Sei sulla pagina 1di 14

LA GALLINA DE LOS HUEVOS DE ORO

Erase una gallina que cada día ponía un huevo de


oro para su dueño y estés, aun así, estaba
descontento porque era un rico avariento.
Quiso por ello ver la mina de oro; tener en menos
tiempo más tesoro.
Y le abrió el vientre y la mato mas después de que la
sacrifico, ¿Qué sucedió? Que muerta la gallina
perdió su huevo de oro y no hallo mina.
¡Cuántos hay que teniendo bastante, enriquecerse
quieren al instante y se ponen a realizar proyectos
para que tengan rápidos efectos, y sucede que solo
en pocos meses, ya se contemplan cual marqueses,
contando sus millones, y terminan en la calle sin
calzones¡
EL ORIGEN DE LOS MEXICANOS

En tiempos anteriores a la primera fecha escrita por


nuestros antepasados, los mexicas partieron de la
legendaria aztlan por mandato de su dios
tetzanhteotl huitzilopochtli, quien también habría
de guiarles durante su prolongada peregrinación
hasta el Cem Anáhuac tlaliyoloco México
Tenochtitlán-el centreo y corazón del único mundo,
México, la tierra de las tunas-. Cuentan las crónicas
que los antiguos mexicanos debieron abandonar su
nativa aztlan porque vivían oprimidos bajo el duro
dominio de los señores de la región: los originales
aztecas, de quienes ellos tomaron el nombre….
Leyenda de las Gemelas
Una feliz familia vivía en un rumbo muy cercano a una transitada
carretera, debido a esto la joven madre las acompañaba diariamente al
colegio y caminaban las tres tomadas de la mano, teniendo especial
cuidado al toparse con la mencionada carretera, las pequeñas hasta el
momento no tenían permiso de cruzar solas.

Uno de tantos días la madre recibió en su celular una llamada urgente del
trabajo la cual tuvo que atender, le exigían su presencia de inmediato, por
lo cual se vio en la necesidad de dejar que las gemelas continuaran el
camino solas.

Con mucho pesar despidió a las niñas, dando indicaciones para no se


soltarse de la mano y tener mucho cuidado al cruzar. Las dos pequeñas
siguieron las instrucciones de su madre, miraron a ambos lados de la
carretera, y al ver que estaba libre cruzaron.

Apenas se giraba la madre para cambiar de rumbo, cuando se escuchó un


golpe muy fuerte a sus espaldas, volteó de inmediato para ver con terror
que sus hijas estaban debajo de un camión, fueron atropelladas perdiendo
la vida en al instante.

El pesar duró mucho tiempo, pero transcurridos cuatros años, la madre


dio a luz de nuevo gemelas, estas era muy parecidas a sus fallecidas
hermanas, lo cual le hacía tener presente aquel fatal accidente. Esta vez
tenía una terrible obsesión por su cuidado y no les permitía estar cerca de
ningún peligro, en especial aquella temida carretera.

Pero no podía estar detrás de ellas las 24 horas, y un día, se vieron muy
cercanas al peligroso lugar, decididas a cruzar vieron hacia los dos lados,
no había ningún auto, con un paso en el asfalto, fueron tomadas del
hombro bruscamente por su madre, quien lloraba desconsoladamente,
diciendo –No crucen- a lo cual recibió una respuesta inesperada de las dos
pequeñas: -No pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez, no
volverá a suceder…-
Mito la Madre de Agua
Es una verdadera diosa de las aguas, aunque sus pies sean volteados hacia
atrás no deja de ser bella, la Madre de agua deja rastros a la dirección contraria
a la que se dirige.

Esta mujer solo persigue a niños, a quienes se le dirige con ternura, los
enamora, los atrae con dulzura y amor maternal, situación que preocupa a los
padres de familia. Los niños atraídos por la Madre de agua se enferman, sueñan
con la hermosa rubia que los adora y la llaman con frecuencia. Cuando los
niños están cerca del río, que escuchan su voz la siguen tirándose al agua con
peligro.

