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La Corte los obliga a vacunar a su hijo – Tiempo Argentino

June 13, 2012

Una pareja marplatense que se negaba a vacunar a su hijo deberá hacerlo tras un fallo de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación. El matrimonio argumentó que su negativa a la
medicina alopática (tradicional) se debe a su preferencia por los paradigmas del modelo
homeopático y ayurvédico, un sistema holístico y alternativo.

El máximo tribunal consideró que “la no vacunación del menor lo expone al riesgo de contraer
enfermedades, muchas de las cuales podrían prevenirse mediante el cumplimiento del plan
nacional de vacunación”, a la vez que pone en riesgo la salud de la comunidad. El fallo
confirmó la sentencia que en 2010 había dictado la Corte Suprema de Justicia bonaerense, y
que obligaba a los padres a cumplir con el calendario de vacunación oficial.

La causa databa del año 2009. El 2 de septiembre de aquel año, la madre dio a luz en su
domicilio y luego concurrió al Hospital Victorio Tetamanti para documentar a su hijo. Allí se les
informó que debían vacunarlo, pero se negaron alegando que habían optado por inmunizar a
su hijo con “directrices nutricionales, sanitarias y de profilaxis que excluyen prácticas
intrusivas”. Ante esta situación, se dio intervención a la Asesoría de Incapaces Nº1 de Mar del
Plata, que solicitó la internación del menor, con auxilio de la fuerza pública, a efectos de
administrarle la vacunación que exige el protocolo oficial, así como una dosis de vitamina K
(facilita la coagulación de la sangre) que el niño necesita.

En octubre de 2010, la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires instó a los padres a
iniciar el plan de vacunación oficial en un plazo de dos días. Pero el matrimonio apeló alegando
que la decisión impugnada incurría en un “perfeccionismo y/o paternalismo incompatible con
el principio de autonomía”. De ese modo, basaron su petición en el artículo 19 de la
Constitución Nacional, que establece que “las acciones privadas de los hombres que de ningún
modo ofendan al orden y a la moral pública ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas
a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.

Frente al planteo de los progenitores, el fallo sostiene que “toda conducta que perjudique
derechos de terceros queda fuera de la órbita del ámbito de reserva del artículo 19 de la
Constitución, y por lo tanto se trata de comportamientos y decisiones sujetas a la interferencia
estatal la que, en el caso, está plasmada en el plan de vacunación nacional”.

La Corte también citó el artículo 3.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño que ordena
sobreponer el interés de este a cualquier otra consideración. Por otra parte, el artículo 14 de la
Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes establece
que los organismos del Estado deben garantizar “el acceso a servicios de salud, respetando las
pautas familiares y culturales reconocidas por la familia y la comunidad a la que pertenece
siempre que no constituyan peligro para su vida e integridad”.

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Comentarios injuriosos
junio 9, 2012

Este espacio es para el debate académico, y no se admiten mensajes injuriosos para ninguna
persona, sea para el autor o para lectores que han mandado sus comentarios. Las opiniones y
experiencias personales son bienvenidas, pero todo contenido injurioso será inmediatamente
borrado en forma definitiva.

Mis sinceras disculpas a las personas que puedan haber recibido insultos enviados por terceros
a través de comentarios en este blog.

Luis Justo

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Preguntas poco simpáticas pero necesarias

junio 8, 2012

Aunque la Ley de Muerte Digna representa un avance significativo, sobre todo por lo que
representa a nivel social, los debates sobre los procedimientos en el final de la vida seguirán
adelante, y bienvenidos sean.

Por ejemplo ¿a quien/es corresponde tomar decisiones sobre la prolongación de cuidados


fútiles en casos, por ejemplo, de coma irreversible? ¿A los familiares, a los médicos, a los
jueces, a la sociedad representada legislativamente? ¿Debe haber un proceso pautado de
toma de decisiones en este tipo de situaciones? ¿O puede quedar librado a interpretaciones
técnicas, afectivas o de circunstanciales profesionales “a cargo”?

La controversia sobre Luz Milagros, la niña dada por muerta y rescatada de la morgue, (ver
Una visita a los padres de Luz Milagros) y un posterior comunicado de Selva Herbón, la madre
de Camila, muestran que falta aún bastante debate.

