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Por
Eduardo Enrique Neira Miranda
Santiago, Chile
04 de Abril de 2006
INTRODUCCIÓN
los dones espirituales, en especial, la glosalalia y los milagros de sanidad. Sin embargo,
¿son sólo estas manifestaciones las pruebas del Espíritu Santo en el creyente? ¿Qué
sucede con aquellos que no tienen estas manifestaciones externas? ¿Hay cristianos de
historia cristiana? ¿Es, por tanto, más amplio éste concepto? Debido a estas interrogantes
Los Padres de la Iglesia Prenicenos para comprender la relación que ellos hacen entre su
concepción del Espíritu Santo y la unidad de la Iglesia y la doctrina para corregir los abusos
vivían los Padres y descubramos su pensamiento que, de seguro, tendrá mucho que decir
en la actualidad.
I.- EL ESTUDIO DE LA PATRÍSTICA
cristiana, acogidos por la Iglesia entre los testimonios de su doctrina, aplicando a este
El nombre “Patrología” lo usó por primera vez el teólogo luterano Juan Gerhard al
publicar su obra PATROLOGÍA. La misma denominación sirvió para indicar hasta el siglo
considerarse como una época especial, poco a poco, el campo de la patrología se fue
Patrística es un concepto acuñado por otro teólogo protestante. Su nombre era J.F.
Buddeus que utiliza este término como adjetivo cuando aborda el tema de la teología
patrística. Este título, a partir del siglo XVII, sirvió para que teólogos dogmáticos estudiaran
especulativa. Por ello, es interesante observar que la teología patrística precede a la historia
de los dogmas.
escritos de los Padres. Este campo de la teología estudia los aspectos lingüísticos y
literarios. Es, en suma, hacer filología de las obras de los Padres. Se puede decir que la
patrística, en cambio, se interesa por el campo doctrinal y dogmático elaborado por los
Padres.
que han vivido antes del Concilio de Nicea en el 325 d.C. y que, en sus escritos, han
enunciado “los principios” de las primeras fórmulas dogmáticas que desarrolló la Iglesia en
diversas materias; en particular, con referencia al tema que nos ocupa: El Espíritu Santo.
IGNACIO DE ANTIOQUÍA
San Ignacio, que lleva por sobrenombre Teoforo era, probablemente, Sirio de
nacimiento. Ningún autor habla de su país de origen. Al parecer no era del interés de los
biógrafos. Según Eusebio, san Ignacio fue el segundo obispo de Antioquía y su episcopado
se habría inciado después del año 100. Hay discrepancias respecto a esta fecha. Carlos
González atribuye el ejercicio del episcopado de san Ignacio por el año 69.
san Mateo. Se cree que fue discípulo del apóstol Juan. Fue llevado de Siria a Roma para
ser arrojado a las fieras, bajo el reinado de Trajano (98-117), el 20 de Diciembre de 107 en
el anfiteatro Flaviano. Juan Crisóstomo escribe: “San Ignacio fue consagrado obispo de
En su viaje de Antioquía a Roma, donde fue ejecutado, escribió siete cartas. Jaime
Las cartas son una fuente importante de información sobre las creencias y organización
de la primera iglesia cristiana. Ignacio las escribió como advertencias contra las doctrinas
heréticas, lo que permite a sus lectores contar con resúmenes detallados de la doctrina
cristiana.
San Ignacio fue el primer escritor cristiano en usar el término Iglesia católica al
referirse a toda la comunidad de los fieles. Propiamente no fue un teólogo, sino un pastor.
La inquietud doctrinal de Ignacio, nace por la preocupación que tenía por las sectas de cuño
gnóstico y judeocristiano que dañaban a las comunidades primitivas referente al “misterio
IRENEO DE LYON
Nacido en Asia Menor entre el 130/5, de Joven conoció a san Policarpo de quien
aprendió la doctrina. No se sabe por qué motivo se hallaba en Lyon en el año 177 como
presbítero. En Lyon, tuvo que enfrentar a las herejías gnósticas y ebionitas, así cómo a la
incipiente desviación montanista. Debido a esto, fue enviado a Roma por al obispo Eleuterio
para tratar el problema de las falsas doctrinas. Eusebio nos dice que Ireneo era
De nuevo y siempre pedimos que estés bien en Dios, Padre Eleuterio. Persuadimos a
nuestro hermano y compañero Ireneo que te lleve este escrito, y te suplicamos que le
tengas por recomendado a causa de su celo por el testamento de Cristo. Porque si
supiéramos que una categoría confiere justicia, de entrada te lo hubiéramos recomendado
por lo que es, el presbítero de la iglesia.
De sus numerosos escritos sólo nos han llegado dos en traducción: Contra los
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA
A fines del siglo segundo y principios del tercero, Alejandría era una de las
Antioquía podían hacerle sombra, pero su actividad cultural era aún superior a la de la
capital.
