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MUJERES PERUANAS
EL OTRO LADO DE
LA HISTORIA
LIBRERÍA EDITORIAL
“MINERVA” MIRAFLORES
Lima, Perú, 2002
Mujeres Peruanas. El otro lado de la historia
Primera Edición, octubre 1985
Segunda Edición, marzo 1986
Tercera Edición, agosto 1995
ISBN 9972-9264-2-7
Hecho el Depósito Legal Nº 1501412002-4623
A mi hijo
César Ernesto Moncloa
Índice
Bibliografía 233
Prólogo
Michelle Perrot
Profesora Emérita de la Universidad París 7
Co-directora de la Historia de las Mujeres de Occidente1
14 Sherry B. Ortner. “Is Female to Male as Nature is to Culture?”. En: Michelle Zimbalist
Rosaldo y Louise Lamphere. Stanford. Woman, Culture, and Society. University Press,
1974.
15 Lerner, ob. cit., p. 312.
16 Claude Levi Strauss. The Elementary Structures of Kinship. Boston: 1969, p. 115.
17 Millones, ob. cit., p. 20.
18 Jacob J. Bachofen. Mith, Religion, and Mother Right. Princeton: Princeton University
Press, 1967.
19 Lewis Morgan. Ancient Society. Cleveland: World Publishing Co., 1963.
20 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
La Venus de Frías
De la fase temprana de la alfarería de Pandanche, Wayrajirka-
Tutishcainio y Ancón-Curayacu, en los Andes Centrales perua-
nos, solo ha perdurado hasta la fecha una figura de mujer de pie
con las manos sobre el vientre posible representación de la fer-
tilidad. En la arquitectura ceremonial de ese período que se de-
sarrolló en Kotosh, en las tierras altas de Huanuco, no hay nin-
guna representación femenina en el complejo religioso confor-
mado por el Templo Blanco, el Templo de las Manos Cruzadas y
el Templo de Nichitos. Dos esculturas de manos cruzadas en el
templo del mismo nombre: una con la mano derecha cruzada
sobre la izquierda y la otra con la mano izquierda sobre la dere-
cha, ha sido interpretada como expresión de dualidad, de tan
frecuente uso en la zona andina. La cosmovisión dual, “es una
forma de ver el mundo que implica entenderlo como compuesto
por una multitud de parejas de opuestos. Desde la tierra hasta
las aldeas, pasando por el cuerpo humano, los animales y las
plantas se entiende que todo tiene dentro principios que luchan
entre sí y que, a la vez, se complementan ya que la existencia
de cualquiera de ellos es condición para la existencia del otro.
Esta multitud de oposiciones binarias consiguen, en conjunto,
un equilibrio dentro del cual la vida es posible. El equilibrio no
29 Roberto Lleras Pérez. “La geografía del género en las figuras votivas de la Cordillera
Oriental”. En: Boletín Museo del Oro, No. 47, Bogotá, 2000.
24 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
30 Walter Alva. “Orfebrería del Formativo”. En: José Antonio Lavalle. Oro del Antiguo Perú.
Lima: Banco de Crédito del Perú, 1999, p. 86.
26 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
41 Paul Rivet. “Les langues de l’ancient Diocèses de Trujillo”. En: Journal de la Société des
Américanistes, Nouvelle Série, Tomo XXXVIII, Paris, 1949, p. 14.
42 Ibíd., p. 14.
43 María Rostworowski. La mujer en la época prehispánica. Lima: Instituto de Estudios
Peruanos. 1988, p. 5, 3ª Edición.
44 Guadalupe Rivera Marín. “La mujer en la sociedad prehispánica en el Altiplano Central
de México”. Simposio Internacional La Mujer en la Historia de América Latina, Lima,
agosto de 1997.
45 Un conjunto arquitectónico con seis tumbas, en una de las cuales se encontró una
finísima corona de oro con representación de felinos.
La mujer en las culturas del Antiguo Perú 33
46 Esta práctica con algunas variaciones también se observó en el Imperio Incaico hasta que
en 1552 fue prohibida por los españoles.
34 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
Capítulo II
2 Franklin Pease. Los Incas. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1994, pp. 16-17.
3 Irene Silverblatt. Luna, Sol y Brujas. Género y clases en los Andes prehispánicos y
coloniales. Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 1990.
La mujer en el Imperio de los Incas 43
4 Felipe Guaman Poma de Ayala. Nueva Corónica y Buen Gobierno. México: Fondo de
Cultura Económica, 1993, I Tomo, p. 96.
5 Fray Buenaventura de Salinas y Córdova. Memorial de las Historias del Nuevo Mundo Piru.
Lima: Colección Clásicos Peruanos. Volumen I, 1957, p. 14.
44 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
10 John Murra. Formaciones económicas y políticas del mundo andino. Lima: Instituto de
Estudios Peruanos, 1975, p. 146.
11 Lucía Rojas de Perdomo. Cocina prehispánica. Comentarios a la cocina de las altas
culturas prehispánicas: Azteca, Inca y Muisca. Bogotá: Editorial Voluntad, 1994, p. 130.
12 Pedro Cieza de León. Segunda parte de la crónica del Perú, que trata del Señorío de los
Incas Yupanquis. Madrid: Imprenta M. Gínez Hernández, 1880, p. 19.
13 Fray Bartolomé de las Casas. Las antiguas gentes del Perú. Lima: Colección de libros y
documentos referentes a la Historia del Perú. Tomo IX, 1939, p. 8.
46 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
17 William H. Prescott. Historia de la Conquista del Perú. México: Colección Ideas, Letras y
Vida. Compañía General de Ediciones S.A., 1968, p. 21 (4ª Edición).
18 Juan de Diez de Betanzos. Suma y narración de los Incas. Versión y estudio preliminar
de María del Carmen Martín Rubio. Madrid: Ediciones Atlas, 1987, p. 78.
19 La panaca designa a un grupo unido por lazos de parentesco de la nobleza.
20 María Rostworowski. Estructuras andinas de poder. Lima: Instituto de Estudios Perua-
nos, 1983.
21 Pablo Macera. “La Mujer en la Historia del Perú”. Primer Seminario Nacional de la Mujer
e Historia en el Perú. Lima, 1984.
48 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
32 Guaman Poma, ob. cit. La relación de las Coyas aparece entre las páginas 96 y 111.
52 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
34 Elinor G. Burkett. “Las mujeres indígenas y la sociedad blanca: El caso del Perú del siglo
XVI”. En, Asunción Lavrin. Las mujeres Latinoamericanas. Perspectivas Históricas. Méxi-
co: Fondo de Cultura Económica, 1985, p.126.
