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SALA CONSTITUCIONAL

Magistrado Ponente: Arcadio Delgado Rosales


Expediente núm. 11-1289

El 25 de octubre de 2011, la abogada Glenda Guevara, inscrita en el Instituto de Previsión Social del
Abogado bajo el núm. 79.318, actuando con el carácter de apoderada judicial del ciudadano RAIMO JOSÉ
MENDOZA, titular de la cédula de identidad núm. V-11.523.770, presentó escrito ante la Secretaría de esta
Sala Constitucional mediante el cual solicitó revisión de la sentencia núm. 000299/2011 del 11 de julio de 2011,
dictada por la Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, que declaró sin lugar el recurso de
casación que su mandante propuso contra el fallo del 25 de enero de 2011, expedido por el Juzgado Superior
Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar el recurso de apelación que también ejerció
contra la sentencia del Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la misma
Circunscripción Judicial, que declaró con lugar la cuestión previa referente a la prohibición de la ley de admitir
la acción propuesta y extinguido el proceso, confirmando la misma, en el marco del juicio por daños morales y
materiales que intentó contra el ciudadano Javier José Henríquez Rodríguez.

El 25 de abril de 2011, se dio cuenta en Sala y se designó ponente al Magistrado Arcadio Delgado
Rosales, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

I
DE LA SOLICITUD DE REVISIÓN

El 25 de octubre de 2011, la abogada Glenda Guevara, actuando con el carácter de apoderada judicial
del ciudadano Raimo José Mendoza, de conformidad con lo previsto en el cardinal 10 del artículo 336 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, solicitó revisión de la sentencia del 11 de julio de 2011,
dictada por la Sala de Casación Civil de este Tribunal Supremo de Justicia, al considerar que esta “(…)

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interpret[ó] erróneamente el criterio establecido por esta Sala Constitucional en su decisión de fecha 1 de
junio de 2001 (caso: Frank Valero González y Milena Portillo Monosalva de Velero[sic]) (…)”, en los términos
siguientes:

Que, el 9 de octubre de 2008, su mandante interpuso demanda por daños morales derivados de accidente
de tránsito ante el Tribunal Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo contra el ciudadano Javier José Henríquez Rodríguez.

Que la parte demandada en dicho juicio opuso la cuestión previa “contenida en el ordinal 11° del
Artículo 346 del Código de Procedimiento Civil (…). Alegando el referido abogado, como fundamento de la
cuestión previa invocada lo siguiente: ‘mediante sentencia dictada en fecha 12 de junio del 2008, fue declarada
la PERENCIÓN DE LA INSTANCIA en dicha causa, ordenándose la notificación de la parte accionante…
(omissis) Es (sic) el caso, que la notificación de la parte accionante se produjo en fecha 04 de agosto de 2008,
mediante diligencia estampada por el ciudadano RAIMO JOSÉ MENDOZA, motivo por el cual a partir del
día 04 de agosto de 2008, el ciudadano RAIMO JOSÉ MENDOZA, debía esperar que transcurrieran 90 días
continuos para volver a proponer su demanda,… lapso que se cumplía en fecha 03 de noviembre de 2008’
(…)” (destacado del escrito).

Que, de conformidad con lo previsto en el artículo 351 del Código de Procedimiento Civil, el 9 de
noviembre de 2009, presentó escrito “manifestando que CONTRADECÍA LA CUESTIÓN PREVIA
OPUESTA y que se declarara SIN LUGAR” (destacado del escrito); sin embargo, el Tribunal de la causa,
mediante decisión del 27 de julio de 2010, declaró con lugar la cuestión previa opuesta y extinguido el proceso.

Que ejerció recurso de apelación contra dicha decisión, del cual conoció el Juzgado Superior Segundo
en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo que, mediante sentencia del 25 de enero de 2011, declaró sin
lugar dicho recurso y confirmó la sentencia apelada.

Que contra esta decisión ejerció recurso de casación por ante la Sala de Casación Civil de este máximo
Tribunal, la cual mediante fallo del 11 de julio de 2011 declaró sin lugar el aludido recurso.

Que, conforme al criterio establecido por esta Sala Constitucional en la sentencia núm. 956 del 1 de
junio de 2001, caso: Frank Valero González, su representado “(…) no podía volver a proponer la demanda
antes de que transcurrieran noventa (90) días continuos después de verificada la perención, la cual se verificó
en fecha 12 de junio de 2008, fecha en que fue declarada judicialmente por el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo; pero
cuando [su] representado vuelve a proponer la demanda en fecha 9 de octubre de 2008, ya habían transcurrido
con creces los noventa (90) días, (3 meses y 26 días), por lo que no existía una prohibición legal, que le
hubiera impedido a [su] representado volver a proponer la demanda. Darle otra interpretación a este artículo,
sería señalar otro lapso que no está establecido en el mismo (…)” (destacado del escrito).