Tito Flavio Clemente, nació de Padres paganos, probablemente en Atenas entre los
años 140 a 150 de nuestra era, donde hizo sus estudios básicos. Hombre de vastísima
cultura se convirtió al cristianismo en fecha que no sabemos. Se dice que con el fin de
conocer a los grandes maestros cristianos, hizo muchos viajes por Italia, Siria, Palestina y
famosa Escuela de Catequesis, de la cual fue su sucesor alrededor del año 200.
Afirmaba que la filosofía fue dada a los griegos con el mismo propósito con que la Ley fue
dada a los judíos: para servir de ayo que les condujese a Cristo. Al igual que Platón,
Clemente defiende que las penas divinas no tienen otra finalidad que la de purificar. A
diferencia de los gnósticos que sostienen que la fe y la ciencia se contradicen entre sí,
Clemente se esfuerza en demostrar la correlación exacta y armónica entre las mismas. Fue
Para Clemente, las Escrituras, sin duda, son inspiradas por Dios. Sin embargo, para
él es muy importante determinar el modo en que Dios habla en sus Escrituras. Por esta
búsqueda, ningún Padre de la Iglesia ha suscitado juicios tan dispares. Sin embargo, era
Campenhausen dice: “él se sentía cristiano, católico, ortodoxo, y lo era de verdad. En sus
tesis en ocurrencia”.
Para Clemente, todo texto tiene dos sentidos: uno literal y otro espiritual, y ésta es la regla
ORÍGENES
Orígenes, fue hijo de padres cristianos. Nació en Alejandría, por el año 185. Hijo de
Leonidas, a quien, Orígenes, exhortó a ser fiel hasta la muerte. Se le puede denominar,
con propiedad, el sabio más grande de la antigüedad cristiana. Por ende, fue consignado
como uno de los más destacados teólogos de la Iglesia griega. Enseñó filosofía, teología
Dedicaba gran parte de la noche al estudio de las divinas Escrituras, ciñéndose cuanto le
era posible a las leyes y hábitos de la filosofía. Pues durante el día sufría en la práctica del
ayuno; de noche, medía el tiempo del sueño, al que procuraba entregarse no en una cama,
sino en el desnudo suelo.
En sus escritos Orígenes alude mucho al Espíritu Santo, los cuales están
impregnados de referencias escriturales. En cuanto a la forma en que expone Orígenes,
Carlos González dice:
El autor intenta expresar la enseñanza de la Escritura y de la Tradición en moldes de
pensamiento más acordes con su época… Es pionero y con la falta de precisión en su
lenguaje, por cierto, en la elaboración de un lenguaje trinitario que se desarrollo
posteriormente en los siglos IV y V.
“Estas obras constituyen la fuente principal de nuestro conocimiento del método exegético
Fue el primer escritor cristiano del cual se sabe con certeza que cristianas fueron su
intangible, el meollo de cualquier verdad a partir del cual piensa abarcarlo todo”.
contemplamos la gestación “maravillosa” de la vida que arranca por sus propios senderos
verdad con profunda experiencia, puesto que su vida de fe es aún imperfecta. La segunda,
sobre significados conscientes que sólo se desarrollaron en el devenir del tiempo, en la cual
experimentaron muchas crisis en su desarrollo interno (sobre todo en el ámbito del combate
contra las herejías), de eludir oposiciones desde fuera como son los ataques paganos a la
fe; de corregir sus propios errores buscando aquellas verdades que, bajo la luz del Espíritu,
inmediata, tratando de ser fiel al Evangelio según fuese guiada por el Espíritu. Sólo poco a
poco inició un proceso de reflexión doctrinal sobre el contenido de su fe. La Teología, como
gnósticas y judeocristianas que dañaban las comunidades. Es por ello que en sus escritos
en uno que otro lado de sus textos pero siempre con relación al misterio de Cristo y de la
Iglesia. Estas alusiones al Espíritu Santo se dan más que en un contexto teológico
del bautismo el cual refleja el proceso de la Economía con la que el Padre nos ha salvado
Sois piedras del templo del Padre, preparados para la construcción de Dios Padre, elevados
a lo alto por la máquina de Jesús, que es la cruz, usando como cable al Espíritu Santo:
vuestra fe os guía a lo alto, y vuestra caridad es el camino que os lleva a Dios.
trinitaria. Es claro el contexto antignóstico de Ignacio: desea asentar que la salvación está
Es interesante observar que “el Espíritu Santo se nos aplica a la cruz y sin él, ésta sería
solo una máquina inerte, levantada ante nuestros ojos, pero no asiría nuestra alma”.
Empeñaos en poner vuestra fuerza en las enseñanzas del Señor y de los apóstoles a fin
que cuanto hagáis lo realicéis con entusiasmo, en carne y espíritu, en fe y en amor, en el
Hijo y en el Padre y en el Espíritu, junto con vuestro obispo. Someteos a vuestro obispo y
unos a otros, como según la carne Jesucristo se sometió al Padre, y los apóstoles a Cristo
y al Padre y al Espíritu, para que la unidad sea tanto carnal como espiritual.
