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AMÉRICA LATINA:

UNA REVISIÓN IMPOSTERGABLE

Zoraya Orsi Meny

Colonia, Uruguay. 1.996

1
“A la “Historia” va lo que hacen ciertos “grandes
hombres”. No puede ir lo que muchos más, que
pueden ser mucho más grandes, impiden hacer, o se
inhiben de hacer”.
Carlos Vaz Ferreira.
Fermentario. 1.953

2
INTRODUCCIÓN

Por tratarse de un trabajo de Historia de las Ideas en América, es esta una investigación que tiene por
objeto la evolución del pensamiento latinoamericano. La realidad americana en despliegue es la que
proporciona un carácter dialéctico a las Ideas, y dentro de este esquema se intentará comprender el proceso
por el cual américa, como región del mundo con elementos y características propias, se afirma en primer
lugar como realidad auténtica y, por ello, con una ideología particular que describe y orienta sus estructuras
religiosas, jurídico-políticas, sociales y económicas.
En segundo lugar, como doble negación de su autenticidad considerando su situación a partir del
descubrimiento y conquista por Europa, que desconoce su singularidad manifiesta en hombres y mujeres
reales, y les imponen sus maneras occidentales de obrar, pensar y sentir por la espada y por las letras. A
partir de lo anterior, la negación por ella misma llevada a cabo, por su gente americana que se llega a
considerar inferior y se avergüenza de pertenecer a este suelo renegando de su origen.
Un tercer momento, plantea a modo de síntesis la superación de la negación, conformada por genocidio y
suicidio de lo propio. Ella se realiza conservando y anulando, haciendo presente la memoria viva que, como
afirma Eduardo Galeano “nace cada día porque ella es desde lo que fue y contra lo que fue".1
En otros términos, la aparición de una conciencia de sí y una revalorización de lo propio resistente al
olvido. Esta dimensión dialéctica de la realidad americana permite que el proceso histórico se presente con
muchas posibilidades para nuevos cambios que han de suceder y en el cual todos y cada uno de nosotros
estamos comprometidos en mayor o menor grado de responsabilidad.
Esta síntesis sin embargo está propuesta en relaciones de horizontalidad que permiten ver al otro como
distinto de sí, y a su vez, igual. No se trata de una síntesis en sentido marxista clásico, donde lo inferior
ocupar el lugar de lo superior que resulta eliminado.
Por ello el hilo conductor del trabajo gira en torno a la frase “no hay que lamentarse por lo que no fue”.
No fue un destino auténtico llevado a sus máximas posibilidades, ni a sinceras intenciones. No fue una
historia de respeto y trato digno de unos hombres hacia otros hombres. No fue posible el diálogo, la elección;
pero lo auténtico no dejó de sonar todos aquellos años en las entrañas de América, complicada y difícil, y no
sólo estuvo presente como nostalgia de lo perdido, sino que latía en paciente silencio con firme resistencia.
Aquella circunstancia dramática la conmovió en lo más hondo hasta volverla consciente. Se reconoce ella
misma a partir del horror de la negación, con lo que tiene de ancestral, de digno y sublime.
“Cada promesa es una amenaza; cada pérdida, un encuentro. De los miedos nacen los corajes; y de las
dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios, otra razón”.2
Nuestra América se presenta ahora en distinta circunstancia de aquella América indígena, con una
posibilidad ignorada; se encuentra fortalecida por su esfuerzo resistente de no perder aquello que le hace ella

1
Galeano, Eduardo. EL LIBRO DE LOS ABRAZOS. CELEBRACIÓN DE LAS CONTRADICCIONES. Editorial del
Chanchito. Montevideo, 1.994. Página 110.
2
Galeano, E. Op. Cit, p. 111.
3
misma; le da sentido a su historia en la conciencia de su capacidad para recrear un destino que le pertenece y
que no puede ignorar, ni esquivar. Ella se hace grande en este volver a nacer, que como todo nacimiento está
impregnado de dolor y felicidad; y se hace grande en este volver a abrazar con esperanza la vida en su
población: la indígena, la negra, la mestiza, la marginada. Por ello no puede empezar de cero, o hacer borrón
y cuenta nueva, como puede ser la conveniencia de muchos que temen comprometerse con responsabilidades
y culpas anteriores. El hecho de aprender del error ofrece la posibilidad de crecer evitando caer en seductoras
falacias e iguales equívocos. “No sólo somos responsables del Presente y del Futuro; también somos
responsables del Pasado. El Pasado cambia de significado si cambiamos de elección”.3

3
Mantarás Loedel, Graciela. PARA MALÓN REFLEXIVO. ¿MEDIO MILENIO DE QUÉ? (Jornadas del I.P.A., 4 y 5 de
Setiembre de 1.992).
4
PRIMERA PARTE

En primer lugar es necesario dejar en claro, guiados por la tarea historiográfica de autores como José
Gaos y Leopoldo Zea, que el objeto de una Historia de las Ideas ha sido ideas juicios que se refieren a
situaciones y circunstancias especialísimas vivida por la comunidad latinoamericana; por eso este trabajo se
refiere a América Latina por una parte y, por la otra, al estudio de las ideas integrándolas en la totalidad del
proceso histórico, en la articulación de hechos reales diversos. Por eso se habla también de Historia de las
Ideas como Historia de las Ideologías. Por ideología se entiende junto con Yamandú Acosta Roncagliolo
“todo sistema de ideas que para una unidad histórico-social determinada (sociedad, clase, cultura, etc.)
cumple funciones explicativas, estimativas y normativas, por las cuales la misma puede vertebrar
orgánicamente su vida real”.4
En el primer momento, las ideas de América Precolombina corresponden al criterio valorizador y
normativo del destino y del sentido histórico de aquella realidad afirmada en los pueblos no descubiertos. Es
decir, aquella realidad propia desplegada día a día es la que da sentido a la vida de los hombres, significación
a los ritos y símbolos religiosos, a su arte y demás formas de expresión (social, política, económica, etc.). Por
eso se puede hablar de una América indígena auténtica, que participa de lo propio y lo recrea en esa, su
misma realidad.
Por cierto, es bastante difícil lograr una comprensión de aquello cuando nos enfrentamos a los mitos
indígenas y su relación con la realidad en leyendas guaraníes como “Las primitivas costumbres del Colibrí”,
“El fundamento del Lenguaje Humano” o “La Primera Tierra”.5 Aparece pronto en nosotros una tendencia a
la interpretación platónica, es más, es necesario hacer un esfuerzo por lograr otro modo de comprensión,
porque hemos aprendido a pensar y decir al modo occidental. Esto cuesta hasta que somos capaces de ver
que se trata de dos modos distintos de pensar.
En los textos recogidos por León Cadogán, se nos presenta el mito religioso que es hilo conductor del
destino y a su vez explicación en forma admirable del origen y cambio de las cosas. Los elementos naturales
ocupan un lugar de privilegio en dichas explicaciones y producen en el ánimo del lector, un acercamiento
estremecedor a la Madre Tierra, dando además la noción de que el Hombre es un ser más entre todos los
otros que la habitan. A su vez él es partícipe, junto con la divinidad, del lenguaje. Éste ha sido creado de la
sabiduría y del amor.
Se otorga en lo que respecta a la sabiduría, el valor de las “palabras-almas”, y por intermedio de ellas, de
las “palabras indestructibles que en ningún tiempo, sin excepción, se debilitarán” 6, ni en la muerte ni

