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Entrevista a Eleazar Narváez Bello

Por: Luis Fuenmayor Toro

Revista Continuidad y Cambio

Año 1, N° 2, febrero 2012

Movimiento De Frente con Venezuela

1) ¿Cómo evalúa usted la respuesta de la universidad venezolana en


relación con las políticas educativas oficiales? Le mencionaré las
principales: equidad en el ingreso estudiantil, masificación, elección
de autoridades y pertinencia.

R. No hay, en el heterogéneo mundo universitario venezolano, una


respuesta única a esos asuntos que denominas políticas educativas
oficiales. Hay instituciones, bajo el control del Gobierno, en las que
siguiendo las orientaciones políticas e ideológicas de éste, se asume: la
equidad como igualdad en el ingreso estudiantil, sin atender lo previsto
en el artículo 103 de la actual Constitución; la masificación, como un
ingreso de grandes cantidades de estudiantes sin restricciones, sin las
debidas consideraciones por la calidad académica y sin tomar en cuenta
la institución universitaria como ámbito donde, además de la docencia,
es necesario realizar actividades de investigación y de extensión, entre
otras; la pertinencia, fundamentalmente como correspondencia con el
proyecto político del régimen, o bien con supuestas necesidades sociales
(la cacareada pertinencia social), ignorándose o subestimándose que hay
otras dimensiones primordiales de la misma, como la pertinencia con
respecto a los avances del conocimiento en las distintas disciplinas de
estudio; y la elección de autoridades, como escogencia a dedo entre
quienes se identifican con el régimen, mediante mecanismos nada
democráticos, sin la participación de los diversos actores del colectivo
institucional.
Es una respuesta radicalmente distinta a la que observamos en otras
instituciones, como en las universidades autónomas, por ejemplo, donde
se percibe que las acciones gubernamentales en esos temas constituyen
más bien banderas inspiradas en propósitos ideológicos y políticos, sin
motivaciones académicas de peso. En estas instituciones se han
reivindicado experiencias importantes que han apostado por una mayor
equidad social en el ingreso estudiantil, tal como ha sucedido con el
Programa Samuel Robinson de la UCV, por ejemplo; y también se han
hecho recientemente propuestas con igual motivación en el Núcleo de
Secretarios (as) de las universidades nacionales, pero siempre en el
espíritu de lo contemplado en el artículo 103 de la Constitución.
Asimismo, se ha reclamado el correspondiente compromiso del Estado
en lo atinente a los recursos necesarios para una lograr una mayor
masificación, pero eso sí, con la condición de que ésta no menoscabe la
diversidad de funciones de esas instituciones.
En lo que respecta al tema de la pertinencia en sus múltiples dimensiones,
tanto a su visibilidad como a los cambios o reformas para potenciarla,
ciertamente son necesarios mayores esfuerzos. Destaca aquí lo
concerniente a las necesidades de actualización curricular en los estudios
de pregrado y de posgrado, por ejemplo.
En cuanto al espinoso asunto de las elecciones de autoridades que
establece hoy la Ley Orgánica de Educación en su artículo 34, numeral
3, en el que se distorsiona el concepto de comunidad universitaria y se
establece el voto paritario de profesores, estudiantes, empleados y
obreros, considero que a nuestras universidades autónomas les ha faltado
mayor beligerancia, contundencia y articulación de esfuerzos entre sí para
denunciar los graves peligros que ello comporta para la vida de dichas
instituciones, y también para dar a conocer, tanto al Gobierno como a
toda la sociedad, una propuesta alternativa razonable.

2) ¿Cuál ha sido la respuesta de las autoridades universitarias de la


UCV, a las decisiones y acciones gubernamentales al respecto?

Considero que, de manera resumida y en términos generales, se ha


expresado en la firme disposición favorable de darle respuesta a esos
asuntos por la vía del diálogo, sin renunciar al principio de autonomía
universitaria y a lo que está pautado acerca de los mismos en la
Constitución y en las leyes del país. No obstante, podría decirse que esa
respuesta quizás ha podido ser más propositiva y de mayor aliento para
el debate de esos temas en los distintos ámbitos de esa casa de estudios.

