro
es la persona de Jesús, la catequesis eclesial continua siendo el anuncio y la mediación, en este tiempo de la
Iglesia (p. 85).

La catequesis tiene su fuente primera en Ia Palabra de Dios. La fuente de donde la catequesis toma su
mensaje es la misma Palabra de Dios (DGC 94).

2.2. Las fuentes de la catequesis

La catequesis comunica el mensaje de la Palabra de Dios. ¿Dónde se encuentra este mensaje?, ¿Cuál es
su fuente o su fuentes? El DGC emplea ambas expresiones: LA FUENTE y LAS FUENTES de la
catequesis. La fuente es la Palabra de Dios. Se habla de LA FUENTE para subrayar la unicidad de la
Palabra de Dios en su sentido amplio y profundo tal y como se ha visto a partir de la Constitución Dei
Verbum. Sin embargo, ordinariamente se habla también de FUENTES para indicar los lugares
concretos donde la catequesis extrae su mensaje (DGC 95).

EI DGC presenta la Tradición, la Escritura y el Magisterio (íntimamente ligados) como las fuentes
principales de la catequesis. A ellas se añaden Ia liturgia, el testimonio de la Iglesia, la investigación
teológica y los genuinos valores religiosos y morales considerados como semillas de la Palabra
diseminados en la sociedad y en las culturas (DGC 96).

Ni todas las fuentes tienen el mismo valor, ni deben ser entendidas en sentido univoco. Cristo es la fuente por
excelencia. EI es el Sol de donde emana toda luz, aun la más tenue. La Escritura es la Palabra de Dios en cuanto
escrita por inspiración del Espíritu Santo (. . .) Ia Tradición recibe la Palabra de Dios encomendada por Cristo y
el Espíritu Santo a los apóstoles, y la transmite integra a los sucesores (DV 9). El Magisterio tiene la tarea de
interpretar auténticamente la Palabra de Dios (DV 10 b), realizando, en nombre de Cristo, un servicio eclesial
fundamental. Tradición, Escritura y Magisterio, íntimamente entrelazados y unidos, son, cada una a su modo,
fuentes principales de la catequesis (DGC 96).

En las siguientes páginas se explicaran las fuentes de la catequesis siguiendo las reflexiones del
documento La catequesis en América Latina del Departamento de Catequesis del CELAM:

 La Tradición

La humanidad valora la tradición, o sea, todo aquello que nuestros antepasados experimentaron,
consolidaron y nos transmitieron. Si este concepto es importante para todos los aspectos, tiene un
significado muy grande en sus religiones.

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Sucede Io mismo en la fe cristiana. Las actuales generaciones reciben de aquellos que vivieron en los
siglos anteriores, toda la riqueza de su experiencia. Dios se manifestó a ellos. Esta experiencia fue
vivida, codificada en escritos, fórmulas de fe, costumbres, tradiciones, cultos. Todo eso forma parte del
conjunto de Ia Tradición. Cada generación, impulsada por el Espíritu Santo, vive y actualiza esta
Tradición, la enriquece con su particular contribución y la transmite para las generaciones futuras.

Así, Ia Tradición es el pasado que vive en el presente. En nuestra fe cristiana, la Tradición tiene su
origen en el pueblo de Israel, llega a su plenitud en Jesucristo y continúa hasta el fin de los tiempos. En
ella, los cristianos reconocen como la verdadera fe se encarna admirablemente en las distintas culturas,
permaneciendo fiel en sí misma. No se trata, pues, de cosa vieja, exposición de antigüedades o piezas
de museo; por el contrario, es el conjunto de todo aquello que creemos, vivimos y esperamos. Es el
DEPOSITO DE LA FE, que la Iglesia busca guardar con todo cariño, enriquecer con Ia experiencia de
las varias culturas y transmitirlas a las nuevas generaciones: este es justamente el trabajo de Ia
catequesis.

Muchas cosas fueron escritas y forman las Sagradas Escrituras. Otras se han mantenido en el seno de la
comunidad creyente y han sido explicitadas a lo largo de los siglos. El propio Jesús no dejó libros
escritos. Pero dejo algo infinitamente superior: la Iglesia, su presencia en nuestro mundo hasta el fin de
los tiempos, y el Espíritu Santo, que actúa con una creatividad que nadie puede predecir.

La presencia de Cristo y del Espíritu Santo constituyen el alma de la Tradición. La enseñanza de Jesús, su vida,
muerte y resurrección, buena nueva para todos los seres humanos y civilizaciones, vivida en Ia Iglesia, constituyen
la Tradición (CAL 40).

Para el cristianismo, los siete primeros siglos son muy importantes en la constitución de la Tradición:
Ia vida de la Iglesia de entonces, las persecuciones, las luchas internas, la realización de los grandes
concilios, los celosos pastores y maestros, Llamados Padres de Ia Iglesia, han dejado un cuerpo
doctrinal básicos por su proximidad a Jesús y a los discípulos (DGC 129-130).

La Iglesia conserva esa Tradición y Ia hace crecen y es una de las grandes fuentes de la catequesis. Así, Ia
catequesis, fiel a la Iglesia, se inserta en Ia Tradición y ella misma es un momento más de esa Tradición (CAL 41).

San Pablo, en un texto maravilloso, nos aclara lo que viene a ser Ia tradición cristiana, centralizada,
sobre todo, en el misterio pascual:

Les recuerdo, hermanos, el evangelio que les prediqué, que han recibido y en el cual permanecen firmes, por el cual
también son salvados, si lo guardan tal como se los prediqué... Si no, habrían creído en vano! Porque les transmití en
primer lugar lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestro pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y
que resucito al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más
de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía Ia mayor parte viven y otros han muerto. Luego se apareció a
Santiago; más tarde a todos los Apóstoles (1 Co 15,1-7).

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 La Sagrada Escritura

La Escritura, que nace de la Tradición, es el documento principal de la fe cristiana, particularmente de


la predicación apostólica, por fuerza de su divina inspiración. Contiene la Palabra de Dios y, por ser
inspirada, es Palabra de Dios para siempre.

Esa Palabra contiene la revelación del misterio de Cristo y, en El, el misterio de Dios y de la
humanidad. Para su catequesis, su vida y su culto, la Iglesia siempre recurre a la Sagrada Escritura. Ella
ocupa el primer lugar en las diversas formas del ministerio de la palabra. Se trata de un libro humano,
pues fue escrito por hombres y desde una determinada cultura y contexto histórico. Pero al mismo
tiempo es un libro divino, pues en él, inspirados por Espíritu Santo, los autores sagrados registraron la
profunda experiencia del Pueblo de la Alianza en su búsqueda y encuentro con Dios, y, al mismo
tiempo, narran las maravillas operadas por Dios en medio de su Pueblo.

Para que la Escritura manifieste la plenitud del misterio de Cristo, he aquellos rasgos fundamentales
que deben estar presentes en ella:

 El origen de la Escritura: aunque escrita en lenguaje humano, proviene verdaderamente de Dios.


 El aspecto concreto de la revelación bíblica, en la cual los hechos y las palabras están
íntimamente ligados y recíprocamente integrados.
 La progresiva manifestación de Dios y de su iniciativa de salvación.
 La profunda unidad de los dos Testamentos.
 La tensión de la antigua Alianza hacia Jesucristo, en quien se cumplen las expectativas y todas
las promesas.
 La relación continua entre la Escritura y la vida de la Iglesia, quien Ia transmite íntegramente, la
interpreta con autoridad y la vive con fidelidad, reconociendo en ella su fundamento y su regla.

La Escritura es el libro por excelencia de la catequesis. No es un simple subsidio. Para comprender el mensaje,
necesitamos conocer los modos históricamente diversos de los cuales Dios se sirvió para revelarse (CAL 44).

La interpretación segura solo es posible si tenemos presente la unidad de la Escritura y si se recurre a la


fe y al espíritu de la Iglesia, que se manifiestan en su Tradición y en la doctrine vive del Magisterio. No
podemos tampoco olvidar que le Escriture debe ser leída e interpretada con la ayuda de Espíritu Santo,
quién la inspiro y que siempre hace resonar la viva voz del Evangelio en el mundo (CAL 44).

La catequesis debe ser una auténtica introducción a la lectio divina, esto es, la lectura de la Sagrada
Escritura hecha ‘conforme el Espíritu’ que habita en la Iglesia (Mensaje al Pueblo de Dios, 9 c).
Hablar de la Tradición y de la Escritura como fuentes de la catequesis es subrayar que ésta ha de estar
totalmente impregne de por el pensamiento, el espíritu y las actitudes bíblicas y evangélicas, a través de
un contacto asiduo con los mismos textos sagrados; y es también recordar que la catequesis será tanto
más rica y eficaz, cuanto más lee los textos con la inteligencia y el corazón de la Iglesia (DGC 127).

23
 Magisterio
La Tradición y la Escritura constituyen los fundamentos de la Iglesia. A su vez, a la Iglesia,
jerárquicamente constituida, Dios le ha confiado, bajo la asistencia del Espíritu Santo, le interpretación
auténtica de la Tradición y de la Escritura en su perenne encamación en las diversa cultures.

Este es, precisamente el Magisterio de la Iglesia, que esté al servicio de la Palabra de Dios. Por lo tanto, el
Magisterio no puede manipular ni amputar la Palabra de Dios. El Magisterio necesita ser ejercido en humilde
espíritu de servicio y comunión colegial, pues él mismo está sometido a Ia Palabra divina (...) Y por la propia
Tradición y Escritura creemos que la Iglesia tiene una asistencia especial de Espíritu Santo para mantener la
verdad de la fe en medio de las vicisitudes, las tribulaciones y el desconcierto ( ) EI Magisterio auténticamente
comprendido nada tiene que ver con la dictadura intelectual o con una imposición arbitraria; al contrario, sus
intervenciones son como faroles que guían al pueblo de Dios en su continuada búsqueda y caminar el Magisterio
está al servicio de las personas (CAL 45).

La catequesis debe ser fiel al Magisterio sin manipulaciones. Es importante que la catequesis haga
comprender el verdadero sentido de la función del Magisterio. Es importante también que el catequista
sepa entender el Magisterio y conozca los distintos valores teológicos de sus afirmaciones.

En la lectura eclesial de la Escritura, hecha a la luz de la Tradición, el Catecismo de la Iglesia Católica


(CEC), como expresión del Magisterio, desarrolla un papel importante. EI CEC es un punto de
referencia para inspirar Ia acción catequética de Ia Iglesia en nuestros días (CAL 47).

La catequesis transmite el contenido de la Palabra de Dios según las dos modalidades con las cuales la
Iglesia lo posee, interioriza y vive; como NARRACIÓN de Ia Historia de la Salvación y como
EXPLICITACIÓN del Símbolo de la fe. Así, la Sagrada Escritura y el CEC, cada una a su modo y
conforme su especifica autoridad, han de inspirar tanto Ia catequesis bíblica como la catequesis
doctrinal, que transmiten este contenido de la Palabra de Dios.

 La Liturgia

La Liturgia, como celebración del misterio cristiano, es la fuente y la cumbre de toda vida cristiana. Se
vuelve, por tanto, fuente indispensable y coronación de la catequesis. De un lado, la catequesis extrae
de la Liturgia muchos de los contenidos de la educación de la fe y, por otro lado, ella educa para la
recta comprensión y vivencia de los signos y gestos sagrados de las celebraciones litúrgicas.

La participación en la acción Litúrgica permite a los fieles penetrar cada vez más en el misterio de Cristo (CAL
48).

Con sus características, Ia liturgia es una preciosa catequesis en acto. Difícilmente se podría encontrar
una verdad de fe cristiana que no esté, de algún modo, expuesta y celebrada en la liturgia. En ese
sentido se dice también que la liturgia es una celebración y profesión de la fe.

En esas acciones litúrgicas, verdaderas experiencias religiosas y místicas, la catequesis se inspira para
un desarrollo vivencial y sistemático de la fe. Durante muchos siglos, esa catequesis litúrgica, llamada
catequesis mistagógica, tuvo gran importancia en la educación de Ia fe del cristiano.

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Esta tradición de la catequesis mistagógica (desde la liturgia) debe ser retomada, principalmente dentro
de la formación o catequesis permanente. Además de favorecer el conocimiento del significado de la
liturgia y de los sacramentos, la catequesis ha de educar a los discípulos de Jesús en Ia oración, en Ia
acción de gracias. También ha de estar atenta a los ricos contenidos de la religiosidad popular,
purificándola si es necesario, pero, sobre todo, valorando sus auténticas expresiones. Una catequesis
que no se impregne de oración ni desemboque en celebración de Ia comunidad se aleja de su auténtica
fuente y cumbre eclesial y corre el riesgo de reducirse a una mera transmisión académica de
contenidos; a su vez, la Liturgia que no sea catequizadora cae en un ritualismo (CT 23).

 El testimonio eclesial comunitario

Lo que se anuncia en el Evangelio y se celebra en la Liturgia, debe ser realizado y testimoniado en la


vida eclesial comunitaria. El Evangelio solamente fructifica cuando es vivido. Por el testimonio de vida
el mensaje bíblico recibe su fuerza de convicción. Solo así la Palabra de Dios es traducida plenamente
en el Lenguaje del tiempo y en el respectivo contexto humano.

La vida de fe de las comunidades y de las familias cristianas constituye el ambiente espiritual y la


atmosfera en la cual el mensaje se vuelve más aceptable y capaz de promover la educación de la fe. Sin
la comunidad, como “lugar privilegiado de evangelización", la Palabra de Dios no puede demostrar
toda su eficacia; se queda privada de una fuente de relevante importancia (CAL 49). En los encuentros
catequísticos, el catequista ha de explicitar simplemente todo aquello que Ia comunidad vive y
testimonia.

Es precisamente la comunidad la que revela la fecundidad de la fe. En ella las cristianes se alimentan
de la doble mesa de Ia Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Evangelio y Eucaristía son el alimente
constante en el caminar de Ia comunidad hacia el Padre. El Espíritu actúa de tal modo en la comunidad
que el den de la COMUNIÓN y el empeño en la MISIÓN se profundizan cada vez más y son vividas
de un modo más intense (DGC 70). Se percibe actualmente, con mucha claridad, que para una
verdadera catequesis no bastan buenos textos. Se dice que Ia comunidad auténtica es el mejor
AUDIOVISUAL de la catequesis.

 Las obras de la creación

San Pablo dice que desde la creación del mundo, Ia inteligencia humana puede percibir las
perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su naturaleza divina, a través de su obras (Rm 1,
20).

EI universo, con toda la riqueza existente en el reine mineral, vegetal y animal, en el hombre y en la
mujer, es un libro rico en contenido para Ilegar al Creador. Este fue come un "manual" de catequesis
utilizado en los siglos que precedieron a la Escritura Sagrada. La misma Biblia contiene bellísimas
descripciones de la creación y por medio de ella, eleva alabanzas al Creador (Ver Gn 1-2; Sal 104,148
y otros; Am 4,3-8; Jr 10,6-16; ls 40,21-26; S b 13,1-5; Pr 8,22-31)

25
Todo fue creado en Cristo, per Cristo, para Cristo (Col 1,15-20). Por eso, todo aspecto de verdad, de
belleza, de bondad y de dinamismo que se encuentra en el universo, en las instituciones humanas, en
las ciencias, en las artes y, en particular, en la persona humana, todo es señal y medio que prepara el
camino para llegar a Cristo. Hoy Ia cultura posee una particular admiración y cuidado de Ia naturaleza.
Sin divinizar ni rendir culto a la naturaleza, como quieren algunos, el cristiano ve en ella un camino
hacia Dios.

La catequesis muestra ese rostro oculto del Señor en la naturaleza y su auténtico perfeccionamiento por
los seres humanos a través de la Historia. Toma este mundo en el que vivimos y, poco a poco, a la luz
de la fuente primera, Cristo Jesús, muestra el maravilloso designio de Dios, el llamado que nos hace
para que colaboremos en esa gran misión.

 La acción de Espíritu Santo en Ia humanidad

San Ireneo formuló Ia bella expresión SEMILLAS DEL VERBO para significar la acción del Espíritu
Santo en las culturas y en los pueblos que existían antes de la venida de Jesucristo y que poseían
grandes valores y obras maravillosas de humanismo y religiosidad.

De hecho, el misterio del amor de Dios revelado en Cristo nos da la certeza de que el Espíritu Santo
opera de modo oculto en toda la humanidad, dándole la posibilidad de ponerse en contacto con el
misterio pascual. Esa acción universal de Espíritu Santo es sentida en la comunidad humana: en el
amor del padre y de la madre; cuando el bien vence el mal; en la lucha por la vida y por el bien común,
por la dignidad y por la libertad, por la unidad y por la paz.

Por eso, los documentos y las experiencias que manifiestan los grandes valores humanos pueden
convertirse en puntos de partida para Ia catequesis: hechos históricos, literatura, obras de arte, revistas,
periódicos, experiencias individuales y colectivas. El catequista usa estas realidades para iluminarias
mediante la Palabra de Dios. Así, el Evangelio se vuelve realmente Buena Noticia para la humanidad.

El documento de Puebla dice que antes de que llegaran los misioneros europeos a nuestro continente el
Espíritu que llena el orbe de la tierra abracé también lo que había de bueno en las culturas
precolombinas (201). Afirma también que la evangelización es una contribución al crecimiento de los
‘gérmenes’ del Verbo presentes en las culturas (401) y que la Iglesia parte, en su evangelización, de
aquellas semillas esparcidas por Cristo (403).

26
SÍNTESIS

o La fuente de la catequesis es la Palabra de Dios.


o La Palabra de Dios está constituida por el binomio hechos y palabras.
o Jesucristo es la palabra suprema de Dios, la palabra viva del Padre.
o Las fuentes de la catequesis son la Tradición, la Escritura, el Magisterio, la liturgia, el
testimonio eclesial comunitario, las obras de la creación y las semillas del Verbo diseminadas
en Ia sociedad y en las culturas.
o EI DGC llama "juntas principales" de la catequesis a la Tradición, la Escritura y al Magisterio.
o La catequesis se nutre de la Tradición viva da la Iglesia.
o La Escritura es el libro por excelencia da la catequesis.
o EI Magisterio está al servicio da la Palabra de Dios.

PARA PROFUNDIZAR
1. Elaborar un cuadro-síntesis da las fuentes de la catequesis y colocar a lado da cada una de ellas unas
sugerencias prácticas para su utilización en la catequesis da adultos.

2. Elaborar un ensayo sobre "La Palabra de Dios en la catequesis".

Bibliografía
Ochoa, J. (1999). "Fuente y ‘fuentes’ de la catequesis". En Nuevo Diccionario da Catequética. Madrid, España:
San Pablo.
Alberich, E. (1987). "Fuentes de la catequesis". Diccionario da Catequética. Madrid, España CCC.

27
3. CATEQUESIS Y COMUNICACIÓN DEL MENSAJE

INTRODUCCIÓN

Es necesario dilucidar las exigencias de Ia comunicación del mensaje en la catequesis. La presentación


del mensaje evangélico en Ia catequesis tiene en cuenta unos criterios que brotan de su única fuente.

En este capítulo, consecuencia de los dos anteriores, se presentan los criterios que orientan la
comunicación del contenido del mensaje cristiano. Los elementos del contenido no se exponen aquí,
pero están expuestos por el Magisterio de Ia Iglesia en el Catecismo de la Iglesia Católica.

3.1. El contenido de la catequesis

La catequesis es anterior a la formulación del Credo o Símbolo de la fe. Es más, muchos relatos
evangélicos han tenido origen o están íntimamente vinculados con el ambiente de las primitivas
catequesis.

La Iglesia ha dispuesto siempre -explica el DGC 119- de formulaciones de la fe que, en forma breve,
condensan lo esencial de lo que ella cree y vive: textos neotestamentarios, símbolos o credos, fórmulas
Litúrgicas, plegarias eucarísticas. Más tarde ha considerado también conveniente explicitar de modo
más amplio la fe, a manera de una síntesis orgánica, por medio de los Catecismos que, en numerosas
Iglesias locales, se han elaborado en estos últimos siglos.

Algunos textos neotestamentarios distinguen la leche espiritual o fundamentos de Ia revelación (Hb


5,11-14; 6,1-3), del alimento sólido propio de los adultos en la fe (Hb 5,11-14; 6,1-3; 1 P 2,2; 1 Co 3,1-
3). A partir del siglo ll queda ya establecido el contenido de la catequesis entendida como instrucción
fundamental de los candidatos al bautismo.

En la época de los Padres de Ia Iglesia, en efecto, la formación propiamente catecumenal se realizaba mediante
una CATEQUESIS BÍBLICA, centrada en Ia narración de Ia Historia de Ia salvación; Ia preparación inmediata al
bautismo, por medio de una CATEQUESIS DOCTRINAL, que explicaba el símbolo y el Padrenuestro, recién
entregados, con sus implicaciones morales; y Ia etapa que seguía a los sacramentos de Ia iniciación, mediante una
CATEQUESIS MISTAGÓGICA, que ayudaba a interiorizarlos y a incorporarse en Ia comunidad. Esta concepción
patrística sigue siendo foco de luz para el catecumenado actual y para la misma catequesis de iniciación (DGC
89).

En la catequesis patrística, la narración (narratio) de las maravillas obradas por Dios y la espera
(expectatio) del retorno de Cristo acompañaban siempre la exposición (explanatio) de los misterios de
la fe (DGC 107).

El DGC en diversos lugares pone de relieve, como modelo, la estructuración patrística del contenido de
la catequesis. Por eso se han citado textos del DGC de manera consecutiva, para mostrar la ilación y
coherencia de Ia exposición de la praxis patrística. Nótese, por ejemplo, lo que sigue:

28
En la catequesis patrística, la ‘narración’ de la historia de la salvación era lo primero. Después, avanzada la
Cuaresma, se hacían las entregas del Símbolo y del Padre nuestro y se procedía a su ‘explicación’, con todas sus
implicaciones morales. La catequesis mistagógica, una vez celebrados los sacramentos de la iniciación, ayudaba a
interiorizarlos y gustarlos (DGC 129).

En la época patrística había, incluso, diferente vocabulario para indicar diversos contenidos de la
catequesis en las distintas etapas del proceso catecumenal; katejein indicaba la instrucción dada a los
que se preparaban al bautismo o catecúmenos y didaskein, a la instrucción de los ya bautizados. No
obstante, todos los componentes de la catequesis: la instrucción, la oración, los elementos litúrgicos, las
exigencias morales…, constituían la iniciación cristiana integral.

En el tema siguiente se verá cómo en la Edad Media (siglos VI-XV) desaparece no solo el
catecumenado sino también el termino CATEQUESIS y aparece, en cambio, el término
CATECHISMUS para designar no un libro sino la institución catequizadora orientada principalmente a
preparar a los niños para los sacramentos de la iniciación cristiana.

Al cambiar el sujeto de la catequesis, llamada en ese tiempo catecismo, se redujo su contenido y, sobre
todo, perdió la densidad que tenía en la época patrística.

En la época Moderna (siglos XVI-XVIII) la institución catequizadora se redujo prácticamente a los


ritos y la enseñanza quedo igualmente reducida a un pequeño libro de preguntas y respuestas llamado
también CATECISMO. Se identificaron la institución y el instrumento de la catequesis y ambos iban
dirigidos tanto a niños como adultos.

En la época Contemporánea (siglo XIX y XX) el contenido de la catequesis continuo sirviéndose al


pueblo de Dios mediante el catecismo siguiendo las huellas dejadas en la Edad Media y en la época
Moderna. El proceso de formación cristiana se intensificó con los niños, quedando para los adultos el
catecismo dominical. Aun hoy es la práctica más extendida en nuestros países de América Latina: se
catequiza a los niños y se bendice a los adultos.

Sin embargo, el esfuerzo por volver a los orígenes y recuperar el contenido gradual de la catequesis y la
centralidad del adulto en el proceso catequístico no ha sido en vano. Hoy se entiende claramente que fe
y vida van estrechamente relacionados y que el contenido de la catequesis ha de estar necesariamente
en consonancia con el medio histórico y socio-cultural de los interlocutores o catequizandos, en una
línea de inculturación, adaptación a las edades y evangelización de la cultura.

Pero, sobre todo, hoy la Iglesia proclama sin ambages que el contenido esencial, central y último o
definitivo es la persona de Cristo. Esta proclamación pone de relieve que el contenido de la catequesis
es la misma Revelación divina, que alcanza su plenitud en Cristo y que exige una respuesta de fe. Esta
es una actitud interior de adhesión personal a Dios Padre a través de su Hijo Jesucristo bajo la acción
del Espíritu Santo. Esta fe en su dimensión subjetiva suele llamarse técnicamente fides qua correlativa
de la fides quae o la fe en su dimensión objetiva, es decir, el contenido de lo que creemos, los
elementos o datos de la fe, los aspectos doctrinales o raciocinales-cognoscitivos que pueden ser mejor
conocidos o profundizados por el estudio y la investigación.

29
No siempre coinciden en el creyente las dos dimensiones de la fe: puede haber una persona con una
gran actitud de fe y con poco saber o contenido objetivo de fe. Ambas dimensiones son importantes
pero la dimensión objetiva está en función de la subjetiva y sin esta el sujeto puede ser una persona
erudita en religión pero no creyente. La tarea de la catequesis es llevar al creyente a la confesión de fe
en Cristo (DGC 82).

3.2. Criterios para Ia comunicación del mensaje

Las normas y criterios para la presentación del mensaje evangélico en la catequesis las señala el DGC
(96):

La fuente viva de la Palabra de Dios y las ‘fuentes’ que de ella derivan y en las que ella se expresa, proporcionan
a la catequesis los criterios para transmitir su mensaje a todos a todos aquellos que han tomado la decisión de
seguir a Jesucristo.

3.2.1. Cristocentrismo trinitario

Ya se ha hecho notar en el capítulo anterior la confesión central de la fe de Ia Iglesia, semejante a Ia


confesión de Pedro (Mt 16,16; Jn 6,68-69) y como el hecho de que Jesús sea la plenitud de la
Revelación es el fundamento del 'cristocentrismo’ de la catequesis (DGC 41).

EI cristocentrismo puede entenderse en varios sentidos, al menos en estos:

• En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad (DGC 98).

• Es tarea propia de la Iglesia mostrar quién es Jesucristo: su vida y su misterio, y presentar la fe cristiana como
seguimiento de su persona (DGC 41).

• Cristo está en el centro de la historia de la salvación, que la catequesis presenta. Él es, en efecto, el acontecimiento ultimo
hacia el que converge toda la historia salvífica. Él es la clave, el centro y el fin de toda la historia humana (DGC 98).

- El mensaje evangélico no proviene del hombre, sino que es Palabra de Dios. La Iglesia, y en su nombre todo catequista,
puede decir con verdad: 'Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado’... El cristocentrismo obliga a la catequesis a
transmitir lo que Jesús ensena acerca de Dios, del hombre, de la felicidad, de la vida moral, de la muerte... sin permitirse
cambiar en nada su pensamiento (DGC 98).

 Pero el cristocentrismo no quiere decir Cristo mismo (solamente Cristo). Se entiende que el
cristocentrismo es, al mismo tiempo trinitario: Jesucristo es inseparable del Padre y del Espíritu
Santo.

Jesús remite constantemente al Padre, del que se sabe Hijo Único, y al Espíritu Santo, por el que se sabe ungido. Él es
‘camino’ que introduce en el misterio interior de Dios (DGC 99).

Del carácter cristocéntrico de la catequesis se deducen unos criterios para la exposición del mensaje
cristiano:

30
• Centrar toda su atención en Ia persona de Cristo. Presentar ante todo no la doctrina sobre Jesús, sino
la persona misma, su vida y mensaje, como buena noticia para las personas de hoy. En la catequesis lo
que se enseña (...) es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo Io demás en referencia a Él
(CT 5).

• En efecto, Gesteira, M. (1999) señala que:

Cristo no es solo OBJETO de la catequesis (como una mera verdad objetiva que debe ser enseñada o demostrada,
sino que, como Resucitado, es más bien el verdadero sujeto activo que puede manifestarse a los hombres de hoy y
a través de si introducirlo en el misterio íntimo de Dios Trino.

• El autor citado añade que es necesario someter a examen las imágenes de Jesús que prevalecen en los
catequizandos o en sus ambientes para purificarlas si fuese necesario.

• Tener presente que el objeto de la catequesis es el anuncio y conocimiento de Jesucristo hasta llevar
al catequizando a la confesión de fe en él. Es este criterio el que da originalidad al contenido de nuestra
catequesis y de la religión cristiana. Esta no es la religión de un libro sino de una persona, Cristo, y este
crucificado (1 Co 2,2).

• La estructura interna de la catequesis, en cualquier modalidad de presentación, será siempre


cristocéntrico-trinitaria (DGC 100).

- El catequista se convierte en testigo y expone lo que ha vivido y experimentado. Lo que hemos visto y
oído, eso les anunciamos para que estén en comunión con nosotros (1 Jn 1,3).

3.2.2. Eclesialidad

La catequesis es por naturaleza una acción eclesial y, en consecuencia, contiene al mensaje evangélico
que ella comunica un intrínseco carácter eclesial por cuanto la catequesis es el proceso de transmisión
del Evangelio (DGC 105). De esta manera ella es, en la Iglesia, el servicio que introduce a los
catecúmenos y catequizandos en la unidad de la confesión de fe (DGC 106).

3.2.3. Historicidad

EI misterio de la salvación tiene un carácter histórico, ya que se realiza en el tiempo. Empezó en el


pasado, se desarrolló y alcanzo su cumbre en Cristo, extiende su poder en el presente y aguarda su
consumación en el futuro (DGC 44).

El DGC es el texto que pone de relieve el carácter histórico del mensaje cristiano e indica cuales son
las exigencias para Ia catequesis. Siguiendo a Cañizares, A. (1999), dichas exigencias son:

• Presentar Ia historia de la salvación mediante una catequesis bíblica que dé a conocer las obras y
las palabras con las que Dios fue progresiva y gradualmente revelándose a la humanidad.

31
• Al explicar el Símbolo de Ia fe y el contenido de la moral cristiana la catequesis ha de arrojar Iuz
sobre el hoy de la historia de la salvación. De hecho el ministerio de la Palabra interpreta, a Ia Iuz de
la revelación, la vida humana de nuestro tiempo, los signos de los tiempos y las realidades de este
mundo.

 Situar los sacramentos dentro de la historia de la salvación por medio de una catequesis
mistagógica, que relee y revive todos estos grandes acontecimientos de la historia de Ia salvación
en el ‘hoy’ de la Liturgia.

 La catequesis ayudaré a hacer el paso del signo al misterio. Llevará a descubrir tras la humanidad
de Jesús, su condición de Hijo de Dios; tras Ia historia de Ia Iglesia, su misterio como ‘sacramento
de salvación tras los ‘signos de los tiempos’ las huellas de la presencia y de los planes de Dios
(DGC 108).

3.2.4. Inculturación

La originaria inculturación de la Palabra de Dios y el modelo de referencia para toda evangelización de


la Iglesia, consiste en que Cristo, mediante su encarnación, se vinculó a determinadas condiciones
sociales y culturales de los hombres con quienes vivió (DGC 109). En efecto, la inculturación de la fe

es un proceso profundo y global y un camino lento: no es una mera adaptación externa que, para hacer más
atrayente el mensaje cristiano, se limitase a cubrirlo de manera decorativa con un barniz superficial. Se trata, por
el contrario, de la penetración del Evangelio en los niveles más profundos de las personas y de los pueblos (DGC
109).

Los siguientes textos ayudarán a entender mejor esto: CT 53, EN 20, así como RM 52:

Inculturación significa una íntima transformación de los auténticos valores culturales mediante su integración en
el cristianismo y la radicación del cristianismo en las diversas culturas.

3.2.5. Integralidad

Este criterio se refiere a la totalidad del mensaje cristiano, a su integridad y organicidad respecto a su
capacidad de significación para la persona humana.

Jesús declara que EI anuncia el Evangelio dando a conocer todo cuanto ha oído a su Padre (Jn 15,15) y
de la misma manera, cuando los envía a los apóstoles a Ia misión, les pide que ensenen a sus oyentes a
guardar todo Io que EI les ha mandado (Mt 28,19).

El mensaje cristiano es rico y abundante en sus elementos. Para que se pueda expresar la armonía de
todos ellos, su contenido tiene que ser INTEGRAL, Orgánico Y JERARQUIZADO:

Un criterio fundamental de la catequesis en la comunicación del mensaje cristiano es la salvaguardia de


la INTEGRIDAD DEL MENSAJE, evitando presentaciones parciales o deformadas del mismo. La
catequesis debe exponer todas las verdades fundamentales de la fe sin dejar de lado a ninguna de ellas,
32
pues todo lo que Dios nos ha revelado, y está contenido en las fuentes de la catequesis, nos fue dado
para nuestra salvación. Dios queriendo abrir el camino de Ia salvación sobrenatural, se reveló desde el
principio a nuestros primeros padres (DV 3).

Hay que distinguir el CONTENlDO del mensaje de la FORMA en que ha sido expuesto a través del
tiempo. La integridad se refiere al contenido y no a las formas. Sera íntegro cuando el mensaje se
comunica sin silenciar ningún aspecto fundamental o sin hacer una selección mediatizadora del
depósito de la fe.

Sin embargo, la integridad debe ir acompañada de la gradualidad y de la adaptación. La comunicación


debe de hacerse gradualmente (...) siguiendo el ejemplo de Ia pedagogía divina con la que Dios se ha
ido revelando de manera progresiva y gradual (DGC 112). La catequesis debe partir de una exposición
inicial sencilla, lineal, sin complicaciones, para ir avanzando de manera cada vez más amplia y
explicita, según las capacidades del catequizando y el carácter propio de la catequesis. Se hace
necesaria la coherencia entre la integridad y la adaptación, superando la tensión que se da entre ellas.

Al mismo tiempo, el mensaje exige ser comunicado con autenticidad, en toda su pureza, sin reducir sus
exigencias por temor al rechazo. Este criterio acerca de Ia autenticidad está íntimamente vinculado al
de la inculturación. Se da aquí también una tensión entre inculturación y transmisión integra del
mensaje evangélico. Este ciertamente necesita ser inculturado, pero sin que ello sea obstáculo a su
transmisión integra. En esta compleja relación -afirma el Directorio General para la Catequesis 113- el
criterio a seguir es el de una actitud evangélica de apertura misionera para la salvación integral del
mundo.

La evangelización —señala la EN 63 c- pierde mucho de su fuerza, de su eficacia, si no toma en consideración al


pueblo concreto al que se dirige... pero por otra parte, la evangelización corre el riesgo de perder el alma y
desvanecerse, si se vacía o desvirtúa su contenido, bajo el pretexto de traducirlo.

EI Papa Pablo VI, en este mismo documento, advierte que se trata, sin duda, de un problema delicado.

Por eso las comunidades cristianas están Ilamadas a hacer un discernimiento.

Se trata —explica el DGC 109- de asumir por una parte, aquellas riquezas culturales que sean compatibles con la
fe; pero se trata también, por otra parte, de ayudar a sanar y transformar aquellos criterios, líneas de pensamiento
o estilos de vida que están en contraste con el Reino de Dios.

Este complejo proceso de inculturación se lograra en profundidad solo si el mensaje se presenta en toda
su integridad y pureza (DGC 97).

CONTENIDO ORGÁNICO Y JERARQUIZADO: El mensaje cristiano constituye una síntesis


coherente y vital de la fe. Se organiza en torno al misterio de la Santísima Trinidad, desde una
perspectiva cristocéntrica, ya que este misterio es la fuente y Ia luz que los ilumina (CEC 234).

A partir de este misterio, el conjunto del mensaje se articula de acuerdo a una jerarquía de verdades.
Pero
33
esta jerarquía no significa que unas verdades pertenecen menos que otras a Ia fe, sino que unas verdades se
apoyan en otras como más principales y reciben de ellas luz (DCG 43).

De esta jerarquía de verdades hablo ya el Concilio Vaticano II (UR 11), jerarquía que la Iglesia siempre
reconoció al proponer los símbolos o compendios de las verdades de la fe. El sentido que tiene, según
Cardona, C. (1972) es este:

el mismo Espíritu Santo es el que ha guiado a la Iglesia en la confección de las distintas síntesis del mensaje
cristiano, y los teólogos han visto que no se pueden aislar las diversas verdades de la fe del todo: que ninguna
verdad conserva, por si misma, su más hondo sentido.

Todos los aspectos y las dimensiones del mensaje cristiano participan de esta organicidad jerarquizada (DGC
114). Todos los aspectos y dimensiones del mensaje cristiano participan de esta organicidad jerarquizada (DGC
115).

Cañizares, A. Io explica de la siguiente manera:

— La historia de la salvación se organiza alrededor de Jesucristo, que es centro de la misma.


— EI Símbolo apostólico es la síntesis y la clave de lectura de toda Ia Escritura y de toda la doctrina de la Iglesia, que se
ordena jerárquicamente alrededor de él.
— También los sacramentos son un todo orgánico de fuerzas regeneradoras que dimanan del misterio pascual de
Jesucristo, formando ‘un organismo en el que cada uno de ellos desempeña un papel vital’. La Eucaristía ocupa en este
organismo un Iugar único, hacia el que los demás sacramentos están ordenados: se presenta como ‘sacramento de
sacramentos’.
— El doble mandamiento del amor a Dios y al prójimo constituye, en el mensaje moral, la jerarquía de los valores que el
mismo Jesús estableció: Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas (Mt 22,40).
— EI Padrenuestro, al resumirla esencia del Evangelio, sintetiza y jerarquiza las inmensas riquezas de oración contenidas
en la Sagrada Escritura y en toda la vida de la Iglesia.

3.2.6. Compromiso cristiano

El compromiso, entendido como una opción ética con las causas de la justicia, la solidaridad, la
igualdad y la paz y como indignación por las injusticias crecientes que marginan a Ia mayoría de la
población mundial, es una dimensión fundamental de la fe cristiana y una de sus irrenunciables
expresiones.

El cristianismo no es una religión esotérica e intimista que aparte a sus adeptos del compromiso de
transformar la realidad, sino una religión ético-profética que denuncia toda forma de vida o actitud
pecaminosa y anuncia un mundo nuevo en el que reinan la justicia, la verdad y el amor.

Jesús acredita la misión que el Padre le ha confiado y la autenticidad de su mensaje por las obras que
realiza (Mt 11,5-6; Jn 5,36-37).

En el juicio final y definitivo sobre la historia humana, el criterio último ante el tribunal de Dios es el
comportamiento ante los pobres, pequeños, necesitados y marginados (Mt 25,31-46).

34
No cabe una vida cristiana auténtica al margen del compromiso, de Ia identificación con las personas y los grupos
humanos desfavorecidos. La evasión constituye un pecado de Iesa humanidad (Tamayo-Acosta, J. 2002).

Como dimensión importante de su misión, el DGC 103 destaca que la Iglesia:

(...) tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos entre los cuales hay muchos hijos suyos;
el deber de ayudar a que nazca esta Iiberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total.

El DGC 104 ofrece, asimismo, los siguientes criterios para preparar a los cristianos para esta tarea:

— La catequesis situaré el mensaje de la liberación en la perspectiva de la finalidad religiosa de la evangelización’ ya que


esta perdería su razón de ser si se apartara del eje religioso que Ia dirige.

— En la tarea de la educación moral, presentaré la moral social cristiana como exigencia de la justicia de Dios y
consecuencia de la ‘liberación radical obrada por Cristo”.

— Igualmente, en la tarea de la iniciación a la misión, la catequesis suscitara en los catecúmenos y en los catequizandos
‘la opción preferencial por los pobres”, que no es exclusiva (ni excluyente), sino que lleva consigo ‘el compromiso por la
justicia, según la función, vocación y circunstancias de cada uno.

Otro criterio fundamental es el carácter liberador del mensaje cristiano:

Según Merlos, F. (1999),

la catequesis liberadora se inscribe en un contexto latinoamericano de pobreza, engendrada por mecanismos de


opresión y de injusticia; se sitúa en el marco de la evangelización como matriz y sustento de toda acción eclesial;
anuncia un mensaje cuya fuerza promueve ve la dignidad integral de las personas, invitándolas a liberarse de sus
esclavitudes, desde una Iglesia, sacramento del Reino, solidaria con las causas de la justicia, a través del
ministerio profético de hombres y mujeres que practican la pedagogía liberadora de Dios revelada en Jesús, para
edificar al hombre nuevo y a la nueva humanidad según el designio liberador de Dios.

SÍNTESIS

El contenido de la catequesis:

o En la catequesis ocupa un lugar central Ia transmisión del mensaje evangélico.


o A partir del siglo ll queda establecido el contenido de la catequesis entendida esta como
instrucción fundamental de los candidatos al bautismo.
o A lo largo de les siglos la presentación de su contenido central, que es Ia persona de Jesucristo,
ha experimentado diferentes acentuaciones.
o Cada vez se tiene hoy más en cuenta en la Iglesia Ia síntesis patrística.

Criterios para Ia comunicación del mensaje:

— La fuente viva de Ia Palabra de Dios proporciona a Ia catequesis les criterios para transmitir su
mensaje:

* Cristocentrismo trinitario

35
* Eclesialidad
* Historicidad
* Inculturación
* Integralidad
* Compromiso cristiano
* Carácter liberador

Cada uno de estos criterios marca y define un rasgo fundamental de la catequesis actual y genera para
ella tareas concretas.

PARA PROFUNDIZAR

1. A la luz de los criterios para la presentación del mensaje, descubra cuáles de ellos están
presentes en nuestras catequesis y cuáles son los más olvidados.

2. Señale algunas acciones para hacer presentes las consecuencias y las exigencias que se derivan de
cada uno de estos criterios.

3. Describa el orden y el itinerario pedagógico en la presentación del mensaje evangélico en la


catequesis, de conformidad con las circunstancias de su comunidad eclesial y sus destinatarios
concretos.

Referencias bibliográficas

Cañizares, A. y del Campo, M. (Eds.) (1999). Evangelización, Catequesis, Catequistas. Madrid: EDICE.
Cardona, C. (1972) "La jerarquía da las verdades y el orden de lo real". En Revista Scripta Theologica: N° 4.
Gesteira, M. y Carvajal, J. (1999). "Jesucristo". En Nuevo Diccionario do Catequética. Madrid: San Pablo.
Merlos, F. (1999). "Catequesis liberadora en América Latina". En Nuevo Diccionario do Catequética.
Madrid: San Pablo.
Tamayo, J. (2002). "Compromiso". En Nuevo Diccionario da Pastoral. Madrid: San Pablo.
(Para los documentos eclesiales, véase la lista de siglas).

Bibliografía
Pujol, J, et al. (2001). Introducción a la pedagogía de la fe. Pamplona: EUNSA.

36
II CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA FE

4. Nacimiento y desarrollo histérico de la Catequesis


5. Identidad de la Catequesis
Cerca de ti está la Palabra: en tu boca y en tu corazón;
es decir; la palabra de la fe que nosotros proclamamos
(Rm 10,8)

4. NACIMIENTO Y DESARROLLO HISTÓRICO DE LA CATEQUESIS

INTRODUCCIÓN

La catequesis es tan antigua como la Iglesia misma. En este capítulo se estudia el desarrollo histórico
de la praxis catequística. Las etapas históricas que se consideran son la época apostólica, el
catecumenado primitivo, la Edad Media, el Renacimiento, la fase pos tridentina, el movimiento
catequético europeo, el Concilio Vaticano II y la época actual. También se considera el desarrollo
histórico de la catequesis en el continente americano: la primera evangelización en el Nuevo Mundo, la
organización de la catequesis en el tiempo de la Colonia y en la época de la independencia, el
crecimiento del movimiento catequético Latinoamericano y la reflexión catequética de las Conferencias
Generales del Episcopado Latinoamericano.

En cada una de esas etapas se señalan las acentuaciones básicas de la acción catequizadora así como los
principales autores, tratados catequéticos, catecismos, materiales y experiencias catequísticas.

4.1. LA CATEQUESIS EN LA IGLESIA APOSTÓLICA

Teniendo en cuenta que la comunicación de Ia Palabra parte de la experiencia prepascual de Jesús de


Nazaret, la segunda referencia histórica ejemplar y cuestionadora para toda catequesis es la
comunicación de la fe en la Iglesia apostólica posterior.

LOS RESPONSABLES de la predicación cristiana fueron los apóstoles y otros como Pablo, Bernabé,
Andrónico y Junia, y especialmente los maestros o doctores, cuyo ministerio es estimado
inmediatamente después de los apóstoles y profetas (1 Co 12, 28; Ef 4, 11); además, discípulos
abnegados como Aquila y su esposa Priscila, Ananías y otros.

Los DESTINATARIOS preferentes fueron gente modesta que vivía en territorios marginales como
Galilea y las colonias de judíos dispersos en Asia Menor, que recorrió Pedro, o las que visito Pablo (1
Co 1, 26-29).

El CONTENIDO es el pregón o kerigma inicial atestiguado por los discípulos sobre la Muerte y
Resurrección de Jesús para el perdón de los pecados, ampliado con la historia de la salvación y la vida
de Jesús, con una enseñanza moral de vivir en Cristo, y con una ayuda para integrarse a la comunidad
37
sacramental, centrada en la Eucaristía. Este núcleo doctrinal privilegio distintos aspectos según el
interlocutor, las culturas y las circunstancias, como se puede ver en los evangelios y demás escritos del
Nuevo Testamento.

LOS LUGARES eran variados: en la casa, en el templo, en las sinagogas.

LOS CANALES, orales o escritos; en diversos GÉNEROS, como epístolas; más tarde los evangelios y
los Hechos de los Apóstoles, el Apocalipsis y los condensados en himnos, canticos y aclamaciones de
alabanza.

Como RESULTADO, la difusión del Evangelio fue rápida y se multiplicaron las comunidades
cristianas, pero no todos los oyentes lo aceptaron.

4.2. EL CATECUMENADO PRIMITIVO

La época más lograda de la catequesis posterior a la Iglesia apostólica ha sido la del catecumenado para
la iniciación cristiana de adultos, organizado en el siglo II. En éste, la catequesis siguió siendo
histórica y bíblica, cristocéntrica y pascual, comunitaria y litúrgica; iniciadora en una moral centrada en
la fe, la esperanza y la caridad, con predominio de lo vivencial y practico, sobre lo doctrinal y teórico.

Para preparar al Bautismo a paganos cultos, a mediados del siglo II el filósofo SAN JUSTINO de
NAPLUSA creó en Roma una escuela de catequistas. A fines del mismo siglo, el filósofo PANTENO
DE SICILIA creó en Alejandría, con el mismo objetivo, el Didascaleo, que llegó a ser la primera
escuela de teología en la Iglesia. CLEMENTE de ALEJANDRÍA, segundo director del Didascaleo,
preparaba a los catecúmenos cultos mediante un proceso que en Alejandría demoraba unos cuatro años,
a fin de que fueran capaces de dialogar con el saber de los paganos.

SAN HIPÓLITO DE ROMA, en hacia el 215 describe, en la tradición apostólica, la organización del
catecumenado en Roma, que duraba unos tres años, abreviarle según la conducta. Un fiador presentaba
un candidato a la comunidad, la cual examinaba sus disposiciones. Se admitan niños, siempre y cuando
sus padres se comprometieran a educarlos cristianamente.

Las CONSTITUCIONES APOSTÓLICAS’, recopiladas en Siria hacia el 380, atestiguaban todavía un


catecumenado de tres años, dirigido por catequistas preparados en doctrina y costumbres cristianas. El
catecúmeno, aprobado en un "escrutinio" sobre su vida y conocimiento, pasaba a ser "elegido",
"iluminado" o "competente", con lo cual terminaba la "disciplina del arcano”, en la que, entre otras
cosas, solo participaba de la liturgia de la Palabra, manteniendo en secreto la liturgia eucarística. En
adelante, pues, participaba de la Eucaristía. Durante la Cuaresma se ofrecía la catequesis diaria y
exorcismos con imposición de manos, que lo preparaban para su vida nueva de bautizado, con ocasión
de Ia Pascua.

Al terminar Constantino y Licinio las persecuciones con el acuerdo llamado "Edicto de Milán" en el
año 313 y, sobre todo, en el 381, con la declaración del cristianismo por parte de Teodosio como

38
religión oficial del imperio, predominaron los bautismos en masa con poca preparación. Donde la
Iglesia estaba establecida, el bautismo de niños se hizo tan general, que acabo con el catecumenado.

El Concilio de Nicea en el año 325 exigió preparar al Bautismo al menos en quince días. Los obispos
prefirieron Ia duración de una Cuaresma. SAN CIRILO DE JERUSALÉN agregó después de Pascua
una semana de catequesis mistagógicas (donde explicaba los signos sacramentales), imitadas por SAN
AMBROSIO DE MILÁN y por TEODORO DE MOPSUESTlA, mientras SAN Juan Crisóstomo las
hizo parenéticas (morales y espirituales). NlCETAS DE REMESIANA exigió seriedad en los
escrutinios y describió así la celebración bautismal en tiempo de las basílicas celebradas en un edificio
vecino a Ia catedral, llamado bautisterio (o baptisterio); en la vigilia pascual, al salir del agua se ponen
vestiduras blancas para toda la semana de Pascua; reciben del obispo el Bautismo y la Confirmación y
después entran en procesión a la catedral, para celebrar la Eucaristía.

San Agustín tiene dos aportes a la catequesis: el De catechizandis rudibus (ano 400) (Como catequizar
principiantes) y el Enchiridion a Lorenzo. En el primero, explica el método vivencial, histórico,
dialogal, formativo y flexible; y el contenido, que es la historia de la salvación desde la creación hasta
el momento actual en que se participa en los sacramentos. En el segundo, responde a Lorenzo por el
contenido de la vida cristiana, y lo expone en torno a la fe, la esperanza y Ia caridad.

4.3. LA EDUCACIÓN DE LA FE EN IA EDAD MEDIA

Al ser la sociedad en Europa ya oficialmente cristiana; es decir, una cristiandad, la ciudad crecía
alrededor de un monasterio o de un templo catedralicio o parroquial; las artes plásticas, literarias y
musicales principalmente servían al culto; la legislación se inspiraba en la moral cristiana; los
trabajadores pertenecían a gremios dotados de un santo patrono; en los hospitales y escuela para los
pobres -que era inexistentes en las culturas no cristianas- se atendían por caridad.

El pueblo contemplaba pinturas, vitrales y esculturas religiosas en los templos, participaba en los
sacramentos, procesiones, peregrinaciones y múltiples devociones, pero la iniciativa misionera se
reservaba al clero o a los monjes, que en muchos lugares bautizaron más a adultos que a niños.

CARLOMAGNO en el siglo lX exigió que parroquias y monasterios tuviesen escuela para enseñar la
doctrina cristiana.

Los clérigos estudiaban manuales de teologal en preguntas y respuestas y enseñaban resúmenes


teológicos, procedimiento que pasó a considerarse erróneamente como el método catequístico,
olvidando Ia tradicional aceptación vivencial de Jesucristo con su Evangelio. Desde el siglo Xll se
difundieron "elucidarios"; esto es, exposiciones "aclaratorias", en las cuales el discípulo preguntaba y el
maestro contestaba sin vacilar, ordenando ciertos datos en septenas memorizables y usando citas
bíblicas, pero sin jerarquizar las verdades ni establecer sus relaciones mutuas.

Los sínodos diocesanos y los concilios provinciales fueron definiendo un contenido mínimo para la fe
que se debla profesar, formulando lo que primeramente se llamó "doctrina cristiana" y después
"catecismo", que progresivamente reemplazo el contacto directo con Ia Biblia. En el siglo VI, el obispo
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SAN Martín DE BRAGA añadió al credo, que era explicado como catequesis previa al Bautismo, el
Padre Nuestro, para incorporar actitudes. Desde el siglo X los obispos agregaron la enseñanza moral
del decálogo, los principales pecados, que llaman capitales (y a veces erróneamente "mortales"),
después las virtudes y las llamadas obras de misericordia; de esta manera fue predominando la moral
sobre el kerigma.

Santo TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) en su última cuaresma predico en dialecto napolitano una
síntesis catecumenal de Ia fe (credo y sacramentos); de la esperanza (Padre Nuestro), y de la caridad
(decálogo), en sermones breves, prácticos, cercanos a la vida diaria, apoyados en la Sagrada Escritura
como autoridad, para inspirar la oración. El catalán SAN RAIMUNDO LULIO (1235-1315) en su
Doctrina Pueril, a partir de su experiencia como padre de familia, orientó la educación y catequesis
familiar.

En Ia Península ibérica, entre 1055 y 1500, a pesar de la invasión árabe hubo 68 Sínodos y concilios
provinciales, los cuales enriquecieron la doctrina mínima que era ensenada. El Concilio Provincial de
TARRAGONA (1233) prohibido poseer la Biblia en lengua vulgar para evitar herejías, lo cual
empobreció la catequesis. Se difundió, en cambio, la Vita Christi en prosa o en coplas.

Desde 1267 en León los padres tenían la obligación de enviar a la doctrina a los hijos y criados; desde
1367 en SEGORBE se incluyó la enseñanza de la doctrina junto al abecedario y silabario, lo cual
originó las "cartillas" castellanas. El Concilio de Tortosa (1429) mando hacer un resumen de doctrina
para el pueblo, estructurado en seis o siete lecciones, y un texto para el aprendizaje de los niños fuera
del templo. Este puede considerarse como el primer catecismo, aunque sin recibir ese nombre. El
Concilio de ARANDA (1473) ordenó a los párrocos publicar la tabla de los artículos de la fe, el
decálogo, los sacramentos, y los vicios y virtudes; el Sínodo de ALCALÁ (1480) creo la escuela
parroquial obligatoria hasta los doce años, para enseñar costumbres cristianas, lectura, escritura y
canto, e introdujo la costumbre de signarse con la cruz; otro Sínodo de ALCALÁ (1497) ordenó que
después del toque de la Salve, los domingos por la tarde, se ofreciera la explicación de la doctrina a los
niños menores de doce años, con todo el pueblo reunido.

4.4. LA CATEQUESIS EN LA ÉPOCA RENACENTISTA

El Renacimiento se caracterizó en las artes por la admiración a la Antigüedad grecorromana pagana, lo


cual inicio la secularización de la cultura europea y obligó a renovar la catequesis.

4.4.1. En el área germánica

Erasmo DE ROTTERDAM propuso la difusión de la Biblia al pueblo y creo un sistema de catequesis


en tres niveles: elemental o catecismo menor, medio o catecismo de jóvenes y adultos, y catecismo
mayor, para sacerdotes y catequistas.

Martin LUTERO fortaleció los tres canales básicos de la catequesis: Ia familia, la parroquia y Ia
escuela. Hizo en 1529 un pequeño catecismo memorizable para niños, un manual para los padres, que
incluía 40 preguntas rítmicas con breve ritual para orar en familia, textos bíblicos para los diversos
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estados de vida y oficios, y un manual para sacerdotes. Obtuvo de los municipios alemanes la
multiplicación de escuelas cristianas, que pronto superaron la organización escolar católica.

El mejor catecismo de la época fue el de SAN PEDRO CANISIO, S.J., en tres niveles: catecismo
mayor, no polémico, muy bíblico y patrístico; el catecismo menor, para niños, y el catecismo medio
para adolescentes; a este agregó, para los más sencillos, un breve catecismo en imágenes, el primero de
Europa

4.4.2. En Italia

CASTELLINO DA CASTELLO en Milán hizo un Manual para dar catequesis y dio una Regla a los
catequistas, con organización y espiritualidad para los pequeños grupos, ambos preparados por
ALBERTINO BELLARATI y el HFATO ANGELO PoRRo. Su Arzobispo SAN CARLOS
BORROMEO estableció sobre esta base los estatutos que originaron la extendida y duradera Cofradía
de la Doctrina Cristiana.

4.4.3. En el área francófona

JUAN CALVINO escribió un catecismo popular protestante en preguntas y respuestas, sustituido


pronto por el Catecismo de Heidelberg. EDMOND AUGER S.J., Io enfrentó punto por punto, pero
perdió las proporciones y la jerarquía de las verdades, por Io cual se prefirió después "el CANISIO", en
francés.

4.4.4. En Portugal

P. Marcos JORGE y el P. IGNACIO MARTlNS produjeron catecismos con afán misionero. FRAY
Luis DE GRANADA, O.P., y el obispo BARTOLOMÉ DE Los Mártires publicaron catecismos
medios. SAN FRANCISCO JAVIER, S.J., adapto para Goa en la India, un catecismo menor, escribió
un catecismo medio, y una original instrucción para los catequistas, a los jesuitas.

4.4.5. En España

El Arzobispo de Sevilla PEDRO GONZÁLEZ DE MENDOZA favoreció en 1480 la conversión de los


judíos que pedían el bautismo, y el Arzobispo de Granada HERNANDO DE TALAVERA impulsó Ia
misión en árabe a los musulmanes vencidos. Ambos ejemplos influyeron en América.

EI Concilio Provincial de SEVILLA (1512) rigió en América hasta Ia creación de los arzobispados de
México, Santo Domingo y Lima (1546) y mantuvo influjo en Ia legislación catequética posterior.

