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JACQUES DUPUIS

EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, DESAFÍO Y OPOR-


TUNIDAD

El reencuentro con las grandes religiones pone en entredicho


una cierta pretensión de universalidad y una concepción exclu-
siva de salvación. Para el cristianismo, el desafío consiste en
mantener su fe en Jesucristo, único mediador entre Dios y los
hombres, si bien reconociendo que cada religión puede ser un
camino de salvación para sus fieles. La publicación de este artí-
culo adquiere una significatividad especial a causa del falleci-
miento de su autor, el P. Jacques Dupuis, ocurrido en Roma el 28
de diciembre del año pasado, a la edad de 81 años: se trata, en
efecto, de un artículo que recoge los aspectos fundamentales de
su pensamiento en materia de diálogo interreligioso y da testi-
monio de su búsqueda incansable de la Verdad en un espíritu de
diálogo.

Le dialogue interreligieux. Un défi et une chance, Choisir 538


(2004) 14-19.

Cambio de relaciones den encontrar en las mismas.


Para establecer el fundamento
El pluralismo religioso no es tanto de las “relaciones de la
una novedad. Desde la época Iglesia con las religiones no cris-
apostólica, el cristianismo ha te- tianas” como del diálogo interre-
nido que convivir con otras reli- ligioso, la declaración Nostra ae-
giones, primero con el judaísmo, tate del concilio Vaticano II afir-
del cual provenía, y luego con las ma: “todos los pueblos forman
otras religiones que ha ido encon- (...) una sola comunidad; tienen
trando en su camino. Lo nuevo es un mismo origen, pues Dios ha
la conciencia que hemos adquiri- hecho habitar a toda la raza hu-
do respecto al pluralismo de las mana sobre la faz de la tierra; tie-
culturas religiosas y de su dere- nen también un último destino,
cho a la diferencia. ¿Qué actitud Dios, cuya providencia, testimo-
nos exige nuestra fe cristiana nios de bondad y designios de
frente a los “otros”? Es evidente salvación se extienden a todos”.
que una nueva actitud de la Igle- El diálogo se debe instaurar,
sia respecto a las religiones debe pues, sobre un doble fundamen-
ir unida a un reconocimiento de to: la comunidad que tiene su ori-
los valores positivos que se pue- gen en Dios a través de la crea-

