Sei sulla pagina 1di 2

Domingo III Tiempo Ordinario

21 enero 2018

Evangelio de Marcos 1, 14-20

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el


Evangelio de Dios. Decía:
 Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y
creed la Buena Noticia.
Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés,
que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo:
 Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano
Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su
padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

******

EL REGALO QUE ENCIERRA LA ACEPTACIÓN

Marcos une dos cuestiones: el anuncio de la Buena Noticia y la llamada a


los primeros discípulos. Se trata, sin duda, de un relato estereotipado,
provocado por el interés del propio evangelista en unir, desde el principio
mismo, la misión de Jesús con la formación del grupo. No parece comprensible
que unos pescadores siguieran sin más a un desconocido .
El anuncio con el que Jesús inicia su actividad pública sintetiza toda su
misión: no en vano son las primeras palabras que Marcos pone en su boca. Y
ese anuncio es una “buena noticia”: la buena noticia de que todo aquello que
“buscamos”, en realidad “está cerca”.
Decía, en un comentario anterior, que la búsqueda constituye una
adicción peligrosa en cuanto la usamos como estratagema para escapar del
momento presente. Si por “Reino de Dios” entendemos –más allá de cualquier
referencia histórica- la plenitud anhelada, el mensaje de Jesús aparece
radiante: la plenitud no se halla lejos ni fuera ; es lo que ya somos. Y la
descubrimos cuando nos “convertimos”.
El término “conversión” traduce el griego “meta-noia” (más allá de la
mente), que invita a “otro modo de ver”. Se trata de salir de la perspectiva
mental –separadora y proyectiva-, para adoptar aquel modo de conocer (no-
dual) que nos permite alinearnos con lo Real, sin fracturas, distancias ni
separaciones.
Si el modelo mental se caracteriza por la resistencia a lo que es,
expresada en términos de “debería” ser de otro modo, o “no debería” ser así, el
modelo no-dual se asienta en la aceptación plena.

1
La aceptación pone fin a la huida –de hecho, no existe otro antídoto
frente a esa trampa- y nos alinea con el momento presente, es decir, con la
Vida, tal como en este momento se manifiesta.
“¿Cómo deberíamos vivir? –se preguntaba la beguina Matilde de
Magdeburgo-. Vive dándole la bienvenida a todo ”. Y, como si respondiera a la
misma pregunta, otra beguina –ahora reconocida como santa y doctora de la
Iglesia, Hildegard von Bingen- explicaba: “Doy la bienvenida a todas las
criaturas del mundo con gracia”.
La aceptación profunda consiste en la rendición a lo que es, más allá de
las etiquetas con que nuestra mente lo nombre. Y esa es la condición para
alinearnos con la Vida y fluir con ella. ¿El motivo último? Porque, en nuestra
identidad profunda, no somos un remolino separado, sino la propia agua que
se despliega en tal variedad de formas.
Por eso, al aceptar profundamente, descubrimos la plenitud que somos,
constatamos que el “Reino de Dios está cerca” y nos hacemos disponibles para
que, a través nuestro, pueda brotar y fluir la acción adecuada, una acción, por
otra parte, que estará marcada por la desapropiación y la compasión.

www.enriquemartinezlozano.com

Potrebbero piacerti anche