Sei sulla pagina 1di 9

Las dos naturalezas –¡Te felicito, hijo mío!

, desde hoy eres


mayor de edad.
del creyente –Perdón –le contesta el joven– creo que
estás equivocado.
–¿Cómo dices? –pregunta el padre sor-
prendido.
G. Cutting –Bueno, por tres motivos. Primero, porque
1)
no siento que tenga los veintiún años . Se-
gundo, porque acabo de mirarme en el espe-
Capítulo 1 jo y estoy convencido de que no tengo
aspecto de tener esa edad. Y tercero, mu-
Hechos divinos, no sentimientos chos de mis amigos están convencidos de
que no tengo más de dieciocho o diecinueve
Los hechos divinos y nuestros años. ¿Cómo, pues, habré llegado a la ma-
sentimientos y experiencias yoría de edad? Mis amigos no lo creen, yo
mismo no lo siento, y no parece que los tu-
Desde el momento en que Dios establece viera.
un hecho en su Palabra, debemos creerlo y En tal caso, ¿qué hará el padre? Le mos-
aceptarlo, aun cuando nuestra razón no trará su registro de nacimiento; y si el padre
pueda comprenderlo, o aquello no concuer- no logra convencer a su hijo por lo que está
de con nuestra experiencia o nuestros sen- escrito en él, no lo conseguirá de ningún otro
timientos. Dios es su propio intérprete y, a modo.
su tiempo, aclarará todo al que paciente- Pero, dirá usted, ¿quién sería tan tonto
mente espera en él. Y aunque no lo haga, para pensar así? Pues bien, tenga cuidado
nuestro deber siempre es creer, puesto que de no cometer un disparate peor. Hoy día
Dios no se equivoca. multitudes de cristianos que profesan creer
Antes de empezar el tema, permítanme en Cristo argumentan de la misma manera,
expresar mi pensamiento por medio de un y esto en presencia de los hechos más evi-
ejemplo. En Juan 3:35-36 encontramos cua- dentes de la Palabra de Dios.
tro hechos positivos y establecidos por Dios: Mas si el testimonio del registro de naci-
1. “El Padre ama al Hijo”. miento basta para convencer al hijo de su
2. “Todas las cosas ha entregado en su ma- verdadera edad, no importan los sentimien-
no”. tos que él tenga a ese respecto. Con mayor
3. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”. razón, la “palabra que sale de la boca de
4. “El que rehúsa creer en el Hijo no verá la Dios” debe bastar para darnos la plena se-
vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. guridad de nuestra bendición eterna. En Ma-
Pues bien, lo repito, he aquí cuatro teo 4:4 Cristo relaciona estas dos
hechos que no son simples opiniones expresiones: “Escrito está” y “la boca de
humanas basadas en las experiencias per- Dios”. La fe siempre considera lo que está
sonales, sino hechos inalterables. La mane- escrito en la Biblia como viniendo de la boca
ra en que estas verdades hacen efecto al de Dios.
creerla es otro asunto, que depende de los
sentimientos individuales o de las experien-
cias personales.
La noticia de la entrada victoriosa de las Lo que Dios ha hecho
fuerzas armadas en la capital del país ad- Examinemos ahora los cuatro hechos de
verso producirá, sin duda, diferentes reac- Juan 3:35-36 mencionados anteriormente:
ciones en las personas de ambos países; el
hecho es el mismo, aunque afecte de dife- 1. “El Padre ama al Hijo”.
rente forma a la población. La noticia produ- –¿Cree usted este hecho?
ce una reacción personal, pero eso no –¡Pues, sí! –dirá usted– lo creo.
afecta ni cambia el hecho en sí. –Pero, ¿siente usted que el Padre ama al
Hijo?
Un joven que se apoya en sus senti- –No se trata de lo que yo piense o sienta
mientos –contestará usted–, tengo plena seguridad
de ello, porque la Palabra de Dios así lo di-
Veamos otro ejemplo. Un joven debe reci- ce. Éste es un hecho y lo creo como tal.
bir una gran fortuna; para ello la única con- 2. “Todas las cosas ha entregado en su
dición que se le exige es ser mayor de edad. mano”.
Una mañana el padre le dice:
–Sí –responde–, también lo creo firme- «Mi problema no es ése; no dudo, ni por
mente. un solo instante, que el creyente posea ac-
–Pero, ¿cree esto porque lo siente o por- tualmente la vida eterna; pero comparando
que ve que Dios ha puesto todas las cosas mi experiencia diaria con otras verdades
en las manos del Hijo? muy claras de la Palabra de Dios, dudo mu-
–Ni lo uno ni lo otro –responde usted– es- cho de que yo haya nacido de nuevo. En la
toy plenamente convencido de ello porque primera epístola de Juan, por ejemplo, hay
Dios lo declaró así. tres hechos absolutos que caracterizan al
Antes del tercer punto, veamos el cuarto: que es “nacido de Dios”, y por más que me
esfuerce, no logro cumplir ni con uno solo:
4. “El que rehúsa creer en el Hijo no verá 1. “Todo aquel que es nacido de Dios, no
la vida, sino que la ira de Dios está so- practica el pecado… y no puede pecar”
bre él”. (1 Juan 3:9).
Entonces le pregunto: –¿Cree usted que 2. “Lo que es nacido de Dios vence al mun-
la ira de Dios está sobre el incrédulo? Tal do” (1 Juan 5:4).
vez me responda afirmativamente. Pero su- 3. “El maligno no le toca” (1 Juan 5:18).
pongamos que el incrédulo no lo sienta.
