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EL SILENCIO

“Cuando un hombre ignora sus fuerzas espirituales, sale de sí buscando el


sentido de la vida en la seguridad, en los estímulos secundarios y en la
satisfacción de sus impulsos. El ejercicio del
silencio le permite reencontrarse”.
(Dürckheim)

“El silencio es el único amigo que jamás traiciona.”


(Confucio)

A menudo la mejor respuesta es un silencio.


(Francisco de Sales)

El que rompa el silencio, habrá roto lo más grande que hay.


(Francisco de Sales)

Cuando termina de hablar el hombre, entonces habla Dios.


(Francisco de Sales)

"En el silencio esperan todas las melodías imaginables".


(Beethoven)

"El silencio es el grito más fuerte".


(de la película La Vida es Bella)

En el silencio sólo está Uno, consigo y a solas,


y el sentido del silencio es encontrarse con Uno Mismo.
(Francisco de Sales)

“Las grandes elevaciones del alma no son posibles


mas que en la soledad y en el silencio”
(San Francisco de Asís)

Hay un silencio que se produce cuando no se ocasionan


ruidos exteriores, un silencio de falta de ruido, pero no
me voy a referir a él.

Francisco de Sales
EL SILENCIO

Me voy a referir al silencio que se encuentra dentro de


nosotros, a ese que se accede tras zafarse del parloteo
mental continuo, al que se llega mediante ejercicios
prácticos de relajación y meditación, al principio, y de un
modo prácticamente instantáneo después.
Ese silencio que es como un vientre materno en el que
uno se siente a salvo, en el que uno puede indagarse,
vaciarse, saberse en paz, y sentirse más uno mismo y más
identificado que con quien corre por la vida y es víctima
de sus inconvenientes.
Es un silencio que sólo nos da silencio.
Para entrar en ese silencio hemos de despojarnos de
todo tipo de ruidos adquiridos; tenemos que dejar en la
puerta la mente y su incesante runrún; las ambiciones y
los temores, fuera; las preocupaciones y nuestras
mezquindades, fuera; la prisa y quienes creemos ser,
fuera.
Sólo puede acceder uno si está desnudo de todo, en su
auténtica modestia, despojado de títulos y materia, tan
honesto y tan honrado como sea posible. Estas son
algunas de las condiciones para poder acceder a ese club
privado.
En ese silencio nos damos perfecta cuenta de que nos
sentimos dos: el que está dentro y el que quedó fuera, en
el ruido.
Nos sentimos otro que no es el que vive en el cuerpo.
Nos gustaría renegar de quien sabemos que no somos, y
quedarnos para siempre en ese silencio, pero no puede
ser, y no es lo adecuado; en el Ccamino que hemos elegido

Francisco de Sales
EL SILENCIO

han de convivir la espiritualidad con las facturas que hay


que pagar.
Nuestra función en la vida es poder armonizar todos
nuestros componentes, y comprender que somos el mismo
siempre, y saber que podemos compatibilizar el gozar los
placeres mundanos con el acceso al silencio, que podemos
alternar el estar dentro y fuera, y lograr llevar la paz y
comprensión del silencio a la desarmonía que nos impone
el exterior.
Este es el silencio que podemos y debemos alcanzar. Está
un poco más allá de esa visión del silencio como
aburrimiento, como estado que nos obliga a pensar y no
nos apetece pensar, en que nos damos cuenta de lo mal
que estamos, o del desastre de vida que llevamos, o las
cosas materiales que no hemos alcanzado, o los chicos
que no nos hacen caso y las chicas que ni nos miran; así
que mejor no quedarse en silencio, que uno se pone a
pensar, y es mejor no pensar, que es un rollo, y es mejor
sólo distraerse, mejor mucho ruido, chumba chumba,
diversión mediante el alcohol, chumba chumba, la tele,
los juegos, los pasatiempos, chumba chumba, y todas las
distracciones posibles, y la evasión del silencio como
norma número uno.
Lo malo, entre otras cosas, es que nos creemos que
somos nosotros quienes estamos decidiendo, y no es así:
es una mente autónoma y condicionada quien está
decidiendo por nosotros. No mandamos en nuestra
mente, no está a nuestro servicio como herramienta útil
que es, sino que nosotros le pertenecemos. Confundimos

