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RESUMEN. La intención de este artículo es des- ABSTRACT. The aim of this essay is to highlight
tacar la importancia de Cervantes en Arangu- the significance of Cervantes in Aranguren.
ren. El filósofo español interpreta el pensa- The Spanish philosopher makes sense of Qui-
miento del Quijote centrándose en la relevancia jote’s thinking, focusing on the hero’s rele-
del héroe y su importancia para la moral, como vance and his importance for the moral, as a
una referencia crítica y ejemplar en tiempos de critic and admonitory reference in times of cri-
crisis y desánimo como los de Cervantes y los sis and despondency, just like those of Cer-
nuestros. vantes and these of us.
Palabras clave: Aranguren; Cervantes; héroe; Key words:Aranguren; Cervantes; Hero; Mo-
crisis moral; entusiasmo; ironía; melancolía; ral Crisis; Enthusiasm; Irony; Melancholy;
utopía. Utopia.
“El hombre, ante el derrumbamiento de todo, puede quedarse a solas con su voz. No es mal
cimiento, para levantar un mundo nuevo, ese poco de aire movido
que es la palabra del hombre. Lo más noble y transparente, lo más hondo, lo más poderoso
que nosotros, hombres de carne y hueso, tenemos es también lo más
efímero y quebradizo, puro soplo y reflejo: mirada y voz.” (Aranguren, 6: 56).
c
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ORCID iD:http://orcid.org/0000-0001-6261-0582 jmpanea@us.es
Copyright: © 2017 CSIC. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia
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[Recibido: julio 2015 / Aceptado: octubre 2016] 657
ISEGORIA 57 N-5_Maquetación 1 6/11/17 11:39 Página 658
Cervantes que encontró cierto microclima teriormente referida del escritor lego. A.
favorable entre la Generación del 98, Castro cuestionaba la tesis de Menéndez
siendo Vida de Don Quijote y Sancho Pelayo de que Cervantes no habría tenido
(1905) de Miguel de Unamuno un claro ni tiempo ni afición para formarse otras
ejemplo. Luego vendría Américo Castro a ideas que no fueran, a lo sumo, vulgares y
aclararnos que ingenio lego hace referen- corrientes (Aranguren, 6: 322). Lo llama-
cia tan sólo a la persona que no es licen- tivo es que Aranguren no entra a valorar si
ciado o doctor por una universidad, obte- las ideas expuestas por Castro eran o no
niendo su formación por otros cauces no propiamente las de Cervantes, y hasta qué
académicos (García López, 2015: 12-16). punto comparte o no todas las ideas verti-
Pues bien, en medio de semejante con- das en su libro. Se limita a destacar la
texto, querríamos destacar la figura de enorme importancia de sus ideas para la
J.L. López Aranguren como lector de Cer- época moderna, algo que sí puede cole-
vantes, y preguntarnos por la actitud que girse a partir de la ruptura con el enfoque
encontramos en él respecto al genio uni- anterior que supuso dicha obra. Es la
versal y su obra. Será necesario que demos nueva perspectiva, de quien ve en Cer-
un breve rodeo, antes de entrar en nuestro vantes no un autor lego, sino a todo un in-
autor y su lectura de Cervantes, para así telectual, con independencia de las ideas
poder apreciar con más criterio su valiosa que podamos atribuirle, lo que resulta
aportación, no exenta de dificultades. Del atractivo a Aranguren. Y por eso, nos dirá,
mismo modo, dejamos formulada la pre- la obra de Castro marcó un nuevo hito en
gunta por el significado que pueda tener su el cervantismo.