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ción, y su destino en Él por la reductoras del designio de Dios,
mediación salvadora de Jesucris- se revelan en efecto como perte-
to. El tercer fundamento básico neciendo a otro orden [...]. Deben
es la presencia y la acción del Es- ser superadas en el progreso ha-
píritu de Dios, universalmente cia la realización del grandioso
presente, que actúa en todos los designio de unidad que preside la
hombres y en todas las tradicio- creación”
nes religiosas, como entre los
Aunque estas diferencias pa-
cristianos y en la Iglesia.
rezcan insuperables “están in-
cluidas en el gran y único desig-
nio de Dios, en Jesucristo. La
Un misterio de unidad
unidad universal fundada en el
acontecimiento de la creación y
La presencia y la acción uni- la redención no puede evitar de-
versal del Espíritu de Dios entre jar un rastro en la vida real de los
los “otros” representa la contri- hombres, incluso de aquellos que
bución más importante de Juan pertenecen a diferentes religio-
Pablo II al fundamento teológi- nes”. Estas “semillas del Verbo”
co del diálogo interreligioso. El derramadas entre los otros cons-
Papa afirma que la “firme tituyen el fundamento concreto
creencia” de los adeptos de del diálogo interreligioso impul-
otras religiones es “también un sado por el Concilio.
efecto del Espíritu de verdad
que actúa más allá de los límites
visibles del Cuerpo místico” La presencia del Espíritu
(Redemptor hominis, 6). Asi-
mismo, el Papa ha querido jus-
A este misterio de “unidad”,
tificar teológicamente la plega-
fundamento del diálogo, el Papa
ria mundial por la paz, celebra-
añade la presencia actuante del
da en Asís en 1986, sobre el
Espíritu de Dios en la vida de los
fundamento teológico del diálo-
“otros”, especialmente en la ora-
go, viendo en él un “misterio de
ción: “podemos, en efecto, recor-
unidad” que reúne a todos los se-
dar que toda plegaria auténtica
res humanos, cualquiera que sean
es suscitada por el Espíritu San-
las diferencias presentes en sus
to, misteriosamente presente en
vidas: “Las diferencias son un
el corazón de todos los hom-
elemento menos importante con
bres”.
respecto a la unidad que, por el
contrario, es radical, fundamental En la encíclica Dominum et
y determinante”. Y, a la luz de vivificantem amplía su discurso
este doble “misterio de unidad”, sobre la presencia del Espíritu a
“las diferencias de todo género, y lo largo de la historia, más allá de
en primer lugar las diferencias re- los límites de la Iglesia. Y en Re-
ligiosas, en la medida en que son demptoris missio afirma: “La
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presencia y la actividad del Espí- este misterio de unidad que todos
ritu no concierne solamente a los los salvados participan, aunque
individuos, sino a la sociedad y la de manera diferente, en el mismo
historia de los pueblos, las cultu- misterio de salvación en Jesucris-
ras, las religiones”. Por su parte, to por su Espíritu. Los cristianos
el documento Diálogo y anuncio son conscientes de ello gracias a
(1991), siguiendo las enseñanzas su fe, los demás, en cambio, no
de Juan Pablo II, recuerda el son conscientes del hecho de que
“misterio de unidad”, fundamen- Jesucristo sea la fuente de su sal-
tado en el origen y destino común vación. El misterio de salvación
del género humano, la salvación les alcanza, sin embargo, por ca-
universal en Jesucristo y la pre- minos conocidos por Dios, gra-
sencia activa del Espíritu en to- cias a la acción del Espíritu de Je-
dos los hombres. La razón princi- sucristo”.
pal de la Iglesia para comprome-
terse en el diálogo “no es de natu- Todos tienen acceso al Reino
raleza simplemente antropológi- de Dios en la historia, mediante
ca, sino también teológica”. La la obediencia al Dios del Reino
Iglesia debe entrar en un diálogo por la fe y la conversión. La teo-
de salvación con todos los hom- logía de las religiones y del diálo-
bres de la misma manera que go debe mostrar la manera en la