–¡Ah! –exclamará usted– no por eso la ira Estos pasajes a menudo me dejan perple-
de Dios dejaría de estar sobre él. Siéntalo o jo, y hasta me alarman en vista de mis pro-
no, la verdad es la misma. Es un hecho que pias experiencias. Pues me veo obligado a
está en la Palabra, y “la Palabra del Dios confesar que:
nuestro permanece para siempre” (Isaías • Sí, puedo pecar, y de hecho, cometo
40:8). Pero yo no soy un incrédulo, verdade- pecados.
ramente creo en el Hijo de Dios. • En lugar de vencer al mundo, él constan-
Bien, entonces pasemos al tercer punto, temente me vence a mí.
que omitimos a propósito: • El enemigo sí que me toca, pues me de-
rrota sin cesar».
3. “El que cree en el Hijo tiene vida eter- Realmente, lo que le sucede no me sor-
na”. prende. Pero con el fin de animarle, permí-
En el versículo 33 leemos: “El que recibe tame decirle que los que están “muertos en
su testimonio, éste atestigua que Dios es sus pecados” jamás sienten semejante con-
veraz”. Por una parte, Dios ha dado un tes- flicto. Sólo los convertidos anhelan respon-
timonio claro con relación a su muy amado der a los pensamientos y a los deseos de
Hijo. Por otra, establece firmes hechos en Dios. El inconverso no quiere “el conoci-
relación con los que creen verdaderamente miento de sus caminos” (Job 21:14). Porque
en él. “no hay temor de Dios delante de sus ojos”
«Si solamente pudiera creer que soy sal- (Romanos 3:18).
vo, lo sería –decía una persona de edad–; Volvamos a nuestro tema. Usted acaba
pero todavía no tengo suficiente fe». de mencionar una imposibilidad: “El que es
Por muy humilde que parezca este len- nacido de Dios… no puede pecar”. Añadi-
guaje, no es el del Evangelio. Dios no dice: remos un segundo ejemplo: “Por cuanto el
«Si tienen suficiente fe para creer, tendrán ánimo carnal es enemistad contra Dios;
vida eterna». Esto sería hacer de nuestra fe pues no está sujeto a la ley de Dios, ni a la
un salvador y excluir a Cristo. Pero si creo verdad lo puede estar; y los que están en
en su Hijo, Dios declara en mi favor un sim- la carne no pueden agradar a Dios” (Ro-
ple hecho: que tengo vida eterna; por mi manos 8:7-8 V. M.). Fíjese bien en estas
parte, tan sólo me resta afirmar que “Dios es importantes oposiciones:
veraz”. • el que está “en la carne” (o, es “nacido de
Si la ira de Dios está sobre el incrédulo, lo la carne”) – “no puede agradar a Dios”
sienta o no, de igual forma el creyente tiene • el que es “nacido de Dios” – “no puede
vida eterna, lo crea o no. pecar”.
Nótese que en la Escritura la palabra car-
Lo que Dios establece y nuestras expe- ne tiene dos significados:
riencias 1. Se usa para hablar del cuerpo físico: “Dios
Muchos creyentes pasan por grandes an- fue manifestado en carne” (1 Timoteo
gustias porque continuamente están escu- 3:16). Pablo, escribiendo a los Colosen-
driñando sus propios corazones, pensando ses, dice: “Y para cuantos no han visto mi
encontrar en él la evidencia de su conver- rostro en la carne” (Colosenses 2:1, V. M.)
sión a Dios. Se puede que tal persona diga:

2
2. También se usa para hablar de la natura- Cuando los polluelos salieron del casca-
leza mala y caída de todos los descen- rón, la gallina fue madre de dos especies
dientes de Adán, la naturaleza muy distintas de seres (pollos y patos). Al
envenenada por el pecado que en ella comienzo no se inquietó mucho; pero un día
mora. Esta “carne” es fuente de todas las vio, muy espantada, cómo los patitos iban y
malas acciones que comete el hombre. se echaban en un estanque. Estaban tan
“Porque el deseo de la carne es contra el contentos con su primera excursión por el
Espíritu…” (Gálatas 5:17). agua que todos los cloqueos y apremiantes
llamados de la madre resultaron inútiles para
Dos naturalezas distintas en una misma hacerlos salir. Los pollos, por el contrario,
persona no mostraron el menor deseo de aventurar-
se en este elemento. Habrían sido muy des-
Cada ser humano nace con una naturale- graciados si se les hubiera obligado.
za mala, tan mala que Dios declara que le En este ejemplo encontramos dos natu-
es imposible someterse a Su santa ley. Ella ralezas muy distintas, con gustos e instintos
no puede “agradar a Dios”. “He aquí, en enteramente diferentes. El polluelo que salió
maldad he sido formado, y en pecado me del huevo de pata tenía la naturaleza de la
concibió mi madre”, dice el salmista David pata; y el que salió del huevo de gallina, la
(Salmo 51:5). naturaleza de la gallina, aunque los dos
Luego, en el momento en que nacemos fueron empollados en el mismo nido. Así
espiritualmente (el nuevo nacimiento), reci- pues, todas las campesinas del mundo,
bimos por la obra soberana del Espíritu San- aunque fuesen apoyadas por los científicos,
to, por medio de la Palabra (Juan 3:5; jamás lograrán cambiar la naturaleza de un
Santiago 1:18; 1 Pedro 1:23), una naturaleza pato por la de un pollo. El pato seguirá sien-
enteramente diferente, una “naturaleza divi- do pato, y el pollo, pollo.
na” (2 Pedro 1:4). El Señor lo declaró en Pues bien, las dos naturalezas en el cris-
pocas palabras a Nicodemo: “Lo que es na- tiano son mil veces más distintas. Esto se
cido de la carne, carne es; y lo que es naci- debe a la diferencia de su origen. Una viene
do del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). del hombre, este hombre perdido, culpable,
El creyente posee, pues, dos naturale- caído; la otra viene de Dios, caracterizado
zas: por la santidad de su naturaleza sin pecado.
