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SALA CONSTITUCIONAL
El 25 de octubre de 2011, la abogada Glenda Guevara, inscrita en el Instituto de Previsión Social del
Abogado bajo el núm. 79.318, actuando con el carácter de apoderada judicial del ciudadano RAIMO JOSÉ
MENDOZA, titular de la cédula de identidad núm. V-11.523.770, presentó escrito ante la Secretaría de esta
Sala Constitucional mediante el cual solicitó revisión de la sentencia núm. 000299/2011 del 11 de julio de 2011,
dictada por la Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, que declaró sin lugar el recurso de
casación que su mandante propuso contra el fallo del 25 de enero de 2011, expedido por el Juzgado Superior
Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar el recurso de apelación que también ejerció
contra la sentencia del Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma
Circunscripción Judicial, que declaró con lugar la cuestión previa referente a la prohibición de la ley de admitir
la acción propuesta y extinguido el proceso, confirmando la misma, en el marco del juicio por daños morales y
materiales que intentó contra el ciudadano Javier José Henríquez Rodríguez.
El 25 de abril de 2011, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado Arcadio Delgado
Rosales, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.
I
DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN
El 25 de octubre de 2011, la abogada Glenda Guevara, actuando con el carácter de apoderada judicial
del ciudadano Raimo José Mendoza, de conformidad con lo previsto en el cardinal 10 del artículo 336 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, solicitó revisión de la sentencia del 11 de julio de 2011,
dictada por la Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, al considerar que esta “(…)
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interpret[ó] erróneamente el criterio establecido por esta Sala Constitucional en su decisión de fecha 1 de
junio de 2001 (caso: Frank Valero González y Milena Portillo Monosalva de Velero[sic]) (…)”, en los términos
siguientes:
Que, el 9 de octubre de 2008, su mandante interpuso demanda por daños morales derivados de accidente
de tránsito ante el Tribunal Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo contra el ciudadano Javier José Henríquez Rodríguez.
Que la parte demandada en dicho juicio opuso la cuestión previa “contenida en el ordinal 11° del
Artículo 346 del Código de Procedimiento Civil (…). Alegando el referido abogado, como fundamento de la
cuestión previa invocada lo siguiente: ‘mediante sentencia dictada en fecha 12 de junio del 2008, fue declarada
la PERENCIÓN DE LA INSTANCIA en dicha causa, ordenándose la notificación de la parte accionante…
(omissis) Es (sic) el caso, que la notificación de la parte accionante se produjo en fecha 04 de agosto de 2008,
mediante diligencia estampada por el ciudadano RAIMO JOSÉ MENDOZA, motivo por el cual a partir del
día 04 de agosto de 2008, el ciudadano RAIMO JOSÉ MENDOZA, debía esperar que transcurrieran 90 días
continuos para volver a proponer su demanda,… lapso que se cumplía en fecha 03 de noviembre de 2008’
(…)” (destacado del escrito).
Que, de conformidad con lo previsto en el artículo 351 del Código de Procedimiento Civil, el 9 de
noviembre de 2009, presentó escrito “manifestando que CONTRADECÍA LA CUESTIÓN PREVIA
OPUESTA y que se declarara SIN LUGAR” (destacado del escrito); sin embargo, el Tribunal de la causa,
mediante decisión del 27 de julio de 2010, declaró con lugar la cuestión previa opuesta y extinguido el proceso.
Que ejerció recurso de apelación contra dicha decisión, del cual conoció el Juzgado Superior Segundo
en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo que, mediante sentencia del 25 de enero de 2011, declaró sin
lugar dicho recurso y confirmó la sentencia apelada.
Que contra esta decisión ejerció recurso de casación por ante la Sala de Casación Civil de este máximo
Tribunal, la cual mediante fallo del 11 de julio de 2011 declaró sin lugar el aludido recurso.
