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La lectura de la Biblia

en los santos y santas del Carmelo


Hacia una "lectura carmelitana" de la Escritura

1. Los santos carmelitas superaron los límites del contexto eclesial


de la época en que vivieron

Desde el patriarca Alberto, autor de la Regla carmelitana en el siglo


XIII, hasta santa Teresa de los Andes en el siglo XX, todos los santos
del Carmelo han sido hijos e hijas de su tiempo. Todos vivieron en un
contexto eclesial y cultural con muchas limitaciones y
condicionamientos, que influyeron en la lectura que hicieron de la
Biblia. Pero el contexto histórico no los condicionó totalmente pues la
actitud que tomaron frente a la Biblia les ayudó a superarlo.

1.1 No había acceso a traducciones de la Biblia en lengua vernácula

Sólo se usaba la traducción latina de la Biblia, la Vulgata. En la época


de la Regla, el pueblo no tenía acceso directo a la Biblia. Existían las
llamadas “Biblias de los pobres”, a base de imágenes y pinturas, y
que se utilizaban para la formación personal de los creyentes en la
catequesis y la predicación. Reflejo de ello son las pinturas, mosaicos
y frescos de las iglesias y catedrales. En la época de Teresa de Jesús,
Juan de la Cruz y María Magdalena de Pazzi, en el siglo XVI, era
prohibido tener una Biblia en lengua vernácula. Las autoridades
eclesiásticas temían que el pueblo, al contacto con la Biblia, pudiera
deformarse religiosamente y llegara a desviarse de la fe.
Curiosamente en aquella misma época, en el norte de Europa, el
protestantismo naciente conseguía gran penetración a causa de la
Biblia en lengua vernácula colocada en manos del pueblo. A finales
del siglo XIX y comienzos del XX, Teresa de Lisieux y Teresa de los
Andes, tampoco tuvieron acceso directo a la Biblia completa y se
contentaron con conocer los textos que traía el oficio divino y los
escritos de los autores espirituales. Teresa de Lisieux pudo acceder a
muchos textos del Antiguo Testamento a través de los apuntes que su
hermana Celina le proporcionó al ingresar al convento. Ya Teresa de
los Andes pudo tener acceso a una traducción del oficio divino es
español.
1.2 La espiritualidad de la época era poco fundamentada en la
Escritura

La vida cristiana era más devocional y ascética que bíblica como se


puede deducir de los libros de formación espiritual que eran leídos en
los conventos de la época. Sobre todo a finales del siglo pasado, al
norte de Francia, en la época en que vivió Santa Teresa de Lisieux, se
desarrolló con auge la mentalidad rigorista del “jansenismo”, que
tenía poca afinidad con el pensamiento bíblico y hacía mucho daño a
la vivencia y a la comprensión del mensaje evangélico de Jesús.

1.3 La Biblia era considerada generalmente como un depósito de


sentencias

La Biblia era usada más como un depósito de frases y consejos para


orientar la vida moral y ascética de los cristianos y para probar las
tesis dogmáticas y teológicas, que como un libro de vida y de
espiritualidad. A diferencia de lo que ocurre actualmente, en aquel
tiempo no había interés por la historia, ni en teología se prestaba
atención al lento proceso de crecimiento del reino de Dios tal como lo
presenta la Biblia. Y por tanto no había una conciencia fuerte de que
en ella se revela un proyecto divino que se realiza en la historia. La
Escritura se usaba sobre todo para probar el proyecto y la doctrina de
la Iglesia de aquel tiempo.

1.4 La exégesis de la época era sobre todo alegórica

La exégesis que se hacía de la Biblia no era orientada por el interés de


encontrar el sentido literal de los textos a través de la crítica
histórico–literaria, como lo tenemos hoy. En cada texto se buscaba un
sentido adaptado para la vida, independientemente del sentido que el
texto tenía en su propio contexto literario y cultural. Era una lectura
casi siempre devocional, basada más en el sentimiento que en el rigor
científico. La lectura alegórica de la Biblia, cuando se hace sin
fundamentarse en una lectura crítica del texto, puede llevar a un
fundamentalismo rígido y a abusos y prácticas religiosas falsas y
dañinas.

