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Publicado por el Programa Democracia y Transformación Global en Lima en un momento en el que los
debates sobre el desarrollo y postdesarrollo se vuelven de cruciales.
Se generan conclusiones sobre el desarrollo a las que han llegado muchos movimientos sociales e
intelectuales y académicos críticos en las últimas dos décadas.
Podemos destacar las siguientes ideas; el desarrollo es un proyecto tanto económico como cultural.
Cultural en dos sentidos: surge de la experiencia particular de la modernidad europea; y subordina a las
demás culturas y conocimientos, las cuales pretende transformar bajo principios occidentales.
Podemos considerar también que el lenguaje es una de las barreras las cuales impiden el desarrollo y el
conocimiento.
Se hace referencia a textos anteriores como el “Buen Vivir” dentro de lo que se destaca que; la mayoría
de las políticas de los gobiernos están aún en contradicción con el Buen Vivir, pues continúan
encarnando una visión modernista del desarrollo.
Se habla respecto a el “Plan Ecuatoriano” en el que podemos destacar lo siguiente: se enfatiza respecto
al crecimiento, crecimiento se considera una meta no un medio, se entra en un conflicto respecto a las
áreas las cuales tiene como objetivo intervenir el estado, ya que no se ve un beneficio claro en materia
ambiental y cultural.
1) Al acoger la visión del Buen Vivir, asume que no hay un estado de ‘subdesarrollo’ a ser
superado, ni uno de ‘desarrollo’ a ser alcanzado, pues refiere a otra filosofía de vida:
2) Se mueve el debate del antropocentrismo al biocentrismo, y reinserta la economía en la
sociedad y los ecosistemas; se genera una “nueva ética de desarrollo”.
3) Articular economía, medio ambiente, cultura y sociedad;
4) Recupera lo público, la diversidad, y la justicia social e intergeneracional como principios;
5) Reconoce diferencias culturales y de género;
6) Nuevos énfasis, incluyendo la soberanía alimentaria y el control de los recursos naturales.
Aunque el desarrollo ha sido descentrado al abrir espacio para la cultura, la naturaleza, y aspectos no
económicos, el modelo propuesto sigue siendo modernizante y dirigido por expertos. De esta forma,
aunque vislumbra el postdesarrollo, no se adentra hacia el con paso firme.
La transformación que se requiere en la actualidad es una que involucra no solo a las estructuras
socioeconómicas; sino que involucra también a la cultura y la epistemología.
Para Boaventura de Sousa el desarrollismo del Estado y las izquierdas tiene mucho que ver con esta
producción social de la invisibilidad y la ignorancia; respecto a las propuestas de desarrollo generadas
por parte de grupos indígenas.
El postdesarrollo significa la creación de un espacio - tiempo colectivo en el que se debe llevar a cabo lo
siguiente:
En la actualidad se han generado condiciones de vida en las que los recursos naturales son explotados
en demasía, así como la calidad de vida de las personas es deplorable, todo se ha enfocado
primordialmente a países con mayor dominio sobre la vida de los demás. Es por lo que la necesidad por
una solidaridad internacional es más grande ahora que nunca, en nuevas formas, por no hablar acerca
de la imperiosa necesidad de resistir el mercado global que demanda, así también el mundo tiene que
ser organizado para su explotación y que no se podrá hacer nada para evitar que se siga explotando.
David Scott, plantea su posicionamiento respecto a la situación del “Tercer mundo” en la que “la
situación global actual se asocia a un nuevo espacio-problema al cual ni el tercermundismo ni el
consiguiente criticismo postcolonial proveen buenas respuestas.” (P. 60)
Se debe imaginar más allá de un Tercer Mundo, más allá del orden del conocimiento y de la política que
se nos ha dado, así como de las formaciones sociales que se han asociado.
Se generan las siguientes interrogantes: ¿qué lenguajes y visiones serán los apropiados para el actual
espacio-problema de la hegemonía capitalista y las luchas contra hegemónicas?, ¿Pueden ser inventadas
nuevas formas de utopismo? ¿Cuál debería ser la contribución de la modernidad occidental en este
esfuerzo?; entre otras.
Para lo cual se tratará de demostrar que, en los lenguajes de la diferencia subalterna, utopismo crítico y
una modernidad reinterpretada nos benefician para encontrar un nuevo marco teórico que ve más allá
del Tercer Mundo.
Modernidad a su vez es considerada como la apropiación de la cultura, así como la noción de que el
“hombre” es el fundamento de todo conocimiento separándolo de lo natural y de lo divino, triunfo de la
metafísica; siendo también relacionado con la globalización, esta ultima una radicalización y
universalización de la modernidad.
Boaventura de Sousa; indica que nos estamos alejando del paradigma de la modernidad, tanto
epistemológicamente como sociopolíticamente; en el primer caso debido a una transición de la
dominancia de la ciencia moderna a un panorama plural de formas de conocimiento; esta transición
entre el capitalismo global y las formas emergentes.
Se ha generado una emancipación social en la que se reta el orden creado por la regulación en nombre
de un ordenamiento diferente, recurriendo a la racionalidad estética, científico cognitiva y ética. Siendo
contradictorias entre ellas, en especial en el manejo de la globalización neoliberal.
Este fascismo puede operar de varios modos: en términos de exclusión espacial; territorios disputados
por actores armados; el fascismo de la inseguridad; y el fascismo financiero, el cual a veces dicta la
marginalización de regiones y países enteros que no cumplen con las condiciones necesitadas por el
capital, según el FMI.