1. La que es “nacida de la carne”, que por su Una es humana y contaminada, la otra es
misma esencia no puede agradar a Dios, divina y, por consiguiente, imposible de
y manchar. Así que todo mal pensamiento o
2. la que es “nacida del Espíritu”, la cual por acción impura de un creyente proviene de la
su misma naturaleza “no puede pecar, vieja naturaleza. En cambio, todo buen de-
porque es nacida de Dios”. seo, toda acción aprobada por Dios se origi-
En la epístola de Pablo a los Romanos, na en la nueva naturaleza.
capítulo 7, se habla claramente de estas dos Ciertamente usted recuerda el día en que
naturalezas, una al lado de la otra. Veamos, tuvo el deseo de retirarse a solas en su habi-
por ejemplo el último versículo: “Así que, yo tación para orar. Este deseo provenía de la
mismo con la mente (es decir, con el espíri- nueva naturaleza. No obstante, al estar de
tu renovado o la nueva naturaleza) sirvo a la rodillas quizás entró en su mente algún pen-
ley de Dios, mas con la carne (la vieja natu- samiento malo, distraído. Éste provenía de
raleza) a la ley del pecado”. Y otra vez en la vieja naturaleza.
los versículos 22-23: “Porque según el
hombre interior, me deleito en la ley de ¿Puede la nueva naturaleza mejorar a la
Dios; pero veo otra ley en mis miembros, vieja?
que se rebela contra la ley de mi mente…”.
Sólo existe una respuesta: Nada puede
Una ilustración doméstica mejorar a la carne. Se ha intentado hacerlo
de todas las maneras posibles, desde la
La siguiente historia nos podrá servir de caída de Adán en el Edén hasta la cruz de
ilustración: Una campesina que deseaba Cristo en el Calvario. Pero, ¿cuál ha sido el
tener patitos, puso a una gallina a empollar resultado? El hombre desobedeció volunta-
huevos de pata; después de una semana se riamente la santa ley de Dios, cuando Dios,
dio cuenta de que un enemigo de la clueca por ser justo, le pedía que le obedeciese. A
había destruido la mayor parte de los hue- su Hijo, quien en gracia vino a este mundo,
vos. Entonces decidió reemplazarlos por le mataron cruelmente.
huevos de gallina.

3
De hecho, la presencia de la vida divina, perdona jamás el pecado que mora en él.
en lugar de mejorar la vieja naturaleza, pone La única solución justa es condenarlo; sólo
de manifiesto la completa perversidad de la muerte puede liberar del pecado. Roma-
ella. Si usted le regala una chaqueta nueva a nos 8:3 lo muestra claramente: “Dios, en-
un mendigo, ésta, en vez de embellecer su viando a su Hijo en semejanza de carne de
chaleco, sólo pone de relieve cuan viejo es, pecado y a causa del pecado (es decir, co-
deshilachado y sucio. mo sacrificio por el pecado) condenó al pe-
–Bueno –dirá usted–, si mi vieja naturale- cado en la carne”.
za no puede ser perdonada, ni mejorada, Los primeros capítulos de la epístola a los
entonces surgen dos dificultades: Romanos hablan de la liberación de los pe-
1. ¿Cómo puedo ser librado de ella? cados. El último versículo del capítulo 4, por
2. ¿Cómo podré sujetarla a mí? ejemplo, habla de Cristo como quien fue
Al ocuparnos de estas dificultades, con- “entregado por nuestras transgresiones, y
viene que consideremos la importante dife- resucitado para nuestra justificación”. La
rencia que se halla en las Escrituras entre consecuencia bendita de este hecho es que
“el pecado en la carne” y “los pecados”. todos los que creemos en él somos perdo-
nados justamente, es decir, “justificados”, y
tenemos “paz con Dios” (cap. 5:1). Luego, el
Capítulo 2 capítulo 6 trata un asunto del todo diferente:
la redención del pecado. “Porque el que ha
Dos naturalezas en pelea muerto, ha sido justificado del pecado” (v. 7).
“El pecado” y “los pecados”
El leproso de Levítico 14 y Naamán
El principio malo, que existe en nosotros
por naturaleza, con frecuencia es llamado Usted podrá formarse una idea de la dife-
sencillamente “el pecado”, mientras que las rencia entre la liberación de los pecados y
acciones, palabras y los pensamientos ma- la redención del pecado al comparar la puri-
los resultados de esta naturaleza corrompi- ficación del leproso como está descrita en
da, son llamados “los pecados”. Nótese esta Levítico 14:1-7, con la de Naamán, igual-
distinción hecha en 1 Juan 1:8-9: “Si deci- mente leproso, en 2 Reyes 5:10-14.
mos que no tenemos pecado, nos engaña- En el primer pasaje, la pobre persona le-
mos a nosotros mismos…” y: “Si prosa, totalmente incapaz de hacer algo
confesamos nuestros pecados, él es fiel y para purificarse a sí misma, debía estarse
justo para perdonar nuestros pecados”. Esta quieta, viendo todo lo que el sacerdote hacía
distinción es de suma importancia, porque si por ella. La avecilla “viva y limpia” era baña-
la Escritura nos enseña que Dios perdona da en la sangre de la avecilla que había sido
nuestras acciones pecaminosas (es decir, degollada, luego el sacerdote la soltaba por
nuestros pecados) por el derramamiento de los campos. El leproso inmundo veía pues a
la sangre de Cristo, también nos enseña que alguien “limpio” descender a la muerte por
Dios jamás perdona el pecado en la carne él. Luego, el sustituto, mojado en la sangre,
(la naturaleza pecadora), sino que lo “con- se iba volando, y el leproso era declarado
dena” o lo juzga. Me explicaré: limpio por boca del sacerdote.