4
Acosta Roncagliolo, Yamandú. LA HISTORIA DE LAS IDEAS LATINOAMERICANAS COMO HISTORIA DE LAS IDEOLOGÍAS.
Montevideo, Uruguay.
5
Cadogán, León. AYVU RAPYTA.
6
Cadogán, León., op. cit . El fundamento del lenguaje humano, capítulo 11, párrafo 10.
5
después de ella. Se da a entender la fuerza de las palabras que aún “siendo unos pocos huérfanos los que
queden para repetirlas”, serán potentes y divinas. Aquí aparece:
1.- la importancia del decir, del repetir, del historiar, del narrar que solidifica las tradiciones en la memoria y
no necesita de la escritura para seguir siendo, como les sucederá a los blancos;
2.- la importancia del decir como arma poderosa por carecer de mal y afirmar verdades. Poderosa como
peligrosa. De aquí también que adquiera pleno sentido la actitud de los indios jíbaros del Amazonas que,
además de cortar y reducir la cabeza del enemigo, le cierran la boca cosiendo los labios con una fibra que
jamás se pudre, para asegurar la derrota del vencido. 7
Vale decir que los indígenas tenían claro el papel preponderante de la voz humana sobre otros actos. Se le
aprecia y se le teme, más que a cualquier otra cosa, porque se originó de la divinidad y es para siempre y a
pesar de todo, eterna y viva.
Así también “Mborayu petei i” es un solo amor que se puede entender como pequeño gran amor, y es
“Mborayu rapyta”, el fundamento del amor al prójimo.
El lenguaje surgió para realizar plegarias y para que la historia sea transmitida por verdaderos padres y
madres a sus “futuros numerosos hijos” 8. Es decir, para que la herencia de lo propio llegue a los que vendrán
en forma de vivencias. Además, desde la divinidad surge la necesidad de crear a sus compañeros, los
“Ñamandú de corazón grande”,9 aquellos valerosos compañeros que representan al prójimo surgido del
amor. Se establece con ellos una verdadera comunidad donde todos y cada uno son “excelsos verdaderos
10
padres de las palabras-almas; y excelsas verdaderas madres de las palabras-almas” donde todos y cada
uno es reconocido con la misma capacidad y responsabilidad en la transmisión de lo propio. Se plantean así
los derechos y deberes para hombres y mujeres sin distinción, en el compromiso con lo que les pertenece y
con un modo de hace, pensar y sentir particular común que es expresión de su cultura particular.
En esta América compleja, lo auténtico no está constituido por la diversidad de cada uno de los pueblos
indígenas, o sea que no se hace referencia a algún pueblo en particular, como puede ser el guaraní, el mexica,
el mapuche, etc., sino a la unidad que emerge de la pluralidad de estas realidades vivas constituidas sobre
relaciones muy semejantes entre la tierra y los Hombres. Cada uno de estos pueblos indígenas estableció sus
bases de existencia en relación de su estar en el paisaje americano abrazador. Por ello hemos de conocer “no
sólo la verdadera raza indoamericana, sino también el suelo que habitamos y con esto llegar a su industria y
arte para penetrar en su alma” 11
. El medio geográfico –explica Torres García- “contribuye, no sólo a
mantener a tales razas en sus genuinas costumbres, sino además, a diferenciarlas notoriamente”.12
La visión cósmica y natural del pueblo mapuche, por ejemplo, ha mantenido los valores culturales a
través del tiempo y resume los puntos citados con gran acierto:

7
Galeano, E., op. cit., p.10.
8
Ver AYVU RAPITA, cap. 11, Nº 16.
9
Ibídem.
10
Ibídem.
11
Torres García, Joaquín. METAFÍSICA DE UNA PREHISTORIA AMERICANA Montevideo, p. 3.
12
Op. cit, p. 10.
6
a. La ley general del Universo se desarrolla en la oposición de los
complementarios, y no de los contrarios.
b. La armonía de las pequeñas unidades, incluidas en un todo mayor: el
Universo.
c. El orden del Universo en el modelo de las demás organizaciones existentes:
Naturaleza, seres vivos, Hombres, sociedad.
d. El colectivismo y el comunitarismo como manifestación práctica de los
pueblos y de su humanidad.

De todos estos puntos se comprende que las relaciones entre el Cosmos, la Naturaleza y el Hombre, están
impregnadas de un carácter de correspondencia mutua y necesaria que los mapuches definen como
RECIPROCIDAD. Este concepto involucra todas las formas de correspondencia entre los seres y las cosas, y
por ello también de ser una manera de vivir, es una posibilidad para establecer relaciones con culturas y
naciones diferentes. Esta reciprocidad es fundamental en el proyecto de ser de nuestra América, como se
verá más adelante, ya que permite en la diversidad y pluralidad el reconocimiento de los otros distintos de sí
en la construcción por complemento del diálogo y del respeto mutuo que exige por lo menos dos; y no del
antagonismo y la dominación que proviene de un yo unilateral que considera lo otro en relaciones de
verticalidad: SUPERIOR e INFERIOR a lo mío.13
Esta visión del mundo cuyos elementos están interrelacionados en forma armónica, también se observa en
la carta que envió el indio Seattle al Presidente Franklin Pierce en 1.853: “Somos parte de la tierra y ella es
parte nuestra” –dice-.14 Por esto tiene sentido la existencia de otros seres como hermanos y complemento,
así sean flores, ciervos, caballos, aves, etc. Todos ellos tienen importancia y son necesarios porque son parte
de la Tierra que les ha dado vida. Frente a ella se reverencian todos los seres vivos, porque es madre y ha
producido el milagro de “estar”. Ante esta posición de respeto hacia la tierra, que además de dar vida permite
continuarla en armonía, aparece la contradicción difícil de superar: ¿es posible comprar o vender el cielo, así
como el calor de la tierra? ¿Es posible comprar un suelo que no tiene dueño porque es desde siempre y para
siempre el lugar de todos?
La contradicción entre el querer del hombre blanco y el ser del indio, muestran la presencia del absurdo.
Se habla de temas diferentes como lograr tener, para los blancos, y el seguir estando, de los hombres rojos;
además, estos temas se desarrollan en lenguajes diferentes. De aquí que, a pesar de nombrar iguales palabras
(tierra, sueños, sol, Primavera, arroyos…) la significación que ambas partes otorgan es diferente y no es
posible la comunicación, no hay diálogo.
Donde la tierra y el aire son elementos indispensables para la vida en unos, es capital y voluntad de poder
para otros. Donde la tierra es madre y sepultura para unos, es campo de batalla y codicia para otros, y donde
el agua es sangre y voz de antepasados para unos, se transforma en exterminio y progreso para otros.