3) ¿Ha sido correcta la respuesta ucevista a lo que llaman agresiones


oficiales? ¿Se compadecen las ejecutorias del gobierno actual de la
UCV con la crítica que le hacen al gobierno nacional? Reelección,
autoritarismo, soberbia, ineficacia …

R. Las respuestas ucevistas a las tantas agresiones y atropellos contra la


nuestra institución por parte del sector oficial, no sólo han sido necesarias
sino también legítimas. En todo caso pudiera decirse que más bien han
sido insuficientes ante la magnitud y complejidad de esos ataques en los
últimos años. Ciertamente hoy nos preocupamos porque esas respuestas
no están acompañadas de una mayor movilización y organización de
nuestra comunidad universitaria. Esto si cabe admitirlo.
Respecto a la otra interrogante, sí estamos conscientes de que nuestras
autoridades, en el ejercicio de la autonomía universitaria, están llamadas
a actuar con la mayor integridad, a tener una conducta cónsona con lo que
predican. Si a las autoridades universitarias se les atribuyen o
comprobasen ciertas prácticas consideradas indeseables en el ejercicio de
sus funciones, las cuales por cierto estamos obligados a combatirlas
abiertamente, ello no puede llevarnos a ser tolerantes ni complacientes
con la autocracia, el autoritarismo, la ineptitud y las tendencias totalitarias
que observamos hoy en el Gobierno.

4) La autonomía siempre ha sido producto del antagonismo entre el


saber y el poder. ¿Qué diferencia existe entre la situación pugnaz
actual con la de otros tiempos? La pugnacidad en el primer gobierno
de Caldera llevó al allanamiento, destitución de autoridades,
reforma de la Ley y limitación de la autonomía.

R. En los distintos períodos de la historia universitaria de nuestro país,


desde que fuera fundada la Universidad de Caracas en el año 1721, hay
abundantes hechos que permiten ilustrar las graves agresiones a nuestra
autonomía universitaria perpetradas por diversos factores de poder. Esos
hechos los encontramos en el período colonial y también en el largo
trayecto que va desde el surgimiento de la Universidad Republicana en el
siglo XIX hasta llegar a nuestros días. Es preciso que veamos tales
hechos como parte de un proceso en el cual la universidad venezolana ha
librado una lucha para conquistar y construir su autonomía ante
determinados poderes fácticos. En la actualidad tenemos en Venezuela a
un régimen que, si bien dio su consentimiento para que se consagrara
constitucionalmente la autonomía universitaria en el año 2000, no
obstante, ha hecho todo lo posible, por diferentes vías y con distintos
medios, para deteriorar las condiciones necesarias que requiere el
ejercicio de ese principio, hasta el punto de que éste, hoy en día, ha
tendido a convertirse en letra muerta. Así como en el primer gobierno del
presidente Rafael Caldera se violó la autonomía con un brutal
allanamiento de la Universidad Central de Venezuela en el mes de
octubre de 1970, y mediante diversas decisiones del Ejecutivo amparadas
en la reforma de la Ley de Universidades, en el gobierno del presidente
Hugo Chávez, de manera reiterada e implacable, mediante diversos
procedimientos que incluso han incluido el amparo a acciones violentas,
el acento se ha puesto en cómo precarizar el ejercicio del principio en
cuestión.

5) Cuando en el 2002, algunas facultades de la UCV suspendieron sus


actividades, para apoyar la salida del presidente Chávez. ¿No se
pusieron estos decanos, y las autoridades centrales en el caso de otras
universidades, al margen de la ley?

R. En la situación política tan difícil y compleja de ese entonces,


caracterizada por grandes tensiones, se desdibujaron los límites entre la
legalidad y la no legalidad. Si lees el artículo que me publicó El Nacional
con fecha 31 de diciembre de 2002, titulado “La educación con el paro”,
también podrías llegar a la conclusión de que me coloqué al margen de la
ley. En aquella oportunidad sostuve, y hoy no me arrepiento de ello, que
se trataba de un paro cívico nacional en una situación de profunda crisis,
al que se sumaron diferentes personas, sectores e instituciones, en
respuesta a las arbitrariedades de unos gobernantes que contrariaban los
valores, principios y garantías democráticas. Ese paro nos brindó, sin
lugar a dudas, la oportunidad para insistir en que era fundamental educar
en la calle, reivindicando el respeto a la dignidad de la persona, el derecho
a la vida, a la convivencia, a la libertad, a la tolerancia, al diálogo….