Supongamos que usted tiene un hijo de Asimismo, “Cristo padeció una sola vez
temperamento natural violento. Un día el por los pecados, el justo por los injustos,
muchacho, en un arrebato de cólera, echa para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18). Por
un libro a su hermano y rompe la ventana. consiguiente, ninguna mancha se halla so-
Luego se arrepiente, confiesa su mala ac- bre nosotros, no hay ninguna acusación co-
ción y usted le perdona. Pero, ¿qué piensa ntra los que creemos en él. “La sangre de
del mal genio que le ha impulsado a cometer Jesucristo su Hijo nos limpia de todo peca-
este acto? ¿Lo perdonará? ¡Imposible! Us- do” (1 Juan 1:7). En Cristo “es justificado (de
ted lo odia, lo condena por completo; lo haría todas las cosas) todo aquel que cree”
desaparecer si pudiera. (Hechos 13:39).
Pues bien, en este ejemplo el mal genio Pasemos ahora al caso del leproso Naa-
(aunque no sea más que uno de los rasgos mán. Aquí no vemos que alguien descienda
de la vieja naturaleza) corresponde al peca- a la muerte por él; es necesario que él mis-
do que mora en nosotros, en tanto que las mo se sumerja en el Jordán, figura de la
malas acciones (herir al hermano y romper muerte. No me extenderé sobre el resultado
el cristal) corresponden más bien a los pe- de ello; basta con observar que, en figura,
cados. Así, aunque Dios perdona liberal- todo lo que él había sido como leproso, des-
mente los pecados del creyente, no apareció en las aguas del Jordán. Así que

4
las Escrituras no solamente nos enseñan que fue resucitado de entre los muertos” (V.
que Cristo descendió a la muerte por el cre- M.).
yente, sino también que el creyente mismo, Como creyentes, hemos entrado en una
como Naamán, entró en la muerte. “Habéis posición enteramente nueva. Aquel que so-
muerto” (Colosenses 3:3). brellevó nuestra condenación, habiendo sido
Sin embargo, notemos de paso que hay hecho pecado por nosotros en la cruz, está
una gran diferencia entre nuestra liberación ahora resucitado de la muerte. Dios nos ve
y la de Naamán. Él fue librado de la presen- “en él”; somos “hechos justicia de Dios en él”
cia de la lepra, mientras que nosotros nunca (2 Corintios 5:21). Por consiguiente estamos
seremos librados de la actual presencia del al abrigo de la condenación.
pecado que mora en nosotros. Sólo seremos
librados cuando salgamos de este mundo, “El pecado que mora en mí”, ¿impide mi
ya sea que pasemos por la muerte o que el comunión con Dios?
Señor venga por nosotros.
Vemos pues que todo lo que somos por Alguien podría preguntar: ¿Cómo es posi-
naturaleza, como también todo lo que hemos ble que la misma presencia de algo tan malo
hecho, ya ha sido juzgado en la cruz. El que como lo es la carne no sea un impedimento
llevó allí nuestra condenación dijo: “Consu- para la comunión del creyente con Dios?
mado es”. ¿Quién, pues, nos condenará? Procuraré explicar esto por medio de otro
Mejor dicho: ¿Queda algo por condenar? ejemplo:
Nada. Si Satanás nos presenta nuestros Un niño que acaba de regresar del bos-
pecados, no intentaremos negárselos, ni que entra en la habitación donde está su
excusarlos; sencillamente responderemos padre y pone sobre la mesa unas bayas. El
por la fe: “Cristo murió por nuestros peca- padre enseguida las reconoce, las condena
dos” (1 Corintios 15:13). Y si procura turbar- como siendo un terrible veneno y ordena
nos a causa de nuestra naturaleza que las tire inmediatamente. Si el hijo confía
pecaminosa, con fe contestaremos: “Yo en su padre y considera que esos frutos del
también he muerto”. bosque son peligrosos, la sola presencia
del mal fruto no habrá causado la menor
¿Creer que estamos muertos con Cristo ruptura de comunión entre el padre y el hijo.
o sentirlo? Pero si, engañado por la hermosa apariencia
de estos frutos, el hijo se niega a aceptar la
Esta es una dificultad práctica para mu- sentencia de su padre y trata de conservar
chas personas. Una vez oí a un creyente las bayas, se pone en desacuerdo con su
orar con insistencia pidiendo a Dios que le padre y pierde la comunión con él. Además
hiciera sentir que él estaba muerto con Cris- si se atreve a probarlas, sufrirá las conse-
to. ¿Acaso Dios nos habla de sentir que es- cuencias. No obstante, si más tarde él reco-
tamos muertos? ¡Lejos de esto! Él nos dice: noce su error y confiesa humildemente su
“Consideraos muertos al pecado, pero terquedad, recuperará la comunión perdida.
vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos Cuando el creyente descubre que el pe-
6:11). cado aún mora en él y que la vieja naturale-
Tenemos que creer que estamos muertos za es peor que nunca, puede tomar partido
con Cristo, sencillamente porque así lo dice con Dios contra ella en lugar de intentar me-
Dios, y no porque lo sintamos, pues nunca lo jorarla inútilmente. Entonces considera al
sentiremos. Dios mismo nos dice que a sus pecado como un enemigo mortal del que
ojos así es, y quiere que lo creamos tan siempre debe cuidarse y al que jamás debe
sencillamente como creemos en el hecho de tolerar. Sabe que Dios lo condenó por com-
que Cristo murió por nuestros pecados. Dios pleto en la cruz de Cristo, y por consiguiente
cuenta la muerte de nuestro sustituto como él mismo también lo condena. Se considera
si fuera la nuestra, y los cálculos de la fe como muerto al pecado, mas “vivo para Dios
siempre están de acuerdo con los de Dios. en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
En la cruz nuestra antigua condición de
hijos del Adán caído se acabó ante Dios; o ¿Espera Dios algo bueno de la carne?
como dice la Escritura: “Sabiendo esto, que
nuestro viejo hombre fue crucificado jun- Qué consolación saber que Dios no espe-
tamente con él” (v. 6) y ahora nos hallamos ra de la carne nada bueno, sino que la puso
en relación de vida con el postrer Adán, de lado para siempre como una cosa mala e
Cristo resucitado; o, dicho como en Roma- incurable y nos pide que hagamos lo mismo.
nos 7:4, somos “de otro, a saber, de Aquel Ella ya no tiene ningún derecho legítimo so-
bre nosotros. No somos más deudores a la

5
carne “para que vivamos conforme a la car- y en la obediencia a su Palabra (Romanos
ne” (Romanos 8:12). Aunque nuestra res- 7:22). Pero uno descubre que también per-
ponsabilidad es vigilar para no dejarla obrar, manecen los instintos y deseos de un carác-
Dios, por medio de la muerte y la resurrec- ter del todo opuesto, es decir, los que son
ción de Cristo, nos permite considerarla co- propios de la vieja naturaleza. Así la Palabra
mo no teniendo lugar alguno en nuestra nos enseña que hay “las cosas de la carne”
nueva condición ante él. La cruz de Cristo y “las cosas del Espíritu” (Romanos 8:5). Los
rompió para siempre el lazo que nos unía al gustos y anhelos de estas dos naturalezas
primer Adán, caído, y el Espíritu Santo trajo están en absoluta oposición.
a nuestras almas la vida del postrer Adán, Pero, el verdadero problema que turba al
resucitado. recién convertido es que no logra que la
Dios no nos considera ni nos ve “en la carne sea conforme a lo que, según la Pa-
carne”, sino “en el Espíritu”; ante él, la única labra de Dios, un alma nacido de nuevo
vida que ahora poseemos es la vida de Cris- debería ser. Y aunque se deleite en la ley,
to. De manera que el apóstol podía decir: ella no le da ninguna fuerza. En otras pala-
“He sido crucificado con Cristo; sin embargo bras, intenta cumplir algo que Dios declara
vivo; mas no ya yo, sino que Cristo vive en que es del todo imposible, es decir, intenta
mí; y aquella vida que ahora vivo en la car- sujetar la carne a Su santa ley (cap. 8:7-8).
ne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual Comprueba que la carne con toda fuerza
me amó, y se dio a sí mismo por mí” (Gála- quiere ocuparse de las cosas de la carne,
tas 2:20, V. M.) que en sí misma es enemistad contra la ley
de Dios e incluso contra Dios mismo.
Ya que las cosas son así, cuanto más uno
se esfuerce por lograr este imposible, tanto
Capítulo 3
más grande será su desamparo. En efecto,
La victoria de la nueva naturaleza aplicar la ley a la carne, intentando así poder
dominarla, no produce otra cosa que eviden-
¿Cuál es el secreto de nuestro poder? ciar cada vez más su desesperada iniqui-
Recordemos la historia de la gallina y de dad. Si usted echa agua a la cal viva, en
su nidada de patitos. Su desesperación re- lugar de enfriarla, evidencia el fuego que ella
presenta el estado de alma de un gran nú- oculta. Lo mismo pasa con la carne; aplique
mero de creyentes. ¿A qué se debía la usted la ley de Dios y sólo logrará que se
angustia de la pobre gallina? Sencillamente manifieste “la enemistad” que la carne ence-
a la imposibilidad de cambiar los patitos en rraba ya anteriormente. “Porque por medio
lo que según su instinto polluelos de gallina de la ley es el conocimiento del pecado”
debían ser. Además, se volvieron cada vez (Romanos 3:20). Si bien es cierto que el
más cabezudos; cuanto más crecían, más creyente posee la nueva naturaleza que
estaban deseosos de echarse al agua. Es “quiere hacer el bien”, se da cuenta de que
cierto que algunas veces iban a descansar el mal está en él (cap. 7:21). Tan sólo viene
debajo de las alas de la gallina; entonces la liberación cuando reconoce que de nada
ella se imaginaba quizás que por fin había sirve luchar y, apartando la mirada de sí
ganado la victoria, que había logrado mejo- mismo, exclama: “¡Miserable de mí! ¿quién
rarlos. Pero, ¡ay!, las decepciones continua- me librará?” En este momento puede dar
ban; ellos iban de mal en peor. Un día, gracias a Dios por Jesucristo (cap. 7:24-25).