Que, conforme al criterio establecido por esta Sala Constitucional en la sentencia núm. 956 del 1 de
junio de 2001, caso: Frank Valero González, su representado “(…) no podía volver a proponer la demanda
antes de que transcurrieran noventa (90) días continuos después de verificada la perención, la cual se verificó
en fecha 12 de junio de 2008, fecha en que fue declarada judicialmente por el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo; pero
cuando [su] representado vuelve a proponer la demanda en fecha 9 de octubre de 2008, ya habían transcurrido
con creces los noventa (90) días, (3 meses y 26 días), por lo que no existía una prohibición legal, que le
hubiera impedido a [su] representado volver a proponer la demanda. Darle otra interpretación a este artículo,
sería señalar otro lapso que no está establecido en el mismo (…)” (destacado del escrito).
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Que el fallo “(…) se aparta abiertamente de la interpretación mencionada, al disponer que dicho lapso
se computará a partir del momento en que la sentencia quede definitivamente firme; resultando necesaria la
notificación de las partes de la sentencia que declara la perención, en perjuicio de los derechos
constitucionales de [su] representado, a la defensa, al debido proceso y a la tutela judicial efectiva (…)
ocasionándole un gravamen irreparable, toda vez que se extingue [el] proceso (…). Por lo que de haberse
aplicado el criterio reiterado de esta digna Sala Constitucional, la decisión hubiera sido anular la sentencia
dictada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo y reponer el juicio al estado
en que se encontraba (...)”.
Que “(…) la Notificación (sic) de la sentencia que declara la perención es a los efectos de la apelación,
porque lógicamente, si la perención opera de pleno derecho no es necesario notificar a nadie; ya que el juez
simplemente lo que hace es constatarla y declararla (…)”.
Que “solicit[a], respetuosamente, se admita el presente recurso de revisión, sea revocada la sentencia
dictada por la Sala de Casación Civil, objeto de revisión y se reponga la causa al estado en que se encontraba
(…)”.
II
DEL FALLO OBJETO DE REVISIÓN
El 11 de julio de 2011, la Sala de Casación Civil de este máximo Tribunal, con ocasión del recurso de
casación que ejercieron los apoderados judiciales del ciudadano Raimo José Mendoza contra la sentencia del 25
de enero de 2011, emitida por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, en el marco del
juicio que por daños morales y materiales interpusieron los apoderados judiciales de dicho recurrente
(demandante) contra el ciudadano Javier José Henríquez Rodríguez, declaró sin lugar el referido recurso, en los
términos siguientes:
Lo discernido anteriormente, debe ser valorado por esta Sala de Casación Civil atenida a
los diuturnos, pacíficos y consolidados criterios doctrinales y jurisprudenciales reiterados en
la transcripción que ad exemplum se vierten a continuación, en lo que respecta a la forma
de computar el lapso establecido en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil,
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Al respecto cabe señalar que el artículo 271 del código civil adjetivo señala expresamente
lo siguiente:
(…)
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citada, se obtiene con meridiana claridad la doctrina de esta Sala de Casación Civil, que
señala al respecto, que en la exégesis de la previsión contenida en el artículo 271 del Código
de Procedimiento Civil, además de perseguir la extinción del proceso, está destinada a servir
de prevención y estímulo a los litigantes para reactivar el proceso a tiempo y no dejar
caducarlo, y en consecuencia, si la demanda fuese propuesta anticipadamente, antes de
vencer los noventa (90) días de prohibición temporal, el juez puede de oficio declararla
inadmisible, y siendo que dicha norma persigue sancionar al litigante negligente, el contar
los noventa (90) días a partir del momento en que se efectúa, opera, o se consuma la
perención, impediría la finalidad práctica de la sanción prevista en la norma; por lo que, al
vocablo verificar se le debe asignar el sentido propio de la palabra probar, constatar o
declarar, y en consecuencia, los noventa (90) días de inadmisibilidad temporal de la
pretensión deben dejarse transcurrir a partir de la firmeza del fallo que declare la
perención. Así se decide.