Esa respuesta tuya justificaría el golpe de Estado de 2002, para


derribar a un gobierno democráticamente electo y mayoritariamente
apoyado por la población, como se ha demostrado ampliamente
después. Muchos mayores problemas, y claramente por culpa del
gobierno, han existido con posterioridad, y no he visto a las
universidades ir a una huelga nacional. Tú como persona y
ciudadano tienes todo el derecho a decir y a actuar como te parezca,
pero como autoridad universitaria no, pues la universidad no es una
institución para la lucha por el poder político. Una cosa es que la
universidad deba estar en “lo político”, es decir en la crítica a las
actuaciones del gobierno, en la elaboración de proposiciones
diversas, en la orientación de la vida nacional, y otra muy distinta es
que esté en “la política”, es decir en la lucha por la toma del poder.
¿No es tu respuesta una clara y simple racionalización de una actitud
errada tomada en un momento dado? ¿No es una negación a corregir
y a aceptar errores? ¿Cómo se le pide al presidente Chávez entonces
que él los acepte?

R. El paro cívico nacional, que se inició a finales de 2002, representó un


mecanismo legítimo y necesario de lucha para protestar la gravedad de
las acciones gubernamentales que desde el mes de abril de dicho año se
manifestaron de una manera bastante intensa, después de aquel trato
indignante que el presidente de la República le dio a los trabajadores de
PDVSA en cadena nacional de radio y televisión, y de los muy
lamentables y aún no esclarecidos hechos de la marcha del día 11 de ese
mes. A la universidad se le tildó injustamente de golpista por haber
expresado su posición solidaria con un paro que en esencia traducía una
profunda y masiva indignación de la población del país ante un régimen
que con la mayor impunidad trastocó valores esenciales de la democracia.
Sin duda, ante esto último la universidad estaba llamada a hacer sentir su
voz crítica. Quienes apoyamos ese paro con arraigadas convicciones
democráticas, no podemos aceptar que ahora se intente descalificarnos
con el argumento de que nuestra acción estaba vinculada con el
denominado “golpe de Estado” de abril del mencionado año, sobre el
cual, por cierto – hay que recordarlo - existen más dudas que
certidumbres en relación incluso con la propia responsabilidad del
presidente Chávez en la gestación y desarrollo del mismo.

6) ¿Cree usted realmente que la universidad venezolana le da al país lo


que debería darle? ¿Lo hace la UCV? ¿Por qué las universidades, y
entre ellas la nuestra, no enfrenta con eficacia el incumplimiento
profesoral, la burocracia administrativa, el deficiente rendimiento
estudiantil?

R. Los aportes de la UCV a lo largo de su historia, han sido y son muchos


y diversos, y además valiosos: en la formación de profesionales en
distintas áreas, en la investigación, en el apoyo a comunidades, como
referencia fundamental de los valores de la democracia y la libertad en
nuestra vida política, en los avances en términos generales en distintos
órdenes de nuestra sociedad…Esto, desde luego, debería hacerse más
visible con una consistente y amplia política comunicacional de carácter
institucional tanto en el plano nacional como internacional. No obstante,
lo ideal y deseable es que dicha política se alimente de procesos de
evaluación o autoevaluación desarrollados en la institución, hasta hoy
inexistentes en la UCV, con los cuales se podría precisar con mayor
objetividad todo aquello que se le atribuye a ésta, bien sea en términos
positivos o negativos, en el cumplimiento actual de sus funciones. No hay
que perder de vista que los juicios sobre el papel de nuestra universidad
o de cualquiera otra institución suele hacerse en función de expectativas,
valores, normas y criterios que por lo regular son diferentes y hasta
contradictorios entre sí.

7) En la universidad no hay reemplazo académico generacional. Se está


transformando en un liceo grande, sin profesores de planta ni
realización de actividades de investigación. Esto también ocurrió,
aunque con menor incidencia, durante la crisis económica en los
gobiernos de Herrera y Lusinchi. ¿Qué se debe hacer para salvar a
la universidad?