35 El liderazgo de las capullanas se habría prolongado durante muchos años. Un documento
de 1905, trata de la demanda que entabló Francisca Mesocoñera, ante Francisco Montalvo,
Protector General de Naturales, contra la legitimidad del título de Cacique de Narigualá
que ostentaba Francisco Mesocoñera, posiblemente su hermano. Durante el juicio varios
testigos declararon que había sido costumbre en el repartimiento de Narigualá y en otras
provincias que las capullanas heredaran los cacicazgos. Así, “en el pueblo de Colán,
gobernó doña Luisa; en Sechura, doña Isabel; en Catacaos doña Leonor; y en las demás
partes y desde tiempos antiguos las capullanas heredaban los cacicazgos”. Francisca
Mesocoñera ganó el juicio y el cacicazgo de Narigualá, pero al casarse con Juan Temoche
perdió este derecho (Ver: María Rostworowski. Curacas y sucesiones Costa Norte. Lima:
IEP, 1961, p.31).
56 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
36 Gail Silverman. El tejido andino: un libro de sabiduría. Lima: Fondo Editorial Banco
Central de Reserva del Perú, 1994.
37 Isabel Iriarte. “Las túnicas incas en la pintura colonial”. En: Henrique Urbano (compilador).
Mito y simbolismo en los Andes. Cusco: Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé
de Las Casas, 1993, p.53.
La mujer en el Imperio de los Incas 57
38 Francisco Stastny. “El arte de la nobleza inca y la identidad andina”. Urbano, ob.cit., p. 137.
39 Murra, ob. cit., p. 146.
40 Bartolomé de las Casas, ob. cit., p. 41.
41 Arturo Jiménez Borja. “Textilería peruana”. En: José Antonio de Lavalle, Rosario de
Lavalle. Tejidos milenarios del Perú. Lima: Integra AFP, 1999, pp. 18-20.
58 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
reales. Las Huyrur Aclla, que preparaban la chicha para los sa-
crificios y los alimentos destinados a las fiestas religiosas. Las
Taki Aclla, que enseñaban a cantar y tocar flautas y tamboriles.
Las Wiñachikucc Aclla, que ingresaban a los cinco años de edad
para aprender a hilar y tejer ropa fina destinada a los ídolos. Y,
por último, las Mamakunas, mujeres que a partir de los 50 años
se encargaban de la enseñanza del arte textil.
Las acllas debían de permanecer vírgenes, no así las otras
mujeres. La castidad ni fue fomentada ni sacralizada; por el con-
trario, según Arriaga, cuando un indio le solicitó que lo casara,
el hermano de la novia se opuso porque nunca se habían cono-
cido ni juntado:
“Otro abuso es muy común entre todos los indios hoy en
día, que antes de casarse se han de conocer primero, y
juntarse algunas vezes”42.
No era fácil el ingreso a los Acllawuasis. Anualmente en todo
el imperio se seleccionaba a las jóvenes nobles más bellas que
habían llegado a la pubertad. Al entrar al Acllawuasi les asigna-
ban rentas en especies, una servidora, y les cortaban una parte
de los cabellos dejándole otra en la frente y en las sienes. Al
finalizar el ciclo de estudios que duraba tres años se efectuaba
una selección definitiva. Muchas regresaban a sus hogares, y
otras escogían el culto religioso o eran destinadas al Inca. En-
tonces eran lujosamente ataviadas de blanco, y no volvían a salir
del templo sino cuando eran trasladadas a algún santuario,
acompañadas por un séquito de servidoras y guardias. Cuando
el Inca quería disminuir el número de sus mujeres, las acllas
regresaban a sus hogares donde se las mantenía con lujo y po-
dían unirse a otro hombre. Pero si el Inca moría, las mujeres se
quedaban para siempre “sirviendo y dando de comer cada día al
Inca muerto como si estuviese vivo”43.
54 “Luna, reina y madre nuestra/ Por la bondad de tus aguas/ Por el amor de tus lluvias/ /
El más triste de tus hijos/ A tus pies está gimiendo”. Jesús Lara. La poesía quechua.
Bolivia: Universidad San Simón de Cochabamba, 1947, p.164.
66 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
po”, por lo que la mataron. Pero desde ese momento todos los
hombres necesitaron y desearon sus hojas.
El culto a Pachamama, fue un acto cotidiano de oración. Ado-
raban la tierra, y solían poner en medio de sus chacras una
piedra para orar allí, y mientras sembraban hablaban con ella
para pedirle frutos y le daban de beber chicha. “Entre los Incas
la tierra fue denominada en dos sentidos diferentes: como jallpa,
tierra objetiva que se puede ver y palpar, y pacha, que tiene un
sentido más amplio y abstracto, difícil de traducir, pues signifi-
ca la tierra, el mundo animado, como totalidad”56.
“Todos también adoraban a la tierra, a la cual nombraban
Pachamama, que quiere decir, la madre tierra; y solían
poner en medio de sus heredades y chácaras, en honra
desta diosa y como ara o estatua della, una piedra luenga,
para hacerle allí oración e invocarla, pidiéndole les guar-
dase y fertilizase sus chácaras; y cuando una heredad era
más fértil, tanto mayor el respeto que le tenían”57.
Pero mientras la Pachamama personificaba la fertilidad y las
fuerzas creadoras de la tierra, Illapa, el rayo, era el complemen-
to masculino dador de lluvia y asociado al poder. Los hombres
atendían su oratorio en la cima de las montañas, y las mujeres
se ocupaban del culto a la tierra, maíz, agua, papas; es decir, de
las deidades que representaban los poderes femeninos de la crea-
ción.
El cielo y la tierra formaban un todo unido, y en esa perspec-
tiva todo estaba relacionado con la naturaleza, los ciclos agríco-
las, las ceremonias, mitos, fiestas y símbolos. En concordancia,
el culto a la Pachamama no era un asunto aislado del extraordi-
nario sistema agrícola conformado por andenes, “sobre una se-
rie de planos superpuestos: la tierra del cerro, la tierra llevada
de otra parte, piedras, tierra vegetal encima, todo esto formando
la maceta, lo que ofrecía el paso de corrientes de aire favorables
al desarrollo de la planta58. Así, el sentido mágico de las creen-
blanco
75
Capítulo III
3 Philomena Gebran. “La mujer ínca en la crónica de Guaman Poma de Ayala”. Segundo
Simposio Internacional La Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL, Lima,
octubre del 2000.
4 Silverblatt, ob.cit., p. 81.
5 Luis Millones. Historia y poder en los andes centrales. Madrid: Alianza Editorial, 1987,
p. 166.
La conquista: ¿Un drama sólo de hombres? 77
6 Elinor G. Burkett. “Las mujeres indígenas y la sociedad blanca: El caso del Perú del
siglo XVI”. En: Asunción Lavrin. Las mujeres Latinoamericanas. Perspectivas Históricas.
México: Fondo de Cultura Económica, 1985, p.128.