En él siglo XVI hubo más de cien catecismos españoles. EI MAESTRO SAN JUAN DE ÁVILA
escribió una Doctrina Cristiana qué sé llegó a cantar; y propuso al Concilio de Trento confeccionar tres
catecismos como sugería Erasmo, al mismo tiempo que suprimir la enseñanza de los rezos domésticos
en latín. EI Catecismo Mayor del cardenal arzobispo BARTOLOMÉ CARRANZA, O.P., por cuya
causa murió encarcelado por Ia Inquisición, fue Ia principal fuente del Catecismo Romano.
41
4.5. LA CATEQUESIS PRE TRIDENTINA EN AMÉRICA

Inicialmente hubo poca preocupación religiosa por los indígenas. Al comienzo de la conquista sé uso él
Requerimiento, qué era un llamado bajo amenaza de guerra a los indígenas, para qué obedecieran a los
Reyes de España, encargados por Dios de gobernarlos y traerlos a la religión cristiana. Esto
tranquilizaba Ia conciencia de funcionarios y soldados, con una visión monarquista de la fe. Después,
solo sé adoctrinaba brevemente, lo cual origino él sincretismo en los indígenas y en los mestizos.

4.5.1. Contenido testimonial evangelizador

Los dominicos, a cargo de FRAY PEDRO DE CÓRDOBA, en Santo Domingo (1511), defendieron a
los indígenas con los sermones de Adviento encargados a FRAY ANTONIO DE MONTESINOS.
Estos sermones originaron las leyes de Burgos de 1512 y las denuncias de obispos como CRISTÓBAL
DE PEDRAZA e, Honduras y JUAN DEL VALLE en la actual Colombia. Con estas denuncias contra
las injusticias de los conquistadores, se inició la dimensión social de la catequesis, ya no limitada a la
caridad interpersonal privada.

A BARTOLOMÉ DE LAS CASAS, mientras preparaba un sermón bíblico en Cuba, se le descubrió


como cómplice de la opresión a los indígenas. Renuncio a su “encomienda”, misionó sin apoyo militar
en Cumaná, Venezuela actual, y al fracasar por la intervención de esclavistas cazadores de indígenas,
ingresó a la orden dominica. Escribió el primer tratado de misionología, De único vocationis modo, en
el cual fundamentó la misión pacífica y rechazó los castigos en catequesis, e inspiró la bula social
Sublimis Deus de Pablo III en 1537. Ese año ingresó con dos frailes sin escolta militar a la tierra de
guerra llamada Tuzutlán en la actual Guatemala, logrando formar una comunidad cristiana. En 1544
fue constituido primer obispo de Chiapas, incluyendo ese territorio, llamado desde 1548 Vera Paz.
Ante la oposición de los encomenderos, pasó a España como miembro del Consejo de Indias, en la
cual, con amplia información, prosiguió su defensa de los indígenas.

El oidor VASCO DE QUIROGA organizó desde 1531 a los indígenas en “pueblos hospitales” o
“pueblos de Santa Fe”, autogestionados en beneficio de un hospital y de la propia comunidad, sin
españoles, salvo el religioso con autoridad eclesiástica y judicial; de esta manera, constituyó un
completo sistema educativo en la fe. Fue designado obispo de Michoacán. En México, en los siglos
XVI y XVII, hubo 159 de estos pueblos hospitales. PEDRO DE BETANZOS OFM, fundó en
Centroamérica más de 200 “pueblos de indios”, que no excluían españoles.

4.5.2. Excepcionales experiencias catecumenales

En la Isla Quiskeya o Haití, llamada Española por Colón, FRAY RAMÓN PANÉ, lego jerónimo
catalán que aprendió varias lenguas indígenas, realizó desde 1494 un catecumenado de dos años con
una familia, de la cual cuatro neófitos murieron mártires; de ellos se conocen los nombres de JUAN
MATEO GUATÍCABA y de ANTÓN DE MACORÍS, protomártires de América.

42
En Asunción, el capellán FRANCISCO DE ANDRADA, desde 1538 demoraba un año antes de
bautizar a los indígenas carios.

El beat PEDRO DE GANTE, OFM, desde su llegada a México, en 1523, introdujo la cofradía,
excelente sistema catecumenal urbano, que reunía por separado españoles, mestizos, negros, mulatos o
zambos, generalmente según su oficio. Hacían méritos para ingresar, mostrando adhesión a la fe
cristiana y prácticas de misericordia y apostolado, de lo cual daban cuenta semanal; contaban con
buena asistencia sacerdotal y con formación, apoyo mutuo material y espiritual y enfermedades y
funerales, privilegios en las procesiones y el consiguiente prestigio social y moral con sus obras de
servicio silencioso.

4.5.3. Un diálogo intercultural

Caso único en América, los doce franciscanos que llegaron a México en 1524 tuvieron durante unos
cinco años diálogos evangelizadores con los sabios aztecas, resumidos y dramatizados en los Coloquios
y Doctrina Cristiana escritos por FRAY BERNARDINO DE SAHAGÚN, OFM, que permiten conocer
la cultura náhuatl.

4.5.4. La catequesis escolar para indígenas

En 1503 Isabel Ia Católica mando instalar un templo y una escuela en cada población. Las leyes de
Burgos de 1512 prescribieron que los hijos de los caciques fueran educados por los franciscanos, al
menos durante cuatro años. En 1523 el BEATO PEDRO DE GANTE lo hizo en lengua náhuatl en
Texcoco, lo cual pronto se extendió de México a Guatemala, Honduras y Nicaragua. Desde que
ALONSO MANSO fue el primer obispo en tomar posesión de una diócesis americana en San Juan de
Puerto Rico en 1512, instituyo un colegio para preparar a los seminaristas y los demás obispos lo
imitaron. En 1535 Ia Corona mando establecer una escuela para los hijos de los caciques junto a cada
templo o convento. Las cofradías y los municipios ofrecían escuela para los pobres. En Brasil, la
catequesis sistemática comenzó en 1549 en la escuela del HERMANO Vicente Ruo, S.J.

En Quito, los franciscanos JODOCO RICKE y FRANCISCO MORALES brindaron enseñanza técnica
a los indígenas. En Asunción, la primera escuela fue instituida por el capellán JUAN GABRIEL DE
LEZCANO.

Desde 1529 en México demás educaron a niñas indígenas. EI obispo JUAN DE ZUMÁRRAGA, OFM,
fundo internados femeninos, llamados recogimientos, a cargo de religiosas. En Santo Domingo clarisas
y dominicas iniciaron Ia educación femenina. En Guatemala se fundó en 1546 el Beaterio de la Orden
del Rosario que origino las Casas del Rosario, escuelas gratuitas de niñas atendidas por beatas
(consagradas con votos privados) o por alguna orden tercera.

4.5.5. Niños repetidores y fiscales indígenas

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Las leyes de Burgos de 1512 ordenaron qué en los pueblos de más de cincuenta familias hubiera un
muchacho instruido en lectura, escritura y doctrina, para enseñarla a niños y niñas. Los BEATOS
CRISTÓBAL DE ATLIHUETZIA, ANTONIO DE TIZATLÁN, de trece años, y su criado al BEATO
JUAN, de doce, fueron en Tlaxcala los primeros mártires de Ia catequesis en América. EI I Concilio
Provincial de México en 1555 dejó ésta función a indígenas adultos, y él I Sínodo da Quito en 1570
llamó acertadamente coadjutores y no catequistas a los niños repetidores.

Desde 1532 en Nueva España hubo alguaciles indígenas qua bajo Ia autoridad civil fiscalizaban la vida
cristiana, castigando la borrachera, la idolatría, él amancebamiento y la profanación de un sacramento.
EI I Concilio Límense (1551) confió a los fiscales la atención espiritual de los enfermos graves, y
gradualmente so los confirió un rol de catequistas, qué en algunos lugares mantienen hasta hoy.

4.5.6. Lenguajes de Ia catequesis para indígenas

EI primer catecismo pensado para América fue la Doctrina Cristiana para Instrucción e Información de
indios a Manera de Historia, hecha por FRAY PEDRO DE CÓRDOBA en Santo Domingo (1510). Fue
adaptada para México por los dominicos en 1544 y ampliada en forma de sermones en 1548. Eran
textos narrativos, concretos, evangelizadores é indigenistas.

EI Beato PEDRO DE GANTE publicó en Amberes en 1528 el primer catecismo traducido al náhuatl,
aunque mantenía esquemas europeos. Hizo también un catecismo en pictogramas, sin texto, que fue
imitado por otros misioneros, ya que servía como apoyo para la memorización de los catequistas
indígenas, los cuales salían de dos en dos a los pueblos, para explicarlo en su propio lenguaje; de esta
manera, era también inculturado Este catecismo es anterior al catecismo en imágenes de Canisio. Gante
también creo una escuela de pintura, desde Ia cual distribuía imágenes catequísticas en Nueva España.

Hubo cientos de catecismos en lenguas indígenas, algunos en verso con cientos de estrofas, con sus
diccionarios y gramáticas, aunque con esquemas mentales europeos. Algunos religiosos, para
comunicar los misterios cristianos, usaron la tradición azteca, maya e inca de representar coreografías
con música, poesía, canto y drama, lo cual constituyo un gran avance en inculturación.

4.5.7. Organización de la catequesis

La misión fue inicialmente obra de franciscanos y dominicos. El primer Obispo de Lima, JERÓNIMO
DE Loayza, OP, publicó en 1545 una instrucción de la orden que se ha de tener en la doctrina de los
naturales, que influyo en los Sínodos y concilios de las tres provincias eclesiásticas fundadas en 1546
(México, Santo Domingo y Lima), de las que surgieron normas catequéticas.

4.6. La catequesis tridentina en Europa

El Concilio de Trento (1545-1563) considero la catequesis como tarea de los pastores, inserta en la
estructura diocesana y parroquial y conectada a los momentos sacramentales. Esto afianzo cierta
clericalización de Ia catequesis que inhibió la iniciativa de los laicos, especialmente de las mujeres.
Numerosas congregaciones religiosas fundadas en Europa pasaron a impartir la catequesis en América.
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4.6.1. EI Catecismo Romano

La intención original del Concilio de Trento, de elaborar un catecismo que sirviese de preparación al
estudio de la Biblia, quedo desvirtuada. Su Catecismo para párrocos o Catecismo Romano, publicado
en 1566, despierta el deseo de conocer y seguir a Jesucristo, dejándose arrebatar por el amor de Dios,
meta de los mandamientos y felicidad única del ser humano.

El Catecismo Romano trata de la fe y del Símbolo, de los sacramentos, del decálogo, de la oración y
del Padre Nuestro. Las dos primeras partes, que son la fe y los sacramentos, presentan la iniciativa de
Dios; y las dos últimas, la respuesta del hombre. Clarifica la doctrina católica sin polemizar con las
herejías, con riqueza bíblica, patrística y de magisterio eclesial, proponiéndola a la contemplación
admirativa y al compromiso activo, con gran calidad espiritual y pastoral. Sin embargo, muchos lo
interpretaron solo como una explicación intelectual y en su nombre hicieron manuales abstractos.

Su eclesiología es jurídica e institucional, con cierta agresividad frente a los cristianos no católicos, a
los judíos y a los no creyentes; reduce la doctrina eucarística casi a Ia afirmación de la consagración y
de la presencia real; su mariología es pobre; lleva más a una contemplación personal que a una liturgia
comunitaria, festiva y misionera. Solo en 1777 se tradujo al castellano, por lo que influyó poco en el
personal apostólico en América.

4.6.2. Italia

SAN CARLOS BORROMEO impulso la redacción del Catecismo Romano y estableció la que después
se llamó Cofradía de la Doctrina Cristiana, en cada parroquia de su arquidiócesis de Milán, logrando
formar a más de tres mil catequistas de niños.

SAN ROBERTO BELARMINO, S.J., escribió un catecismo en tres niveles, de carácter conceptual y
polémico, poco atento a Ia acción de Dios en la historia y en los sacramentos. La Congregación para
Propagación de la Fe difundió su obra incluso en lenguas indígenas.

ANTONIO POSSEVINO, SJ, separo su Práctica del Catecismo (1592) de su Teología Catequética
(1593), distinguiendo está definitivamente de la metodología.

MICHELE CASATl, Obispo de MondovÍ, escribió, en 1765, un catecismo menor para el hogar; dos
catecismos medios, para preparar la confesión y Ia comunión, y uno para adultos sobre las fiestas, que
sirvieron de base al llamado Catecismo de San Pio X.

4.6.3. Francia

El VENERABLE CESAR DE BUS (1544-1607) fue un maestro del método catequístico, con gran
variedad de recursos, en busca, más de la espiritualidad y practica cristiana, que de la sola explicación
doctrinal. Fundó la Congregación de la Doctrina Cristiana.

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SAN VICENTE DE PAUL (1581-1660), fundador de la Congregación de Ia Misión, escribió el
Pequeño Catecismo de la Misión, en diez lecciones, para favorecer las conversiones, y otro más breve.
SAN JUAN EUDES inició en sus misiones Ia solemnidad da la primera Comunión da los niños y
publico un Catecismo da la misión para catequistas (1641) en 690 preguntas, para favorecer la vida
cristiana, más qua para abarcar toda la doctrina.

JUAN JACOBO OLIER (1608-1657), fundador da los Sacerdotes da san Sulpicio, escribió un
Catecismo Cristiano, y con sus compañeros creó al método da san Sulpicio para la catequesis
parroquial, con excelente organización, utilizado hasta al siglo XIX en Francia.

CLAUDE FLEURY, en su Catecismo Histórico da 1683, recupera al carácter histórico y bíblico del
cristianismo, rechaza para la catequesis al lenguaje teológico abstracto y las narraciones qua no
favorecen lo esencial de la fe, prefiriendo acudir a las actas da los mártires y a las vidas auténticas da
santos, lo cual no siempre han tenido en cuenta otros imitadoras da su “historia sagrada" para la
catequesis. Aunque acusado de jansenista, su catecismo su usó mucho en América.

JACOBO BOSSUET, Obispo de Meaux, en su Política sacada da las Sagradas Escrituras, es precursor
da la doctrina social da la Iglesia, aunque favorece una monarquía absoluta no arbitraria, y no tolera
otras religiones en la sociedad. Su Catecismo da Meaux (1687), en tres niveles, enfatiza la formación
Litúrgica.

FRANCISCO DE FENELÓN (1651-1715), en La educación de los jóvenes promueva una catequesis


familiar agradable mediante imágenes, poesía y mística, en la que se aprendía a ver la mano da Dios en
los acontecimientos mediante la lectura del Evangelio y del Catecismo Histórico, para vivir una
religión bella, amable y augusta, sin mezclar cosas no aprobadas por la Iglesia.

SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, educo
en Ia fe mediante la escuela, con la ayuda formativa de la familia y el apoyo litúrgico de la parroquia.
Su catecismo mayor, llamado Deberes del cristiano (1703), se usó durante más tiempo que el de
Bossuet. Sus Meditaciones para el tiempo de retiro destacan al educador de la fe como ministro de la
Palabra, y revelan su espiritualidad bíblica.

EI obispo de Montpellier, Charles Colbert de Croissy, impuso el catecismo jansenista escrito por
FRANCOIS-AIMÉ POUGET en 1702, que tuvo gran influjo en Brasil. Napoleón impuso en Francia (y
su hermano José Bonaparte en España) el llamado Catecismo imperial, aprobado por el Cardenal
Caprara, que identificaba la obediencia al monarca con el culto divino, sin señalar obligaciones al
gobernante.

La catequesis de la época de las restauraciones monarquías europeas fue conformista e indiferente a la


justicia social, prescribiéndole al pobre resignarse ante males evitables por otra parte, fue apologética
frente a la masonería, que criticaba la unión de la Iglesia con el despotismo y su posición frente al
socialismo materialista, que criticaba al capitalismo.

4.6.4. Área germánica


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La ideología de la Ilustración valoro la razón, enfatizo más la moral que el culto, reducido a sobriedad
en vez de la suntuosidad barroca; prefirió en Ia Biblia su sentido historico, más que la atención a los
misterios, al dogma, a la Iglesia y a la escatología; y transformo la catequesis eclesial en una enseñanza
escolar separada de la vivencia de la fe en la comunidad familiar y eclesial.

Se encuentran dentro de esa corriente autores más preocupados por entretener, que por las
motivaciones básicas; en la "historia sagrada" y en la historia de la Iglesia prefieren lo edificante y
maravilloso, al carácter profético y Litúrgico de la Palabra de Dios; o reducen la enseñanza religiosa a
la moral natural, usando el método socrático.

En 1777 el abad FRANZ STEPHAN RAUTENSTRAUCH introduce en Austria la catequética como


ciencia incorporada a Ia teología pastoral. JUAN MIGUEL SAILER en 1789 da prioridad al testimonio
del catequista y de la comunidad que representa, y propone educar para la madurez en la fe y no solo
para el conocimiento de la Revelación. JUAN BAUTISTA VON HIRSCHER en su Catequética (1831)
presenta la fe como un todo orgánico, según la historia de salvación vivida y no como un sistema
doctrinal, para provocar una vida cristiana coherente con la capacidad de los destinatarios. Sailer y
Hirscher por afán catequético impulsaron una renovación de los estudios bíblicos.

JOSEPH DEHARBE en su Catecismo Católico (1847), en lenguaje escolástico, alejado de la liturgia y


de la vida, usa la Biblia solo como apoyo para demostrar tesis, y reduce todo a deberes. Origino una
época de catequesis clara y sistemática, pero carente de interpelación bíblica, de cristocentrismo, de
libertad en el Espíritu, de sentido pascual y de comunidad eclesial.

4.6.5. España

GASPAR ASTETE, S.J., escribió en 1579 una Doctrina Cristiana para niños, en preguntas y respuestas
breves, fáciles de memorizar, partiendo de las necesidades humanas, no desde Ia iniciativa del amor de
Dios; ensena rezos sin sugerir formas personales de orar; pregunta que ordena cada mandamiento,
respondiendo generalmente con lo que prohíbe; explica para que sirve cada sacramento, destacando la
iniciativa de Dios solo cuando los trata en general, y se detiene más en la penitencia. Gabriel Menéndez
Luarca en 1787 le agrego más de cien preguntas de moral y algunos pormenores infundados, aunque la
obra siguió llamándose "el Astete".

Jerónimo DE Ripiada, S.J., escribió en 1586 una Doctrina Cristiana en 333 preguntas organizadas en
torno al fin último del hombre y, sin polemizar, afirma lo criticado por los protestantes, agregando el
modo de "ayudar misa"; los quince misterios del rosario, lo que debe hacer el cristiano cada mañana, y
el examen de conciencia para la noche. Es un resumen teológico sencillo, aunque complica algunos
temas y a veces cae en error. La amplio principalmente Juan Antonio de la Riva en 1790, y en México
tuvo diversas adaptaciones, aunque siguió llamándose "el Ripalda".

SANTIAGO José García Mazo en 1837 fusionó el Astete y el Ripalda. Mantuvo las preguntas y
respuestas memorizables, su lenguaje teológico ajeno a la Biblia, a la Iiturgia y a la vida actual; su

47
moral legalista que no mueve a la generosidad por gratitud. Estas tres obras se difundieron en España y
América hasta avanzado el siglo XX.

SAN ANTONIO María CLARET fue activo catequista, autor de catecismos y del Camino recto y
seguro para Ilegar al cielo, el libro de piedad más leído en España en el siglo XIX. Como arzobispo de
Santiago de Cuba (1850 a 1857) animó a los párrocos a ser catequistas y promovió la Hermandad de la
Doctrina Cristiana. En el Concilio Vaticano I propuso la formación de un Parvo Catecismo universal, o
al menos nacional.

EL BEATO FRANCISCO PALAU Y QUER, OCD, estableció en Barcelona (1851) una catequesis
dominical y social de adultos, que llamo las Escuelas de la Virtud, organizada en 52 semanas, con
revisión anual, para enfrentar las ideas contrarias a la fe y a las costumbres cristianas que eran
difundidas por la prensa liberal y socialista atea.

4.7. LA CATEQUESIS EN EL NUEVO MUNDO

El Concilio de Trento originó en América concilios provinciales que publicaron catecismos duraderos,
así como Sínodos diocesanos que se ocuparon de los procedimientos. Los obispos supervisaban la
catequesis en sus visitas pastorales. Hubo una variedad extraordinaria de catecismos para indígenas,
para españoles y para mestizos. Numerosos religiosos escribieron en lenguas indígenas sistemas
completos de catequesis. Provenientes de Europa se usaron en castellano el catecismo de FLEURY; el
de RIPALDA en México y Cuba, fue traducido a varias lenguas de México y al guaraní; consta
tardíamente el de ASTETE en castellano y en guaraní; el de BELARMINO en castellano y en lengua
tinqua de La Florida; el de POMEY en guarani, y el de YVES D’EVREUX en topinambo. ALONSO
DE SANDOVAL, SJ, escribió para los africanos un catecismo en latín, sin que se conozcan catecismos
en sus lenguas, ya que se les ensenaba oralmente, o se les ofrecía la catequesis común.

4.7.1. Provincia eclesiástica de Lima

JOSÉ DE Acosta, SJ, en De procuranda lndorum salute, el tratado pastoral más influyente en la
Colonia, considera un disparate dejar de forzar a los indígenas a obedecer y a trabajar; ello, por el
temor a que, al retirarse los españoles, los indígenas volvieran a la idolatría. Los defiende de abusos y
crítica la cristianización impuesta. Fue un catequeta colonialista humanista.

En Perú, FELIPE GUAMAN POMA DE AYALA en su Nueva Crónica y buen gobierno defendió al
indígena y propuso normas para humanizar la administración colonial. Igualmente lo hizo Luis
JERÓNIMO DE ORÉ, OFM, en su Símbolo Católico Indiano, un catecismo en siete canticos, uno para
cada día de Ia semana. EI Hill Concilio Limense (1582-1583) presidido por santo Toribio DE
MOGROVEJO, tuvo amplio influjo con sus catecismos y con Confesionario, hasta el Concilio
Vaticano ll. Exigió saber el credo y el Padre Nuestro para recibir cualquier sacramento, y pidió que los
párrocos instituyeran una escuela en su parroquia. Publico en castellano, quechua y aymara un
catecismo en tres niveles, incluyendo uno de adultos en 31 sermones, y Confesionario, que ayudó a los
confesores a educar a los penitentes en la justicia social

48
EI Sínodo de Santiago de Chile aplico en 1586 el III Concilio Limense. El III Sínodo, en 1626, mandó
al doctrinero que visitara pueblos y estancias, enseñando la doctrina y dejando en cada pueblo a dos
muchachos "repetidores". El V Sínodo, en 1688, mando a los curas enseñar la doctrina después de la
misa en los domingos y días festivos; a los patronos, hacer recitar diariamente a los trabajadores las
oraciones y el catecismo; y destacó mujeres indígenas en cada lugar, para enseñar la doctrina a las
demás. El Vl Sínodo, en 1763, publicó un catecismo que amplía la doctrina eucarística; y mandó
autorizar a indígenas y esclavos para que asistieran cada día a la explicación de la doctrina, hecha por
un fiscal.

Optaron por la causa mapuche Luis DE VALDIVIA, S.J., en su Sermón en lengua de Chile, que
resume el Tercer Catecismo Limense, y el militar catequista FRANCISCO NÚÑEZ DE PINEDA Y
BASCUNAN, en su Cautiverio feliz. EI I Sínodo de Tucumán en 1597, mando a los párrocos dar
doctrina a sus fieles los domingos y días de fiesta, controlando ausencias e interrogando a unos y otros,
alabando y animando; así mismo, ordenó encargar al fiscal dar doctrina a niños y niñas durante una
hora por Ia mañana y otra por la tarde. Los indígenas que iban a confesarse por primera vez debían ser
relevados de su trabajo los tres días anteriores, a fin de que pudieran prepararse. EI Primer Sínodo de
Río de Ia Plata en Asunción (1603) prescribió catequizar en guaraní.

4.7.2. Provincia eclesiástica de México

EI II Concilio Mexicano en 1565 indicó que cada sacerdote tuviera una Biblia y que cada párroco
aprendiera los idiomas locales. EI III Concilio Mexicano (1585) denunció el abandono espiritual de los
indígenas y los esclavos; señaló en un Directorio para confesores las injusticias que se cometían contra
los nativos; les dio acceso a los sacramentos, excepto el Orden sacerdotal y propuso catecismos
similares a los del III Concilio Limense, que fueron asumidos hasta en el IV Concilio Mexicano en
1771. En ese lapso se usó el de Ripalda.

4.7.3. Provincia Eclesiástica de Santa Fe de Bogotá

La junta de provinciales, presidida en 1576 por FRAY Luis ZAPATA DE CÁRDENAS, encargó el
llamado Catecismo sinodal. El II Sínodo de Santa Fe de Bogotá de FRAY BARTOLOMÉ LOBO
GUERRERO, OFM, en 1606 reconoció canónicamente el III Concilio de Lima con sus catecismos. EI
Primer Concilio Provincial de Santa Fe de Bogotá (1625), si bien defendió a los indígenas, no fue
aprobado; hizo confeccionar un catecismo propio, que no tuvo éxito.

4.7.4. Provincia eclesiástica de Santo Domingo

El Ill Sínodo de Santo Domingo en 1610 mandó a los Señores enseñar la doctrina a sus esclavos
diariamente; y a los curas, mantener a Ia vista Ia tabla de Ia doctrina. El I Concilio Provincial de Santo
Domingo en 1622-1623 prohibió bautizar adultos sin que supieran la doctrina; estableció destinar un
sacerdote para catequizar a los negros que llegaban al puerto; a los párrocos, explicar el Evangelio en
domingos y fiestas; exigió a los párrocos de indios conocer su idioma, ofrecerles escuela para los niños,
tener catecismo diario una hora durante la mañana y otra por Ia tarde, con niños y niñas; evitar bajo
pena de excomunión, los castigos físicos, las cadenas y las cárceles. El I Sínodo de Caracas (1609)
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adopto los catecismos Iimenses, pero el II Sínodo, en 1687, adopto el de Ripalda, ajeno a las culturas
americanas.

EI Sínodo de San Juan de Puerto Rico (1645) responsabilizo de Ia enseñanza de la doctrina cristiana a
los padres, a los padrinos, a los encomenderos, a los dueños de esclavos y, por supuesto, a los párrocos,
a los capellanes de estancias, a los maestros y maestras.

El Sínodo de Santiago de Cuba (1681) pidió que la persona mejor preparada enseñara la doctrina a los
indígenas, centrada en los principales misterios de la fe.

4.7.5. Provincia eclesiástica de La Plata

EI Concilio Provincial de La Plata en Bolivia en 1629 determino que los párrocos proteger a los
indígenas, enseñar la doctrina en su Iengua a niños, indígenas y negros; fundar escuelas para niños y
niñas y organizar reducciones para enseñar a los indígenas a vivir políticamente.

4.7.6. Brasil

No hubo concilio provincial en el Brasil colonial. La catequesis fue obra de los religiosos, con escasa
intervención de los obispos y del clero secular. Mientras para los indígenas hubo catecismos hechos por
los misioneros, en las ciudades circulo el catecismo regalista y jansenista de Montpellier, impuesto en
1770 por el gobierno de Portugal para todo el reino y sus colonias.

4.7.7. Área francófona

RAYMOND BRETON, O.P., publicó para la Isla Dominica en 1654 un catecismo bilingüe de 60
páginas, basado en el de Paris, pero con modificaciones para atraer hacia la fe, en el estilo de
conversaciones de tono afectuoso; fue completado con un diccionario de Ia misma Iengua caribe.

EI P. BOUTIN (+1742), párroco en el Cabo Haitiano, obligó a los jefes de familia a enviarle todas las
tardes los esclavos que estuvieran sin bautismo, a fin de evangelizarlos en criollo, lo cual perduro como
costumbre local.

4.7.8. Comunicación de la fe en lenguajes artísticos

Luego de algunas prohibiciones de las danzas y representaciones indígenas en la Iiturgia, al conocer


mejor sus costumbres, esas expresiones fueron aceptadas en la catequesis y en las celebraciones de
Semana Santa, Corpus Christi y fiestas patronales, en México y Perú; en los bailes religiosos en Chile y
en las representaciones religiosas en Santo Domingo y en Venezuela. Las "capillas abiertas" en México
dejaban amplio espacio cercado fuera del templo para las representaciones religiosas.

SAN FRANCISCO SOLANO en Argentina y SAN PEDRO BETANCOURT en Antigua Guatemala


danzaban en las procesiones. En México, Centroamérica y Perú se difundieron salmos, catecismos y

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epopeyas en verso, en lengua indígena, algunas compuestas por los mismos naturales. En castellano se
difundieron los versos a lo divino y villancicos de tradición Española.

4.8. LA CATEQUESIS EN EUROPA ENTRE LOS DOS CONCILIOS VATICANOS

4.8.1. EI movimiento catequístico

La reflexión del Concilio Vaticano I en 1870 sobre los problemas de un catecismo único para Ia Iglesia,
y Ia reacción a la supresión de la ERE en Italia en 1873 y en Francia en 1881, generó un movimiento.
Surgieron revistas catequéticas interactuantes, que influyeron en un magisterio catequético episcopal y
universal cada vez con mayor documentación y mejor formación catequética: Katechetische Bléitter
(Alemania 1876); La Revista Catequística (España, 1910-1936); The Sower (Gran Bretana 1919);
Verbum (Holanda 1930); Catechesi (Italia 1932); Lumen Vitae (Bélgica 1946); Katecheta (Polonia
1957); Sinite y Actualidad Catequética (España 1960); Catéchese (Francia 1960).

JOSEPH COLOMB organizó en Lyon desde 1947 la Licenciatura en Enseñanza Religiosa y formó a
los primeros profesionales de la catequesis. Es de notar que, en la misma época, se dio un fenómeno
similar en América. Para profundizar acerca de esta información, se pueden consultar las publicaciones
siguientes: ONlR (México 1931); Sed Catequistas (Chile 1935-1964); Didascalia (Argentina 1947);
The Living Light (Estados Unidos 1964).

El afán de reflexión ante nuevas situaciones originó congresos catequísticos nacionales en:
Piacenza (1889),
Paris (1908),
Milán (1910),
Viena (1912),
Valladolid (1913),
Granada (1926),
Munich (1928),
Zaragoza (1930),
Braga (1932).

El Congreso Internacional de Catequesis de Roma, convocado por la Sede Apostólica en 1950 impulsó
la catequesis con adultos ante las nuevas mentalidades; los secretariados diocesanos de catequesis y
otros avances importantes.

4.8.2. EI cambio metodológico

El Pbro. ANDRÉS MANJÓN comenzó en 1889 en Granada las Escuelas del Ave María donde, en vez
de hacer memorizar los manuales de Astete y de Fleury, se propuso enseñar la doctrina cristiana
"siempre, bien, con ejemplos y aplicaciones, en lecciones breves, amenas y teórico-prácticas", con
dialogo reflexivo y discusión, con método inductivo y deductivo, de análisis y construcción, para bien
pensar, sentir y querer, con recursos activos.

51
Desde 1905 un equipo de catequetas liderado por Weber, Stieglitz y Gottler incorpora en Ia catequesis
Ia Psicología científica en el llamado MÉTODO DE Múnich, difundido en 1912 por el Congreso
Catequístico de Viena.

La Dra. María MONTESSORI aplicó a niños enfermos mentales la autoeducación propuesta por
Pestalozzig así, al trabajar en escuelas populares de Roma, ella descubrió las capacidades del niño para
el orden, Ia atención, el trabajo, el silencio, el afán de saber y de descubrir a Dios a través de lo
sensible. Pide gran respeto a lo que el Maestro interior obra en lo profundo de los pequeños.

4.8.3. EI cambio teológico

La renovación de los estudios bíblicos y patrísticos supero el interés metodológico y origino la teología
y catequesis kerigmática, que renovó el contenido de la catequesis con su inspiración gozosa y
evangelizadora, principalmente por obra del austriaco JOSEPH ANDREAS JUNGMANN S.J. desde
1936, que luego fue aplicada por KLEMENS TILMANN, inspirador y coautor del Catecismo Católico
Aleman de 1955, y que fue difundida por JOHANNES HOFINGER, SJ. Los catequetas organizaron la
Semana Internacional de Catequesis Misionera en Eichstatt, Alemania, en 1960, donde culmino el
movimiento kerigmático que preparó la reflexión teológica conciliar.

4.8.4. EI cambio antropológico

En el continente europeo, el cambio antropológico se da por influencia de la Semana internacional de


Catequesis de Bangkok, Tailandia, en 1962. Aquí se inició el vuelco antropológico de la catequesis. Se
propuso un equilibrio entre los lenguajes bíblico, litúrgico, existencial y doctrinal. La Semana
Internacional de Katigondo, en Tanzania, (1964) despertó el interés por las culturas no europeas,
promovió el respeto hacia las religiones no cristianas, valorizo la cultura popular y el lenguaje vivencial
para interiorizar la fe.

4.8.5. Legislación catequética universal

San Pío X, en la encíclica de organización catequética Acerbo Nimis de 1905, ordeno instituir en cada
parroquia la Cofradía de Ia Doctrina Cristiana y promueve la catequesis en las familias, en las
parroquias y en las escuelas.

En 1917 el Código de Derecho Canónico prohíbe que los niños católicos asistan a las escuelas no
católicas, neutras o mixtas, salvo que el Ordinario indique las circunstancias en que dicha asistencia se
puede tolerar.

Pio Xl, motu proprio, en Orbem Catholicum de 1923 creó un Oficio Catequístico en la Sagrada
Congregacion del Concilio, que en 1929 ordeno a cada obispo instituir un secretariado diocesano y
escuelas de catequistas; así como enviar a la misma Congregación un informe anual de la acción
catequística. En su encíclica Divini Illius Magistri en 1929 pide que la organización y toda la
enseñanza de la escuela están penetrados de espíritu cristiano. En 1935 en el decreto Provido Sane

52
Concilio da normas para la catequesis de los adultos y de los niños, para la formación de los catequistas
y la supervisión de la catequesis; y pide organizar en cada lugar la Cofradía de la Doctrina Cristiana.

4.9. LA CATEQUESIS DESDE IA INDEPENDENCIA AMERICANA HASTA VATICANO II

4.9.1. La batalla de los catecismos

El arzobispo de La Plata José ANTONIO DE SAN ALBERTO escribió un Catecismo Real para
fundamentar en Ia Biblia la monarquía, llevado al extremo en una versión paraguaya. Lo
contrarrestaron patriotas en Chile, Argentina y Colombia, sin pretender dar a sus obras un carácter de
enseñanza oficial de la Iglesia, las cuales fueron respondidas en Argentina y Perú por otras obras
monarquista que si lo pretendían.

4.9.2. El pluralismo religioso y la catequesis apologética

La emancipación hispanoamericana introdujo un pluralismo ideológico y religioso, que especialmente


desde el Syllabus de Pio IX fue enfrentado por la Iglesia Católica con excesiva oposición y poca
comprensión de valores modernos, tales como las ciencias positivas, la democracia y las necesidades
sociales, lo cual condujo a una catequesis defensiva. En Ecuador no se imprimió el Catecismo
inculturado del SANTO Hermano MIGUEL por adoptar apresuradamente el llamado Catecismo de Pio
X, que ni siquiera fue adoptado en toda Italia. En la escuela pública predomino desde mediados del
siglo XIX el positivismo y luego el evolucionismo, supuestamente opuesto a la Biblia.

Los protestantes norteamericanos enviaron con actitud anticatólica a numerosos misioneros a América
Latina y el Caribe, lo cual dio otro motivo para realizar una catequesis apologética.

La corriente liberal, influida por la Ilustración, después de un inicio tolerante hacia los cristianos por
influjo protestante, impuso desde el ala atea de la masonería la secularización de la cultura, hasta la
persecución antirreligiosa sucesivamente en Paraguay, Colombia, Brasil, México, Venezuela, Costa
Rica y el Salvador, y a la laicización de la enseñanza pública en Argentina.

Los conservadores se enfrentaron en América Latina y el Caribe con los liberales mediante una defensa
política y jurídica de la Iglesia Católica, sin preocuparse de las extremas desigualdades sociales
existentes. Mantuvieron en general Ia catequesis del III Concilio Limense y sus contemporáneos
Españoles de Ia Contrarreforma, de Astete, Ripalda y García Mazo, complementados con el de Fleury y
con otros franceses, ajenos a las situaciones locales.

4.9.3. Catequesis en la escuela

Bajo los Borbones en España domino la ilustración, que secularizo la cultura, sustituyo el
tradicionalismo autoritario y dogmático por el espíritu científico y crítico; procuró dominar la
naturaleza para el mejoramiento económico y social, e hizo un viraje desde el despotismo monárquico
hacia la independencia americana republicana, utilizando la escolarización. A comienzos del siglo XIX,
los sacerdotes JOSÉ CELESTINO MUTIS, español en Colombia, y FÉLIX VARELA, cubano, y el
53
laico chileno MANUEL DE SALAS fueron educadores ilustrados católicos que promovieron la
independencia de las colonias españolas.

Diversas congregaciones religiosas europeas llegaron a América en el siglo XIX para enfrentar el
Liberalismo y la laicización desde la escuela, como lugar misionero. Enriquecieron la educación
femenina, aunque en general, sin atender a las culturas locales. León XIII declaro insuficiente la
enseñanza religiosa escolar cuando el conjunto de la escuela no forma en Ia piedad, como ocurría en la
escuela estatal, la cual se fue distanciando de la Iglesia.

Los obispos vieron ligados el racionalismo científico con el liberalismo anticlerical y el pragmatismo
inmoral; en razón de lo cual los enfrentaron mediante la fundación de universidades católicas, donde se
dio cierta formación teológica a todos los estudiantes.

En la escuela, durante el siglo XX, interactuaron con la fe la cultura tradicional y étnica de las familias,
la cultura científico-técnica y humanista de los programas, la prevalente cultura audiovisual de masas y
las subculturas de la infancia y de la adolescencia de los alumnos, sin que existiera dialogo académico
del Evangelio con estas culturas.

4.9.4. La catequesis en el Concilio Plenario de América Latina

EI I Concilio Plenario de América Latina, convocado en Roma por León XIII en 1899, dedicó gran
atención a Ia catequesis. Estimulo la prensa católica. Prohibió las versiones de la Biblia no aprobadas
por los obispos y especialmente las publicadas por las Sociedades Bíblicas. Inició una actitud de
comprensión y dialogó con quienes estaban a punto de dejar la Iglesia, y de oración por los que tenían
creencias diferentes.

Animo una catequesis con fórmulas tradicionales para evitar confusión. Pidió establecer un solo
catecismo en cada País o al menos en cada provincia eclesiástica, con un sumario para niños y personas
con dificultad para aprender. Dio indicaciones prácticas para una buena comunicación y para instruir
con prudencia frente a los errores modernos y las asociaciones que los propagaban. Dispuso que los
sacerdotes predicaran y enseñaran la doctrina los domingos y fiestas. Pidió a los párrocos aprender las
lenguas indígenas. Estimulo las misiones populares y los retiros cerrados para laicos.

Promovió las escuelas parroquiales primarias incluso para indígenas y negros, reprobó las escuelas que
omitían la religión o solo la daban sin formar en la piedad; pidió sólida formación en la fe y moral
cristianas en los colegios católicos secundarios masculinos y femeninos. Valoro a los maestros
cristianos y prescribió la creación de escuelas normales masculinas y femeninas, confiándolas a
congregaciones docentes. Sugirió crear universidades católicas en cada país.

4.9.5. Lenta incorporación de la doctrina social católica

Impulsado por Ia encíclica Rerum Novarum de 1891, el episcopado mexicano organizo congresos
católicos desde 1903 para promover la educación en comunidades indígenas y enseñar la doctrina
social de la iglesia, pero fueron interrumpidos por la revolución de 1910, que implanto un socialismo
54
anticlerical. De esta manera, la Liga Juvenil de Estudiantes Católicos (1911), la Asociación Católica de
la Juventud Mexicana (1917) y la Acción Católica Mexicana (1929), impartieron formación religiosa,
filosófica y social mediante círculos de estudio.

En varios países los obispos impulsan desde el siglo XIX los Círculos Católicos Obreros y los Círculos
Católicos de la Juventud, que animan la participación política y la noción social, Io cual no se
consideraba entonces como parte de la catequesis de jóvenes o de adultos.

También, desde los años sesentas, en varios países los obispos promueven comunidades eclesiales de
base, donde los laicos comparten la reflexión de la Biblia, animan la celebración de la Palabra y se
comprometen por el cambio social. Particularmente en Brasil y en Centroamérica, estas comunidades
de base adquieren, en las siguientes décadas, un peso considerable con fuerte presencia de catequistas
populares.

4.9.6. Brasil

Brasil fue en el siglo XIX uno de los pocos países con cierta creatividad catequística. Desde 1832
compusieron catecismos diocesanos los obispos de Para, ROMUALDO DE Souza COELHO y su
sucesor, ANTONIO DE MACEDO COSTA; el obispo de Mariana Dom ANTONIO FERREIRA
Vicoso; el obispo de Sao Paulo, Antonio JOAQUIM DE MELO; el obispo de Rio de Janeiro, PEDRO
MARIA DE LACERDA y el obispo de Marañón, JOAQUIM MANOEL DE SILVEIRA.

AI separarse el Estado de la Iglesia en 1890, se perdió la enseñanza religiosa. Con la llegada de


congregaciones religiosas, los obispos impulsaron la educación católica, aunque también surgieron
escuelas protestantes y judías. Desde 1931 se pudo impartir enseñanza religiosa optativa en las escuelas
públicas fuera del horario escolar. El Congreso Nacional de Enseñanza de Religión de Rio de Janeiro,
en 1950, confió a los laicos una participación más creativa en la catequesis desde la Acción Católica.

En cumplimiento del I Concilio Plenario de América Latina de 1899, los obispos adaptaron el
Catecismo de Lombardía de MICHELE CASATI y Io establecieron como catecismo nacional, que se
difundió hasta fines del siglo XX. Otros catecismos de Porto Alegre y Bahía lo superaron, ya que
hacían un mejor uso de Ia Biblia.

Los Círculos Obreros de carácter asistencial cedieron el paso desde 1930 a la JOC, que con el método
de ver, juzgar y actuar, del sacerdote belga José CARDÍN, animo iniciativas religiosas, sociales y
políticas en los laicos. De la coordinación nacional de círculos obreros surgió, en 1932, la Acción
Católica. Este método pasó a la catequesis y a las comunidades de base, apoyadas por el Plan de
Emergencia, creado en 1962 por la Conferencia Episcopal brasileña.

El Movimiento de Natal desde los años posteriores a 1940 en el noreste, con acciones de educación de
base apoyadas por más de mil radioemisoras, renovó la catequesis, Ia educación religiosa, los
sacerdotes y las vocaciones religiosas. EI Movimiento por un Mundo Mejor del Padre Lombardi,
apoyado desde el Vaticano, contribuyo a la renovación desde la mitad de siglo.

55
4.9.7. Canadá

Mientras el Gobierno inglés procuraba implantar la escuela gratuita única anglohablante de inspiración
anglicana, los católicos francófonos obtuvieron en 1846 una ley que dejaba libertad a las escuelas
confesionales hasta 1960. En 1852 los obispos canadienses fundaron la Universidad de Laval, de cuya
Facultad de Artes pasaron a depender los colegios católicos de Quebec. A partir de la elevación de
Quebec a arquidiócesis en 1844, hubo siete concilios provinciales entre 1851 y 1886, con gran
preocupación por la catequesis, las cofradías y las escuelas.

El obispo de Montreal, IGNACE BOURGET, favoreció las fundaciones de congregaciones docentes.


Entre 1880 y 1899 llegaron de Francia ocho congregaciones masculinas y cuatro femeninas por
dificultades que impuso el Gobierno a la enseñanza religiosa pública. Luego, entre 1901 y 1904
suprimió las comunidades religiosas, lo cual desarrollo en Canadá una Iglesia defensiva y algo
rigurosa.

En 1921 el Episcopado fundo la Sociedad de las Misiones Extranjeras, y en 1960 creo una Oficina
Católica Canadiense para América Latina, que apoyo principalmente a Haití y a Cuba. Todas estas
instituciones canadienses acumularon gran experiencia y creatividad catequística misionera.

4.9.8. Haití

El gobierno subsidio escuelas privadas, católicas y protestantes. El pensionado secundario femenino de


Puerto Príncipe, creado por ley en 1848 bajo el presidente Faustino Soulouque, organizador de la
enseñanza secundaria pública en Haití, incluía el catecismo, la moral y la urbanidad cristiana en su
programa, todo bajo el nombre de "educación", a diferencia de lo que llamaba "materias de enseñanza".

4.9.9. Chile

MANUEL DE SALAS, en la traducción del Catecismo Imperial de 1822, lo corrigió con base en su
fuente, el Catecismo de Bossuet, lo cual modero el enfrentamiento entre catecismos monárquicos y
republicanos. Otro ilustrado católico fue el obispo JOSÉ IGNACIO CIENFUEGOS, con su Catecismo
de Ia religión cristiana para la instrucción de la juventud chilena, de 1829.

El hecho de que era con ocasión de las visitas pastorales, que el obispo confirmaba e miles de fieles con
breve preparación a la confesión y comunión anual, muestre que los párrocos cumplen con le
predicación y la enseñanza dominical de la doctrine e los fieles. Algunos capuchinos escribieron
manuales de la doctrina cristiana en lengua mapuche. Igualmente, numerosos sacerdotes escribieron
manuales de religión pera las escuelas. Desde mediados del siglo XIX se enseñaron Fundamentos de la
Fe, además de la doctrina y de la historia sagrada.

EI Secretariado Catequístico de la Acción Católica impulsó desde 1933 la aplicación del método de
Munich. Se realizaron congresos nacionales de catequesis en 1938, 1943, 1953 y 1960, año este último,
en que se creó la Oficina Nacional de Catequesis en coordinación con el Instituto Catequístico
Latinoamericano (ICLA), establecido por el CELAM en Santiago.
56
4.9.10. Uruguay

EI primer obispo de san José de Mayo, Mons. Luis BACCINO, en 1956 envió sacerdotes en grupos de
dos o tres a empaparse de la renovación catequética, mediante estudios, ye en San Antonio, Texas, en
el Instituto Lumen Vite de Bruselas, en el Instituto Superior de Pastoral Catequética de Paris, o en el
ICLA de Santiago de Chile. Desde 1961 se realizaron cursos removedores en el país, con el apoyo de
los franceses Jecques Audinet y Pierre Bebin, O.M.I., el belga Joseph Comblin y el español José
Manuel Estepa. Desde 1964 surgió el Oficio Catequístico Nacional.

4.10. EL MAGISTERIO CATEQUÉTICO UNIVERSAL POSTCONCILIAR

4.10.1. Influjo catequético del Concilio Vaticano II

Las cuatro constituciones conciliares renovaron la autoconciencia de la Iglesia al replantear los cuatro
aspectos básicos de la acción eclesial que estructuran la catequesis:

• DV presento la Revelación por hechos y palabras, renovó la interpretación bíblica superando el


fundamentalismo, puso en el centro de la vida de la Iglesia la Palabra de Dios contenida en la Biblia y
en la Tradición, y dio a los fieles fácil acceso a la Sagrada Escritura, renovando el ministerio del
testimonio o MARTYRIA por hechos y palabras.

• LG cambio la visión piramidal de la Iglesia por un concepto de pueblo de Dios que impulso la
vivencia de comunión para la misión, renovando el ministerio de la koinonía.

• GS abrió el dialogo de la Iglesia con las culturas de hoy, para un mejor servicio hacia la justicia para
con los pobres, renovando el ministerio de Ia diaconía.

• SC renovó el ministerio de la Liturgia hacia una forma más participativa, formativa, pascual, festiva,
expresiva, misionera e inculturada. Además, cuatro documentos sobre la praxis eclesial impulsaron la
renovación del personal apostólico.

· AG impulso el carácter misionero de las comunidades cristianas, señaló la presencia de semillas del
Verbo en las culturas, revaloro el catecumenado y dio orientaciones para los catequistas, sentando las
bases para los celebradores de la Palabra y para el ministerio de la catequesis.

• AA destaco el papel de los laicos en el mundo para transformarlo según el Evangelio y en la Iglesia,
donde pueden tener ministerios de la palabra y sacramentales.

• IM impulso la creatividad apostólica y el espíritu crítico en el arte y demás comunicaciones.

• GE destacó la tarea de la Iglesia no solo en la educación cristiana, dentro de la cual sus medios más
propios son la catequesis y la liturgia, sino también en la educación en cuanto servicio a la humanidad,

57
valorando la misión de los educadores cristianos, incluso en las escuelas no católicas. Tres documentos
sobre las relaciones con los no católicos cambiaron el triunfalismo doctrinal por la humildad.

• UR comprometió a la Iglesia Católica con la unidad de los cristianos, exigió dar una presentación no
polémica a la doctrina y a la historia dentro del servicio a la verdad, y pidió a todos los fieles participar
en el ecumenismo espiritual y social;

• NA impulso el diálogo interconfesional;


• DH favoreció la libertad religiosa en la sociedad.

4.10.2. Magisterio catequético universal posconciliar

Después del Concilio se han realizado tres congresos internacionales de catequesis convocados por la
Sede Apostólica uno en 1971, al dar a conocer el Directorio Catequístico General mandado por el
Concilio; el segundo, en 1997 al presentar el nuevo Directorio General para Ia Catequesis, que lo
actualizo después de importantes documentos que asume y sintetiza; y el tercero, en 2002, a los diez
años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica (CEC).

EI 11 de abril de 1971 se promulgo el Directorio Catequístico General, según las normas del decreto
Christus Dominus N° 44.

EI Ritual para la iniciación Cristiana de Adultos (RICA) publicado en 1972 actualizo el catecumenado
de adultos y dio orientaciones para la catequesis preparatoria a los sacramentos de Ia iniciación. La
exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi de Paulo VI, (1975), situó la catequesis dentro del proceso
de evangelización, como un momento posterior al anuncio misionero; propuso Ia meta de formar
cristianos liberadores, y definió la relación entre liberación cristiana y promoción humana.

La Exhortación Apostólica Catechesi Tradendae de Juan Pablo II, (1979), fue el primer documento del
magisterio universal que trato Ia catequesis en su globalidad, abordando todos los temas del ministerio
catequético con excelente fundamentación bíblica y encarnación en Ia historia actual. Es un documento
postsinodal al cual precedió un importante Mensaje del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios en
1977, Cum iam ad exitum (se cita: MPD 77).

EI Código de Derecho Canónico, de 1983, estableció las normas del ejercicio del ministerio de Ia
Palabra, en coherencia con la renovación conciliar.

El 7 de diciembre de 1990, Juan Pablo II presento su encíclica Redemptoris Missio, para reafirmar la
validez permanente del mandato misionero.

El Consejo Internacional para Ia Catequesis publicó en 1990 las orientaciones sobre La catequesis de
adultos en la comunidad cristiana, que, sin ser normativo, es útil para superar una catequesis
predominantemente infantil.

58
El Catecismo de Ia Iglesia Católica, cuya edición típica es de 1997 (para enmendar algunos puntos de
Ia edición de 1992), tiene la finalidad de ayudar a los obispos en la orientación del contenido en lo que
a catecismos y textos de Ia catequesis se refiere.

EI 25 de agosto de 1997, el Papa Juan Pablo II aprobó el Directorio General para la Catequesis, que
recogiendo la herencia de los documentos catequéticos anteriores, se propone ofrecer reflexiones y
principios para orientar y regir la praxis catequística.

4.11. LA CATEQUESIS POSCONCILIAR EN AMÉRICA

4.11.1. EI movimiento catequético

• El Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), organismo de comunión y servicio para las


conferencias episcopales, creado en la I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Rio
de Janeiro en 1955, fundo el Instituto Catequístico Latinoamericano (ICLA) con sedes en Santiago de
Chile (1960) y Manizales, Colombia (1966). Dicho Instituto preparo personal multiplicador. En 1968
paso a formar parte del Instituto Pastoral Latinoamericano, radicado en Quito. Por último, éste se
transforma en el Instituto Teológico Pastoral del CELAM (ITEPAL) en Medellín desde 1974 y en
Bogotá, a partir de 1989.

• EI Departamento de Catequesis del CELAM (DECAT) organizó dos Semanas Latinoamericanas de


Catequesis. La primera se realizó en Quito (1982) sobre la comunidad catequizadora en el presente y
futuro de América Latina. La segunda fue en Caracas (1994) y el tema de reflexión se tituló: Hacia una
catequesis inculturada. (La tercera en Bogotá 2006, sobre el kerigma y la iniciación cristiana).

• En 1985 el DECAT publico Líneas Comunes de Orientación para la catequesis en América Latina,
que, al actualizarse en 1999 dio lugar a Catequesis en América Latina. Orientaciones Comunes a la Iuz
del Directorio General para la Catequesis.

• El Congreso Internacional de Catequesis de Sevilla, realizado en 1992 con ocasión del V Centenario
de la evangelización de América, logró un balance interesante sobre el pasado, el presente y las
previsiones de la catequesis Latinoamericana.

• En 1995 se fundó la Sociedad de Catequetas Latinoamericanos (SCALA), como espacio de encuentro


para promover la reflexión y abrir nuevos caminos a la catequesis del continente.

• En varios países, las Conferencias Episcopales han creado Institutos Superiores al servicio de la
pastoral catequística. Se trata de centros de formación, estudie, especialización e investigación en este
ámbito específico de la pastoral. Varios de estos institutos tienen proyección más allá de las fronteras
del propio país. Algunos otorgan licenciatura.

• Desde 1969 la revista Catequesis Latinoamericana ha sido el principal instrumento para fomentar la
reflexión y el análisis de experiencias del DECAT; en 1986 se integre en la revista Medellín publicada
por el ITEPAL como número monotemático en el cuarto trimestre de cada año. Brasil publica desde
59
1977 la Revista de Catequesis. Argentina, Didascalia desde 1947, y Chile desde 1998 Catecheticum.
Para catequistas de base aparecen, entre otras, Catequesis al Día en Colombia; en Chile, Contactos
desde 1975 y desde 1973 Noticia (convertida en página web en 2002); Anunciar en Ecuador;
Catequesis Hoy en Honduras; Catequesis Anuncio de Cristo en México, y Catequesis en el Uruguay.

4.11.2. La catequesis en las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano

De una actitud apologética de defensa teórica de la fe en su I Conferencia de Rio DE JANEIRO en


1955, los obispos pasan en la II Conferencia General realizada en Medellín, Colombia, en 1968, a una
actitud profética con todos les riesgos que implica. Se beneficie de la Semana Internacional de
Catequesis, desarrollada días antes en la misma ciudad.

• Proclamó la opción evangélica por los pobres. Impulse una evangelización de los bautizados y nuevas
formas de catecumenado en la catequesis de adultos para multiplicar las comunidades eclesiales de
base.

 Propuso una catequesis que conecta el plan salvador de Dios con las legítimas aspiraciones
humanas, en vista de una liberación plena o integral (terrenal y escatológica).

• Valoró críticamente la religiosidad popular que se debe asumir y evangelizar. Además del Documento
8 dedicado a catequesis, los otros documentos proponen la formación de la conciencia social y de la
ética política en las comunidades de base, una catequesis formadora de constructores de paz, devolver a
la familia su capacidad evangelizadora y realizar una educación liberadora.

La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizada en PUEBLA, México, en 1979,
asumió la exhortación Evangelii Nuntiandi de Paulo Vl, que situó la catequesis dentro del amplio
proceso de evangelización, explico el concepto católico de liberación en consonancia con la teología
latinoamericana, y enfatizo la necesidad de evangelizar las culturas. El Documento propone una
liberación para la comunión mediante la participación, lo cual dinamiza la catequesis.

• Los obispos piden iluminar con la Palabra de Dios las situaciones humanas y los acontecimientos de
la vida para hacer descubrir en ellos la presencia o la ausencia de Dios.

• Entienden la catequesis como un proceso de conversión y crecimiento permanente y progresivo de la


fe que integra conocimiento, celebración y confesión de la fe en la vida. Centran la doctrina en la
verdad sobre Cristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el hombre, lo cual, de hecho, respalda
una catequesis antropológica.

• Piden una catequesis bíblica en el contexto de la vida y una evangelización liberadora. Frente a las
ideologías materialistas del capitalismo liberal, el marxismo y la ideología de Ia seguridad nacional,
piden que Ia fe cristiana inspire los criterios de decisión de la vida pública.

• Afirman que las ideologías son legítimas si defienden intereses justos e infunden a sus seguidores
respeto a los otros grupos, y que la doctrina social de la Iglesia se deja interpelar por ellas y a su vez las
60
relativiza y crítica, mientras denuncian como una forma de ideologización el predicar un Evangelio sin
incidencias económicas, sociales, culturales y políticas.

• Proponen una catequesis permanente desde la niñez a la ancianidad, multiplicando los catequistas
adultos autóctonos con su testimonio y su conocimiento del lenguaje aún no verbal del pueblo.

• Complementan el lenguaje audiovisual de la comunicación de masas con la de grupos.

• Consideran la escuela como lugar de evangelización y comunión, además de comunidad que


catequiza, y la educación evangelizadora como un proceso liberador para construir una civilización del
amor preparatoria de la comunión eterna.

• Sitúan el sacramento de la Confirmación en Ia pastoral juvenil dentro de la opción preferencial por los
jóvenes.

• Hacen una rica reflexión sobre la evangelización delas culturas.