1.5 Las mujeres tenían un acceso parcial a la Biblia a través de la


liturgia y de los autores sagrados

El acceso que tenían las mujeres a la Biblia era muy limitado. Ellas
oían la Biblia en la liturgia y en latín, una lengua que era desconocida
para la mayoría de ellas. Prácticamente no había una Biblia disponible
para ellas en lengua vernácula. María Magdalena de Pazzi parece que
tenía algún conocimiento de latín, pues cita algunas frases de la Biblia
en esta lengua. Santa Teresa de Jesús confiesa que no entendía nada
de latín. Diverso es el caso de Teresa de los Andes, en cuya época a
inicios de siglo ya había una traducción española del oficio divino.

1.6 A las mujeres se les prohibía comentar la Biblia

La Biblia era libro de hombres. Sobre todo de la jerarquía eclesiástica.


En el siglo XVI, en el tiempo de santa Teresa y de san Juan de la
Cruz, la Inquisición velaba con fuerza para que la Biblia no llegara a
las mujeres. Las múltiples condenas de la época muestran que la
vigilancia era rigurosa y hace que resalte con mayor fuerza el coraje
de santa Teresa de Jesús que se atreve a comentar algunas partes de la
Escritura. Todos estos condicionamientos influyeron en el uso que los
santos y santas carmelitas hicieron de la Palabra de Dios, pero no
lograron impedir del todo que su espiritualidad y su mensaje se
fundara en la Biblia. Dentro de ellos había algo, una experiencia de
vida y de Dios tan fuerte, que les llevaba a superar el contexto
histórico y hacer que en la vida diaria alcanzaran el objetivo de la
Palabra de Dios.

La desventaja de las mujeres frente a los hombres en relación al


acceso a la Biblia y a su lectura, no les perjudicó en su experiencia y
su acceso al misterio de Dios. Por el contrario. Tanto las mujeres
como los hombres del Carmelo llegaron a alcanzar la santidad a
través de la meditación y la práctica de la Palabra de Dios. La Regla
del Carmelo recomienda la lectura de la Biblia explícitamente Ánueve
veces!. Teresa de Jesús utiliza citas de la Biblia frecuentemente para
exponer su doctrina y explícitamente comenta el Padrenuestro y
algunas frases del Cantar de los Cantares; María Magdalena de Pazzi
tiene sus experiencias místicas a partir de la lectura y la meditación de
los textos bíblicos oídos en la liturgia. Teresa de Lisieux, a finales del
siglo pasado, conoce los evangelios casi de memoria, los hace
encuadernar y los lleva junto a su pecho, y hace de ellos la norma de
su vida y la luz que transparenta en todas las páginas de sus obras. De
igual forma, la santa chilena Teresa de los Andes, a pesar de no
poseer la Biblia completa, llega a tener una gran familiaridad con los
evangelios.

2. El proceso de interpretación de la Biblia en los santos del


Carmelo: iluminación mutua entre Biblia y experiencia de Dios
en la vida
Nos referimos aquí a la actitud interpretativa que han tenido los
santos del Carmelo en relación a la Biblia. Es como enumerar
aquellos aspectos más salientes que caracterizan lo que podríamos
llamar una lectura carmelitana de la Escritura. La Biblia ocupa un
lugar tan central en la vida y en los escritos de los santos carmelitas,
al punto que se puede decir que todos ellos tenían una especie de
“instinto bíblico”. A pesar de los límites en el uso y el acceso a la
Biblia que les imponía la época, la vida de todos ellos fue
profundamente bíblica. Es decir, una encarnación y una muestra de
aquello que la Palabra de Dios puede llegar a producir en todas las
personas, como ocurre también hoy en la vida de tanta gente buena y
humilde que vive de acuerdo a la voluntad de Dios sin saber leer ni
conocer mucho de la Biblia.

La propia Regla del Carmen, a pesar de ser tan corta, tiene más de
cien citas y evocaciones de la Biblia. Toda ella fue hecha con frases
bíblicas. Los escritos de san Juan de la Cruz son como una continua
cita de la Escritura, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento;
Santa Teresa de Jesús siempre se quiso someter a lo que decía la
Biblia y en ella encontró fuerza y consuelo para su vida y para la
difícil empresa de sus fundaciones del nuevo Carmelo. Santa Teresa
de Lisieux confiesa que en determinadas ocasiones sólo el Evangelio
le servía de alimento. También muchas expresiones de Teresa de los
Andes revelan una gran inspiración bíblica. Lo mismo podría decirse
de Isabel de la Trinidad en relación con las cartas de san Pablo.