Francisco de Sales
EL SILENCIO

a Yo con la mente, creemos que somos la mente, y ese es


el gran error.
Si no podemos desconectar la mente a nuestro antojo,
estamos perdiendo el tiempo, porque somos esclavos.
Sólo en el silencio se manifiesta la sabiduría.
Lo que es nuestra autenticidad y pureza se mantiene a
salvo en el silencio.

Uno de los objetivos del silencio es desacelerar la


charlatanería interior, desidentificarse de las
divagaciones de la mente, y poder comprobar que uno no
es la mente, puesto que puede estar en un espacio-
tiempo donde ella no está.
El silencio es necesario para escuchar las sanas
intenciones, los sueños felices, los buenos deseos; para
que se aposente la paz; para poder escuchar cómo se
mueren las prisas y las confusiones, y poder acudir a su
entierro.
Decía Confucio que el silencio es un amigo que jamás
traiciona. Y es muy cierto. Todo lo que se comprenda en
el silencio, y se viva en ese silencio, y se sienta en ese
silencio, jamás romperá la confidencia; será el secreto
más callado, hasta que a uno se le escape expresándolo
en la forma de ser y actuar, muy distinta de antes de
producirse el encuentro.
Quien rompa ese silencio habrá roto lo más grande que
hay.

La autenticidad del Yo se encuentra en la respuesta que


surge del profundo silencio interior, y es muy curioso que

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EL SILENCIO

la propia mente se ocupa obsesivamente de evitar que la


mente se ocupe del Sí Mismo: lo que algunos denominan el
Yo pequeño, que pone todas las trabas que se le ocurren
para que no sea fácil acceder al Yo Superior.
Curiosamente, cuando uno quiere hacer una meditación se
acuerda de todo lo que tiene pendiente, de cosas
totalmente olvidadas, y todas las moscas del universo
vienen a posarse sobre uno. Hay, indudablemente, “algo”
que se opone a que uno entre en su silencio con facilidad.
El silencio exterior se asocia con la soledad, y por lo
tanto, se activa el mecanismo desconocido que no
permite disfrutar la soledad y el silencio, y así, cada vez
que uno llega a casa, si está solo, lo primero que hace es
poner la tele o la radio, aunque no la esté viendo ni esté
escuchando lo que dice. También suele encender más
luces de las que necesita, porque de esa forma se
encuentra menos solo. En cuanto se monta en el coche, si
va solo, pone la radio aún antes de arrancar. El silencio
exterior, por lo que parece, provoca un cierto nivel de
angustia que hay que eliminar urgentemente: produce
desazón, inquietud, rareza… o no. Uno quiere creer eso
porque no está acostumbrado al silencio y necesita una
auto-justificación para no experimentarlo. Por temor a
ese silencio exterior se pone frente al televisor, pongan
lo que pongan; por miedo, llena su agenda de citas que no
le aportan más que aburrimiento, cuando resulta que es
necesario ese silencio para poder diseñar el resto de la
vida.
En el camino de Descubrir hay muchos momentos en que
uno tiene que estar en silencio, exterior e interno. Esto

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EL SILENCIO

da la sensación de separación de los demás y de la vida.


No es así. La vida está dentro, y lo que se vive dentro se
proyecta fuera después. Se ha de encontrar un equilibrio
y saber alternar el recogimiento con la extroversión, y la
frivolidad con la más profunda espiritualidad. El
equilibrio se conoce cuando se conocen ambos extremos.
El silencio exterior, el de no hablar con palabras, crea
una situación inquietante porque la necesidad de
comunicación es inherente a la naturaleza humana. Uno
de los motivos de infelicidad viene de no relacionarse con
otras personas, pero no es necesario llevarlo al extremo
de contar todo y hablar por acallar al silencio. Hablar lo
que requiera el momento es una buena medida.