7 Juan José Vega. “La prostitución en el Perú: un producto de la conquista española”.
Segundo Simposio Internacional La Mujer en la Historia de América Latina, CEMHAL,
Lima, octubre del 2000.
78 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
8 Cristóbal de Molina. Destrucción del Perú. Colección: Los Pequeños Grandes Libros de
la Historia Americana. Serie I, T. VI.
9 Vega, ob. cit.
10 Fray Buenaventura Salinas y Córdoba. Memorias de las Historias del Nuevo Mundo Piru.
Lima: Colección Clásicos Peruanos. Volumen I, 1957.
La conquista: ¿Un drama sólo de hombres? 79
14 Claudio Sánchez Albornoz. “La mujer española hace 1000 años”. En: Revista “En Améri-
ca”. No. 18. Madrid, 1943.
15 Ema Serra Santana. “Mito y realidad de la emigración femenina española al nuevo mundo
en el siglo XVI”. En: Femmes de Amériques. Travaux de L’Université de Toulouse-Le
Miral, 1986, p. 32.
La conquista: ¿Un drama sólo de hombres? 81
19 Titu Cusi Yupanki. Relación de la conquista del Perú. Lima: Colección Clásicos Perua-
nos, 1973, pp. 66-67.
La conquista: ¿Un drama sólo de hombres? 83
29 Martín de Lucenay. Las leyes y el sexo. Madrid: Editorial Fénix, 1957, p. 14.
30 Frank Griese. Herejías católicas. p. 27.
La conquista: ¿Un drama sólo de hombres? 87
32 Ricardo Palma. Tradiciones Peruanas. Tomo VI. Anales de la Inquisición, citado por
Santos García S.J. en La Inquisición en el Perú. p. 84.
33 César Guardia Mayorga. ¿Quién es don Felipe Guamán Poma de Ayala?. Lima: Ediciones
EPASA, 1980, p. 24.
La conquista: ¿Un drama sólo de hombres? 89
6 Felipe Barreda Laos. La vida intelectual del virreinato del Perú. Lima: Universidad Nacio-
nal Mayor de San Marcos, 1964, p. 203.
7 María Eugenia Chaves. “Una esclava va a la escuela: Poder, saber y género a fines del
siglo XVIII”. En: América Latina: ¿Y las mujeres qué?. Suecia: Red Haina, Instituto Ibero-
americano. Universidad de Gotemburgo, 1998, p. 127.
8 Nancy E. van Deusen. “Determinando los limites de la virtud”. En: Mujeres y Género,
ob.cit., p.47.
94 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
9 Fray Martín de Córdova. Jardín de nobles doncellas. Madrid: Colección Joyas Bibliográ-
ficas, 1953.
10 Fray Fernando de Talavera. De cómo se ha de ordenar el tiempo para que sea bien
expendido. Madrid: Nueva Biblioteca de Autores Españoles. Casa Editorial Bailly Balliére,
1911, Vol. 16, p.93.
Mujer: Sociedad y Cultura en el Perú Virreinal 95
11 Juan Luis Vives. Instrucción de la mujer cristiana. Buenos Aires: Editorial Espasa-
Calpe, 1940.
12 Fray Luis de León. La perfecta casada. México: Editorial Porrúa, 1970.
13 Tribunal de la Santa Inquisición. Fundaciones. Legajo 152. “Visitas del Colegio de Niñas
Expósitas”. Revista del Archivo Nacional.
96 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
16 Johanna S.R. Mendelson. “La prensa femenina: la opinión de las mujeres en los periódi-
cos de la colonia en la América española: 1790-1810”. En: Asunción Lavrin. La Mujer
Latinoamericana. Perspectivas Histórica”. México: Fondo de Cultura Económica, 1985, p.
243.
17 María Emma Mannarelli. “Jerarquías sociales y cultura afectiva en Lima colonial”. Simpo-
sio Internacional La Mujer en la Historia de América Latina, Lima, agosto de 1997.
18 Además, el índice de analfabetismo femenino en la colonia era muy alto.
98 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
La familia colonial
En la colonia, la educación destinada a la mujer formaba parte
del engranaje de una sociedad que la concebía como un ser inferior
y subordinado al hombre. Los límites impuestos provenían también
28 Josefa Amar y Borbón. Discurso sobre la educación física y moral de las mujeres.
Madrid: Imprenta de D. Benito Cano, 1790.
29 José Joaquín Fernández Lizardi. La Quijotita y su prima. México: Editorial Porrúa, 1967.
Mujer: Sociedad y Cultura en el Perú Virreinal 101
37 Pablo Macera. “Sexo y coloniaje”. En: Trabajos de Historia. Lima: Instituto Nacional de
Cultura, Vol. III. 1974, p. 316.
104 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
38 Luis Alberto Sánchez. La Perricholi. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
1963, p. 67.
105
Capítulo V
Resistencia y defensa
5 Fray Buenaventura de Salinas y Córdova. Memorial de las Historias del Nuevo Mundo.
Lima: Colección clásicos peruanos. Volumen I. 1957.
6 José Bonilla Amado. La revolución de Tupac Amaru. Lima: Ediciones Nuevo Mundo, 1971,
p. 65.
108 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
17 Ibíd., p. 12.
18 Ibíd., p. 12.
114 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
19 Ibíd., p. 44.
20 Ibíd., p. 60.
La lucha por la independencia 115
La derrota
Se producen deserciones, varios traidores cumplen su co-
metido y finalmente el poderío del ejército español se impone.
Tupac Amaru es derrotado en Sallca. Micaela recibe un mensa-
je secreto y parte con sus tres hijos y varios familiares por el
camino de Livitaca donde es emboscada, traicionada por Ventu-
ra Landaeta, ansioso de la pensión vitalicia y la cuantiosa re-
compensa ofrecida. La llevan amarrada con sogas y cadenas al
Cusco.
El 21 de abril de 1781 se inició el juicio contra Micaela
Bastidas ante el Juez Benito de la Mata Linares del Consejo de
Su Majestad, Oidor de la Real Audiencia de Lima. El primero en
declarar fue Francisco Molina, quien según carta de Eusebio
Balza, Sargento Mayor de las Milicias de Tucumán al Supremo
34 Ibíd., p. 57.
35 Ibíd., pp. 98-99.
La lucha por la independencia 121
1780:
“Se les advierte a dicho común de mis indios y españoles,
no hagan daño ni perjuicio el menor, así en los ganados,
casas y chacras de los vecinos por donde transitasen (...)
porque no vamos a hacer daño a los paisanos, sino tan
sólo a quitar los abusos de repartimiento y demás cargas
que teníamos, y nos amenazaban los corregidores y euro-
peos (...) Todo lo que se guardará y cumplirá sin falta en lo
menor; y al que contraviniese, se le castigará en público
cadalso, sin que le valga excusa ni pretexto. Y para que
ninguno alegue ignorancia, y llegue a noticia de todos,
mando que, después de publicado este bando se fije en la
puerta de mi casa de Tungasuca”40.