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Que el fallo “(…) se aparta abiertamente de la interpretación mencionada, al disponer que dicho lapso
se computará a partir del momento en que la sentencia quede definitivamente firme; resultando necesaria la
notificación de las partes de la sentencia que declara la perención, en perjuicio de los derechos
constitucionales de [su] representado, a la defensa, al debido proceso y a la tutela judicial efectiva (…)
ocasionándole un gravamen irreparable, toda vez que se extingue [el] proceso (…). Por lo que de haberse
aplicado el criterio reiterado de esta digna Sala Constitucional, la decisión hubiera sido anular la sentencia
dictada por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo y reponer el juicio al estado
en que se encontraba (...)”.

Que “(…) la Notificación (sic) de la sentencia que declara la perención es a los efectos de la apelación,
porque lógicamente, si la perención opera de pleno derecho no es necesario notificar a nadie; ya que el juez
simplemente lo que hace es constatarla y declararla (…)”.

Que “solicit[a], respetuosamente, se admita el presente recurso de revisión, sea revocada la sentencia
dictada por la Sala de Casación Civil, objeto de revisión y se reponga la causa al estado en que se encontraba
(…)”.

II
DEL FALLO OBJETO DE REVISIÓN

El 11 de julio de 2011, la Sala de Casación Civil de este máximo Tribunal, con ocasión del recurso de
casación que ejercieron los apoderados judiciales del ciudadano Raimo José Mendoza contra la sentencia del 25
de enero de 2011, emitida por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, en el marco del
juicio que por daños morales y materiales interpusieron los apoderados judiciales de dicho recurrente
(demandante) contra el ciudadano Javier José Henríquez Rodríguez, declaró sin lugar el referido recurso, en los
términos siguientes:

“De la denuncia antes transcrita se desprende, que la formalizante le imputa a la


recurrida la infracción del artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, por errónea
interpretación, al considerar que el juez de alzada, estableció de forma incorrecta, la forma
en que se debía computar el lapso de noventa (90) días continuos de prohibición de la ley de
admitir la demanda, una vez decretada la perención de la instancia, y en tal sentido señala
que dicho lapso comienza a computarse a partir del día siguiente a que se dicte la decisión y
no como lo estableció el juez de alzada, que era a partir del momento en que adquiriese
firmeza el fallo.

Lo discernido anteriormente, debe ser valorado por esta Sala de Casación Civil atenida a
los diuturnos, pacíficos y consolidados criterios doctrinales y jurisprudenciales reiterados en
la transcripción que ad exemplum se vierten a continuación, en lo que respecta a la forma
de computar el lapso establecido en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil,

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destacándose que esta Sala en sentencia N° RC-596 de fecha 22 de septiembre de 2008,


expediente 2007-566, caso: Luís (sic) Pérez Martínez contra Aletta Serafina Romer Kolster,
que reitera el criterio de la extinta Corte Suprema de Justicia, en su Sala de Casación Civil,
reseñado en sentencia N° RC-428, de fecha 15 de julio de 1999, Exp: 1998-272, caso: Banco
Provincial S.A., Banco Universal contra The King Ranch Of Venezuela Corporation, C.A.,
con ponencia del mismo Magistrado que con tal carácter suscribe el presente fallo, estableció
lo siguiente:
‘...De igual manera la Sala observa lo establecido en los artículos 270 y 271 del
Código de Procedimiento Civil y artículo 1.982 ordinal 2º del Código Civil’.
Artículo 270 del Código de Procedimiento Civil.
‘La perención no impide que se vuelva a proponer la demanda, ni extingue los
efectos de las decisiones dictadas, ni las pruebas que resulten de los autos;
solamente extingue el proceso.
Cuando el juicio en que se verifique la perención se halle en apelación, la sentencia
apelada quedará con fuerza de cosa juzgada, salvo que se trate de sentencias sujetas
a consulta legal, en las cuales no habrá lugar a perención’.
Artículo 271 del Código de Procedimiento Civil.
‘En ningún caso el demandante podrá volver a proponer la demanda, antes de que
transcurran noventa días continuos después de verificada la perención’.
Artículo 1.982 del Código Civil.
‘Se prescribe por dos años la obligación de pagar:
‘Se prescribe por dos años la obligación de pagar: (sic)
1º.- Las pensiones alimenticias atrasadas.
2º.- A los abogados, a los procuradores, y a toda clase de curiales, sus honorarios,
derechos, salarios y gastos.
El tiempo para estas prescripciones corre desde que haya concluido el proceso por
sentencia o conciliación de las partes, o desde la cesación de los poderes del
Procurador, o desde que el abogado haya cesado en su ministerio.
En cuanto a los pleitos no terminados, el tiempo será de cinco años desde que se
hayan devengado los derechos, honorarios, salarios y gastos. (...)
De las normas antes transcritas esta Sala observa, que conforme al artículo 1.982
ordinal 2º del Código Civil, se prescribe por dos años la obligación de pagar, a los
abogados, a los procuradores, y a toda clase de curiales, sus honorarios, derechos,
salarios y gastos.
Que el tiempo para estas prescripciones corre desde que haya concluido el proceso
por sentencia o conciliación de las partes, o desde la cesación de los poderes del
Procurador, o desde que el abogado haya cesado en su ministerio.
Y en cuanto a los pleitos no terminados, el tiempo será de cinco años desde que se
hayan devengado los derechos, honorarios, salarios y gastos.
De igual forma conforme a los artículos 270 y 271 del Código de Procedimiento
Civil, se observa que aún cuando la perención no impide que se vuelva a proponer la
demanda, en ningún caso el demandante podrá volver a proponer la demanda, antes
de que transcurran noventa días continuos después de verificada la perención.
Ahora bien, en torno a la interpretación del artículo 271 del Código de
Procedimiento Civil, de obligatorio análisis para poder dilucidar los efectos de la
sentencia de perención en torno a lo establecido en el artículo 1.982 del Código
Civil, y al efecto cabe destacar sentencia de la extinta Corte Suprema de Justicia, en
su Sala de Casación Civil, de fecha 15 de julio de 1999, fallo N° 428, Exp: 98-272,
caso: Banco Provincial S.A., Banco Universal contra The King Ranch Of Venezuela
Corporation, C.A., que dispuso lo siguiente:
‘…En el mismo sentido se ha pronunciado la moderna doctrina procesal

