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Hanna Arendt (n. 1906 ) es una escritora alemana de ascendencia hebrea. Fue discípula del
filósofo Karl Jaspers, con quien estudió en Heidelberg. Emigró a los EE.UU. en 1941 y se nacionalizó
norteamericana en 1950. Profesora en varias universidades americanas, en sus obras ha planteado una
renovación de las tesis humanistas clásicas, vinculándolas con el panorama histórico del hombre actual,
con una actitud de escepticismo y hasta de pesimismo.
Sus principales obras son:- "The origins of totalitarianism" (1951)- "The human condition"
(1958)- "Between past and future" (1961)- "On revolution" (1963)- "Eichmann in Jerusalem: a report
on the banality of evil" (1963) Es fácil inferir de su trayectoria existencial la gravitación que tiene en su
pensamiento sobre totalitarismo la experiencia nazi, de la que fue testigo y víctima.
Los hombres se convierten así en "haces de reacción intercambiables", por obra de una
dinámica combinación de ideología y terror.
La ideología totalitaria se presenta a sí misma como una explicación certera y total del curso de
la historia y del sentido de la vida. Construye una visión del mundo ficticia pero lógicamente coherente,
y deriva de ella directivas de acción cuya legitimidad se fundamenta en esa misma lógica interna.
Como esa lógica ideológica coactiva tiene sólo tenues contactos con la realidad, termina
dejando en una oscura ambigüedad al contenido ideológico mismo, lo que genera un movimiento
arbitrario y permanente de las directivas de acción, de los procedimientos y de las instituciones del
régimen totalitario.
Las formaciones jerárquicas del partido único, acentuadamente elitistas, cultivan una fe ciega en
la ideología y la difunden permanentemente. Son las encargadas de realizar la sincronización
ideológica de todo tipo de grupos sociales. También se encargan de la "politización" de todas las
actividades, aun de las más aparentemente alejadas, como el deporte y el ocio.
Esa imprevisibilidad genera el espacio necesario para la voluntad del dictador, cabeza de todo el
sistema, que hace fluctuar el centro del poder entre las diversas estructuras jerárquicas. El jefe supremo
es el único depositario, el único intérprete de la ideología. El decide quien es el próximo enemigo
"objetivo".
Para Hanna Arendt, la personalización del centro del poder es un rasgo crucial de los regímenes
totalitarios.