El 22 abril, Micaela Bastidas se enfrenta al Juez Mata
Linares, que valiéndose de una serie de engaños intenta que
confiese su culpa y delate a otros combatientes. Pero ella evade
respuestas comprometedoras, niega cargos, no se contradice y
evita inculpar a sus compañeros de lucha. Los únicos nombres
que proporciona son de aquellos que los habían traicionado; tam-
bién protege a los sacerdotes Antonio López de Sosa y Ildefonso
Bejarano, que después fueron desterrados y encerrados en el
convento de San Francisco de Cádiz. Tampoco se quiebra en
presencia de Tupac Amaru cuando ambos tienen que compare-
cer ante el Tribunal. No existen lamentos ni súplicas. Micaela
sabe bien que ha llegado el final. Poco después el Visitador
Arreche dicta sentencia:
“Por complicidad en la Rebelión premeditada y ejecutada
por Tupac Amaru, auxiliándolo en cuanto ha podido, dando
las órdenes más vigorosas y fuertes, para juntar gente,
con destino de enviarla a éste y a sus demás capitanes
que sostenían sus viles ideas, invadiendo las provincias
para sujetarlas a su obediencia, condenando al último
suplicio al que no obedecía las órdenes suyas o de su ma-
rido, siendo causa de muchas muertes, de las que se glo-
riaba cuando tenía noticia, cuya alegría demostraba pú-
43 Ibíd., p. 109.
44 Ibíd., p. 152.
45 Ibíd., p. 152.
La lucha por la independencia 125
Cacicas y caudillas
Bartolina y Gregoria dan varias vueltas a la plaza,
sufriendo en silencio las pedradas y las risas de
quienes se burlan de ellas por ser reinas de los in-
dios, hasta que llega la hora de la horca. Sus cabe-
zas y sus manos, manda la sentencia, serán
paseadas por los pueblos de la región. El sol, el vie-
jo sol, también asiste a la ceremonia.
Eduardo Galeano
Desde la conquista hasta la insurrección de Tupac Amaru,
la mujer indígena combatió permanentemente. Participó en las
sublevaciones, fue enlace, reclutadora de rebeldes, espía en las
casas, proveedora de alimentos. Por ello, el poder español no
demuestra sorpresa en ningún documento ante su significati-
va presencia en el movimiento de Tupac Amaru.
Tomasa Titu Condemayta, la famosa Cacica de Acos (Quispi-
canchis, Cusco), demostró un carácter firme y decidido. Fue
quizá la única que se opuso a Micaela Bastidas en su decisión
de marchar al Cusco, y dirigió una brigada de mujeres que de-
fendió con éxito el puente Pilpinto (provincia de Paruro) de las
47 Judith Prieto de Zegarra. Así hicieron las mujeres el Perú. Lima: 1965.
La lucha por la independencia 127
La independencia
Aunque la gesta de Tupac Amaru fue derrotada, produjo un
mayor radio de influencia de la lucha anticolonial, pero a partir
de entonces los mestizos y criollos se colocaron a la vanguardia
de la lucha independentista.
En lucha por la independencia del yugo español existen tam-
bién ejemplos de presencia femenina en otros países de Amé-
rica Latina. Tal el caso del Alto Perú, cuando el 27 de mayo de
1812, Goyeneche entró al frente del ejército español a
Cochabamba. Las mujeres se alzaron conducidas por una an-
ciana que había visto de niña un brazo de su abuelo sobre un
palo de la Coronilla de San Sebastián y, un año después, pre-
senció el descuartizamiento de su padre Nicolás Flores.
La Abuela, como la llamaban, era una anciana ciega, de ca-
bellos blancos y rostro moreno que condujo a hombres, mujeres
y niños hasta la Coronilla, un cerro desde el cual se domina el
valle de Cochabamba. Allí, el combate fue desigual: un pueblo
casi desarmado se enfrentó al bien equipado ejército español.
Vencidos los patriotas, los españoles dominaron el cerro. Allí
encontraron:
“...un montón de muertos, cañones de estaño desmonta-
dos, medio fundidos, y, sentada en la cureña de uno de
ellos, teniendo a dos niños exánimes a sus pies, una an-
ciana ciega. “¡De rodillas, vamos a ver como rezan las bru-
jas!”, dijo uno de los soldados apuntando el fusil. La ancia-
na dirigió de aquel lado sus ojos sin luz, recogió en el hue-
co de su mano la sangre que brotaba de su pecho y la arro-
jó a la cara del soldado antes de recibir la gracia que la
Capítulo VI
1 Manuel Vicente Villarán. Páginas Escogidas. Lima: Talleres Gráficos Villanueva, 1962, p.
350.
2 Alberto Varillas Montenegro. La literatura peruana del siglo XIX. Lima: Pontificia Univer-
sidad Católica, 1992, p. 236.
132 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
3 Elvira García y García. La mujer peruana a través de la historia. Lima: Imprenta Americana,
1924. Tomo II, p. 498.
4 Luis Miguel Glave. “Dama de sociedad. Trinidad María Enríquez, Cusco 1846-1891”.
Simposio Internacional La Mujer en la Historia de América Latina. Lima, agosto de 1997.
Las ilustradas de la República 133
10 Juan Jacobo Rousseau. El contrato social. Madrid: Alianza Editorial, 1988, p. 76.
11 David Held. Modelos de democracia. Madrid: Alianza Editorial, 1991, p. 100.
136 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
esa época, según Macpherson “un demócrata del siglo XVIII po-
día concebir una sociedad de una sola clase y excluir a la mujer;
igual que un antiguo demócrata ateniense podía concebir una
sociedad de una sola clase y excluir a los esclavos”12.
Corresponde a este período un notable ensayo titulado
Vindicaciones de los derechos de las mujeres, de Mary
Wollstonecraft (1759-1797), obra por la que debería ser conside-
rada como una teórica de la democracia desarrollista, modelo
que surgió a mediados del siglo XIX, cuando la clase obrera co-
bró mayor fuerza y empezó a ser vista como una amenaza para
la propiedad; mientras que por otro lado resultaba inmoral acep-
tar la explotación inhumana que sufría. En ese contexto, la de-
mocracia debía asegurar el desarrollo individual, la libertad y la
igualdad.