(…)
De la lectura del fallo recurrido se desprende, sin lugar a dudas, que el juez de alzada
interpretó correctamente la doctrina de esta Sala, en torno a la forma de computar el lapso
previsto en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, al señalar que dicho lapso se
computará a partir del momento en que la sentencia quedara definitivamente firme,
señalando al efecto el juez de alzada, varias sentencias de este Tribunal Supremo como
sustento de su postura al respecto.
En tal sentido se observa, que la errónea interpretación de ley, esto es, el error acerca del
contenido y alcance de una disposición expresa de la ley, comprende, los errores de
interpretación en los que puede incurrir el juez, en lo que se refiere a la hipótesis
abstractamente prevista en la norma, como a la determinación de sus consecuencias legales;
y consiste en el error sobre el contenido de una norma jurídica que se verifica cuando el juez,
aun reconociendo la existencia y la validez de la norma apropiada al caso, o mejor dicho,
habiéndola elegido acertadamente, yerra al interpretarla en su alcance general y abstracto.
Hay pues, error en la interpretación de la ley, en todos los casos en que, no obstante haberse
aplicado la norma adecuada, no se le da su verdadero sentido, haciéndose derivar de ella
consecuencias que no concuerdan con su contenido.
III
MOTIVACIONES PARA DECIDIR
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Tal potestad de revisión de sentencias definitivamente firmes abarca tanto fallos que hayan sido dictados
por las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia (artículo 25, cardinal 11 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia) como los que pronuncien los demás Tribunales de la República (artículo 25, cardinal 10
eiusdem), pues la intención final es que la Sala Constitucional ejerza su atribución de máximo intérprete de la
Constitución, según lo que establece el artículo 335 del Texto Fundamental.
En el presente caso se solicitó la revisión constitucional de la decisión emitida el 11 de julio de 2011 por
la Sala de Casación Civil de este máximo Tribunal, razón por la cual esta Sala asume la competencia para
conocer de dicha solicitud, de conformidad con lo previsto en el cardinal 11 del artículo 25 de la Ley Orgánica
del Tribunal Supremo de Justicia. Así se declara.
Establecida la competencia, esta Sala observa que el argumento fundamental del solicitante es que la
sentencia núm. 000299/2011 del 11 de julio de 2011, emitida por la Sala de Casación Civil de este máximo
Tribunal con ocasión del recurso de casación que ejerció contra el fallo del 25 de enero de 2011, dictado por el
Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar el referido recurso,
contrarió el criterio vinculante de esta Sala establecido en la decisión núm. 956/2001 del 1 de junio, caso: Frank
Valero González y otros, lo cual vulneró sus derechos constitucionales a la defensa, al debido proceso y a la
tutela judicial efectiva al disponer que el lapso para interponer nuevamente una demanda, luego de haberse
verificado la perención que prevé el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, transcurre a partir de que
la sentencia mero declarativa de la perención quede definitivamente firme.
Al respecto, debe señalarse que el fallo de esta Sala núm. 956/2001, precisa lo siguiente:
Dicho Código señala que toda instancia se extingue por el transcurso de un año sin haberse
ejecutado ningún acto de procedimiento por las partes (artículo 267); y agrega, que la
inactividad del juez después de vista la causa, lo que se entiende que es solo con relación al fallo
de fondo, no producirá la perención. Ella tampoco tendrá lugar cuando el proceso se encuentre
en consulta legal, ante el juez que ha de conocerla (artículo 270 del Código de Procedimiento
Civil).
En su esencia, tal disposición persigue sancionar la inactividad de las partes (de todos los
litigantes), y la sanción se verifica de derecho, la que no es renunciable por las partes, tal como
lo señala el artículo 269 del Código de Procedimiento Civil.
El efecto de la perención declarada es que se extingue el proceso, por lo que ella no ataca a
la acción, y las decisiones que produzcan efectos, y las pruebas que resulten de los autos,
continuarán teniendo plena validez. Simplemente, la perención finaliza el proceso, el cual no
continuará adelante a partir de la declaratoria de aquélla.
