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necesidad imperante
La autora propone tres medidas concretas para reducir los accidentes de tránsito:
impedirse la aplicación del principio de oportunidad para el delito de conducción en
estado de ebriedad, establecerse como única pena el de jornadas de trabajo
comunitario y, en caso de reincidencia, la cancelación definitiva de la licencia de
conducir.
Al 29 de agosto de este año, sólo en Lima se registraron 325 accidentes de tránsito, cifra que
supera en 6 por ciento a lo acontecido en el mismo período el año pasado. Estas cifras se
reflejan también en el número de procesos vinculados a tránsito que se tramitan en el Poder
Judicial, así, sólo el Juzgado Especializado de Tránsito y Seguridad Vial de la Corte Superior
de Justicia de Lima Norte, en un año y medio de funcionamiento, ha registrado más de 2000
ingresos, número elevado si lo comparamos con los ingresos anuales de los Juzgados
Penales de la misma Corte Superior.
Los procesos penales derivados de accidentes de tránsito nos presenta una realidad distinta a
la de los típicos casos penales; una de ellas es que en casi todos los casos los procesados
carecen de antecedentes penales; otra es que en muchos de ellos la víctima tiene
responsabilidad compartida en el suceso de tránsito. Asimismo, debido a que muchos
agraviados han quedado con alguna discapacidad pero manifiestan su deseo de rendir sus
declaraciones, acorde a las Reglas de Brasilia sobre acceso a la justicia (**), dichas diligencias
deben realizarse en el lugar donde se encuentran.
Uno de los delitos que conocen estos Juzgados es el de conducción en estado de ebriedad, el
cual es cometido principalmente por hombres jóvenes. Si bien a nivel fiscal los investigados
pueden acogerse a la aplicación del principio de oportunidad, lo que evita la judicialización del
proceso y por consiguiente impide el incremento de la carga procesal del juzgado, lo real es
que dicho procedimiento no garantiza que el investigado no vuelva a cometer otra vez el
mismo delito, esto es, de modo alguno cumple una función disuasiva, pues los investigados se
limitan a pagar una reparación civil y no reciben una sanción efectiva por la comisión de un
delito que pudo acarrear situaciones lamentables con heridos y muertos.