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1710 CCyC
El presente trabajo tiene como finalidad plantear -y dejar abierto el debate- sobre la
posibilidad de ejercer la acción preventiva como alternativa a la naturalizada acción de
amparo. Sabemos que frente a incumplimientos de obra sociales y empresas de
medicina prepaga, por negativa a prestaciones y coberturas es el amparo la medicina,
sin embargo las semejanzas con la acción preventiva ¿tornan viable esta última como
alternativa? ¿Cuáles son las conveniencias e inconveniencias que la acción plantea a los
profesionales y la actividad judicial? ¿Es una medida coadyuvante o la exclusión del
amparo?
Es una innovación en la letra, pero no deja de ser un deber general de toda persona
diligente con sentido común -en principio- todos pretendemos evitar daños.
La acción preventiva no fue prevista por Vélez Sarsfield, más aún en la nota[1] al
artículo 1132 se manifestaba sobre el poder de policía o contralor como ámbito natural
para la prevención de daños. Es claro el sentido de sus palabras respecto de que tales
temas no eran materia de resolución judicial. También es evidente que el CCYCN –hoy-
deja de lado tal afirmación para hacerse eco de la función social de la responsabilidad
civil en procurar evitar los daños, en tanto ello sea posible.
La Acción Preventiva.
Procedencia
Artículo 1711: “Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u
omisión antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o
agravamiento. No es exigible la concurrencia de ningún factor de atribución”
La acción preventiva de daños es realmente una innovación, pues por un lado es una
indicación concreta dirigida a los jueces, y por el otro, introduce dos vías de acción para
salvaguardar derechos del interesado frente a un posible daño. La primera como medida
para evitarlo en un proceso autónomo y la segunda como acción o como incidente en
juicio por daños (evitar su continuidad o agravamiento).
Este artículo viene a reconocer una medida procesal de prevención sea por acciones u
omisiones frente a la posibilidad de causar un daño, continuarlo o agravarlo sin importar
el factor de atribución. Es decir es irrelevante si surge por culpa o no, o si es producto
de un incumplimiento lo que determina su procedencia es la ilicitud, el menoscabo
injusto.
Por su parte la Ley 16.986 nos dice en su artículo 1º.- “La acción de amparo será
admisible contra todo acto u omisión […] que, en forma actual o inminente, lesione,
restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, los derechos o
garantías explícita o implícitamente reconocidos por la Constitución Nacional…”,
entre ellos el derecho a la vida y la salud.
Podemos decir que ambas acciones tienden a resolver de manera previa o concomitante
(en el caso de morigerar los daños) una situación lesiva de derechos fundamentales. Y
en ambas el fundamento de su procedencia es la ilicitud, el menoscabo injusto.
O sostener que el fin perseguido es similar en ambas acciones, evitar que se lesione
(dañe) de manera injustificada un derecho garantizado expresa o implícitamente sin
valorar conductas desde la subjetividad entendida como intención.
Sin perjuicio de ello la acción de amparo según indica la ley en su artículo segundo
no procede o no será admisible cuando: “a) Existan recursos o remedios judiciales o
administrativos que permitan obtener la protección del derecho o garantía
constitucional de que se trate;” y surge aquí el primer interrogante ¿es la acción
preventiva un “nuevo” remedio para lograr tal protección? ¿Es una vía más pronta y
eficaz? Pues debería -para que no resulte procedente el amparo- tener mayor grado de
prontitud o mayor eficacia que este. Si la respuesta fuera positiva ¿vendría a suplantar la
vía del amparo para obtener el efectivo cumplimiento de las obligaciones asumidas por
los prestadores?
Legitimación:
Así podemos observar que esta acción puede ser entablada tanto por un sujeto particular
como por un grupo, es decir por afectación singular o por incidencia colectiva ¿al igual
que la acción de amparo?
El art. 43 CN dice: […] Podrán interponer esta acción […], el afectado, el defensor del
pueblo y las asociaciones…”. Y el artículo 5º de la Ley de Amparo reafirma: “La
acción […] podrá deducirse por toda persona individual o jurídica, por sí o por
apoderados, que se considere afectada […]. Podrá también ser deducida, en las
mismas condiciones, por las asociaciones….”
En la acción preventiva, la extensión del interés -su razonabilidad - queda a criterio del
juez, así como para determinarlo deberá tenerse presente a quien/es se presuponen
damnificados directos como indirectos, porque sobre los primeros es evidente que
querrán prevenir el daño; mientras los segundos deberían probar el interés en que el
mismo no se produzca. Para poder determinarlo se deberá estar a la naturaleza y
circunstancias de cada caso.
Esta acción es una forma de tutela civil, que es pensada en sentido preventivo amplio.
Dijimos que es un conjunto de pautas que el Código pone en manos del Juez, quién
como encargado de resolver analizará los elementos para establecer medidas efectivas,
con medios idóneos para adecuar la solución al derecho que pretende preservarse.
Mientras que en el amparo el Juez debe velar por que el derecho conculcado se
efectivamente identificable en una persona u en un colectivo específico.
Entendemos que respecto de la petición esta será lo más precisa posible, también en la
acción preventiva, aunque la diferencia está dada por el artículo 1713 en cuanto a la
extensión de la facultad dispositiva del juez.
Sentencia:
Así el artículo 1713 dice: “La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer,
a pedido de parte o de oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar,
hacer o no hacer, según corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción
posible y de medio más idóneo para asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.”
Como se puede observar las facultades del juez se ven ampliadas, más allá de lo
solicitado por las partes podrá resolver de oficio.
