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La Diferencia entre el Pensamiento Griego y el

Pensamiento Hebreo
Por Christian Overman

Tomado de su libro Cosas que Asumimos y que Afectan Nuestras Vidas.

Juan y Martha, aquella joven pareja que vimos de pie ante el altar en el capítulo anterior, estaban
perdidamente enamorados. Durante la ceremonia, mientras el solista cantaba, “Te Amo en Verdad,” los
dos enamorados parecían estar totalmente perdidos en su propio mundo. Aunque no trataba de
escuchar a sabiendas el ministro no pudo dejar de escuchar lo que se susurraban débilmente mientras
se miraban fijamente el uno al otro:

Juan: “Cariño, ¡tú vientre es como un montón de trigo!”

Martha: “Oh, mi amor, ¡dices las cosas más lindas!”

¿Le suena un poco extraño? No le hubiera sonado extraño a Salomón, o a la doncella a quien le dijo
estas mismas palabras hace unos 3,000 años tal y como las leemos en el Cantar de los Cantares, capítulo
7, versículo 2. Pero si imagina a la doncella de Salomón como alguien que tenía un estómago grande y
redondo, lo que sucede es que estará experimentando su mentalidad Griega en acción.

Hay algo en nuestra forma Griega de pensar que anhela impresiones fotográficas. Por favor, no
malinterprete esto y tampoco lleve las cosas demasiado lejos. No hay nada malo con las imágenes
fotográficas. El punto es simplemente este: Para nosotros, como para el Griego de antaño, se pone un
énfasis primordial en como las cosas son experimentadas por el ojo humano.

Los Griegos, por ejemplo, fueron grandes pioneros en la escultura en tres dimensiones. Y sus diseños
arquitectónicos permanecen hoy como maravillas clásicas , teniendo columnas algunas veces edificadas
de forma más ancha en la parte de arriba y que se van estrechando a medida que bajan, o a veces más
anchas en la parte media, por ninguna razón práctica sino simplemente para hacer que la apariencia
fuese más atrayente a los sentidos . Si lee su literatura, tales como la Ilíada o la Odisea de Homero, a
menudo se encontrará con vívidas imágenes, llenas de color y detalle, como una película
cinematográfica. Se describe al océano como “agua de vino azul,” por ejemplo, y la historia de Eliseo al
construir su arca le describe recortando altos árboles con un hacha de bronce que tiene un mango de
madera de olivo, y usando una línea hecha con tiza para cepillar los tablones con el fin de que quedaran
verdaderamente lisos y rectos.

Los Hebreos Valoraban la “Esencia” por encima de la “Forma”


Por otro lado, para los Hebreos lo que es de interés primordial es la esencia de las cosas. Para ellos, lo
primero era el contenido, mientras que la forma externa era lo secundario. Por ejemplo, en la
descripción del arca de Noé se nos dan los nombres de un tipo usado de madera, la longitud, ancho y
altura del arca, el hecho de que tenía una ventana abierta alrededor de toda la parte superior, una
puerta en el costado, y una construcción interna de tres niveles . En resumen, se nos da a conocer que el
arca era un navío de madera, hermético, que tenía un medio para permitir la circulación de aire fresco y
que era lo suficientemente larga como dar cabida a su carga necesaria. La esencia del asunto es, esta
embarcación era grande, podía navegar y era plenamente funcional. Sin embargo, no se ofrece un
detalle visual de la forma de la nave. ¿Tenía una proa puntiaguda, era de forma redondeada, o era una
proa cuadrada como la de una barcaza? ¿Era el techo plano o inclinado? Si era inclinado, ¿tenía una
inclinación ligera o una muy marcada? Tampoco hay descripción de las herramientas que Noé usó, o de
la manera en que hizo su trabajo. No se hace mención del color de las aguas del diluvio, aún cuando un
“café sucio” probablemente hubiese sido muy apropiado.

¿Quiere decir esto que el color y las impresiones visuales no fuesen importantes para los Hebreos? Claro
que no. El color y la forma eran algunas veces de gran importancia, especialmente cuando llevaban
consigo algún significado o consideración esenciales, tales como en los variados materiales y el
amoblado usados en el tabernáculo en el desierto. Pero sucede, sin embargo, que el color y el impacto
visual no son esenciales para el significado y trascendencia del arca y su mensaje.

Esta tendencia de ver el mundo a través de la ventana de la “esencia” se ve a menudo en las


descripciones de las personas que se ofrecen en la Biblia. Aparte de decir que una persona en particular
era hermosa, (como Ester), o de buen parecer (como David), o que no tenía “atractivo,” (como el
Mesías), la Escritura a menudo no proporciona detalles físicos. Es significativo notar que en todos los
registros de la vida de Cristo en los cuatro evangelios ni un solo autor ofrece una descripción física de
Jesús. Piense en esto por un momento. Si usted mismo hubiese escrito uno de los Evangelios, ¿no habría
dado al menos una breve descripción de los atributos físicos del Señor? El hecho es que ni siquiera
sabemos si era alto o bajo. Sin embargo, tenemos ansias de saber cuál era su apariencia, como se
evidencia por los muchos retratos de Cristo que nuestros artistas han hecho, tal y como imaginan que
era.