2.1 Leen la Biblia a partir de la vida

Los santos carmelitas han leído la Biblia a partir de su propia


experiencia humana y cristiana, la cual se vuelve para ellos verdadera
clave de lectura y puerta de entrada a la Biblia. Hay en ellos algo que
es anterior a la lectura del texto de la Escritura y que les marca e
influye radicalmente. Es la vida. Es la experiencia humana y cristiana
que ellos y ellas tienen de Dios en la vida. Es la amistad y la unión
con Dios que atraviesa todo su ser. Esta experiencia hace que
descubran en la Biblia un sentido y una luz que otros no logran hallar,
pues donde no existe esta experiencia de unión y de amistad con Dios
no se puede entrar en profundidad en la Biblia. Es como cuando dos
personas miran la fotografía de un mismo joven. Una de ellas es la
enamorada, la otra es simplemente una conocida. Las dos, mirando la
misma fotografía, descubren en ella sentidos muy diferentes y tienen
sentimientos distintos. La diferencia viene de la experiencia anterior
al contacto con la foto, diferente en cada una en relación al joven. De
la misma manera, la intimidad con Dios, cultivada por los santos y
santas carmelitas, creaba una familiaridad con la Palabra de Dios que
iba mucho más allá de las posibilidades que abre una simple
investigación literaria e histórica. Hacía que descubrieran luces y
sentidos nuevos y que percibieran la Palabra de Dios como una
palabra cercana y necesaria para la vida.

La lectura bíblica de los santos y santas del Carmelo ha sido siempre


“sapiencial”, es decir al contacto con la vida y para iluminar la vida a
la luz de la voluntad de Dios. De esta forma la Palabra de Dios les
comunicaba una “sabiduría de vida”. Y se cumplían las palabras de
Jesús: “Padre, yo te alabo porque escondiste estas cosas a los sabios y
entendidos y las revelaste a los pequeños” (Mt 11,25). Y las palabras
que se le dirigen a Timoteo: “Las Sagradas Letras tienen el poder de
comunicarte la sabiduría que conduce hacia la salvación por la fe en
Jesucristo” (2 Tim 3,15).

2.2 La Biblia es para ellos luz

Para los santos y santas del Carmelo la Biblia fue siempre como una
luz que les ayudó a entender y a iluminar los propios procesos y
experiencias espirituales, a través de la lectura sapiencial que hicieron
de la Escritura. Veían la Biblia como “la experiencia modelo”, el
paradigma del camino de la fe y de la forma de relacionarse del ser
humano con Dios. Les ayudaba a percibir, por ejemplo, que la
experiencia de la aparente ausencia de Dios y las vivencias dolorosas
de la vida formaban parte del camino del creyente. Un poco lo que
hizo Jesús con los discípulos en el camino de Emaús, cuando usó
precisamente la Biblia para mostrarles que la experiencia de la cruz
formaba parte de la palabra profética sobre el Mesías y que, por tanto,
no debía ser, motivo para perder la esperanza.

2.3 Con la Biblia explican su camino de fe

La Biblia ofreció a los santos y santas del Carmelo categorías,


imágenes y palabras que les permitieron expresar y describir sus
propios procesos interiores y sus experiencias de fe. De esta mutua
iluminación entre Biblia y experiencia de Dios en la vida nace una de
las características más bellas que encontramos en los escritos de los
santos carmelitas. Ellos usan palabras, esquemas, e imágenes bíblicas
para explicar y para contar sus propias experiencias espirituales. Por
ejemplo, en la Regla de san Alberto se propone un ideal de vida a la
luz de la experiencia de la primera comunidad cristiana de los Hechos
de los Apóstoles; pero muchas veces no se sabe si la Regla está
citando la Biblia o está expresando sus propias ideas sobre la vida
común. San Juan de la Cruz, por ejemplo, tiene en mente el éxodo de
Egipto, los dolores de Job o los sufrimientos del pueblo en el exilio
para explicar su doctrina sobre la noche oscura, o la vivencia amorosa
descrita en el Cantar de los Cantares para describir la unión del alma
con Dios. Otro ejemplo clásico es el de Santa Teresa de Jesús que se
sirve de muchos personajes bíblicos en una especie de tipología
bíblico–espiritual, para describir las diversas “moradas” en el Castillo
Interior; y que frecuentemente utiliza frases y experiencias bíblicas
para poder describir algo de su propia vivencia mística. Igualmente
Teresa de Lisieux que se sirve de imágenes y textos de la Escritura
para hablar, por ejemplo, de su vocación a ser “el amor en el corazón
de la Iglesi” o para exponer su doctrina sobre “el caminito”.