VISTO DE OTRO MODO


El Silencio Interior no se refiere exclusivamente a la
ausencia de sonidos que vienen de fuera, como ya dije
antes, sino que se refiere a algo más.
El silencio no es un vacío de estados: el silencio es un
estado.
El silencio es la ausencia de conflictos aunque estos sigan
estando; el silencio es un encuentro a solas, en la más
honda intimidad, con la parte que uno es aunque se
desconozca; el silencio es el Ser; es no estar en el mundo
ni en el tiempo; es la puerta obligada de entrada a lo
trascendental; es no estar pendiente de otras cosas, sino
de Uno Mismo; el silencio es estar atento, observarse,
sentirse, oírse fuera de otros ruidos; el silencio es el modo
en el que sí suceden las cosas, el modo que las
experiencias necesitan para asentarse en su sitio; el
silencio se ha de vivir en uno mismo, no es experiencia
prestada, no es dogma, no es utópico, ni exclusivo,
pertenece a quien lo busque, a quien quiera integrarlo, a
quien quiera vivirlo.

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A veces se pretende crear el silencio en el interior y lo que


se encuentra es una sucesión atropellada de
pensamientos, que son vacío, pero no tranquilidad; lo que
se encuentra es un vacío ignorante que no deja que se
instale el silencio-serenidad.
A veces aparece un silencio de alborotos, pero no es el
silencio-sabiduría: es el silencio de desconocimiento, y la
ausencia que no dice nada.

El miedo al silencio interior puede surgir por el temor a que


se formulen ciertas preguntas que exijan una respuesta; el
miedo al silencio interior puede producirse por el temor a
encontrarse, cara a cara y sin escapatoria, con una
realidad, mi realidad, a la cual logro burlar entre el ruido y
las ocupaciones exteriores; el miedo al silencio interior
puede deberse al temor que produce lo desconocido,
aunque lo desconocido en este caso es Uno Mismo; el
miedo al silencio interior puede nacer del temor al
aburrimiento, del temor a esa sensación equivocada de
estar perdiendo el tiempo (yo, en cambio, digo que se está
invirtiendo en mejorar la calidad del resto del tiempo).
El silencio interior sirve para conectarme con la Realidad
que es el poder único, con la Realidad que está más allá de
todas las formas y todos los modos. Nos pone en contacto
directo, sin intermediarios, con el poder creador, con la
Esencia Divina.
Algunos de los efectos de ese tipo de silencio son algo
parecido a esto:
1.- la mente se aclara, se armoniza, es más profunda.
2.- la conciencia capta lo que se encuentra en el fondo de
nosotros mismos.
3.- se desarrolla la sensibilidad interna que permite acceder
con mayor claridad la intuición.
4.- se crea una consciencia mayor que permite estar más
atento a la vida y al presente personal.
5.- se descubre con un sentimiento que somos todo y a la
vez una parte de todo.

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6.- se siente una comunión con Dios y una interrelación con


todo lo creado.
7.- se siente la auténtica paz, ausente de conflictos y
libremente expresada.
8.- nos lleva a descubrir al sujeto último que está detrás de
todas las personalidades y de los distintos yoes.
9.- permite acumular fuerzas físicas, afectivas, mentales y
espirituales.
Además de esto y por supuesto, se puede tener cualquier
otro tipo de sensaciones, sentimientos, experiencias,
vivencias… todo ello absolutamente personal e
intransferible.
Parece que no hay otra cosa que aporte tanto como el
silencio a la vista de todo lo anterior. Todo lo expuesto es
cierto y se puede lograr.
Pero, claro que hay un pero, mientras haya conflictos
interiores, deseos, problemas emocionales o personales,
será un poco más dificultoso acceder al auténtico silencio
interior. La gran dificultad para acceder a la paz interior es
la guerra interior. La paz se va instalando a medida que se
van resolviendo discusiones, confusiones y dudas. Si se
fuerza un silencio interior, entonces será una paralización
de la vida, que se puede confundir con el silencio creador.
El silencio creador se produce sin ningún esfuerzo.
Si hay que hacer esfuerzo es porque hay algo que se
opone y se crea una tensión, y ya no se puede instalar el
silencio-paz.
Pero, aún queda otro pero, así como el contacto de
conocimiento y toma de confianza con el silencio se puede
realizar desde ahora, para entrar en el silencio interior
profundo es importante tener ya clarificada la forma de ser
y actuar, la identidad, ser y sentirse más sólido, más
sereno, porque si la persona se abre al silencio interior
profundo sin tener estructurada firmemente su
personalidad, y como el silencio es un dejar de intervenir
con la mente crítica y la mente que regula y controla, uno
podría ser víctima de las fuerzas incontroladas que hay en