cuando la campesina oyó el angustioso ca- Ha aprendido lo que cada hijo de Dios de-
careo, mandó a su hija para impedir que los be aprender para experimentar la verdadera
patitos se echaran en el estanque, porque liberación:
veía que la inquietud de la gallina por ellos 1. “la carne” es una cosa sin valor alguno, en
perjudicaba seriamente el cuidado de los ella no mora el bien, ni tampoco se la
otros polluelos. puede mejorar (cap. 7:18; 8:7);
Al instante, la presencia de la niña produjo 2. aun en la nueva naturaleza, con sus exce-
un verdadero sosiego en la pobre gallina, lentes deseos, no existe poder eficaz, ni
pues, aunque no lograba mejorar las incli- para hacer el bien, ni para evitar el mal.
naciones de los pequeños vagabundos, aho-
ra contaba con un poder para controlarlos. El Espíritu Santo es el único poder de la
¿Qué nos enseña este ejemplo en cuanto nueva vida
a las preguntas que nos preocupan? Todo el ¡Alabado sea Dios!, él mismo nos ha pro-
que ha nacido del Espíritu de Dios posee visto de este poder en la Persona del Espíri-
instintos propios de la nueva naturaleza. tu Santo. El Espíritu de Dios hace más que
Estos instintos se deleitan en la ley de Dios

6
dar vida a un pecador muerto; también es el 1. Hace falta descubrir por experiencia pro-
poder de esta nueva vida. El Espíritu Santo pia que en nosotros mismos no tenemos
–como persona distinta– viene a hacer mo- ningún poder.
rada en el recién convertido. Lo sella para 2. Solamente en la absoluta dependencia de
“el día de la redención”, es decir, de la re- Cristo el poder del Espíritu se hace efecti-
dención del cuerpo (Efesios 1:13 y 4:30). vo en nosotros. Podemos decir que nues-
(Véase Romanos 8:9-16 y las palabras del tro poder está en la debilidad que se
Señor en Juan 14:17). Según 1 Corintios aferra a Cristo.
6:19-20, el cuerpo del creyente viene a ser Pero –preguntará usted–, si la naturaleza
“templo del Espíritu Santo”. No se pertenece mala sigue estando presente en la persona
más a sí mismo, porque ha sido “comprado convertida, siempre lista a imponerse, ¿có-
por precio”. mo puede decir la Palabra que cualquiera
que es nacido de Dios no peca?
Bajo una dirección enteramente nueva De hecho, hemos leído en 1 Juan 3:9 que:

Hace unos meses vi el siguiente anuncio “Todo aquel que es nacido de Dios… no
al frente de un gran edificio que parecía ser puede pecar”
un hotel: «Esta casa se abrirá de nuevo al
público en breve, bajo una dirección entera- Observemos que con el “no puede pecar”
mente nueva». Supuse que dicho hotel no se trata de una cosa extraordinaria que
había cambiado de dueño y que éste había sólo se realiza en unas pocas personas que,
puesto un nuevo director. El anuncio me hizo como se dice, «tienen fe por ello». Esta
pensar en el pasaje que acabamos de citar afirmación abarca a todos los que han naci-
(1 Corintios 6:19-20). La casa era la misma do de nuevo: “Todo aquel que es nacido de
de antes; las ventanas, las puertas, la chi- Dios…”
menea y las habitaciones tampoco habían –Pero –dirá usted– lo que declara este
cambiado; pero había un nuevo propietario y versículo parece contradecir completamente
por consiguiente también «una dirección lo que experimento en mí mismo, o lo que
enteramente nueva». veo en otros.
Sucede igual con el creyente: sigue sien- Efectivamente, pero miremos, con ora-
do el mismo individuo, con las mismas facul- ción, las cosas un poco más de cerca. Ten-
tades que antes de su conversión; quizás gamos siempre en cuenta que el primer
sigue haciendo el mismo oficio; las mismas paso para comprender la Palabra de Dios es
circunstancias sociales le rodean, pero ha creerla: “Por la fe entendemos” (Hebreos
pasado a ser propiedad personal de otro. Es 11:3).
“de Cristo”, y como tal ahora está bajo una Citaré un ejemplo muy usado por un sier-
«dirección enteramente nueva». Esto quiere vo de Dios que ahora está con el Señor: el
decir que el Espíritu Santo entra en su cuer- del injerto de un buen manzano en un man-
po, hace allí su morada para en lo sucesivo zano silvestre. Sin duda, usted sabe que
«gobernar la casa» de acuerdo a los princi- esta operación empieza «decapitando» el
pios celestiales. manzano silvestre y dejándole sólo el tronco;
¡Qué inmensa bendición! En ello está la luego, cuidadosamente se hace una hendi-
fuerza del creyente para toda actividad se- dura en la corteza en la que se introduce un
gún Dios. Aquí está su poder para resistir a pequeño tallo cortado en un manzano bue-
la carne, a fin de hacer “morir las obras de la no. Se lo protege con una capa de resina o
carne” (Romanos 8:13). Otra vez recorde- de arcilla colocada alrededor de la juntura y
mos la hija de la campesina: se opuso a la se le deja crecer y desarrollar durante la
propia voluntad (las inclinaciones naturales) primavera y el verano.
de los patitos, por lo que la gallina logró con- Trasladémonos en pensamiento al huerto
trolarlos. En Gálatas 5:17 se nos dice: “El en donde el árbol en cuestión ha sido trans-
deseo de la carne es contra el Espíritu, y el plantado, y hablemos con el cultivador:
del Espíritu es contra la carne; y estos se –¿Cómo llama usted este árbol? –le pre-
oponen entre sí, para que no hagáis lo que guntamos.
quisiereis”. Debemos tener mucho cuidado –Un manzano –nos contesta sencillamen-
en no “contristar” al que ha venido para te.