La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en SANTO DOMINGO,


República Dominicana, en 1992, ante el aumento de la increencia, de la diversificación religiosa y del
fundamentalismo proselitista de grupos sectarios cristianos, reafirma las propuestas anteriores y una
catequesis evangelizadora, misionera o kerigmática, transformadora o liberadora e inculturada.

En su documento los obispos definen la nueva evangelización por su motivo: enfrentar el divorcio entre
fe y vida de la modernidad y posmodernidad, que produce clamorosas situaciones de injusticia,
particularmente a causa de la política económica neoliberal; por el modo: el diálogo y la llamada a la
conversión y a la esperanza. Por el sujeto: toda Ia comunidad eclesial en una conversión coherente con
el Concilio. Por el contenido Jesucristo Muerto y Resucitado para liberarnos del pecado y de todas sus
consecuencias y participarnos su vida divina. Por sus destinatarios principales: los bautizados no
evangelizados, los participantes de la cultura urbana científico-técnica y de las culturas indígenas y
afroamericanas.

Por sus medios: la fidelidad a la Palabra de Dios, Ia acogida al Espíritu Santo que infundirá energías al
cristianismo de América Latina y el afán de hacer llegar creativamente el Evangelio al centro de la
persona y de la sociedad, particularmente la educación y Ia comunicación moderna. Por sus metas:
formar personas y comunidades maduras en la fe para inculturar el Evangelio en la situación actual que
animen la promoción humana y liberación integral, produciendo un pueblo de personas libres,
conscientes de su dignidad, forjadoras de su historia.

Entre las líneas pastorales prioritarias para la nueva evangelización incluyen la acción educativa de la
Iglesia, cuyo eje es la educación de la fe, para lo cual se proponen exigir el derecho de la formación
religiosa para cada persona, y por tanto el de la enseñanza religiosa en las escuelas a todos los niveles;
así como promover la formación permanente de los educadores católicos en lo concerniente al
crecimiento de su fe, y la capacidad de comunicarla como verdadera sabiduría. Dan pautas precisas al
tratar la educación de la fe de adolescentes y jóvenes.
61
4.11.3. La catequesis en la exhortación Ecclesia in América

La exhortación apostólica posinodal Ecclesia in América, de 1999, trata sobre el encuentro con
Jesucristo vivo, camino para la conversión, la comunión y la solidaridad en América, lo cual sugiere un
proceso muy inspirador para la catequesis.

Su principal propuesta catequética es favorecer el encuentro con Jesucristo vivo, dando un talante
kerigmático a la catequesis. Detecta la necesidad de un gran esfuerzo apostólico para potenciar la actual
pastoral bíblica, la pastoral litúrgica, la formación del pueblo en la doctrina social de la Iglesia; la
animación evangelizadora de la religiosidad popular, y la pastoral educativa, existentes con diversa
calidad en las diferentes diócesis.

Considera la conversión como el comienzo de un camino de espiritualidad al alcance de todos los


fieles. Llama a vitalizar la catequesis no solo con el CEC que aclara el contenido, sino también con el
DGC, que ha de crear conciencia en el clero sobre el conjunto de las condiciones de una buena
catequesis.

Promueve una solidaridad no limitada a la asistencia a los más sufrientes, sino orientada al cambio de
estructuras injustas inspirado por la doctrina social de la Iglesia, que debe ser parte del contenido de la
catequesis común a todos los fieles.

SÍNTESIS

— En la época apostólica, la predicación cristiana consistía en la proclamación del kerigma, ampliado


con la historia de la salvación, la vida de Jesús y la enseñanza de las exigencias cristianas.

— En el catecumenado primitivo, la catequesis tiene una acentuación bíblica, pascual, Iiturgia,


comunitaria y moral. San Agustín escribe De catechizandis rudibus.

— En el régimen de cristiandad de la Edad Media, florece la predicación litúrgica (sermones,


homilías), la catequesis escolar (surgen las escuelas en torno a las parroquias y monasterios) y la
catequesis en la familia. Entre las obras, sobresalen la Doctrina Pueril de Raimundo Lulio y los
Septenarios.

— Los siglos XVI y XVII constituyen la época de los catecismos. Son importantes los catecismos de
Lutero, Pedro Canisio, Roberto Belarmino, Gaspar Astete, Jerónimo Ripalda y el Catecismo Romano
(1566) del Concilio de Trento.

— En el Nuevo Mundo se realiza la evangelización de los indígenas. Algunos misioneros emplearon


catecismos traducidos en lenguas indígenas y utilizaron el teatro, la música y la poesía para
evangelizar. Entre otros evangelizadores, se encuentran Ramón Pané, Pedro de Gante, Bartolomé de
las Casas y José de Acosta. Después del Concilio de Trento, los Sínodos y concilios realizados en las
Provincias Eclesiásticas de América contribuyeron enormemente en la estructuración de la acción
catequizadora.

62
- En Europa se desarrolla el movimiento catequístico con tres fases sucesivas: la metodológica
(Manjon, Weber), la teológica-kerigmática (Jungmann, Hofinger) y la antropológica.

— En los inicios del siglo XX surge la legislación catequética universal: la encíclica Acerbo Nimis
(1905) de Pio X, el Código de Derecho Canónico (1917), EI "motu propio" Orbem Catholicum (1923)
de Pio XI y el decreto Provido Sane Concilio (1935).

— La renovación bíblica, Iitúrgica y eclesial del Vaticano ll influye de una manera decisiva en Ia
praxis catequística posconciliar.

— Después del Vaticano II, la catequesis se ve enriquecida con importantes Documentos del
Magisterio: DCG (1971), RICA (1972), EN (1975), NPD (1977), CT (1979), CEC (1992) y DGC
(1997).

— En América Latina la catequesis adquiere una fisonomía propia a partir de la Conferencia General
de Medellín (1968). Los documentos de Puebla (1979) y Santo Domingo (1992) ofrecen valiosas
aportaciones para la evangelización del continente. Es decisiva también Ia acción del Departamento de
Catequesis del CELAM, que, como ya quedó expresado, dinamizo la catequesis mediante la
realización de dos semanas Latinoamericanas de catequesis (1982 y 1994) y de la publicación del libro
La catequesis en América Latina. Orientaciones comunes a la luz del Directorio General de Catequesis
(1999).

PARA PROFUNDIZAR

Opción 1
1. Menciona las principales acentuaciones de la catequesis en cada una de etapas históricas estudiadas.
2. investiga la evolución histórica de la catequesis de tu diócesis

Opción 2
1. Comparar las experiencias catequísticas actuales con la práctica de Jesús y de la Iglesia apostólica.
2. Comparar alguna experiencia actual de inspiración catecumenal, con el catecumenado pre
constantiniano.
3. Señalar rasgos medievales positivos y negativos presentes en experiencias catequísticas actuales.
4. indicar de qué manera se puede advertir la influencia de algunos logros de la catequesis renacentista,
en la organización de la catequesis actual, en familias, en las parroquias o en las escuelas.
5. Comparar la actual catequesis para indígenas de alguna manera conocida, con aquella realizada en
América antes del Concilio de Trento.
6. Detectar aportes de la catequesis tridentina europea, en experiencias actuales de la catequesis.
7. Comparar una experiencia de catequesis actual, con la catequesis colonial en América.
8. Señalar aportes de la catequesis europea entre los dos concilios realizados en el Vaticano, presentes
en la catequesis actual de nuestra diócesis.
9. Señalar adquisiciones de la catequesis preconciliar presentes o ausentes en nuestra catequesis de hoy.
10. Compartir su opinión acerca de la presencia de la catequesis en los documentos del Concilio
Vaticano ll o en documentos catequísticos posteriores.
11. Detectar qué aspectos de la renovación latinoamericana de la catequesis han influido en la
experiencia catequística personal. Compartir este aspecto con otras personas.
63
Bibliografía
Arrom, J. (1985) Relación de Fray Ramón Pané acerca de las antigüedades de los indios. Nueva versión con
notas, mapa y apéndices. México: Siglo XXI.
Bolaños, J. y Madrigal, A. (1989). La catequesis en Costa Rica. Bogotá: Centro do Publicaciones CELAM.
Cérabés, J. y Mérlos, F. (2oo1). Historia de la catequesis en México. México, D.F.: Palabra.
Diez, Z. (1993). Historia de la Catequesis de Honduras. Tegucigalpa Centro do Publicaciones Obispado de
Choluteca.
Durán, J. (1984). Monumenta Catechetica Hispano-Americana. Buenos Aires: Facultad de Teología U.C.
Duran, M. (1987). De la Colonia al Vaticano ll. Historia de la catequesis en el Paraguay. Bogotá: Centro de
Publicaciones del CELAM.
García, E. (1991). Comienzos de la Catequesis en América y particularmente en Chile. Santiago Seminario
Pontificio Mayor de los Santos Ángeles Custodios.
Matonté, M. (1990). Ayer y hoy de la catequesis en Uruguay. Montevideo: Observatorio del Sur.
Passos, M. (1999). Uma historia no plural. 500 anos do movimento catequético brasileiro. Petrópolis: Vozes.
Resines, L. (1992) Catecismos Americanos del siglo XVI. Junta de Castilla y León: Consejería de Cultura y
Turismo.

64
5. IDENTIDAD DE LA CATEQUESIS

INTRODUCCIÓN

En este capítulo se estudia la identidad de la acción catequizadora. La catequesis es, ante todo, un
ministerio eclesial al servicio de la Palabra de Dios, que busca la iniciación y la madurez de la fe, tanto
de las personas como de las comunidades cristianas. Por ser un momento o etapa del proceso
evangelizador, la catequesis se ubica en el marco de la acción evangelizadora de la Iglesia. Estos son
los elementos básicos que definen la naturaleza y la finalidad de la acción catequística.

5.1. LA NATURALEZA DE LA CATEQUESIS

5.1.1. Significado etimológico e histórico

La palabra "catequesis" (katejesis) se deriva del verbo griego katejein, y significa literalmente
"resonar" o "hacer resonar" un ruido, especialmente el sonido o el eco de la vez humana. El término
katejesis no aparece en la Biblia. En cambio, el verbo katejein sí se menciona en el Nuevo Testamento
con un doble significado: narrar o relatar sucesos (Hch 21,21-24; Lc 1,4) y enseñar los misterios de la
fe (Hch 18,25; Rm 2,18; Ga 6,6).

La catequesis existe desde los orígenes de la Iglesia como una de las formas de la predicación cristiana.
En el Nuevo Testamento la predicación apostólica tiene dos momentos distintos y complementarios: el
primero de ellos es el anuncie del mensaje cristiane, con el fin de Suscitar la fe y la conversión; el
segundo momento es el de Ia instrucción y está orientada a comprender el mensaje de fe y las
consecuencias para la vida cristiana. Este último momento es el de la acción catequística.

A lo largo de la historia, el término "catequesis" ha tenido distintos significados:

• En el siglo II, san Clemente de Roma lo utiliza para designar la instrucción fundamental que se da a
los candidatos al Bautismo.

• En el inicio del catecumenado, a finales del siglo ll y principios del siglo Ill, se emplea para referirse a
la predicación dirigida a les catecúmenos.

• En la época medieval (siglos VI-XV), desaparece la voz "catequesis" y se introduce el verbo


"catequizar" y el término "catecismo". Este último no se refiere al libro con el cual se instruye, sino a la
institución catequizadora.

• En la época moderna (XVI-XVIII) proliferan les "catecismos" (libros doctrinales con los cuales se
ofrece la instrucción cristiana), y la acción catequizadora adquiere una visión intelectualista (la
catequesis se identifica con la enseñanza de la doctrina cristiana).

65
• A principios del siglo XX, por influjo del movimiento catequético, reaparece el término “catequesis"
con acentuaciones metodológicas (en la primera mitad del siglo) y kerigmática (en la década de los
años 50 y 60).

5.1.2. Definiciones o descripciones del Magisterio

En los Documentos eclesiales, que abordan el tema de la acción catequizadora, encontramos las
siguientes descripciones y/o definiciones de la catequesis:

• Globalmente se puede considerar aquí la catequesis en cuanto educación de la fe de los niños, de los
jóvenes y adultos, que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana dada
generalmente de modo orgánico y sistemático, con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana
(CT 18).

• La Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, en el número 318 de su Documento Catequesis


renovada. Orientaciones y contenidos (1983), señalan que la catequesis es un proceso de educación
comunitaria, permanente, progresiva, ordenada, orgánica y sistemática de la fe. Su finalidades la
madurez de la fe en un compromiso personal y comunitario de liberación integral, que debe acontecer
ya aquí y culminar en la vida eterna feliz.

• El número 34 del Documento La catequesis de la comunidad (1983), de la Comisión Episcopal


Española de Enseñanza y Catequesis, afirma que la catequesis es

La etapa (o periodo intensivo) del proceso evangelizador en la que se capacita básicamente a los cristianos para
entender celebrar y vivir el Evangelio del Reino, al que han dado su adhesión, y para participar activamente en la
realización de Ia comunidad eclesial y en el anuncio y difusión del Evangelio.

• Según el Documento Juntos para una evangelización permanente (1987), de la Conferencia Episcopal
Argentina,

la catequesis es un camino de crecimiento y maduración en Ia fe en un contexto comunitario-eclesial que


da sentido a la vida. En efecto, por medio de Ia catequesis todos los hombres pueden captar el plan de
Dios Padre centrado en la Persona de Jesucristo— en su propia vida cotidiana. Además pueden descubrir
el significado último de la existencia y de la historia (50).

• Por último, la Exhortación apostólica Ecclesia in América (1999) nos dice que la catequesis es un
proceso de formación en la fe, la esperanza y la caridad que informa la mente y toca el corazón,
llevando a la persona a abrazar a Cristo de modo pleno y completo. Introduce más plenamente al
creyente en Ia experiencia de Ia vida cristiana que incluye Ia celebración Iitúrgica del misterio de Ia
redención y el servicio cristiano a los otros (69).

5.1.3. Los elementos esenciales de la catequesis

66
La catequesis es, al mismo tiempo, una acción eclesial, un ministerio profético, una etapa del proceso
evangelizador y una forma privilegiada de educar en la fe. Estos son los elementos esenciales que nos
ayudan a clarificar su identidad.

 La catequesis, acción eclesial

La catequesis no es una acción individual ni aislada, sino profundamente eclesial. La acción


catequística es un acto vivo de tradición eclesial porque transmite la fe de la Iglesia; es decir, lo que
ella cree, celebra, vive y ora. Como ministerio eclesial, la catequesis nace de la comunidad cristiana y
está orientada a construir la comunidad eclesial.

La dimensión eclesial pertenece a la esencia de la catequesis y configura sus elementos constitutivos:


los objetivos por lograr, la selección de los contenidos, las opciones metodológicas, la formación de los
catequistas, el planteamiento de los procesos catequísticos, los horizontes operativos, las modalidades
de realización, la evaluación, etc. La praxis catequística, por consiguiente, no se puede comprender al
margen o fuera de la realidad eclesial, porque iría en contra de su propia naturaleza.

 La catequesis, ministerio profético

La catequesis forma parte del ministerio de la Palabra. Es, por lo tanto, un ministerio profético y, como
tal, es parte de su esencia proclamar la Palabra salvadora de Dios, comunicar el mensaje cristiano y
anunciar a Jesucristo, la Palabra viva del Padre.

La catequesis hace resonar la palabra liberadora de Dios en el corazón de las personas que ya han
recibido el primer anuncio. Al comunicar la palabra divina, la catequesis ayuda a los catequizandos a
fundamentar y profundizar la fe recibida. La Palabra de Dios, por su fuerza iluminadora e
interpretativa, es un polo de referencia esencial para la acción catequizadora.

 La catequesis, etapa del proceso evangelizador

Tanto la exhortación Catechesi Tradendae como el Directorio General para la Catequesis (1997), sitúan
a la catequesis en el marco de la acción evangelizadora de la Iglesia. Ambos documentos afirman que
la catequesis es un momento o etapa esencial del proceso evangelizador (CT 18; DGC 63-64).

La evangelización es entendida como un proceso rico y dinámico, que comprende tres etapas o
momentos esenciales:
a) la acción misionera para los no creyentes y los alejados;
b) la acción catequético-iniciatoria para los que han recibido el primer anuncio; y
c) la acción pastoral para los cristianos que necesitan madurar su fe en la comunidad cristiana.

En el proceso evangelizador, por lo tanto, hay acciones que anteceden y preparan a la catequesis, como
el primer anuncio y el testimonio; mientras otras acciones emanan de ella y la acompañan o
complementan:
a) la homilía,
67
b) la enseñanza de la teología,
c) la celebración de los sacramentos,
d) los servicios de promoción humana integral,
e) la vida en comunidad.

Ahora bien, si la catequesis es uno de los elementos que forman parte del proceso total de la
evangelización, entonces necesita interrelacionarse y articularse debidamente con los otros elementos
de la acción evangelizadora. De ahí que sea importante Ia coordinación entre la acción catequística y
las otras acciones evangelizadoras, ya que todas ellas están al servicio de un mismo proceso
evangelizador.

 La catequesis, acción educativa

Finalmente, la catequesis es también una acción esencialmente educativa, ya que se desarrolla en el


contexto de la educación global de toda Ia persona, favoreciendo su crecimiento integral (desarrollo
intelectual, afectivo, volitivo, social, ético y religioso). En ese sentido, los cometidos fundamentales de
la educación son asumidos por la acción catequística.

Pero la catequesis no es una educación general. Es una educación específica, ya que está orientada a
EDUCAR EN LA FE, impulsando procesos de crecimiento y madurez cristiana. La acción catequística
busca, ante todo, formar personas y comunidades eclesiales maduras en la fe.

Como educación en la fe, la catequesis tiene las siguientes características:

• ES UNA EDUCACIÓN ORGÁNICA ofrece una síntesis coherente y armónica del mensaje cristiano.
En esa síntesis, Jesucristo es el centro del mensaje y el principio que da unidad a los diversos elementos
de la fe cristiana.

· ES UNA EDUCACIÓN SISTEMÁTICA: sigue un programa articulado con reuniones periódicas. Por
ser sistemática, no se reduce a lo meramente circunstancial u ocasional.

• ES UNA EDUCACIÓN INTEGRAL educa en todas las dimensiones de la fe cristiana. La acción


catequizadora educa en el conocimiento de Ia fe y educa también a la celebración litúrgica, a la
oración, a las actitudes evangélicas, a la vida comunitaria, al compromiso social y al apostolado.

5.2. LA ESPECIFICIDAD DE LA CATEQUESIS

¿Qué es, en definitiva, lo específico de la catequesis?

Es un ministerio profético que educa en la fe. Por lo tanto es la EDUCACIÓN EN LA FE el elemento


que más expresa su identidad, su peculiaridad y su originalidad entre los otros ministerios pastorales.
Así lo confirman los principales documentos eclesiales:

o (La catequesis) consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe (MPD 1).


68
o Globalmente se puede considera aquí la catequesis en cuanto educación de la fe de los
niños, de los jóvenes y adultos (CT 18).

o Solo a partir de la conversión" la catequesis propiamente dicha podrá desarrollar su tarea


específica de educación en la fe (DGC 62).

o Por ser educación de la fe, la catequesis se realiza en forma gradual y progresiva (CAL
97). Es necesario tener en cuenta que la catequesis es siempre un ministerio de la
Palabra de Dios con características concretas de iniciación (inicia en todas las
dimensiones de la vida cristiana).

o FUNDAMENTACIÓN (pone los cimientos de la vida de fe) y

o PROFUNDIZACIÓN (desarrolla e interioriza el mensaje cristiano).

Para precisar la identidad de la acción catequística, con viene conocer la relación que existe entre esta y
aquellos ministerios pastorales que giran en torno al dinamismo de la Palabra de Dios.

5.2.1. Primer anuncio y catequesis

Ei primer anuncio, que tiene la función de anunciar el núcleo fundamental del Evangelio y de llamar a
Ia fe cristiana, está dirigido a los no creyentes y a los que viven en la indiferencia religiosa. Su
contenido básico es kerigma; esto es, el acontecimiento salvífico de la Muerte y Resurrección de
Jesucristo, el Señor de la vida y de la historia.

La catequesis es una acción eclesial diferente del primer anuncio. El primer anuncio suscita una
conversión y una fe inicial la catequesis fundamenta, profundiza y desarrolla esa fe recibida. La acción
catequizadora educa la adhesión que las personas dan al primer anuncio. En ese sentido, la catequesis
presupone la predicación misionera y es, por consiguiente, un momento sucesivo al anuncio
kerigmático. EI Directorio General para la Catequesis (1997) afirma que en estas dos formas del
ministerio profético existe una relación de distinción en la complementariedad (61).

5.2.2. Homilía y catequesis

Según Casiano Floristán (1988),

la homilía puede ser definida, de acuerdo a los textos conciliares, como una parte del ministerio de la Palabra y
de la Liturgia, dirigida a los miembros de Ia asamblea, en forma de proclamación de las mara villas de la historia
de salvación o misterios de Cristo, inspirada en los textos bíblicos, teniendo en cuenta el misterio que se celebra y
las necesidades paniculares de los oyentes (p. 213).

La catequesis y la homilía son dos ministerios diferentes. La diferencia principal radica en que la
homilía se realiza al interior de una celebración litúrgica y procura relacionar la Palabra proclamada

69
con el signo sacramental y la vida concreta de la asamblea litúrgica; la catequesis, en cambio, no se
realiza dentro de una acción litúrgica, ya que tiene otros espacios y tiempos de realización. Además,
estos dos ministerios son diferentes en cuanto a los interlocutores, que se diferencian en la asamblea
litúrgica y el grupo de catequizandos; los contenidos, que en la homilía dependen de los textos bíblicos
y de las oraciones presidenciales, mientras en la catequesis son más sistemáticos y unitarios; y el
empleo de métodos y técnicas, ya que en la catequesis se emplean métodos y técnicas más
participativas, interactivas, grupales y creativas.

5.2.3. Teología y catequesis

La teología es concebida como la reflexión crítica de la fe en el "hoy" de la comunidad eclesial. Lo


específico de la teología es su carácter reflexivo y crítico. Como ministerio de la Palabra, su función
principal consiste en desarrollar la inteligencia de la fe.

La teología y la catequesis son dos acciones eclesiales diferentes. La teología es estudio y reflexión de
la Palabra de Dios; la catequesis es actualización y comunicación de esa palabra liberadora. La teología
sigue una lógica más científica y la catequesis una lógica más comunicativa y pedagógica. La teología
se centra en la educación de la inteligencia de la fe, mientras que la acción catequística educa en todas
las dimensiones de la vida cristiana.

La teología y la catequesis se necesitan y se complementan. La teología, entre otras cosas, ofrece a la


catequesis un conocimiento sistemático del contenido de la fe cristiana y unos criterios interpretativos
de las fuentes de Ia Revelación y del Magisterio de la Iglesia. La praxis catequística, por su parte, nutre
la reflexión teológica con el aporte de la vida y de la experiencia de fe de las comunidades cristianas.

5.2.4. La ERE y la catequesis

Por último, conviene señalar que la catequesis tampoco se identifica con la ERE. El elemento
diferenciador más importante son los objetivos que persiguen cada una de estas acciones eclesiales la
ERE procura promover el dialogo fe, cultura, incorporar el saber de la fe en el conjunto de los demás
saberes humanos y ayudar a los alumnos a que tengan una visión cristiana del ser humano, de la
historia y del mundo; la catequesis, por su parte, pretende impulsar, en el ámbito de la comunidad
cristiana, procesos de iniciación, crecimiento y madurez en la fe. Esta diferenciación quedara más clara
a luz del capítulo decimotercero de este mismo manual.

5.3. LA FINALIDAD Y LAS TAREAS DE IA CATEQUESIS

5.3.1. La finalidad de la catequesis

¿Cuál es el punto de llegada o la meta última de la acción catequizadora? Para responder a esta
pregunta, los documentos oficiales de la Iglesia usan expresiones y categorías diferentes, como: la
madurez de la fe, la confesión de la fe, el desarrollo de una fe explicita y activa, la integración fe—vida
y la comunión con Cristo, entre otras (DGC 38; MPD 8; CT 5; DGC 80-81).

70
La mayoría de estas formulaciones ponen en el centro la fe cristiana, entendida como un dinamismo de
crecimiento que tiende hacia la maduración plena. Por eso, se puede decir que la finalidad última de la
catequesis es LA MADURACIÓN DE LA FE, tanto de las personas como de las comunidades.

Para precisar más esa finalidad, se pueden distinguir en ella dos niveles: el individual, tendiente a
formar personas maduras en la fe, y el comunitario, dirigido a la forja de comunidades eclesiales
maduras en la fe.

• La catequesis, en primer lugar, busca formar hombres y mujeres que desarrollen una personalidad
equilibrada y armónica, que tengan un encuentro vital y profundo con Jesucristo, que tengan un fuerte
sentido eclesial y que vivan en una actitud permanente de servicio a sus hermanos. Este es el perfil del
creyente que ha de surgir de la praxis catequística.

• En segundo lugar, la catequesis procura crear y promover comunidades maduras en la fe; es decir,
comunidades en las cuales se viva la fraternidad, se comparta la fe en Jesucristo, se celebre
festivamente la acción salvadora de Dios, se ejercite la corresponsabilidad ministerial y se viva con
plena convicción el compromiso cristiano en la vida eclesial y social. Estos son los rasgos básicos de
las comunidades cristianas que el ministerio de la catequesis se propone Construir.

5.3.2. Las tareas fundamentales de la catequesis

La finalidad última de la catequesis se logra por medio de unas tareas concretas. ¿Cuáles son las tareas
fundamentales de la acción catequizadora? El Directorio General para la Catequesis menciona seis
tareas:
 PROPICIAR EL CONOCIMIENTO DE LA FE,
 LA EDUCACIÓN LITÚRGICA,
 LA FORMACIÓN MORAL,
 LA EDUCACIÓN A LA ORACIÓN,
 la educación para la vida comunitaria y
 la iniciación a la misión.
A las cuatro primeras, el DGC (85-86) las llama "tareas fundamentales" de la catequesis, y a las dos
últimas, "tareas relevantes".

Las distintas tareas de la catequesis han de ayudar a los catequizandos a crecer como personas y como
creyentes, atendiendo todos los aspectos y dimensiones de la existencia humana y de la vida de fe. De
acuerdo con ese criterio, dichas tareas se pueden formular de la siguiente manera:

• PROMOVER A LA PERSONA EN SU PLENITUD HUMANA: ayudar a cada hombre y a cada


mujer a crecer en humanidad, a ser más persona; esto es, valorar la dignidad humana, desarrollar
armónicamente todas las facultades humanas, educar en los valores más humanos, entre otros aspectos.

• DAR A CONOCER EL MENSAJE CRISTIANO: facilitar el conocimiento y Ia profundización de los


contenidos I religiosos, formular una síntesis de fe y dar razón de lo que se cree, se espera y se ama.

71
• EDUCAR PARA LA CELEBRACIÓN Y PARA LA ORACIÓN: facilitar el conocimiento y Ia
participación activa y consciente en Ia Iiturgia de Ia Iglesia, y educar en la oración individual,
comunitaria y Iitúrgica.

• EDUCAR EN LOS VALORES EVANGÉLICOS: facilitar el conocimiento, la interiorización y la


vivencia de los valores y exigencias que se desprenden del Evangelio.

• EDUCAR EN LA VIDA COMUNITARIA Y EN LA CORRESPONSABILIDAD ECLESIAL:


educar en el sentido de pertenencia y de corresponsabilidad eclesial; formar para la opción vocacional y
para el compromiso misionero.

• EDUCAR EN EL COMPROMISO SOCIAL LIBERADOR: educar en la Iectura creyente de Ia


realidad, educar en el conocimiento y en la aplicación de la Doctrina Social de Ia Iglesia, así como
educar en el compromiso decidido por la promoción humana y la transformación evangélica de las
realidades temporales.

Desde su carácter propio, cada una de estas tareas fundamentales de la catequesis contribuye en el
Iogro de Ia madurez en la fe de las personas y de las comunidades. Todas, por lo tanto, son necesarias y
han de estar presentes a lo largo de los procesos catequísticos.

5.4. La catequesis como proceso catecumenal

Los documentos del Magisterio señalan reiteradamente que el catecumenado bautismal es el modelo
inspirador de la acción catequística:

- El modelo de toda catequesis es el catecumenado Bautismal (MPD 8).

- Dado que la "misión ad gentes" es el paradigma de toda Ia acción misionera de la Iglesia, el


catecumenado bautismal a ella inherente es el modelo inspirador de su acción catequizadora (DGC 90).

Desde el punto de vista histérico, el catecumenado es aquel periodo de formación cristiana, de carácter
catequético-litúrgico, que fue creado por la Iglesia de los primeros siglos, con el fin de preparar y
acompañar a los convertidos adultos al encuentro con el misterio de Cristo y con la vida de la
comunidad eclesial, expresado en su momento culminante por los Sacramentos de iniciación cristiana:
Bautismo, ritos pos bautismales y Eucaristía.

Los elementos fundamentales del catecumenado bautismal; esto es, el carácter iniciático, la intensidad
e integridad de la formación, la gradualidad, el empleo de ritos y la referencia constante a la
comunidad, han de inspirar la praxis catequística actual.

La catequesis, por consiguiente, está llamada a plantearse y desarrollarse como un verdadero proceso
catecumenal. Dicho proceso será de inspiración catecumenal si reúne las siguientes características:

72
— Un proceso de iniciación cristiana integral, que contemple todas las dimensiones de la vida de fe, y
que se convierta en un auténtico aprendizaje de toda la vida cristiana.

— Un proceso dinámico que exija duración y progresividad, que esté marcado por etapas graduales que
vayan indicando los momentos y el ritmo de crecimiento en la fe.

— Un proceso señalado por ritos, signos y símbolos, que exprese los pasos que se están dando y los
compromisos que se van adquiriendo en el itinerario de fe.

— Un proceso comunitario que manifieste con claridad que el itinerario catecumenal parte de la
comunidad, lleva a la comunidad e implica a toda la comunidad eclesial.

— Un proceso que compromete a las personas, que exige una profunda conversión y que pide orientar
Ia propia vida en el horizonte de los valores evangélicos.

5.5. LA CATEQUESIS DE INICIACIÓN Y IA CATEQUESIS PERMANENTE

EI Directorio General para la Catequesis hace una distinción entre catequesis de iniciación cristiana y
catequesis al servicio de Ia educación permanente de la fe (DGC 63-72). Aunque son diferentes, ambos
niveles de catequesis se reclaman y se complementan.

5.5.1. La catequesis como iniciación en la vida de fe

La catequesis es un elemento fundamental de la iniciación cristiana y está estrechamente vinculada


con los sacramentos de iniciación, muy especialmente con el sacramento del Bautismo.

La catequesis de iniciación pone las bases de Ia vida cristiana en los seguidores de Jesús (DGC 69).
Es, por lo tanto, una FORMACIÓN BÁSICA Y FUNDANTE. Y es, también, una FORMACIÓN
integral, ya que inicia en todas las dimensiones de la vida cristiana: conocimiento de la fe, vida
litúrgica, vida evangélica y compromiso cristiano.

• INICIACIÓN EN EL CONOCIMIENTO DE LA FE. La catequesis inicia en el conocimiento


orgánico y sistemático del mensaje cristiano inicia en el conocimiento del misterio de Cristo y del
designio salvador de Dios, con toda su profunda significación vital para la vida de los seres humanos.
La comprensión del contenido de la fe ayuda al catequizando a vivir con hondura su fe cristiana y a dar
razón de su esperanza.

•INICIACIÓN EN LA VIDA NUEVA QUE BROTA DEL EVANGELIO. La catequesis inicia en la


vida moral, ofreciendo a los catequizandos una formación básica en los valores y exigencias del
Evangelio, con el fin de adquirir las actitudes y comportamientos específicamente cristianos.

• lNlClACIÓN EN LA VIDA LITÚRGICA. La catequesis inicia en la liturgia y en la oración. Dicha


iniciación consiste en ayudar a los catequizandos a comprender y vivir profundamente las
celebraciones litúrgicas de la Iglesia.
73
• INICIACIÓN EN EL COMPROMISO CRISTIANO. La catequesis inicia en el compromiso eclesial
y social. Tal iniciación consiste en educar a los catequizandos en el sentido de corresponsabilidad
eclesial y o Capacitarlos para que tengan una presencia cristiana y fecunda en la sociedad.

5.5.2. EI proceso permanente de educación en la fe

La catequesis básica no basta para formar cristianos adultos en la fe. Se necesita, sin duda alguna, una
catequesis permanente, que desarrolle en profundidad y en extensión la fe inicial.

La educación permanente en la fe necesita una comunidad cristiana que acoja y acompañe al


catequizando en su plena integración a la comunidad. Este nivel de catequesis se dirige, por tanto, no
solo a cada creyente, sino a la comunidad cristiana como tal.

A diferencia de la catequesis de iniciación, la educación permanente de la fe se realiza a través de


muchas formas de catequesis:
 estudio y profundización de la Sagrada Escritura;
 lectura cristiana de los acontecimientos;
 catequesis litúrgica;
 iniciativas de formación espiritual;
 profundización sistemática del mensaje cristiano por medio de la enseñanza teológica;
 catequesis ocasional; etc.

Conviene enfatizar que la madurez de la fe, finalidad última de la acción catequizadora, no puede ser
alcanzada en un momento determinado de la vida humana ni se puede lograr de una manera total. Por
eso, la catequesis siempre se ha de concebir y proyectar como un PROCESO PERMANENTE DE
EDUCACIÓN EN LA FE, que acompaña al catequizando en todas las situaciones y etapas de su vida.
Hay que tener en cuenta que las personas siempre estarán creciendo en la fe y, por lo tanto, siempre
habré necesidad de la praxis catequística.

5.6. LA CATEQUESIS COMO ILUMINACIÓN DE LA EXPERIENCIA HUMANA

En los primeros años que siguieron al Vaticano II, Ia reflexión catequética tuvo como centro de su
atención a la persona humana, considerada en su situación concreta. Fue la llamada "etapa
antropológica" de la catequesis, en la que se empleaban con frecuencia expresiones como "catequesis
situacional", "catequesis existencial", "catequesis antropológica", "catequesis social", "dimensión
experiencial de la catequesis"…

A partir de esos años, se profundiza más en el carácter historio de la Revelación (Dios se revela y actúa
en la historia), y se crea la convicción de que la experiencia humana es contenido de la catequesis y
parte integrante de la acción catequizadora.

74
Entre otras cosas, la dimensión existencial de la catequesis nos recuerda que la acción catequizadora
anuncia la Palabra de Dios en la vida cotidiana, ilumina la existencia humana y promueve el desarrollo
integral de las personas y de las comunidades.

— La catequesis ES ANUNCIO DE LA PALABRA DE Dios EN LA VIDA HUMANA. Si la


Revelación no está aislada de la vida, entonces la misma naturaleza de Ia catequesis exige que
el anuncio del Evangelio incida en la vida y en las situaciones históricas, para que sea recibido
como mensaje alegre, liberador y significativo. La catequesis, pues, se relaciona con la
experiencia humana y se encarna en la realidad histórica de las personas y de las comunidades.

— A LA LUZ DE LA FE, LA CATEQUESIS ILUMINA E INTERPRETA LA VIDA


HUMANA. La catequesis tiene una función iluminadora, ya que ilumina y orienta la vida de las
personas y de las comunidades; así como también hermenéutica, porque discierne la presencia o
ausencia de Dios y descubre el proyecto divino sobre la propia vida y sobre el acontecer
historico. Para realizar adecuadamente estas funciones, la acción catequística necesita tener
permanentemente los ojos puestos en la historia y saber contemplar y Ieer los signos de los
tiempos.

— LA CATEQUESIS ES UNA MEDIACIÓN AL SERVICIO DE LA PROMOCIÓN


HUMANA INTEGRAL. La acción catequizadora posee una dimensión social y liberadora,
como elemento constitutivo de su ser y de su quehacer. En ese sentido, la catequesis se
configura como un ministerio pastoral que ayuda al ser humano a realizarse plenamente
(individual y socialmente, humana y cristianamente), que denuncia los aspectos
deshumanizantes de Ia sociedad, que manifiesta un amor preferencial por los más pobres, que
busca la construcción de una sociedad más justa y humana…

Esta dimensión existencial-liberadora salva a la catequesis de la intemporalidad y la convierte en un


ministerio pastoral que se realiza en el tiempo y que está al servicio de las personas y de las
comunidades. La praxis catequística se realiza en el campo de la vida y de la historia. La catequesis,
por lo tanto, no puede alejarse de la vida de las personas ni desinteresarse de los acontecimientos de los
problemas sociales que vive la comunidad de creyentes.

SÍNTESIS

1. Naturaleza de la catequesis

 La palabra katejesis se deriva del verbo griego katejein, y significa resonar o hacer
resonar un ruido o una voz.

 En Ia catequesis están presentes cuatro elementos esenciales Ia eclesialidad (la


catequesis es una acción eclesial), la Palabra de Dios (la catequesis es un ministerio
profético), el proceso evangelizador (la catequesis es una etapa del proceso
evangelizador), y la dimensión educativa (la catequesis es una forma privilegiada de
educación en la fe).
75
2. La especificidad de la catequesis

 LA EDUCACIÓN EN LA FE es el elemento que más expresa la identidad y peculiaridad de la


acción catequística.

 La catequesis es una acción eclesial distinta del kerigma, de la homilía, de la teología y de la


educación, oración religiosa escolar.

3. La finalidad y las tareas de la catequesis

 La finalidad última de la catequesis es la maduración de la fe de los catequizandos y de las


comunidades cristianas.

 Las tareas fundamentales de la catequesis son: promover a las personas en su plenitud humana;
conocer y profundizar el mensaje cristiano; educar para la celebración y para la oración; educar
en los valores evangélicos; educar en la vida comunitaria y educar en el compromiso social
Iiberador.

4. La catequesis como proceso catecumenal

 EI catecumenado bautismal es el modelo inspirador de la acción catequística.

 La catequesis se desarrolla como un verdadero proceso catecumenal cuando están presentes los
siguientes elementos: carácter iniciático; formación integral; dinamismo y gradualidad
(existencia de etapas progresivas); empleo de ritos y símbolos; y referencia comunitaria.

5. La catequesis de iniciación y la catequesis permanente

 La catequesis de iniciación ofrece una formación básica (pone las bases de la fe) e integral
(inicia en todas las dimensiones de la vida cristiana).

 La educación permanente de la fe, que supone y continúa la catequesis de iniciación, tiene un


carácter de explicitación y de profundización de la vida cristiana.

6. La catequesis como iluminación de la experiencia humana

 La catequesis tiene una dimensión existencial y liberadora.

 EI anuncio del Evangelio incide en la experiencia humana.

 La catequesis ilumina e interpreta la vida humana y la historia.

 La catequesis es una mediación al servicio de la promoción humana.

76
PARA PROFUNDIZAR

1. Elaborar personalmente y en grupo una descripción de catequesis.


2. Tomando en cuenta los elementos esenciales de la catequesis, ¿qué consecuencias prácticas se
desprenden de éstos para la praxis catequística y para la formación de catequistas?

ELEMENTOS CONSECUENCIAS CONSECUENCIAS EN


ESENCIALES DE EN LA PRAXIS EN LA FORMACIÓN
LA CATEQUESIS Catequística DE LOS CATEQUISTAS
La Catequesis,
acción eclesial
La Catequesis,
ministerio profético

La Catequesis,
acción educativa

3. Diseñar, personalmente en equipos de estudio, un itinerario catecumenal para adultos, señalando los
objetivos generalas, las etapas, los objetivos y contenidos de cada una de las etapas.

Referencias

COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS (1983). La catequesis de la


comunidad. Madrid: Edice.
CNBB (1983). Catequesis renovada. Orientaciones y contenido. Santafé de Bogotá: Centro de
Publicaciones CELAM.
CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA (1987). Juntos para una evangelización permanente.
Buenos Aires: Oficina del libro.
FLORISTÁN, C. (1988). "Homilía". En Diccionario abreviado de pastoral. Navarra, España: Verbo
Divino. (Para los documentos eclesiales, véase el Listado de siglas).

BlBLlOGRAFlA

GONZÁLEZ, J. (1999). Ser y quehacer de La catequesis. Santafé de Bogotá; Centro de Publicaciones


CELAM.
PEDROSA, A. Y LÁZARO, R. (1999). "Catequesis". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid:
San Pablo.
Zugazaga, L. (1999). "Finalidad de la catequesis". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San
Pablo.

77
III CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA EVANGELIZACIÓN

6. Los agentes de la Catequesis


7. La formación de los catequistas
8. Los catequizandos
9. Ámbitos de La Catequesis
Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo,
corrige, reprende y exhorta; hazlo con mucha paciencia
y conforme a la enseñanza
(2 Tm 4,2)

6. LOS AGENTES DE LA CATEQUESIS

INTRODUCCIÓN

ENTENDEMOS por agentes de La catequesis al conjunto de personas que, con tareas un tanto
diferenciadas y con distintos niveles de responsabilidad y, por consiguiente, de formación, son los
encargados de la realización y la organización de la catequesis en la comunidad cristiana. Es
conveniente conocer que responsabilidades atañen quienes desde su condición eclesial laboran en La
catequesis, sin olvidar la responsabilidad común que en este sentido ostentan todos los miembros de La
Iglesia.

este capítulo tratara del ministerio catequístico en la iglesia y sus agentes:


o Obispos,
o Presbíteros,
o Diáconos,
o Personas de vida consagrada y
o Fieles laicos,
quienes actúan según la responsabilidad que deriva de su vocación y del envío eclesial, en coherencia
con sus propios carismas.

6.1. LA CATEQUESIS ES UNA TAREA COMÚN PERO DIFERENCIADA

Para clarificar las tareas específicas de los ministerios catequísticos diversos y diferenciados, nos ayuda
la Exhortación Apostólica La catequesis en nuestro tiempo (CT) (1979) del Papa Juan Pablo II:

La catequesis ha sido siempre y seguirá siendo una obra de la que Ia Iglesia entera debe sentirse y
querer ser responsable. Pero sus miembros tienen responsabilidades diferentes, derivadas de la misión
de cada uno. Los Pastores, precisamente en razón de su oficio, tienen, a distintos niveles, la más alta
responsabilidad en la promoción, orientación y coordinación de la catequesis. El Papa, por su parte,
tiene una profunda conciencia de la responsabilidad primaria que le compete en este campo: encuentra
en él motivos de preocupación pastoral pero, sobre todo, de alegría y de esperanza. Los sacerdotes,
religiosos y religiosas tienen ahí un campo privilegiado para su apostolado. A otro nivel, los padres de
78
familia tienen una responsabilidad singular. Uno de los mejores frutos de la Asamblea general del
Sínodo dedicado por entero a la catequesis seria despierta en toda la Iglesia y en cada uno de sus
sectores, una conciencia viva y operante de esta responsabilidad diferenciada pero común (CT 16).

La Iglesia tiene clara conciencia de que el agente primero o protagonista de la evangelización es el


Espíritu Santo. Ella, por tanto, no actúa por cuenta propia ni con sus solas fuerzas. Se sabe
continuadora de la obra de salvación que el Padre le ha confiado al Hijo. Pero lo más importante no es
cuanto ella haga, sino su Cabeza, que es Cristo. No cuantas energías consuma ella en el cumplimiento
de su misión, sino cuan fecunda sea, por la acción del Espíritu Santo.

Cristo es el Maestro por excelencia. Dedico toda su vida a enseñar, pero no como los maestros de
Israel, sino con autoridad propia (Mt 26,55; Jn 18,20; Mc 10,1. 22). Como Maestro lo reconocen sus
discípulos, también las multitudes que lo siguen o simplemente quien se encuentra con Él aunque sea
por primera vez; incluso hasta sus propios enemigos (Mt 8,10; 19,16; 22,16; Mc 4,38). Así lo enfatiza
el Papa Juan Pablo II:

(...) hay que decir que en Ia catequesis (...) el único que enseña es Cristo, y cualquier otro Io hace en Ia
medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca (CT 6).

Cristo prometió a sus discípulos el Espíritu Santo para que les enseñara y recordara todo lo dicho por El
(Jn 14,26; 16,13). El Espíritu, pues, es el Maestro interior y el principio inspirador de toda Ia obra
catequética y de los que Ia realizan (CT 72).

En su espiritualidad, los catequistas deben ser formados de tal manera que no asuman nunca un
equivocado protagonismo que los haga pensar que en la obra de la catequesis ellos son insustituibles o,
bien, que interpreten que en su trabajo no vale la pena preocuparse tanto, ya que Dios es el que hace
todo. Es importante considerar que una catequesis bien realizada es ya de por si una acción salvadora.

6.2. LA COMUNIDAD CRISTIANA, PRIMERA RESPONSABLE DE IA CATEQUESIS

La comunidad eclesial es punto de referencia fundamental de la catequesis, en la medida en que ella es


la responsable de conservar el tesoro de la fe y, al mismo tiempo, la encargada de comunicarlo (DGC
105). La comunidad cristiana es el primer agente de la catequesis en cuanto es su origen y también su
meta.

Toda la obra de la evangelización encuentra sentido en el hecho de que ella conduce a la adhesión de la
fe y nos introduce en la comunidad cristiana. La conversión, que es una exigencia y consecuencia del
anuncio del Reino, conduce también necesariamente a una comunidad de salvación, de tal manera que
la pertenencia comunitaria es el signo de una fe madura y de una auténtica conversión.

La catequesis es un ministerio propio de la comunidad cristiana (DGC 220), la cual sigue siendo la
responsable de la acción catequística, aunque materialmente ella recurra a personas y estructuras
concretas. Esa es la razón que vincula la catequesis con la comunidad cristiana:

79
(..) Por eso, la comunidad eclesial, a todos los niveles, es doblemente responsable respecto a la catequesis: tiene la
responsabilidad de atender a la formación de sus miembros, pero también Ia responsabilidad de acogerlos en un
ambiente donde puedan viven con Ia mayor plenitud posible, lo que han aprendido (CT 24).

El anuncio y la explicación de la Palabra son necesariamente generadores del dinamismo eclesial que
construyen y reconstruyen constantemente la Iglesia. La catequesis tiene una dimensión didáctica en el
sentido de que, mediante su acción, la forma de vida de Jesús, su mensaje y la confesión de fe de sus
testigos se proyectan a través de un proceso de aprendizaje y de formación, cuyo espacio es la
comunidad.

La catequesis tiene como finalidad la madurez de la fe no solamente de los individuos, sino, también,
de las comunidades. La fe carece de fundamento si no tiene como referencia una comunidad en la que
se pueda vivir el dinamismo cristiano fe-esperanza-caridad. De esta manera, la comunidad es espacio
indispensable, no so lamente para el culto, sino, también, para el servicio y la fraternidad.

Es obvio que en la actualidad se torna cada vez más difícil la conformación y la identificación de una
auténtica comunidad cristiana. Sin embargo, surgen al mismo tiempo nuevas expresiones de esta, las
cuales ponen a prueba su autenticidad, sobre todo cuando se convierten en espacios idóneos donde se
construye la Iglesia y donde la catequesis tiene su lugar ideal, ya que no existe catequesis sin
comunidad, ni comunidad sin catequesis.

6.3. EL OBISPO ES EL PRIMER CATEQUISTA

De la Iglesia primitiva hemos heredado el tesoro de una teología sobre la figura del Obispo, que destaca
su categoría de maestro. Él es el garante de la fe toda vez que ensena los principios contenidos en el
Credo y examina el aprendizaje de los catecúmenos, porque en la comunidad él tiene la función de
padre en cuanto transmite la enseñanza recibida de los apóstoles y engendra en la fe a los nuevos hijos
de Dios por el Bautismo.

Como fruto de los grandes predicadores de la fe de los primeros siglos, se destacan las catequesis de
san Ignacio de Antioquia (+107), el "teólogo de los obispos". Se podrían mencionar numerosos obispos
catequistas, partiendo de san Agustín (354-430), quien no solamente escribió obras auténticamente
catequéticas (De catechizandis rudibus, De doctrina cristiana, De sacramentis, De mysteris y sus
mismas Confesiones), sino que también elaboro una verdadera metodología catequística para su
tiempo.

La citada lista la completan Cirilo de Jerusalén (315-386) y numerosos Padres, tanto de la Iglesia
Latina como de la Oriental. A partir de esta época, el papel del obispo, como responsable de la
catequesis, experimentara sus lógicas variaciones en la historia de la Iglesia.

En la primera evangelización de América Latina los obispos desempeñaron un papel preponderante,


que se expresó en aspectos tales como:

o Una temprana organización diocesana, fruto de la misión.


80
o La preocupación por generar subsidios para la comunicación de la fe en circunstancias
misiónales totalmente nuevas para Ia Iglesia. Esto favoreció una profusa edición de catecismos.
o La preocupación sobre los métodos para el anuncio de la fe a los indígenas, especialmente la de
hacerlo en sus lenguas nativas.
o La realización de Sínodos regionales, al final de los cuales la mayoría de las veces se obtuvo
como fruto un catecismo.

El siglo XX marca desde sus inicios el despertar de una nueva etapa en la cual la catequesis vuelve a
ser una responsabilidad compartida en la Iglesia. A esta intención responde la Encíclica sobre la
catequesis del Papa Pio X Acerbo nimis (1905), el motu proprio de Pio XI Orbem catholicum (1923) y
el Decreto de Ia Sagrada Congregación del Concilio Provido sane consilio (1935), cuyas orientaciones
urgian a los obispos, entre otras cosas, a Ia constitución de oficinas diocesanas y a promover y moderar
la acción catequística en sus Iglesias particulares.

El Concilio Vaticano II se torna un acontecimiento fundamental para la renovación de la catequesis, ya


que sin emitir un documento específico sobre la catequesis ni ordenar la elaboración de un catecismo, a
semejanza del Concilio de Trento (1545-1562), genero el dinamismo renovador de toda la Iglesia, del
cual es fruto Ia catequesis actual. Entre los documentos del Concilio que más influjo han tenido en esa
renovación sobresale la Constitución Dei Verbum (1965), que, al definir la revelación divina en clave
interpersonal de diálogo entre Dios y los hombres, vínculo al máximo la catequesis y la Palabra de
Dios, al mostrar que la primera es un servicio o ministerio de la segunda.

En la Iglesia particular, es el obispo quien ejerce esta función, como moderador de todo el ministerio de
la palabra. Por esa razón, encontramos varios textos que atañen a la catequesis en el Decreto Christus
Dominus (12-14), sobre el ministerio pastoral de los obispos.

Para el Concilio, la catequesis es una de esas formas privilegiadas a través de la cual los obispos
desempeñan su deber de enseñar, anunciando el Evangelio de Cristo con contenidos específicos (CD
12), con una metodología adecuada a los tiempos y coherente con las necesidades concretas de los
destinatarios, con un uso racional de los medios que va aportando la cultura contemporánea los cuales
pueden resultar útiles en la predicación del Evangelio (CD 13).

En concreto, corresponde a los obispos:

 Considerar el lugar privilegiado que tienen en la Iglesia la predicación y la catequesis y vigilar


para que esta se dé con diligente cuidado, pues de ella depende una fe viva, explicita y activa.

 Cuidar para que la catequesis llegue a las personas de todas las edades, a partir de los adultos; y
estar atentos para que sea orgánica, sistemática y con una metodología adecuada no solamente a
la materia, sino a las condiciones concretas de las personas.

 Velar para que la catequesis tenga como fundamento la Sagrada Escritura, la Tradición, la
Liturgia, el Magisterio y la vida de la Iglesia.

81
 Cuidar de la formación de los catequistas, de manera que entre sus contenidos esté no solamente
el conocimiento de la doctrina, sino, también, las leyes de la Psicología y de la Pedagogía.

 Aprovechar todos los espacios educativos de la vida de Ia sociedad como lugares idóneos para
la catequesis.

 Hacer uso de sus facultades para difundir declaraciones públicas con ocasión de
acontecimientos especiales que se refieran a la catequesis diocesana.

 Cae bajo su responsabilidad dotar a la catequesis de todos los recursos humanos y materiales
para un eficaz desarrollo. Como parte de los primeros, no debe descuidar la especialización de
sacerdotes y laicos, quienes, a su nivel, se encarguen de la animación y organización de la
catequesis diocesana y además, están capacita dos para crear y sostener el trabajo serio de
institutos de nivel superior, mediante los cuales se pueda atender la formación especializada de
catequistas para el servicio diocesano o bien, de las regiones pastorales en que está dividida Ia
diócesis para una mejor atención.

 Corresponde al obispo asegurar también la formación catequética de los aspirantes al


sacerdocio, de modo que los seminaristas la integren a su formación pastoral. Lo mismo debe
decirse de la formación permanente del clero en esta materia (CD 13-14). A este aspecto
formativo de los seminaristas y presbíteros se refiere de manera más explícita el capítulo
siguiente de este manual.

 Finalmente, es tarea delicadísima del obispo velar porque los textos catequísticos que se usan en
su diócesis alcancen la calidad requerida, de tal manera que tengan una cuidadosa exposición de
los contenidos de la fe y una orientación catequística adecuada a los cristianos de su diócesis
(DGC 222-223).

6.4. LOS PRESBÍTEROS COLABORAN CON LOS OBISPOS

En los documentos oficiales de la Iglesia es muy común encontrarse ei término genérico de


"presbíteros", ya que ellos, en razón del Orden, participan de la función de enseñar propia de los
obispos, y son sus más cercanos colaboradores (PO 2; 12).

Corresponde a los presbíteros el anuncio de la Palabra en todas sus formas, dada su condición de
maestros de la fe. Esto quiere decir que la catequesis es parte funda- mental de la naturaleza del
ministerio sacerdotal; la catequesis corresponde a la esencia de su ministerio. Un presbítero no puede
hacer catequesis solo porque le gusta, sino porque es una tarea suya, independientemente del ministerio
pastoral que desarrolle en Ia Iglesia particular.

Entre los presbíteros se destaca el papel del párroco, quien, como pastor propio (CIC 519) y como
ministro de la Palabra, cumple este ministerio asociado a la autoridad del obispo, de enseñar la verdad
revelada y de ser el maestro de la fe.

82
El párroco es el animador por excelencia de la vida parroquial, y le corresponde cuidar de la homilía y
la catequesis, dos formas esenciales y complementarias del ministerio de la Palabra, a través de las
cuales son expuestos los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana (CIC 767).

Podemos afirmar que esta vinculación tan directa del párroco con la catequesis tiene su origen en el
Concilio de Trento. De hecho, el nombre más importante del catecismo, fruto de este concilio, es
precisamente Catecismo para los párrocos.

Antes del Concilio Vaticano II estaba bastante extendida la costumbre de que en la parroquia era el
párroco mismo quien se dedicaba a la catequesis los domingos, los días festivos y durante el Adviento
y la Cuaresma. Iniciada la renovación posconciliar, los catequistas laicos asumen su responsabilidad en
Ia acción catequizadora de la Iglesia, donde el párroco adquiere un rol nuevo en la catequesis
parroquial.

La parroquia es el lugar privilegiado de los ministerios eclesiales, y es competencia del párroco suscitar
entre los bautizados aquellos valores que, puestos al servicio del pueblo de Dios, contribuyen a su
edificación.

Por consiguiente, es necesario que los miembros de la comunidad, los religiosos y sobre todo los laicos,
sean promovidos y formados para que asuman esta tarea, de la misma manera que deben ser
promovidos otros servicios para el crecimiento de la comunidad parroquial. La catequesis es partícipe
de esos oficios; de esta manera, los pastores pueden llamar a aquellos laicos que consideren idóneos
para desempeñarlos (CIC 228).

6.4.1. El párroco es el alma de la catequesis

Por ello, el párroco debe suscitar en la comunidad el sentido de la común responsabilidad hacia la
catequesis (DGC 225; PO 9 b). Por otra parte, en línea de principios, se asume como responsable de la
catequesis a toda la comunidad. Esta, sin embargo, no camina sola: necesita quien la anime, la organice
y la haga eficaz en el seno de la misma comunidad.

Como animador de la catequesis comunitaria, el párroco debe dedicar sus mayores esfuerzos a la
formación y animación espiritual de los catequistas, porque él es el catequista de los catequistas (DGC
225). Para el párroco, ser catequista supone compartir este ministerio con toda la comunidad y con los
demás catequistas, si bien de manera privilegiada él participa del don de la Palabra de Dios, al mismo
tiempo también participa de la responsabilidad de anunciarla.

6.4.2. Al párroco corresponden las tareas de la organización catequística

EI párroco nunca puede renunciar a su oficio de educador en la fe, aun cuando la organización de la
catequesis esté tan completa que dé la impresión de que no hace falta nada. Porque, por encima de otras
funciones y obras parroquiales, su prioridad es la catequesis, a la cual debe consagrar todos los recursos
disponibles, en personas y energía, a fin de lograr una sólida comunidad de creyentes (CT 9). A el

83
corresponde organizar todo lo que sea necesario para el bien espiritual de los fieles, en razón del
derecho que les asiste (CIC 213).

La catequesis ocupa un lugar central en las tareas del párroco. Entre otras funciones, al párroco le
corresponde:

- Promover y sostener la obligación de los padres de familia respecto a la educación cristiana de sus
hijos, en la catequesis familiar.

- Organizar un servicio permanente de catequesis en las comunidades que conforman la parroquia.

-Promover una catequesis que eduque a los fieles en la vivencia litúrgica, para el logro de una
celebración dinámica, consciente y activa.

