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VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

La resolución 49.25 de la Asamblea Mundial de la Salud, proclama que la violencia contra


la mujer es un tema de Salud Pública y de Derechos Humanos y exhorta a la acción
concertada de los gobiernos. Dentro de este contexto, "son los profesionales de salud
los que están llamados, tanto por su propia profesión como por la sociedad y los
gobiernos en general, a detectar señales de violencia”. Asimismo, "se promueve la
formación de equipos de trabajo que influyan positivamente en lograr disminuir los
elevados niveles de violencia”. Es por esto que este tema ha pasado a ser una de las
preocupaciones más importantes de la Federación Internacional de Ginecología y
Obstetricia (FIGO), la que, junto con otras Instituciones Internacionales, aúnan
esfuerzos en pro de poner de manifiesto el tema de la violencia contra la mujer.

La violencia contra la mujer se refiere a la violencia física, sexual y psicológica, la


violación por el esposo, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atenten
contra la mujer, la explotación sexual, el tráfico de mujeres y la prostitución forzada, el
hostigamiento y la intimidación sexual en el trabajo y en instituciones educacionales y
la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, donde quiera
que ocurra.

Hoy en día, lo que permite que podamos identificar distintos tipos de violencia es verlo
como problema social. La violencia atraviesa la esfera de lo privado a lo público y, por
tanto, debemos estar atentos a su detección.

La visualización del tema de la violencia se produce gracias a que las sociedades


cambian. Cambian sus percepciones y su conciencia en relación con temas que antes no
se veían, pero que, en un momento determinado tocan una fibra sensible en los
integrantes de la comunidad. Es así que el cambio y la conciencia se instalan en
una memoria colectiva, permitiendo generar mecanismos donde los problemas que
antes no se querían ver, ahora se pongan en evidencia.

La violencia intrafamiliar (VIF) es un problema social que afecta a importantes sectores


de la población. Se entiende por VIF "toda acción u omisión cometida por algún miembro
de la familia en relación de poder, sin importar el espacio físico donde ocurra, que
perjudique el bienestar, la integridad física, psicológica o la libertad y el derecho al pleno
desarrollo de otro(a) miembro de la familia" (OPS, 1995). Dentro de la VIF, la
Declaración ONU, determina una categoría más específica denominada "violencia contra
la mujer", la que define como "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo
femenino que tenga o pueda tener un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para
la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o privación arbitraria de la
libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".

La VIF atenta contra los Derechos Humanos de las personas y socava las normas
difícilmente conseguidas a través de la historia de la humanidad; atenta contra el
derecho a la vida, a la dignidad, a la igualdad.

La violencia contra la mujer está presente en la mayoría de las sociedades, pero a


menudo no es reconocida y se acepta como parte del orden establecido. Desde esta
perspectiva "la mujer se encuentra en una situación de indefensión y desprotección
encubierta por la tradicional intimidad y privacidad de la vida familiar".
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Se estima que en el mundo entre un 16 y un 52% de las mujeres experimenta violencia
física por parte de sus compañeros y este porcentaje no se puede saber con certeza por
el carácter "privado" con el que cuenta el tema de la violencia. "La violencia anula la
autonomía de la mujer y disminuye su potencial como persona y miembro de la sociedad"
y "esta experiencia tiene no sólo consecuencias directas sobre su propio bienestar, sino
también sobre sus familias y comunidades".

La violencia en general se produce con mayor frecuencia en el seno de la familia que en


cualquier otro lugar de la sociedad. Asimismo atraviesa todas las líneas raciales étnicas
religiosas, educacionales y socioeconómicas y es una situación progresiva que ha sido
reconocida como un gran problema de salud pública con componentes físicos y
psicológicos.

La violencia doméstica es la expresión más radical de discriminación contra la mujer, ya


que, en su origen, se encuentran las relaciones de jerarquía y poder que ostentan
hombres y mujeres sólo por el hecho de ser tales y en las que la mujer se encuentra en
una posición de subordinación culturalmente asignada.

La socialización diferencial de género, esto es, la construcción cultural de lo "femenino"


y lo "masculino" sobre la base biológica del sexo, define relaciones entre hombres y
mujeres basadas en una distribución asimétrica del poder. Su expresión más grave es
la violencia contra la mujer por parte de su pareja o cónyuge.