«tomar la dirección», o sea, al Espíritu Santo –Pero, este árbol ha sido injertado. ¿Por
de Dios, “con el cual fuisteis sellados para el qué no dice usted que es en parte manzano
día de la redención” (Efesios 4:30). silvestre y en parte manzano bueno?
Recordemos dos cosas importantes en re- –A ningún agricultor se le ocurriría decir
lación con el poder: algo semejante. Es verdad, antes era un

7
manzano silvestre en el bosque; pero ahora hijos de Dios; por esto el mundo no nos co-
es un buen manzano en el huerto. Es el noce, porque no le conoció a él” (cap. 3:1).
mismo árbol, pero al ser decapitado, su his- No obstante, aunque el apóstol habla de
toria como manzano silvestre terminó. Y a la naturaleza divina de una manera abstrac-
partir del momento en que el injerto empezó ta y absoluta, no por eso ignora la existen-
a dar señales de vida, su nueva historia co- cia de la naturaleza pecadora en el
mo buen manzano también comenzó. creyente. Así en 1 Juan 1:8 dice: “Si deci-
–Pero, ¿sigue produciendo este árbol mos que no tenemos pecado, nos enga-
manzanas silvestres? ñamos a nosotros mismos, y la verdad no
–¡No!, y aún más, no puede. Tan imposi- está en nosotros”. Luego, en 1 Juan 2:1, se
ble es que el buen manzano produzca man- nos exhorta a no pecar; pero si caemos en
zanas silvestres, como que el manzano pecado, tenemos a un Abogado junto al Pa-
silvestre produzca buenas manzanas. dre, Jesucristo el Justo, quien nos hace vol-
–¿Quiere usted decir con esto que en este ver a encontrar la comunión con el Padre, y
árbol ya no hay absolutamente nada de la así reconocer, como hijos suyos extraviados,
naturaleza del manzano silvestre? nuestra locura y confesar nuestros pecados.
–No, claro que no, pero afirmo que todo lo Tenemos, además, en 1 Juan 1:9, la se-
que es del silvestre ha sido completamente guridad consoladora que “si confesamos
condenado como tal. Y si diera señales de nuestros pecados, él (Dios) es fiel y justo
vida echando retoños del tronco viejo, inme- para perdonar nuestros pecados, y limpiar-
diatamente los cortaría y no perdonaría el nos de toda maldad”. ¿Por qué se dice que
más pequeño retoño. es “fiel y justo”? Al perdonar los pecados del
El manzano silvestre representa a un que los confiesa, Dios se muestra “fiel y jus-
hombre en su estado natural, antes de to” con respecto a la obra cumplida por Su
haber nacido de Dios. A su segundo naci- Hijo: Jesucristo el Justo nos hizo plena justi-
miento, una nueva naturaleza, semejante a cia una vez para siempre, cuando derramó
la del injerto del buen manzano, es produci- su preciosa sangre en la cruz.
da en él por el Espíritu y la Palabra.
En sus epístolas, el apóstol Juan conside- Liberación de la antigua posición en
ra las cosas por lo general de una manera Adán
muy categórica. Así como el agricultor afir-
maba que el árbol era un buen manzano, el En las epístolas de Pablo, el Espíritu San-
apóstol Juan considera al creyente sólo en to nos presenta la completa liberación del
relación con la nueva naturaleza, con la na- creyente de su antigua posición en Adán, y
turaleza divina que posee al haber nacido de nos da a conocer su nueva posición: com-
Dios. Entonces, así como es imposible que pletamente justificado y perfectamente acep-
un manzano injertado lleve frutos silvestres, tado en Cristo. Nos enseña que, aunque
(y esto, porque es un manzano bueno), realmente existen dos naturalezas diferentes
igualmente es imposible que el que es naci- en el creyente, éste tiene el privilegio de dar
do de Dios practique el pecado. “La simien- por terminada, una vez para siempre, su
te de Dios permanece en él; y no puede antigua posición de «manzano silvestre».
pecar, porque es nacido de Dios” (1 Juan Así es, judicialmente ante Dios, porque en la
3:9). ¿Cómo podría pecar una naturaleza cruz, él “condenó al pecado en la carne”
divina? (Romanos 8:3) en la persona de su propio
De hecho, esta naturaleza divina fue la Hijo. El Espíritu nos enseña además que
que Cristo manifestó en el feliz curso de su nuestro viejo hombre fue crucificado con
vida terrenal. Por eso, él no pecó. ¿Cómo Cristo, que hemos sido desvestidos entera-
hubiera podido pecar? Él venció al mundo. mente del “cuerpo de la carne” (Colosenses
El maligno no podía tocarle. “Viene el prínci- 2:11, V. M.) y que ya no somos considera-
pe de este mundo, y él nada tiene en mí” dos como estando “en la carne”. Por eso el
(Juan 14:30). Ahora bien, como ya lo hemos apóstol puede hablar del tiempo en que nos
visto, estas mismas cosas son atribuidas a hallábamos en la carne, y afirma sencilla-
los que han nacido de Dios, de tal forma que mente: “Vosotros… no estáis en la carne,
el apóstol puede decir: “Cosa que es verda- sino en el espíritu” (Romanos 7:5; 8:9, V.
dera en él (Cristo) y en vosotros” (1 Juan M.). Esto se puede comparar con el árbol
2:8, V. M.). que, si pudiera hablar, diría: “Yo no he per-
¡Qué maravilloso! Bien podemos exclamar dido mi individualidad como árbol, pero
en santa adoración: “Mirad cuál amor nos ha mientras que en el pasado yo era un man-
dado el Padre, para que seamos llamados zano silvestre ahora soy un manzano bueno
y puedo fructificar en el huerto”.

