La autora del artículo (Dora Reyes Gallo) abre un telar al juicio
mencionando en su escrito la respuesta frente a la gran conjetura de la comunicación en el siglo emergente y su proceso evolutivo, que hasta ahora continúa en paralelo con el avance tecnológico, social y cultural de una nación. Sus fundamentos parten de la naturaleza del hombre como ser social, punto clave en el origen de la comunicación.
El hombre es un animal político y por ende social, empero, su naturaleza
debe ser desarrollada mediante la interacción interpersonal, es decir, establecer vínculos con la sociedad con el objeto de fortalecer su potencial comunicativo; sin embargo, una comunicación de persona a persona presenta la desventaja de no tener una retroalimentación inmediata, es por eso que, el hombre en su determinación no limitada da inicio a un comunicación colectiva, en la cual, el efecto comunicativo no se da de uno a uno sino de uno a numerosos receptores. Reyes hace hincapié a este punto y distingue entre dos tipos de comunicación colectiva: pública, en donde la retroalimentación es permitida y el emisor podrá medir la respuesta de su público frente a su discurso, y una masiva, donde la existencia de un emisor tácito emite mensajes a numerosos receptores heterogéneos y anónimos. Si bien la autora del artículo menciona los conceptos de comunicación interpersonal, colectiva y organizacional, estos se libran de ser opiniones inductivas y pasan a ser la base teórica para la posible explicación del hecho evolutivo desde la caverna primitiva a las más sublimes revoluciones científicas y tecnológicas.
Otro aspecto resaltante que da explicación Reyes Gallo es la comunicación de
masas, siendo parte de la comunicación colectiva, alcanza un sitial en la evolución de la comunicación humana a lo largo de la historia. El hombre formando parte de una sociedad sometida a la transformación, acompañado de paradigmas conductuales y culturales que afecta a su comportamiento y mentalidad, es un hecho objetivo e inmediato. Este fenómeno social alcanzó una notoriedad en el siglo XIX cuando-en concordancia con la autora-se dio la aparición de los medios de comunicación masiva; la sociedad industrial, un suceso histórico-social, plasma las bases de la uniformización del lenguaje, convirtiéndose en mercancía dejando de ser un medio perceptivo y la vez la aparición de nuevos medios que ejercieran control frente al pueblo creciente, que ahora recibiría un nombre homogéneo y neutral: masa, esta urbe se vería atraído por un ocio masivo de lo más trivial y mediocre; que a nuestro juicio, la libertad social sería afectada por el consumismo, el conformismo y la costumbre haciendo del hombre un ser sin vigor individual y diversidad múltiple1. Da el caso que, una comunicación masiva como la ya expuesta, genera una estratificación social, en la que el receptor pierde su esencia como
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ser social y se convierte en objeto de un grupo social muy reducido pero con más fuente de dominio. Otro suceso trascendental es la innovación con la que se han disfrazado los agentes del mass media, ya que han sido los sustitutos- como lo menciona la autora- de las instituciones en crisis que causan tedio en la población, medios tradicionales como la familia, la escuela y la iglesia; esto explica que la sociedad en la que nos emergemos, necesariamente tuvo que dejar lo tradicional y convertirse en moderna, ya sea para un cambio positivo o negativo en la cultura del pueblo.
En el artículo se grafica una pirámide-que aparte de que explica lo que se
menciona en el texto- evidencia el proceso comunicativo de un emisor y un receptor circunscritos en una comunicación masiva, una estructura que en la única esquina superior resalta el emisor con su dominante mensaje y un receptor, extendido en el lado inferior, subyugado al mensaje, que no puede ser complejo, sino coloquial para facilitar su comprensión. Es así que, la autora acepta su descripción como un hecho histórico además agrega que el individuo, guiado por sus exigencias, busca contextos ajenos y con cuyos orígenes no tiene conexión alguna.
Ahora bien, siguiendo el proceso que se menciona en el artículo, Reyes Gallo
resalta una nueva etapa a la que la denomina-en palabras de Toffler- la “tercera ola”, en la que la información pasa a ser un organismo más de la sociedad y su agente de cambio con apoyo de la tecnología imperante y los nuevos aprendizajes que se forman. Si la época en la que vivimos se emerge en la “tercera ola” necesariamente tuvo que existir una primera y una segunda, y justamente el cuadro esbozado en el escrito detalla de manera resumida características de la primera y segunda ola que van acorde con lo ya expuesto, viendo así, en la primera ola una sociedad preindustrial guiada por lo tradicional y lo redundante, una segunda ola en la que surge una sociedad industrial liderada por los mass media y una tercera ola-del cual nos ocuparemos ahora- donde surge una sociedad de información y vulnerabilidad. La sociedad que se forma en la tercera ola es una entorno desmasificado, globalizado, diversificado, en resumidas palabras, moderno; por lo tanto, para que el conocimiento del ciudadano no se torné vetusto, es necesario que este posea una cultura informática para su desenvolvimiento en el medio diverso e inteligente. Según la autora, este oleaje de cambios devuelve la identidad a nivel personal y cultural perdido por efecto de una cultura de masas; afirmación relativa y no para aceptarla como absoluta; a nuestro juicio, si bien es factible para un acceso inmediato al conocimiento, empero, una identidad socavada por una cultura impuesta ya sea por ejemplo, de una nación a otra, lo único a lo que puede dar lugar es a un individualismo que hipócritamente habla de homogeneidad, libre expresión con conocimiento y razón, pero que en realidad no es más que el perfil oscuro de una sociedad en la que cada miembro quiere imponer su opinión y en la que también cada miembro está obligado a obedecer a los restos del mass media que ahora forman la cultura destellar, esto no quiere decir que le quitamos sus aspectos positivos, por el contrario resaltamos la implicancia social, más que teórica, de lo que se vive. Pero esto no queda allí, la identificación de un cuarta ola, la cual da inicio la era virtual, se atiborra de una serie de paradigmas que cambiarían aceleradamente la sociedad en pocos años y de seguro no serán demasiados porque el cambio empezó hace ya buen tiempo. Sin embargo, estos cambios se verán cimentados en la tecnología comunicativa imperante en la actualidad (como el internet) y la cultura que antecedió a la que ahora se forma; si no se supera la desigualdad idealizada en una sociedad homogénea, el mundo virtual subyugará al mundo real, convirtiendo a este último en una masa dispuesto a entregarse en cuerpo entero a la mediocridad y la más vil de sus placeres inmediatos. Al final del artículo se puede visualizar un resumen que expresa lo que afirma la autora, en referente del proceso de comunicación de masa al medio interactivo, siendo de mucha importancia su revisión y lectura para poder tener un mayor entendimiento y un juicio bien centrado en la crítica.
De todo lo expuesto se concluye que, el hombre guarda en su esencia el
proceso que hace de él un ser sociable, que lo ha hecho experimentar en su interacción con el medio ideando así nuevas formas de comunicación que le permitieran desarrollar su intelecto y conducta; como en todo proceso histórico, y la comunicación no deja de serlo, se compone de etapas si bien estas siguieron una dialéctica evolutiva, pues lograron una diversidad de formas, figuras y ritmos individuales y colectivas que pueden mejorar la cultura e identificación de una nación, como también la pueden socavar o pueden hacerla surgir de las cenizas cambiando su visión realista y situándolos en un medio virtual. No nos oponemos a la expansión de la libre información, sino a la forma como la utilizan y a la forma como utilizan estos a la gente, aunque esto depende de la cultura, pero si nos basamos en nuestro país, teóricamente estamos en una era interactiva, pero aun la gente se comporta como masa, esclavos del medio y consumistas de la propaganda.
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