Aquí Ignacio utiliza, como base, la segunda epístola de Pablo a los Corintios por lo
cual se refuerza el estilo de Ignacio muy cercano a la era apostólica. Para él, el Espíritu
Santo es parte importante del engranaje de la vida del creyente. Lo conmina a poner toda
sus fuerzas en las enseñanzas del Señor y de los apóstoles, de la cual no hace ninguna
diferencia y avala la predicación y enseñanza apostólica. El creyente por tanto debe vivir su
vida de manera práctica y basado en la enseñanza recibida consciente que es ayudado por
comunidad eclesiástica a su obispo, así como Jesús al Padre y los apóstoles al Hijo (Cristo)
y al Padre y al Espíritu Santo. Por tanto, es de suyo una actitud moral la que deben guardar
los creyentes en la comunidad ante su obispo. La unidad de la Iglesia es uno de los temas
principales en las cartas Ignacianas. Esta unidad debe ser en la carne y en el espíritu y para
ello, la misma unidad reflejada en la trinidad debe ser también la unidad de los creyentes.
1,20]. Para Ignacio el Espíritu Santo está presente en la economía de Dios respecto del
el texto es una apología en favor del misterio de la salvación y la concepción divina de Jesús
Al igual que san Pablo, Ignacio parece conocer dos clases de afirmaciones sobre Cristo,
una sintética y otra narrativa. La primera aporta fórmulas antitéticas, próximas a las
profesiones de fe paulinas o inspiradas en ella, que oponen a la filiación davídica la filiación
de Dios, a la filiación de María la del Padre (Eph. 7, 2; 18, 2; Symyr 1, 1; Tral. 9, 1).
Es dentro de estas dos formas de expresar la fe en Cristo que Ignacio sitúa la obra
El Contexto Eclesial
A los Magnesios, Ignacio, aludiendo a la acción eclesial del Espíritu Santo, les hace
Cristo por medio del Espíritu Santo. Es más, entendiendo que contaban con el Maestro
supremo, cual profeta enseñando las cosas de Dios – Cristo – sencillamente ellos podían
Saludo. Ignacio, llamado también Portador de Dios (Teóforo), a la Iglesia de Dios Padre y
del Señor Jesucristo que está en toda la Filadelfia del Asia, de la que el Señor se ha
compadecido, y está fincada en la concordancia de Dios y se alegra en la pasión del nuestro
Señor y en su resurrección, llena de toda misericordia, la saludo en la sangre de Cristo.
Esta [Iglesia] es gozo eterno y perenne, sobre todo si se mantiene en unidad con el obispo
y con sus presbíteros y diáconos, constituidos según la gracia de Jesucristo, a los cuales él
afianzó según su propio querer, dándoles la firmeza en su Espíritu Santo.
la Iglesia de Filadelfia y la cual se manifiesta en conjunto con toda la Iglesia debido al don
que les ha concedido Jesucristo, en y por su Espíritu Santo. Hamman dice al respecto:
Ignacio saca para su gobierno de estas consideraciones una conclusión para su vida. La
imitación de Cristo consiste en la marcha y retorno al Padre. Y como quiera que el martirio
se le antoja más fiel imitación de Cristo para llegar a ser como El ‘hombre perfecto’, es decir,
para ser transformado y transfigurado por el Espíritu, se apresura a recorrer este camino
hasta el final.
herejías, en especial, la gnóstica. Ellos [los gnósticos], según Carlos González, predicaban
que:
No existía un Dios único, multiplicando el número de seres divinos desde el Dios supremo
y desconocido hasta los espíritus de inferior categoría que habían dado origen al mundo
material, por lo cual la carne sería corrupta e insalvable. Negaban, en consecuencia, la
verdadera encarnación del Hijo de Dios y, la redención por su verdadera muerte y
resurrección. Toda salvación del hombre consistiría en la del alma, chispa espiritual de la
divinidad, que desprendida de la materia se elevaría por el conocimiento hasta la plenitud
(el pléroma).
Para esta postura Ireneo contrapone la regla de fe que profesan los bautizados. Tres
son las áreas en que Ireneo desarrolla su pensamiento e inserta su concepción del Espíritu
La Regla de Fe
Esta para Ireneo se funda en “la predicación de la verdad”. Al igual que muchos de
los primeros Padres de la Iglesia, da mucha importancia al rito del bautismo y su confesión:
por ella somos cristianos, de manera que no podemos orar sino como creemos, y no
Esta profesión de fe para Ireneo es muy importante pues contradice a los gnósticos
al plantear que “la Iglesia expandida por todo el orbe hasta los confines de la tierra recibió
Ireneo considera que ‘mantener inalterada la regla de la fe’ es una condición necesaria para
integrarse en el plan salvífico de Dios. Pues bien, en todas las diversas síntesis que este
Padre nos propone de dicha norma, se halla la mención del Espíritu Santo como uno de los
pilares sin el cual caería el edificio de nuestra salvación, a la que nuestra fe está ligada,
porque tiene como objeto la verdad; sin ella viviríamos en la mentira.
