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existencia a otra, reconociendo y comprendiendo que estas vidas son en sí la suma total de
todos los poderes y energías cuya voluntad es crear y manifestarse. Sin embargo, al
considerar dichas energías y fuerzas, no es posible expresar su apariencia, cualidad y
propósito, excepto en forma simbólica. Por lo tanto, deberían recordarse los siguientes
puntos:
1. La individualización La personalidad.
2. La iniciación El ego.
3. La identificación La mónada.
Por consiguiente, ¿qué es la Iniciación? La iniciación puede ser definida de dos maneras. Es
ante todo entrar en un mundo dimensional nuevo y más amplio, mediante la expansión de la
conciencia del hombre, para que pueda incluir y abarcar lo que ahora excluye, y de lo cual
se separa normalmente cuando piensa y actúa y después introducir en el hombre esas
energías características del alma y únicamente del alma -las fuerzas del amor inteligente y
de la voluntad espiritual. Estas energías dinámicas actúan en toda alma que ha logrado la
liberación.
Cuando la iniciación llega a ser posible indica que dos grupos de energías (las de la triple
personalidad integrada y las del alma o ángel solar) comienzan a fusionarse y mezclarse. La
energía del alma empieza a dominar y a controlar los tipos inferiores de fuerza, y según el
rayo del alma será el cuerpo en que ese control hará sentir su presencia.
Cuando la iniciación llega a su culminación en lo que a la humanidad concierne, surge un
Maestro de Sabiduría liberado, exento de las limitaciones del individuo, recoge los frutos
del proceso de la individualización y actúa en forma acrecentada como ángel solar, por
estar primordialmente enfocado en el cuerpo espiritual interno; así se desarrolla
constantemente la conciencia de la Presencia. Este hecho merece ser meditado y estudiado
profundamente por todos los discípulos. A medida que los tres rayos que rigen la triplicidad
inferior se mezclan y sintetizan y crean la personalidad vital y, a su vez, dominan el rayo
del cuerpo físico denso, el hombre inferior penetra en un prolongado estado de conflicto.
En forma gradual y acrecentada el rayo del alma, "el rayo de la captación persistente y
magnética", como se lo denomina ocultamente, se hace más activo, entonces en el cerebro
del hombre que ha desarrollado la personalidad se establece la creciente percepción de una
vibración. Hay muchos grados y etapas en esta experiencia, que abarcan muchas vidas. Al
principio el rayo de la personalidad y el rayo del ego parecen chocar, y se libra una
constante guerra con el discípulo como espectador y dramático participante. Arjuna entra
en el campo de batalla; se halla entre dos fuerzas, como un consciente e ínfimo punto de luz
y de percepción sensoria. Alrededor, dentro y a través de él, las energías de dos rayos se
precipitan y entablan conflicto. Gradualmente, a medida que continúa el fragor de la
batalla, se convierte en un factor más activo y abandona la actitud del observador
desapegado y desinteresado. Cuando se da cuenta definitivamente de lo que está en juego y
vuelca decididamente el peso de su influencia, deseos y mente, a favor del alma, entonces
puede recibir la primera iniciación. Cuando el rayo del alma se enfoca plenamente a través
de él, y todos sus centros están controlados por ese enfocado rayo del alma, se convierte en
el Iniciado transfigurado y recibe la tercera iniciación. El rayo de la personalidad
ocultamente se extingue o es absorbido por el rayo del alma, y todos los poderes y atributos
de los rayos inferiores son subsidiarios del rayo del alma y están coloreados por éste. El
discípulo llega a ser un hombre de "Dios" -una persona cuyos poderes son controlados por
la vibración dominante del rayo del alma y cuyo mecanismo sensible interno vibra dentro
de la medida del rayo del alma que, a su vez, es reorientado hacia el rayo monádico y
controlado por éste.
Hemos considerado por lo tanto las tres grandes divisiones que marcan el progreso del alma
hacia su objetivo. Por el proceso de la individualización, el alma llega a una verdadera
autoconciencia y percepción en los tres mundos de la experiencia; el actor en el drama de la
vida domina su parte. Por el proceso de la Iniciación, el alma llega a ser consciente de la
naturaleza esencial de la divinidad. La participación plenamente consciente con el grupo, y
la absorción de lo personal e individual en el Todo, caracterizan esta etapa en el sendero de
evolución. Por último llega ese misterioso proceso en que el alma es absorbida de tal
manera en la Realidad y la Síntesis supremas, mediante la Identificación, que hasta la
misma conciencia del grupo se desvanece (excepto cuando se recupera premeditadamente
al servir). Entonces no se conoce nada más que la Deidad -no existen separaciones entre las
partes ni síntesis menores y tampoco divisiones o diferenciaciones.