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los niveles inferiores. Podrían aparecer impulsos


reprimidos, fantasías que pueden adquirir enormes
proporciones, o la entrada de los denominados “espíritus
del bajo astral”, como sucede en algunos médiums.
Para que el silencio sea parte de un Ccamino positivo, tiene
que estar siempre presidido por un deseo sano de
encontrar tras él, o en él, la Verdad, la Realidad Última, el
Creador… y a Sí Mismo.

Hay más miedos al silencio: se trata de ese miedo a la


soledad que supone el encuentro con uno mismo.
Necesitamos un tiempo interior, de vacío y silencio, para
reconocernos. Un tiempo y silencio interior para escuchar
nuestra actitud de lo externo hacia lo interno. No estamos
siendo nosotros; estamos siendo nuestra actitud. (Y la
desconocemos).
Es elemental poder saborear silencios elegidos para
conectar con visiones personales.
Potenciando el silencio interior desarrollamos las
capacidades interiores, la salud, la intuición y el
autoconocimiento.

POR SI NO LO SABES
(Deepak Chopra)

Escuchar la voz del silencio es lo más parecido a la voz de Dios. El


espíritu no necesita comunicarse con palabras. Te ayuda de otras
formas:
1º - Puede hacerte sentir que sabes algo a ciencia cierta. Ese estado se
llama intuición.
2º - Puede aquietar tu mente. Ese estado se llama paz.
3º - Puede impedir que te inquietes. Se llama desapego.
4º - Puede eliminar las dudas sobre ti. Se llama estar centrado.

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Estos regalos te los ofrece la voz del silencio. No puedes esforzarte para
conseguirlos, ni ir tras ellos, ni planearlos, ni manipularlos. El secreto
está en ir a tu interior y hacer amistad con el silencio.

ATENCIÓN
Otro de los beneficios de varios años de silencio personal:
“Si consideramos atentamente la vida de aquellos que más
han beneficiado a la humanidad, proporcionando alivio y
consuelo no sólo a los cuerpos sino también a las almas,
encontraremos que su apostolado siempre estuvo
precedido por largos periodos de recogimiento y de
aparente inactividad, los cuales en realidad suscitaban y
concentraban potentemente las energías espirituales que
debía irrumpir después y difundirse de forma irresistible.”
(Roberto Assagioli)

POR SI NO LO SABES
(A partir de ideas del libro Creatividad y plenitud de vida, de Antonio Blay)
Partimos de la base de que todos creemos que por encima
de nosotros existe una Realidad (cada uno que la llame
como quiera) que se expresa a través de todos los modos y
formas que existen, visibles e invisibles.
El silencio nos comunica en línea directa con esa fuerza o
poder creador primordial llamada Realidad, y entonces
pasamos a ser canales directos con acceso directo.
El silencio es el poder más grande que existe.
Abrirse al silencio es abrirse al potencial total,
incondicional.