13
Ver FILOSOFÍA MAPUCHE, en la interpretación de Ailo Rhapiolan.
14
Carta enviada por el jefe indio Seattle al Presidente norteamericano Franklin Pierce, ¡.853-57.
7
Entonces queda claro que el indio observe “quizá porque soy un salvaje no comprendo”. Al no poder
establecerse el diálogo se abre una posibilidad para que la diferencia se convierta en imposibilidad, en
inferioridad.
Este es el caso también expuesto por Chief Joseph en el Congreso de Washington en 1.879. Es imposible
lograr el diálogo cuando no se puede entender; y lo que es peor, parece que el hombre blanco no puede dar
explicación de lo que dice y hace. “Los blancos tienen demasiados jefes. No se entienden unos a otros”.15 No
hablan de la misma manera. Si hay problemas de comunicación entre ellos mismos, se verá cuán difícil se
hace la comunicación de los blancos con los “otros” que no son ellos.16
“No puedo entender que el gobierno mande a un hombre a pelear contra nosotros –afirma el indio- y
después no cumple con la palabra de ese hombre. Un gobierno así tiene un problema serio. No puedo
entender que tantos jefes puedan hablar en formas tan diferentes y prometer cosas tan distintas”.17
La carta que comienza planteando la armonía del todo y sus partes, va mostrando luego las
contradicciones que surgen de la significación particular de las cosas dada por cada pueblo, y finalmente se
torna alegato en favor de la Naturaleza y de la Vida. También en este punto el pensamiento indígena muestra
lo propio americano, no sólo a través de su Presente sino también a través de la profecía:
“Continuad infestando vuestras tierras y día llegará en que os asfixiaréis en vuestra descomposición, y será
brillante vuestro ocaso”.18
“Cuando todos los búfalos estén sacrificados, amansados todos los caballos salvajes, irrespirables todos los
refugios de los bosques por emanaciones humanas y mancilladas las fértiles colinas por tanto alambre que
habla, ¿dónde estará la espesura? No estará” 19
Hoy nos toca ver los resultados de la voluntad de poder que logró capitalizar la tierra y sus frutos. Los
gemidos de nuestra tierra no anuncian partos felices, la tierra gime de dolor en el aire enrarecido, en los
arroyos putrefactos, en las especies que nacen mutantes y mueren contaminadas, tal como se profetizó.
El Universo todo ha perdido el equilibrio, y lo ha logrado por obra del hombre mismo que ha separado en
pedazos todos sus elementos y se ha desarmado también él desde el momento en que comenzó a verse
superior e inferior, y se olvidó, como afirma Kluckhorn, que “en cierto sentido cada hombre es como los
demás hombres, como algunos hombres, como ningún otro hombre”.
En el imperdonable olvido de los hombres por el hombre se instala el segundo momento de la realidad
americana.

15
Joseph, Chief, 1.879.
16
Joseph, Chief, 1.879.
17
Op. cit.
18
Op. cit.
19
Ibídem.
8
2

“En Europa, el fanatismo, la intolerancia, la dureza de corazón, puso en auge la Inquisición” 20. Además,
la pobreza había tomado dimensiones increíbles; la toma de Constantinopla al entregar las llaves de Oriente a
los enemigos de la Civilización, dejaba planteado un grave problema al comercio occidental. En medio de
tales amenazas, las Indias Occidentales aparecieron descubiertas como providencial y gran solución. “Hasta
la Iglesia, que había declarado impíos a los que osaban ir al otro continente porque su presencia
contradecía los dogmas, descubrió en un nuevo examen de las Escrituras fundamentos para la conquista de
aquellas tierras pobladas de infieles”. 21
Así se observó que ”ni en la miseria, ni en el cansancio, ni el hambre, ni las enfermedades, ni la muerte
que de continuo amenazaba, entibiaron nunca el ardor de los conquistadores. Sostenidos por el fanatismo,
la codicia y el valor que la época aquella había llevado al paroxismo, los españoles de los siglos XV y XVI,
imprimieron de esta suerte, en la conquista de América, el sello de sus virtudes y sus vicios”. 22
De esta manera comienza el segundo momento de negación que se va constituyendo desde:
A. Las discusiones acerca de si los indígenas encontrados poseen la calidad de Hombres o no, y si es
justo hacer guerra contra ellos.
B. Desde la actuación de algunos hombres que la historia occidental inmortalizó como conquistadores y
colonizadores, y, desde el discurso histórico por ellos proclamado para afianzar la hazaña y su
superioridad en desmedro de un pensamiento propio que existía ya en el suelo descubierto en calidad
de auténtico como se vio anteriormente.
“En quince años, su obra (se refiere a la de España) a la vez devastadora y fecunda, resultaba
terminada”.23
C. Las nociones sobre Viejo y Nuevo Mundo, sirvieron para afirmar la negación de América, no existió
para los europeos sino a partir del descubrimiento por ellos realizado.

A) Las discusiones sobre el primer punto, se desarrollan en la disputa Las Casas – Sepúlveda, a partir de
dos conclusiones que el Dr. Juan Ginés Sepúlveda aborda en defensa y justificación de los intereses de la
corona española.
Una de las conclusiones afirma que las guerras hechas por los españoles a los indios son justas, por su
causa y por la autoridad que las promueve; por ello no sólo se pueden hacer, sino que es obligación hacerlas.
La segunda conclusión afirma que los indígenas deben someterse a las reglas de los españoles por ser menos
entendidos, o sea, porque no son aptos para organizarse y gobernarse por sí mismos.

