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Reforma o revolución
Rosa Luxemburgo
Introducción de la autora
¿Podemos contraponer la revolución social, la transformación del orden imperante,
nuestro objetivo final, a la reforma social? De ninguna manera. La lucha cotidiana por
las reformas, por el mejoramiento de la situación de los obreros en el marco del orden
social imperante y por instituciones democráticas ofrece a la socialdemocracia el único
medio de participar en la lucha de la clase obrera y de empeñarse en la conquista del
poder político y la supresión del trabajo asalariado.
Es en la teoría de Bernstein, que encontramos por primera vez la oposición de ambos
factores en el movimiento obrero.
Pero puesto que el objetivo final del socialismo es el único factor decisivo que distingue
al movimiento socialdemócrata de la democracia y el radicalismo burgués, transforma la
movilización obrera en lucha de clases para la supresión del orden capitalista, la
pregunta como la plantea Bernstein es sobre la existencia del movimiento
socialdemócrata.
Quien desee hacerse pasar por socialista y, a la vez, declarar la guerra contra la doctrina
marxista, debe partir de una estima involuntaria por Marx. Debe reconocerse discípulo
suyo, buscando en las enseñanzas de Marx los puntos de apoyo para lanzar un ataque
contra éste, a la vez que califica a su ataque de desarrollo de la doctrina marxista.
La teoría oportunista del partido, la teoría formulada por Bernstein, no es sino el intento
inconsciente de garantizar la supremacía de los elementos pequeñoburgueses que han
ingresado al partido, de torcer el rumbo de la política y objetivos de nuestro partido en
esa dirección. El problema reforma o revolución, es el problema del carácter
pequeñoburgués o proletario del movimiento obrero.
Primera Parte
El método oportunista
Bernstein considera que la decadencia general del capitalismo aparece como algo cada
vez más improbable porque, por un lado, el capitalismo demuestra mayor capacidad de
adaptación y, por el otro, la producción capitalista se vuelve cada vez más variada.
Lo que Bernstein cuestiona no es la rapidez del desarrollo de la sociedad capitalista,
sino la marcha misma de ese desarrollo y, en consecuencia, la posibilidad misma de
efectuar el vuelco al socialismo.
El fundamento científico del socialismo reside, en los tres resultados principales del
desarrollo capitalista. Primero, la anarquía creciente de la economía capitalista que
conduce inevitablemente a su ruina. Segundo, la socialización progresiva del proceso de
producción, que crea los gérmenes del futuro orden social. Y tercero, la creciente
organización y conciencia de la clase proletaria, factor activo en la revolución que se
avecina.
Bernstein desecha el primero. Dice que el desarrollo del capitalismo no va a desembocar
en un colapso económico general.
La necesidad histórica de la revolución socialista se revela sobre todo en la anarquía
creciente del capitalismo. Pero si uno concuerda con Bernstein, entonces el socialismo
deja de ser una necesidad objetiva.
(Segundo y tercer factor se vuelven superfluos; se asocian los medios de adaptación del
capitalismo con la socialización progresiva, y la conciencia de clase como razón pura)
El capitalismo y el Estado
La segunda premisa para la realización gradual del socialismo es, según Bernstein (EB),
la evolución del Estado en la sociedad.
En el choque entre el desarrollo capitalista y los intereses de la clase dominante, el
Estado se alinea junto a esta. Su política, como la de la burguesía, entra en conflicto con
el proceso social. Así, va perdiendo su carácter de representante del conjunto de la
sociedad y se transforma, al mismo ritmo, en un Estado puramente clasista.
KS afirma que la conquista de una mayoría socialdemócrata en el parlamento lleva
indirectamente a la socialización gradual de la sociedad. Según su forma, el
parlamentarismo sirve para expresar, dentro de la organización estatal, los intereses de
la sociedad en su conjunto. Pero lo que el parlamentarismo refleja aquí es la sociedad
capitalista, es decir, una sociedad donde predominan los intereses capitalistas.
Apenas la democracia tiende a negar su carácter de clase y transformarse en instrumento
de los verdaderos intereses de la población, la burguesía y sus representantes estatales
sacrifican las formas democráticas. Es por eso que la concepción de la conquista de una
mayoría parlamentaria reformista es un cálculo de espíritu netamente burgués liberal.
Segunda Parte
Desarrollo Económico y Socialismo
EB quiso demostrar que hay una tendencia que contradice al marxismo de
retransformación de empresas grandes en pequeñas. Pero no demuestra que las
empresas pequeñas realmente reemplazan a las grandes.
La extensión de las acciones confirma la teoría marxista porque significa la creciente
socialización del proceso de producción bajo la forma capitalista: de la gran producción,
así como pequeña y mediana.
Cuando EB reconoce en el supuesto dualismo de Marx un vestigio de utopismo,
reconoce en realidad, ingenuamente, que él es el que niega el dualismo histórico de la
sociedad burguesa, que niega la existencia de antagonismos de clase en el capitalismo.