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patria, al considerar que la causal de inadmisibilidad pro tempore de la


demanda, consagrada en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil
como una sanción adicional a la extinción misma del proceso, está
destinada a servir de “prevención y estímulo a los litigantes para reactivar
el proceso a tiempo y no dejar caducarlo. Si la demanda fuese propuesta
anticipadamente, antes de vencer los noventas días, el Juez puede de oficio
declararla inadmisible conforme al artículo 341, o el demandado al
proponer la 11° cuestión previa de prohibición de la ley de admitir la acción
propuesta” (Ricardo Henríquez La Roche, Código de Procedimiento Civil,
Vol. II, pág. 271).-
Ahora bien, Juzga la Sala que siendo que el precepto contenido en el
artículo 271 persigue sancionar al litigante negligente, el contar los
noventa días a partir del momento en que se efectúa, opera, o se consuma la
perención, impediría la finalidad práctica de la sanción prevista en la
norma; por lo que, al vocablo verificar se le debe asignar el sentido propio
de la palabra probar, constatar o declarar, y, en consecuencia, los noventa
días de inadmisibilidad temporal de la pretensión deben dejarse transcurrir
a partir de la firmeza del fallo que declare la perención…’.-
La previsión contenida en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, además
de perseguir la extinción del proceso, está destinada a servir de ‘prevención y
estímulo a los litigantes para reactivar el proceso a tiempo y no dejar caducarlo. Si
la demanda fuese propuesta anticipadamente, antes de vencer los noventas días, el
Juez puede de oficio declararla inadmisible’. Criterio que es ratificado por la Sala
en este acto.
En tal sentido, se observa, que la sentencia que declare la perención de la instancia
corresponde a una sentencia que haya concluido el proceso, conforme lo dispone al
artículo 1.982 ordinal 2º del Código Civil, dado que la sentencia de perención de la
instancia, aún cuando no impide que se vuelva a proponer la demanda, lo que
persigue es la extinción del proceso, al establecerse que el vocablo extinción se le
debe asignar el sentido propio de las palabras conclusión, decaimiento o caída, y al
establecerse que el vocablo concluido se le debe asignar el sentido propio de la
palabra acabado, cerrado, cumplido o terminado.
Lo que hace evidente que el Juez de alzada, incurrió en el error de interpretación,
que se le atribuye, dado que el juicio que dio lugar al cobro de los honorarios
profesionales del intimante, concluyó en fecha 12 de febrero del año 1998, mediante
sentencia que declaró la PERENCIÓN DE LA INSTANCIA Y LA EXTINCIÓN
DEL PROCESO, y fue hasta la fecha 28 de julio del año 2003 que se intimó a la
ciudadana ALETTA SERAFINA ROMER KOLSTER, de lo que se desprende que
transcurrieron cinco (5) años y más de cinco (5) meses, sin que fuere interrumpida el
lapso de la prescripción. Por lo tanto el pretendido derecho del demandante a
cobrar sus honorarios profesionales y la obligación de pagarlos están evidentemente
prescritos. Así se decide.
En consideración a todo lo antes expuesto, es clara la procedencia de esta denuncia
por infracción de ley. Así de declara.’(Destacados de la sentencia transcrita).

