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Presentación de la edición castellana

Que todo aparecer del ser sea una posible apariencia; que
la manifestación de las cosas y el testimonio de la conciencia
no sean, quizá, sino el efecto de una cierta magia, capaces de
extraviar al hombre que espera salir de si hada el ser, todo
esto no es un loco pensamiento de filósofo. Es todo el des-
arrollo de la humanidad moderna: su temor a dejarse hechizar.
Sabemos ya, en efecto, que la teoría no nos pone al abrigo de
la mixtificación. La ideología, inocente o maligna, ha alterado
ya nuestro saber. Por ella los hombres se engañan o son en-
gañados. Las ciencias humanas de nuestro tiempo -la psico-
logía y el psicoanálisis, la sodologia y la economfa, la lingüís-
tica y la historia- muestran el «condicionamiento» de toda
proposición y de toda verdad. Y si el saber proporcionado por
las ciencias no estuviera tampoco exento del equivoco que
denuncia, confirmaría todavía más la anfibología del aparecer.
Nuestro libro, accesible desde ahora al público de lengua
castellana gradas a esta hermosa traducción, busca una salida
a esta referencia al ser; referencia en la que uno no está seguro
de que se rompa el encantamiento, de que el hombre, en su
conocer, no quede encerrado en su conciencia subjetiva, de que
su impulso de trascendencia no permanezca encallado, dejando
al yo cautivo de sí mismo. Nuestro libro encuentra la apertura
en un movimiento que, de inmediato, es responsabilidad por el
prójimo, en vez de asirse a cierto «contenido» de conocimiento
que tal vez no es más que la sombra de una presa. Totalidad
e infinito describe la epifanía del rostro como un deshechizamiento
del mundo. Pero el rostro en cuanto rostro es la desnudez -y
el desnudamiento- «del pobre, de la viuda, del huérfano, del
extranjero», y su expresión indica el «no matarás». Cara a cara:
relación ética que no se refiere a ninguna ontología previa.

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tamientos, y podría ser que con el tiempo se hubiesen mudado
Ella rompe el englobamiento clausurante -totalizante y to- de unos en otros, y que ahora se use que los encantados hagan
talitario- de la mirada teorética. Ella se abre, a modo de res- todo lo que yo hago, aunque antes no lo hadan; de manera
ponsabilidad, sobre el otro hombre -sobre el que contra el uso de los tiempos no hay que argüir ni de qué
ella va hacia lo infinito. Ella conduce al extenor, Sin que sea hacer consecuencias. Yo sé y tengo para mí que voy encan-
posible sustraerse a la responsabilidad a la que apela de tal tado ... ».
modo. Pero la certeza de este encanta.miento -¡que es ya des-
Esta aventura no es puramente especulativa y no puede encantamiento!- no se asemeja -y hay que advertirlo clara-
series desconocida a los lectores de lengua castellana. mente- al cogito cartesiano. Aquélla no está hecha de una sim-
La obra maestra de Cervantes, que han leído desde la es- ple reflexión del pensamiento sobre sí mismo: «yo sé y tengo
cuela no es solamente la comedia trágica del idealismo teme- para mí que voy encantado, y esto me basta para _la seguridad
rario' en lucha contra la mediocridad triunfante de la lucidez de mi conciencia, que la formaría muy grande s1 yo pensase
realista. El tema del hechizamiento de lo real o de una vasta n;asca- que no estaba encantado y me dejase estar en esta jaula pere-
rada de la aparimcia que dormita etJ todo aparecer la atraviesa de tma zoso y cobarde, defraudando el socorro que podría dar a mu-
parte a otra. El genio maligno de Descartes todavía no está chos menesterosos y necesitados que deben tener a la hora
conjurado aquí. Por lo demás ¿lo estará alguna vez? En el ca- presente precisa y extrema necesidad de mi ayuda y protección».
pítulo 48 de la primera parte, ¿no s.iente Don Quijote cómo s:u ¿Reconocería la su p:opio hechizamient? mie?--
propia persona sm:re el «encantanuento». cuando, hecho pri- tras está perdida en un labermto de mcerteza y su seguridad sm
sionero, es conducido a su casa en una ¡aula? Sancho Panza «gran escrúpulo» se asemeja al embrutecimiento? ¡Locura de
tiene a bien explicarle al caballero enjaulado que en esta «des- Don Quijote! ¡A menos que la petrificada po.r los
gracia» hay «más malicia que encantamiento» y que el cura y encantos y sin escuchar la llamada de los afligidos no lo entienda
el barbero de su pueblo natal lo acompañan en este retorno. todo del mismo modo 1 A menos que no exista una sordera
Don Quijote le responderá: «Bien podrá ser que parezca que capaz de sustraerse a su voz. A menos que la voz de los afli-
son ellos mismos; pero que lo sean realmente y en efecto, eso gidos sea el deshechizamiento mismo de la ambigüedad en que
no lo creas en ninguna manera... los que me han encantado se despliega la aparición del «ser en cuanto ser».
habrán tomado esa apariencia y semejanza, porque es fácil a
los encantadores tomar la figura que se les antoja, y habrán las
de estos nuestros amigos, para darte a ti ocasión de que pienses EMMANUEL LEVINAS
lo que piensas y en un _laberinto de incerteza,, rue 110 acier:es París, 12 de febrero de 1976
a salir de él aunque tuvzeses el hilo de Teseo; y tamb1en lo habra?-
hecho para que yo vacile en mi entendimiento y no sepa ati-
nar de dónde me viene este daño; porque si por una parte tú
me dices -continúa Don Quijote- que me acompañan el
barbero y el cura de nuestro pueblo, y por otra yo me veo en-
jaulado, y sé de mí que fuerzas como no so-
brenaturales, no fueran bastante para en¡aularme, ¿que qweres
que diga o piense, sino que la manera de mi encantamiento
excede a cuantas yo he leído en todas las historias que tratan
de caballeros andantes que han sido encantados?».
He aquí que Don quijote formul,a e;xplícitamente la mo?er-
nidad de su encarcelam1ento. Ella esta, Sin duda, en el <<laberinto
de la incerteza» sin hilo conductor, en medio de rostros
que son máscaras, con el entendimiento vacilante y sin juicio
sobre las causas del mal. «Podría suceder -le dirá a Sancho
Panza más adelante- que hubiera diversas suertes de encan-
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