Dios lo ha hecho con el género que los “otros” participan del rei-
humano, un diálogo siempre en no de Dios, al abrirse a la acción
curso. “En este diálogo de salva- del Espíritu mediante la práctica
ción, los cristianos y los demás sincera de su tradición religiosa.
son todos llamados a colaborar Respondiendo así a la llamada
con el Espíritu del Señor resuci- que Dios les dirige, pueden con-
tado, Espíritu que está siempre vertirse en miembros activos del
presente y actuante”. Reino, sin tener formalmente
conciencia de ello, y sus tradicio-
nes religiosas contribuyen miste-
El reino de Dios riosamente a la construcción del
Reino de Dios en el mundo.
En la investigación del funda- De esta manera, el diálogo
mento teológico del diálogo inte- tiene lugar entre personas que ya
rreligioso hay que subrayar asi- están unidas entre sí en el Reino
mismo la universalidad del Reino de Dios, inaugurado en la historia
de Dios, del cual son copartícipes por Jesucristo. A pesar de las di-
los adeptos de otras culturas reli- ferencias religiosas, están ya en
giosas juntamente con los cristia- comunión los unos con los otros
nos. A este cuarto elemento fun- en la realidad del misterio de sal-
damental se alude también en el vación, aunque permanezca entre
documento Diálogo y anuncio, ellos una distinción a nivel de la
donde se afirma: “se deduce de mediación del misterio.
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La comunión en la realidad es salvada por Dios en el aconteci-
más esencial que las diferencias a miento de Jesucristo, no deja lu-
nivel de signo. Así se establece gar a un auténtico diálogo. Éste
una comunión profunda en el Es- no puede ser sincero si no se pro-
píritu entre los cristianos y los duce en pie de igualdad entre los
otros creyentes si el diálogo es partidarios. ¿Pueden ser sinceros
sincero y auténtico, porque la la Iglesia y los cristianos en su
realidad del Reino de Dios es voluntad declarada de entrar en
compartida ya en el intercambio diálogo, si no están dispuestos a
recíproco. El diálogo interreli- renunciar a las pretensiones tra-
gioso no es un proceso unidirec- dicionales a propósito de Jesu-
cional, sino un “diálogo”, que cristo, Salvador “constitutivo” de
hace explícita la comunión pre- la humanidad?
existente en la realidad de la sal-
La pregunta implica el pro-
vación que es el Reino de Dios,
blema de la identidad religiosa
venido para todos en Jesús.
frente a la apertura a los “otros”
Nada proporciona al diálogo exigida por el diálogo. No se pue-
interreligioso una motivación tan de, bajo el pretexto de honestidad
verdadera como la convicción de en el diálogo, poner la propia fe
que, a pesar de las diferencias entre paréntesis, ni que sea tem-
que los separan, los miembros de poralmente, con la esperanza de
las diferentes tradiciones reli- redescubrir eventualmente el
giosas marchan conjuntamente fundamento de esta fe gracias al
hacia la plenitud del Reino, ha- mismo diálogo. Al contrario, la
cia la nueva humanidad querida honestidad y la sinceridad del
por Dios para el fin de los tiem- diálogo exigen que los partici-
pos. pantes entren en él desde la inte-
gridad de su fe. Toda duda meto-
dológica o restricción mental es-
Marcar las diferencias tán de más. De lo contrario no se
podría hablar de diálogo interre-
ligioso. En la base de toda vida
Las condiciones para un posi-
religiosa auténtica hay una fe que
ble diálogo interreligioso han
no es negociable, ni en el diálogo
ocupado un lugar importante en
interreligioso, ni en la vía perso-
el debate sobre la teología de las
nal.
religiones. Para que el diálogo
sea posible, P. F. Knitter preconi-
zaba el paso del modelo cristo-
Ni sincretismo ni eclectismo
céntrico al modelo teocéntrico, es
decir, del “inclusivismo” al “plu-
ralismo”. Para los “pluralistas” Asimismo, el diálogo auténti-
una cristología “inclusiva”, se- co no admite ni el sincretismo,
gún la cual toda la humanidad es que intenta resolver las oposicio-