El foco principal de atención sobre Jesús en la Biblia se halla en Su pensamiento, palabras y la


interacción con otros. La esencia de Su ser es el punto focal. Sus cualidades internas antes que su figura
externa. Su “contenido” en lugar de Su “forma.” Esto, entonces, explica el misterio de las extrañas
palabras de Salomón a la joven doncella, cuando dijo, “tu vientre es como un montón de trigo.”
Debemos leer y entender estas palabras en términos de su esencia y de sus características internas (o
contenido) en lugar de hacerlo en términos de una imagen fotográfica o de una descripción de la forma
externa. La descripción, por parte de Salomón, de su vientre no tenía que ver con cuál era su apariencia
a la vista, sino lo que ella evocaba en su alma.

¿Cuál es la esencia de un montón de trigo? Su esencia habla de una fructificación abundante y de una
copiosa cosecha. En términos de las cualidades de una joven mujer esto comunicaría la esperanza de dar
a luz a muchos hijos, algo de gran valor para un hombre del Oriente Medio. Mirando un poco más el
“lenguaje de amor” de Salomón, encontrará descripciones más fuera de lo común. Por ejemplo, tome
esta línea: “Tu nariz es como la torre del Líbano, que mira hacia Damasco.” O esta otra: “Tu cuello es
como la torre de

David, edificada para armería [¡un depósito de armas militares!]; mil escudos están colgados en ella,
todos escudos de valientes. ” ¿Qué cosas pueden ser que él estuviera tratando de comunicarle? con
líneas como está usted podría cuestionar seriamente la sabiduría de Salomón, si no entendiera su modo
de pensamiento.

La esencia de sus palabras tienen mucho que ver con la idea de que esta joven mujer no era una chica
ordinaria. Quizás sí tuviera una gran nariz, pero esta no es la esencia de su mensaje. Aquí tenemos una
mujer apropiada para ser una reina. Firme, majestuosa, sólida y segura, se destacaba por encima de la
multitud si se le comparaba con ella. Además, vemos una mujer que ponía de manifiesto el alma de la
masculinidad de Salomón, como el olor de la batalla para un guerrero. Sin duda que ella era algo que él
deseaba conquistar. Ella era un premio tan grande para él como el depósito de armas de David para mil
soldados en tiempo de guerra. Ella era un reto que este antiguo Rey-Romeo no podía pasar por alto. Un
trofeo más allá de todos los demás.
Tales contrastes entre el pensamiento Griego y el Hebreo han fascinado por siglos a los eruditos e
historiadores. Algunos incluso sienten que los Hebreos y los Griegos miraban el tiempo de maneras
diferentes. Se piensa que los Griegos, por ejemplo, habían visto la historia como un ciclo interminable de
repeticiones sin rumbo. La gente nacía, vivían sus vidas y morían, mientras más gente les seguía quienes
también hacían lo mismo. Las casas se construían de nuevo, se deterioraban a lo largo del tiempo y eran
reemplazadas con nuevas casas que cumplían la misma función. Las plantas y los animales, todos por
igual pasaban por el mismo ciclo, y la historia marchaba en círculos, repitiéndose a sí misma sin ningún
destino a la vista.

Los Hebreos, por otro lado, miraban la historia humana como dirigiéndose hacia un punto. Tenía un
principio definido y se dirigía hacia una meta definida, culminando en el reino mesiánico del Redentor
de Israel. El de ellos era un concepto de la historia en línea recta con ésta avanzando hacia adelante
como una flecha hacia su blanco.

Sin embargo, el propósito de este libro no es discutir las sutiles diferencias entre el pensamiento Griego
y el Hebreo. Dejaremos esto para que lo discutan los eruditos. En cambio dirigiremos nuestra atención a
los principales puntos de diferencia que hicieron que los antiguos Hebreos y Griegos pensaran y
actuaran de formas tan contrarias los unos de los otros. Estaremos mirando las nociones fundamentales
que moldearon las diferentes maneras en que se trataron los unos a los otros, cómo educaron sus hijos,
como realizaron sus trabajos y cómo adoraron. Y mientras avanzamos en nuestra investigación
estaremos haciendo preguntas, haciendo observaciones y derivando paralelos entre los antiguos y
nosotros mismos. Estaremos comparando nuestras propias creencias con las de ellos, descubriendo
similitudes y diferencias, con la meta en mente de entender más claramente las tremendas diferencias
entre el pensamiento bíblico y el pensamiento no -bíblico. Para el momento en que hayamos cubierto el
material debiésemos todos tener un mejor entendimiento de cuáles debiesen ser nuestras nociones
básicas como Cristianos creyentes en la Biblia y ver más claramente, esperamos, lo que significa pensar
bíblicamente en una cultura predominantemente anti-bíblica como aquella en la cual vivimos en la
actualidad.

Título original del libro : Assumptions That Affect Our Lives, por Christian Overman. Copyright © 1996
por Christian Overman .

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