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LICENCIATURA EN NUTRICIÓN
TRABAJO N°2
I Parcial
TEMA:
Embarazo y VIH
ESTUDIANTES:
Jessica Zambrano
DOCENTE:
FECHA DE ENTREGA:
08-11-2017
CURSO
2017-2018
VIH y Embarazo.
El Virus de Inmunodeficiencia Humana o VIH son las siglas de un retrovirus RNA que ataca el sistema
inmune y causa el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). El VIH destruye gradualmente
la capacidad de luchar contra infecciones y ciertos tipos de cáncer [1].
Una vez que se encuentra en la sangre, el virus invade y destruye las células CD4. Las células CD4
son células importantes en el sistema inmunitario. Cuando estas células se destruyen, el organismo
tiene más dificultad para combatir enfermedades. El SIDA ocurre cuando la cantidad de células CD4
disminuye a tal nivel que la persona contrae enfermedades que el sistema inmunitario normalmente
puede combatir [2].
A nivel mundial, aproximadamente 35 millones de personas están infectadas con el VIH y casi la
mitad de ellas son mujeres. La gran mayoría de las mujeres que viven con el VIH se encuentran en
países con pocos recursos [3].
Las pruebas de VIH prenatales son esenciales para identificar a las mujeres infectadas por el VIH
que necesitan iniciar el tratamiento antirretroviral (ARV) tanto para disminuir el riesgo de transmisión
del VIH de madre a hijo (TMH) como para mejorar la salud materna [5]. Como parte de este proceso,
las mujeres que con resultados VIH negativos durante el examen prenatal pueden sentirse seguros
de que ni ellos ni sus bebés corren el riesgo de contraer el VIH. Sin embargo, el VIH puede adquirirse
durante el embarazo y el posparto y no se detectará a menos que se realicen pruebas de VIH
repetidas [5].
A pesar de las directrices que recomiendan repetir las pruebas de VIH durante el tercer trimestre o
en el momento del parto en entornos donde la epidemia de VIH se generaliza [6,7], rara vez se
implementan o documentan las pruebas repetidas. La falta de nuevas pruebas durante el embarazo
y posparto representa una oportunidad perdida para identificar mujeres que recientemente
adquirieron la infección por VIH y tienen un mayor riesgo de transmisión vertical debido a su alta
carga viral del VIH durante la infección incidental, y para iniciar ARV para la prevención del VIH
materno infantil transmisión (PTMI) entre las mujeres infectadas por el VIH que no tuvieron acceso
a la atención prenatal y no fueron evaluadas durante el embarazo.
Se recomienda que las mujeres embarazadas e infectadas con VIH reciban tratamiento. Se usan
muchas combinaciones de medicamentos para manejar las infecciones del VIH. Los medicamentos
contra el VIH reducen la cantidad del virus en el organismo [8].
El tratamiento durante el embarazo pretende lograr dos objetivos: 1) proteger su propia salud y 2)
ayudarle a no contagiar a su bebé con el VIH. Si ya toma medicamentos para tratar la infección del
VIH, debe seguir usando este tratamiento durante el embarazo. Es posible que la madre necesite
comenzar a recibir el tratamiento de inmediato o quizás esperar hasta que pase el primer trimestre
[9]. Es importante la toma de los medicamentos regularmente de la forma recetada. Caso contrario,
el virus podría volverse resistente al tratamiento. Si esto sucede, los medicamentos dejarán de
funcionar [9].
Los medicamentos que se usan para tratar la infección del VIH pueden causar efectos secundarios.
Algunos efectos secundarios comunes son náuseas, diarrea, dolores de cabeza y dolores
musculares. Otros efectos secundarios menos comunes son anemia, daño al hígado y problemas en
los huesos, como osteoporosis. Aunque ocurre con poca frecuencia, los medicamentos que se usan
para tratar el VIH pueden afectar al desarrollo del feto. Sin embargo, la probabilidad de contagiar al
bebé con el virus aumenta considerablemente si no toma los medicamentos [10].
Un estudio, publicado en Clinical Infectious Diseases, investiga si el hecho de que la madre esté
tomando medicación antirretroviral durante el embarazo afecta al nacimiento del niño. En particular,
se centra en el número de fetos muertos, niños prematuros, de poco peso para a edad gestacional
o recién nacidos muertos. Esta investigación se realizó en Bostwana en 33.184 mujeres, de las
cuales 9.504 (30%) estaban infectadas por VIH. Los hijos de las infectadas por VIH tuvieron más
riesgo de padecer problemas durante el embarazo o parto y, además, los niños de aquellas que
tomaban tratamiento antirretroviral desde antes o una vez comenzado en el embarazo, tuvieron más
problemas que los hijos de las que no tomaban tratamiento. Sin embargo, los hijos de aquellas
mujeres que tuvieron una cifra de linfocitos CD4 más baja también tuvieron más riesgo. Las
conclusiones de este estudio son que la infección por VIH constituye lo que se conoce como un
embarazo de riesgo y requiere, por tanto, un seguimiento especial. A pesar del riesgo que tuvieron
los hijos de madres que tomaron tratamiento antirretroviral, este fue muy inferior al riesgo de
infectarse por VIH de por vida en aquellos niños cuyas madres no tomaron tratamiento, lo que tiene
consecuencias aún más graves [11].
Por lo tanto, existe mayor probabilidad de afectación a nivel del feto, con otras deficiencias de la
madre, o con alguna otra patología, como deficiencia de ácido fólico, que podría causar defectos del
tubo neural, o una mujer con Diabetes, que podría tener un niño macrosómico, mientras que las
mujeres embarazadas con VIH, con un tratamiento antirretroviral adecuado, y buena educación y
cuidados respectivos según normativas, a la hora de la cesárea, y a la hora de alimentar a su bebe,
tiene más alta la probabilidad de tener un niño sano.
Bibliografía