Una de las primeras analogías del mundo físico que sirvieron para ilustrar la
Dios no tenía necesidad de ningún otro, para hacer todo lo que él mismo había decidido
que fuese hecho, como si él no tuviese sus manos. Pues siempre le están presentes el
verbo y la Sabiduría, el Hijo y el Espíritu, por medio de los cuales y en los cuales libre y
espontáneamente hace todas las cosas, a los cuales habla diciendo: ‘Hagamos al hombre
a nuestra imagen y semejanza’ (Gén. 1, 26): toma de sí mismo la substancia de las
criaturas, y el modelo de las cosas hechas, y la forma del ornamento del mundo.
Ireneo debe leer con justeza los textos escriturales que atribuyen las obras de la
creación y de la redención al Hijo como al Espíritu Santo. Estos pasajes de la Biblia le dan
pie para exponer la fe en el concepto de la Trinidad: es el mismo Dios Padre, como fuente
y origen de todo, quien actúa por su Hijo y el Espíritu Santo como sus manos, o bien por su
Verbo y su Sabiduría.
En otro texto, muy interesante, Orbe nos dice que Ireneo plantea la pluralidad de
imagen y semejanza, una vez perdida por el pecado, será por esas mismas manos como
imagen de Dios, y del Espíritu, su Sabiduría. El motivo es que “las manos de Dios se habían
a donde querían”.
En relación con el Padre Ireneo plantea que es originado en el Padre. Por ello llega
a escribir: “El Espíritu Santo tiene su origen del Padre, por el Hijo, a quien el Padre se la ha
gloria de Dios sigue el mismo proceso salvífico: “El Padre es glorificado por su Verbo y por
Es interesante, sin embargo, que Ireneo nunca llama Dios al Espíritu Santo. Para
esta confesión de fe la iglesia hubo de esperar hasta dos siglos más. Al Espíritu Santo
tampoco lo llama “persona” y, sin embargo, le atribuye muchas actividades que tiene que
ver con el orden personal: revela al Padre y al Hijo y su economía salvífica, anuncia por los
En varios otros textos, Ireneo compara al Espíritu de Dios con el alma humana:
incorruptible por la resurrección al participar del Espíritu. Es muy particular las imágenes
que utiliza Ireneo para referirse al Espíritu Santo. Le denomina como “agua de lluvia”,
también dice del él que es “el rocío”, “el buen samaritano”, es, además, “el injerto de olivo”
o “el óleo de alegría” o “el agua de regadío”. En fin, para Ireneo es también “el Paráclito”,
“el don”, “el agua viva”, “la escalera para subir hasta Dios” y, en otro texto le llega a llamar
que atribuye a ambos la mediación del Padre con la acción creadora, en la cual ha plasmado
a cómo Ireneo califica la obra del Espíritu en nuestra redención es la del “óleo” con el cual
el Padre ungió al Hijo para que realizase, como descendiente de David, la obra salvífica
…en efecto, el Hijo, siendo Dios, recibe del Padre, es decir de Dios, el trono de la realeza
eterna y el óleo de la unción es el Espíritu con el que es ungido y sus compañeros son los
profetas, los justos, los apóstoles, y todos aquellos que participan de su reino, es decir, sus
discípulos.
La Obra Salvífica
Uno de los elementos básicos de la contienda teológica de Ireneo contra los gnósticos es
la unidad entre los dos Testamentos. Para él hay una unidad de continuidad, la cual está
En el Antiguo Testamento Ireneo resalta tres actividades del Espíritu: inspiró a los
profetas, dio la gracia a los justos y escribió la Ley de la Alianza. El Nuevo Testamento
revela con mucha claridad la actividad salvífica del Espíritu en: la vida de Cristo, la vida de
Finalmente, Ireneo concluye que quienes rechazan los dones del Espíritu Santo y el
carisma profético, son gente que no sirve a Dios, pues no pueden producir fruto alguno,
sino que permanece para siempre como un campo estéril. Al respecto, Ireneo escribe:
Que nadie vaya a imaginar que existe otro Dios Padre aparte de nuestro Creador, como
sueñan los herejes… Otros, a su vez, desprecian la venida del Hijo de Dios y la Economía
de su Encarnación que los apóstoles han transmitido…Otros no aceptan los dones del
Espíritu Santo, y rechazan el carisma profético, por el cual el hombre, cuando es rociado,
produce como fruto la vida divina… Este tipo de gente no sirve a Dios para nada, puesto
que no pueden producir fruto alguno”.