En Chile, sólo desde 1991 la violencia es reconocida y abordada como un problema


público. El Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM) es la Institución llamada en Chile a
abordar el problema de la violencia que vive la mujer en la familia como un "problema
social y público multicausal, cuya raíz se encuentra básicamente en la persistencia de
patrones culturales y que, por tanto, debe ser asumido por toda la sociedad".

El ciclo de la violencia

Se ha descrito una dinámica que se establece en el síndrome de maltrato reconociéndose


tres fases que se repiten en forma continuada en la gran mayoría de las ocasiones. Este
ciclo predecible es lo que se ha llamado el ciclo de la violencia.

La fase de tensión (ira, provocación, celos) pone de manifiesto la agresividad latente


frente a la mujer y existen algunas conductas de agresión verbal y/o física de carácter
leve y aislada, con un grado creciente de tensión.

La fase siguiente es de agresión aguda que implica una descarga sin control de las
tensiones acumuladas (abuso sexual, amenazas, patadas, mordidas, golpes e incluso,
uso de armas). La mayoría de las mujeres no buscan ayuda inmediatamente después de
la agresión a menos que, las lesiones sean tan graves que necesiten ayuda inmediata.
Las mujeres que se encuentran en esta etapa generalmente se aíslan y se niegan a los
hechos, tratando de minimizarlos.

El ciclo se cierra con la fase de reconciliación en la que, el abusador puede negar los
actos de violencia, pedir perdón y prometer que nunca más repetirá tales acciones con
actitud de arrepentimiento. Este ciclo se repite en cada uno de los distintos tipos de
violencia, sin embargo, es más evidente en las formas de violencia donde se encuentran
las relaciones asimétricas de poder. El miedo es la emoción básica que experimenta la
(el) agredida(o) en el ciclo de la violencia.
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

El ciclo de la violencia tiene variados tipos de concomitantes asociados al círculo agresor-


agredido. Estos concomitantes, que son físicos, psicológicos y sexuales, se traslapan
entre sí junto con los costos sociales y económicos de la violencia.

Prevalencia de la violencia en Chile

La información que se dispone sobre la prevalencia de la violencia, en general, es todavía


escasa y medir la prevalencia real es compleja, porque se subestiman los niveles de
violencia, debido a la escasa notificación de casos y "porque constituye un problema
que atraviesa temas de sensibilidad general como poder, género y sexualidad" Sin
embargo, las evidencias existentes indican que su alcance es mucho mayor de lo que se
supone. En distintas partes del mundo, "entre un 16% y 52% de las mujeres
experimentan violencia física por parte de sus compañeros y por lo menos, una de cada
cinco mujeres son objeto de violencia o intento de violencia a lo largo de su vida".

Ahora bien, si el tema de la violencia es un problema que está presente en todas las
sociedades y de tiempos inmemorables ¿por qué aún sigue oculto y con escaso
desarrollo? Podemos encontrar una aproximación a esta respuesta entendiendo que la
violencia tiene su expresión, en la mayoría de los casos, dentro del hogar, al cual se le
asigna un carácter privado y donde ocurren eventos que no podemos cuestionar, por
ello, está ajeno al debate público y menos al estudio de casos.

Específicamente, en la categoría de violencia conyugal, debemos tener en cuenta que el


factor de riesgo o vulnerabilidad con respecto a ella, lo constituye sólo el hecho de ser
mujer, es decir, la pertenencia al género femenino constituye un factor de riesgo frente
al tema de la violencia.

En Chile, el estudio del problema de la violencia ha sido abordado desde el Servicio


Nacional de la Mujer (SERNAM). Este estudio, hecho por primera vez en 1992 y
actualizado en 2001, aborda las categorías de violencia psicológica, física (leve y grave),
y sexual en el contexto específico de la violencia conyugal. Dentro de estas categorías,
debemos tener claridad que "la violencia se manifiesta en escalada y que cuando las
manifestaciones son más graves se mantienen los otros tipos de violencia". Asimismo,
la violencia conyugal responde a factores que actúan en distintos planos y que interactúa
con otras dimensiones de la VIF y en la sociedad. Las cifras actuales ponen de manifiesto
una impactante realidad. Los niveles de violencia han aumentado desde el primer estudio
realizado en 1992 al reciente realizado el 2001. En 1992, 1 de cada 4 mujeres
experimentaba violencia física, hoy esa cifra ha aumentado a 1 de cada 3. Con respecto
a la violencia psicológica, ella también ha aumentado desde el primer al segundo estudio.
Estas cifras constituyen un espacio de reflexión acerca del momento histórico del mundo
en que vivimos y de Chile en particular, dentro de este contexto.

