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Tema 3: Explique y fundamente el papel que las utopías y las ideologías

cumplen en el proceso de planificación educacional y en la progresiva

incorporación de tecnologías (TIC) en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.

E. Galeano

La planificación educativa, como todo tipo de planeación, se encuadra en esquemas

de valor al definir su rumbo y objetivos. El Estado determina un curso educativo a

partir de una visión estratégica de crecimiento y desarrollo, pero esta visión sienta sus

bases en una determinada ideología, la cual buscará que sea legitimada desde los

centros escolares.

Si bien el concepto de ideología es uno de los más debatidos y controvertidos en las

humanidades y las ciencias sociales, adherimos a la propuesta de concebirla como un

sistema de creencias y representaciones sociales compartidas (Van Dijk, 1999), cuya

principal función es la de organizar las representaciones mentales, que mediante

actitudes y conocimiento específico del grupo, controlan las opiniones personales, así

como las creencias y prácticas sociales, y organizan las relaciones sociales. La

ideología entonces justifica y legitima la acción del grupo.

Todo sistema educativo moderno responde a determinados planteamientos

ideológicos, los cuales transmiten y refuerzan. Bourdie y Passeron desarrollan este

concepto en su teoría de la reproducción (1970), considerando que el sistema escolar

es un elemento de legitimación de los grupos sociales dominantes, aún cuando se

presenta “engañosamente” como una práctica neutral e imparcial. Los autores

analizan cómo el sistema de enseñanza, mediante la “violencia simbólica”, impondrá

una arbitrariedad cultural propia de la clase dominante. El principal problema que

plantea esta teoría es el de cómo romper el círculo vicioso reproductivo (tomado de

Rotger, 1995).
Giroux (1990) parte del mismo concepto de la escuela como agente de reproducción

social, económica y cultural, considerando que el conocimiento escolar es una

representación particular de la cultura dominante, un discurso privilegiado. Sin

embargo, plantea la necesidad política de ofrecer una alternativa al intento

conservador de dotar de apoyo ideológico a sus puntos de vista sobre la educación

pública, y propone una pedagogía que se convierta en un proyecto político viable, el

cual desarrolle un discurso que combine el lenguaje de la crítica con el lenguaje de la

posibilidad. Así, define a las escuelas como esferas públicas democráticas dedicadas

a potenciar a la persona y a la sociedad, considerándolas instituciones que

proporcionan las condiciones ideológicas y materiales necesarias para educar a los

ciudadanos en la dinámica de la alfabetización crítica y el valor civil.

Desde este planteo, existe la posibilidad de adjudicarle a la educación una ideología

no reproductiva, sino cuestionadora de la realidad, que forme ciudadanos

responsables y activos. No se pretende aquí un receptor pasivo de la ideología

hegemónica. Considerar el sujeto de la educación como un individuo crítico y reflexivo

es el primer paso en la ruptura de la reproducción social.

Aquí es fundamental una política educativa que comparta estos objetivos desde la

planificación. Ahora, si se apuesta a una modificación de las ideologías anteriores,

también se está involucrando el concepto de utopía, cuya función es proyectar la

imaginación en un “otra parte”, cuestionando la realidad (Ricoeur, 1984). “Imaginar el

no-lugar es mantener abierto el campo de lo posible”. Si realizamos una planificación

educacional con objetivos de cambio, necesariamente debemos reflexionar sobre las

utopías que permiten estas expectativas.

Pero la ideología y la utopía no solo aparecen en la educación, también son

componente esencial de los medios de comunicación de masas, los cuales

constituyen instrumentos potentes de transmisión de valores. Las TIC


contemporáneas multiplican esta función a niveles no conocidos hasta ahora. Es

importante recordar que la tecnología no es neutra, sino que conlleva implícitamente

unos valores que buscan imponerse a todos aquellos que se mueven con sus pautas.