20
Mancini, I. BOLÍVAR. París, ed. Vda. de Ch. Bouret, 1.930, p. 9.
21
Op. cit., p. 12.
22
Op. cit., P. 13.
23
Mancini, I., op. cit., p. 13.
9
La primera idea responde a justificar las acciones de los españoles y para ello se sirve el Dr. de la doctrina
de la guerra justa, ya que es el único medio racional para lograr la paz. Intenta por este medio demostrar la
causa española dentro de los márgenes de la justicia reconociendo la legitimidad de la autoridad única de los
Reyes de España en este marco, los indios son otros tantos de los bienes descubiertos, propiedad de la
Corona. La razón es utilizada como recurso para legitimar la violencia.
La segunda idea muestra la manera de valorar de los europeos al otro diferente. El español que ha salido
del centro del mundo a conquistar, piensa que tiene derecho a imponerse sobre los que considera inferiores
en entendimiento y costumbres, y hacer exterminio de imperios ajenos para elevar y beneficiar con su obra a
los indígenas. Es justo, según Sepúlveda, que los más poderosos y perfectos se impongan sobre los más
débiles e imperfectos.
En la visión de los españoles, la inferioridad indígena se observa en los pecados de idolatría y los contra-
natura, entre ellos especialmente los sacrificios humanos dedicados a los dioses. Pero fundamentalmente al
no poseer la cultura europea adquieren el rótulo de no-humanos, de bárbaros. Lo humano pertenece en esta
concepción sólo al modelo ofrecido por lo europeo y cristiano.
La respuesta de fray Bartolomé de las Casas con respecto al derecho de hacer la guerra contra los indios,
expresa que no es posible defender tal derecho. En razón de pecados, todos somos pecadores, pero los indios,
además, no pertenecen a la comunidad de la Iglesia, entonces no tienen por qué sentirse obligados con
principios que desconocen.
Con relación al tema de la barbarie, sostiene que generalmente se dice bárbaro a aquél que posee
costumbres y opiniones extrañas, pero eso no quita que tengan orden y gobierno en sus pueblos. Además, el
hecho de que no tengan lengua y escrituras como los europeos, no es suficiente razón para catalogarlos de
bárbaros. Por lo demás, en cuanto a la acusación de perversos y ladrones, Las Casas muestra su falsedad
contando sobre la capacidad de los indígenas para aprender y hacer cuando se llega a ellos con humildad y
buen trato.
Aun cuando se quisiera imponer por la prédica de la fe, no están obligados los indígenas a oír, pues, como
dice en la Undécima réplica: “Nunca estarán obligados a creer a algún predicador de nuestra santa fe,
yendo acompañado de hombres tiranos, gente de guerra, robadores y matadores”.24
Con respecto a la objeción del sacrificio humano, Las Casas defiende la situación de los indígenas en
tanto los sacrificios son aconsejados por los más sabios y prudentes de la comunidad. Es un hecho, además,
que en muchos pueblos antiguos tuvo especial importancia y significación, no hay que olvidar que el mismo
Dios cristiano permite el sacrificio de su hijo único Jesucristo para salvación y redención de los demás
Hombres. Del mismo modo, se justifica que las vidas que se ofrecen sean de niños inocentes y sin culpa, la
ofrenda concentra toda la pureza y grandeza de lo humano en favor del pueblo necesitado y agradecido.
Por otra parte, no dejarán de hacer sacrificios, si los que quieren impedirlo ejecutan el robo y la muerte.
“Para quitar y extirpar los vicios que tienen los indios de matar para sacrificar hombres –sostiene Las
Casas- con sólo la predicación del Evangelio y no con guerras crueles muy fácilmente se les quitan”.25

24
De las Casas, Bartolomé. Tomado de Colección de los Tratados de fray Bartolomé de las Casas o Cassus,
Sevilla, Trujillo, 1.552, 11ª réplica.
10
Se observa en esta disputa la defensa de un mundo abierto a la pluralidad de diálogos, así como la
justificación del imperialismo expansivo que convierte a unos en dominadores y a otros en oprimidos en pos
del Bien y el Progreso. Así mismo, se instala a partir de la negación de la realidad indígena, la negación del
pensamiento propio en el juego dialéctico de los contrarios no complementarios. Lo que no pertenece a lo
humano europeo, no existe, y esto justifica el exterminio de lo que no es.

B) La negación se sigue constituyendo desde la obra y la hazaña de “toda la barahúnda de aquellos


aventureros desarrapados y sublimes, inmortalizados por la historia con el magnífico nombre de
Conquistadores”.26 De allí se ha ido repitiendo una historia que es la de los héroes dominadores hasta
cerciorarnos que “nuestra historia y nuestra filosofía, con sus peculiaridades propias, no ha sido –en
palabras de Augusto Salazar Bondy- un pensamiento genuino y original sino inauténtico e imitativo en lo
fundamental”.27 Horror y verdad nos provoca, porque hemos estado desde entonces conectados con la
dependencia y la dominación, y hemos jugado a cambiar de nombres a los hechos, pero no los hechos
mismos.
Desde entonces se han escuchado las versiones tergiversadas con respecto a los indígenas y sus
costumbres. Se hizo una historia “de inconciencia y embrutecimiento, de una raza floja sin iniciativa ni
nervio, de verdaderos parias”.28 Y se dijo que el estado del indio fue la conformidad. A pesar del relato del
vencedor, hay una raza que no se entrega, aunque de presencia silenciosa como el Tabaré de Zorrilla de San
Martín, está allí, “y esto es prueba de su vitalidad, de su fe en sí misma y de su amor a lo propio; y no como
quiere suponerse, abandono o falta de deseo de progreso, que son los tópicos usuales que se emplean para
justificar su explotación a mansalva y el trato inhumano a que se le somete y el desprecio en que se le
tiene”.29
Más que nunca la resistencia es firmeza, pero esta verdad es inoportuna para el discurso opresor. Si se
niega esta verdad, se niega también el porvenir, que como dirá Torres García “¡Quién sabe lo que puede aún
dar!”.30

C) Las nociones sobre Viejo y Nuevo Mundo son ejemplificadoras en la visión de Hegel. Para este autor
la división no es externa, es esencial, y esta división se basa en la inferioridad de lo americano frente a la
superioridad de lo europeo, que sale a la luz en la misma visión del europeo. Observa inferior cultura por ser
natural, impotente física y espiritualmente. Inferioridad que observa también en los animales porque aunque

25
Op. cit.
26
Mancini, I. Op. cit., p. 12.
27
Salazar Bondy, Augusto. ¿EXISTE UNA FILOSOFÍA DE NUESTRA AMÉRICA? México, Siglo XXI, 1.969, cap. 111, párr. 9,
p. 130 – 133, seleccionado en ficha Nº 8 de FCU sobre Historia de las Ideas por M. Langón.
28
Torres García, Joaquín. METAFÍSICA DE LA PREHISTORIA INDOAMERICANA. Montevideo, Publicaciones de Arte
Constructivo, 1.939, p. 13.
29
Op. cit., p. 10.
30
Ibidem.
11
se parecen a los europeos, son más débiles y pequeños. Las costumbres de los indígenas, por no ser iguales a
las europeas, pecan de destructivas y bajas. Y por ello, los indígenas parecen débiles y perecen frente a la
superioridad del europeo. Incluso se encuentran en lugares –asegura el autor- en estado de natural salvajismo
e incultura esperando tal vez que el europeo encienda en ellos la autoestima.31
La diferencia esencial se distingue comparando también los estados libres de Norteamérica donde por la
obra del colonizador de Occidente se aprecia el grado de civilización adquirido. Vale decir, que el grado de
civilización del que se habla, está en relación directa con la capacidad de copiar la muestra ideal allende el
Atlántico. En tales condiciones se elabora una serie de compromisos y obligaciones asumidas por los
europeos para civilizar y elevar a lo distinto conocido considerado inferior.
Desde esta perspectiva hay una voluntad unívoca de poder empeñada en realizarse plenamente como yo
totalizante, y no hay comprensión posible para otro sí mismo, porque lo hemos dicho ya, no existe. Esta
condición de ver lo otro en calidad de inferior por carecer de lo esencial, implica la imposibilidad de
comunicación, y por ello no hay diálogo entre esas culturas diferentes, sólo habrá monólogo, unilateralidad:
un discurso, una historia, una filosofía. Esa unicidad está representada por la cultura superior, la occidental y
en su desconocimiento de la autenticidad americana se convierte en dominadora y opresora. La negación se
instala entonces, desde todas estas maneras particulares de interpretar y no comprender “lo nuevo”.
Es necesario tener en cuenta también que al no considerar la realidad americana en su autenticidad se
impuso el afán y soluciones europeas a problemas diferentes, para lo cual “las nociones del Viejo Mundo en
materia de colonización eran, en la época de la Conquista, de naturaleza harto simplista y harto absoluta
para adaptarse útilmente a las complejísimas necesidades de la explotación de semejante territorio”.32
Esta imposición de soluciones inapropiadas se constituyó en hábito difícil de desarraigar, por lo cual se ha
seguido observando, en el transcurso del tiempo, un desajuste en la búsqueda de resoluciones a problemas
americanos, y la inadaptación de medidas tomadas de modelos extranjeros, cuyo fin es el fracaso por no
tener en cuenta el suelo donde se aplican. Así se ensayan continuamente experiencias en política de
gobierno, en economía, en educación, en trabajo, etc., cuyo fin es imitar, donde lo que se hace indispensable
es crea. “La incapacidad –indica Martí- no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y
grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales, de composición singular y violenta, con
cuatro siglos de práctica libre en Estados Unidos y diecinueve siglos de monarquía en Francia”.33
En pocas palabras queda demostrado que el problema no radica en América en sí, sino en el desajuste de
las fórmulas que se pretenden aplicar y en el desconocimiento de su realidad.
Más adelante, agrega Martí: “el gobierno ha de ser del país. El espíritu de gobierno ha de ser el del país.
La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el
equilibrio de los elementos naturales del país”.34 Gobernar, entonces, es hacer, pero hacer implica un