Wollstonecraft coincidía con la tesis de que la libertad y la
igualdad guardan relación entre sí, pero se oponía al pensamiento
político tradicional que negaba a la mujer un papel en la vida
pública. En su opinión, las relaciones entre hombres y mujeres
estaban fundamentadas en presunciones injustificadas, y que
la exclusión de la mujer de la política obedecía a preceptos hu-
manos e históricos13, y no a razones biológicas. Contra la ima-
gen recurrente de la mujer como un ser débil, superficial y pa-
sivo, Wollstonecraft sostenía que no sólo era capaz de asumir el
reto político sino también el liderazgo, pero que la carencia de
educación y el aislamiento doméstico habían frenado su desa-
rrollo como ciudadanas de pleno derecho.
Es indudable que estas ideas influyeron en las mujeres cuan-
do en 1789 estalló la Revolución Francesa. Sin embargo, los gru-
pos que propugnaban reivindicaciones femeninas tuvieron un
escaso radio de influencia; en ese marco, la Primera Declara-
ción de los Derechos de la Mujer no fue sino un llamamiento
humanista sin realizaciones concretas. Es más, en 1804, cuando
Napoleón se hizo cargo de la República, el Código Civil aprobado
equiparó a las mujeres casadas con los menores y los locos. Pero
12 Macpherson, ob. cit., p. 30.
13 Mary Wollstonecraft. Vindicaciones de los derechos de las mujeres. Harmondsworth.
Penguin, 1982, pp. 257-258.
Las ilustradas de la República 137
14 Alberto Gallo. “Semblanza de Mme. Roland”. En: Revista Mensual “En América”, No. 6,
julio de 1942, p. 514.
138 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
15 Alain Decaux. “Alain Decaux face a George Sand”. En : Histoire No. 344, París, 1975.
Las ilustradas de la República 139
Las ilustradas
El clima de preocupación y revaloración del papel de la edu-
cación femenina, y la repercusión de las ideas de libertad e igual-
dad mencionadas, posibilitaron que en la década de 1870 sur-
gieran en el Perú revistas dirigidas y escritas por mujeres, una
singular presencia femenina en la literatura, y la constitución
de clubes literarios donde se debatían los problemas de la época.
Lograron ser escuchadas en el contexto del discurso de la época
dominado por los hombres, destacando Clorinda Matto de Turner
y Mercedes Cabello de Carbonera. También otras sobresalien-
tes mujeres como María Nieves y Bustamante, Juana Manuela
Gorriti, Carolina Freire de Jaimes19, Carmen Potts20, Teresa
González de Fanning, y Elvira García y García.
En aquel entonces el debate intelectual se divulgaba en “La
Revista de Lima” (1859-1862), “El Correo del Perú” (1871-1877),
y “El Perú Ilustrado” (1887-1892). Pero las mujeres no se queda-
ron atrás, en 1874, Angelita Carbonell de Herencia Zevallos,
fundó “La Alborada”, semanario literario que congregó a perio-
distas y escritoras de la talla de Juana Manuela Gorriti, Rosa
Mercedes Riglos y Juana Rosa Amézaga. Mientras que “El Ál-
bum. Revista semanal para el bello sexo”, fundada por Juana
Manuela Gorriti y Carolina Freire de Jaimes también en 1874,
19 Carolina Freyre de Jaimes escribió en “El Correo del Perú”. Es autora de las novelas: Un
amor desgraciado (1868) y Memorias de una reclusa. Y del drama Maria Parado de
Bellido.
20 Carmen Potts publicó poesías en “El Correo del Perú”, y es autora de una obra de teatro.
21 Juana Manuela Laso de Elespuru, publicó en “La Alborada” (1875), el artículo “El deseo
142 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
Trasgresoras y perseguidas
En los primeros años de la República la vida de tres mujeres
coincidió durante un breve período: Flora Tristán, Francisca
Zubiaga de Gamarra y Dominga Gutiérrez. Tres trasgresoras
que se enfrentaron solas a las limitaciones que les impuso el
medio. Flora Tristán llegó al Perú diez años después de la Inde-
pendencia. Escritora y propulsora de la emancipación femeni-
na, en su libro, Peregrinaciones de una Paria, describe esa etapa
llena de contradicciones y dilemas y nos ofrece el perfil de Fran-
cisca Zubiaga y de Dominga Gutiérrez.
Flora Tristán y Francisca Zubiaga se encontraron en el bar-
co “William Rousthon”, en julio de 1834. Flora Tristán venía de
Arequipa desilusionada por no haber obtenido la herencia pa-
terna largo tiempo esperada, mientras Francisca Zubiaga esta-
ba incomunicada en ese barco que la llevaba a Chile exilada.
“Dos mujeres jóvenes, impetuosas, ambiciosas y de adverso des-
tino, se encontraron por dos veces en la rada del Callao y se
contaron su opulencia y su miseria; más sus miserias y triste-
zas, para así derivar sus angustias”42.
Flora Tristán fue conducida ante Francisca Zubiaga por el
secretario de ésta, Escudero, quien antes de entrar al camarote
le recuerda que allí está la mujer arrojada de todas partes, pero
que cuenta con su protección, listo para salvarla de las vengan-
zas del pueblo, y también de sus frecuentes ataques de epilep-
42 Juan B. Lastres. “Flora Tristán y su entrevista con La Mariscala”. En: Revista “Hora del
Hombre”, No. 16, Lima, noviembre de 1944, p. 17.
Las ilustradas de la República 151
47 Ibíd., p. 549.
48 Ibíd., p. 548.
49 Cornejo, ob. cit., p. 80.
Las ilustradas de la República 155
54 María Wiesse. “Centenario de Flora Tristán”. En: Revista “Hora del Hombre”, Lima, No-
viembre de 1944, p. 7.
55 Jorge Basadre. Apertura. Textos, Cultura y Política, escritos entre 1924 y 1977. Lima:
Ediciones Taller, 1978, p. 246.
56 Flora Tristán. Unión ouvrière. París: Edition des femmes, 1986.
160 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
Capítulo VII
1 Carolina Carlessi. Mujeres en el origen del movimiento sindical. Crónica de una lucha.
Huacho, 1916-1917. Lima: Ediciones Lilith y Tarea, 1984, p. 124.
2 Ibíd., p. 124.
Reivindicaciones del siglo XX 163
3 Mary González. “La mujer y la lucha entre el capital y el trabajo”. En: Labor, Año 1. No. 8.
Lima, 1 de mayo de 1929, p. 8.
4 Labor. “Por la mujer que trabaja”. Año 1. No. 3, Lima, 8 de diciembre de 1928, p. 8.
5 Ricardo Martínez de la Torre. Apuntes para una interpretación marxista de la Historia del
Perú. Tomo I, 1949.
164 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
La vertiente feminista
6 Labor. “Por la mujer que trabaja”. Año 1 No. 5. Lima, 15 de enero de 1929, p. 2.
7 Labor. “Manifiesto de la Central de Trabajadores del Perú a la clase trabajadora del país”.
Año 1 No. 10. Lima, 7 de setiembre de 1929.