Mientras que el artículo 12 de la ley 16.986 dice: “La sentencia que admita la acción
deberá contener: a) La mención concreta de la autoridad contra cuya resolución, acto
u omisión se concede el amparo; b) La determinación precisa de la conducta a cumplir,
con las especificaciones necesarias para su debida ejecución; c) El plazo para el
cumplimiento de lo resuelto.” Entendemos - según surge de la jurisprudencia- que los
magistrados son celosos custodios del principio de congruencia.
Según el nuevo código el Juez deberá evaluar los mecanismos y medidas que más
convengan o se ajustan al derecho (o bien) que requiere de protección, ello va de la
mano con lograr el resultado acorde, concreto y no una ficción legal, postura que se
afinca-a entender de Bueres-, con el principio del artículo 204 del Código Procesal C y
C de la Nación que dice: “El juez, para evitar perjuicios o gravámenes innecesarios al
titular de los bienes, podrá disponer una medida precautoria distinta de la solicitada, o
limitarla, teniendo en cuenta la importancia del derecho que se intentare proteger.”
Por último, en lo que refiere a la función preventiva, podemos ver dos artículos
referidos a facultades judiciales, en uno de ellos - 1714- el deber del Juez frente al
supuesto de irrazonabilidad, que establece una obligación de mesura al decir: “Si la
aplicación de condenaciones pecuniarias administrativas, penales o civiles respecto de
un hecho provoca una punición irrazonable o excesiva, el juez debe computarla a los
fines de fijar prudencialmente su monto”. El otro, artículo 1715, establece la posibilidad
de morigerar o descartar la medida si es desproporcionada al decir: “En el supuesto
previsto en el art. 1714 el juez puede dejar sin efecto, total o parcialmente, la medida.”
Como sostiene Jorge Mario Galdós “Puede inferirse que la finalidad de los actuales
artículos 1714 y 1715 se emplaza en la reafirmación de las facultades judiciales de
morigeración o reducción de obligaciones excesivas o abusivas, de fuente legal o
convencional.”
La actualidad.
El código aún puede decirse que está de estreno, y con él las situaciones que aún no han
podido salir a escena. A la fecha no tenemos noticias – a excepción del caso Alé,- de la
invocación de la acción que referimos.
Aún no se han alzado en número significativo voces críticas, sin embargo son atendibles
las primeras a saber:
Juan F. González Freire cuando analizando los artículos 1710 a 1713 cuestiona
la acción preventiva diciendo “¿Por qué el texto del presente artículo resulta
cuestionable? […] desclasificar uno de los consagrados presupuestos de la
responsabilidad civil, refiriéndose al factor de atribución, elemento esencial de
la responsabilidad civil. O cuando respecto de los requisitos dice: no se exige
verosimilitud en el derecho invocado, la comprobación de un peligro en la
demora de la resolución y una contra-cautela… las innovaciones preventivas
codificadas en los arts. 1710 a 1715 del CCCN ponen la letra de la Constitución
en jaque”[3]
Osvaldo R. Burgos, quién de manera simpática grafica la situación al titular:
“Esa loca loca Sección Segunda del Título V” para ocuparse del análisis del
texto de los artículos y afirmar que peca por “las incoherencias, las
contradicciones y las insuficiencias” o cuando al referir al título «Función
preventiva y punición excesiva», se pregunta: “¿cuál es la coherencia
argumental que permite sostener el tratamiento conjunto de dos cuestiones
como estas? Apenas cuatro vocablos, agrupados en dos conceptos unidos por
una conjunción, cuyo carácter copulativo observaremos tan apresurado como
inconveniente” Así como en marca otra arista en lo que denomina la “Otra
trampa lingüística: los vicios de la antijuridicidad (¿cómo puede pensarse un
daño sin factor de atribución que derive de una «acción u omisión
antijurídica»?” Poniendo el autor[4] de manifiesto las inconveniencias que
acarreara a la actividad de los operadores jurídicos como los miembros del poder
judicial el “uso de los instrumentos lingüísticos, la articulación del discurso”
más allá de la loable intención al legislar.
Conclusiones:
El código ahora contempla vías autónomas para evitar el daño o reclamar su cese, las
que lograran convivir con las demandas cuyo objeto es base de otra función social de la
responsabilidad civil o del derecho de daños: la resarcitoria. No sabemos aún a
ciencia (y jurisprudencia) cierta si viene a moderar las presentaciones por amparo,
como vía alternativa.
Los abogados contamos con instrumentos nuevos, mediante los cuales dar curso a los
planteos de nuestros consultantes ¿serán ellos eficaces para arribar a las pretensiones?
Claramente debemos replantearnos estrategias de asesoramiento sea para
advertirlos, sea para representarlos en estos procesos como actores o demandados.
Esta acción ¿aporta un nuevo remedio más o igual de eficaz que el que prevé la acción
de amparo?, ¿Son mayores sus ventajas o desventajas a la luz de la redacción del texto?
¿Estamos preparados operadores jurídicos y judiciales para el desafío?
Notas
[1] “La admisión de una acción preventiva en esta materia da lugar a pleitos de una
resolución más o menos arbitraria. Los intereses de los vecinos inmediatos a un edificio
que amenace ruina están garantizados por la vigilancia de la policía y por el poder
generalmente concedido a las municipalidades de ordenar la reparación o demolición de
los edificios que amenacen ruina”
[4] Burgos, Osvaldo R. “Esa loca loca Sección Segunda del Título V. (La «función
preventiva» y la «punición excesiva» en la responsabilidad civil entendidas como «otras
fuentes de las obligaciones»)” 12 agosto 2015 por Ed. Microjuris.com Argentina