2.4 A partir de su propia experiencia tienen preferencias por


determinados libros, textos, personajes y acontecimientos de la Biblia

Ciertos esquemas bíblicos aparecen con mayor frecuencia en sus


escritos. Por ejemplo, el Exodo, Job, Jeremías, el Cantar de los
Cantares, los Salmos y los evangelios. Estas preferencias no siempre
son permanentes, ni tampoco excluyentes, ni hay que darles más
importancia de la que poseen. Son sólo un indicativo de las grandes
líneas de fuerza que han marcado la espiritualidad carmelitana a lo
largo de la historia. No hay que olvidar que fue curiosamente una
frase del libro de los Proverbios, la que ayudó a Teresa de Lisieux a
terminar de conformar su doctrina sobre su “caminito” espiritual. Lo
mismo habría que decir del himno a la caridad en 1 Cor 13 que le
ayuda a expresar su misión y su vocación a ser “el amor en el corazón
de la Iglesia”. Las preferencias dependen del momento que viven.
Pero no se puede negar tampoco que en los santos del Carmelo hay
una gran inclinación hacia los evangelios y los salmos, o que san Juan
de la Cruz tiene una gran predilección por el Antiguo Testamento
mientras que Teresita lo tiene claramente por el Nuevo.

3. Características de la interpretación bíblica de los santos del


Carmelo

3.1 Leen la Biblia en fidelidad a la Iglesia y dentro del gran contexto


de la gran tradición eclesial

Leyendo u oyendo la Biblia ellos son conscientes de estar frente a un


libro que no es suyo, sino de la Iglesia. San Juan de la Cruz, por
ejemplo, siempre insiste en que explicará sus poemas dentro de lo que
enseña la Iglesia. No lo dice simplemente por preocupación de
ortodoxia en una época en que la Inquisición era muy activa, sino
porque desea ubicarse dentro de la gran Tradición de la Iglesia, de la
cual recibe luz y fuerza, como un bombillo que ilumina porque está
conectado a la red doméstica de la electricidad. Cuando lee y explica
la Biblia, Juan de la Cruz quiere entrar en el gran río de la Tradición
eclesial que atraviesa los siglos. Santa Teresa también, cuando utiliza
la Biblia y la comenta se somete en todo a la doctrina de la Iglesia. En
síntesis, los santos y santas del Carmelo cuando leen la Biblia no
están solos, sino que se sienten unidos a los hermanos y hermanas que
antes de ellos intentaron “meditar la ley del Señor día y noche”, como
manda la Regla.

3.2 Interpretan la Biblia con libertad y creatividad

Los santos y santas carmelitas muestran una gran libertad y


creatividad en la interpretación de la Biblia, captando en ella un
sentido que va más allá de lo que les permitían los límites y los
condicionamientos históricos y eclesiales. Teresa de Jesús, por
ejemplo, hace referencia a las mujeres del evangelio y a su cercanía
con Jesús para hacer ver que éstas no deben ser excluidas de las
gracias espirituales, y exclama: “No aborrecisteis, Señor de mi alma,
cuando andábais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis
siempre... no como los jueces de este mundo, que –como son hijos de
Adán y, en fin, todos varones, no hay virtud de mujer que no tengan
por sospechosa...”. Y cuando le recuerdan el texto en que Pablo
manda que las mujeres callen en la iglesia (cf. Tit 2,5; 1 Cor 14,34),
recibe una palabra del que le dice: “Diles que no se sigan por sola una
parte de la Escritura, que miren otras, y que si podrán por ventura
atarme las manos”. Otro caso ejemplar es el de santa Teresita que, en
medio de una sociedad y una iglesia marcada por el rigorismo del
jansenismo, logra redescubrir en las páginas del evangelio el rostro
misericordioso de Dios.