hombre. A éstos Ireneo los compara con “cisternas agrietadas” y con “pozos terrenos donde
González dice: “La antología de sus fragmentos sobre este tema es breve y tomada de
referencias al Espíritu Santo. Por ello, es muy complejo hablar sobre lo que pensaba
respecto al concepto trinitario. Sin embargo, cuando escribe, hay momentos en que es
explícito: “Uno solo es el Padre de todos; uno solo es el Verbo de todos; y uno es el Espíritu
de Ireneo, reconoce la obra del Espíritu en el ser humano natural, para convertirlo de carnal
a espiritual. Por ello escribe: “Porque el Espíritu Santo… se transplanta en cada uno según
obra del Espíritu Santo, no la trata con la frecuencia de ellos. Sin embargo escribe: “David,
o sea el Espíritu Santo que habla por él, canta acerca del mismo Dios…”. En este sentido,
también plantea que es el Espíritu Santo quien iluminó a los escritores del Nuevo
Testamento y, en este sentido, escribe: “El Espíritu Santo que estaba en el apóstol,
del nombre”. Aunque Clemente no abunda en cuanto a la relación del Espíritu Santo con la
vida litúrgica, sí hay un esfuerzo por saber qué piensa. Carlos González, cita a J.N.D. Kelly,
quien expone:
Clemente de Alejandría habla del bautismo (Ped. I, 6, 26) como el que imparte la
regeneración, iluminación, filiación divina, inmortalidad, remisión de los pecados; explica
(Ped. I, 5, 21) que la filiación es el resultado de la regeneración obrada por el Espíritu. El
bautismo imprime un sello, o timbre, que es de hecho el Espíritu, imagen de Dios (Extractos
de Teodoto 86, 2); el Espíritu que inhabita es el ‘carácter’ de la membresía cristiana de
Cristo (Strom. IV, 18, 116). Como por ningún lado insinúa en ningún rito litúrgico la
imposición de las manos, podemos razonablemente inferir que mira el bautismo como el
que media directamente al Espíritu.
Finalmente, para Clemente el Espíritu Santo es, según J. Solano, “la naturaleza
divina del Verbo”. Así se desprende del texto de Clemente: “De modo alegórico su carne
De los Padres de la Iglesia que hemos estudiado hasta ahora, Orígenes, es quien
más alude al Espíritu Santo en sus escritos. Debido al límite de palabras que nos impone
Tres son las áreas que abarcan sus escritos con relación al Espíritu Santo: La
La Profesión de Fe
Desde el prólogo de su obra “De los principios” pone Orígenes, como cimiento de
toda su doctrina la predicación apostólica que él recibió de sus maestros. Como en su época
no hay un dogma definido, la fórmula básica de fe era la bautismal, de ahí que escribiese:
pensadores griegos, esbozos de Dios y de su Verbo, a través de las cosas visibles; pero
ninguna de ellas puede guiar al hombre, por ende, sólo es posible que el hombre fuese
guiado por el Espíritu Santo a través de la Escritura. De ahí que la confesión básica de la
Iglesia deba mantenerse fiel a la Palabra revelada y, esta confesión, no pertenece sino a la
obra del Espíritu Santo: la encarnación del Hijo, “nacido de la Virgen y del Espíritu Santo”,
como signo de que su cuerpo es en todo semejante al nuestro; pero el modo virginal de ser
concebido, es un signo de quien es en su ser más íntimo aquel que se ha hecho hombre.
La proclamación litúrgica del Espíritu es con igual dignidad y honor que el Padre y el Hijo,
y la obra del mismo en cuanto inspiró a los santos, profetas y apóstoles. En esta línea de
pensamiento, Orígenes llega a concluir que la relación de las tres personas se plantea un
problema que para su época aún no había sido planteado: su relación interna. Concluye,
además, que es el Espíritu Santo quien actuó en el Antiguo Testamento y obró en el Nuevo
En La trinidad
Todo lo que sabemos sobre el Padre, lo conocemos por la revelación del Hijo en el Espíritu
Santo… así como sólo el Hijo conoce al Padre y lo revela a quien quiere, así sólo el Espíritu
escruta las profundidades de Dios, y revela a Dios a quien quiere.
Orígenes. En el se descubre el dato que el Espíritu Santo no es una criatura, ya que éstas
no conocen el interior de Dios. Del Espíritu nunca se dice que haya conocido quien es Dios
por revelación recibida del Hijo; sino que es él mismo quien escudriña lo íntimo de Dios. De
Si así fuese [Dice Orígenes] el Espíritu nunca se habría confesado al interno de la trinidad,
esto es del Dios Padre inmutable y de su Hijo; sino porque desde siempre es el Espíritu
Santo.