31
Hegel, L. W. F. LECCIONES DE FILOSOFÍA DE LA HISTORIA UNIVERSAL. Madrid, Revista de Occidente, 1.948, p. 175-
185, seleccionado en ficha Nº 8 de FCU sobre Historia de las Ideas por M. Langón.
32
Mancini I, op. cit., p. 15.
33
Martí, José. NUESTRA AMÉRICA, Barcelona, Ariel, 1.970, p. 13-25, seleccionado en ficha Nº 8 de FCU sobre Historia
de las Ideas por M. Langón.
34
Martí, J. Op. cit., p. 20.
12
conocimiento, no se pueden esperar resultados positivos actuando en desconocimiento del suelo donde se
está parado. “No hay otra universalidad que esta condición de estar caído en el suelo”.35 Conocer el país y
sus elementos significa estar viviendo en un paisaje determinado y singular, como lo es el paisaje americano
que abarca y rodea a todos los seres que habitan en él. Conocer implica también respetar los elementos
naturales de ese lugar, acomodando las formas a su auténtica realidad. Por esto, si lo venido y tomado de
afuera no logra dar respuestas a América, entonces no sirve. Veamos ahora hasta qué punto no sirve.
No se trata de ignorar lo que ya se impuso y se instaló en los pueblos americanos; caeríamos en un gesto
soberbio, además de necio. Se trata, en términos de Figari, “de utilizarlos con criterio propio, y no por
imitación o psitacismo, simplemente”,36 y eso es regionalizar, nos plantea el autor, que es a la vez creación y
autonomía. “Creemos que todos los ambientes tienen sus peculiaridades y características propias, y por
ende, su poesía: eso, precisamente, es lo único que puede tomarse como punto de partida para hacer obra
autónoma. Lo demás es imitar, cosa siempre inferior”.37 Y aunque Figari se está refiriendo al arte, podemos
extender el sentido de sus palabras a todo el ser de América, a todas las manifestaciones vivas de América.
Como afirma Kusch desde otro ángulo desde el mismo tema, “el problema no está en redescubrir dónde la
metáfora torna a ser viva, porque no hay metáfora muerta para reavivar, sino dónde está lo viviente para
realimentar las metáforas, o mejor, dónde se dice todo el verbo que ya no necesita del mito de la metáfora.
Como tampoco se trata de una especulación sobre el símbolo en general, sino más bien de cuáles son los
símbolos y asumirlos”.38

35
Kusch, Rodolfo, GEOCULTURA DEL HOMBRE AMERICANO, Buenos Aires, Geraz Gambeiro, 1.975, p. 74.
36
Figari, Pedro, de la Carta Abierta dirigida en 1.939, titulada “Industrialización de América Latina Autonomía y
Regionalismo”.
37
Figar, P., en un reportaje a La Noche publicado en Noviembre de 1.921, comentando su exposición en el Salón
Muller, de Buenos Aires.
38
Kusch, R., tomado de Megafon; Nº 9 / 10, Buenos Aires, Centro de Estudios Latinoamericanos, 1.980, p. 11-17,
seleccionado en ficha Nº 8 de FCU sobre Historia de las Ideas por M. Langón.
13
14
SEGUNDA PARTE

“Mientras creamos que es bastante instruirse teóricamente y exhibir


las ideas de Hegel, de Taine o de Guyou para lucir nuestra conciencia
estética, al propio tiempo que no distinguimos prácticamente lo
vituperable de lo plausible, no podemos ni debemos jactarnos de
nuestra cultura, porque por de pronto no es nuestra”. 39

“Me enseñaron a no ser pueblo, pero tengo que pensar como el


pueblo”. Rodolfo Kusch, 1.980.40

Estas expresiones son una muestra e introducción para la comprensión de cómo ha sido vivida América
por los propios americanos. Creyendo poseer una cultura propia, desplegaba un muestrario del ideal europeo
y, luego, del ideal norteamericano, pero siempre de afuera.
Exhibir lo otro como propio, hacer como otro y, peor aún, esforzarse por ser otro y no uno mismo, allí se
constituyeron las bases para la propia muerte. En ese esfuerzo para dejar de ser uno mismo, lo americano
cedió su lugar a lo europeo, y se quedó prendido en él.
La alienación del Hombre americano se dio por el defecto de aceptar sin cuestionamientos el discurso del
dominador que lo situó en la inferioridad. La conciencia alienada desarrolló un pensamiento también
alienado que se reproduce en la sociedad americana. Primero enmascaró la realidad auténtica estableciendo
la relación de superior occidental e inferior dominado. Luego fortalece la alienación en las actuales
relaciones de subdesarrollo y desarrollo.
Desde un principio, “los criollos, es decir, los españoles establecidos en América para siempre, formaron
así la sola raza superior que dominaba a las otras dos, y que poco a poco se las iba asimilando.41 Era muy
natural que la metrópoli reservara sus favores a aquellos de sus súbditos cuyos verdaderos intereses
quedaban en Europa”.42 Esto hizo sin duda que las diferencias de los grupos sociales fueran cada vez más
notorias y se creara el recelo entre unos y otros, instalándose riñas y odios entre ellos. “Cada uno envidiaba
la casta superior a la suya”.43 El clero trataba por sus medios de hacer efectiva la sumisión de los indígenas
a la Corona y si bien es justo y oportuno considerar las buenas obras realizadas en favor de los “naturales”