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Por tratarse de una ‘sanción’ a la inactividad de las partes, la perención, una vez verificado
el supuesto que la permite, puede declararse de oficio, sin que valga en contra que las partes o
una de ellas actuó después que se consumieron los plazos cuando se produjo la inactividad. Esta
última puede tener lugar cuando no se insta o impulsa el proceso en un lapso legal establecido,
o cuando el demandante no realiza una actividad específica en determinados plazos (caso del
artículo 354 del Código de Procedimiento Civil, por ejemplo) a la cual lo requiere el Tribunal, a
instancia de su contraparte; o cuando debiendo comparecer a una determinada actuación, no lo
hace (artículos 756 y 758 del Código de Procedimiento Civil). De estas dos posibilidades para
los fines de este fallo, a la Sala le interesa la primera de ellas: la perención que nace por falta
de impulso procesal propio.
Estos términos no son otros que los indicados en el artículo 267 del Código de
Procedimiento Civil:
1) El transcurso de un año sin haberse ejecutado ningún acto de procedimiento por las
partes.
4) El transcurso de seis meses contados desde la suspensión del proceso por la muerte de
alguno de los litigantes (artículo 144 del Código de Procedimiento Civil), o por haber perdido el
carácter con que obraba, sin que los interesados hubiesen gestionado la continuación de la
causa, ni dado cumplimiento a las obligaciones que la ley les impone para proseguirla.
Por ello, el ordinal 3° del artículo 267 del Código de Procedimiento Civil al señalar:
‘También se extingue la instancia’, no distingue en qué estado ella se encuentra, en
contraposición con los otros ordinales de dicha norma, y con el enunciado general de la misma.
Suele comentarse que la perención no tiene lugar cuando el juicio está en suspenso. A juicio
de esta Sala hay que diferenciar la naturaleza de la detención procesal, ya que si ella es
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producto de una suspensión por algún motivo legal, durante la suspensión, el juez pierde la
facultad de impulsar de oficio el proceso hasta su conclusión (artículo 14 del Código de
Procedimiento Civil), y éste entra en un estado de latencia mientras dure el término legal de
suspensión, pero transcurrido éste, así no exista impulso de los sujetos procesales, el proceso
automáticamente debe continuar, y si no lo hace, comienza a computarse el término para
perimir, tal como lo evidencia el ordinal 3° del artículo 267 del Código de Procedimiento Civil
cuando resta del lapso de perención el término de suspensión legal, el cual previniendo que a
partir de la terminación del lapso legal de suspensión comience a contarse el de perención, ya
que la causa continúa y si no se activa y por ello se paraliza, perimirá.
La perención tiene lugar cuando el proceso se encuentra paralizado y las partes o no están
o han dejado de estar a derecho. Se trata de una relación procesal que no se formó, o que,
constituida, se rompió. El comienzo de la paralización es el punto de partida para la perención,
y el tiempo que ella dure será el plazo para que se extinga la instancia.
Tal situación ha sucedido con motivo de las reorganizaciones de las competencias de los
tribunales, lo que conoce la Sala por notoriedad judicial. Surge así una inactividad imputable a
las partes, que ocurre en estado de sentencia, y que configura una carga incumplida de los
litigantes, es a ellos a quien perjudica, y no al tribunal que se encuentra imposibilitado de
actuar.
Algo similar ocurría cuando no estaba vigente el principio de gratuidad de la justicia y las
partes no consignaban el papel sellado necesario para sentenciar.
Estos son los principios generales sobre perención de la instancia, los cuales son aplicables
plenamente al proceso civil y a los procesos que se rijan por el Código de Procedimiento Civil
(proceso común).