Consecuencias de la violencia

La violencia, expresada en cualquiera de sus formas, tiene consecuencias no sólo para


el propio bienestar de la mujer, sino también para el de sus familias y comunidades, es
decir, abarca consecuencias tanto en el plano de la salud física, psicológica y sexual
como costos sociales y económicos.

En el plano de salud física, se encuentran consecuencias tales como:


VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

- Enfermedades ginecológicas: dolor crónico pelviano, flujo vaginal persistente,


sangrado genital de origen disfuncional.
- Abuso y dependencia de alcohol y sustancias.
- Enfermedades de transmisión sexual (ETS) y SIDA.
- Daños corporales (lesiones con arma blanca) y daños más permanentes como
quemaduras, mordidas o hematomas.
- Quejas somáticas poco definidas (cefalea crónica, dolor abdominal, pélvico y
muscular, fatiga crónica).
- Cambios repentinos de peso.
- Durante el embarazo: aumento del tabaquismo, aborto, control prenatal
tardío, retardo de crecimiento, hemorragias del feto, muerte fetal y muerte
materna.

En relación con el ámbito psicológico, la violencia tiene consecuencias como:

- Problemas de salud mental: trastornos del ánimo, depresiones severas,


trastornos obsesivos-compulsivos, trastornos por conversión, trastornos de
pánico, trastornos en la conducta alimentaria, trastornos en el sueño, episodios
psicóticos, entre otros.
- Síndrome de estrés post-traumático (STPT).
- Miedo y ansiedad.
- Sentimientos de vergüenza.
- Conducta extremadamente dependiente.
- Enuresis y encopresis.
- Suicidio.

En el plano sexual:- Embarazos no deseados.

- Disfunciones sexuales.
- Obligación ejercida por parte del varón de la práctica de aborto.
- Prohibición del uso de anticonceptivos.
- Daños físicos y psicológicos en específico en el plano sexual.
- Abuso, acoso y violaciones.
- Fobias sexuales y de la sexualidad en general.

Sensibilización de la Comunidad Médica frente al problema violencia hacia la mujer

La violencia contra la mujer debe ser un tema prioritario para los trabajadores de la
salud porque...

- Produce un considerable sufrimiento y consecuencias negativas para la salud,


en una proporción significativa de la población femenina (más de un 20% en la
mayoría de los países).

- Tiene un impacto negativo directo sobre temas importantes de salud como la


maternidad sin riesgo, la planificación familiar y las enfermedades de transmisión
sexual e infección por VIH/SIDA y,
VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
- Para muchas mujeres que han sido maltratadas, los trabajadores de la salud
son el principal o único punto de contacto con los servicios públicos que pueden
ofrecer apoyo e información.

Desde este contexto y a partir de nuestra experiencia clínica es que hemos puesto mayor
atención a las consultas que se hacen en nuestra Institución.

Se ha detectado que en un porcentaje importante de las consultas ginecológicas por


Disfunciones Sexuales en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile, tienen de base
un cuadro de VIF y, específicamente, violencia conyugal. Es desde aquí que surge el
interés de sensibilizar a los Profesionales de la Salud y, particularmente, a la Comunidad
Médica.

En este sentido, se considera que el problema de la violencia es enorme y preocupante


y el sector salud no puede resolverlo por sí solo, pero la sensibilidad y el compromiso
pueden empezar a marcar la diferencia.

Obstetras y ginecólogos/as de todo el mundo están incorporando este aspecto en el


cuidado de la mujer y es así que, se ha iniciado un grupo de trabajo a nivel
latinoamericano que intenta desarrollar proyectos y líneas de colaboración entre las
Sociedades Científicas y los gobiernos.

Queda en evidencia que, nuestro desafío, a futuro, será el desarrollo de estrategias para
impulsar la visualización del problema y de este modo, desarrollar herramientas de
detección y prevención.

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