39
Figari, P., EDUCACIÓN INTEGRAL, folleto de 1.919.
40
Kusch, R. APORTES A UNA FILOSOFÍA NACIONAL, FCU, ficha Nº 8, p. 42.
41
Mancini, I, op. cit., p. 22
42
Op. cit., p. 25.
43
Ibidem.
15
(como la abolición de la mita, la educación de los jesuitas) “el acontecimiento sistemático de la ignorancia
era el natural resultado de esa política”.44
La idea de independencia de los Estados americanos se presenta en caracteres idénticos a los europeos.
España da el ejemplo de sus Juntas. El Cabildo propondrá la constitución de una asamblea y con más
autoridad para encabezar discusiones. Allí se elegirán y nombrarán diputados, “se veía en esto el espíritu
democrático e igualitario que en otros tiempos fue la gloria de las Comunidades de Asturias y de León”.45
Pero la revolución que comenzó con actos de los insurrectos, en protesta por los abusos de los funcionarios
coloniales, también se contaminó de los celos entre las clases sociales.
“Los orígenes puramente indios de que se enorgullecía Túpac Amaru con ostentación, chocaban con los
prejuicios de la mayoría de los criollos, quienes no habrían consentido en confiar sus destinos en manos de
un indio, por más excelsa que fuera su alcurnia”. 46
Los prejuicios, la falsa conciencia de sí, y el afán de ser
para otro, llevaron a que el levantamiento de Túpac Amaru se convirtiera en el recuerdo de la carnicería de
Cuzco.
La negación de América se constituyó sobre esta pérdida de autenticidad, que es también negación de la
posibilidad. Aunque los pueblos americanos lograron su independencia política de los países europeos “el
problema de la independencia no era el cambio de formas sino el cambio de espíritu”.47
En América alienada se pensó que cambiando las formas, adoptando un saber constituido, un corpus
filosófico importado, era suficiente para realizar el proyecto futuro; pero sólo se consiguió mantener la
alienación. El racionalismo, el catolicismo, positivismo y liberalismo ulterior se hicieron eco de las voces
que sonaron en Europa y Estados Unidos para ofrecer modelos, y en ocasiones servir de crítica. Pero no fue
suficiente para “soltar amarras”, como dice Kusch, y hacer un pensamiento popular.48 Por eso no aprendimos
a ser pueblo. Aprendimos a pensar desde los centros y nos constituimos periferia. Sólo es cuestión de revisar
otros antecedentes:
“Una sola revolución del gran pueblo Francés,
extendiendo sus oscilaciones hasta este continente,
produjo nuestra independencia y nuestra libertad”.49
Se trata aquí de una forma de admiración hacia el país europeo que se muestra en su mayor realización, la
Revolución Francesa de 1.789.
“¿Cuál será el pueblo que sirva de guía, que camine a la
cabeza del mundo moderno? ¿Será alguna de las
naciones de la Europa, acostumbradas desde siglos atrás
a llenar la Tierra con su nombre?... Para nosotros no
hay duda alguna; es a los Estados Unidos a quien está

44
Mancini, I., op. cit, p., 27.
45
Mancdini, I., p.34.
46
Mancini, I., op. cit., p. 38.
47
Martí, j., op. cit., p. 22.
48
Ver Kusch, APORTES A UNA FILOSOFÍA NACIONAL.
49
Ardao, Arturo. RACIONALISMO Y LIBERALISMO EN EL URUGUAY. Montevideo, Universidad de la República. Dpto. de
Publicaciones, 1.997.
16
reservada esa misión. Allí, el espíritu divino ha
encarnado en cada Hombre”. J. P. Varela.50
La admiración en este caso se dirige a los Estados Unidos, el cual muestra los favores de la libertad
religiosa y política.
Luego vendrá la admiración de los aspectos utilitarios de aquellos pueblos y a sus adelantos materiales.
Interroga Sarmiento en su obra “Facundo”:
“¿Hay en la América muchos pueblos que estén, como el
argentino, llamados a recibir la población europea que
desborda como el líquido en un vaso? ¿No queréis, en
fin, que vayamos a invocar la ciencia y la industria en
nuestro auxilio, a llamarlas con todas nuestras fuerzas,
para que vengan a sentarse en medio de nosotros libre de
toda traba puesta al pensamiento, segura la otra de toda
violencia y toda coacción?”.51
Sarmiento propone además de una educación nacional, como es sabido, la inmigración europea, como
medios para alcanzar un progreso técnico, económico y cultural del país. El autor acepta a Facundo,
representante de la barbarie, “cuanto fuerza instintiva, en cuanto producto natural y primario; no por sus
bestialidades, por ello mismo acepta al gaucho pero reconociendo que hay que educarle y hacerle entrar en
unas normas de conducta, y en unos principios políticos de convivencia”.52
En todos los órdenes, así sea de las ideas, en lo político, en lo literario, etc., se fueron adoptando las
fórmulas extranjeras y sobre todo las francesas, “y se quisieron aplicar dogmáticamente a nuestra vida
positiva, sin tener para nada en cuenta las realidades históricas propias de nuestra vida pública”.53
Queda de esta manera planteado el problema de la segunda negación de lo propio, en una sociedad que
resiste a enfrentar sus problemas con soluciones propias, con creaciones.
Se busca refugio en el pensamiento importado, como modelo y ejemplo, sin confiar en las posibilidades
ignoradas que América guarda. Por eso el problema no es de formas solamente, sino también de espíritu, de
falta de fe. Y la respuesta no se encuentra en algunos pocos elegidos, privilegiados con el don de la verdad.
La respuesta a la negación debe venir de un todos que es pueblo y por eso realidad. La respuesta a esta
negación es una decisión cultural porque expresa el deseo de manifestarse en cada gesto, en cada palabra, en
cada hecho. Cultura en sentido dinámico “es un fenómeno inmanente al Hombre, producto de la sociedad en
movimiento, y con esto queremos decir valor del presente y también del pasado”.54
En el “estar” como condición se da la decisión y la respuesta, que se afirma y se reafirma en cada
momento para que ese “estar” tenga pleno sentido. “Toda decisión –sostiene Kusch- exige una fuente, y esta

50
Op. cit., p. 231.
51
Sarmiento, Domingo Faustino. FACUNDO. Buenos Aires, Losada, 1.974, 6º edición. Ficha Nº 8 FCU p. 15.
52
Ver Parnaso, DICCIONARIO SOPENA DE LITERATURA, Barcelona, 1.972, p. 679.
53
Zum Felde, Alberto. PROCESO HISTÓRICO DEL URUGUAY. Montevideo, Arca, 1.967, p. 268.
54
Codevilla, Ugo. EL RECICLAJE DE LA IZQUIERDA URUGUAYA. Ed. Rumbos, Montevideo, 1.933, p. 111.
17
está en la cotidianeidad. De ahí arranca nuestra autenticidad cultural”.55 Se trata de decidir, entonces,
dónde queremos estar , y sólo a partir de ahí nos construimos en centro o en periferia.
Finalmente, lo que hay que decidir también es un cambio para la reconstrucción de la autenticidad
perdida; en este sentido es importante la síntesis que nos ofrece Augusto Salazar Bondy: “La constitución de
un pensamiento genuino y original y su normal desenvolvimiento no podrá alcanzarse sin que se produzca
una decisiva transformación de nuestra sociedad mediante la cancelación del subdesarrollo y la
dominación… Puede comenzar a ser auténtica como pensamiento la negación de nuestro ser y de la
necesidad de cambio, como conciencia de la mutación inevitable de nuestra historia”.56