Las causas en suspenso no se desvinculan del iter procesal. El juicio se detiene y continúa
automáticamente en el estado en que se encontraba cuando se detuvo, sin necesidad de notificar
a nadie, ya que la estadía a derecho de las partes no se ha roto. El artículo 202 del Código de
Procedimiento Civil, marca los principios al respecto, mientras que el 14 eiusdem, establece que
las suspensiones tienen lugar por motivos, pautados en la ley, tal como lo hacen -por ejemplo-
los artículos 202, 354, 367, 387, 756 y 758 del Código de Procedimiento Civil.
Para que exista paralización, es necesario que ni las partes ni el Tribunal actúen en las
oportunidades señaladas en la ley para ello, por lo que esta inactividad de los sujetos
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procesales, rompe la estadía a derecho de las partes, las desvincula, y por ello si el proceso se
va a reanudar, y recomienza en el siguiente estadio procesal a aquél donde ocurrió la
inactividad colectiva, habrá que notificar a los litigantes de tal reanudación, habrá que
reconstituir a derecho a las partes, tal como lo previó el artículo 14 del Código de
Procedimiento Civil.
Ese es el criterio que gobierna al artículo 257 eiusdem. Las partes se encuentran a derecho
mientras en el proceso corren los plazos para sentenciar, pero transcurridos estos términos sin
fallo alguno, ellas dejan de estar a derecho, por lo que deberán ser notificados, a fin [de] que
corran los lapsos para interponer los recursos contra la sentencia dictada extemporáneamente.
Tal notificación se ordena de oficio, debido al carácter de director del proceso que tiene el juez,
ya que es a él a quien es atribuible la dilación.
La anterior interpretación tiene plena validez para todos los procesos que se rigen por el
Código de Procedimiento Civil (…)”.
Ahora bien, en la sentencia objeto de revisión se aprecia que la Sala de Casación Civil declaró sin lugar
el recurso de casación interpuesto por el hoy solicitante, atendiendo los precedentes jurisprudenciales de las
sentencias que la misma ha emitido en cuanto a la interpretación del artículo 271 del Código de Procedimiento
Civil, señalando expresamente que “en la exégesis de la previsión contenida en el artículo 271 del Código de
Procedimiento Civil, además de perseguir la extinción del proceso, está destinada a servir de prevención y
estímulo a los litigantes para reactivar el proceso a tiempo y no dejar caducarlo, y en consecuencia, si la
demanda fuese propuesta anticipadamente, antes de vencer los noventa (90) días de prohibición temporal, el
juez puede de oficio declararla inadmisible, y siendo que dicha norma persigue sancionar al litigante
negligente, el contar los noventa (90) días a partir del momento en que se efectúa, opera, o se consuma la
perención, impediría la finalidad práctica de la sanción prevista en la norma; por lo que, al vocablo verificar
se le debe asignar el sentido propio de la palabra probar, constatar o declarar, y en consecuencia, los noventa
(90) días de inadmisibilidad temporal de la pretensión deben dejarse transcurrir a partir de la firmeza del
fallo que declare la perención” (destacado del escrito).
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En el análisis del caso sub júdice resulta pertinente traer a colación las disposiciones de los artículos
269, 270 y 271 del Código de Procedimiento Civil, que establecen lo siguiente:
“Artículo 269. La perención se verifica de derecho y no es renunciable por las partes. Puede
declararse de oficio por el Tribunal y la sentencia que la declare, en cualquiera de los casos del
artículo 267, es apelable libremente”.
“Artículo 270. La perención no impide que se vuelva a proponer la demanda, ni extingue los
efectos de las decisiones dictadas, ni las pruebas que resulten de los autos; solamente extingue el
proceso (…)”.
“Artículo 271. En ningún caso el demandante podrá volver a proponer la demanda, antes de que
transcurran noventa días continuos después de verificada la perención”.
Así pues, por una parte se advierte que es imperativo que el Tribunal notifique de la decisión que declaró la
perención a las partes, en cualquiera de los supuestos que prevé el artículo 267 del Código de Procedimiento
Civil, con el fin de garantizar su derecho a la defensa; y solo a partir de que ocurra la misma comienza a
transcurrir el lapso para ejercer el recurso de apelación correspondiente.