EFECTOS DEL SILENCIO


La mente se aclara y se armoniza. Profundiza mucho más
con una capacidad de percepción desconocida. Permitimos
que todo el revuelto de emociones y pensamientos se
aposente, se estructure por sí mismo. Nuestra conciencia

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discierne con más claridad la profundidad que existe detrás


de lo aparente y de lo confuso.
Al ahondar en el punto de conciencia, aumenta la potencia
de nuestra mente y de toda nuestra personalidad de un
modo extraordinario. Desarrollamos la sensibilidad interna y
la intuición.
Descubrimos la unidad profunda que hay detrás de toda la
multiplicidad de formas y manifestaciones.
Gracias al silencio profundo se manifiesta la auténtica paz.
Ayuda en la realización personal. Nos lleva a descubrir al
sujeto que está tras todas nuestras manifestaciones.
Acumulamos fuerzas físicas, mentales, afectivas y
espirituales.
Nos ponemos en sintonía con el poder creador único, y
este se expresa en nosotros y a través de nosotros.
Es, en suma, el mayor realizador personal, quien nos
facilita el contacto con el Ser, y quien nos confirma que
también somos algo que está más allá de nosotros mismos.

¿CÓMO IR HACIA EL SILENCIO?


Mientras tenemos interiormente problemas de deseos, de
emociones, de conflictos, es muy difícil vivir el silencio,
porque todo ello está buscando constantemente solución o
huida. La mente empuja continuamente a pensar, soñar,
imaginar, suponer… la gran dificultad que tenemos para
poder estar en paz es la propia guerra mental que llevamos
en el interior.
Por ello, es imprescindible solucionar ese estado de guerra.
Sólo el hecho de vivir las cosas que nos pasan con más
intensidad, y con absoluta consciencia, es lo que permite
que las cosas realmente se resuelvan, se liquiden, de
forma que no dejen poso, ni rencillas pendientes, y se
puedan archivar como asuntos resueltos. Sólo después de
la expresión total de las cosas, y la lucha total si es
necesaria, llega la paz.

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Buscar la paz de otro modo que no sea resolver el conflicto


es buscar una paz falsa, es una tregua disfrazada, o una
mentira tapada.
La auténtica paz viene cuando luchamos, movilizamos,
liquidamos todo lo que nuestra mente nos reserva para
nosotros, y los miedos, los problemas, las dificultades…
sólo la vida intensa, consciente, inteligente, zanja los
asuntos definitivamente. No se convierten en otro problema
pendiente que dejamos a la mente para que resuelva, sino
que se los entregamos a la mente cerrados y resueltos
para que no les causen distracción.
Entonces ya no es necesario seguir buscando la paz,
porque entonces la paz se presenta sola, ya que la paz
habita en nosotros y lo único que nos impide vivirla son las
cargas que tenemos dentro.

Hay que tener cuidado de no confundir el silencio interior


con el acallamiento forzoso, en un esfuerzo de la voluntad,
para que se produzca una aparente aquietamiento de las
cosas. El silencio creador se produce sin ningún esfuerzo, y
donde hay que hacer esfuerzo es porque hay una
resistencia que se opone. Si existe resistencia, no es el
auténtico silencio creador.
Eso sí, se pueden tener momentos de silencio aún teniendo
problemas dentro, y es bueno tener esos momentos hasta
que se pueda disfrutar del verdadero, pero no es el
auténtico silencio creador que será quien nos permita el
contacto con los niveles superiores de conciencia

El primer paso, por tanto, es limpiar todo eso que en


nuestro interior obstruye la manifestación del verdadero,
porque a partir del contacto con el auténtico, nuestra
personalidad se organiza, se estructura y se fortalece, es
decir, nuestra mente adquiere la capacidad de controlar sus
impulsos y coordinar todas las fuerzas internas en relación
con el exterior.

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El segundo, es ser un buscador de la verdad, la realidad, lo


auténtico. Si no existe este objetivo, el silencio puede no
producir la transformación, el acceso al nivel trascendente
de realidad. También es imprescindible que en todo
momento se mantenga la autoconciencia y que haya una
gran lucidez.

¿CÓMO HAY QUE PRACTICAR EL SILENCIO?