3.3 Manifiestan una “obediencia profética” frente a estructurales


eclesiales de su tiempo

Obediencia profética quiere decir que hay que obedecer a Dios antes
que a los hombres. Si se obedece a los hombres no es por causa de los
hombres, sino a causa de la fe en Dios. Los santos y santas carmelitas,
muchas veces, con la ayuda de la Biblia, tuvieron el coraje de disentir
con algunas estructuras y prácticas de la iglesia de su tiempo. Teresa
de Jesús, por ejemplo, critica la vida religiosa de su tiempo y se
enfrenta a teólogos que no valoraban suficientemente la dimensión
humana de Jesús en el camino espiritual o negaban la pertinencia de
la oración mental para las mujeres. Y san Juan de la Cruz, guiado por
la Biblia, no ahorra críticas a los que en su tiempo buscaban
consuelos espirituales y visiones y descuidaban la esencia teologal del
camino de la fe.

3.4 Buscan siempre una lectura bien fundamentada de los textos


bíblicos

Una característica significativa de la lectura de los santos del Carmelo


ha sido su inclinación por un acercamiento crítico y serio a la Biblia.
Tanto cuando buscaban fundamentar el sentido espiritual de los textos
en el sentido literal de los mismos, como cuando apreciaban y
solicitaban la contribución de los llamados “letrados”, teólogos
estudiosos de la Biblia para que les iluminaran. Ellos nunca cayeron
en el engaño del “fundamentalismo” y superaron los límites de una
lectura meramente alegórica de la Escritura, que era tan común en su
época y que podía ser invocada para justificar cualquier teoría en
nombre de Dios.

Santa Teresa tiene una predilección especial por los estudiosos del
texto bíblico. Dice ella: “porque en la Sagrada Escritura que tratan ,
siempre hallan la verdad del buen espíritu”. Y por eso busca a los
teólogos que tienen “letras”, que conocen y estudian la Biblia, los
consulta y los recomienda a las personas de oración: “y aunque para
esto parece no son menester letras, mi opinión ha sido siempre y será
que cualquier cristiano procure tratar con quien las tenga buenas, si
puede, y mientras más, mejor”. No quiere espiritualidades
superficiales y engañosas, por eso busca a los estudiosos para que le
iluminen: “llegados a verdades de la Sagrada Escritura, hacemos lo
que debemos; de devociones a bobas nos libre Dios”. San Juan de la
Cruz, aunque muchas veces realiza interpretaciones alegóricas y
acomodaticias de los textos, demuestra conocer e interesarse por el
contexto literario de los pasajes. Y Santa Teresita de Lisieux, doctora
de la Iglesia, confiesa que le hubiera gustado estudiar hebreo y griego
para conocer las lenguas en las que Dios quiso hablar a los hombres.

3.5 El contexto litúrgico es para ellos un elemento constitutivo de su


interpretación bíblica

La Biblia la escuchan sobre todo en la liturgia. Es en el contexto


celebrativo de la fe en donde entran en contacto de forma privilegiada
con los textos de la Escritura. Este elemento aparece sobre todo en
María Magdalena de Pazzi y Teresa de los Andes. Esta dimensión
aparece en conexión con la centralidad de la Eucaristía de la que
habla la Regla.
3.6 Interpretan la Biblia desde una doble vertiente: la interioridad y la
comunidad

En la vida de los santos del Carmelo se nota una gran madurez


humana en la que sobresale el equilibrio entre la vida interior y la
vida comunitaria. La lectura de la Biblia que ellos han hecho les lleva
a una profunda experiencia de Dios y, al mismo tiempo, a un
compromiso comunitario y misionero en el amor. La Palabra de Dios
en el Carmelo ha sido siempre fuente y luz para la interioridad e
impulso y fuerza para la caridad concreta.

P. Carlos Mesters, o.carm.

P. Silvio José Báez, o.c.d.

San Juan, Puerto Rico, 1996.

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