Los campesinos creen que la Madre de agua surgió de una bella joven española
que se enamoró de un joven indígena, con quien tuvo un niño. Cuando el padre
de la joven se enteró de lo sucedido, ahogó al niño frente a sus padres, luego
mató al amante indígena. La madre desesperada se lanzó al río, convirtiéndose
en una apasionada por los niños y vengativa de la humanidad.
EL PATITO FEO
Todos esperaban en la granja el gran acontecimiento. El nacimiento de
los polluelos de mamá pata. Llevaba días empollándolos y podían llegar
en cualquier momento.
El día más caluroso del verano mamá pata escuchó de repente…¡cuac,
cuac! y vio al levantarse cómo uno por uno empezaban a romper el
cascarón. Bueno, todos menos uno.

- ¡Eso es un huevo de pavo!, le dijo una pata vieja a mamá pata.


- No importa, le daré un poco más de calor para que salga.

Pero cuando por fin salió resultó que ser un pato totalmente diferente al
resto. Era grande y feo, y no parecía un pavo. El resto de animales del
corral no tardaron en fijarse en su aspecto y comenzaron a reírse de él.

- ¡Feo, feo, eres muy feo!, le cantaban

Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no supo qué decir. Los


patos le daban picotazos, los pavos le perseguían y las gallinas se
burlaban de él. Al final su propia madre acabó convencida de que era un
pato feo y tonto.

- ¡Vete, no quiero que estés aquí!

El pobre patito se sintió muy triste al oír esas palabras y escapó


corriendo de allí ante el rechazo de todos.
Acabó en una ciénaga donde conoció a dos gansos silvestres que a pesar
de su fealdad, quisieron ser sus amigos, pero un día aparecieron allí
unos cazadores y acabaron repentinamente con ellos. De hecho, a punto
estuvo el patito de correr la misma suerte de no ser porque los perros lo
vieron y decidieron no morderle.

- ¡Soy tan feo que ni siquiera los perros me muerden!- pensó el pobre
patito.

Continuó su viaje y acabó en la casa de una mujer anciana que vivía con
un gato y una gallina. Pero como no fue capaz de poner huevos también
tuvo que abandonar aquel lugar. El pobre sentía que no valía para nada.

Un atardecer de otoño estaba mirando al cielo cuando contempló una


bandada de pájaros grandes que le dejó con la boca abierta. Él no lo
sabía, pero no eran pájaros, sino cisnes.
- ¡Qué grandes son! ¡Y qué blancos! Sus plumas parecen nieve .

Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero abrió los ojos y se dio
cuenta de que seguía siendo un animalucho feo.

Tras el otoño, llegó el frío invierno y el patito pasó muchas calamidades.


Un día de mucho frío se metió en el estanque y se quedó helado. Gracias
a que pasó por allí un campesino, rompió el frío hielo y se lo llevó a su
casa el patito siguió vivo. Estando allí vio que se le acercaban unos niños
y creyó que iban a hacerle daño por ser un pato tan feo, así que se
asustó y causó un revuelo terrible hasta que logró escaparse de allí.

E l resto del invierno fue duro para


el pobre patito. Sólo, muerto de frío y a menudo muerto de hambre
también. Pero a pesar de todo logró sobrevivir y por fin llegó la
primavera.

Una tarde en la que el sol empezaba a calentar decidió acudir al parque


para contemplar las flores, que comenzaban a llenarlo todo. Allí vio en el
estanque dos de aquellos pájaros grandes y blancos y majestuosos que
había visto una vez hace tiempo. Volvió a quedarse hechizado
mirándolos, pero esta vez tuvo el valor de acercarse a ellos.