Desde aquí, Orígenes avanza hacia la regeneración bautismal y plantea que sólo
Aquel a quien Dios regenera para la salvación, necesita del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, y no recibe la salvación si no es en virtud de toda la trinidad, y no puede participar
del Padre y del Hijo sin el Espíritu Santo.
comentando sobre el Salmo 104, 29-30 dice: “El Espíritu Santo no habitará en todos, ni en
aquellos que son carne, sino en aquellos cuya tierra será renovada”. Para Orígenes todas
las criaturas racionales son logiká precisamente por participar del Logos donde éste
impregna su imagen en ellas. Sin embargo, el Espíritu Santo se ha dado sólo a las personas
elevadas al nivel de seres espirituales, “aquellos que se convierten a las cosas superiores
y caminan por los senderos de Jesucristo”. Para Orígenes desde el inició el Espíritu Santo
trinidad dice:
Para finalizar, no se puede dejar pasar un aspecto importante del cual Orígenes se
adelantará casi un siglo: “todo fue hecho por él” (Jn. 1:3). Esta expresión “todo” sería
utilizada vehementemente por los herejes enemigos del “Espíritu”. ¿Esta expresión “todo”,
a) La de quienes afirman que el Espíritu Santo fue hecho (génetos) por el Hijo, como
las demás criaturas. “Mas entonces el Verbo debe existir como anterior al Espíritu”.
el Hijo”.
Orígenes no plantea una solución sino posturas, aunque se inclina por pensar: “el
Espíritu tiene su propia substancia (ousía)”. La respuesta tiende a defender la realidad del
Espíritu Santo, por una parte y, por la otra, situar su ser en la esfera de Dios y no de las
criaturas.
La obra en el creyente
Orígenes, plantea que si el Espíritu Santo que descendió sobre Jesús en el bautismo
y no le abandonó, fue, entonces, “para manifestarse de esta manera a los hombres, que no
En su carta a los Romanos, Orígenes nos dice, respecto a la Trinidad que “siempre
está con el Padre y el Hijo, y siempre existe, ha existido y existirá, como el Padre y el Hijo”.
En esta línea plantea que el fruto del Espíritu es la vida del hombre nuevo tomando como
referencia Rom. 9. Por eso, ser discípulo de Cristo es solo por gracia del Espíritu, puesto
que éste es un don del Cristo para quienes han abrazado la fe. Por ello, los signos de esta
permanencia en el Espíritu son variados pero para Orígenes quien “sabe mortificar los
Por esta razón, la filiación adoptiva para Orígenes es gradual: no son hijos quienes
no creen en Jesús, ni lo han recibido por el bautismo. A los que creen se concede “poder
llegar a ser hijos de Dios” (Jn. 1:12). Por ello, la vida presente es un camino para ir
espíritu.
Otro signo del don del Espíritu en Orígenes es: la esperanza. “Por el mismo hecho
de creer en Cristo, sabemos que se nos ha concedido la salvación; sin embargo, todavía
tenemos esta salvación en esperanza, y no ante la vista”.
Finalmente, Orígenes entiende que fruto del Espíritu es la misión de la Iglesia y que
los fieles consignan en sus vidas por el ministerio al que han sido llamados: el apostolado.
La oración del apóstol es el índice de cuánto éste es llevado por el Espíritu, porque nuestra
carne es tan débil, que arrastrada por sus impulsos ha olvidado incluso cómo conviene orar,
de manera que necesita ser guiada por el maestro de la oración. Si el Espíritu interpela por
nosotros con gemidos inefables… ¿cómo no tendrá razón cuando dice: ‘Todo coopera para
el bien de aquellos que aman a Dios?’… el Espíritu ayuda, y la naturaleza divina se digna
a ser su guía en el camino del bien.
CONCLUSIÓN
parto que significó el quehacer teológico en el desarrollo de las doctrinas que se vieron en
En cuanto al tema sobre el Espíritu Santo, es muy decidor lo que plantean los Padres
pues, si bien no niegan en sus textos la manifestación que nosotros conocemos como la
glosalalia o milagros de sanidad, ellos sí plantean argumentos más amplios para evaluar la
de los Padres respecto al Espíritu Santo, se basa sobre cuatro líneas de pensamientos: la
del creyente. Por esto, los cristianos de hoy, debemos poner estos principios en el tapete
para determinar si un creyente o una iglesia en particular es llena del Espíritu Santo. No
bastan solo con las manifestaciones externas, aspecto que los padres no condenan, pero
Antioquía cuando dice: “Esta [Iglesia] es gozo eterno y perenne… constituidos según la
gracia de Jesucristo, a los cuales él afianzó según su propio querer, dándoles la firmeza en
su Espíritu Santo”.
Término técnico por el cual se conoce el “hablar en lenguas”, comúnmente durante el servicio
de adoración.
Frase que se utiliza como sinónimo de que el Espíritu Santo está en el creyente.
Dr. Berthold Altaner, PATROLOGIA. ( Madrid, España: Editorial Espasa-Calpe S.A.
1962 ), Pág. 31
Teólogo protestante nacido en Viena en el año 1653.