El silencio es una práctica que acompaña a todas las
demás prácticas de trabajo interior. Para la autosugestión
se necesita el silencio; para recibir los beneficios de la
oración, se necesita; para tratar de contacta con la Mente
Universal, se necesita.
Incluso en la vida cotidiana, que debiera ser un constante
ciclo de actividad y reposo.
El silencio no es nada más que el reposo de nuestra
personalidad y nuestro yo personal.
Se debe practicar diariamente. Cinco, diez minutos; nunca
más de media hora.
Hay que elegir una postura confortable; mejor que la
espalda y la cabeza estén rectas, verticales respecto al
suelo, por lo tanto sentados cómodamente pero de modo
que nos resulte fácil mantener esta postura. Para
comenzar, mejor hacer una serie de respiraciones más
profundas y completas de lo habitual, tomando conciencia
clara de sí mismo.
Respirar suave y profundamente mientras se va tomando
conciencia del cuerpo físico, que está aquí presente. Pasar
luego a la conciencia del estado anímico y estado afectivo,
y constatar que allí hay un estado de tranquilidad, de
cordialidad y de amor suave. Pasar después al nivel de la
mente y darse cuenta de que uno está mirando la mente,
que ésta está aquí presente, tranquila, serena, despierta,
pero sin estar pendiente de ningún objeto.
Cuando se han seguido los tres pasos se dice que la mente
está alineada, y es entonces, sólo entonces, cuando la

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persona puede olvidarse de su cuerpo, de afectividad y de


su mente.
Una vez hecho esto, empieza propiamente el ejercicio del
silencio. Se puede empezar por darse cuenta de la
respiración: “Yo, que estoy aquí, tranquilo, presente,
dándome cuenta de que la respiración funciona sola. Yo.” Y
al decir yo, que se sienta presente. Esto hasta que note
que hay una verdadera pacificación. Y notará cómo su
conciencia va ahondando.
Entonces hay que prestar atención a notar el silencio
alrededor de la cabeza, dentro de la cabeza y dentro del
pecho.
Con la práctica habitual se va consiguiendo un estado de
gran pacificación, de gran profundización.
En el silencio no se busca nada. Se trata simplemente de
que Yo esté presente, sin confundirme con nada, sin
apoyarme en nada, sin buscar nada. En todo caso, buscar
la noción pura, última, de ser, de Realidad.
No olvidar que hay que mantenerse dueño de la situación;
hay que mantener, junto con la lucidez, un claro grado de
autoconciencia. Nada de esos vacíos en los que uno
parece diluirse. No; la persona es centro de conciencia, y
este centro ha de mantenerse y ahondarse. Quien está en
el ejercicio ha de ser el Uno Mismo, y no la personalidad.
Para salir del ejercicio hay que hacerlo de un modo
gradual. Los pasos, todos lentamente, son: un acto de
resolución interna de querer volver a la conciencia exterior,
acentuar suavemente los movimientos de respiración, y
abrir los ojos, mover, suavemente, las manos, y, siempre
despacio y con suavidad, levantarse.

CUENTECITO
Se cuenta que un oficial del gobierno preguntó al gran
Rinzai cuál era el secreto de la religión resumido en una
palabra. Silencio, respondió. ¿Y cómo se alcanza el

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silencio? Meditación, dijo. ¿Y qué es la meditación?


Silencio.

CUENTECITO
En ocasiones, los ruidosos visitantes ocasionaban un
verdadero alboroto que acababa con el silencio del
Monasterio.
Aquello molestaba bastante a los discípulos; no así al
Maestro, que parecía estar tan contento con el ruido como
con el silencio.
Un día, ante la protesta de los discípulos, les dijo: “El
silencio no es la ausencia de sonido, sino la ausencia de
ego”.

RESUMIENDO
Como has podido ver, es tan creativo y enriquecedor, tan
necesario, que no necesita de mis ánimos para que empieces, a la
mayor brevedad posible, a descubrirlo.

Francisco de Sales

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