8
Dios desea que no nos consideremos más No obstante, e insistimos en ello, jamás
en relación a la vida condenada del primer debemos permitir que la mano del Padre en
Adán, sino a la vida de resurrección de Cris- gobierno (o disciplina) menoscabe nuestra
to, el postrer Adán. “Habéis muerto, y vues- confianza en el amor del corazón del Padre.
tra vida está escondida con Cristo en Dios”
(Colosenses 3:3). “Ahora, pues, ninguna La disciplina del Padre
condenación hay para los que están en Cris-
to Jesús” (Romanos 8:1). Aunque sea un asunto distinto al que este
folleto pretende presentar, quiero decir unas
¿Qué naturaleza satisfacer? palabras respecto al gobierno del Padre so-
bre nosotros, sus amados hijos en Cristo y
Hemos visto la convivencia de dos natura- por Cristo. En su insondable amor por noso-
lezas que, debido a su diferencia de origen, tros, el Padre se ve en el deber de castigar-
tienen gustos completamente distintos; exis- nos y azotarnos a menudo. Pero, si lo hace,
ten, pues, “las cosas de la carne” y “las co- lo hace “para lo que nos es provechoso,
sas del “Espíritu” (v. 5). No olvidemos que para que participemos de su santidad”
estas dos naturalezas reclaman a diario ser (Hebreos 12:10).
satisfechas, conforme a sus respectivas ne- De esta manera somos llevados a hacer
cesidades. Tomemos un ejemplo de la natu- morir lo terrenal en nosotros (Colosenses
raleza: Observe estos dos pajarillos en un 3:5-7). Porque si la carne se manifiesta, ne-
2)
nido de gorriones. Uno es un cuclillo que, gamos de un modo práctico lo que somos en
apenas roto el cascarón, grita: “Denme de Cristo ante Dios. Dejar obrar la carne es tan
comer”; el segundo, un pequeño gorrión, malo como dejar sin cortar los retoños que
hace lo mismo. Igual sucede con las dos brotan en el viejo tronco del manzano injer-
naturalezas: ambas piden de comer. La sola tado; éstos pondrían en peligro su injerto. De
diferencia es que los dos pajaritos de distin- la misma manera, si dejamos obrar la carne,
tas especies se nutren con el mismo alimen- no podremos manifestar la nueva naturaleza
to, mientras que en el creyente, lo que nutre que está en nosotros.
la vieja naturaleza no tiene ningún valor nu- Si no nos juzgamos a nosotros mismos y
tritivo para la nueva, y lo que es alimenticio no condenamos todo lo que en nosotros sea
para la nueva, repugna absolutamente la contra Dios, el Padre tendrá que hacerlo,
vieja. porque nos ama y nos quiere vivos en el
Por eso se nos exhorta en Romanos Espíritu.
13:14: “No proveáis para los deseos de la ¡Que nos sea concedido el ser caracteri-
carne”; y en 1 Pedro 2:11: “Que os absten- zados por una conciencia más sensible y por
gáis de los deseos carnales que batallan una mayor desconfianza de nuestra vieja
contra el alma”. Por otro lado se nos anima: naturaleza! ¡Que el Señor sea cada vez más
“Desead, como niños recién nacidos, la le- nuestro alimento diario y su preciosa Pala-
che espiritual no adulterada, para que por bra de vida sea nuestra delicia!
ella crezcáis…” (v. 2).
Velemos, pues, como centinelas alertos, y
sometemos al siguiente test todo lo que
hagamos, digamos, leamos y pensemos: Notas
Esta cosa, ¿será alimento para la nueva 1) Edad de la mayoría; ésta varía según el país.
naturaleza o hará prosperar a la carne? 2) Ave europea, poco menor que una tórtola. La
¡Cuántas dificultades serían resueltas por hembra suele poner uno o más huevos suyos en
esta simple pregunta! No dejemos entrar los nidos de otras aves. Estas últimas nutren al
nada de lo que nutre a la carne. El apóstol pajarillo extraño al mismo tiempo que los suyos.
Pedro nos advierte que son los deseos car-
nales los que “batallan contra el alma”. No
olvidemos que el que “siembra para la car-
ne”, y el que “siembra para el Espíritu”, re-
cogerán ya en esta vida (aquí no se trata de © Ediciones Bíblicas – 1166 Perroy (Switzerland/Suiza)
la eterna salvación del alma) los frutos co- Autor: G. Cutting – ISBN 978-2-88208-077-6
rrespondientes a su siembra. “Pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también sega- Se autoriza sacar fotocopias de este folleto
rá” (Gálatas 6:7). Por lo tanto, si sembramos para uso o difusión personal. En este caso,
para la carne, lo único que podemos esperar utilizarlo en su integralidad, sin cambios y
es segar la corrupción (v. 8). dejando este aviso.

Potrebbero piacerti anche