Dice Selva “Comunicado:

Habiendo tomado conocimiento por las declaraciones en los medios en el caso de Luz
Milagros, la beba que nació en la Pcia del Chaco, y que fuera trasladada al Hospital Italiano de
CABA, siento la necesidad de aclarar a la opinión publica en general y sobre todo a los padres
de Luz, que hay una interpretación errónea de la ley N° 26.742 recientemente sancionada,
modificatoria de la ley N° 26.529. Estoy de acuerdo en que los médicos “sugieran” la limitación
del esfuerzo terapéutico, pero esto solo se puede llevar a la práctica con el consentimiento de
los padres, la decisión es exclusiva de los pacientes y en este caso de los padres, he observado
en declaraciones publicas, que la madre de Luz, no esta convencida de hacerlo, y que se
trataría de una imposición del equipo medico, lo cual es una clara violación a la ley que dice en
su Art. 2 inc. e) Autonomía de la voluntad.

“El paciente tiene derecho a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos


médicos o biológicos, con o sin expresión de causa, como así también a revocar
posteriormente su manifestación de la voluntad.

Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a intervenir en los términos de la ley 26.061 a
los fines de la toma de decisión sobre terapias o procedimientos médicos o biológicos que
involucren su vida o salud.

En el marco de esta potestad, el paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable
o se encuentre en estadío terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación,
informado en forma fehaciente, tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al
rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de
soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación a la perspectiva de
mejoría, o produzcan un sufrimiento desmesurado.

También podrá rechazar procedimientos de hidratación o alimentación cuando los mismos


produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadio terminal irreversible
o incurable.

En todos los casos la negativa o el rechazo de los procedimientos mencionados no significarán


la interrupción de aquellas medidas y acciones para el adecuado control y alivio del
sufrimiento del paciente.”

Además es contradictorio que en el caso del joven testigo de Jehova, la Corte suprema de
Justicia se haya expresado en respetar la voluntad del mismo, y que esto en apariencia no se
haga en el caso de Luz Milagros.

EN TODOS LOS CASOS, se debe respetar la voluntad del paciente o de los familiares según la
mal llamada “ley de muerte digna”, cuyo nombre correcto es “DERECHOS DEL PACIENTE EN SU
RELACIÓN CON LOS PROFESIONALES E INSTITUCIONES DE LA SALUD”, por todo ello quiero
expresar como impulsora de dicha ley, que le doy mi apoyo incondicional a Sra Analía Bouguet,
madre de Luz Milagros, e insto a los profesionales a respetar la voluntad de la familia y cumplir
con el verdadero espíritu de la ley.

Selva Herbon

Un pregunta posible sería: en casos de coma irreversible cuando las medidas de sostén vital no
no tienen ningún objetivo médico viable, y responden a los deseos (comprensibles) de los
padres de dar tiempo para que “se produzca un milagro” ¿están obligados los médicos a
mantenerlas indefinidamente para respetar la voluntad de la familia? ¿está obligada la
sociedad a llevar adelante esta tarea?

Preguntas quizás antipáticas e incómodas, pero sobre las que deberemos dialogar…
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Página/12 :: Sociedad :: Una ley para morir dignamente

junio 8, 2012

Página/12 :: Sociedad :: Una ley para morir dignamente.

Sociedad :: Una ley para morir dignamente

La Ley 26.742 sobre muerte digna –que se aprobó el 9 de mayo último y entró en vigencia el
viernes pasado– reconoce a los pacientes y familiares “el derecho a limitar los esfuerzos
médicos o terapéuticos en casos de enfermedades terminales o irreversibles”. Hasta llegar a la
sanción de esta normativa, hubo que recorrer un extenso camino que se inició cuando Melina
González –la joven de 19 años que falleció en marzo de 2011– se encontraba internada en el
Hospital Garrahan en estado terminal y pidió que la sedaran para “no tener conciencia de su
muerte”. A ella se enlazó el caso de Camila Sánchez, la beba de tres años que falleció ayer tras
padecer un cuadro irreversible desde su nacimiento, por el que su familia imploró –desde un
principio– para que la dejaran “ir en paz”.

El texto –luego convertido en ley– surgió a través de proyectos presentados por Samuel
Cabanchik (Proface), Gerardo Milman (FAP), Juan Carlos Vega (Coalición Cívica) y Jorge Rivas
(Frente para la Victoria), entre otros, que planteaban modificar varios artículos de la Ley
26.529 de Derechos del Paciente e incorporar cláusulas que refirieran a la “autonomía del
paciente”, en cuanto al tratamiento de su enfermedad y la continuidad de los procedimientos
médicos.