acercamiento y su mirada sobre el Quijote, Pues bien, aquí radicará el interés que
significado en términos de actitud moral, justifica el acercamiento de Aranguren a
con la que Aranguren afrontaría también Cervantes: abordar el pensamiento de Cer-
su propia realidad y vida. vantes en el Quijote. Aranguren nos re-
Curiosamente, nos advierte Arangu- cordará, en primer lugar, la polémica en-
ren de que la primera obra en serio sobre tre quijotistas (entre los que se encuentra
Cervantes es la de Américo Castro, El Unamuno) y cervantistas (entre los que
pensamiento de Cervantes, datada en podría contarse al propio Aranguren): “Se-
1925. “Todo lo anterior era ‘cervantismo’, gún Unamuno, sería menester liberar, por
erudición en torno a la vida, en sus por- así decirlo, a don Quijote de Cervantes,
menores, de Cervantes, o investigación del sentido crítico que sujetaba el vuelo
filológica, en el viejo sentido de la palabra, quijotesco, y para eso escribió Vida de
de los textos cervantinos.” (Aranguren, 6: don Quijote y Sancho. Confieso que,
322). A partir de A. Castro se empezó a to- puesto en la disyuntiva, yo figuraría más
mar en serio al hombre de letras Miguel de bien entre los cervantistas que entre los
Cervantes. Obsérvese que Aranguren ha- quijotistas, pero, como ya he declarado,
bla expresamente del hombre de letras, me niego a tomar a don Quijote separado
por lo que considera que estamos ante un del discurso cervantino.” (Aranguren, 6:
estudio que trata de romper con la idea an- 323). Esta última conclusión es más im-
fundamental, y una perspectiva muy dis- dad. Cervantes-don Quijote, no. Cer-
tinta de la que, por ejemplo, vio la Gene- vantes vivió antes que nadie, probable-
ración del 98, en obras como Vida de Don mente, la conciencia de la decadencia
Quijote y Sancho (1905), de Unamuno que de España, del acabamiento de sus ha-
le negaba profundidad intelectual al dis- zañas. España no tenía nada que hacer
curso cómico. Sin embargo, Aranguren en el mundo, ya no había lugar para sus
sabe romper con este esquema interpreta- héroes, el mundo aparecía como ce-
tivo, otorgando a la ironía expresada en la rrado, impenetrable al heroísmo clá-
novela de Cervantes el mismo rango inte- sico. (…) En un mundo anti heroico,
lectual que la filosofía de Montaigne. despiadado y malo, convertido en tal
Pero, según nuestro filósofo, las dife- por responsabilidad de la sociedad, la
rencias con Montaigne son notables, y actitud picaresca es cínica, presenta el
aquí se nos presentaría la originalidad de cinismo como la única salida. Pero hay
la propia personalidad de Cervantes. Mon- otras, la evasión a un pasado ideali-
taigne tiene como pasión el autoconoci- zado como en el teatro de Lope de
miento, y aceptar lo que ve en el espejo de Vega; el ilusionismo, la tramoya, el
la autoconciencia. En cambio, en el Qui- gran espectáculo, el teatro barroco por
jote lo que importa no es la autoconcien- antonomasia; la evasión a un tras-
cia del héroe, sino el ánimo esforzado. mundo religioso en los escritores ascé-
Tal ánimo esforzado pretende ser la con- ticos de la época; el pesimismo total, la
testación o refutación del escepticismo desesperación de un Mateo Alemán, de
que se repliega en el autoconocimiento de un Quevedo, de un Gracián. La res-
Montaigne (Aranguren, 6: 326). Y en este puesta de Cervantes es muy otra. Pese
punto estaría, según Aranguren, el rasgo a que en el mundo exterior ya no quepa
esencial y diferenciador de Cervantes, realizar hazañas, éstas pueden seguirse
frente a otros autores de talla. Cervantes, cumpliendo. ¿Dónde? En el interior de
a pesar del mundo decadente que le tocó uno mismo. El proceso que se lleva a
vivir, a pesar de que en dicho universo ya cabo es el de la interiorización del he-
no había lugar para viejas formas de he- roísmo, el de su confinamiento en el
roísmo, aún se las componía para sacar ánimo esforzado, sin proyección exte-
fuerzas de flaqueza, y creer en el héroe in- rior en hazañas ya. Las hazañas podrán
terior: serle arrebatadas a don Quijote, pero el
ánimo esforzado nadie se lo puede qui-
“Montaigne es un pensador cansado - tar.” (Aranguren, 6: 326-327).