R. Es una lamentable y peligrosa situación que enfrenta hoy la


universidad venezolana, especialmente las universidades autónomas. Dos
factores, entre otros, dan cuenta de ese gravísimo problema. En primer
lugar, la nefasta política oficial de no otorgarles a nuestras universidades
los recursos financieros necesarios para la reposición de cargos en
atención a la significativa cantidad del personal académico que comenzó
a jubilarse desde el año 2002; y en segundo término, la precaria
remuneración a docentes e investigadores, la cual ha llevado a muchos de
éstos a dejar la institución para aprovechar mejores salarios y condiciones
de trabajo en otros ámbitos. En ambos factores hay un elemento en
común, una restricción presupuestaria asfixiante a las universidades por
parte de un gobierno que ha manejado cuantiosísimos recursos en sus
años de gestión, muy superiores a los de gobiernos anteriores.
¿Qué se puede hacer? Lo primero, que las autoridades y la comunidad de
cada una de nuestras universidades tomen mayor conciencia de ese
drama. Ahora recuerdo que en la oportunidad que ejercí el cargo de
Vicerrector Académico de la UCV (período 2004-2008) alertamos
insistentemente sobre dicho problema, e intentamos constituir una base
importante para comenzar a enfrentarlo mediante la creación del RIA
(Registro de Información Académica), una iniciativa a la cual,
lamentablemente, no se le dio continuidad en la gestión que nos sucedió
a partir del año 2008. En ese entonces queríamos saber con mayor
exactitud la situación real de todo nuestro personal académico, en cuanto
a años de servicio, áreas de formación, escalafón, dedicación, funciones
realizadas, etc., en la perspectiva de crear un sistema de información para
la toma de decisiones sobre asuntos diversos (racionalización de recursos,
posibilidades de proyectos interdisciplinarios, multidisciplinarios y
transdisciplinarios, intercambios y acuerdos interinstitucionales etc.), y
que sirviese al mismo tiempo como un instrumento para lograr una mayor
visibilidad institucional y de diálogo con autoridades y organismos tanto
del sector público como del sector privado. Estoy convencido de que es
un primer paso que debemos dar con la mayor celeridad. Para ello es
primordial la firme voluntad política de nuestras autoridades
universitarias.

8) ¿La falta de legitimidad de las autoridades de muchas universidades,


no limita enormemente la combatividad y la fortaleza de la
universidad? ¿No ocurre eso en la UCV?

R. En la UCV se observa en la actualidad una precaria movilización con


poca organización de la comunidad para enfrentar los reiterados
atropellos de representantes de diversos órganos del Poder Público y de
grupos violentos afectos al régimen. Es algo que quizás pueda revertirse
con un mejor aprovechamiento del liderazgo por parte de distintos actores
de la institución, entre ellos las autoridades universitarias y dirigentes de
diferentes gremios. De eso se trata. La situación podría ser muy distinta,
sin embargo, en aquellas universidades en las cuales sus autoridades han
sido escogidas a dedo por el Ejecutivo, sin participación democrática
alguna de los integrantes de sus comunidades. ¿Qué combatividad y qué
fortaleza podemos esperar de esas instituciones secuestradas por el
Gobierno?

9) ¿Cree usted que un gobierno de cualquiera de los candidatos


opositores garantizará un trato diferente a las universidades? En el
pasado no lo hubo, fue muy similar al dado por Chávez.

R. No creo que desaparezcan las tensiones, aun en el caso de que resulte


electo como Presidente un candidato comprometido realmente con los
valores de la democracia. Más aún, lo ideal es que existan tensiones
saludables en función de desafíos y compromisos compartidos entre la
Universidad, el Gobierno y el Estado, en una relación de mutuo respeto
que haga posible que los acuerdos y las respuestas a las diferencias entre
las partes se canalicen de una manera fecunda mediante los recursos del
diálogo. A ello debemos apostar los universitarios. En modo alguno
debemos esperar contar con un Gobierno complaciente e incondicional
con nuestras universidades; tampoco una Universidad que silencie su voz
crítica para convertirse en una simple agencia gubernamental. En este
contexto, me permito visualizar a la Universidad como una institución
fundamental del Estado que está llamada a jugar un papel clave en la
formulación, desarrollo y evaluación de las políticas públicas.

10) La oposición y el Gobierno se parecen tanto en las cuestiones


fundamentales, que bien valdría la pena la aparición de una tercera
propuesta política distinta que, para comenzar, acabara con el
modelo rentista, rescatara la inmunidad de jurisdicción, cumpliera
la Constitución en relación con la explotación petrolera y modificara
la LOPE para establecer una perfecta proporcionalidad entre votos
y representantes en los cuerpos deliberantes. ¿Qué opina usted sobre
esta posibilidad?

R. Me parece que en las muy difíciles y complejas circunstancias


políticas que vivimos hoy los venezolanos, no es nada aconsejable que
sigamos hablando de la oposición. Tampoco de una tercera vía. En lo
personal creo que esa palabra – la oposición - deberíamos abolirla de
nuestro lenguaje en la vida política. Preferiría hablar más bien de la
conjunción de esfuerzos, de la unidad de propósitos y de acción de todos
los venezolanos comprometidos con la democracia como forma de vida,
a fin de enfrentar esos y otros retos.

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