La ley expresa que “el paciente que presente una enfermedad irreversible, incurable o se
encuentre en estado terminal, o haya sufrido lesiones que lo coloquen en igual situación,
informado en forma fehaciente, tiene el derecho a manifestar su voluntad en cuanto al
rechazo de procedimientos quirúrgicos, de reanimación artificial o al retiro de medidas de
soporte vital cuando sean extraordinarias o desproporcionadas en relación con la perspectiva
de mejoría o produzcan un sufrimiento desmesurado”.

También podrá “rechazar procedimientos de hidratación o alimentación cuando los mismos


produzcan como único efecto la prolongación en el tiempo de ese estadío terminal irreversible
o incurable”. Aunque el texto aclara que “en todos los casos la negativa o el rechazo de los
procedimientos mencionados no significará la interrupción de aquellas medidas y acciones
para el adecuado control y alivio del sufrimiento del paciente”. “En caso de que exista una
limitación física o psíquica, podrán dar su consentimiento el cónyuge o conviviente, los hijos
mayores de 18 años, los padres u otros familiares con lazo de consanguinidad”, agrega.

Melina González fue una de las caras visibles para que se reconozcan los derechos de los
pacientes a la autonomía personal y a la dignidad en relación con las decisiones sobre la propia
salud y vida. Melina padeció neurofribramatosis –un trastorno genético del sistema nervioso
que afecta el desarrollo y crecimiento de los tejidos de las células neurales–, lo que le ocasionó
un cáncer maligno, que le arrebató su vida el 1º de marzo de 2011, cuando pesaba tan sólo 20
kilos y su cuerpo estaba casi paralizado. “Melina nos concientizó a todos. Ella quería que se
sancione una ley que la ampare a ella y a todos los enfermos que padecen situaciones
similares de agonía”, señaló Susana Bustamante a Página/12 –madre de la adolescente–
minutos antes de sancionada la ley sobre muerte digna, el mes pasado.

La ruta hacia la sanción de la ley sobre muerte digna también la recorrió la pequeña Camila
Sánchez, que falleció ayer. La beba permanecía internada desde hacía más de tres años en
estado vegetativo irreversible y dependía de un respirador artificial y de un botón gástrico para
alimentarse.

En agosto de 2011, Selva Herbón –madre de la beba– contó públicamente la historia de su hija
y generó un gran debate público. Ella pidió el retiro del soporte vital que le permitía respirar y
alimentarse a Camila, para así “evitar el sufrimiento de su hija y de toda su familia”, comentó
Herbón a este diario el día en que se aprobó la ley. A partir de la difícil historia que contó la
mujer hace diez meses, logró que en noviembre de 2011 la ley de muerte digna obtuviera
media sanción en Diputados. Finalmente –en mayo último– se le dio aprobación definitiva.
Ahora está garantizado que el paciente, dentro de sus posibilidades, participe en la toma de
decisiones a lo largo del proceso sanitario.
La Corte reconoció el derecho de todo paciente a su muerte digna

08 /07 / 2015 12:16 am Imprimir |

En un fallo histórico, la Corte Suprema de Justicia reconoció ayer el derecho a la muerte digna
y avaló la voluntad de una persona para que se suspendan las medidas que desde hace más de
20 años prolongaban artificialmente su vida. El fallo genera un antecedente jurisprudencial
importantísimo para tribunales inferiores que tienen casos similares.

Marcelo Diez, el hombre neuquino que estaba postrado desde 1994 y cuyo caso llegó a la
Corte, murió ayer horas después del fallo del máximo tribunal convalidando el derecho a la
muerte digna.

tapa1

En cuanto a la implementación de la resolución, la Corte remarcó la importancia de que, al


hacer efectiva la voluntad de Marcelo Diez y proceder al retiro de las medidas de soporte vital,
“se adopten todos los recaudos necesarios para el adecuado control y alivio de un eventual
sufrimiento del paciente”. La Corte confirmó la decisión tomada por el Tribunal Superior de
Justicia de la provincia de Neuquén, ante la demanda promovida por las hermanas del
paciente.