Voló hasta donde estaban y entonces, algo llamó su atención en su


reflejo. ¿Dónde estaba la imagen del pato grande y feo que era? ¡En su
lugar había un cisne! Entonces eso quería decir que… ¡se había
convertido en cisne! O mejor dicho, siempre lo había sido.

Desde aquel día el patito tuvo toda la felicidad que hasta entonces la
vida le había negado y aunque escuchó muchos elogios alabando su
belleza, él nunca acabó de acostumbrarse.
MARGARITA LA AMARGADA
Margarita era un niña muy criticona a la que todo le parecía mal. Como
siempre estaba enfadada se ganó el apodo de Margarita La Amargada,
porque no había ni una pizca de dulzura ni en sus palabras ni en sus
gestos.

Margarita se enfadaba si no podía ponerse sus vestidos o sus zapatos


favoritos, y prefería fingir que estaba enferma y pasarse sola el día
metida en casa sin hacer nada que ir al colegio con un conjunto que no
fuera de su gusto.

Un día, Margarita se dio cuenta que no veía bien la pizarra, pero no dijo
nada, porque por nada del mundo se iba ella a poner gafas. Los días
pasaban y Margarita cada vez sacaba peores notas. Sus padres y
profesores pensaron que era por su tozudez, sin darse cuenta que era su
soberbia lo que le impedía reconocer que no veía bien.

A mediados de curso llegó a la clase de Margarita una niña nueva, pero


Margarita no pudo verla bien de lejos. Aún así le pareció desagradable y
fea. Ni mucho menos iba a reconocer Margarita los celos que sentía
porque ese día la nueva era el centro de la clase en vez de ella con sus
hermosos vestidos y sus increíbles adornos para el pelo.

Dispuesta a amargarle el día, Margarita esperó a la nueva en el lavabo.


Cuando se abrió la puerta y entró la niña nueva acompañada de otras
compañeras, Margarita esperó a que la nueva se lavara las manos.
Entonces, mirándola a través del espejo, le dijo:

-Hay que ver qué pelo rubio tan mal peinado y tan sucio llevas. Y qué
vestido verde tan horroroso. Esas flores son lo peor que he visto en mi
vida. Y a ver si comes un poco menos, que parece que te estás poniendo
fondona. Aunque tampoco se puede pedir mucho, con lo bajita y lo fea
que eres.

-Margarita, qué desagradable eres -le dijo una de sus compañeras.

-Digo la verdad, ni más ni menos -dijo Margarita.

-Si no es por ella, es por ti -le dijo la niña-. La niña que has descrito no
es nuestra nueva compañera, sino tú misma. Ella es más alta y está más
delgada que tú, tiene el pelo pelirrojo atado en un coleta impecable.
Además, no lleva vestido, sino unos pantalones vaqueros con una
camisa a cuadros blancos y rojos.

Margarita, roja de ira, salió corriendo de allí. Sus compañeras, que la


habían estado observando, se acercaron a ella. Una le dijo:
-¿Qué te pasa, Margarita? ¿A que no ves dos en un burro?

-¡No veo nada! -gritó Margarita.

-Ya nos parecía a nosotras que esos nuevos vestidos que traes no son de
tu estilo y que esa nueva forma de peinarte no encaja.

Las amigas de Margarita acompañaron a su compañera a casa y le


contaron a su madre lo que pasaba.

-¿Por qué no contaste nada? -le dijo su mamá.

-No quiero llevar gafas. Son horribles -dijo Margarita.

Su mamá la miró muy seria y le dijo:

-Horrible es como sales últimamente de casa. Horribles son tus notas y


horrible es tu actitud.

Margarita accedió a graduarse la vista y a ponerse gafas. Descubrió que


había muchos modelos y que le daban un toque intelectual muy
interesante.

Desde entonces, Margarita no está tan amargada y, como ve muy bien,


puede disfrutar de muchas más cosas. Incluso de vez en cuando es
capaz de decir alguna cosa agradable, cada día un poco más.

Potrebbero piacerti anche