Así mismo se ha estado procreando un imperio encabezado por Estados Unidos, en el que su modo de
operación es mediante la imposición de normas (mercados libres, democracia estilo Estados Unidos,
nociones culturales de consumo, entre otros).
Teniendo como fin la expansión “pacifica” de la economía de mercado, la economía global viene siendo
sustentada por una organización global de la violencia y viceversa.
De acuerdo a Joxe; Colombia es el ejemplo perfecto de la situación de exclusión debido a que el país
representa patrones de exclusión histórica, situación se ha agravado en los últimos veinte años por los
sucesivos regímenes neoliberales.
También más del 60% de la población colombiana tiene un ingreso por debajo de la línea de pobreza;
25% vive en pobreza absoluta, esto significa que sus ingresos son inferiores a un dólar al día. Sumándole
a esto el conflicto constante que se ha generado con los carteles de drogas, los cuales han provocado un
estigma en la población desde los años 80s, también debemos tomar él cuenta el conflicto que se ha
provocado con las guerrillas.
Muchas de estas causas han generado consecuencias tales como el desplazamiento, muchas
comunidades ribereñas, tanto guerrillas como paramilitares han impulsado a la gente a plantar coca o a
salir; esto ha alcanzado proporciones increíbles, con muchos cientos de miles de personas desplazadas.
Para esto la respuesta del gobierno ha sido escalar la represión militar, la vigilancia y la
paramilitarización dentro de una concepción de seguridad democrática que es similar a la estrategia
global de los Estados Unidos frente a Iraq.
Podemos empezar a considerar el triunfo de la modernidad como una imposición de designio global por
parte de los países euros centristas.
De lo cual debemos considerar que sin modernidad no habrá colonialidad, la diferencia colonial es un
hecho meramente epistemológico y político privilegiado.
Dado que la modernidad es un proyecto, el proyecto triunfal del Occidente cristiano y secular, la
colonialidad es, de un lado, lo que el proyecto de modernidad necesita eliminar y borrar en aras de
implantarse a sí misma como modernidad.
Debemos comprender también las diferencias que plantean estos dos conceptos tales como la
colonialidad es el sitio de enunciación que revela y denuncia la ceguera de la narrativa de la modernidad
desde la perspectiva de la modernidad misma, y es al mismo tiempo la plataforma de la pluriversalidad,
de proyectos diversos provenientes de la experiencia de historias locales tocadas por la expansión
occidental.
La colonialidad incorpora el colonialismo y el imperialismo pero va más allá de ellos; es por esto que la
colonialidad no termina con el final del colonialismo, sino que ha sido re-articulada en términos del
imaginario de los tres mundos surgido tras la 2da Guerra Mundial.
De esta manera el ponerle fin al 3er Mundo implica una rearticulación de la colonialidad del poder y del
conocimiento. A pesar de todo esto existen sus consecuencias tales como el más prominente carácter
de la colonialidad hoy parece ser ambiguamente dibujado por la figura del terrorista; asociado
principalmente con el Medio Oriente.
Otros mundos son posibles: Movimientos sociales, política basada-en-lugar y colonialidad global
Para generar estas condiciones se debe enfocar en políticas de la diferencia representada por muchos
movimientos sociales contemporáneos, particularmente aquellos más directa y simultáneamente
engranados con la globalidad imperial y la globalidad colonial.
Así mismo se deben considerar que no hay diferencias en el espectro de culturas no conquistadas aún
por la modernidad, sino que existen prácticas de diferencia que permanecen en la exterioridad del
sistema mundo moderno/colonial, incompletamente conquistadas y transformadas. Sumando a esto
existen muchos movimientos sociales actuales que no sólo son construidos a partir de estas prácticas de
diferencia, sino que llevan a cabo una lógica diferente de política y movilización colectiva.
Se ha tratado de comprender los movimientos anti globalización los cuales son en muchas de sus causas,
se oponen tanto al proyecto modernista como a su epistemología de mercado; este movimiento
cuestiona más allá del sistema de mercado en nombre de las alternativas derivadas de este.
Las políticas de lugar constituyen una forma emergente de política, un nuevo imaginario político en el
cual se afirma una lógica de la diferencia y una posibilidad que desarrollan multiplicidad de actores y
acciones que operan en el plano de la vida diaria.
Dos aspectos más del movimiento de redes: primero, al confrontar la globalización neoliberal y la
globalidad imperial, los movimientos locales, nacionales y transnacionales pueden ser vistos como
constituyendo una forma de globalización contra-hegemónica; La globalización contra-hegemónica es
un movimiento tremendamente diverso.
Conclusión: más allá del Tercer Mundo
Dado el rol actual de muchos estados en la globalidad imperial no es impensable que el anterior
Tercer Mundo podría estar mejor en un mundo sin Estados, con la condición de que ambas formas
locales o regionales y meta nacionales de estructuración y gobierno sean creadas para que eviten las
trampas mortales del Estado-nación mientras se crean nuevas formas de protección y negociación.
Los movimientos sociales de la pasada década son, en efecto, un signo de que esta lucha ya está
dándose, la imaginación del más allá de la modernidad y de los regímenes de economía, guerra,
colonialidad, explotación de la gente y la naturaleza, y del fascismo social que han sido desarrollados
en su encarnación global imperial.