Irreversible

Como consecuencia de un accidente automovilístico, el paciente se encuentra postrado desde


1995, con una grave secuela con destrucción del lóbulo frontal y severas lesiones en los
lóbulos temporales y occipitales. Según constancias del expediente, M.A.D. “desde hace 20
años no habla, no muestra respuestas gestuales o verbales, no vocaliza ni gesticula ante
estímulos verbales o visuales” y “carece de conciencia del medio que lo rodea, de capacidad
para elaborar una comunicación, comprensión o expresión a través de lenguaje alguno”. El
paciente “necesita atención permanente para satisfacer sus necesidades básicas y es
alimentado por una sonda conectada a su intestino delgado”, indicó. Para resolver la cuestión,
la Corte encomendó estudios a la Fundación Favaloro, los que corroboraron el carácter
“irreversible” e “incurable” del paciente.

Derechos

Si bien Marcelo Diez no había brindado ninguna instrucción formalizada por escrito respecto
qué conducta médica debía adoptarse en una situación como la que se encuentra en la
actualidad, la Corte ponderó los testimonios de las hermanas del paciente, quienes
manifestaron conocer su voluntad. Las parientes manifestaron, bajo declaración jurada, que la
voluntad de su hermano era suspender las medidas artificiales que lo mantienen vivo. En tal
sentido “solicitaron la suspensión de las medidas de soporte vital que se le vienen
suministrando desde hace dos décadas”, consignó el fallo de la Corte. “Es indiscutible que
M.A.D. es una persona en sentido pleno, que sus derechos fundamentales deben ser
protegidos sin discriminación alguna y que, por ello, goza del derecho a la plena
autodeterminación de decidir tanto de recibir las necesarias prestaciones como también cesar
su tratamiento médico”, sostuvo la Corte. “A ningún otro poder del Estado, institución o
persona distinta de M.A.D. le corresponde decidir si su vida, tal como hoy transcurre, merece
ser vivida”, agregó.

No es eutanasia

El máximo tribunal, con la firma de su presidente, Ricardo Lorenzetti, y los ministros Elena
Highton y Juan Carlos Maqueda, aclaró que el presente no es un caso de eutanasia. “En los
casos de la eutanasia hay que actuar para interrumpir la vida, en el resulto por la Corte hay
‘abstención terapéutica'”, explicaron las fuentes vinculadas al máximo tribunal. Las fuentes
señalaron que el del M.A.D., con sus características, es “un caso único” en la jurisprudencia
nacional y con un solo antecedente a nivel mundial, correspondiente al expediente “Lambert
vs. Francia”.

Horas después del fallo murió Marcelo Diez

Marcelo Diez, el hombre que estaba postrado desde 1994 y cuyo caso llegó a la Corte, murió
ayer horas después del fallo del máximo tribunal convalidando el derecho a la muerte digna.

La información fue difundida por La Mañana de Neuquén. Marcelo Diez murió 21 años
después de sufrir un gravísimo accidente que lo dejó en estado vegetativo.

Hacía tiempo que sus hermanas Andrea y Adriana venían pidiendo la muerte digna para su
hermano, ya que él les había manifestado en una ocasión que no quería prolongar
artificialmente su vida si alguna vez sufría un estado irreversible.

En el último tiempo, Diez fue llevado a la Casa de Salud de la Asociación de Lucha Neuquina
Contra el Cáncer (Luncec) de la que tuvo que ser mudado hasta la clínica Cmic cuando ésta
cerró. Allí murió ayer cerca de las 19 horas.

¿Qué países permiten la muerte digna?

La Argentina se sumó hace tres años a una pequeña lista de países que permiten la muerte
digna en el mundo. Nuestro país convirtió en ley el derecho a muerte digna en mayo de 2012,
cuando la Cámara de Senadores aprobó el proyecto que habilita a pacientes terminales a
rechazar medidas de soporte vital. La medida no contempla ni la eutanasia ni el suicidio
asistido.

“La iniciativa no contempla ni la eutanasia ni el suicidio asistido, tiene que ver con una muerte
digna, entendida como la preservación de la dignidad durante el proceso de muerte”, había
aclarado en esa ocasión el jefe del bloque de la Unión Cívica Radical (UCR), Luis Naidenoff.
Así, la legislación reconoce el derecho de un enfermo que padezca una enfermedad
irreversible a “aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos médicos o
biológicos con o sin expresión de causa, así como también a revocar posteriormente su
manifestación de voluntad”.

De esta manera, los pacientes pueden negarse a recibir procedimientos, cirugías y medidas de
soporte vital, cuando “sean extraordinarias o desproporcionadas en relación a las perspectivas
de mejoría”. También pueden rechazar hidratación y alimentación, si el único efecto de estas
es la prolongación del tiempo en un estado terminal incurable.

