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CAPITULO VIII
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h ORGANIZACIONTNDUSTRLAL,
b COMPETITIVIDADINTERNACIONAL
Ic YPOLITICAPUBLICA
JORGE KATZ
ã El nivel de competitividad de h industria argentina ha sido fre-
-uentemente examinado en base a un modelo & equilibrio general de
nbos sectores. El sector primario capta divisas exportando ruage-goods,
eientras que el sector manufacturero sólo produce para el mercado
doméstico y no participa en actividades de exportach. La devalua-
hón de la moneda local induce la expansih de 10s precios domésticos
y la consiguiente cati del salario real. Partiendo de una situación de
rlesequilibrio externo, Ia economlsl vuelve al entorno del equilibrio a
%és de una devaluacibn, una contracción en la demanda interrm de
wge-go& y la consiguiente expansibn de exportaciones. El modelo
rue presentado originalmente en la literatura por 0. Braun y L. Joy
&aun y Joy, 1968) y posteriormente elaborado por A. Canitrot (Cani-
got, 1981)y otros.
M. Sidrauski (Sidrauski, 1968) y más adelante R. Frenkel (Frenkel,
?982), R. Fernández (Fernández, 1983) y otros autores extendieron
Ronsiderablemente la versih original del modelo incluyendo la pre-
sencia activa de un sector monetario, movimientos internacionales de
lapital, etcétera.
A pesar del gran respeto intelectual que dicho modek concitara
n el medio profesional local, resulta claro que, como consecuencia de
;
u alto grado de agregSci6n, el mismo no permite una exploración
hatisfactoria de diversas cuestiones de organización industrial que jue-
pn un papel muy significativo en la explicacion del desempeño eco-
nómico de largo plazo de nuestra sociedad, asi como de los determi-
hantes del grado de competitividad que la misma logra en los
percados internacionales.
A su vez, queda claro que el mismo proviene de una tradici6n
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382 Jorge Ka?
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.gantiación industrial, competitividad internacional y plkica pública 389
ba
posibilidades de acci6n estatal de aquí en m5s no significa, sin
& -Inbargo, que las políticas “horizontales” destinadas a fortalecer la
mmpetitividad sistémica de nuestros establecimientos fabriles hayan
uedado igualmente descartadas. La formaci6n de recursos humanos
&J
,slificados, los esfuenos de investigación y desarrollo de nuevas tec-
*lo@, la difusi6n de tecnologias ya existentes, h construcción de
na adecuada red de transporte, de telecomunicaciones, de puertos,
A
-etc,. así como la difusión de informacihn en lo que atañe a normas y
*tandares internacionales de control de calidad, packaging, etc., pare-
hen constituir temas en los que la acci6n gukrnamental estaría amplia-
lnente justificada. Es importante observar en este sentido que ei dete-
*oro en años recientes de la infraestructura de educación, ciencia y
&cnología, alud, ere. atenta contm la posibilidad de mejorítr la pro-
ductividad media de la economía y de proseguir “aguas abajo” hacia el
%zsarrollo de una industria de “especialidades”. En otras palabras, la
egilidad actual de la infmestructura física, tecnolõgica y de capital
humano de nuestro país amenaza con transformarse en una barrera de
?!a rgo p 1azo que atente contra el proceso de modemizacibn de nuestro
mparaito productivo. Algunas de estas cuestiones son brevemente exa-
minadas en las páginas finales del trabajo, donde se analizan posibles
mdcclones. de car6cter sistémico destinadas a contrarrestar este estado de
mosas .
c
No cabe ninguna duda de que el proceso de ISI de la posguen
dio lugar a un periodo de rápido crecimiento ecohmico. En es&
durante las décadas de los años cincuenta y sesenta el producto índw
U-ial, k-3inversih y el empleo nanufactwero crecieron fuertemente COI
un gran impacto sobre los salarios r-les y los patrones de movilid?
social. Existen varias razones que lo explican. Por un lado, como 0~
ni6 en otros paises de menor desarrollo relativo, Argentina tenis, a
salir de la Segunda Guerra, una amplia deman& excedente por dut
bies de consumo y bienes de capital. Las importaciones se vieron inm
rrumpidas par circunstancias naturales durante una década y pr eQ
las nuevas plantas fabriles emergentes de la poMica sustitutiva t
encontratin operando en “mercados de vendedores” donde las conb
deraciones de precio y calidad ocupaban un segundo lugar desde k
perspectiva dei consumidor. Este debía afrontar largas colas y pOr k
tanto tenía escaso poder de mercado como para disciplinar a la com*
nidad emprersaría haciendo uso de su soberanía como comprador. PS
otro lado, amplios subsidios a la inversih y altos aranceles de impo,
tacih llevaron al nacimiento de numerosas firmas e industrias. La prm
ducción manufacturera creció a una tasa anual del 8% entre 1964~
1874, mientras el empleo lo hizo al 2%; dando lugar a una tasa anua,
de crecimiento de la productividad del trabajo del 6%. Los salarios re.-
les crecieron rápidamente, asociados a la productividad del trabajo. Rs
EI Cuadro 1 presenta el panorama interhdustrial del @odo I%-
74. Brinda información sobre 16 sectores manufactureros a dos digite
de agregach respecto de crecimiento del pnxiucto, empleo, productja,
tidad laboral, salario real, márgenes brutos y precios implícitos en eA
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cln,.mzaciõn industrial, competitividad internacional y política pública 399
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Producto Bruto Interno. Se tomá el año 1964 como base, con un valor
i%l a 100.