Por otra parte, es preciso indicar el momento a partir del cual comienza a transcurrir el lapso de noventa
(90) días para volver a proponer la demanda, luego de haberse declarado la perención; ya que pareciera que la
Sala de Casación Civil de este máximo Tribunal realizó una interpretación matizada del artículo 271 del Código
de Procedimiento Civil, pues conforme lo señala la misma pareciera que tal lapso se cuenta a partir de la
firmeza del fallo mero declarativo de perención. Sin embargo, si se entiende de tal manera se estaría
prolongando un lapso que no prevé el dispositivo legal, que a la letra dispone que este comenzará a contarse
“después de verificada la perención”.
Según la Real Academia Española, el vocablo “verificar” alude a “comprobar o examinar la verdad de
algo” y conforme a la norma citada, en el caso de la perención, el Juez realiza esta acción al momento de
comprobar que la misma ocurrió, bien sea de oficio o a petición de parte. Por tanto, a la letra de lo previsto en el
citado artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, es a partir del momento en que el Juez realiza tal acción
y emite el pronunciamiento correspondiente, cuando comienza a transcurrir el lapso para que la parte
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demandante vuelva a interponer la demanda, que nada tiene que ver con el momento a partir del cual comienza
a transcurrir el lapso para ejercer el recurso de apelación.
Esta Sala debe advertir que la interpretación analógica que realizó la Sala de Casación Civil de este máximo
Tribunal del artículo 1.982 del Código Civil a la perención no es congruente, puesto que el aludido dispositivo
legal está referido a las prescripciones breves y en nada se asemeja a la caducidad de la acción, aunado a que
esta última figura tiene su propia prescripción legal.
Así las cosas, esta Sala estima que el fallo bajo examen efectivamente infringió los derechos a la defensa, al
debido proceso y a la tutela judicial efectiva del hoy solicitante, al declarar sin lugar el recurso de casación por
él interpuesto contra el fallo del 25 de enero de 2011, expedido por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil,
Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción
Judicial del Estado Carabobo, que declaró con lugar la cuestión previa referente a la prohibición de la ley de
admitir la acción propuesta y extinguido el proceso, en el marco del juicio por daños morales y materiales
intentado por el solicitante. Por tanto, se declara que ha lugar la revisión de la sentencia núm. 000299/2011 del
11 de julio de 2011, dictada por la referida la Sala. Así se decide.
En consecuencia, se anula el fallo núm. 000299/2011 del 11 de julio de 2011 dictado por la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia y se le ordena que una vez constituida la Sala accidental dicte
nuevo fallo con sujeción a la doctrina establecida en la presente sentencia. Así se decide.
Finalmente, dado que el criterio expuesto en la presente decisión resulta relevante, esta Sala ordena su
publicación en Gaceta Judicial. Así se decide.
DECISIÓN
Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando
justicia en nombre de la República por autoridad de la ley, declara:
2) Nula la sentencia Nº 000299/2011 dictada por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia, el 11 de julio de 2011, que declaró sin lugar el recurso de casación propuesto por el
ciudadano Raimo José Mendoza contra el fallo del 25 de enero de 2011, expedido por el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo.
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3) Se ordena a la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, que al respecto se
constituya en forma accidental, dictar decisión sobre el recurso de casación propuesto por los
apoderados judiciales del ciudadano Raimo José Mendoza, contra el fallo del 25 de enero de 2011,
expedido por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, con
sujeción a lo prescrito en la presente sentencia.
Publíquese y regístrese. Remítase copia certificada del presente fallo a la Sala de Casación Civil del
Tribunal Supremo de Justicia y al Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo. Archívese el
expediente.
Dada, firmada y sellada, en el Salón de Audiencias del Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, en Caracas, a los 09 días del mes de marzo de dos mil doce Años: 201° de la Independencia y
153° de la Federación.
La Presidenta,
El Vicepresidente,
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El Secretario
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