Al respecto cabe señalar que el artículo 271 del código civil adjetivo señala expresamente
lo siguiente:

(…)

Ahora bien, de la concatenación de la norma antes descrita, con la jurisprudencia antes

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citada, se obtiene con meridiana claridad la doctrina de esta Sala de Casación Civil, que
señala al respecto, que en la exégesis de la previsión contenida en el artículo 271 del Código
de Procedimiento Civil, además de perseguir la extinción del proceso, está destinada a servir
de prevención y estímulo a los litigantes para reactivar el proceso a tiempo y no dejar
caducarlo, y en consecuencia, si la demanda fuese propuesta anticipadamente, antes de
vencer los noventa (90) días de prohibición temporal, el juez puede de oficio declararla
inadmisible, y siendo que dicha norma persigue sancionar al litigante negligente, el contar
los noventa (90) días a partir del momento en que se efectúa, opera, o se consuma la
perención, impediría la finalidad práctica de la sanción prevista en la norma; por lo que, al
vocablo verificar se le debe asignar el sentido propio de la palabra probar, constatar o
declarar, y en consecuencia, los noventa (90) días de inadmisibilidad temporal de la
pretensión deben dejarse transcurrir a partir de la firmeza del fallo que declare la
perención. Así se decide.

(…)

De la lectura del fallo recurrido se desprende, sin lugar a dudas, que el juez de alzada
interpretó correctamente la doctrina de esta Sala, en torno a la forma de computar el lapso
previsto en el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, al señalar que dicho lapso se
computará a partir del momento en que la sentencia quedara definitivamente firme,
señalando al efecto el juez de alzada, varias sentencias de este Tribunal Supremo como
sustento de su postura al respecto.

En tal sentido se observa, que la errónea interpretación de ley, esto es, el error acerca del
contenido y alcance de una disposición expresa de la ley, comprende, los errores de
interpretación en los que puede incurrir el juez, en lo que se refiere a la hipótesis
abstractamente prevista en la norma, como a la determinación de sus consecuencias legales;
y consiste en el error sobre el contenido de una norma jurídica que se verifica cuando el juez,
aun reconociendo la existencia y la validez de la norma apropiada al caso, o mejor dicho,
habiéndola elegido acertadamente, yerra al interpretarla en su alcance general y abstracto.
Hay pues, error en la interpretación de la ley, en todos los casos en que, no obstante haberse
aplicado la norma adecuada, no se le da su verdadero sentido, haciéndose derivar de ella
consecuencias que no concuerdan con su contenido.

Por lo tanto, como en el presente caso el juez interpretó y aplicó correctamente la


hipótesis abstractamente prevista en la norma, así como la determinación de sus
consecuencias legales, se hace improcedente la presente delación por infracción de ley, por
supuesta infracción del artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, por errónea
interpretación, así como se hace improcedente el presente recurso extraordinario de
casación. Así se decide (…)” (destacado del fallo).

III
MOTIVACIONES PARA DECIDIR

El artículo 336.10 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, prevé un mecanismo


extraordinario de tutela constitucional, mediante el cual esta Sala tiene la tarea de “revisar las sentencias
definitivamente firmes de amparo constitucional y de control de constitucionalidad de leyes o normas jurídicas
dictadas por los tribunales de la República, en los términos establecidos por la ley orgánica respectiva”, en su
condición de máximo intérprete del Texto Fundamental (artículo 335 eiusdem).

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Tal potestad de revisión de sentencias definitivamente firmes abarca tanto fallos que hayan sido dictados
por las otras Salas del Tribunal Supremo de Justicia (artículo 25, cardinal 11 de la Ley Orgánica del Tribunal
Supremo de Justicia) como los que pronuncien los demás Tribunales de la República (artículo 25, cardinal 10
eiusdem), pues la intención final es que la Sala Constitucional ejerza su atribución de máximo intérprete de la
Constitución, según lo que establece el artículo 335 del Texto Fundamental.

En el presente caso se solicitó la revisión constitucional de la decisión emitida el 11 de julio de 2011 por
la Sala de Casación Civil de este máximo Tribunal, razón por la cual esta Sala asume la competencia para
conocer de dicha solicitud, de conformidad con lo previsto en el cardinal 11 del artículo 25 de la Ley Orgánica
del Tribunal Supremo de Justicia. Así se declara.