-Subsanar las insuficiencias en la formación catequística de los jóvenes y de los adultos, así como de
otros sectores a los que la catequesis puede no estar llegando suficientemente.

También corresponde al párroco integrar la catequesis en los planes orgánicos, no solamente de la


parroquia, sino también de la diócesis, de tal manera que la catequesis no permanezca aislada en el
conjunto de la pastoral, sino integrada a todas las acciones de la Iglesia y contribuyendo a animar tales
acciones.

6.5. LOS PADRES DE FAMILIA: CATEQUISTAS INSUSTITUIBLES

La Iglesia siempre ha reconocido que las responsabilidades educativas por parte de los padres con
respecto a sus hijos, tanto en el nivel humano como en el religioso, tienen un carácter insustituible, por
lo que (...) la educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia (CIC 2226).

Para una toma de conciencia acerca de esta responsabilidad, constituyen momentos destacados la
celebración del sacramento del Matrimonio, así como la solicitud del Bautismo de los niños y la
celebración misma de este (CT 68).

En la actualidad, dar testimonio de fe a los proplos hijos, no es una alegre realidad para muchos padres
de familia. Pero los pastores de la Iglesia están obligados a darles aquellos elementos necesarios para
que puedan renovar permanentemente la gracia recibida en el sacramento del Matrimonio y tengan la
fortaleza necesaria para hacer de su familia una verdadera escuela de vida cristiana. Ahí, la catequesis
familiar precede, compaña y enriquece toda otra forma de catequesis (CT 68).

A pesar de las crisis que rodean la institución familiar, es preciso poner de relieve el dinamismo
comunitario propio de la familia como base de Ia comunidad eclesial. Ningún miembro de la familia
puede vivir sin el contacto vivo, directo o indirecto de la comunidad más amplia de la cual forma parte.

La familia es expresión de la Iglesia y, por lo tanto, un espacio de su acción evangelizadora y


catequizadora que la Iglesia realiza en todos sus ámbitos y hacia todas las edades. De esta manera,
84
todos los miembros de Ia familia pueden ser, a su vez, agentes y destinatarios de la catequesis en su
propio núcleo familiar: se trata de una comunicación reciproca de la fe; es decir, todos dan y reciben.

6.6. LAS PERSONAS DE VIDA CONSAGRADA

La Iglesia cuenta con una historia anterior al posconcilio adornada de particulares ejemplos de
dedicación en la labor de la educación en la fe. Pero a partir del espíritu del Concilio Vaticano II y de
su eclesiología, la vida religiosa destaca por sí misma como evangelizadora, en la medida en que los
consejos evangélicos manifiestan el rostro total de la Iglesia y son signo de la presencia del Reino. Para
que ello sea una provechosa realidad en la Iglesia, las personas de la vida consagrada deben realizar su
trabajo como un válido aporte pastoral en comunión con la Iglesia diocesana y teniendo en cuenta la
realidad a donde son enviados (CIC 273-283; PC 2 c; Directorio General para la Catequesis 228).

En lo que a la catequesis se refiere, están llamados a colaborar y apoyar las iniciativas diocesanas,
siguiendo con particular sentido de comunión eclesial aquellas orientaciones que el obispo diocesano
considere necesarias. Además, el mismo criterio se aplica a las iniciativas parroquiales, ya que han de
coordinar las citadas iniciativas con los respectivos responsables, presbíteros y laicos.

Dentro de esta dinámica pastoral, deben poner al servicio de la Iglesia particular en general y de las
comunidades cristianas en particular según los casos, sus conocimientos, la riqueza de sus dotes
humanas y de los recursos materiales con que cuenten, considerando, sobre todo, que muchas
congregaciones religiosas dedican sus esfuerzos y carismas a la educación, y muchas específicamente a
la catequesis.

Queda como desafío para las familias de vida consagrada que sus lugares de trabajo sean "verdaderos
laboratorios de fe" y no sustitutos temporales de la comunidad ya que la falta de esta auténtica
proyección en la catequesis de la comunidad, desvincula de ella a las personas, y éstas concluyen la
recepción de los sacramentos (de la iniciación cristiana, por lo general) sin convicción, sin
identificación ni compromiso comunitario.

Queda también como su desafío, hacer esfuerzos cada vez más evidentes por evitar confusiones entre la
catequesis comunitaria y la ERE, ya que cada una tiene sus propios objetivos, contenidos y
metodologías, como se explica en el último capítulo de este tratado.

6.7. LOS CATEQUISTAS LAICOS

En el siglo II, el laico Pantene fue el fundador de la primera escuela catequística. Este dato, y otros
más, demuestran que, a través de la historia y con distinta intensidad de presencia según la época, la
Iglesia nunca ha dejado de contar con el aporte de los Iaicos en las tareas evangelizadoras. Con el
influjo renovador del Concilio Vaticano Il, hoy podemos decir que los catequistas laicos son una
verdadera gracia. Así, la riqueza de su presencia en las tareas eclesiales nos hace abordarles desde tres
distintos flancos:
a) desde la naturaleza de su ministerio,
b) desde su identidad y
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c) su misión y desde las características propias.

6.7.1. Naturaleza de su ministerio

— El catequista es un laico que ejerce su ministerio en la Iglesia sin renunciar a su particular


condición, per la cual, inmerso en las realidades temperales y comprometido en su transformación a la
luz de la fe, comparte con les hermanes su mismo estilo de vida. Esta condición laical ayuda
enormemente a les catequistas a encarnar el Evangelio en la vida concreta de les catequizandos.

— EI catequista es un profeta porque, gracias al Bautismo y a la Confirmación, participa de la misión


sacerdotal profética y real de Cristo (AA 2). Antes que maestro —que también le es-, esta llamado
personalmente a anunciar la Palabra de Dios, no como un mero suplente del sacerdote, sino como un
verdadero testigo de Cristo en la comunidad a la cual pertenece, con la estatura propia del laico
cristiane, que tiende de manera constante y permanente a la adultez en la fe.

6.7.2. Identidad y misión del catequista

— Ser catequista es una vocación. En la Iglesia todos estamos llamados a evangelizar, pero no todos de
la misma manera. En algunos la Iglesia, per la gracia del Espíritu, suscita y discierne esta llamada
divina y les confiere la misión de catequizar (DGC 231), fundamentalmente porque la catequesis no es
fruto de una iniciativa privada, sino que es una vocación que se desarrolla en la Iglesia.

- El catequista es un servidor de la Palabra. Son muchos los modos y las personas que se encargan del
servicio a la Palabra. El catequista ejerce en la iglesia uno de esos modos de comunicación del mensa je
cristiano, de manera original, específica, propia y exclusiva, ya que, como ninguno, el catequista entra
en contacto con la vida y con la persona misma de los destinatarios. El catequista debe estar atento y
dócil a la Palabra, ya que su tarea es "actualizarla" para una fiel comunicación a los hermanos.

— El catequista es un educador en la fe. El catequista educa en todas las dimensiones de la vida


cristiana. Es un educador básico en la vida de fe.

- Es un mensajero de Jesucristo, el Salvador. Es su tarea proclamar a los hermanos que Jesús es el


Salvador y anunciar entre ellos el misterio de la Pascua. El mismo es un testigo pascual en cada ocasión
en que enfrenta dificultades, y cada vez que promueve en sus hermanos el ideal evangélico del "hombre
nuevo”.

6.7.3. Principales características de su personalidad

 En relación con su persona

- Ha de tener un fuerte sentido eclesial.


- Debe ser alguien que se conoce y se acepta a sí mismo; que conoce su lugar en la familia y en la
comunidad a la cual pertenece, lo mismo que las capacidades propias con las que puede servir a los
demás.
86
— Debe tener el equilibrio suficiente para aceptar con serenidad sus propios aciertos y errores.
— Ser capaz de escuchar, dialogar y trabajar en equipo.
— Ser responsable, perseverante, constante y amar los valores de la lealtad, la sinceridad, la honestidad
y la valentía.
— Ser capaz de juzgar críticamente los acontecimientos.
— Tener espíritu de superación, optimismo y alegría.

 En su relación con la Iglesia

— Amar a la Iglesia así como ella es: en su misterio y en sus expresiones humanas.
— Tener conocimiento de la Palabra de Dios y de los documentos de la fe, por lo menos aquellos que
atañen directamente a su ministerio.
— Ser una persona de fe auténtica, de asidua participación en los sacramentos y sensible a las diversas
maneras en que la gente de su comunidad expresa la fe. Todo esto en coherencia con su espiritualidad
propia.
— Acoger con generosidad las orientaciones diocesanas y parroquiales sobre la catequesis.

 En su relación con la catequesis

o Acoger el llamado interior para dedicarse a la catequesis, viviendo con espíritu de sacrificio y
generosidad todas sus exigencias.
o Conocer que es la catequesis y cuál es el mensaje que comunica; sus exigencias, sus
destinatarios, sus responsables y como está organizada en su parroquia, en la diócesis, en el
país.
o Tener la suficiente disponibilidad de tiempo para cumplir con lo que se requiera, especialmente
para su formación, por lo menos mientras ejerza su servicio. Servicio.
o La catequesis es una acción de la Iglesia en la cual intervienen diferentes personas, todas con
una misión en común: comunicar el mensaje cristiano, anunciar a Jesucristo y su Reino al
mundo.
o Sin embargo, la Iglesia es un Cuerpo en el que los distintos carismas y ministerios con que el
Espíritu la anima y edifica, hacen que todos tengamos en ella distintos niveles de
responsabilidad, ya que en la comunidad, Dios ha establecido a algunos, en primer lugar como
apóstoles; en segundo lugar como profetas, en tercer lugar como maestros (1 Co 12,28).
o Se podría decir que algunas de estas personas asumen su responsabilidad en la catequesis de
una manera individual, tal es el caso de los obispos y de los presbíteros. Otras, de una manera
más corporativa, como en el caso de las personas de la vida consagrada y de los padres de
familia, pero ninguno sin Ia referencia vital a la Comunidad Cristiana, que es en último término
el espacio personal más importante para que la catequesis sea eficaz.

PARA PROFUNDIZAR

1. Hay distintas maneras de ser catequista ¿cuáles son las características propias de un catequista laico?

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2. ¿Qué aportes ofrecen las personas de la vida consagrada a la catequesis?, ¿qué exigencias tienen
ellos respecto a la pastoral catequística diocesana?
3. Comente cómo deben ayudar los Pastores de la Iglesia a los padres de familia para que ellos cumplan
adecuadamente su tarea de catequistas insustituibles de sus hijos.

Referencias bibliográficas: (Para los documentos eclesiales, véase el listado de siglas).

Bibliografía

SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LOS OBISPOS (2000. Directorio para el Ministerio Pastoral
de los Obispos. Santafé de Bogotá: Centro de Publicaciones del CELAM.
SAGRADA CONGREGACIÓN PARA EL CLERO (2002). El presbítero, pastor y guia da Ia
comunidad parroquial.
JURIO, P. (1999). "Agentes de la catequesis". En Nuevo Diccionario da Catequética. Madrid, España
San Pablo.
COMISIÓN NACIONAL DE CATEQUESIS (2003). Itinerarios para Ia formación integral da los
catequistas parroquiales. San José, Costa Rica: Editorial CONEC.
MAYMÍ, P. (1998). Pedagogía da Ia fa. Madrid: Ediciones San Pio X. San José, Costa Rica: Editorial
CONEC.

7. LA FORMACIÓN DE LOS CATEQUISTAS

INTRODUCCIÓN

LA Iglesia puede encontrar el punto de referencia más claro y seguro para cualquier proceso formativo
en la comunicación que los evangelistas nos hacen, con diversos matices y acentos, del testimonio del
Maestro, de sus palabras, de sus gestos y " de sus acciones, mientras se entregó de lleno en su "escuela
de formación". Conviene, pues, que tomemos esta escuela de aproximados tres años, como punto de
partida y como referencia principal en la formación de los catequistas, a partir de la misma pedagogía
de Jesús.

En cierta manera, podría afirmarse que la formación de los catequistas es una tarea detenida y
fortalecida a la luz de la renovación catequística generada por el Concilio Vaticano II. En efecto, hasta
este magno acontecimiento eclesial había prevalecido la catequesis con base en preguntas y respuestas,
en la que los catequistas tenían solamente una función comprobatoria respecto a la memorización de
los catequizandos, mientras era responsabilidad propia del párroco hacer la llamada "explicación" del
mensaje.

7.1. IMPORTANCIA Y FINALIDAD DE LA FORMACIÓN

El documento CAL (197) se refiere así a la finalidad de la formación de los catequistas:

88
es capacitar al catequista para comunicar el mensaje evangélico y ayudara los catequizandos al crecimiento y a
Ia maduración de su fe, de manera que se constituyan en verdaderos discípulos de Cristo, por medio de un
conocimiento vivencial e íntimo de su persona y de su mensaje.

El Directorio Catequístico General (1971), eco fiel de la renovación conciliar (CD 44), afirmó que Ia
formación catequística ( ) tiene prioridad sobre la renovación de los textos y el mejoramiento de la
misma organización catequística (108), y dedico un capítulo a determinar la naturaleza y el fin de esta
formación, sus aspectos fundamentales y los centros y medios para la formación. El Directorio General
para la Catequesis (1997) retoma esa categórica afirmación, recordando que la pastoral catequética
diocesana debe dar absoluta prioridad a la formación de los catequistas laicos (DGC 234 b). Este
Directorio dedica un espacio significativo (Cap. ll) a "La formación para el servicio de la catequesis".

Además de una mayor explicitación del tema en general, cabe destacar algunos de los aspectos
innovadores del DGC en lo que se refiere a Ia formación de los agentes:

o acentúa el aspecto pastoral y sus implicaciones en e esta formación (233);


o explícita la absoluta necesidad de cuidar al máximo Ia formación catequética de los presbíteros, tanto en
los planes de estudio de los seminarios, como en la formación permanente (234);
o asume la riqueza sinodal de 1977 y de su correspondiente Exhortación Apostólica. La catequesis en
nuestro tiempo, reforzando el cristocentrismo de la catequesis y su eclesialidad, que han de inspirar la
formación de los catequistas (236), entre otros aspectos importantes;
o se explicitan y amplían los criterios inspiradores de la formación de los catequistas (237);
o se da mayor apertura al aporte de las ciencias humanas; (242-243) y a la formación pedagógica (244) y se
destaca el protagonismo del que se forma en su proceso de aprendizaje (245);
o ofrece los elementos para sistematizar el proceso formativo, definiendo las dimensiones de la formación
catequística (238).

La formación catequística ha de estar integrada en la opción fundamental de cada cristiano y, por


consiguiente, en su propio proyecto vocacional. El DGC (234) además de pedir a la pastoral
catequística diocesana dar absoluta prioridad a Ia formación de los catequistas Iaicos, recomienda que
la formación catequística de éstos, como la de los presbíteros, sea exquisitamente cuidada.

La delicadísima responsabilidad que tienen los catequistas de formar la conciencia de los catequizandos
es, precisamente, uno de los motivos que hacen que el proceso formativo de éstos sea una tarea difícil y
exigente. Sistematizar el proceso formativo en una diócesis y en una parroquia es un verdadero reto,
que supone la comprensión y el abordaje adecuado acerca de:

o los catequistas que se forman;


o los catequistas formadores, que facilitan Ia formación;
o el diseño y el seguimiento de los itinerarios de formación, como un proyecto global, integral e integrado a los
procesos pastorales, en el cual se definen sus contenidos, tiempos, duración, ritmos, acentos y lugares, entre otros.
o la realidad comunitaria, con sus diversas situaciones y condicionamientos, así como el medio, en general.

Cualquier consideración acerca de los lugares e instancias formativas ha de tener como punto de
partida y de Ilegada y como referencia continua, la comunidad cristiana.

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Las instancias formativas diocesana y parroquial tienen, en Ia persona del obispo y del presbítero, una
irreemplazable responsabilidad profética que deriva del ministerio episcopal y presbiteral de cada uno
de ellos. Esta función reviste carácter sacramental. Por consiguiente, sus responsabilidades no pueden
ser trasladadas, sino complementadas con aquellas que son propias de los Iaicos (Congregación para el
Clero, 2002).

Los centros de formación de catequistas, parroquiales, diocesanos, nacionales o de iniciativas diversas,


a diversos niveles, de manera general o especializada, desempeñan una labor que en todo caso, igual
que la catequesis, es tarea prioritaria de la Iglesia. De ellos se espera Ia entera comunión con la Iglesia,
que ha de manifestar se no solo en sus enseñanzas, sino también en la coordinación con esas instancias
eclesiales.

7.1.1. Algunos acentos importantes de la formación catequística

• DEL CRISTOCENTRISMO de la catequesis se desprenden, como implicaciones formativas, el


personal conocimiento de Jesucristo por parte del catequista, en el contexto de la historia de Ia
salvación; así como su capacidad de comunicar adecuada y fielmente su Evangelio. Ello no sería
suficiente ni consistente, si no existiera, una identificación personal con Jesucristo y su seguimiento, lo
cual es indispensable para que los catequistas sean capaces de comunicar de manera convincente el
Evangelio a quienes desean seguir a Jesucristo.

• LA Eclesialidad de la catequesis sugiere acentos muy particulares para la formación de los agentes de
la catequesis, que parten, lógicamente, del conocimiento y adhesión personal de éstos a la Iglesia; pero
que implican también el reconocimiento efectivo de la DIOCESANIDAD DE LA CATEQUESIS, por
la que el Obispo es el primer formador de catequistas, de cuya responsabilidad mana, entre otras cosas
y de manera directa, la FORMACIÓN DE CATEQUETAS capaces y suficientes para animar y orientar
los procesos catequísticos diocesanos y parroquiales, Ia formación catequética permanente de los
sacerdotes de su diócesis y así como la adecuada formación catequética de los futuros presbíteros.

• EL CATEQUISTA ES UN COMUNICADOR esta dimensión implica una exigencia particular en su


formación. Para ampliar este aspecto, se remite al capítulo decimo de este mismo manual.

• LA ABSOLUTA PRIORIDAD DE LA FORMACIÓN DE CATEQUISTAS LAICOS (DGC 230-


234). Por una parte, ellos conforman el contingente numéricamente mayor de los catequistas en todas
las latitudes. Por su particular condición en la Iglesia, ejercen su labor insertos en el mundo y en la
sociedad y, por lo tanto, con un mayor conocimiento de las características de las comunidades, un
mayor acercamiento y sensibilidad hacia las situaciones y hacia las personas. Si su testimonio de vida
es el deseable, su misma persona será el modelo, el "medio audiovisual" más respetable y creíble, que
estimula a vivir auténticamente el Evangelio de acuerdo a la condición laical.

7.1.2. Criterios inspiradores de la formación de los catequistas

90
El DGC (237), ofrece los siguientes, dignos de tener en cuenta para concebir de manera adecuada la
formación de los catequistas:

• Formar catequistas para los cristianos de hoy, para las situaciones actuales. Ello implica ayudarles a
ser capaces de asumir con objetividad y con valor las exigencias evangelizadoras del momento
historico que les ha tocado vivir.
• Forjar catequistas capaces de asumir el concepto de catequesis actual, que no solo cuida la enseñanza,
sino una formación integral del cristiano.
• Formar catequistas conscientes y capaces, no solo de evitar toda polarización, sino de procurar la
cohesión y la integración en la comunidad, sabiendo superar las tensiones y las divergencias desde la
fe, y teniendo en cuenta el respeto a las personas y el sentido social.
• Respetar, en los procesos formativos, el carácter propio del laico en la Iglesia, razón por la cual los
programas, los textos y demás elementos del proceso formativo han de ser, en este sentido, originales;
es decir no pueden ser producto de una síntesis de aquellos que se aplican a la formación de los
religiosos y de los presbíteros.
• Considerar que el "como" del encuentro catequístico es una de las mayores dificultades de los
catequistas, razón por la cual muchos desertan. Por eso, su formación pedagógica ha de ser coherente,
atendiendo la pedagogía propia de un proceso catequístico, y los elementos de la didáctica catequística,
cuya referencia se encuentra en el capítulo undécimo de este manual.

7.2. LAS DIMENSIONES DE LA FORMACIÓN EL SER, EL SABER Y EL SABER HACER

EI DGC (238) enfoca la formación de los catequistas en tres dimensiones que, de manera
complementaria, garantizan la integralidad en el proceso formativo. A través de estas tres dimensiones,
queda expresada, además, la fidelidad del catequista a Dios y al ser humano.

7.2.1. El ser

Aborda la dimensión humana y cristiana del catequista; su maduración como persona, su vida de fe, su
participación en la celebración de Ia comunidad cristiana, su espiritualidad, su testimonio de vida, su conciencia y
su proyección apostólica.

La persona es la primera responsable del propio crecimiento interior; es decir de cómo se debe responder al
llamamiento divino. La conciencia de esta responsabilidad deberá impulsar al catequista a dar una respuesta
activa y creativa, comprometiéndose y asumiendo todas las responsabilidades del propio progreso de vida. El
catequista opera en comunión, al servicio y con la ayuda de la comunidad eclesial. Por tanto, también la
comunidad está llamada a colaborar en la formación de sus catequistas, asegurándoles, en especial, un ambiente
positivo y fervoroso; acogiéndolos por lo que son y ofreciéndoles la debida colaboración (GCM 27).

Cada tema catequético que se imparte, debe instruir en primer lugar la fe del propio catequista. En verdad, uno
catequiza a los demás, catequizándose antes a si mismo (DGC 239).

7.2.2. El saber

Recoge el conocimiento del mensaje y de los destinatarios y su contexto, resaltando aquellos necesarios
para desempeñar la tarea catequística. En los números 240 a 243, el DGC describe el contenido de la
91
formación bíblico-teológica y de las ciencias humanas, que atañe al conocimiento del catequista, y
explicita las cualidades que requiere esta formación.

De esta manera, el contenido de la formación doctrinal, llamado a permitir al catequista dar razón de su
fe, le proporciona un conocimiento orgánico del mensaje cristiano, articulado en torno al misterio
central de la fe, que es Jesucristo:

• las tres grandes etapas de la historia de la salvación(…);


• los grandes núcleos del mensaje cristiano: Símbolo, liturgia, moral y oración (240).

La formación bíblica, que constituye la base de toda enseñanza catequística, queda explicitada en el
punto 7.3.

La formación doctrinal, según los diversos niveles de formación, desarrollara el Credo en su contenido
íntegro y esencial. Estará también presente la doctrina social de la Iglesia, así como las orientaciones
fundamentales para la comprensión y vivencia del diálogo ecuménico.

También hay que destacar la importancia de una adecuada y suficiente formación litúrgica, que apoyara
la catequesis de la celebración cristiana en la Eucaristía y en los demás sacramentos, lo cual ayudara a
los catequistas y a los catequizandos a vivir la centralidad de Cristo en el ano litúrgico y a alentar, a
partir de ese recorrido de fe, su propia espiritualidad.

La formación moral, tanto a nivel personal como proyectada a la comunidad y a la sociedad en general,
definida por los valores cristianos, a partir del seguimiento de Jesucristo.

Velar por Ia integridad del contenido que se ofrece en Ia formación de los catequistas es una tarea que
reviste gran importancia, por cuanto se proyecta en los catequizandos. En efecto,

el que se hace discípulo de Cristo tiene derecho a recibir ‘la palabra de la fe no mutilada, falsificada o
disminuida, sino completa e integral, en todo su rigor y vigor (CT 30).

Lo anterior requiere el esfuerzo de los formadores para lograr una programación formativa en la que
tenga lugar todo el contenido del mensaje cristiano, atendiendo la jerarquía de las verdades de la fe. En
esta labor cobra especial relevancia el apoyo del CEC.

En lo que se refiere al aporte de las ciencias humanas a la formación de los catequistas, desde su
admirable desarrollo actual, se puede valorar:

— que por medio de ellas, particularmente de la Psicología y de la Sociología, los catequistas adquieren el conocimiento de
las personas y del entorno en que éstas viven y conviven;
— por su parte, las ciencias sociales permiten comprender mejor los condicionamientos que afectan la vida de las personas
en su contexto socio-cultural, tanto a los catequistas respecto a los catequizandos, como a los formadores en relación con los
catequistas;
— de manera particular brindan aportes significativos las Ciencias de la Educación y de Ia comunicación (DGC 242),

92
Para que el empleo de las ciencias humanas sea un aporte positivo, el formador de catequistas habrá de
recordar que estas son ciencias autónomas y, por lo tanto, debe haber un discernimiento objetivo de sus
aportes a la luz del Evangelio. En la formación de los catequistas, el estudio de estas ciencias no es fin
en sí mismo, sino un medio eficaz, al servicio de la acción evangelizadora.

El saber de los catequistas depende, de manera considerable, del saber enseñar de los presbíteros y de
los demás formadores. En este sentido, es muy importante la actualización de éstos para tener en cuenta
la actual corriente Psicopedagoga CONSTRUCTIVISTA, de tal manera que los catequistas construyan
en forma activa sus conocimientos. Su formación en el saber no será una simple acumulación de
conocimientos, ni mucho menos la memorización de estos. Deberán saber transformar los
conocimientos recibidos y construir nuevos, a partir de su experiencia propia, del conocimiento del
medio y de la exigencia en la resolución de problemas, con lo cual se favorecen los APRENDIZAJES
SIGNIFICATIVOS.

7.2.3. EI saber hacer

Esta dimensión incluye la formación que el catequista requiere para comunicar el mensaje; esto es,
para ejercer como educador del ser humano y de su vida (DGC 238). Para ello, aplicara la pedagogía
original de la fe (DGC 144) con el propósito de atender y acompañar a los destinatarios en su proceso
de educación en la fe, para conocer las etapas de un proceso pedagógico y realizarlo, llevando
progresivamente a los catequizandos desde la toma de conciencia de su experiencia humana, hasta la
experiencia y la vivencia de la fe.

El saber hacer de los catequistas parte de sus conocimientos pedagógicos y didácticos, para generar el
desarrollo de conocimientos, de actitudes, de habilidades y técnicas que van apoyando el conocimiento
objetivo de la realidad de los destinatarios, en función de los itinerarios de la educación en la fe.

Los catequistas deben llegar a ser capaces, no sólo de conocer previa y adecuadamente los principios
de la pedagogía actual, y más específicamente de la pedagogía catequística, de la metodología y de la
didáctica catequística, sino que, también, han de ser capaces de llevar a la práctica estos conocimientos.

En este sentido, constituyen ejercicios básicos: planear los encuentros o sesiones de catequesis,
desarrollarlos con propiedad y evaluarlos objetivamente. De igual manera son importantes la
participación y la animación grupal, la adecuada comunicación, tanto verbal como mediante la
diversidad de los lenguajes, y la identificación de los medios didácticos apropiados para cada situación
de aprendizaje. Pero tan importante como el dominio de esos requerimientos, es la capacidad que los
catequistas han de lograr en la resolución de problemas, mediante la aplicación de los conocimientos
previamente adquiridos.

EI fin y la meta ideal es procurar que los catequistas se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje,
situando Ia formación bajo el signo de la creatividad y no de una mera asimilación de pautas externas. Por eso
debe ser una formación muy cercana a Ia práctica: hay que partir de ella para volver a ella (DGC 245).

93
Estas tres dimensiones, así expresadas, inspiran por si mismas la organización de los itinerarios y de
los textos para la formación de los catequistas. Es útil conocer, sin embargo, que antes de que el DGC
(238) las expresara de esta manera, en algunos países Latinoamericanos se organizaban los contenidos
para la formación (y se sigue haciendo) en torno a cuatro áreas:

 Quien: El catequista
 Qué: El contenido de la catequesis
 A quién: Los catequizandos
 Cómo: Lo concerniente a la metodología

En realidad, las tres dimensiones están presentes en estas áreas. Hay más bien una especie de
"desglose" de la dimensión "saber", ya que en ésta están contempladas la segunda y tercera áreas
anteriormente mencionadas. Se trata, en todo caso, de resguardar Ia organicidad indispensable a todo
proceso de formación de agentes para Ia catequesis.

7.3. LA FORMACIÓN BÍBLICA DE LOS CATEQUISTAS

Hablar de la Tradición y de la Escritura como fuentes de Ia catequesis, es subrayar que ésta ha de estar
totalmente impregnada por el pensamiento, el espíritu y las actitudes bíblicas y evangélicas, a través de un
contacto asiduo con los mismos textos sagrados; y es también recordar que la catequesis será tanto más rica y
eficaz, cuanto más lea los textos con la inteligencia y el corazón de la Iglesia (CT 27).

Todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio al
ministerio de la palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura, para no volverse predicadores
vacíos de la palabra, que no la escuchan por dentro’, y han de comunicar a sus fieles, sobre todo en los
actos litúrgicos, las riquezas de la palabra de Dios... (DV 25).

En la catequesis bíblica se ayudara a interpretar la vida humana actual a la luz de las experiencias
vividas por el pueblo de Israel, por Jesucristo y por la comunidad eclesial, en la cual el Espíritu de
Cristo Resucitado vive y opera continuamente (DGC 117).

Así pues, a partir de la convicción de que la catequesis encuentra su raíz más profunda en la Palabra de
Dios, surge la necesidad de considerar como aspecto primordial de la formación catequética aquella
que capacita a los diversos agentes de la catequesis, según sus nivel les y su grado de responsabilidad a,

— acercarse a la Sagrada Escritura, nacida de la Tradición, con el respeto que merece como
Palabra de Dios inspirada;
— acceder con propiedad a la Biblia;
— leerla adecuadamente en la Iglesia, e iluminados por su Magisterio;
— hacer de la Palabra leída en la Biblia, la principal fuente de su identidad y de su
espiritualidad;
— saber recorrer con propiedad el camino que va del texto bíblico personalmente leído,
comprendido y asimilado, al texto bíblico metodológica y didácticamente presentado a los
catequizandos;
94
— favorecer en estos la lectura de la vida y de los acontecimientos a la luz de la Palabra, que
suscita una sincera respuesta a Dios, tanto a través de la creación como de nuevas actitudes de
sincera conversión y de compromiso cristiano.

Queda claro, por supuesto, que la Escritura es el libro por excelencia de la catequesis. No es un simple
subsidio (CAL 44).

7.3.1. Las características fundamentales de la Escritura

La catequesis en América Latina - Orientaciones Comunes a la luz del Directorio General para la
Catequesis, del CELAM (N° 43) afirma que para que la Escritura manifieste el misterio de Cristo, es
necesario considerar sus características fundamentales:

• El origen de la Escritura que expresa en lenguaje humano la genuina Palabra de Dios (palabra de Dios
encarnada).

• El aspecto concrete de la revelación bíblica, en el cual, hechos y palabras, están íntimamente unidos e
integrados (aspecto histórico de la revelación).

• La progresiva manifestación de Dios y de su iniciativa de salvación, la profunda unidad de los dos


Testamentos, la tensión de la antigua Alianza respecto a Jesucristo, en quien se cumplen las
expectativas y de todas las promesas; la relación continua entre la Escritura y Ia vida de la Iglesia, que
la transmite integra, la interpreta con autoridad y Ia vive, reconociendo en ella su fundamento y su
regla.

7.3.2. Diversos niveles de a formación bíblica

La Sagrada Escritura deberá seguir siendo la materia principal de enseñanza y constituir el alma de todo el
estudio teológico. Esta ha de intensificarse cuando sea necesario. (...) Se ha de tener presente que el catequista
tiene que ser formado en la pastoral bíblica, también en previsión de la confrontación con las confesiones no
católicas y con las sectas que recurren a la Biblia de modo no siempre correcto (GCM 23).

La Sagrada Escritura —afirma el DGC (240) refiriéndose a la formación en el nivel propio de una
enseñanza teológica— debería ser ‘el alma de toda esta formación.’

De conformidad con cuanto se expresa en el punto 7.4, también la formación bíblica de los agentes
requiere diversos niveles de profundización, según la responsabilidad y la especificidad de los procesos
y, por supuesto según la edad y las condiciones de los destinatarios.

Los catequistas que inician su labor deberían asumir, de manera progresiva pero suficiente, los seis
aspectos que se destacaron en el punto 7.2. Entre tanto, las guias didácticas que acompañan los diversos
catecismos deberían apoyarlos en la difícil tarea de seleccionar los textos bíblicos adecuados para cada
encuentro, así como orientarlos respecto al tratamiento didáctico apropiado.

95
Por la razón anterior, es preciso que en los niveles medios y superiores, la tarea formativa de los
catequistas sea impartida por personas con suficiente conocimiento en la materia, tanto para alentar Ia
formación directa de los formadores y de los catequistas, como para apoyar el acento bíblico en los
catecismos y textos didácticos, los cuales vienen a ser verdaderas fuentes de formación.

El punto de partida de una adecuada formación bíblica de los obispos es la misma formación
catequética de los sacerdotes, desde el seminario y desde su formación permanente. Ellos, y los demás
formadores de alto nivel, son los primeros llamados a correlacionar los estudios catequéticos con los
estudios bíblicos, así como a aprender la didáctica de la catequesis bíblica, requerida para la formación
de los obispos.

7.4. EL CEC Y EL DGC, INSTRUMENTOS FUNDAMENTALES DE FORMACIÓN

7.4.1. EI Catecismo de la Iglesia Católica

La finalidad del CEC es, según su mismo prólogo,

presentar una exposición orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina
católica... (CEC 11) bíblica y litúrgica, exponiendo una doctrina segura y, al mismo tiempo, adaptada a Ia vida
actual de los cristianos (FD 1).

Sus primeros destinatarios son precisamente los responsables de la catequesis; esto es, los obispos y los
sacerdotes y, a través de ellos, los obispos (Directorio General para la Catequesis 12). Resulta un
instrumento de particular importancia en la formación de los seminaristas, tanto en el año introductorio,
como en la misma introducción a la teología, facilitándoles una visión de conjunto de las verdades de la
fe; afirmación ampliamente reforzada en el Congreso Catequístico de Roma, 2002.

Ya unos meses antes de la publicación del CEC, la Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis (62)
recomendaba:

Un conocimiento bastante amplio de la doctrina de la fe, de que hablan los Padres sinodales, se exige igualmente
antes de la teología, pues no se puede desarrollar una intelligentia fidei si no se conoce la fides en su contenido.
Una tal laguna podrá ser más fácilmente colmada, mediante el próximo Catecismo universal.

No menos importante es la función del CEC como punto de referencia para garantizar Ia integridad del
mensaje en la confección de los catecismos locales, a los cuales no sustituye:

EI Catecismo de Ia Iglesia Católica será referencia doctrinal fundamental de toda la formación, juntamente con el
Catecismo de la propia Iglesia particular o local (DGC 240).
La comunidad podrá favorecer, además, una formación doctrinal más sistemática, por ejemplo estudiando el
Catecismo de Ia Iglesia Católica (DGC 247).

96
7.4.2. EI Directorio General para la Catequesis

Igual que su antecesor de 1971, está orientado a renovar la catequesis en las Iglesias particulares, dado
que constituye un punto de referencia de primordial importancia, no solo en lo que respecta a los
contenidos, sino también con referencia a la pedagogía y a los métodos aplicables en la catequesis. Esto
tiene relevancia fundamental en los procesos formativos de los diversos agentes para la catequesis, por
cuanto recoge la riqueza del Magisterio de la iglesia de tres décadas en lo que se refiere a la catequesis.
Su apoyo en la formación de los agentes de la catequesis, por consiguiente, es de incalculable valor
teológico-pastoral:

 Es obvio que el Directorio puede ser un instrumento válido para la formación de los candidatos
al sacerdocio, para Ia formación de los presbíteros, y para Ia formación de los catequistas
(DGC 11).

 Es deseable que, tanto el CEC como el DGC puedan constituir una especie de "compañeros de
viaje", o de “brújulas" que brinden seguridad y eficacia a los catequistas en el desempeño de su
labor; en los casos en que, por razones económicas ello no sea posible, queda abierta la opción
de que, a partir de ellos y de otros libros básicos, se conformen las bibliotecas parroquiales, al
servicio de los catequistas.

 De la misma manera que el CEC, el DGC es punto de referencia para la confección de los
directorios y de los catecismos locales.

7.5. Diversos niveles de formación

No es necesario definir aquí quiénes son los diferentes destinatarios de la formación catequística, ya
que de los agentes de la catequesis se ocupó el capítulo anterior. Quizá sea necesario, en cambio,
recordar la necesidad de que la formación catequística, en todos sus niveles, requiere ser:
 gradual,
 orgánica,
 continua y
 permanente.

Acorde con la realidad pastoral de Ia mayoría de los países latinoamericanos —explica CAL 198— la
formación catequística puede desarrollarse mejor en niveles que coinciden con la parroquia,
continuando con aquella que ofrece la diócesis y, finalmente, aprovechando las oportunidades que se
brindan a escala nacional. Se definen, en consecuencia, un nivel básico, un nivel medio y un nivel
superior. Para realizar la formación catequética en sus diversos niveles, se requiere de la acción
responsable de los formadores, presbíteros y laicos, que se expone en los puntos siguientes.

7.5.1. La formación inicial de los catequistas

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Esta formación tiene lugar de manera primordial, según el espíritu del DGC, en la propia comunidad
cristiana. En ella, el catequista escucha el llamado de Dios y alienta su respuesta. Es precisamente en
ella donde el testimonio se convierte en catequesis viviente y donde el cristiano madura
progresivamente en su fe. De esta manera, una comunidad cristiana puede realizar varios tipos de
acciones formativas en favor de sus catequistas:

— alimentando de manera constante la vocación eclesial de los catequistas, que son enviados por la
Iglesia;
— favoreciendo su progresiva maduración en la fe, mientras se forman como agentes de pastoral;
— alimentando su espiritualidad laical y catequística, mediante encuentro, convivencias, retiros,
momentos de reflexión y seguimiento grupal y personal;
— alentando la vida de grupo de los catequistas, en la que pueden realizar su preparación inmediata al
encuentro de catequesis y la debida evaluación de este;
—mediante diversos momentos de particular acento formativo, reforzando las tres dimensiones de la
catequesis;
— complementando las diversas actividades formativas con el trabajo personal del catequista (DGC
247);
— animando su vocación en los momentos difíciles, de tal manera que, fortalecidos por la Palabra, por
la gracia sacramental y por la presencia del Espíritu, así como por el testimonio de los mismos
formadores, sepan afrontar las dificultades propias de su labor, en el nombre de Ia Iglesia a través de Ia
cual el Señor los ha llamado. En la etapa inicial, los catequistas:

— optan por la catequesis, respondiendo libremente al llamado de Dios;


— se capacitan para iniciar la tarea, para lo cual necesitan un conocimiento elemental, básicos,
acerca la vocación, identidad y misión del catequista, así como del mensaje que comunicaron,
de las personas con quienes compartirán la fe y de las formas más adecuadas para realizar esta
comunicación.
— profundizan, progresivamente, los contenidos básicos de acuerdo con un adecuado diseño de
los itinerarios formativos básicos.

Un interrogante que se hace con frecuencia es cuando un cristiano puede acceder a esta formación e
iniciar el servicio a Ia catequesis de la comunidad.

Por una parte, existe la necesidad de contar con un número suficiente de catequistas para la comunidad
parroquial; pero, por otra, esta necesidad no puede pasar por alto el requerimiento del grado de
madurez humana y cristiana del candidato. En aquellos países donde la catequesis del sacramento de la
Confirmación se confiere a los jóvenes, este momento —y no antes— podría abrir el espacio para una
opción de servicio en la Iglesia, en este caso, el de la catequesis.

7.5.2. La formación permanente de los catequistas

La formación permanente no puede estructurarse de otra manera que conjugando las dimensiones y
criterios de la formación con la realidad personal, comunitaria, familiar, laboral y social, de quienes
aspiran a continuar la formación, más allá de los niveles básicos.
98
Es comprensible, entonces, que se requiera una buena dosis de reflexión, de discernimiento y de
creatividad por parte de los responsables de la formación. De hecho, a lo largo y ancho del continente,
se han generado modalidades y procesos diversos, con resultados similares.
Es importante la recomendación de la Guia para los Catequistas (22) en el sentido de favorecer las
iniciativas que no aíslan a los catequistas de su propia realidad y de su comunidad, sino que más bien
les ayudan a crecer en su espiritualidad, como grupo, y en comunión entre ellos. En este caso, vale la
pena valorar la formación según la metodología a distancia, o mixta.

Es claro que las escuelas o institutos especializados brindan y dan mayor posibilidad de reunir en un
mismo lugar a profesores y formadores de reconocida capacidad y experiencia. Además apunta el DGC
248 refiriéndose a las escuelas de catequistas de base-, ofrecen más sistematicidad por estar menos
condicionadas a Io inmediato de Ia acción, al mismo tiempo, se fomenta en ellas Ia comunión eclesial
en el contacto con catequistas procedentes de diversas comunidades.

En cualquier caso, es importante respetar la gradualidad de etapas formativas que ofrezcan

— la formación elemental
— la formación de profundización
— y la de especialización.

• Las dos primeras ofrecen criterios más claros para su definición y conformación.
• La de especialización, por el contrario, es más variada y compleja. EI DGC no se detiene de manera
significativa en este aspecto en el capítulo propio de la formación. Pero toda la cuarta del Directorio
(que se refiere a los destinatarios de la catequesis) inspira sobradamente la necesidad de especializar
catequistas para las diversas edades, (Cap. II); para situaciones especiales, mentalidades y ambientes
(Cap. III); teniendo en cuenta el contexto socio religioso (Cap. IV) y socio-cultural (Cap. V).

• Queda, sin embargo, una especialización que ha surgido sobre todo al calor de algunos procesos
catequísticos latinoamericanos, en función del cumplimiento de una labor especifica: LA
COORDINACIÓN DE LOS GRUPOS DE CATEQUISTAS EN LAS PARROQUIAS. En el Cap. IV
de la Quinta Parte, el DGC se refiere ampliamente al aspecto de la coordinación de la catequesis, pero
no aparece allí el perfil y Ia función del CATEQUISTA COORDINADOR, al que si le da su lugar
CAL 206.

Para cumplir con las diversas tareas que la coordinación de los catequistas requiere, es obvio que
existen también implicaciones importantes en la formación de estos agentes especializados. Es propio
de ellos servir de enlace coordinador entre el párroco y los catequistas; entre estos, las familias y la
comunidad. También es de su incumbencia la adecuada conformación de los grupos de catequizandos,
la asignación de éstos a los catequistas. Ellos velan igualmente por que se dé un adecuado nivel de
relaciones humanas al interior y al exterior del grupo de catequistas. Es tarea suya la programación
(conjuntamente con el párroco y la comisión parroquial de catequesis) de reuniones y otras actividades,
así como velar por sí o por otros, de la convocación y realización de ellas. Los niveles de coordinación
varían según las necesidades: en la parroquia, en una zona o filial de esta, o con algunos grupos de
99
catequistas. También, la coordinación de catequistas especializados, como por ejemplo: catequistas de
niños, de jóvenes, adultos…

La descripción anterior deja al descubierto UNA TAREA FORMATIVA DE PRIMER ORDEN, por
cuanto el desempeño de un buen coordinador garantiza en buena parte los espacios y logro de la
formación, del planeamiento y desarrollo de la catequesis y de su evaluación. Y sobre todo, apoya el
entendimiento y la comunión entre todos los involucrados en los procesos de la catequesis.

7.5.3. EI seminarista y su formación catequética

Muchos jóvenes escucharon el llamado de Dios a ejercer el sacerdocio ministerial, mientras se


encontraban integrando un grupo de catequistas e impartiendo la catequesis. Se constata que, en la
mayoría de los casos, esos seminaristas conservan durante su formación y su posterior desempeño
pastoral su vocación catequística inicial, y la cultivan de diversas formas por iniciativa personal. Pero
es claro que muchos otros no tuvieron esta experiencia, o esta fue negativa respecto a la catequesis.

De todas maneras, para unos y otros, la formación en materia de catequesis es parte del relevante
bagaje de la teologal pastoral (PDV 72), a la cual el Seminario ha de dar su lugar y su importancia. Esta
formación específica se ubica, entonces, como una formación pastoral "especifica" imprescindible.
Precisamente este “manual" tiene como finalidad principal un mejor logro de la formación catequética
fundamental de los presbíteros.

La exigencia de esta formación de los seminaristas se fue definiendo progresivamente a partir del DCG
de 1971 y de manera más bien lenta. A modo de ejemplo, se puede recordar que en muchos seminarios
se impartía esta materia desde la visión reductiva de la catequesis de los niños. Esto, a su vez, sentía de
pretexto para la improvisación del respectivo profesor de catequética.

Esta visión dichosamente ha ido dando paso al reto de la catequesis de los jóvenes y de los adultos,
altamente exigente en contenidos, en métodos y, sobre todo, en la formación de sus catequistas. No se
puede ignorar, entonces, que la formación catequética, en el contexto de los estudios del seminario, está
continuamente abierta a nuevos desafíos teóricos y prácticos.

Cabe pensar también que la práctica pastoral de los seminaristas, salvo honrosas excepciones, no es
aprovechada adecuadamente durante sus años de estudio; no se organiza debidamente y, en muchos
casos, hasta anticipa sinsabores e incomprensiones a los estudiantes, a quienes con frecuencia se les
asignan en las parroquias tareas para las cuales no están preparados, y no se les brinda la orientación, el
seguimiento y la evaluación debidos.

En estos casos, la práctica catequística está enmarcada en esta misma realidad. Se añade, además, el
inconveniente de que, en razón de sus exigencias académicas, tampoco pueden participar de la
formación doctrinal y metodológica que la parroquia normalmente ofrece a los catequistas.

Por otra parte, no dudando de la relevancia propia de las materias filosófico-teológico-pastorales, así
valorada en los seminarios, cabe legítimamente plantear el interrogante acerca del lugar que se otorga a
100
la formación en las ciencias humanas (CT 58; DGC Cap. V y 242-243), llamadas a facilitar la
comprensión de las exigencias pastorales de índole psico-socio-antropológicas. Este aspecto afecta
directamente a la formación catequética de los seminaristas, a cuyo profesor cabe el derecho de
reclamar ese indispensable soporte, dentro de la exigencia de integralidad requerida a los estudios del
Seminario.

Es pertinente el interrogante acerca de si se facilita a los seminaristas la debida correlación entre


teología y catequesis (CT 61), así como los elementos para diferenciar y complementar debidamente en
su futura practica pastoral, la catequesis y la homilía.

El Papa Juan Pablo ll, dirigiéndose a rectores, profesores y seminaristas de Palermo, Italia, el 16 de noviembre
2oo2, les expreso que en el actual contexto sociocultural, caracterizado a menudo por una difusa indiferencia
religiosa, por la desconfianza en la capacidad de la razón para discernir la verdad objetiva y universal (...) la
formación intelectual exige un nivel elevado de dedicación al estudio, en plena fidelidad al Magisterio de Ia
Iglesia. En lo que se refiere a la formación catequética, esta fidelidad podrá ser significativamente apoyada
mediante el Catecismo de Ia Iglesia Católica y el Directorio General para Ia Catequesis.

Por otra parte, no solamente las aulas son lugar de formación pastoral y catequética para los
seminaristas:

Es especialmente importante preparar a los futuros sacerdotes para la colaboración con los laicos. ‘Oigan de
buen grado —dice el Concilio— a los laicos, considerando fraternalmente sus deseos y reconociendo su
experiencia y competencia en los diversos campos de Ia actividad humana, a fin de que, juntamente con ellos,
puedan conocer los signos de los tiempos’ (PDV 59).

Lo anterior se aplica de manera particular a la interacción con los catequistas en el ámbito parroquial.
igualmente, a las facilidades que el profesor de catequética brinde para favorecer el contacto de los
estudiantes con las instancias encargadas de coordinar y organizar la catequesis. También, la
interrelación que el mismo estudiante procure con los laicos formadores de catequistas.

PDV (76) hace una advertencia que atañe también a la formación catequética:

(. . .) si bien es comprensible una cierta sensación de "saciedad", que ante ulteriores momentos de estudio y de
reuniones, puede afectar al joven sacerdote apenas salido del Seminario, ha de rechazarse como absolutamente
falsa y peligrosa la idea de que la formación presbiteral concluya con su estancia en el Seminario.

Ante todo, el principal interrogante por responder es si existe en todos los seminarios Latinoamericanos
una formación catequética orgánica, bien estructurada, y adecuadamente ubicada, facilitada por
profesores debidamente formados para proyectar Ia formación catequética, a través del ministerio
profético de los presbíteros, hasta las bases.

7.5.4. EI presbítero y su formación catequética permanente

Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti (2 Tm 1, 6)

101
No descuides el don espiritual que recibiste de manos de profetas cuando el grupo de los presbíteros te impuso las
manos. Ocupate de estas cosas y fijate en lo que te dije; así serón testigos de tus progresos. Cuida de ti mismo y de
cómo ensenas; persevera sin desanimarte, pues actuando así te salvaras a ti mismo y a los que te escuchan (1 Tm
4,14-16).

Las palabras del Apóstol al obispo Timoteo se pueden aplicar legítimamente a la formación permanente
a la que están llamados todos los sacerdotes en razón del ‘don de Dios’ que han recibido con la
ordenación sagrada. Ellas nos ayudan a entender el contenido real y la originalidad inconfundible de la
formación permanente de los presbíteros (PDV 70).

En efecto, el pueblo de Dios es destinatario de su Palabra, función de la cual el presbítero es deudor


ante la comunidad cristiana. Por ello, debe ejercer de manera competente su triple misión y,
específicamente, la misión profética desarrollada mediante la catequesis y la formación de sus agentes
laicos.

A las anteriores razones teológicas, afirma el mismo texto:

(...) no faltan también razones simplemente humanas que han de impulsar al sacerdote a la formación permanente
(. . .) ya que no hay profesión, cargo o trabajo que no exista una continua actualización, si se quiere estar al día y
ser eficaz. La necesidad de ‘mantener el paso’ con la marcha de la historia es otra razón humana que justica Ia
formación permanente.

La formación catequética permanente del presbítero se concibe como una profundización de aquella
recibida en el Seminario, mientras se actualiza y amplia conocimientos y los aplica, contando con la
experiencia que le ofrece su mismo desempeño pastoral, y teniendo en cuenta que

(. . .) el mismo ejercicio del ministerio pastoral lleva a un continuo y fecundo intercambio recíproco entre la vida
de fe de los presbíteros y la de los Heles (. . .) todos los miembros del Pueblo de Dios pueden y deben ofrecer una
valiosa ayuda a la formación permanente de sus sacerdotes (PDV 78).

A partir de los textos anteriores, se puede constatar que la formación catequética de los Presbíteros ha
de ser "leída" desde las orientaciones magisteriales que se refieren más ampliamente al desempeño de
su ministerio profético o, bien, a través de las recomendaciones para el desempeño pastoral de los
párrocos. En efecto, son muy escasas las menciones específicas respecto a este empeño específico.

Cabe destacar, sin embargo, el llamado que hace CD 14 a los presbíteros, a fin de que procuren que su
formación cuide a fondo el conocimiento del mensaje de la fe, la doctrina de la Iglesia y que tenga en
cuenta, en la teoría y en la práctica, las leyes psicológicas y las disciplinas pedagógicas. Esta
recomendación fue incluida posteriormente en el texto del Código de Derecho Canónico (780).

De todas maneras, desde el contexto de la renovación conciliar, hace ya más de tres décadas, resuena el
llamado de la Iglesia a los presbíteros para que ejerzan la tarea formativa de los catequistas, como un
imperativo pastoral de primer orden.

Por otra parte, en 1971, el Directorio Catequístico General (108) pidió expresamente el cuidado de
aquellos que están encargados de la actividad catequística a escala nacional, lo cual, —afirma—, es
102
responsabilidad de las Conferencias Episcopales, y es formación complementaria de aquella que se da
en los niveles regionales y diocesanos. Se constata que aun hoy estas responsabilidades recaen más
frecuentemente en presbíteros, necesitados, por ende, de una formación catequética de nivel superior.

CT (64), recogiendo la riqueza del Sínodo de 1977 que (marco una nueva etapa en el dinamismo de la
catequesis, pide calurosamente a los presbíteros que procuren una catequesis bien estructurada y bien
orientada.

Sí, cómo es deseable, en cada seminario se imparta una seria formación en materia de catequesis,
¿recogen los procesos catequísticos parroquiales los frutos de la formación recibida por los sacerdotes y
más concretamente por los párrocos? Ne se puede desconocer que Ia formación de les agentes para la
catequesis, sobre todo en la parroquia, se vigoriza,

— Cuando un presbítero es enviado a cursar estudios superiores de catequética, habida cuenta


de su idoneidad y de su vocación como formador de catequistas y como generador de procesos
catequísticos dinámicos. Teniendo en cuenta, igualmente, la calidad académica y la orientación
del centre de estudios.
— Cuando se brinda a les presbíteros en las vicarías, en las diócesis o en ambientes más
amplios, la oportunidad de participar en cursos de actualización catequética, realzados per
catequetas de reconocida trayectoria y abiertos a la confrontación con Ia realdad pastoral a la
que se dirigen.
—Cuando se abre a grupos de presbíteros la posibilidad de enriquecerse en este campe, a través
de cursos de mediana y cierta duración, tales como los que ofrece el ITEPAL en el ámbito
Latinoamericano.
—Cuando les presbíteros, conscientes de la responsabilidad de su auto formación catequética
permanente, se suscriben a publica lenes periódicas y adquieren obras catequéticas que
favorecen su actualización.
— Cuando, recordando que el presbítero (y sobre todo el párroco) es el primer catequista de su
comunidad, aprovechan las oportunidades que el proceso catequístico de éstas les ofrecen, para
acercarse a los grupos de catequistas, compartir sus inquietudes y sus problemas, participar
conjuntamente con ellos en momentos formativos, y analizar críticamente la orientación y la
organización de la catequesis, a la luz de orientaciones actualizadas.

La formación catequética permanente aleja a los presbíteros de la frecuente tentación del simple y poco
responsable "dejar hacer", ya que normalmente la catequesis es una de las acciones pastorales que, de
alguna manera, persiste en la comunidad por los catequistas laicos, a pesar de eventuales o permanentes
descuidos del párroco.

7.6. EL FORMADOR DE CATEQUISTAS

Los formadores, es decir los delegados por la Iglesia para ayudar a los catequistas a realizar el
programa de educación, son como "compañeros de viaje" cuyo servicio cualificado es muy valioso.

103
Son, ante todo, los responsables de los centros para catequistas y también los que se encargan de la formación
básica y permanente de los candidatos fuera de los centros. Es importante que se escojan educadores idóneos que,
además de destacarse por sentido de Iglesia y por vida cristiana, posean una preparación específica para esa
tarea y tengan una experiencia personal por haber desempeñado, ellos también, el servicio de la catequesis.
Es bueno que los formadores constituyan un equipo o grupo compuesto posiblemente de sacerdotes, religiosos y
laicos, tanto hombres como mujeres escogidos sobre todo entre catequistas experimentados. Así, Ia formación
resultara más completa y encarnada.
Los candidatos han de tener confianza en sus formadores y considerarlos guias indispensables que la Iglesia les
ofrece amorosamente para que puedan Ilegar a un alto grado de madurez (GCM 27).

La preparación de los formadores de catequistas es una responsabilidad de la iglesia particular (del


Obispo por sí o por sus delegados) y de la Parroquia. Ello probablemente se logre mejor, dependiendo
del grado de organización y animación pastoral; en efecto, se requiere mucha creatividad, empeño,
coordinación y generosidad, para descubrir y aprovechar las oportunidades que permite u ofrece el
ritmo, los condicionamientos y posibilidades de la vida laical en cada comunidad. Otro tanto puede
decirse de la necesaria y difícil tarea de elaborar los planes de formación para los formadores.

Se aplica perfectamente a la generalidad de los formadores de catequistas el criterio de que,


perteneciendo o habiendo pertenecido a determinadas agrupaciones de apostolado, no tienen por qué
cancelarlos rasgos característicos de la espiritualidad que allí aprendieron y vivieron, en todo aquello
que tienen de bueno, edificante y enriquecedor (PDV 68); como si deben evitar comunicar a los
catequistas los elementos que distorsionen el carácter eclesial de la catequesis y la unidad de la
comunidad cristiana.

Es fundamental para una formación eficaz que el mismo formador haya experimentado la labor
catequística de base, con sus éxitos y fracasos, con sus luces y sus sombras. Y que también, desde ese
mismo desempeño, haya cultivado su vocación y su espiritualidad y haya dado prueba de que puede
formar a partir de su testimonio de vida y de su misma generosa entrega evangelizadora.

7.7. LA ESPIRITUALIDAD DEL CATEQUISTA

La búsqueda misma que se da en la actualidad acerca de vivencia y fuentes de espiritualidad,


fácilmente puede llevar a confusión acerca del concepto que esta palabra encierra. Tan solo una
muestra de ello son la proliferación de grupos religiosos, así como Ia influencia de las corrientes
filosófico-religiosas orientales. Además, como la confusión en torno a esta búsqueda se da tanto fuera
como dentro de la Iglesia, se corre fácilmente el riesgo de instrumentalizarla y desvirtuarla.

Explicarla a partir de "la vida en el Espíritu", es adecuado y bien fundamentado. Pero es preciso
hacerlo también partir de la identidad de la persona y entender la espiritualidad como algo inherente a
esta. De esta manera, en la identidad que corresponde a una personalidad integrada, se manifiesta su
propia espiritualidad.