55
Kusch, Rodolfo. GEOCULTURA DEL HOMBRE AMERICANO. Ed. Geraz Ganbeiro. Buenos Aires, 1.975, p. 146.
56
Salazar Bondy. ¿EXISTE UNA FILOSOFÍA DE NUESTRA AMÉRICA?. Editorial Siglo XXI, México, 1.969, p. 111, parr. 9, p.
130-133. Ficha Nº 8, FCU.
18
TERCERA PARTE

“El descubrimiento de la pluralidad de las culturas no es jamás un ejercicio inofensivo” –dice Paul
Ricoer-. Y mucho de esto hubo en nuestra América, la aborigen, la hispana, la mestiza. El resentimiento con
lo propio, el querer parecer otro, son factores de peligro que amenazan a la identidad cultural. América se
constituyó otra desde Europa, la cual se impuso como voluntad unívoca de poder, y desde ella misma que
descubre en su voluntad oprimida el sentimiento de inferioridad que la lleva a imitar el modelo del otro
superior.
Pero este imitar fue su muerte, se constituyó como nada, es decir, no era su cultura la occidental, ni lo fue
la aborigen auténtica. Fue la cultura surgida del mestizaje, fuente de ambigüedad y de ambivalencia, cargada
de resabios negativos. Sus hijos fueron bastardos, y así su cultura. Los nativos de la tierra se constituyeron
siervos y esclavos mientras que los conquistadores se realizaron amos y dueños. El bastardo –explica
Leopoldo Zea- se siente “incómodo, rechazado por uno, se avergonzará de ser parte del otro”.57
Pero la conciencia de sí aparece después de tanta incomodidad y dolor por obra de una silenciosa
resistencia que guardaba el germen, la semilla de lo propio esperando el momento de romper la tierra y
resurgir.
Es en la voz de pensadores americanos que se instala la interrogación y la duda sobre los aportes del
camino civilizatorio. “La raza resiste” –afirma Torres García-. “Se imita –dice Rodó en ARIEL- a aquel en
cuya superioridad y prestigio se cree”. Pero imitar, había sostenido Pedro Figari, “es cosa siempre inferior”.
“Crear es la palabra” –anuncia Martí-. Después de todo, aquí hay mucho por hacer, y los americanos
también son aptos para la creación.
No se trata de saberlo de antemano, o saberlo a la manera de otros. “Creo que los conocimientos no
pueden crear” Escribe Carlos Vaz Ferreira en “Conocimiento y Acción”. Y así es; América no debe temer a
la duda, a la incertidumbre, porque allí mismo está presente la posibilidad del cambio. En el descubrimiento
de sí mismo, partiendo de lo que fue, comienza a superar la negación. Sólo en esta condición de
reconocimiento del error, y no en la ignorancia del pasado, existe la reconstrucción, un volver a ser auténtico,
dolido, pero enriquecido. Es nuevamente la realidad la que despliega hechos, la que rodea con su paisaje al
Hombre americano y lo conduce a nuevos y originales pensamientos.
En el conjunto de los pesares; la destrucción de una memoria histórica y mítica; la ideología impuesta por
el discurso dominante; lo que otros pueblos quisieron ver, aunque estaba a la luz, se presenta una
oportunidad para América, aún en la dependencia al poder tecnológico de los países que recrean viejos
esquemas con mueva terminología: “desarrollados – subdesarrollados”.
Pensarse a sí mismo a partir del propio estar, es ya un adelanto, una conquista. Pero es más que nada el
primer paso para la liberación. No ver es no saber, y el que no sabe es conducido. Desde que América de
descubre como otro, intenta pensar desde eso nuevo, y en la medida en que se apropia de su novedad,
constituida de mitos y miedos, renuncias y sufrimientos, se realiza como voluntad libre.

57
Zea, Leopoldo. AMÉRICA LATINA. UN LARGO VIAJE HACIA SÍ MISMA. Correo de UNESCO. 1.992.
19
América se produjo alienada, por obra de los otros, los otros europeos y demás extranjeros. Los otros son
los que no son ella. Alienarse en el caso de que hay Otro, es el hecho de que Otro es considerado como Otro
por alguien que está centrado sobre sí mismo como totalidad, que se enaltece y produce “la alienación del
otro”.58
Por eso América, para liberarse tiene que constituirse como Otro no oprimido, y, en esta acción de
reconstitución propia no tiene cabida el opresor, el futuro está en manos del mismo oprimido que necesita el
cambio, el retorno a lo propio, y se compromete en ese cambio de su modo de estar. “En el proceso de
liberación política, cultural y económica comprobamos también la plenitud del espíritu”,59 que es capaz de
constituir en un hombre oprimido un hombre libre, como afirma este autor.
Se presenta ante América un proyecto de transformación que como oprimida le compromete llevar a cabo
y, una vez más, no es necesario ni oportuno buscar ni seguir proyectos ajenos. Ella sigue su proyecto de
transformación desde la conciencia del despojo, y desde este lugar comienza su liberación. Quizá esto
parezca una cosa muy simple, muy poca, sobre todo si se consideran categorías de cantidad, pero “abrir los
ojos y volverse consciente” es un gran paso. De cualquier modo hay que considerar que la transformación a
la cual nos referimos no es un proceso fácil, sin contratiempos. Es como la misma filosofía que la sustenta:
problemática y riesgosa.
Mientras América oprimida aceptó la situación, todo estuvo en orden. Cuando a partir de la injusticia se
negó a sí misma para conformar, es decir, “formarse con”, no hubo problemas con la voluntad opresora. Pero
sucede que cuando el ser oprimido se sorprende pensando –“un momento, yo soy Otro”- y comienza así la
liberación, el explotador siente que se le escapa lo que había apropiado para sí, se le va el explotado, y con él
su poder. Por eso el “estar” del oprimido se vuelve libre pero riesgoso. No es fácil salirse de los sistemas que
operan en forma absoluta.
Sucede entonces que el que se compromete con su existencia, se convierte en el irreverente,
desagradecido, enemigo del pueblo o el loco. Es también, como escribe Dussell, “un maestro, lo es también
el buen padre, el buen hermano, el que se queda a la intemperie, el que se queda solo”.
Ahora bien, se hace necesario ver por dónde se ha de lograr el proyecto de liberación de América. Dadas
las condiciones actuales, será por el camino del análisis y la crítica., “por la confrontación de valores
vigentes en nuestro mundo y por el abandonamiento de la propia condición, puede operar como un
pensamiento ya no enteramente defectivo sino creador y constructivo”.60
“Hay que recuperar el arma más importante de los dominados: la criticidad. Y sin ella, es imposible
ubicarse en el planeta Tierra con alguna intencionalidad transformadora”.61
Tomando como punto de partida el planteo anterior, se pueden desarrollar dos líneas de comprensión para
el tema:

5858
Dusell, Enrique. PARA UNA FUNDAMENTACIÓN FILOSÓFICA DE LA LIBERACIÓN LATINOAMERICANA. Fragmento.
Seleccionado en Ficha Nº 8 de FCU sobre Historia de las Ideas por M. Langón, p. 36.
59
Ver Martí, en el presente trabajo, p. 24.
60
Salazar Bondy, Augusto. Op. cit., p. 29.
61
Codevilla, Ugo. Op. cit., p. 41.
20
A) Por una parte en análisis y la crítica, por el cual se entiende que se trata de resaltar la dimensión crítica
frente a lo propio, de no ceder a la exageración del etnocentrismo y a la falacia de rescatar lo nuestro en
ausencia del “otro”. Es decir, partir de la propia tradición como posibilidad y medio para la
intercomunicación en un gran canal abierto, y donde la crítica ejerce un papel fundamental al evitar
tendencias extremas y cerradas que se constituyen en alternativas estrechas de valoración.
62
La pluralidad de las culturas, ya mencionada por Ricoer en tanto descubrimiento peligroso ha ofrecido
distintas alternativas de valoración:

1.- Cuestionamiento de la propia cultura, como de hecho sucedió con los americanos conquistados, que
llevaron a cabo su negación en una suerte de suicidio de lo propio, sustentado en vergüenzas y verdades
“inferiores”. En este sentido, la verdad impuesta se presentó como incuestionable y convertida en dogma, 63
del mismo modo que tal cuestionamiento se presenta como pseudo-cuestionamiento.

2.- El mismo cuestionamiento puso su esfuerzo en mostrar la cultura de lo propio como igual a otras en el
sentido de que no hay mejor ni peor, todo es igual. Otras culturas y otros pueblos también tienen sus
características peculiares y, por esto, se crea una gran dificultad para establecer criterios de valores estables,
cuestión que deriva en un relativismo insoportable desde el momento en que, como plantea Ricoer, “de
repente se hace posible que no haya más que otros, que nosotros no seamos sino otro entre los otros”.64
Esta dificultad de valoración conlleva al desapego, a la imposibilidad, al escepticismo, al triunfo de la
nada absoluta.
Frente a esta pérdida de significación donde todo es posible a nivel universal, se produce la exaltación de
lo particular en tanto exótico, y se pretende una valoración “objetiva y científica”. La Verdad se hace
insignificante; después de todo, cualquiera puede ser. Todo vale por igual, nada es mejor, y esto así
planteado no deja de ser una forma variada de dogmatismo en el cual se sustituyen los centros de valoración:
la autoridad del que posee el hierro y la cruz, por la autoridad del que posee la objetividad científica.

3.- Por último, el papel de la crítica permite visualizar la alternativa para una valorización no dominadora
partiendo del concepto antes mencionado de pluralidad, el cual involucra valores, culturas, creencias, hechos,
etc. La pluralidad involucra lo diverso y distinto sin más. La función de la crítica, en este sentido, ha de
servir a la distinción de conceptos y valores, deberá ser “vigilante y desconfiada en extremo”, en términos de
Salazar Bondy, para poder co-laborar en la construcción de espacios de diálogo intercultural. Estos espacios
no son lugares donde se manifiestan multiplicidad de envolturas de objetos y sujetos que conservan y
capitalizan el conjunto, sino espacios donde la tradición cultural está en constante re-creación; de lo
contrario, si no se está renovando, deberá enfrentarse a su muerte.

62
Ricoer, Paul. CIVILIZACIÓN UNIVERSAL Y CULTURAS NACIONALES, en Historia et Vérité, p. 286-300 (traducción
taquigráfica de Mauricio Langón).
63
Ver Tercera Parte de este trabajo.
64
Ricoer, Paul, op. cit.
21
Existe para la Humanidad un tiempo para acumular y progresar, y un tiempo para crear, para inventar, que
puede empezar en la resistencia de lo sido y continuar por la con-vivencia de los Hombres que apuestan al
intento y al invento; porque están siendo.

B) En la otra línea aparece la profundización de la condición propia, es decir, la insistencia del situarse desde
la noción de “estar” en el sentido de Kusch, la cual supera lo meramente denotativo.
El problema de la unidad en la multiplicidad queda planteado por el autor como “diferencia de
perspectiva y de código”, nunca de grados de culturización y, en tanto es diferencia de perspectiva y de
código, no se dirige a un conjunto fijo de elementos culturales, los cuales solemos llamar acervo, sino
también a una actitud por la cual cada uno se define en el diálogo frente al otro.
Esta definición de cada uno tiene dos aspectos sumamente importantes: por un lado brinda seguridad
porque enmarca una zona de habitualidad; por otro, hace necesaria la presencia del “otro” como “otro” que
no soy yo, y con el cual me identifico y me diferencio afirmando lo que es singular y propio.
Hay un hábitat, una ecología, un grupo humano y un pensamiento que reviste culturalmente aquel paisaje.
El paisaje cultural no está aislado del paisaje ecológico-habitual, sino que uno y otro se dan en estrecha
relación, y por ello lo propio adquiere mayor rigidez. De aquí que una respuesta para América no puede
manifestarse como un gesto estudiado, una palabra repetida, un hecho parecido a otro. La respuesta se
entiende como totalidad, muchas veces difícil de penetrar –por complicada y difícil-; esto no impide de
ninguna manera la interacción de las culturas.
Se comprende que no hay una cultura universal en el sentido de única y superior; lo que sí existe es una
realidad diversa sustentada en pensamientos prendidos en el suelo. “De ahí el arraigo y, peor que eso, la
necesidad de ese arraigo, porque si no, no tiene sentido la vida”.65

65
Kusch, R. GEOCULTURA DEL HOMBRE AMERICANO, p. 74.
22
A MODO DE SÍNTESIS

Dice Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”. Las circunstancias rodean la existencia de los
Hombres que se determinan por sus actos. Ellos describen y forman la realidad histórica.
América, descubierta en especialísimas circunstancias, se ve de pronto determinada por condicionantes
políticos, económicos y culturales desconocidos, arbitrarios y exóticos para su sociedad. Los acontecimientos
que circundaron a la sociedad americana se desarrollaron en forma dinámica y continua, de modo que se
puede hablar de un proceso en el cual aquellos hechos establecieron rasgos esenciales de América. Ella se
manifiesta como realidad confusa, contradictoria; unidad en la multiplicidad.
El aspecto plurifasético es el rasgo distintivo, producto de la yuxtaposición de lo extraño a lo auténtico.
Pero aquellas circunstancias que determinaron una realidad, no son para siempre. Las circunstancias que
fueron impuestas por una voluntad unívoca de poder se cambian cuando el yo circundado se observa,
comprometido y en la valoración de aquello que le es propio, decide para sí.
¿Qué importa que el deseo y la voluntad queden en un punto si el tiempo pasa y nos lleva? El tiempo es el
sumo innovador –afirma José Enrique Rodó- pero no debemos dejar que él lo haga todo.
“Cada uno de nosotros es –continúa el autor- sucesivamente, no uno sino muchos”. Tal es el caso de
América. Así como cada uno, ella es el conjunto de Hombres que la representan, debe perseverar con orden
hacia su continua transformación, esto es, con voluntad y razón, con análisis y crítica, en el hacer cotidiano,
en la con-vivencia allí donde el pueblo echa sus semillas.

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24
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