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nes y contradicciones entre las debe desechar conceptos que ex-
diferentes creencias mediante al- presan imperfectamente esta ex-
guna reducción de su contenido, periencia, para captar, en la medi-
ni el eclecticismo, que elige di- da de lo posible, la experiencia
versos elementos para combinar- misma. Este es el esfuerzo de
los en una amalgama informe e “com-prensión” que R. Panikkar
incoherente. Esto equivaldría a llama diálogo “intrareligioso”,
engañar y conduciría a privar al condición indispensable del ver-
diálogo de su objeto. El diálogo dadero diálogo interreligioso.
busca la comprensión de las dife-
rencias en la estima sincera de las
convicciones personales de los La doble pertenencia
demás.
Si es obvio que, en la práctica
A partir de estas premisas, de-
del diálogo interreligioso, los
bemos preguntarnos si es posible,
cristianos no pueden disimular su
y hasta qué punto, compartir dos
fe en Jesucristo, deben reconocer
creencias religiosas diferentes,
asimismo a sus interlocutores el
haciendo suya cada una de ellas,
derecho a mantener una actitud
y viviendo las dos en su propia
análoga, incluso en las reivindi-
vida religiosa. Globalmente, esto
caciones de universalidad que
parece imposible. Aún haciendo
formen parte de su fe. El diálogo
abstracción del conflicto interior
interreligioso tiene lugar en esta
que podría producir en la perso-
fidelidad a las condiciones perso-
na, cada fe religiosa constituye
nales innegociables.
un todo indivisible y requiere una
Así como un diálogo serio adhesión total. Ser cristiano no
prohibe atenuar el tono de las significa solamente encontrar en
convicciones profundas de los Jesús un sentido a la propia vida:
dos interlocutores, su apertura es entregarse enteramente a su
exige no absolutizar lo que no es persona, encontrar en Él el pro-
en modo alguno absoluto. Una pio camino hacia Dios.
cristología “constitutiva” que
Sin embargo, afirmar a priori
profesa la salvación universal en
que la “doble pertenencia” es to-
Jesucristo parece hacer posibles
talmente imposible contradice la
ambas cosas.
experiencia. Los casos no son ra-
Si bien el diálogo presupone ros ni desconocidos. Debemos
la integridad de la fe personal, recordar que la teología de las re-
igualmente exige la apertura a la ligiones no puede conformarse
fe del otro en lo que aquélla es con deducciones a priori a partir
diferente. Cada interlocutor debe de principios doctrinales tradi-
entrar pues en la experiencia del cionales, sino que debe seguir un
otro, esforzándose en compren- método inductivo, partir de la
derla desde el interior. Para ello, realidad vivida, para encontrarle
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el sentido a la luz del dato revela- interlocutores, aún sin haber co-
do. No se puede negar que un nú- nocido la revelación de Dios en
mero no despreciable de perso- Jesucristo, pueden estar profun-
nas han hecho y hacen la expe- damente sometidos a esta Verdad
riencia de combinar en su prácti- que ellos buscan, cuyos rayos
ca religiosa la fe cristiana con irradian sus tradiciones religiosas
elementos procedentes de otra (Nostra aetate, 2). Se puede de-
experiencia de fe y de otro com- cir, con toda verdad, que unos y
promiso religioso. Es cierto que otros “marchan juntamente en
elementos de otras creencias es- busca de la verdad” (Diálogo y
tán en armonía con la fe cristiana misión, 13).
y pueden integrarse en ella como
Los cristianos obtendrán una
un enriquecimiento, pero puede
doble ventaja. Por una parte, en-
haber también otros elementos
riquecerán su fe. Gracias al testi-
incompatibles con la fe cristiana
monio y a la experiencia de los
y por tanto inasimilables.
otros, descubrirán más profunda-
En cualquier caso, y con las mente aspectos de su fe que ellos
precauciones necesarias, si quie- no habían percibido del todo o
re ser verdadero, el diálogo inte- que han sido transmitidos menos
rreligioso exige a los dos interlo- claramente por la tradición cris-
cutores un esfuerzo positivo para tiana. Al mismo tiempo, purifica-
entrar en lo posible en la expe- rán su fe, y el choque del reen-
riencia religiosa del otro. Se trata cuentro les obligará a revisar pre-
del reencuentro en el interior de sunciones gratuitas y prejuicios
una misma persona de dos mane- fuertemente enraizados respecto
ras de ser, de ver y de pensar. Este a otras tradiciones.
diálogo “intrareligioso” es una
Los frutos y los retos del diá-
preparación indispensable para el
logo van, pues, a la par. Sin em-
intercambio entre personas com-
bargo, más allá de estos benefi-
prometidas en el diálogo interre-
cios, debemos reconocer que el
ligioso.
encuentro y el intercambio tienen
un valor en sí mismos. Si desde el
principio, el diálogo supone una
Los frutos del diálogo
apertura al otro y a Dios, no se
trata de un simple medio con vis-
El mismo Dios está presente y tas a la conversión del interlocu-
actuante en los dos lados del diá- tor, sino que tiende más bien a
logo. Los interlocutores cristia- una conversión más profunda de
nos no se limitarán a dar: recibi- ambos hacia Dios. Es el mismo
rán también alguna cosa. Ellos no Dios, el mismo Espíritu, quien
tienen el monopolio de la verdad habla al corazón de los interlocu-
divina, sino que deben dejarse tores y obra en ellos. Ellos se
poseer por ella. En cuanto a sus convierten así, el uno para el

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otro, en signo que conduce a dio de los otros. Esta llamada re-
Dios. cíproca es, sin duda alguna, una
evangelización mutua, que cons-
El fin propio del diálogo inte- truye entre los miembros de las
rreligioso es, en último término, diversas tradiciones religiosas la
la conversión común de todos al comunión universal signo de la
mismo Dios, el Dios de Jesucris- llegada del Reino de Dios.
to, que interpela a unos por me-

Tradujo y condensó: JOAQUIM PONS

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