(Mélich, tomado de Cañas)

En la misma línea, Manuel Area plantea que los medios “desde un punto de vista

ideológico, no son neutros ni en los valores que transmiten ni en las implicaciones

sociales y de interacción personal que se producen por el uso de los mismos. (…) En

consecuencia, no son un mero vehículo transmisor de ideas que reflejen de forma

neutra y fiel la realidad, sino que inevitablemente lo que ofrecen (…) es una

"representación" del conocimiento y de la cultura.”

Aquí nos preguntamos, ¿qué valores sustentan el desarrollo de las nuevas

tecnologías y la sociedad de la información? En la actualidad están coexistiendo dos

discursos distintos en torno a por qué y para qué formar a la población ante las

tecnologías digitales y la cultura que a través de ellas es transmitida. Uno es el

discurso generado desde la lógica del mercado y de las organizaciones económicas,

el otro es el discurso político de quienes apuestan por un proyecto más democrático y

participativo de los ciudadanos (Area, 2001).

En el primer caso, el discurso de la alfabetización tecnológica se construye desde la

llamada ideología del mercado - configurada en la actualidad por los sectores

industriales, financieros y de las empresas pertenecientes a la nueva economía -.

Para este discurso la sociedad de la información es un gran centro comercial en el

que ofertar productos y vender mercancías informacionales: servicios de ocio y

consumo cultural, productos financieros, telecomunicaciones, comercio electrónico…

Desde esta perspectiva, el desarrollo social y educativo en relación a las nuevas

tecnologías se apoya casi exclusivamente en criterios comerciales y económicos. Es

decir, para que exista la sociedad de la información es necesaria una población


alfabetizada en el uso de las tecnologías digitales que pueda producir y consumir

bienes digitales.

En definitiva, este modelo o perspectiva del desarrollo social y educativo ante las

nuevas tecnologías defiende la necesidad de la formación y alfabetización tecnológica

como una necesidad del mercado. La ideología que subyace a este modelo es la

globalización económica que pone su acento en criterios de eficacia y rentabilidad

comercial a nivel mundial. Se trata aquí de fortalecer el relativo predominio a escala

mundial de la ideología neoliberal, con la falsa ilusión de que las soluciones a los

problemas sociales se encuentran en la utilización de las tecnologías. Éstas aparecen

así asociadas al capitalismo globalizador, reivindicando valores propios de este

sistema como el individualismo, la competitividad y el consumo.

Es fácil percibir la relación entre esta perspectiva y la utopía positivista decimonónica

acerca de que la técnica y la ciencia son las fuerzas capaces de impulsar el progreso

y la felicidad, la esencia del pensamiento tecnocrático. Este discurso es calificado de

utópico en la medida que anuncia el advenimiento de un mundo mejor, definitivo,

insuperable, aunque también es un discurso ideológico, ya que su objetivo es legitimar

el orden establecido.

Ahora bien, recordemos que existe otro discurso, el cual apoya sus argumentos en

criterios de naturaleza política e ideológica; éste defiende que la sociedad de la

información debe construirse al servicio de necesidades sociales y humanas. La

educación en consecuencia, es un instrumento para la emancipación y el desarrollo

colectivo de los individuos y grupos humanos, y no exclusivamente un recurso

necesario para el aumento de la productividad económica.

La formación o alfabetización tecnológica de los ciudadanos, en consecuencia,

requiere no sólo desarrollar los conocimientos y habilidades instrumentales y

cognitivas, sino también requerirá plantear y desarrollar valores y actitudes de


naturaleza social y política con relación a las tecnologías. Tomemos como ejemplo la

Fundación CDI de Educación Digital, la cual promueve actividades educativas,

profesionales y de servicio comunitario a través de sus Escuelas CDI. De esta

manera, contribuye a mejorar la calidad de vida de las comunidades locales y de las

personas, otorgando nuevas oportunidades de desarrollo mediante la promoción de la

formación ciudadana y la capacitación en el uso de herramientas de informática. Esta

fundación promueve la inclusión social fomentando un uso reflexivo, crítico y

responsable de las tecnologías, ampliando el concepto de Inclusión Digital como una

integración entre educación, tecnología, responsabilidad social y desarrollo de

proyectos innovadores y productivos.