Reivindicaciones del siglo XX 165
8 María S. Castorino. Evolución Femenina: Una mujer extraordinaria. Lima, 1969, p.69.
9 “El Comercio”. Lima, 24 de setiembre de 1914.
166 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
Un discurso de la época
No eran tiempos fáciles para el desarrollo de estas ideas. Las
primeras feministas fueron tildadas de locas, y María Jesús
Alvarado vivió once años deportada en Argentina por el presi-
dente Leguía. Incluso hombres de la talla de José Carlos
Mariátegui, que había iniciado su labor periodística en “La Pren-
sa” y “El Tiempo”, no fueron permeables a las nuevas corrientes
femeninas. La visión que tuvo Mariátegui de la mujer en este
período, es fiel al arquetipo conservador y tradicional del ideal
femenino de comienzos de siglo. Entre 1911 y 1917, diez artícu-
los y doce entrevistas a artistas y escritoras, son prueba de ello.
También, los personajes femeninos de sus 17 cuentos y dos obras
de teatro12.
A través de tres artículos de Mariátegui sobre la moda feme-
nina, firmados con el nombre de Juan Croniqueur, podemos te-
ner una aproximación de la imagen que se tenia de las mujeres
de entonces. El traje ha constituido siempre un elemento indi-
cativo de la posición de los individuos en la estructura social, y
su potencial comunicativo revela el contexto histórico, la épo-
ca, y las diversas modas o usos13; por eso, cuando Mariátegui
califica al traje sastre de “moda fuerte y hombruna”, condenada
a desaparecer pero que las mujeres la siguen “en su afán por
imitar las costumbres masculinas”14, no solo está reflejando
una forma de apreciar la moda, en este caso también expresa el
discurso hegemónico de una época.
12 Sara Beatriz Guardia. “La mujer en la obra de Mariátegui”. Simposio Internacional José
Carlos Mariátegui. Lima, 14 de junio de 1994.
13 Sara Beatriz Guardia. “¿Moda y pobreza de la mano?”. En: Revista Media Development No.
4, Londres, 1984. p. 22
14 José Carlos Mariátegui. Escritos Juveniles. La Edad de Piedra. Lima: Empresa Editora
Amauta S.A. Tomo II, 1991, p. 7. (“La moda “Harem”.”La Prensa”, Lima, 7 de mayo de
1911).
168 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
19 Ibíd., p. 242.
20 José Carlos Mariátegui. Escritos Juveniles. La Edad de Piedra. Lima: Empresa Editora
Amauta S.A., Tomo I, 1987, p. 240.
21 Ibíd., p. 268.
170 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
23 José Carlos Mariátegui. Temas de educación. Lima: Empresa Editora Amauta S.A., 1970,
pp. 125-126 (“La mujer y la política”. Publicado en “Variedades”. Lima, 15 de marzo de
1924).
24 Ibíd., pp. 129-130. (“Las reivindicaciones feministas”. Publicado en “Mundial”. Lima,
19 de diciembre de 1924).
25 Ibíd., p. 130.
172 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
31 José Carlos Mariátegui. Cartas de Italia. Lima: Empresa Editora Amauta S.A., 1972, p.
180 (“Mujeres de Letras de Italia, Florencia, 28 de junio de 1920; publicado en “El
Tiempo”, Lima, 12 de octubre de 1920).
32 Amauta, No. 1, setiembre de 1926, p. 20.
33 José Carlos Mariátegui. Peruanicemos el Perú. Lima: Empresa Editora Amauta S.A. 1970.
pp. 104-106.
Reivindicaciones del siglo XX 175
45 Sara Beatriz Guardia. Mujeres Peruanas. El otro lado de la Historia. Lima: Imprenta
Humboltd, 1985, p. 78. 1° Edición. (Entrevista a Angela Ramos)
46 Amauta, No. 4, diciembre de 1926, p. 33.
Reivindicaciones del siglo XX 179
50 Ibíd., p. 83.
51 Ibíd., p. 84.
52 Ibíd., p. 84. (Entrevista a Teófila Alvirena de Casas)
182 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
1930-1960
El 22 de agosto de 1930, la guarnición militar de Arequipa se
sublevó al mando del comandante Luis M. Sánchez Cerro, quien
depuso al Presidente Leguía. Recibido apoteósicamente en Lima,
un año después Sánchez Cerro fue elegido Presidente Consti-
tucional. El nuevo mandatario, al frente del derechista Partido
Unión Revolucionaria, inició su régimen en medio de una pro-
funda crisis política que concluyó en 1933 cuando fue asesina-
do. El general Oscar R. Benavides, ocupó su lugar hasta 1939,
como Presidente de la República.
El clima de intolerancia política que vivía el Perú, no era aje-
no al ascenso del fascismo en Europa, que propició el inicio de
la Segunda Guerra Mundial en 1939. En este contexto, al que se
sumaron las divergencias al interior del Partido Comunista des-
pués de la muerte de José Carlos Mariátegui, y la intensa acti-
vidad clandestina del APRA, el espacio ya restringido del inci-
piente feminismo terminó por cerrarse. Al frente de Feminis-
mo Peruano, Zoila Aurora Cáceres encaró dos problemas: la lí-
nea de independencia política que mantuvo la aisló del apoyo de
apristas y comunistas en la organización sindical femenina. No
obstante, en 1930 asesoró la organización del primer Sindicato
de Costureras y, en 1931, el sindicato de las trabajadoras de la
Compañía Peruana de Teléfonos. El otro problema fueron las con-
diciones políticas adversas que no permitieron la
implementación de una campaña por el sufragio femenino. Tema
que ni siquiera figuró en el debate del Congreso Constituyente
(1933-1936) que, en cambio, sí concedió a las mujeres el voto
municipal. En 1938, el casi extinguido grupo insistió en el dere-
cho al voto político, la igualdad de salarios, el ingreso de la mu-
jer al servicio diplomático y a la policía, y la fundación de un
instituto médico de higiene y profilaxis sexual.
Es en el terreno político de esos años que la presencia de la
mujer inaugura nuevos caminos. Proscrita la legalidad del Par-
tido Aprista, la clandestinidad permitió a las mujeres la forma-
184 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
54 Hanna Garry. “La mujer sustituye al hombre en las industrias de guerra”. En: “En Amé-
rica”, Revista mensual de los intelectuales. No. 22, Madrid, 1943.
186 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
Capítulo VIII
en su conjunto.
La evolución del pensamiento feminista, sobre todo a partir
de la segunda mitad del siglo XX, ha confrontado diferentes es-
trategias y tendencias con su propia tipología. Pero a grosso modo
podríamos identificar en el feminismo contemporáneo tres gran-
des corrientes: feminismo liberal, feminismo socialista, y fe-
minismo radical; además de la presencia de un feminismo po-
pular principalmente en los países en desarrollo que se ha ori-
ginado en las últimas décadas. Según Joan W. Scott, escribir la
historia del feminismo no significa escoger entre la estrategia
de la igualdad o de la diferencia, como si ésta pudiera resolver
todas las contradicciones vividas. Una historia del feminismo
debe ser, “la historia de las mujeres (y de algunos hombres) cons-
tantemente inmersos en la resolución de los dilemas que en-
frentan”5 .