cansado de las guerras de religión-, que
trata de buscar una salida a viejas que- No cabe duda de que es éste uno de los
rellas que para él han perdido sentido. textos fundamentales de Aranguren sobre
Predicando con el ejemplo, se desen- su modo de entender a Cervantes. Inter-
tiende de la lucha, se refugia en ese pretación que cuadra perfectamente con la
jardín que va a cultivar mucho antes tesis sostenida por Martín de Riquer al
que Candide, que es su propia intimi- afirmar que el Quijote satiriza los libros de
el propio don Quijote: “La duda no ya en “En efecto, casi toda la segunda parte es
cuanto a la posibilidad de realizar sus concebida como un gran espectáculo, en
hazañas, no ya en cuanto a la existencia cuyo escenario se sitúa la figura central
de un mundo, escenario de posibles ha- de don Quijote. (…) En la primera,
zañas, sino hasta la de ser él mismo ca- donde don Quijote es libre y va a la
ballero andante verdadero, y armado aventura, no hay escenario, todo ocurre
para cumplirlas. Lo único que en el en el campo, en el camino, al aire libre y
fondo de esa duda queda es la nuda vo- cuando más en las posadas. Ahora, en la
luntad de quizás imposible realización.” segunda parte, don Quijote está verda-
(Aranguren, 6: 331). deramente enjaulado dentro de la socie-
La realidad transmuta, nos dirá Aran- dad y, con frecuencia, adaptado y
guren, al modo del “juego de reflejos” ajustado a un papel social. En una casa,
que aparece en Las Meninas y en Las Hi- la del Caballero del Verde Gabán, en el
landeras, porque también el Quijote de la palacio de los Duques, comportándose
segunda parte hablará del verdadero, del en su salón como un perfecto cortesano,
de la primera, frente al falso, el de Ave- y después exhibido como espectáculo en
llaneda. En suma, los personajes son re- Barcelona. Antes hablaba del juego de
tratados, se salen de sus retratos, y vuelven espejos y reflejos, pero este juego de es-
a entrar en ellos: “Todo esto, tan típica- pejos y reflejos se da mucho más en la
mente cervantino y tan moderno, es con- segunda que en la primera parte, evi-
secuencia de esa concepción transmutante, dentemente. Antes hablaba de la duda,
“encantada” de la realidad.” (Aranguren, pero esta duda se va apoderando progre-
6: 332). sivamente de don Quijote y se da mucho
Todo se transmuta, y como no podía más, claro, en la segunda parte. El tema
ser menos, también nuestro personaje. Y barroco del engaño y el desengaño com-
por ello mismo, sobre las relaciones en- parecen al final del libro, y la lucha por
tre la primera y la segunda parte, Aran- la fe en la vocación, que subsiste a pesar
guren insistirá en que ambas son muy di- de todo, es un tema teñido de drama-
ferentes, destacando con gran tino su tismo en la segunda parte, donde hay
rasgo esencial, a saber: en la primera, también pesimismo. Un pesimismo, di-
don Quijote sale a la aventura en busca gamos, estructural. Don Quijote es mo-
de aventuras, sin un itinerario trazado; en vido ya por los demás, en vez de hacerlo,
la segunda, sus aventuras no lo son pro- como al principio, espontáneamente.”
piamente, porque están precocinadas por (Aranguren, 6: 332-333).
los Duques, con lo que la aventura se de-
grada, convirtiéndose en mera bufonada Es éste, sin duda, otro texto fundamen-
y circo, reduciendo al valeroso caballero tal para comprender la tensión en la que
en risible cautivo, todo lo cual explicará Aranguren fija su mirada: la duda, el des-
el amargo pesimismo que irá inundando engaño, y, sin embargo, la fe, la permanen-
toda la triste comicidad de esta segunda te entrega a su vocación. Es una
parte: transformación que va en aumento. Por
ello, los cambios entre la primera y la jote. Por eso ese desdoblamiento, esa
segunda parte afectarán incluso a la susti- ironía doblada y desdoblada, esa doblez
tución del ideal moral por los consejos, y a cervantina, no en el sentido de lo que se
la aparición de temas nuevos, como el del pensaba en la época de El pensamiento
dinero, el de la sensualidad, o el de la fama. de Cervantes de Américo Castro, sino en
Para nuestro filósofo, don Quijote en la otro más profundo, metafísico y poético,
segunda parte está ya dentro del barroco, y no moral. (…) El don Quijote de la se-
Cervantes en la frontera (Aranguren, 6: gunda parte es ya, hasta cierto punto, un
333), siendo precisamente el carácter fron- hombre barroco. Cervantes no, porque
terizo de Cervantes lo que le salvaría del don Quijote nunca, en ningún momento
pesimismo. En este contexto, la ironía cer- fue Cervantes. Don Quijote es, ni más, ni
vantina será el último as que le quedará a la tampoco menos, el símbolo, el gran sím-
esperanza, frente al desánimo que irá apo- bolo creado por Cervantes. A través de él,
derándose progresivamente de don Quijote. en cierto modo con él, recorrió el destino
Y por ello Cervantes aún puede reírse, aun- dramático de la España de su tiempo y
que, lastimeramente, de don Quijote, como del hombre de todos los tiempos. Pero
en el episodio de la Cueva de Montesinos. supo tomar este destino “con filosofía”,
Cervantes, en la interpretación de Arangu- como decimos en castellano, es decir,
ren, aparecerá, pues, finalmente, como un con serenidad y sabiduría, penetradas de
gran maestro de la ironía, ejercida con cier- ironía. Ni se aferró al salvavidas de la
to distanciamiento, cercano al sereno espí- glorificación del pasado nacional, como
ritu de la filosofía, que no busca acomodo hizo Lope de Vega, ni cayó en el pesi-
en inexistentes pasados gloriosos, pero que mismo y desengaño de Mateo Alemán,
tampoco se deja arrastrar por el pesimismo de Quevedo, de Gracián, del que don
que irá empañando su hora presente: Quijote a la hora de la muerte está muy
cerca, ni finalmente en las fantasmago-
“Don Quijote está, en la segunda parte, rías escolástico-escenográficas de Cal-
dentro ya del barroco, y Cervantes en su derón. Por eso no está mal, creo, que
linde. Cervantes ha vivido la realidad quien escribe, estudioso de filosofía,
entera de la España de su época. Desde haya dado este giro filosófico a la inter-
la victoria de Lepanto hasta la derrota de pretación del libro que más filosofía y sa-
la Armada Invencible hubo un largo tre- biduría contiene, entre todos los españo-
cho y todo ese trecho lo recorrió él. (…) les, aun cuando su autor fuera menos
Sufrió en sí mismo la decadencia de Es- filosóficamente erudito que otros de
paña y la de sus propios sueños, pero no nuestros grandes autores clásicos.”