Las TICs constituyen un poderoso medio para difundir valores que contribuyan a un

mundo más humano y solidario. A través de ellas se ponen en contacto y se organizan

las instituciones educativas y los docentes de todo el mundo, fortaleciendo la

formación de sus alumnos. Conforman un escenario óptimo para promover la

cooperación, el entendimiento, ponerse en contacto con otras culturas y con otras

realidades; para educar, denunciar, difundir y promover las mejores realizaciones de la

cultura humana, fomentando la responsabilidad social.

La utilización de estas tecnologías y sus consecuencias estarán, entonces,

determinadas por los intereses políticos que determinen su uso en una u otra

dirección. Su significación social por lo tanto, depende, en última instancia, del código

de valores de quienes la utilizan y de cuáles son los objetivos que se persiguen.

Desde un punto de vista sociopolítico uno de los problemas estriba en la igualdad de

oportunidades de acceso a los recursos tecnológicos más avanzados ya que ser

usuario de esta red comunicativa tiene consecuencias culturales y laborales.

Compensar estas desigualdades de origen requiere medidas, como integrar las TICs

en el sistema escolar (tal como se está comenzando a hacer a través del Plan Ceibal);
reformar sustancialmente el currículum incorporando una educación para los medios y

tecnologías; adecuar la formación técnica a las nuevas necesidades y demandas

sociolaborales; potenciar el uso de las TIC desde las comunidades locales

permitiendo su acceso a una gran variedad de grupos sociales; incorporar las TIC a

las redes culturales ya existentes.

Cuando la planificación educacional incorpora las TIC, ¿Qué tipo de educación

plantea? Asumiendo una ideología social, nos preguntamos: ¿Cómo construir un

modelo democrático de la sociedad de la información? ¿Cuál debe ser el papel de la

educación en este proceso?

Un estado democrático debe velar por el equilibro y la cohesión social. Si la presencia

de las llamadas nuevas tecnologías en la sociedad representa un nuevo factor de

desigualdad social y cultural, el estado democrático debe intervenir a través de la

planificación y desarrollo de políticas que compensen educativamente las

desigualdades tecnológicas de los grupos sociales más desfavorecidos, desarrollando

y permitiendo a todos los ciudadanos, el acceso a una alfabetización tecnológica

adecuada. Propiciar la universalización del dominio de las TIC forma parte de un

proyecto democrático, aunque conocerlas no garantiza la inclusión social. En la

democratización del acceso al conocimiento, la educación cumple un papel

fundamental, manteniendo una intencionalidad cultural y pedagógica clara que apunte

al respeto a la diversidad y a la convivencia pacífica.

Si bien la planificación educativa no opera por sí misma los cambios, sí puede

facilitarlos, favorecerlos y orientarlos programáticamente, a fin de formar personas

reflexivas, autónomas, solidarias y protagonistas de la construcción de su comunidad

local, de la cultura, la identidad nacional y de una sociedad con desarrollo sostenible.


Bibliografía:

Area, Manuel. “Igualdad de oportunidades y nuevas tecnologías”. Publicado en

Revista Educar, Universidad Autónoma de Barcelona. 2002

Cañas Louzau, Tomás. “TIC, valores e ideología”. Revista Referencia Pedagógica, nº

2. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echevarría, La Habana, Cuba. 2004

Giroux, Henry. “Los profesores como intelectuales”. 1990.

Ricoeur, Paul. “La ideología y la utopía: dos expresiones del imaginario social”. En

“Educación y política”, Buenos Aires, 1984.

Rotger, Josep. “Ideología y educación”. Revista Signos. 1995.

Van Dijk, Teun. “Ideología, una aproximación multidisciplinaria”. Barcelona, 1999.

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