Para conseguirlo, basta que el enfermo comunique su decisión al médico. En los casos en los
que no sea capaz de comunicarse con el mundo exterior, el derecho de exigir una muerte
digna para el paciente pasa a sus familiares o responsables legales.

Sin embargo, la ley detalla que cualquiera sea el caso, la negativa no significará la interrupción
de acciones destinadas al adecuado control y alivio del sufrimiento del enfermo.

Hace 20 años sufrió un accidente de tránsito en Neuquén

La Corte Suprema de Justicia reconoció el derecho de todo paciente a decidir su muerte digna
sobre la base del caso de Marcelo Diez, el joven que está en estado vegetativo persistente
desde hace 20 años, tras sufrir un accidente de tránsito en Neuquén.

El 23 de octubre de 1994, Diez chocó la moto que manejaba contra un auto en la ruta 22, por
lo que sufrió un traumatismo encéfalo-craneano severo, politraumatismos graves y epilepsia
post-traumática.

El joven sobrevivió a las heridas graves pero en 1995, tras varias intervenciones quirúrgicas,
contrajo un virus intrahospitalario que lo dejó postrado y con diagnóstico de estado vegetativo
persistente.

Durante los primeros años Diez estuvo internado en una chacra que su familia acondicionó
como si fuera una clínica, hasta que finalmente fue derivado a un hogar de la asociación de
Lucha Neuquina Contra el Cáncer (Luncec).

Tras la muerte de los padres del joven, Diez quedó bajo la tutela de sus hermanas, que
iniciaron una lucha judicial para conseguir que se le retire al joven el soporte vital y el
suministro de medicamentos.

En abril de 2013 el Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Neuquén convalidó la pretensión de


los familiares del hombre para que se ordene la supresión de la hidratación y la alimentación
enteral, así como todas las medidas terapéuticas que lo mantienen con vida en forma artificial.

El tribunal consideró que la petición se encuentra comprendida en la Ley de Derechos del


Paciente en su relación con los profesionales e instituciones de la salud, por lo que no requiere
autorización judicial para cesar el soporte vital. La procuradora general de la Nación, Alejandra
Gils Carbó, también intervino en el caso al confirmar la sentencia del tribunal neuquino.

La situación del joven neuquino llegó a la Corte Suprema luego de que el Defensor General del
Poder Judicial de la provincia y el curador del paciente presentaran un amparo y recursos
extraordinarios contra la sentencia del TSJ. Finalmente, el máximo tribunal falló a favor del
derecho de todo paciente a la muerte digna.
Las diferencias entre muerte digna, eutanasia y “suicidio asistido”

La muerte digna, la eutanasia y el “suicidio asistido” son usados, generalmente, como


sinónimos, pero tienen diferentes significados, más allá que los tres forman parte de la
elección de muerte que decide cada paciente.

La muerte digna es el derecho que ostenta el paciente (o sus familiares, si el enfermo está
imposibilitado), que padece una enfermedad irreversible y cuyo estado de salud es terminal,
de decidir y manifestar su deseo de rechazar procedimientos invasivos a su cuerpo.

El caso más conocido en el país fue el de Camila, la bebé que nació muerta tras mala praxis
médica y que luego de 20 minutos su corazón volvió a latir, en la que fue su única reacción.

Luego de tres años de lucha y tras ser revisada por tres comités de bioética que dictaminaron
que su estado vegetativo era irreversible, Selva, la mamá de la nena pudo conseguir que la
desconectaran.

En cambio, la eutanasia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la “acción del


médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”. Se cita el caso de un
colombiano de 79 años que padecía un más que invasivo cáncer que le causaba muchos
dolores y que fue sometido a la primera eutanasia legal que se realizó en Colombia y en
América Latina. El hombre en cuestión era Ovidio González y se le aplicó una potente sedación
en un centro oncológico de la ciudad de Pereira, todo bajo un protocolo que se le sigue a un
enfermo que cumple con los requisitos para ello.

El “suicidio asistido” es la asistencia a otra persona, que desea terminar con su vida, para que
lo consiga.

Un caso conocido fue el de Brittany Maynard, de 29 años, quien sufría un cáncer terminal en el
cerebro y eligió esa forma de morir antes que padecer el deterioro que le produciría su
enfermedad.

El caso se produjo el año pasado y fue muy mediático a nivel mundial. Tanto la eutanasia como
el “suicidio asistido” están prohibidos en la Argentina y ambos se castigan como homicidios.

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