Respecto al laico cristiano, expresa ChL (59):

En el descubrir y vivir la propia vocación y misión, los fieles laicos ha de ser formados para vivir aquella unidad
con la que está marcado su mismo ser de miembros de la Iglesia y de ciudadanos de la sociedad humana. En su
104
existencia no puede haber dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida "espiritual", con sus valores y
exigencias; y por otra, la denominada vida "secular", es decir la vida de familia, del trabajo, de las relaciones
sociales, del compromiso político y de la cultura. Dentro de esta síntesis de vida se sitúan los múltiples y
coordinados aspectos de la formación integral de los fieles Iaicos (60).

¿Qué es entonces lo propio de la espiritualidad laical? EI documento en mención deja la respuesta al


Concilio mismo (AA 4):

(...) mientras cumplen con rectitud los mismos deberes del mundo en su ordinaria condición de vida, no separen de
Ia propia vida Ia unión con Cristo, sino que crezcan en ella desempeñando su propia actividad de acuerdo con el
quehacer divino (...)

Los fieles Iaicos, al madurar la síntesis orgánica de su vida -que es a la vez expresión de la unidad de su ser y
condición para el eficaz cumplimiento de su misión- serán interiormente guiados y sostenidos por el Espíritu
Santo, como Espíritu de unidad y de plenitud de vida.

Gamarra, S. (1999) al desarrollar Ia voz "Espiritualidad cristiana" entendiéndola como la estructuración


de toda la persona desde la vida teologal, anota sus más importantes implicaciones:

o compromete e involucra a toda la persona: actitudes, comportamientos, relaciones estos


son consecuencia del "ser en Cristo"; asimismo, afecta el proceso de toda la vida del
cristiano;
o es una estructuración que se hace desde la vida teologal: el cristiano es hijo y hermano
en Cristo; lo anterior (ser cristiano) incluye la espiritualidad que corresponde a la
identidad cristiana; tal condición no es iniciativa de la persona, sino de Dios;
o no se puede atender a un cristiano desentendiéndose de su espiritualidad y de su
condición de "criatura nueva en Cristo";
o es su misma identidad cristiana Ia que lo vincula a Cristo; Juego, el seguimiento de Él;
o por las razones teologales antes descritas, el cristiano en una persona vinculada por su
misma identidad, con la Iglesia, en su misterio de comunión y en su función mediadora,
como sacramento de Dios, en Cristo; por consiguiente, vinculada con los hermanos.

De esta manera, siendo el sacramento del Bautismo el punto de partida de la vida cristiana, es preciso
reconocer que la condición laical marca inicialmente a todos los miembros en la Iglesia. Cualquier
llamamiento o vocación específica llega a él como coronamiento o perfeccionamiento de la vocación
bautismal. Hay, pues, una base de espiritualidad que es común a todos los catequistas, ya sean laicos,
presbíteros, o religiosos.

Estos últimos, sin embargo, viviendo su espiritualidad específica según su ministerio o consagración a
Dios, pueden ayudar al Iaico a madurar en los valores fundamentales de la espiritualidad laical; pero no
deben imponerles aquellos que son propios de su estado de vida consagrada.

El catequista laico, por su parte, no añade rasgos a la espiritualidad cristiana, sino que procura madurar
y perfeccionar aquellos que lo configuran como testigo, como maestro y como educador de la vida del
cristiano.

105
De manera particular cultivará:

• LA ESCUCHA FIEL A LA PALABRA, que conforma su propia vida y que, a su vez, comunica a los
hermanos mediante la catequesis. Se esforzara por leerla y por comunicarla adecuada y correctamente.
Por esta Palabra el catequista aprende Ia pedagogía de Dios y de Jesús, para ser, entre otras cosas,
humilde, respetuoso y paciente.

•LA APERTURA A LA IGLESIA, de la cual es miembro y a la cual trata de construir con su labor
catequística. Manifiesta esta actitud mediante la adhesión y la obediencia al Papa, a su obispo y a su
párroco, a través de la escucha y de la colaboración y entrega desinteresada y generosa en Ia diócesis
ylo en Ia parroquia. Tanto el grupo de los catequistas como el de los catequizandos, serán sus lugares
privilegiados para manifestar el espíritu eclesial.

• LA ACTITUD PEDAGÓGICA que, en su calidad de educador, ha de ser orientada por la pedagogía


de Dios y por la pedagogía catequística. Esta actitud, también enriquecida con los aportes de las
Ciencias de la Educación, le permitirá expresar su función educativa con el gesto, con la palabra y con
el ejemplo, a través de Ia permanente actitud de escucha a los demás; mediante la disposición a ejercer
Ia corrección fraterna con espíritu evangélico y el equilibrio entre la exigencia del deber y la
comprensión de las limitaciones de los demás. También se formara en:

 apertura a Dios, que lo ha llamado al servicio de los hermanos; esta apertura da sentido a cuanto
el catequista es, dice y piensa: a su escala de valores, a sus convicciones, a su discernimiento y
a sus decisiones; de la misma manera que incide en sus relaciones y su comportamiento;
 coherencia y autenticidad, para brindar el testimonio de su propia vida, sin cuyo respaldo su
enseñanza no sería creíble
 comunicación con Dios mediante la oración personal y comunitaria; así como a través de los
acontecimientos cotidianos, por los que siente a Dios presente en su tarea catequística;
 conciencia y participación comunitaria, para vivir el encuentro con Cristo en la Liturgia y en la
vivencia sacramental, riqueza que comparte con los catequizandos; así como para percibir y
compartir las penas y las alegrías de los hermanos, a luz de Ia fe;
 esfuerzo progresivo, con la fuerza del Espíritu, para vivir Ia misma adultez cristiana que espera
provocar en los destinatarios;
 apertura misionera que abarca las necesidades del mundo entero, pero que hace efectivas allí
donde la Dios y la Iglesia lo llaman a colaborar;
 espíritu mariano, para dar cabida en su corazón al Hijo de Dios y ofrecerlo, como María, a los
hermanos.

SÍNTESIS

1. La catequesis de la comunidad cristiana será eficaz en su cometido, en tanto cuente con


catequistas bien formados. La formación de los catequistas requiere de agentes cualificados
que la realicen, conscientes de los diversos niveles y tareas específicas de los catequistas.

2. La formación de los catequistas tiene sus propios criterios y también acentos particulares. Las
dimensiones de esta formación abarcan todo lo que atañe a la persona del catequista, testigo de
106
la fe; a los conocimientos que le son necesarios en su calidad de maestro de la fe; y a su
capacidad de ejercer pedagógicamente como auténtico educador.

3. El primer catequista es el Obispo. Pero dado que en la parroquia o en la comunidad el "motor


de la catequesis" y el educador de la fe es el párroco y lo son todos los presbíteros, la
formación catequística en los seminarios, debidamente organizada en sus contenidos e
impartida por profesores competentes, es indispensable; esta y la formación permanente de los
presbíteros constituirán pilares de importancia vital en la formación de los demás formadores,
en la creación de centros formativos y en la formación de los catequistas en general.

4. De la comunidad cristiana, a la cual se dirige Ia catequesis, cabe esperar el apoyo a los


catequistas y el ambiente favorable a su vocación y a su realización eclesial.

5. La espiritualidad del catequista conforma su vida y su acción; ésta revestirá particulares rasgos
al servicio de su tarea específica, de acuerdo con Ia forma de vida de su estado Iaical,
presbiteral o de vida consagrada.

PARA PROFUNDIZAR

1. ¿Cuáles pueden ser, en síntesis, los mayores retos de un párroco en la tarea formativa de los
catequistas?
2. ¿De qué manera puede provocar un párroco la actitud responsable de la comunidad, con respecto a la
formación de los catequistas?
3. ¿Considera usted que en su diócesis y en su parroquia la formación de los catequistas ocupa el lugar
pastoral que Ie corresponde?
4. La comunidad cristiana tiene derecho a esperar, tanto de los catequistas FORMADORES como de
los COORDINADORES, que sean elementos de cohesión y de comunión en Ia comunidad cristiana,
mientras desempeñan su tarea de manera eficaz. Trate de definir, respecto a ellos su perfil, las tareas
particulares que se les confían y, en consecuencia, las exigencias específicas de su formación. Puede
utilizar como fuente, entre otras, CAL 203 a 207 y DGC 272.
5. El grupo es un espacio privilegiado de formación. Enseñar a trabajar en grupo, también constituye un
reto para los formadores de catequistas. Relacione estos retos con su experiencia personal y su
capacidad y disposición para trabajar de manera grupal.

Referencias
Gamarra, S. (1999). Espiritualidad cristiana. En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San Pablo.

Bibliógrafa

ALBÉRICH, E., Y BINZ A. (1996). Formas y modelos de catequesis con adultos. Madrid: Central
Catequística Salesiana.
BURGOS, O. (2000). La Función del Párroco en la Catequesis. San José: Editorial CONEC.
CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA (1999). Guia para él estudio del DGC. Madrid: EDICE.

107
EQUIPO NACIONAL DE FORMACIÓN (2002). Itinerarios para la formación integral de los
catequistas parroquiales. San José: Editorial CONEC.
GONZÁLEZ, J. (2002). La pedagogía de Dios. San José: Editorial CONEC.
LANGÉR W. (1977). Catequesis bíblica. Madrid: Marova.
PUJOL, J. ÉT AL. (2001). introducción a la pedagogía de Ia fe. Madrid: EUNSA.

8. LOS CATEQUIZANDOS (INTERLOCUTORES)

INTRODUCCIÓN

El catequizando tiene un rol central en los procesos catequísticos: hacia él se orienta la acción
catequizadora y él es el responsable último de su propio crecimiento en la fe. Es, al mismo tiempo,
destinatario y agente.

La catequesis está dirigida a todas las personas y abarca todas las etapas de la vida; infancia,
adolescencia, juventud, adultez y senectud. Dado que la persona humana, interlocutora de Ia catequesis,
no es un ser abstracto, sino un ser concreto, histórico, situado en un determinado ambiente cultural y
religioso, la catequesis, por consiguiente, tiene el reto de adaptar el mensaje cristiano a las distintas
situaciones, realidades, ambientes y contextos en que se encuentran los catequizandos.

En este capítulo no se tratara de estudiar las características psicológicas del desarrollo humano
(Psicología evolutiva), sino las características fundamentales de Ia catequesis en cada una de las
edades.

8.1. Los catequizandos (INTERLOCUTORES) según las distintas etapas de la vida

Así como la persona necesita una educación permanente a lo largo de toda su vida, así también el
creyente necesita la educación en la fe en todas y cada una de las etapas de su existencia. De ahí que la
catequesis se conciba hoy como un proceso de iniciación, crecimiento y madurez en Ia fe, que
acompaña a los catequizandos en todos los momentos y etapas de su vida.

EI DGC expresa al respecto:

La catequesis según las diferentes edades es una exigencia esencial para la comunidad cristiana. Por una parte,
en efecto, la fe está presente en el desarrollo de la persona; por otra, cada etapa de la vida está expuesta al

108
desafío de la descristianización, y sobre todo, debe construirse con las tareas siempre nuevas de Ia vocación
cristiana (DGC 171).

Según las diversas edades, dos criterios generales han de orientar la catequesis:

- PRIMER CRITERIO: La catequesis por edades se ha de plantear como un proceso permanente de


educación en Ia fe en el que las diferentes etapas vitales se interrelacionan y se complementan.
- SEGUNDO CRITERIO: La catequesis por edades tiene como principales interlocutores a los adultos.
A la luz de la catequesis de adultos, se ha de orientar la catequesis de las otras etapas de la vida.

En cada una de las etapas del desarrollo humano, es importante tener un conocimiento integral del
catequizando, sirviéndose de las aportaciones actuales de las ciencias humanas. Concretamente, en
cada una de ellas se requiere conocer el respectivo desarrollo intelectual, afectivo, social y religioso-
moral de los catequizandos.

8.1.1. Los adultos, principales interlocutores

Durante mucho tiempo, la acción catequística estuvo orientada principalmente a la infancia. En


nuestros días, los documentos del Magisterio acentúan la prioridad de la catequesis de adultos, al
afirmar que es Ia forma principal de Ia catequesis (CT 43; DGC 59), el paradigma o el modelo en el
que han de inspirarse los procesos catequísticos de las otras edades.

La centralidad de la catequesis de adultos se debe a los siguientes motivos:

- La edad adulta es la época de las opciones fundamentales.


- Los adultos son los que tienen las mayores responsabilidades en la Iglesia y en la sociedad.
- Los adultos son las personas con más capacidad para dar una adhesión cristiana plenamente
madura.
-La infancia y la juventud necesitan modelos adultos de identificación y necesitan también
comunidades eclesiales adultas, que sean puntos motivadores de referencia para la vivencia de
la fe cristiana.
-Si los adultos son los principales interlocutores de la catequesis, entonces la catequesis de
adultos debe ser el principio organizador que da coherencia a los procesos catequísticos de las
otras edades.

Esto implica que la catequesis de las otras edades debe tenerla como punto de referencia, y articularse con ella en
un proyecto catequético coherente de pastoral diocesana (DGC 59).

¿Cómo plantear la catequesis de arduitos?, ¿cuáles serían sus tareas fundamentales y sus rasgos más
característicos?

EI DGC (175), menciona las siguientes tareas fundamentales:

 Promover la formación y la maduración de la vida espiritual.

109
 Educar para juzgar a la luz de la fe los cambios socioculturales de la sociedad.
 Capacidad para responder a los interrogantes religiosos y morales de hoy.
 Esclarecer, con la ayuda de la doctrina social de Ia Iglesia, las relaciones existentes entre la acción
temporal y la acción eclesial.
 Desarrollar los fundamentos racionales de la fe.
 Formar para asumir responsabilidades en la misión de la Iglesia y para saber dar testimonio
cristiano en la sociedad.

Para educar en la fe a los adultos, conviene tener en cuenta las siguientes orientaciones generales;

 Considerar al adulto en cuanto tal; es decir, conocer sus rasgos psicológicos, distinguir al adulto
joven (25 a 40 años) del adulto maduro (40 a 65 años); conocer como aprenden los adultos, etc.
 Plantear la catequesis como un proceso de educación en la fe que eduque en todas las
dimensiones de la vida cristiana.
 Seguir un itinerario de fe con inspiración catecumenal, en el que están presentes el primer
anuncio, la conversión, la profundización de la fe, la integración a la comunidad y el
compromiso apostólico.
 Ofrecer una fundamentación básica de la fe cristiana, ayudándolos a dar razón de su fe y de su
esperanza.
 Acentuar el papel de la comunidad cristiana, integrándolos en la comunidad y, sobre todo,
educándolos en la corresponsabilidad eclesial.
 Favorecer la identidad laical, ayudándolos a que vivan como creyentes comprometidos en todas
y cada una de las realidades temporales.
 Tener en cuenta los aportes de la educación de los adultos.

8.1.2. La catequesis de los niños

Los niños son don y signo de la presencia de Dios. "Hay que acompañar al niño en su encuentro con Cristo, desde
su bautismo hasta su primera comunión, ya que forma parte de la comunidad viviente de fe, esperanza y caridad"
(EA 48).

En la infancia se tiene la primera iniciación en la vida cristiana, en la cual se da progresivamente el


despertar religioso de los niños y la celebración en comunidad de los sacramentos del Bautismo,
reconciliación y Eucaristía, los cuales constituyen el culmen del proceso de la educación en la fe.
Existen muchas propuestas para clasificar o subdividir la infancia. La mayoría de los expertos en
Psicología educativa la dividen en tres grandes etapas: la primera infancia (O a 6 años), la infancia
media (6 a 8 años) y la infancia adulta (9 a 11 años). En cada una de esas etapas, la catequesis tiene
diferentes acentuaciones, objetivos, contenidos y opciones metodológicas.

La catequesis de los niños tiene unas características específicas. Entre otras, mencionamos las
siguientes:

— Es una catequesis abierta a las otras etapas de la vida. La catequesis de los niños es un proceso que
no termina en ellos, sino que sigue abierto a las etapas de Ia adolescencia y de la juventud.

110
— Es un proceso de iniciación cristiana que abarca toda Ia infancia (o a 12 años). La catequesis de la
infancia no tiene como meta la recepción de los sacramentos de Ia Reconciliación y de la Eucaristía,
sino ofrecerles a los niños una primera iniciación en la fe y en Ia vida cristiana. Los sacramentos
mencionados forman parte de un itinerario más amplio de crecimiento en Ia fe.
— En la primera infancia (0 a 6 años), la praxis catequística acentúa el despertar religioso del niño. Los
objetivos principales de esta primera etapa consisten en ayudar a los niños a que perciban en su propia
vida el amor y la cercanía de Dios Padre y, además, favorecer la educación y desarrollo de sus primeras
actitudes creyentes.
— En la infancia media y adulta se ofrece una primera síntesis de la fe cristiana. La persona y misión
de Jesucristo son el centro de esa síntesis. Aquí se sitúa Ia preparación específica a los sacramentos de
Ia Reconciliación y de Ia Eucaristía, como momentos importantes del camino de fe que recorren los
niños.

EI proceso catequético en el tiempo de la infancia será eminentemente educativo, atento a desarrollar las
capacidades y aptitudes humanas, base antropológica de la vida de fe, como el sentido de la confianza, de Ia
gratitud, del don de si, de la invocación, de la gozosa participación (DGC 178).

- La catequesis de niños exige la interrelación y complementación de distintos educadores: los padres


de familia, los catequistas parroquiales y los maestros de las escuelas.

8.1.3. La catequesis de los adolescentes

La adolescencia es la etapa de la vida en la cual la persona experimenta en si misma intensos cambios


físicos, efectivos, sociales y religiosos. EI adolescente va en busca de su propia identidad y, en el
campo religioso, somete a revisión las creencias y actitudes que adquirió durante la infancia.

CT (38) describe Ia adolescencia con las siguientes palabras:

Es el momento del descubrimiento de sí mismo y del propio mundo interino el momento de los proyectos
generosos, momento en que brota el sentimiento del amor así como los impulsos biológicos de la sexualidad, del
deseo de estar juntos; momento de una alegría particularmente intensa, relacionada con el embriagador
descubrimiento de la vida. Pero también es a menudo Ia edad de los interrogantes más profundos, de búsquedas
angustiosas, incluso frustrantes, de desconfianza de los demás y de peligrosos repliegues sobre sí mismo; a veces
también es Ia edad de los primeros fracasos y de las primeras amarguras.

En algunos países y diócesis de América Latina, no existe una verdadera catequesis de adolescentes; o
si existe, es una catequesis que no responde plenamente a los problemas y aspiraciones de los
adolescentes. De una manera sintética, señalamos algunas características generales de la catequesis de
adolescentes:

- Es una catequesis que ayuda a los catequizandos a comprender y asimilar los cambios físicos y
psicológicos que están viviendo.
- Es una catequesis que los ayuda, desde el mensaje cristiano, a la búsqueda de su identidad personal.
- Es una catequesis que acentúa los valores humanos como la amistad, la fidelidad, la responsabilidad y
la generosidad, entre otros.

111
- Es una catequesis que educa la vida afectiva del adolescente, integrando armónicamente los aspectos
biológicos, psicológicos y espirituales.
- Es una catequesis que acentúa el valor pastoral y educativo del grupo.
- Es una catequesis que tiene como punto de referencia la revelación de Jesucristo como modelo, guía y
amigo.
- Es una catequesis que facilita el encuentro con la Iglesia, comunidad fraterna y solidaria.
- Es una catequesis cuya metodología privilegia la dinámica grupal y las técnicas, sobre todo aquellas
de socialización.

8.1.4. La catequesis de los jóvenes

La juventud es el tiempo de un descubrimiento particularmente intenso del propio "yo" y del propio ‘proyecto de
vida"; es el tiempo de un crecimiento que ha de realizar ’en sabiduría, en edad y en gracia ante Dios y ante los
hombres’ (ChL 46).

La juventud es la edad de la maduración, la etapa de la decisión vocacional, la época en que se puede


fundamentar la vida y darle unas bases seguras en todos los órdenes de la existencia humana.

La Iglesia mira con amor y esperanza a los jóvenes. Reconoce que son una gran fuerza social y un
importante potencial evangelizador y, por eso, afirma que ellos han de ser los protagonistas de la nueva
evangelización y los artífices de la renovación social.

La catequesis de los jóvenes está orientada a favorecer una verdadera PERSONALIZACIÓN DE LA


FE, ayudando a los catequizandos a poner las bases decisivas de una auténtica personalidad cristiana.
El joven construye su identidad cristiana a partir de tres grandes puntos de referencia: Jesucristo, Ia
Iglesia y la sociedad en que vive.

Por eso, los objetivos principales de esta catequesis son:

 Favorecer el crecimiento humane del joven (su desarrollo psicológico, socio-


comunitario y ético).
 Ayudar al joven a que tenga un encuentro profundo con Jesucristo que lo lleve al cambio
de vida y a tener el Evangelio como norma de vida.
 Ayudar al joven a que se integre responsablemente en la vida y en las responsabilidades
evangelizadoras de la comunidad eclesial.

 Educar al joven para el compromiso social liberador, lo cual implica educar en el


conocimiento crítico de la realidad, en Ia lectura creyente de los acontecimientos
sociales y en la participación activa en proyectos orientados a la promoción humana de
las personas y de las comunidades.

Para plantear y organizar la catequesis con jóvenes, conviene tener en cuenta las siguientes
orientaciones generales:

112
 Partir de las necesidades y aspiraciones concretas de los jóvenes: su búsqueda
del sentido de la vida, su necesidad de vivir y experimentar, su tendencia al
subjetivismo, su sentido comunitario, su mentalidad consumista y pragmática…
 Ubicar esta catequesis en el proceso unitario de la iniciación cristiana de los
niños, adolescentes y jóvenes.
 Seguir un itinerario integral de educación en la fe, marcado por etapas graduales
y progresivas.
 Resaltar, en todo el proceso, la dimensión vocacional, el protagonismo juvenil y
la importancia de la comunidad cristiana.
 Coordinar las diversas pastorales que tienen a los jóvenes como interlocutores
(pastoral catequística, pastoral juvenil, pastoral vocacional, pastoral familiar, y
pastoral educativa).

8.1.5. La catequesis de los adultos mayores

Es muy fácil constatar que en la mayoría de las comunidades parroquiales no existe una catequesis
destinada a las personas de la tercera edad. Posiblemente es Ia etapa de Ia vida más marginada por la
acción catequizadora.

Los ancianos, cuyo número se va acrecentando cada vez más en nuestros países, se sienten marginados
por Ia sociedad, la familia y por la misma Iglesia. Al llegar a la jubilación, experimentan sentimientos
de poca autoestima personal, pérdida de categoría y consideración social, sensación de que son unos
inútiles o una carga para los demás. Estos sentimientos se agravan si tienen limitaciones físicas o
económicas. A la luz de Ia Biblia, el anciano es el símbolo de la persona sabia y llena de respeto a
Dios. Es el testigo de la tradición de Ia fe. De esta manera, su presencia es un don para Ia Iglesia y para
Ia sociedad. Los adultos mayores necesitan una catequesis adecuada a su edad, a sus problemas y a sus
necesidades.

Dicha catequesis, entre otras cosas, ha de tener las siguientes características:

— Una catequesis de acogida.


— Una catequesis que responda a sus necesidades existenciales: amar y sentirse amados,
comunicarse y relacionarse, sentirse aceptados y valorados, producir y sentirse útiles.
— Una catequesis atenta a su situación real de fe.

El anciano puede haber llegado a esta edad con una fe sólida y rica: entonces Ia catequesis a ayudará a
seguir recorriendo el camino en actitud de acción de gracias y de espera confiada; otros viven una fe más
o menos oscurecida y una débil práctica cristiana: entonces la catequesis aportaré una luz y experiencia
religiosa nuevas; a veces el anciano llega a su edad con profundas heridas en el alma y en el cuerpos la
catequesis le ayudará a vivir su situación en actitud de invocación, de perdón, de paz interior(DGC 187).

— Una catequesis que los ayude a vivir en plenitud y con serenidad cristiana este último
periodo de vida.
— Una catequesis de Ia esperanza que alimente la certeza del encuentro definitivo con Dios.

113
8.2. LOS CATEQUIZANDOS SEGÚN LAS SITUACIONES ESPECIALES Y LOS DISTINTOS
AMBIENTES

Para ser fiel a las personas en su situación concreta, la catequesis ha de tener en cuenta las distintas
situaciones, mentalidades y ambientes en que viven los catequizandos. La diversidad de situaciones y
ambientes exigirá una catequesis y unos itinerarios especiales. Al hablar de las situaciones especiales y
de los distintos ambientes de vida, el DGC señala específicamente a los discapacitados, los marginados,
los grupos diferenciados y los contextos de vida rural y urbano.

— LA CATEQUESIS CON DISCAPACITADOS. Las personas que sufren alguna discapacidad, sea
física o psíquica, también tienen derecho a Ia catequesis. Y tienen derecho a una catequesis apropiada.
El amor del Padre hacia sus hijos más débiles y Ia continua presencia de Jesús con su Espíritu dan fe de
que toda persona, por ilimitada que sea, es capaz de crecer en santidad (DGC 189). La catequesis con
discapacitados exige: un estilo de catequesis caracterizado por la acogida y la ternura; una catequesis
diferenciada de acuerdo con los distintos tipos de discapacidades (sensoriales, psicomotoras,
mentales...); catequistas con una preparación específica; recursos y materiales didácticos adecuados.

—LA CATEQUESIS DE LOS MARGINADOS. A ejemplo de Jesucristo, que acogió


misericordiosamente a los marginados y él amó de una manera preferencial, la comunidad cristiana esta
Ilamada a promover una catequesis especial con los marginados de nuestra sociedad: las personas sin
hogar, los niños de la calle, los enfermos crónicos, los toxico-dependientes, los privados de libertad, los
inmigrantes, entre otros. Tal catequesis ha de tener en cuenta las distintas situaciones de exclusión
social y, con la fuerza liberadora del Evangelio, ha de ayudar a las personas a pasar de condiciones de
vida menos humanas a situaciones de vida más humanas.

— LA CATEQUESIS PARA GRUPOS DIFERENCIADOS. Hay personas que, por su profesión


específica y por su situación cultural, requieren itinerarios catequísticos especiales, diferenciados y con
un lenguaje adaptado. Es el caso de los obreros, los universitarios, los profesionales, los artistas, los
científicos…

— LA CATEQUESIS SEGÚN AMBIENTES. La catequesis ha de tener en cuenta los ambientes o


contextos de vida, ya que éstos condicionan, de alguna manera, la forma de vida de los catequizandos.
Entre los ambientes de mayor importancia están el rural y el urbano. La catequesis en el medio rural,
con sus riquezas y pobrezas, y la catequesis en el medio urbano, con su l variedad de situaciones, piden
un servicio específico de educación en la fe. Dado que la mayoría de las personas se concentra hoy en
las grandes ciudades, la catequesis ha de tener más en cuenta la realidad urbana en todas sus facetas; en
razón de lo cual se han de buscar nuevos métodos y lenguajes para catequizar a quienes viven en las
pequeñas y en las grandes ciudades.

8.3. LOS CATEQUIZANDOS EN SU CONTEXTO SOCIOCULTURAL

El catequizando no es un ser abstracto, sino un sujeto que vive en un determinado ambiente


sociocultural, el cual influye de una manera decisiva en su forma de ser, de pensar y de actuar.

114
El contexto sociocultural actual está fuertemente marcado por los avances científico-tecnológicos, el
desarrollo de Ia Informática, el pluralismo, la globalización y el secularismo. Todas estas características
de la cultura contemporánea influyen en la vida cotidiana de las personas y plantean serios
interrogantes a la acción evangelizadora.

La catequesis ha de ser FIEL A LA PERSONA EN su Situación CULTURAL. Esto implica:

 Conocer el ambiente cultural en el que viven los catequizandos.


 Conocer las tendencias culturales más significativas de cada Iugar.
 Discernir, a la luz de la fe, los elementos positivos y negativos de la cultura actual.
 Proclamar el Evangelio en aquellos ambientes donde tienen Iugar los cambios culturales elementales
(familia, escuela, trabajo, tiempo libre...).
 Estar presente en aquellos ámbitos antropológicos que generan o difunden modelos de vida y pautas
de comportamiento.
 Hacer presente Ia Palabra de Dios en las grandes áreas culturales que afectan Ia vida social como el
área de la comunicación social, de los derechos humanos, de la investigación científica, de la
protección del medio ambiente, entre otros.

8.4. LOS CATEQUIZANDOS EN SU CONTEXTO SOCIORELIGIOSO

En un mundo pluralista y secularizado,

(. . .) Ia catequesis tiene por objetivo educar a los cristianos en el sentido de su identidad de bautizados, de
creyentes y de miembros de la Iglesia, abiertos y en dialogo con el mundo (DGC 194).

La acción catequizadora ha de tener en cuenta las distintas realidades que surgen del contexto socio
religioso en que viven los catequizandos, de tal manera que ellos, inmersos en esas situaciones, puedan
crecer y madurar en su fe. Entre otros contextos socioreligiosos, mencionamos los siguientes:

— LA RELIGIOSIDAD POPULAR: La religiosidad popular constituye una riqueza cultural en


nuestros países Latinoamericanos. Es una realidad compleja que comporta grandes valores cristianos
(sed de Dios, sentido de lo sagrado, sacrificio, generosidad...) y serias deformaciones religiosas como la
superstición, el sincretismo y Ia ignorancia religiosa. La catequesis esta llamada a asumir Ia riqueza de
esta religiosidad y ayudarla a superar las posibles deformaciones y limitaciones.

— EL ECUMENISMO. La catequesis tiene la tarea de ofrecer una formación ecuménica, formando


creyentes seguros en su propia fe, que sean abiertos y respetuosos con los otros cristianos. Esta tarea
implica lo siguiente: enseñanza clara y completa de la fe cristiana, respetando la jerarquía de las
verdades; presentación correcta y leal de las otras Iglesias cristianas; exposición clara de lo que nos une
y de lo que nos separa, acentuando los elementos que tenemos en común; capacitación para el diálogo
ecuménico y adquisición de actitudes fraternas, cordiales y respetuosas.

- LAS RELIGIONES NO CRISTIANAS. En los países latinoamericanos ha ido creciendo la presencia


de varias religiones. En ese contexto plurirreligioso, Ia catequesis esta llamada a ofrecer una formación
115
para la coexistencia y el dialogo con los creyentes de otras religiones no cristianas. Este cometido
implica lo siguiente: reconocer la providencia salvífica de Dios en todo individuo, pueblo, cultura y
religión; conocer y valorar los componentes esenciales de las otras religiones; discernir los elementos
que entran en confrontación con el mensaje cristiano; favorecer actitudes de comprensión, respeto y
dialogo; promover la colaboración en la promoción de valores y proyectos comunes para resolver los
grandes desafíos de la humanidad (paz, desarrollo social, derechos humanos...); profundizar y
robustecer la propia identidad de los bautizados; promover en todos los creyentes un profundo sentido
misionero, ya que el diálogo interreligioso no dispensa del anuncio misionero.

Los “NUEVOS MOVIMIENTOS RELIGIOSOS". En los últimos años han aparecido nuevos
movimientos religiosos que mezclan la fe en Dios con elementos de la Psicología, la Astrología, la
ecología y las tradiciones espirituales del Oriente. En estos movimientos esotéricos, Dios queda
reducido a una fuerza cósmica y la religión a un instrumento para alcanzar el bienestar psicológico.
Ante esta realidad, la catequesis tiene también unas tareas específicas; hacer tomar conciencia sobre la
presencia y difusión de estos nuevos cultos o sectas; ayudar a discernir, a la luz de la fe, los valores y
los elementos negativos que ellos presentan; fortalecer la identidad de los bautizados.

SÍNTESIS

LOS CATEQUIZANDOS SEGÚN LAS DISTINTAS ETAPAS DE LA VIDA

— La catequesis está dirigida a todas las etapas de la vida.

—Los adultos son los principales interlocutores de Ia praxis catequística. La catequesis de las
otras edades ha de tenerla como punto de referencia.

— En la infancia se tiene la primera iniciación en la vida cristiana. El Bautismo, la


Reconciliación y la Eucaristía forman parte del itinerario de fe que normalmente recorren los
niños.

— La catequesis de adolescentes facilita la búsqueda de la identidad personal de los


catequizandos y el encuentro de ellos con Jesucristo y con la Iglesia.

— La catequesis de jóvenes esta orientada a favorecer la personalización de la fe en el contexto


de una formación integral.

— La catequesis de los adultos mayores ha de ser una catequesis de acogida y de esperanza.

LOS CATEQUIZANDOS SEGÚN LAS SITUACIONES ESPECIALES Y LOS DISTINTOS


AMBIENTES

— Las diversos ambientes y situaciones en que viven les catequizandos, exigen una catequesis
diversificada con itinerarios especiales. Este es el case de les discapacitados, los marginados,
les grupos diferenciados (obreros, universitarios, profesionales.) y les que viven en el ambiente
rural y urbano.

LOS CATEQUIZANDOS EN SU CONTEXTO SOCIOCULTURAL

116
- LOS catequizandos viven en un determinado ambiente sociocultural, el cual influye de una manera
decisiva en su forma de ser, de pensar y de actuar.

-La catequesis ha de tener en cuenta las características de nuestra cultura actual, saber discernir Sus
elementes positivos y negativos, y hacer resonar la Palabra de Dios en les ambientes donde se dan les
cambies culturales y donde se generan y se difunden les modelos de vida y las pautas de
comportamiento humano.

LOS CATEQUIZANDOS EN SU CONTEXTO SOCIORELIGIOSO

—Vivimos hoy en una sociedad pluralista y secular. La catequesis ha de tener en cuenta las distintas
realidades que Se presentan en el contexto socioreligioso como el fenómeno de Ia religiosidad
popular, La existencia de las Iglesias cristianas y de las religiones no cristianas, y la difusión acelerada
de los nuevos movimientos religiosos.

— En este mundo plurirreligioso, la catequesis esta llamada a educar a los catequizandos en el sentido
de su identidad de bautizados, de creyentes maduros, abiertos y respetuosos con las personas que
tienen otras confesiones o religiones.

PARA PROFUNDIZAR
1. Elaborar un ensayo sobre la catequesis de adultos en una comunidad diocesana, abordando los
siguientes puntos: análisis de la situación, lineamientos generales, objetivos, contenidos, metodología,
modalidades y formas de catequesis.
2. Elaborar un ensayo sobre: "Los retos que plantea la Nueva Era a Ia acción catequística".

Referencias bibliográficas: (Para los documentos eclesiales, véase listado de siglas).

Bibliografía

Alberich, E. y Binz, A. (1994). Catequesis de adultos. Madrid: CCS.


AA.VV. (1995). "Catequesis de jóvenes". En Revista Teología y catequesis No. 54.
Consejo internacional para la Catequesis (1990). La catequesis de adultos en la comunidad cristiana.
Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana.
Francia, A. (1999). "Catequesis de adolescentes". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San
Pablo.
González, J. (1995). El nuevo rostro de la pastoral juvenil. Cd. de México: Ediciones San Pablo.
Gutiérrez, T. (1999). "Catequesis de la tercera edad". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid:
San Pablo.
Instituto Internacional de Teología a Distancia (1997). Catequética diferenciada. Madrid, España:
LITD.
Navarro, M. (1999). "Catequesis de niños". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San Pablo.

117
9. ÁMBITOS DE LA CATEQUESIS

INTRODUCCIÓN

LA renovación de la catequesis, tratada en los capítulos anteriores, abarca no solo los contenidos y los
métodos, sino, también, su ubicación en la realidad eclesial. Como auténtica EXPERIENCIA de vida
cristiana, la catequesis requiere que se consideren de manera particular los LUGARES donde vivirla.

De lo anterior se desprende por que adquiere sentido referirse a ÁMBITOS de la catequesis. El


ambiente no es indiferente a la catequesis, ya que éste forma parte del HACER la catequesis, en cuanto
que se considera espacio en el que se vive, se celebra y se testimonia la fe que el interlocutor de la
catequesis va aprendiendo a vivir.

A partir del Sínodo de 1977, que trato de la catequesis "en nuestros tiempos", se sintió la necesidad de
definir y especificar los LUGARES de catequesis. La apertura pedagógica y cultural a las exigencias de
los interlocutores es indispensable en la perspectiva de la renovación catequética, como también lo es
indicar con claridad dónde se realiza esta actividad.

Según Alberich, E. (1987), se llaman LUGARES DE LA Catequesis, todas aquellas realidades o


campos donde, de hecho o de derecho, se desarrolla Ia actividad catequética. Este capítulo tratara los
ámbitos siguiendo la orientación del DGC, mientras se comenta y se desarrolla cada uno de ellos en sus
características específicas:

 la familia
 la comunidad cristiana
 la parroquia,
 la diócesis,
 los movimientos y grupos de apostolado.

118
Aunque el DGC (256) considera el catecumenado bautismal como un lugar de la catequesis, no se trata
aquí, sino en el capítulo quinto. Tampoco se incluye la escuela católica, ya que se desarrolla con
propiedad en el último capítulo de este libro.

9.1. LA FAMILIA: IGLESIA DOMÉSTICA

La familia es la primera experiencia comunitaria que vive el ser humano desde el momento de su
nacimiento. Allí también puede nacer el despertar de la fe.

EI Documento de Puebla (639) afirma taxativamente que:

( ) en su familia, Iglesia doméstica, el bautizado es llamado a la primera experiencia de comunión en la fe, en el


amor y en el servicio a los demás.

La vocación de Ia familia cristiana a ser Iglesia doméstica hace que en ella se reflejen las funciones de
Ia vida de Ia Iglesia: primer anuncio, catequesis, testimonio y oración. EI Evangelio se transmite y se
irradia en familia (EN 7; DGC 255).

En efecto, el CIC (2224) enseña que el hogar constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en Ia
solidaridad y en las responsabilidades comunitarias.

Los padres de familia son los primeros educadores en la fe. La presencia de los padres y el testimonio
de Ia familia cristiana es FUNDAMENTAL en el proceso de iniciación en la fe (Gil López, 1999). Y
realizan esta misión en primer lugar por SER PADRES. Sin embargo, a veces se constata, con más
frecuencia de lo que se desearía, que muchos padres cristianos han abandonado por completo Ia
responsabilidad que adquirieron al pedir el Bautismo para sus hijos; es decir, de educarlos en Ia fe;
muchos quizá nunca asumieron de modo serio y consecuente este compromiso.

La familia recibe directamente de Dios la misión de educar integralmente a sus hijos y participa, a su
vez, de la acción profética y catequizadora de la Iglesia universal. Juan Pablo ll afirma que:

(...) Ia acción catequística de la familia tiene un carácter peculiar y en cierto modo insustituible (CT 68).

La novedad del ministerio evangelizador de la familia, en razón del sacramento del Matrimonio, es su
origen sacramental y la originalidad de su intervención. La familia es un lugar donde se vive
conjuntamente, se crece, se trabaja mucho, se sufre, se comparte la alegría. De (esta manera, y en
medio de estas realidades, surge el mensaje cristiano al que cada miembro es invitado a acercarse con
una mirada de fe.

En la familia, la comunicación del Evangelio se hace en el contexto de profundos valores humanos; en


forma natural se da la iniciación en la vida cristiana por el despertar al sentido de Dios, por los
primeros pasos en la oración y en la formación de la conciencia moral, mientras se vive naturalmente el
sentido cristiano del amor humano. Es una educación cristiana TESTIMONIAL más que una
instrucción; es OCASIONAL, más que sistemática; PERMANENTE y COTIDIANA, más que
estructurada en periodos (DGC 255).
119
Siguiendo el pensamiento de Gatti, G. (1987), la familia, Iglesia doméstica, a través de su misión
educadora, expresa y realiza Ia triple misión de Ia Iglesia en cuanto educa a sus hijos a:

— percibir y acoger el sentido de Dios (misión profética)


—a venerarlo (misión sacerdotal)
— a amar al prójimo y a insertarse en la comunidad civil y eclesial (misión real) (GE 3).

Gatti, G. (1987), considera que la familia puede desarrollar su misión a través de algunas funciones,
tales como:

— SIMBÓLICO-RELATIVA: la familia se convierte en símbolo y revelación de la identidad del


cristiano en las relaciones fundantes: relación de filiación con Dios Padre, de fraternidad con Jesucristo,
de comunión con el Espíritu, de corresponsabilidad en la Iglesia.

— INTERPRETATIVO-EXISTENCIAL la pluralidad de situaciones y relaciones dentro de la familia


se traduce en una obra interpretativa y narrativa, a veces crítica, de los hechos cotidianos y se modela
bajo el ritmo del sentir común, dirigido a Io esencial, a la concreción y a la sencillez.

— ALFABETIZADORA-SIGNIFICANTE: en cuanto transmite a los hijos el lenguaje de la fe, el


significado esencial de los gestos, de los signos, de las realidades, de los misterios y de los
comportamientos cristianos. En cierto sentido, presupone y se abre a la institución catequética para una
transmisión más elaborada, orgánica y sistemática del mensaje cristiano.

— VALORATIVO-TESTIMONIAL; en familia las opciones cristianas son valoradas por el ejemplo de


los padres que, al menos inicialmente, les confieren un crédito afectivo sobre el cual se elaboran
enseguida elecciones personales más responsables.

La catequesis en la familia ayuda al crecimiento de la fe de los hijos, a lo largo del ciclo evolutivo.
Precede y acompaña la catequesis de los niños que viven una fuerte experiencia de participación
eclesial con motivo de la iniciación sacramental; acompaña en la adolescencia a interiorizar los valores
y actitudes cristianas; facilita el camino de opciones cristianas en la juventud y reafirma en los adultos
sus convicciones cristianas mientras apoyan y comparten su fe y su testimonio con los miembros
jóvenes de la familia. En el ámbito familiar, la fe es un don que todos dan y reciben, cada uno a su
manera, según su edad, su madurez y su experiencia de fe.

9.2. LA COMUNIDAD CRISTIANA

EI Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo sobre la Catequesis (1977) dejo claro que

(. . .) el lugar o ámbito normal de la catequesis es Ia comunidad cristiana. La catequesis no es una tarea


meramente individual, sino que se realiza siempre en la comunidad cristiana.

120
EI cristiano nace en la Iglesia y se va incorporando progresivamente a ella. La comunidad es
responsable de la educación de la fe de sus miembros y del proceso por el cual los catequizandos van
adquiriendo la adultez de la vida eclesial. La acción catequística expresa la vida de la comunidad
mientras esta se enriquece con la entrega de los catequistas y con la vida de los que se van
incorporando a ella por los sacramentos de la iniciación cristiana.

En primer lugar la Iglesia toda esta llamada a ser catequizada y catequizadora porque ella es depositaria de la
Buena Nueva que debe ser anunciada. Las promesas de la Nueva Alianza en Cristo, las enseñanzas del Señor y de
los Apóstoles, la Palabra de Vida, las fuentes de la gracia, todo esto ha sido confiado y se vive en la comunidad de
Ia Iglesia. En ella su vida íntima: la vida de oración, la escucha de la palabra, la caridad fraterna vivida, el pan
compartido, no tienen pleno sentido sino cuando se convierten en testimonio, se hacen predicación y anuncio
explícito de la Buena Nueva y buscan la adhesión vital y comunitaria (CAL 185).

EI concepto de comunidad cristiana se extiende a toda aquella vivencia comunitaria de Ia fe que


evidencia ciertas características que dan sentido al calificativo cristiano. Sin embargo, EN (58) y el
documento de Puebla (629- 640; 369-378) nos ayudan a establecer la diferencia entre la comunidad
sociológica y la comunidad cristiana; y entre Ia Iglesia particular (comunidad más amplia), la parroquia
y la pequeña comunidad cristiana.

La comunidad cristiana se caracteriza por ser una comunidad eclesial viva, que es sujeto permanente de
educación en la fe, que se renueva, es cristocéntrica y centrada en Ia Eucaristía. Consciente de sus
limitaciones, evangeliza y camina en el tiempo a imagen de la Iglesia primitiva.

La comunidad no solo es el ámbito natural de la catequesis, sino el criterio de discernimiento de


cualquier otro espacio: solamente aquellas realidades y ámbitos que son comunidad o experiencia de la
comunidad cristiana, pueden legítimamente considerarse como Iugares de catequesis.

El Sínodo de 1977 propone a la comunidad eclesial como origen, lugar y meta de Ia catequesis. De Ia
comunidad nace el anuncio del Evangelio de cara a la conversión y el seguimiento. Ella acoge a los que
desean conocer al Señor. Los acompaña en su itinerario como catecúmenos o catequizandos para
hacerlos participes de su propia experiencia de fe y, por fin, los incorpora a ella (DGC 254).
Así, el Documento de Puebla (992) seriala que una de las metas de la catequesis es precisamente la
construcción de Ia comunidad.

Y más recientemente, siguiendo el DGC, el documento Catequesis para América Latina ratifica que
por eso el proceso catequístico implica un proceso de iniciación y enraizamiento en Ia comunidad
eclesial (CAL 184).

- LA COMUNIDAD CRISTIANA ES ORIGEN DE LA CATEQUESIS: A la Iglesia local le


corresponde la misión de educar en Ia fe (DGC 217); ella es la comunidad iniciadora por excelencia.
Consciente de su responsabilidad como mediadora en la entrega de la fe, la comunidad CRISTIANA
INMEDIATA se esfuerza para que la acción catequística ponga en marcha un dinamismo comunitario
que eduque en el sentido eclesial propio de la vida cristiana.

121
- Es LUGAR; Hay que entenderlo en el sentido de seno materno; es decir, allí donde se transmite la
vida, el alimento y los medios necesarios para alumbrar y desarrollar la vida nueva del cristiano. De
fondo está la imagen de la Iglesia en cuanto madre (LG 64), tan apreciada por los santos Padres. De esa
maternidad de la Iglesia participa la comunidad cristiana a través de la catequesis.

— Y ES META: La comunidad es el fruto del proceso catecumenal: en cuanto dimensión de la fe que


el cristiano ha debido asumir durante el proceso; en cuanto Iglesia universal que crece en sus
miembros; pero también en cuanto comunidad eclesial inmediata, donde el creyente concreto vive y
madura en la fe. La catequesis capacita al cristiano para vivir en comunidad y para participar
activamente en Ia vida y misión de Iglesia (DGC 86).

Es una tarea propia de la catequesis animar a los catequizandos a integrarse a la comunidad, lo cual
implica una VINCULACIÓN a ella, en el doble sentido de IDENTIFICACIÓN y PERTENENCIA. Por
ello, y para finalizar este punto, conviene recordar que:

La catequesis corre el riesgo de esterilizarse si una comunidad de fe y de vida cristiana no acoge al catecúmeno en
cierta fase de su catequesis (CT 24).

igualmente,

( ) el acompañamiento que ejerce la comunidad a favor del que se inicia, se transforma en plena integración del
mismo en la comunidad (DGC 69).

9.3. LA COMUNIDAD PARROQUIAL

La parroquia es el Iugar donde el cristiano descubre la presencia de la iglesia universal, el ámbito físico
y sacramental donde recibió la vida de la fe y donde inicio su proceso de compromiso cristiano. La
Iglesia sigue considerando la parroquia como el LUGAR PRIVILEGIADO de la catequesis, el Iugar
más significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana (DGC 257).

Si Ia parroquia es Ia Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces
profundamente insertada en Ia sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dificultades (DSD
58).

El DGC (257) expresa también que la parroquia es ámbito de la catequesis precisamente porque en ella
se FORMA y se MANIFIESTA la comunidad cristiana. En ella los cristianos se hacen conscientes de
ser PUEBLO DE DIOS; (. . .) congrega en la unidad la diversidad y la inserta en la universalidad de
la Iglesia. Es (...) el ámbito ordinario donde se nace y se crece en la fe. En su acción catequética se
unen enseñanza, educación y experiencia vital. Es animadora y lugar privilegiado de catequesis.

La parroquia ha de ser en la Iglesia particular una comunidad de comunidades en cuanto las coordina y
anima (DP 644) y, por lo tanto, debe ser por excelencia una comunidad que catequiza: comunidad que
convoca, integra y acompaña a sus miembros en la oración, en los sacramentos, en la caridad y en la
corresponsabilidad de una misma misión. Así lo considera el Documento de Quito (Conclusiones, 3) el
cual propone las siguientes características:
122
- Comunidad que hace crecer en cada nombre su dimensión de hijo de Dios.
- Comunidad que ilumina con Ia Palabra de Dios las diversas situaciones humanas como lugar de
encuentro con Dios y con los demás, la realización personal y comunitaria del Reino.

La comunidad parroquial es un Iugar privilegiado de fuerte experiencia de Iglesia en donde se actualiza


y se vive Ia presencia de Jesús Resucitado. La comunidad parroquial debe preocuparse porque en su
seno encuentren los fieles los elementos necesarios para tener una verdadera experiencia cristiana de
salvación: la presentación viva del mensaje, la celebración de la fe en la Asamblea Eucarística y el
testimonio del amor cristiano:

Como comunidad de comunidades, la parroquia esta llamada a redescubrir su potencial catequizador es decir; su
fuerza de convocación, de integración eclesial y seguimiento de sus miembros. Al acompañar al creyente en el
itinerario de su fe, hacer crecer en el su dimensión de hijo de Dios; al iluminar con el anuncie de la Buena Nueva
las diversas situaciones humanas, le hace consciente de que su vida entera es lugar de encuentre en Dios y en les
hermanos (CAL 188).

EI Documento de Puebla (645) sintetiza la realidad de la parroquia en estos términos:

La Parroquia realiza una función en cierto modo integral de Iglesia, ya que acompaña a las personas y familias, a
le largo de su existencia, en la educación y crecimiento de su fe. Es centre de coordinación y de animación de
comunidades, de grupos y movimientos. Aquí se abre más el horizonte de comunión y participación. La
celebración de la Eucaristía y demás sacramentos hace presente de modo más claro la globalidad de la Iglesia. Su
vínculo con la comunidad diocesana está asegurada por la unión con el Obispo que confía a su representante
(normalmente el parece) la atención pastoral de la comunidad. La parroquia viene a ser para el cristiane el lugar
de encuentre, de fraterna comunicación de personas y de bienes, superando las limitaciones propias de las
pequeñas comunidades. En la parroquia se asumen, de hecho, una serie de servicies que no están al alcance de las
comunidades menores, sobre todo en Ia dimensión misionera y en la promoción de la dignidad de la persona
humana, llegando así, a les migrantes más o menos estables, a los marginados, a los alejados, a los no creyentes y
en general, a les más necesitados.

En la comunidad parroquial confluyen Ia presencia y los esfuerzos mancomunados de los catequistas


laicos, de los presbíteros, de las personas de vida consagrada. Todos ellos tienen la misión de
favorecer Ia integración de una comunidad cristiana viva y su dinamismo catequístico.

Del número 258 del DGC se infiere que la parroquia, para ser Iugar de catequesis, ha de realizar estas
tareas:

- En primer lugar, la catequesis de ADULTOS: ésta es la principal forma de catequesis y está dirigida a
todos los fieles para descubrir o renovar las inmensas riquezas del bautismo recibido.
- A esta acción se suma el anuncio a los ALEJADOS y a los que viven situaciones de indiferencia
religiosa.
- La atención a un NÚCLEO COMUNITARIO compuesto por cristianos maduros, iniciados en la fe,
por ejemplo en las CEB.
- Todo esto favorecerá inmensamente la catequesis de niños, adolescentes y jóvenes que de manera
alguna se descuida.

123
9.4. LA COMUNIDAD DIOCESANA

A partir de CD 11 se entiende la diócesis como

(. . .) una porción del Pueblo de Dios que se confía al obispo para ser apacentada con Ia cooperación de su
presbiterio, de suerte que, adherida a su Pastor y reunida por él en el Espíritu Santo, por medio del Evangelio y la
Eucaristía, constituya una Iglesia particular; en que se encuentra y opera verdaderamente Ia Iglesia de Cristo,
que es una, santa, católica y apostólica.

LA DIÓCESIS O IGLESIA PARTICULAR es el Pueblo DE Dios que vive en un particular territorio.


Está formado por personas unidas por lazos comunes de lengua, de historia, de costumbres y de
tradiciones (EN 62).

La descripción de la Iglesia particular hecha por los obispos latinoamericanos reunidos en Puebla,
acentúa su identidad y misión:

En La Iglesia particular formada a imagen de Ia Iglesia Universal, se encuentra y opera verdaderamente la


Iglesia de Cristo que es una, santa católica y apostólica. Es una porción del Pueblo de Dios, definida por un
contexto socio-cultural más amplio, en el cual se encarna. Su primacía en el conjunto de las comunidades
eclesiales se debe al hecho de estar presidida por un Obispo, dotado, en forma plena y sacramental, del triple
ministerio de Cristo, cabeza del cuerpo místico, profeta, sacerdote y pastor El Obispo es, en cada Iglesia
particular principio y fundamento de su unidad (DP 645).

La Iglesia diocesana o particular se construye a sí misma y sirve al mundo en el ejercicio organizado de sus
variados ministerios. La proclamación de Ia Palabra en todas sus formas, la celebración comunitaria de la fe, la
expresión permanente del mandamiento del amor y la oración, hacen de la Iglesia diocesana un espacio
especialmente ordenado para que el ministerio de la catequesis asuma sus tareas específicas dentro del conjunto
de las demás acciones eclesiales (CAL 187).

Un aporte significativo del DGC (219), respecto a la Iglesia particular, es reconocer su papel primordial
en la catequesis. Los rasgos destacados son los siguientes:

— La catequesis es un servicio único de Ia Diócesis, es decir, que todos los que hacen catequesis lo
hacen en nombre de la Iglesia. El sujeto es la Iglesia particular. Ella anuncia, transmite el Evangelio,
celebra. Los agentes lo hacen en nombre de la Iglesia. Toda la comunidad es responsable de este
servicio. Aunque sacerdotes, religiosos y Iaicos tienen una función diferenciada de acuerdo con su
condición en la Iglesia.
— Es un servicio eclesial INDISPENSABLE para el crecimiento de la Iglesia particular. Y es una
misión que se realiza en nombre y en virtud de la misión confiada por ella.
— En el conjunto de ministerios y servicios eclesiales, la catequesis tiene un carácter propio derivado
de su identidad dentro del proceso de evangelización. A la vez, ha de actuar en complementariedad con
las otras acciones eclesiales.
— En el ámbito diocesano, se cuenta con OTROS AGENTES que no son necesariamente catequistas
directos y cuya misión es la de apoyar, animar y respaldar el trabajo catequético. Entre estas funciones
se cuentan las de los formadores de catequistas, los redactores de textos, los que aportan su reflexión y
estudio y los encargados de la planeación y organización.

124
9.5. LAS COMUNIDADES ECLESIALES DE BASE

Las comunidades eclesiales de base son comunidades de FE, de CULTO y de AMOR, es decir,
comunidades en donde se viven y expresan las vertientes fundamentales de la pastoral en su triple
dimensión: profética, litúrgica y social.

Ellas son lugares privilegiados para el desarrollo de procesos catequísticos más comunitarios y permanentes
(CAL 189). Son un signo de la vitalidad de la Iglesia (...) son verdadera expresión de comunión e instrumento para
edificar una comunión más profunda (DGC 263).

Por ser ámbitos verdaderamente comunitarios, en las comunidades eclesiales de base (CEB) se
desarrolla la dimensión catequética y se convierten en instrumentos de evangelización.

En cada comunidad, la experiencia COMUNITARIA esta llamada a convertirse en experiencia eclesial.


En ella se integran familias, adultos, jóvenes y niños, se establecen relaciones de cercanía, donde la fe
se vive a partir de la dimensión interpersonal en el grupo.

Como ECLESIAL, es comunidad de fe, esperanza y caridad; celebra la Palabra de Dios en la vida, a
través de la solidaridad y compromiso con el mandamiento nuevo del Señor y hace presente y actuante
la misión eclesial y la comunión visible con los legítimos pastores, a través del servicio de
coordinadores aprobados. Es de BASE, por estar constituida por pocos miembros, en forma permanente
y a manera de célula de Ia gran comunidad. Cuando merecen su título de eclesialidad, ellas pueden
conducir en fraternal solidaridad, su propia existencia espiritual y humana (DP 641).

Para que una comunidad de base pueda reconocerse como ECLESIAL, es necesario que en ella se
descubran estos rasgos esenciales:

 La conciencia clara de una verdadera relación con Dios nuestro Padre, por Cristo, en el Espíritu.
La acogida de la Palabra de Dios para conocer siempre y mejor el designio del Señor sobre los hombres
(EN 58; DP 640).
 La celebración de la fe, particularmente en la Eucaristía, los sacramentos y en las
manifestaciones de religiosidad popular, especialmente en Ia devoción entrañable a María.
 Una sincera comunión con los pastores; con el párroco, con el obispo y, por medio de él, con la
persona del Papa (EN 58).
 La oración individual y comunitaria a la luz de la Palabra de Dios y como respuesta a la misma
Palabra.
 Un testimonio de fraternidad y de amor.
 La conciencia de participar de la misión universal de la Iglesia y el impulso misionero que hace
de la comunidad un lugar de irradiación hacia otras comunidades.
 El reconocimiento de las propias limitaciones que hace sentir la necesidad de abrirse a otras
comunidades e integrarse con la comunidad universal.
 La opción por los pobres y el empeño por la justicia y la liberación (DQ Conclusiones, 3).