Establecida la competencia, esta Sala observa que el argumento fundamental del solicitante es que la
sentencia núm. 000299/2011 del 11 de julio de 2011, emitida por la Sala de Casación Civil de este máximo
Tribunal con ocasión del recurso de casación que ejerció contra el fallo del 25 de enero de 2011, dictado por el
Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar el referido recurso,
contrarió el criterio vinculante de esta Sala establecido en la decisión núm. 956/2001 del 1 de junio, caso: Frank
Valero González y otros, lo cual vulneró sus derechos constitucionales a la defensa, al debido proceso y a la
tutela judicial efectiva al disponer que el lapso para interponer nuevamente una demanda, luego de haberse
verificado la perención que prevé el artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, transcurre a partir de que
la sentencia mero declarativa de la perención quede definitivamente firme.

Al respecto, debe señalarse que el fallo de esta Sala núm. 956/2001, precisa lo siguiente:

“(…) El Código de Procedimiento Civil establece la institución denominada perención de la


instancia.

Dicho Código señala que toda instancia se extingue por el transcurso de un año sin haberse
ejecutado ningún acto de procedimiento por las partes (artículo 267); y agrega, que la
inactividad del juez después de vista la causa, lo que se entiende que es solo con relación al fallo
de fondo, no producirá la perención. Ella tampoco tendrá lugar cuando el proceso se encuentre
en consulta legal, ante el juez que ha de conocerla (artículo 270 del Código de Procedimiento
Civil).

En su esencia, tal disposición persigue sancionar la inactividad de las partes (de todos los
litigantes), y la sanción se verifica de derecho, la que no es renunciable por las partes, tal como
lo señala el artículo 269 del Código de Procedimiento Civil.

El efecto de la perención declarada es que se extingue el proceso, por lo que ella no ataca a
la acción, y las decisiones que produzcan efectos, y las pruebas que resulten de los autos,
continuarán teniendo plena validez. Simplemente, la perención finaliza el proceso, el cual no
continuará adelante a partir de la declaratoria de aquélla.

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Como la acción no se ve afectada por la perención, la demanda puede volverse a proponer,


y si con ella (la perimida) se hubiere interrumpido la prescripción, tal interrupción sigue
produciendo efectos.

Por tratarse de una ‘sanción’ a la inactividad de las partes, la perención, una vez verificado
el supuesto que la permite, puede declararse de oficio, sin que valga en contra que las partes o
una de ellas actuó después que se consumieron los plazos cuando se produjo la inactividad. Esta
última puede tener lugar cuando no se insta o impulsa el proceso en un lapso legal establecido,
o cuando el demandante no realiza una actividad específica en determinados plazos (caso del
artículo 354 del Código de Procedimiento Civil, por ejemplo) a la cual lo requiere el Tribunal, a
instancia de su contraparte; o cuando debiendo comparecer a una determinada actuación, no lo
hace (artículos 756 y 758 del Código de Procedimiento Civil). De estas dos posibilidades para
los fines de este fallo, a la Sala le interesa la primera de ellas: la perención que nace por falta
de impulso procesal propio.

Estos términos no son otros que los indicados en el artículo 267 del Código de
Procedimiento Civil:

1) El transcurso de un año sin haberse ejecutado ningún acto de procedimiento por las
partes.

2) El transcurso de treinta días desde la fecha de admisión de la demanda, sin que el


demandante hubiere cumplido las obligaciones que le impone la ley para que sea practicada la
citación del demandado.

3) El transcurso de treinta días a contar desde la fecha de la reforma de la demanda,


realizada antes de la citación del demandado, si el demandante no hubiese cumplido con las
obligaciones que le impone la ley para que sea practicada la citación del demandado.

4) El transcurso de seis meses contados desde la suspensión del proceso por la muerte de
alguno de los litigantes (artículo 144 del Código de Procedimiento Civil), o por haber perdido el
carácter con que obraba, sin que los interesados hubiesen gestionado la continuación de la
causa, ni dado cumplimiento a las obligaciones que la ley les impone para proseguirla.

Sin embargo, el principio -enunciado en el artículo 267 aludido- de que la perención no


corre después de vista la causa, no es absoluto, ya que si después de vista la causa, se suspende
el proceso por más de seis meses, por la muerte de alguno de los litigantes o por la pérdida del
carácter con que obraba, sin que transcurrido dicho término los interesados gestionen la
continuación de la causa, ni cumplan las obligaciones que la ley les impone para proseguirla,
perimirá la instancia, así ella se encuentre en estado de sentencia, ya que el supuesto del ordinal
3° del artículo 267 no excluye expresamente la perención si la causa ya se ha visto, y realmente
en estos supuestos (ordinal 3°), la inactividad procesal es atribuible a las partes, por lo que ellas
deben asumir sus consecuencias.