fi A partir de estos datos se calcularon los índices de correlación
’ erindustrial para cada par de variables. Dichos coeficientes indican
%
t, dmdo de asociacibn entre dos variabks y se presentan en el Cuadro
mn coeficiente & correhci6n superior a -45 resulta estadísticamente
s&nifica tivo
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400 Jorge ti
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x1r los datos locales difiere significativamente del que muestran los de
a- W.E. Salter referidos a la economía inglesa. La naturaleza altamente
&sinckwica del patron de organización industrial de nuestro pais
: erge aqui con claridad mostrando que la intlexibilidad de los pre-
ic j s nominales es mucho mayor en nuestro medio y que el poder de
IIIcgociación de los sindicatos y la imperfecciõn de los mercados labo-
es permiten en nuestro caso que una fracción significativa de las
;$I
&nancias de productividad se apropien in S&A por parte de organiza-
nb>nes sindicales “fuertes” (Salter, 1962). Un alto nivel de protección
= terna, prácticas oligo@licas por parte de las firmas locales, imperfec-
dc
-,ones en los mercados de trabajo y un pacto colusivo entre empresa-
6s y sindicalistas en el marco de una economía semicerrada, constitu-
gn los rasgos centrales del modelo de organizacibn industrial que
#demos inferir u-as los datos presentados.
w Examinado hasta aquí este primer aspecto del comportamiento
htenndustrial vayamos ahora a otra dimensión de la performance: el
dual aumento de la capacidad exportadom.
P
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410 Jorge K
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Como indicáramos previamente, nuestras reflexiones de política
!%mial derivan fundamentalmente de la constatacitk de que la per-
w relativa de posiciones de la República Argentina en la escena
undial proviene prioritariamente de la bap productividad relativa de
AiEa
,..Aestm aparato productivo, particuhrmente en lo que atañe a Ia pro-
Mcci6n metalmecánica, de durables de conwmo y de bienes de capi-
& Resulta ciaro que la revitalizaci6n de la ptictividad doméstica
*pende en medida no despreciable de la tasa de inversión y del pro-
eso teonologicu “incorporado” que los nuevos bienes de capital traen
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..ansigo. TambKn parece cko que la invemibn es funcion, en parte,
d las expectativas empresarias y del comportamiento global de las
@ables macroeconómicas en que dichas expecativas etin fundadas.
Uin embargo, y taí como hemos tenido optmidad de ver en seccio-
* anteriores de este estudio, 10s determinantes de la productividad
40 son do esos, ni el debate se cierra tras la discusitin del capítulo de
variables macro, Son muchas las formas “desincorporadas” de incre-
: lento de productividad que una planta fkbnl pude alcanzar y tam-
&n lo son aquellas otras que demandan muy bajos montos de inver-
sion incrementa1 u que pueden ser introducidas concomitantemente
+m los esfuerzos corrientes de mantenimiento de los equipos disponi-
&es en planta. En otros términos: no creemos que la discusi6n sobre
roductividad deba limitarse a un debate macro relacionado mIamente
43 n los “grandes precios” de la economía y con el equilibrio de las
mentas agregadas de la sociedad* Existe un sinntimero de otros temas
que por lo general reciben menos atencidn pero que son tanto 0 mas
?&nificativos a la hora de discutir cámo mejorar la productividad
wedia de una determinada firma, rama de industria o sociedad.
Ikcíamos en nuestm sección anterior que uno de los temas cen-
%es con que nos enfrenta nuestra actual reaMad industrial es el de la
-des-sofisticaci6n” de largo plazo que exprimentara en el curso de los
anos ochenta una parte importante de nuestra industria manufacturera.
rdc_tin ei plano de la producción metahnec5nka y de los bienes de capital
*suha notoria la graduai “involución” de nuestros establecimientos
&abríla hacia modelos de organizaci6n de la producción más cercanos
a la “maquib” o ensamble de componentes importados. Sin duda la
: qpertura de la economia ha afectado la námina de subprocesos indus-
~la)ales factibles de ser encarados dom&kamente de manera rentable,
así como ei valor agregado local capaz de sostenerse en escenarios de
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412 Jorge K;l
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% rganización industrial, competitividad internacional y política públìca 417
a
etc. Ias acciones cobborativas en esta materia con el sector privado
h
dlan comenzado en años recientes y revelan que aqui existe una
ãmplia avenida por explorar.
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