se identificó con esa decadencia. ¿Por (Aranguren, 6: 333-334).
qué? Cervantes no es don Quijote, don
Quijote no es Cervantes. Si Flaubert dijo: Don Quijote como símbolo. Don Qui-
“Madam Bobary soy yo”, Cervantes no jote no es Cervantes, claro, porque Cer-
habría podido decir eso de don Quijote. vantes incorpora a don Quijote, y es mu-
Cervantes no se identifica con don Qui- cho más. Es la voz –poética de la ficción-
Quijote. Porque tal vez nuestro filósofo alentado por el compromiso moral con un
encontrara ejemplarmente en don Miguel mundo más justo. Y pudiera ser que en ese
ese ánimo esforzado (más allá de idealis- “juego de espejos”, que se produce en el
mos y de realismos, pero también de ci- acercamiento de Aranguren a Cervantes,
nismos derrotistas y escepticismos deses- nuestro filósofo viera reflejado en la obra
peranzados), que hiciera las veces de luz de aquél su propio rostro de intelectual
y abrigo, tan necesarios en unos tiempos melancólico, teniendo que librar más de
de profundo vacío y desorientación, como una batalla no sólo contra el mundo, sino
los suyos y los nuestros. Melancolía re- contra la propia desmoralización, heroi-
sistente frente a desencanto; esperanza, camente comprometido siempre con su
aunque dolorida, frente a desmoraliza- inquebrantable vocación de intelectual, es
ción: quizá fuera éste el legado que quiso decir, con la sempiterna, aunque dolorosa,
transmitirnos, a propósito de Cervantes, o vocación utópica y nostálgica de su tarea.
con ocasión suya, el maestro Aranguren,
para unos tiempos como los de aquél, Bibliografía
como los del propio Aranguren y como los
nuestros, de profundo desánimo y crisis Aranguren, J.L., (1994-1996), Obras com-
(Cerezo, 1991: 80-106), de esperanzas e pletas, 6 vols. Madrid, Trotta. Ed. de F.
incertidumbres, donde cada día se hace Blázquez.
más necesaria la confianza en el valor de Bonete Perales, E., (1989), Aranguren: la éti-
lo que decimos y hacemos. Y tal vez ello ca entre la religión y la política, Tecnos,
explique, a su vez, el afán aranguniano de Madrid.
encontrar sereno y firme apoyo en el cer- Blázquez, F., (1994), José Luis L. Arangu-
vantino sentido de la ironía (por proble- ren, medio siglo de la historia de Espa-
mática que nos resulte), y en el valeroso ña, Ethos, Madrid.
ánimo esforzado de nuestro entrañable Cerezo, P., (1991), “J.L.L. Aranguren: re-
Caballero. formador moral en época de crisis”. Ma-
Y quizá también podamos ahora res- drid, Isegoría, nº3, pp. 80-106.
ponder a una de las preguntas que al co- Cerezo, P., (1997), “El giro kantiano en la Éti-
mienzo nos hacíamos, a saber, sobre el ca de J.L. Aranguren”, Madrid, Isegoría,
porqué del acercamiento de Aranguren a nº15, pp. 127-143.
Cervantes, y su preocupación por encon- Cerezo, P., (2007), “Cervantes y El Quijo-
trar aliento en él. Porque al fin y al cabo, te en la aurora de la razón vital.”, Madrid,
salvando las diferencias entre uno y otro, Revista de Occidente, nº 312, 5-34.
puede ser que Aranguren recorriera, en Cerezo, P., (2016), El Quijote y la aventu-
cierto modo, un camino personal similar al ra de la libertad. Madrid. Biblioteca Nue-
de Cervantes-Don Quijote: abandonó su va.
refugio interior de la posguerra para Canavaggio, J., (2003), Cervantes. En bus-
abrirse al mundo y, a partir de ahí, entre- ca del perfil perdido. Madrid, Espasa.
garse sin reparos a la aventura intelectual, Canavaggio, J., (2006), Don Quijote, del li-
con sus sabores y reveses, pero siempre bro al mito, Madrid, Espasa.
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