Por ello, el ordinal 3° del artículo 267 del Código de Procedimiento Civil al señalar:
‘También se extingue la instancia’, no distingue en qué estado ella se encuentra, en
contraposición con los otros ordinales de dicha norma, y con el enunciado general de la misma.

Suele comentarse que la perención no tiene lugar cuando el juicio está en suspenso. A juicio
de esta Sala hay que diferenciar la naturaleza de la detención procesal, ya que si ella es

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producto de una suspensión por algún motivo legal, durante la suspensión, el juez pierde la
facultad de impulsar de oficio el proceso hasta su conclusión (artículo 14 del Código de
Procedimiento Civil), y éste entra en un estado de latencia mientras dure el término legal de
suspensión, pero transcurrido éste, así no exista impulso de los sujetos procesales, el proceso
automáticamente debe continuar, y si no lo hace, comienza a computarse el término para
perimir, tal como lo evidencia el ordinal 3° del artículo 267 del Código de Procedimiento Civil
cuando resta del lapso de perención el término de suspensión legal, el cual previniendo que a
partir de la terminación del lapso legal de suspensión comience a contarse el de perención, ya
que la causa continúa y si no se activa y por ello se paraliza, perimirá.

La perención tiene lugar cuando el proceso se encuentra paralizado y las partes o no están
o han dejado de estar a derecho. Se trata de una relación procesal que no se formó, o que,
constituida, se rompió. El comienzo de la paralización es el punto de partida para la perención,
y el tiempo que ella dure será el plazo para que se extinga la instancia.

Estando la causa en estado de sentencia, ella puede paralizarse, rompiéndose la estada a


derecho de las partes, por lo que el Tribunal no puede actuar, y se hace necesario para su
continuación, que uno de los litigantes la inste y sean notificadas las partes no peticionantes o
sus apoderados. En ese estado, la paralización puede nacer de situaciones casuísticas que
necesariamente conducen a tal figura caracterizada por la ruptura de la permanencia a derecho
de las partes, como puede suceder si las diversas piezas de un expediente que se encuentra en
estado de sentencia se desarticulan y se envían a diversos tribunales, sin que el tribunal a quien
le corresponde la última pieza para sentenciar, pueda hacerlo, ya que no tiene el resto de los
autos y no sabe dónde se encuentran. Ante tal situación, la causa se paraliza, las partes dejan de
estar a derecho, y al juez no queda otra posibilidad, sino esperar que los interesados le indiquen
(producto de sus investigaciones) dónde se encuentra el resto de las piezas, a fin [de] que las
recabe, conforme el expediente total, y a petición de parte, reconstituya a derecho a los
litigantes.

Tal situación ha sucedido con motivo de las reorganizaciones de las competencias de los
tribunales, lo que conoce la Sala por notoriedad judicial. Surge así una inactividad imputable a
las partes, que ocurre en estado de sentencia, y que configura una carga incumplida de los
litigantes, es a ellos a quien perjudica, y no al tribunal que se encuentra imposibilitado de
actuar.

Algo similar ocurría cuando no estaba vigente el principio de gratuidad de la justicia y las
partes no consignaban el papel sellado necesario para sentenciar.

Estos son los principios generales sobre perención de la instancia, los cuales son aplicables
plenamente al proceso civil y a los procesos que se rijan por el Código de Procedimiento Civil
(proceso común).

Las causas en suspenso no se desvinculan del iter procesal. El juicio se detiene y continúa
automáticamente en el estado en que se encontraba cuando se detuvo, sin necesidad de notificar
a nadie, ya que la estadía a derecho de las partes no se ha roto. El artículo 202 del Código de
Procedimiento Civil, marca los principios al respecto, mientras que el 14 eiusdem, establece que
las suspensiones tienen lugar por motivos, pautados en la ley, tal como lo hacen -por ejemplo-
los artículos 202, 354, 367, 387, 756 y 758 del Código de Procedimiento Civil.

Para que exista paralización, es necesario que ni las partes ni el Tribunal actúen en las
oportunidades señaladas en la ley para ello, por lo que esta inactividad de los sujetos

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procesales, rompe la estadía a derecho de las partes, las desvincula, y por ello si el proceso se
va a reanudar, y recomienza en el siguiente estadio procesal a aquél donde ocurrió la
inactividad colectiva, habrá que notificar a los litigantes de tal reanudación, habrá que
reconstituir a derecho a las partes, tal como lo previó el artículo 14 del Código de
Procedimiento Civil.