El feminismo liberal de larga tradición, recoge el espíritu de
la Revolución Francesa, “con su filosofía, el liberalismo, y su
encarnación económica, el capitalismo. Libertad (individual) e
igualdad (como) principales ejes de su lucha”6 . Por tanto, recla-
ma la igualdad de los derechos en todos los campos: laboral, sa-
larial, educacional, jurídico, político y social. Obviamente, esta
no es la única corriente feminista que demanda estos dere-
chos, pero se diferencia de las otras por su identificación en las
causas que originan la subordinación de las mujeres en la so-
ciedad. En este contexto, la referencia fundamental del análisis
lo constituye El segundo sexo de Simone de Beauvoir, que apa-
rece en 1949. Se trata de un libro que ha influido de manera
relevante y que constituye el ensayo feminista más importante
del siglo XX. “Todo lo que se ha escrito después en el campo de la
teoría feminista ha tenido que contar con esta obra, bien para
continuarla en sus planteamientos y seguir desarrollándolos,
bien para criticar oponiéndose a ellos”7 . Pero fue la norteame-
11 Agustín Haya de la Torre. La restauración neoliberal. Lima: Fundación Andina, 1994, p. 83.
12 Aída Hernández Castillo Salgado. “Distintas maneras de ser mujer: ¿Ante la construcción
de un nuevo feminismo indígena?.
196 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
¿Qué tienen estos discursos tan dispares en común que los cons-
truyen como voces postmodernas?, se pregunta Mulinari. En
primer lugar, expresan “una crítica a la Modernidad definida
como el discurso de la superioridad de la Racionalidad sobre la
emoción, de la ciencia, abstracta, neutral y objetiva sobre toda
otra forma de conocimientos, del “progreso” sobre lo “tradicio-
nal”, de lo secular sobre la religioso, del tiempo lineal sobre el
tiempo circular”13. Por lo tanto, el feminismo se opone a un dis-
curso que implica una modernidad homogénea y estática que
refuerza la desigualdad social de una realidad heterogénea si-
lenciando las voces de los marginados, el marxismo de Antonio
Gramsci y Rosa Luxemburgo, el psicoanálisis, el existencialismo
de Simone de Beauvoir, el surrealismo, la escuela de Frankfurt,
la critica hermenéutica y el discurso feminista14.
Feminismo en el Perú
La tradición feminista en el Perú data de finales del siglo XIX
y comienzos del siglo XX. Pero es en la década del setenta que
aparecen organizaciones feministas con un discurso definido
que se afianza a partir de 1980. Casi todas en calidad de Organi-
zaciones No Gubernamentales y contando con financiamiento
extranjero. En sus inicios sacudieron a la sociedad limeña de
su letargo y de su discurso patriarcal, tradicional y conservador,
constituyéndose en un grupo de vanguardia en razón de sus
planteamientos y estrategias. Entre otras, me refiero a Flora
Tristán y Manuela Ramos, que posteriormente orientaron su
trabajo hacia los sectores populares femeninos, e incluyeron
en su plataforma reivindicaciones ciudadanas y de representa-
ción política.
El trabajo de las organizaciones feministas respondió en bue-
na parte a las exigencias de los cambios que también se opera-
ban en la sociedad peruana. La incorporación creciente de la
mujer al mercado del trabajo a partir de la década del sesenta
13 Diana Mulinari. “Feminismo y postmodernidad”. En: América Latina; ¿Y las mujeres
qué?. Suecia: Haina, 1998, p. 213.
14 Ibíd., p. 213.
15 Virginia Guzmán, Patricia Portocarrero. Dos veces mujer. Lima: UNIFEM, Flora Tristán,
Mosca Azul Editores, 1985.
Cambiar los paradigmas 197
mínimo del 30%, tanto para las elecciones internas de los parti-
do como para los procesos de elecciones generales, municipales
y regionales.
Pero la adecuación de una legislación más acorde con los
tiempos, que se ha producido en varios países de América Lati-
na, para que los partidos y agrupaciones mantengan una pro-
porcionalidad en sus órganos de dirección tanto de hombres como
de mujeres, no es suficiente. Cabe recordar que en países euro-
peos donde ya existe una legislación más aparente, no ha signi-
ficado un notable cambio. Según un estudio presentado a ini-
ciativa de la Unión Interparlamentaria Europea, hace nueve
años el porcentaje de las mujeres en los parlamentos alcanzaba
el 14%, mientras que en la actualidad es de 11.75%.
Tampoco se trata de una cuestión ideológica cuando del po-
der se trata. En el Plan de Gobierno Municipal de Izquierda Uni-
da de 1987, existía un programa por la igualdad de los derechos
sociales y políticos, cuyo objetivo era garantizar a toda persona
el desarrollo de sus derechos y deberes sociales sin ninguna
distinción de sexo; estimular un nuevo tipo de relación de pare-
ja y familia, que permita al hombre y la mujer enfrentar en pie
de igualdad la construcción de la nueva sociedad. Así como
priorizar el reconocimiento de la dignidad de la mujer como per-
sona con libertad y derecho a la participación social en igualdad
de condiciones a las del varón. Significó, y es un buen proyecto,
al igual que la propuesta elaborada por las mujeres de Izquierda
Unida al Primer Congreso Nacional celebrado en febrero de 1989,
donde se propuso el reconocimiento social del aporte histórico
de las mujeres en la construcción del proyecto socialista; la
transformación de las relaciones hombres y mujeres sobre la
base del respeto mutuo, tanto al interior de la familia como en
los diversos espacios públicos, y abolir toda norma jurídica que
mantenga vigente la discriminación de la mujer, entre otras
reivindicaciones23. Sin embargo, durante el congreso dominado
23 Texto presentado al Primer Congreso Nacional de Izquierda Unida por: Gladys Acosta
(Comité de Base Santa Beatriz); Ana Alzamora (Comité de Base Santa Beatriz); Gabriela
Ayzanoa (Comité de Base 1, Jesús María); Sara Beatriz Guardia (Comité de Base, Barran-
co); Flormarina Guardia (Comité de Base 6, Jesús María); Rosa Guillén (Comité de Base
Dos de Mayo); Carmen Lora (Comité de Base Santa Beatriz); Diana Miloslavich (Comité de
Base 6, Jesús María). Lima, 3 de enero de 1989.
202 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
27 Lucio Oliver. “América Latina: las enseñanzas de las crisis políticas”. En: Revista Dialé-
ctica, No. 25, México, 1994, p. 89.