Altaner, loc. cit.
Ibid.
Contreras, Peña. INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LOS PADRES. (Argentina:
Editorial Monasterio Trapense de Azul, 1991). Pág. 35.
Nacido en Leipzig, 1730.
Cuando se habla de teología patrística se refiere a analizar la teología que acuñaron
los Padres de la Iglesia.
Altaner, op. cit., pág. 32
Ibid.
Del gr. filología, a través del lat. philologia. 1. f. Ciencia que estudia una cultura tal como se
manifiesta en su lengua y en su literatura, principalmente a través de los textos escritos.
2. Técnica que se aplica a los textos para reconstruirlos, fijarlos e
interpretarlos. DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA, Edición Electrónica.
Versión 21.1.0, Espasa Calpe, S.A. 1995.
Teoforo, nombre tomado de su salutación a la carta a los Filadefios. En Griego es “Theoporo”
que significa “portador de Dios”.
Sigfrido Huber, LAS CARTAS DE IGNACIO DE ANTIOQUIA Y DE POLICARPO DE
ESMIRNA. (Buenos Aires: Ediciones DESCLÉE, 1945). Pág.17.
Eusebio de Cesarea, HISTORIA ECLESIASTICA – TOMO 1. (Terrasa, Barcelona: Edición
CLIE, 1988). Capítulo 36, pág. 193.
Carlos Ignacio González, EL ESPIRITU SANTO EN LOS PADRES GRIEGOS. (México:
Editorial Colección Autores, 1996). Pág. 21.
Huber, op. cit., pág.19
Mateo 18, 1- 4 dice: “1En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el
mayor en el reino de los cielos? 2Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
3y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en
el reino de los cielos. 4Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el
mayor en el reino de los cielos. 5Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como
este, a mí me recibe”. Aunque es interesante esta afirmación del siglo IX, según los
eruditos, no tiene mayor fundamento.
González, op. cit., Pág. 21.
Cinco fueron dirigidas a las comunidades cristianas de Éfeso, Magnesia, Tralles, Filadelfia, y
Esmirna ubicadas en Asia Menor. Las dos restantes están dirigidas a Policarpo, obispo
de Esmirna y a la comunidad cristiana de su destino, Roma.
Jaime Morales Herrera, PATRISTICA – LOS PADRES APOSTÓLICOS Y LOS
APOLOGISTAS. Seminario Internacional de Miami, www.MINTS.edu. Pág. 8.
Altaner, op. cit., pág. 113.
Ibid., pág. 22.
Ibid., pág. 38.
Ibid.
Ibid.
Eusebio, op. cit., pág. 296.
González, op. cit. Pág. 39.
El nombre completo de la obra es: “Refutación y destrucción del falso conocimiento de la
gnosis”. Según Justo González esta obra se llama: “Denuncia y refutación de la
supuesta gnosis”. Esta obra es además conocida, dentro del mundo académico como:
“Adversus haereses”.
Altaner, op. cit. pág. 144.
González, op. cit., pág. 61
Según Justo González: “En lo que a la vida de Clemente se refiere, nuestros
conocimientos son harto escasos” op. cit., pág. 188.
Según Justo González: “Panteno” op. cit., pág. 189. Eusebio de Cesarea dice al
respecto: “Este Clemente se refiere a Panteno como maestro suyo en su libro
Hypotyposeis, en el cual escribió”. Eusebio, op. cit., pág. 307.
González, loc. cit.
Altaner, op. cit., pág. 193.
Ibid., pág. 196.
J. González, op. cit. Pág. 191.
Platón escribía: “El que soporta un castigo acoge un beneficio” (Paed. 1, 67).
Altaner, op. cit., pág. 196.
Altaner, op. cit., pág. 193.
J. González, op. cit., pág. 192.
Campenhausen, op. cit., pág. 38.
Ibid.
Ibid, pág., 40.
J. González, op. cit., pág. 193.
J. González, op. cit., pág. 201.
Murió como mártir en el 202 durante el imperio de Septimio Severo.
J. González, loc. cit.
Altaner, op. cit., pág. 198.
Ibid., pág. 199.
J. González, op. cit., pág. 201 – 202.
Ibid.
Ibid.
Ibid.
Altaner, op. cit., pág. 200.
J. González, op. cit., pág. 205.
Altaner, op. cit., pág. 204.
Campenhausen, op. cit., pág. 54.
Ibid., pág. 55.
González, op. cit., pág. 9.
La palabra “Kerygma” comúnmente se asocia a la proclamación del evangelio de la
comunidad primitiva. Sin embargo, hay que hacer notar una pequeña diferencia que,
aunque sutil, es necesaria en el campo del análisis teológico: “Kerygma” enfatiza el
modo en que se entrega el mensaje y, “evangelion”, se refeire a la naturaleza del
contenido. Everett Harrison, DICCIONARIO DE TEOLOGÍA. Grand Rapids, Michigan,
USA: Editorial Libros Desafío, 1999). Pág. 242.