Ese es el criterio que gobierna al artículo 257 eiusdem. Las partes se encuentran a derecho
mientras en el proceso corren los plazos para sentenciar, pero transcurridos estos términos sin
fallo alguno, ellas dejan de estar a derecho, por lo que deberán ser notificados, a fin [de] que
corran los lapsos para interponer los recursos contra la sentencia dictada extemporáneamente.
Tal notificación se ordena de oficio, debido al carácter de director del proceso que tiene el juez,
ya que es a él a quien es atribuible la dilación.

Cuando, en el término para sentenciar y en el de diferimiento, no se sentencia, la causa se


paraliza y cesa la estadía a derecho de las partes. Para que el proceso continúe se necesita el
impulso de uno de los sujetos procesales, ya que es la inactividad de éstos lo que produce la
parálisis, y en el caso de la sentencia emitida extemporáneamente, el legislador consideró que
es el Tribunal quien actúa y pone en movimiento el juicio en relación con las partes, quienes son
los que tienen el interés en ejercer su derecho a la defensa (interposición de recursos,
aclaratorias, nombramientos de expertos para la experticia complementaria, etc.).

Para que corra la perención la clave es la paralización de la causa. Sólo en la que se


encuentra en tal situación puede ocurrir la perención, siempre que la parálisis sea de la
incumbencia de las partes, ya que según el Código de Procedimiento Civil, la inactividad del
juez después de vista la causa no producirá la perención.

Siendo la perención un ‘castigo’ a la inactividad de las partes, la de los jueces no puede


perjudicar a los litigantes, ya que el incumplimiento del deber de administrar justicia oportuna
es sólo de la responsabilidad de los sentenciadores, a menos que la falta de oportuno fallo
dependa de hechos imputables a las partes, como ocurre en los ejemplos antes especificados.

La anterior interpretación tiene plena validez para todos los procesos que se rigen por el
Código de Procedimiento Civil (…)”.

Ahora bien, en la sentencia objeto de revisión se aprecia que la Sala de Casación Civil declaró sin lugar
el recurso de casación interpuesto por el hoy solicitante, atendiendo los precedentes jurisprudenciales de las
sentencias que la misma ha emitido en cuanto a la interpretación del artículo 271 del Código de Procedimiento
Civil, señalando expresamente que “en la exégesis de la previsión contenida en el artículo 271 del Código de
Procedimiento Civil, además de perseguir la extinción del proceso, está destinada a servir de prevención y
estímulo a los litigantes para reactivar el proceso a tiempo y no dejar caducarlo, y en consecuencia, si la
demanda fuese propuesta anticipadamente, antes de vencer los noventa (90) días de prohibición temporal, el
juez puede de oficio declararla inadmisible, y siendo que dicha norma persigue sancionar al litigante
negligente, el contar los noventa (90) días a partir del momento en que se efectúa, opera, o se consuma la
perención, impediría la finalidad práctica de la sanción prevista en la norma; por lo que, al vocablo verificar
se le debe asignar el sentido propio de la palabra probar, constatar o declarar, y en consecuencia, los noventa
(90) días de inadmisibilidad temporal de la pretensión deben dejarse transcurrir a partir de la firmeza del
fallo que declare la perención” (destacado del escrito).

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En el análisis del caso sub júdice resulta pertinente traer a colación las disposiciones de los artículos
269, 270 y 271 del Código de Procedimiento Civil, que establecen lo siguiente:

“Artículo 269. La perención se verifica de derecho y no es renunciable por las partes. Puede
declararse de oficio por el Tribunal y la sentencia que la declare, en cualquiera de los casos del
artículo 267, es apelable libremente”.

“Artículo 270. La perención no impide que se vuelva a proponer la demanda, ni extingue los
efectos de las decisiones dictadas, ni las pruebas que resulten de los autos; solamente extingue el
proceso (…)”.

“Artículo 271. En ningún caso el demandante podrá volver a proponer la demanda, antes de que
transcurran noventa días continuos después de verificada la perención”.

De los artículos transcritos resaltan los siguientes aspectos:


1. Que la perención se verifica de derecho; por tanto, puede declararse de oficio;
2. Que la perención no es renunciable por las partes;
3. Que la decisión que declare la perención puede ser apelada;
4. Que su declaratoria no impide que se vuelva a proponer la demanda –la cual podrá interponerse luego
de que transcurran noventa días después de que se haya verificado- ni extingue los efectos de las
decisiones dictadas; tal como lo afirmó el fallo núm. 956/2001, transcrito supra;
5. Que la perención solo extingue el proceso.

Así pues, por una parte se advierte que es imperativo que el Tribunal notifique de la decisión que declaró la
perención a las partes, en cualquiera de los supuestos que prevé el artículo 267 del Código de Procedimiento
Civil, con el fin de garantizar su derecho a la defensa; y solo a partir de que ocurra la misma comienza a
transcurrir el lapso para ejercer el recurso de apelación correspondiente.