28 Francoise Collin. “Políticas del compromiso y políticas de la verdad”. En: El Rodaballo.
Año IV No. 18 Otoño/invierno, Buenos Aires, 1998, pp.46-50.
29 Sara Beatriz Guardia. “El reto de la democracia”. En: El Nacional, México DF, 27 de agosto
de 1992, p. 16.
30 Sinesio López “Críticas (bien intencionadas) a un crítico”. En: Revista Socialismo y
Participación, Lima, 1998.
Cambiar los paradigmas 205
Capítulo IX
13 Silvia Rodríguez Villamil. “Mujeres uruguayas a fines del siglo XIX: ¿Cómo hacer su
historia?”. En: Boletín Americanista. Año XXXIII, Universidad de Barcelona, 1992-93, p.
73.
14 Sara Beatriz Guardia. Voces y cantos de las mujeres. Lima: Línea & Punto, 1999.
15 Historia Social No. 9, Valencia, 1991, p. 53.
16 Pablo Macera. En: Sara Beatriz Guardia. Mujeres Peruanas. El otro lado de la historia.
(Prólogo). Lima: Editorial Minerva, 1995, p. 11 (3 ª Edición).
17 Rodríguez Villamil, “Mujeres uruguayas….”. ob. cit., p. 76.
18 Gisela Bock. “La Historia de las Mujeres y la Historia del género: aspectos de un debate
internacional”. En: Historia Social No. 9, Valencia, 1991, p. 61.
Historia de las mujeres 215
24 Arlette Farge. “La Historia de las Mujeres. Cultura y poder de las mujeres: ensayo de
historiografía”. En: Historia Social No. 9, Valencia, 1991, p. 64.
25 Ibíd., p. 90.
26 Isabel Morant. “El sexo de la historia”. En: Ayer. No. 17, 1995, p.43.
27 Michelle Perrot (Dir). Une histoire des femmes est-elle possible?. Paris: Rivages, 1984.
28 Mary Nash. “Experiencia y aprendizaje: la formación histórica de los feminismos en
España”. En: Historia Social. No. 20, Valencia, 1994, p. 62.
218 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
36 Selva López Chirico. Comentario. En: Rodríguez Villamil. Mujeres e Historia en el Uru-
guay, ob. cit., p. 27.
37 Perrot. Les femmes ou les silences de l’Histoire, ob. cit. p. XVI.
38 Según la expresión de Sheila Rowbotham.
Historia de las mujeres 221
42 Gerda Lerner. La creación del patriarcado. Barcelona: Editorial Crítica, 1990, p. 30.
Historia de las mujeres 223
48 Organizado por una comisión presidida por Sara Beatriz Guardia, y conformada por:
Pablo Macera, Roland Forgues (Francia), Marco Martos, Concepción Solana (México) y
Beatriz Prieto.
226 Mujeres peruanas. El otro lado de la historia
Anexo 1
Congreso “Mujeres y género en la Historia del Perú”: entre
otras se presentaron las siguientes ponencias: En brazos de la
divinidad. Historia de una mujer y su dacha (Canta, 1650), Ja-
vier F. Flores Espinoza; Determinando los límites de la virtud:
en el discurso en torno al recogimiento entre las mujeres de
Lima durante el siglo XVII, Nancy E. Van Deusen; Hechicerías y
curanderías en la Lima del siglo XVII. Formas femeninas de
control y acción social, Alejandra B. Osorio; Diosas en el ma-
nuscrito quechua de Huarochirí, Diana Miloslavich y Yolanda
Westphalen; Género y santidad: el caso de una monja y su con-
fesor en el siglo XVII, Lourdes Blanco; El divorcio en la sociedad
colonial limeña, Delfina González del Riego; Jaque a la Dama.
La imagen de la mujer en la prensa limeña de fines del siglo
XVIII, Claudia Rosas; Descalza de pie y pierna. Una reflexión
sobre las preocupaciones por la vestimenta de las limeñas a
fines del siglo XVIII e inicios del XIX, Jesús Cosamalón; El ho-
nesto velo de nuestro sexo. Sociabilidad y género en mujeres de
sectores populares, en la Lima del 800, Margarita Zegarra.
Anexo 2
En el Segundo Simposio Internacional La Mujer en la Histo-
ria de América Latina, participaron: Walter Alva. (Director del
Museo Tumbas Reales de Sipán): La mujer en la sociedad Mo-
chica; Juan José Vega: La prostitución en el Incario; Francisco
Hernández Astete (Universidad Católica del Perú): La Coya en
la organización del Tawantinsuyo; Maria Philomena Gebran.
(Universidad Severino Sombra Río de Janeiro, Brasil): La mujer
Inca en la crónica de Guaman Poma de Ayala; Diana Miloslavi-
ch (Centro Flora Tristán): El personaje de Curycuillor. En Mis-
celánea Antártica y Armas Antárticas; Blanca L. de Mariscal.
(Tecnológico de Monterrey, México): El viaje a la Nueva España
entre 1540 y 1625: El trayecto femenino; Virginia M. Bouvier
(University of Maryland, Estados Unidos): Alcances y límites de
la historiografía: La mujer y la conquista de América; Teodoro
Hampe Martínez (Universidad Católica del Perú): Imagen y par-
ticipación de las mujeres en la cultura del Perú Virreinal: Una
aproximación bibliográfica; Luzilá Gonçalves Ferreira (Univer-
sidad Federal de Pernambuco, Brasil): Educación de las mujeres
en Brasil en el siglo XIX: Una lucha por la visibilidad; Natania
Aparecida da Silva Nogueira (Centro Federal de Educación Tec-
nológica de Minas Gerais, Brasil): Violencia y familia en Brasil
en la Primera República. El caso de la ciudad de Juiz de Fora,
1894-1920); Heloisa Jochims Reichel (Universidad do Vale do
Rio dos Sinos, Brasil): La mujer Río-Platense en la visión de los
viajeros: Un sujeto histórico; Guillermo Figueroa (Taller de In-
vestigación en Ciencias Sociales, Perú): La mujer Lambayeca-
na en la lucha social y anticolonial 1750 - 1850; María del Car-
men García Aguilar (Universidad Autónoma de Puebla, México):
El feminismo contemporáneo: Una mirada desde México; Gloria
A. Tirado Villegas (Universidad Autónoma de Puebla, México):
Zona de tolerancia o zona roja. La vida de noche en el barrio de
San Antonio, de la ciudad de Puebla; Patricia Torres San Martín
(Centro de Investigación y Estudios Cinematográficos de la Uni-
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femenino; cineastas latinoamericanas; Valentina Peguero (Uni-
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Revista Amauta, No. 8. Lima, abril de 1927
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Capítulo III
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Capítulo IV