125
Cuando reúne estas condiciones, la CEB es ámbito propicio de catequesis por el clima fraterno. A su
vez, la catequesis ayuda a profundizar y a dar sentido a la vida comunitaria (DGC 264). Por otra parte,
la comunidad eclesial de base constituye un espacio adecuado para acoger a aquellos que finalizan su
itinerario catequístico de iniciación o de profundización.

La catequesis tiene una exigencia personalizante. En la CEB se realiza esta exigencia. Las relaciones personales
que se desarrollan en ella hacen valorar a la persona humana, incrementan la corresponsabilidad en las tareas
comunes.
La catequesis nos congrega como Iglesia; Ia CEB busca Ia vivencia de Ia vida comunitaria de La Iglesia y unida
con otras comunidades forman Ia parroquia, que en comunión con la Diócesis se integra a la Iglesia universal
(DQ, Conclusiones, 3).

9.6. LOS GRUPOS Y MOVIMIENTOS APOSTÓLICOS

EI DGC señala entre los lugares de la catequesis, además de los anteriores, a las agrupaciones de fieles
laicos, sean grupos de apostolado, asociaciones de fieles o movimientos apostólicos. Para comprender
en qué sentido puede hablarse de ámbito catequístico referido a estas experiencias de vida eclesial,
conviene precisar algunos términos.

Según Ferrer, F. (1999) de manera general se denomina movimientos eclesiales a un conjunto muy
variado de asociaciones, de movimientos y de agrupaciones, en los cuales los fieles que los conforman
se proyectan apostólicamente a la comunidad y contribuyen a su construcción. Pero también se aplica
este término a otros que tienen una finalidad más específicamente catequística, sobre todo en función
de la iniciación cristiana.

Para que los grupos y movimientos apostólicos sean ámbito de la catequesis, según DGC 262, han de
darse estas características:

— Respetar la naturaleza propia de Ia catequesis: palabra, memoria, testimonio (doctrina-celebración-


compromiso). La catequesis debe ser entendida como formación orgánica y básica de Ia fe, que incluye
conocimiento del mensaje cristiano.
—Educar primero en lo que es común a los miembros de la Iglesia y luego en lo peculiar.

Como denominador común, en los grupos y movimientos eclesiales se pueden señalar las siguientes
características: la práctica de vida espiritual, el apostolado, la caridad y la asistencia; el testimonio
cristiano en las realidades temporales. Toda agrupación de fieles laicos implica formación relacionada
con la experiencia de vida apostólica. Es por eso que en ellos la catequesis es una dimensión esencial
de la formación cristiana tal como lo afirma el DGC 261, al considerarlos como LUGARES de
catequesis. A su vez, Juan Pablo II señala que (...) toda asociación de fieles en la Iglesia debe ser por
definición, educadora de la fe (CT 70).

Los movimientos, grupos y asociaciones de apostolado, por su finalidad, pueden estar orientados a la
acción evangelizadora en cualquiera de sus dimensiones, a la vida de piedad y espiritualidad o al
testimonio. Como ya quedo expresado, algunos de ellos, sobre todo de reciente creacion, tienen en sí
126
mismos una finalidad catequística. Es a los primeros a los que el Papa y luego el DGC reconocen como
lugares de catequesis, ya que en el proceso de formación de sus miembros es necesario un tiempo
dedicado propiamente a la catequesis. Esta, en efecto, no es una alternativa a la formación cristiana
que en ellos se imparte, sino una dimensión esencial de la misma (DGC 261).

En el DGC y otros documentos del Magisterio pontificio se señalan algunos aspectos por tener en
cuenta respecto a estos lugares:

- El movimiento eclesial (asociación, grupo, movimiento), sea cual sea su característica jurídica,
formativa, pastoral o metodológica, debe

Respetar la naturaleza propia de la catequesis: la catequesis, sea cual sea el lugar donde se realice, es, ante todo,
formación orgánica y básica de la fe. Ha de incluir por tanto, un verdadero estudio de la doctrina cristiana (CT
47) y constituir una seria formación religiosa, abierta a todas las esferas de Ia vida cristiana (CT 21;DGC 262 a).

- El movimiento eclesial puede expresar los contenidos catequéticos con sus propios recursos y con los
elementos de su metodología característica. Lo deseable es que la formación apostólica y la
espiritualidad específica de cada movimiento se desarrolle en un tiempo posterior a la formación básica
inicial e integral de la catequesis.
- El movimiento eclesial, como lugar de catequesis, no puede ser más importante que la parroquia. Esta
es el lugar privilegiado de catequesis (CT 67; DGC 257).
- Por lo tanto, se valoran realmente las asociaciones, los grupos y los movimientos de apostolado, como
lugares de catequesis parroquial, ya que son un refuerzo de notable eficacia para la catequesis local y
ayudan a concretar la experiencia eclesial en relación con la vida del laico inmerso en el mundo.

SÍNTESIS

• Los ámbitos de la catequesis son los Iugares donde de hecho se realiza la catequesis.

• El objetivo de este tema es expresar su identificación, la determinación de su especificidad y la


función que ellos desempeñan en cuanto son espacios comunitarios para la catequesis. Para su estudio
se ha partido de la familia, que es el ámbito primero donde se desarrolla todo ser humano. La familia
viene a ser Iglesia doméstica, por la fe vivida y testimoniada por los padres cristianos y se hace ámbito
de ofrecimiento en la fe para los hijos y para toda la familia.

• La comunidad cristiana como "hogar de la catequesis" (DGC 253). Esta se expresa concretamente en
los siguientes niveles: comunidad parroquial, diocesana, de base.

• Otros ámbitos tratados en el tema lo constituyen las asociaciones de fieles, los grupos y movimientos
de apostolado laical, en cuanto participan de la acción catequística en la formación de sus miembros.

PARA PROFUNDIZAR

127
1. A partir de lo tratado en este capítulo, ¿qué preocupaciones pastorales se plantean en la planeación
do la pastoral catequética de una parroquia?
2. ¿Qué condiciones considera indispensables para hablar do un auténtico ámbito catequístico?
3. ¿Cómo crear un ámbito vivencialmente comunitario que favorezca la inserción y la participación
activa de los catecúmenos y catequizandos?

Referencias
ALBERICH, E. (1987). “Lugares de la catequesis". En Diccionario de Catequética, Madrid: CCS.

FERRER, F. (1999). "Lugares de catequesis: asociaciones, movimientos y agrupaciones de fieles". En


Nuevo Diccionario do Catequética. Madrid: San Pablo.
GATTI, G (1987). "Familiar (Catequesis)". En Nuevo Diccionario da Catequética. Madrid: CCS.
(Para los documentos eclesiales, véase el listado de siglas).

BlBLlOGRAFlA

BOTANA, A. (1999). "Comunidad Cristiana, IV. Ámbito Maternal de Ia catequesis". En Nuevo


Diccionario de Catequética. Madrid, San Pablo, vol. I, pags. 485-490.
CAÑIZARES, A. — DEL CAMPO, M. (EDS.) (1999). Evangelización, Catequesis, Catequistas. Una
nueva etapa para la Iglesia del Tercer Milenio. Madrid, Ed. EDICE.
GIL LÓPEZ, M. (1999). "Organización diocesana de Ia catequesis. III Cauces de organización
diocesana". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San Pablo.
MARINS, J. (1999). "Comunidades eclesiales de base". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid:
San Pablo.
MAYMI, P. (1998). Pedagogía de Ia Fe. Madrid: Instituto San Pio X Paya, M. (1999). "Parroquia". En
Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San Pablo.
VALLEJO, L. (1990). Jesús el Maestro. Pastoral Catequética. Santafé de Bogotá; Ed. USTA.

128
VI. LA CATEQUESIS EN EL DINAMISMO DE LA EDUCACIÓN DE LA FE

10. La Catequesis es comunicación


11. La pedagogía de la fe
Dichoso el hombre a quien Tu educas, Señor;
a quien enseñas tu ley
(Sal 194,12)

10. LA CATEQUESIS ES COMUNICACIÓN

INTRODUCCIÓN

LAS comunicaciones sociales ocupan un lugar central en la cultura contemporánea. Las nuevas
tecnologías de información han creado una nueva cultura la cultura mediática-digital. Los medios de
comunicación, como el cine, la radio, la televisión y la Internet, que se integran hoy a través de la
digitalización de la tecnología, constituyen una de las influencias sociales más expansivas de la
historia. La catequesis, como acto comunicativo, necesita un lenguaje idóneo para transmitir la fe
cristiana a los hombres y las mujeres que viven y forman parte de este mundo ciberespacial.

10.1. EI FENÓMENO DE LA COMUNICACIÓN HUMANA

10.1.1. La comunicación: expresión y necesidad de la persona humana

Por su propia naturaleza, el ser humano es un ser que se comunica y, por lo tanto, un ser que propende
a la relación, el encuentro, el diálogo y la comunión. La comunicación es una dimensión constitutiva de
Ia persona humana. Es posible NO CAMINAR o NO COMER, pero es imposible NO
COMUNICARSE. Sin comunicación Ia persona humana no puede vivir.

EI ser humano es esencialmente comunicativo. Así lo enfatiza el especialista en Comunicación Social,


Lever, F. (1987):

El ser humano es comunicación: su nacimiento físico es fruto del don reciproco entre un hombre y una mujer su
llegada a ser consciente se hace posible por el dialogo con sus semejantes (...) Desde el momento en que el hombre

129
es cuerpo, está siempre presente a los demás como sujeto que solicita dialogo: cualquier acción, cualquier gesto
dice siempre referencia a un significado (p. 203).

En el lenguaje técnico, la comunicación es concebida como aquel proceso de emisión, conducción y


percepción de mensajes, mediante el uso de signos y canales. En el lenguaje corriente, la comunicación
en un proceso en el que interactúan dos o más personas, intercambiando informaciones, pensamientos y
sentimientos.

Al comunicarse la persona pone en juego todas sus facultades humanas y muestra sus estados mentales
y físicos, sus emociones y sentimientos, sus expectativas y sueños, sus valores, sus actitudes ante la
vida. La comunicación pone a prueba, en forma dinámica y existencial, todo lo que la persona es, siente
y hace.

10.1.2. La comunicación como proceso

La comunicación es un proceso dinámico en el que intervienen los siguientes elementos:

• El EMISOR es la persona que envía el mensaje y quien origina, por lo tanto, la acción comunicativa.
• El RECEPTOR es la persona que recibe el mensaje que transmite el emisor.
• El MENSAJE es el contenido de la comunicación; es decir, lo que transmite el emisor.
• El CÓDIGO es el conjunto de signos y símbolos que se utilizan para transmitir el mensaje. Los
códigos pueden ser verbales, escritos, icónicos, sonoros y gestuales. Para que haya una verdadera
comunicación, el emisor y el receptor han de conocer y hablar el mismo lenguaje (código). El emisor
ha de buscar el lenguaje adecuado para comunicarse (proceso de codificación) y el receptor ha de
descifrar los códigos que emplea el emisor (proceso de descodificación).
• El CANAL es el medio usado para transmitir el mensaje. Puede ser la simple voz humana o un
instrumento material o técnico.
• Los RUIDOS son las interferencias o perturbaciones que dificultan la comunicación.
•LA RETROALIMENTACIÓN o EL FEEDBACK es la reacción del receptor estimulada por otra
reacción del emisor. Hay retroalimentación cuando el emisor conoce y recibe la reacción del receptor.
Por eso, ésta se lleva a cabo cuando hay intercambio de mensajes entre emisor y receptor.

10.1.3. Modelos de comunicación

Los modelos de comunicación intentan relacionar los elementos básicos del proceso de la
comunicación y, al mismo tiempo, poner un cierto orden para mejorar la estructura interna del proceso.
Los modelos difieren en sus acercamientos. Pueden ser modelos lineales, participativos y semióticos.

• MODELOS LINEALES. La comunicación es considerada como la línea que se establece entre emisor
y receptor. Shannon y Weaver, ingenieros de una compañía de teléfonos, desarrollaron en 1947 un
modelo matemático de comunicación. Con base en la conversación telefónica, ellos se interesaron en
estudiar Ia manera como el mensaje fluye desde la fuente (emisor), vía teléfono, hasta el receptor. En
1948, Harold Lasswell formuló la sentencia de las cinco "W" que son hoy la regla de la redacción
periodística:
130
WHO (quién comunica),
WHAT (que comunica),
WHOM (a quien comunica),
WHlcH (por cual canal),
WITH (con qué resultado).

• MODELOS PARTICIPATIVOS. En 1981, Everett Rogers y Lawrence Kincaid definen Ia


comunicación participativa como un proceso a través del cual los participantes crean y comparten
información con otros, a fin de alcanzar un mutuo entendimiento.

• MODELO SEMIÓTICO. La comunicación es considerada como un sistema de signos. No es un


acercamiento en relación con el proceso de los efectos de la comunicación, pero este modelo procura
entender el significado de los signos y de los sistemas de signos.

10.1.4. Diferentes categorías

El terreno inmenso de la comunicación se puede dividir en diferentes categorías, de acuerdo con el


modo en que se vean los acontecimientos comunicativos de la sociedad humana.

o En relación con las personas, se pueden distinguir las siguientes categorías:

 COMUNICACIÓN INTRAPERSONAL: comunicación referida a nosotros mismos. Es un


monologo inter- no en el cual reflexionamos sobre nosotros mismos y nuestras relaciones con los
demás y con nuestro entorno.

 COMUNICACIÓN INTERPERSONAL: es una comunicación establecida entre dos personas.


Esta comunicación es un medio de socialización. Puede ser verbal o no verbal. Y puede ser también
una comunicación primaria o secundaria, de acuerdo con la calidad de la comunicación.

 COMUNICACIÓN GRUPAL; toda comunicación que se hace entre más de dos personas es
grupal. Generalmente, en los grupos podemos encontrar una orientación común de los valores, de los
roles estables y de Ia organización INTERPERSONAL DE COMUNICACIÓN. LA
COMUNICACIÓN GRUPAL PUEDE SUBDIVIDIRSE EN:

 COMUNICACIÓN EN PEQUEÑOS. Es la comunicación que se da en un número reducido de


personas. La comunicación se hace sin técnicas adicionales de significados y hay una corriente directa
de retroalimentación y cambios de papeles entre los participantes.

 COMUNICACIÓN PÚBLICA. Puntualiza principalmente la comunicación de Iectura o el


discurso hablado que se hace a un número fijo de personas.

131
 COMUNICACIÓN ORGANIZACIONAL. Determina los significados, estructuras y procesos
de Ia comunicación que se realizan en organizaciones sociopolíticas, redes culturales, religiosas, y muy
especialmente en organizaciones comerciales y corporativas.

o Comunicación DE MASAS. Generalmente, hace mención a la comunicación dirigida a grandes


concentraciones de personas que no tienen una orientación clara y, por lo tanto, actúan movidas por la
muchedumbre.

o En relación con los tipos de lenguajes o códigos utilizados, la comunicación puede ser verbal y
no verbal:

COMUNICACIÓN VERBAL COMUNICACIÓN NO VERBAL

Expresión oral Prosémica: uso del espacio físico.

Cinésica; correlación de movimientos con la danza.


Gestual; mediante gestos o mímica.
Objetual: utensilios, regalos.
Expresión escrita Grafica; todo lo que corresponde al dibujo y a la
diagramación.
Icónica: a través de la imagen.
Acústica: mediante sonidos.
Silencio.

• En relación con las estructuras sociopolíticas, se pueden reconocer tres categorías:

* COMUNICACIÓN NACIONAL; es la comunicación de una nación para consolidar una política


única.
* INTRACULTURAL: es la comunicación que se expresa entre personas del mismo grupo cultural.
* INTERCULTURAL: es la comunicación que se realiza entre miembros de dos o más culturas.

• En relación con el contenido, se puede hablar de comunicación política, económica, religiosa,


educativa…

10.1.5. Los medios de comunicación social

Los medios de comunicación social, con sus nuevas tecnologías comunicacionales (la señal numérica,
la fibra óptica, el satélite DBS, el telecable, la computación, el videotel, la telemática.) han entrado
fuertemente en nuestra sociedad. En términos generales, estos medios masivos de comunicación
conectan a la gente con otros individuos y pueblos, proporcionan información y entretenimiento, crean
opinión y difunden determinados valores, visiones del mundo, ideologías y pautas de comportamiento
humano.

El CEC, en su número 2493, señala que los medios de comunicación social desempeñan en la sociedad
moderna
132
(...) un papel importante en la información, la promoción cultural y la formación. Su acción aumenta en
importancia por razón de los progresos técnicos, de la amplitud y la diversidad de las noticias transmitidas, y la
influencia ejercida sobre la opinión pública.

Con el influjo de la tecnología digital, los medios de comunicación social han originado un nuevo
universo comunicacional, un nuevo contexto sociocultural, una nueva forma de vivir en la sociedad y
un nuevo modo de comprender, valorar e interpretar la realidad.

10.2. LOS DIFERENTES LENGUAJES EN LA CATEQUESIS

10.2.1. Comunicación y lenguaje

EI lenguaje es el cauce y el modo plenario de comunicación. Se distingue de la LENGUA (sistema de


signos convencionales con los cuales se entiende una comunidad) y del HABLA (realización concreta
que cada persona hace de la lengua en un Iugar o momento determinado). La lengua es la proyección
social del lenguaje (por ejemplo, la lengua Española o inglesa) y el habla es el lenguaje como acto
(hablar realmente).

¿Qué entendemos por lenguaje? Es la facultad y capacidad que tiene el ser humano para expresar su
pensamiento y comunicarse por medio de un sistema de signos, que pueden ser tanto orales y gráficos,
como gestuales, visuales y acústicos.

El objetivo esencial del lenguaje es la comunicación humana. A través del lenguaje, la persona le da
forma a su pensamiento, comunica y expresa sus ideas y sentimientos, percibe y describe la realidad y
el mundo, establece relaciones humanas, acumula y transmite valores culturales. Por el lenguaje, el
individuo se da a si mismo fisonomía y presencia en el marco de una sociedad. Dado que se trata de un
ser capaz de hablar, el sujeto entra en comunicación con las otras personas, con el mundo y con Dios.

10.2.2. Comunicación, lenguaje y catequesis

Es necesario partir de dos premisas, las cuales han de convertirse en dos convicciones sólidas, tanto
para los catequetas como para los catequistas.

PRIMERA PREMISA: la catequesis es un acto comunicativo y los catequistas son comunicadores.

La catequesis es un acto de comunicación al mismo tiempo humana y divina. Como humana está sujeta a las
reglas de toda comunicación entre personas. Como divina está sujeta a las reglas que surgen de la manera como
Dios se comunica en Ia revelación (CAL 143).

Los evangelizadores y los catequistas son comunicadores públicos, como los profetas, los apóstoles y Jesús.
Requieren, por lo tanto, ser expertos en el difícil arte de la comunicación (CAL 144).

133
SEGUNDA PREMISA: Si el lenguaje es el cauce imprescindible de toda comunicación, entonces SE
NECESITA UN LENGUAJE PARA COMUNICAR LA FE.

Es necesario tener en cuenta que gran parte de los problemas que enfrenta hoy la catequesis son
problemas de lenguaje más que de contenidos, de métodos, de planificación o de organización. Por eso,
es urgente que el tema del lenguaje adquiera un lugar privilegiado en la praxis catequística. Máxime
que en nuestros días las ciencias modernas de la comunicación, como la comunicología, la semántica,
la semiótica y la lingüística, nos hablan de la trascendencia del lenguaje en la convivencia humana
contemporánea.

La praxis catequística tiene dos grandes tareas en torno a los lenguajes que emplea para cumplir su
cometido específico de educar en la fe: por un lado, ha de utilizar un lenguaje que sea expresión de la
fe de Ia Iglesia; por otro, ha de asumir creativamente nuevos lenguajes de la fe que sean significativos
para las personas de hoy.

En cuanto a la primera tarea, hay que constatar que la Iglesia, a lo largo de la historia, ha comunicado
Ia fe a través de expresiones bíblicas, símbolos y ritos litúrgicos, escritos de los Padres de la Iglesia,
formulaciones del Magisterio, símbolos de fe, reflexiones teológicas y testimonios de santos y mártires.
EI primer lenguaje de la catequesis es la Escritura y el Símbolo (MPD 9). Los LENGUAJES BÍBLICO,
LITÚRGICO Y DOCTRINAL son los principales lenguajes de la fe eclesial, que permiten a los
creyentes hablar un lenguaje común y reconocerse a sí mismos como tales. La catequesis no puede
ignorar estos lenguajes acunados per la tradición eclesial y, per ese, ha de iniciar a les catequistas y a
los catequizandos en su aprendizaje, comprensión y asimilación.

En cuanto a la segunda tarea, es importante advertir que la pura y simple repetición de las palabras
bíblicas y de las fórmulas doctrinales no tendrán significado ni relevancia existencial sin un serie
esfuerzo de reformulación y actualización desde las categorías culturales y vivenciales de los hombres
y las mujeres de nuestro tiempo. La catequesis, llamada a transmitir les "documentos de la fe”, tiene
también el deber imperioso de EXPRESAR LA PALABRA DE DIOS EN CONTEXTOS NUEVOS Y
CON UN LENGUAJE NUEVO, de modo tal que la Tradición viva de la Iglesia, dicha de manera
nueva, pueda seguir siendo la misma sin falsificaciones ni reducciones.

Asumiendo el desafío de hacer accesible el lenguaje de la fe a la cultura contemporánea y a les


catequizandos de nuestra época, la catequesis esta llamada a fomentar nuevas expresiones del
Evangelio (DGC 203) a fin de que el mensaje cristiane pueda ser mejer entendido, asimilado y vivido.
Se trata, en definitiva, de proclamar el Evangelio con un lenguaje actual, comprensible, creíble,
persuasivo y significativo (CAL 142).

El DGC (208) se refiere a esas des tareas concretas, con las siguientes palabras:

La inculturación de la fe es, en ciertos aspectos, obra del lenguaje. Este conlleva que la catequesis respeto y valor
el lenguaje propio del mensaje, sobre todo el bíblico, para también el histórico-doctrinal de la Iglesia (Símbolo,
liturgia), y el así llamado lenguaje doctrinal (fórmulas dogmáticas); es preciso, además, que la catequesis entre en
comunicación con formas y términos propios de la cultura de las personas a las que se dirige; hace falta,
finalmente, que la catequesis fomente nuevas expresiones del El evangelio en la cultura en Ia que se implanta.
134
10.2.3. Acentuaciones del lenguaje en la praxis catequística

En la cultura actual va quedando atrás el lenguaje retorico, conceptual y abstracto. Ahora emerge con
fuerza el lenguaje de la vida, de los gestos, de la imagen, de los signos y símbolos. Por fidelidad a las
personas de hoy, la catequesis ha de acentuar más el lenguaje audiovisual, simbólico, experiencial y
corporal.

- En nuestro tiempo, marcado por la civilización de la imagen, el LENGUAJE AUDIOVISUAL ha


adquirido un lugar muy relevante en el ámbito de Ia cultura. Es un lenguaje total porque afecta todas
las facultades de Ia persona humana (inteligencia, sensibilidad, fantasía, subconsciente). En la cultura
mediática-digital, donde prima lo visual sobre lo racional, la catequesis ha de privilegiar el lenguaje
audiovisual.
- El LENGUAJE SIMBÓLICO es el que más predomina en la publicidad, la música, el cine, el deporte,
Ia política y el comercio empresarial. El símbolo, con sus imágenes evocadoras, se dirige a toda la
persona (pensamiento y corazón) conduciéndola a realidades espirituales, que están más allá de la
realidad representada en los mismos signos y símbolos.
- El principal lenguaje del ser humano es su propia vida. Por eso, Ia catequesis ha de tomar más en
cuenta EL LENGUAJE EXISTENCIAL de los catequistas y de los propios catequizandos. Esto implica
acoger y valorar Io que las personas están viviendo, sus experiencias de mayor importancia, tanto
personales como sociales, así como los interrogantes que surgen de tales situaciones y experiencias.
- EI cuerpo TAMBIÉN HABLA. EI ser humano se comunica con su postura corporal, con las
expresiones del rostro, con las miradas, los movimientos, el tono de voz, etc. La catequesis ha de
recordar que el cuerpo también es mensaje y ha de valorar y emplear más el LENGUAJE corporal.

10.3. LA CATEQUESIS EN LA CULTURA MEDIÁTICA-DIGITAL

10.3.1. La cultura mediática-digital

Los avances tecnológico-digitales de la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones han


creado una cultura nueva: la cultura digital o cibernética. Algunos afirman que somos testigos de una
tercera revolución comparable a la del descubrimiento de la imprenta en el siglo XVI (primera
revolución) o a la revolución industrial del siglo XIX (segunda revolución). Esta nueva revolución se
llama digital por el uso generalizado de la tecnología digital como soporte de la información y de Ia
comunicación.

Al ritmo de bits y bytes, la cultura digital impregna la sociedad moderna, e incide en todos los ámbitos
de Ia vida humana y de la organización social (hogar, trabajo, de porte, tiempo libre, educación,
culture, medicine, deporte, economía, investigación científica...). La digitalización este cambiando
profundamente la vida diaria de les persones, su modo de ejercerse y la realidad, de aprender, de
trabajar, de relacionarse con los demás y de emplear el tiempo libre.

¿Cueles son les características fundamentales de esta cultura mediática-digital? He aquí algunas de
ellas:
135
• INTERCONEXIÓN: La cultura digital es sinónimo de acceso, conexión con personas, lugares
y rincones de todo el mundo. Se trascienden les fronteras nacionales, culturales, especiales y
temporales. Se vive le experiencia de "navegar" en el mar o especio de la red y de conectarse con
varios lugares.

• INTERACTIVIDAD. Le cultura digital evoca encuentro, diálogo, intercambio de opiniones,


participación activa. La comunicación no es de tipo unidireccional, sino de tipo bidireccional y
multidireccional. El chateo es une de les expresiones más claras de este comunicación interactiva.

• PLURALISMO. En el especio digital se encuentren diferentes ofertas comunicativas y culturales. Es


el pluralismo de las informaciones, de les idees, de les ofertes y de les propuestas.

•VELOCIDAD. En la telaraña de le red, la comunicación viaja a la velocidad de la luz, y los


internautas viajan velozmente en les superautopistas de la información. En poco tiempo se accede
rápidamente a un creciente volumen de información.

10.3.2. La cultura mediática interpela a la catequesis

La catequesis se desarrolla en este universo comunicacional creado por la cultura mediática-digital. Es


su escenario sociocultural; es decir, el terreno donde se ha de sembrar la palabra liberadora de Dios. De
ahí el gran reto que se le presenta: (¿cómo integrar el Evangelio en esta cultura creada por la
comunicación moderna? (¿cómo inculturar el mensaje cristiano en la cultura cibernética?

Juan Pablo II, en su mensaje para la XXXVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (12 de
mayo de 2002), pide a la Iglesia ENTRAR con decisión en el mundo CIBERESPACIAL PARA
PROCLAMAR EL EVANGELIO. He aquí algunas de sus afirmaciones:

Para la Iglesia, el nuevo mundo del ciberespacio es una Ilamada a la gran aventura de usar su potencial para
proclamar el mensaje evangélico (N° 2).

Internet puede ofrecer magníficas oportunidades para Ia evangelización si se usa con competencia y con una clara
conciencia de sus fuerzas y sus debilidades (N° 3).

AI proporcionar información y suscitar interés, (Internet) hace posible un encuentro inicial con el mensaje
cristiano, especialmente entre los jóvenes, que se dirigen cada vez más al mundo del ciberespacio como una
ventana abierta al mundo... En una etapa posterior Internet también puede facilitar el tipo de seguimiento que
requiere la evangelización (N° 3).

(...) quiero exhortar a toda Ia Iglesia a cruzar intrépidamente este nuevo umbral para entrar en lo más profundo
de la red de modo que ahora, como en el pasado, el gran compromiso de El evangelio y Ia cultura muestre al
mundo la gloria de Dios que está en la faz de Cristo’ (2 Co 4, 6) (N° 6).

• Concretamente, la Iglesia ha de propiciar las siguientes actitudes pastorales:

136
* reconocer como don de Dios y de la inteligencia humana los medios de comunicación y las nuevas
tecnologías comunicacionales;
* reconocer que la cultura digital influye de una manera profunda en la vida de las personas y, por lo
tanto, en la vida diaria de los creyentes;
* reconocer que los medios de comunicación social son excelentes instrumentos para la acción
evangelizadora y que ofrecen importantes beneficios y ventajas desde una perspectiva religiosa;
* Tomar conciencia de que es necesario capacitar agentes de pastoral en el campo de las
comunicaciones sociales. Tal es la recomendación del Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales en La Iglesia e Internet, 11:

Sacerdotes, diáconos, religiosos y agentes pastorales laicos deberían procurar formarse en los medios de
comunicación para saber hacer buen uso de las posibilidades de las comunicaciones sociales sobra las personas y
la sociedad, de modo que les ayude a adquirir un estilo de comunicación que hable a las sensibilidades y a los
intereses de la gente que vive inmersa en una cultura mediática.

• Y como catequizar en este mundo ciberespacial? He aquí algunas tareas que se le presentan a Ia
praxis catequística:

* conocer, comprender y valorar la cultura mediática, superando los prejuicios, la desconfianza, el


temor y las satanizaciones estériles;
* hacer una reflexión seria sobre las cambios culturales y las implicaciones sociales que están
produciendo los medios de comunicación social y las telecomunicaciones en la sociedad;
* descubrir las "semillas del Verbo" que están presentes en la cultura digital;
* denunciar los desvalores y los mensajes negativos que difunden en Internet y en los otros medios de
comunicación social;
* proclamar el Evangelio, desde los medios de comunicación social, con los lenguajes y técnicas de
éstos;
* emplear más los recursos audiovisuales e informáticos para educar en la fe.

SÍNTESIS

1. El fenómeno de la comunicación humana

 Por su propia naturaleza, el ser humano es un ser que se comunica. La comunicación es una
expresión y una necesidad de la persona humana.
 La comunicación es un proceso dinámico en el que intervienen los siguientes elementos:
emisor, receptor, mensaje, código, canal, ruidos y retroalimentación.
 Existen distintos modelos de comunicación: lineales, participativos y semióticos.
 La comunicación se puede dividir en diferentes categorías, de acuerdo con el modo como se
vean los acontecimientos comunicativos de la sociedad humana.

2. Los diferentes lenguajes en la catequesis

— El lenguaje es la facultad y capacidad que tiene el ser humano para expresar su pensamiento y
comunicar se por modelo de un sistema de signos. El lenguaje es el cauce y el modo plenario de

137
comunicación.

— La catequesis, como acto comunicativo, necesita un Ienguaje para educar en la fe.

— En relación con el Ienguaje, la catequesis tiene dos grandes tareas: emplear un Ienguaje que sea
expresión de la fe de la Iglesia y asumir creativamente nuevos Ienguajes de Ia fe que sean
significativos para las personas de hoy.

— Por fidelidad a las personas en su situación cultural, la catequesis ha de acentuar más el lenguaje
audiovisual, simbólico, experiencial y corporal.

3. La catequesis en la cultura mediática-digital

- Los avances tecnológico-digitales de la microelectrónica, la informática y las telecomunicaciones


han creado una cultura nueva: la cultura digital.

- La interconexión, la interactividad, el pluralismo informático y Ia velocidad son algunas de las


características básicas que definen esta nueva cultura.

- La cultura digital interpela profundamente Ia acción evangelizadora de Ia Iglesia.

- La catequesis está llamada a comprender, valorar y discernir el complejo mundo ciberespacial.


Asimismo, es desafiada a buscar formas y Ienguajes nuevos que tengan en cuenta el ambiente cultural
en el que viven los catequizandos.

PARA PROFUNDIZAR
1. Haga un análisis pastoral sobre la realidad comunicacional de su diócesis. Señalar los principales
problemas y las prioridades que la Iglesia nacional o diocesana ha de afrontar.
2. Analice los tipos, modos y formas de comunicación que más se emplean en la catequesis. Mencione
aquellos que deberían emplearse más, explicando las razones de su uso pastoral.
3. Sintetice algún documento de la Iglesia que aborde el tema de las comunicaciones sociales.
4. Sintetice los dos últimos mensajes del Santo Padre para Ia Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales.
5. Elabore un ensayo con este título; El lenguaje audiovisual en la catequesis.
6. Organice un debate sobre "internet y catequesis".
7. Investigue el tema "Ética y comunicación social".

Referencias
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XXXVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.
Lever, F. (1987). "Comunicación". En Diccionario de Catequética. Madrid: Editorial CCS.
Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, La Iglesia e Internet. 2002
(Para los documentos eclesiales, véase también el listado de siglas).

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Pablo.
7. LA PEDAGOGÍA DE LA FE

INTRODUCCIÓN

LA catequesis necesita una pedagogía para responder adecuadamente a su tarea fundamental de educar
en la fe. La pedagogía catequística se inspira en Ia pedagogía divina y se enriquece con los valiosos
aportes de las ciencias de Ia educación. La metodología y la didáctica hacen operativa Ia pedagogía de
la fe.

11.1. LA PEDAGOGÍA DE DIOS, FUENTE Y MODELO DE IA PEDAGOGÍA


CATEQUÍSTICA

Dios, al revelarse a los seres humanos, ha utilizado una pedagogía que constituye la fuente y el modelo
referencial de Ia pedagogía catequística:

Dios mismo, a lo largo de toda la historia sagrada y principalmente en el Evangelio, se sirvió de una pedagogía
que debe seguir siendo el modelo de la pedagogía de Ia fe (CT 58).

Por pedagogía divina entendemos aquella forma histórica que Dios ha seguido a lo largo del tiempo
para darse a conocer, manifestar su proyecto liberador y llegar al encuentro con la humanidad.

Esta pedagogía tiene unas características propias que se han puesto de manifiesto en el actuar de Dios
en Ia historia de la salvación y que están consignadas en la Biblia.

11.1.1. La pedagogía de Dios en el Antiguo Testamento

La Sagrada Escritura nos presenta a Dios como un padre misericordioso y como un maestro que va
educando sapiencialmente al pueblo de Israel.

El Dios educador hace recorrer a su pueblo un camino educativo caracterizado por:

— la gratuidad divina,
— el encuentro interpersonal,

139
— la historicidad,
— el simbolismo,
— la personalización y el sentido comunitario
— la gradualidad,
— y el amor.

 Una pedagogía del don

Quiso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su


voluntad (DV 2).

La primera característica de la pedagogía divina procede del mismo Ser de Dios. Dios es amor y
gratuidad. Movido por su bondad, Él toma la iniciativa de revelarse al ser humano y de salir a su
encuentro. Él se acerca a la persona humana para comunicarse a Sí mismo, para invitarla a participar de
su historia y de su vida, y para ofrecerle la salvación como un don de su gracia y amor misericordioso.

La acción salvadora de Dios está impregnada de gratuidad. Consecuentemente, no es el ser humano el


que descubre a Dios, sino que es Dios el que se manifiesta cuando quiere, a quien quiere y como Él
quiere.

 Una pedagogía del diálogo y del encuentro

EI Señor hablaba con Moisés cara a cara, como un hombre habla con su amigo (Ex 33,11).

Dios, al revelarse, habla a los hombres como amigos y trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su
compañía (DV 2). Dios abre así el camino del dialogo, favoreciendo el encuentro interpersonal y la
comunión de vida.

Al dialogar con ellos, Dios los interpela para que libremente entren en amistad con El y se abran a la
salvación liberadora. De esta manera, el ser humano es reconocido como un ser idóneo para dialogar y
entablar una relación personal profunda con el Señor de la Vida.

 Una pedagogía de la historicidad

Hoy reconocen... lo que el Señor su Dios les ha ensenado"; los milagros y las hazañas que realizo en Egipto contra el
faraón ..., · lo que hizo con el ejército egipcio, con sus carros y caballos, a los que sepulto el Señor bajo las aguas del
mar Rojo ..., · lo que hizo por ustedes en el desierto hasta que llegaron a este lugar (Dt 11, 2-5).

Dios se manifiesta y actúa en la historia humana. Se hace presente en la historia de su pueblo y les
habla en sus propios acontecimientos históricos. Es un Dios que asume la historicidad del ser humano y
salva desde el mismo acontecer historico.

El Dios cercano a su pueblo se hace condescendiente con el ser humano; es decir, se adapta a su
condición histórica. Por eso, en su actuar liberador siempre parte de la situación concreta en que viven
las personas. En la pedagogía divina, condescendencia significa "bajar" para estar con el otro, para
140
estar a su alcance, para estar cerca de él. Dios se ha acercado tanto al ser humano que se ha hecho uno
de nosotros en su Hijo Jesucristo. La Encarnación del Hijo de Dios es la plena condescendencia de
Dios con la humanidad.

 Una pedagogía de los signos

El Dios invisible y eterno, para comunicarse y hacerse entender al ser humano, visible y temporal, usa
el lenguaje de los signos, que es el lenguaje que utilizan las personas para comunicarse entre sí.

Los signos de Dios son acontecimientos y palabras que revelan su designio salvífico:

El plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente Iigados; las obras que Dios realiza en Ia historia
de Ia salvación manifiestan y confirman Ia doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras
proclaman las obras y explican su misterio (DV 2).

Dios, pues, se comunica mediante signos. Son signos inteligibles, que sus interlocutores comprenden
con claridad y son signos creíbles porque realizan lo que anuncian.

 Una pedagogía personalizante y comunitaria

En la Sagrada Escritura, el individuo y la colectividad son dos realidades estrechamente unidas. Dios se
dirige a cada una de las personas, pero lo hace a través de una comunidad de creyentes. Y Dios elige y
educa a su pueblo, favoreciendo el camino personalizado de cada uno de sus integrantes.
Consecuentemente, su pedagogía es personalizante y, al mismo tiempo, comunitaria.

Por una parte, Dios se acerca a cada persona en su individualidad concreta, apelando a lo mejor que hay
en ella, confiando en sus capacidades humanas, liberándola de los vínculos del mal y acompañándola
en su camino progresivo hacia su realización plena. Cada persona es amada y respetada personalmente
por Dios. Por otra parte, Dios forma una comunidad, su pueblo, como heredero y garante de las
promesas de la salvación. Respetando la naturaleza social del ser humano, Dios ofrece la salvación a
los hombres y las mujeres a través de un pueblo. El encuentro y la comunión con Él se realiza siempre
por la mediación de una comunidad de creyentes. Dios, por lo tanto, no salva aisladamente, sino como
pueblo.

PEDAGOGÍA DEL PEDAGOGÍA DE LA


PEDAGOGÍA DEL DON DIÁLOGO HISTORICIDAD
Dios toma la iniciativa Dios habla a las personas como Dios se manifiesta y actúa en la
de revelarse amigos historia

 Una pedagogía gradual y progresiva

El Dios del Antiguo Testamento se da a conocer a su pueblo en el caminar lento de unas etapas
históricas concretas: creacion, elección de Israel (Abraham), liberación de su pueblo (Moisés), alianza
141
en el Sinaí, profetismo…A través de estas etapas salvíficas, Dios va educando y preparando a su pueblo
poco a poco para acoger la revelación que hace de sí mismo y que culminara en la persona y la misión
de Jesucristo, el Verbo encarnado.

Dios, por consiguiente, se revela de una manera gradual y progresiva, llevando paso a paso a las
personas y a su pueblo a un encuentro más profundo con El. En su sabia pedagogía, se muestra
paciente. No tiene prisas. Respeta el caminar de la gente y el ritmo de su pueblo. Sabe esperar la hora
que a cada uno se le ha dado para creer, sin desesperarse ni presionar o violentar a nadie.

 Una pedagogía de amor

Fui yo quien enseñé a andar a Efraín, y lo tomé en mis brazos... Con cuerdas de ternura, con lazos de
amor los atraía; fui para ellos como quien levanta un niño hasta sus mejillas o se inclina hasta él para
darle de comer (Os 11,3-4). Por amor Dios se manifiesta al ser humano para comunicarse a Sí mismo,
para admitirlo a la comunión consigo y hacerle partícipe de su naturaleza divina. El amor es el alma de
la pedagogía divina. Toda la historia de Israel esta penetrada por el amor gratuito y misericordioso de
Dios. El amor de Dios es un amor que humaniza, dignifica y promueve; un amor que convoca y forma
comunidad; un amor expresado en ternura y servicio; un amor que corrige, cuando es necesario; un
amor que libera y salva.

11.1.2. La pedagogía de Dios en el Nuevo Testamento

 La pedagogía de Jesucristo

Jesús es la plenitud de la Revelación. En El la Palabra de Dios se hace Persona viva a un nivel humano
e historico. En Él, el encuentro interpersonal y la comunión de vida se realizan de una manera más
amplia y profunda. Jesús, Maestro del Reino, continúa la pedagogía manifestada por Dios Padre en el
Antiguo Testamento. En los evangelios ha quedado consignada para siempre esa rica y variada
pedagogía. Según el Directorio General para la Catequesis, sus rasgos fundamentales son:

(. . .) la acogida del otro, en especial del pobre, del pequeño, del pecador como persona amada y buscada por
Dios; el anuncio genuino del Reino de Dios como buena noticia de la verdad y de la misericordia del Padre; un
estilo de amor tierno y fuerte que libera del mal y promueve la vida; la invitación apremiante a un modo de vivir
sostenido por la fe en Dios, la esperanza en el Reino y la caridad hacia el prójimo; el empleo de todos los recursos
propios de la comunicación interpersonal como la palabra, el silencio, la metáfora, la imagen, el ejemplo, y otros
tantos signos, como era habitual en los profetas bíblicos (DGC 140).

Profundizando un poco más en la pedagogía de Jesús, se pueden enfatizar los siguientes rasgos:

— ATENCIÓN Y RESPETO A LAS PERSONAS. Jesús valora lo mejor de cada persona y defiende
con decisión la dignidad humana en sus encuentros y diálogos, si bien su mensaje es exigente, se
muestra atento a sus interlocutores, confía en el corazón humano porque sabe que cualquier persona es

142
capaz de superarse. Respeta el ritmo que cada uno tiene para Ilegar a la fe. No ejerce ningún tipo de
violencia ni de imposición.

ATENCIÓN Y RESPETO PARTE DE LA VIDA ACOGIDA


A LAS PERSONAS CONCRETA DE LAS A LOS POBRES
PERSONAS
DENUNCIA FORMACIÓN DE FIDELIDAD AL
PROFÉTICA UNA COMUNIDAD PADRE Y DOCILIDAD

- PARTE SIEMPRE DE SITUACIONES CONCRETAS Y DE PROBLEMAS REALES. En su praxis


evangelizadora, Jesús parte de la vida concreta de las personas, de sus experiencias vitales, de sus
necesidades, temores, Iuchas y aspiraciones. Habla del Dios del Reino después de haber escuchado a
sus interlocutores. Su enseñanza parte de imágenes sencillas y populares, como la Iuz, la sal, el grano
de mostaza, las ovejas, las aves y los lirios del campo.

- ACOGIDA DE LOS POBRES. Jesús acoge fraternalmente a los excluidos de la sociedad: los
enfermos, las mujeres, los publicanos, las prostitutas, los samaritanos... Se acerca cordialmente a ellos,
hace en su favor la mayor parte de sus milagros y les restituye su dignidad de personas y de hijos de
Dios.

- DENUNCIA PROFÉTICA. Jesús denuncia todo lo que se opone al reinado de Dios. Denuncia la
falsedad de los poderosos, la opresión de las autoridades civiles, la idolatría de las riquezas y la
hipocresía de los líderes religiosos.

- FORMACIÓN DE UNA COMUNIDAD. Jesús no actúa solo. Forma una comunidad de discípulos
integrada por hombres y mujeres. Los educa en los valores del Reino y los hace corresponsables en la
misión de anunciar y realizar el reinado de Dios.

- FIDELIDAD AL PADRE Y DOCILIDAD AL ESPÍRITU. Jesús vive al servicio del reinado de Dios,
cumpliendo con fidelidad absoluta la voluntad de su Padre. Vive unido a Él a través de la oración y se
muestra dócil al dinamismo del Espíritu, que es quien inspira y anima su praxis evangelizadora.

 La pedagogía de los apóstoles


· Una pedagogía bajo el dinamismo del Espíritu
Con el acontecimiento de Pentecostés, la Iglesia se pone en marcha, llevando el Evangelio a los judíos
y a los gentiles. La pedagogía de los apóstoles es, ante todo, una pedagogía de docilidad al dinamismo
del Espíritu. Según los escritos del Nuevo Testamento, el Espíritu es quien abre las puertas del
cenáculo, saca a los apóstoles a las plazas y calles de Israel, y los lanza hasta los confines del mundo
(Hch 1,8). El Espíritu es quien actúa en la predicación apostólica para que la Palabra de Dios sea
escuchada y para que nazcan las comunidades cristianas. El Espíritu es quien vivifica la Palabra,
unifica a la comunidad y suscita los diferentes ministerios y carismas eclesiales. El Espíritu, en
definitiva, es la fuente del apostolado y el principal protagonista de la misión evangelizadora.

143
Los apóstoles no descendieron como Moisés trayendo en las manos tablas de piedra; salieron del cenáculo
llevando el Espíritu en sus corazones y derramando por todas partes los tesoros de sabiduría y de gracia y los
dones espirituales como un manantial. Fueron a predicar por todo el mundo como si ellos mismos fuesen la ley
viva, Iibros animados por la gracia del Espíritu Santo (San Juan Crisóstomo).

• Una pedagogía bajo el signo de la creatividad y de la animación pastoral

Pablo de Tarso, el apóstol de los gentiles, recorrió miles de kilómetros para llevar el Evangelio a las
comunidades paganas. En su pedagogía misionera encontramos las siguientes características:

- Una pedagogía grupal: Pablo no evangeliza solo, sino que se rodea de colaboradores y compañeros de
trabajo (Rm 16).
- Una pedagogía afectiva: Expresa constantemente sus sentimientos de amor por el Evangelio y por sus
comunidades (2 Co 11, 2.11; 12,15; Ga 4,19).
- Una pedagogía enérgica: Utiliza expresiones irónicas y palabras fuertes contra sus adversarios (Ga
5,12; 1 Ts 2,15).
- Una pedagogía inculturada y creativa: Pablo, en su misión itinerante, se encontró con diferentes
culturas y maneras de pensar. Al predicar Ia Palabra de Dios, reinterpreta y actualiza el Evangelio de
acuerdo con la situación cultural de sus comunidades. AI respecto llama la atención el empleo de
elementos deportivos y militares (corona, meta, premio, lucha, coraza, yelmo...).
- Una pedagogía de animación pastoral: Pablo, después de evangelizar, funda comunidades, las
organiza y las anima constantemente con sus visitas personales y con sus cartas.

11.2. LA PEDAGOGÍA CATEQUÍSTICA

11.2.1. La pedagogía de la Iglesia

Desde sus comienzos, la Iglesia, como Madre y educadora de la fe de sus hijos, ha realizado su misión
en continuidad con la pedagogía divina. En los primeros siglos del cristianismo, sobresale la época del
catecumenado, en la cual la Iglesia llevó adelante una verdadera pedagogía de educación en la fe,
ayudando a los creyentes adultos, a través de un itinerario de aprendizaje cristiano, a recibir los
sacramentos de iniciación, formar parte de Ia comunidad y crecer en la fe.

Con el correr de los siglos, la Iglesia ha generado, con la inspiración y la fuerza del Espíritu Santo, un
rico patrimonio de pedagogía de la fe, expresado en una variedad de vías y formas originales de
comunicación religiosa (catecumenado, catecismos, itinerarios de vida cristiana), de expresiones
culturales de la fe, de instituciones catequísticas (oratorios, escuelas de la doctrina cristiana) y de
grandes testimonios de santos y de catequistas.

La pedagogía de Dios se ha hecho y se sigue haciendo presente en la vida pastoral de la Iglesia, gracias
a la actuación del Espíritu Santo, principio inspirador y protagonista principal de la acción
evangelizadora.

11.2.2. La pedagogía catequística, una pedagogía original

144
Cuando se habla de pedagogía de Ia fe -señala el Papa Juan Pablo ll-, no se trata de transmitir un saber humano,
aun el más elevado; se trata de comunicar en su integridad la Revelación de Dios (CT 58).

La pedagogía catequística es una pedagogía original porque

— comunica la Palabra de Dios,


— procura la comunión del catequizando con Jesucristo
— y tiene como agente principal al Espíritu Santo.

De ahí que la catequesis sea entendida como una mediación y colaboración a la acción misteriosa de la
gracia de Dios, en la cual el catequista facilita la maduración de la fe que el catequizando realiza con la
ayuda del Espíritu Santo. La fe es don de Dios, gracia divina. La catequesis, con su pedagogía original,
cultiva ese don, lo alimenta y lo hace crecer.

La pedagogía catequística persigue los siguientes objetivos:

— promover una progresiva y coherente síntesis entre la adhesión plena de la persona a Dios y los
contenidos del mensaje cristiano;
— desarrollar todas las dimensiones de la fe: cognoscitiva, celebrativa, moral, comunitaria, social
liberadora y misionera;
— impulsar a la persona a confiarse total y libremente a Dios;
— ayudar a la persona a discernir la vocación a la que Dios la llama;

Jesucristo es la perfecta relación de Dios con el ser humano y del ser humano con Dios. La pedagogía
catequística recibe de él un principio fundamental: la fidelidad a Dios y la fidelidad a la persona
humana.

Este criterio inspirador consiste en conjugar armónicamente la fidelidad al mensaje cristiano con la
fidelidad a la persona en su situación concreta. Fidelidad a la integridad del mensaje, evitando
presentaciones parciales o deformadas de éste, y fidelidad a las necesidades y aspiraciones reales del
catequizando, teniendo en cuenta su desarrollo psicológico y el contexto sociocultural en que vive. Son
dos fidelidades en una misma actitud de amor.

De esta doble fidelidad se deriva el recurso que hace la metodología catequística tanto a las ciencias
teológicas, como a las ciencias humanas. Quizá es conveniente recordar que las ciencias humanas
(Antropología cultural, Psicología, Sociología, Lingüística, Ciencias de la Comunicación, Ciencias de
la Educación, etc.), ofrecen una ayuda fundamental e indispensable a la catequesis. El discernimiento
evangélico de las diferentes tendencias o escuelas psicológicas, sociológicas y pedagógicas, es el
criterio esencial que se sigue para utilizar dichas ciencias en la praxis catequística (DGC 242-244). En
efecto, el estudio de las ciencias teológicas mantiene a la catequesis vinculada con los requerimientos
de Dios; y el estudio de las ciencias humanas la arraiga en los requerimientos del ser humano (CAL
162).

145
La pedagogía catequística es, pues, una pedagogía original. Esta originalidad le imprime una
peculiaridad que va más allá de la simple aplicación de unos principios tomados de las ciencias
pedagógicas.

11.2.3. Rasgos de la pedagogía catequética

La pedagogía de Dios es la fuente de inspiración, la norma y el modelo de comunicación en la fe para


la pedagogía catequética. En las siguientes páginas se presentan los rasgos fundamentales de la
pedagogía de la fe y sus repercusiones concretas en la praxis catequística.

 Una pedagogía personalizante

La pedagogía de la fe es una pedagogía personalizante y personalizadora. Ve en cada catequizando a


una persona humana, a la cual valora, comprende, respeta y estimula a crecer. Tiene fe en ella y en el
potencial de sus capacidades y habilidades. Promueve su desarrollo humano y su crecimiento en la fe,
respetando siempre su personalidad, su historia y su Iibertad.

La pedagogía catequética está centrada en la persona. Ayuda a cada hombre y a cada mujer a valorar su
dignidad humana, a tomar conciencia de sus capacidades y habilidades, a situarse de una manera crítica
y responsable ante sí mismo, ante los demás, ante la sociedad y ante Dios. Ayuda, en definitiva, a
crecer en calidad humana porque promueve el crecimiento integral de cada catequizando hasta llegar a
la plenitud de su dimensión humana.

 Una pedagogía del don y del encuentro

A la luz de la pedagogía divina, la pedagogía catequética se caracteriza por ser una pedagogía del don,
del encuentro y del diálogo.

Como pedagogía de la gratuidad, la catequesis se ha de presentar como don propuesto y no como


pesada imposición. En este sentido, la acción catequizadora es una invitación para encontrarse con
Jesucristo vivo y presente en su Iglesia; es una llamada a creer en él como Salvador y Liberador; es una
propuesta a vivir las Bienaventuranzas como programa de vida y camino de felicidad.

Como pedagogía del dialogo, la catequesis está llamada a:

— Enfatizar la relación personal y dialogal del catequista con el catequizando y de los catequizandos
entre sí.
— Presentar los contenidos de Ia catequesis (Iglesia, fe, sacramentos, moral...) no como "cosas" o
"hechos" impersonales, sino en términos de relación y encuentro.
- Facilitar el encuentro del catequizando con Jesucristo, el Señor de la Vida.

 Una pedagogía de la encarnación y de la experiencia

146
La pedagogía catequética, convencida de que Dios actúa y salva en la historia y desde la historia,
asume la historicidad del ser humane y parte de sus experiencias humanas más profundas. Es, por ese,
una pedagogía que...

— aborda lo humano en profundidad, está atenta a la vida humana y al acontecer histórico y lleva a les
catequizandos a encentrarse con sus experiencias humanas más íntimas y profundas;
— parte de la realidad humana: de los problemas, interrogantes, necesidades, aspiraciones y vivencias
de sus interlocutores;
— conecta la Palabra de Dios con la vida concreta de las personas, iluminando la realidad personal y
social que viven y buscando siempre la interacción fe-vida;
— abre las expectativas humanas a la trascendencia, dándole un sentido nueve y plena a la misma
existencia humana.

 Una pedagogía de les signos

Dios se ha comunicado con les seres humanes a través de los (hechos y palabras). A la luz de la
pedagogía divina, la catequesis necesita una pedagogía de los signos de Dios; es decir, una pedagogía
que permita seguir percibiendo e interpretando la acción permanente de Dios en la historia actual.

Para ello la catequesis ha de:

— iniciar a los catequizandos en el lenguaje de los signos y de los símbolos;


— dar primacía al método inductivo, que es el que nos lleva de lo visible a lo invisible, del signo al
misterio;
— educar a leer e interpretar los signos de los tiempos para que los catequizandos descubran en su
existencia y en su historia de cada día aquello que Dios dice y hace ahora;
— acompañar los itinerarios catequísticos con experiencias concretas de vida cristiana: experiencias de
oración, celebraciones litúrgicas, actividades comunitarias, experiencias de solidaridad con los
marginados y, sobre todo, testimonios de creyentes que muestran con su vida de fe la acción del
Espíritu en ellos.

 Una pedagogía integradora

La catequesis es una educación integral. De ahí que la pedagogía catequética tenga un carácter
integrador.

La pedagogía de la fe es integradora cuando:

— educa a toda la persona humana: su inteligencia, afectividad, voluntad y operatividad;


— educa en todas las dimensiones de la fe cristiana: el conocimiento de la fe, la celebración litúrgica y
la oración, las actitudes evangélicas, el sentido comunitario-eclesial y el compromiso social;
— integra armónicamente les elementes esenciales del acto catequístico: experiencia humana, palabra
de Dios y expresión de fe;

147
La pedagogía catequística no deja de lado ningún elemente esencial de teda catequesis favoreciendo así
una catequesis integral. Pero ese une siempre:

- la experiencia humana;
- el conocimiento de la Palabra de Dios;
- la celebración de la fe en la Liturgia;
- la confesión de la fe en la vida cotidiana (CAL 156).

Este carácter integrador de la pedagogía catequética es el que da unidad, armonía y equilibrio a les
distintos elementos que intervienen en la praxis catequística, así como a las diversas etapas que
estructuran el proceso catequístico.

 Una pedagogía diferenciadora

La catequesis, para ser fiel a la persona en situación, necesita una pedagogía diferenciadora.

- UNA PEDAGOGÍA DIFERENCIADORA SEGÚN LAS DISTINTAS ETAPAS DE LA VIDA. No


es lo mismo educar en la fe a niños que a los jóvenes. Cada una de las etapas del desarrollo humano
exige una pedagogía adecuada y concreta.

— UNA PEDAGOGÍA DIFERENCIADORA SEGÚN LOS DIVERSOS CONTEXTOS SOCIO-


CULTURALES. Toda persona vive en un ambiente cultural concreto. La catequesis ha de conocer los
rasgos del entorno cultural en que viven los catequizandos y ha de responder al gran desafío de
inculturar la fe para que el Evangelio pueda ser comprensible y significativo para cada uno de sus
interlocutores.

— UNA PEDAGOGA DIFERENCIADORA SEGÚN LOS DISTINTOS NIVELES DE


RELIGIOSIDAD Y DE FE EN QUE SE ENCUENTRAN LOS INTERLOCUTORES. Hay que tener
en cuenta las diversas actitudes y manifestaciones, a través de las cuales ellos expresan el sentido de lo
sagrado, el sentido religioso (concepciones de Dios, criterios morales, comportamientos rituales) y la
situación de fe en que están (por ejemplo, si son alejados, indiferentes, practicantes ocasionales,
practicantes rutinarios, etc.).

— UNA PEDAGOGÍA DIFERENCIADORA SEGÚN LAS DIVERSAS ETAPAS DEL PROCESO.


El proceso catequístico está estructurado en diversas etapas, cualitativamente diferentes (etapa
kerigmática, catequética-iniciadora, sacramental...). Cada una de ellas reclama un tratamiento
pedagógico diferente.