González, loc. cit.
Que es el tiempo en que se sitúa el presente análisis de la Monografía en cuestión.
González, op. cit., pág. 11.
Ibid., pág. 22.
Ibid.
A los Efesios 9, 1.
González, op. cit., pág., 23.
Ibid., pág., 24.
A los Magnesios, 13, 1 - 2
2 Corintios 13, 13.
A los Efesios 18, 1 – 2 .
20¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este
siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? 21Pues ya que en la sabiduría
de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los
creyentes por la locura de la predicación. VRV’60
La oikosnomía, economía, es pues, aquello que tiene que ver con la administración o con las
normas que han de regir en el funcionamiento de una casa. Dios es, por tanto, para los
Padres griegos, el administrador bondadoso y providente del acontecer de su casa en
el mundo. Por ello, la historia es la economía divina, administración de un designio
salvífico que tiene Dios para la humanidad. Juan Noemí. “EL MUNDO, CREACIÓN Y
PROMESA DE DIOS”. (Santiago, Chile: Editorial San Pablo, 1996) pág. 430 y 433.
González, op. cit., pág. 26.
Ibid.
A los Magnesios 1, 2.
A los Magnesios 9, 1 – 2.
Sic.
A los Filadelfios, saludos.
González, op. cit. pág. 28.
Ibid., pág. 39.
Ibid., pág. 40.
Demostración 3, pág. 31.
Ibid., 7, pág. 41 – 42.
Adversus Haereses, I, 10, 1.
González, op. cit., pág. 41.
Adversus Haereses, IV, 20, 1.
Es interesante observar que cuando Ireneo habla de “mano de Dios” en singular,
normalmente se refiere al Hijo.
A. Orbe. ANTROPOLOGÍA DE SAN IRENEO. (Madrid, España: Biblioteca de Autores
Cristianos, 1969), pág. 43.
Adversus Haereses, V, 5, 1.
Adversus Haereses, III, 17, 2.
Demostración 10, pág. 46-48.
González, op. cit. pág. 46.
Adversus Haereses, V, 12,4.
Ibid., III, 17, 2.
Ibid., III, 17, 3.
Ibid.
Adversus Haereses, V, 10, 2
Demostración 47, pág. 107-108.
Ibid., 89, pág. 157.
Adversus Haereses, III, 17, 2 y 3.
Ibid., III, 6, 4; 11, 8; 17, 2; 24, 1.
Ibid., III, 17, 2; V, 18, 2.
Ibid., III, 24, 1.
Demostración 26, pág. 73.
González, op. cit., pág. 50. En cuanto a la cita de Ireneo, esta se encuentra en Adversus
Haereses, IV, 38, 3.
Demostración 47, pág. 107-108.
González, op. cit., pág. 53.
Adversus Haereses, IV, 13, 15.
Ibid., III, 6, 1; IV, 20, 8; Demostración 49, pág. 110; 73, pág. 141, entre otros.
Ibid., III, 11, 8; 17, 1-2; V, 1, 1; 6, 2; 8, 2; 7, 2; 9, 2-4; 12, 2; 24, 1; Demostración 5; 42, pág.
98; 2, pág. 29; 89, pág. 157.
Demostración, 99, pág. 169.
Jeremías 2, 13.
Adversus Haereses, III, 24, 1.
González, op. cit., pág. 61.
Pedagogo I, 6.
De Teodoto se sabe muy poco. Era seguidor de Valentín, de origen oriental y contemporáneo
de Clemente. Se comprometió con la doctrina gnóstica del cual fue un notable
exponente.
Tapetes VI, 8.
Pedagogo I, 9.
Pedagogo I, 6.
Extractos de Teodoto 86, 2.
González, op. cit. pág. 64.
J. Solano. TEXTOS EUCARÍSTICOS PRIMITIVOS. (Madrid, España: Editorial de Autores
Cristianos, 1988), pág. 106.
Pedagogo I, 6.
Cf. Página 21 de la presente monografía.
González, op. cit. pág. 76.
De los Principios I, pref. 2.
Ibid., I, 3, 1-3.
Ibid., Prol. 4.
Posteriormente llamará en su textos Hypóstasis.
De los principios I, 3, 4.
González, op. cit. pág. 78.
De los principios I, 3, 4.
Ibid., I, 3, 5
González, op. cit., pág. 79.
De principios I, 3, 5.
Ibid.
González, op. cit., pág. 80.
González, op. cit., pág. 82.
Los modalistas.
Se debe comprender que por aquella época aun no se había fijado un vocabulario técnico
para este tema.
Comentario a los Romanos VI, 7.
Ibid., VI, 13-14.
Ibid., VII, 5.
Ibid.
Ibid., VII, 6.
Ibid., VII, 7.
Posted by Eduardo at 1:05 PM