Por otra parte, es preciso indicar el momento a partir del cual comienza a transcurrir el lapso de noventa
(90) días para volver a proponer la demanda, luego de haberse declarado la perención; ya que pareciera que la
Sala de Casación Civil de este máximo Tribunal realizó una interpretación matizada del artículo 271 del Código
de Procedimiento Civil, pues conforme lo señala la misma pareciera que tal lapso se cuenta a partir de la
firmeza del fallo mero declarativo de perención. Sin embargo, si se entiende de tal manera se estaría
prolongando un lapso que no prevé el dispositivo legal, que a la letra dispone que este comenzará a contarse
“después de verificada la perención”.

Según la Real Academia Española, el vocablo “verificar” alude a “comprobar o examinar la verdad de
algo” y conforme a la norma citada, en el caso de la perención, el Juez realiza esta acción al momento de
comprobar que la misma ocurrió, bien sea de oficio o a petición de parte. Por tanto, a la letra de lo previsto en el
citado artículo 271 del Código de Procedimiento Civil, es a partir del momento en que el Juez realiza tal acción
y emite el pronunciamiento correspondiente, cuando comienza a transcurrir el lapso para que la parte

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demandante vuelva a interponer la demanda, que nada tiene que ver con el momento a partir del cual comienza
a transcurrir el lapso para ejercer el recurso de apelación.

Esta Sala debe advertir que la interpretación analógica que realizó la Sala de Casación Civil de este máximo
Tribunal del artículo 1.982 del Código Civil a la perención no es congruente, puesto que el aludido dispositivo
legal está referido a las prescripciones breves y en nada se asemeja a la caducidad de la acción, aunado a que
esta última figura tiene su propia prescripción legal.

Así las cosas, esta Sala estima que el fallo bajo examen efectivamente infringió los derechos a la defensa, al
debido proceso y a la tutela judicial efectiva del hoy solicitante, al declarar sin lugar el recurso de casación por
él interpuesto contra el fallo del 25 de enero de 2011, expedido por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil,
Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción
Judicial del Estado Carabobo, que declaró con lugar la cuestión previa referente a la prohibición de la ley de
admitir la acción propuesta y extinguido el proceso, en el marco del juicio por daños morales y materiales
intentado por el solicitante. Por tanto, se declara que ha lugar la revisión de la sentencia núm. 000299/2011 del
11 de julio de 2011, dictada por la referida la Sala. Así se decide.

En consecuencia, se anula el fallo núm. 000299/2011 del 11 de julio de 2011 dictado por la Sala de
Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia y se le ordena que una vez constituida la Sala accidental dicte
nuevo fallo con sujeción a la doctrina establecida en la presente sentencia. Así se decide.

Finalmente, dado que el criterio expuesto en la presente decisión resulta relevante, esta Sala ordena su
publicación en Gaceta Judicial. Así se decide.

DECISIÓN

Por las razones expuestas, esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, administrando
justicia en nombre de la República por autoridad de la ley, declara:

1) Que HA LUGAR la solicitud de revisión de la sentencia núm. 000299/2011del 11 de julio de 2011


dictada por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, presentada por la apoderada
judicial del ciudadano RAIMO JOSÉ MENDOZA.

2) Nula la sentencia Nº 000299/2011 dictada por la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de
Justicia, el 11 de julio de 2011, que declaró sin lugar el recurso de casación propuesto por el
ciudadano Raimo José Mendoza contra el fallo del 25 de enero de 2011, expedido por el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo.

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3) Se ordena a la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, que al respecto se
constituya en forma accidental, dictar decisión sobre el recurso de casación propuesto por los
apoderados judiciales del ciudadano Raimo José Mendoza, contra el fallo del 25 de enero de 2011,
expedido por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, con
sujeción a lo prescrito en la presente sentencia.

Publíquese y regístrese. Remítase copia certificada del presente fallo a la Sala de Casación Civil del
Tribunal Supremo de Justicia y al Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo. Archívese el
expediente.

Dada, firmada y sellada, en el Salón de Audiencias del Tribunal Supremo de Justicia, en Sala
Constitucional, en Caracas, a los 09 días del mes de marzo de dos mil doce Años: 201° de la Independencia y
153° de la Federación.

La Presidenta,

Luisa Estella Morales Lamuño

El Vicepresidente,

Francisco Antonio Carrasquero López

Marcos Tulio Dugarte Padrón


Magistrado

Carmen Zuleta de Merchán


Magistrada

Arcadio Delgado Rosales


Magistrado Ponente

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Juan José Mendoza Jover


Magistrado
Gladys María Gutiérrez Alvarado
Magistrada

El Secretario

José Leonardo Requena Cabello

Exp. núm. 11-1289


ADR/

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