 Una pedagogía liberadora

EI anuncio de Ia Buena Nueva implica un mensaje de liberación. Dios libero a su pueblo de la opresión
y esclavitud de Egipto. Jesús libero a las personas tanto de la esclavitud del pecado como de males
concretos (enfermedad, hambre, marginación social...) Por eso, la pedagogía catequética esta Ilamada a
ser liberadora y transformadora.
148
la catequesis, con su pedagogía liberadora, busca la promoción y liberación integral de la persona
humana y Ia transformación de la sociedad en sus distintas áreas y campos (familiar, social, cultural,
económico y político). Esto exige a la catequesis:

— presentar el mensaje cristiano como don ofrecido a la libertad del catequizando y nunca como una
imposición o carga;
— trabajar, impulsados por la fe, en la promoción humana integral de las personas;
— fomentar una actitud crítica y constructiva que estimule la búsqueda del bien común;
— denunciar proféticamente los aspectos deshumanizantes de la vida social, así como las estructuras y
mecanismos injustos que existen en la sociedad;
— promover la participación de todos los creyentes en la construcción de una nueva sociedad que
sintonice con los valores del Evangelio;
— servir, con amor preferencial, a los más pobres y débiles de la sociedad.

Solamente con una pedagogía crítica, concientizadora y liberadora, la catequesis formara personas
libres que trabajen en la liberación de sus hermanos.

RASGOS FUNDAMENTALES DE LA PEDAGOGÍA CATEQUÍSTICA

149
11.3. LA CATEQUESIS, ACCIÓN EDUCATIVA

11.3.1. La dimensión educativa de Ia catequesis

El ministerio de la catequesis a lo largo de su desarrollo historico se ha nutrido constantemente de dos


manantiales: las ciencias teológicas, que han determinado su naturaleza y finalidad última, y las
ciencias pedagógicas, que han iluminado la forma y el camino por seguir para proyectar y Ilevar a cabo
el proceso y el acto catequístico. La catequesis, por lo tanto, siempre ha estado vinculada a la
pedagogía.

De manera especial la catequesis ha recibido un fuerte influjo de las ciencias pedagógicas en los
últimos siglos.

— A finales del siglo XIX y en toda la primera mitad del siglo XX, la preocupación fundamental de la
acción catequizadora se concentraba en el método. Por el influjo de las nuevas ideas pedagógicas,
provenientes de la Escuela activa y de la didáctica de los grados formales del "método de Munich", el
interés principal de la catequesis consistía en cómo enseñar mejor el catecismo, teniendo en cuenta las
condiciones reales de aprendizaje del niño y fomentando su participación activa. Fue la llamada "etapa
pedagógica" de la catequesis. En efecto, la llamada "Escuela activa" impulso el principio de la
participación activa de los alumnos. Sus principales representantes, el estadounidense John Dewey
(1859-1952) y el alemán Geor Kerschensteiner (1854-1932), afirmaban que lo que mejor se aprende es
lo que se hace. El Método de Munich, por su parte, establecía tres pasos metodológicos para la
enseñanza catequística; la presentación de tema, hecha a través de narraciones o comparaciones; la
explicación dialogada con los niños; y Ia aplicación a la vida concreta de los destinatarios.

— En estos Últimos arios, gracias al creciente desarrollo y progreso de las ciencias de Ia educación, se
vuelve a enfatizar una vez más la dimensión pedagógica de Ia praxis catequística.

La catequesis es una acción esencialmente educativa. Los últimos documentos del Magisterio de la
Iglesia señalan que la praxis catequística es, ante todo, una educación en la fe:

— Globalmente se puede considerar aquí la catequesis en cuanto educación de la fe de los niños, de los jóvenes y
adultos (CT 18).
— Solo a partir de Ia conversión". Ia catequesis propiamente dicha podrá desarrollar su tarea específica de
educación en la fe (DGC 62).
— La acción catequizadora sigue al kerigma y desencadena un proceso de iniciación, de crecimiento y de
maduración en la fe... Por ser educación de la fe, Ia catequesis se realiza en forma gradual y progresiva (CAL
97).

En nuestros días, la acción catequizadora es entendida como un proceso educativo de maduración en la


fe. El componente educativo forma parte de su esencia (la catequesis es educación en la fe) y de su
finalidad (formar personas y comunidades eclesiales maduras en la fe). En otras palabras: la catequesis
tiene una naturaleza educativa y una finalidad educativa.

150
Ahora bien, si la catequesis tiene una dimensión educativa como parte integrante de su ser y de su
quehacer, entonces necesita enriquecerse con los aportes que ofrecen las Ciencias de la Educación y, de
manera particular, con los aportes de la Pedagogía y de la Didáctica.

11.3.2. La pedagogía, teoría y práctica de la educación

EI concepto pedagogía viene de las palabras griegas pais, paidos (niño) y agogia (conducción) y
significa, por tanto, conducción del niño. En sus orígenes significo la práctica del educador y luego
paso a designar la teoría de la educación. Actualmente, se la concibe como la teoría práctica de la
acción educativa.

La pedagogía forma parte de las llamadas Ciencias de Ia Educación. Como tal, es una ciencia
normativa que tiene como objeto de estudio la educación, y como finalidad última, el proyectar,
iluminar y guiar Ia praxis educativa. Por eso sus tareas básicas consisten en organizar y sistematizar los
conceptos y principios que proceden de las ciencias humanas sobre Ia educación para orientarlos y
aplicarlos a la acción educativa.

En términos generales la pedagogía estudia:

- los problemas de la realidad educativa;


- los fundamentos de la educación: filosóficos, biológicos, psicológicos, sociológicos y
epistemológicos;
- las teorías, enfoques y modelos pedagógicos;
- los componentes del proceso enseñanza-aprendizaje;
- el planeamiento de Ia praxis educativa;
- y la práctica educativa de los docentes.

La pedagogía es una teoría práctica: toma la acción educativa como punto de partida y como punto de
llegada de sus investigaciones. De ahí que algunos autores la definan como ciencia de la práctica y para
la práctica de la educación.

Como se puede apreciar, la pedagogía no se identifica ni se reduce a recursos metodológicos o a


técnicas didácticas. Es, sobre todo, una reflexión sistemática del que hacer educativo con una clara
referencia a la praxis educativa.

11.3.3. La catequesis es una pedagogía en acto

La catequesis es esencialmente una acción pedagógica:

— tiene una intencionalidad educativa (la formación integral del catequizando);


— se desarrolla como un proceso educativo;
— y recurre a métodos y técnicas provenientes de las ciencias pedagógicas y de las Ciencias de la
Comunicación.

151
No cabe duda, pues, de que la catequesis es fundamentalmente una pedagogía. Pero no una pedagogía
genérica, sino una pedagogía para la educación en la fe. Así lo afirma el Directorio General para la
Catequesis (144) al señalar que la acción catequizadora es una pedagogía de la fe en acto.

Como acción pedagógica, la catequesis se fundamenta en dos pilares complementarios e inseparables


las Ciencias de la Educación y la pedagogía divina. Las Ciencias de la Educación son el conjunto de
disciplinas que estudian los múltiples aspectos de la realidad educativa (filosofía de la educación,
psicología de la educación, sociología de Ia educación, historia de Ia educación, pedagogía, didáctica,
orientación educativa… entre otras.

De las Ciencias de la Educación toma, con previo discernimiento evangélico, aquellas teorías, enfoques
y principios pedagógicos que le ayudan a generar procesos educativos de madurez en la fe.

Pero las Ciencias de la Educación no son el único pilar sobre el que se asientan los planteamientos
pedagógicos de la catequesis, ya que esta depende radicalmente de la palabra divina y de la pedagogía
que el mismo Dios ha manifestado a lo largo de la historia de la salvación. De esta pedagogía divina Ia
praxis catequística recibe su inspiración y sus líneas constitutivas (DGC 143).

11.4. Aportes de las Ciencias de la Educación

Al tratar el tema educativo, es imprescindible, en primer lugar, hacer una breve referencia a los
principales desafíos de la educación en América Latina y el Caribe. Entre otras urgencias educativas,
mencionamos las siguientes:

— La educación básica de calidad.


— La educación temprana (preescolar) para los más pobres.
— La promoción de mejores ambientes escolares para favorecer el aprendizaje.
— La educación intercultural.
— La profesionalización del magisterio.
— La formación en valores.
— La incorporación de las nuevas tecnologías comunicacionales en la educación (PNUD, informe
1999.

En segundo lugar, merecen mención, por los valiosos aportes que ofrecen a la praxis catequística, los
avances de las Ciencias de la Educación.

En las últimas décadas, las investigaciones de estas ciencias humanas han hecho surgir nuevas teorías y
enfoques que han renovado sustancialmente los procesos educativos. Entre las diversas teorías del
aprendizaje, sobresale la teoría constructivista, la cual afirma que el educando construye en forma
activa los conocimientos o saberes de la cultura a la cual pertenece. El constructivismo es la corriente
psicopedagógica que mayores aportes ha dado a la educación en los últimos años.

Teniendo como marco teórico los principios del constructivismo, presentamos ahora, de una forma
sintética, algunos enunciados pedagógicos que iluminan y orientan hoy la actividad educativa:
152
o La educación está centrada en el aprendizaje y, por lo tanto, en el educando. Se pasa así de una
educación centrada en la enseñanza y en el maestro a una educación centrada en el aprendizaje y en el
educando.
o -La educación no se restringe a una edad cronológica ni a un espacio determinado (escuela o
universidad), ya que se desarrolla a Io Iargo de toda la existencia del ser humano. La educación a Io
largo de Ia vida es uno de los principios rectores de Ia educación actual (Delors, J., 1996, pp. 112-126).
o La persona humana es el centro y Ia razón del que hacer educativo. A su alrededor y en función
de ella se organiza toda Ia praxis educativa.
o La educación se estructura en torno a cuatro aprendizajes fundamentales (Delors, J., 1996, pp.
96-11):

 APRENDER A CONOCER (comprender e interpretar la realidad);


 APRENDER A HACER (desarrollar competencias que permitan resolver problemas);
 APRENDER A VIVIR JUNTOS (aceptar a los otros y participar en proyectos comunes);
 APRENDER A SER (tener identidad, autonomía, capacidad de juicio crítico y responsabilidad).
 Los contenidos educativos abarcan tanto conocimientos como destrezas, habilidades, actitudes y
valores.
 La finalidad de Ia educación es Ia formación integral del educando (desarrollo cognitivo, afectivo,
volitivo, social y ético).
 La educación promueve aprendizajes significativos. El aprendizaje significativo se produce cuando
el educando relaciona el nuevo material aprendido con Io que ya conoce previamente, integrándolo a
su personalidad. Lo contrario del aprendizaje significativo es el aprendizaje repetitivo y
memorístico.
 La educación promueve aprendizajes funcionales. El aprendizaje significativo exige la funcionalidad
de lo aprendido; es decir, que los conocimientos adquiridos puedan ser realmente utilizados en las
diferentes circunstancias y situaciones de la vida del educando.
 La finalidad principal de los procesos de intervención educativa consiste en desarrollar la capacidad
de autoaprendizaje en el educando ("aprender a aprender"). Con la expresión "aprender a aprender",
se afirma la necesidad de repensar la educación desde las competencias requeridas por los sujetos y
la sociedad, y se propone un nuevo modelo educativo centrado en la formación de personas
creativas y solidarias, capaces de comunicarse (tanto en forma oral como escrita), identificar
problemas, buscar información pertinente, optar con racionalidad entre alternativas y trabajar en
equipo.
 Se privilegian los métodos, técnicas y actividades participativas que promueven la conciencia
crítica, la reflexión, la confrontación de puntos de vista, el cuestionamiento y planteamiento de
opciones y compromisos de cambio.
 El docente no es el transmisor de conocimientos, sino el mediador de los procesos de enseñanza y
aprendizaje.
 La promoción de la educación de adultos con una metodología activa que genere el autoaprendizaje,
la participación protagónica y la conciencia crítica. Los materiales educativos de autoaprendizaje
(MEDAS) para adultos son un recurso valioso para el aprendizaje autónomo, la investigación y la
reflexión. La educación de los adultos nos aporta ricos elementos que Ia catequesis no puede
ignorar. Son dignas de tener en cuenta las declaraciones de las reuniones regionales
153
intergubernamentales del Proyecto Principal de Educación en América Latina y El Caribe,
promovidas por Ia UNESCO. Asimismo, el informe de la UNESCO de la Comisión Internacional
sobre Educación para el Siglo XXI; todo Io cual se encuentra debidamente referido al final de este
capítulo.

Esta breve lista, a la que se podrían añadir algunos principios de intervención didáctica, es solamente
un ejemplo de los valiosos aportes que las Ciencias de Ia Educación ofrecen a la acción catequizadora
para enriquecer los procesos catequísticos.

La catequesis no puede ignorar los avances de estas ciencias humanas ni los importantes aportes que se
desprenden de sus investigaciones y teorías. Parafraseando al Papa Paulo VI, podemos decir que la
Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no emplease en la acción catequística, con discernimiento
evangélico, estos principios y elementos pedagógicos que la inteligencia humana ha hecho posible.

11.5. LA METODOLOGÍA CATEQUÍSTICA

11.5.1. La catequesis necesita una opción Metodológica

La catequesis necesita métodos concretos que señalen el camino apropiado para acompañar a los
catequizandos hacia la plena madurez de su fe. No es suficiente con señalar las líneas pedagógicas
fundamentales de la acción catequizadora. Es también indispensable seleccionar procedimientos
prácticos para hacer operativa esa pedagogía, lo que implica analizar métodos existentes y elegir los
que faciliten un buen servicio a la educación en la fe (CAL 164).

 El método en la catequesis: significados

El término metodología, que proviene de las palabras griegas odos (camino) y logos (tratado), significa
estudio de los caminos por recorrer para alcanzar una meta o fin. La metodología es concebida como la
ciencia del método o la reflexión teórica del método o de los métodos.

La expresión metodología catequística se puede definir como la descripción y análisis, en forma sistematizada, de
los métodos adecuados y pertinentes para llevar a cabo la catequesis (CAL 164).

¿Y qué significa método? Esta palabra se deriva de las voces griegas meta (hacia) y odos (camino) y
significa é "camino hacia algo", es decir, camino para lograr un fin. » Método es sinónimo de
procedimiento o proceso operativo para obtener un resultado. De ahí que se le pueda describir como el
conjunto de procedimientos que se siguen de manera sistemática y ordenada para lograr un fin
determinado.

EI método se expresa en "procedimientos" y, por lo tanto, en "secuencias de operación". Lo anterior


requiere una estrecha relación y coherencia entre el método, los procedimientos y las secuencias
operativas elegidas para el Iogro de la meta predeterminada.

154
Algunos identifican el método con las técnicas e instrumentos que se emplean en la comunicación
catequística, haciendo un uso impropio del término, ya que el método no se reduce a técnicas o a
dinámicas. El método ciertamente incluye a éstas, pero las sobrepasa.

 La variedad de métodos, signo de vida y de riqueza

Desde sus inicios, la catequesis ha utilizado muchos y variados métodos para educar en la fe. Esta
diversidad es una muestra de respeto a los interlocutores y un signo de riqueza, vitalidad y creatividad
en la praxis catequística (CT 51).

En la experiencia catequizadora de la Iglesia se han formado dos grandes grupos de métodos, a través
de los cuales la catequesis ha ido respondiendo a las situaciones históricas de los catequizandos.

El primer grupo está formado por los métodos inductivos que son aquellos que parten de la vida para
llegar a la fe. Este fue el método de Jesús y el método de Pablo en el Areópago de Atenas. En este
grupo se puede citar, entre otros, el método conocido como "ver, juzgar y actuar".

Según el Directorio General para Ia Catequesis,

(. . .) el método inductivo es la presentación de hechos (acontecimientos bíblicos, actos litúrgicos, hechos de la


vida de la Iglesia y de la vida cotidiana...) a fin de descubrir en ellos el significado que pueden tener en la
Revelación divina (DGC 150).

Es un método conforme a la manera en que se desarrolla la Revelación y a las características propias


del conocimiento de fe, que es un cene cimiente per medie de signos.

El segundo grupo lo componen les métodos deductivos que son les que parten del anuncie del mensaje
cristiane, expresado en les documentos de la fe (Biblia, liturgia, Credo...), para llegar a la vida.

Las des familias de métodos siguen un itinerario catequístico diferente: el método inductivo es de tipo
ascendente y el deductivo es descendente. Unos y otros han demostrado, a lo largo de la historia, su
eficacia en la acción catequizadora. Y ambos se reclaman y complementan: el método deductivo
adquiere pleno valor cuando es precedido por el proceso inductivo que le acerca a las situaciones
históricas; y el método inductivo exige el método deductivo, el cual le acerca a las fuentes de la fe.

Es importante señalar que la Iglesia no tiene un método propio e único. A la luz de la pedagogía divina,
ella discierne les métodos de cada época y asume con libertad de espíritu todos aquellos elementos
metodológicos que le ayudan a proclamar el Evangelio y favorecer la educación en la fe.

 EI método, medie para educar en la fe

La metodología de la catequesis tiene come finalidad la educación de la fe. Para legrar ese cometido, la
metodología se sirve de las orientaciones de la catequética contemporánea y de la ayuda de las ciencias
pedagógicas y de las Ciencias de la Comunicación (DGC 148).

155
Es importante enfatizar que el método no es un fin en sí mismo, sine un medie y, como tal, ha de estar
al servicio de la formación integral de los catequizandos y al servicio de la acción del Espíritu que
actúa en elles. El método, como Ia pedagogía de Ia fe, tiene un carácter original, ya que es una
mediación y colaboración con el Espíritu Santo, principio inspirador de toda obra catequística.

También es importante aclarar que entre contenido y método no hay oposición o separación, sino una
profunda correlación e interacción. El método está al servicio de la Revelación y, por lo tanto, al
servicie de la comunicación fiel y significativa del contenido de la revelación divina.

Todo método catequístico se compone de tres elementes fundamentales:

 un punto de llegada, que es la formación integral de les catequizandos;


 un punto de partida, que es la situación concreta en que se encuentran los interlocutores de la
catequesis;
 y un itinerario que marca los procesos graduales y progresivos que se siguen para llegar la
maduración plena de la fe.

La catequesis no ha de perder de vista estos elementos y ha de saber desarrollarlos con sabiduría y


creatividad para formar hombres y mujeres con una fe adulta que esté arraigada en la Palabra de Dios y
que sea significativa para la vida cotidiana.

 Criterios para la selección y el emplee de métodos en la catequesis

En el trabajo cotidiano de la catequesis se constata un gran abanico de métodos. Hay métodos que están
encarnados en la vida, pero otros se alejan de ella; hay métodos participativos y métodos dictatoriales;
hay métodos liberadores, mientras otros son esclavizantes; hay métodos fieles al mensaje cristiano,
como los hay reduccionistas. En la catequesis, pues, no se puede emplear cualquier metodo para educar
en la fe. Al seleccionar y aplicar los métodos, la pastoral catequética ha de tener en cuenta los
siguientes criterios fundamentales:

— Los métodos han de ser coherentes con la pedagogía de la fe.


— Los métodos han de respetar la naturaleza del mensaje cristiano, las fuentes que le dan sustento y los
lenguajes de la fe.
— Los métodos han de ser fieles a la integridad del mensaje cristiano.
— Los métodos han de estar en todo momento al servicio de Ia vida concreta de los catequizandos.
— Los métodos han de respetar el ritmo de las personas y de los grupos.

11.5.2. Los elementos del acto catequístico

El metodo en la catequesis tiene una función básica: integrar, facilitar y dinamizar creativamente los
elementos del acto catequístico.

156
Se entiende por acto catequístico la realización concreta de la acción catequizadora en cuanto que
integra, de una manera armónica y equilibrada, los diversos elementos que la componen: experiencias
humanas, palabra de Dios, confesión de fe, oración y celebración, vida comunitaria y compromiso
cristiano. El acto catequético se realiza por la mediación del catequista.

Todos estos elementos han de estar presentes en la catequesis. Si faltara alguno de ellos, el acto
catequístico estaría incompleto.

EI acto catequístico consta de tres elementos constitutivos:

— La experiencia humana del catequizando.


— La Palabra de Dios, contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia.
— Y la expresión de fe en sus diferentes formas: profesión de fe, celebración y compromiso.

 La experiencia humana

El concepto de experiencia humana no se refiere a los afros vividos o a los conocimientos adquiridos a
lo Iargo de la existencia. Con esa expresión, aludimos a Ia realidad humana vivida conscientemente,
reflexionada con profundidad, interpretada y expresada significativamente. En este sentido, no todo lo
que se vive es experiencia humana.

La experiencia humana entra en el acto catequístico por derecho propio, ya que la misma naturaleza de
Ia catequesis exige que el anuncio del Evangelio incida en la experiencia humana. No es, por lo tanto,
una concesión a una corriente o moda metodológica, sino una exigencia de la praxis catequística.

La experiencia humana ejerce diversas funciones en la catequesis (DGC 152):

o Hace que nazcan en el ser humano intereses, interrogantes, esperanzas, inquietudes, reflexiones
y juicios que expresan el deseo de transformar Ia propia existencia.
o Hace comprensible el mensaje cristiano. La experiencia humana sirve para descubrir y asimilar
las verdades contenidas en la revelación. Es, por eso, un medio privilegiado para acercarnos al
misterio insondable de Dios.
o Es el ámbito en el que se manifiesta y se realiza la salvación liberadora de Dios. La vida
humana es lugar teológico de la revelación de Dios.

Las experiencias humanas forman parte del contenido catequético. El Documento de Medellín expresa
esta convicción con una frase lapidaria:

(…) las situaciones históricas y las aspiraciones auténticamente humanas forman parte indispensable del contenido de
la catequesis (DM Catequesis 6).

 La Palabra de Dios

157
La Palabra de Dios ilumina todo el acto catequístico y es el elemento medular que vincula a los otros
elementos. La catequesis ayuda a los catequizandos a entrar en contacto con Ia Palabra de Dios para
conocerla, reflexionarla, dejarse interpelar por ella y vivir Ia vida cotidiana, orientados por esa palabra
liberadora.

La Palabra de Dios nos llega a través de la Sagrada Escritura y de Ia Tradición. La experiencia religiosa
de Israel, Ia experiencia salvífica de Jesús, y la experiencia de la Iglesia, manifestada en su doctrina,
vida y culto, son elementos fundamentales y referenciales del acto catequístico.

En el desarrollo del acto catequístico, este elemento no se hace presente con mencionar unos textos de
la Biblia o del magisterio de la Iglesia. Lo más importante es relacionar la Palabra de Dios con las
experiencias humanas de los catequizandos y lograr la interacción fe-vida.

La Palabra de Dios, en definitiva, es la que ilumina e interpreta la existencia humana, dándole sentido y
orientación. Ella es la que hace posible que la experiencia humana sea asumida y vivida desde la fe. La
mediación del catequista facilitador requiere, para ser fiel a Ia Palabra, una formación bíblica al menos
básica, la capacidad de comunicarla adecuadamente y Ia actitud permanente para testimoniarla.

 La expresión de Ia fe

La catequesis es verdadera educación en la fe cuando sus interlocutores expresan Ia renovación que se


está operando en sus vidas.

La expresión de fe es Ia respuesta vital de los catequizandos a Dios. Se realiza a través de la profesión


de la fe, Ia celebración y el compromiso cristiano:

 Mediante la profesión de fe, el catequizando, con su corazón, memoria, inteligencia y voluntad,


da razón de lo que cree.
 Mediante la celebración, el creyente celebra con sus hermanos, en comunidad fraterna, lo que
ha experimentado en su vida y da gracias a Dios por los dones recibidos.
 Mediante el compromiso, el catequizando transforma progresivamente su vida y colabora
activamente para que surja en nuestra sociedad el Reino de Dios.

11.6. ELEMENTOS DE DIDÁCTICA CATEQUÍSTICA

11.6.1. La didáctica en la catequesis

 La didáctica, teoría y práctica de la enseñanza

El término didáctica viene del verbo griego didasko que significa enseñar. En las ciencias de la
educación, la didáctica es descrita como aquella disciplina teórico-práctica que orienta la labor de
enseñanza del docente en relación con el aprendizaje del educando.

La didáctica tiene como objeto de estudio el proceso de enseñanza-aprendizaje.


158
indica el modo de proceden a fin de que dicho proceso cumpla su cometido, teniendo en cuenta a las personas, los
objetivos, los recursos, el material didáctico, el tiempo y el espacio, de tal modo que sea exitosa la interrelación
entre el educador y el educando (CAL 171).

En la didáctica confluyen dos dimensiones inseparables: la teórica y la práctica. Por una parte, la
didáctica investiga, experimenta y crea teorías sobre como enseriar. Y por otra parte, operacionaliza
esas teorías a través de estrategias, técnicas metodológicas y recursos didácticos.

La didáctica nos indica cómo interactúan los elementos básicos que forman parte del proceso didáctico,
los cuales han de ser contemplados desde el PLANEAMIENTO DIDÁCTICO. Dichos elementos son
los siguientes:

— Objetivos: ¿Para qué enseñar (aprender)?


—Contenido: ¿Qué enseñar (aprender)?
— Estrategias de enseñanza: ¿Cómo enseñar (aprender)?
— Material didáctico: ¿Con qué enseñar (aprender)?
— Evaluación del aprendizaje: ¿Qué, cómo y cuándo evaluar?

 La didáctica catequística: generalidades

La catequesis, entre otras cosas, es una educación sistemática de la fe cristiana. No es, por
consiguiente, una acción improvisada, ya que sigue un programa debidamente estructurado que Ie
permite Ilegar a un fin preciso, que es la maduración integral de la fe.

Como educación sistemática, la catequesis necesita una mediación didáctica que asegure, en cuanto sea
humanamente posible, la eficacia y calidad de la acción catequística. En esta perspectiva, la didáctica
catequística

orienta los elementos y las condiciones objetivas y subjetivas de la enseñanza, a fin de que favorezcan la
comunicación de la fe y Ia respuesta de los interlocutores, de acuerdo a la naturaleza propia de Ia catequesis
(CAL 172).

La didáctica catequística considera, de modo particular, todo lo relacionado con la enseñanza de la fe.
Pero dicha enseñanza no abarca solo la adquisición de conocimientos, sino también el desarrollo de
sentimientos, emociones, actitudes y comportamientos coherentes con los valores que brotan del
Evangelio.

11.6.2. Los medios didácticos

De una forma genérica, los medios didácticos se pueden definir como aquellos recursos o materiales
que utilizan tanto el catequista como los catequizandos para facilitar los procesos de enseñanza-
aprendizaje relacionados con la educación integral de la fe cristiana.

159
Entre la gran variedad de medios didácticos que existen, es necesario distinguir los medios que
expresan un contenido simbólicamente organizado (catecismos, guias del catequista, textos del
catequizando, programas audiovisuales catequísticos...) de los instrumentos físicos (pizarra, globos,
maquetas, casetes, proyector de diapositivas...). Nosotros, al hablar de medios didácticos, nos estamos
refiriendo especialmente a los primeros.

Los medios didácticos enriquecen el proceso catequístico y cada uno de los encuentros de catequesis.
Apoyan y facilitan Ia comunicación del mensaje cristiano, favorecen la relación interpersonal entre
catequistas y catequizandos, suscitan espacios comunicativos para comunicar y expresar ideas y
sentimientos, desarrollan habilidades y actitudes, etc.

Para la selección y uso de los medios didácticos en la catequesis, es importante tener en cuenta los
siguientes criterios (DGC 283; CAL 175-178):

 el criterio inspirador fundamental es la fidelidad al mensaje y a la persona humana: que respeten la


integridad del mensaje y que vinculen con la vida concreta de los catequizandos;
 los medios didácticos están al servicio de la educación en la fe;
 el discernimiento es esencial. Hay que discernir no solamente si el contenido es adecuado, sino,
también, la forma en que es presentado (los elementos metodológicos y didácticos).
 exigencia de inculturación: que tengan en cuenta el contexto socio-cultural en que viven los
interlocutores, así como su lenguaje y modos de expresión;
 no absolutizar ni sobrevalorar la importancia de los recursos didácticos. Hay que tener siempre
presente que no son un fin en sí mismos sino medios que facilitan la comunicación y expresión del
mensaje catequético.

Por último, es importante señalar que el uso de los catecismos de preguntas y respuestas, vigentes
todavía en muchas diócesis de América Latina, es un retroceso en la concepción actual de la catequesis
y de la pedagogía catequística. Por una parte, la catequesis educa todas las dimensiones de la vida
cristiana y, por lo tanto, no se reduce a una enseñanza doctrinal. Por otra parte, la acción catequizadora
ayuda a los catequizandos a descubrir los grandes interrogantes de Ia vida y a encontrar, a la luz de la
fe, la respuesta a esas preguntas vitales.

11.6.3. La evaluación, como modelo didáctico de la catequesis

Evaluar no significa examinar o calificar, sino valorar los resultados de una acción y de un proceso. En
el caso de Ia acción educativa se evalúa Io que los alumnos han aprendido (resultados del aprendizaje)
y Ia totalidad de elementos que intervienen en los procesos de enseñanza-aprendizaje para su posterior
valoración, de modo que sea posible tomar las decisiones pertinentes para mejorar los procesos
educativos en su conjunto.

En Ia didáctica educativa existen varios tipos de evaluación. Los más conocidos y usados son Ia
evaluación diagnostica, Ia evaluación formativa y Ia evaluación sumativa.

160
— EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA: es aquella que se realiza al inicio de un periodo de aprendizaje
(curso lectivo, etapa, unidad didáctica...) para valorar las expectativas, motivaciones, conocimientos y
habilidades previas de los educandos. Tiene como fin adecuar el proceso de enseñanza-aprendizaje a
las necesidades y posibilidades reales de los alumnos.

— EVALUACIÓN FORMATIVA: es aquella que se realiza durante el desarrollo del proceso de


enseñanza-aprendizaje. Su finalidad es ajustar y reorientar la enseñanza del docente y Ia actividad
constructiva de los educandos. Tiene un énfasis cualitativo.

— EVALUACIÓN SUMATIVA es aquella que se realiza al final de un periodo de aprendizaje. Su


objetivo es valorar cuantitativamente los resultados finales del aprendizaje adquirido por el educando,

Y ¿QUÉ DECIR DE IA EVALUACIÓN EN IA CATEQUESIS? HE AQUÍ ALGUNAS


ORIENTACIONES GENERALES AL RESPECTO:

— Se evaluá lo que los catequizandos han asimilado (contenidos cognoscitivos, afectivos y


actitudinales), así como el proceso y el acto catequístico, para valorar los resultados reales de Ia acción
catequística y aplicar los cambios oportunos en el itinerario de fe, con la intención de mejorar Ia
calidad de la praxis catequística.
— Se privilegia la evaluación diagnostica y formativa, las cuales ofrecen a los catequistas criterios,
formas e instrumentos para conocer en qué medida el mensaje comunicado ha sido interiorizado y
traducido en actitudes y compromisos vitales. Los resultados obtenidos pueden generar, por parte del
catequista, ajustes, cambios y rectificaciones en los contenidos, en la metodología y en el uso de los
recursos didácticos.
— La evaluación en catequesis no consiste en calificar, en dar notas. Por eso, la evaluación sumativa,
que busca medir los conocimientos y calicharlos con números, no es recomendada en Ia catequesis
(CAL 173). Sin embargo, la valoración cuantitativa no debe desecharse del todo, ya que
ocasionalmente se puede utilizar para constatar la comprensión de textos bíblicos, la memorización de
formulaciones de fe y el nivel de conocimiento del mensaje cristiano. En este caso, se integraría a un
proceso de evaluación formativa.

ELEMENTOS DE DIDÁCTICA CATEQUÍSTICA LA DIDÁCTICA,


TEORÍA Y PRÁCTICA DE LA ENSEÑANZA

La didáctica:
o Es una disciplina teórico-práctica que orienta la labor de enseñanza del
docente.

o Tiene como objeto de estudio el proceso de enseñanza-aprendizaje.

o Es una teoría práctica: crea teorías sobre como enseñar y como aprender,
y las operacionaliza a través de estrategias y técnicas.

o Nos dice cómo interactúan los elementos básicos del proceso didácticos
objetivos, contenidos, estrategias de enseñanza y aprendizaje, material

161
didáctico y evaluación del proceso de aprendizaje.

LA DIDÁCTICA CATEQUÍSTICA

 La catequesis, como educación sistemática de la fe, necesita una


mediación didáctica que asegure la eficacia y calidad de la praxis
catequística.

 La didáctica catequística orienta los elementos y las condiciones


objetivas y subjetivas de la enseñanza-aprendizaje, a fin de que
favorezcan la comunicación de la fe.

o La catequesis necesita emplear medios didácticos para facilitar los


procesos de enseñanza-aprendizaje relacionados con Ia educación en la
fe.

SÍNTESIS

1. La pedagogía de Dios, fuente y modelo de Ia pedagogía catequística

— Dios, al revelarse, ha utilizado una pedagogía que constituye la fuente y el modelo referencial
de la pedagogía catequística.
- La pedagogía divina es la forma histórica que Dios ha seguido a lo largo del tiempo para darse a
conocer y manifestar su proyecto liberador.
— La pedagogía de Dios en el Antiguo Testamento se caracteriza por ser una pedagogía del don,
del diálogo y encuentro, de la historicidad, de los signos, personalizante y comunitaria, gradual y
progresiva. EI amor es el alma de la pedagogía divina.
— Jesús continúa la pedagogía manifestada por Dios Padre en el Antiguo Testamento. En la
pedagogía de Jesús encontramos los siguientes rasgos: atención y respeto a las personas; se parte
siempre de situaciones concretas; acogida a los pobres; denuncia profética; formación de una
comunidad; fidelidad al Padre y docilidad al Espíritu.
— La predicación apostólica se realiza bajo el dinamismo del Espíritu Santo (pedagogía del
Espíritu). La pedagogía misionera de Pablo es una pedagogía en la línea de la inculturación y de la
animación pastoral.

2. La pedagogía catequística

— La Iglesia, con la inspiración del Espíritu Santo, ha generado a lo largo de los siglos un rico
patrimonio de pedagogía de la fe.

LA PEDAGOGÍA CATEQUÍSTICA.

* Es una pedagogía original: busca la comunión del catequizando con Jesucristo y tiene
como agente principal al Espíritu Santo.

* Tiene un principio fundamental: la fidelidad a Dios y la fidelidad a la persona


humana.

162
* Tiene como norma y modelo la pedagogía de Dios.

* Tiene unos rasgos básicos: es una pedagogía personalizante, del don y del encuentro,
de Ia encarnación y de la experiencia, de los signos de Dios, integradora, diferenciadora
y liberadora.

3. La catequesis, acción educativa

— La catequesis tiene una dimensión educativa como parte integrante de su ser (educación en
la fe) y quehacer (formar personas y comunidades eclesiales maduras en la fe).
— La pedagogía es aquella disciplina de las Ciencias de la Educación que ofrece una reflexión
sistemática del quehacer educativo.
— La catequesis es una pedagogía de la fe en acto.

4. Aportes de las Ciencias de la Educación

— En las últimas décadas, las Ciencias de Ia Educación han aportado valiosas teorias y enfoques
educativos. Entre ellos sobresale Ia teoría constructivista, Ia cual afirma que el educando construye en
forma activa los conocimientos.

— La catequesis discierne esas teorías y toma aquellos principios y elementos pedagógicos que
enriquecen su praxis catequística.

5. Elementos de metodología catequística

— El método se puede describir como el conjunto de procedimientos que se siguen de manera


sistemática y ordenada para lograr un fin determinado.
— En la catequesis, el método es un medio para educar en la fe.
— Hay dos grandes grupos de métodos: los que parten de la vida para llegar a la fe (métodos
inductivos), y los que parten del anuncio del mensaje cristiano para llegar a la vida (métodos
deductivos).
— Entre método y contenido hay una profunda correlación e interacción.
— Un criterio fundamental para la selección y empleo de los métodos en la catequesis: los métodos
han de estar en sintonía con la pedagogía de la fe.
— Una función básica del método: integrar y dinamizar creativamente los elementos del acto
catequístico (experiencia humana, palabra de Dios y expresión de la fe).

6. Elementos de didáctica catequística

— La didáctica es aquella disciplina teórico—práctica que orienta la labor de enseñanza del


docente en relación con el aprendizaje del educando.
— La didáctica catequística orienta los elementos y las condiciones objetivas y subjetivas de Ia
enseñanza, a fin de que favorezcan la comunicación de la fe, de acuerdo con la naturaleza
propia de la catequesis.
— Los medios didácticos son aquellos recursos o materiales que facilitan los procesos de

163
enseñanza-aprendizaje relacionados con la educación integral de la fe cristiana.
— El criterio fundamental para la selección y uso de los medios didácticos es la fidelidad al
mensaje y a la persona humana.
— La evaluación es un momento didáctico importante en los procesos catequísticos. En Ia
catequesis se ha de privilegiar la evaluación diagnóstica y la evaluación formativa.

PARA PROFUNDIZAR

1. A la Iuz de los rasgos descritos da la pedagogía divina, ¿qué consecuencias se derivan para la
Catequesis?
2. ¿Qué aportaciones hacen a la praxis catequística cada una de las orientaciones de la pedagogía
Constructivista?

3. ¿Qué opciones metodológicas ha de hacer la praxis catequística?


4. ¿Qué aportaciones ofrece la didáctica a los procesos catequísticos?
5. ¿Cuáles son los conocimientos y las capacidades pedagógicas básicas qua han de tener los agentes de
la catequesis?

Referencias
Comisión de Alto Nivel del Proyecto RLA /96/001(1999). Los retos educativos del futuro. Estado da Ia
educación en América latina y al Caribe. San José, Costa Rica: PNUD.
Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO do Ia Comisión
Internacional sobre la educación para cl siglo XXI. Madrid, España: Ed. UNESCO.
(Para los documentos eclesiales, véase Ia lista de siglas).

Bibliografía
González, E. (1999). Curso básicos para catequistas. Pedagogía catequética. Madrid, España: CCS.
González, J. (2002). La pedagogía encierra un tesoro. San José, Costa Rica: Editorial CONEC.

González, J. (2002). La pedagogía de Dios. San José, Costa Rica: Editorial CONEC.
Maymí, P. (1998). Pedagogía de la fe. Madrid, España: Instituto San Pio X.
Morell, F. (1999). "Pedagogía de Dios. Pedagogía catequética". En Nuevo Diccionario de Catequética.
Madrid: San Pablo.
Pérez, E. (1999). "Metodología catequética". En Nuevo Diccionario de Catequética. Madrid: San
Pablo.

164
V CATEQUESIS EN EL DINAMISMO ECLESIAL

12. El ministerio especifico de la Catequesis en la pastoral orgánica


13. Catequesis y Educación Religiosa Escolar

Que cada cual ponga al servicio de los demás


la gracia que ha recibido. como buenos administradores
de las diversas gracias de Dios
(1 P 4, l0)

12. EL MINISTERIO ESPECÍFICO DE LA CATEQUESIS EN LA PASTORAL ORGÁNICA

INTRODUCCIÓN

LA catequesis forma parte de una actividad orgánica y permanente de la Iglesia y esta, por lo tanto,
estrechamente vinculada con todo su que-hacer pastoral. No es, pues, ni puede ser una acción aislada e
individualista.

En este capítulo se tratara de entender el ministerio específico de la catequesis dentro de la pastoral de


conjunto y, en particular, dentro de la diocesanidad de la pastoral catequística y de otros niveles
eclesiales. Dentro de las competencias y responsabilidades de la catequesis en la Iglesia particular, se
analizara ahora la organización y el ejercicio de algunas tareas propias del servicio catequístico.

Se trata, asimismo, la planeación pastoral de la catequesis, que es muy importante en la Iglesia. Una
catequesis bien planeada es fruto de la previsión y del ordenamiento de los procesos para educar en Ia
fe, propios de los agentes de pastoral responsables de su tarea ante Dios y ante la comunidad cristiana.

165
Sin embargo, ninguna planeación está por encima de la acción del Espíritu Santo y de la libertad
humana. Se requiere, por lo tanto, que todo agente de catequesis esté en la mejor actitud de hacer de la
catequesis una acción debidamente ordenada, pero sabiendo que quien la hace realmente eficaz es el
Espíritu, que actúa en el interior de las personas, de acuerdo con Ia libre apertura de éstas a su acción.

12.1. LA CATEQUESIS Y IA PASTORAL ORGÁNICA

Si bien el capítulo quinto de este manual se refiere a Ia identidad de Ia catequesis, es preciso, sin
embargo, puntualizar aquí algunos aspectos atines, a fin de ubicar mejor su ministerio específico dentro
de Ia tarea evangelizadora de la Iglesia.

EI Concilio Vaticano II, y posteriormente la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, nos ayudan a
entender que la evangelización es la misión esencial de la Iglesia y, en virtud de ello, abarca todas las
acciones mediante las cuales la Iglesia comunica a las personas el mensaje de la salvación.

Por mucho tiempo se entendió el término EVANGELIZACIÓN como aquel PRIMER ANUNCIO con
el que Ia Iglesia llega a los que no conocen a Cristo. Asimismo, se identificó la evangelización con la
acción misionera de la Iglesia hacia los no creyentes. Actualmente, por evangelización entendemos la
totalidad de acciones que la Iglesia realiza para anunciar, celebrar y vivir el Evangelio de Jesucristo.

Es -expresa el Papa Pablo VI— una realidad rica, compleja y dinámica. Por tanto, ninguna definición
parcial y fragmentaria podría reflejarla, si no es con el riesgo de empobrecerla e incluso mutilarla
(EN 17).

La evangelización es la finalidad de la Iglesia: en efecto, ella existe para evangelizar (EN 14). Y como
la evangelización es un todo, es preciso que se lleve a cabo de una manera orgánica; es decir, como una
pastoral planificada, programada y llevada a cabo mediante una espiritualidad de comunión, como Io
señala el Concilio Vaticano II.

La catequesis es "un momento" o una etapa del proceso evangelizador. Es una acción o un momento
privilegiado en el conjunto de las acciones con las que la Iglesia evangeliza (CT 18).

Aún más, el fin último de la catequesis, que consiste en llevar la madurez de la fe tanto a las
comunidades como a los individuos (DCG 21), exige que sea como el alma de todas las acciones que
procuran esta madurez.

La catequesis está al servicio de la iniciación cristiana (DGC 65-68) y de la educación permanente de


Ia fe (DGC 69-72). También está al servicio del PRIMER Anuncio, prepara para la vida litúrgica,
educa en Ia experiencia de oración, comunica el mensaje cristiano, el testimonio de la vida cristiana,
forma en los valores evangélicos de la justicia, de la promoción del ser humano, entre otros. Por lo
mismo, esta íntimamente vinculada a todas aquellas acciones pastorales que atienden los espacios
fundamentales en donde las personas se realizan e interactúan: la familia, el mundo del trabajo, de la
cultura, de la política, de la empresa, así como en los momentos y en los Iugares de esparcimiento.

166
Igualmente atiende situaciones específicas de la persona, tales como la salud, la edad, la situación
socioeconómica, y otras.

12.2. LA PLANEACIÓN DE LA PASTORAL CATEQUÍSTICA

En el capítulo anterior se hizo referencia al PLANEAMIENTO DIDÁCTICO; esto es, al ordenamiento


y previsión de los procesos de enseñanza y aprendizaje propios de la educación en la fe. Es signo de
responsabilidad y de respeto a los catequizandos hacer una opción anticipada y preventiva acerca de los
objetivos, los contenidos, las situaciones de enseñanza y de aprendizaje, los recursos, el tiempo y los
criterios de evaluación, respecto a cada encuentro y proceso catequístico.

LA PLANEACIÓN PASTORAL DE LA CATEQUESIS se refiere más bien a los programas y a los


proyectos que se realizan en los ámbitos parroquial, diocesano y nacional. Estos esfuerzos no son un
asunto de simple adaptación o adecuación, sino expresión de fidelidad a Dios y de respeto a los agentes
e interlocutores (CAL 218).

Actualmente, la sociedad valora mucho la planeación; difícilmente se encuentra una institución o


empresa exitosa que no planifique sus acciones.

No menos la han valorado los obispos latinoamericanos, pues en el documento de Puebla (1979)
resaltan su valor en la aplicación pastoral:

La acción pastoral planificada es la respuesta específica, consciente e intencional, a las necesidades de la


evangelización. Deberá realizarse en un proceso de participación en todos los niveles de las comunidades y
personas interesadas (DP 1307)

La planeación de la pastoral catequística comienza teniendo en cuenta el plan diocesano, ya que es al


respectivo obispo a quien corresponde establecer un proyecto global de catequesis para su Iglesia
particular.

En el ámbito de la parroquia, las acciones prácticas requieren de la planificación adecuada de los


recursos, de las prioridades, de los métodos, y de los procesos de evaluación; elementos que ayudaran a
hacer de la catequesis no una acción improvisada, sino una tarea a la que Ia Iglesia dedica su atención y
sus esfuerzos con Ia seriedad debida.

12.3. LA ORGANIZACIÓN DIOCESANA DE LA PASTORAL CATEQUÍSTICA

La coordinación es un elemento clave en el impulso de toda actividad humana, de tal manera que si se
carece de ésta, se realizan acciones dispersas, repetitivas, incongruentes y hasta contradictorias;

La coordinación de Ia catequesis no es un asunto meramente estratégico, en orden a una mayor


eficacia de la acción evangelizadora, sino que tiene una dimensión teológica de fondo (DGC 272).

Toda Iglesia particular ha de ofrecer, de manera global, un PROYECTO DIOCESANO DE


CATEQUESIS, en el cual puedan quedar integrados de manera articulada, coherente y coordinada, los
167
diferentes procesos catequísticos ofrecidos por la diócesis para todas las edades de los cristianos (DGC
274).

La responsabilidad de la catequesis recae directamente sobre el obispo diocesano. Ya el decreto


Provido sane (1935) estableció para todos los obispos la obligación de instituir el oficio catequístico
diocesano, obligación que fue asumida a partir del Directorio Catequístico General de 1971 (DCG 126;
DGC 265). El nuevo Directorio para la catequesis prefiere llamarlo SECRETARIADO DE
CATEQUESIS y Io presenta como el instrumento del que se sirve el obispo para promover todas las
iniciativas catequísticas: su organización, Ia formación, la designación de los distintos responsables, los
recursos, los textos. A través de este secretariado el obispo manifiesta su ministerio profético, como
cabeza y maestro de la doctrina (DCG 126).

Son tareas del Secretariado Diocesano de Catequesis:

— Coordinar la pastoral catequética diocesana en comunión con el obispo.


— Analizar la situación diocesana de la acción catequizadora.
— Prestar a las parroquias los servicios que requieran para la animación y orientación del trabajo
catequístico.
— Tomar en cuenta, para su aplicación, aquellas orientaciones emanadas directamente de la
Conferencia Episcopal o a través de las respectivas instancias nacionales.
— Apoyar la catequesis parroquial y además, realizar acciones que sobrepasan las posibilidades de
ésta, tales como la elaboración de catecismos y textos y la animación de ciertas actividades de carácter
nacional.
— Promover la formación inicial y permanente de los catequistas a todos los niveles, para lo cual
pueden crearse los llamados "equipos de formación", en los diferentes ámbitos pertenecientes a Ia
diócesis.
— Administrar los recursos proporcionados por la diócesis para el fortalecimiento de los procesos
catequísticos, prioritariamente para Ia formación de los agentes.
- Planear y evaluar los procesos catequísticos de manera coherente (CAL 222).

12.3.1. La organización de la catequesis Parroquial

En el ámbito parroquial, el párroco es el primer catequista y motor de la catequesis de su comunidad.


Para llevar adelante su misión cuenta con la comisión PARROQUIAL DE CATEQUESIS, y con el
coordinador o la coordinadora de catequesis.

A la comisión corresponde la planeación de la acción catequística y su integración en el plan pastoral


de Ia parroquia. La coordinación catequística organiza los niveles y etapas de la catequesis (CAL 224).

La parroquia idóneamente estructurada podrá atender la catequesis de todas las edades, a partir de la
catequesis de los adultos; la catequesis que prepara para los sacramentos, y aquellos procesos
indispensables de la iniciación cristiana y del catecumenado. A ella corresponde cuidar de una
excelente formación de sus catequistas, según sus niveles y funciones, atendiendo sus necesidades
pastorales, pero sin descuidar sus dificultades humanas.
168
Igualmente, la parroquia requiere de un sentido profundamente pastoral para generar y administrar los
recursos, de modo que no falten a los obispos los textos necesarios y los locales adecuados, y que la
catequesis no carezca de lo necesario para su normal desarrollo en la comunidad parroquial.

Quizá sea en el nivel parroquial, aunque no exclusivamente en éste, en donde la labor de coordinación
de la catequesis requiere, para su mejor logro, de ciertas actitudes básicas:

 La mística de los agentes, que no se buscan a sí mismos ni sus intereses propios o familiares, sino
aquellos de la comunidad.
 La capacidad para trabajar en equipo, para reconocer a los auténticos líderes, para valorar las
cualidades de los demás y saber aceptar las limitaciones, de las cuales nadie carece.
 Un nivel adecuado de autoestima y de relaciones humanas.
 La apertura necesaria para comunicarse y para escuchar a los demás.
 La corrección fraterna y el perdón.
 La generosidad para compartir con los demás los esfuerzos, los materiales, las nuevas ideas.
 La capacidad para enfrentar, conjuntamente y de manera positiva, los problemas, en procura de
su pronta y debida solución.
 La valoración del grupo como lugar en donde se aprende a ser Iglesia, a compartir la fe y el
testimonio.

En la medida en que se cultivan estas y otras actitudes básicas, se evitan los conflictos que se presentan
con frecuencia en toda labor de organización y de coordinación, y de los cuales la catequesis no está
exenta.

Es importante tener también en cuenta que, de manera particular es en la parroquia en donde se da el


mayor intercambio y participación de agentes diversos: presbíteros con experiencia y sacerdotes
jóvenes; personas consagradas del propio país y extranjeros; laicos de diversas edades y condiciones.
Ello, si bien es una riqueza humana y eclesial, también comporta la exigencia de un nivel adecuado de
formación humana y cristiana, a fin de trabajar, desde la diversidad, pero en unidad de criterios, en
nombre de Jesús para que la comunidad crezca en la fe.

12.3.2. La animación y la coordinación de la catequesis a escala nacional

Cada Conferencia Episcopal nombra, para el impulso y la organización de la catequesis, una


COMISIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, integrada por obispos. O, en su defecto, una
COMISIÓN NACIONAL, a la cual corresponde orientar y coordinar todas las fuerzas vivas de la
catequesis en el ámbito nacional, a partir de la colegialidad episcopal:

Las Comisiones Episcopales de Catequesis normalmente están constituidas por Obispos. Sin embargo, en los
países pequeños, a causa del limitado número de ellos que conforman la Conferencia Episcopal, dichas
comisiones se integran a partir de un Obispo Presidente, coadyuvado por un equipo constituido por presbíteros,
religiosos y laicos

169
Por eso, la Comisión Nacional de Catequesis normalmente cuenta con un Obispo Presidente y un Director
Secretario ejecutivo nacional, integrando a su tarea a los Directores Diocesanos de Catequesis. Otros miembros
pueden ser representativos de acciones o instancias catequísticas del ámbito nacional (CAL 227).

En los distintos países, cada Comisión Nacional normalmente cuenta con un departamento o
secretariado nacional, órgano ejecutor e impulsor del dinamismo de la catequesis nacional.

Dicha oficina está llamada a ser un lugar de coordinación y proyección, un centro de producción y comunicación
al servicio de las diócesis (CAL 227).

A la Comisión Nacional de Catequesis le corresponde:

 Ejecutar los acuerdos de la Conferencia Episcopal en el campo de la catequesis.


 Responder a los requerimientos más relevantes de la catequesis, de acuerdo con la realidad de
cada país.
 Orientar la catequesis dentro de todo el conjunto de Ia evangelización.
 Animar y apoyar a los secretariados diocesanos.
 Elaborar los textos necesarios para la catequesis y cuidar de que estos sean expresión de unidad
de criterios válidos para todos, hasta donde sea posible.
 Atender actividades catequísticas de interés nacional.
 Evaluar periódicamente los procesos catequísticos en general, así como su trabajo interno como
comisión.
 Mantener la relación necesaria con el movimiento catequístico internacional, especialmente con
los países del área a la que corresponde particularmente con el Departamento de Catequesis del
Consejo Episcopal Latinoamericano (CAL 227-228; DGC 269).

12.4. LA RELACIÓN DE LA CATEQUESIS NACIONAL A ESCALA REGIONAL Y


LATINOAMERICANA

A escala Latinoamericana, existe el Departamento de Catequesis (DECAT). A partir de mayo de 2003


el DECAT ha sido integrado en el Departamento de Misión y Espiritualidad, organismo perteneciente
al CELAM como un servicio a las Conferencias Episcopales de América Latina.

La coordinación catequística desde el CELAM conlleva un sello muy propio de la naturaleza de este
Consejo, así como de la idiosincrasia latinoamericana.

Son funciones propias del DECAT:

o Ejecutar las recomendaciones de las Asambleas Ordinarias del Episcopado Latinoamericano.


o Favorecer en este campo el intercambio de experiencias.
o Facilitar, hasta donde sea posible, la unidad de criterios y las acciones coordinadas.
o Facilitar servicios específicos a las Conferencias Episcopales en particular.

170
o Facilitar los procesos de reflexión y de estudio de los problemas comunes a todos en Ia
catequesis; elaborar orientaciones y programar actividades que ofrezcan motivaciones para el
trabajo, a las distintas Comisiones Nacionales y a las Iglesias Particulares.
o Promover Ia investigación catequética.
o Mantener relaciones de diálogo y cooperación con instituciones afines al DECAT (CAL 229).

12.5. El servicio de la Santa Sede

El DGC (270), citando al Directorio de 1971, recuerda que;

El mandato de Cristo de anunciar el Evangelio a toda criatura, se refiere ante todo e inmediatamente a los
Obispos con Pedro y bajo la guia de Pedro.

Este ministerio de Pedro lo realiza el Papa directamente por sus enseñanzas y a través de la
Congregación para el Clero, entre cuyas funciones esta Ia de ayudarlo en todo lo que se refiere a la
catequesis en la Iglesia universal.

SÍNTESIS

1. La catequesis y Ia pastoral orgánica

— La evangelización se lleva a cabo de una manera orgánica: en unidad con los pastores, con
criterios comunes y de una manera organizada.

— La catequesis es un momento o etapa del proceso evangelizador. Se lleva a cabo dentro de la


totalidad de la acción evangelizadora de la Iglesia, dando testimonio de que la Iglesia es un
verdadero cuerpo que actúa orgánicamente.

2. La planeación de Ia pastoral catequística

— La planeación consiste en el ordenamiento y la previsión de los procesos de enseñanza y


aprendizaje de la educación en la fe. La planeación es una expresion de fidelidad a Dios y de
respeto a los agentes e interlocutores.

— En el ámbito parroquial, se requiere hacer una planificación adecuada de las prioridades, de los
métodos, de los recursos y de los procesos de evaluación.

3. La organización diocesana de la pastoral catequística

— El Secretariado Diocesano de Catequesis es el instrumento del que se sirve el obispo para promover
todas las iniciativas catequísticas en su diócesis: su organización, los responsables, los textos y los
recursos catequísticos.

4. La organización de la catequesis parroquial

— Para una mejor organización, Ia parroquia requiere de una Comisión Parroquial de Catequesis y
un coordinador parroquial. También ha de atender la catequesis de todas las edades, cuidar la
formación de sus catequistas y proveer los recursos necesarios.
171
5. La animación y coordinación de la catequesis a escala nacional

— Generalmente, las Conferencias Episcopales tienen una Comisión Episcopal o Comisión


Nacional de Catequesis, que es la estructura y el organismo que orienta y coordina todas las
fuerzas vivas de la catequesis en el ámbito nacional.

6. La relación de la catequesis nacional a escala latinoamericana

— A escala latinoamericana, existe el Departamento de Misión y Espiritualidad que incluye Ia


Sección de Catequesis, organismo perteneciente al CELAM, como un servicio de animación y
apoyo para las Conferencias Episcopales o Comisiones Nacionales de Catequesis.

7. El servicio de la Santa Sede

—La misión de enseñar la ejercen los obispos en comunión, bajo la guía del Papa, sucesor de Pedro.

— La Congregación para el Clero es el dicasterio de la Santa Sede que colabora con el Papa en todo lo
que se refiere a la catequesis.

PARA PROFUNDIZAR

1. ¿Hasta qué punto las distintas actividades de coordinación que se están llevando a cabo en la
catequesis de su Iglesia diocesana contribuyen a favorecer la unidad de la fe en esta'?
2. Explique la interrelación que existe entre coordinación diocesana de la catequesis y
coordinación parroquial.
3. ¿Qué funciones Ie corresponden a un coordinador de catequesis a parroquial?

Referencias: (Para los documentos eclesiales, véase listado de siglas).

Bibliografía

Alberich, E. (1991). La catequesis en Ia Iglesia. Madrid: Editorial CCS

13. LA CATEQUESIS Y LA EDUCACIÓN RELIGIOSA ESCOLAR

INTRODUCCIÓN

LA Iglesia ha estado presente en forma significativa en la historia educativa de América Latina. De ello da fe el
desarrollo historico de nuestras culturas. Ciertamente, el aporte de la Iglesia Católica a Ia educación ha marcado
en buena parte Ia identidad cultural de los pueblos latinoamericanos.

172
Los programas de Educación Religiosa Escolar nacen de la necesidad de introducir la dimensión religiosa del
ser humano y de la vida en la educación de nuestros países, para que sea una educación integral; es decir, para
que abarque todas las dimensiones de Ia persona.

Sin embargo, no siempre se ha entendido la identidad propia de la ERE y se le ha confundido con otras tareas
pastorales, particularmente con Ia catequesis, que es más propia del ámbito de Ia comunidad cristiana parroquial.

En este capítulo se hará referencia a la distinción entre la catequesis y la ERE. Se tratara de explicar
específicamente Ia naturaleza y los alcances de la ERE, en el ámbito de la escuela como actividad distinta y
complementaria de la catequesis que, en la historia educativa de América Latina, ha abierto surco y ha
depositado la buena simiente, cultivando y cosechando frutos entre logros, esperanzas y debilidades. Es
importante si la escuela pública abre las puertas a la Iglesia para participar en la educación de la dimensión
religiosa de los alumnos, que la Iglesia lo haga con propiedad en este ámbito y tenga en cuenta las orientaciones
actuales del Magisterio en esta materia.

13.1. Una mirada al pasado de la Educación Religiosa Escolar

La ERE en América Latina se ha desarrollado dentro de una diversidad de conceptualizaciones, praxis, marcos
jurídicos y pastorales existentes en cada país de acuerdo con su proceso historico, que no permiten tener un
concepto unívoco de la ERE. En 17 países Latinoamericanos se imparte la ERE en la escuela pública. En todos
ellos se imparte con modalidades diversas y en todos los países se encuentra en proceso de renovación en el
marco de reformas educativas.

La experiencia latinoamericana indica que la ERE se desarrolla en referencia a dos ámbitos de significado: por
una parte, el Estado con el proyecto educativo de cada país y por otra, Ia Iglesia con su misión evangelizadora,
dentro de un marco de garantías reconocidas por los gobiernos.

13.1.1. Fundamento jurídico

En los países donde se imparte la Educación Religiosa en la escuela pública, este servicio educativo ha sido
reconocido legalmente en instrumentos como Constituciones nacionales, concordatos entre los gobiernos y la
Santa Sede, diversas leyes y decretos, resoluciones y convenios entre el Estado y la Iglesia Católica. Los
contenidos de estos marcos jurídicos se refieren a la Educación Religiosa como a una tarea que se desarrolla en
forma conjunta entre el Estado y Ia Iglesia.

Por otra parte, se ha dado una tendencia creciente a justificar la Enseñanza Religiosa como exigencia de los
derechos de la persona, de la libertad religiosa y de cultos, del derecho de libertad de enseñanza y el derecho a
una formación integral. Se ha enfatizado que es a los padres de familia a quienes corresponde elegir el tipo de
educación laica o religiosa para sus hijos, como derecho inalienable.

EI Documento de Trabajo del Departamento de Educación del CELAM (1999) Orientaciones generales para la
ERE en América Latina y el Caribe describe así la situación de la ERE desde su aspecto legal:

En algunos países, aunque existan los instrumentos legales, no se imparte Ia Educación Religiosa, en su debida
forma, por diversas causas: en 6, por falta de presupuesto; el 5, por falta de profesores preparados; en 3, por falta
de horario suficiente, en 5, por falta de claridad en los acuerdos iglesia—Estado, en cuanto a su operatividad; en
2, por obstaculización de algunos mandos medios.

173
Al hacer este análisis, se encuentra que hay muchos vacíos legales en cuanto a la Educación Religiosa.
Principalmente se refieren a los procedimientos para exigir la idoneidad del profesor los criterios para el uso del
tiempo en quienes no siguen o toman la clase de ERE falta de coherencia sobre la presencia de la ERE en todas
las leyes que sean necesarias o su inclusión en documentos legales; la inclusión en todos los niveles de la
educación básica completa y educación media diversificada y profesional; la falta de previsiones presupuestales
para el cumplimiento de la ley; la falta de reconocimiento a los derechos de libertad religiosa a otras confesiones.

De todos es conocida la posición de algunos países que han defendido la separación entre la Iglesia y el Estado,
de modo que rechazan enfáticamente la inclusión de la Educación Religiosa en las escuelas públicas, olvidando
que los derechos universales de la persona no se discuten, se reconocen. Aducen que la educación de la fe es
propia de las comunidades cristianas y, en definitiva, de las familias. En países como Cuba, México, Paraguay y
Uruguay se prohíben la ERE y no se prevé este tipo de enseñanza en la escuela pública.

13.1.2. La Educación Religiosa Escolar impartida como catequesis

Las clases de religión en las escuelas públicas generalmente se han venido desarrollando como catequesis, que es
la educación de la fe en orden a la madurez cristiana y cuyo ámbito normal es la comunidad eclesial. Dado que
en algunos países la catequesis ha estado muy poco organizada, los agentes de pastoral aprovecharon el ámbito
escolar y su organización, tanto para impartir catequesis como para preparar a los alumnos a la celebración de
los sacramentos. EI resultado es una repetición de contenidos y procesos en la educación de la fe en la escuela y
en Ia parroquia, con el consiguiente descuido de Ia catequesis parroquial y lo que es, aún más grave, la no
incorporación de los catequizandos a la comunidad parroquial. Generalmente se han utilizado incluso, los
mismos textos en los dos ámbitos. En síntesis, se ha dado una confusión sobre la especificidad o distinción entre
la ERE y la catequesis.

13.1.3. Los maestros de religión

Normalmente los maestros y profesores de Educación Religiosa han sido propuestos por Ia Iglesia, de
conformidad con acuerdos establecidos. Sin embargo, a veces los docentes de religión han sido nombrados por
las autoridades educativas civiles, por amistad o compromiso político y, obviamente, no siempre fueron
nombradas personas idóneas.

La Iglesia, a través de Institutos y universidades de su propiedad, ha formado a los profesores de Educación


Religiosa y normalmente los títulos han sido reconocidos por el Estado. Algunas universidades del Estado han
lanzado la carrera de "docentes de religión", pero los egresados han tenido problemas para su nombramiento ya
que la Iglesia no garantiza la ortodoxia de su formación. En países como Costa Rica el Registro Civil exige, la
misión canónica expedida por el obispo diocesano o por la Conferencia Episcopal, para proceder al nombra-
miento "en propiedad" de los docentes de religión.

También en referencia al caso costarricense, que puede ser similar a otros países, ante la escasez de maestros
graduados, se ha recurrido a catequistas parroquiales, para ejercer como maestros interinos de religión, aunque
no siempre han recibido la debida capacitación para impartir la Educación Religiosa con todas sus exigencias.

13.1.4. Obligatoriedad de la ERE

En cuanto al estatuto jurídico de la Educación Religiosa, con relación a su obligatoriedad, se constatan diversas
modalidades. En países como Bolivia, Brasil, Costa Rica, Perú y República Dominicana es obligación ofrecerla,
ya que está incluida en los respectivos planes de estudio. En Chile y en Venezuela es obligatorio pero requiere
174
que los padres expresen su opción. Es opcional para los alumnos en Colombia, Ecuador, El Salvador y en
algunas provincias de Argentina.

En los países en que la asignatura forma parte del plan de estudios es necesario que los alumnos aprueben la
asignatura y se consignó en la hoja de calificaciones. La no aprobación de la asignatura de religión, unida a otras,
puede "aplazar" o "reprobar" al alumno, según los casos.

Finalmente, en algunos países, la Educación Religiosa imparte tanto en primaria como en la educación media
(secundaria), en algunos con una lección semanal y en otros con dos horas de clase semanales.

13.1.5. La presencia de alumnos de otros credos religiosos

Ante la proliferación de grupos religiosos no católicos, se ha presentado la tendencia a exigir, por parte de estas
denominaciones, el reconocimiento al mismo derecho de educar en la fe, amparado en la legítima opción de los
padres de familia. En algunos países, Ios alumnos no católicos piden ser eximidos de la asignatura de religión,
mediante una solicitud escrita por sus padres o tutores. En efecto, hay un respetable porcentaje de padres de
familia que solicita para sus hijos la exención de recibir esa asignatura, por la evidente confesionalidad católica
de esta. Algunos jóvenes desinteresados en Ia asignatura ejercen presión sobre sus padres o tutores, para que se
les permita disfrutar libremente de ese espacio, como tiempo libre o como tiempo para dedicárselo a otras
materias. La salida del aula de los no católicos normalmente ha significado un problema administrativo para Ia
institución educativa: en el aspecto disciplinario y en relación con el respeto debido al docente de Educación
Religiosa.

Ante esta problemática y para evitar el éxodo de alumnos no católicos de las clases de religión, en algunos países
se está proponiendo una ERE con una orientación más ecuménica y teniendo en cuenta el diálogo interreligioso.
Otros, preocupados por esta realidad, propician el cambio de nombre de Ia asignatura llamándola ética cristiana,
moral, formación cristiana o educación en valores. Sin embargo, Ia Educación Religiosa no se define por los
nombres, sino por los objetivos y los contenidos curriculares.

13.1.6. Aporte de la ERE a la sociedad

Sin lugar a dudas, la presencia de la ERE, en el campo educativo latinoamericano ha venido constituyendo, a
pesar de la confusión de su identidad, una fortaleza para Ia sociedad, ya que coadyuva en el logro de una mejor
calidad de vida, tanto a través de la educación formal como la no formal. El cultivo de la dimensión espiritual y
religiosa ha venido contribuyendo al desarrollo integral de las personas y de los grupos humanos. El aporte de
los valores religiosos con sus elementos pedagógicos, los postulados éticos y las opciones morales, con sus
proyecciones a la comunidad, se han constituido en elemento clave para la construcción de la persona humana,
su dignidad, su libertad, sus derechos y sus opciones, como formas de respuestas y de vivencia cristiana. Son
muchos los maestros y profesores de Educación Religiosa que, con su sabiduría y testimonio, han contribuido
significativamente a la educación de la personalidad y a la formación integral de los educandos, realizando una
verdadera misión evangelizadora en el ámbito de la escuela.

13.2. La identidad de Ia ERE


13.2.1. Nomenclatura

En los países europeos la tarea de educar la dimensión religiosa de los alumnos en el ámbito escolar se le
denomina: Enseñanza Religiosa Escolar. Sin embargo, en América Latina se ha enriquecido el concepto y se le
prefiere llamar Educación Religiosa Escolar, porque se considera que "educación" es un vocablo más rico en
175
significado que "enseñanza", ya que incluye el aprendizaje de los alumnos. En adelante, al referirse a esta tarea
concreta, se asumirá el nombre de ERE y se simplificaré con la sigla "ERE".

Por consiguiente, se excluyen los nombres de catequesis escolar, religión, formación religiosa, ética cristiana,
educación moral, o cualquier otro nombre que quiera designar la tarea de la Iglesia de impartir Educación
Religiosa en la escuela.

13.2.2. Descripciones de Ia ERE en el Magisterio de la Iglesia

En los documentos de la Congregación para la Educación: La Escuela Católica (1977), El laico católico testigo
de la fe en Ia escuela (1982) y Dimensión religiosa de la Educación en la Escuela Católica (1988), encontramos
algunas descripciones de Ia ERE. Se afirma que consiste en transmitir, de modo sistemático y crítico, la cultura a
la luz de la fe y educar en el dinamismo de las virtudes cristianas, promoviendo así la doble síntesis entre cultura
y fe, y entre fe y vida (EC 49).

En el segundo documento se reitera el propósito de la ERE de obtener la síntesis entre fe y cultura; se aclara
suficientemente, citando la exhortación Catechesi Tradendae, que esta enseñanza es distinta y complementaria
de la catequesis. El DGC (1997) afirma:

Lo que confiere a Ia enseñanza religiosa escolar su característica propia es el hecho de estar llamada a
penetrar en el ámbito de la cultura y de relacionarse con los demás saberes (...) es necesario que la ERE
aparezca como una disciplina escolar con la misma exigencia de sistematicidad y rigor que las demás
materias. Añade: La ERE, mediante el dialogo interdisciplinario, funda, potencia, desarrolla y
complementa la acción educadora de la escuela (DGC 73).

EI documento La catequesis en América Latina del CELAM (1999) Identifica la ERE como el elemento
fundamental de la acción educadora dirigida a conseguirla adecuada síntesis entre fe y la cultura dando una
visión cristiana de la realidad (N° 121).

EI Código de Derecho Canónico (CIC) legisla lo siguiente sobre la ERE:

Depende de la autoridad de la iglesia la enseñanza y educación religiosa católica que se imparte en


cualesquiera escuelas o se lleva a cabo en los diversos medios de comunicación (CIC 804,1).

Cuide el Ordinario del lugar de que los profesores que se destinan a la enseñanza de la religión en las
escuelas, incluso en las no católicas, destaquen por su recta doctrina, por el testimonio de su vida
cristiana y por su aptitud pedagógica (CIC 804, §2).

El Ordinario del lugar; dentro de su diócesis, tiene el derecho a nombrar o aprobarlos profesores de
religión, así como de remover o exigir que sean removidos cuando así lo requiera una razón de religión
o moral (CIC 805).

Corresponde a la Conferencia Episcopal dar normas generales sobre esta actividad, y compete al
Obispo diocesano organizarla y ejercer vigilancia sobre esta (CIC 806).

13.2.3. Labor conjunta Iglesia-Estado

176
Se asume esta actividad como una tarea conjunta de la Iglesia y del Estado para colaborar con los padres de
familia en la educación y formación religiosa de sus hijos, en su mayoría católicos. Por consiguiente, se trata de
una acción eclesial, estatal y civil. Esta tarea de cooperación entre Iglesia-Estado no afecta la no confesionalidad
de la escuela pública porque Ia ERE se basa en los derechos humanos y en las exigencias de la cultura. Tampoco
afecta la Iibertad de Ia Iglesia porque Ia educación cristiana es parte de su misión ad intra y ad extra.

AI Estado Ie corresponde establecer las políticas educativas, crear un Departamento de Educación Religiosa
dentro de Ia División Curricular, área Académica, garantizar los respectivos nombramientos de los docentes de
religión, concediéndoles los mismos derechos que los demás docentes, así como Ia correspondiente
remuneración.

A la Iglesia le corresponde definir los lineamientos pastorales de esta tarea, formar a los docentes en sus
universidades o institutos, concederles la misión canónica y preocuparse por el perfeccionamiento constante de
ellos. Asimismo, establecer los objetivos fundamentales y contenidos mínimos de toda Ia ERE, elaborar los
programas y los textos para todos los niveles, y velar para que se cumpla Ia Legislación vigente.

13.2.4. Fundamento teológico de la ERE

En el contexto de la Revelación, es maravilloso descubrir que Dios se ha comunicado y ha conducido a su


pueblo en y por la mediación educativa. Dios se manifiesta como el Único y Gran Educador de su pueblo. Feliz
el hombre a quien educas, Yahvé, aquel a quien instruyes en tu ley (Sal 94,12). Si ustedes tienen que sufrir es
por su corrección; porque Dios los trata como a hijos y (¿Hay algún hijo que no sea corregido por su padre?
(Hb 12,7) Envía a su Hijo Jesucristo como el Profeta-Educador, que con su originalidad anuncia por Ia Palabra y
por los hechos el Reino de Dios. Esta acción educativa Io Ileva hasta dar su vida en Ia Cruz, culminando su obra
redentora y sellando una Nueva Alianza, inicio de una acción educativa a través de los tiempos por mediación de
Ia Iglesia.

En efecto, Jesús como parte de la misión que concede a la Iglesia, dice a sus discípulos:

Vayan por todo el mundo y proclamen Ia Buena Nueva a toda la creacion (Mc 16, 15) ensenen a todas
las gentes a guardar todo lo que yo les he mandado (Mt 19, 20).

La Iglesia a través del tiempo ha cumplido este mandato, ha atendido permanentemente con Ia "Buena Nueva" a
las culturas, mediante sus personas, sus instituciones y sus organizaciones. Además, llega, penetra y alcanza las
culturas por medio de procesos educativos: enseñanza y aprendizaje. Esta mediación educativa se inscribe
explícitamente en lo que se denomina proyecto educativo dentro del gran proyecto de salvación cristiana. Los
obispos Latinoamericanos en el Documento de Santo Domingo (265) puntualizan el sentido de Ia educación
cristiana:

( ) cuando hablamos de una educación cristiana, hablamos de que el maestro educa hacia un proyecto
de hombre en el que viva Jesucristo. Hay muchos aspectos en los que se educa y de los que consta el
proyecto educativo del hombre; hay muchos valores, pero estos valores nunca están solos, siempre
forman una constelación ordenada, explicita o implícitamente. Si la ordenación tiene como fundamento
y término a Cristo, entonces esta educación está recapitulando todo en Cristo y es una verdadera
educación cristiana; si no, puede hablar de Cristo, pero no es cristiana.

Por otra parte, los obispos en el mismo documento, en el conjunto de la acción evangelizadora de la Iglesia
ubican la ERE dentro de la exigencia de la evangelización de la cultura:
177
(...) nuestros compromisos en el campo educativo se resumen sin Iugar a dudas en la línea pastoral de
la inculturación: Ia educación es la mediación metodológica para Ia evangelización de la cultura (DSD
271).

Por otra parte, en la teología pastoral se encuentra un fundamento para que se reconozca a la ERE el derecho a
un estatuto propio dentro del ministerio de la Palabra. En realidad, el ministerio de la Palabra reviste múltiples
formas según las diversas situaciones en que se ejerce y los fines que pretende conseguir. Aplicando este
principio a la ERE, se afirma que su peculiaridad estriba en la situación original en que se ejerce (el ámbito
escolar) y en el fin original que pretende (hacer posible la síntesis entre fe y cultura en el interior del proceso
educativo). El Directorio General para la Catequesis lo afirma con Claridad

Como forma original del ministerio de la Palabra, en efecto, la enseñanza religiosa escolar hace
presente el Evangelio en el proceso personal de asimilación, sistemática y crítica, de Ia cultura (DGC
73).

13.2.5. Evangelización, cultura y educación

El Concilio Vaticano ll, en su Constitución Pastoral sobre Ia Iglesia, enfatiza la relación entre Iglesia—mundo,
Iglesia-cultura (LG 57-62). Por Io mismo, vislumbra una nueva relación entre evangelización, cultura y
educación. A partir de este nuevo planteamiento, la ERE se perfila como servicio de la Iglesia para interactuar
con la cultura en el campo de la educación, en un intercambio reciproco de valores desde el Evangelio.

EI Papa Pablo VI, en su exhortación Evangelii Nuntiandi (20), ofrece el marco doctrinal de la acción educativa
en relación con la dignidad humana, con la transformación social y con la cultura, desde la evangelización. Es en
esta perspectiva de la evangelización de la cultura y de las culturas, donde se ubica la ERE.

La ERE es inculturación de la fe en el sentido de encarnar el Evangelio en el área cultural escolar, con una fuerza
crítica, y generadora, a la vez, de nueva cultura religiosa. Se trata de que el alumno integre en su personalidad y
en su cultura, el saber y el actuar religioso cristiano, que incorpore el saber de la fe en el conjunto de los demás
aprendizajes, dado su carácter científico. En esta, la síntesis entre fe-cultura, no es simplemente la socialización
de la persona dentro de la cultura en que vive, sino una manera coherente de iluminar, con la fe, la visión de la
vida, del ser humano y de Ia historia. Además, ayuda a utilizar los aprendizajes de las ciencias, las artes y la
técnica, con actitudes cristianas. Queda claro el carácter formativo y no meramente informativo de Ia ERE.

Para Ia Iglesia, la educación—evangelización tiene come centre al ser humane, de manera que educa
evangelizando y evangeliza educando:

Cuando la Iglesia evangeliza y logra la conversión del hombre, también lo educa, pues la salvación
(don divino y gratuito) lejos de deshumanizar al hombre lo perfecciona y ennoblece; lo hace crecer en
humanidad. La evangelización es, en este sentido, educación (DP 1013).

EI Documento de Santo Domingo relaciona también el trinomio evangelización, cultura y educación:

Reafirmamos lo que hemos dicho en Medellín y Puebla (Documento de Educación, Medellín, Puebla) y a partir
de allí señalamos algunos aspectos, que son importantes para la educación católica en nuestros días.

178
La Educación es la asimilación de la cultura. La Educación cristiana es Ia asimilación de la cultura
cristiana. Es la inculturación del Evangelio en la propia cultura. Sus niveles son muy diversos pueden
ser escolares o no escolares, elementales o superiores, formales o no formales. En todo case la
educación es un proceso dinámico que dura toda la vida de la persona y de los pueblos. Recoge la
memoria del pasado, ensena a vivir hoy y se proyecta hacia el futuro. Por esto, la educación cristiana es
indispensable en la Nueva Evangelización (DSD 263).

Los documentos de la Congregación para la Educación aportan luces en la clarificación de Ia ERE en el contexto
de la pastoral educativa y en el de la evangelización de la cultura. EI documento La escuela católica (1977)
asume Ia ERE como elemento fundamental de toda acción educadora como ámbito cultural y evangelizador de
Ia Iglesia.

13.2.6. La ERE integrada en el proceso educativo global

Es función propia de la escuela transmitir, de manera sistemática y crítica, Ia cultura. Esta transmisión no se hace
solo con el propósito de lograr que el alumno acreciente sus conocimientos o se inicie en los métodos de
aprendizaje y de aplicación del saber a los problemas concretos, sino también para atender una educación de la
persona en su capacidad de juicio y de decisión responsable. La ERE está en la línea de los objetivos mismos de
la escuela. Si esta es Iugar privilegiado para Ia formación integral del ser humano, si no puede contentarse con
instruir, sino que ha de educar, debe cultivar todas las dimensiones de Ia personalidad de los alumnos y, entre
ellas, la dimensión religiosa. Por consiguiente la ERE no consiste en una presencia-acción centrada solo en Ia
religión propiamente dicha, sino que funda, potencia, desarrolla y completa la acción educadora de la escuela
(DGC 73). Su aporte, junto con los otros aprendizajes, favorece la promoción cultural de los alumnos. De este
modo, contribuye como factor de liberación y humanización integral.

En el ámbito escolar, Ia Iglesia presenta Ia tradición cristiana como componente de la tradición cultural. Facilita
a los educandos la comprensión de la cultura, de las dimensiones centrales del hecho religioso y preparara al
dialogo entre la fe y la cultura. La finalidad propia de esta acción pastoral será, entonces, evangelizar la cultura,
no en sentido amplio, sino restringido a las ciencias que estudian los campos del saber y del actuar que son
objeto de estudio por parte de los alumnos. Los educandos, con el aporte de la educación religiosa, podrán
entablar el dialogo interdisciplinario fe-cultura, de modo que estén en capacidad de integrar el saber religioso
con el conjunto de los demás aprendizajes.

Tampoco puede sustraerse de una actitud crítica ante la cultura actual; por consiguiente, ofrece a los alumnos
elementos suficientes para afrontar de manera positiva el culto al relativismo ideológico y moral, el
subjetivismo, la búsqueda del placer sin reglas morales, la increencia religiosa. De esta manera, nada de lo que se
propone el proyecto educativo de cada país, es ajeno a la ERE y a todo su quehacer.

13.2.7. La ERE: una asignatura del Plan de Estudios para la formación integral del alumno

La ERE es una asignatura del Plan de Estudios, de carácter obligatorio, ya que esta orientada a contribuir a la
formación integral de los educandos y coadyuvar en el compromiso de construir una sociedad, fundamentada en
los valores ético-religiosos.

El Concilio Vaticano ll postuló que:

179
La verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su hn ultimo y al
bien de las sociedades, de las que el hombre es miembro y en cuyas responsabilidades participaré
cuando llegue a ser adulto (GE 1).

Más específicamente en atención a la formación integral apunta:

Teniendo en cuenta el progreso de la psicología, dela pedagogía y de la didáctica hay que ayudar a
desarrollar armónicamente sus condiciones físicas, morales e intelectuales, a fin de que adquieran
gradualmente un sentido más perfecto de Ia responsabilidad en el recto y continuo desarrollo de la
propia vida y en la consecución de la verdadera libertad (GE 1).

Por su parte, los Obispos de América Latina afirman que el objetivo de toda educación genuina es Ia de
humanizar y personalizar al ser humano (DP 1024). Además, Ia educación humaniza y personaliza al hombre y a
la mujer cuando logra que éstos desarrollen plenamente su pensamiento y su Iibertad [...] el mismo hombre
humaniza su mundo, produce cultura, transforma la sociedad y construye la historia (DP 1025). Asimismo,
expresan que Ia educación es un proceso de comunicación y asimilación crítica, sistemática e integradora del
saber y de la cultura para la formación integral de la persona humana
(DP 1040).

13.2.8. Distinción y complementariedad entre catequesis y ERE

Es el Papa Juan Pablo II en el año 1979, con la publicación de la exhortación apostólica Catechesi Tradendae,
quien presenta como diferentes y complementarias Ia catequesis y Ia ERE. Hace esta distinción al referirse de
manera precisa al cometido de las acciones de Ia Iglesia para Ia educación de Ia fe, en los ámbitos de la familia,
de Ia escuela y de Ia parroquia (CT 67-69). Este lineamiento del Magisterio de la Iglesia, unido a otros procesos
reflexivos a escala Internacional, permite perfilar una ERE totalmente distinta de Ia catequesis parroquial.

¿En qué radica la distinción y la complementariedad? Son distintas en su diversa fuente de iniciativa, en sus
objetivos, sus contenidos, sus destinatarios, su metodología y en el lugar donde se imparte. Son complementarias
porque son dos acciones pastorales de la Iglesia que procuran anunciar a Jesucristo en dos ámbitos distintos.
Acciones complementarias porque son procesos de educación en Ia fe; una en Ia comunidad cristiana y otra en el
ámbito de Ia escuela pública, como un servicio en Ia relación Iglesia-mundo. Actualmente, se considera que es
imperativo lograr una efectiva complementariedad entre ambas acciones pastorales, no solo entre si, sino
también con otras tareas eclesiales. Pero también es urgente identificar la especificidad de cada acción pastoral.

El Magisterio de la Iglesia en América Latina, particularmente el que proviene de las Conferencias Generales del
Episcopado Latinoamericano, ilumina también Ia especificidad de Ia ERE, particularmente en los documentos de
Medellín, Puebla y Santo Domingo. También ha sido esclarecedor el documento de trabajo publicado por el
Departamento de Educación (DEC) al enfocar el concepto de la ERE desde nuevas perspectivas.

13.2.9. Una disciplina relacionada con las otras disciplinas académicas

La ERE es una disciplina, pero una especialidad que está llamada a desarrollarse en una relación estrecha y
mutua con las demás disciplinas o áreas del conocimiento y de la formación. Es muy importante advertir lo que
señala el Directorio General para Ia Catequesis (73);

...no se sitúa, sin embargo, junto a ellas como algo accesorio, sino en un necesario dialogo
interdisciplinario. Este dialogo ha de establecerse ante todo, en aquel nivel en que cada disciplina
180
conjura la personalidad del alumno. Así la presentación del mensaje cristiano incidirá en el modo de
concebir desde el Evangelio, el origen del mundo y el sentido de la historia, el fundamento de los
valores éticos, la función de las religiones en la cultura, el destino del hombre, la relación con la
naturaleza.

Por lo tanto, la ERE esta Ilamada, por su naturaleza, a dialogar con la forma de pensar y de juzgar, con la forma
de concebir el mundo, la cultura y la vida; con los grandes desafíos vitales del ser humano y de la historia, que,
de alguna manera, están implícitos en cada una de las áreas de estudio. Es así como la ERE se articula con todos
los saberes y valores de las demás disciplinas, realizando el dialogo y la síntesis entre la cultura y la fe.

13.2.10. La ERE como disciplina escolar Confesional

La ERE no es solamente un estudio de los aspectos generales y comunes de las religiones que puede impartir
cualquier docente. Es una enseñanza confesional bajo Ia responsabilidad de Ia Iglesia Católica, con docentes
católicos. Sin embargo, la ERE abarca el estudio de la dimensión religiosa en general y se hace con una apertura
ecuménica y en Ia perspectiva del dialogo permanente que forma parte de la práctica cotidiana de Ia Iglesia
dentro de sus relaciones con las Iglesias y las grandes religiones. Con esto, la Iglesia no reclama la exclusividad
en la interpretación del hecho religioso universal, pero si quiere proponer el suyo a partir de Ia Palabra revelada.

El fundamento de la confesionalidad se encuentra ante todo en el derecho inalienable que tienen los padres de
familia que pertenecen a Ia religión católica de educar a sus hijos según sus convicciones y su fe:

Debe garantizarse el derecho a la formación religiosa para cada persona, y por lo tanto el de Ia
enseñanza religiosa en las escuelas a todos los niveles (SD 272).

Es un derecho humano y es un deber del Estado hacer lo necesario para que los padres encuentren en la escuela
pública este tipo de educación.

Los Obispos latinoamericanos en el Documento de Santo Domingo (272) apoyan este derecho y garantizan la
necesidad de Ia ERE:

(...) apoyamos a los padres de familia para que decidan de acuerdo con sus convicciones el tipo de
educación para sus hijos y denunciamos todas las intromisiones del poder civil que coarte este derecho
natural.

La confesionalidad de la ERE no significa que ella exija confesionalidad de todos los elementos que interactúan
en el proceso de aprendizaje. Exige la confesionalidad del docente, pero permanece abierta a todos los que
quieran recibirla. Es respetuosa de las diversas actitudes y opciones religiosas, sin renunciar a la interpretación y
a la valoración académica que le es propia. Es por eso que se debe exigir la idoneidad canónica a los candidatos
para ser docentes y administrativos de esta área. El docente no habla oficialmente en nombre de todas las
religiones, sino de aquella que lo reconoce y certifico.

13.2.11. La ERE se ofrece a diversos tipos de estudiantes

La ERE es abierta a todos, sin exigir una confesionalidad religiosa o una profesión de fe para acceder a ella. En
el pensamiento de la Iglesia, esta es una de las características que hace diferente Ia ERE de Ia catequesis eclesial.
Es una Educación Religiosa abierta a todos, creyentes y no creyentes, católicos y no católicos. A los docentes de

181
la ERE se les confía el propósito de facilitar metodologías y acciones didácticas que consoliden y respeten el
carácter de esta área.

Con este propósito, Ia Iglesia Católica distingue varios tipos de estudiantes que, de acuerdo con su diversa
situación ante lo religioso, pueden alcanzar diversos logros participando de esta área:

La enseñanza religiosa escolar ayuda a los alumnos creyentes a comprender mejor el mensaje cristiano
en relación con los problemas existenciales comunes a las religiones y característicos
de todo ser humano, con las concepciones de la vida más presentes en la cultura, y con los problemas
morales fundamentales en los que, hoy Ia humanidad se ve envuelta.

Por otra parte, los alumnos que se encuentran en una situación de búsqueda, o afectados por dudas religiosas,
podrán descubrir, gracias a la Enseñanza Religiosa Escolar, qué es exactamente la fe en Jesucristo, cuales son las
respuestas de la Iglesia a sus interrogantes, proporcionándoles así la oportunidad de reflexionar mejor sobre la
decisión por tomar. Finalmente, cuando los alumnos no son creyentes, la Enseñanza Religiosa Escolar asume las
características de un anuncio misionero del Evangelio, en consonancia con una decisión de fe, que la catequesis,
por su parte, en un contexto comunitario, ayudara después a crecer y a madurar (DGC 75).

13.2.12. La ERE, ecumenismo y diálogo interreligioso

La ERE ha de tener un carácter ecuménico y de diálogo interreligioso, de conformidad con Io que enseña el
Magisterio eclesial;

La Enseñanza Religiosa Escolar; en el marco de la Escuela estatal (...) donde Ia autoridad civil u otras
circunstancias impongan una enseñanza religiosa común a católicos y no católicos, tendrá un carácter
más ecuménico y de conocimiento interreligioso común (DGC 74).

En este contexto, hay que tener en cuenta el reciente llamado del Papa Juan Pablo ll:

Pero el dialogo no puede basarse en Ia indiferencia religiosa, y nosotros como cristianos tenemos el
deber de desarrollarlo ofreciendo el pleno testimonio de Ia esperanza que esta en nosotros (1 P 3,15).
No debemos temer que pueda constituir una ofensa a Ia identidad del otro Io que, en cambio, es anuncio
gozoso de un don para todos, y que se propone a todos con el mayor respeto a Ia Iibertad de cada uno:
el don de la revelación del Dios-Amor que tanto amo al mundo que le dio su Hijo unigénito (Jn 3,16).
Todo esto, como también ha sido subrayado recientemente por Ia Declaración ‘Dominus Jesus’, no
puede ser objeto de una especie de negociación dialogística, como si para nosotros fuese una simple
opinión. Al contrario, para nosotros es una gracia que nos llena de alegría, una noticia que debemos
anunciar (NMl 56).

Desde la perspectiva anterior, el servicio de la Iglesia no está ilimitado, por consiguiente, solo a los católicos.
Este servicio se ofrece a todos como aporte a su formación integral. En este sentido, debe tenerse en cuenta la
confesionalidad de los educandos. A todos se les respeta, según la voluntad expresa de sus padres, pero se debe
recomendar a todos no sustraer a sus hijos de la ERE, por el hecho de que los contenidos propician una visión de
la vida acorde al cristianismo. Se insiste más en lo que nos une que en lo que nos separa. En la escuela no se ha
de permitir el proselitismo religioso. Por lo mismo, una participación activa de todos los alumnos favorece Ia
unidad de los cristianos y el diálogo interreligioso, centrados en el mensaje universal del Evangelio. La vivencia
del ecumenismo cristiano y Ia atención a las expresiones religiosas no cristianas, es parte del respeto a las
minorías, propio de Ia escuela pública.
182
13.2.13. La ERE, con sus valores, al servicio de la sociedad

Mediante a ERE, Ia Iglesia brinda un servicio a la sociedad acompañando al educando en su apertura a Ia


trascendencia y ofreciéndole una respuesta al sentido último de Ia vida, con todas sus implicaciones éticas. La
Educación Religiosa propicia una visión del ser humano y un modelo de sociedad según el Plan de Dios, de
conformidad con el sentido cristiano de la vida. Promueve la dignidad de la persona como hija de Dios; la
fraternidad y el amor, como el valor supremo del hombre y de la mujer, a imagen y semejanza de Dios. Desde
esta perspectiva, la Iglesia asume e ilumina los fundamentos antropológicos con apertura a la trascendencia. En
el modelo de sociedad actual ofrece una ética social de la cultura y facilita una visión crítica, a la luz del
proyecto de Ie globalización de la solidaridad y la civilización del amor.

El humanismo cristiano, que es fundamento de toda tarea eclesial, se hace presente en el campo de la educación.
En efecto, el Concilio Vaticano II en su Declaración sobre la Educación Cristiana de la Juventud nn. 1 y 3,
afirma que la educación cristiana se propone la formación de la persona humane en función de su fin último y el
bien de la sociedad. La educación cristiana forma a la persona para que edifique cristianamente el mundo, pues
su influjo es cada vez mayor en el progreso social contemporáneo.

13.2.14. Complementariedad de la ERE con otras acciones pastorales

 Con Ia catequesis familiar

La familia es la primera responsable de la educación integral de sus hijos y por consiguiente de su educación
religiosa. La facultad de los padres de elegir para sus hijos una educación conforme con su fe religiosa, es un
derecho inalienable, lo cual los compromete también a una relación cordial con la escuela. La tarea educativa de
la familia implica une nueva forma de colaboración con los docentes de religión y éstos deben prestar una
atención especial a los padres de los alumnos. La pastoral familiar ayuda a los padres a asumir su misión
educadora y a ser coherentes con el apoyo que deben dar a la ERE. En la familia, de una manera espontánea y al
ritmo de los acontecimientos cotidianos, sus miembros se ayudan recíprocamente a crecer en la fe. Se trata,
entonces, de un ámbito privilegiado para complementar y vivenciar la educación religiosa recibida en Ia escuela
por los niños y los jóvenes.

 Con la Escuela Católica

La Escuela Católica es un ámbito de la Iglesia con un proyecto educativo. Sin embargo, no queda exenta de
incluir en su "currículo" la asignatura de religión con toda la especificidad propia de la ERE, ya que el proyecto
educativo no puede soslayar el dialogo fe-cultura, fe-ciencia y la relación de la fe con los conocimientos propios
de las otras asignaturas. Pero, por tratarse de un lugar propio de la Iglesia, le corresponde integrar otros
cometidos como lograr, por otras acciones pastorales, educar en la fe a los educandos de una manera más amplia
que los objetivos de la ERE. En este sentido, es lógica la conformación de una comunidad educativa en la que
tanto profesores como alumnos se sientan coparticipes, protagonistas y sujetos del proyecto eclesial. En efecto,
podrían organizar, fuera de la clase, encuentros específicos de catequesis, celebraciones litúrgicas, convivencias,
retiros, etc., con el fin de colaborar con las parroquias en el proyecto evangelizador. La opción por una vivencia
plena de la fe de sus alumnos es propuesta explícitamente.

En efecto, la educación de Ia fe de Ia escuela católica implica no solo el conocimiento de Ia fe, sino, también, las
actitudes y el compromiso vital, incluida la práctica sacramental todo ello, sin dejar de lado la ERE, con su
cometido principal de facilitar el dialogo fe-cultura, en el campo educativo.
183
 Con la pastoral orgánica

La ERE no puede ser una acción aislada en la misión de la Iglesia. Por consiguiente, deberá estar integrada con
la pastoral global de la Iglesia, particularmente dentro del ministerio de Ia Palabra y la pastoral profética. En la
realidad concreta del quehacer pastoral, Ia ERE participa de aspectos de las restantes modalidades del Ministerio
de la Palabra: (Primer Anuncio, catequesis, homilía y teología); ya que todas ellas están estrechamente unidas
entre sí.

En la práctica pastoral se ha de procurar que esta acción esté integrada dentro de los planes diocesanos y
parroquiales. Se favorecerá la complementariedad con la catequesis parroquial y la familia. Asimismo, los
maestros de religión deben ser considerados agentes de pastoral en estrecha coordinación y relación con todos
los demás agentes de pastoral. De esta manera, se enriquecerá la pastoral de conjunto.

13.3. Peculiaridades de la ERE


13.3.1. Objetivos

La ERE, impartida como materia ordinaria, está en la línea de los objetivos mismos de la escuela. Los alumnos
acuden a los centros educativos no solo para adquirir una información científica y unos hábitos intelectuales
según los distintos campos del saber, sino, también, para aprender a orientarse en la vida individual, social, y
cultivar todas las dimensiones de la personalidad, entre ellas, la dimensión religiosa. En este contexto, la
Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis, de la Conferencia Episcopal Española, en sus orientaciones
pastorales sobre Enseñanza Religiosa Escolar, destaca les siguientes objetivos generales de Ia ERE:

 Situarse lucidamente ante la tradición cultural

La maduración de la personalidad humana surge dentro de una determinada tradición cultural y en este medio se
sustenta y crece, pudiendo solo configurarse a partir de un date cultural heredado.

Nuestra cultura está sustentada y conformada profundamente per creencias, costumbres, ritos, fiestas, valeres y
modos de vida impregnadas de cristianismo. Es imposible interpretarla en profundidad sin tener en cuenta, para
bien o para mal, ese punto de referencia.

Por lo tanto, la escuela tendrá que transmitir el patrimonio cultural cristiane ofreciendo a los alumnos los
elementes propios de su cultura. Y ha de ofrecerlos, al menos tales cristianos, en teda su verdad y realidad; es
decir, mediante una presentación creyente de éste.

 Insertarse críticamente en la sociedad

EI sistema educativo no puede tener come objetivo reproducir sin más el modelo de sociedad establecida. Una de
sus metas será facilitar a los alumnos el que puedan abordar críticamente esa sociedad e intervenir en ella para
cambiarla o modificarla. Este supone una determinada manera de ver la vida, donde subyace siempre una
referencia a una escala de valeres y a un concepto de ser humane. La ERE con sus principales y valores propios,
es una instancia crítica de la sociedad y ejerce un papel esencial en el desempeño de esta imprescindible función
de la escuela.

 Dar respuesta al sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas.

184
Sin una conveniente orientación hacia el significado ultimo y total de su existencia humana no lograra el alumno
su identidad personal, objetivo fundamental del quehacer escolar. Facilitar al educando el que descubra el
sentido último de la historia y del mundo, la respuesta a sus preguntas radicales en torno a si mismo y a su vida
en comunidad, es uno de los objetivos propios de la ERE.

La ERE proporciona al alumno además, una axiología, una jerarquía de valores, unas actitudes, que se traducen
en modos concretos de conducta y de convivencias éticas.

13.3.2. Contenidos de la ERE

De conformidad con la naturaleza y los propósitos de la ERE en el ámbito de la educación formal, es necesario
delimitar los contenidos esenciales como fundamento de los aprendizajes que se pretende facilitar a los alumnos.

Es deseable que estos contenidos estén integrados en tres ejes curriculares. Entendemos por eje curricular
agrupaciones de contenidos en torno a un núcleo fundamental. Estos presentan aquellos contenidos que deben
ser desarrollados en cada etapa por el docente de religión. De esta manera, estos ejes han de ser explicitados en
forma cíclica; es decir, logrando una adaptación de estos contenidos, de conformidad con las características de
los alumnos por niveles, dentro de cada etapa educativa y teniendo en cuenta las expresiones del contexto
sociocultural en donde tienen lugar la enseñanza y el aprendizaje.

 EI primer eje estará centrado en la persona humana, asumida desde su realidad, sus potencialidades, sus
limitaciones internas y externas, que favorecen o impiden su plena realización. Se tratara de enriquecer la
personalidad del alumno mediante una presentación continuada y progresiva del ser humano, centrada en los
aportes del humanismo cristiano El primer eje estará centrado en la persona humana, asumida con todas sus
implicaciones y consecuencias. Este eje contiene una visión cristiana de la persona, la familia, la sociedad y
el mundo.

 En el segundo eje se ofrecerá lo medular del mensaje cristiano desde un enfoque humanista, cuyo contenido
fundamental y dinamizador es Cristo: el enviado del Padre y hecho hombre para REDIMIR AL SER
HUMANO de manera integral. Su designio de salvación y sus enseñanzas ofrecen un proyecto de vida en
plenitud y abren al ser humano hacia la trascendencia, elemento central de la ERE en el quehacer educativo.
EI propósito de este eje será ofrecer contenidos que sustenten la construcción de aprendizajes acerca de
Jesús, como modelo de vida y expresión del amor de Dios Padre a la humanidad; en cuyas enseñanzas el ser
humano como ser individual y social encuentra alternativas para construir y reconstruir su propia vida, la de
la sociedad y Ia cultura.

 En el tercer eje se facilitara una comprensión de la actividad humana, en toda su riqueza, para que sea
asumida desde el diálogo fe-ciencias; fe-cultura; fe vida. El objetivo fundamental de este eje curricular es
que la persona, como ser activo, visualice toda la actividad humana en atención a su realización personal, al
servicio de los demás y al mejoramiento de la calidad de vida, desde la óptica de la Doctrina Social de la
Iglesia.

Asimismo, se debe lograr que desde los valores del Evangelio y de le perspectiva de su compromiso como
colaborador de Dios, el alumno aprecie todos los adelantos científicos y tecnológicos, así como les posibilidades
de utilizarlos en el mejoramiento de le calidad de vida, de le conservación y el respeto por le vida humana, por el
medio ambiente y los sistemas ecológicos. El énfasis de este área es le relación fe-ciencia y le relación con los
contenidos de les demás asignaturas.

185
13.3.3. Los docentes de Educación Religiosa

El docente de religión es persone clave en todo el proceso educativo, especialmente en el proceso de educación
religiosa. Por lo mismo, requiere de le idoneidad que el Magisterio de le iglesia exige para el ejercicio de este
ministerio. Este idoneidad le adquiere de dos acreditaciones que revelen su profesionalidad y su eclesialidad: un
reconocimiento de su título por parte de le Conferencie Episcopal respectiva, y la misión canónica.

El docente de religión puede realizar su capacitación en materia de teología y pedagogía e través de instituciones
diversas habilitadas para ello, siempre y cuando su plan de estudios haya sido oficialmente reconocido por le
misma Conferencie Episcopal.

Le formación teologice viene requerido por la fidelidad e le fe de le iglesia, el contenido doctrinal presente en el
currículo y le propuesta de le fe en el diálogo con le culture de su tiempo. Le preparación pedagógica es
fundamental para adquirir le didáctica y los recursos educativos que le permiten comunicar los contenidos de su
asignatura de forma gradual, progresiva y adecuada e les características evolutivas de los alumnos.

Pero para ser profesor de religión no es suficiente con la preparación profesional o un título. Se requiere un envío
oficial por parte de la Iglesia. Por ello, el obispo de la diócesis debe discernir si este profesor es creyente católico
y si puede entregarle el mandato de enseñar en su nombre, como miembro de la Iglesia, de cuya misión participa
con el anuncio de Jesucristo en su acción educativa.

Por consiguiente, es un hombre o una mujer con idoneidad profesional, vocacional y cristiana. Estas cualidades
distinguen al profesional educación religiosa de los demás educadores de la institución educativa y de la
comunidad. No puede presentar motivos por los que se lo considere inferior a los otros educadores. Por el
contrario, debe destacar por su excelencia profesional y cristiana; debe ser capaz de promover tareas
interdisciplinarias que no hagan de la religión una isla debe ser un verdadero mediador y constructor de la
cultura, sobre todo de la cultura religiosa.

Por su parte, la comunidad cristiana debe considerarlo como un agente de pastoral importante, con preparación
específica y apoyarlo efectivamente en su quehacer educativo.

13.3.4. Enfoque metodológico de la ERE

La ERE, desde la perspectiva de su quehacer educativo-pastoral, debe tener como fundamento inspirador Ia
pedagogía de Jesús, el Maestro por excelencia. Esta debe ser la que enriquezca y trascienda todos los procesos,
las estrategias metodológicas, las acciones didácticas y pastorales que van más allá del aula, según el plan
institucional.

La metodología de la ERE es coherente con las características de Ia pedagogía educativa escolar. Pero, al mismo
tiempo, debe asumir las características de una didáctica de la educación en la fe. La Congregación para la
Educación Católica, al referirse a la dimensión religiosa en la escuela (70), afirma:

La ERE busca útiles relaciones interdisciplinarias con las otras materias, de tal manera que se realice una
coordinación entre el saber humano y el conocimiento religioso. La ERE debe emplearlos mejores medios
didácticos en uso en la escuela de hoy

El principio fundamental que debe dirigir la metodología de la ERE es el diálogo reciproco entre la experiencia
de los estudiantes y la cultura con las fuentes y expresiones de Ia tradición cristiana, en atención a la síntesis fe y
186
vida, fe y cultura. Un correcto planteamiento pedagógico está llamado a buscar la formación integral del alumno,
acercándose de manera sistemática y crítica a la cultura y a la realidad.

Los métodos, las técnicas y los recursos que se utilicen deben favorecer las bondades del constructivismo, la
auto-actividad y que respondan a las características psicológicas y de cada etapa del estudiante; esto con el fin de
crear las condiciones necesarias para que el contenido del aprendizaje, sea más fácilmente interiorizado. Por lo
mismo, no se puede determinar una sola metodología para todos los ciclos.

Es necesario que el uso de métodos, técnicas y estrategias propicien la conciencia crítica, la interpelación, la
confrontación de puntos de vista, el cuestionamiento y planteamiento de opciones y compromisos de cambio; el
empleo de estrategias didácticas tales como: solución de problemas, casos, análisis crítico, la interrogación, la
investigación, toma de posición, la clarificación de opciones, entre otras.

Se tiene que propiciar en los estudiantes la vivencia de los aprendizajes, mediante la creacion de situaciones que
faciliten la construcción del pensamiento, en consonancia con los principios y valores cristianos. Todo ello ha de
fortalecer la asunción de opciones que faciliten la vivencia del compromiso y su respuesta como creyentes. El
aula y la institución educativa se convierten en el primer espacio de experiencia y testimonio de los nuevos
aprendizajes.

13.3.5. La evaluación de la ERE

La tarea de evaluar en ERE es, a la vez, compleja y fascinante. Por tratarse de una acción dentro del sistema
educativo nacional, debe tener en cuenta las orientaciones generales del Departamento de Evaluación del
Ministerio de Educación Pública, pero al mismo tiempo debe tener en cuenta las exigencias propias de la
asignatura, como acción evangelizadora de la Iglesia.

En otras palabras, no se quiere soslayar el aporte indispensable de las Ciencias de la Educación sobre la
evaluación, pero tampoco se puede olvidar que se trata de una tarea evangelizadora que, en definitiva, propicia el
encuentro del ser humano con Dios.

La ERE requiere de un proceso evaluativo que valore tanto los procesos como los productos, con el fin de que
unos y otros ayuden a retroalimentar los procesos de enseñanza de los docentes, así como los aprendizajes de los
estudiantes. Así mismo, hay que valorar la calidad y pertinencia de ese aprendizaje en la formación del tipo
profesional que requieren los tiempos actuales y la nueva evangelización. De este modo, en la ERE se opta por
una evaluación considerada como un proceso que se lleva a cabo en forma cooperativa y constante del accionar y
progreso de los protagonistas en la educación.

Es claro que el enfoque evaluativo en la ERE se plantea mediante el énfasis en la dimensión formativa; sin
embargo, no puede dejar de lado la evaluación diagnóstica y la sumativa. Así mismo, debe tomarse en cuenta
tanto la evaluación unidireccional, que es realizada por el docente, como la auto y coevaluación, que es realizada
por los estudiantes para que el proceso evaluativo sea realmente constante y cooperativo.

Para el logro de este proceso, es necesario utilizar técnicas y procedimientos adecuados, de carácter formativo
más que sumativo; con el fin de ser congruentes con el enfoque curricular y metodológico propio de la ERE.

Así, la evaluación se convierte en una experiencia de vida que permite a los estudiantes juzgar y retroalimentar
sus propios aprendizajes, sustentando el ideal de que sean ellos mismos quienes valoran sus procesos y sus

187
logros de una manera participativa, mediante la guia del docente, utilizando técnicas e instrumentos variados y
factibles, que puedan reflejar los aprendizajes alcanzados en forma creativa.

En la ERE, el enfoque evaluativo tiene como característica fundamental la perspectiva humanista, dado que su
intención es valorar no solo conceptos, sino, ante todo, actitudes y procedimientos para el logro de una
formación integral de la persona. Esto requiere, por supuesto, un cambio de actitud del docente de religión, de
los educandos, de los padres de familia y del personal técnico-administrativo de Ia institución.

La originalidad de la evaluación en la ERE brota de su misma naturaleza, ya expuesta anteriormente. En este


sentido, la evaluación en la ERE valora las actitudes y respuestas visibles de los educandos como vivencia de los
aprendizajes. Esa originalidad privilegia la evaluación formativa de todo el proceso ya que se trata de favorecer
continuamente Ia calidad de la tarea evangelizadora en el ámbito educativo y facilitar una revisión permanente
de todos los protagonistas del proceso educativo.

SÍNTESIS

Para visualizar mejor la diferencia y complementariedad entre la catequesis y Ia ERE será útil la siguiente
síntesis descriptiva:

Aspectos ERE Catequesis


1. Concepto Es una asignatura del plan de estudios, con la Es la forma particular del Ministerio de Ia Palabra
misma exigencia y sistematicidad y rigor que las que hace madurar Ia conversión inicial hasta hacer
demás materias que, al penetrar en el ámbito de de ella una viva, explicita
la cultura y relacionarse con los demás u operativa confesión de fe (Directorio General
conocimientos mediante el dialogo para la Catequesis 82). Es un proceso permanente,
interdisciplinario, tiene la mentalidad de dado en forma gradual, sistemática y orgánica,
propiciar el diálogo entre la fe y las culturas, el ofrecido a todas las edades. Comporta el
Evangelio y la vida para lograr una opción que conocimiento integral del mensaje cristiano, así
lleve a la síntesis entre cultura y fe, cultura y como actitudes y compromiso personal y
Evangelio, vida y fe. comunitario coherentes con dicho conocimiento.
2. justificación Materia ordinaria de aquellos alumnos que, por Misión pastoral de la Iglesia para educar a sus
medio de sus padres o por sí mismos, Ia desean. hijos en la fe. Es una exigencia y un deber de la
La dimensión religiosa es parte de formación Iglesia que tiene como misión el anuncio de la
integral del ser humano. Buena Nueva. Es un derecho de todo cristiano que
brota de la vocación bautismal.
3. Exigencia La ERE es una exigencia de la sociedad que La Catequesis es una exigencia de la Iglesia,
debe transmitir a sus miembros todos los bienes Madre y Maestra, que educa a los hijos que ha
culturales. La religión es un bien engendrado en la fe, mediante el Bautismo.
cultural por excelencia.
4. finalidad La ERE contribuye a una formación integral de La catequesis tiene como finalidad la formación
los alumnos dentro del proyecto educativo de del cristiano y de la comunidad, orientada hacia la
cada país. Trata de penetraren madurez en su vida de fe,
el ámbito de la cultura, de relacionarse con los mediante la comunicación integral del mensaje de
demás aprendizajes, utilizando el lenguaje la fe; la educación litúrgica; la formación moral;
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cultural de la escuela. Procura el ejercicio de la oración
fomentar el diálogo fe-cultura, y fe—vida. como diálogo con Dios; la educación para Ia vida
comunitaria y para la misión.
5. contenidos Selecciona y acentúa del mensaje cristiano Ofrece Ia globalidad del mensaje cristiano,
aquellos contenidos que tienen relación directa orientado a una opción y vivencia integral de la fe
con la cultura que construyen católica.
los alumnos a través de las asignaturas.
6. metodología Se inspira en Ia pedagogía de la fe, en Es expresión privilegiada de la pedagogía de la fe
coherencia con las ofertas metodológicas propias que encuentra su modelo en la pedagogía de
de los procesos educativos escolares. Cristo Maestro. Es una educación progresiva y
Selecciona los mejores procesos didácticos sistemática, que asume la experiencia humana
propios del ámbito escolar, que facilitan el para que el catequizando la ilumine y la juzgue a
diálogo fe-cultura. la luz de la Palabra, con la exigencia de una
respuesta de fe.
7. destinatarios Los alumnos de la escuela, católicos o no Todos los miembros de la Iglesia Católica, de toda
católicos que acepten libremente ser educados edad y condición, especialmente los
en su dimensión religiosa. Los grupos quedan adultos en las comunidades cristianas. Los grupos
preestablecidos por de catequizandos son miembros de Ia
la estructura y organización escolar. comunidad cristiana en la que participan
espontánea y libremente.
8. agentes La familia, la comunidad educativa y los La comunidad cristiana, la familia y los
docentes de Ia ERE, según su propia identidad. catequistas, según su propia identidad.
9. lugar La escuela o institución educativa. La comunidad cristiana como animadora y Iugar
privilegiado de la catequesis.
1o. materiales y Programas y textos de Educación Religiosa, con
subsidios carácter social y debidamente aprobados Catecismos y textos aprobados por la Conferencia
por la Conferencia Episcopal y el Ministerio de Episcopal o la diócesis para la catequesis de la
Educación Pública. comunidad.
11. evaluación Necesaria por el carácter escolar, con su rigor y Es necesaria según su naturaleza, pero tiene
exigencia académica, lo que no excluye límites cuando se trata de objetivos de adhesión y
parámetros específicos, de acuerdo con la comunión con Dios, que no son evaluables.
naturaleza e identidad de la ERE. Favorece la evaluación formativa que no excluye
Evaluá los objetivos formulados y los procesos, los contenidos. Requiere una opción por el
tanto en lo cognitivo como en lo afectivo, mensaje cristiano como realidad de salvación.
empleando los instrumentos propios de la
escuela.
No requiere la aceptación vital del mensaje
cristiano y facilita una posible opción de fe
aunque su intencionalidad es discreta.

PARA PROFUNDIZAR

1. ¿En cuál área de la pastoral ubicas la ERE?


2. ¿Se puede impartir indistintamente la ERE en la escuela pública y en los colegios católicos?
3. ¿Se puede considerar que los docentes de religión nombrados por el Ministerio de Educación,
son agentes de pastoral?
4. Realiza un ensayo sobre la distinción y complementariedad de la ERE y la Catequesis.

Referencias

CELAM (1999). Orientaciones generales para la ERE en América Latina y el Caribe. Departamento de
Educación. DEC. Santafé de Bogotá: Centro de Publicaciones del CELAM.

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CELAM (1992). Nueva Evangelización - Promoción humana-Cultura cristiana. IV Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano. Santafé de Bogotá: Centro de Publicaciones del CELAM.
Congregación para la Educación Católica. (1982) EI Iaico católico, testigo de Ia fe en Ia escuela. Ciudad del
Vaticano: Librería Editrice Vaticana.
Congregación para la Educación Católica. (1977). La Escuela Católica. Ciudad del Vaticano: Libreria
Editrice Vaticana.
Congregación para la Educación Católica. (1988) Dimensión religiosa de la Educación en Ia Escuela Católica.
Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.

(Para los documentos eclesiales, véase lista de siglas).

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